Comunicado del Consejo Permanente. 22 de Mayo de 1995
1. Comunicado delConsejo Permanente
Los Obispos miembros del Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal
Paraguaya, reunidos en la fecha y fiel al propósito de acompañar el caminar de
nuestro Pueblo, hemos evaluado algunos hechos que afectan y continúan
afectando la vida nacional y queremos compartir las siguiente reflexiones:
1- SIGNOS DE ESPERANZA
Los Obispos nos alegramos con algunos acontecimientos que dan signo de
esperanza, como el inicio de la renovación del Poder Judicial, y, sucesivamente,
la paulatina organización de la nueva Justicia Electoral, los esfuerzos por
encauzar una mayor institucionalización de las Fuerzas Armada, la intensificación
del diálogo político dentro y fuera del Parlamento, la decisión legislativa de
expropiar algunos latifundios improductivos, los pasos regulares, aunque todavía
lentos y condicionados, para pasar a la realidad la reforma educativa.
Ha sido grato también el hecho de que, con motivo de las fiestas patrias, se haya
discernido, sin discriminaciones, la Orden Nacional del Mérito a numerosas
personalidades de muy diferentes sectores, con ánimo de devolver su verdadero
valor al protagonismo de nuestra sociedad.
2- HECHOS PREOCUPANTES
Así como nos alegramos por los signos positivos, nos inquieta el recrudecer de
hechos delictivos, como el desfalco del Banco Central.
Es un hecho de gravedad tal que ha sembrado indignación y vergüenza, porque
menoscaba la confianza básica sin la cual el Estado no puede subsistir.
Lo ocurrido en el BCP es uno de los últimos de una larga serie de hechos
perturbadores, que demuestran la extrema fragilidad de las instituciones públicas,
sometidas al embate de una corrupción que parece no tener límites. Según las
informaciones que se difunden a diario, parece no haber una, entre las principales
instituciones, que escape a un funcionamiento irregular. Esta situación genera
todavía, gracias a Dios, reacciones, pero éstas aparecen siempre tímidas,
confusas e inconcluyentes, y no llegan hasta los verdaderos culpables ni a las
raíces de los problemas en juego.
Da lástima, asimismo, comprobar que este estado de corrupción y la pobreza
siempre irredenta de una gran mayoría estén creando una inseguridad de vida
cada vez más insoportable para todos, y poniendo en permanente desafío al
proceso democrático.
Desalienta igualmente que a este clima de incertidumbres se sumen medidas poco
sensatas como las tomadas en Puente Kyhá,
2. declaraciones irreflexivas como las emitidas por los responsables de la ARP, y
pasos poco eficaces para prevenir y afrontar la emergencia de las inundaciones.
Por otro lado, preocupa a la conciencia católica el trato que en las comisiones de
estudio del Parlamento Nacional se está dando al valor de la vida. En lo que se
refiere a la despenalización del aborto no podemos callar nuestra voz. Instamos a
los fieles católicos a manifestarse públicamente en contra de una ley que pueda
legalizar el aborto.
3- LLAMADA A LA ACCIÓN
Por eso es necesaria una acción más decidida para reorientar este proceso, que
no se puede dudar en calificar de deterioro constante.
Los políticos deben pensar en una profunda reforma del Estado. No bastan los
parches. A partir de la nueva Constitución se pueden y se deben elaborar
esquemas más claros, más funcionales y más controlables de la función pública.
El diálogo político es positivo, y debe continuar y crecer. Pero es hora de que se
dé prioridad de solución, de una vez, más profunda y decididamente a los
agobiantes problemas sociales y de calidad de vida, comenzando por su defensa y
promoción.
Las organizaciones eclesiales y las ONG en general deben extremar esfuerzos
para clarificar el sentido ético de las relaciones y programar la difusión y el
fortalecimiento de los contenidos morales en situaciones concretas. Es todavía
insuficiente lo que se hace en este campo fundamental.
Creemos que es posible corregir los errores. Confiamos en la capacidad de
renunciar a los intereses egoístas y creemos que es posible construir juntos el
bien común, base segura de una convivencia pacífica y armoniosa.
Finalmente, ponemos nuestra confianza en nuestro Padre Dios, quien con su
luces nos dará los talentos necesarios para construir el Paraguay que queremos y
amamos.
A todos les bendecimos de corazón.
22 de mayo de 1995
Por el Consejo Episcopal Permanente.
+ Pastor Cuquejo
Secretario General de la CEP