Palabras de Jun jose Laforet Cronista de Gran Canaria en el acto de Honores y Distinciones del Ayuntamiento de Santa Mª de Guía

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SANTAMARÍA DE GUÍA
CRÓNICA UN SENTIR GRANCANARIO
JUAN JOSÉ LAFORET.
Cronista Oficial de Gran Canaria
Santa María de Guía. 20 de enero de 2017.

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Un evento solemne como el que esta noche se celebra en un marco
tan referencial, señero y significativo como el que nos acoge, el
bellísimo templo de la Iglesia de Santa María de Guía, va mucho más
allá del más que justo y merecido reconocimiento, homenaje y
distinción a personas que con su trayectoria vital, profesional,
vecinal, social son ahora ejemplo y referentes de ciudadanía, o a
instituciones que se han convertido en verdaderas señas totémicas
de esa sociedad civil que, con una u otra forma, con uno u otro
nombre, ha sido la protagonista del emprendimiento, de las
iniciativas, de la fuerza de un pueblo para bregar por su progreso y
su futuro, pues nos encontramos con un momento en el que cada
año la ciudad de Guía, el municipio al completo, revisa su devenir y
reconoce el esfuerzo de tantas personas, muchas de ellas anónimas,
que a lo largo de los siglos han forjado la realidad palpitante y
radiante que es Guía hoy en el conjunto de Gran Canaria y de toda
Canarias en General.
Al ver y aplaudir a quienes hoy reciben el merecido
reconocimiento de sus convecinos, de sus autoridades, debe surgir
en nuestra mente y junto a ellos una amplia y significativa galería de
personalidades guienses de todos los siglos que con su esfuerzo y
empeño, con su trabajo y el legado que dejaron, se instituyen en una
larga cadena en la que se aúnan todos los eslabones de la identidad,
de la idiosincrasia, del ser y sentir de Santa María de Guía; cadena
de la que ustedes son los más recientes eslabones, que no los
últimos, pues todos estamos convencidos que una ciudad, un
municipio como este, seguirá contribuyendo con personas que
aportarán tanto y más que quienes las precedieron al interés
colectivo de este municipio y de toda Canarias que tiene en todas

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ellas, en este suelo guíense, una de sus señas de identidad más
palpables y fecundas.
Pero, además, todos hemos apreciado siempre como Santa
María de Guía ha sabido abrirse al exterior, contando en su
desarrollo y madurez con la presencia y aportación de
personalidades foráneas, de modelos culturales que han sido
componentes esenciales de su desarrollo como esa sociedad
moderna y pujante por la que siempre ha apostado de una u otra
forma.
Y es que la riqueza patrimonial y la propia historia de Santa
María de Guía ofrecen sobradas muestras de su capacidad para
incorporar los aspectos más valiosos de los más diversos pueblos y
civilizaciones. Una facultad integradora que ha posibilitado que el
patrimonio artístico y monumental guiense reúna un sugerente
mosaico de contrastes no sólo de enorme atractivo, sino que se
instituye en referente de pluralidad y convivencia pacífica. Con actos
como este, con el referente de las personas que hoy son distinguidas,
a nadie le puede caber duda alguna que los guienses están
dispuestos rendir siempre homenaje a valores tan necesarios en el
mundo actual como la hospitalidad, el espíritu de superación o el
compromiso con la cooperación entre ciudadanos y países.
El sólo nombre de este municipio, de esta solariega ciudad del
norte de Gran Canaria, puede ser ya todo un exponente del
compromiso que han asumido muchísimos de sus habitantes a
través de su historia, algo que también representan quienes hoy son
aquí distinguidos, al convertir a su tierra natal con su trabajo, con su
legado, en verdadero referente del camino y los empeños a seguir en
la consecución del bienestar y la felicidad general. Hasta veinticinco

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son las acepciones que el diccionario de la Real Academia da a la
palabra “guía”, todas válidas y significativas, pero aquí esta tarde me
quedaría sobre todo con la primera, por su elocuencia con la
naturaleza de este acto, y es la de “persona que encamina, conduce y
enseña a otra…”, pues es lo que han hecho a través de la historia no
sólo tantos ilustres guienses, sino esta ciudad como conjunto
ciudadano vivo y fecundo para el ser y sentir de toda la Gran
Canaria.
Pero, además, su nombre, el de la Virgen y Madre amantísima
que tienen como Patrona, Santa María de Guía, ya está jubilosa y
clamorosamente presente desde el mismo alborear de la mañana
fundacional de la capital grancanaria cuando ante ella, en un
improvisado altar enramado con hojas de palmas y arbustos que por
allí encontraron, en la amplia y hermosa soledad de los arenales de
la Bahía de Las Isletas, el Deán Juan Rejón cantó la primera misa de
la ciudad ante Ntra. Sra. de Guía, como textualmente señala Tomás
Arias Marín de Cubas en su crónica de la “Historia de las siete islas
de Canaria” cuando reseña como “dijo en la playa la primera misa el
deán llamada de la Luz a nuestra Señora de Guía…”. Esa primigenia
presencia donde muy pronto, y a raíz de ello, surgiría el nombre y la
devoción arraigadísima a la Virgen de La Luz, hoy Patrona General
del Puerto y Alcaldesa Perpetua de la capital grancanaria, quizá
pueda permitir cierto sincretismo entre ambas veneradísimas
advocaciones como manifestó, en una publicación del año 1966, el
escritor y autor de canciones isleña Juan del Rio Ayala que hablaba
de como “…cuando llega la fecha del quince de agosto, la ciudad de
Guía de Gran Canaria celebra su fiesta mayor en honor de su
Patrona Nuestra Señora de La Luz de Guía y estas fiestas son
sonadas y unas de las más vistosas de Gran canaria y, como no podía

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ser menos que surgiera de un pueblo eminentemente culto, tienen
un sello de finura y exquisitez…”, un alegato que en brevísimas
líneas define mucho de la historia y la idiosincrasia del ser y sentir
de esta ilustre ciudad y de sus vecinos de todos los tiempos.
Y es que sólo situarnos ante Guía, antes de llegar a ella, ya nos
encontramos con señas de su grandeza y trascendencia, como bien
señaló el exquisito, inolvidable y gran poeta guíense Manuel
González Sosa en una sugerente “Guía de Gran Canaria” (publicada
por la Editorial Everest en 1978), que nos obligan a detenernos
“…ante dos modestas viviendas, muy distantes entre sí, ambas casi
en ruinas, una se halla en Tres Palmas, junto a la costa de Lairaga, y
es la casa natal del escultor José Luján Pérez, autor de soberbias
imágenes que pueblan las viejas iglesias del archipiélago. La otra
(“Villa Melpómene”) se encuentra en Llanos de la Parra y es famosa
por que en ella habitó en alguna ocasión el músico francés Camille
Saint-Saëns…”, el universal compositor de ópera que, imbuido del
grato y hondo ambiente cultural y musical del que disfrutó en esta
población en diversas ocasiones (como ha destacado Nicolás Díaz
Saavedra de Morales en su obra “Saint-Saëns en Gran Canaria”) no
dudó en aceptar la invitación para, como excelente y reconocido
organista y pianista que era, inaugurar el 14 de enero de 1900 el
excelente órgano que se había adquirido en Italia para este templo
parroquial. Fue una velada de enorme categoría y con gran
trascendencia, como bien recogieron los periódicos y crónicas de la
época. Ambas paradas dan ya a señalar esa vocación cultural guiense
que de lo local busca lo universal, algo que también reclamó siempre
con insistencia el propio Néstor Álamo y que ahora se trata de
encauzar a través de la Fundación que lleva su nombre y escruta
amplios horizontes científicos y culturales.

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Hoy debemos resaltar la presencia destacada que ya tiene esta
ciudad, antes Villa de Guía de Gran Canaria, en los primeros grandes
textos de la literatura canaria, como puede ser esa atractiva y poco
divulgada “Comedia del Recibimiento” del primer gran poeta de
Canarias Bartolomé Cairasco de Figueroa, que le fue encargada
precisamente para los actos de recibimiento en 1581 del nuevo
obispo de la Diócesis, Fernando de Rueda, y que se estrenó en el
pórtico de la Catedral de Canarias al año siguiente. Una comedia de
estructura muy grata y sencilla, en tres escenas escritas en verso, con
algunas partes cantadas, con personajes alegóricos: de un lado la
Invención, la Sabiduría y la Curiosidad, de otro aparecen los que
llevan los nombres de Guía y Gáldar, localidades respectivas a las
que representan; y finalmente, como protagonista absoluto de la
obra, está Doramas, personaje que rememora al gran líder de la
resistencia aborigen grancanaria. Una obra que nos hace ver la
importancia que tenían ya estas poblaciones norteñas en aquel
convulso mundo del XVI en el que se estaba conformando toda esta
historia e identidad canaria que nos llega hoy a nosotros, un mundo
de esfuerzos, de creación, de legados en muy diversos ámbitos que
perfectamente pueden representar cuantas personas han sido y son
hoy reconocidas y distinguidas en un acto como este que sustenta en
ello su trascendencia.
Y en ese S. XVI Guía ya se presenta y se constituye a la vista de
toda Gran Canaria, como también resaltó del Rio Ayala en el texto
antes mencionado, “…como una de las ciudades de mayor solera
canaria en un sentido progresista y cultural: las familias procedentes
de los troncos mestizos de los guanartemes se mezclan con los
linajes más ilustres de Castilla y, mientras en los frontis de las viejas
casonas de la villa campean escudos heráldicos con cuarteles de Don

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Fernando Guanarteme, último rey de la Gran Canaria, con los de
Quintana, Civo de Sopranis, Pineda, Vargas, Zorita, Fonseca, Ayala y
la gran águila coronada de Aguilar, los hijosdalgo obtienen
aprobatorias informaciones e ilustres ejecutorias de nobleza….”.
Siglos después Santa María de Guía puede complacerse de seguir
apostando por ese emprendimiento y ese ennoblecimiento de sus
gentes, ennoblecimiento que hoy se dispone en estos
reconocimientos y distinciones, como los que esta noche se
entregan, y que resalta el alma noble, generosa, decidida de personas
e instituciones que han dado mucho de sus vidas, empeños e
ilusiones en favor del engrandecimiento de su Santa María de Guía,
y nunca mejor que en ellos cabe el gentilicio de “guienses” pues para
todos son y serán verdadera luz y guía.
No puedo eludir una imagen honda, deliciosa, ajustada que el
escritor, poeta, profesor y sacerdote guíense Pablo Artiles nos dejó
en su libro “Estampas de los pueblos de Gran Canaria” cuando nos
dice como “…Guía es otro verde mar, en el que el pueblo flota como
nave guerrera, con los mástiles enhiestos de sus dos esbeltos
campanarios…” pues esta ciudad, otrora villa, título reservado por la
corona para las poblaciones de mayor lustre (no olvidemos que la
capital de España sigue siendo la “Villa de Madrid”) siempre se
presentó ante los ojos de toda la Gran Canaria como lugar donde la
brega constante con mil y una dificultades la hizo fuerte y la hizo
progresar dentro y fuera de su término y gracias a sus hijos, unos
anónimos y otros celebérrimos, entre los que recuerdo ahora al
insigne Canónigo Gordillo al frente de las Cortes de Cádiz luchando
por hacer valer una Constitución enormemente progresista ya en su
tiempo, por erradicar la esclavitud, por conseguir un primer muelle
para esta isla, por el derecho a la educación de todos. Y esta noche

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me parece verlo sentado entre ustedes, junto a las personalidades
hoy distinguidas, entre las que también me parece encontrar los
rostros de Luján Pérez, el poeta Domingo Rivero, José Samsó
Henríquez, Néstor Álamo, el cantante Braulio García Bautista o del
poeta Rafael Bento y Travieso que parece repetirnos unos versos que
hoy se nos antojan hasta enormemente proféticos: “¿quién de la
patria el lamentable lloro/ y los gemidos de la edad futura/ podrá
cantar? El hacha asoladora/ el exterminio a término llevando, / con
su implacable filo/ hiende las hayas, el laurel y el tilo…”
Hoy toda Gran Canaria se enorgullece ufana del primigenio y
fundacional Barrio de Vegueta y este lo hace a la vez de uno de los
personajes sin el que no se entendería su identidad urbana, como el
rico patrimonio que atesora, pues es mucho lo que en todo ello hizo
el genial Luján, al que desde 1915 le recuerda una emblemática placa
de mármol con escudo de la isla en la torre norte de la Catedral de
Canarias que sobria y clamorosamente reza: “Gran Canaria a Luján
Pérez”, y desde ese mástil pétreo veguetero al homenajear a Luján
Gran Canaria exalta a Santa María de Guía, una ciudad a la que
jamás perdió, ni pudo perder del horizonte en sus asuntos más
trascendentes y puntuales, pues la presencia y el esfuerzo de sus más
preclaros ciudadanos siempre fue preciso y fecundo. Y me vienen a
la mente aquellas palabras que, a propósito de Luján en un
suculento artículo titulado “El Señor Pérez”, esbozaba el eximio
articulista Domingo Doreste Fray Lesco para señalar como “…los
pueblos saben siempre premiar a sus intérpretes, a los que
convierten en verbo sus expresiones balbucientes…” y Gran Canaria
siempre ha sabido reconocer a todos aquellos insignes guienses que
convirtieron en verbo sonoro la expresión de las ilusiones, los
empeños, el ser y sentir y la identidad isleña, como esta noche

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también se reconoce y distingue a las personalidades que con su
inquebrantable esfuerzo vital han hecho de sus vidas un verbo
elocuente de ciudadanía que no se olvidará en el futuro.
Les contemplo a ustedes, observo detenidamente este señero,
histórico y sagrado recinto, admiro la serena solemnidad con que
autoridades y pueblo de esta Ilustre Ciudad les homenajean y siento
que se convierte en pálpito que resuena este día en los corazones de
todos los grancanarios, pues Guía es pura Gran Canaria, y me parece
que resuenan como nunca los versos de “Isla mía”, canción que estoy
seguro Néstor Álamo compuso con el alma puesta en este espíritu
guiénse de ayer, de hoy y de siempre, muy en especial cuando
exclamaba: “Isla de la Gran Canaria/ tierra donde nací yo,/ donde
me durmió mi madre,/ cantándome el arrorró”, y si a esa madre me
pidieran como grancanario que le pusiera un nombre, no dudaría en
decir que se llama Santa María de Guía.