El documento presenta una introducción al libro "Qosqo, Capital Sagrada de los Inkas" que describe la ciudad de Qosqo. Explica que Qosqo fue la capital más importante del Imperio Incaico y actualmente es un museo vivo que preserva la cultura andina. El autor busca resumir la historia, cultura y tradiciones de Qosqo de una manera precisa para informar a los lectores.
Clasificaciones, modalidades y tendencias de investigación educativa.
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“Qosqo, Capital Sagrada de los
Inkas”
Vicente Goyzueta - 1995
PREFACIO
El Qosqo, la más importante metrópoli precolombina en el
continente es repositorio y heredero de una tradición cultural
desarrollada en todo el territorio peruano desde 18 mil años
A.C. Es un museo vivo donde en su ambiente, su calor y sus
calles aún se perciben grandezas de épocas remotas. Hacer
una descripción o interpretación total del Qosqo y sus
privilegiados habitantes sería trabajo gigantesco de cientos y
aún miles de tomos. Es que el destino ha premiado a este
“Ombligo del Mundo” con privilegiada y excelsa calidad de
naturaleza, geografía y gente, capaz de haber desarrollado
una de las más avanzadas civilizaciones para su tiempo.
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Utilizamos el nombre de “Qosqo” porque así lo sugiere nuestra
consciencia; y porque creemos que es un deber moral de todo
hijo de esta sagrada tierra el reivindicar su pasado.
El presente trabajo es un intento por querer resumir lo más
resaltante de la ciudad y su región, su historia, su gente, sus
tradiciones y vida en constante evolución. Surge considerando
la necesidad de dar información precisa o por lo menos lo más
cercana posible a la realidad histórica y actual, para lo cual
fue necesario sacudirse de prejuicios y conocimientos a-priori
que normalmente la tradición y las sociedades marcan en
nuestras vidas. Fue de invalorable valor el haber vivido en esta
longeva ciudad por toda una vida; haber respirado su aire
escaso en oxígeno, pero puro y vitalizador entremezclado con
gloria, pasión, sufrimiento y desesperanza. Nos sentimos
vástagos de la Pachamama engendrados por el sagrado
“Willkamayu” que arrastra el agua límpida de deshielos de
imponentes glaciares como el “Apu Ausangate” que por siempre
protege al Qosqo y sus hijos.
El presente es también un homenaje al hombre andino,
heredero de un grandioso pasado y creador de cultura propia,
al que hoy injusta, despectiva y prejuiciosamente algunos
segmentos sociales, y no pocos estudiosos llaman “indio”
evitando reconocer que es esa raza desdeñada la que forjó el
Perú moderno. No es posible permanecer insensibles o ciegos
ante la realidad de que el Perú es muy complejo y aunque
muchos en este país de “indios”, “cholos” y “mestizos” se
precian poseer “sangre azul”, lo grande que tiene esta tierra
es producto de la capacidad creadora del hombre andino. Es
contradictorio que mientras a comienzos del siglo XXI miles
de hombres cultos e inteligentes del planeta admiran
fervientemente las obras de Perú antiguo, hoy se niegue la
mínima dignidad a los herederos de sus autores.
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La naturaleza del presente trabajo y el público al que está
dirigido, hacen que se tenga que prescindir de las formales
normas de investigación científica; sin embargo, los
conocimientos plasmados, que no son novedosos, tienen fuerte
respaldo en las cátedras asimiladas en las facultades de
Turismo y Antropología de la Tricentenaria Universidad
Nacional San Antonio Abad del Cusco, a cuyos docentes
recuerdo con especial cariño y gratitud. Hago especial
referencia a los doctores Víctor Angles, Manuel Chávez, Luis
Barreda, Jorge Flores, Demetrio Roca, Justo Paucar, Efraín
Bellido y muchos otros ilustres estudiosos que en nuestra
formación nos enseñaron a amar el Qosqo con pasión y
nutrirnos de su glorioso pasado. Fue de mucha ayuda además
la experiencia acumulada a lo largo de una década en el
desempeño de la profesión de Guía de Turistas. Hago también
un especial homenaje al visitante de estas tierras que con su
interés e inquietudes hacen que los peruanos de hoy nos
preocupemos cada vez más sobre nuestro legado; espero que
sus dudas, preguntas e inquietudes sean absueltas por el
presente manual.
“Runa Simi” o “Quechua” es el idioma de los Inkas;
originalmente no fue lengua escrita pero tiene hoy una
consistente ortografía que traté de seguir. El idioma se
muestra algo problemático para muchos occidentales; por
ejemplo, muchas consonantes tienen tres diferentes variantes
al ser pronunciadas y dependiendo de ellas los significados son
diferentes. Así:
Qata = Cubierta
Qhata = Desnivel
Q’ata = Turbio (a)
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Otra intención es además, la de ofrecer información sobre
esta cuna de la peruanidad, desde el punto de vista de un
peruano de los Andes común y corriente (al igual que la
mayoría de peruanos), que casi siempre se mantiene
sorprendido pero callado ante interpretaciones erróneas y a
veces ensombrecidas por prejuicios raciales, sociales y
económicos, en que muchos autores foráneos incurren.
Vicente Goyzueta
INFORMACIÓN GENERAL
NOMBRE DE LA CIUDAD.- En la actualidad existe cierta
incertidumbre en cuanto a la forma de denominar
correctamente a la ciudad. De acuerdo a algunos cronistas, en
los primeros siglos de la existencia de lo que posteriormente
sería la más importante ciudad en la Sudamérica precolombina
su nombre fue Akamama, que de acuerdo a Guaman Poma de
Ayala quiere decir “madre de la chicha” (posiblemente fue
Aqhamama o “madre chicha”), seguramente ese nombre entró
en desuso al inicio del desarrollo inkásico. Cuando ésta fue la
antigua Capital del Tawantinsuyo se la llamó Qosqo que
normalmente se traduce como “ombligo”, ésta es la
denominación normal para el hombre Quechua-Andino. Mas, al
producirse la conquista española el nombre sufrió una
mutación adrede y fue transformado en Cuzco, palabra que de
acuerdo con el diccionario de la lengua española tiene una
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connotación peyorativa y quiere decir “hipócrita”, “jorobado” o
“perrito”; así posiblemente se intentó satirizar o minimizar a la
ciudad. Posteriormente el nombre fue cambiado por Cusco, al
no pronunciarse aquí la “z” como en España. Hacia inicios del
siglo XXI un fuerte movimiento social trata de reivindicar el
nombre original de la Ciudad. Así, a partir del 20 de junio de
1990, la Municipalidad de la Ciudad mediante el Acuerdo
Municipal Nº 078-A/MC-SG-90, instituyó para uso oficial el
nombre de Qosqo.
POBLACIÓN.- La proyección poblacional en la ciudad del
Qosqo para inicios del siglo XXI es de unos 300,000
habitantes, con una tasa de crecimiento aproximada del 4%
anual. Al final de 3 siglos de administración colonial española,
esta ciudad tenía el año de 1821 unos 40 mil habitantes;
mientras que en el apogeo del Tawantinsuyo debió tener entre
225 a 300 mil habitantes.
ALTITUD.- 3,400 metros sobre el nivel del mar (11,150 pies).
La altura en la que se encuentra la ciudad hace que en
ciertos casos personas no adaptadas a ella tengan problemas
como consecuencia de la escasez de oxígeno ya que en este
caso existe una relación inversa: a mayor altura menor
cantidad de oxígeno, este fenómeno hace que quienes vivimos
en altura hayamos desarrollado nuestros corazones y
pulmones de un tamaño superior al normal y que nuestra
sangre contenga mayor cantidad de glóbulos rojos. La escasez
de oxígeno produce lo que se conoce como mal de altura,
soroche, o mal de Monge que se manifiesta de diversos modos
como somnolencia, dolores de cabeza, mayor excitabilidad,
deficiencia en la respiración y una más baja percepción del
dolor y el gusto; los reflejos del tendón son más lentos, puede
haber pérdida de peso, deficiencia de la tiroides, edema
pulmonar o infecciones. Las mujeres pueden experimentar
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dismenorrea o amenorrea, y muchos viajeros experimentan
desordenes psicológicos o mentales. Para ciertas personas,
adaptarse a ciertas alturas puede tomar días, semanas o aún
años.
LATITUD.- 13° 30’ 45”, por nuestra latitud deberíamos tener
un clima ecuatorial o tropical. El Qosqo es templado por la
altura en la que se encuentra.
LONGITUD.- 71° 58’ 33”, tenemos un retraso de 5 horas en
relación al GMT.
TEMPERATURA.- Es relativamente fría moderada, las medias
anuales en la provincia fluctúan entre 10.3° y 11.3° Celsius
(Centígrados), es decir entre 50° y 52° Fahrenheit. En
comparación con las abruptas diferencias de temperatura en
casi todo el mundo entre el verano e invierno, aquí se tiene
una relativa uniformidad porque normalmente se siente frío
durante la noche y las primeras horas de la mañana mientras
que al mediodía la temperatura aumenta considerablemente.
En las madrugadas de los meses de junio y julio que son los
meses más fríos la temperatura desciende frecuentemente a
5° y 7°C bajo cero (23° y 19°F).
PRECIPITACIÓN PLUVIAL.- La altura en la que se encuentra
la ciudad y su proximidad a la línea ecuatorial hacen que su
clima sea muy especial. Mientras normalmente alrededor del
mundo se conocen las cuatro estaciones clásicas, aquí sólo se
puede hablar de 2 bien marcadas: una estación de sequía o
estío y otra de lluvias. La estación de sequía empieza
aproximadamente en mayo hasta octubre y la de lluvias de
noviembre a abril, en general las precipitaciones pluviales
fluctúan entre 600 y 880 mm. al año (entre 31.5 y 34.5
pulgadas).
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HUMEDAD RELATIVA.- En la parte baja del Valle del Qosqo
hay un promedio de humedad relativa de 64%.
SUPERFICIE.-
- República del Perú: 1’285,215 Km²
- Región Inka: 175,280 Km²
- Departamento del Qosqo: 76,225 Km²
- Provincia del Qosqo: 523 Km².
VEGETACIÓN.- Es indudable que el paisaje original del valle en
que se encuentra la ciudad ha sufrido grandes
transformaciones. El Inkario se caracterizó por ser una
cultura ecologista que aprendió a respetar y convivir con la
naturaleza; los suelos debieron estar cubiertos por pastos
ralos, ichu o paja brava (Stipa ichu), arbustos y árboles
nativos. Entre las plantas y arbustos originarios más
representativos se cuentan: ñucchu (Salvia oppositiflora),
yerba mora o ccaya-ccaya (Solanum nigrum), lengua de vaca o
llaque (Rumex crispus), llantén macho o waqa kallo (Plantago
hirtella), ortiga menor o quisa (Urtica urens), yawar ch’onka
(Oenothera rosea), ch’iri-ch’iri (Grindelia boliviana), cancer cora
(Stachys bogotensis), trinitaria o wallwa (Psoralea mexicana),
q’eto-q’eto (Gnaphalium spicatum), tabaco cimarrón o
qhamasayri (Nicotiana paniculata), supai karko (Nicotiana
glauca), alkoquiska (Xanthium spinosum), diente de león o pilli-
pilli (Taraxacum officinale), cola de caballo o pinco-pinco
(Ephedra americana), muña (Minthostachys spicata), chicchipa
(Tagetes mandoni), verbena (Verbena litoralis), t’ankar quiska
(Solanum pseudolicioides), llaulli (Barnadesia horrida), kantu
(Cantua buxifolia), marqhu (Ambrosia peruviana), q’era (Lupinus
condesuflorus), manca p’aki (Eupatorium sternbergianum),
rata-rata (Abutilon arboreum), runto-runto (Calceolaria
cuneiformis), floripondio (datura arborea), floripondio rojo
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(Datura sanguínea) roq’e (Colletia spinosissima), panti (Cosmos
peucedanifolius), monte achira (Canna iridiflora), achupalla
(Pitcairnia ferruginea), kcayara (Puya herrerrae), aguaimanto
(Prumus), chunta paqpa (Fourcroya andina), paqpa o maguey
(Agave americana), tuna (Opuntia ficus indica), p’ata quiska
(Opuntia exaltata), jawaq’ollay o gigantón (Trichocereus
cuzcoensis), atoq-wakachi (Opuntia tunicata), niwa (Cortadería
rudiuscula), ch’illca (Baccharis polyanta), maych’a o árnica
(Senecio pseudotites), achankarai (Begonia sp.), etc.
Entre los árboles nativos más importantes se cuentan:
chachacomo (Escallonia resinosa), molle o falsa pimienta
(Schinus molle), kiswar (Buddleia longifolia o incana), qolle
(Buddleia coriácea), sauco (Sambucus peruviana), capulí
(Physalis peruviana), lloq’e (Kageneckia lanceolata), tara
(Caesalpinia spinosa), huayruro (Citharexylum herrerae), aliso o
lambran (Alnus jorulensis), cedro (Cedrela herrerae), pisonay
(Erythrina falcata), sauce real (Salix humboldtiana), waranway
(Tecoma sambucifolia), q’euña (Polylepis incana o racemosa),
etc.
A partir de la conquista, los habitantes de la ciudad han ido
exterminando paulatinamente muchos de los arbustos y casi
todos los árboles nativos del valle cuya madera ha sido
utilizada como leña; hoy dominan la ciudad los árboles de
eucalipto (Eucaliptus globulus) que fueron importados de
Australia más o menos en 1880. Por su parte, otro elemento
que ha cambiado el paisaje original del valle es la presencia de
del pasto denominado kikuyo o grama (Pennisetun
clandestinum), gramínea nativa de Eritrea y Abisinia (actual
Etiopía) que fue importada de Kenya, plantada por primera
vez en el Valle del Qosqo en 1928. Al principio fue traída con
fines ornamentales y como pasto para el ganado, hoy se ha
extendido aún hasta las punas andinas como una plaga que
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reduce las tierras de cultivo; es pues un pasto apreciado por
ganaderos, pero odiado por agricultores.
OROGRAFÍA.- El Valle del Qosqo se encuentra en medio de los
Andes peruanos, al oeste y no muy lejos de lo que se denomina
“Nudo de Vilcanota”; las montañas en su entorno contienen
mayormente rocas sedimentarias, sin embargo también hay
una formación calcárea importante y algunos “stocks” o
troncos ígneos. Entre las montañas más importantes que
circundan la ciudad, siguiendo el sentido de la agujas del reloj
se cuentan, hacia el norte los cerros Saqsaywaman, Pukamoqo,
Socorro y mucho más lejos el Senqa (4400 mts., 14432 ft.) y el
Fortaleza (4193 mts., 13750 ft.), más al este se encuentran el
Píkol (4482 mts., 14700 ft.) y la cadena de Pachatusan (4842
mts., 15880 ft.) ; hacia el sureste están el Machu Loma, el
mítico Wanakauri (4080 mts., 13382 ft.), el Santa Ana; hacia el
sur en la distancia el Anawarque (4050 mts., 13284 ft.), el
Qachona, y más cerca el Choqo, Araja, Muyu-Orqo y el
Condoroma cuyo flanco cercano a la ciudad se denomina
Araway Qhata donde hoy se lee la inscripción “Viva el Perú”;
hacia el sudoeste están el Pukín, Waman Charpa y más lejos el
Mama Simona (4300 mts., 14105 ft.); al oeste dominan el K’illki
y el Picchu (3820 mts., 12530 ft.) sobre cuya cumbre hoy
existen muchas antenas de microondas.
Además, en la región también se hallan cadenas de montañas
bastante importantes, resaltando la Cordillera de Vilcanota
hacia el oriente de la ciudad y cuya cumbre más elevada es el
Ausangate sobre 6372 mts (20905 ft). La Cordillera de
Urubamba hacia el noroccidente, cuya cima más alta es La
Verónica sobre 5682 mts. (18641 ft). Y la Cordillera de
Vilcabamba hacia el occidente de la ciudad, y cuya cumbre más
alta se halla en el Salkantay a 6271 mts. (20574 ft).
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CALENDARIO FESTIVO
Enero
- Hasta el 06, exhibición de Nacimientos Típicos
en iglesias y hogares cusqueños;
- 06, “Bajada de Reyes”, Festival religioso y
folklórico importante en Ollantaytambo
Febrero
- (fecha movible) Festivales carnavalescos
folklóricos en diversos pueblos del Valle Sagrado
de los Inkas
Marzo
- (movible) Semana Santa. Procesión del Señor
de los Temblores en Lunes Santo; y durante la
semana diversas procesiones y exhibición de la
eucaristía;
- 23, Refundación española del Qosqo
Mayo
- 02, “Cruz Velacuy” Fiesta de la Cruz en el
Qosqo y casi todos los pueblos andinos que se
prolonga aún hasta el día 04;
- (movible entre mayo y junio) Festividad del
“Señor de Qoyllurit’i”, en la montaña de
Sinakhara en las proximidades de Ocongate,
incluye peregrinación y ambiente folklórico
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Junio
- (movible) “Corpus Christi”, incluye procesiones
de Vírgenes y Santos de casi todas las
parroquias con acompañamiento folklórico;
expendio de frutas y platos locales en la calle
Plateros. El plato por excelencia en la fiesta es
el “Chiri Uchu”;
- Domingo anterior al 24, Festival folklórico de
Rajch’i en el templo de Wiraqocha, distrito de
San Pedro, provincia de Canchis;
- 24, Escenificación del “Inti Raymi” (Fiesta del
Sol) en la explanada de Saqsaywaman; incluye
vestimenta inkásica y demostración folklórica;
- 29, Fiesta de San Pedro y San Pablo en la
parroquia de San Pedro de la ciudad y los
distritos que llevan sus nombres en la provincia
de Canchis;
Julio
- 16, “Virgen del Carmen”, gran festividad
religiosa y folklórica en la población de
Paucartambo al igual que en P’isaq;
- 25 al 29, Festival del Café en Quillabamba
Agosto
- Ultimo domingo del mes, Escenificación del
“Warachikuy” en Saqsaywaman;
Setiembre
- 14, Fiesta del “Señor de Huanca”; con
peregrinación desde la ciudad y Feria en la
población de San Salvador;
- Semana Turística, con diversas actividades
culturales y deportivas con día central el 27;
- 30, Fiesta de San Jerónimo en el distrito del
mismo nombre
Octubre
- Fiesta de San Francisco en Tinta, Urcos y
Maras
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Noviembre
- 01, Día de los Difuntos, visitas a los
cementerios;
- 02, Día de Todos los Santos, expendio de
panes con forma de “wawas” (muñecas) y
“caballitos”, consumo de “Lechón” y “Tamales”
Diciembre
- 19, Festival Gastronómico en Andahuaylillas;
- 24, “Santurantikuy”, exhibición y venta
artesanal en la Plaza de Armas del Qosqo;
- 25, Navidad Cusqueña.
GASTRONOMÍA REGIONAL
El arte culinario en los Andes peruanos es bastante variado,
muchos de los platos que a continuación se mencionan tienen
origen prehispánico, otros surgieron en la colonia y la
república y su consumo es intensivo. También se incluyen
algunos platos costeños que son muy preferidos en la región;
• Cuy Asado; Qowi, Cuy, Cuye, o conejillo de indias (Cavia
porcellus linnaens), es el plato más simbólico e importante de
la región, consumido en las más importantes fiestas y
celebraciones; asado al horno y aderezado con Wakatay
(huatacay), ajos, comino y sal.
• Pepián de Cuy; es un guiso preparado en base a trozos
de cuy fritos, aderezado con maní, ajos, pimienta, cebollas y
sal; servido con arroz y papas hervidas.
• Rocoto Relleno; rocoto (Capsicum annuun) es un pimiento
o chile local picante hervido y relleno con carne molida, maní,
pasas, arvejas, queso; bañado en huevo batido y frito.
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• Chiri Uchu (ají frío); se trata de un plato servido siempre
frío que consta de trozos pequeños de cuy asado, pollo al
horno, ch’arki o chalona (carne seco-salada) hervida,
embutidos, cau-cau (hueveras de pescado), queso, torrejas de
harina de maíz, maíz tostado, qocha yuyo (algas marinas
secas) y rocoto.
• Choclo con Queso; consiste en mazorcas tiernas de maíz
hervidas y servidas con trozos de queso.
• Chicharrones; son trozos de carne de puerco fritos en su
propia grasa, servidos con papas fritas en trozos grandes,
mote (maíz seco y luego hervido), y ensalada de cebollas con
hierba buena.
• Lechón; consiste en carne de puerco tierno asado al
horno y condimentado con ají amarillo, ajos, comino y cebollas.
• Adobo; es un guiso en base a trozos de carne de puerco,
macerados y hervidos en “chicha de jora” (cerveza local
fermentada hecha de maíz); bastante aderezado con ají
amarillo y servido con cebollas enteras y rocoto hervidos.
• K’apchi de setas; se trata de un potaje a manera de
guiso cuyos ingredientes son las setas o champiñones
(Marasnicios alboericius), habas verdes, papas y leche, servido
con arroz.
• Chairo; es una sopa local preparada con trocitos de
carne de cordero o res, trozos de tripas (choncholin), tocino,
papas, zapallo, moraya (papa amarga deshidratada), ollucos
(Ullucus tuberosus), trigo, maíz, zanahorias y repollo (col).
• Sara Lawa; es una crema muy andina hecha de maíz
tierno molido, papas, queso y huevos, aderezado con palillo.
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• Chuño Cola; es una crema consumida en los días más
fríos, preparada en base a harina de chuño negro (papa
deshidratada), con trozos de carne de res o cordero, papas,
garbanzos, arroz, y aderezada con ají amarillo, ajo, comino y
yerba buena.
• Picante de Tarwi; es un plato muy energético a base de
tarwi (Lupinus mutabilis) sin amargo, licuado con leche,
contiene papas, queso; aderezado con ajo, ají, cebollas, yerba
buena y wakatay; servido con bistec o arroz graneado.
• Chupe de Quinua; preparado a base de quinua
(Chenopodium quinoa) pelada y sin amargo; hervida con carne
de res o cordero, papas, zanahorias, col, habas verdes y
aderezado con cebollas, pimentón, ajo, yerba buena, cilantro y
orégano.
• T’impu o Puchero; es un potaje muy popular en los
carnavales, preparado en base a carne y cabeza de cordero,
carne de res, ch’arki, papas, choclo, col, garbanzos, camote y
yuca; servido con el caldo de todo lo anterior.
• Tamales; especie de panecillos elaborados a base de
harina de maíz blanco, con relleno de carne picada, aceitunas
y cebollas; cocidas al vapor en envolturas de maíz.
• Anticuchos; son broquetas de corazón de res,
escabechadas en vinagre y luego cocidas a la parrilla; servidas
con papas y “uchu-kuta” (rocoto molido con maní, wakatay y
otras especias)
• Escabeche de gallina o pescado; trozos de cualquiera de
estas carnes blancas, cebollas, coliflor, zanahorias, arvejas y
virraca previamente hervidas y escabechadas en vinagre,
servidas con lechugas y perejil picado.
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• Ají de gallina; se trata de un guiso hecho en base a carne
de gallina, aderezado con bastante maní molido y ají amarillo;
servido con arroz, papas, aceitunas y huevos duros.
• Cebiche; preparado a base de trozos pequeños de
pescado y otras carnes marinas, marinadas o escabechadas
en zumo de limón con cebollas y apio; condimentado con kion y
ajos, servido con camote, lechugas y maíz tostado.
Bebidas.
• Aqha o Chicha de Jora (chicha amarilla), es una bebida
alcohólica heredada desde el Inkario, preparada en base a
maíz amarillo seco y germinado que es molido y luego hervido.
El líquido es cernido en cestos grandes de cañas de “carrizos”
con “ichu” o paja brava, y fermentado durante tres días en
“rakis” o vasijas de cerámica; al final del proceso esta bebida
debe tener más o menos un 3% de contenido alcohólico.
• Frutillada, su elaboración es muy similar a la de la chicha
de jora, con la diferencia que a ésta se le adiciona frutilla
(fresa del Valle Sagrado) licuada que le da un sabor especial.
• Chicha de Quinua o Kiwicha; son bebidas refrescantes, no
alcohólicas, preparadas de harina de quinua (Chenopodium
quinoa) o kiwicha (Amaranthus caudatus) sin fermentación.
• Chicha Morada; bebida refrescante hecha del líquido
resultante de hervir mazorcas de maíz morado al que se le
agrega zumo de limón, endulzada con azúcar.
• Mate de Coca; es una infusión de hojas naturales de coca
(Erythroxilon). Es preferido en los pueblos andinos por tener
reconocidas propiedades medicinales; ayuda a disminuir los
malestares causados por la altura, como mareos, somnolencia,
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dolores de cabeza, etc. La gente lo bebe también para calmar
sus afecciones en la garganta y cuando tiene problemas
estomacales.
• Té piteado; es muy popular en zonas frígidas, consiste en
una taza de té normal u oriental al que se le añaden algunas
copas de aguardiente de caña.
• Pisco Sour; se ha convertido en una bebida clásica del
Perú, hecha a base de “Pisco” que es un licor nacional
elaborado de uvas blancas. A continuación, su receta para una
porción:
Ingredientes:
1 ½ onza de pisco de la
mejor calidad
¼ onza de zumo de limón
¼ onza de clara de huevo
½ onza de jarabe de goma
3 cubos de hielo
1 pizca de amargo de
angostura
1 rodaja de limón
Preparación:
Mezclar todos los ingredientes
en una coctelera o batidora
sin la angostura ni la rodaja
de limón, agitar o batir
durante 10 segundos, luego
servir y añadir la pizca de
angostura en medio del pisco
sour y decorar con la rodaja
de limón al borde del vaso.
También mientras permanece en el Qosqo trate de probar la
cerveza local “cerveza cusqueña” que es una de las mejores en
el Perú; y cuya propaganda dice que es “hecha con el agua de
los Inkas”. En efecto, el agua que discurría en la fuente
Inkásica de Q’enqo fue canalizada y llevada a la fábrica de la
“cusqueña”.
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EL QOSQO EN LA HISTORIA.
Queda aún en la oscuridad del pasado las condiciones y fecha
de cuándo el hombre empezó a habitar este continente. Sin
embargo, la versión más aceptada por la ciencia es la que
indica que el hombre americano procede del continente
asiático y que aprovechando el congelamiento oceánico en el
estrecho de Bering pudo cruzar hacia este lado del mundo. De
acuerdo a la arqueología el hombre de Nevada, EE.UU., debió
vivir hace 30 o 50 mil años. En el caso del Perú, en 1969 Mac
Neish reveló las fechas más antiguas para los primeros
peruanos: 18 a 20 mil años A.C. para el hombre de Pacaicasa
en Ayacucho, edad que está dentro de la esfera de la lógica
por haber sido determinada con la técnica de datación
absoluta del Radiocarbono o Carbono 14. A partir de entonces
el hombre se desplaza por diversos lugares de los Andes
Peruanos. En la región del Qosqo se conocen algunas
ocupaciones en el Precerámico teniendo como los más antiguos
y aún recolectores a los hombres de Yauri y Chumbivilcas con
una antigüedad aproximada de 5 mil años A.C., posteriormente
se tiene los pastores de las zonas de Canas y Chawaytiri
(estas ocupaciones anteriores son hipotéticas), y más
adelante como agricultores a los hombres de Qorqa. Es en el
período Formativo cuando el hombre hace su aparición en el
Valle del Watanay o Valle del Qosqo; la más antigua ocupación
sedentaria en este valle en una primera fase se inicia en
Marcavalle al este de la actual ciudad, con una población
relativamente organizada de agricultores y pastores que
utilizaban cerámica aproximadamente a partir del año 1,000
A.C. Con ellos se inicia prácticamente la vida de la ciudad del
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Qosqo que hoy es considerada como la ciudad viva más antigua
en el Continente Americano con una ocupación continua de
unos 3,000 años hasta la actualidad. En una segunda fase se
desarrolla la cultura Chanapata mas o menos en el año 800
A.C. Más adelante surgen los Estados Regionales siendo uno de
los primeros el de Qotakalli allá por el año 600 D.C.
Probablemente por el año 750 D.C. se produce la invasión de
los Wari en la zona del Qosqo que construyeron los edificios
de lo que hoy se denomina Pikillaqta; y con posterioridad por
el año 800 D.C. se forma el Estado Regional de Killki y luego el
de Lucre alrededor de 1,000 D.C. Lo que tradicionalmente se
conoce como la civilización, imperio o estado Inka empieza
aproximadamente allá por el año 1,200 D.C. en su fase inicial y
después más o menos en 1,400 D.C. en su fase expansiva. Una
de las épocas más oscuras en la vida de la ciudad se inicia en
1,533 con el arribo y posterior invasión y etnocidio español.
Aún es difícil aseverar categóricamente quienes fueron los
primeros fundadores o cual sería la fundación válida de la
ciudad del Qosqo. Podrían ser los pobladores de Marcavalle;
Víctor Angles insinúa que serían los Sawasiras, Antasayas y
Wallas, tribus asentadas en el valle antes del desarrollo del
Tawantinsuyo. Otra fundación sería la del primer Inka: Manko
Qhapaq; también se aduce que Pachakuteq, el noveno Inka
realizó otra fundación. Y, por último, después del arribo de los
primeros españoles a la ciudad el 15 de noviembre de l533,
Francisco Pizarro la fundó a la usanza española el lunes 23 de
marzo de 1534, a nombre del rey de España con el nombre y
título de: LA MUY NOBLE Y GRAN CIUDAD DEL CUZCO.
En 1535 Pizarro fundó la nueva capital en Lima que ganaría
importancia y poder aún hasta nuestros días. En 1536 Manko
Inka inició la larga y cruenta guerra contra los invasores
europeos con un sitio de la ciudad por lapso de 8 meses y
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finalmente en 1572 despues de 36 años de guerra, el último
emperador de la dinastía de los Inkas Tupaq Amaru I, luego
de su derrota y captura en Vilcabamba fue ejecutado
seccionándosele la cabeza en la Plaza de Armas de la ciudad.
En 1650 la ciudad se vio afectada por un violento terremoto
que trajo abajo casi toda construcción colonial; y
posteriormente en 1780 la ciudad se vio nuevamente
convulsionada pero esta vez por un terremoto social: la
revolución de Tupaq Amaru II (hoy tradicionalmente se usa la
forma españolizada de su nombre que fue José Gabriel Thupa
Amaro Inga, como él mismo lo firmaba), quien propendía a la
emancipación del Perú. Desafortunadamente fue traicionado,
vencido y luego ejecutado al igual que toda su familia y
seguidores en la misma Plaza de Armas de la ciudad. Entre
1814-15, Mateo Pumakawa cacique de Chinchero que en su
juventud había luchado contra Tupaq Amaru II, se alzó en
armas en el Qosqo junto a los hermanos Angulo y otros
patriotas por la emancipación del Perú, fueron vencidos y
posteriormente ejecutados por el ejército pro-hispano. En 1821
el Perú consiguió su independencia de España al final de un
proceso largo, cruel y sangriento desarrollado en toda la
América hispánica. En 1933 el XXV Congreso de Americanistas
reunido en la Ciudad de la Plata, Argentina, declaró a la
ciudad del Qosqo: “Capital Arqueológica de Sudamérica”. En
1950 otro gran terremoto con 7° en la escala de Mercalli
azotó la antigua Capital del Tawantinsuyo dejando sólo una
cuarta parte de sus construcciones habitables. En 1978 la VII
Convención de Alcaldes de las Grandes Ciudades del Mundo,
reunida en Milán, acordó declarar a la ciudad: “Patrimonio
Cultural del Mundo”. En París, el 9 de diciembre de 1983, la
UNESCO declaró al Qosqo como “Patrimonio Cultural de la
Humanidad”. El 22 de diciembre de 1983, el gobierno peruano
mediante ley Nº 23765 declaró a la ciudad como “Capital
Turística del Perú”, a su vez como “Patrimonio Cultural de la
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Nación”. Hoy el Qosqo es capital del departamento del mismo
nombre y a su vez sede de la Región Inka establecida a
finales de la década de los 90, conformada con los
departamentos de Apurimac y Madre de Dios. La Constitución
Política del Perú de 1993 declara a la ciudad del Qosqo como
su Capital Histórica.
EL TAWANTINSUYO
Tradicionalmente cuando se habla sobre la civilización
desarrollada en esta parte de los Andes a partir del año
1,100 D.C. se dice la cultura, civilización, imperio, estado,
arquitectura, etc. “Inka”; es muy probable que éste no sea el
término más correcto para denominarla, ya que como se
conoce en época prehispánica “Inka” fue solamente una
persona: el Rey, Emperador, Jefe Supremo, Jefe de Estado, o
como quiera denominarsele. De tal modo que había sólo un
“Sapan Inka” que ocupaba la cúspide de su estratificación
social piramidal; seguido por la nobleza u “orejones”
(denominados así por los conquistadores como consecuencia de
su deformación lobular debido al uso de pendientes y adornos
pesados que los diferenciaba de los demás). Seguían los “runa”
o el pueblo en general; después estaban los “mitimaes de
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castigo” o gente desplazada de sus lugares de origen, y al
final los “Yanaconas” que se dedicaban a tareas de servicio
doméstico. La lengua oficial en todo su territorio era el “Runa
Simi” que en español significaría “idioma del hombre”, lengua que
también es conocida como “Quechua” o “Quichua” en algunos
sectores andinos, formas españolizadas del original “Qheswa”.
Muchos estudiosos contemporáneos para referirse a la
civilización en mención utilizan el sustantivo “Quechua” o “Los
Quechuas”, por lo que en el presente trabajo utilizamos
indistintamente ambos sustantivos: Inkas y Quechuas. El
territorio ocupado por ellos, su patria o nación era el
Tawantinsuyo, nombre compuesto que proviene de dos voces
Quechuas, “tawa”: cuatro y “suyo”: nación o estado; de tal
manera que Tawantinsuyo en el sentido idiomático Quechua es
un todo que tiene cuatro naciones, aunque de un modo
bastante arbitrario muchos trabajos traducen Tawantinsuyo
como “los cuatro cuartos o porciones del mundo”.
La distribución y planificación espacial entre los Quechuas
estaba basada en algunos aspectos elementales de su vida
cotidiana, tuvieron siempre en cuenta las relaciones de
dualidad, tripartición o cuatripartición. El Tawantinsuyo estaba
dividido en cuatro “suyos” cuyo ángulo central estaba en la
ciudad del Qosqo, su capital. Qosqo es aparentemente un
arcaísmo que de acuerdo a los cronistas significaba “ombligo” o
“centro” del mundo, que en este caso vendría a ser el centro u
ombligo del Tawantinsuyo. A partir del ángulo sur oriental de
la plaza principal de la ciudad partían también cuatro caminos
hacia los cuatro “suyos” o naciones cuyos nombres aún se
utilizan en diversos sectores del Andes. Hacia el noroeste de
la Capital se encontraba el “Chinchaysuyo” extendiéndose aún
hasta el río Ancashmayo en Pasto, actual Colombia a 4° de
latitud norte; hacia el suroeste estaba el “Contisuyo” ocupando
parte de la costa peruana y llegando hasta el río Maule al sur
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de Chile a 36° de latitud sur. Hacia el sureste se encontraba
el “Collasuyo” ocupando todo lo que hoy es Bolivia y
extendiéndose aún hasta Tucumán en la actual Argentina;
hacia el noreste en los valles subtropicales y hasta el inicio de
la selva amazónica baja se encontraba el “Antisuyo”. En suma,
lo que conocemos como el territorio de los Inkas se extendió
sobre un área de más de 3’000,000 Km² (más del doble del
territorio peruano actual) y cubrió unos 5,000 Km. de costas
en el Océano Pacífico.
El éxito del Tawantinsuyo se debió a algunos factores que son
carentes en el Perú de hoy y que se basaron en el orden: un
orden social, económico y jurídico acorde a la realidad del
momento; los Quechuas fueron un pueblo altamente organizado
donde cada aspecto de su vida cotidiana estaba enmarcado
en el respeto y seguimiento obediente de leyes permanentes e
inalterables. La tradición ha institucionalizado tres leyes
básicas atribuidas al Tawantinsuyo que sintetizarían su orden;
Ama Sua, Ama Llulla, Ama Kella (no seas ladrón, mentiroso ni
perezoso); aunque en la historia contemporánea se aduce que
estos son preceptos creados en época colonial para conseguir
completa sumisión de la raza autóctona. Es obvio que en aquel
tiempo prehispánico el ordenamiento legal tendía a lograr
cierta homogeneidad en los pueblos, para alcanzar el standard
de vida alto para la época que poseían los Quechuas; se
instituyó el uso del “Runa Simi” como lengua oficial
tawantinsuyana. Se estableció un sistema de división de
tierras con partes destinadas al Sol, al Inka y al Estado,
para garantizar su floreciente sistema de seguridad social y
así socorrer al anciano, al huérfano, a la viuda o al caído en
desgracia. Y lógicamente la mayor porción de tierras fueron
destinadas a la dotación para la población común y corriente,
donde cada varón que nacía tenía derecho a un “topo” de
tierra cultivable y cada mujer a medio “topo” (topo o tupu:
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medida itinerante basada en el paso humano, equivalente a
2700 m² ó 0.27 Há); las tierras eran propiedad del estado y
no podían ser heredadas, por lo tanto, a la muerte de una
persona su porción de tierra era tomada por otra recién
nacida. Además, se estableció un sedentarismo planificado para
toda la población tratando de buscar el equilibrio tierra-
hombre con los “mitimaes” que fueron gentes o tribus
desplazadas de su lugar de origen.
Resulta realmente difícil catalogar o tipificar de manera
correcta la sociedad o estado Inka; incide o determina esto
la heterogénea gama de sistemas de interpretación histórica,
es decir las diferentes posiciones, filosofías, intereses,
nacionalidades y aún razas de los diversos estudiosos
ocupados en ello. De forma muy generalizada, quienes estudian
sólo o prioritariamente la nobleza Inka aducen que ésta fue
una sociedad esclavista o feudal temprana; quienes lo hacen
principalmente sobre el pueblo común o los “Runa” aducen que
fue socialista o social-imperialista. En síntesis, la sociedad
desarrollada, vivida y practicada por los Quechuas fue muy
particular, única, que no tiene equivalente en las sociedades
tradicionales europeas, por lo tanto su modo de producción es
también sui-géneris y debe ser considerado como tal, fuera de
los esquemas según muchos “infalibles”. Es inaudito argumentar
que el Tawantinsuyo fue una sociedad de la “edad de bronce”
sólo tomando en cuenta que fue el bronce el metal más duro
que alcanzaron, sin considerar su desarrollo en planificación,
organización social, agricultura, arquitectura, ingeniería, etc.,
que aventajó a muchas de las sociedades coetáneas del viejo
mundo. El Tawantinsuyo se caracterizó por su gobierno
monárquico y absoluto que desarrolló patrones paternalistas
con relación a su pueblo donde no existía la propiedad privada
pero tampoco el hambre; pueblo protegido y sin muchas
falencias que en contraparte se consagraba al trabajo y
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obediencia de la ley, haciendo en conjunto una sociedad no
perfecta pero sí muy equilibrada; consecuentemente, los
estudiosos modernos como José Tamayo tipifican al
Tawantinsuyo como una sociedad enmarcada dentro de la
“Teoría de la reciprocidad y la redistribución, y control
vertical de pisos ecológicos en la Sierra y Costa del Sur
peruano”.
EL INKA
“SAPAN INTIQ CHURIN” O “HIJO ÚNICO DEL SOL”
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Los orígenes de los primeros Inkas se pierden en la oscuridad
del pasado; el mito y la leyenda tratan de suplir esta pérdida
con leyendas diversas existiendo dos bastante divulgadas. La
primera indica que una vez el Inti Tayta o Padre Sol, al
observar el caos y hambre reinantes en la tierra decidió
enviar a sus dos hijos para establecer el orden, quienes
emergieron de las aguas del lago Titicaca con una barreta de
oro otorgada por su padre. El nombre de ese primer Inka
mítico fue Manko Qhapaq y su hermana y esposa a la vez fue
Mama Oqllo; ellos debían tratar de hundir la barreta en la
tierra y fundar en el lugar que sucediera la capital de su
nuevo reino; de acuerdo con la tradición la barreta fue
hundida en el cerro Wanakauri al sureste de la actual ciudad.
La interpretación de esta leyenda tiene un fuerte sustento
real ya que se indica que Manko Qhapaq representa a toda
una nación posiblemente de tiawanakenses que vivía en la
región del lago sagrado; como se sabe, los terrenos más
fértiles allá están precisamente alrededor del lago de tal
modo que hubo un momento en que la explosión demográfica y
la escasez de tierras obligó a la nación a buscar otra región
rica y amplia. Se aduce además, que posiblemente el estado
Tiawanako cuya capital estuvo en Taypiqala fue destruido por
invasores aymaras venidos de la zona de Tucumán y Coquimbo
en el sur y sus habitantes obligados así a emigrar hacia el
Valle del Qosqo. Está demostrado que la civilización Tiawanako
o Tiwanaku (nombre boliviano) tuvo participación decisiva en la
formación del Tawantinsuyo. La segunda leyenda es conocida
como de los “Hermanos Ayar” e indica que de tres ventanas en
el cerro Tamput’oqo en Pakariqtanpu a unos 25 Kms. al sur
del Qosqo, salieron cuatro hermanos que fueron Ayar Manko
(Manko Qhapaq), Ayar Kachi, Ayar Auka y Ayar Uchu con sus
respectivas esposas; quienes se dirigieron al cerro Wanakauri
y luego al Qosqo donde llegó sólo Manko Qhapaq y las mujeres
fundando la ciudad en nombre de Teqsi Wiraqocha y el Sol.
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Es indiscutible que el Estado Inka tenía una organización
política y social sui-géneris, su Jefe de Estado era el “Inka” o
“Sapan Inka” conocido también como “Sapan Intiq Churin” o
“Único Hijo del Sol” quien en condiciones normales debía poseer
una esposa principal cuyo nombre genérico era “Qoya”. De un
modo simple Inka equivaldría a Rey y Qoya a Reina. De
acuerdo con la tradición andina ambos eran descendientes del
“Inti” o Dios Sol; y para mantener y perpetuar su sangre
solar el Inka debía esposar siempre a su hermana; pareja de
la cual debía nacer el heredero al trono. Por su parte, el
“Sapan Inka” podía tener una cantidad ilimitada de concubinas
y cantidad similar de hijos, cuenta la tradición que Wayna
Qhapaq tenía más de 400 vástagos; esta prerrogativa era
válida sólo para el Inka quien ocasionalmente también podía
conceder una esposa adicional a nobles distinguidos.
El Inka era el resumen político y religioso de todo el
Tawantinsuyo, él debía ejercer una soberanía absoluta además
de ser venerado como un Dios Viviente ya que se consideraba
que era el Hijo del Sol. Su pueblo acataba con sumisión sus
órdenes y quienes lo rodeaban demostraban su reverencia
irrestricta acercándosele en actitud de extrema humildad,
para lo cual debían portar una carga en las espaldas e ir con
la mirada baja. Sólo los nobles más allegados a él le dirigían la
palabra y le servían de intermediarios en la conversación
oficial con el resto de la gente. Además de acuerdo con la
superstición de la época, junto a él estaban siempre algunas
de sus mujeres que le recogían los pelos y la saliva para
protegerlo de hechizos. Era transportado sobre una litera
dorada y su vestidura era de la mejor calidad de lana de
vicuña. Sólo él usaba la simbólica “Maskaypacha” o insignia real,
que era una especie de cordón multicolor que le sujetaba en
varias vueltas el “Llauto” o borla roja, enmarcada en oro y
adornada en la parte superior por un broche del que nacían
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tres vistosas plumas de “Qoriq’ente” (Colibrí Dorado),
distinguidas por su rareza. Grandes adornos dorados pendían
de sus orejas deformando sus lóbulos. Vestía una túnica hasta
la altura de la rodilla y una capa tejidas en lana de vicuña con
incrustaciones de esmeraldas y turquesa, tenía hombreras y
brazaletes de oro, en el pecho llevaba un pectoral dorado
grabado con la efigie estilizada del Sol. Sus pies estaban
cubiertos con “p’olkokuna” o zapatos hechos de cueros y pieles
de vicuña. La familia extendida del Inka formaba su “Panaka”
que a su muerte debía perpetuar la memoria de su historia y
cuidar de su “Mallki” (momia); era el segundo hijo al que se le
encomendaba su jefatura, puesto que el primogénito debía de
sucederle; aunque esto no siempre acontecía en la práctica.
En la actualidad no existe consenso en cuanto a la cantidad
exacta de Inkas que gobernaron el Tawantinsuyo desde su
establecimiento. Algunos cronistas e historiadores aducen que
fueron 14, otros que sólo 13; ésta última cantidad es la que
tiene más aceptación. La tradición histórica reconoce a los 8
primeros a partir de Manko Qhapaq hasta Wiraqocha como los
Inkas míticos. A la llegada de los conquistadores se tenía
memoria casi exacta sólo a partir de Pachakuteq que gobierna
entre los años 1438 y 1471 sucedido por Tupaq Inka Yupanqui
que gobierna entre 1471 y 1493, luego por Wayna Qhapaq
entre 1493 y 1527, posteriormente por Waskar entre 1527 y
1532, y por último por Atawallpa que usurpó el poder en
Tumipanpa (actual Cuenca en Ecuador) entre 1527 y 1533. Sin
embargo, la Dinastía de los Inkas no termina a la llegada del
invasor español, ya que con posterioridad hubo una sucesión de
gobernantes para la nacionalidad Quechua. Pizarro movido por
intereses diplomáticos nombró como Inka a Toparpa o Tupaq
Wallpa que fue envenenado camino al Qosqo. Mas adelante se
le reconoció el derecho al trono a Manko Inka o Manko II,
otro hijo de Wayna Qhapaq quien en 1536 inicia la larga guerra
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por el restablecimiento del Tawantinsuyo; asesinado éste en
Vilcabamba por dos fugitivos almagristas fue sucedido por su
hijo Sayri Tupaq que murió en Yucay luego de pactar
egoístamente con los conquistadores. Su hermano Titu Kusi
Yupanqui le sucedió volviendo a Vilcabamba para continuar con
la guerra y a su muerte por enfermedad otro hermano suyo,
Tupaq Amaru continuó con su ideal siendo astutamente
capturado por el capitán español Martín García Oñas de
Loyola (quien después esposaría a la sobrina del Inka); el Inka
fue conducido al Qosqo y ejecutado en la Plaza de Armas de
la Ciudad el 24 de setiembre de 1572, en presencia del Virrey
Francisco de Toledo; al final de 36 años de guerra por el
restablecimiento del Tawantinsuyo y los derechos de los
verdaderos propietarios de esta parte del mundo.
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RELIGIÓN INKASICA
Al igual que muchos de los elementos culturales inkásicos, su
religión es también producto de la evolución vivida en esta
parte del continente a través de milenios de convivencia con
la naturaleza. Es en síntesis una regla general para la religión
en el mundo que cuando el hombre no logra explicarse,
demostrar, o dominar algunos fenómenos o fuerzas superiores
o incontrolables por él, les de a éstos una explicación u origen
sobrenatural; así, una serpiente que con sólo un picadura podía
causar convulsiones y la muerte de un individuo era
considerada sagrada; un puma que era el más fuerte de los
animales en los Andes, incontrolable aún por el mismo hombre
era otro Dios; el rayo que causaba incendios y destrucción fue
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también otra deidad. Así decenas y hasta cientos de
elementos de los cuales el hombre era dependiente tuvieron y
todavía tienen un carácter divino. La religión es definida como
el conjunto de creencias y valores morales que rigen la
conducta individual y social, como asimismo la práctica de
rituales que el hombre establece para mantenerse en
contacto con lo divino.
En el Inkario, como consecuencia de su división social parece
haber existido también una cosmovisión privativa de la élite y
otra del vulgo; prueba de ello es que los templos eran muy
exclusivos y utilizados sólo por el Inka y los sacerdotes, por lo
tanto, estaban siempre protegidos y cerrados. Es evidente
que junto a las creencias que trataron de imponer los Inkas
en su territorio, simbolizadas por el Inti o Dios Sol,
supervivieron las preinkásicas presentando variantes según las
regiones de tradición común.
En términos generalizados se consideraba que todas las
deidades eran subordinadas y creadas por un Dios invisible,
eterno y todopoderoso que recibía el nombre de Wiraqocha
aunque se aduce que el verdadero nombre es Apu Kon Titi
Wiraqocha o también Illa Teqsi Wiraqocha, algunos estudiosos
indican que posiblemente ese mismo Dios era identificado con
otros nombres como Pachakamaq y Tonapa. El Dios Wiraqocha
transcendía los tres mundos de la antigua cosmovisión
peruana; su morada no se ubica, por lo tanto, ni en el Hanan
Pacha o mundo de arriba identificado con el espacio sideral, ni
en la faz de la tierra misma o Kay Pacha, ni en el Ukhu Pacha
o mundo de abajo identificado con el subsuelo. No obstante, el
Inti (Sol) fue la divinidad por excelencia entre los Quechuas,
se considera que fue el Dios más popular; el Inka era
considerado o se propagaba ser el Sapan Intiq Churin o el
Unico Hijo del Sol, y era necesario conferir importancia a su
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culto entre las tribus que conquistaba, razón por la que cada
ciudad o poblado debía infaliblemente poseer templos
dedicados a su culto. Es inobjetable que el más importante
templo para esa deidad masculina, identificada con el oro, era
el Qorikancha, conocido por algunos como Intikancha o
Intiwasi. En la religión Quechua se consideraba que la Luna o
Killa era una deidad femenina, identificada con la plata, la
esposa del Sol que ineludiblemente debía tener un templo muy
cercano al de su pareja masculina. El más importante
sacerdote en el Inkario era el Willaq Uma (Cabeza predictora)
que en condiciones normales era un familiar muy cercano al
Inka, sea su hermano o tío.
Un estudio de Luis E. Valcárcel indica que todos los dioses,
menos Wiraqocha, moraban en el “Hanan Pacha” y allá iban a
parar también los espíritus de los difuntos nobles; de ese
mundo procedían los Inkas como hijos del Sol. Dos seres
mitológicos establecían una comunicación constante entre los
distintos mundos de la cosmovisión prehispánica; desde el
“Ukhu Pacha” o mundo subterráneo recorrían el mundo
terrenal o “Kay Pacha” y se proyectaban a través del “Hanan
Pacha” o mundo celestial. Esos seres mitológicos eran
representados en forma de dos serpientes: Yakumama (madre
agua), al llegar a la superficie se transforma en “gran río” y al
pasar al mundo de arriba en el rayo o Illapa, que era
considerado como Dios de las aguas. La otra serpiente es
Sach’amama (madre árbol -en Quechua es femenino-), tiene
dos cabezas y camina verticalmente con lentitud y “apariencia
de árbol añoso”; al llegar al mundo celestial se transforma en
K’uychi o Arco Iris que es una deidad vinculada con la
fertilidad y fecundidad.
La Tierra o Madre Tierra conocida como Pachamama, deidad
pan-andina, fue y aún es en nuestros días objeto de culto en
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todo el macizo andino, al igual que en la costa la Qochamama
o Madre Mar. Por su parte las estrellas también ocupaban un
lugar preponderante en la religión prehispánica; muchas
estrellas y constelaciones, como la estrella Venus o Ch’aska, o
la constelación de las Pléyades tenían un carácter divino. Hoy
en día, el campesino de los Andes seguidor de la religión y
tradiciones inkásicas todavía utiliza algunas constelaciones
especialmente para poder predecir el futuro, de acuerdo al
brillo de sus estrellas se puede conocer por ejemplo si el
próximo año habrá lluvias, prosperidad, felicidad, desastres,
etc.
Muchos cronistas indican que Waka o Guaca fue un adoratorio
o elementos sagrados utilizados para rendir culto a diversos
dioses regionales, locales o familiares. Las Wakas como
adoratorios eran lugares donde residían los espíritus de los
difuntos, eran servidos por los Tarpuntay, sacerdotes (brujos
y hechiceros para los conquistadores) encargados de las
ceremonias religiosas en su honor quienes también hacían la
Much’ay (Mocha en su forma españolizada), es decir emitir
besos sonoros en la punta de los dedos y dirigirlos hacia los
dioses con los brazos extendidos; debido a que en una Waka
se hacía la “mocha”, ésta también se conoce como Mochadero.
Las Wakas en el Valle del Qosqo estaban alineadas en 41
Ceques o Seques, es decir líneas o rumbos imaginarios que
partían desde el Qorikancha o Templo del Sol siguiendo las
direcciones de los Cuatro Suyos. Polo de Ondegardo hizo una
relación de Ceques y Wakas existentes a mediados del siglo
XVI en la que se cuentan un total de 350 adoratorios. No
obstante, muchos estudiosos contemporáneos aducen que
fueron 365 las Wakas en este Valle, cada una de ellas
dedicada a cada uno de los días del año, ya que los Quechuas
al conocer solsticios y equinoccios conocían también el año
solar de 365 días, posiblemente dividido en meses lunares,
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“mes” en Quechua significa “killa” que a su vez quiere decir
“luna”.
Se consideraba que la vida de una persona o un linaje podía
emerger de un río, una montaña, una fuente de agua, un felino,
un ave, etc.; fuentes de existencia donde “aparecía”
súbitamente algún personaje mítico, éstas eran denominadas
Pakarina, en la creencia popular fueron muchas y eran tenidas
por entidades divinas. En los Ríos, Peñas (kjakja), los Cerros
(Orkjo), etc., residían espíritus que se invocaban con plegarias
y ofrendas. Sobre las montañas, en los puntos más altos de
los caminos (pasos o abras) con el transcurso del tiempo se
formaban las Apachetas o Apachejta, montículos o pilas de
piedras, coca masticada, “ushut’as” (sandalias) viejas, jirones
de ropa u otros elementos que los caminantes dejaban en
expresión de gratitud para los espíritus locales. Hoy, la
apacheta indígena ha sido reemplazada por la cruz que es
usada con profusión; su cristianización ha tenido quizá su
origen en el Concilio Provincial de Lima de 1567 citado por
Alberto Regal, en cuyo sumario se lee, “Que los adoratorios de
los caminos que los indios llaman Apachitas procuren los
sacerdotes cada uno su distrito quitarlos y deshacerlos del
todo, y en esto se les pone precepto, y si les parece cosa
decente pongan una cruz en su lugar (sic)”. Muy parecidas a
las Apachetas fueron las Thokankas (Thokay: escupir,
expectorar) que fueron grandes pedrones o rocas escarpadas,
situadas también sobre las cejas de los cerros y al pie de las
cuales los viajeros a pie descansaban y escupían sobre ellas su
“akul-iku” (bola de coca mascada) o un poco de maíz
masticado.
El arte de embalsamar personas muertas alcanzó un gran
desarrollo en el Perú prehispánico, en el Inkario todas las
personas eran embalsamadas en posición fetal, sin importar su
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condición social. La diferencia radicaba en que las momias de
gente común eran guardadas con todos sus elementos de uso
cotidiano y aún alimentos en cementerios casi siempre
ubicados en lugares de difícil acceso mientras que las momias
de gente noble se guardaban en Wakas o Templos. Las momias
o Mallki fueron objeto de culto, atendidas por su ayllu
(comunidad o grupo social organizado que constaba de unas
cien familias) o linaje como si se tratara de personas
vivientes; además, en algunas festividades importantes había
una procesión de los Mallki de los Jefes de Estado Inka y
algunos nobles alrededor de la Plaza Principal del Qosqo. Otro
elemento importante en la religión inkásica fueron los Wayke
(“hermano” en Quechua) que eran ídolos o representaciones de
personas nobles generalmente en tamaño natural, esculturas
de metales preciosos que también eran veneradas por creerse
ser depositarias del espíritu de la persona al contener cenizas
de los intestinos de esa persona en una pequeña caja a la
altura del pecho del ídolo. Cabe remarcar que en el Inkario los
metales preciosos no tenían un valor económico, sino casi
exclusivamente ceremonial, ya que por ejemplo, en este campo
las conchas marinas o Mullu (Spondylus sp.), tenían aún más
valor que el oro o plata.
Existen referencias de que en el Inkario se practicaba la
oración, el ayuno, la abstinencia sexual en festividades, y se
tenía un concepto de pecado. En las casas familiares se
tenían y aún hoy se tienen las Qonopa o Illa conocidas
también como Wasiqamayoq o Ullti que son ídolos o amuletos
familiares encargados de proteger la casa y traer buena
suerte y prosperidad. Son esculpidos en piedra con formas y
colores diversos, casi siempre en forma de camélidos
sudamericanos que en el lomo tienen un hoyo llamado “qocha”
(laguna) donde se vierte vino, chicha o alcohol durante el
“haywarisqa” (ceremonia de ofrecimiento de ofrendas, etc.) y
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donde también se deposita el “k’intu” es decir, tres hojas de
coca pegadas con “untu” (sebo) de llama.
Las ofrendas podían consistir en diversos elementos como
comidas, chicha o Aqha (bebida alcohólica fermentada hecha de
maíz), llamas, cuyes, etc. Las ofrendas consistentes en líquidos
eran vertidas en fuentes y canales denominados Phaqcha, así
se irrigaban chicha o sangre de animales en señal de sacrificio.
Ocasionalmente los alimentos y otras ofrendas se ofrecían en
forma de cenizas para que de esa manera pudieran llegar más
directamente a los dioses. Los sacrificios de animales se
ejecutaban para poder predecir el futuro mediante el estudio
de las vísceras, corazón, pulmones y otros órganos. Existe una
fuerte controversia en cuanto a la práctica o no de sacrificios
humanos en el Inkario; algunos cronistas españoles,
normalmente sacerdotes católicos, escribieron que en
circunstancias especiales se practicaban sacrificios de niños
(muchos estudiosos creen que esta posición surge como un
intento por querer justificar la conquista y el genocidio a
partir de la imposición del cristianismo). Tal es el caso del
sacerdote Vasco de Contreras y Valverde que utilizando
documentos diversos afirmó en 1649 que a la muerte de
Wayna Qhapaq “...Trajeron su cadáver a esta ciudad, donde en
sus honras se mataron cuatro mil personas...”. Por su parte,
Garcilaso Inca de la Vega establece categóricamente que los
Inkas habían ya dejado esa práctica de algunos pueblos
preinkásicos y a la letra dice “...no sacrificaron carne ni
sangre humana con muerte; antes lo abominaron y prohibieron
como el comerla; y si algunos historiadores lo han escrito, fue
porque los relatores los engañaron por no dividir las edades y
las provincias, dónde y cuándo se hacían los semejantes
sacrificios de hombres, mujeres y niños...”. En síntesis; hoy se
conoce que los Quechuas de ciertas provincias practicaban
algunos sacrificios humanos. Huaman Poma de Ayala escribió
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entre 1567 y 1615 que “Capacocha” era el nombre del sacrificio
de niños realizado dos veces al año, mientras que Cieza de
León escribió que ese era el nombre de todas las ofrendas y
regalos para sus ídolos; Pedro Sarmiento de Gamboa escribió
que “Capacocha” fue la “inmolación de dos niños varones y
otras dos niñas ante el ídolo de Huanacauri...”. Se supone que
tales sacrificios se llevaban a cabo cada año solamente en los
templos más importantes, la sangre humana no era derramada
en los menos venerados. Por su parte, Johan Reinhard (1992)
da información sobre restos de sacrificios humanos en la
cumbre de algunas montañas altas. El sacerdote Cobo escribió
por 1639 que al sacrificar niños, “Ellos eran muertos por
estrangulación con una cuerda y luego eran enterrados, a
veces eran emborrachados antes de ser muertos.” El antes
mencionado soldado español Pedro Cieza de León, llamado por
Von Hagen el “Príncipe de los Cronistas” escribió por 1553
“Muchos cuentan -quizás por alguno de esos escritores que
apresura su pluma- que hubieron días de fiesta cuando ellos
mataban mil o dos mil niños, y aun más indios, reforzados por
estas cosas hablamos de ellos para ocultar nuestras propias
debilidades y justificar el mal trato que ellos sufrieron en
nuestras manos. No digo que ellos no hacían sacrificios y que
ellos no mataban hombres y niños en tales sacrificios; sino que
no fue como se cuenta, no demasiado. Ellos hacían sacrificios
de animales y llamas de sus rebaños, pero muchos menos
seres humanos que lo que creí, muchos menos, como lo
relatare...”
Al producirse la conquista se suceden múltiples
acontecimientos y acciones tendientes a cambiar radical y
abruptamente la religión de todo un continente, germinada y
fortalecida en milenios de existencia. Uno de los objetivos
superlativos en la colonia fue el tratar de extirpar totalmente
la religión “pagana” o “idólatra” del Tawantinsuyo. Al
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establecerse las “Reducciones de Indios” en 1572 por el Virrey
Toledo (para algunos el Solón del Perú, gran organizador; pero
tirano y perverso para muchos otros) se trató de reunir a los
Quechuas en pueblos pequeños por 4 razones principales: para
controlarlos eficazmente; para recolectar más fácilmente los
tributos que los descendientes de los Inkas debían pagar a la
corona española; para explotarlos indiscriminadamente sin
remuneración o paga alguna por su trabajo; y para cambiar la
religión del Tawantinsuyo ya que así era más fácil empujarlos
en las iglesias. Se inicia con la tristemente célebre
“Extirpación de Idolatrías” por la que se debía destruir todo
aquello que tuviese alguna relación con la religión inkásica de
modo tal que los más importantes templos fueron quemados y
arrasados con frecuencia hasta sus cimientos; se inicia con
una versión peruana de la “caza de brujos” en la que el
Tarpuntay y el Willaq Uma andino eran considerados ya no
sacerdotes sino brujos o hechiceros y por ende fueron
víctimas potenciales o efectivas de la “Santa Inquisición”; en
suma se reprime, destruye y elimina a todo aquel seguidor o
practicante de religión ajena al cristianismo. No obstante, en
el pensamiento colonizador existían diversas posiciones en
cuanto a la religión y hombre andinos; es famosa la
controversia y disputa surgida entre el misionero e historiador
español Bartolomé de las Casas (1474-1568) y el polígrafo
también español Juan Ginés de Sepúlveda (1490-1573). De las
Casas aducía la imperiosa necesidad de evangelizar al
poblador del nuevo mundo en concordancia con los preceptos
cristianos; por su parte Ginés de Sepúlveda indicaba que
efectivamente había que evangelizar al “indio” andino, pero
antes había que humanizarlo. Lo anterior demuestra que, para
un importante segmento de los colonizadores españoles, el
hombre andino, creador de una de las más brillantes
civilizaciones del mundo, era una especie animal más que había
que humanizar.
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A pesar de que el catolicismo llegó a los Andes hace ya casi 5
siglos, es obvio que no ha tenido la fuerza o capacidad
suficientes para desterrar totalmente la religión ancestral del
Perú; a través de los siglos existió y aún existe una fuerte
resistencia cultural y religiosa, razón por la que muchos de los
dioses, templos y ceremonias del mundo prehispánico tienen
total vigencia. Tradicional, teórica u oficialmente se aduce que
la religión del país es el catolicismo, pero en la práctica se
demuestra que aquí se practican 2 religiones entremezcladas,
con una heroica continuidad religiosa y cultural autóctona de
los Andes. Al decir de Carmen Bernand, “Los incas no son un
pueblo fósil. Lo atestigua la vitalidad de su imagen al seno de
los campesinados contemporáneos, excluidos de toda decisión
política. Que estos incas sean fieles a la verdad histórica o
que sean alegóricos, que importa! ellos continúan viviendo en el
corazón de los ignorados de la modernidad...”
Los actuales representantes de la religión andina son los Paqo
que ostentan jerarquías diferentes en el sacerdocio y están
representados por los Kuraq Tayta, Altomisayoq y
Panpamisayoq. Son ellos quienes llevan a cabo ceremonias
diversas para venerar a los Apus que son espíritus o
divinidades mayores, a los Aukis o divinidades de menor
jerarquía, a la Pachamama o Madre Tierra, etc. Los
sacerdotes andinos preparan los Despachos y Pagos, es decir
ofrendas para sus deidades, y les ofrecen hojas de coca
seleccionadas entre las mejores y en forma de K’intu. El
“k’intu” básico consta de 3 hojas, la más grande y alargada
representa a los Apus o deidades masculinas, la mediana y
redondeada a la Pachamama o deidad femenina, y la más
pequeña y alargada a la humanidad. Las hojas son colocadas
una sobre la otra con la cara hacia un solo lado y sostenidas
entre el índice y el pulgar de la mano derecha mientras que
con la izquierda se las protege; cuando se desea mayor
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solemnidad del acto se preparan k’intus de 6 ó 9 hojas. En la
región del Qosqo existen algunas divinidades que resaltan en
importancia; es el caso del Apu Ausangate (espíritu de esa
montaña nívea) que es dueño del ganado en general, el Apu
Akhanaku en Paucartambo que es dueño de todos los
tubérculos andinos, el Apu Sawasiray entre Calca y
Paucartambo que se considera dueño del maíz, el Apu
Salkantay dueño de los productos selváticos. El Apu
Willkamayu (río Urubamba o Vilcanota) representa la virilidad
masculina materializada en el agua que fecunda la Pachamama,
porque arrastra el semen fertilizador de los nevados que le
otorga propiedades especiales.
En las últimas décadas la religión ancestral de los Andes viene
sufriendo cambios considerables como consecuencia de la
comercialización inducida por el turismo. Se observa la
aparición de numerosos “altomisayoq”, “panpamisayoq”, “paqos”
y curanderos que se llenan la boca con palabras como
“misticismo”, “esoterismo”, etc., cuya principal finalidad es
captar dinero y bienes de turistas al ofrecer ceremonias
diversas y cursos de “iniciación” o preparación para ejercer
“sacerdocio andino” por cantidades de dinero casi
astronómicas. Ellos emulan a los verdaderos sacerdotes con
firme vocación, convicción y creencia, y obviamente hacen
escarnio de la ancestral religiosidad andina.
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PLANIFICACION Y URBANISMO INKASICO
Los planificadores Quechuas utilizaron recursos y
conocimientos ancestrales para optimizar la utilización de su
geografía y así poder establecer un sistema de asentamientos
humanos, crear una red vial eficiente e implementar
infraestructuras de comunicaciones, alojamiento y
abastecimiento. Un estudio amplio y completo sobre el tema es
el realizado por Santiago Agurto del que se desprenden
algunos aspectos aquí tratados. Es obvio que el urbanismo
Inka dependía de algunos aspectos elementales, entre los que
se pueden mencionar su religiosidad panteísta profunda que
tenía muy en cuenta su medio ambiente: la Pachamama o
Madre Tierra, los Apus y Aukis o Espíritus de Montañas y
Valles, las Wakas o Templos diversos que estaban enmarcados
dentro de Ceques (líneas imaginarias con sucesión de Wakas).
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El urbanismo era también consecuencia de su amplio
pragmatismo y el sentido económico que representaba un
centro urbano; siendo los Inkas una sociedad agrícola se
debían reservar las mejores tierras para su actividad principal
no pudiendo desperdiciarlas en pueblos o templos que sí eran
construidos en terrenos agrestes. Aún dentro de las
poblaciones las calles eran siempre estrechas con la intención
de aprovechar al máximo el espacio. Determinaban el
urbanismo también elementos de orden y de autoridad, con
sus consabidos principios de Bi, Tri y Cuatripartición; Simetría,
Oposición, Repetición y Subordinación. En la traza urbana del
Qosqo Inkásico se aprecian dos partes, Hanan Qosqo y Urin
Qosqo (Qosqo de arriba y de abajo); cuatro sectores
correspondientes a los cuatro del Tawantinsuyo; doce barrios
que resultan de la partición en tres de cada sector, y la
subdivisión de cada barrio en tres sub-barrios, Collana, Payan
y Cayao. Hanan primaba sobre el Urin; mientras que
Chinchaysuyo se contraponía a Collasuyo, en tanto que
Contisuyo a Antisuyo. El urbanismo tenía también una posición
integralista, así, normalmente buscaba integrarse con la
naturaleza razón por la que la sociedad Inka es tipificada
como eminentemente ecologista. Con frecuencia dentro de un
núcleo urbano la parte central era ocupada por templos y
palacios, mientras que sus periferias por asentamientos en
orden de importancia de modo decreciente.
La red vial del Perú prehispánico fue realmente impresionante
para su tiempo, causó la admiración de los primeros europeos
que visitaron el Tawantinsuyo quienes no dudaron en
compararla con la desarrollada por los romanos que fueron los
únicos en tener algo de tal magnitud en el viejo mundo. La red
vial debía permitir una rápida intercomunicación entre el
Qosqo y el Tawantinsuyo y viceversa para lograr la
integración territorial; además de proporcionar seguridad,
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descanso y aprovisionamiento para viajeros, comitivas oficiales
o el ejército; al igual que posibilitar una eficiente producción,
recolección y redistribución de productos y la captación de
recursos tributarios. Las vías o caminos tenían diferentes
categorías, funciones y características de acuerdo al
territorio y su uso; en la costa eran sólo de tierra, pero en un
nivel superior al piso natural, cruzando los desiertos había
hitos y aún cuerdas que los delimitaban; en zonas húmedas y
lluviosas estaban totalmente empedrados; se planificaron
siempre para dar comodidad al viajero pedestre. Existía
también una jerarquización vial con dos grandes categorías; la
primera formada por los Inkañankuna (caminos del Inka) o
caminos reales que eran, por ejemplo, los que unían al Qosqo y
los cuatro Suyos, caminos conocidos como Qhapaq Ñan: vía
principal o rica, seguidos por los Hatun Ñan: vía grande o
extensa, que constituían la red vial primaria que tuvo entre 10
a 25 mil kms., con un ancho de 4 a 8 metros. La segunda
categoría involucraba a los Runañankuna (caminos de la gente)
o caminos para el pueblo, ellos atendían las comunicaciones de
distritos y localidades. El sistema vial recorría longitudinal y
transversalmente el Tawantinsuyo y en su conjunto llegó a
alcanzar unos 40,000 Kms.; estaba constantemente
supervisado por funcionarios jerarquizados como el Qhapaq
Ñan Tukuyrikuq, el Hatun Ñan Qamayoq o simplemente el Ñan
Qamayoq. Fueron además impresionantes los Puentes (Chaka
en singular y Chakakuna en plural), que debían trasponer los
lechos fluviales y que debieron adecuarse a la topografía del
lugar, distancia y disponibilidad de materiales. Según sus
procedimientos de construcción éstos se pueden agrupar en:
a.- Puentes de Troncos y Palos, que fueron un tipo favorito al
tratarse de puentes pequeños;
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b.- Puentes de Piedra, formados por losas y existían de dos
tipos: aquellos de una sola luz o vano, y aquellos que
presentaban varios ojos o espacios para el curso de las
aguas;
c.- Huaros, Uruyas (oroyas), o Tarabitas (en Ecuador),
consistían en una maroma tejida y muy gruesa de cáñamo de
“chawar” atada a gruesos árboles o peñascos por la que se
deslizaba con la ayuda de otras cuerdas una canasta de
mimbre con asa de madera gruesa en la que se transportaban
personas y bienes;
d.- Puentes colgantes, hechos en base a cuerdas o maromas
muy gruesas de “Ichu” o paja brava, o en su defecto de fibras
de “Pakpa” o maguey (Agave americana) trenzadas, a veces
reforzadas con cueros de camélidos sudamericanos. Las
cuerdas eran atadas a estribos pétreos en ambos lados del
río formando un pasaje estrecho, pero bastante sólido.
Puentes de este tipo eran denominados “Simp’achakakuna”
(puentes trenzados); el ejemplo actual más elocuente de este
tipo de puente es el de Qheswachaka sobre el río Apurimac.
e.- Puentes Flotantes, utilizados para trasponer aguas
tranquilas o detenidas. Fabricados en base a cuerdas de
fibras vegetales diversas; es célebre el puente que existía en
el Inkario sobre el río Desaguadero (Lago Titicaca) hecho en
base a cañas de totora trenzadas a manera de plataforma
sobre la que se colocaba una cantidad grande de más cañas
que eran cosidas a las maromas. Los oficiales a cargo de los
puentes eran los Chaka Qamayoq.
Sobre la extensa red vial Inkásica se encontraba todo un
sistema de servicios diversos, siempre para permitir la
integración además de ofrecer seguridad, descanso y
aprovisionamiento. Parte de este sistema fueron los Chaski;
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especie de cuerpo de correos formado por jóvenes atléticos
preparados para recorrer a velocidad la distancia entre dos
Chaskiwasi (casa de chaski) que en promedio debía tener de 2
a 2.5 Kms., con la finalidad de portar mensajes que podían ser
orales u objetos con significados ideo-gráficos como los Qhipu
(sistema contable del Inkario consistente en cuerdas
multicolores anudadas), textiles con Tokapus (símbolos diversos
enmarcados dentro de cuadrados), elementos grabados o
pintados, etc. Además, los Chaskis debían transportar otros
objetos importantes para el Inka o ciertos nobles; es
tradicionalmente conocido que el Inka en el Qosqo solía comer
pescado fresco traído del mar mediante este sistema. Este
servicio era ininterrumpido durante todo el día, además de ser
suficientemente rápido porque estos jóvenes, transmitiendo o
pasando mensajes por postas, podían recorrer de 15 a 20
km/hora, por lo tanto, de 360 a 480 Km. al día.
Otro elemento de servicios encontrado sobre los caminos
fueron los Tanpu (Tambo en su forma españolizada) que fueron
poblaciones importantes, ejes económicos que contenían
grandes alojamientos con capacidad aún para acudir oportuna
y eficazmente a decenas de miles de personas, con enormes
depósitos de alimentos, vestidos, armas y herramientas. Tenían
un orden económico y social, y funcionarios dependientes del
Qosqo; contaban con todas las facilidades que se encontraban
también en las ciudades como estaciones de comunicación,
templos, observatorios astrales, etc. Los Tambos ocupaban
lugares estratégicos para brindar oportuna comodidad a las
masas en movilidad, normalmente ubicados entre distancias de
un día de marcha, es decir entre 40 a 50 Kms. Es obvio que
debieron existir diversas categorías de Tambos, ya que los
menos importantes que sólo ofrecían alojamiento se
encontraban a medio día de marcha, entre 20 a 25 Kms.
Partiendo del Qosqo por los 7 caminos más importantes a
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medio día de marcha, siguiendo el sentido de las agujas del
reloj se encontraban al norte, P’isaq, Quispikanchi o Pikillaqta),
Yaurisqe, Wanoquite, Jakijawana o Zurite, Chinchero y Calca; a
un día de marcha en la misma dirección se encontraban
Tambos más importantes como Paucartambo, Urkostambo,
Pakariqtambo y Tambobamba, Limatambo, Ollantaytambo y
Amparaes.
MATERIALES Y TECNOLOGÍA LITICA INKASICA
Es evidente que los Quechuas buscaban cierta inmortalidad en
sus obras, esa es la razón por la que se prefirieron las
piedras de mayor dureza, no importaba si las canteras
estuviesen alejadas del lugar donde se erigirían esos
monumentos al trabajo y orden. Los materiales de mayor
preferencia fueron sin duda las rocas de origen ígneo o
volcánico ya sean extrusivas o intrusivas, con predilección de
las últimas es decir el magma o lava que se enfrió en el
interior de la tierra a grandes profundidades, luego de
millones de años estas formaciones volcánicas pueden aflorar
formando lo que se conoce como Batolitos, que contienen
rocas más duras que aquellas que fueron enfriadas en la
superficie terrestre.
Las rocas más suaves utilizadas en paramentos Inkásicos
fueron las Calizas, rocas sedimentarias de origen marino que
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tienen 3° de dureza en la Escala de MOHS (escala de 1 a 10
grados, en la que el material más suave es el talco con 1° y el
más duro es el diamante con 10°) y una resistencia a la
compresión de 200 a 500 kg/cm²; fueron utilizadas en
Saqsaywaman donde se encuentra la formación calcárea de
Yunkaypata, Chinchero, Yucay, Tarawasi, etc. En los Andes
peruanos, las calizas por su alto contenido de carbonato de
calcio se emplean como fertilizantes, aplicando a los suelos la
roca cruda pulverizada o en forma de cal. Otro tipo de roca
utilizado en la zona fueron las Cuarcitas, rocas que en su
mayor parte se han formado por el metamorfismo de las
areniscas, consisten principalmente de cuarzo como su nombre
lo insinúa y por lo tanto son tan duras como el cuarzo, son
frecuentes en las formaciones paleozoicas del Perú y en
algunas mesozoicas, tienen 5° de dureza y una resistencia a la
compresión de 800 kg/cm². Los Basaltos también tuvieron uso
extensivo en la arquitectura Inka; basalto es la roca más
abundante de las extrusivas, es la correspondiente volcánica
de la roca intrusiva llamada “gabro”, tiene de 5° a 6° de
dureza en la escala de MOHS y una resistencia de 1200
Kg/cm²; en el Qosqo el basalto de Rumiqolqa es el más usado
como adoquines para el empedrado de calles. Las Dioritas
también tuvieron uso difundido entre los Quechuas, son rocas
ígneas equigranulares compuestas de feldespato plagioclasa
principalmente y uno o más minerales oscuros, su dureza es de
6° y su resistencia de 1200 Kg/cm², en la ciudad del Qosqo se
encuentra la diorita verde en San Blas y las faldas de
Saqsaywaman, material con el que se construyó el palacio de
Inka Roqa en la calle Hatunrumiyuq en el que se encuentra la
famosa piedra de doce ángulos. Las Andesitas por su
excelente calidad y abundancia en la región fueron las más
preferidas en la arquitectura citadina, son llamadas así por su
gran cantidad en los Andes y son las correspondientes
volcánicas de las dioritas. Presentan varios colores
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generalmente oscuros, tienen 6° de dureza y 1200 Kg/cm² de
resistencia a la compresión; a lo largo del Valle del Qosqo se
encuentran derrames de andesita en los antiguos centros
volcánicos de Waqoto, Oropeza, Lucre y Rumiqolqa. Por su
parte, los Granitos que son ígneas intrusivas tienen textura
equigranular (grano grande y uniforme) que las diferencia de
las extrusivas, contienen en promedio un 60% de feldespato,
30% de cuarzo y 10% de minerales oscuros. Tienen 6° o 7° de
dureza y una resistencia de 1200 Kg/cm², el ejemplo clásico
de granito entre nosotros es el del Batolito de Vilcabamba
donde se encuentra Machupicchu. De igual modo se utilizaron
las Areniscas que son rocas sedimentarias formadas por la
consolidación de granos individuales de arena, tienen una
dureza de 7° en la escala de MOHS y de 300 a 800 Kg/cm²
de resistencia a la compresión; al igual que la arena fueron
también utilizadas como abrasivos para el pulimento de otros
tipos de rocas.
Normalmente, las construcciones inkásicas dejan perplejos y
pasmados aún a los más cautos, serenos y cuerdos visitantes.
La incapacidad de entender el trabajo humano de los
Quechuas ha llevado en muchos casos a proferir hipótesis
diversas, desde las más cautas y cientificistas hasta las más
descabelladas y fantasiosas. Al arribo de los conquistadores,
muchos de ellos no podían explicarse lo que tenían ante sus
ojos y de acuerdo a su pensamiento medieval aducían que los
“indios” que aquí encontraron eran incapaces de hacer tanta
grandeza y la atribuían como obra de demonios, diablos o
espíritus malignos. Esa misma incomprensión lleva hoy en día a
muchos a pensar que esta gigantesca obra es producto del
trabajo de seres de otros planetas, de extraterrestres que
con tecnología superior y filosofía avanzada vinieron a dejar
una muestra de su capacidad, precisamente aquí!!; ¿Porqué no
continuarán con su obra aquí o en cualquier otro rincón del
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mundo?. Tal parece que esta última hipótesis enunciada por el
suizo Erich von Däniken es simplemente producto de una
corriente repleta de ciencia ficción.
Las canteras conteniendo el material pétreo para las
edificaciones inkásicas en todo el Tawantinsuyo son hoy
fácilmente ubicadas. Normalmente con la ayuda de los
conocimientos acumulados sobre los antiguos peruanos, si la
geografía no ha sido modificada aún se identifica la
infraestructura creada para la fractura, tallado, transporte y
manipulación de las rocas. Sin duda, el ejemplo más elocuente
de lo anterior son las canteras de Kachiqhata a unos 4 Kms.
de Ollantaytambo, lugar donde afortunadamente gracias a la
poca depredación y modificación geográfica todavía se
encuentran los testimonios del trabajo lítico. Son pocos los
estudios serios realizados al respecto entre los que destaca
el realizado por Jean-Pierre Protzen en Kachiqhata y
Rumiqolqa.
El fracturar o desprender rocas de una montaña fue quizá el
trabajo más duro y tosco en todo el proceso. Para ello con
frecuencia se utilizaban las fisuras o fracturas preexistentes
en la montaña, fisuras de donde se forzaba la roca para ser
desprendida con la ayuda de palancas de bronce de más o
menos un metro de largo como las que se encuentran en los
museos. También para ese trabajo se pudieron haber utilizado
vigas de madera. Por otro lado, se aduce que se utilizaron
también cinceles metálicos mediante la ejecución de hoyos
sucesivos que producían la fractura de la roca según el
alineamiento de la perforaciones. De igual modo se aduce que
para quebrar las rocas se utilizó la expansión o dilatación de
cuñas de madera que se mojaban en hoyos practicados en la
roca con anterioridad. También se especula con la posibilidad
de fractura mediante la horadación de una o varias ranuras
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en la roca llenadas con agua que al congelarse durante la
noche producían el deseado desprendimiento. Hace mucho
tiempo se creía de igual manera que para quebrar rocas se
utilizaba el calentamiento al fuego y el súbito enfriamiento con
agua fría; ese proceso produce la fractura de la roca en
muchos e irregulares pedazos que se utilizarían en trabajos
burdos y no precisamente en los de mejor calidad.
El labrar las superficies y formas a partir de piedras amorfas
requirió de una grande especialización que fue ganada en
milenios de evolución cultural en los Andes, las técnicas
descubiertas o aprendidas por los pueblos pre-Inka fueron
mejoradas, perfeccionadas y muy difundidas entre los
Quechuas. Con cierto desaire algunos creen que los Inkas no
inventaron nada excepto la forma trapezoidal de los vanos, lo
evidente es que en ningún otro pueblo anterior a ellos se
encuentra algo similar a su obra. Los cronistas indican que
para labrar piedras los Quechuas utilizaban otras más duras;
lo que queda totalmente demostrado. En canteras y
excavaciones arqueológicas diversas se han encontrado
piedras más duras que las que se trabajaban o se encuentran
naturalmente en el lugar: son los martillos líticos utilizados
para desbastar y tallar piedras de construcción que la
tradición denomina Jiwaya o Jiwayo que no es otra cosa que
rocas sedimentarias compactas y pesadas conteniendo óxidos
de hierro. La hematita (Fe2O3) origina un color rojizo en la
roca, mientras que el óxido ferroso (FeO) produce un color
grisáceo o negruzco, la goetita (Fe2O3.H2O) origina un color
marrón y la limonita (2Fe2O3.3H2O) un color amarillento. Esas
rocas pueden contener hasta un 6% de hierro en total (la
tradición cree que es algún tipo de roca meteorítica). De igual
modo se utilizaron guijarros y cantos rodados de basalto y
epidorita, éstas son las famosas qollotas que se encuentran
en los lechos fluviales. Estas rocas tienen un grado de dureza
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similar o superior a las piedras trabajadas, la diferencia
radica en su gran compactación. Los martillos de rocas duras
con frecuencia ovoidales eran utilizados mediante la percusión
sobre las piedras destinadas a edificaciones que eran
desbastadas en un trabajo lento y laborioso, tenían pesos
según las funciones a cumplir, los más pesados de unos 10 Kg.
servían para desbastar mientras que los más livianos de hasta
1 Kg. para regularizar formas o ajustar bordes. Con frecuencia
se escucha también que se utilizó obsidiana para el trabajo en
piedra, lo que resulta poco probable ya que esa es una
variedad brillante y lustrosa de vidrio volcánico resultado del
enfriamiento de magmas sílicos que sería inservible para la
percusión pero que sí se utilizó como cuchillos, raspadores y
puntas de lanzas o flechas. El acabado final y pulido de las
piedras se hacía por abrasión o frotamiento con areniscas o
simplemente arena como materiales abrasivos y abundante
agua.
Hasta hace algún tiempo se creía que los Inkas no llegaron a
utilizar instrumentos metálicos para el labrado de piedras por
la falta de evidencias o testimonios suficientes; mas los
estudios modernos demuestran lo contrario. El bronce,
aleación de estaño y cobre fue el metal más duro utilizado por
los Quechuas; en los museos existen normalmente elementos
de bronce de aleaciones distintas debidamente templados y de
gran dureza. El estudio más serio al respecto lo realizó
Robert B. Gordon de la Universidad de Yale, quien estudió una
colección de objetos metálicos llevados de Machupicchu por
Hiram Bingham entre los que encontró 13 instrumentos de
bronce aparentemente fabricados para trabajos pesados,
posteriores análisis y pruebas exhaustivas dieron la conclusión
que 1 de ellos fue empleado en trabajo de madera, 2
diseñados para trabajo en piedra pero no utilizados y los 10
restantes se habían empleado como verdaderos cinceles: para
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desprender partículas líticas con el impacto producido al ser
golpeados en su extremo superior. Con lo anterior se
demuestra que los Inkas también utilizaron cinceles de bronce
para tallar piedras.
Existen en innumerables piedras, cortes rectos bastante finos
que serían imposibles de hacer por percusión o usando
cinceles, muchos estudiosos aducen que éstos fueron hechos
usando cierto tipo de “sierras” en base a hilos o finas hojas de
cobre o bronce y el empleo de bastante agua y algún tipo de
abrasivo. Asimismo, se encuentran hoyos horadados en roca
que muestran claros vestigios de haber sido hechos con
perforadores rotarios, sin duda se trata del uso de barrenos
de madera dura o metal girados con un arco, agua y arena
como abrasivo.
Otro aspecto que causa admiración es el transporte de
bloques pétreos para las edificaciones. De un modo simple y
sintético se establece que para el transporte primero se alisó
el terreno construyendo verdaderas carreteras o vías anchas
entre las canteras y el lugar de construcción; al encontrarse
pendientes, es decir para subir o bajar bloques de piedra se
construyeron rampas o planos inclinados (como el que se
observa en Ollantaytambo); contando con toda esa
infraestructura se utilizaron otros elementos auxiliares como
piedras redondas o billas líticas (existen algunas en las
proximidades de Saqsaywaman en la propiedad de la familia
Callañaupa), y rodillos de madera, utilizados a manera de
ruedas que en conjunto constituían verdaderos sistemas de
rodamiento que facilitaron el transporte. Utilizaron además la
fuerza de decenas, cientos y aún miles de obreros que debían
empujar o jalar los bloques con la ayuda de poleas, palancas
metálicas o de madera y cuerdas de cuero de llama, fibras de
maguey u otros materiales resistentes.
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ARQUITECTURA INKASICA
Con anterioridad a la construcción de cualquier edificio,
palacio, templo, población o ciudad; los Quechuas llevaban a
cabo un proceso de planificación física que asegure el éxito
posterior. Indiscutiblemente los conocimientos utilizados no
fueron sólo producto de la capacidad creadora de estos
pobladores de los Andes; sino una acumulación de siglos de
continuo desarrollo cultural, ya que como se había indicado
antes, la cultura peruana tiene una antigüedad de 18 a 20 mil
años A.C. Como lo asevera Víctor Angles, “La etapa inca es la
más breve en el desarrollo de los pueblos prehispánicos, es el
último momento político caracterizado por una rápida y
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pujante expansión militar y que corona largas etapas
anteriores de paulatina formación de naciones”.
Es indudable que antes de ejecutar una construcción se debían
elaborar bosquejos o diseños, y especialmente modelos o
maquetas a escalas cuyos sistemas de medición basados en la
antropometría (medidas en relación con el cuerpo humano:
brazas, codos, pies, pasos, cuartas, etc.) se han perdido.
Prueba de esta planificación anticipada son precisamente la
cantidad de maquetas talladas en piedra o fabricadas en
cerámica, y que se encuentran en casi todos los museos
arqueológicos del país.
En el mundo, ninguna civilización de la antigüedad o
contemporánea pudo alguna vez alcanzar la técnica, destreza
y facilidad para labrar material pétreo como sí lo hicieron los
Quechuas en esta parte del orbe. Los Inkas son reconocidos
entre otros aspectos por su ordenamiento social equilibrado,
su forma peculiar y maestra para trabajar la piedra, sus
avanzados conocimientos de planificación e ingeniería, y porque
para su época y sin la intervención ni influencia de otras
culturas intercontinentales desarrollaron una de las
civilizaciones más avanzadas del planeta.
Aún quedan muchas dudas en cuanto a la forma de encajar
piedras de manera tan precisa; las dudas están basadas en la
inexistencia de crónicas o documentos antiguos sobre el
tópico. Existen algunas hipótesis que están enmarcadas dentro
de la posibilidad lógica; la más factible indica que el trabajo
fue lento pero efectivo y como es normal las paredes se
debían empezar por la parte inferior cuidando sólo los
encajamientos laterales. La siguiente hilada superior fue más
compleja ya que las piedras debían encajar lateralmente al
igual que en sus uniones inferiores; en este caso se comprueba
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prácticamente en todo el Qosqo que las caras superiores de
las piedras de abajo fueron labradas paulatinamente por
percusión con martillos líticos de acuerdo con la forma de la
superficie inferior de las piedras de encima. El trabajo fue
relativamente sencillo al manipular piedras de tamaño pequeño
o mediano, porque podían ser colocadas o probadas una y
otra vez, mas los problemas eran inmensos al tratarse de
bloques ciclópeos de decenas y aún cientos de toneladas. La
realidad hace suponer que se pudieron usar moldes o
maquetas en tamaño natural de materiales livianos y aún
arcilla, a ser exactamente reproducidos en bloques líticos
enormes, esto sin duda facilitaba grandemente el trabajo; otra
opinión respetable indica que pudo haberse utilizado en cierto
modo una técnica actual que consiste en copiar con alambres
o cintas metálicas (en el museo arqueológico del Qosqo existe
una larga cinta de plata) la silueta de los bloques deseados
haciendo posible así un trabajo realmente complejo.
En los muros inkásicos, las piedras medianas y grandes tienen
casi siempre 2 molduras o talladuras en alto relieve en su
parte inferior, y en algunos casos como en Saqsaywaman en
bajo relieve. Esas molduras sirvieron como puntos de apoyo o
asas para facilitar su transporte y manipulación en el proceso
constructivo, muchas de estas molduras fueron quitadas una
vez terminada la obra, pero por alguna razón todavía
desconocida algunas paredes aún las conservan. Hay casos
excepcionales como en el Qorikancha del Qosqo, donde el
paramento interior del muro curvo o “tambor solar” tiene
molduras inusuales alrededor del nicho trapezoidal, es evidente
que éstas no fueron para manipular los bloques mas al
contrario tenían alguna función o significado ideográfico que se
ha perdido.
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Fueron diversos los materiales empleados en muros inkásicos,
el menos tomado en cuenta es el adobe (ladrillo de arcilla
secado al sol) muchas construcciones y aún ciudades enteras
en el Tawantinsuyo fueron hechas de este material; ese es el
caso de Pachakamaq al sur de Lima. Para fabricar los adobes
sólo se escogía tierra de buena calidad preferentemente
arcillosa que era mezclada con ichu o paja brava y en ciertos
casos además con lana de llama o alpaca; todos esos
materiales eran mezclados con agua, puestos en moldes
rectangulares y luego secados al Sol. Las construcciones de
adobe eran y son preferidas en los Andes por ser material de
fácil consecución y por tener propiedades térmicas;
debidamente cubiertas con techos de paja antes, u hoy con
tejas duran por tiempo indefinido.
En las construcciones de piedras existen diversos tipos de
paredes y aparejos que son resumidos en cinco tipos básicos;
ellos son como sigue:
• El tipo Rústico o Pirka, hecho con piedras amorfas sin
labrar y acomodadas no muy cuidadosamente, los espacios
vacíos fueron rellenados con piedras pequeñas y abundante
mortero de barro. Se utilizó para la construcción de andenes,
depósitos, casas para la población común, etc.
• El tipo Celular; tiene un aspecto similar a la estructura
de un panal de abejas, fue normalmente hecho con calizas
poligonales e irregulares de tamaño pequeño o mediano.
Ejemplos de ese tipo se tienen en Qolqanpata, Chinchero,
Tarawasi, etc.
• El tipo Engastado, hecho en base a piedras ígneas de
regular tamaño con formas geométricas poligonales. Son
ejemplos de ese tipo el Templo Principal de Ollantaytambo, el
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de las Tres Ventanas en Machupicchu, Hatun Rumiyoq en el
Qosqo, etc.
• El tipo Sedimentario o Inka Imperial, constituido en base
a piedras de tamaño mediano preferentemente andesitas de
altura regular en hiladas horizontales que dan la impresión de
ser totalmente rectangulares o paralelepípedos perfectos, es
el aparejo que tiene las uniones pulidas más perfectas “donde
no se puede introducir ni una hoja de afeitar o de papel”, no
tiene mortero excepto una finísima película de arcilla a
manera de sellador que más bien parece haber sido puesta en
estado líquido o licuado para facilitar el manipuleo y movilidad.
• El tipo Ciclópeo, caracterizado por contener enormes
bloques pétreos con frecuencia calcáreos algunos de hasta 7
metros de altura tal como se encuentran en Saqsaywaman o
lo que queda del altar principal del templo en Ollantaytambo.
Existen además ciertas características clásicas en la
Arquitectura Inka principalmente palaciega y religiosa; en los
paramentos el perfil de las caras de las piedras puede ser
almohadillado, convexo, plano y biselado; además sus uniones
pueden ser labradas o pulidas. Con normalidad se encuentra
que los muros inkásicos tienen cierta inclinación hacia el
interior; no existe una medida o regla general para esta
inclinación y tal parece que su función principal fue la de
buscar equilibrio entre los muros que se soportan entre sí. Es
común que las piedras inferiores sean mas grandes y tengan
mayor volumen que las superiores; además con frecuencia los
muros tienen mayor ancho en la base que en la parte superior
y por añadidura la forma característica clásica de la
arquitectura inkásica es la trapezoidal, que por sí misma da la
sensación de estabilidad y equilibrio. Es inobjetable que se
buscó la inmortalidad, la forma de hacer edificaciones
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antisísmicas, perdurables por milenios, de ser posible
indestructibles por cualquier eventualidad natural. Sólo el
hombre cegado por ideologías fanáticas pudo destruirlas
parcialmente.
El construir los techos requirió de conocimientos y técnicas
bastante altas; de modo generalizado éstos fueron hechos en
base a soportes de vigas de madera y cubiertos con “ichu”
(paja brava). De acuerdo con la forma de sus cubiertas los
techos pueden clasificarse en 4 tipos: a una sola agua o
vertiente, a dos aguas, a cuatro aguas, y cónicos. Basta
imaginarse lo impresionante que debió ser la estructura de
algunos techos de construcciones inmensas como el Templo de
Wiraqocha en Raqchi que tiene estructura de “Kallanka” de 92
X 25.25 metros, cubriendo un área de 2,323 m². Debido al
material utilizado y la cantidad de lluvias durante el año, los
techos tenían fuerte inclinación que varía de 50° a 65°. Por la
duración del “ichu” seguramente el techo debía tener
mantenimiento frecuente, siendo la paja renovada cada tres o
cuatro años, como ocurre en la actualidad.
Otro aspecto impresionante debieron ser las canalizaciones de
ríos como el Watanay o el Willkamayu (Urubamba) que debían
discurrir ordenadamente y en línea recta; aún hoy en algunos
sectores de éstos se pueden apreciar los muros laterales de
piedras muy bien labradas. Para cruzar los ríos se
construyeron puentes cuyas bases aún hoy se identifican;
puentes como el que se aprecia hoy en Qheswachaka sobre el
río Apurimac, hecho en trabajo comunal por las comunidades
usuarias con la técnica ancestral de los Andes. Trabajos de
ingeniería y tecnología autóctona que el tiempo, el olvido y la
falta de identidad se encargaron y aún encargan de borrar.
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AGRICULTURA Y ALIMENTACIÓN
Al existir una secuencia evolucionaria en la cultura peruana; su
tecnología y producción agrícola es también consecuencia de
la evolución cultural a partir de los primeros agricultores que
en el precerámico posiblemente fueron los hombres de Chilca.
Ellos estuvieron en la costa sur del Perú y de acuerdo a la
arqueología empezaron a desarrollar agricultura incipiente
hace unos 5 a 7 mil años cultivando zapallos, calabazas y
pallares, y probablemente también ají, algodón, achira, lucuma y
ciruela del fraile. Hacia 6,275 A.C. el hombre peruano empezó a
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cultivar el “protomaíz” y hace unos 3,400 años maní. Es obvio
que se pasó por diversas etapas de adaptación y aclimatación
en todo el Perú, para posteriormente llegar al período de la
agricultura desarrollada que en el Qosqo se inicia con las
culturas de Marcavalle y Chanapata hacia 1,000 A.C.; llegando
al Tawantinsuyo ya con muchos productos cultivados y
tecnología en creciente desarrollo.
Uno de los más grandes logros del Tawantinsuyo fue erradicar
el hambre, en base a constante investigación biológica,
aclimatación, domesticación de plantas para el consumo
humano, y gran laboriosidad. Los Quechuas teniendo dos
estaciones naturales marcadas, en su temporada de lluvias y
parte de la de estío se dedicaban principalmente a la
agricultura, y en la estación de sequía eran constructores y
artesanos. Pocos pueblos en el mundo antiguo desarrollaron
una infraestructura agrícola con las características que aquí
se tuvieron, basta echarles un vistazo a los campos en las
cercanías del Qosqo para imaginarse la profunda convicción
agrícola del Tawantinsuyo donde todos los valles y llanos
estaban cultivados, aprovechando aún las laderas de montañas
secas y rocosas en que se construían terrazas o andenes
agrícolas. Materializarlos requirió de tecnología muy
especializada y trabajo intensivo ya que normalmente primero
se debían construir los muros de contención en piedra, para
luego rellenar los espacios vacíos con piedras o arena en la
base y la parte superior llenada con tierra fértil
transportada de otras zonas. Todos esos andenes estaban
totalmente irrigados con canales que casi siempre recorrían
muchos kilómetros desde su captación en manantes, ríos o
lagos. Además, para mantener la humedad de la tierra
cultivable que tenía una altura aproximada de un metro había
una capa de arcilla entre ésta y el relleno infértil. Con
normalidad se utilizaron abonos o fertilizantes animales, guano
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de islas, y aún anchovetas en la costa. Las montañas fértiles
fueron y son siempre aprovechadas, hoy es normal encontrar
campos cultivados en montañas con inclinaciones de hasta 30
o 35 grados.
La práctica agrícola desde tiempos inmemoriales estuvo y
está íntimamente ligada a ciertas divinidades y a diversos
cuerpos celestes. Los andinos creían y aún creen que sin el
auxilio de sus dioses no podrían desarrollar buena agricultura.
El cultivar la Pachamama (Madre Tierra) requiere de profunda
fe y convicción, y el soporte de ceremonias y ritos mágico-
religiosos; con frecuencia se le debe dar ofrendas en forma de
pagos o despachos, de no hacerlo la Madre Tierra podría
mostrar su enojo y castigar a los hombres. El Tayta Inti
(Padre Sol), la Mama Killa (Madre Luna) y las estrellas
formando constelaciones diferentes también determinan la
producción y los andinos saben observarlos y conocen sus
diferentes variaciones; sólo después de esa observación
pueden desarrollar sus actividades. Por ejemplo, es
ampliamente conocido que se debe observar la brillantez de
algunas constelaciones porque mientras más brillosas se vean
sus estrellas habrá menos lluvias en la próxima temporada.
Las técnicas y conocimientos adquiridos fueron realmente
impresionantes; algunas tierras pobres, al igual que en la
actualidad, fueron cultivadas alternando productos y a veces
se las hacía “descansar” es decir que no eran cultivadas por
períodos determinados con la finalidad de permitirle recuperar
su riqueza mineral naturalmente. Obviamente las condiciones
de trabajo fueron bastante duras porque para ello sólo se
utilizaba la fuerza humana y el auxilio de algunas herramientas
de labranza como la Taqlla o Chakitaqlla, que es un arado de
pie y consiste en un palo con punta metálica o de otra
madera dura que se introduce en la tierra con la fuerza de un