1. ¿QUE NOS FALTA POR
APRENDER?
Al hablar de la novela “El extranjero” del novelista dramaturgo y ensayista
francés Albert Camus, considerado uno de los escritores más importantes y
representante del existencialismo «ateo»después del año 1945; hacemos
referencia a la historia de un hombre joven llamado Meursault quien desde el
inicio de la novela muestra su reveladora identidad apática e indiferente hacia
la vida y su transcurrir en ella. La historia de este personaje inicia con la muerte
de su madre, hecho ante el cual se muestra sin emociones dedicándole más
tiempo a su mortificación por tener que viajar a velarla y enterrarla a Marengo,
pueblo donde se sitúa el asilo en el que vivía su madre y en el que muestra
una actitud poco usual para la mayoría de la gente que lo juzga inhumano, ya
que, en vez de preocuparse por lo acontecido, solo se fija en el cansancio que
siente y en el calor que lo abruma.
Si bien sabemos la apatía es la falta de emoción, motivación y entusiasmo
asociada a la falta de interés hacia las cosas que se consideran importantes; lo
que vemos en este personaje es la viva imagen de la apatía en persona, el
desapego a todo, incluso a respirar, la inusual y casi extinguida franqueza sin
importar reacciones y acontecimientos generados a su alrededor por tales
respuestas, como se presenta en el capítulo IV
de la novela, donde el
personaje lleva un tono de aburrimiento perpetuo e impresionante, a pesar de
tener un romance con María quien le pregunta si le amaba y él se limita a
mencionar: “Le contesté que no tenía importancia, pero que me parecía que
no”, una respuesta dictada por el corazón de una persona sin sentir.
Así mismo, la vida de Meursault transcurre en un ambiente apático y sin
sentido donde se encuentra tan impasible que no intenta cambiar las cosas,
encauzar lo que va mal, corregir los errores o mejorar las condiciones; no es
capaz de hacer nada para retomar el rumbo de su vida y sin importarle el
efecto que este síndrome, si así se le puede llamar, pueda causar en el modelo
de vida abúlico y abandonado que lleva.
2. Podría señalar entonces el hecho del capítulo V donde se le es ofrecido
cambiar de vida y de ambiente tras conseguir trabajo en una oficina en Paris, a
lo que él responde nuevamente marcando la apatía e indiferencia: “nunca se
cambia de vida, que en todo caso todas valían igual”. Ahora bien es primordial
reconocer que la apatía es considerada depresión en el nivel más moderado y
se diagnostica como trastorno de identidad disociativa en cosas que no se
consideran importantes, es por esto que me atrevo a decir y asegurar la
presencia de esta tipología en el personaje principal de esta obra existencialista
en la cual la palabra “importancia” pierde su sentido ya que nada es
severamente primordial y dotado de seriedad para ocasionar una respuesta
madura y excepcional en el personaje. Es conveniente citar una de las frases
celebres de Albert Camus “La uniformidad de la vida cotidiana y su cansancio
nos obliga a preguntarnos por su sentido, y son, por consiguiente, la primera
prueba de su absurdidad”, con ésta el reconocido escritor nos da una posible
visión de lo que en el libro se plasma, una vida sin razón convertida en un
referente absurdo y vacio; el personaje de esta obra encierra su vida en una
agobiante apatía y continúa así
hasta el día de su muerte y justo en el
momento en que estaba a punto de morir, sintió algo de tristeza, por no tener
alguien que lo quisiera a su lado.
Así pues hasta el final de la novela, es enseñada un alma desidiosa que vivía
por inercia, todo lo hacía solo por hacerlo, no expresaba ningún sentimiento de
ningún tipo, ni odio, ni repugnancia, ni felicidad, ni amor, simplemente
indiferente ante todo y todos.
De ahí que, creo útil mencionar esta frase que Albert Camus decía: “La vida
merece vivirse, no tanto porque tenga sentido, sino porque ella misma no tiene
sentido” debemos darle sentido a la vida, a nuestra vida por individual, somos
nosotros mismos los que le otorgamos esa dirección para llegar a una meta
trazada por nosotros ya que si no le colocamos sentido a la vida no le
hallaremos el sentido, porque la vida como tal no lo tiene. Es por esta razón
que debemos cuidarnos de no caer en apatía cuidarnos del cansancio, el
aburrimiento, la tristeza, la escasez de vida social y afectiva; determinantes
factores causales de la apatía.
3. Por último y para concluir propongo decir adiós al pesimismo y aprender a
pensar positivo, planear pequeñas cosas para salir de la rutina y la monotonía
que aburre, distraer la mente pero sobre todo trazarnos objetivos o metas que
nos hagan sentir que tenemos un porqué levantar diario, porqué hacer las
cosas; levantemos la cabeza y sigamos en pie, la vida no es más que saber y
aprender a vivirla, en eso consiste vivir, pongámosle sentido a nuestra vida y
hagamos de ella una armonía singular, una fragancia que enloquece a cada
paso y un manjar que nos apetezca a cada rato.
Gina Polo Peralta
Normal de Fátima