1. La ley de Bode
La ley de Bode no se basó en ninguna teoría o algo parecido, por esto mismo la ley no es del todo
acertada, ya que tiene algún fallo, como todas las teorías o leyes que se llegan a aplicar, en los
cálculos es donde está el fallo, como por ejemplo en lo que dice que la predicción con Neptuno
“falla, que parece una anomalía y al que le sigue que es Plutón se encuentra en la distancia
correcta” y al ver esto, Bode notó que una de varias series numéricas hay algún fallo Es notable
que los siete primeros números de la última columna, interpretándolos como unidades
astronómicas, describen aproximadamente la distancia entre el Sol y cada uno de los planetas
conocidos, con una excepción: quedaba un hueco sin llenar, que a la hora de tratar de resolverlo,
yo no sabía que iba ahí pero por lo visto es el cinturón de asteroides.
La Ley de Bode, o de Titius-Bode, hace una relación entre la distancia de un planeta del Sistema
Solar con el Sol, en función del número de orden del planeta. La ley inicialmente era a=(n+4)/10,
siendo n=0, 3, 6, 12, 24,…. No se trata en absoluto de una ley se parece más a un truco y a uno que
tampoco funciona siempre. Y no la inventó Bode. Pero la ley de Bode, que así se llama, ha jugado
un papel importante en el descubrimiento de asteroides e incluso de planetas. La inventó Johann
Daniel Titius (1729-1796), un profesor de matemáticas de Wittenbergque. En aquella época sólo
se conocían los planetas clásicos Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter y Saturno, que distan del
Sol: 0,38; 0,72; 1,00; 1,52; 5,2; 9,54 unidades astronómicas (1 UA=distancia media Sol-Tierra, unos
150 millones de kilómetros), encajando perfectamente con la ley de Bode. Para ilustrar las tesis
de Bonnet, Titius agregó un párrafo acerca de los planetas en el que mostraba que sus distancias al
Sol se atienen a una fórmula constante cuando se miden en unidades astronómicas. En 1781
William Herschel descubre Urano, situado a 19,18 UA, que también coincidía con el valor previsto
de esta ley. En 1801, Giuseppe Piazzi descubrió el asteroide Ceres. Si bien Neptuno viola esta ley,
aunque podría ser usada como patrón para la búsqueda de exoplanetas. En su libro Mysterium
Cosmographicum (o el Secreto del Universo), Johannes Kepler (1571-1630) describía la forma en
que los planetas giraban alrededor del Sol, cuyas órbitas, creía Kepler, estaban muy relacionadas
con los polígonos regulares pitagóricos. En otras palabras, cada uno de los planetas conocidos en
su día por Kepler (desde Mercurio hasta Saturno) tenía su respectivo polígono y, a medida que nos
alejábamos del primer planeta hacia el siguiente, el posterior polígono envolvería a su predecesor,
de forma similar a las famosas muñecas rusas.
Lo más importante de esta visión (por otra parte errónea) era que, en orden creciente de
distancias, esos sólidos representaban el espacio entre los planetas y aunque el trecho existente
entre ellos no era sencillo de calcular y no ofrecía mucha precisión en el siglo XVII, era fácil de ver
una relación que aún sería más evidente al publicar Kepler, poco después, la tercera de sus
célebres leyes del movimiento de los planetas. Ésta indicaba la proporción entre el radio de la
órbita del cuerpo (o sea, la distancia a la que se encontraba del Sol) y el periodo de revolución (el
tiempo que tardaba en dar una vuelta en torno a la estrella). Había una extraña concordancia en lo
que atañía a las distancias.
2. La Ley de Bode no se basó en ninguna teoría o algo parecido. Esta ley resulta ser completamente
empírica, pues Bode notó que una de varias series numéricas se adaptaba a la estructura del
sistema. En ciertos términos, se podría considerar como una impresionante coincidencia. Otro
hecho interesante de esta Ley es que Bode no la descubrió realmente, sino que Johann Titius la
encontró en 1766, él se la comentó a Bode para que luego este último, en 1772, la publicara como
suya. Actualmente, muchos han decidido rebautizarla como “Ley de Titius-Bode”, dándole crédito
a los dos alemanes, aunque honestamente, Titius merece el crédito absoluto de esta increíble y
casi efectiva ley astronómica.