2. LOS GENIOS
Se trata de afortunados que tienen
el don de generar ideas increíbles
sin ningún esfuerzo, que cada
proyecto que llevan a cabo es
exitoso y brillante, y que son, por
ello, enormemente dichosos.
3. ¿QUÉ PUEDEN LLEGAR A SER?
Pueden llegar a ser neuróticos, sus continuados
sacrificios pueden convertirse en obsesión, y
suelen vivir de un modo terriblemente solitario,
como Albert Einstein. Estas características suelen
propinarles un marcado rechazo social, como le
ocurrió a Emily Dickinson, Nikola Tesla o Isaac
Newton. Además, los psicólogos creen que en el
fondo de estos comportamientos podría
encontrarse una personalidad esquizotípica.
4. ¿CÓMO SE CARACTERIZAN?
Por otra parte, los genios se caracterizan por
ser personas solitarias e introspectivas,
más atraídas por sus propios pensamientos
que por lo que sucede a su alrededor,
encontrando dificultad para establecer
relaciones sociales solidas en su juventud;
podríamos decir que su vida es su arte. Su
mente asocia ideas que parecen no tener
nada en común.
5. Son analíticos, absortos en su trabajo,
autodidactas, generalmente su nivel de
estudios es medio -como en el caso de
Beethoven o Galileo Galilei-, son
autocríticos, enormemente perfeccionistas,
metódicos, su método de trabajo es el
ensayo y error, destinando mucho tiempo a
analizar sus equivocaciones, y trabajan por
pasión, no por dinero.
6. Otra característica de los genios es que
son capaces de manejar mucha
información. Normalmente todos
tenemos un filtro mental denominado
inhibición latente, que restringe
nuestro campo perceptual permitiendo
que muchos de los estímulos que nos
rodean, aparentemente
intrascendentes, no lleguen a la
consciencia.
7. ¿QUÉ NOS PERMITEN?
Tanto los genios, como las personas con esquizotipia
o esquizofrenia bloquean menos información de
forma que una mayor cantidad de estímulos llega a
su conciencia pudiendo desencadenar
alucinaciones o ilusiones.Todo ello nos permite
suponer que, en la práctica, la experiencia vital de
un genio esta probablemente alejada de la
felicidad, y que sólo en esos momentos en los que
grita: «¡Eureka!», se siente verdaderamente pleno.