Orientaciones hacia una nueva sociedad. 8 de noviembre de 2002.
1. Orientaciones Hacia una
Nueva Sociedad
1. Los Obispos del Paraguay nos hemos reunido para celebrar la 168a.
Asamblea Plenaria Ordinaria. Hemos estudiado y reflexionado en
nuestro país sobre los diversos aspectos de la acción evangelizadora
de la Iglesia y al mismo tiempo sobre la situación por la que atraviesa nuestro
pueblo.
2. Al concluir las deliberaciones de esta última asamblea del año,
queremos ofrecer a nuestros conciudadanos una parte del fruto de
nuestro trabajo. Así pués, movidos por nuestra profunda fe en Dios y
llevados por el sincero amor a todos los que habitamos este suelo,
animamos particularmente a los fieles cristianos, a empeñarse en los
cambios radicales que necesita con urgencia nuestra sociedad paraguaya.
GRAVE CRISIS MORAL
3. Nos lastima y preocupa la acentuada gravedad de la crisis de la
moral pública y privada, de la vida política y de la administración
judicial, de la situación de injusticia social y económica de la
población. Es evidente el malestar generalizado, el descontento de
grandes sectores ante la conducta de dirigentes y autoridades, que
parecen ignorar esta realidad.
4. La actuación de las autoridades del Estado y de los dirigentes
políticos, al carecer de programas bien pensados y de un
comportamiento austero como lo reclama hoy nuestro país, sigue
creando el malestar y descontento de grandes sectores de nuestra
patria. La existencia de formulas violentas o mesiánicas no solamente
siembran semillas de irritado dolor sino que sumen a la población en
un estado de inseguridad que crece y se extiende a los ámbitos más
insospechados. Esto nos lleva a decir: ¡Basta ya! a la escandalosa
corrupción, a la grosera impunidad que lleva a la aplicación de la
justicia por cuenta propia, a la ingerencia política en el poder judicial,
a apelar a torpes medidas para subsanar el deficit económico, en
detrimento de la salud, la educación, las necesidades básicas de la
sociedad y la guarda del medio ambiente.
5. Otra causa de la grave crisis es cuando los medios de comunicación
nos transmiten y publican con gran desenfado y lidereza detalles
crueles y brutales de los hechos. Entonces se llega a dudar del derecho
a la libertad de información.
¡Lo que importa es lo que se puede vender! Ante esto notamos una
suerte de impotencia por parte de la gente para reaccionar en la
búsqueda de la verdad.
2. También son causas de esta crisis, la violencia, la pornografía, los
robos y homicidios, los secuestros que últimamente han causado
pánico en la población; el cultivo de cada vez creciente de drogas y
su tráfico impune y el consumo desmedido de bebidas alcohólicas.
UNA NUEVA SOCIEDAD
6. Es urgente que construyamos un país nuevo. Pedimos
vehementemente a las autoridades gobernar, legislar e impartir la
justicia con responsabilidad y con honestidad. No podemos hablar
de los defectos de los demás y callar los nuestros. Lo que debemos
asumir todos como una responsabilidad del bien común no puede ser
reclamado solamente a algunos y a los pastores de la Iglesia en
particular. Seguimos creyendo que la institucionalidad es un bien para
el país y por eso la defendemos, pero no como una institucionalidad
para salvar las apariencias. Sabemos de la honestidad de muchos
compatriotas y conocemos la capacidad que tenemos de construir el
Paraguay Jaipotáva. Consideramos apremiante, formar ciudadanos
honestos, responsables y comprometidos con el presente y el futuro de nuestro
país.
7. Todos, gobernantes y gobernados, debemos trabajar con honestidad
y transparencia, con decision y alegría. Es el momento de organizarnos
para exigir que se respeten los derechos de todos y que los elegidos
por el pueblo, cumplan con los programas y proyectos por los cuales fueron
electos.
8. Es impensable que una nueva sociedad se construya sin la positiva
colaboración de los medios modernos de comunicación social,
especialmente en la investigación y clarificación de hechos delectivos.
A los propietarios y cuantos trabajan en ellos les pedimos: no
pretendan solo el rédito político a la ganancia material. Les recordamos
que son servidores y formadores de la conciencia del pueblo como lo
son las autoridades, los dirigentes políticos y sindicales y
empresariales, como lo somos nosotros miembros directivos de la
Iglesia. Todos debemos servir con la verdad y la justicia, con la
información veraz y formando la opinion pública basada en una etica
del bien común, con el respeto a las personas e instituciones.
9. Ante las próximas elecciones, recordamos a cuantos están
empeñados en la vida pública y en la campaña electoral que busquen
el Bien Común, que no se realicen componendas políticas desechando
principios morales y éticos. No prometan lo que no podrán cumplir.
No pretendan el triunfo a base de mentiras y engaños que ensombrecen
cada vez más el futuro político de nuestro país.
3. Denunciamos la inmoralidad que supone comprar los votos
aprovechándose de la ignorancia y angustiosa situación económica
de los ciudadanos. Estos medios solamente sirven para degradar a
quienes vender su propia conciencia y a quienes se aprovechan de su
conciudadano. Instamos al pueblo y le alentamos a redoblar su
esfuerzo en una educación y formación cívica liberadora. Recuerden
lo que ya hemos repetido en el pasado, los candidatos sean hombres
honestos, eficacez en su gestión pública, que no tengan antecedentes
negativos, y que lleven una familia bien constituida. Ahora más que
nunca, el pueblo ha de sentirse acompañado, orientado y animado a
asumir su compromiso cívico, con libertad, dignidad y
responsabilidad; todos hemos de saber elegir las nuevas autoridades
de acuerdo a los criterios recién mencionados.
CONCLUSIÓN
10. Nos preparamos ya para celebrar el gran encuentro del 8 de
diciembre, en Caacupé, cuyo lema para este año es: "Dios es nuestro
Padre - nosotros somos hermanos!. Con San Pablo (Rom 8, 14 y 15)
les invitamos a dejarse conducir por el Espíritu, como hijos e hijas
de Dios. No tengan miedo porque ya no son esclavos; se les ha dado
el espíritu propio de los hijos, y eso nos permite gritar: ¡Padre!
11. Exhortamos a los miembros de la Iglesia a perseverar en la oración
diaria por la patria, y con humilde confianza en Dios, convocamos a
todos los creyentes, pertenezcan o no a la Iglesia Católica, a renovar
la oración perseverante al Seño de las naciones. Recemos por la paz,
la concordia, la justicia y el bienestar de todos los habitantes de la patria.
12. Que esta exhortación nos impulse a realizar nuevos esfuerzos
para conseguir la convivencia justa, pacífica y fraterna, para que, con
la participación generosa de todos, sigamos caminando en la búsqueda de días
mejores.
A la Virgen María de Caacupé le rogamos su protección metarnal. A
San Roque González de Santa Cruz, de corazón incorrupto, pedimos su bendición
paternal.
De corazón bendecimos a todos.
Asunción, 8 de noviembre del 2002
Por mandato de la 168a. Asamblea Plenaria
Mons. Ricardo Valenzuela
Secretario General de la CEP