La Biblia enseña que Dios creó la familia y desea que los padres críen a sus hijos para conocerlo y obedecerlo. Los padres tienen la responsabilidad de enseñar las leyes de Dios a sus hijos y de criarlos con disciplina y amonestación del Señor, no provocándolos a ira. La disciplina debe estar diseñada para llevar a los hijos al arrepentimiento y la obediencia, y los padres deben ser un ejemplo de vida agradable a Dios.
Prueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 2º de la ESO
La crianza de los hijos
1. La crianza de los hijos
Criando a nuestros hijos en la disciplina e instrucción del Señor
Todo lo que necesitamos saber cómo padres cristianos para educar a nuestros hijos en el Señor
nos ha sido dado por Dios en su Palabra.
¿Cuál es el punto de partida en este tema? La necesidad que tienen nuestros hijos de aprender a
respetar la autoridad. ¿Y por qué decimos esto? Porque, como criaturas de Dios, tienen la
responsabilidad de obedecerlo en todo, y esto se aprende obedeciendo la autoridad visible y
primaria de los padres.
Por otro lado, al tiempo que nuestros hijos crecen, no se someterán a nuestra autoridad si no
entienden que deben someterse a Dios. La relación primaria del hombre con su Creador es la de
obediencia.
Nuestros hijos deben ser entrenados para obedecer para su propio bien, pues no vienen inclinados
naturalmente a la obediencia y esa inclinación sin trabajar los llevará a la condenación de sus almas
eternas. Es nuestra responsabilidad usar la autoridad dada por Dios a los padres para cumplir ese
propósito.
Como padres, ¿cómo hacer esto sin estar nosotros mismos bajo la autoridad de Dios? Es imposible
criar bíblicamente a nuestros hijos sin conocer a Jesucristo.
Cómo entrenar a nuestros hijos a obedecer
La disciplina e instrucción paterna es para el beneficio de nuestros hijos. La pregunta que
lógicamente sigue es: ¿cómo hacerlo? El “cómo” bíblico incluye dos elementos: comunicación y
disciplina. Es decir, “vara y corrección”.
Esta comunicación no es solo instrucción o corrección. Debe incluir ánimo, aliento, súplica (Pr.
23:26), advertencia (no amenazas), amonestación, y oración. En ese sentido, es importante
desarrollar una buena comunicación con nuestros hijos. Pero también necesitamos el uso de la
vara.
No es una idea popular, pero es bíblica. Por tanto, todo padre no solo puede hacerlo, sino que tiene
la responsabilidad de hacerlo. Ante una tarea tan trascendental, debemos prepararnos.
Recomiendo a los que están criando leer regularmente buenos libros cristianos acerca de la
crianza. Nuestro ejemplo es vital. Y si hemos fallado, podemos pedir perdón y corregir lo
deficiente. Cristo y su evangelio son la respuesta que más necesitamos.
Principales obstáculos para una crianza bíblica
A pesar de tener en las Escrituras, los elementos esenciales que necesitamos conocer para cumplir
fielmente nuestra responsabilidad como padres, lo cierto es que, solemos ver a padres creyentes
perdidos al respecto o, peor aún, seguros en patrones equivocados de crianza.
La realidad es que nos encontramos con grandes obstáculos al momento de poner en práctica los
principios bíblicos. Si fuésemos a simplificarlo, diríamos que el principal obstáculo es el pecado: de
nuestros hijos, de nosotros, y de los que nos rodean.
Sin embargo, saber solo esto no nos ayudaría mucho. Por tanto, en este vídeo queremos traer a
su consideración algunos obstáculos específicos que deberemos enfrentar y vencer, con la ayuda
del Espíritu de Dios, de su gracia, y de su Palabra.
Algunos provienen de factores externos y otros tienen que ver con nosotros mismos. El propósito
de ver estos obstáculos no es terminar abrumados y aplastados como padres, sino más bien
2. identificar aquellos que son una realidad en nuestra crianza y que posiblemente no estábamos
viendo.
Recordemos que el Señor no solo nos ha dado la responsabilidad y la autoridad para enseñar a
nuestros hijos, sino también la capacidad por su Espíritu para serles fiel a Él en todo.
Persiguiendo una obediencia de corazón
En esta clase vamos a enfatizar la importancia de usar todos los recursos a nuestro alcance para
tratar que la obediencia de nuestros hijos sea una obediencia de corazón. Esto hace una diferencia
del cielo a la tierra. Estaremos usando amplia, pero no exclusivamente, un material de Tedd Tripp
en su libro “Cómo Pastorear el corazón de su hijo”.
Tratar solo con la conducta de nuestros hijos es dificultar que vengan a los pies de Cristo. El
evangelio es para pecadores caídos que necesitan un nuevo corazón. Dios quiere transformarnos,
no solamente maquillarnos. Los verdaderos cambios ocurren de dentro hacia fuera, no de afuera
hacia adentro.
El anhelo de nuestros corazones debe ser que nuestros hijos conozcan a Dios y a su Hijo
Jesucristo, y vivan para su gloria. Y esto no ocurre solo con un cambio de conducta.
La forma en que criamos a nuestros hijos, y el precio en tiempo que estamos dispuestos a pagar,
revela mucho de cuáles son nuestras verdaderas prioridades.
Principios acerca de la comunicación con los hijos
Una queja común de los padres respecto a sus hijos es que estos no hablan con ellos como ellos
quisieran. Y normalmente la forma de expresarlo implica que es un problema en los hijos, no en los
padres
Sin embargo, en la gran mayoría de los casos, esto no es verdad, pues normalmente los padres
tenemos más responsabilidad de que esto sea así. A nosotros se nos da el privilegio y la
responsabilidad de criarlos, guiarlos, y formarlos. Eso incluye desarrollar intencionalmente en ellos
el hábito de la buena comunicación con nosotros.
Tener una buena comunicación con nuestros hijos es indispensable para cumplir nuestras
responsabilidades ante Dios de guías, maestros, y modelos. Es también importante para crear un
ambiente de armonía y camaradería en el hogar.
Pero la buena comunicación con nuestros hijos no surge sola. Se requiere de un esfuerzo
intencional, consciente, y permanente. Se requiere de tiempo para compartir con ellos e intentar
ganar sus corazones.
Si hemos fallado en esto, recordemos que siempre hay esperanza. Lo primero que debemos hacer
es pedirle perdón al Señor y luego a ellos (aunque ellos posiblemente no lo entiendan) y empezar
a poner en práctica los principios que veremos en este vídeo.
Papá 24/7: porque solo mamá no es suficiente
Los cristianos no escapan a la influencia de la cosmovisión de la generación en que les ha tocado
vivir, a pesar de los principios claros e inmutables de la Palabra de Dios. Esto abarca todas las
esferas de nuestras vidas, incluyendo el área de la crianza de nuestros hijos.
Vivimos en una cultura feminista y, por lo tanto, matriarcal. Sin embargo, cuando vamos a las
Escrituras, vemos que el cristianismo es una religión patriarcal, centrada en el padre, no en la
madre. Desde el principio se le otorgó el liderazgo y la responsabilidad final al esposo y padre.
3. El padre es el líder y cabeza, y la madre es su asistente con un rol indispensable y fundamental.
Trabajan como un equipo, pero quien rendirá cuenta a Dios es el padre.
Dios diseñó al padre como el responsable y a su esposa como su asistente. Y Él ha dado al padre
una enorme influencia sobre el corazón de sus hijos. Así que, en sentido general, como sea el padre
así será la familia y así será la crianza.
Esto no significa que la labor de la madre es sin importancia, pues es crucial. Los hijos nacen
varones y hembras, pero la masculinidad y la feminidad deben ser aprendidas.
Una forma de enseñar esto es volviendo a la verdad objetiva del evangelio. Las iglesias centradas
en el verdadero evangelio son fábricas de masculinidad bíblica y la crianza bíblica también se
desarrolla mejor en este contexto.
¿Qué dice la biblia acerca de la crianza de los hijos?
RESPUESTA
Dios creó a la familia. Su diseño era para que un hombre y una mujer se casaran de por vida y
criaran hijos que conozcan y honren a Dios (Marcos 10:9; Malaquías 2:15). La adopción también
es la idea de Dios, y Él la demuestra al adoptarnos como hijos suyos (Romanos 8:15, 23; Efesios
1:5). Independientemente de la forma por la cual entran en una familia, los hijos son un don de
Dios, y Él se preocupa por la forma en que ellos son criados (Salmo 127:3; 34:11; Proverbios
23:13-14). Cuando Dios nos da dones, Él también da instrucciones claras sobre cómo usarlos.
Cuando Dios sacó a los israelitas de la servidumbre, Él les ordenó que enseñaran a sus hijos todo
lo que había hecho por ellos (Deuteronomio 6:6-7; 11:19). Él deseó que las generaciones
venideras siguieran cumpliendo todos sus mandatos. Cuando una generación no logra inculcar
las leyes de Dios en la siguiente generación, la sociedad declina rápidamente. Los padres no sólo
tienen una responsabilidad para con sus hijos, sino que además tienen una tarea de parte de Dios
para difundir Sus valores y verdad en las vidas de sus hijos.
En varias partes la escritura da instrucciones concretas a los padres acerca de cómo criar a sus
hijos. Efesios 6:4 dice, "Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en
disciplina y amonestación del Señor". Hay varias maneras en que los padres pueden provocar a
sus hijos a ira. Algunos padres fijan normas imposibles, a fin de que un niño se desespere y
nunca llegue a alcanzarlas. Algunos padres se burlan, ridiculizan o humillan a sus hijos como una
forma de castigo, y que lo único que hace es provocarlos a ira. La incoherencia también puede
provocar la ira, ya que un niño nunca está seguro de las consecuencias de sus acciones. La
hipocresía provoca la ira en los niños cuando los padres exigen un comportamiento de los niños
que ni siquiera ellos mismos están teniendo.
"Criarlos en disciplina y amonestación del Señor " significa que los padres deben formar a sus
hijos, así como Dios lo hace con nosotros. Como Padre, Dios es "tardo para la ira" (Números
14:18; Salmo 145:8), paciente (Salmo 86:15), y perdonador (Daniel 9:9). Su disciplina está
diseñada para llevarnos al arrepentimiento (Hebreos 12:6-11). Su instrucción se encuentra en Su
Palabra (Juan 17:17; Salmo 119:97), y Él desea que los padres llenen sus casas con Su verdad
(Deuteronomio 6:6-7).
Él también disciplina a Sus hijos (Proverbios 3:11; Hebreos 12:5) y espera que los padres
terrenales hagan lo mismo (Proverbios 23:13). Salmo 94:12 dice, "Bienaventurado el hombre a
quien tú, Señor, corriges, y en tu ley lo instruyes". La palabra disciplina viene de la raíz discípulo.
Disciplinar a alguien significa hacer un discípulo de él. La disciplina de Dios está diseñada para
4. "conformarnos a la imagen de Cristo" (Romanos 8:29). Los padres pueden hacer discípulos de
sus hijos al inculcarles los valores y las enseñanzas de la vida que han aprendido. En la medida
que los padres practican una vida agradable a Dios y toman decisiones controladas por el Espíritu
(Gálatas 5:16, 25), pueden alentar a sus hijos a seguir su ejemplo. Una disciplina adecuada y
consistente, produce un "fruto de justicia" (Hebreos 12:11). La falta de disciplina resulta en
deshonra tanto para los padres como para los hijos (Proverbios 10:1). Proverbios 15:32 dice que
quien ignora la disciplina "menosprecia su alma". El Señor trajo juicio sobre Eli el sacerdote
porque permitió que sus hijos deshonraran al Señor y "no los estorbó" (1 Samuel 3:13).
Los hijos son una “herencia del Señor” (Salmo 127:3). Él los coloca en familias y da a los padres
la orientación en la forma como deben ser educados. El objetivo de ser buenos padres es
producir hijos sabios que conozcan y honren a Dios con sus vidas. Proverbios 23:24 muestra el
resultado final de la crianza de los hijos de acuerdo al plan de Dios: "Mucho se alegrará el padre
del justo, y el que engendra sabio se gozará con él".