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de acontecimientos (periódico, coche, viaje en metro, manifesta-

ciones, violencia callejera), vuelve a casa sin comprender nada
de lo que está sucediendo, ni lo que le ha ocurrido ese día. ¿Pero
el hombre del

xx

era distinto, comprendía 1o que le sucedía?

LO llevamos su editor, Y., amiga y profesora de M., M. y yo a
El Salvador, el restaurante taurino de Ia calle Barbieri.
Es un restaurante viejo metido en una casa modesta del siglo

XVIII o XIX de dos pisos, a la que hace cien años convirtieron en
restaurante sin preocuparse mucho de que no se notara la anti'
gua disposición de las habitaciones, de modo que puede uno
especular, mientras espera a que le traigan de comer, si le han
acomodado en el dormitorio de la abuela o en el de la criada,
porque aunque la casa fuese modesta, hace doscientos años
taba ser un oflcial de tercera en el sótano de un ministerio pa
tener criada.
Todas las paredes del restaurante, y son muchas, están con
sagradas enteramente al arte y mundo del toreo, cuadros,
recortes de periódico, caricaturas, miles de estampas de
toreando, de paisano, posando, ganaderos y taurófilos ilustres

toda clase de interpretaciones artísticas de la fiesta que, por
tuna, en esa abigarrada decoración, pasan inadvertidas. Y
fotos antiguas acaban dándole a todo un gran ambiente,
piensa que va uno a encontrarse en el lavabo, codo con
en la micción contra la pared, con Bombita II.
Los camareros son igualmente del siglo XVIII, sobre todo
que estaba en 1975, cuando yo entré allí por primera vez,
que ahora, espigado y con una calva bruñida, y aunque

mente el salario de todos no sea alto, su puesto está di
simo, porque se ha propalado por Madrid que trabajar en
restaurante asegura si no Ia inmortalidad, sí la longevidad.
Todo el restaurante tiene una pátina sepia del humo de
cigarros que se ha ido posando sobre las cosas, paredes,
88

cuadros, frascas, camareros, y muchísimo sabor y el encanto de
las cosas que no pueden improvisarse. En las mesas, manteles
de cuadraditos rojos y blancos, frascas de

vidrio para el vino y

vasos de culo gordo, y una carta de platos muy madrileños y es-

pañoles. Durante años ha tenido la mejor merluza a la romana
de Madrid, difícil de ponderar más, y no sigo, porque podría
pensarse que esta página está patrocinada por los dueños. Es

mercedes, y ya sabemos que la casa Mercedes ha pagado tanto. La
actriztalentra en Cartier, y lo mismo. Si yo fuese ahora con estas
líneas al dueño de El Salvador,las catcaiadasse oirían desde nuestra casa, si acaso no me denunciaba a la policía. Los amigos del
crimen perfecúo transcurre en parte en el caft Comercial. No esperaba uno que lo hiciesen accionista de é1, pero quién sabe,

cosa que ya se hace en el cine. |ames Bond se monta en un

unas líneas del jefe de camareros o del encargado agradeciendo
la atención habrían estado bien. De El Salvador uno no espera,
si llegan a publicarse estas líneas, grandes efusiones,

ni siquiera

un par de huevos fritos, pero sería bonito que los poetas pobres
pudiésemos vivir del trueque: odas por zapatos, por ropa, un
sonetillo de nada por un abrigo, una novela por la calefacción
de un año; la mención encomiástica de un bodeguero, vino de
mesa garantizado parauna temporada, o estas líneas, sin ir más
lejos, por unas tajaditas de merluza ala romana.
Y con ese fin, para que probase el célebre rebozo, arrastramos

al filósofo italiano a la calle Barbieri. Yo iba un poco apurado,
porque viendo el chaleco de casmir que llevaba, y ese porte suyo
tan espiritado, me decía: va a ser que nos hemos equivocado en
la elección de restaurante. No sé, habíamos pensado que un res-

taurante así le gustaría, porque le gustaba mucho a Bergamín'
X conoció a Bergamín no sé cómo, porque Bergamín acababa
conociendo a todo el mundo, o todo el mundo acababa conociéndole aél,y através de Bergamín o de una nuera de Bergamín,
supongo, conoció a Ramón Gaya, que le prestó durante años el
89
otros de antes de la conferencia. No sabemos qué habría ocurrido
propiamente'
de haberlo tenido que decidir después del acto
reversaba esta sobre lanat:ualeza de las imágenes, y nos

retraia el párpado y le encharcaba el ojo, enrojeciéndoselo por
completo. Sin llegar a ser pitañoso, daba algún reparo mirarle, y
no mirarle también, por si pensaba que no lo hacía uno por asco.
Como durante la conferencia, que la dio en español, sin mucha
soltura pero correctamente, la gente tomaba muchísimas notas,
yo hice 1o mismo en el reverso de dos hojas ciclostiladas que se

todos desconcertante, incluido elfilósofo que le presentó'
Z, qtedesapareció después de la conferencia como por arte de
decirse'
magia, sin dejar rastro, oliéndose la tostada, como suele
en
La conferencia tuvo de conferencia 1o que tuvo de puesta
vestía' En
Se veía de lejos que X es italiano por cómo

blanco y negro quince o veinte cuadros, todos del tamaño de sellos. En algunos no se veía nada, como si la reproducción estu-

veía de cerca, por los zapatos, finos mocasines de ante

viese quemada. Sabemos que eran cuadros de Ghirlandaio y de

que hacían de sus pies dos compases de minué' Además vestía
á. ,r.gro de los susodichos pies a la cabeza'No sé sabe por qué
hoy et día visten de negro los arquitectos de moda' los cocineros
y la mayor parte de los filósofos de moda' lo que nos

otros pintores del Renacimiento, entre los que había el dibujo
de una niña desnuda con un pito pequeño del tamaño de una

estudio que este tenía en el Callejón del Lirio, cerca de laplaza
Roma'
de la Encina, a dos pasos de laplazaFarnesio, en
y nosEso de llevarle a cenaÍ estaba ya previsto por su editor

'

sultó

a

escena.

realidad

se

de moda

la arhace suponer que tiene que ver más con la moda que con

quitectura, la gastronomia ola filosofla, ciencias a todas luces
Espoco firmes. Que X está de moda en Europa, e incluso en los
pero con
tados Unidos, no tiene duda. Es filósofo de minorías'

encontró todo el mundo en el asiento de su silla. Supusimos que
tendrían que ver con aquello de lo que se nos hablaría, y así fue.
En cada una de ellas había reproducidos muy malamente en

bellota corriendo con los brazos abiertos. La conferencia fue un
tanto confusa, aunque siendo él un filósofo eminente, acaba uno
pensando siempre que la confusa es la mente de uno.
He aquí la transcripción de las notas tomadas, porque puede
que el mundo se acabe y se destruyan los originales de la confe-

rencia, que X sea en lo venturo el filósofo de este siglo, y mis

gran predicamento en los seminarios de filosoffa de las universi
creído,
dades. No sabe uno si esto lo sabrá, ni aun si se lo tendrá
pero de no recordar a un clérigo anglicano, con aquella camisal

notas algo valiosísimo, como los apuntes de Averroes sobre Aris-

cuello, podría Pensarse que era un sacerdote de Osiris'
majes1o lre subrayabala solemnidad con la que caminabayla
con'l
tad que imprimía a sus gestos, todos ellos ejecutados con
cielo,'
vicción y ceremonia. sólo le faltaba levantar los brazos al

traía dibujando.

t.g.u ri,

negrai
El chaleco de color tostado, elegantísimo sobre la camisa
IV' negro
remitía a esos colores metaffsicos de la corte de Felipe
y marrón, disimulando el rigor, al tiempo que 1o recordaba'

medio lado,1o justo, como si por prudencia
pudiera olvidarse de sus gravísimos pensamientos ni de sus trib
que
laciones. Le afeaba un poco la persona un orzuelo o llaga
Se sonreía de

9o

tóteles. Entre los apuntes hay también un retrato que le hice al
filósofo, porque se ve que se me iba el santo al cielo, y me dis-

"Delgado, con la frente abombada y levantada hasta medio
cráneo, quiero decir que tiene por lo menos una cuarta más de
frente que los mortales. Viste camisa negra y chaleco de punto
fino, color canela, de casmir".
Esto ya lo había puesto antes.
"Parece tímido. No mira nunca con reposo, sino que picotea

al objeto o la persona mirada, como si hiciera con los ojos un
poco de contrapunto.Voz atenuada. Simpático, aunque no lo parezca por mis descripciones. No es f,ácil sacar bien los parecidos.
91
Piel roja, como si le gustara soplar, más

whis§ (qtizá

de malta)

que vino. Empieza la conferencia con dos preguntas: «¿Dónde
están las imágenes? ¿Dónde están las ninfas?». Es lo que yo me

pregunto. Dice partir su disertación de cierto vídeo visto en eI
Paul Gueti Museum de no sé qué ciudad. Esto se me ha escapado,

no lo entendí bien y habrá que revisar más tarde la ortografia.
Gueti seguro que va con y y dos tes. Los vídeos eran de uno que
se llamaViola. No sé si es con B o conV. Dice: «Me llamó la atención la natur aleza de aquellas imágenes, saturadas de tiempo, temblorosas». Al no haber visto ese vídeo, no sabe uno de qué está
hablando, pero las películas cambian mucho de verlas a oírlas
contar a otro, como las novelas. Cita también un tratado de baile
antiguo en el que üenen las seis condiciones dela danza,la más
saliente de las cuales es la fantásmata.Creo que ha dicho así: «Dan-

zar por fantásmata». Dice también: «Sólo quien puede recordar
es capaz de saber qué es el tiempo,la memoria es una búsqueda
entre fantasmas». Yo también 1o veo así, y me alegra sumarme a

opinión suya. No querría que esto pareciera la crónica de un
f,lósofo hecha por Mr. Bean. Al decir «en las imágenes que les he
dador, recorrió la sala un aleo de papeles, ya que todos sacaron
Ios que se encontraron en los asientos de sus sillas. «Vean», prosiguió. No se puede ver mucho, porque son del tamaño de un
sello y las imágenes parecen empastadas. Acaba de decir: «Las
ninfas son tiempo». Lo afirmó en un tono categórico dificil de
rebatir. Que lo trae muypensado. Desde luego se ve que no serla
esa

grafo entró en su estudio y descubrió quince tupidos tomos encuadernados con miles de páginas de una novela que había titulado En el reino de lo irreal. Con ese título puede ser cualquier
cosa, buena y mala. Entre las páginas halló también muchos dibujos del loco ese en los que se veía a muchas niñas con pene, y
digo pene porque eran siempre del tamaño de una bellota. En la
novela las protagonistas se llaman... La palabra que ha dicho no
la he entendido bien. Por suerte no va a tener que examinarse
uno de esta materia, porque a estas alturas no creo que llegáramos ni al aprobado raspado. En cambio sí me ha quedado claro
que las protagonistas estaban hostigadas por unos «glandulinos» que las someten yvejan sin tasa. Al conferenciante le asom-

bra que los dibujos de ese hombre estuviesen hechos en papel
carbón, como si fuese el negativo de un dibujo, y más aún el hecho
de que estas niñas se pareciesen a la ninfa renacentista. Y como
el conferenciante alude a cada momento a alguna de las reproducciones que nos ha dado en las fotocopias, la gente la busca
en ellas con frenesí sin encontrarla, porque no se ve nada, con

lo cual en esta parte de Ia conferencia se ha llenado la sala de un
ruido ensordecedor de papeles que pasan para atrás y delante,
como el batir de alas de las palomas cuando levantan el vuelo.
Palomas, ninfas. La blanca paloma. LasVírgenes. Hmmm. Interesante. La filosoffa es contagiosa. No te distraigas, A.

"No

sé

cómo hemos llegado a este punto. Se le va a uno el

f,ácil rebatírselo, ni aconsejable, porque no parece que sea alguien

santo al cielo en un minuto, y cuando vuelve, parece que todo
ha cambiado, el tema de la conferencia, el público, yo mismo. El

al que le guste que le lleven la contraria. El filósofo español que
lo presenta está a su lado, y por las caras que pone no parece que le

filósofo está hablando en este momento del kinescopio, no sé a
cuento de qué. Declara, con igual frrmeza, que las imágenes del

convenza tampoco mucho, pero en su caso esa inconvicción pa-

kinescopio duran un octavo de segundo. Habla de ese dibujo en
el que aparece una jaulavacíay allado un pá4aro,pero al moverse en círculo uno y otro, el pájaro «entra» en la jaula. Ese experi-

rece con mayor fundamento que la mía.

"seguramente está bien traído, pero no sé a cuento de qué
acaba de citar acierto fotógrafo que tuvo alquilado un estudio
durante cuarenta años a un tipo extraño. Al morir este, el fotó'
92

mento (aquí usó Ia palabra alemana porque seguramente en
alemán significa experimento y algo más) consagró la pervivencia
93
discurso, como las almendras al turrón. Paracelso escribió un
tratado sobre las ninfas. Según Paracelso no fueron creadas por
Dios, como Adán, sino después. Eran iguales que los hombres,
pero sin alma.

consigo
de las imágenes lumínicas. Se llaman dinamoramas' Si
dura poco,
retener esta palabra, quizá evite el suspenso. Este aliüo
porque no sé si ha hablado del sujeto heroico o del sujeto histó-

rico. Cada vez me cuesta más seguirle, y la imaginación se echa
de cosas
a volar. Cuando vuelvo, encuentro que está hablando
acúscadavezmás raras. Las salas del círculo tienen muypésima

"Llegados a este punto empiezauno a sospechar que X, que
tiene sesentaidós años, se ha enamorado de una alumna de dieciocho, que le ha dado calabazas,y no

tica. Habrla que Protestar.
"No sé cómo ha desembarcado en Walter Benjamin' y reco-

ha podido sufrir, y

por

eso dice que no tienen alma.Y por eso, porque no la tienen, han

de aparearse con los hombres, porque ese es el único modo de

rre el auditorio un respiro de satisfacción: al fin tierra firme,
conocida. «Hablemos», dice, «del concepto de imagen dialécfitica». Hablemos,le secunda el auditorio, que le agradece esa

llegar a tener una. O

hombres son imagen de Dios,
ylas ninfas, imagen de los hombres. Si un sujeto histórico, (ahora
ha dicho histórico,o sea, que antes no debía de ser heroico) asume
las imágenes, llegará a vivir. Será imagen, y las ninfas serán la

se espera
neza guardando silencio y dejando de arrastrar los pies.

que
una revelación. Como siempre hay un provocado5 el tipo
las fotocoestá a mi lado se levanta, deja en el asiento de la silla
que
pias con ostensible desdén, y se larga, rompiendo la magia
de mucho esfuerzo
se había conseguido después de media hora

común. Un individualista y una verdadera pena' Esa primera
pero sigue
deserción distrae alfilósofo de 1o que estaba diciendo'
diciéndolo, y tampoco se nota muy diferente de 1o que estaba
diciendo antes de la interrupción. Retoma el hilo al cabo de uno
es una
o dos minutos, hasta que da de nuevo en que «la imagen
per fantásdialéctica inmóvil» unida, no sé cómo, al <<danzare
mata» del tratado del señor Doménico. se ha producido entre
Doel público un movimiento de alarma: ¿quién es este señor
de
mZnico? Hasta el momento no se le había citado. Ha debido
los temores'
comprenderlo el propio X, porque para atar corto
con
o anclar su conferencia, ha vuelto a la pregunta del inicio'
ha sido un
1o que puede parecer que en realidad la conferencia
extenso poema: «¿De donde vienen las ninfas?», reitera como
villon sus «¿dónde están las nieves de antaño?» Barbour (com'
probar grafra) asegura que la ninfa es un espíritu elemental, una
iioru pugura en el exilio. A cada paso se ve obligado a recurrir
gran firmeza al
a términás y palabras alemanas, que le dan una

1o

sea, que los

imagen de las imágenes,lo que nos llevaría

a

Averroes y

a

la ima-

ginación, según su célebre teoría.
"Por último nos ha dicho que el intelecto del hombre

es

único,

aunque el hombre no siempre piensa, y le define este no pensar

r

,

tanto como el pensar, o sea, que puede pensar sólo por la imposibilidad de pensar, lo que es absolutamente verdad. Absolutamente 1o ha subrayado, como si dijera: pueden discutirme todo
lo anterior, pero no me hagan perder el tiempo explicando esto
otrayez. Ha acabado diciendo que todo esto conducía a la poesía amorosa, en la que Ia
es

unión de los fantasmas con la imagen

la inmoderación amorosa o pasión.

"Me temo que al público, extenuado, apenas le quedan fuerzas para aplaudir y yo no puedo aplaudir porque estoy haciendo
la crónica por si el mundo se acaba, X es el gran filósofo moderno y 1o único que vaya a quedar sean estos papeles".
Y hasta ahí. Fue entonces cuando Z, el presentador, aprovechó
csos momentos de confusión y desconcertantes para desapare-

cer como

Houdini o en fantásmata.

La gente estaba indignada. De haber pagado la entrada, habrían

cxigido que Iés devolüeran el importe. La fama del conferenciante
95
mundial había congregado a muchos del gremio, profesores, filósofos. Algunos de estos, profesores de M.,
como su amiga V., especialista en Kant, consideraban lo oído
una gran tomadura de pelo. Yo respiré tranquilo, porque gracias a su indignación me sentía menos idiota. Algunos se queen la modernidad

l

daron unos minutos más sólo para el comentario y el desahogo.
Nosotros nos preguntábamos, ¿y el presentador?, porque considerábamos un deber suyo quedarse y compartir la cena, pues
son esas las cosas con las que hay que apechugar de modo soli-

dario. Pero el presentador debió de considerar la cosa con filosofía y decirse, qriá,y allí nos tienes a su editor, a Y., M. y yo
caminando desde el Círculo de Bellas Artes, de sublimados techos, hasta El Salvador, nombre poquísimo apropiado

patala

ocasión.
Antes de iniciar la peregrinación hacia el restaurante, su editor nos presentó a é1. Se le veía entre decepcionado y contra-

i
i
I

i

riado con el pueblo español, quizá pensó que iba a sacarle en
andas. O por 1o menos a hombros. Nos echó una mirada de arriba
abajo, pensando, "¿y estos quiénes son?" Creo que habría preferido irse él solo al hotel, y que nadie le diera la murga. Comenzamos la procesión, y aunque no se veían, había andas también,
porque no hacíamos más que hacerle preguntas, sonreírle y ser
amables. El tiempo era primaveral. El hecho de que hubiéramos sido amigos de amigos suyos, como B. y RG., tampoco facilitó las cosas ni le despertó la curiosidad, remiso a compartir
con nosotros nada más allá de esa hora. Yo empezaba a pensar,
¿y qué hacemos aquí con este? Pero no se me notaba, como a
veces siente uno que se le nota por cómo M. le afea a uno 1o§
pensamientos valiéndose de la visual. En todo caso yo compartl
con él unas habitas con jamón, por si nos unían. Tampoco hizo
el menor comentario sobre el restaurante. No sé, yo soy extranjero, me llevan en Méjico a un restaurante lleno de fotos de sacrificios humanos y retratos de Moctezuma y de Cuauhtémoc
g6

dedicadas, con los sacerdotes llenos de sangre y las cabezas de
los conquistadores colgadas de unas vigas, como melones, y algo

diría. Llevas a alguien a un restaurante como EI Salvador, y está
claro que no esperas un nuevo sistema filosófico sobre la marcha, pero qué menos que un comentario sobre la nación española en general y el toreo en particular.
Nada, él sentado tieso en la mesa, con las muñecas apoyadas
junto al plato, esperando que le hicéramos también el gasto de
la conversación. Como había estado enrollado tanto tiempo con

elballo per fantásmata de Doménico,le hablé del duende del
cante hondo, del que habló Lorca, porque, si yo no había entendido mal, allá se iban los dos, el fantasma y el duende. Eso le
hizo despertar ligeramente de su catalepsia, y recordó que Bergamín le hablaba del duende, pero ignoraba que Lorca se hubiese ocupado de eso, y acusó el asunto con un tic nervioso en
el ojo, como si le jodiera que alguien se le hubiese adelantado,
así que se dirigió a su editor, volviendo hacia él tronco y cabeza,
gran esfuerzo, y le rogó que le hiciera llegar ese ensayo de Lorca,
como se le ruega a una asistenta que limpie una mancha, muy
amable, pero sin dar pie a ninguna conversación. Es obvio que
el dato de Lorca lo incorporará ala conferencia, a poco exótica
que encuentre esa fuente.

Dicho eso, el orzuelo volvió a cerrarle un poco el párpado y
é1 volvió a su estado natural de soñolencia, apenas rota para demandar otra ración de habitas. Da gusto ver comer a un filósofo espiritado. Nos decimos esperanzados: quiá todo lo anterior
fue consecuencia del hambre, y ahora cambiará. El restaurante
estaba medio vacío. No sé cómo aguantarán abiertos. El frlósofo no hizo ninguna pregunta, a pesar de que en la mesa tenía
a una colega, ni a nosotros, ni siquiera a su editor, ni se interesó
lo más mínimo por España o Madrid. En vista de que aquello
no se animaba, estuve a punto de decirle al camarero que se sentara con nosotros y nos hablara un poco de su filosofia de la vida.
97
Al final le pregunté su opinión sobre el muro que están construyendo para confinar a los palestinos delafranja de Gaza. No
sé por qré razón pensaba que X era judío, y aquello iba a ser
una manera de averiguarlo. Me miró como si yo fuese un periodista sin muchos alcances haciendo esa clase de preguntas. Me

pareció que encontraba la formulación de la pregunta un insulto a su inteligencia, y afirmó que ese muro destruiay acababa... con la propia naturalezajtdia,que era el éxodo,la diáspora,
obligándoles a encerrarse. O sea, que no es que estuviera mal

porque se confinaba a los palestinos, sino porque se aislaba a
los judíos. Así que me dije, esa es la respuesta un poco chorra
que daría un judío desde el lado judío, porque si tienes un aeropuerto al lado y dinero para comprar un billete no hay muros
que valgan. Ahora, si tienes que pasar de un lado a otro en autobús, en furgoneta o en burro, como los palestinos, qué duda
cabe que la estacada de hormigón es un estorbo. Con aviones y
dinero pueden los judíos ser judíos hoy día. Partimos pelos en
cuatro unos minutos más, pero ese tema de conversación se extinguió igualmente como el aceite del brazo séptimo del candelabro de los siete brazos.
Nos despedimos en la calle, y amiseguía sin notárseme en la
cara nada. Su hotel quedaba a unos cincuenta metros, y su editor, que es la persona más gentil del mundo, sugirió que podíamos sacar otÍavezlas andas, y llevarlo hasta la puerta, pero ahí
ya se me debió de notar algo más el "verdes las han segado'l y dije
que nada nos gustaría tanto como escoltarlo, llevando incluso
los bolígrafos a la funerala, pero que teníamos que acompañar a
Y., que tenía el coche en un parqueadero más próximo aún. No
obstante, antes de despedirse, volüó a girar todo eI cuerpo, girándose hacia el editor sin dejar de mirarme ami,y dijo que le
dejara mis "coordenadas" a él,para que él se las mandara también, supongo que con "lo de Lorca", por si algunavez coincidiamos en Roma o en Venecia. Ya. Empleó esa palabra, coordenadas,
g8

como los del espacio exterior. Le vimos alejarse. Caminaba con
muchísima elegancia. Lo que decía Bergamín de Paula, aunque
no toree, quiero decir, aunque no filosofe, verle únicamente el
paseíllo, yavalió la pena, con ese traje de luces de azabache,
el chaleco de color gamuzaylas zapatillas a tono, de ante.
LOS almendros en flor,las mimosas ardiendo: este febrero.
Ese misterio, 1o demás es perjurio. Apenas esto, que 1o es todo.
¿Eres alguien sensible a la botánica,

pero no a la zoología hu-

mana?, me digo apesarado.

Y el ensimismamiento, que trabaja solo, como el agua de una
azuda, da vueltas y vueltas.

Mirando el almendro en flor, se pregunta uno: ¿Y yo no podría
dar flores de almendro en estos libros al menos una vez al año?
Hemos llenado la casa de ramas de almendro y ramos de
glicinas, y todo huele a campo, y no sabemos si estamos aquí o
seguimos allí. Mientras, un viento helado recorre las galerías de
mi alma, ululando: ¿Y si no has plantado almendros, qué flores
vas a ver?

Ayer, hablando y hablando, fuimos Manuel y yo a cortar las
ramas de unos almendros que tiene él en la pared del olivar, muy
alejados de su casa, frente a la casa de La Comendadora. El olivar estaba muybonito. En alguno de los olivos, apoyadas,las varas
de los ultimos vareos. La hierba se ha echado tan arriba que nos
llegaba a la cintura, y caminábamos en un mar de flores amarillas de muchas clases a las que Manuel llamaba por su nombre,

como el pastor que conoce a todas y cadauna de sus ovejas.
El espectáculo de los almendros era grandioso. Están algo
escondidos, y si no se va a ellos de intención, no se verían. Lo
más parecido que podría dar una idea de lo que eran sería evocar una de esas vidrieras góticas que reciben el sol del mediodía
y llenan de luz una vieja catedral. Manuel dijo: "Son amargosos", pero

lo dijo sin resentimiento, no los maldijo, como Jesús
99

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  • 1. de acontecimientos (periódico, coche, viaje en metro, manifesta- ciones, violencia callejera), vuelve a casa sin comprender nada de lo que está sucediendo, ni lo que le ha ocurrido ese día. ¿Pero el hombre del xx era distinto, comprendía 1o que le sucedía? LO llevamos su editor, Y., amiga y profesora de M., M. y yo a El Salvador, el restaurante taurino de Ia calle Barbieri. Es un restaurante viejo metido en una casa modesta del siglo XVIII o XIX de dos pisos, a la que hace cien años convirtieron en restaurante sin preocuparse mucho de que no se notara la anti' gua disposición de las habitaciones, de modo que puede uno especular, mientras espera a que le traigan de comer, si le han acomodado en el dormitorio de la abuela o en el de la criada, porque aunque la casa fuese modesta, hace doscientos años taba ser un oflcial de tercera en el sótano de un ministerio pa tener criada. Todas las paredes del restaurante, y son muchas, están con sagradas enteramente al arte y mundo del toreo, cuadros, recortes de periódico, caricaturas, miles de estampas de toreando, de paisano, posando, ganaderos y taurófilos ilustres toda clase de interpretaciones artísticas de la fiesta que, por tuna, en esa abigarrada decoración, pasan inadvertidas. Y fotos antiguas acaban dándole a todo un gran ambiente, piensa que va uno a encontrarse en el lavabo, codo con en la micción contra la pared, con Bombita II. Los camareros son igualmente del siglo XVIII, sobre todo que estaba en 1975, cuando yo entré allí por primera vez, que ahora, espigado y con una calva bruñida, y aunque mente el salario de todos no sea alto, su puesto está di simo, porque se ha propalado por Madrid que trabajar en restaurante asegura si no Ia inmortalidad, sí la longevidad. Todo el restaurante tiene una pátina sepia del humo de cigarros que se ha ido posando sobre las cosas, paredes, 88 cuadros, frascas, camareros, y muchísimo sabor y el encanto de las cosas que no pueden improvisarse. En las mesas, manteles de cuadraditos rojos y blancos, frascas de vidrio para el vino y vasos de culo gordo, y una carta de platos muy madrileños y es- pañoles. Durante años ha tenido la mejor merluza a la romana de Madrid, difícil de ponderar más, y no sigo, porque podría pensarse que esta página está patrocinada por los dueños. Es mercedes, y ya sabemos que la casa Mercedes ha pagado tanto. La actriztalentra en Cartier, y lo mismo. Si yo fuese ahora con estas líneas al dueño de El Salvador,las catcaiadasse oirían desde nuestra casa, si acaso no me denunciaba a la policía. Los amigos del crimen perfecúo transcurre en parte en el caft Comercial. No esperaba uno que lo hiciesen accionista de é1, pero quién sabe, cosa que ya se hace en el cine. |ames Bond se monta en un unas líneas del jefe de camareros o del encargado agradeciendo la atención habrían estado bien. De El Salvador uno no espera, si llegan a publicarse estas líneas, grandes efusiones, ni siquiera un par de huevos fritos, pero sería bonito que los poetas pobres pudiésemos vivir del trueque: odas por zapatos, por ropa, un sonetillo de nada por un abrigo, una novela por la calefacción de un año; la mención encomiástica de un bodeguero, vino de mesa garantizado parauna temporada, o estas líneas, sin ir más lejos, por unas tajaditas de merluza ala romana. Y con ese fin, para que probase el célebre rebozo, arrastramos al filósofo italiano a la calle Barbieri. Yo iba un poco apurado, porque viendo el chaleco de casmir que llevaba, y ese porte suyo tan espiritado, me decía: va a ser que nos hemos equivocado en la elección de restaurante. No sé, habíamos pensado que un res- taurante así le gustaría, porque le gustaba mucho a Bergamín' X conoció a Bergamín no sé cómo, porque Bergamín acababa conociendo a todo el mundo, o todo el mundo acababa conociéndole aél,y através de Bergamín o de una nuera de Bergamín, supongo, conoció a Ramón Gaya, que le prestó durante años el 89
  • 2. otros de antes de la conferencia. No sabemos qué habría ocurrido propiamente' de haberlo tenido que decidir después del acto reversaba esta sobre lanat:ualeza de las imágenes, y nos retraia el párpado y le encharcaba el ojo, enrojeciéndoselo por completo. Sin llegar a ser pitañoso, daba algún reparo mirarle, y no mirarle también, por si pensaba que no lo hacía uno por asco. Como durante la conferencia, que la dio en español, sin mucha soltura pero correctamente, la gente tomaba muchísimas notas, yo hice 1o mismo en el reverso de dos hojas ciclostiladas que se todos desconcertante, incluido elfilósofo que le presentó' Z, qtedesapareció después de la conferencia como por arte de decirse' magia, sin dejar rastro, oliéndose la tostada, como suele en La conferencia tuvo de conferencia 1o que tuvo de puesta vestía' En Se veía de lejos que X es italiano por cómo blanco y negro quince o veinte cuadros, todos del tamaño de sellos. En algunos no se veía nada, como si la reproducción estu- veía de cerca, por los zapatos, finos mocasines de ante viese quemada. Sabemos que eran cuadros de Ghirlandaio y de que hacían de sus pies dos compases de minué' Además vestía á. ,r.gro de los susodichos pies a la cabeza'No sé sabe por qué hoy et día visten de negro los arquitectos de moda' los cocineros y la mayor parte de los filósofos de moda' lo que nos otros pintores del Renacimiento, entre los que había el dibujo de una niña desnuda con un pito pequeño del tamaño de una estudio que este tenía en el Callejón del Lirio, cerca de laplaza Roma' de la Encina, a dos pasos de laplazaFarnesio, en y nosEso de llevarle a cenaÍ estaba ya previsto por su editor ' sultó a escena. realidad se de moda la arhace suponer que tiene que ver más con la moda que con quitectura, la gastronomia ola filosofla, ciencias a todas luces Espoco firmes. Que X está de moda en Europa, e incluso en los pero con tados Unidos, no tiene duda. Es filósofo de minorías' encontró todo el mundo en el asiento de su silla. Supusimos que tendrían que ver con aquello de lo que se nos hablaría, y así fue. En cada una de ellas había reproducidos muy malamente en bellota corriendo con los brazos abiertos. La conferencia fue un tanto confusa, aunque siendo él un filósofo eminente, acaba uno pensando siempre que la confusa es la mente de uno. He aquí la transcripción de las notas tomadas, porque puede que el mundo se acabe y se destruyan los originales de la confe- rencia, que X sea en lo venturo el filósofo de este siglo, y mis gran predicamento en los seminarios de filosoffa de las universi creído, dades. No sabe uno si esto lo sabrá, ni aun si se lo tendrá pero de no recordar a un clérigo anglicano, con aquella camisal notas algo valiosísimo, como los apuntes de Averroes sobre Aris- cuello, podría Pensarse que era un sacerdote de Osiris' majes1o lre subrayabala solemnidad con la que caminabayla con'l tad que imprimía a sus gestos, todos ellos ejecutados con cielo,' vicción y ceremonia. sólo le faltaba levantar los brazos al traía dibujando. t.g.u ri, negrai El chaleco de color tostado, elegantísimo sobre la camisa IV' negro remitía a esos colores metaffsicos de la corte de Felipe y marrón, disimulando el rigor, al tiempo que 1o recordaba' medio lado,1o justo, como si por prudencia pudiera olvidarse de sus gravísimos pensamientos ni de sus trib que laciones. Le afeaba un poco la persona un orzuelo o llaga Se sonreía de 9o tóteles. Entre los apuntes hay también un retrato que le hice al filósofo, porque se ve que se me iba el santo al cielo, y me dis- "Delgado, con la frente abombada y levantada hasta medio cráneo, quiero decir que tiene por lo menos una cuarta más de frente que los mortales. Viste camisa negra y chaleco de punto fino, color canela, de casmir". Esto ya lo había puesto antes. "Parece tímido. No mira nunca con reposo, sino que picotea al objeto o la persona mirada, como si hiciera con los ojos un poco de contrapunto.Voz atenuada. Simpático, aunque no lo parezca por mis descripciones. No es f,ácil sacar bien los parecidos. 91
  • 3. Piel roja, como si le gustara soplar, más whis§ (qtizá de malta) que vino. Empieza la conferencia con dos preguntas: «¿Dónde están las imágenes? ¿Dónde están las ninfas?». Es lo que yo me pregunto. Dice partir su disertación de cierto vídeo visto en eI Paul Gueti Museum de no sé qué ciudad. Esto se me ha escapado, no lo entendí bien y habrá que revisar más tarde la ortografia. Gueti seguro que va con y y dos tes. Los vídeos eran de uno que se llamaViola. No sé si es con B o conV. Dice: «Me llamó la atención la natur aleza de aquellas imágenes, saturadas de tiempo, temblorosas». Al no haber visto ese vídeo, no sabe uno de qué está hablando, pero las películas cambian mucho de verlas a oírlas contar a otro, como las novelas. Cita también un tratado de baile antiguo en el que üenen las seis condiciones dela danza,la más saliente de las cuales es la fantásmata.Creo que ha dicho así: «Dan- zar por fantásmata». Dice también: «Sólo quien puede recordar es capaz de saber qué es el tiempo,la memoria es una búsqueda entre fantasmas». Yo también 1o veo así, y me alegra sumarme a opinión suya. No querría que esto pareciera la crónica de un f,lósofo hecha por Mr. Bean. Al decir «en las imágenes que les he dador, recorrió la sala un aleo de papeles, ya que todos sacaron Ios que se encontraron en los asientos de sus sillas. «Vean», prosiguió. No se puede ver mucho, porque son del tamaño de un sello y las imágenes parecen empastadas. Acaba de decir: «Las ninfas son tiempo». Lo afirmó en un tono categórico dificil de rebatir. Que lo trae muypensado. Desde luego se ve que no serla esa grafo entró en su estudio y descubrió quince tupidos tomos encuadernados con miles de páginas de una novela que había titulado En el reino de lo irreal. Con ese título puede ser cualquier cosa, buena y mala. Entre las páginas halló también muchos dibujos del loco ese en los que se veía a muchas niñas con pene, y digo pene porque eran siempre del tamaño de una bellota. En la novela las protagonistas se llaman... La palabra que ha dicho no la he entendido bien. Por suerte no va a tener que examinarse uno de esta materia, porque a estas alturas no creo que llegáramos ni al aprobado raspado. En cambio sí me ha quedado claro que las protagonistas estaban hostigadas por unos «glandulinos» que las someten yvejan sin tasa. Al conferenciante le asom- bra que los dibujos de ese hombre estuviesen hechos en papel carbón, como si fuese el negativo de un dibujo, y más aún el hecho de que estas niñas se pareciesen a la ninfa renacentista. Y como el conferenciante alude a cada momento a alguna de las reproducciones que nos ha dado en las fotocopias, la gente la busca en ellas con frenesí sin encontrarla, porque no se ve nada, con lo cual en esta parte de Ia conferencia se ha llenado la sala de un ruido ensordecedor de papeles que pasan para atrás y delante, como el batir de alas de las palomas cuando levantan el vuelo. Palomas, ninfas. La blanca paloma. LasVírgenes. Hmmm. Interesante. La filosoffa es contagiosa. No te distraigas, A. "No sé cómo hemos llegado a este punto. Se le va a uno el f,ácil rebatírselo, ni aconsejable, porque no parece que sea alguien santo al cielo en un minuto, y cuando vuelve, parece que todo ha cambiado, el tema de la conferencia, el público, yo mismo. El al que le guste que le lleven la contraria. El filósofo español que lo presenta está a su lado, y por las caras que pone no parece que le filósofo está hablando en este momento del kinescopio, no sé a cuento de qué. Declara, con igual frrmeza, que las imágenes del convenza tampoco mucho, pero en su caso esa inconvicción pa- kinescopio duran un octavo de segundo. Habla de ese dibujo en el que aparece una jaulavacíay allado un pá4aro,pero al moverse en círculo uno y otro, el pájaro «entra» en la jaula. Ese experi- rece con mayor fundamento que la mía. "seguramente está bien traído, pero no sé a cuento de qué acaba de citar acierto fotógrafo que tuvo alquilado un estudio durante cuarenta años a un tipo extraño. Al morir este, el fotó' 92 mento (aquí usó Ia palabra alemana porque seguramente en alemán significa experimento y algo más) consagró la pervivencia 93
  • 4. discurso, como las almendras al turrón. Paracelso escribió un tratado sobre las ninfas. Según Paracelso no fueron creadas por Dios, como Adán, sino después. Eran iguales que los hombres, pero sin alma. consigo de las imágenes lumínicas. Se llaman dinamoramas' Si dura poco, retener esta palabra, quizá evite el suspenso. Este aliüo porque no sé si ha hablado del sujeto heroico o del sujeto histó- rico. Cada vez me cuesta más seguirle, y la imaginación se echa de cosas a volar. Cuando vuelvo, encuentro que está hablando acúscadavezmás raras. Las salas del círculo tienen muypésima "Llegados a este punto empiezauno a sospechar que X, que tiene sesentaidós años, se ha enamorado de una alumna de dieciocho, que le ha dado calabazas,y no tica. Habrla que Protestar. "No sé cómo ha desembarcado en Walter Benjamin' y reco- ha podido sufrir, y por eso dice que no tienen alma.Y por eso, porque no la tienen, han de aparearse con los hombres, porque ese es el único modo de rre el auditorio un respiro de satisfacción: al fin tierra firme, conocida. «Hablemos», dice, «del concepto de imagen dialécfitica». Hablemos,le secunda el auditorio, que le agradece esa llegar a tener una. O hombres son imagen de Dios, ylas ninfas, imagen de los hombres. Si un sujeto histórico, (ahora ha dicho histórico,o sea, que antes no debía de ser heroico) asume las imágenes, llegará a vivir. Será imagen, y las ninfas serán la se espera neza guardando silencio y dejando de arrastrar los pies. que una revelación. Como siempre hay un provocado5 el tipo las fotocoestá a mi lado se levanta, deja en el asiento de la silla que pias con ostensible desdén, y se larga, rompiendo la magia de mucho esfuerzo se había conseguido después de media hora común. Un individualista y una verdadera pena' Esa primera pero sigue deserción distrae alfilósofo de 1o que estaba diciendo' diciéndolo, y tampoco se nota muy diferente de 1o que estaba diciendo antes de la interrupción. Retoma el hilo al cabo de uno es una o dos minutos, hasta que da de nuevo en que «la imagen per fantásdialéctica inmóvil» unida, no sé cómo, al <<danzare mata» del tratado del señor Doménico. se ha producido entre Doel público un movimiento de alarma: ¿quién es este señor de mZnico? Hasta el momento no se le había citado. Ha debido los temores' comprenderlo el propio X, porque para atar corto con o anclar su conferencia, ha vuelto a la pregunta del inicio' ha sido un 1o que puede parecer que en realidad la conferencia extenso poema: «¿De donde vienen las ninfas?», reitera como villon sus «¿dónde están las nieves de antaño?» Barbour (com' probar grafra) asegura que la ninfa es un espíritu elemental, una iioru pugura en el exilio. A cada paso se ve obligado a recurrir gran firmeza al a términás y palabras alemanas, que le dan una 1o sea, que los imagen de las imágenes,lo que nos llevaría a Averroes y a la ima- ginación, según su célebre teoría. "Por último nos ha dicho que el intelecto del hombre es único, aunque el hombre no siempre piensa, y le define este no pensar r , tanto como el pensar, o sea, que puede pensar sólo por la imposibilidad de pensar, lo que es absolutamente verdad. Absolutamente 1o ha subrayado, como si dijera: pueden discutirme todo lo anterior, pero no me hagan perder el tiempo explicando esto otrayez. Ha acabado diciendo que todo esto conducía a la poesía amorosa, en la que Ia es unión de los fantasmas con la imagen la inmoderación amorosa o pasión. "Me temo que al público, extenuado, apenas le quedan fuerzas para aplaudir y yo no puedo aplaudir porque estoy haciendo la crónica por si el mundo se acaba, X es el gran filósofo moderno y 1o único que vaya a quedar sean estos papeles". Y hasta ahí. Fue entonces cuando Z, el presentador, aprovechó csos momentos de confusión y desconcertantes para desapare- cer como Houdini o en fantásmata. La gente estaba indignada. De haber pagado la entrada, habrían cxigido que Iés devolüeran el importe. La fama del conferenciante 95
  • 5. mundial había congregado a muchos del gremio, profesores, filósofos. Algunos de estos, profesores de M., como su amiga V., especialista en Kant, consideraban lo oído una gran tomadura de pelo. Yo respiré tranquilo, porque gracias a su indignación me sentía menos idiota. Algunos se queen la modernidad l daron unos minutos más sólo para el comentario y el desahogo. Nosotros nos preguntábamos, ¿y el presentador?, porque considerábamos un deber suyo quedarse y compartir la cena, pues son esas las cosas con las que hay que apechugar de modo soli- dario. Pero el presentador debió de considerar la cosa con filosofía y decirse, qriá,y allí nos tienes a su editor, a Y., M. y yo caminando desde el Círculo de Bellas Artes, de sublimados techos, hasta El Salvador, nombre poquísimo apropiado patala ocasión. Antes de iniciar la peregrinación hacia el restaurante, su editor nos presentó a é1. Se le veía entre decepcionado y contra- i i I i riado con el pueblo español, quizá pensó que iba a sacarle en andas. O por 1o menos a hombros. Nos echó una mirada de arriba abajo, pensando, "¿y estos quiénes son?" Creo que habría preferido irse él solo al hotel, y que nadie le diera la murga. Comenzamos la procesión, y aunque no se veían, había andas también, porque no hacíamos más que hacerle preguntas, sonreírle y ser amables. El tiempo era primaveral. El hecho de que hubiéramos sido amigos de amigos suyos, como B. y RG., tampoco facilitó las cosas ni le despertó la curiosidad, remiso a compartir con nosotros nada más allá de esa hora. Yo empezaba a pensar, ¿y qué hacemos aquí con este? Pero no se me notaba, como a veces siente uno que se le nota por cómo M. le afea a uno 1o§ pensamientos valiéndose de la visual. En todo caso yo compartl con él unas habitas con jamón, por si nos unían. Tampoco hizo el menor comentario sobre el restaurante. No sé, yo soy extranjero, me llevan en Méjico a un restaurante lleno de fotos de sacrificios humanos y retratos de Moctezuma y de Cuauhtémoc g6 dedicadas, con los sacerdotes llenos de sangre y las cabezas de los conquistadores colgadas de unas vigas, como melones, y algo diría. Llevas a alguien a un restaurante como EI Salvador, y está claro que no esperas un nuevo sistema filosófico sobre la marcha, pero qué menos que un comentario sobre la nación española en general y el toreo en particular. Nada, él sentado tieso en la mesa, con las muñecas apoyadas junto al plato, esperando que le hicéramos también el gasto de la conversación. Como había estado enrollado tanto tiempo con elballo per fantásmata de Doménico,le hablé del duende del cante hondo, del que habló Lorca, porque, si yo no había entendido mal, allá se iban los dos, el fantasma y el duende. Eso le hizo despertar ligeramente de su catalepsia, y recordó que Bergamín le hablaba del duende, pero ignoraba que Lorca se hubiese ocupado de eso, y acusó el asunto con un tic nervioso en el ojo, como si le jodiera que alguien se le hubiese adelantado, así que se dirigió a su editor, volviendo hacia él tronco y cabeza, gran esfuerzo, y le rogó que le hiciera llegar ese ensayo de Lorca, como se le ruega a una asistenta que limpie una mancha, muy amable, pero sin dar pie a ninguna conversación. Es obvio que el dato de Lorca lo incorporará ala conferencia, a poco exótica que encuentre esa fuente. Dicho eso, el orzuelo volvió a cerrarle un poco el párpado y é1 volvió a su estado natural de soñolencia, apenas rota para demandar otra ración de habitas. Da gusto ver comer a un filósofo espiritado. Nos decimos esperanzados: quiá todo lo anterior fue consecuencia del hambre, y ahora cambiará. El restaurante estaba medio vacío. No sé cómo aguantarán abiertos. El frlósofo no hizo ninguna pregunta, a pesar de que en la mesa tenía a una colega, ni a nosotros, ni siquiera a su editor, ni se interesó lo más mínimo por España o Madrid. En vista de que aquello no se animaba, estuve a punto de decirle al camarero que se sentara con nosotros y nos hablara un poco de su filosofia de la vida. 97
  • 6. Al final le pregunté su opinión sobre el muro que están construyendo para confinar a los palestinos delafranja de Gaza. No sé por qré razón pensaba que X era judío, y aquello iba a ser una manera de averiguarlo. Me miró como si yo fuese un periodista sin muchos alcances haciendo esa clase de preguntas. Me pareció que encontraba la formulación de la pregunta un insulto a su inteligencia, y afirmó que ese muro destruiay acababa... con la propia naturalezajtdia,que era el éxodo,la diáspora, obligándoles a encerrarse. O sea, que no es que estuviera mal porque se confinaba a los palestinos, sino porque se aislaba a los judíos. Así que me dije, esa es la respuesta un poco chorra que daría un judío desde el lado judío, porque si tienes un aeropuerto al lado y dinero para comprar un billete no hay muros que valgan. Ahora, si tienes que pasar de un lado a otro en autobús, en furgoneta o en burro, como los palestinos, qué duda cabe que la estacada de hormigón es un estorbo. Con aviones y dinero pueden los judíos ser judíos hoy día. Partimos pelos en cuatro unos minutos más, pero ese tema de conversación se extinguió igualmente como el aceite del brazo séptimo del candelabro de los siete brazos. Nos despedimos en la calle, y amiseguía sin notárseme en la cara nada. Su hotel quedaba a unos cincuenta metros, y su editor, que es la persona más gentil del mundo, sugirió que podíamos sacar otÍavezlas andas, y llevarlo hasta la puerta, pero ahí ya se me debió de notar algo más el "verdes las han segado'l y dije que nada nos gustaría tanto como escoltarlo, llevando incluso los bolígrafos a la funerala, pero que teníamos que acompañar a Y., que tenía el coche en un parqueadero más próximo aún. No obstante, antes de despedirse, volüó a girar todo eI cuerpo, girándose hacia el editor sin dejar de mirarme ami,y dijo que le dejara mis "coordenadas" a él,para que él se las mandara también, supongo que con "lo de Lorca", por si algunavez coincidiamos en Roma o en Venecia. Ya. Empleó esa palabra, coordenadas, g8 como los del espacio exterior. Le vimos alejarse. Caminaba con muchísima elegancia. Lo que decía Bergamín de Paula, aunque no toree, quiero decir, aunque no filosofe, verle únicamente el paseíllo, yavalió la pena, con ese traje de luces de azabache, el chaleco de color gamuzaylas zapatillas a tono, de ante. LOS almendros en flor,las mimosas ardiendo: este febrero. Ese misterio, 1o demás es perjurio. Apenas esto, que 1o es todo. ¿Eres alguien sensible a la botánica, pero no a la zoología hu- mana?, me digo apesarado. Y el ensimismamiento, que trabaja solo, como el agua de una azuda, da vueltas y vueltas. Mirando el almendro en flor, se pregunta uno: ¿Y yo no podría dar flores de almendro en estos libros al menos una vez al año? Hemos llenado la casa de ramas de almendro y ramos de glicinas, y todo huele a campo, y no sabemos si estamos aquí o seguimos allí. Mientras, un viento helado recorre las galerías de mi alma, ululando: ¿Y si no has plantado almendros, qué flores vas a ver? Ayer, hablando y hablando, fuimos Manuel y yo a cortar las ramas de unos almendros que tiene él en la pared del olivar, muy alejados de su casa, frente a la casa de La Comendadora. El olivar estaba muybonito. En alguno de los olivos, apoyadas,las varas de los ultimos vareos. La hierba se ha echado tan arriba que nos llegaba a la cintura, y caminábamos en un mar de flores amarillas de muchas clases a las que Manuel llamaba por su nombre, como el pastor que conoce a todas y cadauna de sus ovejas. El espectáculo de los almendros era grandioso. Están algo escondidos, y si no se va a ellos de intención, no se verían. Lo más parecido que podría dar una idea de lo que eran sería evocar una de esas vidrieras góticas que reciben el sol del mediodía y llenan de luz una vieja catedral. Manuel dijo: "Son amargosos", pero lo dijo sin resentimiento, no los maldijo, como Jesús 99