1. El libro de 1 Samuel cubre aproximadamente 100 años desde el nacimiento de Samuel hasta la muerte de Saúl, y marca la transición de los jueces a los reyes en Israel. 2. Describe la corrupción bajo Elí y la llamada de Dios a Samuel. 3. Relata cómo Israel pidió un rey y cómo Dios escogió a Saúl como el primer rey, aunque desobedeció las instrucciones de Dios y fue rechazado como rey.
1. 1
1 Samuel: Cambio de los jueces por un rey
El título, el autor y la fecha
Primero y Segundo de Samuel están juntos como un solo libro en las escrituras hebreas.
Llevan su nombre por el profeta Samuel. Primero de Samuel cubre aproximadamente 100
años, desde el nacimiento de Samuel hasta la muerte de Saúl (1105-1010 a.C.). Así 1
Samuel es el vínculo histórico entre los jueces y los reyes de Israel. Primero de Samuel
cubre tres cambios importantes en los líderes: de Elí a Samuel, de Samuel a Saúl y de Saúl
a David. En contraste, 2 Samuel cubre solamente el reinado de David.
¿Quién escribió 1 y 2 Samuel? Probablemente Samuel escribió Jueces, Rut y parte de 1
Samuel (1 S 10:25). Pero la otra parte de 1 Samuel y todo el libro de 2 Samuel fueron
escritos después de su muerte. No sabemos quién recibió la inspiración de Dios para
completar los libros. No obstante, el autor usó varias fuentes, incluyendo registros de
Samuel. (2 S 1:18; 1 Cr 27:24-25; 29:29). Primero y Segundo de Samuel probablemente
se escribieron poco después de la muerte de David (930 a.C.). Decimos esto porque el autor
de 1 Samuel parece referirse al reino dividido (1 S 27:6), y 2 Samuel termina con la muerte
de David.
Propósitos
El primer libro de Samuel registra el punto en que Israel cambió los jueces por un rey. El
libro contrasta el deseo de Israel y el deseo de Dios. Israel quería un rey, así como otras
naciones lo tenían (1 S 8:5). Pero Dios quería ser rey de Israel. También, 1 Samuel muestra
que la desobediencia de Saúl causó que Dios lo rechazara.
Contexto histórico
Los filisteos tenían un fuerte poder cultural y militar. Vivían a lo largo de la costa del Mar
Mediterráneo, en la parte sudoeste de Canaán. Ellos comenzaron a pisotear a Israel en los
días de Sansón y como no había unidad suficiente en Israel no podían derrotarlos. Dios le
dio a Sansón gran poder para vencer a los filisteos, pero él fracasó al no usar este poder en
la mejor manera. Israel tampoco podía derrotar a los filisteos por otra razón. No tenían
herreros (1 S 13:19-22), y los necesitaban para hacer espadas, lanzas y aun herramientas
de granja. Los filisteos, sin embargo, sabían cómo usar el hierro.
La lucha con los filisteos continuó por más de 400 años. Estos gobernaban por lo menos
en cinco ciudades poderosas. La Biblia identifica estas ciudades como Ascalón, Ecrón,
Asdod, Gaza y Gat (Jos 13:3). Elí, Samuel y luego Saúl respectivamente, guiaron a Israel
contra este enemigo, y lograron frenar el avance de ellos. A veces parecía que los filisteos
derrotarían a Israel, pero Dios siempre les ayudó. Finalmente, aproximadamente 1.000 años
a.C., David deshizo el poder de los filisteos.
Siete características especiales sobre el libro de 1 Samuel 9
Expone las normas de Dios para los reyes. Debían obedecer a Dios y sus leyes.
Registra los profetas que comenzaron a surgir en Israel (1 S 10:5; 19:18-24).
Recalca la importancia de la oración, la Palabra de Dios y el espíritu de profecía.
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Enfatiza también que el
Espíritu faculta a los
líderes.
Da conocimiento de la vida
de Elí (1–4), de Saúl (9–31)
y de David (16–31).
Contiene historias Bíblicas
conocidas tal como: Dios
llama a Samuel (3); David
y Goliat (17); David y
Jonatán (18–20); y Saúl
con la adivina de Endor
(28).
Contiene palabras famosas
tal como Icabod y
Ebenezer.
Explicaciones del bosquejo
de 1 Samuel
A. Elí como sacerdote y juez
(1 Samuel 1–4)
El nacimiento de Samuel (1 S
1:1–2:11) Al comenzar 1 Samuel
vemos que Elí era el sumo
sacerdote. Silo era todavía el
centro de adoración, y el
tabernáculo estaba ubicado allí
(Jos 18:1). Los dos hijos de Elí,
Ofni y Finees, trabajaban con su
padre como sacerdotes. Samuel
nació en este tiempo y su madre
lo dedicó a Dios. Lo llevó, aun
siendo muchacho, para ayudar a
Elí en Silo, y así cumplió la
promesa que le hizo a Dios,
cuando ella aún era estéril (1 S 1:21-28).
Los pecados de Elí y sus hijos (1 S 2:12-26). Israel estaba débil espiritualmente
cuando Elí fue juez y sumo sacerdote. Él fracasó como líder y como padre. No enseñó a
sus hijos a honrar a Dios, aunque Moisés ordenó que lo hicieran (Dt 4–6). Los pastores
necesitan enseñar a sus hijos y disciplinarlos en la fe. Elí fracasó en cumplir esta orden y
sus hijos, Ofni y Finees, no conocían al Señor (1 S 2:12). Sin embargo, se les permitió ser
3. 3
sacerdotes en el tabernáculo, pero eran pecadores y abusaban de la gente, es de los
sacrificios, y de la adoración a Dios. Ofni y Finees robaban a Dios tomando de los
sacrificios. Aun peor, dormían con las mujeres que velaban en la entrada del tabernáculo
(1 S 2:22). Estos pecados eran comunes en las religiones cananeas. Ya que los líderes
religiosos vivían en pecado, no nos sorprende que Isarael siguiera sus malos ejemplos.
Cuando un pastor da un paso hacia el pecado, casi siempre la gente que él pastorea da dos.
Siendo un niño en crecimiento, Samuel vio todas las cosas malas que los hijos de Elí hacían,
pero a pesar de vivir lejos de sus piadosos padres, no siguió el mal ejemplo de ellos. Por el
contrario, se alejó de sus caminos de maldad. Este caso no es muy frecuente, pues
comúnmente los niños necesitan tener el modelo de sus padres. La juventud se corrompe a
causa del mal ejemplo que encuentran alrededor. Lo mejor es que los niños y jóvenes estén
rodeados de buenas influencias. Samuel a su tierna edad fue consciente del llamado de Dios
para su vida. Esto alienta a los padres a saber que los niños pueden conocer a Dios desde
sus primeros años.
Dos advertencias a Elí (1 S 2:27–3:21). Dios se enojó porque Elí no disciplinó a sus
hijos y le advirtió dos veces. La primera, por medio de un profeta, le dijo que él honraba
sus hijos más que a Dios (1 S 2:30). La segunda vez, cuando Dios llamó a Samuel (1 S 3).
El juicio de Elí (1 S 4:1-22). La nación entera sintió cuando llegó el juicio de Dios.
Israel estaba peleando una gran batalla contra los filisteos. El ejército filisteo era fuerte, e
Israel tenía miedo. La gente presionó a los hijos de Elí para llevar el arca del Lugar
Santísimo al campo de batalla. Los israelitas pensaban que esto forzaría a Dios a darles la
victoria sobre sus enemigos.
En vez de eso, los filisteos aplastaron a Israel en la batalla. Se robaron el arca y mataron a
ambos hijos de Elí. Este estuvo tan horrorizado por las terribles noticias que se cayó hacia
atrás y murió. La noticia también conmocionó a la nuera de Elí quien estaba encinta, y
cuando oyó el informe terrible sobre Israel y sobre su
esposo, dio a luz a su hijo a quien llamó Icabod, una palabra
hebrea que significa “sin gloria”. Era claro para ella que “la
gloria se había apartado de Israel” (1 S 4:22).
B. Samuel como profeta, sacerdote y juez (1
Samuel 5–12)
Sólo pocos capítulos en 1 Samuel cuentan de su ministerio.
Samuel fue el último de los jueces que gobernó a Israel. Él
no era de la familia de Aarón, sin embargo llegó a ser sumo
sacerdote y también fue un gran profeta. Fundó las escuelas
para los profetas. Los estudiantes de tales escuelas
influyeron en los reyes por muchas generaciones.
El arca restituida a Israel (1 S 5:1–7:2). Samuel hizo
muchas cosas buenas como líder de Israel. Construyó un altar en Ramá, su ciudad natal.
Samuel era de Ramá, pero
ministró en muchos lugares.
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También, fue en ese tiempo que el arca volvió a Israel. El arca permaneció en la casa de
Abinadab hasta el tiempo de David.
Avivamiento y victoria con Samuel como líder (1 S 7:3–8:3). Samuel visitó
muchos lugares en Israel, tal como Mizpa, Ramá, Gilgal, Belén, Betel y Beerseba (1 S
3:19-21; 7:15-17). Dondequiera que iba, enseñaba y ofrecía sacrificios. Cuando viajaba,
atraía a los profetas jóvenes a quienes les gustaba viajar con él, como los discípulos viajaron
con Cristo. Como observamos arriba, Samuel organizó escuelas para enseñar a los profetas.
La escuela puede ayudar aun a la persona más espiritual. Todo Israel, desde Dan a
Beerseba, sabía que Samuel era profeta del Señor.
Dios estaba con él, “y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras” (1 S 3:19). Samuel
trabajó duro para limpiar a Israel de los ídolos cananeos. Una vez reunió a los israelitas
para orar y ayunar en Mizpa y los filisteos aprovecharon este tiempo para atacar a Israel,
pero Dios envió fuertes truenos (1 S 7:10). Esto confundió a los filisteos y huyeron. Los
hombres de Israel los siguieron y los vencieron desde Mizpa a Bet-Car.
Samuel sabía que Dios les había ayudado y tomó una piedra y la llamó Ebenezer, que en
hebreo significa “piedra de ayuda” (1 S 7:12b). Los filisteos jamás atacaron a Israel durante
los días que Samuel gobernó a Israel (1 S 7:13-14).
Israel pide un rey (1 S 8:4-22). El pueblo de Israel quiso tener un rey porque las otras
naciones lo tenían. Samuel no quería esto para la nación,
pues Dios era su Rey. El gran profeta oró a Dios sobre la
demanda de Israel y Dios le respondió: 7“Oye la voz del
pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado
a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre
ellos. 8Conforme a todas las obras que han hecho desde el
día que los saqué de Egipto hasta hoy, dejándome a mí y
sirviendo a dioses ajenos, así hacen también contigo” (1 S
8:7-8). Así que Samuel estuvo de acuerdo en dejar que Israel
tuviera un rey. Pero Dios le dijo a Samuel que advirtiera a
la gente sobre todas las demandas que un rey les haría. Aun
así, Israel rechazó el consejo del anciano profeta (1 S 8:7-
22).
C. Saúl, primer rey de Israel (1 Samuel 9–15)
Saúl es ungido por Samuel (1 S 9:1–10:16). Después de que los israelitas rechazaron
a Dios como su Rey, Él guió a Samuel hasta donde Saúl. Samuel lo ungió en un lugar
privado, y luego dio el anuncio a toda la gente en Mizpa. Todos clamaron: “¡Viva el rey!”
(1 S 10:24b). El rey de Israel no iba a ser como otros reyes, sino que sería el líder sobre el
pueblo de Dios (1 S 9:16; 10:1).
Saúl es enaltecido después de una victoria (1 S 10:17–11:11). Recuerde que Lot
era padre de los amonitas. Ellos vivían al éste de la tribu de Gad (Dt 2:37; Jos 12:2). Los
Samuel ungió a Saúl y a David.
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filisteos eran una amenaza para Israel en el oeste, y esto dio a los amonitas la oportunidad
de atacar desde el este. Atacaron la ciudad de Jabes, que
quedaba al este del Jordán donde vivía la tribu de
Manasés. Pero Saúl guió a Israel a la victoria sobre los
amonitas. Esto hizo al rey Saúl un héroe nacional (1 S
11:1-11).
Saúl llega a ser rey (1 S 11:12–12:25). En una
reunión pública en Mizpa, Samuel declaró que Saúl era
rey y le aconsejó, obedecer la ley de Dios, pues esa era
la única manera en que podían prosperar y disfrutar de
sus bendiciones (1 S 11:14-15; 12:14). Repentinamente,
Dios envió truenos y lluvia para mostrar que las palabras
de Samuel eran de Él. La lluvia era milagro porque vino
en el tiempo de la cosecha de trigo, en mayo o junio.
Comúnmente Canaán no recibía ninguna lluvia de abril
a octubre (1 S 12:17-18). El trueno atemorizó a la gente,
y aunque eran pecadores, Samuel los alentó para que
sirvieran a Dios y no a los ídolos.
Al despedirse, el profeta anciano dijo: “Lejos sea de mí que peque yo contra Jehová
cesando de rogar por vosotros” (1 S 12:23). Los líderes espirituales, como Samuel,
frecuentemente tienen un ministerio difícil. Dios los puede llamar para enseñar y orar por
gente rebelde. Samuel es un buen ejemplo de un líder que era fiel en servir a la gente
rebelde (1 S 12:1-25). El resto de 1 Samuel cuenta del reinado de Saúl. Él guió a la nación
a victorias militares importantes. Hizo a Gabaa su capital que estaba construida sobre una
colina a 5 kilómetros (3 millas) al norte de Jerusalén.
Saúl se rehúsa a esperar a Samuel (1 S 13:1-15). El pueblo de Israel quería a Saúl.
Era un líder exitoso en las batallas. El profeta Samuel lo afirmó y prometió orar por él. Sin
embargo, nada podría ocultar las debilidades en el carácter de Saúl. Mostró su falla en
Gilgal cuando se cansó de esperar a Samuel y desobedeció a Dios ofreciendo su propio
sacrificio al Señor (1 S 13:7-11).
Saúl derrota a los filisteos y otras naciones (1 S 13:16–14:52). Saúl derrotó a
los filisteos en Micmas y también derrotó a muchas naciones más (1 S 14:47-48). Pero
como muestra el próximo párrafo, sus victorias lo enorgullecieron demasiado (1 S 15:17).
Romanos 12:3 nos advierte a todos a cuidarnos de este pecado. El orgullo causa la caída
de hombres y de ángeles.
Saúl desobedece en la victoria sobre los amalecitas (1 S 15:1-35). Saúl
nuevamente desobedeció a Dios por no destruir completamente a los amalecitas. El rey
Saúl culpó a la gente y dijo que las ovejas eran para sacrificar a Dios. Samuel respondió:
“el obedecer es mejor que los sacrificios” (1 S 15:22). El profeta anciano dijo a Saúl que
Dios quitaría su reino a causa de su desobediencia (1 S 15:23).
Los filisteos atacaron desde el oeste, y
los amonitas desde el este.
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D. David llega a tener fama nacional (1 Samuel 16–31)
David es ungido (1 S 16). Samuel privadamente ungió a David para que fuera el
próximo rey, pero Saúl no lo sabía. David era joven, y Samuel era viejo. El profeta anciano
aprendió una nueva lección cuando ungió al joven rey. El hombre mira la apariencia
externa de una persona, pero Dios mira el corazón (1 S 16:5-13). Estudiante, recuerde esta
lección. Lo más importante para Dios no es su capacidad o sus notas. Él da la unción según
la condición del corazón, y la unción de Dios trae poder por el Espíritu Santo.
David se preparó bien cuando era joven. Aprendió a tocar instrumentos musicales. Su
fuerza y su valor crecieron cuando peleó con un león y con un oso que atacaron a sus
ovejas. Mediante sus luchas, David aprendió a confiar en Dios y en su ayuda.
David mata a Goliat (1 S 17). Isaí, el padre de David, lo envió con provisiones para sus
hermanos. Ellos eran soldados de la guerra contra los filisteos. Mientras David estaba allí,
oyó al gigante filisteo, Goliat, gritando a los israelitas. David sabía que Dios le ayudaría
matar a Goliat, y así fue, Dios le ayudó (1 S 17). Repentinamente todos supieron de David.
Él llegó a ser un gran héroe en Israel después de matar a Goliat y las mujeres danzaban y
cantaban: “Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles” (1 S 18:7). ¡A los reyes viejos
no les gusta oír canciones como estas sobre varones jóvenes!
Saúl trata de matar a David, pero Jonatán se hizo su amigo (1 S 18–20). Saúl
llegó a tener celos de David, aunque frecuentemente él le ayudaba (1 S 16:17-23; 18:2, 5–
9). Los celos de Saúl le hicieron que buscara maneras para matar a David indirectamente.
Primero, le pidió a David matar a cien filisteos como dote para casarse con Mical, su hija.
Saúl pensó que los cien filisteos matarían a David (1 S 18:25). Pero Dios estaba con David
y le ayudó matar a 200 filisteos. Entonces los ataques de Saúl llegaron a ser más directos.
En la cena, Saúl arrojó su lanza contra David (1 S 19:10), pero
el Señor ayudó a David a moverse, y la lanza se clavó en la
pared. Jonatán, hijo de Saúl y heredero al trono, llegó a ser el
mejor amigo de David y lo ayudó a escapar del palacio.
David huye y Saúl lo busca (1 S 21–26). David se vio
forzado a huir y a esconderse en el desierto (1 S 19:1-2). Saúl
y su ejército lo buscaron para matarlo. Dos veces, David y sus
hombres tuvieron la oportunidad de matar a Saúl, pero David
se rehusó a tocar al ungido de Dios (1 S 24:4-7; 26:8-12). Esta
es una gran ilustración de dejar la venganza a Dios (Ro 12:17-
21).
Los filisteos dan refugio a David (1 S 27). David tenía
miedo de que Saúl lo pudiera encontrar, así que se fue a vivir
con los filisteos. Ellos le permitieron vivir en la ciudad filistea
de Siclag. Con el tiempo, los filisteos fueron para pelear
contra Israel, pero no confiaron en David para que peleara en
David y sus hombres vivían
con los filisteos en Siclag.
7. 7
su ejército contra Israel (1 S 27). ¿Usted cree que David hubiera peleado contra Israel?
Saúl consulta a una adivina en Endor (1 S 28). El ejército israelita estaba acampado
sobre el Monte Gilboa. Los filisteos habían llegado y estaban listos a pelear. Saúl tuvo
miedo de la batalla. Ya Samuel había muerto (1 S 28: 3), y Saúl acudió a Dios, pero el
Señor no le contestó por sueños, ni por Urim ni por los profetas (1 S 28:6). ¿Por qué no?
Debemos caminar con Dios en todo tiempo si queremos su dirección en los tiempos
difíciles.
Desesperado, Saúl fue a ver una adivina en la ciudad de Endor (1 S 28:5-7). En el pasado,
él mismo había prohibido que la gente buscara a los espíritus. Dios es celoso y nos prohíbe
buscar la dirección espiritual por medio de espíritus (Éx 22:18; Dt 18:10; 2 Cr 33:6). Esta
insensatez no le ayudó. Con temor, Saúl encaró solo su batalla final.
David recupera a su familia y su riqueza (1 S 29–30). David volvió a Siclag y
encontró que sus enemigos le habían robado. Los hombres de David quisieron apedrearlo,
pero él se fortaleció en el Señor. Dios le ayudó a seguir y a derrotar a sus enemigos.
Entonces, David y sus hombres recuperaron sus familias y sus riquezas (1 S 29–30).
La muerte de Saúl (1 S 31). Samuel había predicho la muerte de Saúl. Dios eligió a
Saúl, y Samuel lo ungió. Pero Saúl se rehusó a obedecer a Dios totalmente. Los filisteos
derrotaron a Israel. Ellos ganaron el control del rico valle de Meguido (Valle de Jezreel),
desde la costa al río Jordán. Observe que muchas de las batallas se pelearon en Meguido
(2 Cr 35:23). El libro del Apocalipsis se refiere a Armagedón, que significa “Montes de
Meguido” (Ap 16:16). La vida del primer rey de Israel terminó en la derrota, vergüenza y
suicidio (1 S 31:1-6). No fue un buen líder sobre la heredad de Dios (1 S 10:1).