El texto explica qué es al ayuno bíblico y cómo realizarlo, con ejemplos extraídos de la Biblia. Además, se menciona cuáles deben ser las motivaciones para ayunar.
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EL AYUNO
Definición: La palabra griega nesteia, de ne, significa abstenerse de comer alimento, por un periodo
corto o largo de tiempo. En Levítico 16, al ayuno es equivalente a “afligir el alma”.
¿Cómo se debe realizar el ayuno? Mateo 6:16-18 (Nos saltaremos los versículos 9-15)
En este capítulo en particular, Jesús está confrontando la religión hipócrita, Él escoge tres
ilustraciones, el dar por parte de los fariseos era hipócrita, eso está en la primera parte del capítulo.
La oración de los fariseos era hipócrita, y finalmente, el ayuno que realizaban era hipócrita.
“Cuando ayunéis, no seáis austeros como los hipócritas, porque ellos demudan sus rostros para
mostrar a los hombres que ayunan. De cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando
ayunes unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre
que está en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.”
Los primero que podemos mencionar es que Dios ha puesto a nuestra disposición una gran variedad
de alimentos con distintos sabores y colores apetitosos.
En Génesis 1:29-30 dice, “He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la
tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. Y a toda bestia de la
tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida,
toda planta verde les será para comer. Y fue así.”
Todo está ahí para nosotros y después del diluvio Dios dijo: “Todo lo que se mueve y vive, os será
para mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo.” Todas las cosas,
desde los vegetales y las frutas, a las carnes, y las nueces, todo lo que Dios ha provisto en este
mundo es para hacer que el comer sea algo que disfrutemos.
El alimento es un buen regalo de Dios porque es una fuente de comunión familiar. El alimento
entonces provee sustento, provee placer, provee comunión. Inclusive creo que el alimento provee
cierta cantidad de adoración. Siempre debemos reconocer y agradecer que todo nuestro sustento
es Dios mismo, quién nos concede el alimento que comemos. En resumen, el alimento es bueno, y
el alimento es de Dios, y el alimento es bueno. Pero, aun siendo bueno, hay un lugar para el ayuno
en nuestras vidas.
En la actualidad se habla mucho del ayuno con el propósito de eliminar peso, limpiar el organismo,
disminuir el azúcar, autocontrol, etc. Inclusive, en los tiempos de Jesús los paganos pensaban que
los demonios y deidades entraban en el cuerpo a través de la comida, pero en la Biblia no se
presenta el ayuno por razones físicas, porque la persona lo haría centrado en uno mismo, no en
Dios.
En la Escritura solo se ordena un solo ayuno anual de carácter obligatorio, y es un ayuno de carácter
nacional, público, general.
Levítico 16:29-30. Dios dijo: “Y esto tendréis por estatuto perpetuo: En el mes séptimo, a los diez días
del mes, afligiréis vuestras almas, y ninguna obra haréis, ni el natural ni el extranjero que mora entre
vosotros. Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros
pecados delante de Jehová.”
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En el día de la expiación, Yom Kippur para los judíos en la actualidad, en ese día, un día al año es
cuando los sacrificios de la nación son presentados por los pecados del pueblo, por el año pasado,
en ese día desde el amanecer hasta el atardecer ellos ayunaban. Ese es el único ayuno presentado
como obligatorio por Dios en toda la Escritura. Pero observe, es un ayuno relacionado con un
espíritu que está en tristeza profunda al confesar el pecado.
Ahora, más allá de eso, la Biblia nunca nos manda a ayunar. El Nuevo Testamento no menciona el
ayuno como algo obligatorio. La Biblia nos manda a dar, una y otra vez, nos manda a orar sin cesar,
pero no nos ordena ayunar. Sin embargo, ¿no es interesante que encaja con la oración y el dar
limosna en Mateo 6? El ayuno, entonces, era un acto no obligatorio, espontaneo y voluntario. No
existe una estructura para el ayuno delineada en la Escritura, simplemente hay una variedad
interminable. Aunque no se menciona la palabra ayuno, la frase “afligir el alma” se entendía en
referencia al ayuno.
Para el momento en el que Jesús llega, el ayuno se ha vuelto habitual para gran parte de la sociedad
judía. El Antiguo Testamento está lleno de ayunos, algunas veces realizados por la nación, algunas
veces realizados por un grupo pequeño de personas, o por un individuo. Algunos ejemplos de
creyentes que realizaron ayuno son Moisés, David, el profeta Elías, la reina Ester, Daniel, Ana y Juan
el Bautista en el N.T., etc.
Pero cuando usted llega al tiempo de Jesús, esto había ido más allá de sus límites. Lo que comenzó
como un ayuno verdadero, espontaneo, voluntario, de corazón, había terminado como un punto de
demostración hipócrita de justicia personal enfrente de los hombres, en dónde ellos presentaban
esta apariencia. Se presentaban como miserables, lo más que podían y andaban desfilando por
todos lados haciendo que la gente supiera que estaban ayunando para que pensaran que eran súper
espirituales, piadosos y para alimentar su ego.
En Lucas 18:12, en la oración del fariseo, dice que ellos ayunaban dos veces por semana. Esa no es
una prescripción bíblica, sino que en el Talmud dice que ayunaban el segundo y quinto día de la
semana, porque fue el segundo día y el quinto día en el que Moisés subió y descendió del Sinaí.
Pero, además, el segundo y el quinto día eran el día del mercado, es decir, llegaban muchas personas
del campo a la ciudad, y era el momento ideal para desfilar su aparente piedad, y lo hacían por
soberbia espiritual, caminaban por las calles despeinados, se ponían ropa vieja y la ensuciaban,
cubrían sus rostros con cosas blancas para que se vieran pálidos y colocaban cenizas sobre su
cabeza.
Retomando Levítico 16, sólo un ayuno fue prescrito en el A.T., el motivo era “afligir el alma” por el
pecado en el día de la expiación, o días de arrepentimiento. La Escritura no prescribe la duración del
ayuno. El tiempo depende de la persona, de las circunstancias, de la situación y la necesidad. Por
ejemplo, Pablo en 2 Corintios 6:5 y en 2 Corintios 11:27, dice que estuvo en frecuentes ayuno. Pero
Pablo, si bien practicaba el ayuno, no dejo directrices para realizarlo.
¿Cuál debe ser la duración del ayuno?
En relación con la duración del ayuno, en 1 Samuel 31:13 dice que ayunaron 7 días. En Daniel 10
habla de un ayuno de tres semanas. Ester ayuno 3 días.
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Y cuando Cristo murió en la cruz, el día de la expiación dejo de existir, junto con el único ayuno
público obligatorio. A pesar de eso, los comentaristas bíblicos creen que Jesús sabía que su pueblo
ayunaría, y de ahí su respuesta a los discípulos de Juan el Bautista, “Jesús les dijo: ¿Pueden los hijos
de la boda llorar mientras que el novio está con ellos?”. Dicho de otra manera, Jesús les estaba
haciendo una pregunta retórica que posee una respuesta obvia, es decir, que no es el tiempo de
ayunar, porque no podemos llorar. Los hijos de la boda corresponden a los amigos del novio,
literalmente los hijos del tálamo nupcial, los invitados al banquete o, posiblemente, los amigos
íntimos del esposo que acompañaban el cortejo nupcial con música y cánticos, acompañando al
novio desde la casa donde estaba su esposa hasta el lugar donde se consumaba el matrimonio (casa
del padre del novio). Su misión era continuar con la alegría durante los siete días que duraba el
matrimonio. Comparativamente el Señor respondía sobre la imposibilidad de entristecerse con el
ayuno a quienes estaban con el esposo. Pero, “vendrán días en que el esposo les será quitado, y
entonces ayunarán”. El esposo no iba a dejarlos, sino que les será quitado. El Señor hace una alusión
velada a su muerte. Es una predicción temprana de la Cruz. Pero, la tristeza de la partida no iba a
ser larga (Jn.16:16-22). El gozo pleno y definitivo se produciría en la resurrección y se extiende a lo
largo de la historia de la Iglesia, al saber que el Esposo no está muerto, sino que vive y vendrá a
buscar a los suyos (Jn. 14:1-4). En el intervalo entre su ascensión a la gloria y su regreso, la vida de
los creyentes pasa por momentos de tribulación. El tiempo de la Iglesia peregrina es tiempo de
lágrimas en donde se producen situaciones que demandaban tiempo especial para la oración, y
donde el ayuno no sólo cabe, sino que es necesario.
Entonces, el Señor enseña a los discípulos de Juan que todas las cosas tienen su tiempo, hay tiempo
para reír y también para llorar y ayunar. En otras palabras, el ayuno no es obligatorio, sino que surge
del lloro que lo induce. El ayuno no es un fin en sí mismo, es un corolario de un dolor, angustia o
humillación más profunda.
A veces las personas dicen “Ayuné, y me sentí en las alturas con Dios”, pero NO, el ayuno es una
respuesta, una consecuencia necesaria a la aflicción personal ante Dios para buscar de Él un camino
correcto para nosotros, fluye de una necesidad por concentrarse en una relación correcta con Dios.
En resumen, el ayuno es abstinencia total del alimento. No es un fin en sí mismo, es un corolario de
una lucha espiritual. Además, es voluntario, ya que sólo hubo un mandato de ayuno en la Escritura,
el día de la expiación, pero en la cruz ese mandato fue eliminado. En tercer lugar, el ayuno es
necesario, cuando Jesús dice: “Cuando ayunéis”, él asume que sucederá y es para nuestro tiempo,
al decir “Cuando el novio es quitado de vosotros, entonces ayunaréis.” Y en la ascensión, Él ya no
estaba, y hasta que regrese hay un tiempo para ayunar, entonces tiene una prioridad espiritual.
En cuarto lugar, ¿Cuál es la motivación para ayunar? ¿Cuál es la lucha espiritual que hace que el
ayuno sea una respuesta tan natural? No hay mérito en un ayuno al menos que ese ayuno sea
provocado por razones del corazón.
1. El ayuno es un resultado de lamento o tristeza: La Biblia dice en 2 Samuel 12: “David por lo tanto
rogó a Dios por el niño, y David ayunó y estuvo sobre la tierra toda la noche.” David oró y ayuno
por su hijo enfermo. Entonces, el ayuno vino como un resultado del lamento. Y el cuerpo en un
sentido reacciona a la ansiedad del corazón y a la tristeza, al quitar el deseo por el alimento en
su totalidad.
2. Protección: La reina Ester, esa querida judía que había alcanzado el lugar de favor con el rey
Asuero. Y después descubrió que Amán, había tramado un plan para matar a todos los judíos.
Entonces ella dijo, dile a mi pueblo que voy a ir a él, y voy a jugarme la vida y si perezco, que
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perezca, pero voy a ir a favor de mi pueblo. Y el pueblo tuvo miedo, y la Biblia dice que ayunaron.
Sabían que solo Dios los podía librar del exterminio; En Esdras, hay una indicación hermosa de
un ayuno. Esdras está a punto de guiar al pueblo para que salga de la cautividad babilónica. Y
conforme se acerca la fecha para iniciar el viaje, él tiene un enfoque muy interesante, en Esdras
8:21, él dice: “Proclamé un ayuno ahí, en el río de Ahava,” y, por cierto, ese es parte del río
Éufrates, estaban saliendo de Babilonia y nos detuvimos y ayunamos. ¿Por qué? Porque tenían
miedo. Eso es lo que el ayuno hace, es negación, aflicción personal ante Dios, para buscar de Él
un camino correcto para nosotros. Estaban llevando una masa de personas y no sabían cuál era
el camino correcto para ir desde Babilonia a Jerusalén, y había ladrones y enemigos que odiaban
a Israel, y oraron por protección para el pueblo y su sustento.
3. Humillación: Según Levítico 23, la razón por la que debían ayunar en el día de la expiación era
confesar su pecado. Humillación y confesión. En Jonás 3, el pueblo de Nínive se arrepintió de su
pecado ante la predicación de Jonás, y ayunaron mientras que confesaron. Saulo de Tarso fue
herido en el camino a Damasco, se cayó al polvo, se levantó de ese lugar y la Biblia dice que al
confesar su pecado y volverse al Señor, él ayunó por tres días, Hechos 9:9. Esdras de nuevo,
capítulo 10, en el versículo 6, “Entonces, Esdras se levantó frente a la casa de Dios y entró a la
cámara de Johanán, el hijo de Eliasib. Y cuando él entró ahí, él no comió pan ni bebió agua,
porque él lloró debido a la transgresión de aquellos que habían sido llevados. La transgresión es
una causa para ayunar. La aflicción de nuevo, es tan profunda, la ansiedad tan profunda en el
espíritu humano, que el ayuno no es forzado, fluye de una necesidad por concentrarse en una
relación correcta con Dios. Lo físico se desvanece.
4. Dirección: En Hechos 13:1-3, había cinco ministros de Dios en la iglesia de Antioquía dotados
para la enseñanza. Se menciona que estaban ministrando el culto público, pero además, oraban
y ayunaban. “Ayunando”, esta en tiempo presente que indica una acción continuada. Las dos
acciones, oración y ayuno, aparecen juntas en momentos determinados (14:23), recordemos que
ésta era una práctica habitual en el contexto judío, que paso a la iglesia, como el Señor mismo
dijo a los discípulos de Juan y a los fariseos que reprochaban que sus discípulos no ayunaran
como lo hacían ellos (Mt. 9:14). Cabe mencionar que la iglesia de Antioquía perdía a dos de sus
mejores hombres, pero ganaban la condición de iglesia misionera. Es importante entender la
gran importancia de la obra misionera y la capacitación de quienes, sintiendo el llamado de Dios,
responden a Él con la entrega de sus vidas. No sirve cualquier persona, y mucho menos sin
preparación adecuada para servir a tiempo completo.
5. Revelación: En Daniel 9:1-3, él esta leyendo al profeta Jeremías y entiende que Dios va a hacer
algo en un periodo de setenta años, y tenía hambre de conocer la plenitud de esto. En el
versículo 21, mientras él oraba, aparece el ángel Gabriel para revelarle que significan las setenta
semanas, que sabemos que establece el tema de la historia profética en el mundo. En el capítulo
10, dice que él estaba afligido (ayunando) por tres semanas, y nuevamente el Señor le entrega
otra gran revelación. En la actualidad, no recibiremos una nueva revelación si ayunamos porque
el Canon de la Escritura está cerrado, pero si recibiremos la iluminación de la Escritura, es decir,
el Espíritu de Dios ilumina la mente de los creyentes para que puedan comprender, aceptar y
obedecer las verdades reveladas en las Escrituras. Los creyentes, como los hombres a los que
Jesús habló en el camino de Emaús, requieren la ayuda de Dios: “Entonces les abrió el
entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras” (Lc. 24:45).
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6. Preparación para un ministerio: Nuestro Señor Jesús ayuno cuarenta días y cuarenta noches
antes de confrontar al maligno y el inicio de su ministerio (Mt.4:1-2). Fue un tiempo de
preparación espiritual y de comunión íntima con Dios. Moisés dice “Cuando yo subí al monte
para recibir las tablas de piedra, las tablas del pacto que Jehová hizo con nosotros, estuve
entonces en el monte cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua” (Dt. 9:9).
El gran legislador ayuno en preparación para recibir las tablas de la ley.
Conclusión
El ayuno no tiene mérito especial en sí mismo, pero sí en cuanto a dar más tiempo a la oración o al
ministerio. El ayuno permite tener la disposición de administrar el tiempo en un servicio más
entregado y comprometido con el Señor.
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