Leonardo Oyola dio a luz como escritor en 2005 cuando publicó Siete & el Tigre Harapiento. Desde entonces, editó Santería, Sacrificio, Hacé que la noche venga, Gólgota, Chamamé, Bolonqui y su hit, Kryptonita. El año pasado debutó en el género infantil con la novela Sopapo.
LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...
“La literatura me dio todo, hasta el amor de mi vida”
1. “La literatura me dio todo, hasta el amor
de mi vida”
Luciana Sousa y Leo Gabilondo
Leonardo Oyola dio a luz como escritor en 2005 cuando publicó Siete & el Tigre
Harapiento.Desde entonces, editó Santería, Sacrificio, Hacé que la noche
venga, Gólgota,Chamamé, Bolonqui y su hit, Kryptonita. El año pasado debutó en el
género infantil con la novela Sopapo.
Leonardo Oyola dio a luz como escritor en 2005 cuando publicó Siete & el Tigre
Harapiento(tercera mención del Premio Clarín 2004). Desde entonces, editó Santeria,
Sacrificio, Hacé que la noche venga (revelación 2008 en la Revista Ñ), Gólgota (traducida
al francés), Chamamé(Premio Dashiell Hammett al mejor policial en la XXI Semana Negra
de Gijón; también traducida al francés), Bolonqui y su hit, Kryptonita. El año pasado
debutó en el género infantil con la novela Sopapo.
Amante del género policial, Leo es dueño de un estilo que combina con buen ritmo el
registro de barrio con elementos del fantástico, la santería y la cultura popular, en una prosa
2. bella y poderosa. Algo tímido, devoto de las historias, le brillan los ojos cuando empieza a
hablar de literatura. Tal amor marca el pulso de sus días; talleres en colegios, debates en
ciclos de películas, lecturas en cárceles, charlas TED. Oyola desencajona las historias del
libro. Tanto es así que Kryptonita, elegida como mejor novela en 2011, será conocida por
muchos como película, de la mano del director Nicanor Loreti y tendrá como protagonistas
a Juan Palomino, Pablo Rago, Diego Capusotto, Lautaro Delgado y Jorge Sesán.
APU: Es la primera vez que una de tus novelas es llevada al cine ¿Cuál es tu lugar en
esa adaptación?
Leo Oyola: Soy afortunado que elijan un libro mío para llevarlo al cine. Además es mi libro
más popular. Me gusta que se haga para entretener, que fue lo que pensé yo cuando me
senté a escribirlo, no en una denuncia social. Quería escribir un policial y en el medio meter
una historia de aguante. Así que lo quiero disfrutar. De hecho, el cameo que voy a hacer es
para expresar mi apoyo. Y también para hacerme el lindo, para joder.
APU: ¿Cómo fue el paso de escribir un policial como Kryptonita a pensar el
infantilSopapo?
LO: Para mí es escribir y punto. Sí fue necesario leer a todos los autores de este momento
para animarme a escribir. Porque yo no tuve una infancia de lectura, tenía ideas muy
arcaicas de la literatura infantil, y leer a los que escriben hoy me dio libertad. Así descubrí
unos autores cordobeses muy sueltos, me dio impunidad para escribir para chicos.
Para Sopapo usé el registro de mi sobrino, que tenía diez en ese momento. Fue muy
luminoso (el paso de escribir Kriptonita a Sopapo). No fue un alivio, pero fue un cambio.
Me pasaba que estaba todo el día en el barrio con los chicos y volvía riéndome en el tren,
anotando cosas que les iba sacando, me divertí con eso. Es muy divertido cuando le
encontrás a los pibes las primeras picardías.
APU: Tus novelas se caracterizan por el uso de la jerga ¿Te preocupa que en unos
años no se entienda?
LO: Lo más sano que me pasó en ese sentido fue que mi segunda novela la publicaran en
España. Eso fue obra de Gonzalo Torrente Malvido, que publicó Chamamé, porque creía
que el salto lo di con ese libro. Le tenían miedo a la jerga. Él pidió (y yo accedí) hacer un
glosario: se paró de mano y dijo “por contexto esto se entiende”. Al principio la novela fue
medio resistida, pero después arrancó. Pensé que si ellos se la fumaron, mirá si voy a
ponerme yo, de local, desde acá, a pensar eso.
APU: ¿Cuánto de cine hay en tu imaginario a la hora de escribir?
LO: Lo primero que aprendí a contar era lo que veía en la tele. Hasta los dieciseis años, que
empecé a leer ficción. De pibe miraba mucho la tele. Mi viejo llegaba después de laburar
3. todo el día y lo que quería era ver tele. Él se iba a dormir y yo me quedaba mirando
Trasnoche Aurora Grundig, yo no lo sabía, pero estaba viendo clásicos.
Recuerdo haber visto Ladrón de bicicletas, de muy pibe, y quedar con mucha amargura.
También recuerdo de ir al día siguiente y en la escuela, mientras formábamos para entrar,
contar lo que había visto la noche anterior. Y tal vez yo le contaba de una película, y a
veces les contaba que había visto una de western y aparecía una mina en tetas, ahí se pudría
todo, solo querían que cuentes cómo eran esas tetas.
APU: ¿Qué es lo que más te gusta de lo que escribiste y por qué?
LO: Sacrificio, porque es la que tiene toda la columna vertebral de un policial, mezcla lo
fantástico, la santería popular, el coqueteo con otros géneros como el terror, los personajes
que son de los que más quiero. Lo laburé mucho porque era un libro que corría riesgos más
por el final, había que tomar algunas decisiones con los personajes; yo creo de verdad que
el que el que tiene fe tiene un arma. Además, levanté cosas del campo, que me fueron
tirando, y cuentos orientales, vietnamitas, que dicen que el demonio más fuerte es el más
joven.
APU: Pronto se publica tu próxima novela, Ultratumba ¿Qué expectativas tenés,
después del éxito de Kryptonita?
LO: Cuando la entregué a la editorial pensé “¿qué hice?” Siempre me agarra miedo. Te
encariñás mucho con los libros, los personajes. No querés que les vaya mal. No querés que
les peguen. Es como gente con la que pasaste mucho tiempo y le deseás lo mejor.
Ahora me da mucho miedo con Ultratumba. Tengo mucho miedo a lo que vayan a opinar
las mujeres que la lean: en definitiva soy un tipo que escribe de mujeres. Tengo dos
personajes secundarios que a mí, dejar de escribirlas y compartirlas me da tristeza y celos
enormes.
APU: ¿Cómo te llevás con la crítica?
LO: No me pronuncio. Tengo que creer en las buenas intenciones. Conmigo fue muy buena
la crítica. Sí pasa que podés tener veinte críticas muy buenas, muy positivas y muy
luminosas; pero si tenés una mala, bien hecha, en un blog ignoto, te quedás con esa en la
cabeza.
Después hay un sector que tiene mala leche, que te dan muchas ganas de salir a contestarle,
pero decís “listo, ya está”. Hoy es fácil pegarle a lo popular. Se pega por deporte, por
desconfianza. Hay algo del buen paladar que tiene que ver con el elitismo.
La regla de juego es que te estás exponiendo. La escritura te vuelve muy susceptible. En
todo caso, al que no le gusta lo mío lo entiendo. Y le deseo que encuentre en otro autor lo
que buscaba leyéndome a mí.
APU: ¿Qué estás leyendo ahora?
4. LO: Para mí y para la vida que elegí es muy importante leer a todos los que están
escribiendo en este momento. Y no solo una cuestión generacional; el Vicente Battista de
hoy, el Juan Sasturain de hoy. Porque es lo que me toca vivir. Me parece importante que se
lea a los que son el momento. Ahora leí la novela de Laiseca, Las puertas al viento. Tengo
un libro de crónicas de Daniel Riera, y otros libros que voy a presentar. Uno de los últimos
que más me gustó fue el de Enzo Maqueira, y el poemario de Maro Gouric, Tramontina.
También leo mucho policial, que es la mía.
APU: ¿Cómo te llevás con el tema de ser escritor?
LO: La literatura me dio todo, hasta el amor de mi vida. Yo espero que cuando me toque ir
al otro barrio siga al lado de la flaca. También me dio la posibilidad de viajar. De hecho, mi
primera charla como escritor la di en Ibiza. Tenía el cagazo de mi vida. Fui con Juan
Gelman, que fue hiper generoso. Un día salimos a caminar por la playa y me comió el coco
pero para bien. Yo hasta esa momento tenía pánico de hablar porque pensaba “se van a
avivar que soy un fraude”. Yo veía el trato que me daban, las mismas comodidades, morfi,
el mismo hotel que tenían los más grosos. Además del cagazo del vuelo (la primera vez), y
del mareo. Cuando llegué nos llevaron a un restaurante en la costa que vos elegías el pez
que querías comer y lo sacaban. Me acuerdo que me fui atrás de unas palmeras a llorar, no
lo podía creer.
Me siento muy afortunado. Me doy algunos lujos, y no me falta para la birra. Espero que en
mi epitafio pongan que soy el autor de la frase “ojos verdes stellaartois”.