1. Nadie habla y da fe de lo que no conoce.
Cuando una persona, sabe y conoce de un trabajo que le agrada, que lo desempeña con
ahínco, con confianza y conocimiento, lo asume con mucha propiedad, y cuando se le
averigua, o se le interroga del mismo, siente orgullo porque, se sabe desenvolver, conoce, y
da pautas y maneras para hacerse entender y comprender de quien lo escucha.
A lo largo de la vida de fe, que he llevado, me he dado cuanta que nosotros como fieles
cristianos de cimos que conocemos y que sabemos de nuestra fe, paro a la vez no sabemos
nada, de lo que decimos que celebramos y vivimos. No desconozco nunca jamás, la fe que
han tenido nuestros padres, antepasados, por sus maneras de vivir y creer su fe, fue en su
época, en su contexto, sin ir a caer en críticas, recriminaciones o señalamientos,
independientemente de esto; ellos sabían confiar ciegamente en el Creador, como el dador
de vida, de la vida, de todo lo que se tenía, se poseía. Nunca pusieron reparaciones o dudas
de la acción del Creador en sus vidas. La voluntad de Dios les acompaña, acompaño, eso
son sus palabras, porque hay poco racionamiento de la acción de Dios en la vida.
Ya podríamos hacer una pequeña anotación de este siglo XXI donde hemos pasado de una
total confianza a Dios a una total incredulidad de la acción de Dios. Nos creemos
autosuficientes, dueños y poseedores de lo que somos, tenemos, desestimando la voluntad
de Dios en la historia de la humanidad. Salimos de la referencia a Dios a una referencia del
hombre como creador, autor y dueño de la vida, de la historia.
Nos creemos dueños del universo, y de esta manera nos creemos dueños de la vida, porque
se decide quien vive y quien no debe hacer parte la vida. Se nos ha olvidado que somos
seres limitados, somo seres pasajeros, somos seres transeúntes que hacemos un breve paso
por este mundo, y que debemos pasar a la otra vida a dar cuantas de lo mas preciado que
Dios nos dejó, la libertad, allí ante la presencia de Dios, estaremos cara a cara con el dueño
de la vida, allí demos cuanta y mostraremos nuestras manos, sea nuestro co razón de todo lo
bueno que pudimos hacer con nuestra libertad, con nuestros semejantes. Nada se nos escapa
ante la divinidad, seremos juzgados según el amor, nos lo recuerda el nuevo testamento en
los evangelios.
Vuelvo al principio un poco, en muchas ocasiones me causa desesperación de algunos
feligreses cuando participamos de las celebraciones litúrgicas propias de nuestra fe, cuando
hay una pasividad, una soñolencia, una pasiguidad; como que vamos por cumplir no hay ni
la más mínima atención. No le puedo echar la culpa del todo a ellos, cierto esta que en
principio el interés es del que participa, según su actitud, su disposición, pero en segundo
lugar esta en el pastor, quein tiene su responsabilidad de acompañar, instruir, enseñar al
pueblo de Dios. Si ha pasividad en las liturgias, los pastores católicos deben darsen me a
culpa, porque muchas ocasiones se convierten en celebraciones exprés, en celebraciones
por cumplimientos, y no hay una catequesis, en llevar al pueblo que conozca de lo que
celebra, los signos, símbolos y disposiciones que se hacen dentro de la celebración
eucarística. Esto me lleva a que las celbraciones se vivan por solo conviciones de cumplir
normas, legados, o por solo participar. Hoy se debe llevar al pueblo que viva, encuentre y
2. se encuentre con Dios, la celebración litúrgica, en la vida cotidiana con la presencia de
Dios. Hoy se debe catequizar, enseñar, reencuentro con Dios. .