2. Son signos sensibles y eficaces de la gracia invisible de Dios
a través de los cuales se otorga la vida divina, es decir,
ofrecen al creyente el ser hijos de Dios. Según el
Catolicismo, fueron instituidos por Jesucristo y confiados a
la Iglesia.
En total el catolicismo reconoce siete sacramentos, en
orden:
Sacramentos de iniciación cristiana
Bautismo
Eucaristía
Confirmación
Sacramentos de curación
Penitencia
Unción de enfermos
Sacramentos de servicio
Orden Sagrado
Matrimonio
3. Los sacramentos se administran en distintos
momentos de la vida del católico y
simbólicamente la abarcan por entero, desde el
bautismo (que se suele administrar a los niños)
hasta la unción de los enfermos (que antes del
Concilio Vaticano II se aplicaba sólo a los que
estuvieran en peligro de muerte). La mayoría de
los sacramentos sólo pueden ser administrados
por un sacerdote. El bautismo, en ocasiones
excepcionales, puede ser administrado por
cualquier seglar, o incluso no católico, que tenga
la intención de hacer con el signo lo que la
Iglesia hace. Además, en el sacramento del
matrimonio los ministros son los mismos
contrayentes.
4. El nacimiento de un hijo es un acontecimiento
realmente importante en la familia. Los hijos
siempre son una buena nueva en la que ha
intervenidoDios directamente.
El don de la vida es fruto del amor humano y del
amor de Dios.
La gran misión que hemos recibido en el
bautismo es dar testimonio de la nueva vida
recibida. No cabe la actitud de permanecer
pasivos. Juan Pablo II en su visita a
laArgentina,Aeropuerto de Paraná, el 9 de abril
de 1987El santo bautismo es un nuevo
nacimiento, es una regeneración.
5. Más concretamente: "el bautismo es la
puerta de los demás sacramentos,
cuya recepción, de hecho o al menos de
deseo, es necesaria para la
salvación; por el cual los hombres son
liberados de los pecados,
reengendrados como hijos de Dios y,
quedando configurados con Cristo por el
carácter indeleble, incorporados a la Iglesia.
6. Por bautismo se hace referencia a un rito de
iniciación o purificación, que es común en varias y
diferentes religiones, así como en varias comuniones
y denominaciones cristianas.
El bautismo cristiano consiste en una determinada
aplicación del agua sobre una persona, invocando a la
Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (o a
Jesús solo, en algunas versiones del cristianismo), con
el fin de hacer participar a quien lo recibe en la
muerte y la resurrección de Jesucristo,
constituyéndole: profeta, sacerdote y rey junto con
Cristo, hijo(a) de Dios y heredero(a) de su Reino, e
integrándole a la comunidad de la Iglesia, como
miembro vivo del Cuerpo Místico de Cristo.