ECOGRAFIA RENAL Y SUS VARIANTES ANATOMICAS NORMALES
Trabajo de informática
1. UNUDAD EDUCATIVA COMUNITARIA INTERCULTURAL BILINGÜE
“SANTIAGO DE QUITO”
Nombre:
Segundo Hernán Uzhca Malan
Curso
1ro de bachillerato paralelo “B”
Asignatura:
Informática
AÑO LECTIVO:
2017/2018
2. El 75,4% de las especies de aves en el Ecuador -estudiadas por Janeth Lessman, Jesús
Muñoz y Elisa Bonaccoso, para un informe publicado en la revista Ecology and
Evolution- no tiene una protección adecuada. Hoy, 4 de octubre, datos como este salen a
la luz para concienciar a la ciudadanía.
Desde el 2001, cada dos años, el Festival Mundial de las Aves se celebra el primer fin
de semana de octubre; es una iniciativa a escala global organizada por BirdLife
International, con el objetivo de realzar el papel vital que cumplen las aves en el
equilibrio de los ecosistemas, así como sus amenazas y sus relaciones con la gente.
Las aves, tras 150 millones de años de evolución, son los únicos dinosaurios que aún
viven en la actualidad. Son excelentes dispersores de semillas, controladores de plagas,
polinizadores de flores, indicadores de los estados de hábitats, cazadores y presas. Todos
juegan un papel fundamental en el equilibrio de bosques, montañas, praderas y océanos.
El mundo de la avifauna es fascinantemente variado. En él podemos encontrar al animal
más veloz del planeta: el halcón peregrino, que alcanza los 300 km/h. Algunas, como el
ganso Ánser indicus sobrevuelan la cima del Everest, mientras que otras bucean a
profundidades de más de 45 metros para capturar animales acuáticos. El mirlo de
Lawrence, en la Amazonía ecuatoriana, bate el récord al imitar 173 sonidos de otras
especies de pájaros. Por su lado, Oreotrochilus chimborazo, un colibrí endémico de los
Andes, es capaz de bajar su temperatura corporal a 5 grados Celsius, ‘apagando’ algunas
funciones corporales para resistir el frío nocturno de los páramos a 5 100 metros. El
águila harpía, la más poderosa del mundo, tiene una fuerza de agarre de 37 kg/cm²: más
fuerte que la mordida de un lobo.
Con más de 9 700 especies distribuidas sobre prácticamente todo el globo, las aves son
el grupo más numeroso de vertebrados después de los peces. De esta cifra, el Ecuador
contiene un 17% de las especies mundiales con un total de 1 618, de las cuales 37 son
endémicas y 97 están amenazadas, de acuerdo con el South American Classification
Committee.
La compleja geografía del Ecuador y los diversos patrones climáticos crean una
variedad de hábitats, que da como resultado una biodiversidad única. Las barreras
naturales, como las cadenas montañosas o cuerpos de agua, han fragmentado el territorio
ecuatoriano en piezas de rompecabezas con ecosistemas distintos y especies únicas
adaptadas a ellos. Estas extensiones son conocidas como Áreas Endémicas de Aves
(EBA, por sus siglas en inglés). En el país existen nueve de ellas, ocho son compartidas
con Perú y Colombia.
Si bien esto es algo positivo, el hecho de que los ecosistemas estén naturalmente
restringidos en su extensión hace que estos sean más vulnerables, explica Carlos
Rodríguez, ornitólogo e investigador. La destrucción y transformación del hábitat por la
actividad humana, el cambio climático y la cacería o tráfico son las principales amenazas
para la avifauna, asegura Bonaccoso.
Con el intento de preservar a las aves, Rodríguez explica que los ornitólogos identifican
las Áreas Importantes de Aves (IBA), que son los lugares claves para la conservación
de estos animales. A escala del Ecuador, estos territorios son 109 y cubren un 35% del
territorio nacional, según BirdLife International. A pesar de que el Ministerio del
3. Ambiente haya adoptado estrategias de conservación en las IBA , gran parte de las
poblaciones de aves se encuentra en las afueras de los sitios protegidos, por lo que están
en situaciones vulnerables, explica Bonaccoso.
Murray Cooper abre entusiasmado la página 163 de su noveno libro: ‘Aleteo, aves de los
andes tropicales’ y empieza su relato.
Impresas sobre el papel cuché, se exhiben tres fotografías a color de un pájaro saltarín
cola de alambre, de plumaje tricolor, similar a la bandera de Alemania (amarillo, rojo y
negro).
Cooper lee una parte del texto que acompaña dichas gráficas: “para obtener esta serie de
imágenes, tuve que permanecer más de 35 días, repartidos en tres años, en un escondite
en la húmeda y sofocante selva amazónica. Para llegar a su lek (lugar de cortejo en el que
un macho danza para atraer a la hembra) debía caminar dos horas cada madrugada y dos
horas de retorno al anochecer. Una vez el bosque se inundó obligándome a vadear las
quebradas temiendo encontrar una serpiente venenosa”.
Cooper es fotógrafo de aves desde hace 11 años. Tiene una carrera de marketing, pero
frecuentemente sentía que su misión central era la de contribuir a la conservación de la
naturaleza. Pasó de la teoría a la práctica. Hace 25 años, enamorado de las bellezas
naturales del Ecuador, compró un bosque nublado de 80 hectáreas y fundó la reserva de
los Cedros, entre Imbabura y Esmeraldas.
En esta selva rodeada de neblina, el canto de las aves, sus colores y sus danzas peculiares
de cortejo, atrajeron la curiosidad y el ímpetu de Murray por dar a conocer a través de la
fotografía el encanto y la inmensa diversidad de pájaros que habitan los paisajes
andinos. Las imágenes que capta con el lente de su cámara son únicas.
“Busco las aves más raras, las más difíciles de encontrar y espero fotografiar un
comportamiento en particular. Complemento el color, las imágenes y las acciones”, dice
Cooper, con su acento inglés que delata sus raíces sudafricanas. Mientras señala la imagen
de dos águilas andinas dice: “Es la primera fotografía de esta ave en un nido. Solo se han
registrado 200 individuos desde Panamá hasta Argentina. En Ecuador se conoce de la
existencia de 5 a 10 individuos”.
Los Andes tropicales son un paraíso de la diversidad y fueron declarados como el
“epicentro global de la biodiversidad” por la Asociación de Ecosistemas Críticos. Murray
ha recorrido con su cámara las laderas andinas del Ecuador, Colombia y Perú. Son tres de
los cuatro países con mayor biodiversidad de aves en el mundo. En el caso de Colombia,
4. la cantidad de especies supera la que se encuentra en países como Rusia y Estados Unidos
juntos.
Sonríe. Unas arrugas perfilan su boca y otras nacen de los extremos de sus ojos azules.
Su nuevo libro es el fruto de 14 años de “sangre, sudor y lágrimas en selvas remotas,
desiertos y páramos”. Disparar una foto, congelar un momento, a él solo le toma pocos
segundos pero más de una década para conseguirlo. ‘Aleteo: aves del Ecuador’ recoge
las mejores imágenes de las 350 000 fotografías de aves que Cooper ha captado en
Ecuador, Colombia y Perú. En la Reserva Ecológica La Hesperia se vive una experiencia
única en su naturaleza cuando se decide explorar de cerca su abundante vegetación.Se
trata de la lluvia horizontal, un ciclo que ocurre en el momento que la neblina se filtra en
la vegetación y esta a su vez se condensa en la capa vegetal.
Ese fascinante momento se vive a 2 040 metros de altitud de esta área, ubicada en el
cantón Mejía, en la provincia de Pichincha. A lo lejos se observa cómo la espesa neblina
se cuela entre las ramas del bosque. Entonces, los árboles cobijados por la bruma forman
un paisaje exótico en este sitio, que es parte del conjunto de la Corporación Nacional de
Bosques y Reservas Privadas del Ecuador.
En la Reserva se trata de tener especial cuidado con las especies en peligro de extinción.
Ahí se encuentra el tucán andino, que aparece en la portada del libro de aves del Ecuador
de la Fundación Jocotoco. Es una ave endémica del Chocó y es una de las que se cuida
en la zona de la amenaza de los cazadores.En los últimos 10 años,La Hesperia ha sido un
centro de investigación biológica para científicos extranjeros. La más reciente es la que
realiza la argentina Karen Crip sobre los escarabajos estercoleros como indicadores de
la calidad del bosque.
En seis meses comparó el tipo de animales del lugar como agentes bioindicadores que
darán origen a la importancia del bosque para la vida de los animales. En ese proceso, los
riachuelos Tupis y San Nicolás aportan en este principio de preservación, según la
administradora de la Reserva, Alexandra Hoeneisen. Los afluentes, junto al ciclo delluvia
horizontal, permiten que la zona sea considerada como vital para el abastecimiento
humano de agua y susceptible a los efectos del cambio climático.
Los extranjeros de Estados Unidos y Colombia, que cada año llegan a la Reserva para
hacer investigaciones, apoyan estas tareas. En 1990 se hizo el primer inventario: cerca de
292 especies de aves, 40 mamíferos y 63 géneros de mariposas se registraron. La familia
Játiva decidió a finales de 1980 conservar 700 de las 800 hectáreas de la flora y fauna
del lugar. Desde ese año, los descendientes cuidan la Reserva junto a otras siete personas,
que se dividen las tareas de mantenimiento, cuidado y limpieza de los linderos y senderos.