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El desafortunado tratamiento de las realidades nacionales, tanto
en ÙAfrica como en el Oriente Próximo, durante la hegemonía colo-
nial europea, dejó una conflictiva herencia que tuvo su efecto geo-
gráfico en el diseño de las fronteras estatales, con países que se
estrenan y naciones que quedan marginadas. Este fue el caso, entre
otros, de kurdos y armenios. La lucha de estos nacionalismos frus-
trados y sus aspiraciones históricas se extiende hasta nuestros días
y muestra un inequívoco auge, a pesar del proceso actual de inte-
gración mundial y la caída de los muros ideológicos.
En el Oriente Próximo, siempre en tensión, los enfrentamientos
revisten distintas tipologías: etnia-etnia, etnia-estado y estado-esta-
do, pero con un común denominador: las cuestiones nacionales
pendientes de resolución y las heridas de unas fronteras impues-
tas.
El Kurdistán: su ámbito territorial
El kurdo es uno de esos pueblos maltratados por artificiales
demarcaciones políticas tras la descolonización y el fracciona-
miento, en este caso, del Imperio otomano. A resultas de esto, y a
pesar del prometedor Tratado de Sèvres (1920) que contempló la
autonomía tanto para kurdos como para armenios, el Kurdistán se
vio privado de alcanzar una unidad política, que los aconteci-
mientos posteriores le negarían una y otra vez.
Por contra, su identidad nacional sobrevive bajo entidades esta-
tales superpuestas, fronteras a las que los kurdos se sienten espe-
cialmente ajenos dado su modo de vida tradicional, a lo largo de
una amplia región montañosa del interior del Oriente Próximo.
Cinco son los estados que se reparten alguna porción del territorio
de asentamiento kurdo, de forma mayoritaria en Turquía, Irán e
Irak, como partes principales; y la antigua URSS (básicamente
Azerbaiyán, algo Armenia) y Siria, donde su representación es muy
marginal y dispersa. Esta situación geopolítica, unida a la propia
imprecisión geográfica del topónimo Kurdistán, dificulta entrar en
consideraciones exactas acerca de sus límites territoriales. La sus-
tancial presencia de población kurda, su elemento definitorio, puede
ser el criterio, aunque la misma ha podido ser enmascarada a lo
largo de décadas por la asimilación étnica de las políticas estatales,
que han promovido en unos casos la turquización, en otros la ara-
bización —no siempre con éxito—. De tal manera que la orla
periférica del Kurdistán, más sensible a la asimilación, ha podido
perder sus señas de identidad lingüística, a pesar de que la pobla-
ción sea de origen kurdo y demográficamente muy dinámica. No
obstante, salvadas estas consideraciones del marco físico y la iden-
tidad étnica, sí es posible evaluar un territorio nuclear y definir
sus principales rasgos geográficos y culturales.
Son aproximadamente unos 25 millones de personas (pero no
todas kurdas) las que viven en el territorio histórico, de casi medio
millón de kilómetros cuadrados, similar a la extensión de España.
Siendo un pueblo con fuerte arraigo territorial, al contrario que
los diaspóricos (fuera de su tierra originaria), sin embargo tam-
bién los kurdos tienen una representación en la diáspora: unos
600ÔÒ000 en Europa occidental, unos 320ÔÒ000 en la antigua URSS y
unos 100ÔÒ000 en el Líbano.
Su hábitat engloba en su mayoría las altas, intrincadas y áridas
montañas del interior del Oriente Próximo, junto con algunas uni-
dades mesetarias, llanos de pie de monte y cuencas cerradas de
altura que dan lugar a lagos como los de Van y Urmia. Región de
compleja geomorfología, constituye el nudo orográfico de las emi-
nentes cordilleras montañosas que superan con facilidad los 3000
metros de altitud: el Antitauro oriental, las estribaciones nordoc-
cidentales de los montes Zagros, y el Pequeño Cáucaso y la meseta
Armenia que la delimitan al norte. En cuanto a la hidrografía,
representa los cursos altos de los históricos ríos Tigris y Éufrates,
que drenan hacia el sur, hacia la llanura mesopotámica en Irak.
Abarca, pues, un área que es justamente equidistante de los mares
que rodean esta región del Asia occidental: el Mediterráneo, el Negro
y el Caspio (más el golfo Pérsico o Arábigo), enclavada entre las
grandes mesetas Anatólica (Turquía) e Irania (Irán) y delimitán-
dola al sur la mencionada Mesopotamia (Irak), de poblamiento
árabe.
El clima del Kurdistán está marcado fuertemente por la influen-
cia continental, producto tanto de su ubicación interior, donde no
llegan los efectos moderadores que aporta el mar, como por el ais-
lamiento topográfico que impone su relieve. Por todo ello, el clima
se manifiesta de forma muy extrema: grandes oscilaciones térmi-
cas, diarias y estacionales; escasas e irregulares precipitaciones
para las altas tasas de insolación, que superan las 3000 horas anua-
les. Un sol abrasador en verano, que hace subir las temperaturas
por encima de los 40Ò°C, y un invierno cuyas heladas y nieves lo
hacen extremadamente largo y duro.
Estas condiciones ecológicas, tan poco atractivas para el des-
arrollo humano, determinan en gran manera el modo de vida tra-
dicional de su población, basada históricamente en una economía
pastoril, de carácter nómada y de aprovechamiento de los pastiza-
les estacionales de sus montañas y altiplanos, donde la vegetación
es pobre, de tipo estepario, y sus bosques, de cedros, pinos, robles
y arces, han conocido una gran regresión a causa de la fuerte pre-
sión ganadera y del secular uso de prácticas deforestadoras.
Este carácter cultural le distinguía, por ejemplo, del otro ele-
mento indoeuropeo presente en el área, los armenios, sedentarios,
agricultores... y cristianos. Unidos por la condición étnica, pero
separados por cultura y religión, sus relaciones fueron difícilmen-
te convivenciales. Ambos son, igualmente, de muy antiguo asen-
tamiento en el área. Los kurdos se consideran descendientes de los
medos, hegemónicos en el I milenio antes de Cristo, y tienen su
propia lengua, emparentada con las lenguas iranias, de la que hay
documentos escritos desde el siglo vii. La configuración física del
territorio donde habitan, rodeados por pueblos más poderoso de
variado origen étnico: árabes, turcos (incluidos los azeríes), per-
sas y caucásicos, les ha permitido conservar su identidad nacional,
que han hecho valer en su lucha por la independencia desde los
años veinte. El vínculo principal que los relaciona con sus vecinos
(salvo los armenios) es precisamente la religión. En efecto, los kur-
dos son en su mayoría musulmanes: sunnitas en un 75 por ciento
y chiitas en un 20, pero también están presentes otras confesiones,
como la cristiana (de rito asirio-caldeo, 2ÔÒ%) y la yezidi (reliquia
de un culto ancestral al fuego, 3ÔÒ%).
LOS KURDOS
Un pueblo sin estado
Kurdo iraquí con su hija. Ni los cabellos rubios
ni los ojos azules deben sorprender entre
los kurdos, pueblo de estirpe aria.
2.
3. 2266
La cuestión kurda en el siglo XX
1920 Tratado de Sèvres. Desintegración del Imperio otomano
y reparto de influencias entre las potencias aliadas. Pro-
yecto frustrado de territorio autónomo kurdo.
1920-22 Guerra de independencia turca. Reconquista turca de la
Anatolia oriental.
1923 ÒTratado de Lausana. Reconocimiento de las fronteras
turcas, que anula lo contemplado en Sèvres.
1926 Acuerdo de Mosul. Litigio territorial por esta provincia,
rica en petróleo, entre Turquía e Irak, resuelto en favor
de este por la Sociedad de Naciones.
1923-30 Kurdistán Rojo, dentro de las fronteras de la URSS. Abo-
lido, los kurdos son deportados desde Azerbaiyán al Asia
Central Soviética.
1945-46 República Kurda del Mahabad (Irán).
1974 Estatuto de autonomía en el Kurdistán iraquí.
1975 Acuerdo de Argel entre Irán e Irak para sofocar la sub-
versión kurda.
1980 Golpe de estado en Turquía. El Kurdistán turco, bajo la
ley marcial.
1980-88 Guerra Irán-Irak. Los kurdos en medio de ambos con-
tendientes.
1991 Posguerra del Golfo. Cruenta represión del levantamiento
kurdo en Irak. La ONU impone una zona de seguridad,
desmilitarizada, en el norte del país.
1999 El líder kurdo antiturco Öcalan es detenido en Nairobi
(Kenya) y enviado a Turquía. A continuación la guerri-
lla kurda cesa el combate en este país.
El conflicto geopolítico ha enmarcado la inestabilidad regional y
la tensión que se desarrolla de forma endémica en el Oriente Pró-
ximo. Para los kurdos, los últimos episodios han elevado aún más
su cuota de desgracias: el golpe de estado militar en Turquía (1980)
y la instauración posterior de la ley marcial en las provincias de
población kurda; la caída del Sha en Irán, seguida de la larga gue-
rra entre Irán e Irak (1980-88); y por último, la Guerra del Golfo
de 1991, con la particular posguerra en el Kurdistán iraquí, todo
ello los ha convertido siempre en víctimas. Durante todos estos
años, en efecto, los kurdos han conocido, desde distintos frentes
estatales, el sometimiento y la represión de su expresión nacional,
la persecución física, el desplazamiento forzado en su territorio, el
bombardeo químico (como ocurrió en Halabja, Irak, en 1987) y
hasta verdaderas prácticas genocidas.
Con todo, la actual cuestión kurda tiene su raíz en los aconteci-
mientos que siguieron a la desintegración del Imperio otomano,
involucrado en la I Guerra Mundial junto a Alemania. En la déca-
da de los veinte, las potencias aliadas toman el relevo del dominio
en la zona en forma de repartos de influencia y bajo el mandato
de la SDN (Sociedad de Naciones, precursora de la ONU). Con el
Tratado de Sèvres (1920) se crean nuevas fronteras políticas en las
cuales se contempla la existencia de una autonomía territorial
kurda y la creación de un estado independiente armenio. Esta situa-
ción será efímera: el Tratado de Lausana, de 1923, modifica nue-
vamente las fronteras e incorpora estos dos territorios del este de
Anatolia en la Turquía moderna de Kemal Atatürk, fundada ese
mismo año. Los armenios que quedaban en Anatolia fueron barri-
dos del mapa, y, en cuanto a los kurdos, se abandona su conside-
ración territorial, dividiendo el Kurdistán en las tres partes prin-
cipales: el norte, turco, y el sur, entre Irán e Irak.
Esta parte meridional será nuevo motivo de conflicto y el Trata-
do de Mosul (1926) se ve obligado a solucionar el litigio territo-
rial con respecto al área de Mosul y Kirkuk, todavía bajo hegemo-
nía inglesa, puesto que Irak no es entonces independiente; Turquía
reclama estas provincias, ricas en petróleo, y antiguamente oto-
manas, sobre las que cree tener derechos, pero la SDN las atribu-
ye a Irak mediante una compensación económica a Turquía. La
postura de Inglaterra, que en un principio preconizaba la inde-
pendencia del territorio kurdo, pasará a apoyar la incorporación
definitiva de estas provincias al Irak independiente y a sofocar las
primeras revueltas kurdas en Irak (1930-33). La prueba del inte-
rés que tienen las potencias occidentales por preservar el control
del gran recurso estratégico de Mosul, el petróleo, es el estableci-
miento de un consorcio para su explotación entre Francia, Ingla-
terra, Estados Unidos e Irak, más el armenio Gulbenkian —a títu-
lo personal— con un cinco por ciento en calidad de mediador.
No terminarían aquí las vicisitudes del Kurdistán meridional, por-
que, aprovechando la coyuntura del final de la II Guerra Mundial,
en el territorio iraní, amenazado por la expansión soviética al norte
y la presión de la hegemonía inglesa en pos del petróleo, tuvo lugar
un hecho sin precedentes en el Kurdistán: la formación de la Repú-
blica Kurda de Mahabad, de muy corta vida (diciembre 1945-diciem-
bre 1946), que acabó al ser ocupada por el ejército de Irán.
Rompecabezas geopolítico
y conflicto nacional
El Kurdistán septentrional. La porción del Kurdistán en
Turquía representa una extensión del orden de un 35 por ciento
del total, unos 280ÔÒ000 km2
. En ella viven entre doce y catorce millo-
nes de kurdos, asentados sobre todo en su ángulo sudoriental, deli-
mitado por el río Éufrates, y que se identifica, no casualmente, con
la región más pobre, militarizada y con peores accesos del país.
Kemal no cumplió las promesas de autonomía hechas a los kur-
dos, que lucharon junto a los turcos en la guerra de independencia
nacional (1920-22), ni, por consiguiente, tampoco la formación
de un estado binacional junto a ellos, pues eran la minoría nacio-
nal más importante del país. Al contrario, fueron incluso elimi-
nados derechos específicos de los kurdos, con la prohibición de
emplear su lengua, decretada en 1924, y la negación de otros sig-
nos de su identidad. Solo tienen el derecho de reconocerse turcos
y como tales son denominados, de forma eufemística, los turcos
montañeses. El reconocimiento de la lengua kurda, aunque toda-
vía no en la enseñanza, fue una promesa del nuevo gobierno demo-
crático turco de S. Demirel en 1991.
Pero la conciencia de su identidad se ha desarrollado a la par del
exilio económico y político, y la evidencia de una situación de sub-
desarrollo que les lleva a percibir el gobierno de Ankara como la
encarnación actual de su pasado colonial: sus recursos naturales,
especialmente estratégicos, como el agua de los ríos Tigris y Éufra-
tes, el petróleo y otros minerales, no son explotados en su beneficio,
sino en el del centro turco.
El macroproyecto conocido por GAP, por el que se están constru-
yendo importantes embalses para el aprovechamiento hidráulico
y energético, plantea enormes expectativas económicas al poner en
regadío extensas superficies, cuya producción, fundamentalmen-
te cerealística, estaba limitada a causa de la aridez de la región.
Con este objetivo, Ankara pretende convertir la región en un gra-
nero y, de paso, lograr la asimilación de los montañeses disiden-
tes. Sin embargo, las repercusiones por la construcción de 21
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embalses en los ríos mesopotámicos trascienden las fronteras esta-
tales de Turquía, al afectar directamente tanto a Siria como a Irak,
que ven muy mermado el caudal que reciben de estos ríos. Por
tanto, el agua —una arma política— se convierte en un instru-
mento de la lucha contra el movimiento independentista kurdo en
Turquía, organizado desde finales de los años setenta.
Las revueltas en esta región, en efecto, han sido numerosas a lo
largo de la joven historia turca. La reivindicación del reconoci-
miento de derechos nacionales se ha radicalizado hasta exigir la
independencia, por la vía armada incluso, por parte de los más
extremistas: el PKK, Partido de los Trabajadores del Kurdistán, que
crea un brazo militar en el 1984, y era apoyado política y logísti-
camente por Siria. El gobierno de Ankara, que mantiene la región
bajo un estricto control militar, tenía dificultades para sofocar estos
levantamientos, favorecidos por la permeabilidad de la frontera
montañosa y el dominio que sobre el medio físico ejercen los pesh-
mergas, o guerrilleros kurdos.
La postura oficial turca sigue enfocando el problema como un
simple conflicto entre tribalismo y nacionalismo estatal, coloca-
dos en estadios de desarrollo diferente, porque, como muchos tur-
cos piensan, en un estado centralista como este, los kurdos son más
explotados por los aghas (caciques terratenientes rurales, kurdos a
menudo), que por el propio poder central. En los años noventa, el
ejército turco desarrollaba una operatividad bélica a gran escala
contra el PKK, hasta la captura del líder de éste, A. Öcalan, efec-
tuada en Kenya en febrero de 1999. Trasladado de inmediato a Tur-
quía, donde sería juzgado y condenado a muerte (suspendida la
ejecución), el PKK ordenó ese mismo año el cese unilateral de las
hostilidades.
El Kurdistán meridional. Comprende dos partes políticas,
la región nordoriental de Irak y la vecina y alargada franja fron-
teriza, al oeste del lago Urmia, en la parte iraní. El poblamiento
kurdo en esta área se extiende desde Zahko hasta Janagin, siguien-
do una línea noroeste-sudeste que comprende, grosso modo, el
antepaís occidental de los montes Zagros, muy accidentados en esta
vertiente, que envía sus aguas hacia el valle del Tigris.
En los alrededor de 70ÔÒ000 km2
del Kurdistán iraquí se considera
que vivían más de cuatro millones de kurdos, lo que representaba
más de la cuarta parte de la población de Irak; y en la parte iraní,
alcanzaba la cifra de unos siete u ocho millones en una extensión
algo superior, alrededor de 85ÔÒ000 km2
. Entre los numerosos pasos
fronterizos siempre ha habido numerosos intercambios de pobla-
ción, que se han agudizado con el movimiento de los refugiados,
las acciones bélicas en la zona fronteriza entre los dos países y la
persecución de los levantamientos kurdos que con una complici-
dad u otra surgían.
Nacieron organizaciones como el PDK, Partido Democrático de
Kurdistán, liderado por M. Barzani, que había gobernado en Maha-
bad y después hubo de exiliarse en Moscú. Con la Revolución en
Irak, en 1958, se instauró la República y se inauguró el acercamiento
a la URSS. El PDK es autorizado y Barzani vuelve del exilio, pero el
poder central, esta vez de Bagdad, da nuevamente marcha atrás.
Resultado: se desencadena una fuerte sublevación en 1962 que exige
la autonomía prometida por Irak. Esta situación dura hasta media-
dos de los setenta, cuando en principio se llega a un acuerdo con el
movimiento kurdo y se reconocen la existencia de la lengua kurda y
otros derechos esenciales. En 1974 se establece un estatuto de auto-
nomía para el Kurdistán iraquí, que comprende las provincias de la
Refugiados kurdos en Zajo. La sublevación de los kurdos
iraquíes tras la derrota de Saddam Hussein en la Guerra del
Golfo de 1991 desencadenó una violenta represión.
5. montaña, periféricas, pero excluye las del llano, precisamente Mosul
y Kirkuk, esto es, las que son ricas en petróleo.
Pero la política de decretos que minimiza esta autonomía, las
reivindicaciones territoriales sobre las provincias no incluidas, y
la intensificación de las campañas de arabización emprendidas por
el Baas (partido nacionalista panárabe que accedió al poder en
Irak en 1963), provocarán que resurjan de nuevo los enfrenta-
mientos. La guerrilla kurda se amplía con la UPK, Unión Patrió-
tica del Kurdistán, mayoritaria en la zona sur y liderada por Tala-
bani.
En Irán, dos principales organizaciones kurdas actúan en el
noroeste, el PDK (de Irán) y el KOMALA, que se han enfrentado a
los distintos regímenes de Teherán. Especialmente desde la Revo-
lución Islámica de Jomeini (1979) se abre una etapa bélica poco
conocida, con acciones de hostigamiento contra las tropas guber-
namentales que controlan las ciudades y las principales carrete-
ras del Kurdistán. Así como los kurdos iraquíes recibían apoyo
logístico desde Irán, estos lo reciben desde Irak.
Con la Guerra del Golfo (1991) y la consiguiente derrota del ejér-
cito iraquí, se produce un gran levantamiento kurdo en el país,
que será sofocado en los meses siguientes. La ONU obliga a Irak a
retirar su ejército de una extensa zona del norte, refugio autónomo
kurdo. Con ello, la incertidumbre geopolítica se plantea de nuevo,
ya que Turquía pide a Washington que no permita un estado kurdo
a sus pies.
El Kurdistán en Siria y la antigua URSS. En Siria viven
del orden de 1-1,5 millones de kurdos, principalmente asentados
en áreas montañosas y semidesérticas del norte, al borde de Tur-
quía, y en el ángulo nordoriental en la cruceta fronteriza con Irak
y Turquía. El partido Baas sirio, con su firme política de arabiza-
ción, tampoco ha logrado resultados asimiladores. Sin embargo,
no por ello deja de acoger en Damasco a representantes de orga-
nizaciones kurdas del exilio, sobre todo a los líderes kurdo-iraquíes
y a los kurdo-turcos del PKK.
En cuanto a la antigua URSS la característica del asentamiento
kurdo es la dispersión, en una situación de minoría allí donde se
encuentran. Su cuantía global era de unos 153ÔÒ000 oficialmente,
aunque fuentes kurdas los cifran en más de 700ÔÒ000; podrían inclu-
so alcanzar una cifra superior al millón, debido al elevado núme-
ro de criptokurdos que han sido asimilados en los censos como aze-
ríes o de otras nacionalidades. Hay que considerar que la mayor
parte de los kurdos ex-soviéticos se hallan lejos de su tierra matriz,
y solo una minoría radica en la Transcaucasia. Estos, agrupados
en distintos núcleos, se pueden considerar vinculados de forma
directa al Kurdistán del Oriente Próximo; son los descendientes de
la expansión hacia el norte, llegando incluso al Pequeño Cáuca-
so, de sus seculares prácticas de nomadeo y trashumancia.
La dispersión en lo que fuera la URSS, en cambio, puede consi-
derarse reciente, ya que fueron precisamente los kurdos uno de los
primeros pueblos en sufrir deportación al Asia central, en la déca-
da de los treinta; el objetivo era marchitar sus aspiraciones irre-
dentistas tras serles abolido un Kurdistán Rojo, que existió con
estatuto propio de autonomía (1923-30), alrededor de Lachin, en
Azerbaiyán. Sin embargo, desde 1989 se ha permitido el regreso a
su tierra de grupos individuales y familias sin asistencia guberna-
mental. Los que hoy viven en el territorio del antiguo Kurdistán
Rojo, en la zona de Azerbaiyán interpuesta entre Armenia y Na-
gorno-Karabaj, proponen que el área les sea restituida como te-
rritorio autónomo kurdo. En estos núcleos de asentamiento hay
publicaciones en lengua kurda, emisiones de radio, facilidades edu-
cacionales y centros culturales.
José Carlos Herrero Pérez
2268
Taller de sastrería en la ciudad de Arbil,
ciudad del Kurdistán iraquí cuya antigüedad
remontan algunos al año 2200 antes de Cristo.