Un breve relato, dentro de una obra coral solidaria, donde se narra en forma novelada la Historia del Hotel Metropol, un antiguo alojamiento que se alzó a principios del siglo XX frente a la Plaza de Toros de Valencia.
Este es el primer relato corto literario publicado por Jose Ángel Planillo, y aparece en el libro "101 relatos de la publicidad antigua (Valencia en la memoria)", un volumen escrito por 101 personas que han cedido sus textos a Vinatea Editorial para dar cuerpo a este tomo solidario que rescata de la prensa más antigua aquellos establecimientos, productos, personajes y eventos que destacaron entre finales del siglo XIX y mediados del XX.
Con ellos se pretende recordar la memoria de algunos negocios que despuntaban en Valencia capital, y hacer un viaje entrañable en el tiempo sobre aquellas cosas que preocupaban a nuestros mayores, sus aspiraciones comerciales, sus ambiciones de vida y su día a día a través de la publicidad, que en aquella época se valía de la prensa y la cartelería, con grandes dosis de sensacionalismo en su contenido como nota más característica de sus mensajes, al modo de aquellos vendedores ambulantes populares de discurso desmedido a los que el público estaba acostumbrado.
Jose Ángel Planillo colabora eventualmente con esta editorial, ya sea buscando escritores, aportando textos, organizando eventos, o coordinando proyectos para futuras publicaciones, entre otras funciones.
2. LXX
Adiós al Hotel Metropol
Jose Ángel Planillo Portolés
Yayo, ¿No te da pena que desmonten el hotel donde tantos años pasaste
para destinarlo a otros usos?
¡Ay, fill! ¡Cómo no me va a dar pena! - respondió el anciano amagando
las lágrimas-. El hotel Metropol fue uno de los más importantes de Valencia
durante muchos años.
¡Pero ya es muy viejo! Vale la pena que se utilice ahora para otras
cosas...
Mira que eres impertinente, Vicente -le regañó el abuelo con una media
sonrisa-. Claro que es viejo, pero por eso debería conservarse. Si sus piedras
hablaran...
Bueno, siempre estarás tú para contarme lo que ellas no dicen.
Uff, ¿Por dónde empezar?
Pues por el principio, yayo. Mira que eres bobo. ¿Cuándo se
construyó?
El abuelo se sorprendió ante la curiosidad de su nieto, y decidió
contarle algunas anécdotas de aquel hotel en el que trabajó casi toda su vida
y en el que a tantas personas había visto pasar.
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3. El hotel Metropol fue construido en el año 1909 por el prestigioso
arquitecto valenciano Francisco Almenar Quinzá, que ya había erigido otros
edificios en Valencia como el Teatro Martí, el Gran Teatro, el edificio
Balanzá o el Pabellón de Industria de la Exposición Regional. Desde su
inauguración ya fue considerado como un prestigioso hotel de lujo, ya que su
afortunada ubicación junto a la plaza y a la Estación del Norte, hacía que
fuera elegido por importantes personajes.
Y ¿Es entonces cuando tú entraste a trabajar, Yayo?
No, yo entré en él unos años después, casi coincidiendo con la llegada
de uno de sus más ilustres clientes, Ernest Hemingway
¿Ese del que siempre hablan cuando los sanfermines? -le interrumpió
Vicente
Sí, ese. Pero cuando llegó a Valencia apenas era conocido. Recuerdo
que llegó en un tren de madera el año 1925. Yo acababa de entrar como mozo
de hotel, y tuve que subirle hasta la habitación parte de su equipaje. Tal vez
por eso siempre que podía me pedía echarle una mano con sus encargos
-recordó el abuelo-. Era un tipo muy peculiar. Escribía en la cama, por la
mañana, y entre el almuerzo y la corrida de toros, de los que era gran
aficionado. Por las tardes se bañaba en la Malvarrosa. Tiempo después, me
enteré que aquellos encargos que le hacía sirvieron para crear parte de su
novela “Fiesta”, basada en el torero Cayetano Ordóñez, y que le supuso el
comienzo de su fama, reconocida con el Nobel.
¡Ostras! -exclamó Vicente entusiasmado- ¿Y no guardas un autógrafo
de él?
Ja ja ja –rio el abuelo- Qué cosas tienes, Vicentet. Pero no, no pude
pedirle un autógrafo porque debido a sus rarezas mis jefes decidieron
expulsarlo del hotel.
¿Qué hizo?¿Robar las toallas? Pero si eso lo hace casi todo el mundo.
No, Vicente. Al señor Hemingway, cierto día le dio por hacer una de
sus habituales prácticas de tiro, disparando a una colilla que otro amigo suyo,
el cineasta Orson Welles, se ponía en la boca.
Guau, ¡como Robin Hood pero con pistolas y colillas en lugar de
flechas y manzanas!
Sí, pero a mis jefes no les hizo tanta gracia como a ti y lo tiraron.
Luego sé que se alojó en otros hoteles de Valencia, ciudad de la que quedó
muy admirado y nombró hasta en siete de sus libros.
Y durante la Guerra, ¿Qué pasó? Ya me contaste que tú te libraste
porque por entonces usabas unas gafas muy gordas y te parecías a
Rompetechos.
Ja ja ja, no te metas conmigo, Vicente, que aunque aquel contratiempo
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4. me vino muy bien para no ir al frente, también me supuso pasar miedo por
los que aquí se alojaron.
Pero si la profe en el cole nos contó que Valencia se convirtió en capital
de España y sede del gobierno de la Segunda República tras la huida del
gobierno central desde Madrid. Y además, como estaba alejada del frente,
hasta aquí también llegaron evacuados muchos intelectuales y artistas
españoles como Antonio Machado.
No me extraña que saques tan buenas notas en historia, Vicente
-exclamó orgulloso el abuelo, observando cómo su nieto sonreía alegre por el
cumplido y su buena memoria-. Todo eso es cierto, y algunos de aquellos
refugiados, como ese poeta que nombras, fueron clientes del Metropol, pues
en uno de sus salones estaba instalada la Casa de la Cultura y la sede del
Ministerio de Instrucción Pública. También aquí se celebró el II Congreso de
Intelectuales Antifascistas y por todo ello el Metropol fue emblema de los
nuevos movimientos sociales e intelectuales que surgieron en la España de
entreguerras.
Pues con lo que te gusta leer, estarías en tu salsa -interrumpió el nieto.
Sí y no. Aquello nos suponía mucho trabajo y apenas teníamos tiempo
para disfrutar de la lectura. Pero no todo era tan bueno. Junto a todos
aquellos intelectuales también llegaron los rusos, que convirtieron el
Metropol en la sede de la Embajada Soviética en España y la del NKDV, el
antecedente de la policía secreta o KGB. Supongo que su ubicación ofrecía
una vía de escape cómoda en caso de bombardeo.
¡¡Toma ya!! -exclamó atónito Vicente- Cuando se lo cuente a mis
compañeros van a flipar. ¿Y habían espías y agentes secretos como en las
películas?
Algo de eso había, sí –cortó el abuelo para evitar que su nieto
fantasease demasiado-. Al frente de todos ellos estaban estaba el embajador
Marcel Rosemberg, y el residente de la KGB, un agente bielorruso del GRU
llamado Alexander Orlov, que escaparía a Estados Unidos en los años
cincuenta.
A saber qué haría un pájaro como ese -silbó el nieto.
Pues por lo pronto, me enteré tiempo después que fue el responsable
soviético del traslado del «Oro de Moscú» a la URSS, y del asesinato de
algunas personas. Algo así como un agente con licencia para matar, que
también practicó en Valencia. Según me comentó un compañero, en una de
las habitaciones torturó a José Robles, un funcionario de la Embajada
Soviética que desapareció en diciembre de 1936 sin dejar rastro. También
organizaba registros para interceptar mensajes de los bandos españoles en las
habitaciones que reservaba en este hotel Federica Montseny, la entonces
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5. Ministra de Sanidad y Asistencia Social, entrando con la excusa de dejarle
flores frescas aprovechando sus ausencias y bajo amenaza al personal del
hotel para que guardáramos silencio.
¿Y nunca lo pillaron? -preguntó sorprendido el chaval.
El miedo es un arma muy poderosa, Vicente. Y en aquella época había
mucho...
Tras aquellas palabras, ambos quedaron en silencio valorando aquellos
datos, cada uno a su manera. Finalmente, como Vicente se quedó tan
taciturno, el abuelo quiso cambiar de tema.
Pero no te quedes solo con lo malo, xiquet. El Metropol siempre fue un
lugar muy alegre y con importantes huéspedes en sus habitaciones,
entre los que no faltaban, en fallas y durante la Feria de Julio, famosos
toreros. Y para atenderles como se corresponde, mis jefes realizaron
una gran reforma en la primavera de 1961, que devolvió al Metropol su
grandeza, con un renovado restaurante, amplios salones, cómodas
habitaciones y otros muchos servicios, como el «primer whisky club»
de Valencia..
Jolín, yayo, cuánto sabes... Podrías escribir un libro. -lo miró
asombrado Vicente.
Pues tal vez no sea tan mala idea -dijo de repente el abuelo. Vayamos a
ver si en la librería hay alguno, y si no, será cuestión de buscar a
alguien que se encargue de contar que Valencia tiene muchas más
historias de las que aparecen en los libros de historia.
Sobre el autor:
Técnico Superior en Información y Comercialización Turística, amplió
sus conocimientos sobre el Alto Palancia y su entorno investigando su
historia, monumentos y parajes. Esto ha provocado interveciones en medios
escritos, radiofónicos y de televisión o como docente en diversos cursos de
formación, colaborando activamente con la “Asociación Cultural Cartuja de
Valldecrist” y el “Grup de Cronistes i Investigadors del Camp de Morvedre i
Almenara”. Entre sus publicaciones destacan “Las masías de Valldecrist y
Alcublas” (2009), “La Senda de los Cartujos” (2015), “La ermita de San
Julián de Altura (2017), “La Cartoixa de Vall de Crist i la seua relació amb el
Camp de Morvedre”, (2017) y “Las ermitas desaparecidas del Alto Palancia”
(2017).
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