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SOBRE ALGUNAS TESIS FILOSÓFICO-
POLITICAS DEL Sr. DUSSEL (cuestionamiento).
(Borrador-avance).
Justo Castillo Freire.
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Como marxista-leninista, frente al ataque a la doctrina y a la práctica (y sobre todo a su
legado: la Revolución de Octubre y la aplicación transformativa del período 1917-1956),
es obligación salir por los fueros de su defensa. Por tanto, quién crea hallarse ubicado en
esa posición, no debe pasar por alto el mensaje inscripto en las presentes líneas.
En las mismas, se problematizan varias objeciones hechas públicas por el Sr. Enrique
Dussel, sobre el marxismo-leninisno; en particular, respecto de su actitud infidente y
reaccionaria, cuando declara proponerse intencional y deliberadamente demeritar la
propuesta teórica de uno de los principales exponentes -y “camarada”- de dicha corriente:
el Sr. Louis Althusser.
Dussel se ensaña gratuira y virulentamente contra Altusser (se diría: con toda la tradición
marxistaleninista, que el llama “marxismo oriental”). ¿Por qué? Porque Altusser no piensa
el marximo como lo hace Dussel. El Sr. Dussel, de modo irresponsable, “lanza el agua
sucia de la bañera con el niño dentro”: no ve el lado bueno en el pensamiento althussriano.
Las refutaciones aquí expuestas, no responden al uso del arsenal categorial marxista-
leninista, en cuanto tal; son producto, más bien, de mirar la “doctrina-Dussel”, con
nociones de cosecha personal. De modo que, si se recurierra a la formación ideológico-
teórica Leninista, no queda duda, que los cuestionamientos que proceden del trabajo
intelectual de la persona citada, quedarían contestados de modo completo y conveniente.
La revisión de varios documentos de autoría del Sr. Dussel y la audición de alocuciones
suyas yacientes en la web, traen a colación la sentencia atinente a que, para quién se
declara pretender cambiar el Mundo, pertinentemente debe tener presente la máxima:
“Sólo la revolución es cambio”, el resto es simple parafernalia; mientras que, respecto de
la denodada y larga trayectoria discursiva del Sr. Dussel, cabe esta sentencia: “Tanto
nadar, para venir a morir en la orilla”.
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CUESTIONAMIENTO A DUSSEL.
En la historia la población ha puesto su percepción sobre los comportamientos
humanos reiterativos (los que constituyen la base formadora de patrones y que tornan
predecible una actuación), según la modalidad expositiva de refrán. Uno de ellos es: “Del
árbol caído, todos hacen leña”. Esta forma de apreciar ese tipo de hechos, en la dimensión
esencial capta la realización de su ley. Puesta la “narrativa” en el plano de los procesos
histórico-sociales, la misma entrevé la conducta del capital (de los sujetos tras de él), de
sectores socialdemócratas y de los de la izquierda, frente a sucesos como los de 1917-
1953, 1956-1989 (primera [enfrentamiento entre socialismo y capitalismo] y segunda
[pugna por el dominio del Mundo entre capitalismo clásico e imperialismo social
soviético] guerras frías, respectivamente) y 1991, que acaecieron en la ex URSS y su
Campo. En dichos ambientes, el denominador común de aquella “derivación” en torno de
la experiencia, no es otro, que el solaz.
Unos (el frente intelectual burgués global), han tergiversado el carácter de los
acontecimientos y han reaccionado de manera ideológicamente compulsiva y artera, a
efecto de desprestigiar al socialismo; en suma, lo han hecho de ese modo, con el objeto de
poner un nuevo velo sobre el rostro de la población (uso de la ideología en su acepción:
falsa conciencia): que ésta palpe al capitalismo en cuanto orden bueno, mientras que su
tacto también le diga, que el sistema alternativo, es negativo (There is not alternative).
Socialdemócratas y socialistas por su parte han elegido similar forma de proceder (han
unilateralizado y absolutizado su percepción particular), de acuerdo al criterio de que el
proceso de Europa del Este fue un hecho no debido, connotado también como fallido;
sentencia realizada con la intención de guardar distancias, deslindar responsabilidades con
el “fracaso”, para verse exentos de contaminación con él, a efecto de poder reivindicar y
mantener viva su utopía “socialista”.
Las lumbreras del pensamiento marxista y sus colaterales a escala mundial:
principalmente los economistas de izquierda, que por fuerza (por Lenin) deben ser
políticos, han producido ideas al respecto, y han sido voceros de esa tendencia. Uno de
ellos, además: filósofo, pero que no ha recibido el favor mediático que merece, sobre todo
en dominios geográficos de Occidente, es el Sr. Enrique Dussel; quién, con “argumentos”
(y las comillas en este caso simplemente aluden al tipo específico de visión, pues, no se
tiene la intención de poner en duda la valía perceptual inherente), versación y avezación,
intensamente se ha referido en forma peyorativa sobre el marxismo-leninismo y sus
ejecutorias (cree que el marxismo-leninismo está superado, muerto [“sueños de perro”; se
adelanta el “criterio de verdad”, de que el marxismo-leninismo desaparecerá {se
superará}, no porque lo sentencien el Sr. Dussel y diletantes, sino cuando ya no le quede
papel histórico por cumplir {el mismo, dicho sea de paso, ha sido: poner una nueva
evidencia, de que el capitalismo no es eterno, que tiene su sucedáneo; insertar una nueva
contradicción, que obligó al capitalismo a acelerar el desarrollo de las fuerzas productivas;
contribuir a la concreción de este desarrollo, con el avance propio de sus fuerzas
productivas; sopesar las relaciones geopolíticas en el Mundo; cerrar la posibilidad de que
Rusia sea colonizada por Occidente; e, impedir que Marx se convirtiera en “perro
muerto”}]).
Al Sr. Dussel hay que notificarle de entrada, que una posición sobre el marxismo
reza que a esta formación ideológico-teórica no se puede aplicar la política cognitiva de
“ruptura de paradigmas” o la de “romper esquemas”; tiene pertinencia, más bien, el trabajo
teórico en la “continuidad de su objeto”, o sea, al marxismo (y al marxismo-leninismo) no
se le compone o actualiza subjetivamente: se lo desarrolla (dixit Agustín Cueva Dávila).
No obstante, tal capacidad de agudeza y sapiencia (la del Sr. Dussel), enfilada como crítica
al “imaginario” europeo viene bien, pues, la recusación al eurocentrismo per se, reduce las
ínfulas sectarias, chovinistas, racistas, inmaduras, de dicho sector.
Por ejemplo, el Sr. Dussel dice: el primer principio (de la economía), es la
afirmación de la vida (postulado: la vida perpetua -sic). La pregunta surge
inmediatamente: “afirmación de la vida”, ¿para qué? La respuesta se convierte en el
verdadero primer principio: para que el ser humano se halle vivo y pueda cumplir su tarea,
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o sea, para que se produzca la IDEA (mientras que en la naturaleza los animales tienen la
función de mantener vigente la vida mediante la participación en la formación de ciclos de
equilibrio, el ser humano viene puesto para aprovechar el ecosistema, para cumplir una
nueva y única misión: plantear el concepto [el ecocidio, en este caso, queda sin piso]). En
realidad, el ser humano forma parte de la naturaleza y –para usar la terminología
dusseliana- es exterior a ella; el resto de seres se hallan subsumidos en los ciclos naturales,
el ser humano renuncia a esa “alienación”, se exterioriza para crear un nuevo elemento que
no está en la materia: su representación; y, al subjetivisar la objetualidad, la persona se
totaliza, subsume a su exterioridad, la realidad.
Entre eruditos se ha escuchado decir, que debe estar la totalidad de un proceso
acabado en la mente, para que se pueda poner la “abstracción inicial”, el principio del
discurso (K. Kosik). Este comienzo no es la vida: la corporalidad viviente, la vida
inmediata, el trabajo vivo o la pobreza, sino el neocórtex (la “última instancia es la vida”,
dice el Sr. Dussel; no obstante, esta “última instancia” es la misión a cumplir por el ser
humano, que, si no lo hace, todo lo demás queda como formas fofas); en verdad, todo
empieza con el último eslabón evolutivo de la naturaleza: en cierto individuo, la
información genética, inhibida en las células germinativas (o células madre) en la totalidad
de seres, se pronuncia con la producción de ciertas células nerviosas, del sistema nervioso
central (diríase: el sistema cortical, y de él: el neocórtex en concreto), cuya cualidad es
poder asociar los hechos, pensar, para generar la conciencia, y en el maremágnum de
hechos este ser se refiere y se desprende de ellos.
Al respecto, Marx parece que no dice, de modo directo, que la razón de ser del ser
humano sea dotar de conciencia a la materia (en atención a lo que habría que preguntarle
al propio Sr. Dussel, quién dice haber leído –traducido y comentado- los últimos escritos
inéditos -manuscritos- de Marx en original alemán, si el Marx “viejo” hace una
aseveración expresa en esa dirección), pues, en el documento, que suele citar la persona
que escribe: Los grundrisse, Marx afirma, que una vez fuera del trabajo, el ser humano se
dedica a aprovechar de la proveeduría de la mecánica (de las operaciones de
automatización, de la robótica, de la inteligencia artificial), y a conocer y a dominar a la
naturaleza (por tanto, la dignidad humana radica por entero en la praxis, en el arribo a la
meta, en el cumplimiento de la misión: la producción del saber total).
Se tiene la impresión, que sólo Kant (teleología), Marx (con el paso del trabajo al
autómata, el ser humano se dedica a conocer y a dominar a la naturaleza [máquina
autónoma: trabajo pasado, muerto, que “trabaja” {entre comillas, por cuanto el autómata
realiza una tarea que desconoce que está encaminada a un fin}]) y el Sr. Dr. Alfredo
Castillo B. (el ser humano incorpora en su gran Universo espiritual, a la naturaleza entera),
formulan ese tipo de prognosis. Dicho sea de paso; ser humano, definición: unidad mínima
de inteligencia; poderoso dispositivo orgánico (neocórtex) hecho para pensar; su exclusiva
función –por tanto- es producir el concepto; si en medio de ese trayecto (o como parte
acicateante de ese recorrido) se enferma, si es agredido por la naturaleza, si guerrea,
explota o hace la revolución, ese es otro cuento (son contratiempos, tretas de la naturaleza,
de la historia, puestos en el camino prometeico de la Especie, que deben ser superados de
cualquier modo por ésta, y que cuando lo logra, el resultado es una posición de mayor
cognición respecto del Mundo [el ser humano, si bien es el más inerme cuando nace, viene
dotado del órgano más poderoso del Universo todo: el cerebro {el neocórtex, la
inteligencia}, órgano: creador de otros órganos, de aquellos que se distribuyen de modo
unilateral en el resto de animales {las alas, las agallas, el radar, la velocidad del guepardo,
etc.} e incluso al propio cerebro en la inteligencia artificial]).
En el discurso de Marx la “visión de futuro” filosófico-científica es perfecta; en
exposición diacrónica, el orden total de la vida humana: el pasado (Las formen), el
presente (El capital) y el futuro (Los grundrisse); en su disposición: la formación de la
comunidad humana sin clases, “equivalencial”, como ahora se está dando en llamar a esa
“etapa común” del Género por parte del sector del que el Sr. Dussel es cabeza, las
subsecuentes clasistas precapitalistas: la esclavitud y las formas servil/señoriales, luego la
burguesa y finalmente las postclasistas: el socialismo y el comunismo (etapa superior de
aquella ésta, y estructura humana completa); época última ésta, en la que se superan los
conflictos ligados a la sobrevivencia, en que impera la racionalidad, florece y reboza el
saber (afirmación del objetivo de la vida: producir el alter ego material, esto es, la
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dimensión simbólica). Por tanto, la pregunta clave, una vez alcanzado el status de
equivalencialidad dusseliana es: ¿a qué se dedica el ser humano luego? (Los todos muy
bien organizados no progresan: abejas, hormigas, termitas). Es la inquisición apropiada.
Sobre el “postulado” (develar todas las leyes de estructuración, funcionamiento y
cambio del Universo), el Sr. Dussel, en sus alocuciones deja entrever (como lo hacen
Hegel, San Agustín [La Biblia: la mitología cristiana en general], Godel, Lanz, Báez,…]),
que también para él, el “absoluto” no está al alcance de la mano de la mente, que es
imposible. Pero el cerebro humano –ya se ha dicho- es un órgano productor de órganos;
por tanto, que rebasará los límites cognitivos naturales; se formará en cuanto tamaño del
Universo (interfaz cerebros humanos, luego en conexión orgánica con un centro de
inteligencia artificial: el poshumano). Al subsumirse el trabajo en el capital, aparentemente
el trabajo se ha cosificado: “ha perdido su dignidad”; en verdad, la persona-trabajador
cosificada es el medio (junto con el capitalista, en cuanto dualidad contradictoria o
totalidad, que reifica material y subjetivamente) en la realización de la necesidad histórica:
el progreso; progreso, que no es un “mito” moderno; es la elevación de la humanidad in
abstracto, en último término: de formación de la conciencia (de cumplimiento del objetivo
superior y único de todo lo dado).
El “mito”, por más que el Sr. Dussel quiera acomodarlo, es una forma primaria,
anterior de representación de la realidad. La “modernidad”, por apremios del capital, es la
necesidad y realidad del “paso del mito al logos” (de la doxa a la episteme [debe
entenderse esta aseveración en el sentido en que ya no habrá la necesidad de la mediación
del mito para acceder subjetivamente a la contextura de la realidad, o sea, de sus
traductores, como el propio Sr. Dussel, el Sr. Benjamín o el Sr. Hinkelammert, etc.]). En
la época histórica de la formación humana capitalista (también y sobre todo en el
socialismo –Cuba) se reduce cada vez más la forma mítica de inteligir la existencia
(cuando se dice que en la modernidad se pasa del mito al logos, de ninguna manera se
contradice la idea de que el mito sea “un relato racional en base a símbolos”; simplemente
se asume, que la interpretación de los hechos no necesita más de figuración mitológica,
que la misma no requiere de envoltura simbólica).
El “progreso” no es un mito, como ecologistas, humanistas y hedonistas
insidiosamente lo ponen; es, más bien, una noción, que levanta el modo de ser de los
hechos reales, la cual es una determinación nodal en el esquema conceptual de toda
persona seria, que se contrapone a la percepción hedonista, fijista, estancada de concebir la
realidad, la que se reduce al movimiento vital de los animales, el cual es cíclico repetitivo;
el ser humano muestra su poder al conducir el saber objetivo positivista hacia la
producción de procedimientos e instrumentos para horadar mucho más sobre un entorno
críptico para el cerebro.
Quién escribe, cuando joven experimentó rechazo natural hacia la guapería europea
y gringa (colonialidad, capitalismo, modernidad, progreso); de modo agresivo blasfemaba
contra ese grupo poblacional; hizo caso omiso el aporte que esos subconjuntos humanos
han dado al progreso humano. Mas hoy (gracias precisamente a las despotricaciones
enfiladas por el Sr. Dussel ha dicho segmento humano [en cierta ocasión se leyó en algún
lugar: “Gracias cristianos por hacer de mí un buen ateo”]) se ha morigerado ese “estado de
la mente”, pues, no se puede actuar de manera absurda: “votar el agua sucia de la bañera,
con el niño dentro”. Quizá el relato ideológico (mito) prospectivo, en el que se apliquen
los razonamientos del Sr. Hinkelammert, según la perspectiva del Sr. Dussel, es en el
“mito del Angel caído”: Luzbel se vuelve Lucifer (se cree que ni el Sr. Dussel como
tampoco el Sr. Hinkelammert adviertan el hecho); esto es: el ser humano ignorante total en
las cavernas, luego creador del conocimiento total, es el verdadero Diablo. Quienes se
plantean la felicidad hedonista como el horizonte humano, necesitan de la idea fuerza de la
“Etica de la liberación”; mientras que quién plantea con Marx, que el ser humano debe
“conocer y dominar a la naturaleza” como objetivo y meta, asumen, con el movimiento
real del Mundo, el camino occidental y su superación.
Esta meta es de carácter prospectivo y especulativo, de interpretación del mito.
Hegel: la historia es la realización del espíritu absoluto. En la lógica-histórica, la Religión
(cristiana, hindú) viene a ser el “disfraz metafísico del auto movimiento” de la humanidad
(K. Marx dixit). En algo si acertó el pensamiento religioso cristiano mitológico bíblico: en
la postulación de la idea del paraíso y de dioses en él. El paraíso terrenal o el Cielo, son la
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naturaleza (tercera, “valor” de usufructo) creada específicamente por el ser humano en su
práctica social, histórico-contradictoria del trabajo (en el escenario de la “lucha de clases”),
sobre la basa de la naturaleza natural (primera naturaleza, valor de uso), montado en el
plano medial de la segunda naturaleza (capitalismo, valor de cambio); en términos
marxistaleninistas, es el comunismo.
El Sr. E. Dussel, estudioso de los asuntos religiosos, se detiene a reflexionar sobre
los mitos: “son explicaciones racionales en base a símbolos”, dice, con lo cual implica a
doxa con episteme; y, pone como ejemplo a varios mitos: el adámico, relato de la “falta
moral siempre” (la liberación); el prometeico (la opresión): el destino (Prometeo fue
castigado por siempre); el del Paraíso: respetar la restricción legal, porque si no llegarán a
ser dioses; el abránico: el perdón, etc. El citado Sr., en cambio, no alude al mito bíblico: el
ser humano se crea a sí mismo como “Dios” a través del viacrucis histórico, produce
también el paraíso terrenal: el comunismo, como lo ponen Hegel y sobre todo Marx.
Luego, si no se tiene una humanidad totalmente desplegada en otro lugar del Universo,
que ponga el camino de su propio porvenir a la terrestre (a nosotros, a la nuestra), sea por
proyección de la tendencia histórica del desarrollo de las fuerzas productivas, que ubica al
género en el comunismo o en atención a lo que pensaron los escritores de la Biblia
(cumplir la ley divina para ir al Cielo, que en este caso es desarrollar las condiciones
materiales de vida, para avanzar al comunismo), se tiene la referencia del camino que debe
seguir el Género.
“La justificación del acto humano es el consenso, no la ley”, en otro momento el
referido señor afirma. Pero, “… en democracia no todas las decisiones se pueden tomar
por consenso, apelándose a las mayorías, pues, existen derechos que son intrínsecos,
necesarios; por ejemplo: si se somete a consulta la pregunta sobre la paz en Colombia, si el
pueblo, inducido por la mediática de los poderes exógeno y endógeno, se pronuncia en
contra del acuerdo de paz entre los personajes tras del Estado colombiano y las FARC-
EPL, habría que recurrir a otro mecanismo para conseguirlo”. En subconjuntos humanos
de formación intelectual estratificada, posicionados ideológicamente en el frente adverso a
sus intereses (efecto de la asimetría material y la alienación), la “cumbre estratégica” es la
que domina; y, en el caso de la política de la “línea de masas”, el proceso de gestión se
torna empírico.
El pensamiento del Sr. Dussel tiene la pretensión de pasar a cumplir una nueva
“función de faro”, para los años que vienen y para el grupo de países que han sido
colonizados y que deben liberarse para dejar atrás la situación de tales, sobre todo de
América Latina; dicha injerencia subjetiva, el Sr. Dussel pretende realizarla merced a
denuestos sobre el marxismo-leninismo y con la perurgencia a los jóvenes (especialmente
a los jóvenes, puesto que dice que no están contaminados con el marxismo-leninismo, con
el althusserianismo), de que se adscriban sólo a sus tesis (abriga la esperanza que su
discurso sea persuasivo per se; no obstante, de esta nueva aporía también se ocupa la
realidad: el ser humano no es libre respecto de sus condiciones y de la historia: ellas
“decidirán” cual nocionalidad se enseñoree). Por de pronto se hallan en la palestra las tesis
del Sr. Marcelo Gullo O. (respecto de Hispanoamérica: “nunca fuimos colonia”) y las que
refutan la famosa teoría de la dependencia (del Sr. Econ. R. Astarita, por ejemplo).
Años dedicado sólo a la docencia ha vuelto empíricamente eficaz el desempeño
difusor de su pensamiento. El “manejo de situaciones” (en el aula, en las disertaciones, en
las entrevistas, en los debates y conversatorios) es audaz y exitoso, sobre todo en el
proceso de enseñanza con personal dicente joven. Aunque el Sr. parece que nunca cruzó
evento formal alguno de formación pedagógica, su vida académica le ha sido redituable.
Digresiones, anecdotarios, bromas alternadas con el relato de episodios históricos, críticas
a colegas fundamentadas o no, arengas y afectaciones personales narcisistas, componen la
estrategia de recirculación de los contenidos de su disertación, llevada a cabo en el marco
de la mediación discursiva didáctica prevalente: el formato expositivo magister dixi.
Ahora bien, entrar a formular una crítica de todo su pensamiento, es posible sólo si
se hiciera todo el camino recorrido por él, paralelamente a la revisión/aprehensión de otros
planteos, pero sobre todo ir más allá de ellos, de modo de hallarse armado para ensayar
una crítica profunda (es obvio, a partir de otro enfoque y repertorio categorial). En este
caso, sólo se topan aquellos aspectos, a juicio personal, considerados medulares, es decir,
de interés, en la medida en que los mismos de antemano refieren de modo recusatorio el
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fundamento de la doctrina que se profesa. Así como no es probo demeritar el trabajo del
Sr. Dussel, puesto que sería falta de respeto y seriedad, tampoco se puede con ligereza
desestimar lo hecho por Lenin y Stalin.
El Sr. Dussel, para posicionar su paradigma (como lo han intentado hacer Gramsci
[gobernantes/gobernados] o Habermas [relaciones comunicativas]), caricaturiza
irresponsablemente al marxismo-leninismo y a su histórica praxis. Presenta a la
“burocracia” en cuanto fenómeno de pura discrecionalidad, en su condición de hecho
carente de conexión con la acción de la conciencia inserta en la necesidad histórica. De lo
cual se desprende, que tres posturas se pueden entrever en la actitud de la crítica in
abstracto: recusar a partir de la incomprensión, cuestionar con pie en un enfoque
diferente; o hacerlo a través del ensayo de una maniobra de ridiculización de lo
cuestionado. El Sr. Dussel lo hace parapetado en su específica visión y en acto de
simplificación intencional del marxismo-leninismo; por esa vía desautoriza a todos y a
todo (por ejemplo: sobre el socialismo dice que su finalidad fue el “aumento de la tasa de
producción”, es decir, fetichiza: unilateraliza un aspecto medial abstracto del proceso, y
deja de lado la reacción restauracionista interna, la necesidad de atender las demandas
básicas urgentes de reproducción de un pueblo atrasado, la agresión imperialista, etc.).
Cree que el socialismo se derrumbó (“implosionó”), porque la voluntad falló (también el
Sr. Dieterich despotrica contra la ex URSS, Stalin, Cuba, la Venezuela de Chávez-
Maduro, siempre a partir del lirismo [en tiempos de Chávez mismo predijo la caída de
Venezuela]; el pueblo dice: “Calladito se ve mejor”).
En efecto, se asume que Lenin y Stalin fueron personas faltas de juicio, que
tomaron el poder en la Rusia zarista, crearon la burocracia y lo utilizaron en su propio
beneficio, mediante la explotación estatista del pueblo; que no se ciñeron a las enseñanzas
de Marx, para la organización de la “sociedad” socialista. Empero, Lenin fue un marxista
portador de un poderoso cerebro teórico, estratégico-táctico y práctico (administrativo),
que desarrolló y aplicó la teoría marxista a las condiciones de una realidad concreta; su
propósito fue eliminar el capitalismo e instaurar el socialismo, y lo logró junto con el gran
pueblo soviético. Stalin desarrolló las fuerzas productivas, avanzó en la instauración del
sistema socialista según dictados de la necesidad histórica (de la regularidad: la “ley del
valor socialista” [la animosidad gratuita, infantil, del Sr. Dussel contra la ex URSS, es tan
evidente que, al referirse a Gagarin, dice que es “un gagarón”]). Luego de la muerte de
Stalin accedió al organismo de coordinación soviético (dictadura estalinista, según el
capital y el antisovietismo) una camarilla traidora revisionista en 1956 (enfrentamiento de
voluntades), la cual lo transformó en Estado a la manera de Occidente, instaurándose la
fase socialimperialista (la segunda “Guerra fría”), modelo que se agotará en 1989, y el que
se toma como base para negar el proceso de conjunto.
Es que la burocracia, alega el Sr. Dussel: “… no fue elegida por nadie, sino por ella
misma…”; manejó el excedente sin haberlo producido en su provecho, al interior de un
modelo productivista de dominación, fruto del siglo XX y de la modernidad, concluye.
Aunque dice que el “socialismo real” no se trató de “capitalismo de Estado”, el Sr. –que es
historiador, economista y filósofo a la vez- no consiente el hecho, de que la “burocracia”
constituye una circunstancia histórica sui generis, un proceso dual: emergió de la historia
y se integró en su curso, pues, tautología: nada hay al margen de ella. La “burocracia
leninista” (luego “estalinista” -sic), fue un intento de librarse de los “rigores del destino”:
por primera vez de no “ser elegido”, de presentarse como personalidad madura, que tiene
confianza en sí misma, que decide por mano propia, o sea: superar esa figura fetichizada
de la “democracia”, para imponer argumentos (el plan quinquenal, el Gosplan), o sea,
“postulados”: el ideal comunista, no como simple disquisición, sino como práctica real. Y,
al interior de esta última, aparecen imperfecciones, sesgos (incluso sin serlo) de lidiar con
las circunstancias (¿justificación del estalinismo?; o, ¿exposición de las determinaciones?).
Rosa Luxemburgo, persona valorada por el Sr. Dussel (precapitalismo subconsumista),
encontró razones: “No es la legitimidad la que lleva a la estrategia, sino ésta la que
conduce a aquella”.
Sobre Marx, el Sr. Dussel simula reconocer y relievar su valía, pero finalmente
termina empequeñeciéndolo (Marx también es moderno, afirma); dice (según su “critica
´marxista´ del marxismo-leninismo”), de modo dañino, que el marxismo-leninismo redujo
todo el proceso complejo de reproducción de la vida a la economía (“… quería sacar todo
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de la manga de la economía”, asevera), que incluso de la belleza (“estética realista”, se
mofa) se la puso como fuente a la clase obrera, obrero que estaba feo con sus músculos y
su sudor (aunque para la fecha la otrora gran Unión de Repúblicas Socialistas soviéticas ya
se había convertido en socialimperialista, al Sr. Dussel habría que mandarle a mirar ese
“baile” de tan bellas mujeres: ninfas divinas, cubiertas, perfectamente ataviadas en el
teatro Bolshoi de Moscú: valet Berezca, Enzamble Beriozca). El Sr. no tiene en cuenta el
modo de trabajo y las categorías del marxismo-leninismo: la producción y reproducción de
un orden (estructura y garantía), por ejemplo, que bien lo desarrolla Althusser (y no es que
la persona que escribe sea necesariamente althusseriano, puesto que también el Sr.
Althusser actuó de forma zalamera: se vio envuelto en la crítica a Engels y acogió el
psiquismo, el psicoanálisis, y lo entremezcló con el marxismo; terminó como revisionista).
Las divagaciones reiterativas del Sr. Dussel palidecen frente a la exactitud
categorial cuasi matemática de Louis Althusser; es seguro que el pensador argelino-
francés debe haberse guiado por las expresiones de Marx: en la concepción objetiva de la
historia (el marxismo-leninismo, que es tal, puesto que ella niega toda reflexión puesta por
fuera del mundo –principio lógico-dialéctico de la objetividad), aparecen a la luz los
hechos como una “construcción a priori”. Una perla más: el Sr. Dussel se mofa de aquél
artículo escrito por Lenin: La tres fuentes del marxismo (idealismo alemán, el socialismo
francés y la economía política inglesa); afirma que es muy simplista (habría que ubicarle
al Sr. Dussel en los zapatos de Lenin: en su circunstancia, seguramente se hubiese puesto a
regar mares de tinta y a parlamentar a granel); para lograr plasmar sus protervas
intenciones descontextualiza la acción y aparta la razón estratégica de dicho escrito,
coherente con las necesidades del momento (la masa poblacional con bajo nivel
educativo). No repara en el hecho, por otra parte, de que Lenin, Stalin, el marxismo-
leninismo, el socialismo de la ex URSS y su Campo, o sea, “sin la existencia de la URSS
Marx habría sido un personaje sólo para eruditos, para los estudiosos, para la academia
…[a lo Dussel]…; gracias a ello Marx se convirtió en figura universal”.
El “socialismo real” fue “una ideología productivista de dominación”, de la
modernidad, asevera el Sr. Dussel, y lo coteja con el capitalismo (el socialismo, visto a
partir de un prisma diferente, en cambio, aparece como la vía alternativa de desarrollo de
las fuerzas productivas, para cuyo efecto se hizo un “préstamo cultural” –sic-: la empresa
capitalista [la organización y el sistema de gestión más óptimos hasta entonces creados],
con miras a implantar la igualdad; proceso en el que, no es que iban a ser suprimidos el
Estado, el mercado, el dinero -creencia que pone reiterativamente en labios de quienes
impugna el Sr. Dussel-, sino que estos hechos históricos se suponía [supone] espontánea y
lentamente devendrían [en realidad, “cuando seamos perfectos, las instituciones no serán
necesarias”]). Este “límite” lo asocia a la pobre formulación cognitiva, que según el Sr.
Dussel adolecería el marxismo-leninismo (de Lenin dice, que apenas leyó la Lógica de
Hegel [pero al que golpea inmisericordemente es a Ernest Mandel]). El Sr. Dussel no
puede evitar la propensión en su conducta, de satanizar tanto al socialismo como al
capitalismo; en efecto, “… el capitalismo es un desastre universal sociológico y
ecológico… “, sostiene, en un monólogo en el que se refiere a su experiencia de vida; esa
postura fetichiza a Marx, puesto que deja de lado el otro aspecto material del capitalismo:
el progreso, que si ve muy bien Marx (el Sr. Dussel, quiere convertir a sus ideas en el
nuevo “catecismo de dominación”).
En el socialismo de Lenin-Stalin (no en la denominación zalamera de “socialismo
real”; expresión que aquí, en todo caso, se reserva para etiquetar al período 1956-1989,
esto es, al proceso precedido inicialmente por Jruschov y concluido por Gorbachov; strictu
sensu: el socialimperialismo soviético), el trabajo se subsume a sí mismo; “vale decir”: el
trabajo ha dejado de ser “exterioridad”, se ha convertido en “totalidad”, en cuyo interior el
trabajo subsume al trabajo; por tanto, no es el capital (la burocracia o la nueva clase
explotadora, como suele decir sobre todo el trotskismo) el que subsume al trabajo. El
trabajo, que es la mediación entre el satisfactor y el consumo (o entre necesidad y
recurso/producto), esta vez, no sólo que es la base de la formación del propio ser humano
(frente a la posición de Habermas, que considera a la comunicación como la mediación en
el proceso de hominización, A. Leontiev alza la voz y le dice, que primero es el trabajo,
luego las relaciones comunicativas en la perspectiva de Engels), sino que antes de retirarse
su aureola de esencialidad, pone una contribución más: fija el rumbo del devenir humano,
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resuelve la rencilla con el modo de producción burgués y absolutiza el único valor, sin
necesidad ética: el conocimiento.
El Sr. Dussel, para acicalarse más, toma como novedad el concepto de “categoría”;
no obstante en el Mundo se ha trabajado con ese útil teórico ampliamente y con mayor
sencillez, claridad y efectividad operativa (sostener lo contrario equivaldría a suponer, que
tanto cerebro habría estado varado; por ejemplo, la persona que escribe, en varios libros de
autores marxistas ha leído la idea de Marx, de que se proponía criticar todo el sistema de
categorías económicas burguesas, tarea que el Sr. Dussel lo presenta como descubrimiento
suyo, como primicia, conducta mendaz a la que está acostumbrado). Respecto de Stalin, lo
común es la reacción adversa irracional multitudinaria de la equívoca percepción presente
(del capital: por su mezquino interés; y, de la población, efecto dañino de inducción
mediática modelante de la subjetividad de parte de la intelligentzia pro burguesa), y el Sr.
Dussel extraviarte una impresión de similar catadura. Si es verdad, que el nacismo
consideraba a la aria como la raza superior y única que debía poblar la Tierra, por lo cual
se proponía depurar el Planeta, Stalin hizo más por el resto de pueblos que el Sr. Dussel, al
derrotar con las armas (no con discusiones filosóficas pedantes [un pigmeo -el Sr. Dussel-
censura: a un gigante –a Stalin]) a la corporación de capitalistas imperialistas, que estuvo
tras Hitler.
En el capitalismo, dice el Sr. Dussel con sorna, “se trabaja de luz eléctrica a luz
eléctrica”; ni bien sale el sol, ya se está en la tarea del trabajo, y cuando éste se ha
ocultado, el trabajo continúa. En las comunidades andinas (y en otros estadios
geoespaciales similares) se trabaja lo necesario para subsistir en armonía con la naturaleza,
el resto de “tiempo” (de vida”) se ocupa en tareas lúdicas, distractivas. Esas loas al
hedonismo primitivo no moderno, no son pertinentes, si las mismas se ponen en
perspectiva de la gran tarea humana a realizar, que da sentido superior y objetivo a su
vida: representar la realidad. Si se mira sin mucha locuacidad histórica la parte óntica de la
existencia, se advierte que la historia se expresa en tanto desarrollo material y espiritual
humano; ese hecho plenamente natural, tiene su costo: el sistema preparado por todo el
orden pasado para producir la “base material del mundo nuevo”: el capitalismo, toma
como recurso a la naturaleza y a las 9/10 partes de los miembros de la humanidad;
acumulación privada, que se produce en desequilibrio, en confrontación, lejos de la visión
utópica de la paz; que la armonía, la equivalencialidad y la moral no se dan en cualquier
momento, sino al legar a determinado grado de desarrollo las fuerzas productivas (y esa
determinación, Marx lo empezó a ver en la etapa madura de su vida).
El Sr. Dussel sostiene: “Pensar es uno de los actos humanos. Y, no he nacido para
pensar: pienso para vivir”. No obstante, Descartes tiene razón: “pienso y luego existo”, no
la idea que sostiene: “como” o “danzo” (pensamiento hedonista africano), luego vivo (en
verdad, antropología racionalista: ser humano –neocórtex en movimiento-: “conciencia
sensible”, con fin propio; este ser, finalmente pasa a ser un ser exclusivamente
cognoscente: de la sensibilidad a la racionalidad –espiritualidad objetiva). En realidad,
“vivimos para argumentar”, no al revés (por tanto, en este punto tendrían razón los Sres.
Apel y Habermas [Si la suerte sobre el futuro de la especie, prometeicamente considerada,
está en el “campo” del capitalismo, de la modernidad, del sector de las multinacionales, el
discurso proactivo sobre el proceso emancipatorio {¿liberador?} del Sr. Habermas está a
la orden del día, es efectista]).
La ciencia no es un acto fofo; la técnica, no es algo simplemente utilitarista
burgués; la ciencia es la conversión de la realidad en idea, mientras que la técnica es la
mostración objetiva, del máximo poder de la realidad: la inteligencia humana. Una de las
funciones del neocórtex (dada por la conciencia, es decir, por la necesidad y su
confrontación con el entorno): captar la mayor cantidad de información que está en la
nube, para seleccionarla y utilizarla con provecho, entra a desplegar todas las potencias (la
vida ha dado otro salto: se ha virtualizado). En la paráfrasis: la doctrina del concepto
muestra cómo se ilumina toda la historia cuando se llega a la categoría de “neocórtex”;
ésta temática es teleológica; el contenido de la “doctrina de la inteligencia” es la
naturaleza, la evolución, el neocórtex, la praxis: la realización de la direccionalidad
inmanente del movimiento material.
Precisamente por eso, con la ciencia (instancia formadora de la conciencia) y la
técnica, todo se vuelve renovable: la tesis del “límite del crecimiento”: ¡no es tal!
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(mientras el Sr. Dussel [neomaltusianismo] avanza su Filosofía latinoamericana o del Sur,
los gringos trabajan en la producción de la “gasolina del aire”: método que torna renovable
el combustible fósil; el CO2 del aire se recicla, a la vez que se limpia el cielo: se elimina el
calentamiento global [los Sres. ecólatras deben buscarse otro empleo]) y el Universo se
convierte en recurso (a la entropía se opone el carácter cíclico de funcionamiento de la
materia). En realidad, en la naturaleza no se produce gasto (de “energía”, de “tiempo”, de
recursos) de nada, sino tan sólo transformación material ad infinitum. Si se asume la
premisa filosófica, de que en el Universo existe una cantidad fija de materia (el porqué de
esta situación, es una de las últimas inquisiciones cosmofilosóficas a resolver [la otra es:
¿Por qué la esencia de la materia es sólo existir?]), lo relevante es el movimiento interno
de ésta: su modo de ser, esto es, los procesos múltiples de transformación reiterados
(reciclación de procesos), que vuelven infinita a la materia finita en su cantidad; si la
conciencia y la técnica pasan a dominar estos procesos, los recursos se vuelven infinitos,
absolutamente renovables (de modo ideológico, fetichístico, aviesamente tecnocrático se
dice: la fricción antrópica se abstrae).
Fuera de la ocupación en las tareas de reproducción material, la ciencia es uno de
los dos entretenimientos fundamentales que tiene el ser humano (el otro es el político,
también de carácter racional, hasta cuando el desarrollo material no haya elevado la
subjetividad colectiva a un grado tal, que de consuno instauren la comunidad de igualdad y
armonía). Aquí entran en colisión los dos conceptos sobre la existencia humana (debería
decirse: entre la filosofía euro-yanquicentrista y la filosofía latinoamericana, del Sur u
Oriental). Sin desmerecer la sabiduría filosófica de los “pueblos originarios”, su constructo
no es el germen de la forma intelectual futura, como sí lo es la moderna, positivista y
tecnocrática de Europa, EU, Japón, Corea del Sur, las propias Rusia, China e India (claro,
si se deja de lado la Filosofía marxista, la que está por ahí, por Constantinov). En el
trayecto, los pueblos originarios y similares en el Planeta, sólo acompañan el proceso, se
han vuelto simple “banco germoplásmico”; a este sector es difícil entretenerlos, mientras
empujan la rueda de la historia (de esta tarea se ocupa el capital: teatro, inducciones
ideológicas, quimeras suntuarias, etc.).
Empero, en sentido estricto, no se trata de “victimizarse”, de rivalizar o de
pretender demeritar el pensamiento europeo; sino de rescatar de todo esfuerzo filosófico
“venga de donde venga”, sin caer en el eclecticismo, desde luego, con seriedad aquellos
aspectos que permiten mejorar y avanzar en el redondeo del pensamiento sobre la realidad,
para alcanzar la mejor y mayor comprensión de ella (naturalmente, la objeción está puesta
a partir de considerar a la Filosofía como la totalidad objetiva del saber sobre la realidad,
no como una visión social específica conducente a una acción política). Eso en materia
filosófica. Pero como el Sr. Dussel vertebra filosofía con política (ideología con práctica),
el pensamiento en ese sector queda instrumentalizado y sectarizado a una visión y objetivo.
Ahora bien, ¿qué tiene que ver el programa televisivo: “Rumbo al 2111” con el
hedonismo arcaico de los “Pueblos originarios” y la zalamería de algunos citadinos
occidentales ecologistas y de izquierda? (frente a las faenas, a la tecnología y a las
transformaciones antropomórficas, requeridas para conquistar el Cosmos). Por un lado
está “Rumbo al 2111” (para esa fecha, la humanidad ya está en el comunismo), por otro
“Auroville” (incluso ahora, que la humanidad se acerca al futuro no es viable ese modelo);
el bemol de estos dos hechos, es que el primero proyecta el desarrollo técnico un siglo a
futuro, pero mantiene las mismas relaciones sociales (gente que trabaja, con propiedad,
que compra y vende, que realiza pagos, en la que hay delincuentes, por tanto, policías,
etc., que se desenvuelve en altas condiciones tecnológicas: sociedad red, en casas
inteligentes, virtual, interconectada, articulada a la nube, con apoyo nanotecnológico, etc.);
mientras que el segundo (Auroville) piensa que su ensayo “comunista” puede resultar
efectivo, generalizable, al margen del desarrollo de la técnica (en verdad, como las ideas
de los “pueblos originarios”, este experimento puede ponerse a contravía del movimiento
histórico, el cual es progresivo, prometeico).
El Sr. Dussel impugna la relocalización de las personas en las ciudades. Dice que
la humanidad (y resalta éste, como el único, exclusivo cambio –en realidad: formal-
vistoso –negativo- en la humanidad, en el presente) se está volviendo homo urbano
(parásito urbano). China construye multifamiliares por ahora, ciudades fantasmas, para
aglomerar en ellas a la población rural. ¡Correcto! Si el campo tiende a envejecer, debido a
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la migración de la juventud hacia las ciudades, dicho fenómeno no es negativo, como para
que se intente revertir la tendencia, con propuestas que se dice propenden el desarrollo del
campo; en realidad, el campo no se desarrolla porque allí resida la población joven o
debido a que en él se concentre la mayoría de la población, sino en función del grado de
desarrollo de las fuerzas productivas materiales. Los procesos de automatización por el
momento se producen en el sector secundario o industrial (según la clasificación sectorial
de la economía de un tal Econ. gringo C. Clark), también ocurre en el sector terciario o de
los servicios, y pronto se concentrará mucho más en el primario o extractivo.
Eurocentrismo plus (el que anima a quién escribe estas líneas [¿El mito de la
superioridad del individuo europeo? No. Debe entenderse: del sistema socio-económico
más evolucionado, o sea, el europeo]). El proceso (progreso) civilizatorio se produce en la
ciudad (en la hermosa “selva de cemento”; ella resume, transparenta las ejecutorias de la
praxis: la laboriosidad, sujeta a la ley del valor). La ciudad burguesa (escenario de la
acción racional corporativa; centro de desarrollo de la conciencia) con todos sus bemoles
es la que permite se conforme el tejido intercerebral –condición de superación del
idiotismo, que causa el aislamiento del campo; mientras no se esté conectado en red, desde
luego-, el cual eleva a la enésima potencia los poderes de la inteligencia, del razonamiento
(sitio determinación del acelerado desarrollo de la subjetividad); ciudad capitalista (lugar
de la reproducción colectiva de la fuerza de trabajo –M. Castells: La cuestión urbana):
hiperurbanización, daño, pero esa evolución negativa ha sido una de las bases del poderío
de la mente al asociar las conciencias y provocar el inusitado desarrollo material y la
racionalidad positivista. El sistema jurídico, político e institucional eurocéntrico (Hobbes,
Hume, Locke, Fichte, Montesquieu [los derechos romano y anglosajón], etc.), constituye
el marco de operación de vida al interior del sistema democrático, antesala para su evasión
y paso a su superación, tanto de sí mismo como del anclaje precapitalista.
Se entiende al Sr. Dussel cuando reacciona violentamente contra lo que él llama
“eurocentrismo”; por razones teóricas: no sabe (puesto que esa no es su forma de
comprensión de los hechos: su enfoque es diferente) o no considera que el capitalismo
juega un papel esencial en la conformación de la historia, por eso lo deplora sin beneficio
de inventario (los papeles negativo/positivo de la explotación y acumulación; y, el
positivo/negativo de los explotados, excluidos, colonizados) y se pone del lado de los
oprimidos, de los excluidos, de los colonizados (tampoco asume como un hecho
progresivo el proceso de colonización –“evangelización civilizadora”); y, por razones
geográfico-históricas: su experiencia de vida ubicada en Argentina, un País, que con los de
Chile, Uruguay, Canadá y EU, han sido prácticamente Europa en Abya Yala. En el caso de
Ecuador, existen experiencias antieuropeas indigenistas y anticolonialistas reales, y
teóricas en Historia, Sociología (Antropología), Politología y Literatura. El eurocentrismo
americano es más bien una cuestión de “lucha de clases”: dominar por parte de los
criollos; y, mimetizarse, asumir la apariencia europea, para evadir la discriminación en el
lado del subyugado. El eurocentrismo de izquierda (marxista) es una posición prometeica
histórica de recusación del capitalismo, no de adhesión o defensa del precapitalismo (el
“valor de uso” o la “armonía con la naturaleza”).
Sergio Boissier (planificador burgués) dice al respecto: “No hay nada más práctico,
que una buena teoría”. No obstante, un día de práctica hubiese sido mejor que décadas de
especulación (en alusión al personaje central de la presente recusación y de sus conexos).
Una personalidad del círculo dilecto del Sr. Dussel: el Sr. F. Hinkelammert, por ejemplo
(o también), no ve lado positivo alguno en el capitalismo y en la globalización. En
realidad, el mérito del capitalismo (de la modernidad, de la colonización) es haber
unificado –intentado hacerlo y lo sigue haciendo- en torno del mercado, de la explotación
y del cristianismo calvinista-luterano a toda la humanidad; unidimensionalización, que es
el paso previo para que sea posible la superación del capitalismo, del neocolonialismo, de
la “modernidad”, del eurocentrismo (y de los efectos negativos sobre la neocolonialidad
quijaniana-mignoliana).
El Sr. Dussel, antes que anteponer en su razonamiento la recusación unilateral al
eurocentrismo, debería darse el trabajo de aplicar su propia forma de discernimiento al
caso (relación relacionada): la vinculación de Europa con el otro ocultado, sometido,
subsumido: el nexo del eurocentrismo capitalista, moderno, colonialista, con los negados
(bueno: en algún momento lo hace, cuando dice que la injerencia de Europa en América,
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resultó en búmeran), pero en atención a la determinación del movimiento progresivo
humano: un nivel civilizatorio que se sobrepone y recibe la retroacción del otro; nueva
totalidad, que es el renovado mecanismo de realización histórico. La colonización
presupone a lo colonizado en unidad contradictoria; del mismo modo que el padre remite
al hijo (vertebración no antinómica), en conjunto forman parte de la familia: colonizado y
colonizador integran la historia; proceso paradójico en el cual cada frente desempeña un
rol necesario, forzoso (el Sr. Hegel y su Amo y esclavo). Por tanto, si no hubiese sido
Europa, otro segmento humano del propio “despotismo oriental” habría tomado su lugar y
conformado el nuevo tipo de relaciones imbricadas, de roles, puesto que la historia no se
detiene (en este punto, la linealidad: el progreso, es una ley de hierro).
A propósito, Filosofía: no es “amor a la sabiduría” (planteo clásico de corte
hedónico-mitológico), sino (la acción) el producto del pensar sobre el mundo urgido
(motivado) por disponer de la base de conocimiento para atender necesidades prácticas de
sobrevivencia. La Filosofía (que no es ideología, como lo asume el Sr. Dussel [la
definición de ideología del Sr. Castells es sugestiva: “formas de existencia y de ejercicio
de la lucha de clases en el seno de las prácticas significantes: hábitos, deseos,
intereses…”]) evoluciona como comprensión del mundo, a medida en que se superan los
problemas de desconocimiento y se afirma la reproducción material de la vida a través del
conocimiento científico, de la técnica y de los métodos de actuación ligados a la intención
de sustentar la existencia, siempre in crescendo la conceptualización de los hechos; para
luego terminar como comprensión objetiva total de la realidad (en esa esfera se realiza la
misión de la humanidad en la realidad: formular la idea total, crear el alter ego del
Universo material: el Universo espiritual, con el cual la realidad se torna dual, a la manera
religiosa cristiana, pero invertida: materia y movimiento representados).
El ser humano (verdad de Perogrullo) tiene que trabajar todos los días para obtener
el estipendio; cuando no necesite hacerlo, la vida pasará en un primer momento (pero es el
peligro de que la sentimentalidad pase a dominar y se quede) a realizarse en la dimensión
hedonista monótona. En la referencia episódica práctica, la persona que escribe, suele ir a
rozar monte con machete en las tierras de una pariente: ella quiere que no vuelvan a crecer
las “malas hierbas”, pero estas reaparecen, porque el ser humano debe estar entretenido
por el momento todavía en el trabajo físico; caso contrario cundiría el ocio, los malos
pensamientos, el hedonismo. En el período previo a la comunidad primitiva, y también en
ella, el ser humano debía trabajar todo el “tiempo” para subsistir: no tenía “tiempo” para
recrearse; en el comunismo (forma humana que viene) el supra ser humano de entonces no
trabaja (la automatización de todas las esferas de la vida es completa) y tiene todo el
“tiempo” (el proceso integro de su existencia), no para recrearse, sino para dedicarse a
tareas de producción de la idea. Y, el “teletrabajo” es una forma intermedia: una
mediación entre el trabajo y su cesación; pero el “teletrabajo” abarca sólo una dimensión
de las tareas componentes del proceso de reproducción humana (la intelectual), el cual se
tornará concreto, una vez que la automatización haya previamente alcanzado dicha
condición.
En verdad, en circunstancias de conciencia formada, elevada, el ocio se dirige
hacia las acciones significativas; en los casos en los que la conciencia está en formación o
directamente deformada, el “tiempo libre” conduce al hedonismo, a la lúdica (al arte, a la
estética); el planteamiento prospectivo dusseliano se inscribe en ese escenario perceptivo
hedonista (la transmodernidad): la humanidad se pone reglas ético-racionales, para ser en
la felicidad (para la humanidad: “tanto nadar para volver a la orilla de salida a morir”
[Según el Sr. Dussel: el ser humano ha conquistado el “reino de la libertad”, esto es, la
felicidad ilustrada, estética, heterónoma {en eso no se distingue de los marxista-leninistas
a los cuales critica}]). El primer caso se presenta en la época madura de la o de las
persona/s, la cual viene dada por el grado más alto de desarrollo de las fuerzas
productivas, estado que se refleja e induce la formación cada vez más alta de la propia
conciencia, en su orden (A propósito: sobre la “modernidad” [en la perspectiva del Sr.
Juan Boltvirnik], ésta es la expresión progresiva del movimiento histórico, “y nada más”;
en realidad, primero fueron los instrumentos [parte material de la cultura {la técnica}],
luego los instrumentos y las ideas [la esfera espiritual de la cultura], finalmente las ideas;
el progreso: la modernidad, tomada en su sentido racional, tendrá vigencia hasta cuando
las ideas se hagan coextensivas con el Universo.
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Ahora bien, estos Sres. recogieron la palabra “modernidad” y ahora no atinan a
definirla, pero ya la aplican como útil teórico (el concepto más aceptable de esta seudo
categoría es la que da la Dra. Amelia Valcárcel). Lo que llaman modernidad, para quién
razona con otro paradigma (en el sentido de Kuhn) comporta la dimensión subjetiva y su
correlato objetualizado en la esfera instrumental material del capitalismo. Es obvio, que
cuando deje la escena histórica del todo el sistema burgués de reproducción humana, todo
tipo de rezago preclasista, clasista y, aun: “posclasista” (el socialismo cubano, verbi gracia
[en efecto, con su reformas –“actualizaciones”- La Isla se integra cada vez más al torrente
centrista del proceso por el cual se realiza la historia {en realidad, el proceso progresivo se
ubica y transita allí y por donde existe la mejor acumulación de factores de desarrollo,
denominados “nudos de acumulación”}]) desaparecerá: el comunitarismo arcaico, el
esclavismo, el servil/señorial y el socialista; y, también, el neocolonialismo y el
eurocentrismo (en este caso: como visión del mundo).
“Valor de uso” y “valor de cambio”, se remarca, deben ser anulados en conjunto,
para que se imponga una nueva regularidad sobre el decurso humano: la ley del “valor” de
usufructo (es obvio: se entrecomilla la palabra “valor”, por cuanto éste sólo procede del
trabajo del ser humano -vivo); y, este proceso no es producto de la recuperación del “valor
de uso” (“equivalencialidad”), tampoco de la continuidad del “valor de cambio”
(eurocentrismo, capitalismo, modernidad, colonialidad), sino efecto del desarrollo de las
fuerzas productivas, el cual es a su vez el resultado de la “lucha de clases”, proceso
revolucionario que niega todo el pasado. El ser humano pasa el trabajo a las máquinas y,
luego de un período, mutatis mutandis, en el que transcurra una generación (70 años en
promedio) de Sodoma y Gomorra, el ser humano se alzará como el “Ave Fénix” de ese
fango hedónico, y se dedicará a producir la idea. Con el material teórico, categorial del Sr.
Dussel, no puede reconocerse intelectualmente esta “realidad”, pues, el mismo lleva por
flancos falsos (también por acá se dice, que a excepción de Marx, Engels, Lenin y Stalin,
con las presentes ideas: “No queda títere con cabeza”, incluido el Sr, Dussel).
Por tanto, el “reino de la libertad” no es como apoltronándose, solazándose
mitologiza el Sr. Dussel (puesto que el Sr. sostiene que el pensamiento filosófico no puede
exentarse de la mitologización). El verdadero “Reino de la libertad” es frío, senil, del saber
total; es para eso por lo que ha luchado la humanidad, ha pasado tanto avatar, el tener
también que sufrir las ideas del Sr. Dussel (su construcción paradigmática, en el sentido
del Sr. T. Kuhn). Por desgracia para el Sr. Dussel, a estas ideas se avanza por el sendero
epistémico del enfoque ideológico-teórico del marxismo-leninismo (lo cual indica que
mientras se penetra más profundamente en el pensamiento del Sr. Dussel, se advierte
cómo ideas personales –expuestas en el tomo Resumen de La nueva concepción de la
historia, que no nacieron bajo ese influjo: que no tuvieron la intención de oponerse o ser la
refutación de las del Sr. Dussel y corifeos, puesto que son independientes de ese enfoque,
resisten, se mantienen incólumes).
Ahora bien, no se pone en duda la capacidad, la extraordinaria inteligencia, tanto
de los pensadores eurocentristas, como de los detractores (anti eurocentristas); son, en
verdad: genios; además, se realza su dedicación. En ese marco, el Sr. Dussel es un
hermeneuta extraordinario: sabe encontrar el significado de documentos por más crípticos
que éstos sean, por ejemplo, los de Hegel, Marx, Benjamín, Echeverría o Hinkelammert;
no obstante, su comprensión del fondo esencial particular de la propuesta marxista-
leninista, aunque el crea de modo prepotente que lo consigue, no la hace bien, pues, su
específico enfoque de los hechos responde a un “sesgo” ideológico (para el Sr. Dussel,
Filosofía equivale más o menos a ideología); pero dónde más hierra es cuando de
diagnosticar los hechos reales se trata, mucho peor al momento de empezar a plantear
recetas: allí se desparraman su inteligencia y esfuerzo por la borda.
Se ha vuelto normal exacerbar la acusación unilateral al capitalismo, en cuanto
orden destructor de la vida humana en la explotación y de la naturaleza en el uso excesivo
de sus elementos, asociado al estándar de vida europeo y yanqui. En esta tradición,
también se halla incurso del Sr. Dussel (más bien, hay que encontrar las determinaciones
del capitalismo: de este hecho histórico y no entrar a impugnarlo o a justificarlo). Sobre el
problema ecológico (decrecentismo, crecimiento cero, entropía, etc.), se subestima a las
nuevas generaciones: será devuelta a ellos una naturaleza destrozada, se dice (sin
embargo, ellos deberán repararla con el uso precisamente del know-how, que también se
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les legará). Por tanto, las promociones que reemplacen a la presente, no necesitarán de la
escrupulosidad de las presentes: ellas no nacerán sin manos (el enfoque ecológico, como
buen evangélico, propende dejar atados –sin nada que hacer [no al extractivismo, a los
transgénicos, a la clonación, a la intervención sobre la naturaleza {a la “era
Antropocena”}: convertirle al ser humano en ser pasivo: vigía y garante tan sólo del orden
natural dado, condición supuesta de su propio bien]- a las futuras generaciones, con la
promulgación de leyes eternas).
Strictu sensu, no solamente se va a heredar a la descendencia un mundo destruido,
sino además ciencia y tecnología, con lo cual ellas deberán actuar (se dice que “Hoy los
niños nacen con una hebra del ADN más activa”, con una “forma más sutil de energía
…[sic]… de pensamiento” [en verdad, de “materia”, debe entenderse, puesto que todo
en la realidad es materia {masa y propiedades –movimiento- y la “energía” es
únicamente una forma de cinetismo}]). Por otra parte, si se les hereda un mundo
automatizado, el problema ecológico les permitirá tener de inmediato algo en que
seriamente ocuparse; por supuesto, dicha preocupación cubrirá el hiato: el tránsito como
mediación necesaria, entre la era del trabajo para sostener la reproducción de la vida y la
asignación de toda la existencia a la formulación de la idea “de la nada” de la materia. Ya
que se introdujo el tópico “energía”; se asevera, que en ningún hecho de la naturaleza hay
“energía”, sino sólo movimiento, es decir, transformación de una forma de materia a otra;
en verdad, Engels tuvo razón, y su pensamiento es mejor que el de cualquier físico,
químico o biólogo actuales, en este punto.
La presencia del león se corresponde con la función que debe cumplir: controlar el
crecimiento poblacional de herbívoros, que puede desertificar el Planeta (su
comportamiento es instintivo, sensorial); el ser humano –sin que sea posible zafarse de la
esfera de la sentimentalidad arcaica (puesto que es la faceta sensitiva la que vuelve
consciente a la conciencia)- tiene otra función que cumplir en el orden metadeterminado
del Universo: su propiedad especial, que le diferencia de los animales es el neocórtex
(aquella delgada lámina de neuronas cerebrales, especializadas en la función asociativa, o
sea, en la actividad de pensar), precisamente esta característica privativa define su ser:
homo sapiens (mono que piensa); por lo que debe producir el retrato hablado del
Universo; para allá lleva el progreso de las fuerzas productivas, proceso progresivo dado
en condiciones de explotación primero, luego en las de la comunidad democovivencial
racional.
Se recalca, por la sensorialidad la conciencia se vuelve consciente: sabe que es.
Para el efecto el ser humano debe saltar del hedonismo primitivo hacia un tipo superior de
del mismo, esto es, de la simple sensación de satisfacción sensorial, hormonal, la que es
propia de los animales, de los niños, de los adolescentes y de la mujer (en el caso de ésta
en razón de la función a ella asociada de la maternidad; lo cual no significa que el macho
humano sea racionalmente superior a ella), el ser humano debe saltar del hedonismo
natural efecto de la realización de los procesos orgánicos de reproducción de la vida hacia
la satisfacción madura: pasar al regocijo por haber alcanzado la comprensión plena de los
hechos, del lugar que ha ocupado en ellos -dixit Lcdo. Julio Enríquez). No obstante,
algunos desarrolladores de la robótica, piensan incorporar en la máquina pensante (ser
superior) la esfera arcaica: la sentimentalidad, para que haga poesía. Al respecto, los
físicos con su ponencia sobre la “Teoría del todo” (compatibilización de la relatividad con
el planteamiento cuántico) pretenden explicar la historia a partir de las leyes de la Física,
cuando en realidad esa elucidación debe proceder de modo contrario: es la máxima
concreción del proceso universal, la producción del concepto, la que llevará a entender la
realidad toda.
Constatación: de manera estocástica, la realidad está completamente determinada:
de la materia inorgánica se avanza hacia la orgánica; de ésta última: de la célula al tejido,
al órgano y al sistema en sentido siempre progresivo; de los animales inferiores se va a los
superiores y de éstos, al ser humano; en éste último caso: de la ignorancia total se ve que
los hechos se encaminan hacia producir el saber total. Naturalmente, esta secuencia lineal
progresiva de hechos (etapas) no pueden advertirlo los politólogos, los filósofos, los
economistas, los sociólogos, los antropólogos, los historiadores (esto es, el Sr. Dussel);
pero tampoco lo pueden entrever los cultores de las Ciencias Naturales y en especial los
biólogos; la razón: los dos frentes de intelectuales y científicos actúan por separado en el
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dominio del saber: advierten los hechos de modo unilateral, no ponen el nexo necesario
entre ellos, como factor sine qua non que permite ver la totalidad; cuando, en realidad, se
necesita establecerse la conexión recíproca entre todos ellos.
A consecuencia, desarrollo, progreso: ¡no son mito alguno!, como cree el
hedonismo posmoderno de todo pelaje; en realidad, son supuestos reales, formas de ser de
los hechos, tanto naturales como sociales (el desarrollo es factual; constituye la
determinación absoluta de la historia y de todo lo existente); y, la modernidad no es una
etapa de la historia, sino también un rasgo típico del acontecer histórico, pues, en sentido
lato: todo cambia, se moderniza. Para unos ojos, los procesos naturales e históricos se
hallan determinados de modo direccionado, en orden y con jerarquía; de manera que “a la
política siempre le precede la economía”, pues, “del liberalismo sólo se empezó a hablar
luego de la revolución industrial”; y, “ésta es una concepción y un método de comprensión
de la historia, dados de una vez y para siempre”. En ese sentido, una es la conducta
connocente, que primero elabora ideas (conceptos y métodos) y con ellos procede a
posteriori a mirar la realidad; mientras que otra es la actitud de quién deriva la realidad,
con el objeto de pasarla a la mente del modo más fiel posible. Del mismo modo que la
conciencia no le llega al “sujeto histórico” (cuya presencia natural en la historia niega el
Sr. Dussel) de modo inmediato o espontáneo, puesto que, como lo planteó y lo aplicó el
marxismo-leninismo, son los teóricos del proletariado los que insuflan esa conciencia en
dicho “sujeto; el Sr. Dussel pretende actuar como la vanguardia intelectual sobre todo de
la nueva juventud, pero niega ese mismo papel jugado por Lenin, tanto, que en ocasiones
se desvía al concepto de la “autoconciencia” a lo Lukacs.
También de modo indirecto, el Sr. Dussel deplora el comportamiento humano
inherente a consumir proteína animal (animales que no les sirve para comer, los descarta,
dice; ha elegido a las reses que están feas, continúa, a las cuales: no sólo que las caza, sino
que las ha encorralado, para luego comérselos, concluye). Los leones y demás fieras
devoran inocentes herbívoros; el ser humano procede de modo más temerario: produce
vacunos, porcinos, ovinos, etc., para luego “devorarlos”. Si bien es cierto que los
herbívoros justifican de mejor su existencia al ser consumidos por humanos que por las
fieras (y las fieras mismas se autorregulan –a más de la de orden maltusiana-
destrozándose entre ellos, como es el caso de los leones); de todos modos en la época
posmoderna, sacrificar animales se ve con repudio. Es por eso que la técnica es necesaria:
para producir proteína de la misma calidad que la de procedencia animal en laboratorio,
para luego hacerlo empresarialmente (todavía de modo comercial, esto es, mientras no se
haya modificado el modo de relacionamiento humano); sólo de esa forma se suspenderá la
caza, la producción, es decir, las tareas conocidas a través de las cuales se provee el
género, del principal e imprescindible alimento. Por tanto, el “mito” del progreso, es
fecundo.
En lugar de crear nuevas categorías políticas (para ese efecto, la objetualidad de la
abstracción debe estar formada, ya que la mente va siempre a la saga de la realidad –dixit
Stalin), el Sr. Dussel, con mucha prestancia y autosuficiencia, tan sólo resignifica las
existentes (de Hobbes, Montesquieu,…). Es por eso que critica a Lenin, a partir de la
simple y oportunista abstracción; cuando Lenin trata de destruir la institucionalidad
burguesa y no reconceptualizarla, reestructurarla y reoperatibilizarla, de modo de crear
nuevas, que devendrán en el substrato de la renovada representación. El marxismo-
leninismo niega ese saber (el político burgués) con la transformación de la realidad, no a
partir de su reutilización con otro concepto de lo dado, como lo propone el Sr. Dussel en
sus famosas Veinte Tesis de Política. Por un momento aquí se actúa mecanicísticamente y
se dice, que con la transformación de la base (althusserianismo, ¿no?) económica (de
producción/reproducción) aparece la necesidad de una nueva institucionalidad por la base
demandada; institucionalidad, “que no es preconocida, pues, no existe preconcepto sobre
ella” (tipo y forma de la institucionalidad): por tanto, no debe recurrirse al uso de la misma
institucionalidad reformándola subjetiva y ónticamente.
Al Sr. Dussel no le interesa producir la verdad de modo objetivo, esto es, como
acción de la mente que con método trabaja sobre los hechos para figurarlos, sino leer a
todos los autores al revés (lo declara desembozada y paladinamente); por lo cual,
fracciones objetivas, que tienen toda especulación, son dejadas de lado. Su propuesta
política (el consenso racional del pueblo), ya que no toma en cuenta la función del
18
movimiento de las fuerzas productivas, la crisis, la lucha de clases, termina siendo
solamente retórica, especulativa, a lo sumo voluntarista, pues, para el Sr. Dussel no existen
leyes de desarrollo humano, tampoco poder coercitivo, frente al que –incluso en el
presente- todo consenso popular ético, se estrella (al que recordarle al Sr., que un proceso
que se lleva a cabo por más de un individuo, para establecer su sustentabilidad, debe
institucionalizarse: operar por medio de leyes; lo dicho ocurre en ciertos animales, pero
sobre todo en el ser humano [Marx dice: no se puede hacer responsables de relaciones a
los sujetos, de las cuales ellos son su resultado]).
El Dr. Alfredo Castillo ridiculiza esta idea abstracta, que no ve la necesidad; las
ideas de la arbitrariedad han ganado la política, dice; piensan que motu proprio es posible
manipular la historia: “nos ponemos de acuerdo y la inflación baja, se incrementan las
inversiones, los viejos rejuvenecen, la ciencia se apropia de los cerebros…”. Es necesario
volver sobre la controversia: ¿manejo del excedente o formas de propiedad? El Sr. Dussel
opta por la primera determinación; no le conviene el criterio de “formas de propiedad”,
porque entonces se contaminaría de marxismo-leninismo; esa, empero, es una conducta
tramposa, puesto que no se ubica en la producción; sin embargo de hacer una larga
refutación a la ideología liberal, la que construye su sistema económico sobre la categoría
epidérmica “mercado”. El Sr. Dussel diría que, por influjo de sus muy sapientísimas
sugerencias y llamados, madura la conciencia y se imponen los principios de su ética
política (en realidad, en la historia, como movimiento progresivo natural, no hay ética; la
ética también es hedonismo).
De modo terminante, en lo personal, se concluye, que no puede representarse algo
que no existe (los artistas creen hacerlo). Es por eso que la ciencia precisamente interviene
para subsanar este límite, de modo de poder hacer factible formular los escenarios posibles
futuros a partir de la proyección de las leyes del desarrollo material (de la tendencia
reconocible), esto es, a través de la identificación de la causalidad relacional en
movimiento. A dicha operación lógico-real, se ha dado en llamar “prospectiva”, de la que
reúsa hablar el Sr. Dussel (en su lugar pone su creencia en: “se hace camino al andar”, los
postulados, los principios, los criterios, etc. [“Caminante no hay camino…”; pero el
camino se hace por donde se puede hacer camino, de modo que siempre hay trazado
previo –se busca el pre rumbo propicio]). Incluso los brujos (que no los meteorólogos con
sentido pertinente racional), personajes de los que no está muy lejos el Sr. Dussel con su
“Filosofía latinoamericana”, al igual que el Sr. de Sousa Santos, se representan el futuro;
pero el Sr. Dussel niega el carácter predictivo de la ciencia. La realidad, por su naturaleza
regular, se prospecta; esta anticipación es posible, puesto que el tipo de organización
humana no depende del parecer de sus integrantes: “sociedad jerarquizada” o “plana”;
tiene que ver, más bien, con la regularidad interna de los procesos, de la necesidad
histórica, de su determinación inmanente.
El Sr. Dussel asume que el capitalismo ha entrado en estado de crisis terminal
(punto de vista que se comparte [“Desde el 2008 el capitalismo se encuentra sumido en la
senda de crisis agónica; de entropía perpetúa, de la que no puede salir, o si lo hace, ingresa
nuevamente en ella” {la “unisemia” ha sido cuestionada, porque el capitalismo se ha
realizado, ha cumplido su misión y deja la historia; la recuperación de las tradiciones
filosóficas orientales no conducen al sucedáneo, sino la superación en conjunto: de las
occidentales como de las orientales}]); el plazo es en lo que se difiere, pues, el Sr. sostiene
que la transición durará uno o dos siglos. No obstante, como no demuestra el proceso de
degeneración capitalista de modo empírico, sus aseveraciones son sólo filosóficas,
especulativas, en vista de que sus conclusiones no incluyen el movimiento de las fuerzas
productivas: el aspecto principal frente a las relaciones sociales, modelante de ellas (es en
la teorización histórica del progreso de la ciencia y de la técnica de orden burgués, el
frente en el que está descrito el proceso).
Pero, ¿por qué la juventud humana –el capitalismo- en el instante en el que se acerca
al más alto nivel de su productividad y de perfección automatizada, cuando precisamente
pone el supuesto abstracto sobre el que se instalen las dimensiones ordenadas de
racionalidad, serenidad y sabiduría –experticia-, no debe ser recogida como etapa
transcurrida en medio de procesos repletos de solemnidad, como un momento en la
existencia, que se deja atrás con pesar y que está presto a perecer? No es posible perder de
vista la nostalgia que produce en la conciencia el ingreso del atardecer (la reducción del
19
trabajo a pura abstracción), tanto como la noción de la realidad del cierre de la vida, de la
posmodernidad: el anochecer. Muchos pueblos actuales entran ya en esta categoría:
europeos y japoneses son viejos normales, luego de haber trabajado en el interior de formas
conflictivas, primitivas, protohistóricas de relacionamiento social –la mayoría, todavía lo
hace, pese a su cosmética madurez y magnanimidad-, han entregado a la humanidad el
despliegue del trofeo de la ciencia y de la técnica; su misión, por tanto, está cumplida.
El muy elevado respeto y la admiración que produce esa fase de desarrollo (la
burguesa de la febril acumulación en declive, presupuesto necesario del mundo nuevo, de
conclusión del proceso de reproducción ampliada del capital, en la extensión
transnacionalizada del sistema de dominación), deviene del hecho de que la misma
representa el futuro y el desenlace de las contradicciones maduras inscritas en la dimensión
de la reproducción material de la vida, como planos superados, al final de cuya senda
forzosamente las sociedades neocoloniales se hallan destinadas a integrarse, como
portadoras del “código genético” del nuevo amanecer. El Sr. Dussel no ve de ese modo al
sistema moderno de free trade, respecto del cual formula su proyecto emancipatorio
centrado simplemente en la región ideológica y de ella, en la ética; su proceder es
básicamente subjetivista especulativo abstraccionista (de su lado, la historia como tal se
realiza a espaldas de esta actuación discursiva).
Para el Sr. Dussel el Planeta está superpoblado; debe, por tanto, reducirse la
población, porque los recursos son limitados (reprocha a Marx el no haber percibido el
límite de recursos, que tiene la Tierra [y concluye unilateralmente, que el capitalismo
destruye a la humanidad y a la naturaleza, sin que esa destrucción tenga contraparte alguna
en la forja del hecho progresivo histórico {se insiste en que el capitalismo es sólo
destructor; “el capitalismo lleva a un abismo de muerte próximo”, se asevera; empero dicha
“negatividad” ocurre sólo cuando el sistema burgués está demás: una vez que ha cumplido
su misión o en el caso de que el sucedáneo racional suyo, se halle con todas sus letras, para
reemplazar al sistema que ha perdido la “dignidad de ser”; por tanto: “no hay que ponerle
freno” alguno, como insinúa Benjamín}]).
En lo tocante a la cuestión planteada en parágrafo precedente, el Sr. Dussel se volvió
de pronto todo un burgués (control de la natalidad, Caritas, Planificación familiar, el SIDA,
la homosexualidad). No tiene en mientes el hecho de que se necesita que esta presión llegue
a superar los 10 mil millones de habitantes, para que el ser humano tenga ante sí el acicate y
se ponga efectivamente en pie de terraformar otros planetas y migrar a ellos. Curiosamente
en Ecuador ya se habla del recurso infinito: el conocimiento. Ahora bien, como ya se ha
dicho atrás en este mismo documento: con la ciencia y la técnica, todo se vuelve renovable;
y, el principio fetichista, machacón de la ideología económica convencional: la “escasez”,
salta hecho añicos. La historia es un proceso autónomo progresivo; ésta: ¡no da pasos
atrás”: las fuerzas productivas siempre se desarrollan; la ciencia (la ideología objetiva) y la
técnica (derivación práctica de la ciencia) no retroceden, no vuelven sobre los principios
anteriores.
Si la realidad ha de ser simbolizada (metaactividad; destino común de la
humanidad), dos opciones al respecto se perfilan: 1) acción mixta inteligencia natural-
inteligencia artificial; o, 2) inteligencia artificial (computadora cuántica + simulador de
necesidad = Inteligencia Artificial). Para el caso de la presencia y actuación de “esta nueva
especie” sobre el planeta: el robot sapiens (el denominado posthumano, propiamente
dicho), que se levanta en el mundo como efecto de la realización de la necesidad histórica,
de la humana y de su creatividad, coadyuvará en la consecución de dicho propósito:
“entender el Universo”. Ahora bien, si se liga la misión del ser humano en el Universo con
el proceso de creación de la inteligencia artificial se arriba a una conclusión lógica siniestra:
que la materia se ha auto programado de forma aleatoria (el desarrollo de sus leyes como
creación de nuevas [combinación, permutación, conmutación], determina el proceso de ese
modo [un proceso nuevo, no solamente que brota del precedente, sino que lo realiza en un
momento renovado de su curso]), para llegar a la representación ideal de sí, con la
conciencia humana o sirviéndose de ella, en cuanto productora de la inteligencia artificial,
la que continuará en la pesquisa de los misterios del Universo, para el caso de que haya
desaparecido la humanidad (parricidio del robot, como teme S. Hawking).
Al respecto, si el poder mundial logra eliminar al 99% de la población con métodos
de leso crimen como es su intención (el “chemtrails” –rastro químico-; MONSANTO:
20
glifosato u ocupación de territorios, por ejemplo [proceso letal de eliminación de la
población en exceso e indeseable, que viene frenado por cuanto todavía los asesinos
{gobierno oculto del Mundo} no encuentran la forma de ocultarlo ante el Mundo]), serán
ellos quienes, una vez que no tengan más que hacer, se dediquen a la tarea de completar la
simbolización del Universo; y, si acaso a ellos también se les vira la tortilla (búmeran:
parricidio tecnológico), será la mecánica inteligente quién lo haga (y el proceso vendría a
ser del todo impersonal, sin sentido: inscripto en el solo movimiento ciego de las leyes del
Universo [en realidad, la razón más inmanente, única y final del ser humano, es testificar,
constatar, dar fe, de que la materia alcanzó su alter ego: su concepto]).
El Sr. Dussel, al diagnosticar la experiencia de la ex URSS, coincide con el Sr. M.
Castells (Fin de milenio): producción de mercancías con mayor valor (producción extensiva
de híper industrialismo); para el marxismo-leninismo, en cambio, la “implosión” se produjo
como efecto de la traición del revisionismo jruschoviano; en los hechos, las dos
conclusiones configuran el proceso de la defección. Según el Sr. Dussel, el socialismo
fracasó, ningún papel jugó en la historia; más bien, fundiéndose con el “imaginario” de la
derecha, declara que el socialismo fue perjudicial, y se imputa a la burocracia (igualitarismo
burocrático) el fiasco, y a la ausencia del móvil de la competencia, la congelación del
progreso. El Sr. Dussel fetichiza –según sus propias palabras- también este hecho al atribuir
sólo a la competencia el proceso de progreso tecnológico; deja de lado la “lucha de clases”
y el movimiento direccional autónomo sobre los procesos que ejerce el desarrollo de las
fuerzas productivas (en una exposición en la web, su disertante sostiene que “La revolución
soviética es un problema tan complejo, como para dejarlo a los historiadores”).
Como es su fijación: pronunciarse con animadversión gratuita en contra de la Unión
de Repúblicas Socialistas Soviéticas, considera que la ex URSS cayó, porque eliminó la
competencia y el mercado (aquí el Sr. Dussel se vuelve materialista vulgar, puesto que
elimina la acción de la voluntad sobre la estructura: la acción del revisionismo burocrático
jruschoviano y la “guerra fría”); lo cual no es cierto: los Soviet no fueron tontos, como se ha
propuesto convencer el Sr. Dussel con sus diatribas. La competencia fue reemplazada por la
“emulación” y jamás el mercado desapareció de la entonces URSS, tanto, que en su
“testamento económico”: Problemas económicos del socialismo en la URSS, Stalin sugiere
reducir la influencia del mercado en el proceso de reproducción de dicha Zona). Dice
también, que Marx nunca habla de la “lucha de clases” en sus obras maduras; pero, como es
“voz pópulis”: lo hizo de modo paladino en El Manifiesto; y, si el referido panfleto es
premarxista, si al Marx viejo no le interesaba dicha categoría, por la importancia y difusión
que tal escrito adquiriera, en algún momento de su vida se hubiese referido a ella en sentido
negativo, pero no lo hizo.
Sobre las razones por las que llegó a término el socialismo (1917-1956), el Sr.
Dussel hierra, como se dice coloquialmente, “de la pe a la pa”. El Sr. asume como la razón
de este acontecimiento (y lamentablemente toda su tremenda sabiduría historiográfica y
filosófica no le alcanza para –esta vez sí- hacer una evaluación objetiva) a que el
marxismo-leninismo no fue marxismo (dice: el de Marx), concluye, por tanto, que el
suceso negativo se debe a fallas de conciencia. También la sentencia de la derecha al
respecto, es absurda (aunque en parte “da en el clavo”), en tanto supone la condicionalidad
asociada a la terminación de la experiencia a la inviabilidad del modelo. La explicación
pampolitológica marxista-leninista de la traición unilateraliza y generaliza (fetichiza) el
carácter manipulador de la voluntad sobre las estructuras, de modo que dicha conclusión
es parcial y voluntarista. En el período de Stalin estaban ya atendidas las necesidades de la
población de modo paralelo al establecimiento de grados significativos de igualdad.
Jruschov pensó (y también los venideros) sobre todo por demagogia, que el proceso estaba
maduro para saltar a la etapa superior: el comunismo.
Dicha evaluación, sin embargo, era verdadera. No obstante, se presentó una nueva
paradoja: al no haber llegado la producción a la automatización (al grado más elevado de
desarrollo de las fuerzas productivas) y al persistir el trabajo humano como la fuente de
proveeduría, el momento no estaba listo para pasar al comunismo. En realidad,
contradicción inversa: alto grado de desarrollo de las relaciones sociales con bajo grado
de desarrollo de las fuerzas productivas. El freno al progreso provenía de las relaciones
sociales. Al no haber concluido el desarrollo de las fuerzas productivas, frente al freno de
las relaciones socialistas a 1953 (producción extensiva de hiperindustrialismo –M.
21
Castells-, cuando Japón luego ingresara en la época “informacional”), la historia rompió
este dique con la exclusión del socialismo del proceso, por lo que el sistema burgués
retomó/continuó como opción única el desarrollo faltante de las fuerzas productivas hasta
ponerlas al nivel, que sea propicio para permear la instalación del sistema comunista
(reproducción humana sin trabajo, con aporte total de la mecánica automatizada, e incluso
inteligente).
“Todo en este mundo tiene un fin que conseguir, son designios que se tiene
cumplir” (Por un mundo nuevo; los Kjarkas). La Revolución de Octubre y el socialismo
participaron del proceso de emancipación de la humanidad (salida de los sistemas
clasistas), al poner en la mente de la población la índole histórica del capitalismo (en la
acepción moderna: “Otro mundo es posible”) y haber forzado la marcha de la Especie
hacia la salida del trabajo de la escena histórica: el proceso de proveeduría material (e
incluso espiritual) pasa a manos de la máquina, mediante el creciente proceso de
automatización (también el desarrollo de la ciencia y de la técnica ha preparado al ser
humano para hacer frente a catástrofes, efecto de posibles fallas en la operación de alguna
de las leyes cósmicas). Esta verdad, inadmite el Sr. Dussel; pero: “No hay más ciego, que
el que no quiere ver”.
Afirma que la moda vuelve inútil al “valor de uso”; por acá, en cambio, se diría
que la moda acorta intencionalmente la vida útil del “valor de uso”, con el propósito de
recrear el mercado (como en otro lugar se trabaja con la estrategia de la “obsolescencia
programada”). Además, asevera que hay que utilizar un bien hasta que esté inútil; hay que
ser coherente: eso, ¿no hizo el socialismo de Stalin, del cual el Sr. se burla? (dicho sea
entre paréntesis, la persona a la que se hace referencia, en casi todo los pasajes de su
alocución se muestra respetuoso; pero hay momentos en que su exposición se transforma
en todo un “botafuego” contra Stalin; pero Stalin tiene el mérito sobre el Sr. Dussel y
demás, de la práctica). “Sentimientos encontrados” (aporía en la relacionalidad
intelectual). Para no actuar de modo insidioso, por ejemplo aquí se dice que sendos aportes
da el Sr. Dussel al pensamiento marxista, al de izquierda o al transformador: no se
desconoce; más bien, se le agradece, pero con ciertas reservas; cuando el Sr. Dussel dice
que el primero que emprendió la tarea de formulación de una teoría para entender el
proceso de reproducción humano: el capitalismo en el momento, mediante el que se creó
un sistema de categorías que permiten explicar dicha causa, se asume una actitud de
admiración.
En la Facultad de Filosofía de la Universidad Central del Ecuador, allá por la
década de los 80 del siglo pasado (XX), se dice que brillaba un catedrático de “marxismo”
o afines: Sr. Sacerdote Jesuita, de apellido Rubianes, erudito éste, se asumía, en dicho
ramo; valiente, que con mucho arrojo iba a buscar pleito: a retar, al oponente en su propio
terreno: en el centro, en la mismísima guarida de los herejes, sin arredrarse. Con el
pretexto de enseñar la Doctrina, lo que hacía es combatirla y con efectividad, puesto que
como los marxistas-leninistas docentes de dicha Facultad no eran versados en la materia
(dictaban diversas asignaturas y los términos de la práctica en ese entonces estaban
sometidos a la pragmática antes que a la teorética), cada día recibían impotentes, sin
respuesta, un mazazo, en cuanto que crítica supuestamente fundamentada proveniente del
discurso (misión) del Sr. Prelado, la que se extendía a la institución política de izquierda
en general. El Sr. Presbítero se escuchó decir, que luego de sus amplias, vibrantes y
polémicas clases, siempre terminaba con la siguiente concluyente conclusión: “El
marxismo en una combinación de grandes verdades con grandes errores”.
En lo tocante con ciertos aspectos de la actitud teórica y práctica del Sr. Dussel, esa
sentencia asume ribetes de verdad, o sea, dicha conclusión, no apropiada respecto del
marxismo, muy bien tiene aplicación en la situación del Sr. Dussel. “Nuestro genio” (el Sr.
Dussel), sostiene que el sujeto del cambio no es la clase trabajadora en particular, sino el
proletariado configurado según su especulación, esto es, la reunión de todos los segmentos
humanos que viven la situación de explotación, relegamiento, pobreza e incumplimiento
de las necesidades in abstracto, es decir, el pueblo (de modo más riguroso y preciso, en
Ecuador los cultores de la Revolución ciudadana ubican al sujeto en los ciudadanos). El
leninismo sostiene que solamente quien puede asimilar la teoría revolucionaria y llevarla a
la práctica es la clase trabajadora, puesto que a partir del punto de vista materialista las
condiciones reales de existencia de la clase trabajadora son la base de la asimilación y la
22
acción, ya que es la clase en la que las condiciones del capitalismo están suprimidas y las
de la nueva forma humana son vigentes (carecen de propiedad, colaboran en la
producción, son disciplinados, etc.). Otro límite de “nuestro sabio” refiere a que no
encuentra conexión y relación de continuidad entre el proletariado y el pueblo, la multitud
o la ciudadanía; en realidad, fue la revolución proletaria la que devino en institucional-
ciudadana (o popular o multitudinaria).
El Sr. Dussel imputa la idea de la “planificación perfecta” (como el alter ego de la
creencia burguesa de la “competencia perfecta”) a la intelligentzia del “socialismo real”
(es decir, el Sr. Dussel “dice lo que quiere”, como el Cura incluso de la anterior reseña
–personaje que nunca se ha desposado-, que se desempeña como consejero matrimonial).
Sostiene que sin moneda y sin mercado, no es posible calcular los precios (asignar
recursos, debería decirse), y “eso es el estalinismo”, concluye; pero O. Lange habla al
respecto en su “Cálculo económico”. Debe recordarse, que en la ex URSS no se eliminó el
“mercado”, ni siquiera en la época de Stalin (se preveía hacerlo en fecha previsible, sí);
más bien, con Jruschov se consolidaron las relaciones mercantiles. En realidad, el Sr.
Dussel despotrica siempre contra el marxismo-leninismo; empero, no había razón alguna
para hacerlo, para que enfile sus dardos como un enemigo contra una doctrina fraterna, la
que se había cifrado como propósito eliminar el capitalismo, sistema frente al cual el Sr.
Dussel dice también estar en contra. Los católicos, frente a exabruptos similares
sentencian: “No tiene perdón de Dios”.
Apoteósicamente el Sr. Dussel llega a felicitar a los jóvenes por no haber entrado
en contacto con el marxismo-leninismo, de esa manera asume que su cerebro no corre el
peligro de ser deformado; esta conducta es insidiosa, narcisista, transparenta el prurito
coercitivo de toda posición hegemónica a priori, al propalar que su propuesta epistémica
es la única que vale, que las otras no pueden ser tomadas en cuenta, incluso en tanto
referencia histórica (y su epígonos [sus “mariachis”, como dice el Sr. Dr. Gustavo Bueno
S. {“Dussel y sus mariachis”, concretamente refiere}], siguen -como sucursaleros- dicho
patrón). Ese descaro debe ser contestado; empero, la presente protesta frente a tales
desafectos, es todavía primaria, puesto que no se la hace de modo sistemático, para lo cual
habría que hurgar en el modelo de marras, a fin de alcanzar el hilo conductor inserto en la
intensa disertación (el Sr. Dussel mismo manda a estudiar su obras, independientemente
de cuál sea la posición etaria o ideológica del replicante o del criticado); en realidad, en
este “cruce de espadas” no se recurre a los útiles teóricos y metodológicos del marxismo-
leninismo, para ripostar (en verdad, se está persuadido, de que no se necesita echar mano
del panel discursivo del marxismo-leninismo, para rebatir su pensamiento). Quizá esta
tarea se deba emprender, si la misma muestre que tiene sentido práctico.
Por tanto, nótese que en esta respuesta parcial no se ha recurrido –todavía- al
arsenal categorial de la formación ideológico-teórica marxista-leninista; tampoco se acude
a sus principales exponentes (que los hay, que son muchos y excelentes, quienes han
realizado estudios concretos sobre el capitalismo y han formulado modelos matemáticos
[cuando se le dice por qué el Sr, Dussel no preparó un sistema de ecuaciones, simplemente
manifiesta que ha trabajado el fundamento filosófico de los hechos y que otros fácilmente
lo harán]) o a los desarrollos teóricos inherentes (por ejemplo, su crítica a Lenin sobre la
categoría “política” tal como Vladimir lo deriva, no es pertinente, pues, el prisma a través
del cual Lenin ve el hecho es diametralmente opuesto al del Sr. Dussel [esta diferencia el
Sr. Dussel lo toma como “error”: confunde política {relaciones entre las clases por el
poder} con gestión {acciones técnicas -éticas- para “hacer felices a los pueblos”}, cree que
la Política como ciencia, es tratar el Estado {a un fetiche}; de paso considera que el nuevo
locus debe ser el abordaje de las contradicciones derivadas: culturales, de género, étnicas,
etc., y al que quiere llevar al marxismo-leninismo el Sr. Dussel]). Verbi gracia, su forma
particular de percepción contrasta con la propuesta sobre la evolución del pensamiento de
Marx desde la filosofía (ideología) hasta la ciencia: la “ciencia de la historia”, como la
única totalidad del pensamiento (Kedrov).
Como él suele legislar de modo teóricamente contralor al resto, se le imputa que
también el Sr Dussel incurre en una serie de herejías teóricas. Por el ejemplo: el concepto
de “cultura” que maneja el Sr. Dussel es incorrecto visto a partir de una perspectiva
marxista; en efecto, Marx, en la Ideología alemana (documento que también dice el Sr.
Dussel que no vale), establece cómo debe ser definido el término “cultura”: como la
23
completa y multiforme producción de toda la Tierra, de todos los seres humanos; por
tanto, la cultura es la suma de productos humanos tangibles e intangibles. El concepto de
“modernidad no capitalista” del Sr. B. Echeverría, relativamente es correcto; pero el Sr.
Dussel también lo rechaza, dado que sostiene que la modernidad se extingue con la
desaparición del capitalismo; con dicha aseveración el ecuatoriano asume que el desarrollo
material debe continuar (como es usual, el Sr. Dussel inmediatamente reacciona ante la
aseveración de modo negativo con la frase: “mito del progreso”) siempre que se controle
los desafueros que ese proceso desliza sobre la población, sobre todo componente del
“ethos barroco”.
En el colmo el Sr. Dussel dice que Marx no trató la región política, que sus trabajos
teóricos sólo profundizaron el “campo económico” (sic) y que apenas rozó el “campo
político” (sic); y, subrepticiamente pone la idea, de que, incluso en esa poquedad, lo hizo
mal: de modo eurocentrista (asevera que él -el Sr. Dussel- es también el adalid en dicho
“campo”). Tampoco esas conclusiones, que emite el Sr. sobre Marx y la esfera política, se
cohonestan con la verdad. Esa “deficiencia” la hace extensiva arbitrariamente a Lenin y al
marxismo-leninismo en general. Sin mucha parafernalia y pedantería, la teoría objetiva
estructural de un aspecto de la política: la del “poder”, se la deriva del siguiente modo:
“poder político”: capacidad de tomar decisiones e imponerlas por coerción o consenso
(dominación); el “poder político” se asienta en tres soportes: el poder económico (la
propiedad el capital), la Constitución y el sistema jurídico (la voluntad de la clase
dominante -propietaria del capital- convertida en principios constitucionales y en Derecho)
y el poder de la fuerza (el ejército, la policía). El “Estado”, en cambio, es un aparato
(sistema de instituciones) previamente direccionado, a través del cual se ejerce la
reproducción del sistema.
En la literatura marxista y entre quienes se declaran marxistas, se ha realizado una
apreciación limitada de su trabajo intelectual. Unos dicen que Marx escribió sólo sobre el
capitalismo; de modo más denigrante: que lo hizo sobre la etapa industrial del capitalismo;
o, únicamente sobre el “campo económico” del sistema capitalista. Quienes piensan de ese
manera, obran de modo no objetivo y van a dar con sus huesos en el campo opuesto a
Marx, como sus enemigos (“Con esos amigos, para qué los enemigos”). Strictu sensu:
Marx descubrió la ley que precede la operación de capitalismo como tal: dicha fase
histórica “es la encargada de producir la base material del mundo nuevo”; lo hizo también
con la ley general del proceso histórico: la humanidad va la comunismo, etapa en la que
concluye la vigencia de la “ley del valor”, las máquinas sustentan la vida y la humanidad
se dedica a conocer y a dominar la naturaleza (sorprende, por ejemplo, que el Sr. Dussel:
“El que más sabe sobre Mar”, no haya reparado en este hecho y se solace con el concepto
reduccionista, que el Sr. tiene de Carlos).
Si se mira la formación social capitalista con el prisma de uno de sus actores: el
burgués, y según la perspectiva de largo plazo de la historia, la percepción en torno de la
misma cambia. El capitalismo no ha fracasado, como tampoco está en crisis (la
acumulación es un proceso que se produce a saltos, pero cada salto sube un escaño); el
neoliberalismo no ha fracasado, tampoco se halla en crisis. El capitalismo cumple la
función ya citada en párrafo precedente en la historia: “crear la base material del mundo
nuevo” (esa tarea ha sido exitosa); el neoliberalismo cumple una función a lo interno del
capitalismo: desarrollar la ciencia y la técnica (en ese sentido el imperialismo financiero ha
salido históricamente airoso). Los papeles jugados por el capitalismo y el neoliberalismo
han realizado su ser, merced a afectar a los trabajadores y a la naturaleza, puesto que como
dice el Sr. B. Echeverría, el capitalismo es un sistema que procede de modo esquizoide:
progreso con destrucción; pero, “en última instancia”, la historia realiza el progreso de ese
modo (modo natural).
El Sr. Dussel, por otra parte, desconoce hacia dónde lleva el progreso al ser
humano; hace caso o miso del desarrollo de las fuerzas productivas y de su influjo (su
papel reificante positivo [en realidad, “fuerzas productivas”: inteligencia objetualizada,
históricamente potencializada, que, como las fuerzas de la naturaleza han modulado las
morfologías física, perceptual y conductual de todo lo vivo, como también del ser humano,
éstas “fetichizan” de modo prometeico la contextura humana {de esto: ¡ni idea! tiene el Sr.
Dussel}; en realidad, las fuerzas productivas, de análogo modo como los documentos,
transfieren la influencia de la experiencia de los muertos sobre los vivos]) sobre el proceso
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  • 1. 1 SOBRE ALGUNAS TESIS FILOSÓFICO- POLITICAS DEL Sr. DUSSEL (cuestionamiento). (Borrador-avance). Justo Castillo Freire.
  • 2. 2
  • 3. 3 Como marxista-leninista, frente al ataque a la doctrina y a la práctica (y sobre todo a su legado: la Revolución de Octubre y la aplicación transformativa del período 1917-1956), es obligación salir por los fueros de su defensa. Por tanto, quién crea hallarse ubicado en esa posición, no debe pasar por alto el mensaje inscripto en las presentes líneas. En las mismas, se problematizan varias objeciones hechas públicas por el Sr. Enrique Dussel, sobre el marxismo-leninisno; en particular, respecto de su actitud infidente y reaccionaria, cuando declara proponerse intencional y deliberadamente demeritar la propuesta teórica de uno de los principales exponentes -y “camarada”- de dicha corriente: el Sr. Louis Althusser. Dussel se ensaña gratuira y virulentamente contra Altusser (se diría: con toda la tradición marxistaleninista, que el llama “marxismo oriental”). ¿Por qué? Porque Altusser no piensa el marximo como lo hace Dussel. El Sr. Dussel, de modo irresponsable, “lanza el agua sucia de la bañera con el niño dentro”: no ve el lado bueno en el pensamiento althussriano. Las refutaciones aquí expuestas, no responden al uso del arsenal categorial marxista- leninista, en cuanto tal; son producto, más bien, de mirar la “doctrina-Dussel”, con nociones de cosecha personal. De modo que, si se recurierra a la formación ideológico- teórica Leninista, no queda duda, que los cuestionamientos que proceden del trabajo intelectual de la persona citada, quedarían contestados de modo completo y conveniente. La revisión de varios documentos de autoría del Sr. Dussel y la audición de alocuciones suyas yacientes en la web, traen a colación la sentencia atinente a que, para quién se declara pretender cambiar el Mundo, pertinentemente debe tener presente la máxima: “Sólo la revolución es cambio”, el resto es simple parafernalia; mientras que, respecto de la denodada y larga trayectoria discursiva del Sr. Dussel, cabe esta sentencia: “Tanto nadar, para venir a morir en la orilla”.
  • 4. 4
  • 5. 5 CUESTIONAMIENTO A DUSSEL. En la historia la población ha puesto su percepción sobre los comportamientos humanos reiterativos (los que constituyen la base formadora de patrones y que tornan predecible una actuación), según la modalidad expositiva de refrán. Uno de ellos es: “Del árbol caído, todos hacen leña”. Esta forma de apreciar ese tipo de hechos, en la dimensión esencial capta la realización de su ley. Puesta la “narrativa” en el plano de los procesos histórico-sociales, la misma entrevé la conducta del capital (de los sujetos tras de él), de sectores socialdemócratas y de los de la izquierda, frente a sucesos como los de 1917- 1953, 1956-1989 (primera [enfrentamiento entre socialismo y capitalismo] y segunda [pugna por el dominio del Mundo entre capitalismo clásico e imperialismo social soviético] guerras frías, respectivamente) y 1991, que acaecieron en la ex URSS y su Campo. En dichos ambientes, el denominador común de aquella “derivación” en torno de la experiencia, no es otro, que el solaz. Unos (el frente intelectual burgués global), han tergiversado el carácter de los acontecimientos y han reaccionado de manera ideológicamente compulsiva y artera, a efecto de desprestigiar al socialismo; en suma, lo han hecho de ese modo, con el objeto de poner un nuevo velo sobre el rostro de la población (uso de la ideología en su acepción: falsa conciencia): que ésta palpe al capitalismo en cuanto orden bueno, mientras que su tacto también le diga, que el sistema alternativo, es negativo (There is not alternative). Socialdemócratas y socialistas por su parte han elegido similar forma de proceder (han unilateralizado y absolutizado su percepción particular), de acuerdo al criterio de que el proceso de Europa del Este fue un hecho no debido, connotado también como fallido; sentencia realizada con la intención de guardar distancias, deslindar responsabilidades con el “fracaso”, para verse exentos de contaminación con él, a efecto de poder reivindicar y mantener viva su utopía “socialista”. Las lumbreras del pensamiento marxista y sus colaterales a escala mundial: principalmente los economistas de izquierda, que por fuerza (por Lenin) deben ser políticos, han producido ideas al respecto, y han sido voceros de esa tendencia. Uno de ellos, además: filósofo, pero que no ha recibido el favor mediático que merece, sobre todo en dominios geográficos de Occidente, es el Sr. Enrique Dussel; quién, con “argumentos” (y las comillas en este caso simplemente aluden al tipo específico de visión, pues, no se tiene la intención de poner en duda la valía perceptual inherente), versación y avezación, intensamente se ha referido en forma peyorativa sobre el marxismo-leninismo y sus ejecutorias (cree que el marxismo-leninismo está superado, muerto [“sueños de perro”; se adelanta el “criterio de verdad”, de que el marxismo-leninismo desaparecerá {se superará}, no porque lo sentencien el Sr. Dussel y diletantes, sino cuando ya no le quede papel histórico por cumplir {el mismo, dicho sea de paso, ha sido: poner una nueva evidencia, de que el capitalismo no es eterno, que tiene su sucedáneo; insertar una nueva contradicción, que obligó al capitalismo a acelerar el desarrollo de las fuerzas productivas; contribuir a la concreción de este desarrollo, con el avance propio de sus fuerzas productivas; sopesar las relaciones geopolíticas en el Mundo; cerrar la posibilidad de que Rusia sea colonizada por Occidente; e, impedir que Marx se convirtiera en “perro muerto”}]). Al Sr. Dussel hay que notificarle de entrada, que una posición sobre el marxismo reza que a esta formación ideológico-teórica no se puede aplicar la política cognitiva de “ruptura de paradigmas” o la de “romper esquemas”; tiene pertinencia, más bien, el trabajo teórico en la “continuidad de su objeto”, o sea, al marxismo (y al marxismo-leninismo) no se le compone o actualiza subjetivamente: se lo desarrolla (dixit Agustín Cueva Dávila). No obstante, tal capacidad de agudeza y sapiencia (la del Sr. Dussel), enfilada como crítica al “imaginario” europeo viene bien, pues, la recusación al eurocentrismo per se, reduce las ínfulas sectarias, chovinistas, racistas, inmaduras, de dicho sector. Por ejemplo, el Sr. Dussel dice: el primer principio (de la economía), es la afirmación de la vida (postulado: la vida perpetua -sic). La pregunta surge inmediatamente: “afirmación de la vida”, ¿para qué? La respuesta se convierte en el verdadero primer principio: para que el ser humano se halle vivo y pueda cumplir su tarea,
  • 6. 6 o sea, para que se produzca la IDEA (mientras que en la naturaleza los animales tienen la función de mantener vigente la vida mediante la participación en la formación de ciclos de equilibrio, el ser humano viene puesto para aprovechar el ecosistema, para cumplir una nueva y única misión: plantear el concepto [el ecocidio, en este caso, queda sin piso]). En realidad, el ser humano forma parte de la naturaleza y –para usar la terminología dusseliana- es exterior a ella; el resto de seres se hallan subsumidos en los ciclos naturales, el ser humano renuncia a esa “alienación”, se exterioriza para crear un nuevo elemento que no está en la materia: su representación; y, al subjetivisar la objetualidad, la persona se totaliza, subsume a su exterioridad, la realidad. Entre eruditos se ha escuchado decir, que debe estar la totalidad de un proceso acabado en la mente, para que se pueda poner la “abstracción inicial”, el principio del discurso (K. Kosik). Este comienzo no es la vida: la corporalidad viviente, la vida inmediata, el trabajo vivo o la pobreza, sino el neocórtex (la “última instancia es la vida”, dice el Sr. Dussel; no obstante, esta “última instancia” es la misión a cumplir por el ser humano, que, si no lo hace, todo lo demás queda como formas fofas); en verdad, todo empieza con el último eslabón evolutivo de la naturaleza: en cierto individuo, la información genética, inhibida en las células germinativas (o células madre) en la totalidad de seres, se pronuncia con la producción de ciertas células nerviosas, del sistema nervioso central (diríase: el sistema cortical, y de él: el neocórtex en concreto), cuya cualidad es poder asociar los hechos, pensar, para generar la conciencia, y en el maremágnum de hechos este ser se refiere y se desprende de ellos. Al respecto, Marx parece que no dice, de modo directo, que la razón de ser del ser humano sea dotar de conciencia a la materia (en atención a lo que habría que preguntarle al propio Sr. Dussel, quién dice haber leído –traducido y comentado- los últimos escritos inéditos -manuscritos- de Marx en original alemán, si el Marx “viejo” hace una aseveración expresa en esa dirección), pues, en el documento, que suele citar la persona que escribe: Los grundrisse, Marx afirma, que una vez fuera del trabajo, el ser humano se dedica a aprovechar de la proveeduría de la mecánica (de las operaciones de automatización, de la robótica, de la inteligencia artificial), y a conocer y a dominar a la naturaleza (por tanto, la dignidad humana radica por entero en la praxis, en el arribo a la meta, en el cumplimiento de la misión: la producción del saber total). Se tiene la impresión, que sólo Kant (teleología), Marx (con el paso del trabajo al autómata, el ser humano se dedica a conocer y a dominar a la naturaleza [máquina autónoma: trabajo pasado, muerto, que “trabaja” {entre comillas, por cuanto el autómata realiza una tarea que desconoce que está encaminada a un fin}]) y el Sr. Dr. Alfredo Castillo B. (el ser humano incorpora en su gran Universo espiritual, a la naturaleza entera), formulan ese tipo de prognosis. Dicho sea de paso; ser humano, definición: unidad mínima de inteligencia; poderoso dispositivo orgánico (neocórtex) hecho para pensar; su exclusiva función –por tanto- es producir el concepto; si en medio de ese trayecto (o como parte acicateante de ese recorrido) se enferma, si es agredido por la naturaleza, si guerrea, explota o hace la revolución, ese es otro cuento (son contratiempos, tretas de la naturaleza, de la historia, puestos en el camino prometeico de la Especie, que deben ser superados de cualquier modo por ésta, y que cuando lo logra, el resultado es una posición de mayor cognición respecto del Mundo [el ser humano, si bien es el más inerme cuando nace, viene dotado del órgano más poderoso del Universo todo: el cerebro {el neocórtex, la inteligencia}, órgano: creador de otros órganos, de aquellos que se distribuyen de modo unilateral en el resto de animales {las alas, las agallas, el radar, la velocidad del guepardo, etc.} e incluso al propio cerebro en la inteligencia artificial]). En el discurso de Marx la “visión de futuro” filosófico-científica es perfecta; en exposición diacrónica, el orden total de la vida humana: el pasado (Las formen), el presente (El capital) y el futuro (Los grundrisse); en su disposición: la formación de la comunidad humana sin clases, “equivalencial”, como ahora se está dando en llamar a esa “etapa común” del Género por parte del sector del que el Sr. Dussel es cabeza, las subsecuentes clasistas precapitalistas: la esclavitud y las formas servil/señoriales, luego la burguesa y finalmente las postclasistas: el socialismo y el comunismo (etapa superior de aquella ésta, y estructura humana completa); época última ésta, en la que se superan los conflictos ligados a la sobrevivencia, en que impera la racionalidad, florece y reboza el saber (afirmación del objetivo de la vida: producir el alter ego material, esto es, la
  • 7. 7 dimensión simbólica). Por tanto, la pregunta clave, una vez alcanzado el status de equivalencialidad dusseliana es: ¿a qué se dedica el ser humano luego? (Los todos muy bien organizados no progresan: abejas, hormigas, termitas). Es la inquisición apropiada. Sobre el “postulado” (develar todas las leyes de estructuración, funcionamiento y cambio del Universo), el Sr. Dussel, en sus alocuciones deja entrever (como lo hacen Hegel, San Agustín [La Biblia: la mitología cristiana en general], Godel, Lanz, Báez,…]), que también para él, el “absoluto” no está al alcance de la mano de la mente, que es imposible. Pero el cerebro humano –ya se ha dicho- es un órgano productor de órganos; por tanto, que rebasará los límites cognitivos naturales; se formará en cuanto tamaño del Universo (interfaz cerebros humanos, luego en conexión orgánica con un centro de inteligencia artificial: el poshumano). Al subsumirse el trabajo en el capital, aparentemente el trabajo se ha cosificado: “ha perdido su dignidad”; en verdad, la persona-trabajador cosificada es el medio (junto con el capitalista, en cuanto dualidad contradictoria o totalidad, que reifica material y subjetivamente) en la realización de la necesidad histórica: el progreso; progreso, que no es un “mito” moderno; es la elevación de la humanidad in abstracto, en último término: de formación de la conciencia (de cumplimiento del objetivo superior y único de todo lo dado). El “mito”, por más que el Sr. Dussel quiera acomodarlo, es una forma primaria, anterior de representación de la realidad. La “modernidad”, por apremios del capital, es la necesidad y realidad del “paso del mito al logos” (de la doxa a la episteme [debe entenderse esta aseveración en el sentido en que ya no habrá la necesidad de la mediación del mito para acceder subjetivamente a la contextura de la realidad, o sea, de sus traductores, como el propio Sr. Dussel, el Sr. Benjamín o el Sr. Hinkelammert, etc.]). En la época histórica de la formación humana capitalista (también y sobre todo en el socialismo –Cuba) se reduce cada vez más la forma mítica de inteligir la existencia (cuando se dice que en la modernidad se pasa del mito al logos, de ninguna manera se contradice la idea de que el mito sea “un relato racional en base a símbolos”; simplemente se asume, que la interpretación de los hechos no necesita más de figuración mitológica, que la misma no requiere de envoltura simbólica). El “progreso” no es un mito, como ecologistas, humanistas y hedonistas insidiosamente lo ponen; es, más bien, una noción, que levanta el modo de ser de los hechos reales, la cual es una determinación nodal en el esquema conceptual de toda persona seria, que se contrapone a la percepción hedonista, fijista, estancada de concebir la realidad, la que se reduce al movimiento vital de los animales, el cual es cíclico repetitivo; el ser humano muestra su poder al conducir el saber objetivo positivista hacia la producción de procedimientos e instrumentos para horadar mucho más sobre un entorno críptico para el cerebro. Quién escribe, cuando joven experimentó rechazo natural hacia la guapería europea y gringa (colonialidad, capitalismo, modernidad, progreso); de modo agresivo blasfemaba contra ese grupo poblacional; hizo caso omiso el aporte que esos subconjuntos humanos han dado al progreso humano. Mas hoy (gracias precisamente a las despotricaciones enfiladas por el Sr. Dussel ha dicho segmento humano [en cierta ocasión se leyó en algún lugar: “Gracias cristianos por hacer de mí un buen ateo”]) se ha morigerado ese “estado de la mente”, pues, no se puede actuar de manera absurda: “votar el agua sucia de la bañera, con el niño dentro”. Quizá el relato ideológico (mito) prospectivo, en el que se apliquen los razonamientos del Sr. Hinkelammert, según la perspectiva del Sr. Dussel, es en el “mito del Angel caído”: Luzbel se vuelve Lucifer (se cree que ni el Sr. Dussel como tampoco el Sr. Hinkelammert adviertan el hecho); esto es: el ser humano ignorante total en las cavernas, luego creador del conocimiento total, es el verdadero Diablo. Quienes se plantean la felicidad hedonista como el horizonte humano, necesitan de la idea fuerza de la “Etica de la liberación”; mientras que quién plantea con Marx, que el ser humano debe “conocer y dominar a la naturaleza” como objetivo y meta, asumen, con el movimiento real del Mundo, el camino occidental y su superación. Esta meta es de carácter prospectivo y especulativo, de interpretación del mito. Hegel: la historia es la realización del espíritu absoluto. En la lógica-histórica, la Religión (cristiana, hindú) viene a ser el “disfraz metafísico del auto movimiento” de la humanidad (K. Marx dixit). En algo si acertó el pensamiento religioso cristiano mitológico bíblico: en la postulación de la idea del paraíso y de dioses en él. El paraíso terrenal o el Cielo, son la
  • 8. 8 naturaleza (tercera, “valor” de usufructo) creada específicamente por el ser humano en su práctica social, histórico-contradictoria del trabajo (en el escenario de la “lucha de clases”), sobre la basa de la naturaleza natural (primera naturaleza, valor de uso), montado en el plano medial de la segunda naturaleza (capitalismo, valor de cambio); en términos marxistaleninistas, es el comunismo. El Sr. E. Dussel, estudioso de los asuntos religiosos, se detiene a reflexionar sobre los mitos: “son explicaciones racionales en base a símbolos”, dice, con lo cual implica a doxa con episteme; y, pone como ejemplo a varios mitos: el adámico, relato de la “falta moral siempre” (la liberación); el prometeico (la opresión): el destino (Prometeo fue castigado por siempre); el del Paraíso: respetar la restricción legal, porque si no llegarán a ser dioses; el abránico: el perdón, etc. El citado Sr., en cambio, no alude al mito bíblico: el ser humano se crea a sí mismo como “Dios” a través del viacrucis histórico, produce también el paraíso terrenal: el comunismo, como lo ponen Hegel y sobre todo Marx. Luego, si no se tiene una humanidad totalmente desplegada en otro lugar del Universo, que ponga el camino de su propio porvenir a la terrestre (a nosotros, a la nuestra), sea por proyección de la tendencia histórica del desarrollo de las fuerzas productivas, que ubica al género en el comunismo o en atención a lo que pensaron los escritores de la Biblia (cumplir la ley divina para ir al Cielo, que en este caso es desarrollar las condiciones materiales de vida, para avanzar al comunismo), se tiene la referencia del camino que debe seguir el Género. “La justificación del acto humano es el consenso, no la ley”, en otro momento el referido señor afirma. Pero, “… en democracia no todas las decisiones se pueden tomar por consenso, apelándose a las mayorías, pues, existen derechos que son intrínsecos, necesarios; por ejemplo: si se somete a consulta la pregunta sobre la paz en Colombia, si el pueblo, inducido por la mediática de los poderes exógeno y endógeno, se pronuncia en contra del acuerdo de paz entre los personajes tras del Estado colombiano y las FARC- EPL, habría que recurrir a otro mecanismo para conseguirlo”. En subconjuntos humanos de formación intelectual estratificada, posicionados ideológicamente en el frente adverso a sus intereses (efecto de la asimetría material y la alienación), la “cumbre estratégica” es la que domina; y, en el caso de la política de la “línea de masas”, el proceso de gestión se torna empírico. El pensamiento del Sr. Dussel tiene la pretensión de pasar a cumplir una nueva “función de faro”, para los años que vienen y para el grupo de países que han sido colonizados y que deben liberarse para dejar atrás la situación de tales, sobre todo de América Latina; dicha injerencia subjetiva, el Sr. Dussel pretende realizarla merced a denuestos sobre el marxismo-leninismo y con la perurgencia a los jóvenes (especialmente a los jóvenes, puesto que dice que no están contaminados con el marxismo-leninismo, con el althusserianismo), de que se adscriban sólo a sus tesis (abriga la esperanza que su discurso sea persuasivo per se; no obstante, de esta nueva aporía también se ocupa la realidad: el ser humano no es libre respecto de sus condiciones y de la historia: ellas “decidirán” cual nocionalidad se enseñoree). Por de pronto se hallan en la palestra las tesis del Sr. Marcelo Gullo O. (respecto de Hispanoamérica: “nunca fuimos colonia”) y las que refutan la famosa teoría de la dependencia (del Sr. Econ. R. Astarita, por ejemplo). Años dedicado sólo a la docencia ha vuelto empíricamente eficaz el desempeño difusor de su pensamiento. El “manejo de situaciones” (en el aula, en las disertaciones, en las entrevistas, en los debates y conversatorios) es audaz y exitoso, sobre todo en el proceso de enseñanza con personal dicente joven. Aunque el Sr. parece que nunca cruzó evento formal alguno de formación pedagógica, su vida académica le ha sido redituable. Digresiones, anecdotarios, bromas alternadas con el relato de episodios históricos, críticas a colegas fundamentadas o no, arengas y afectaciones personales narcisistas, componen la estrategia de recirculación de los contenidos de su disertación, llevada a cabo en el marco de la mediación discursiva didáctica prevalente: el formato expositivo magister dixi. Ahora bien, entrar a formular una crítica de todo su pensamiento, es posible sólo si se hiciera todo el camino recorrido por él, paralelamente a la revisión/aprehensión de otros planteos, pero sobre todo ir más allá de ellos, de modo de hallarse armado para ensayar una crítica profunda (es obvio, a partir de otro enfoque y repertorio categorial). En este caso, sólo se topan aquellos aspectos, a juicio personal, considerados medulares, es decir, de interés, en la medida en que los mismos de antemano refieren de modo recusatorio el
  • 9. 9 fundamento de la doctrina que se profesa. Así como no es probo demeritar el trabajo del Sr. Dussel, puesto que sería falta de respeto y seriedad, tampoco se puede con ligereza desestimar lo hecho por Lenin y Stalin. El Sr. Dussel, para posicionar su paradigma (como lo han intentado hacer Gramsci [gobernantes/gobernados] o Habermas [relaciones comunicativas]), caricaturiza irresponsablemente al marxismo-leninismo y a su histórica praxis. Presenta a la “burocracia” en cuanto fenómeno de pura discrecionalidad, en su condición de hecho carente de conexión con la acción de la conciencia inserta en la necesidad histórica. De lo cual se desprende, que tres posturas se pueden entrever en la actitud de la crítica in abstracto: recusar a partir de la incomprensión, cuestionar con pie en un enfoque diferente; o hacerlo a través del ensayo de una maniobra de ridiculización de lo cuestionado. El Sr. Dussel lo hace parapetado en su específica visión y en acto de simplificación intencional del marxismo-leninismo; por esa vía desautoriza a todos y a todo (por ejemplo: sobre el socialismo dice que su finalidad fue el “aumento de la tasa de producción”, es decir, fetichiza: unilateraliza un aspecto medial abstracto del proceso, y deja de lado la reacción restauracionista interna, la necesidad de atender las demandas básicas urgentes de reproducción de un pueblo atrasado, la agresión imperialista, etc.). Cree que el socialismo se derrumbó (“implosionó”), porque la voluntad falló (también el Sr. Dieterich despotrica contra la ex URSS, Stalin, Cuba, la Venezuela de Chávez- Maduro, siempre a partir del lirismo [en tiempos de Chávez mismo predijo la caída de Venezuela]; el pueblo dice: “Calladito se ve mejor”). En efecto, se asume que Lenin y Stalin fueron personas faltas de juicio, que tomaron el poder en la Rusia zarista, crearon la burocracia y lo utilizaron en su propio beneficio, mediante la explotación estatista del pueblo; que no se ciñeron a las enseñanzas de Marx, para la organización de la “sociedad” socialista. Empero, Lenin fue un marxista portador de un poderoso cerebro teórico, estratégico-táctico y práctico (administrativo), que desarrolló y aplicó la teoría marxista a las condiciones de una realidad concreta; su propósito fue eliminar el capitalismo e instaurar el socialismo, y lo logró junto con el gran pueblo soviético. Stalin desarrolló las fuerzas productivas, avanzó en la instauración del sistema socialista según dictados de la necesidad histórica (de la regularidad: la “ley del valor socialista” [la animosidad gratuita, infantil, del Sr. Dussel contra la ex URSS, es tan evidente que, al referirse a Gagarin, dice que es “un gagarón”]). Luego de la muerte de Stalin accedió al organismo de coordinación soviético (dictadura estalinista, según el capital y el antisovietismo) una camarilla traidora revisionista en 1956 (enfrentamiento de voluntades), la cual lo transformó en Estado a la manera de Occidente, instaurándose la fase socialimperialista (la segunda “Guerra fría”), modelo que se agotará en 1989, y el que se toma como base para negar el proceso de conjunto. Es que la burocracia, alega el Sr. Dussel: “… no fue elegida por nadie, sino por ella misma…”; manejó el excedente sin haberlo producido en su provecho, al interior de un modelo productivista de dominación, fruto del siglo XX y de la modernidad, concluye. Aunque dice que el “socialismo real” no se trató de “capitalismo de Estado”, el Sr. –que es historiador, economista y filósofo a la vez- no consiente el hecho, de que la “burocracia” constituye una circunstancia histórica sui generis, un proceso dual: emergió de la historia y se integró en su curso, pues, tautología: nada hay al margen de ella. La “burocracia leninista” (luego “estalinista” -sic), fue un intento de librarse de los “rigores del destino”: por primera vez de no “ser elegido”, de presentarse como personalidad madura, que tiene confianza en sí misma, que decide por mano propia, o sea: superar esa figura fetichizada de la “democracia”, para imponer argumentos (el plan quinquenal, el Gosplan), o sea, “postulados”: el ideal comunista, no como simple disquisición, sino como práctica real. Y, al interior de esta última, aparecen imperfecciones, sesgos (incluso sin serlo) de lidiar con las circunstancias (¿justificación del estalinismo?; o, ¿exposición de las determinaciones?). Rosa Luxemburgo, persona valorada por el Sr. Dussel (precapitalismo subconsumista), encontró razones: “No es la legitimidad la que lleva a la estrategia, sino ésta la que conduce a aquella”. Sobre Marx, el Sr. Dussel simula reconocer y relievar su valía, pero finalmente termina empequeñeciéndolo (Marx también es moderno, afirma); dice (según su “critica ´marxista´ del marxismo-leninismo”), de modo dañino, que el marxismo-leninismo redujo todo el proceso complejo de reproducción de la vida a la economía (“… quería sacar todo
  • 10. 10 de la manga de la economía”, asevera), que incluso de la belleza (“estética realista”, se mofa) se la puso como fuente a la clase obrera, obrero que estaba feo con sus músculos y su sudor (aunque para la fecha la otrora gran Unión de Repúblicas Socialistas soviéticas ya se había convertido en socialimperialista, al Sr. Dussel habría que mandarle a mirar ese “baile” de tan bellas mujeres: ninfas divinas, cubiertas, perfectamente ataviadas en el teatro Bolshoi de Moscú: valet Berezca, Enzamble Beriozca). El Sr. no tiene en cuenta el modo de trabajo y las categorías del marxismo-leninismo: la producción y reproducción de un orden (estructura y garantía), por ejemplo, que bien lo desarrolla Althusser (y no es que la persona que escribe sea necesariamente althusseriano, puesto que también el Sr. Althusser actuó de forma zalamera: se vio envuelto en la crítica a Engels y acogió el psiquismo, el psicoanálisis, y lo entremezcló con el marxismo; terminó como revisionista). Las divagaciones reiterativas del Sr. Dussel palidecen frente a la exactitud categorial cuasi matemática de Louis Althusser; es seguro que el pensador argelino- francés debe haberse guiado por las expresiones de Marx: en la concepción objetiva de la historia (el marxismo-leninismo, que es tal, puesto que ella niega toda reflexión puesta por fuera del mundo –principio lógico-dialéctico de la objetividad), aparecen a la luz los hechos como una “construcción a priori”. Una perla más: el Sr. Dussel se mofa de aquél artículo escrito por Lenin: La tres fuentes del marxismo (idealismo alemán, el socialismo francés y la economía política inglesa); afirma que es muy simplista (habría que ubicarle al Sr. Dussel en los zapatos de Lenin: en su circunstancia, seguramente se hubiese puesto a regar mares de tinta y a parlamentar a granel); para lograr plasmar sus protervas intenciones descontextualiza la acción y aparta la razón estratégica de dicho escrito, coherente con las necesidades del momento (la masa poblacional con bajo nivel educativo). No repara en el hecho, por otra parte, de que Lenin, Stalin, el marxismo- leninismo, el socialismo de la ex URSS y su Campo, o sea, “sin la existencia de la URSS Marx habría sido un personaje sólo para eruditos, para los estudiosos, para la academia …[a lo Dussel]…; gracias a ello Marx se convirtió en figura universal”. El “socialismo real” fue “una ideología productivista de dominación”, de la modernidad, asevera el Sr. Dussel, y lo coteja con el capitalismo (el socialismo, visto a partir de un prisma diferente, en cambio, aparece como la vía alternativa de desarrollo de las fuerzas productivas, para cuyo efecto se hizo un “préstamo cultural” –sic-: la empresa capitalista [la organización y el sistema de gestión más óptimos hasta entonces creados], con miras a implantar la igualdad; proceso en el que, no es que iban a ser suprimidos el Estado, el mercado, el dinero -creencia que pone reiterativamente en labios de quienes impugna el Sr. Dussel-, sino que estos hechos históricos se suponía [supone] espontánea y lentamente devendrían [en realidad, “cuando seamos perfectos, las instituciones no serán necesarias”]). Este “límite” lo asocia a la pobre formulación cognitiva, que según el Sr. Dussel adolecería el marxismo-leninismo (de Lenin dice, que apenas leyó la Lógica de Hegel [pero al que golpea inmisericordemente es a Ernest Mandel]). El Sr. Dussel no puede evitar la propensión en su conducta, de satanizar tanto al socialismo como al capitalismo; en efecto, “… el capitalismo es un desastre universal sociológico y ecológico… “, sostiene, en un monólogo en el que se refiere a su experiencia de vida; esa postura fetichiza a Marx, puesto que deja de lado el otro aspecto material del capitalismo: el progreso, que si ve muy bien Marx (el Sr. Dussel, quiere convertir a sus ideas en el nuevo “catecismo de dominación”). En el socialismo de Lenin-Stalin (no en la denominación zalamera de “socialismo real”; expresión que aquí, en todo caso, se reserva para etiquetar al período 1956-1989, esto es, al proceso precedido inicialmente por Jruschov y concluido por Gorbachov; strictu sensu: el socialimperialismo soviético), el trabajo se subsume a sí mismo; “vale decir”: el trabajo ha dejado de ser “exterioridad”, se ha convertido en “totalidad”, en cuyo interior el trabajo subsume al trabajo; por tanto, no es el capital (la burocracia o la nueva clase explotadora, como suele decir sobre todo el trotskismo) el que subsume al trabajo. El trabajo, que es la mediación entre el satisfactor y el consumo (o entre necesidad y recurso/producto), esta vez, no sólo que es la base de la formación del propio ser humano (frente a la posición de Habermas, que considera a la comunicación como la mediación en el proceso de hominización, A. Leontiev alza la voz y le dice, que primero es el trabajo, luego las relaciones comunicativas en la perspectiva de Engels), sino que antes de retirarse su aureola de esencialidad, pone una contribución más: fija el rumbo del devenir humano,
  • 11. 11 resuelve la rencilla con el modo de producción burgués y absolutiza el único valor, sin necesidad ética: el conocimiento. El Sr. Dussel, para acicalarse más, toma como novedad el concepto de “categoría”; no obstante en el Mundo se ha trabajado con ese útil teórico ampliamente y con mayor sencillez, claridad y efectividad operativa (sostener lo contrario equivaldría a suponer, que tanto cerebro habría estado varado; por ejemplo, la persona que escribe, en varios libros de autores marxistas ha leído la idea de Marx, de que se proponía criticar todo el sistema de categorías económicas burguesas, tarea que el Sr. Dussel lo presenta como descubrimiento suyo, como primicia, conducta mendaz a la que está acostumbrado). Respecto de Stalin, lo común es la reacción adversa irracional multitudinaria de la equívoca percepción presente (del capital: por su mezquino interés; y, de la población, efecto dañino de inducción mediática modelante de la subjetividad de parte de la intelligentzia pro burguesa), y el Sr. Dussel extraviarte una impresión de similar catadura. Si es verdad, que el nacismo consideraba a la aria como la raza superior y única que debía poblar la Tierra, por lo cual se proponía depurar el Planeta, Stalin hizo más por el resto de pueblos que el Sr. Dussel, al derrotar con las armas (no con discusiones filosóficas pedantes [un pigmeo -el Sr. Dussel- censura: a un gigante –a Stalin]) a la corporación de capitalistas imperialistas, que estuvo tras Hitler. En el capitalismo, dice el Sr. Dussel con sorna, “se trabaja de luz eléctrica a luz eléctrica”; ni bien sale el sol, ya se está en la tarea del trabajo, y cuando éste se ha ocultado, el trabajo continúa. En las comunidades andinas (y en otros estadios geoespaciales similares) se trabaja lo necesario para subsistir en armonía con la naturaleza, el resto de “tiempo” (de vida”) se ocupa en tareas lúdicas, distractivas. Esas loas al hedonismo primitivo no moderno, no son pertinentes, si las mismas se ponen en perspectiva de la gran tarea humana a realizar, que da sentido superior y objetivo a su vida: representar la realidad. Si se mira sin mucha locuacidad histórica la parte óntica de la existencia, se advierte que la historia se expresa en tanto desarrollo material y espiritual humano; ese hecho plenamente natural, tiene su costo: el sistema preparado por todo el orden pasado para producir la “base material del mundo nuevo”: el capitalismo, toma como recurso a la naturaleza y a las 9/10 partes de los miembros de la humanidad; acumulación privada, que se produce en desequilibrio, en confrontación, lejos de la visión utópica de la paz; que la armonía, la equivalencialidad y la moral no se dan en cualquier momento, sino al legar a determinado grado de desarrollo las fuerzas productivas (y esa determinación, Marx lo empezó a ver en la etapa madura de su vida). El Sr. Dussel sostiene: “Pensar es uno de los actos humanos. Y, no he nacido para pensar: pienso para vivir”. No obstante, Descartes tiene razón: “pienso y luego existo”, no la idea que sostiene: “como” o “danzo” (pensamiento hedonista africano), luego vivo (en verdad, antropología racionalista: ser humano –neocórtex en movimiento-: “conciencia sensible”, con fin propio; este ser, finalmente pasa a ser un ser exclusivamente cognoscente: de la sensibilidad a la racionalidad –espiritualidad objetiva). En realidad, “vivimos para argumentar”, no al revés (por tanto, en este punto tendrían razón los Sres. Apel y Habermas [Si la suerte sobre el futuro de la especie, prometeicamente considerada, está en el “campo” del capitalismo, de la modernidad, del sector de las multinacionales, el discurso proactivo sobre el proceso emancipatorio {¿liberador?} del Sr. Habermas está a la orden del día, es efectista]). La ciencia no es un acto fofo; la técnica, no es algo simplemente utilitarista burgués; la ciencia es la conversión de la realidad en idea, mientras que la técnica es la mostración objetiva, del máximo poder de la realidad: la inteligencia humana. Una de las funciones del neocórtex (dada por la conciencia, es decir, por la necesidad y su confrontación con el entorno): captar la mayor cantidad de información que está en la nube, para seleccionarla y utilizarla con provecho, entra a desplegar todas las potencias (la vida ha dado otro salto: se ha virtualizado). En la paráfrasis: la doctrina del concepto muestra cómo se ilumina toda la historia cuando se llega a la categoría de “neocórtex”; ésta temática es teleológica; el contenido de la “doctrina de la inteligencia” es la naturaleza, la evolución, el neocórtex, la praxis: la realización de la direccionalidad inmanente del movimiento material. Precisamente por eso, con la ciencia (instancia formadora de la conciencia) y la técnica, todo se vuelve renovable: la tesis del “límite del crecimiento”: ¡no es tal!
  • 12. 12 (mientras el Sr. Dussel [neomaltusianismo] avanza su Filosofía latinoamericana o del Sur, los gringos trabajan en la producción de la “gasolina del aire”: método que torna renovable el combustible fósil; el CO2 del aire se recicla, a la vez que se limpia el cielo: se elimina el calentamiento global [los Sres. ecólatras deben buscarse otro empleo]) y el Universo se convierte en recurso (a la entropía se opone el carácter cíclico de funcionamiento de la materia). En realidad, en la naturaleza no se produce gasto (de “energía”, de “tiempo”, de recursos) de nada, sino tan sólo transformación material ad infinitum. Si se asume la premisa filosófica, de que en el Universo existe una cantidad fija de materia (el porqué de esta situación, es una de las últimas inquisiciones cosmofilosóficas a resolver [la otra es: ¿Por qué la esencia de la materia es sólo existir?]), lo relevante es el movimiento interno de ésta: su modo de ser, esto es, los procesos múltiples de transformación reiterados (reciclación de procesos), que vuelven infinita a la materia finita en su cantidad; si la conciencia y la técnica pasan a dominar estos procesos, los recursos se vuelven infinitos, absolutamente renovables (de modo ideológico, fetichístico, aviesamente tecnocrático se dice: la fricción antrópica se abstrae). Fuera de la ocupación en las tareas de reproducción material, la ciencia es uno de los dos entretenimientos fundamentales que tiene el ser humano (el otro es el político, también de carácter racional, hasta cuando el desarrollo material no haya elevado la subjetividad colectiva a un grado tal, que de consuno instauren la comunidad de igualdad y armonía). Aquí entran en colisión los dos conceptos sobre la existencia humana (debería decirse: entre la filosofía euro-yanquicentrista y la filosofía latinoamericana, del Sur u Oriental). Sin desmerecer la sabiduría filosófica de los “pueblos originarios”, su constructo no es el germen de la forma intelectual futura, como sí lo es la moderna, positivista y tecnocrática de Europa, EU, Japón, Corea del Sur, las propias Rusia, China e India (claro, si se deja de lado la Filosofía marxista, la que está por ahí, por Constantinov). En el trayecto, los pueblos originarios y similares en el Planeta, sólo acompañan el proceso, se han vuelto simple “banco germoplásmico”; a este sector es difícil entretenerlos, mientras empujan la rueda de la historia (de esta tarea se ocupa el capital: teatro, inducciones ideológicas, quimeras suntuarias, etc.). Empero, en sentido estricto, no se trata de “victimizarse”, de rivalizar o de pretender demeritar el pensamiento europeo; sino de rescatar de todo esfuerzo filosófico “venga de donde venga”, sin caer en el eclecticismo, desde luego, con seriedad aquellos aspectos que permiten mejorar y avanzar en el redondeo del pensamiento sobre la realidad, para alcanzar la mejor y mayor comprensión de ella (naturalmente, la objeción está puesta a partir de considerar a la Filosofía como la totalidad objetiva del saber sobre la realidad, no como una visión social específica conducente a una acción política). Eso en materia filosófica. Pero como el Sr. Dussel vertebra filosofía con política (ideología con práctica), el pensamiento en ese sector queda instrumentalizado y sectarizado a una visión y objetivo. Ahora bien, ¿qué tiene que ver el programa televisivo: “Rumbo al 2111” con el hedonismo arcaico de los “Pueblos originarios” y la zalamería de algunos citadinos occidentales ecologistas y de izquierda? (frente a las faenas, a la tecnología y a las transformaciones antropomórficas, requeridas para conquistar el Cosmos). Por un lado está “Rumbo al 2111” (para esa fecha, la humanidad ya está en el comunismo), por otro “Auroville” (incluso ahora, que la humanidad se acerca al futuro no es viable ese modelo); el bemol de estos dos hechos, es que el primero proyecta el desarrollo técnico un siglo a futuro, pero mantiene las mismas relaciones sociales (gente que trabaja, con propiedad, que compra y vende, que realiza pagos, en la que hay delincuentes, por tanto, policías, etc., que se desenvuelve en altas condiciones tecnológicas: sociedad red, en casas inteligentes, virtual, interconectada, articulada a la nube, con apoyo nanotecnológico, etc.); mientras que el segundo (Auroville) piensa que su ensayo “comunista” puede resultar efectivo, generalizable, al margen del desarrollo de la técnica (en verdad, como las ideas de los “pueblos originarios”, este experimento puede ponerse a contravía del movimiento histórico, el cual es progresivo, prometeico). El Sr. Dussel impugna la relocalización de las personas en las ciudades. Dice que la humanidad (y resalta éste, como el único, exclusivo cambio –en realidad: formal- vistoso –negativo- en la humanidad, en el presente) se está volviendo homo urbano (parásito urbano). China construye multifamiliares por ahora, ciudades fantasmas, para aglomerar en ellas a la población rural. ¡Correcto! Si el campo tiende a envejecer, debido a
  • 13. 13 la migración de la juventud hacia las ciudades, dicho fenómeno no es negativo, como para que se intente revertir la tendencia, con propuestas que se dice propenden el desarrollo del campo; en realidad, el campo no se desarrolla porque allí resida la población joven o debido a que en él se concentre la mayoría de la población, sino en función del grado de desarrollo de las fuerzas productivas materiales. Los procesos de automatización por el momento se producen en el sector secundario o industrial (según la clasificación sectorial de la economía de un tal Econ. gringo C. Clark), también ocurre en el sector terciario o de los servicios, y pronto se concentrará mucho más en el primario o extractivo. Eurocentrismo plus (el que anima a quién escribe estas líneas [¿El mito de la superioridad del individuo europeo? No. Debe entenderse: del sistema socio-económico más evolucionado, o sea, el europeo]). El proceso (progreso) civilizatorio se produce en la ciudad (en la hermosa “selva de cemento”; ella resume, transparenta las ejecutorias de la praxis: la laboriosidad, sujeta a la ley del valor). La ciudad burguesa (escenario de la acción racional corporativa; centro de desarrollo de la conciencia) con todos sus bemoles es la que permite se conforme el tejido intercerebral –condición de superación del idiotismo, que causa el aislamiento del campo; mientras no se esté conectado en red, desde luego-, el cual eleva a la enésima potencia los poderes de la inteligencia, del razonamiento (sitio determinación del acelerado desarrollo de la subjetividad); ciudad capitalista (lugar de la reproducción colectiva de la fuerza de trabajo –M. Castells: La cuestión urbana): hiperurbanización, daño, pero esa evolución negativa ha sido una de las bases del poderío de la mente al asociar las conciencias y provocar el inusitado desarrollo material y la racionalidad positivista. El sistema jurídico, político e institucional eurocéntrico (Hobbes, Hume, Locke, Fichte, Montesquieu [los derechos romano y anglosajón], etc.), constituye el marco de operación de vida al interior del sistema democrático, antesala para su evasión y paso a su superación, tanto de sí mismo como del anclaje precapitalista. Se entiende al Sr. Dussel cuando reacciona violentamente contra lo que él llama “eurocentrismo”; por razones teóricas: no sabe (puesto que esa no es su forma de comprensión de los hechos: su enfoque es diferente) o no considera que el capitalismo juega un papel esencial en la conformación de la historia, por eso lo deplora sin beneficio de inventario (los papeles negativo/positivo de la explotación y acumulación; y, el positivo/negativo de los explotados, excluidos, colonizados) y se pone del lado de los oprimidos, de los excluidos, de los colonizados (tampoco asume como un hecho progresivo el proceso de colonización –“evangelización civilizadora”); y, por razones geográfico-históricas: su experiencia de vida ubicada en Argentina, un País, que con los de Chile, Uruguay, Canadá y EU, han sido prácticamente Europa en Abya Yala. En el caso de Ecuador, existen experiencias antieuropeas indigenistas y anticolonialistas reales, y teóricas en Historia, Sociología (Antropología), Politología y Literatura. El eurocentrismo americano es más bien una cuestión de “lucha de clases”: dominar por parte de los criollos; y, mimetizarse, asumir la apariencia europea, para evadir la discriminación en el lado del subyugado. El eurocentrismo de izquierda (marxista) es una posición prometeica histórica de recusación del capitalismo, no de adhesión o defensa del precapitalismo (el “valor de uso” o la “armonía con la naturaleza”). Sergio Boissier (planificador burgués) dice al respecto: “No hay nada más práctico, que una buena teoría”. No obstante, un día de práctica hubiese sido mejor que décadas de especulación (en alusión al personaje central de la presente recusación y de sus conexos). Una personalidad del círculo dilecto del Sr. Dussel: el Sr. F. Hinkelammert, por ejemplo (o también), no ve lado positivo alguno en el capitalismo y en la globalización. En realidad, el mérito del capitalismo (de la modernidad, de la colonización) es haber unificado –intentado hacerlo y lo sigue haciendo- en torno del mercado, de la explotación y del cristianismo calvinista-luterano a toda la humanidad; unidimensionalización, que es el paso previo para que sea posible la superación del capitalismo, del neocolonialismo, de la “modernidad”, del eurocentrismo (y de los efectos negativos sobre la neocolonialidad quijaniana-mignoliana). El Sr. Dussel, antes que anteponer en su razonamiento la recusación unilateral al eurocentrismo, debería darse el trabajo de aplicar su propia forma de discernimiento al caso (relación relacionada): la vinculación de Europa con el otro ocultado, sometido, subsumido: el nexo del eurocentrismo capitalista, moderno, colonialista, con los negados (bueno: en algún momento lo hace, cuando dice que la injerencia de Europa en América,
  • 14. 14 resultó en búmeran), pero en atención a la determinación del movimiento progresivo humano: un nivel civilizatorio que se sobrepone y recibe la retroacción del otro; nueva totalidad, que es el renovado mecanismo de realización histórico. La colonización presupone a lo colonizado en unidad contradictoria; del mismo modo que el padre remite al hijo (vertebración no antinómica), en conjunto forman parte de la familia: colonizado y colonizador integran la historia; proceso paradójico en el cual cada frente desempeña un rol necesario, forzoso (el Sr. Hegel y su Amo y esclavo). Por tanto, si no hubiese sido Europa, otro segmento humano del propio “despotismo oriental” habría tomado su lugar y conformado el nuevo tipo de relaciones imbricadas, de roles, puesto que la historia no se detiene (en este punto, la linealidad: el progreso, es una ley de hierro). A propósito, Filosofía: no es “amor a la sabiduría” (planteo clásico de corte hedónico-mitológico), sino (la acción) el producto del pensar sobre el mundo urgido (motivado) por disponer de la base de conocimiento para atender necesidades prácticas de sobrevivencia. La Filosofía (que no es ideología, como lo asume el Sr. Dussel [la definición de ideología del Sr. Castells es sugestiva: “formas de existencia y de ejercicio de la lucha de clases en el seno de las prácticas significantes: hábitos, deseos, intereses…”]) evoluciona como comprensión del mundo, a medida en que se superan los problemas de desconocimiento y se afirma la reproducción material de la vida a través del conocimiento científico, de la técnica y de los métodos de actuación ligados a la intención de sustentar la existencia, siempre in crescendo la conceptualización de los hechos; para luego terminar como comprensión objetiva total de la realidad (en esa esfera se realiza la misión de la humanidad en la realidad: formular la idea total, crear el alter ego del Universo material: el Universo espiritual, con el cual la realidad se torna dual, a la manera religiosa cristiana, pero invertida: materia y movimiento representados). El ser humano (verdad de Perogrullo) tiene que trabajar todos los días para obtener el estipendio; cuando no necesite hacerlo, la vida pasará en un primer momento (pero es el peligro de que la sentimentalidad pase a dominar y se quede) a realizarse en la dimensión hedonista monótona. En la referencia episódica práctica, la persona que escribe, suele ir a rozar monte con machete en las tierras de una pariente: ella quiere que no vuelvan a crecer las “malas hierbas”, pero estas reaparecen, porque el ser humano debe estar entretenido por el momento todavía en el trabajo físico; caso contrario cundiría el ocio, los malos pensamientos, el hedonismo. En el período previo a la comunidad primitiva, y también en ella, el ser humano debía trabajar todo el “tiempo” para subsistir: no tenía “tiempo” para recrearse; en el comunismo (forma humana que viene) el supra ser humano de entonces no trabaja (la automatización de todas las esferas de la vida es completa) y tiene todo el “tiempo” (el proceso integro de su existencia), no para recrearse, sino para dedicarse a tareas de producción de la idea. Y, el “teletrabajo” es una forma intermedia: una mediación entre el trabajo y su cesación; pero el “teletrabajo” abarca sólo una dimensión de las tareas componentes del proceso de reproducción humana (la intelectual), el cual se tornará concreto, una vez que la automatización haya previamente alcanzado dicha condición. En verdad, en circunstancias de conciencia formada, elevada, el ocio se dirige hacia las acciones significativas; en los casos en los que la conciencia está en formación o directamente deformada, el “tiempo libre” conduce al hedonismo, a la lúdica (al arte, a la estética); el planteamiento prospectivo dusseliano se inscribe en ese escenario perceptivo hedonista (la transmodernidad): la humanidad se pone reglas ético-racionales, para ser en la felicidad (para la humanidad: “tanto nadar para volver a la orilla de salida a morir” [Según el Sr. Dussel: el ser humano ha conquistado el “reino de la libertad”, esto es, la felicidad ilustrada, estética, heterónoma {en eso no se distingue de los marxista-leninistas a los cuales critica}]). El primer caso se presenta en la época madura de la o de las persona/s, la cual viene dada por el grado más alto de desarrollo de las fuerzas productivas, estado que se refleja e induce la formación cada vez más alta de la propia conciencia, en su orden (A propósito: sobre la “modernidad” [en la perspectiva del Sr. Juan Boltvirnik], ésta es la expresión progresiva del movimiento histórico, “y nada más”; en realidad, primero fueron los instrumentos [parte material de la cultura {la técnica}], luego los instrumentos y las ideas [la esfera espiritual de la cultura], finalmente las ideas; el progreso: la modernidad, tomada en su sentido racional, tendrá vigencia hasta cuando las ideas se hagan coextensivas con el Universo.
  • 15. 15 Ahora bien, estos Sres. recogieron la palabra “modernidad” y ahora no atinan a definirla, pero ya la aplican como útil teórico (el concepto más aceptable de esta seudo categoría es la que da la Dra. Amelia Valcárcel). Lo que llaman modernidad, para quién razona con otro paradigma (en el sentido de Kuhn) comporta la dimensión subjetiva y su correlato objetualizado en la esfera instrumental material del capitalismo. Es obvio, que cuando deje la escena histórica del todo el sistema burgués de reproducción humana, todo tipo de rezago preclasista, clasista y, aun: “posclasista” (el socialismo cubano, verbi gracia [en efecto, con su reformas –“actualizaciones”- La Isla se integra cada vez más al torrente centrista del proceso por el cual se realiza la historia {en realidad, el proceso progresivo se ubica y transita allí y por donde existe la mejor acumulación de factores de desarrollo, denominados “nudos de acumulación”}]) desaparecerá: el comunitarismo arcaico, el esclavismo, el servil/señorial y el socialista; y, también, el neocolonialismo y el eurocentrismo (en este caso: como visión del mundo). “Valor de uso” y “valor de cambio”, se remarca, deben ser anulados en conjunto, para que se imponga una nueva regularidad sobre el decurso humano: la ley del “valor” de usufructo (es obvio: se entrecomilla la palabra “valor”, por cuanto éste sólo procede del trabajo del ser humano -vivo); y, este proceso no es producto de la recuperación del “valor de uso” (“equivalencialidad”), tampoco de la continuidad del “valor de cambio” (eurocentrismo, capitalismo, modernidad, colonialidad), sino efecto del desarrollo de las fuerzas productivas, el cual es a su vez el resultado de la “lucha de clases”, proceso revolucionario que niega todo el pasado. El ser humano pasa el trabajo a las máquinas y, luego de un período, mutatis mutandis, en el que transcurra una generación (70 años en promedio) de Sodoma y Gomorra, el ser humano se alzará como el “Ave Fénix” de ese fango hedónico, y se dedicará a producir la idea. Con el material teórico, categorial del Sr. Dussel, no puede reconocerse intelectualmente esta “realidad”, pues, el mismo lleva por flancos falsos (también por acá se dice, que a excepción de Marx, Engels, Lenin y Stalin, con las presentes ideas: “No queda títere con cabeza”, incluido el Sr, Dussel). Por tanto, el “reino de la libertad” no es como apoltronándose, solazándose mitologiza el Sr. Dussel (puesto que el Sr. sostiene que el pensamiento filosófico no puede exentarse de la mitologización). El verdadero “Reino de la libertad” es frío, senil, del saber total; es para eso por lo que ha luchado la humanidad, ha pasado tanto avatar, el tener también que sufrir las ideas del Sr. Dussel (su construcción paradigmática, en el sentido del Sr. T. Kuhn). Por desgracia para el Sr. Dussel, a estas ideas se avanza por el sendero epistémico del enfoque ideológico-teórico del marxismo-leninismo (lo cual indica que mientras se penetra más profundamente en el pensamiento del Sr. Dussel, se advierte cómo ideas personales –expuestas en el tomo Resumen de La nueva concepción de la historia, que no nacieron bajo ese influjo: que no tuvieron la intención de oponerse o ser la refutación de las del Sr. Dussel y corifeos, puesto que son independientes de ese enfoque, resisten, se mantienen incólumes). Ahora bien, no se pone en duda la capacidad, la extraordinaria inteligencia, tanto de los pensadores eurocentristas, como de los detractores (anti eurocentristas); son, en verdad: genios; además, se realza su dedicación. En ese marco, el Sr. Dussel es un hermeneuta extraordinario: sabe encontrar el significado de documentos por más crípticos que éstos sean, por ejemplo, los de Hegel, Marx, Benjamín, Echeverría o Hinkelammert; no obstante, su comprensión del fondo esencial particular de la propuesta marxista- leninista, aunque el crea de modo prepotente que lo consigue, no la hace bien, pues, su específico enfoque de los hechos responde a un “sesgo” ideológico (para el Sr. Dussel, Filosofía equivale más o menos a ideología); pero dónde más hierra es cuando de diagnosticar los hechos reales se trata, mucho peor al momento de empezar a plantear recetas: allí se desparraman su inteligencia y esfuerzo por la borda. Se ha vuelto normal exacerbar la acusación unilateral al capitalismo, en cuanto orden destructor de la vida humana en la explotación y de la naturaleza en el uso excesivo de sus elementos, asociado al estándar de vida europeo y yanqui. En esta tradición, también se halla incurso del Sr. Dussel (más bien, hay que encontrar las determinaciones del capitalismo: de este hecho histórico y no entrar a impugnarlo o a justificarlo). Sobre el problema ecológico (decrecentismo, crecimiento cero, entropía, etc.), se subestima a las nuevas generaciones: será devuelta a ellos una naturaleza destrozada, se dice (sin embargo, ellos deberán repararla con el uso precisamente del know-how, que también se
  • 16. 16 les legará). Por tanto, las promociones que reemplacen a la presente, no necesitarán de la escrupulosidad de las presentes: ellas no nacerán sin manos (el enfoque ecológico, como buen evangélico, propende dejar atados –sin nada que hacer [no al extractivismo, a los transgénicos, a la clonación, a la intervención sobre la naturaleza {a la “era Antropocena”}: convertirle al ser humano en ser pasivo: vigía y garante tan sólo del orden natural dado, condición supuesta de su propio bien]- a las futuras generaciones, con la promulgación de leyes eternas). Strictu sensu, no solamente se va a heredar a la descendencia un mundo destruido, sino además ciencia y tecnología, con lo cual ellas deberán actuar (se dice que “Hoy los niños nacen con una hebra del ADN más activa”, con una “forma más sutil de energía …[sic]… de pensamiento” [en verdad, de “materia”, debe entenderse, puesto que todo en la realidad es materia {masa y propiedades –movimiento- y la “energía” es únicamente una forma de cinetismo}]). Por otra parte, si se les hereda un mundo automatizado, el problema ecológico les permitirá tener de inmediato algo en que seriamente ocuparse; por supuesto, dicha preocupación cubrirá el hiato: el tránsito como mediación necesaria, entre la era del trabajo para sostener la reproducción de la vida y la asignación de toda la existencia a la formulación de la idea “de la nada” de la materia. Ya que se introdujo el tópico “energía”; se asevera, que en ningún hecho de la naturaleza hay “energía”, sino sólo movimiento, es decir, transformación de una forma de materia a otra; en verdad, Engels tuvo razón, y su pensamiento es mejor que el de cualquier físico, químico o biólogo actuales, en este punto. La presencia del león se corresponde con la función que debe cumplir: controlar el crecimiento poblacional de herbívoros, que puede desertificar el Planeta (su comportamiento es instintivo, sensorial); el ser humano –sin que sea posible zafarse de la esfera de la sentimentalidad arcaica (puesto que es la faceta sensitiva la que vuelve consciente a la conciencia)- tiene otra función que cumplir en el orden metadeterminado del Universo: su propiedad especial, que le diferencia de los animales es el neocórtex (aquella delgada lámina de neuronas cerebrales, especializadas en la función asociativa, o sea, en la actividad de pensar), precisamente esta característica privativa define su ser: homo sapiens (mono que piensa); por lo que debe producir el retrato hablado del Universo; para allá lleva el progreso de las fuerzas productivas, proceso progresivo dado en condiciones de explotación primero, luego en las de la comunidad democovivencial racional. Se recalca, por la sensorialidad la conciencia se vuelve consciente: sabe que es. Para el efecto el ser humano debe saltar del hedonismo primitivo hacia un tipo superior de del mismo, esto es, de la simple sensación de satisfacción sensorial, hormonal, la que es propia de los animales, de los niños, de los adolescentes y de la mujer (en el caso de ésta en razón de la función a ella asociada de la maternidad; lo cual no significa que el macho humano sea racionalmente superior a ella), el ser humano debe saltar del hedonismo natural efecto de la realización de los procesos orgánicos de reproducción de la vida hacia la satisfacción madura: pasar al regocijo por haber alcanzado la comprensión plena de los hechos, del lugar que ha ocupado en ellos -dixit Lcdo. Julio Enríquez). No obstante, algunos desarrolladores de la robótica, piensan incorporar en la máquina pensante (ser superior) la esfera arcaica: la sentimentalidad, para que haga poesía. Al respecto, los físicos con su ponencia sobre la “Teoría del todo” (compatibilización de la relatividad con el planteamiento cuántico) pretenden explicar la historia a partir de las leyes de la Física, cuando en realidad esa elucidación debe proceder de modo contrario: es la máxima concreción del proceso universal, la producción del concepto, la que llevará a entender la realidad toda. Constatación: de manera estocástica, la realidad está completamente determinada: de la materia inorgánica se avanza hacia la orgánica; de ésta última: de la célula al tejido, al órgano y al sistema en sentido siempre progresivo; de los animales inferiores se va a los superiores y de éstos, al ser humano; en éste último caso: de la ignorancia total se ve que los hechos se encaminan hacia producir el saber total. Naturalmente, esta secuencia lineal progresiva de hechos (etapas) no pueden advertirlo los politólogos, los filósofos, los economistas, los sociólogos, los antropólogos, los historiadores (esto es, el Sr. Dussel); pero tampoco lo pueden entrever los cultores de las Ciencias Naturales y en especial los biólogos; la razón: los dos frentes de intelectuales y científicos actúan por separado en el
  • 17. 17 dominio del saber: advierten los hechos de modo unilateral, no ponen el nexo necesario entre ellos, como factor sine qua non que permite ver la totalidad; cuando, en realidad, se necesita establecerse la conexión recíproca entre todos ellos. A consecuencia, desarrollo, progreso: ¡no son mito alguno!, como cree el hedonismo posmoderno de todo pelaje; en realidad, son supuestos reales, formas de ser de los hechos, tanto naturales como sociales (el desarrollo es factual; constituye la determinación absoluta de la historia y de todo lo existente); y, la modernidad no es una etapa de la historia, sino también un rasgo típico del acontecer histórico, pues, en sentido lato: todo cambia, se moderniza. Para unos ojos, los procesos naturales e históricos se hallan determinados de modo direccionado, en orden y con jerarquía; de manera que “a la política siempre le precede la economía”, pues, “del liberalismo sólo se empezó a hablar luego de la revolución industrial”; y, “ésta es una concepción y un método de comprensión de la historia, dados de una vez y para siempre”. En ese sentido, una es la conducta connocente, que primero elabora ideas (conceptos y métodos) y con ellos procede a posteriori a mirar la realidad; mientras que otra es la actitud de quién deriva la realidad, con el objeto de pasarla a la mente del modo más fiel posible. Del mismo modo que la conciencia no le llega al “sujeto histórico” (cuya presencia natural en la historia niega el Sr. Dussel) de modo inmediato o espontáneo, puesto que, como lo planteó y lo aplicó el marxismo-leninismo, son los teóricos del proletariado los que insuflan esa conciencia en dicho “sujeto; el Sr. Dussel pretende actuar como la vanguardia intelectual sobre todo de la nueva juventud, pero niega ese mismo papel jugado por Lenin, tanto, que en ocasiones se desvía al concepto de la “autoconciencia” a lo Lukacs. También de modo indirecto, el Sr. Dussel deplora el comportamiento humano inherente a consumir proteína animal (animales que no les sirve para comer, los descarta, dice; ha elegido a las reses que están feas, continúa, a las cuales: no sólo que las caza, sino que las ha encorralado, para luego comérselos, concluye). Los leones y demás fieras devoran inocentes herbívoros; el ser humano procede de modo más temerario: produce vacunos, porcinos, ovinos, etc., para luego “devorarlos”. Si bien es cierto que los herbívoros justifican de mejor su existencia al ser consumidos por humanos que por las fieras (y las fieras mismas se autorregulan –a más de la de orden maltusiana- destrozándose entre ellos, como es el caso de los leones); de todos modos en la época posmoderna, sacrificar animales se ve con repudio. Es por eso que la técnica es necesaria: para producir proteína de la misma calidad que la de procedencia animal en laboratorio, para luego hacerlo empresarialmente (todavía de modo comercial, esto es, mientras no se haya modificado el modo de relacionamiento humano); sólo de esa forma se suspenderá la caza, la producción, es decir, las tareas conocidas a través de las cuales se provee el género, del principal e imprescindible alimento. Por tanto, el “mito” del progreso, es fecundo. En lugar de crear nuevas categorías políticas (para ese efecto, la objetualidad de la abstracción debe estar formada, ya que la mente va siempre a la saga de la realidad –dixit Stalin), el Sr. Dussel, con mucha prestancia y autosuficiencia, tan sólo resignifica las existentes (de Hobbes, Montesquieu,…). Es por eso que critica a Lenin, a partir de la simple y oportunista abstracción; cuando Lenin trata de destruir la institucionalidad burguesa y no reconceptualizarla, reestructurarla y reoperatibilizarla, de modo de crear nuevas, que devendrán en el substrato de la renovada representación. El marxismo- leninismo niega ese saber (el político burgués) con la transformación de la realidad, no a partir de su reutilización con otro concepto de lo dado, como lo propone el Sr. Dussel en sus famosas Veinte Tesis de Política. Por un momento aquí se actúa mecanicísticamente y se dice, que con la transformación de la base (althusserianismo, ¿no?) económica (de producción/reproducción) aparece la necesidad de una nueva institucionalidad por la base demandada; institucionalidad, “que no es preconocida, pues, no existe preconcepto sobre ella” (tipo y forma de la institucionalidad): por tanto, no debe recurrirse al uso de la misma institucionalidad reformándola subjetiva y ónticamente. Al Sr. Dussel no le interesa producir la verdad de modo objetivo, esto es, como acción de la mente que con método trabaja sobre los hechos para figurarlos, sino leer a todos los autores al revés (lo declara desembozada y paladinamente); por lo cual, fracciones objetivas, que tienen toda especulación, son dejadas de lado. Su propuesta política (el consenso racional del pueblo), ya que no toma en cuenta la función del
  • 18. 18 movimiento de las fuerzas productivas, la crisis, la lucha de clases, termina siendo solamente retórica, especulativa, a lo sumo voluntarista, pues, para el Sr. Dussel no existen leyes de desarrollo humano, tampoco poder coercitivo, frente al que –incluso en el presente- todo consenso popular ético, se estrella (al que recordarle al Sr., que un proceso que se lleva a cabo por más de un individuo, para establecer su sustentabilidad, debe institucionalizarse: operar por medio de leyes; lo dicho ocurre en ciertos animales, pero sobre todo en el ser humano [Marx dice: no se puede hacer responsables de relaciones a los sujetos, de las cuales ellos son su resultado]). El Dr. Alfredo Castillo ridiculiza esta idea abstracta, que no ve la necesidad; las ideas de la arbitrariedad han ganado la política, dice; piensan que motu proprio es posible manipular la historia: “nos ponemos de acuerdo y la inflación baja, se incrementan las inversiones, los viejos rejuvenecen, la ciencia se apropia de los cerebros…”. Es necesario volver sobre la controversia: ¿manejo del excedente o formas de propiedad? El Sr. Dussel opta por la primera determinación; no le conviene el criterio de “formas de propiedad”, porque entonces se contaminaría de marxismo-leninismo; esa, empero, es una conducta tramposa, puesto que no se ubica en la producción; sin embargo de hacer una larga refutación a la ideología liberal, la que construye su sistema económico sobre la categoría epidérmica “mercado”. El Sr. Dussel diría que, por influjo de sus muy sapientísimas sugerencias y llamados, madura la conciencia y se imponen los principios de su ética política (en realidad, en la historia, como movimiento progresivo natural, no hay ética; la ética también es hedonismo). De modo terminante, en lo personal, se concluye, que no puede representarse algo que no existe (los artistas creen hacerlo). Es por eso que la ciencia precisamente interviene para subsanar este límite, de modo de poder hacer factible formular los escenarios posibles futuros a partir de la proyección de las leyes del desarrollo material (de la tendencia reconocible), esto es, a través de la identificación de la causalidad relacional en movimiento. A dicha operación lógico-real, se ha dado en llamar “prospectiva”, de la que reúsa hablar el Sr. Dussel (en su lugar pone su creencia en: “se hace camino al andar”, los postulados, los principios, los criterios, etc. [“Caminante no hay camino…”; pero el camino se hace por donde se puede hacer camino, de modo que siempre hay trazado previo –se busca el pre rumbo propicio]). Incluso los brujos (que no los meteorólogos con sentido pertinente racional), personajes de los que no está muy lejos el Sr. Dussel con su “Filosofía latinoamericana”, al igual que el Sr. de Sousa Santos, se representan el futuro; pero el Sr. Dussel niega el carácter predictivo de la ciencia. La realidad, por su naturaleza regular, se prospecta; esta anticipación es posible, puesto que el tipo de organización humana no depende del parecer de sus integrantes: “sociedad jerarquizada” o “plana”; tiene que ver, más bien, con la regularidad interna de los procesos, de la necesidad histórica, de su determinación inmanente. El Sr. Dussel asume que el capitalismo ha entrado en estado de crisis terminal (punto de vista que se comparte [“Desde el 2008 el capitalismo se encuentra sumido en la senda de crisis agónica; de entropía perpetúa, de la que no puede salir, o si lo hace, ingresa nuevamente en ella” {la “unisemia” ha sido cuestionada, porque el capitalismo se ha realizado, ha cumplido su misión y deja la historia; la recuperación de las tradiciones filosóficas orientales no conducen al sucedáneo, sino la superación en conjunto: de las occidentales como de las orientales}]); el plazo es en lo que se difiere, pues, el Sr. sostiene que la transición durará uno o dos siglos. No obstante, como no demuestra el proceso de degeneración capitalista de modo empírico, sus aseveraciones son sólo filosóficas, especulativas, en vista de que sus conclusiones no incluyen el movimiento de las fuerzas productivas: el aspecto principal frente a las relaciones sociales, modelante de ellas (es en la teorización histórica del progreso de la ciencia y de la técnica de orden burgués, el frente en el que está descrito el proceso). Pero, ¿por qué la juventud humana –el capitalismo- en el instante en el que se acerca al más alto nivel de su productividad y de perfección automatizada, cuando precisamente pone el supuesto abstracto sobre el que se instalen las dimensiones ordenadas de racionalidad, serenidad y sabiduría –experticia-, no debe ser recogida como etapa transcurrida en medio de procesos repletos de solemnidad, como un momento en la existencia, que se deja atrás con pesar y que está presto a perecer? No es posible perder de vista la nostalgia que produce en la conciencia el ingreso del atardecer (la reducción del
  • 19. 19 trabajo a pura abstracción), tanto como la noción de la realidad del cierre de la vida, de la posmodernidad: el anochecer. Muchos pueblos actuales entran ya en esta categoría: europeos y japoneses son viejos normales, luego de haber trabajado en el interior de formas conflictivas, primitivas, protohistóricas de relacionamiento social –la mayoría, todavía lo hace, pese a su cosmética madurez y magnanimidad-, han entregado a la humanidad el despliegue del trofeo de la ciencia y de la técnica; su misión, por tanto, está cumplida. El muy elevado respeto y la admiración que produce esa fase de desarrollo (la burguesa de la febril acumulación en declive, presupuesto necesario del mundo nuevo, de conclusión del proceso de reproducción ampliada del capital, en la extensión transnacionalizada del sistema de dominación), deviene del hecho de que la misma representa el futuro y el desenlace de las contradicciones maduras inscritas en la dimensión de la reproducción material de la vida, como planos superados, al final de cuya senda forzosamente las sociedades neocoloniales se hallan destinadas a integrarse, como portadoras del “código genético” del nuevo amanecer. El Sr. Dussel no ve de ese modo al sistema moderno de free trade, respecto del cual formula su proyecto emancipatorio centrado simplemente en la región ideológica y de ella, en la ética; su proceder es básicamente subjetivista especulativo abstraccionista (de su lado, la historia como tal se realiza a espaldas de esta actuación discursiva). Para el Sr. Dussel el Planeta está superpoblado; debe, por tanto, reducirse la población, porque los recursos son limitados (reprocha a Marx el no haber percibido el límite de recursos, que tiene la Tierra [y concluye unilateralmente, que el capitalismo destruye a la humanidad y a la naturaleza, sin que esa destrucción tenga contraparte alguna en la forja del hecho progresivo histórico {se insiste en que el capitalismo es sólo destructor; “el capitalismo lleva a un abismo de muerte próximo”, se asevera; empero dicha “negatividad” ocurre sólo cuando el sistema burgués está demás: una vez que ha cumplido su misión o en el caso de que el sucedáneo racional suyo, se halle con todas sus letras, para reemplazar al sistema que ha perdido la “dignidad de ser”; por tanto: “no hay que ponerle freno” alguno, como insinúa Benjamín}]). En lo tocante a la cuestión planteada en parágrafo precedente, el Sr. Dussel se volvió de pronto todo un burgués (control de la natalidad, Caritas, Planificación familiar, el SIDA, la homosexualidad). No tiene en mientes el hecho de que se necesita que esta presión llegue a superar los 10 mil millones de habitantes, para que el ser humano tenga ante sí el acicate y se ponga efectivamente en pie de terraformar otros planetas y migrar a ellos. Curiosamente en Ecuador ya se habla del recurso infinito: el conocimiento. Ahora bien, como ya se ha dicho atrás en este mismo documento: con la ciencia y la técnica, todo se vuelve renovable; y, el principio fetichista, machacón de la ideología económica convencional: la “escasez”, salta hecho añicos. La historia es un proceso autónomo progresivo; ésta: ¡no da pasos atrás”: las fuerzas productivas siempre se desarrollan; la ciencia (la ideología objetiva) y la técnica (derivación práctica de la ciencia) no retroceden, no vuelven sobre los principios anteriores. Si la realidad ha de ser simbolizada (metaactividad; destino común de la humanidad), dos opciones al respecto se perfilan: 1) acción mixta inteligencia natural- inteligencia artificial; o, 2) inteligencia artificial (computadora cuántica + simulador de necesidad = Inteligencia Artificial). Para el caso de la presencia y actuación de “esta nueva especie” sobre el planeta: el robot sapiens (el denominado posthumano, propiamente dicho), que se levanta en el mundo como efecto de la realización de la necesidad histórica, de la humana y de su creatividad, coadyuvará en la consecución de dicho propósito: “entender el Universo”. Ahora bien, si se liga la misión del ser humano en el Universo con el proceso de creación de la inteligencia artificial se arriba a una conclusión lógica siniestra: que la materia se ha auto programado de forma aleatoria (el desarrollo de sus leyes como creación de nuevas [combinación, permutación, conmutación], determina el proceso de ese modo [un proceso nuevo, no solamente que brota del precedente, sino que lo realiza en un momento renovado de su curso]), para llegar a la representación ideal de sí, con la conciencia humana o sirviéndose de ella, en cuanto productora de la inteligencia artificial, la que continuará en la pesquisa de los misterios del Universo, para el caso de que haya desaparecido la humanidad (parricidio del robot, como teme S. Hawking). Al respecto, si el poder mundial logra eliminar al 99% de la población con métodos de leso crimen como es su intención (el “chemtrails” –rastro químico-; MONSANTO:
  • 20. 20 glifosato u ocupación de territorios, por ejemplo [proceso letal de eliminación de la población en exceso e indeseable, que viene frenado por cuanto todavía los asesinos {gobierno oculto del Mundo} no encuentran la forma de ocultarlo ante el Mundo]), serán ellos quienes, una vez que no tengan más que hacer, se dediquen a la tarea de completar la simbolización del Universo; y, si acaso a ellos también se les vira la tortilla (búmeran: parricidio tecnológico), será la mecánica inteligente quién lo haga (y el proceso vendría a ser del todo impersonal, sin sentido: inscripto en el solo movimiento ciego de las leyes del Universo [en realidad, la razón más inmanente, única y final del ser humano, es testificar, constatar, dar fe, de que la materia alcanzó su alter ego: su concepto]). El Sr. Dussel, al diagnosticar la experiencia de la ex URSS, coincide con el Sr. M. Castells (Fin de milenio): producción de mercancías con mayor valor (producción extensiva de híper industrialismo); para el marxismo-leninismo, en cambio, la “implosión” se produjo como efecto de la traición del revisionismo jruschoviano; en los hechos, las dos conclusiones configuran el proceso de la defección. Según el Sr. Dussel, el socialismo fracasó, ningún papel jugó en la historia; más bien, fundiéndose con el “imaginario” de la derecha, declara que el socialismo fue perjudicial, y se imputa a la burocracia (igualitarismo burocrático) el fiasco, y a la ausencia del móvil de la competencia, la congelación del progreso. El Sr. Dussel fetichiza –según sus propias palabras- también este hecho al atribuir sólo a la competencia el proceso de progreso tecnológico; deja de lado la “lucha de clases” y el movimiento direccional autónomo sobre los procesos que ejerce el desarrollo de las fuerzas productivas (en una exposición en la web, su disertante sostiene que “La revolución soviética es un problema tan complejo, como para dejarlo a los historiadores”). Como es su fijación: pronunciarse con animadversión gratuita en contra de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, considera que la ex URSS cayó, porque eliminó la competencia y el mercado (aquí el Sr. Dussel se vuelve materialista vulgar, puesto que elimina la acción de la voluntad sobre la estructura: la acción del revisionismo burocrático jruschoviano y la “guerra fría”); lo cual no es cierto: los Soviet no fueron tontos, como se ha propuesto convencer el Sr. Dussel con sus diatribas. La competencia fue reemplazada por la “emulación” y jamás el mercado desapareció de la entonces URSS, tanto, que en su “testamento económico”: Problemas económicos del socialismo en la URSS, Stalin sugiere reducir la influencia del mercado en el proceso de reproducción de dicha Zona). Dice también, que Marx nunca habla de la “lucha de clases” en sus obras maduras; pero, como es “voz pópulis”: lo hizo de modo paladino en El Manifiesto; y, si el referido panfleto es premarxista, si al Marx viejo no le interesaba dicha categoría, por la importancia y difusión que tal escrito adquiriera, en algún momento de su vida se hubiese referido a ella en sentido negativo, pero no lo hizo. Sobre las razones por las que llegó a término el socialismo (1917-1956), el Sr. Dussel hierra, como se dice coloquialmente, “de la pe a la pa”. El Sr. asume como la razón de este acontecimiento (y lamentablemente toda su tremenda sabiduría historiográfica y filosófica no le alcanza para –esta vez sí- hacer una evaluación objetiva) a que el marxismo-leninismo no fue marxismo (dice: el de Marx), concluye, por tanto, que el suceso negativo se debe a fallas de conciencia. También la sentencia de la derecha al respecto, es absurda (aunque en parte “da en el clavo”), en tanto supone la condicionalidad asociada a la terminación de la experiencia a la inviabilidad del modelo. La explicación pampolitológica marxista-leninista de la traición unilateraliza y generaliza (fetichiza) el carácter manipulador de la voluntad sobre las estructuras, de modo que dicha conclusión es parcial y voluntarista. En el período de Stalin estaban ya atendidas las necesidades de la población de modo paralelo al establecimiento de grados significativos de igualdad. Jruschov pensó (y también los venideros) sobre todo por demagogia, que el proceso estaba maduro para saltar a la etapa superior: el comunismo. Dicha evaluación, sin embargo, era verdadera. No obstante, se presentó una nueva paradoja: al no haber llegado la producción a la automatización (al grado más elevado de desarrollo de las fuerzas productivas) y al persistir el trabajo humano como la fuente de proveeduría, el momento no estaba listo para pasar al comunismo. En realidad, contradicción inversa: alto grado de desarrollo de las relaciones sociales con bajo grado de desarrollo de las fuerzas productivas. El freno al progreso provenía de las relaciones sociales. Al no haber concluido el desarrollo de las fuerzas productivas, frente al freno de las relaciones socialistas a 1953 (producción extensiva de hiperindustrialismo –M.
  • 21. 21 Castells-, cuando Japón luego ingresara en la época “informacional”), la historia rompió este dique con la exclusión del socialismo del proceso, por lo que el sistema burgués retomó/continuó como opción única el desarrollo faltante de las fuerzas productivas hasta ponerlas al nivel, que sea propicio para permear la instalación del sistema comunista (reproducción humana sin trabajo, con aporte total de la mecánica automatizada, e incluso inteligente). “Todo en este mundo tiene un fin que conseguir, son designios que se tiene cumplir” (Por un mundo nuevo; los Kjarkas). La Revolución de Octubre y el socialismo participaron del proceso de emancipación de la humanidad (salida de los sistemas clasistas), al poner en la mente de la población la índole histórica del capitalismo (en la acepción moderna: “Otro mundo es posible”) y haber forzado la marcha de la Especie hacia la salida del trabajo de la escena histórica: el proceso de proveeduría material (e incluso espiritual) pasa a manos de la máquina, mediante el creciente proceso de automatización (también el desarrollo de la ciencia y de la técnica ha preparado al ser humano para hacer frente a catástrofes, efecto de posibles fallas en la operación de alguna de las leyes cósmicas). Esta verdad, inadmite el Sr. Dussel; pero: “No hay más ciego, que el que no quiere ver”. Afirma que la moda vuelve inútil al “valor de uso”; por acá, en cambio, se diría que la moda acorta intencionalmente la vida útil del “valor de uso”, con el propósito de recrear el mercado (como en otro lugar se trabaja con la estrategia de la “obsolescencia programada”). Además, asevera que hay que utilizar un bien hasta que esté inútil; hay que ser coherente: eso, ¿no hizo el socialismo de Stalin, del cual el Sr. se burla? (dicho sea entre paréntesis, la persona a la que se hace referencia, en casi todo los pasajes de su alocución se muestra respetuoso; pero hay momentos en que su exposición se transforma en todo un “botafuego” contra Stalin; pero Stalin tiene el mérito sobre el Sr. Dussel y demás, de la práctica). “Sentimientos encontrados” (aporía en la relacionalidad intelectual). Para no actuar de modo insidioso, por ejemplo aquí se dice que sendos aportes da el Sr. Dussel al pensamiento marxista, al de izquierda o al transformador: no se desconoce; más bien, se le agradece, pero con ciertas reservas; cuando el Sr. Dussel dice que el primero que emprendió la tarea de formulación de una teoría para entender el proceso de reproducción humano: el capitalismo en el momento, mediante el que se creó un sistema de categorías que permiten explicar dicha causa, se asume una actitud de admiración. En la Facultad de Filosofía de la Universidad Central del Ecuador, allá por la década de los 80 del siglo pasado (XX), se dice que brillaba un catedrático de “marxismo” o afines: Sr. Sacerdote Jesuita, de apellido Rubianes, erudito éste, se asumía, en dicho ramo; valiente, que con mucho arrojo iba a buscar pleito: a retar, al oponente en su propio terreno: en el centro, en la mismísima guarida de los herejes, sin arredrarse. Con el pretexto de enseñar la Doctrina, lo que hacía es combatirla y con efectividad, puesto que como los marxistas-leninistas docentes de dicha Facultad no eran versados en la materia (dictaban diversas asignaturas y los términos de la práctica en ese entonces estaban sometidos a la pragmática antes que a la teorética), cada día recibían impotentes, sin respuesta, un mazazo, en cuanto que crítica supuestamente fundamentada proveniente del discurso (misión) del Sr. Prelado, la que se extendía a la institución política de izquierda en general. El Sr. Presbítero se escuchó decir, que luego de sus amplias, vibrantes y polémicas clases, siempre terminaba con la siguiente concluyente conclusión: “El marxismo en una combinación de grandes verdades con grandes errores”. En lo tocante con ciertos aspectos de la actitud teórica y práctica del Sr. Dussel, esa sentencia asume ribetes de verdad, o sea, dicha conclusión, no apropiada respecto del marxismo, muy bien tiene aplicación en la situación del Sr. Dussel. “Nuestro genio” (el Sr. Dussel), sostiene que el sujeto del cambio no es la clase trabajadora en particular, sino el proletariado configurado según su especulación, esto es, la reunión de todos los segmentos humanos que viven la situación de explotación, relegamiento, pobreza e incumplimiento de las necesidades in abstracto, es decir, el pueblo (de modo más riguroso y preciso, en Ecuador los cultores de la Revolución ciudadana ubican al sujeto en los ciudadanos). El leninismo sostiene que solamente quien puede asimilar la teoría revolucionaria y llevarla a la práctica es la clase trabajadora, puesto que a partir del punto de vista materialista las condiciones reales de existencia de la clase trabajadora son la base de la asimilación y la
  • 22. 22 acción, ya que es la clase en la que las condiciones del capitalismo están suprimidas y las de la nueva forma humana son vigentes (carecen de propiedad, colaboran en la producción, son disciplinados, etc.). Otro límite de “nuestro sabio” refiere a que no encuentra conexión y relación de continuidad entre el proletariado y el pueblo, la multitud o la ciudadanía; en realidad, fue la revolución proletaria la que devino en institucional- ciudadana (o popular o multitudinaria). El Sr. Dussel imputa la idea de la “planificación perfecta” (como el alter ego de la creencia burguesa de la “competencia perfecta”) a la intelligentzia del “socialismo real” (es decir, el Sr. Dussel “dice lo que quiere”, como el Cura incluso de la anterior reseña –personaje que nunca se ha desposado-, que se desempeña como consejero matrimonial). Sostiene que sin moneda y sin mercado, no es posible calcular los precios (asignar recursos, debería decirse), y “eso es el estalinismo”, concluye; pero O. Lange habla al respecto en su “Cálculo económico”. Debe recordarse, que en la ex URSS no se eliminó el “mercado”, ni siquiera en la época de Stalin (se preveía hacerlo en fecha previsible, sí); más bien, con Jruschov se consolidaron las relaciones mercantiles. En realidad, el Sr. Dussel despotrica siempre contra el marxismo-leninismo; empero, no había razón alguna para hacerlo, para que enfile sus dardos como un enemigo contra una doctrina fraterna, la que se había cifrado como propósito eliminar el capitalismo, sistema frente al cual el Sr. Dussel dice también estar en contra. Los católicos, frente a exabruptos similares sentencian: “No tiene perdón de Dios”. Apoteósicamente el Sr. Dussel llega a felicitar a los jóvenes por no haber entrado en contacto con el marxismo-leninismo, de esa manera asume que su cerebro no corre el peligro de ser deformado; esta conducta es insidiosa, narcisista, transparenta el prurito coercitivo de toda posición hegemónica a priori, al propalar que su propuesta epistémica es la única que vale, que las otras no pueden ser tomadas en cuenta, incluso en tanto referencia histórica (y su epígonos [sus “mariachis”, como dice el Sr. Dr. Gustavo Bueno S. {“Dussel y sus mariachis”, concretamente refiere}], siguen -como sucursaleros- dicho patrón). Ese descaro debe ser contestado; empero, la presente protesta frente a tales desafectos, es todavía primaria, puesto que no se la hace de modo sistemático, para lo cual habría que hurgar en el modelo de marras, a fin de alcanzar el hilo conductor inserto en la intensa disertación (el Sr. Dussel mismo manda a estudiar su obras, independientemente de cuál sea la posición etaria o ideológica del replicante o del criticado); en realidad, en este “cruce de espadas” no se recurre a los útiles teóricos y metodológicos del marxismo- leninismo, para ripostar (en verdad, se está persuadido, de que no se necesita echar mano del panel discursivo del marxismo-leninismo, para rebatir su pensamiento). Quizá esta tarea se deba emprender, si la misma muestre que tiene sentido práctico. Por tanto, nótese que en esta respuesta parcial no se ha recurrido –todavía- al arsenal categorial de la formación ideológico-teórica marxista-leninista; tampoco se acude a sus principales exponentes (que los hay, que son muchos y excelentes, quienes han realizado estudios concretos sobre el capitalismo y han formulado modelos matemáticos [cuando se le dice por qué el Sr, Dussel no preparó un sistema de ecuaciones, simplemente manifiesta que ha trabajado el fundamento filosófico de los hechos y que otros fácilmente lo harán]) o a los desarrollos teóricos inherentes (por ejemplo, su crítica a Lenin sobre la categoría “política” tal como Vladimir lo deriva, no es pertinente, pues, el prisma a través del cual Lenin ve el hecho es diametralmente opuesto al del Sr. Dussel [esta diferencia el Sr. Dussel lo toma como “error”: confunde política {relaciones entre las clases por el poder} con gestión {acciones técnicas -éticas- para “hacer felices a los pueblos”}, cree que la Política como ciencia, es tratar el Estado {a un fetiche}; de paso considera que el nuevo locus debe ser el abordaje de las contradicciones derivadas: culturales, de género, étnicas, etc., y al que quiere llevar al marxismo-leninismo el Sr. Dussel]). Verbi gracia, su forma particular de percepción contrasta con la propuesta sobre la evolución del pensamiento de Marx desde la filosofía (ideología) hasta la ciencia: la “ciencia de la historia”, como la única totalidad del pensamiento (Kedrov). Como él suele legislar de modo teóricamente contralor al resto, se le imputa que también el Sr Dussel incurre en una serie de herejías teóricas. Por el ejemplo: el concepto de “cultura” que maneja el Sr. Dussel es incorrecto visto a partir de una perspectiva marxista; en efecto, Marx, en la Ideología alemana (documento que también dice el Sr. Dussel que no vale), establece cómo debe ser definido el término “cultura”: como la
  • 23. 23 completa y multiforme producción de toda la Tierra, de todos los seres humanos; por tanto, la cultura es la suma de productos humanos tangibles e intangibles. El concepto de “modernidad no capitalista” del Sr. B. Echeverría, relativamente es correcto; pero el Sr. Dussel también lo rechaza, dado que sostiene que la modernidad se extingue con la desaparición del capitalismo; con dicha aseveración el ecuatoriano asume que el desarrollo material debe continuar (como es usual, el Sr. Dussel inmediatamente reacciona ante la aseveración de modo negativo con la frase: “mito del progreso”) siempre que se controle los desafueros que ese proceso desliza sobre la población, sobre todo componente del “ethos barroco”. En el colmo el Sr. Dussel dice que Marx no trató la región política, que sus trabajos teóricos sólo profundizaron el “campo económico” (sic) y que apenas rozó el “campo político” (sic); y, subrepticiamente pone la idea, de que, incluso en esa poquedad, lo hizo mal: de modo eurocentrista (asevera que él -el Sr. Dussel- es también el adalid en dicho “campo”). Tampoco esas conclusiones, que emite el Sr. sobre Marx y la esfera política, se cohonestan con la verdad. Esa “deficiencia” la hace extensiva arbitrariamente a Lenin y al marxismo-leninismo en general. Sin mucha parafernalia y pedantería, la teoría objetiva estructural de un aspecto de la política: la del “poder”, se la deriva del siguiente modo: “poder político”: capacidad de tomar decisiones e imponerlas por coerción o consenso (dominación); el “poder político” se asienta en tres soportes: el poder económico (la propiedad el capital), la Constitución y el sistema jurídico (la voluntad de la clase dominante -propietaria del capital- convertida en principios constitucionales y en Derecho) y el poder de la fuerza (el ejército, la policía). El “Estado”, en cambio, es un aparato (sistema de instituciones) previamente direccionado, a través del cual se ejerce la reproducción del sistema. En la literatura marxista y entre quienes se declaran marxistas, se ha realizado una apreciación limitada de su trabajo intelectual. Unos dicen que Marx escribió sólo sobre el capitalismo; de modo más denigrante: que lo hizo sobre la etapa industrial del capitalismo; o, únicamente sobre el “campo económico” del sistema capitalista. Quienes piensan de ese manera, obran de modo no objetivo y van a dar con sus huesos en el campo opuesto a Marx, como sus enemigos (“Con esos amigos, para qué los enemigos”). Strictu sensu: Marx descubrió la ley que precede la operación de capitalismo como tal: dicha fase histórica “es la encargada de producir la base material del mundo nuevo”; lo hizo también con la ley general del proceso histórico: la humanidad va la comunismo, etapa en la que concluye la vigencia de la “ley del valor”, las máquinas sustentan la vida y la humanidad se dedica a conocer y a dominar la naturaleza (sorprende, por ejemplo, que el Sr. Dussel: “El que más sabe sobre Mar”, no haya reparado en este hecho y se solace con el concepto reduccionista, que el Sr. tiene de Carlos). Si se mira la formación social capitalista con el prisma de uno de sus actores: el burgués, y según la perspectiva de largo plazo de la historia, la percepción en torno de la misma cambia. El capitalismo no ha fracasado, como tampoco está en crisis (la acumulación es un proceso que se produce a saltos, pero cada salto sube un escaño); el neoliberalismo no ha fracasado, tampoco se halla en crisis. El capitalismo cumple la función ya citada en párrafo precedente en la historia: “crear la base material del mundo nuevo” (esa tarea ha sido exitosa); el neoliberalismo cumple una función a lo interno del capitalismo: desarrollar la ciencia y la técnica (en ese sentido el imperialismo financiero ha salido históricamente airoso). Los papeles jugados por el capitalismo y el neoliberalismo han realizado su ser, merced a afectar a los trabajadores y a la naturaleza, puesto que como dice el Sr. B. Echeverría, el capitalismo es un sistema que procede de modo esquizoide: progreso con destrucción; pero, “en última instancia”, la historia realiza el progreso de ese modo (modo natural). El Sr. Dussel, por otra parte, desconoce hacia dónde lleva el progreso al ser humano; hace caso o miso del desarrollo de las fuerzas productivas y de su influjo (su papel reificante positivo [en realidad, “fuerzas productivas”: inteligencia objetualizada, históricamente potencializada, que, como las fuerzas de la naturaleza han modulado las morfologías física, perceptual y conductual de todo lo vivo, como también del ser humano, éstas “fetichizan” de modo prometeico la contextura humana {de esto: ¡ni idea! tiene el Sr. Dussel}; en realidad, las fuerzas productivas, de análogo modo como los documentos, transfieren la influencia de la experiencia de los muertos sobre los vivos]) sobre el proceso