El documento describe la situación de tensión entre turcos y kurdos en Turquía. Los kurdos, que representan la mayor minoría étnica sin Estado, han sufrido discriminación y falta de reconocimiento de sus derechos por parte de los gobiernos turcos desde la fundación de la República de Turquía en 1923. Existe un "muro social" entre ambos grupos debido a prejuicios mutuos y una separación geográfica y económica entre el este de Turquía, habitado mayormente por kurdos, y el oeste, más desarroll
1. Crónica Internacional
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Turquía:
el muro para
lograr la paz
Por Josune Murgoitio / Corresponsal
en Turquía (@josmurgui)
Fotos: J.M.
L
a tregua de la violencia armada en Turquía atraviesa
un momento delicado tras
“el paquete de democratización” que el primer ministro, Recep
Tayyip Erdogán, anunció el pasado
30 de septiembre, en un supuesto intento por aliviar la tensión del proceso
de paz que mantienen la considerada
organización terrorista Partido de los
Trabajadores del Kurdistán (PKK, en
kurdo) y el Gobierno turco en su lentitud por avanzar en el reconocimiento
de los derechos del pueblo kurdo. Un
conflicto armado algo aliviado desde
hace diez meses en su contexto político pero que continúa cimentado en
la separación social, muy sutil, entre
turcos y kurdos, un enzarce de prejuicios y distanciamiento mutuo que no
acerca posiciones, aunque la situación
entre ambos ‘bandos’ haya mejorado a
raíz del estallido social que exigía democratización en Turquía.
Una paz muy necesaria, cuya construcción se impulsó ante la posibilidad de que los kurdos que habitan el
norte de Siria pudieran acceder a una
autonomía y presionara de esta manera las fronteras “forzosas” del Estado
turco en el que vive gran parte de la
población kurda, fronteras preocupadas también por el posible contagio de
la desestabilización de Siria, en medio
de una guerra civil que arroja en una
habitualidad horrorosa cifras de muertes civiles (más de 100.000, según la
ONU), y que alcanzó una alerta máxima ante la posible intervención de Estados Unidos para combatir el régimen
sirio de Basahr Al-Assad como respuesta a un supuesto ataque químico
lanzado contra la población siria.
LAS DOS TURQUÍAS
“La enarbolación de banderas turcas
es una forma de censura invisible hacia los kurdos”, opinaba un abogado
kurdo en Kadiköy, un barrio conocido
por su apertura ideológica y asimilado a los aires europeístas de Taksim,
situado en la parte asiática de Estambul. Las banderas turcas continuaban
invadiendo la gran metrópoli y el barrio Taksim se mostraba más tranquilo tras el estallido social que Turquía
sufrió hace cuatro meses, a raíz de
las protestas que quisieron paralizar
la destrucción del parque Gezi y que
2. ORDEN Y LEY
GUARDIA CIVIL
La construcción de Turquía
El Tratado de Sèvres (1920) reconocía el derecho a la autonomía kurda,
guiándose en el Programa de 14 puntos del presidente de Estados Unidos
Wilson. Las élites kurdas apoyaron a Mustafa Kemal Atatürk en su levantamiento para recuperar el territorio de lo que después sería el estado turco a
cambio de que los kurdos disfrutaran de la autonomía una vez se constituyera la República de Turquía tras las ruinas del Imperio Otomano. Sin embargo, Atatürk se negó a firmar dicho tratado y fue sustituido por el Tratado
de Lausana (1923) en el que desaparecía el derecho a la autonomía kurda.
Desde entonces, los kurdos quedaron divididos bajo cuatro soberanías nacionales: Turquía, Iraq, Irán y Siria. En 1978 el conflicto estalló con toda
su virulencia cuando de la mano de Abdullah Öcalan se creó el Partido
de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) que reivindicaba bajo mandatos
marxistas-socialistas la independencia para después verse forzado a rebajar
las expectativas a la autonomía y el reconocimiento de los derechos.
acabaron propagándose para reivindicar democratización; serios disturbios entre la Policía y miles de manifestantes que exigían al Gobierno
del primer ministro Erdogán respetar
los principios básicos de una Turquía
constitucionalmente laica. Las reivindicaciones desataron miles de banderas y la propugnación de los retratos
de Atatürk, el padre de la patria turca.
Desde entonces, el oeste de Turquía ha asistido a una alteración social
como resultado del despertar de una
parte de la población que critica duramente, a través de protestas pacíficas,
las políticas y el espíritu del Partido por
la Libertad y la Democracia (AKP, en
turco) que Recep Tayyip Erdogán lidera. A pesar de dicha alteración social,
la vida cotidiana es bastante relajada y
el trabajo y las relaciones sociales se
desarrollan con relativa tranquilidad, a
excepción de la presión religiosa que
coarta sutilmente la vida de quienes
no profesan religión. Un hecho visual
son las banderas y retratos de Atatürk
que imperan en el oeste y una percepción de vida más o menos tranquila
que contrasta con lo que ocurre en el
este del país, cuyo ambiente y visión
cambia sustancialmente; una especie
de zona de conflicto muy disimulada.
A punto de aterrizar en la que se
considera capital kurda de Turquía y
un lugar muy peligroso, se avistaba la
ciudad amurallada de Diyarbakir. Previamente al viaje, jóvenes turcos advertían de que era mejor no ir allí por
la afluencia de terroristas del PKK, por
la delincuencia de sus gentes pobre y
el machismo que caracteriza al hombre
kurdo, y la discordia abierta, por todos
sufrida, con las fuerzas de Seguridad
de Turquía desde hace ya 40 años: la
reivindicación de la independencia del
Kurdistán. El aeropuerto de Diyarbakir
contaba, a diferencia del oeste de Turquía, con medidas policiales añadidas
y un ambiente de hostigamiento y hostilidad que se percibía nada más aterrizar, y después, paseando por sus calles
y distrito centro, conocido como Sur,
se confirmaba por la fuerte presencia
de convoys policiales y militares.
En Diyarbakir, que cuenta con la
segunda muralla más larga del mundo después de la de China debido a su
longitud de 5,5 km, no se observaban
banderas color rojo y blanco con la
luna y la estrella que caracteriza a Turquía, a excepción de una muy pequeñi-
ta acompañada de un retrato pequeño
también de Mustafá Kemal Atatürk en
esa misma muralla, pero tampoco aparecía por ningún lado la bandera que
los habitantes de Diyarbakir defienden
y sienten; color verde, amarillo y rojo,
perteneciente a la suprimida Kurdistán, según la opinión generalizada de
sus ciudadanos, una “nación” actualmente dividida entre Turquía, Irán, Siria e Irak, aunque en este último país,
los kurdos cuenten con un estatus especial que les hace funcionar prácticamente como un Estado independiente.
UN MURO SOCIAL
“Desde 1923 los gobiernos en Turquía no han enfatizado en el este,
utilizándolo para la agricultura y el
oeste para la industria. El oeste ha ido
asimilándose a Europea día tras días
y el este a la vida de Oriente Medio”,
señalaba Asu, una joven residente en
Esmirna, situada en el sudoeste de
Turquía y considerada la más kemalista de la ciudad- se les considera
kemalistas a los seguidores del padre
de la República de Turquía: Mustafá
Kemal Atatürk-. La falta de desarrollo económico en el este de Turquía,
propiciada también por la guerra que
se inició entre turcos y kurdos, marca la vida cotidiana de los habitantes
de Diyarbakir, Batman o Hasankeyf,
entre otras ciudades conocidas en esta
zona del país. Una diferenciación entre oeste y este que se extrapola también en la propia población.
“Existe un muro entre turcos y kurdos”, afirmaba un joven periodista en
Diyarbakir. “Existe algo dentro de un
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kurdo y un turco que les impide hablar
con total libertad”, explicaba, “cuando
hablas sobre el problema kurdo se corta la relación”, añadía y ejemplificaba
con el caso de una mujer kurda muy
rica que tenía unos amigos turcos que
la visitaban en Diyarbakir, respetaban
su condición de kurda, pero rompieron
la relación con ella al verla vestida con
el traje típico del Newroz, fiesta kurda
por excelencia que se celebra el 21 de
marzo y conmemora el inicio de la primavera, durante muchos años prohibida por el Gobierno turco.
Según algunos analistas, periodistas y muchos ciudadanos, el pueblo
kurdo representa la mayor minoría étnica sin Estado del mundo (22 millones de personas aproximadamente). La
mayor parte de la población de origen
kurdo, aproximadamente 15 millones
de personas y alrededor del 20 por
El pueblo kurdo interpreta como un nuevo ataque a su
identidad la construcción de un pantano por parte del
Gobierno turco que inundará Hasankeyf e implicará su
total destrucción, a pesar de sus ruinas arqueológicas.
La muralla rodea el casco antiguo de
Diyarbakir, separa la zona antigua de la nueva,
y es utilizada en muchas ocasiones para ocio y
celebración de bodas
Abdullah Demirbas, alcalde del
distrito Sur, fue detenido por supuesta
implicación en el PKK. En la actualidad
ejerce la política y ayuda a los
ciudadanos a resolver sus problemas
ciento de la población de Turquía, están asentados en el este del país, pero
debido a las condiciones de pobreza
y vida restrictiva por la asimilación a
Oriente Medio, muchos han emigrado a otros países como Alemania o
Francia o se han trasladado al oeste de
Turquía y viven en barrios aislados de
Estambul o Esmirna, entre otras.
“Estudié en la Universidad de Ankara y al acabar la carrera hablaba inglés y
francés, un turco me preguntó de dónde
era y respondí que kurda, me dijo que
no podía ser kurda si sabía hablar inglés y francés”, declaraba una profesora
de inglés en Diyarbakir, cuya identidad
prefirió salvaguardar por miedo a sufrir
represalias por parte de la policía turca,
“otro me dijo que no podía ser kurda
porque las kurdas son feas”. “Nosotros
creemos que el problema no radica en
los nacionalismos, sino en la mentalidad
imperante de una única nación con una
única identidad y lengua. Los kurdos no
solo luchan por sus derechos, sino por
los derechos de los árabes, alevis… lo
único que queremos es vivir en igualdad, el respeto de nuestros derechos y la
convivencia mutua. Las fronteras no tienen importancia cuando vivimos en democracia”, opinaba Abdullah Demirbas,
alcalde del distrito Sur de Diyarbakir.
“En general no existe una separación entre turcos y kurdos”, afirmaba
Asu. “Por supuesto que existen pequeños grupos de nacionalistas en ambas
partes [turcos y kurdos] que quieren
separarse. Odio el racismo y en mi opinión todos juntos somos uno”, añadía.
“Los turcos cambian, a solas con un
kurdo son más cercanos, pero cuando
se juntan entre ellos, el kurdo se siente discriminado e inferior”, afirmaba el
joven periodista. Asu admitió que sí es
cierto que algunos turcos tengan prejuicios hacia los kurdos, pero advirtió
también de que sucede al revés, y alertó
de que dichos prejuicios provienen de
la existencia del “Partido de los Trabajadores del Kurdistán y los Gobiernos”.
Jóvenes turcos consultados negaban la existencia de una separación
social con kurdos e insistían en que
mantienen relaciones de amistad con
ellos. Es común mantener conversaciones con turcos que niegan dicha separación social porque, según ellos, no
existe ninguna diferencia entre ambos:
se asemejan y se respetan mutuamente.
Al contrario de todos los kurdos a los
que esta revista ha accedido, repetían
4. ORDEN Y LEY
con insistencia: la idea dominante en
Turquía de una única nación, identidad
y lengua, que provoca la exclusión de
identidades como la kurda o situaciones de marginalidad como los alevís,
una religión-cultura que se identifica
con una progresión ideológica que impacta con la mayoría musulmana suní
en el país. “Desde que se fundó la República de Turquía ha existido el problema kurdo y desde entonces kurdos
y turcos siempre han tenido problemas. Los gobiernos no han enfatizado
en el este de Turquía que es donde se
desarrolla la vida kurda, por lo que los
kurdos están intentando deshacerse de
la parte turca”, explicaba Asu.
A día de hoy los kurdos continúan
viviendo en un estado de paranoia general. Miran hacia todos los lados, observando si algún policía secreta les
escucha. Existe una gran desconfianza
hacia las Fuerzas de Seguridad del Estado como si la impunidad de la actuación excesiva policial fuese una idea
muy interiorizada en la mentalidad kurda y mantienen conversaciones muy limitadas sobre política, alejados siempre
de teléfonos o móviles: creen que la Policía turca tiene pinchados los aparatos.
“PEQUEÑOS AVANCES”
Sin embargo, la vida en Diyarbakir se
ha calmado. Se perciben “pequeños
avances que suponen grandes cambios”, explicaba un abogado kurdo.
La denominación Kurdistán es un
crimen penado en el artículo 14 de la
Constitución turca y el artículo 302
del Código Penal. Los kurdos cuentan
con un propio idioma que está prohibido estudiarlo en la escuela, a excepción de las dos horas semanales que el
gobierno de Recept Tayyip Erdogán
ha permitido como lengua extranjera,
por lo que el habla del idioma se reduce al ámbito familiar.
Un pequeño avance, que aunque sea
tachado de insuficiente por la mayoría
de la población kurda que supone un
gran cambio, al igual que la aceptación
por el gobierno de Erdogán de que la
lengua kurda sea utilizada en los Tribunales, pero cuya regulación causa discordia porque, a diferencia de la traducción de otros idiomas como el español
o francés que corren a cargo del Estado,
el solicitante kurdo tiene que acarrear
con la factura. De la misma manera
que actualmente la lengua kurda puede
utilizarse en medios de comunicación,
pero solo en los oficiales y estatales.
Paradójicamente esos “pequeños
avances” han corrido a cargo del gobierno del Partido de la Libertad y la
Democracia (AKP, en turco), ideológicamente de derechas y con tendencia
islamista, que a la vez, es seriamente
criticado por los kemalistas, que nacionalistas y “rozando el fascismo” han
atentado siempre contra el reconocimiento de los derechos del pueblo kurdo, según la mentalidad que impera en
Diyarbakir. Un triángulo de separación
social que se hace notable en Turquía.
El Gobierno de Erdogán es criticado
por intentar islamizar a la población
turca y al mismo tiempo introduce
ciertos avances en el reconocimiento
de los derechos del pueblo kurdo, que
resulta una sociedad que vive en un estado generalizado de pobreza, a pesar
de contar con petróleo en determinadas ciudades kurdas como Batman,
muy patriarcal y de fuerte presión religiosa, lo que conlleva a una alarmante
situación de la mujer.
“Las protestas que se han desarrollado y se desarrollan son una buena
representación de la democracia”,
afirmaba Abdullah Demirbas, alcalde
del distrito Sur de Diyarbakir, “aunque desafortunadamente, después de
la guerra los grupos nacionalistas [kemalistas, militares conocidos como Ergenekon…] siempre han atacado a los
grupos democráticos”. Las protestas
reivindicaron desde el principio más
democracia, pero con el tiempo, según
la mentalidad kurda, dichos grupos nacionalistas fueron apoderándose de la
causa y se apoderaron de las reivindicaciones con signos que atentan contra
su identidad y honor, como la bandera
turca o el retrato de Atatürk.
Manifestación del BDP
en contra de la regulación
actual que no reconoce oficialmente el idioma kurdo.
Diyarbakir
GUARDIA CIVIL
Lo positivo, más allá de que se reivindique democracia, es la referencia
insistente de jóvenes turcos de la manipulación que ha caracterizado a los
medios de comunicación en las informaciones que cubrían los disturbios
que se produjeron entre la policía y los
manifestantes, en un claro uso de la
fuerza excesiva por parte de las fuerzas
de seguridad, que indujo a la Unión
Europea, a las puertas de la renegociación de las condiciones del proceso de
adhesión de Turquía que se reabrirán
en octubre, a llamar la atención al primer ministro Recep Tayyip Erdogán
por su actitud hostil hacia la libertad
de expresión de los ciudadanos.
Esa misma manipulación ha sido
extrapolada por los jóvenes turcos a los
que Orden y Ley ha tenido acceso a la
resolución del conflicto kurdo; dudan
ahora de la perspectiva oficial de terroristas que han tenido siempre respecto de
ellos, por lo que cierto puente empieza a
hilarse. “Los juzgados y los medios de
comunicación han mostrado a los kurdos como terroristas. Yo mismo fui detenido y mostrado en los medios como
un terrorista y solo quiero la libertad y el
reconocimiento de nuestros derechos”,
declaraba Abdullah Demirbas, que añadía “de acuerdo con la versión estatal
cualquier reivindicación de derecho es
considerada terrorista”, y ejemplificaba
con el Partido de los Trabajadores del
Kurdistán, una organización considerada
terrorista por Estados Unidos, la Unión
Europa, Turquía y los ciudadanos turcos,
pero que en Diyarbakir se asimila en las
conciencias a un grupo revolucionario
que lucha por y libera al pueblo kurdo.
“Mi hijo es guerrillero, está en la montaña y estoy orgulloso de él. Öcalan es
su líder, lleva el poder en el proceso de
paz, no tenemos esperanza en este pro-
5. Crónica Internacional
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ceso, pero continúa y hace nueve meses
que no asistimos a funerales ni contamos
muertos”, afirmaba tajante Demirbas.
¿DEMOCRATIZACIÓN?
El proceso de paz ha dado una tregua
de nueve meses sin muertes ni funerales, pero atraviesa actualmente un
momento delicado ante la reacción
del PKK, el Partido de la Paz y la Democracia (BDP, en turco y partido legal pro kurdo) y la ciudadanía kurda a
las medidas “insuficientes” que el gobierno de Erdogán anunció, el pasado
30 de septiembre, dentro del denominado “paquete de democratización”.
En contra de la reivindicación de la
minoría kurda de estudiar su lengua en la
escuela, el paquete de democratización
anunció la posibilidad de hacerlo, pero
en las escuelas privadas. Una situación
inviable por la pobreza que caracteriza a
la sociedad kurda. Se despenaliza también el uso de letras inexistentes en el
alfabeto turco como la q, la x y la w. Se
permite que pueblos y ciudades kurdas
puedan utilizar su nombre original en
kurdo, Diyarbakir que es conocida como
Amed. Los partidos políticos podrán utilizar un idioma diferente al turco durante las campañas electorales. El paquete
democratizador introduce también una
novedad: las funcionarias turcas podrán
utilizar velo, a excepción de juezas, fiscales, policías y militares. Una novedad
que rompe con el principio que Mustafa
Kemal Atatürk instauró en Turquía: la
separación entre Estado y religión.
Las reformas dan alas a los partidos pequeños, reducen del 7% al 3% el
mínimo de votos nacionales para que
un grupo reciba financiación pública.
Igualmente, las medidas incrementan
las penas por “crímenes de odio” de
uno a tres años para quienes impidan a
los grupos religiosos practicar su fe, al
tiempo que se creará “una institución
para luchar contra la discriminación”.
Se elimina la práctica de recitar el juramento nacionalista turco en las escuelas primarias y se hacen pequeños
gestos hacia las minorías musulmana
aleví, siriaca cristina y gitana.
Sin embargo, el “paquete democratizador” no reduce el mínimo del diez por
ciento de votos nacionales necesarios
para acceder al Parlamento, tampoco
modifica la polémica ley antiterrorista,
que define vagamente el terrorismo y ha
favorecido el encarcelamiento de miles
de activistas, periodistas, abogados y
políticos kurdos considerados cercanos
al PKK. Turquía es el país con más periodistas encarcelados de todo el mundo,
según Reporteros Sin Fronteras. “Exigimos el reconocimiento de todos los derechos, una nueva Constitución que los
incluya, acceder en nuestro idioma y el
reconocimiento del idioma kurdo en los
servicios públicos. La reforma de la ley
electoral modificándola a un cinco por
ciento. La modificación de la ley antiterrorista. La vuelta de los exiliados y refugiados. El final del servicio militar obligatorio y la liberación de Öcalan. Esta
última demanda es la más importante”,
explicaba Abdullah Demirbas.
El centro de Diyarbakir es pobre y a primera vista feo,
pero callejeando el visitante puede encontrarse con
cafés antiguos en donde reposar y disfrutar también de
su arquitectura
El primer ministro Erdogán explicó
las reformas a seguir un mes después
de que el PKK hiciera pública la paralización de la retirada de sus milicianos
del suelo turco a la zona autónoma que
los kurdos tienen en Irak ante la ausencia de pasos del Gobierno turco para
avanzar en la “resolución de la cuestión kurda” y en un contexto también
de renegociación de las condiciones del
proceso de paz con la Unión Europea.
Un día después de que el gobierno de
Erdogán anunciara el denominado “paquete de democratización”, Amnistía
Internacional acusó al Gobierno turco,
el pasado 1 de octubre, en un Informe
presentado en Estambul, de no permitir
el derecho de manifestación, la existencia de impunidad policial y las “brutales violaciones de derechos humanos” a
“gran escala” en su violenta respuesta a
las protestas que comenzaron el pasado
30 de mayo.
El contenido de las reformas creó
un estado de indignación en todas las
esferas sociales en Turquía y agudizó la
desesperanza en la población kurda respecto del proceso de paz que comenzó
hace diez meses y es conocido por su
opacidad y las reuniones secretas que
Gobierno y el líder del PKK Öcalan
mantienen. “El gobierno turco tiene el
poder y puso fronteras entre Turquía y
Siria. Nuestros hemanos, los kurdos de
Siria, tienen la posibilidad de conseguir
un estatus especial y construir una Siria democrática”, explicaba Abdullah
Demirbas cuando se le preguntaba por
qué un proceso de paz en una conflicto
6. ORDEN Y LEY
armado de las dimensiones como el de
Turquía comienza de un día para otro
y se desarrolla en su primera fase con
tanta rapidez. “En el caso de que los
kurdos en Siria consiguiesen sus derechos sería malo para las potencias internacionales (Estados Unidos, la Unión
Europea, Francia e Italia), el Gobierno
turco tiene miedo de que los kurdos obtengan sus derechos, ya tiene miedo del
estatus especial que los kurdos tienen
en Irak”, aseguraba.
LA GERNIKA DE LOS KURDOS
Representaciones del Partido de la
Unidad Democrática en distintas capitales europeas hacían eco, a finales
del pasado julio, de una campaña de
limpieza étnica que supuestamente
los grupos yihadistas estaban cometiendo contra los kurdos que habitan
en el norte de Siria. Dicha matanza
se produjo en el contexto de guerra
civil que desde 2011 enfrenta al gobierno de Siria y las Fuerzas Armadas
con grupos rebledes de la oposición
que intentan derrocar al gobierno y,
en particular, sacar del poder al presidente Bashar Al-Asad. La guerra
comenzó hace dos años a raíz de las
manifestaciones pacíficas que exigían
más libertades, tras la represión de
las Fuerzas de Seguridad, una parte
de la sociedad civil y del Ejército se
alzó en armas y formó el denominado Ejército Libre de Siria (ELS). Sin
embargo, después comenzaron los
enfrentamientos dentro del bando de
los rebeldes, creando los kurdos un
Frente Kurdo que los enfrenta con
grupos yihadistas y algunas brigadas
del Ejército libre de Siria.
Estimaciones aproximadas cuentan unos 40.000 el número de civiles
que tuvieron que abandonar sus hogares ante las amenazas yihadistas que
consideraron de forma genérica a los
kurdos como “traidores”, lo que afectó a las zonas habitadas por los kurdos
en el norte de Siria. La guerra en Siria
resulta una constante cifra de muertes
civiles. El equipo de inspectores comenzó, el pasado uno de octubre, la
destrucción de los arsenales químicos
en Siria, en el contexto del acuerdo
firmado en el Consejo de Seguridad
de Naciones Unidas, impulsado por
Rusia y Estados Unidos, que contempla la desmantelación de los laboratorios e instalaciones de producción
antes de noviembre. El régimen Ba-
char Al Asad llegó a este acuerdo, el
pasado agosto, para evitar un ataque
con misiles de Estados Unidos en respuesta a un supuesto ataque con gas
sarín en las afueras de Damasco en
el que murieron cientos de personas
y que causó conmoción a nivel mundial por la crueldad de las imágenes
hechas públicas.
Según la investigación de la Organización de Naciones Unidas (ONU)
que envió a inspectores para evaluar
si efectivamente el régimen Bachar Al
Asad había utilizado arsenal químico
contra la población, detectó que se habían empleado misiles cargados con
gas sarín en la zona de Ghuta, controlada por los rebeldes, en Damasco.
EEUU estima, en su anális, un total de
1.429 muertos a causa del ataque químico del que responsabiliza al régimen
El Asad, quien lo niega y mantiene
GUARDIA CIVIL
no haber utilizado sus arsenales a
lo largo de la guerra civil en la que
han muerto más de 100.000 personas. Sin embargo, los inspectores de
la ONU han investigado al menos
ocho ataques en los que se sospecha
se han empleado químicos. En la
mayoría de esos casos se sospecha
del uso de sarín, un agente nervioso
desarrollado en 1938 en la Alemania
nazi y empleado por Sadam Hussein
en la zona kurda de Irak en 1988,
una matanza que contabilizó 5.000
muertos y es conocida como la Gernika de los kurdos.
La tragedia de ser inmigrante
Un total de 500 inmigrantes a bordo en una gran barca se encontraba a
media milla de la isla italiana de Lampedusa procedente del puerto libio
de Misrata, cuando tras encender un fuego para llamar la atención, la barca
ardió en llamas, produciéndose la cifra escalofriante de 200 eritreos y somalíes muertos, 150 continúan desaparecidos y los restantes 150 lograron
ser rescatados con vida por pesqueros y patrullas de la Guardia Costera. La
tragedia propició una crítica masiva de medios y ciudadanos ante la deriva
xenófoba que la Unión Europea está adquiriendo en los últimos años para
impedir la llegada de más inmigrantes en un contexto de crisis económica y
desempleo alarmante de algunos estados, mientras Italia acusaba a la Unión
Europea de no reforzar suficientemente los controles migratorios, la organización internacional recordaba que se trata de una competencia estatal que
corresponde a Italia. El Papa Francisco calificó la tragedia de “vergüenza”.
La violencia en Egipto derroca al presidente Morsi
Desde que el ex presidente Mohamed Morsi fuera derrocado en Egipto, el
pasado 3 de julio, la violencia en el país no ha cesado. La conmemoración
del 40 aniversario de la última guerra contra Israel, celebrada el pasado 6
de octubre, acabó con la vida de 50 manifestantes y un centenar de heridos.
Miles de ciudadanos festejan mostrando su apoyo al Ejército en la plaza Tahrir cuando las fuerzas de seguridad se enzarzaron en una sangrienta batalla
con los partidarios del presidente depuesto Mohamed Morsi. Una ola de
atentados siguieron al día siguiente produciendo otros seis muertos.
Asalto al centro comercial de Nairobi
El grupo islamista Al Shabab atacó, el pasado 23 de septiembre, el centro
comercial Westgate de Nairobi, a lo que el Ejército de Kenia respondió
asaltando el edificio para liberar a la mayoría de los rehenes. Aunque el Gobierno de Kenia aceptó la oferta de ayuda internacional, y unidades de élite
del Ejército israelí y Estados Unidos se unieron a la operación de rescate. El
mundo entero se hizo eco de las imágenes de horror y miedo que vivieron
las personas secuestradas que explicaban cómo los terroristas disparaban
indiscriminadamente desde las rampas de acceso. La Cruz Roja cifró en 69
los muertos (en un último balance).