Un leñador pierde su hacha en un río. El Hada de las Aguas le ofrece tres hachas para reemplazar la suya, premiando su honestidad al reconocer su propia hacha. Un envidioso intenta engañar al hada pero miente y no recibe ninguna recompensa.
1. Las tres hachas
Mientras cruzaba sobre un árbol caído que hacía de puente, un leñador tropezó, perdió el
equilibrio y soltó su hacha, que cayó al torrentoso río.
Sin poder consolarse, gemía por la pérdida de su valiosa herramienta de trabajo.
Compadecida, el Hada de las Aguas emergió desde el fondo, presentándole un hacha de oro.
-¿Es esta tu hacha? -le dijo.
-iNo! -dijo sorprendido el leñador-. No es la mía.
El Hada de las Aguas se sumergió de nuevo y reapareció con un hacha de plata.
-¿Es esta tu hacha?
-¡Tampoco es la mía!
Volvió a sumergirse el Hada de las Aguas y esta vez le mostró su hacha de acero.
-¡Esa es la mía! -exclamó al instante el leñador; con la alegría del que encuentra a un ser
querido.
Para premiar su honradez, el Hada de las Aguas le entregó las tres hachas
De vuelta a casa, los vecinos lo rodearon asombrados de su preciosa carga. El leñador les
contó su aventura.
Un envidioso que lo oía, se aleló disimuladamente del grupo y corrió hasta el río. Tiró su
hacha al agua y rompió en llanto.
El Hada de las Aguas emergió desde el fondo con un hacha de oro.
-¿Es esta tu hacha? -preguntó.
-iSí, sí, esa es mi hacha...l -exclamó el hombre, e inclinándose codiciosamente para alcanzarla,
se fue de bruces al torrente.
Y porque había mentido, el Hada de las Aguas no le dio el hacha de oro ni le devolvió la suya
de acero.
Chorreando maldiciones, el envidioso volvió a casa.
Floridor Pérez. Cuentos de siempre para niños de hoy.Santiagode Ch i le: Zig-Zag, 2009.
Las tres hachas
Mientras cruzaba sobre un árbol caído que hacía de puente, un leñador tropezó, perdió el
equilibrio y soltó su hacha, que cayó al torrentoso río.
Sin poder consolarse, gemía por la pérdida de su valiosa herramienta de trabajo.
Compadecida, el Hada de las Aguas emergió desde el fondo, presentándole un hacha de oro.
-¿Es esta tu hacha? -le dijo.
-iNo! -dijo sorprendido el leñador-. No es la mía.
El Hada de las Aguas se sumergió de nuevo y reapareció con un hacha de plata.
-¿Es esta tu hacha?
-¡Tampoco es la mía!
Volvió a sumergirse el Hada de las Aguas y esta vez le mostró su hacha de acero.
-¡Esa es la mía! -exclamó al instante el leñador; con la alegría del que encuentra a un ser
querido.
Para premiar su honradez, el Hada de las Aguas le entregó las tres hachas
De vuelta a casa, los vecinos lo rodearon asombrados de su preciosa carga. El leñador les
contó su aventura.
Un envidioso que lo oía, se aleló disimuladamente del grupo y corrió hasta el río. Tiró su
hacha al agua y rompió en llanto.
El Hada de las Aguas emergió desde el fondo con un hacha de oro.
-¿Es esta tu hacha? -preguntó.
-iSí, sí, esa es mi hacha...l -exclamó el hombre, e inclinándose codiciosamente para alcanzarla,
se fue de bruces al torrente.
Y porque había mentido, el Hada de las Aguas no le dio el hacha de oro ni le devolvió la suya
de acero.
Chorreando maldiciones, el envidioso volvió a casa.
Floridor Pérez. Cuentos de siempre para niños de hoy.Santiagode Ch i le: Zig-Zag, 2009.
2. Identifica [a causa o la consecuencia según corresponda.
Identifica [a causa o la consecuencia según corresponda.