Notas de Elena | Lección 3 | Una cuestión de vida o muerte | Escuela Sabática
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I Trimestre de 2015
Proverbios
Notas de Elena G. de White
Lección 3
17 de enero 2015
Una cuestión de vida o muerte:
Sábado 10 de enero
La falsa ciencia es algo independiente de Dios. Es ignorancia presuntuo-
sa. Este poder engañador ha cautivado y esclavizado las mentes de muchos
que han preferido las tinieblas a la luz. Se han puesto del lado de la incredu-
lidad, como si el dudar fuese una virtud e indicio de una mente amplia,
cuando en realidad revela un intelecto demasiado débil y estrecho para per-
cibir a Dios en sus obras creadas. No podrían sondear el misterio de su pro-
videncia, aunque lo estudiasen con toda su fuerza durante toda la vida. Y
debido a que las obras de Dios no pueden ser explicadas por las mentes
finitas, Satanás los somete a sus sofismas, y los enreda en las mallas de la
incredulidad. Si éstos que dudan quieren relacionarse estrechamente con
Dios, él les aclarará sus propósitos (Joyas de los testimonios, t. 1, p. 583).
"No os conforméis a este siglo (mundo), sino transformaos por medio de
la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la
buena voluntad de Dios, agradable y perfecta" (Romanos 12:2). Las cos-
tumbres y las prácticas de los hombres no debieran constituir el criterio de
ustedes. Por más apremiantes que sean las circunstancias por las que tengan
que pasar, nunca se permitan caer en la deshonestidad. Satanás está cerca
de ustedes para tentarlos a hacer precisamente esto, y no los va a dejar des-
cansar respecto de este asunto. Es posible que un comerciante sea cristiano
y que conserve su integridad delante de Dios. Pero para lograrlo se necesita
una constante vigilancia y fervientes súplicas a Dios para librarse de la ma-
la tendencia de esta era degenerada de obtener ventajas para sí mismo en
detrimento de los demás. Usted se encuentra en un lugar difícil para progre-
sar en la vida divina. Tiene principios, pero no depende totalmente de Dios.
Confía demasiado en su propia débil fuerza. Tiene una tremenda necesidad
de la ayuda divina, un poder que no se encuentra en usted mismo. Hay al-
guien a quien puede acudir para conseguir consejo, cuya sabiduría es infini-
ta.
Lo ha invitado a acudir a él, porque va a suplir sus necesidades. Si por fe
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deposita todas sus preocupaciones sobre Aquel que sabe cuándo cae un
gorrión, no habrá confiado en vano. Si confía en sus seguras promesas, y
conserva su integridad, los ángeles de Dios lo rodearán. Persevere en las
buenas obras, con fe, delante de Dios; entonces sus pisadas serán ordenadas
por el Señor, y su mano prosperadora jamás se apartará de usted (Testimo-
nios para la iglesia, t. 2, p. 66).
Domingo 11 de enero: La ley en nuestra vida
Desde el principio, Satanás ha venido presentando a los hombres un
cuadro de las ganancias que pueden obtenerse por la transgresión. Así sedu-
jo a los ángeles. Así tentó a Adán y a Eva a que pecaran. Y así sigue toda-
vía apartando a las multitudes de la obediencia a Dios. Representa el ca-
mino de la transgresión como apetecible; "empero su fin son caminos de
muerte" (Proverbios 14:12). ¡Felices aquellos que, habiéndose aventurado
en ese camino, aprenden cuán amargos son los frutos del pecado, y se apar-
tan de él a tiempo! En su misericordia, Dios no dejó a David abandonado
para que fuese atraído a la ruina total por los premios engañosos del pecado
(Patriarcas y profetas, p. 779).
Declara el salmista: "En mi corazón he guardado tus dichos, para no pe-
car contra ti". Y Pablo escribió a Timoteo: "Toda Escritura es inspirada
divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir
en justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruido
para toda buena obra".
La vida de Dios, que comunica vida al mundo, está en su palabra. Fue
por su palabra como Jesús sanó las enfermedades y echó fuera demonios.
Por su palabra, calmó el mar y resucitó muertos; y la gente dio testimonio
de que su palabra tenía poder. El habló la palabra de Dios como la había
hablado a todos los escritores del Antiguo Testamento. Toda la Biblia es
una manifestación de Cristo. Es nuestra única fuente de poder (Obreros
evangélicos, p. 263).
A todo aquel que constantemente entrega su voluntad a la voluntad del
Infinito, para ser guiado y enseñado por Dios, se le promete un desarrollo
progresivo en las cosas espirituales. Dios no impone límites al progreso de
los que están "llenos del conocimiento de su voluntad, en toda sabiduría y
espiritual inteligencia".
Los que convierten a Dios en su poder eficaz, comprenden su propia de-
bilidad, y el Señor les proporciona su sabiduría. Como se apoyan en Dios
día tras día, y cumplen su voluntad con humildad y sincera y rígida integri-
dad, aumenta su conocimiento y capacidad. Mediante su disposición a obe-
decer reverencian y honran a Dios, y son honrados por él.
El caso de Daniel nos revela el hecho de que el Señor está siempre dis-
puesto a escuchar las oraciones del alma contrita; cuando busquemos al
Señor con todo nuestro corazón, él contestará nuestras peticiones. Aquí se
revela dónde obtuvo Daniel su habilidad y entendimiento; si estuviéramos
dispuestos a pedir sabiduría al Señor, seríamos favorecidos con mayor ca-
pacidad y poder del cielo (Meditaciones matinales 1952, p. 113).
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Lunes 12 de enero: Luz y vida
El seguidor de Cristo se encontrará con las "palabras persuasivas" contra
las cuales el apóstol advirtió a los creyentes de Colosas. Se encontrará con
interpretaciones espiritualistas de las Escrituras, pero no debe aceptarlas.
Ha de oírsele afirmar claramente las verdades eternas de las Escrituras.
Guardando sus ojos fijos en Cristo, caminará constantemente hacia adelante
en la senda señalada, descartando todas las ideas que no están en armonía
con su enseñanza. La verdad de Dios es el objeto de su contemplación y
meditación. Considerará la Biblia como la voz de Dios que le habla direc-
tamente. Así encontrará la sabiduría divina.
El conocimiento de Dios, como está revelado en Cristo, es el conoci-
miento que deben tener todos los que están salvos. Este es el conocimiento
que obra la transformación del carácter. Recibido en la vida, volverá a crear
en el alma la imagen de Cristo. Tal es el conocimiento que Dios invita a sus
hijos a obtener, pues en comparación con él todo lo demás es vanidad y
nada (Los hechos de los apóstoles, p. 378, 379).
Después de la muerte de Moisés, Josué había de ser el dirigente de Israel
que tendría que conducirlos a la tierra prometida. Había sido su primer mi-
nistro durante la mayor parte del tiempo que los israelitas se dedicaron a
peregrinar por el desierto. Había visto las maravillosas obras realizadas por
Dios por medio de Moisés, y comprendía bien la disposición del pueblo.
Era uno de los dos espías que fueron enviados a explorar la tierra prometi-
da, y uno de los dos que dio un fiel informe de su riqueza y que los animó a
poseer la tierra con el poder de Dios. Estaba bien calificado para llevar a
cabo esa importante tarea. El Señor prometió a Josué que estaría con él
como había estado con Moisés, y que obraría para que Canaán le resultara
fácil de conquistar, con la condición de que fuera fiel y guardara todos sus
mandamientos. El estaba preocupado por saber cómo cumpliría su comisión
de conducir al pueblo a la tierra de Canaán, pero estas palabras de ánimo
disiparon sus temores (La historia de la redención, p. 179).
En cada época, desde la caída de Adán, la oposición de las agencias del
mal ha hecho una guerra continua de las vidas de quienes desean ser leales
y fieles a los mandamientos de Dios. Quienes desean ser finalmente victo-
riosos, deben enfrentar y vencer a las fuerzas de Satanás, quien con fiera
determinación se opone a cada paso de avance. Tienen que hacer frente a
un enemigo vigilante, a un enemigo astuto que nunca duerme y que trata
incansablemente de minar la fe de los siervos de Dios e inducirles a llevar a
cabo los planes de su hechura [de Satanás] [...]. El bien y el mal nunca ar-
monizan. Entre la luz y las tinieblas no puede haber componendas. La ver-
dad es luz revelada; el error es oscuridad [...].
Ojalá pudiera trazar palabras que presentaran este asunto tal como es.
Dios espera que sus soldados estén siempre en el puesto del deber. Que
nunca cedan a la tentación, que nunca sean injustos. Que no se rindan ni
huyan. Confiando en el poder de Dios deben mantener su integridad. Con
una firmeza que no cederá una pulgada, deben aferrarse bien a la palabra:
"Escrito está".
Tengamos presente que estamos en terreno ventajoso puesto que Cristo
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ha vencido en nuestro favor. Ha hecho completa provisión para que poda-
mos vencer. El poder divino se coloca detrás de toda voluntad resueltamen-
te determinada a hacer lo recto. Dios ha provisto la armadura, y las armas
con las cuales cada uno tiene que combatir. Vístanse los soldados de Cristo
toda la armadura de Dios y no vacilen frente a los ataques de Satanás [...].
El éxito en la lucha cristiana significa vigilancia y una diaria crucifixión del
yo.
El que se guía por principios puros y santos discernirá rápidamente la
más leve mancha de mal debido a que conserva a Cristo delante de sí como
modelo. Su profundo remordimiento al descubrir un acto equivocado signi-
fica la corrección pronta de todo paso en donde él se ha apartado de la ver-
dad {En lugares celestiales, p. 260).
Martes 13 de enero: Luchar contra la tentación
La obediencia y la sumisión a los requerimientos de Dios son las condi-
ciones que expone el apóstol inspirado, por las cuales llegamos a ser hijos
de Dios y miembros de la familia real. Jesús ha rescatado por su propia
sangre, del abismo y la ruina a la cual Satanás los obligaba a ir, a todo niño
y joven, y a todo hombre y mujer. Debido a que los pecadores no aceptarán
la salvación que se les ofrece gratuitamente, ¿quedarán libres de sus obliga-
ciones? El hecho de que decidan permanecer en pecado y audaz transgre-
sión, no reduce su culpabilidad. Jesús pagó un precio por ellos y le pertene-
cen. Son su propiedad; y si no quieren obedecer a Aquel que dio su vida por
ellos, y dedican su tiempo, fortaleza y talento al servicio de Satanás, están
ganando su salario, que es la muerte.
La gloria inmortal y la vida eterna son la recompensa que nuestro Re-
dentor ofrece a los que quieran obedecerle. Gracias a él, es posible que
ellos perfeccionen su carácter cristiano mediante su nombre y venzan por
su cuenta como él venció en su favor. Les ha dado un ejemplo en su propia
vida, mostrándoles cómo pueden vencer. "Porque la paga del pecado es
muerte: mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro"
(Romanos 6:23), (Joyas de los testimonios, t. 1, p. 349).
El espíritu de confianza y ensalzamiento de sí fue el que preparó la caída
de David. La adulación y las sutiles seducciones del poder y del lujo, no
dejaron de tener su efecto sobre él. También las relaciones con las naciones
vecinas ejercieron en él una influencia maléfica. Según las costumbres que
prevalecían entre los soberanos orientales de aquel entonces, los crímenes
que no se toleraban en los súbditos quedaban impunes cuando se trataba del
rey; el monarca no estaba obligado a ejercer el mismo dominio de sí que el
súbdito. Todo esto tendía a aminorar en David el sentido de la perversidad
excesiva del pecado. Y en vez de confiar, humilde en el poder de Dios,
comenzó a confiar en su propia fuerza y sabiduría.
Tan pronto como Satanás pueda separar el alma de Dios, la única fuente
de fortaleza, procurará despertar los deseos impíos de la naturaleza carnal
del hombre. La obra del enemigo no es abrupta; al principio no es repentina
ni sorpresiva; consiste en minar secretamente las fortalezas de los princi-
pios. Comienza en cosas aparentemente pequeñas: la negligencia en cuanto
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a ser fiel a Dios y a depender de él por completo, la tendencia a seguir las
costumbres y prácticas del mundo [...].
David se veía rodeado de los frutos de la victoria y de los honores de su
gobierno sabio y hábil. Fue entonces, mientras vivía en holgura y despreve-
nido, cuando el tentador aprovechó la oportunidad de ocupar su mente. El
hecho de que Dios había admitido a David en una relación tan estrecha
consigo, y había manifestado tanto favor hacia David, debiera haber sido
para él el mayor de los incentivos para conservar inmaculado su carácter.
Pero cuando él estaba cómodo, tranquilo y seguro de sí mismo, se separó de
Dios, cedió a las tentaciones de Satanás, y atrajo sobre su alma la mancha
de la culpabilidad. El hombre designado por el Cielo como caudillo de la
nación, el escogido por Dios para ejecutar su ley, violó sus preceptos. Por
sus actos el que debía castigar a los malhechores, les fortaleció las manos
(Patriarcas y profetas, p. 775, 776).
La adulación es un arte mediante el cual Satanás miente a la espera de
engañar y llenar al instrumento humano de pensamientos elevados acerca
de sí mismo [...]. La adulación ha sido el alimento con el cual se han nutri-
do mucho de nuestros jóvenes; y los que han encomiado y adulado, han
supuesto que estaban haciendo bien; pero estaban haciendo un mal. La ala-
banza, la adulación y la complacencia han hecho más para desviar a las
preciosas almas por sendas falsas, que ningún otro arte inventado por Sata-
nás.
La adulación forma parte de los modales del mundo, pero no de la forma
de obrar de Cristo. Por medio de la adulación los pobres seres humanos,
llenos de fragilidad y debilidades, llegan a pensar que son eficientes y dig-
nos, y se engríen en su mente carnal. Se intoxican con la idea de que poseen
habilidades superiores a lo que realmente tienen, y su experiencia religiosa
se desequilibra. A menos que en la providencia de Dios sean desviados de
esos engaños, y se conviertan y aprendan el ABC de la religión en la escue-
la de Cristo, perderán sus almas (Hijos e hijas de Dios, p. 75).
Miércoles 14 de enero: "No hurtarás"
El espíritu de justificación propia tuvo su origen en el padre de la menti-
ra y ha sido exhibido por todos los hijos e hijas de Adán.
Las confesiones de esta clase no son inspiradas por el Espíritu divino y
no serán aceptables para Dios. El arrepentimiento verdadero induce al
hombre a reconocer su propia maldad, sin engaño ni hipocresía. Como el
pobre publicano que no osaba ni aun alzar sus ojos al cielo, exclamará:
"Dios, ten misericordia de mí, pecador", y los que reconozcan así su iniqui-
dad serán justificados, porque Jesús presentará su sangre en favor del alma
arrepentida [...].
El corazón humilde y quebrantado, enternecido por el arrepentimiento
genuino, apreciará algo del amor de Dios y del costo del Calvario; y como
el hijo se confiesa a un padre amoroso, así presentará el que esté verdade-
ramente arrepentido todos sus pecados delante de Dios. "Si confesamos
nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados, y
limpiarnos de toda iniquidad" (1 Juan 1:9), (El camino a Cristo, p. 40, 41).
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Hay quienes tienen éxito momentáneo en la lucha contra su egoísta de-
seo de placer y comodidad. Son sinceros y fervientes, pero se cansan de los
esfuerzos prolongados, del morir diariamente, de la lucha incesante. La
indolencia parece atrayente, la muerte al yo repulsiva; cierran sus soñolien-
tos ojos, y caen bajo el poder de la tentación en vez de resistir a ella.
Las instrucciones escritas en la Palabra de Dios no dejan lugar para la
condescendencia con el mal. El Hijo de Dios fue manifestado para atraer a
todos los hombres a sí. No vino para arrullar al mundo, sino para mostrarle
la senda estrecha en que todos deben andar para llegar finalmente a las
puertas de la ciudad de Dios. Sus hijos deben andar en sus pisadas; a pesar
de cualquier sacrificio de la comodidad o satisfacción egoísta, o de cuánto
cueste trabajos y sufrimiento, deben sostener una lucha constante con el yo
(Obreros evangélicos, p. 141).
Muchos piensan que sería un gran privilegio visitar el escenario de la
vida de Cristo en la tierra, andar donde él anduvo, mirar el lago en cuya
orilla se deleitaba en enseñar y las colinas y valles en los cuales sus ojos
con tanta frecuencia reposaron. Pero no necesitamos ir a Nazaret, Caper-
naum y Betania para andar en las pisadas de Jesús. Hallaremos sus huellas
al lado del lecho del enfermo, en los tugurios de los pobres, en las atestadas
callejuelas de la gran ciudad, y en todo lugar donde haya corazones huma-
nos que necesiten consuelo. Al hacer como Jesús hizo cuando estaba en la
tierra, andaremos en sus pisadas (El ministerio de la bondad, p. 122,123).
Jueves 15 de enero: La amenaza de muerte
Al formar una amistad, debiera ejercerse gran cautela, no sea que se cul-
tive familiaridad con alguien cuyo ejemplo no sería seguro imitar, porque el
efecto de dicha familiaridad es apartar de Dios, de la devoción y del amor a
la verdad. Es positivamente peligroso para usted tener una relación estrecha
con amigos que no poseen una experiencia religiosa. Si cualquiera de uste-
des, o los tres, siguen la orientación del Espíritu de Dios, o valoran la sal-
vación de su alma, no escogerán como sus amigos especiales e íntimos a
aquellos que no mantienen una consideración seria por las cosas religiosas,
y que no viven bajo su influencia práctica. Usted debiera darle el primer
lugar a los asuntos eternos. Nada puede tener una influencia más sutil y
positivamente peligrosa sobre la mente, y servir de modo más efectivo para
desterrar las impresiones y convicciones del Espíritu de Dios, que asociarse
con personas frívolas y descuidadas, cuya conversación trata del mundo y
de la vanidad. Cuanto más cautivantes puedan ser en otros respectos, tanto
más peligrosa es su influencia como compañeros, porque ponen muchos
atractivos agradables en torno a una vida irreligiosa (Testimonios para la
iglesia, t. 3, p. 51).
La fe es el primer peldaño en la escalera del progreso. Sin fe es imposi-
ble agradar a Dios. Sin embargo, muchos se detienen en ese escalón y nun-
ca ascienden más. Les parece que una vez que han profesado aceptar a Cris-
to, cuando sus nombres están inscriptos en el libro de la iglesia, su obra está
consumada. La fe es esencial; pero la Palabra inspirada dice: "Mostrad en
vuestra fe, virtud". Los que procuran conseguir la vida eterna y un hogar en