La niña Doralú siempre quiso una mascota. Un día, cuando salió a pasear con su papá, vio a Celeste, un hermoso canario celeste que cantaba alegremente en un árbol. Celeste le pidió a Doralú que lo llevara con ella, y entonces Doralú descubrió a otro canario llamado Garu en la misma rama, que también quería irse con ella. Desde ese momento, Doralú vivió feliz con sus nuevas mascotas Celeste y Garu.