Este documento describe el monumento nacional Monte Rushmore en Dakota del Sur. Resume la historia de cómo el escultor Gutzon Borglum eligió la montaña y talló los rostros de Washington, Jefferson, Roosevelt y Lincoln entre 1927 y 1941. También describe brevemente el área de las Black Hills donde se encuentra, así como el cercano monumento en construcción dedicado a Caballo Loco.
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La alabanza al poder, la evocación suntuosa y las
dimensiones descomunales son los ingredientes
principales de este icono estadounidense.
por Jean-Paul Krammer
y las Black Hills
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“¡Este es el lugar! Aquí la historia de los Estados Unidos
marchará a lo largo del horizonte”, gritó el escultor Gut-
zon Borglum. Acto seguido, y ante el asombro de quienes lo
rodeaban, clavó la bandera de las barras y las estrellas en una
grieta que se hundía sobre la superficie del Monte Rushmore.
El gesto, que bien puede ser interpretado como la toma de
posesión del lugar, fue más un sentimiento de júbilo con el que
se daba inicio a una ficción que años más tarde se transforma-
ría en una escultura, que debido a sus colosales dimensiones es
considerada una de las obras de arte más grandes que el hom-
bre ha realizado.
El patriotismo monumental
La arrogancia que despiden estas cuatro figuras hechiza y
enaniza al observador al tiempo que fomenta la adicción óp-
tica y la admiración por la historia de los Estados Unidos. Sin
reducir el arte a actualidades políticas e ideológicas, este mo-
numento ha logrado solidificar el patriotismo concediéndoles a
los héroes ahí representados el aura de lo infalible. Y así como
algunos lo catalogan como una de las grandes creaciones de la
humanidad, otros lo definen como una simple golosina visual.
El origen del monumento lo encontramos en una mañana
de invierno de 1916, cuando al leer el periódico, el secretario
y superintendente de la Sociedad Histórica de Dakota del Sur,
Johan Leroy “Doane” Robinson encontró una nota que captó
durante siete años hasta convertirla en un insólito proyecto en
el que utilizaría como materia prima unas extrañas formaciones
basálticas conocidas como The Needles (las agujas), ubicadas
en las Black Hills, en Dakota del Sur.
En agosto de 1924 el proyecto contó con la aprobación del
influyente senador Peter Norbeck, lo que llevó a Robinson a es-
cudriñar el horizonte escultórico de los Estados Unidos con el
fin de hallar un artista que pudiera afrontar la ambiciosa tarea.
La elección recayó en Gutzon Borglum. Nacido en Idaho de pa-
dres daneses, Borglum era un escultor que presumía de haber
estudiado en París, donde conoció a Auguste Rodin. Seducido
por las obras monumentales y convencido de que a los héroes
hay que sacralizarlos, Borglum se identificó inmediatamente
con el proyecto, confiando en que la vida le ofrecía la posibi-
lidad de tomar un desquite por el fracaso que había sufrido en
Stone Mountain, en Georgia.
Guiado por un entusiasmo que parecía no tener límites y
acompañado por su hijo Lincoln, Borglum de inmediato se tras-
ladó a Dakota del Sur para recorrer las Black Hills. Permaneció
un par de semanas estudiando meticulosamente la geografía
del lugar hasta que llegó a la conclusión de que la zona de The
Needles presentaba un inconveniente: las rocas eran frágiles y
quebradizas debido a la erosión que habían sufrido. Sin embar-
go, Borglum pertenecía a esa estirpe de individuos que no se
rinde y ese contratiempo no fue otra cosa que la espuela que lo
su atención. Una asociación femenina que tenía como finali-
dad honrar y preservar la memoria de aquellos que dieron su
vida por los Estados Confederados de América (los estados
esclavistas), había tenido la ocurrencia de tallar en la Stone
Mountain en Georgia, las efigies al galope de los caudillos mi-
litares Robert E. Lee, Jonathan “Stonewall” Jackson y Jefferson
Davies. El bajorrelieve presumía medidas faraónicas: se des-
plegaría en una superficie de 58 metros de longitud por 27 de
altura, se levantaría a una altitud de 120 metros sobre el nivel
del suelo y estaría excavado 13 metros dentro de la montaña;
Gutzon Borglum sería el artista encargado de llevar a cabo la
majestuosa obra.
Al terminar de leer, la mente de Robinson se emocionó, por
lo que comenzó a bosquejar una idea que fue enriqueciendo
incitó a continuar su búsqueda por la zona, hasta que dio con
una montaña de granito de 1,708 metros de altura que pertene-
cía al abogado neoyorquino Charles Rushmore. Tan pronto vio
la silueta rocosa, supo que ese sería el lugar ideal donde algunos
años más tarde insertaría esos recios rostros (estudios recientes
muestran que la formación de ese granito ocurrió hace 1.6 bi-
llones de años y su dureza permite un desgaste de tan sólo una
pulgada por cada 10 mil años).
La enérgica personalidad de Borglum lo llevó a influir en la
selección de las figuras a ser representadas. La idea original de
Robinson fue atajada y los personajes del Viejo Oeste sucumbie-
ron frente al póquer de ases del escultor: Washington, Jefferson,
Roosevelt y Lincoln. El perfil de Washington aleccionaría sobre
las virtudes de la libertad al tiempo que patentizaría la integri-
dad del general y padre de la patria norteamericana. A Thomas
Jefferson se le agradecería la inauguración de la expansión
americana hacia el Oeste, mientras que la figura de Abraham
Lincoln subrayaría la unión que debe existir entre los habitan-
tes de cualquier nación. Theodor Roosevelt representaría el
epítome del espíritu americano.
En 1927 comenzó la excavación de la montaña, que concluyó
el 31 de octubre de 1941 con la inauguración de la obra en una
ceremonia encabezada por el presidente Franklin Roosevelt. Du-
rante los 14 años que se extendieron los trabajos, se calcula que
400 hombres intervinieron en la obra y 450 mil toneladas de
La mente de Robinson se emocionó
por lo que comenzó a bosquejar
una idea que fue enriqueciendo.
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roca fueron removidas utilizando dinamita. El resultado fue un
monumento que, al reafirmar la transparencia de sus ideales,
les permitió a estos próceres no sólo mantener su legado sino
instalarse en la posteridad.
Las Black Hills
Sagrado, espiritual y antiguo hogar de los Lakota-Sioux, las Co-
linas Negras (Black Hills) de Dakota del Sur se extienden por
un área de 15,540 kilómetros cuadrados. Engalanadas por bos-
ques de pinos ponderosa, la zona acumula una gran cantidad
de atractivos y actividades que anualmente convence a cerca de
tres millones de visitantes.
Aquel que pensó que al haber visto Monte Rushmore, había
contemplado el monumento más grande del mundo está en un
error. Basta recorrer 13 kilómetros para llegar al Crazy Horse
Memorial, una megaescultura aún en construcción, que honra
la figura del guerrero sioux-oglala-lakota Caballo Loco. Cuando
esté terminado, la pieza que presenta al guerrero indio (quien
nunca fue fotografiado) a galope y señalando al horizonte, ten-
drá una anchura de 195 metros y una altura de 172 metros. Tan
sólo la cabeza del caudillo medirá 27 metros de altura (las del
Monte Rushmore tienen una altura de 18 metros). Localizado
en tierras consideradas sagradas por los nativos, el monumento
contará también con un museo dedicado a los antiguos habi-
tantes de Estados Unidos, así como con el interesante Centro
Cultural Nativo Americano.
siete décadas después
Hoy, a 70 años de que el sitio fuera formalmente inaugurado y
de la muerte del escultor (6 de marzo de 1941), Monte Rushmo-
re indudablemente se erige como uno de los escenarios más
icónicos en los Estados Unidos. Además de las cuatro caras,
el visitante puede darse una vuelta por el estudio de Borglum
(dentro del parque y a los pies de las esculturas) y cada tarde,
entre mayo y septiembre, conforme el sol se va ocultando de-
trás de la montaña, los rostros son iluminados de manera gra-
dual al tiempo que suenan las notas y las letras del himno de la
Unión Americana. Sin duda un poderoso soplo patriótico que
patrocina el culto por sus héroes nacionales.
Monte Rushmore ha sido el escenario de varias películas y
series de televisión. En alguna ocasión el director Alfred Hitch-
cock manifestó su deseo por “filmar una escena de acción en
el Monte Rushmore”. Al filmar North by Northwest (1959), su
deseo se vio cumplido. A pesar de que parte del rodaje se llevó
a cabo en Monte Rushmore, la escena en la que Cary Grant
persigue al villano interpretado por James Mason, tuvo que
ser filmada en un set cinematográfico. Lo anterior debido a
que el Servicio de Parques Nacionales le negó el permiso para
filmar al director inglés, ya que consideró que un icono na-
cional de esta envergadura no era el mejor lugar para recrear
un asesinato. El que no tuvo ningún problema para filmar fue Ni-
cholas Cage en National Treasure: Book of Secrets (2007).
Alfred Hitchcock manifestó su
deseo por “filmar una escena de
acción en el Monte Rushmore”.
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