En el siglo XIX se proyecta el ensanche de la ciudad, ampliando y dejando de lado el trazado medieval y sustituyéndolo por la construcción en damero de cuadrículas de grandes manzanas que organizaban de modo racional la vida y el tráfico urbano. En esta zona va a establecerse la nobleza en sus grandes palacetes reflejando su poder, su dinero y su influencia política. Desde el propio marqués de Salamanca, el promotor del ensanche y albergando a buena parte de la aristocracia, aún subsisten más de 70 de estos palacetes aunque las familias propietarias hayan ido cambiando con el paso de los años. Algunos se han convertido en instituciones culturales, embajadas o sedes de organismos y fundaciones