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Todo lo sólido se desvanece en el aire
La experiencia de la modernidad
Marshall Berman
PREFACIO
El objetivo de este trabajo es la exploración y trazado de las aventuras y horrores que se viven
en la modernidad. Se propone que todo pensador moderno posee un punto en común con respecto a todos los demás: desea transformarse y transformar el mundo, pero, en el camino, corre el
riesgo de que “todo lo sólido”, que ha construido hasta entonces, se “desvanezca en al aire”.
Ser modernos es vivir una vida de paradojas y contradicciones,es vivir en una Burocracia que controla y destruye todo a su paso, es luchar por cambiar el mundo y hacerlo nuestro. La
principal característica de la modernidad es la anti-modernidad, y es por ello que, como expresó
Kierkegaard, la mayor seriedad siempre conlleva a la ironía. Por ello la idea no es buscar resolver los problemas, sí comprenderlos y hacerlos nuestros: es darnos cuenta que lo más sólido
puede ser, a su vez, lo más vulnerable.

INTRODUCCIÓN; LA MODERNIDAD: AYER, HOY Y MAÑANA
Llamaremos modernidad a “todo conjunto de experiencias vitales que comparten hombres y mujeres de todo el mundo”. Ser modernos es encontrarnos con un entorno contradictorio: nos promete construirlo todo pero a su vez amenaza con destruirlo todo. Ser moderno es vivir experiencias que se transmiten a través de todas las fronteras. La modernidad “une a toda la humanidad”,
pero de manera paradójica: es la unidad de la des-unión; es fundamentar una nueva tradición no
tradicional en base a la amenaza de la destrucción de sí mismos.
Aquellas cosas que han aportado ha construir la modernidad son, entre otras, las siguientes:
-

Ciencias físicas: cambiaron nuestra visión del universo y nuestro lugar en él.
Industrialización: Transforma el conocimiento científico en tecnología.
Alteraciones demográficas: Muchas personas son lanzadas lejos de donde provienen.
Crecimiento desenfrenado: El rápido ritmo de crecimiento genera un caos.
Comunicación de masas: Hoy en día todo el mundo se une en comunicación.
Burocracia: Genera control, organización y poder en todo gobierno mundial.
Movimientos sociales: Se desafía constantemente a los dirigentes oficiales.
Capitalismo mundial: El mercado siempre está en expansión.

Llamaremos a aquel “proceso social que da origen a toda ésta fluctuación de factores” como la
modernización: donde las personas son, al mismo tiempo, sujeto y objeto del mismo proceso.
Pero la modernidad, como resultado, y la modernización, como proceso, se codeterminandialécticamente entre ellas, de modo que el desarrollo de una afecta a la otra drásticamente.Con
fines propedéuticos se dividirá la historia de la modernidad en tres fases consecutivas:
1) Desde comienzos del siglo XVI hasta finales del siglo XVIII. Aún no hay vocabulario
común y no se sabe, específicamente, qué es lo que está pasando en el mundo.
2) Desde la década de 1790 hasta finales del siglo XIX. Aquí tenemos una gran ola de revoluciones, inauguradas por la de Francia.Se vive de manera moderna aquello que no se
reconoce aún como la “modernidad” como tal.
3) Siglo XX. La modernización se expande a todo el mundo, se fragmenta y desarrolla de
múltiples formas; tanto es así que olvida sus propias raíces modernas.
Respecto de la primera fase, la gran voz que recordamos, hasta el día de hoy, es la de JeanJacques Rousseau. Él fue el primero en ocupar la palabra moderniste, la cual es aquella que entendemos por “modernidad” en todo siglo posterior. Rousseau fue una persona llena de conflictos internos, que fueron gatillados por un motivo fundamental: él fue el primero en percatarse lo
que ocurría en la sociedad, percibió el torbellino social (tourbillon social) que permitió que la
sociedad europea estuviera al borde del abismo.A grandes rasgos, éste filósofo franco-helvénico
pensaba que se vivían momentos en los que lo bueno, lo malo y lo bello (etc.) ya no tienen una
connotación universal, sino más bien limitada. Ya no hay nada sólido ante lo cual asirse, todo
fluctúa entre las experiencias posibles de cada persona en las calles y “no se sabe qué se amará
al día siguiente”.
Acercándonos a la segunda fase podemos distinguir diferentes cosas que van sucediendo
en el camino de la modernización: el mercado mundial se está expandiendo rápidamente, potenciado fuertemente un desarrollo industrial que faculta no sólo un aumento de población y comunicaciones sino además de distinciones fuertes entre clases sociales.Éste panorama es capaz de
todo salvo ofrecer solidez y estabilidad (§ 5).Es en este panorama donde se encuentra Marx,
escribiendo con un inglés incorrecto pero potente.
Karl Marx fue le primero en señalar, directamente, que bajo el manto sólido de la apariencia moderna se esconden océanos que bajo el más mínimo movimiento son capaces de acabar con todo. Pero debido a que nadie más se percató de esto es que se propuso “hacer sentir a la
gente” lo que estaba ocurriendo; pensaba que no por el hecho de que algo no se siente necesariamente no existe.Nos comenta que “la base de todo es una contradicción, ya que todo los inventos que se proponían algo en particular terminaron sirviendo para lograr lo opuesto” (§ 6).La
materia bruta parece formarse intelectualmente y el ser humano se convierte en materia bruta.
Marx entonces hace un alto y propone que es la clase obrera la que resolverá ésta contradicción:
propone que así como la “revolución” es la clave del futuro también lo es como un motivo causal en el pasado; ya que incluso la Burguesía necesitó del instinto de la revolución tecnológica
para llegar hasta donde está.Así, el movimiento dialéctico de la identidad se vuelve irónicamente en contra de su fuerza fundamental, la burguesía (§ 8). Llega entonces la pregunta de oro:
¿qué le asegura a Marx que la prole que llegue al poder no se convertirá en nueva Burguesía?
Como rasgo común de la modernidad pareciera ser que las preguntas quedan dando vueltas por
mucho más tiempo que la existencia de quienes las propusieron. Ellos se van y la interrogación
queda.
Ya en 1880 aparece Nietzsche en la escena. Él pensaba, al igual que Marx, que la base de
la modernidad es contradictoria e irónica. Pero llega con una propuesta novedosa: “en medio de
una angustia producida por la ausencia de valores aparece una abundante cantidad de posibilidades”. Pareciera ser que el instinto del hombre moderno, por un lado, es un instinto por todo; por
probarlo todo.Por otro lado pareciera que muchos tratan de identificarse con alguna tradición del
pasado, pero jamás logra verse bien vestido con dichos trajes: ya que en la modernidad nin-guno
calza tan perfectamente como antes. Pero tanto Nietzsche como Marx tenían fe en la humanidad. Ellos creían que el sufrimiento no era eterno, pensaban en una nueva clase de hombre,
y de sociedad, más imaginativo y valiente. Ambos cuestionan todo, destruyen todo, y desde allí
cimientan sus pensamientos.“Todo está preñado de su contrario y todo se desvanece en el aire”
(§ 10). Pese a que el peligro es inminente, y está en todas partes, ninguna herida debe detener el
flujo de la vida. La modernidad, paradójicamente, se denuncia a sí misma a través de los valores
que ella misma ha creado.Todos los pensadores de dicha época coinciden en esto.
Llegando ya a la tercera fase, el panorama se nubla un poco. Pese a que se logran importantes avances en literatura, arte y escultura, entre otros, lo cual debe de enorgullecernos absolutamente, parece ser que el cimiento de los paradigmas se vuelve básico y extremista. Por un
lado están quienes son partidarios entusiastas de la modernidad: los futuristas. Ellos son quienes
están obsesionados con la idea de las fábricas: anhelan con despojar las emociones del ser humano de modo que funcionen de manera organizada y equilibrada en todo aspecto. El futurista
sueña con las máquinas, pero una vez que existen las máquinas perfectas para desarrollar las
labores, pareciera que al ser humano sólo le queda enchufarlas y hacerlas andar. Por otro lado
tenemos el pensamiento de Max Weber. Si bien él visiona la existencia a través de la llamada
“jaula de hierro” de modo similar a los futuristas él decide decir ¡no!. Weber ve que el futuro de
los hombres está determinado de antemano por la organización del sistema y, que es peor aún,
observa cómo nadie hace nada por solucionarlo. La jaula no es una prisión; simplemente ofrece,
a una raza de nulidades, el vacío que necesitan y anhelan (§ 15), por lo que vemos cómo las
personas no sólo están dentro de su jaula sino que además están configurados por los
barrotes.Weber, a diferencia de Nietzsche y Marx, tenía poca fe en el pueblo; tanto en los
trabajadores como en los dirigentes.
Más tarde, en el pensamiento de Herbert Mercause, llega el modelo humano denominado
como “hombre unidimensional”. Mercause piensa que ya no se necesita ni de Marx ni de Freud
ya que las personas no poseen ni identidad de clases ni personalidad, sólo existe en ellos lo que
el sistema ha deseado que exista: han sido administrados totalmente. Son programados para que
deseen aquello que el sistema puede satisfacer; y no otra cosa. Se ven reflejados en su casa, su
auto y su cocina. En medio de ésta visión se arman revoluciones, y se fluctúan en tres caminos
principales; triviales pero reales:
-

Búsqueda de la marginación: Diversas corrientes artísticas optaron por desapegarse
absolutamente de todo aquello que se relaciona con la sociedad. Vuelven la espalda a la
actualidad y a su historia, se reúsan a expresar sus sentimientos y tratan sólo de producir
arte auto-referido.

-

Cultura de la negación: Son quienes se preocupan mucho de derrocar todo valor establecido; pero lamentablemente no se preocupan por construir nada en su lugar.Y el principal problema de pensar que “todo son problemas” es que, casi automáticamente, se
piensa en una forma de solución para la sociedad que “está exenta de problemas” y aquello es un error. Sí la solución sería, tal vez,transformar los problemas en verdad y
belleza.
-

Visión afirmativa: Llamado también el “modernismo pop” es aquel que trata de unir
todo en un total sin miedo. Pero aceptarlo todo parece tener un precio muy alto: se pierde
la mentalidad crítica que antes caracterizó tanto a la modernidad. Ésta ha sido lejos la visión más popular.

Todas estas visiones y revisiones de la modernidad eran orientaciones activas hacia la historia,
intentos de conectar el presente turbulento con un pasado y un futuro, de ayudar a los hombres
y mujeres de todo el mundo contemporáneo a sentirse cómodos en él (§ 22).La década que continúa, de los setenta, es la más triste de todas. Habiendo fracasado todos los paradigmas de las
décadas anteriores la ciencia social se ve inmersa en un estricto estructuralismo investigativo. La
hitoria, la economía, la política, el arte, todo se estudia por separado; ya no hay globalidad sistémica. Sólo Michael Foucault alzó la voz en ese tiempo, pero preso de un profundo desprecio
hacia quienes creían en la libertad y de sus fanatismos extremos hacia las cárceles, que sólo logra aumentar un pesimismo que se ve traducido, más tarde, como una excusa ilustrada para no
hacer nada: después de todo, las cosas están muy mal y no van a cambiar. Pero lo más impresionante no es que un sujeto inventara una jaula tan apretada que ni siquiera cabe la libertad,
donde no puede brotar vida, lo que sí es sorprendente es que muchos quieran asfixiarse en la
jaula con él.
Definitivamente Nietzsche y Marx lograron ver la modernidad mucho mejor que muchos
de nosotros. La base de todo son contradicciones y paradojas constantes que no podemos controlar. Debemos saber captarlas y lograr vivir con ellas. La idea central es que entendamos que
retroceder en el tiempo y estudiarlos puede servirnos para lograr avanzar más: la regresión nos
permitirá ir más adelante.

EL FAUSTO DE GOETHE: LA TRAGEDIA DEL DESARROLLO
Sin duda Fausto es el héroe de la modernidad. Pese a sus múltiples interpretaciones siempre posee las características de inconformista, intelectual y sospechoso, quien desencadena una terrible
tragedia cuando pierde el “control” sobre las energías de su mente.El más aclamado de todos,
tanto por New York Times como por Capitán América, es el de Goethe. Allí el mito de Fausto alcanza su mayor profundidad: ya no sólo hay ambición, también existe una visión genuina de la
vida. Pushkin la denominó “la Ilíada moderna”.
Goethe tardó 61 años en escribir el libro: desde 1770 hasta 1831. Y, como vemos, se
llevó a cabo durante una de las épocas más tormentosas del mundo. Todo sufrimiento y desarrollo de Goethe es, en fin de cuentas, sufrimiento y desarrollo de Occidente completo.El sujeto/objeto de la transformación no es sólo el héroe sino el mundo entero. En un comienzo se es
medieval/moderno y más tarde se es tan moderno como lo puede ser la revolución industrial: esa
transición es uno de los hechos que el Fausto de Goethe refleja muy bien.
Llamaremos a la “fuerza vital” que anima a Fausto en toda su historia como al deseo de
desarrollo. Éste personaje no desea “en sí mismo” sexo, dinero,poder y fama, ya que su anhelo
más profundo es que aquellos sólo sean medios que le permita vivir toda forma de experiencia
humana posible. Desea, una vez curado del “afán del saber”, entrar en el torbellino que lo lleva
del placer al dolor, de la alegría al sufrimiento. Lo que la historia de Fausto entrega, para la modernidad, es la idea de que no existe desarrollo personal (y cultural) que no vaya acompañado de
desarrollo económico. Pero el punto central es el hecho de que, según lo expresa la historia, todo
gran desarrollo termina por exigir grandes costes humanos; o, como diría Marx, sólo las “potencias infernales” son capaces de permitir que algo tan oscuro pueda ocurrir. Fausto de Goethe
es la primera tragedia del desarrollo y sigue siendo la mejor.
Primera Metamorfosis: el Soñador
Cuando se levanta el telón, no por primera vez cronológica sino con respecto al inicio de la historia en sí, vemos a Fausto en su habitación solo a medida que avanza la noche: se siente atrapado; todavía es prisionero de su cárcel.(Él no sólo es caracterizado como un tipo exitoso, sino además como un intelectual profundo que posee una vida bien lograda) Siente que todo lo que ha
obtenido suena a hueco, que todo es desecho: piensa que no ha vivido nada. Ve todo triunfo
como algo personal pero a su “exterior” de la realidad: su cultura se ha desarrollado apartándose se la totalidad de la vida (§ 33). Está decepcionado y busca la forma de expresarse, de que su
vida interior se desborde hacia el exterior: hacia la naturaleza y las personas.
Invoca al espíritu de la tierra (¿Gaya?) y éste, al aparecer, lanza un epíteto burlesco que
será clave para las generaciones futuras: señala que Fausto sólo ha deseado siempre ser una especie de Ubermensch(superhombre) pero lo que él necesita, auténticamente, es sólo volverse un
verdadero Mensch (hombre).(Los problemas de Fausto se presentan no sólo como suyos: son los
problemas de toda Europa antes de las revoluciones y marcarán, más delante, la pauta como
fuente primaria del romanticismointernacional; principalmente en los países subdesarrollados)
“Fausto se sitúa, como portador de una cultura altamente dinámica, en el seno de una sociedad
estancada: desgarrado entre lo que parece interior y exterior” (§ 34). La esencia de Fausto esa
noche, y de gran parte de Europa a fines del siglo XVIII, es una escisión que provoca dos sentimientossimultáneos e intermitentes: orgullo y vergüenza.
Ya con el transcurso de la noche Fausto decide darse muerte: “encerrarse definitivamente
en la tumba que se ha convertido su espacio interior” (§ 35).Toma un frasco de veneno, piensa
en proceder cuando de repente suenan unas “campanas” y un gran coro de ángeles desde fuera:
logra recordar su niñez, y todos los momentos felices que pasó cuando pequeño, y entonces se
salva (Más adelante Freud y Proust explorarían la importancia de los efectos emocionales de las
vivencias de antaño con más detalles). Ya en contacto con su infancia se percata que la vida de
adulto lo ha forzado, indiscutidamente, a olvidar sus días de niñez. Se siente renovado. Se siente
preparado para comenzar una nueva vida en el mundo exterior.(Vemos cómo la “liberación psíquica” que produjeron las campanas se vuelve un proceso clave en el desarrollo de la modernización, donde el renacer sólo puede surgir desde una emoción que, por cierto, más adelante
seránegada en su tercera metamorfosis)
Al comienzo, fausto está emocionado de estar de vuelta en el mundo (§ 37). Sale y se une
a la multitud, esa a la cual evitó por años, y descubre, por ejemplo, la relación de sus propios sufrimientos y los del pueblo oprimido. Desentierra sus recuerdos, se vuelve feliz;pero en poco
tiempo recuerda por qué abandonó ese lugar. Su padre era un “remendón ignorante” que mató a
muchas personas haciendo uso de su licencia de médico, motivo por el cual la gente lo discriminó; desde muy pequeño. Recuerda que se fue porque buscaba escapar de ese estigma. Entonces,
inesperadamente, así como el día le permitió que naciera una nueva esperanza, también trajo
consigo una nueva desesperación. No puede volver a ser el niño de antes, ya que los años han
pasado, pero tampoco puede alejarse demasiado de sus recuerdos, ya que aquello es lo que lo
llevó ha estar a punto de matarse la noche anterior.A partir de ahora viven dos almas (¿ello y
superyo?) dentro del pecho de Fausto. Debe buscar la forma de remontarse, de seguir siendo
brillante pero no despreocuparse del mundo. La síntesis sólo se logrará mediante las “potencias
infernales” que el diablo le proveerá.Pero todo éste desarrollo está acompañado de un montón
de paradojas que deben ser asumidas en nuevo orden. Y el Mefisto de Goethe es el maestro de
las paradojas. La primera, y la fundamental, es que toda creatividad y acto de bien proviene de
la destrucción. Lo que sale de la nada es nada, de modo que sólo desde el todo, malvado por
cierto, pude renacer la creación. Al parecer“sólo aceptando el mal y “destruyendo” todo podrá
acercarse a Dios y “crear” el bien” (§ 39).
La paradoja fundamental que Mefisto entrega al hombre moderno es que “la única forma
de librarse de la culpa, y ejecutar “destrucción” de todo, es aceptando que no hay otra forma de
llevar a cabo el acto de creación” (§§ 39-40). Ésta es la dialéctica de la modernidad: para crear
primero hay que destruir. No hay otra forma de avanzar. Según Mefisto, de eso se trata la
vida.El capitalismo, por lo tanto el dinero en general, aparece como el mediador fundamental
que permitirá el desarrollo Fáustico. Es la fuerza fundamental, es lo que permitirá explotar la
vida humana y sacarle todo el beneficio: pero no con fines de acumulación de riquezas, si de
exper-iencias. “Se nos presenta una economía de desarrollo tal que es capaz de transformar
hasta la pérdida humana más terrible en un motivo de crecimiento y ganancia” (§ 41).
La clave de Mefisto en temas de método es la velocidad. Todo quien dese “hacer grandes
cosas” en el mundo debe moverse velozmente. Esto volverá a Fausto no sólo exitoso, sino tambiénatractivo; y ésta es la clave de sus segunda metamorfosis. Tanto socialismo como capitalismo, en el primer o en el tercer mundo, un punto clave es el hecho de quesiempre hay tres elementos que se relacionan simbióticamente: dinero, sexo y velocidad. Fausto lo sentirá, y junto
con ello también comprenderá que lo más importante no es “saber dónde se va” sino simplemente ha de “mantenerse en movimiento”. Lo importante es el proceso no el resultado. O como
respondería Mefisto más adelante: eres,finalmente, lo que eres.
Segunda Metamorfosis: el Amante
Pese a que la heroína de Goethe, Margarita, parece ser demasiado buena, o increíblemente inocente, como para ser real, su tragedia, su historia junto a Fausto, es considerada como una de los
grandes relatos amorosos de la historia.Pero no hay que confundirse, la historia no es melodrama amoroso: es tragedia. Fausto, Margarita y el “pequeño mundo” (aquel que le dio vida a través de las campanas a Fausto en sus inicios) son los protagonistas: la sensibilidad moderna de la
nueva vida de Fausto deberá chocar, mediante el lazo amoroso con Margarita, con aquel lugar
conservador y machista que le precede.
Irónicamente, gracias a Mefisto Fausto parce haberse convertido en un hombre mejor.
Renace y descubre, mediante actitudes y artificios que prestan ayuda, el poder de la sexualidad
que hay en él. Además, gracias a su pacto con el diablo Fausto está provisto de suficiente dinero
como para hacer lo que desee; es libre(física y espiritualmente). Ahora el protagonista emana
encanto, seguridad y sensualidad, ya que Mefisto le ha enseñado (¿diabólicamente?) a confiar
en sí mismo.Pero su crecimiento y desarrollo real no son superficiales: no sólo está preparado
para el sexo sino además para el amor.
Margarita es percibida por Fausto como el símbolo de aquel mundo que él a dejado atrás.
Irónicamente, lo conmueve y cautiva su simplicidad pueblerina y su humildad cristiana. Y e allí
el origen de la paradójica tragedia: la única manera de que Fausto pueda demostrar su amor a
Margarita es destruyendo su pueblo; su mundo.
Margarita al conocer a Fausto, y ser cautivada por sus regalos, presenta dentro de sí una
revolución muy fuerte. Esto la llevó a reflexionar, y con ello a sentirse ajena al mundo al cual
pertenece. Cambia la opinión sobre sí misma; se ve amada y deseada, y entonces tiene lugar sobre ella un fuerte cambio. Pese a que Fausto parece no exigirle nada, ella se presta dentro de un
proceso de “desarrollo”: ya que Goethe muestra como se vuelve cada vez más lista, pues solamente con inteligencia puede superar los trastornos emocionales que experimenta (§ 46).Entonces ocurre el primer nivel de tragedia: la chica que fausto amaba desaparece entre sus brazos
en medio de una relación perfecta. Ya no hay inocencia, ni ingenuidad; ya no hay niña angelical.
El amor la ha hecho crecer.
Si bien Fausto está feliz de verla crecer no logra percibir el descontento del entorno de su
amada con respecto al cambio. En poco tiempo, Margarita recibe sólo la simpatía de su amado,
ya que todo su entorno le da la espalda. Fausto no soporta la situación y decide escaparse, lejos a
una caverna, con su amada para distraerse de lo que pasaba. Entonces interviene Mefisto y ofrece una fuerte y sincera critica a la actitud de su compañero: expresa que no existe tal naturaleza
desprovista de conflictos, perfectamente tranquila, sólo contemplativa, aquello es una mentira
cobarde.Lo incita y orienta, sorprendentemente, en pos de la responsabilidad de las consecuencias de sus actos, de lo que ha creado en el entorno de Margarita.Entonces la emoción de culpa
que lo aprisiona lo autoengaña y autoprotege a tal punto que decide escapar. Se divierte, vive y
conoce mujeres con más experiencias y decide no volver a ver a su antigua amada. Pero mientras tanto el pueblo da la guerra absoluta a Margarita, incluso su hermano dice odiarla, después
de que antes la señaló como un ejemplo, ya que se descubre que está embarazada.
Finalmente, tienen lugar una serie de hechos trágicos que cierran la historia de amor.
Fausto se encuentra con Valentín, hermano de Margarita, se pelean y éste último muere. Más
tarde muere su madre y entonces Margarita es culpada por ambos asesinatos. Matan a su hijo y
ella es encarcelada. Fausto corre a rescatarla, pero ella no accede ha escapar con él: dice que lo
que le asecha está dentro y ya no puede escapar a ello. Decide quedarse y morir; trágicamente.
Fausto se enfrenta a Mefisto y exige explicaciones, entonces el diablo responde con cierto tono sincero y abismante: El crecimiento humano tiene sus costes humanos; todo el que lo
desee deberá pagar el precio, y el precio es alto (§ 49). Ya no había salida, no existe solución al
drama, y tampoco lo hubo antes de su muerte: jamás existirá espacio para el diálogo entre un
hombre abierto y un mundo cerrado. Entonces la conclusión que Fausto saca de su relación fallida con Margarita es elemental y sucinta: “si desea buscar su propio desarrollodeberá hacerse
cargo de lo que esto implique: esto puede ser el desarrollo de la otra persona, o su perdición”.
Sin embargo debemos hacer justicia con Fausto y reconocer lo mucho que Margarita deseaba su perdición. Su muerte es trágica, ya que su autodestrucción es el más alto nivel de desarrollo al cual podía aspirar. En su caso, la devoción ciega y autoumillación son su virtud. Está
dispuesta a renunciar a todo, moralmente, con tal de mantener fe en sus creencias.Sin duda, pese
a todo, esto es un ejemplo de aquello que fue barrido por los procesos de modernización.
Tercera Metamorfosis: El Desarrollista
En un primer momento vimos a Fausto solo, vivía de sueños. En una segunda instancia lo vimos
cómo aprendía ha amar. En esta tercera fase es cuando el desarrollo de todo sus impulsos personalesse une con los “colectivos”, a saber, tanto políticos como económicos y sociales en general: aprende ha destruir (el mundo antiguo) y luego ha construir sobre las cenizas (el gran nuevo
mundo). Ha llegado la hora de cambiar no sólo su propia vida, como en los dos primeros estados, sino la de todos los demás.
La trama de ésta última metamorfosis comienza en un cerro. Tanto Mefisto como Fausto
han vivido mucho pero han quedado en nada. Desde allí surge el deseo de movimiento que lleva
a Fausto a pensar en grande. Desea no seguir siendo víctima de la “tiranía de la naturaleza”, decide revolucionar el entorno y construir un mundo de cooperación y trabajo más seguro (nótese
que esto fue escrito en los últimos años del siglo XVIII).Arma entonces una serie de proyectos
que tomen la energía de la naturaleza y la transformen un beneficio para la humanidad, ya que
ya no basta sólo moverse por el mundo: hay que mover el mundo (en sí). Súbitamente nos encontramos en el punto nodal de la historia de la ciencia moderna (§ 54): ha nacido la idea de la
división social del trabajo.
Pero Goethe sabe perfectamente que el tema del desarrollo es algo estrictamente político.
Si bien son Fausto y Mefisto quienes toman la iniciativa de generar proyecto que produzcan los
movimientos (de destrucción y construcción) en el entorno, ellos son financiados por un emperador. El trueque es evidente: el desarrollista es una herramienta del gobernador para adquirir
más poder aún, mientras él se contenta sólo con el hecho de ver cumplir sus proyectos en el
tiempo. Fausto entonces dispone no sólo de dinero, sino de mucho territorio y gran cantidad de
vidas humanas. Nos encontramos, finalmente, con la “fuerzas infernales” de Marx: aquel poder
de la organización industrial moderna; lo que le da, a su vez, poder sobre la fuerza de trabajo.
Fausto sabe que sus proyectos son de tal envergadura que la humanidad podrá disfrutar
de ellos aunque él ya no esté en el mundo. También cree que el sonido de las palas, como antes
Margarita y como antes las campanas, le han devuelto la vida.Busca crear una comunidad que
sea libre en su actuar (täting-frei) y que ya no se le ejerza represión en su individualidad. Y esto
es clave, ya que el motivo por el cual toda la comunidad ofrece su fuerza u voluntad en el trabajo duro es porque se sienten partícipes y comprometidos con el proyecto: ansían triunfar y es allí
donde se produce una causalidad interesante: el propio desarrollo de la humanidad afecta en el
autodesarrollo de cada individuo. Parece ser que todos están cómodos: gobernadores, desarrollistas y trabajadores.
Vemos por qué Fausto se convierte en el héroe arquetípico de la modernización: parece
haber logrado que toda la humanidad estémejor; crezca espiritualmente. Pero éste tipo de héroe,
para ser heroico debe ser trágico. Dentro de todo lo que Fausto “sí ve” (las construcciones, los
caminos y las grandes ciudades) se ignora mucho; aquello que “no ve” (principalmente, el coste
de aquello que hubo que sacrificar para que todo pudiera llevarse a cabo). Irónicamente, su tragedia surgirá de su deseo de eliminar la tragedia de la vida(§ 58).
Un día Fausto supervisa su obra y da cuenta de cómo todo lo que le rodea ha sido creado
a su imagen. Pero en el fondo existe, cerca de la costa, un pequeño terreno que aún no ha sido
modificado. Allí viven don ancianos, Filemón y Baucis, desde tiempos inmemorables.Se presentan como un par de ancianos generosos, devotos y humildes, y parecen ser la única vida y
fuente de alegría dentro de tanta tierra miserable que los rodea.Entonces Fausto se topa con una
hecho particularmente moderno: “en el camino del progreso, y del desarrollo, existirán personas,
por lo general obsoletas y anticuadas, que se interpondrán en el camino” (§ 59).Y la resolución
de Fausto, como fiel desarrollista, es tratar de deshacerse de ellos como sea con tal de ver culminada su obra; aquí es cuando comete su primera maldad consiente. Ordena a Mefisto que quiten de allí a esos ancianos, él sóloquiere llegar al día siguiente y ver el terreno despejado, libre
para terminar el proyecto. Y éste también es un tipo de mal particularmente moderno: “indirecto, impersonal, mediatizado por otras personas y por papeles institucionales” (§§ 59-60).
Mefisto vuelve al día siguiente y explica a Fausto que todo está listo. Pero Fausto, perocupado, pregunta qué pasó con ellos: a lo que se responde que fueron asesinados y su casa quemada.Entonces Fausto se siente horrorizado y ultrajado, tal como se sintió ente el destino de
Margarita (§ 60).Se enfurece y despide a Mefisto. Y entonces vemos cómo opera la tragedia del
desarrollo: Fausto, dentro de toda su ingenuidad, hasta el último momento antes del crimen
pensaba que se podía construir un mundo nuevo sin destruir nada. Al parecer, su deseo narcisista de poder no le permitió ver qué ocurría; ésta es sin duda la historia más vieja del mundo.
Pero, con el fin de hacer justicia con Fausto, hemos de reconocer que Goethe expone una cuestión bastante especial en la historia: en el límite parece sólo aparece lo bueno, lo mejor. Es
extraño que desde el mismo mundo que él odiaba, el de su infancia, y que destruyo también a
Margarita, es aquel mundo, gótico cerrado y vicioso,el que dio vida a Filemón y Baucis. Ellos
son, sin duda, lo mejor que puede ofrecer el antiguo mundo: quizás es por eso que la pérdida
duele tanto a Fausto.
Hay, aún, una paradoja que debemos señalar: sólo desde el mundo antiguo, aquello que
se busca destruir, es donde puede nacer la fuerza para levar a cabo los procesos de modernización.Y además, irónicamente, una vez que el desarrollista ha destruido el mundo premoderno,
ha destruido toda su razón de estar en el mundo (§ 62). Es una teleología que se ve agotada por
su propio fin: una vez que se eliminan todos los obstáculos, el mismo desarrollista se convierte
en uno. La amenaza de la libertad de Fausto no emana de la presencia de esas fuerzas oscuras,
sino de la ausencia que pronto ellas les imponen (§ 63): ya que lo más terrible no es lo que se
vive en el exterior, sino la zozobra: esa inquietud propia del interior de la conciencia que no le
permitirá vivir tranquilo. En medio delos ruidos que le hacen sentir tan vivo (los de las palas y
construcciones) es donde, también, se siente, por primera vez, “dispuesto” ha morir.
Epílogo: la época Fáustica y la época Seudo-fáustica
Sin duda la analogía más clara acerca de la idea central del texto de Goethe es la expansión industrial que Inglaterra estaba experimentando en la década de 1760. Según Lukács Fausto forma
parte de una primera fase en el desarrollo “capitalista”, y justamente ese es un problema: ya que
Fausto jamás mantuvo intereses capitalistas. Parece ser Mefisto quien posee un gran don para
hacer dinero y analizar el cómo del desarrollo de los proyectos del propio Fausto, quien, a saber,
jamás buscaba intereses propios sino un beneficio general (futuro) para toda la humanidad. En
fin de cuentas, lo que Goethe quiere decir es que los horrores más profundos del desarrollo
fáustico nacen de sus objetivos más honorables y de sus logros más auténticos(§ 64). Fausto
jamás fue un capitalista, una persona que pensara en los beneficios del momento y la acumula-
ción de riquezas, sí era un apasionado socialista: anhelaba una utopía que lograra sostener a la
humanidad no ahora sino en un futuro no muy lejano.
Goethe, en la década de 1820, formaba parte de un grupo de lectores de una revista llamada el Le Globe. Allíes donde se organizaba parte de un movimiento denominado el saintsimoniano: donde, a diferencia del capitalismo, se buscaban proyectos de gran envergadura y a
largo plazo. Ésta utopía, ese anhelo de un mundo mejor “después”, es lo que conquistó la mente
de Goethe.Lo que el autor se propone con Fausto es una transposición poética de la visión y
proyectos del Saint-Simon: a ésta síntesis de ideas y esperanzas es lo que llamaremos el modelo
fáustico del desarrollo.En contra de una mayoría de empresarios aislados y competitivos se
buscó integrarlos a todos en una misma unidad que busque el bienestar de la humanidad; pero en
éste camino se necesitarán de dos agentes pensantes: un Mefisto, esto es un filibustero y depredador privado que hace el trabajo sucio, y un Fausto, es decir, un planificador general que guía
el trabajo en su conjunto.
Dentro de una humanidad que aspira al desarrollo constante, a la aventura y la expansión, el Saint-Simon y Goethe ofrecen un papel inquietante, y muy ambiguo, para los empresarios e intelectuales de la época: un líder que posee recursos materiales, técnicos y espirituales
capaces de transformar la vida social; esto justo en un momento en el que las guerras mundiales
favorecieron a que el poder privado se equiparara al público. Sin importar la ideología el desarrollo se presenta como una necesidad creada por todos: una necesidad que puede ser satisfecha
mediante el modelo social creado por Goethe, quien, a saber, nos advierte que está lejos de ser
un camino limpio: lo presenta como una convergencia de tragedia y sangre en donde se corre el
riesgo de que, en ciertas instancias, una gran cantidad de poder y riquezas se acumulen de forma
incontrolada en un pequeño sector.
Recordemos que según el Mefisto de Goethe la clave es la rapidez. La historia muestra
que todo desarrollo rápido lleva a una represión rápida, y ésta manifestada de dos formas brutales: una es i) la explotación de los trabajadores y la otra ii) una forzosa destrucción del pasado
histórico de las sociedades.Pero existe un detalle, una diferencia fundamental entre los gobiernos y proyectos Fáusticos y los Seudofáusticos: y es que en el segundo caso la muerte de Filemón y Baucis parece no haber servido de nada. Poderíos como los de Stalin muestran cientos de
horrores y sacrificios, pero no podemos, así mismo, jactarnos de ningún beneficio.En el cuento
FroimCrach de Isaac Babel se nos presenta, puntualmente, un diálogo entre miembros policiales que rescata lo más crudo en la búsqueda del desarrollo: mientras un recluta reclama contra
un compañero por la aparente muerte “innecesaria” de un ciudadano, el colega le responde con
la siguiente frase –dime como chequista, dime como revolucionario: ¿de qué servía este hombre
a la sociedad del futuro?-Los Seudofáusticos del tercer mundo han manipulado a tal punto las
ideas, imágenes y símbolos del progreso que ha llegado ha cometer las atrocidades más horrorosas sin haber llegado a ningún lado.
Recordemos la cláusula inicial de Fausto con el Diablo: si te detienes, serás destruido.
Vemos cómo el movimiento se transforma, junto a la rapidez del mismo, en el factor fundamental del desarrollo. En Europa lo vemos manifestado de manera auténtica: se han construido plantas nucleares, ciudades, carreteras, etcétera, todo en poco tiempo y abarcando el mayor territorio
posible. Pero el ritmo parece ser tan veloz que, incluso, quienes hoy son un Fausto pueden en
poco tiempo convertirse en un Filemón y Baucis: el estorbo del progreso.
Pero ¿de dónde viene ese incontrolable deseo de volvernos un Fausto? Según Norman
Brown, investigador de corte psicoanalítico, el deseo del “progreso infinito” radica en que dicho
deseo no sólo es consiente sino además inconsciente. Explica que para desapegarnos de aquello
debemos renunciar al anhelo inherente de “querer hacer historia”, y volvernos hacia lo que ya
existe y preocuparnos más de simplemente vivir.Después de todo, ocupare de Fausto es algo
fáustico.
En la década de 1950 Fausto aún desempeñaba importantes papeles simbólicos, tanto
como un “exorcista” (Norman Mailer) como un “pastor” (científico). Ahora, no obstante, en
virtud de su propio éxito, el hombre fáustico se ha vuelto históricamente obsoleto (§ 74).Parece
ser que el desarrollo económico y social ha llegado al final del camino: ¿por qué entonces necesitaríamos de un “Fausto”?la propia selección natural parece haber expulsado a Fausto del mundo que él mismo había creado. Muestra de esto es la generación más joven, quienes no se preocupan de los logros sino sólo de vivir el momento. Ésta época, absolutamente optimista, no duró
mucho tiempo ya que, en medio de la confianza, se presenta una fuerte crisis de temas energéticosque fue el primer indicio de que Fausto ya no era necesario para la humanidad.
Aquí es cuando la historia da un vuelco devastador: la crisis llevó a la amargura, la amargura al pánico, el pánico al autoanálisis y éste último, luego de incesantes cavilaciones, al odio:
el odio a la mismísima figura de Fausto. Fausto ahora se convierte en el demonio que separó
alser humano de la naturaleza y lo llevó a la catástrofe: ha convertido el mundo en un hábitat sobrepoblado y saqueado donde todos están destinados ha perecer.Como diría James “pareciera
ser que el deseo de saber puede ser un mortal deporte cultural”. Nuevamente Fausto parece ser
innecesario para la vida en sociedad.
La década de los sesenta y de los setentas quería acabar con la imagen de Fausto: querían
deshacerse de ese demonio que sólo anhela una expansión insaciable. Pero esto convierte la tragedia de Fausto en melodrama. El vacío intelectual que se forma cuando sacamos a Fausto de la
esena es inminente: paradójicamente, la única forma de pensar en pequeño es mediante la extravagante y sistemática forma de pensar en grande.El problema no es lo que Fausto propone sino
aquello que hacemos con el método mismo. Las mismas emociones pueden canalizarse tanto en
como culpa y como en responsabilidad: hasta llevar ha acciones que permitan la supervivencia
de la humanidad.
Finalmente, hemos de tener claro que el camino Fáustico del desarrollo puede canalizarse por las emociones de la supervivencia y el bien colectivo o por la egoísta y obsesiva intención de poder y saber. Y es aquí donde el papel de la sociedad en sí, y el pueblo, es muy importante: es responsabilidad de ellos, de todos nosotros, que el desarrollo vaya por el buen camino. Fausto ya no es un personaje; sí una sociedad completa. En conclusión, Fausto es una tragedia que nos enseña que “lo más importante no es que el hombre sirva al desarrollo, sino que el
desarrollo sirva al hombre” (§ 80). Lo indispensable no es hacer historia, sino vivirla.

TODO LO SÓLIDO SE DESVANECE EN EL AIRE: MARX, EL MODERNISMO Y LA
MODERNIZACIÓN
Fausto nos enseñó cómo es la expresión de búsqueda del espíritu moderno; pues Marx y su “materialismo histórico” nos enseñan cómo se comporta la modernidad una vez alcanzada. Tanto
Goethe como Marx pensaban que la “vida moderna” implica un todo coherente, por ello es que
éste capítulo tiene como finalidad dar ha conocer la visión del alemán respecto de la vida y la
experiencia en la modernidad como un todo.
Actualmente diferenciamos, contemporáneamente, la “modernización”, entendida como
manifestación económica y política, y el “modernismo”, que tiene relación más con el arte y la
cultura en general. Algunos creen que Marx sólo corresponde al extremo primero, pero pareciera que mientras más nos acercamos a sus escritos menos sentido tiene éste estricto dualismo:
Todo lo sólido se desvanece en el aire. Todo lo sagrado es profano, y los hombres, al fin, se ven
forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas.

Éste pequeño extracto del Manifiesto (traducción de Samuel Moore, 1888)nos muestra el tono
apocalíptico y ambiguo que distingue el sello de la imaginación moderna. Vemos, además, que
se profesa la destrucción de lo sagrado, lo cual es un tema, dicho sea de antemano, que no se
agota simplemente con lacuestión de Dios.Marx busca dar solución a sus problemas contemporáneosno sólo con lo que se ve, sino además con lo que no está presente (todo lo sagrado es profano… ). Además presenta de forma novedosa al hombre tanto por objeto como por sujeto de su
propio proceso: que hace que todo lo sólido se desvanezca en el aire.
Se considera que vale la pena otra interpretación del Alemán ya que Marx nos puede
decir tanto acerca del modernismo, como éste puede decirnos acerca de él (§ 84). Tanto la modernidad ilumina a sus personajes como también ellos son capaces de echar luces sobre los rincones más oscuros de ésta; y Marx nos ofrece una luz muy particular.
La visión Evanescente y su Dialéctica
El drama básico por el que es famoso el Manifiesto es el desarrollo de la burguesía y el proletariado y la lucha entre ambos (§ 85), pero existe, a más largo plazo, otro conflicto que inquieta
al autor: su tensión entre la visión “sólida” y la visión “evanescente” de la modernidad.
La primera parte del Manifiestomuestra el sólido meollo del proceso de modernización a
través del cual el mercado mundial se expande, absorbe y destruye todo mercado local y, junto
con esto, la producción y consumo se hace cada vez más internacional; y cosmopolita. Las demandas humanas crecen, la comunicación abarca mayor territorio, el capital se centra cada vez
en menos manos, la fabricación es cada vez en cantidades mayores y de manera más autómata:
se canaliza el poder en las ciudades y los pobres deben dejar su hogares y formar parte del fenómeno de centralización. Estados nacionales generan poder y manipulan capital internacionalmente: y al mismo tiempo trabajadores despiertan y deciden luchar por recuperar su dignidad.
Se ha creado el capitalismo.
Ésta marcha desesperada y ritmo frenético impuesto por el capitalismo, según Marx presenta el principal aspecto de lo que caracteriza a la Burguesía: son revolucionarios. Y es aquí
donde nos encontramos con la primera paradoja: Marx alaba éste papel, lo exalta, expresa que
nos ha mostrado lo lejos que puede llegar la actividad humana. Piensa que todo los sueños de
antiguos intelectuales, poetas y artistas se ha hechos realidad gracias a la actividad de la Burguesía. Han creado maravillas como las pirámides y catedrales (fenómeno de la construcción), y
han realizado campañas tan grandes como las cruzadas (fenómeno del desplazamiento).
Si bien Marx se identifica como materialista, no está primordialmente interesado en las
cosas que crea la burguesía. Lo que le importa son los procesos, los poderes, las expresiones de
la vida y la energías humanas (§ 88). Lo que sorprende a Marx es el proceso más que el producto. La burguesía le ha mostrado una vida organizada y re-organizada en acción que ha logrado,
por primera vez en la historia, que el hombre “cambie el mundo” (giro antropológico Kantiano
importante).Pero a la Burguesía, pese a todo, no le interesan las acciones sino su resultado: es el
plusvalor, el dinero, aquello que los motiva. Pero Marx cree que la acción “revolucionaria práctico/crítica” que acabará con la propia Burguesía será generada por las propias fuerzas activas
que la propia Burguesía permitió que existieran. La segunda paradoja entonces, descrita por
Marx, es que la propia virtud del burgués será aquello que lo lleve a la destrucción. Ésta es la
primera vía de escape que él nos presenta.
Lo segundo que Marx alaba es la cuestión del desarrollo. Piensa que, debido a que la
economía capitalista está sometida siemprea competencia, el constante impulso de renovación y
cambio propio del capitalismo, que fuerza a todos ha innovar, lleva a una todos a una revolución
constante que trasciende lo empresarial y llega, inclusive, a lo social. Quien no se desarrolla es
víctima de la modernidad. La segunda vía de escape presentada por Marx, que surge desde aquí,
es que, debido al obsesivo y constante impulso de revolución causado por el capitalismo, el sistema social tenderá ha desbordarse en algún momento. Marx explica que todo cambio de “producción” es un cambio que afecta, tarde o temprano, en lo “social”:
Una revolución continua en la producción, una incesante conmoción de todas las condiciones
sociales, una inquietud y un movimiento constantes distinguen la época burguesa de todas las
anteriores. Todas las relaciones estancadas y enmohecidas, con su cortejo de creencias y de
ideas veneradas durante siglos, quedan rotas; las nuevas se hacen viejas antes de haber podido
osificarse. Todo lo sólido se desvanece en el aire. Todo lo sagrado es profano, y los hombres, al
fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones
recíprocas.

La tercera paradoja entonces es la siguiente: las vidas del proletariado están sujetas y controladas por un sistema que se sustenta a sí mismo sobre la crisis y el caos. El constante cambio y
movimiento que parece destruir el sistema, en su efecto realmente lo fortalece.La estabilidad
toma la forma de la entropía (la verdadera destrucción definitiva) y la dialéctica central de los
procesos pasa a caracterizarse en una co-determinación constante entre “destrucción y construcción”: allí se esconde el fundamento de la verdadera fortaleza capitalista. Y esto, como ya se
mencionó, trasciende lo empresarial: a partir de ahora todas las mujeres y hombres deben buscar
el cambio, o serán devorados por la vorágine del capitalismo burgués. Ya no se debe añorar lo
enmohecido niestancado,ya que esto se habrá hecho viejo antes de haber podido osificarse. Es
por esto que, al igual que el Fausto de Goethe, todo desarrollo en tema humanístico es impensado sin antes ejercer primero un desarrollo económico. Ésta es la postura que Marx adopta
entusiastamente de la estructura de la personalidad producida por la economía (§ 91).Pero
dentro del desarrollo interno de la dialéctica de la modernidad que esgrima el capitalismo todo
debe ser, pragmáticamente, útil y, potencialmente, traducible en valor de mercado: ha de ser
comerciable.
Por otro lado, si las formas de vida capitalista(valor de cambio, propiedad privada, trabajo asalariado, persecución insaciable de ganancias) hacen que todo cambie ¿por qué no lo debería hacer la burguesía como clase dominante también?La esperanza de Marx está puesta jus-
tamente en la posibilidad de que el calor mismo de las energías capitalistaspermita que se desvanezca el poderío de la Burguesía. Espera, y anhela, que la modernidad en su versión más plena y profunda pueda dar desarrollo no sólo a la sociedad en sí misma sino a todas las personas
“individualmente”. Pero no mediante la reminiscencia de esencias prescritas de antemano, sino a
través de un continuo proceso de perfeccionamiento que no tendrá fin.
La AutodestrucciónInnovadora
Si bien Marx exalta los ideales básicos de la burguesía, existe un lado oscuro que ningún capitalista desea reconocer; ni consiente ni inconscientemente. Si piensan que es el hecho de “explotar
a las personas y tratarlas como medios” es probable que estén equivocados: lo hacen entre ellos
mismos y consigo mismos, así que no debería darles pudor hacerlo con otros. La verdadera
fuente de problemas es la pretensión burguesa de ser el “partido del orden” en la política y la
cultura modernas (§ 95) y esto por un motivo muy sencillo: “todo lo que ellos construyen fue
hecho, técnicamente, para ser destruido”. Lo patético de las construcciones burguesas es justamente esto: fueron hechas para ser destruidas y que más tarde, en su lugar, se construya algo
“mejor”;todo lo sólido se desvanece en el aire. Al parecer sus edificios no son tan parecidos
como creíamos a las pirámides y catedrales más antiguas, ya que un Burgués destruiría el mundo si esto fuera rentable: son la clase dominante más destructiva de toda la historia; ese es su
gran secreto.
Como vemos, todo impulso de destrucción nihilista que conocemos de la modernidad
tiene, según Marx, sus orígenes no sólo en la “muerte de Dios” sino además en el mundano funcionamiento de la economía de mercado. Pero la potencia de producción y cambio creada por la
Burguesía parece haber perdido el control: el mago parece ya no ser capaz de dominar las potencias infernales que desencadenó antes con sus conjuros. El precio que se debe pagar, en pos de
la sustentación de la creatividad Burguesa, es la forma de sostener el inmenso “vacío moral, social y psíquico” que han dejado a su paso. Al igual que en el Frankestein de Shelley la Burguesía, en pos de expandir su poder y creatividad, desencadena fuerzas demoníacas que irrumpen
irracionalmente fuera del control humano. Ésta parece ser la tragedia de la Burguesía: la modernidad conocerá la felicidad más radiante pero también la desesperación más sombría.
Pero para Marx no hay tragedia, ya que él piensa que los aprendices de mago, el proletariado, serán quienes tomen el control de las fuerzas fáustico-frankesteiniana. Esto será lo que
lleve a la modernidad a su propio final feliz. Marx parece sentir que las propias crisis que llevan
a que todo proceso productivo del capitalismo se destruya para dar lugar a la oportunidad del
progreso es aquello que permitirá que el capitalismo mismo se autodestruya algún día. Pero la
realidad no nos muestra eso. Lo que sí vemos es que todo acto destructivo está orientado lejos
del poder social hacia los más débiles: el caos es re-direccionado de modo que la Burguesía
queda intacta.
Aquí es cuando nos topamos con la cuarta paradoja fundamental: debido a que todo lo
sólido se desvanece en el aire, el comunismo, si llegara ha tener el poder, tendría como única
solución de sobrevivencia el dejar de lado el capitalismo, esto es, abandonar por completo la
posibilidad del “libre” desarrollo de todos en pos del bienestar de la comunidad. Como vemos,
la única forma de comunismo que existe es la no-comunista. Si se diera rienda suelta a la indi-
vidualidad nada garantiza que los propósitos sociales se cumplan. Una vez más, todo lo sólido
se desvanece en el aire.
Desnudez: el hombre Desguarnecido
Ya vimos, con respecto al párrafo principal del Manifiesto, las partes de lo que se desvanece, lo
profano y que no se alcanza ha osificar. Ahora corresponde entrar en el tema de la “forzada consideración serena de las personas a sí mismas y con los demás (recíprocamente)”. Al igual que
en la tradición filosófica, Marx hace uso de un dualismo. Así como existe cuerpo y alma, entre
otros, el decide usar lo desnudo versus lo cubierto. Lo falso es aquello que pertenece al pasado
histórico (lo que no alcanzó ha osificarse) (las ropas) y lo que sí existe es aquello que tenemos
aquí y ahora en el mundo físico y social (lo recién descubierto).
La dialéctica de la desnudez es presentada por primera vez en El Rey Liar de Shakespeare: para Liar, la verdad es aquello a lo que se debe enfrentar el hombre cuando le han quitado
todo menos la vida misma.Es allí en la pobreza, desnudo, donde Liar se ve, por primera vez, en
reconocimiento de otro como ser humano: traspasa todo límite y alcanza un aumento de sensibilidad que le permite, en una soledad aparente en el frío, acabar con su soledad genuina interior,
alcanzando el calor que entrega que se encuentra en sus semejantes. Como podemos ver, para
Shakespeare el punto de partida de la sociedad y humanidad real es la desnudez total.
En el siglo XVIII las metáforas de la desnudez se expresan con más fuerza. Tanto en
Rousseau como en Montesquieu se muestra que la libertad e igualdad se hace visible lejos de los
velos, despojándose de todo aquello que lo pueda obstaculizar en el camino. Sorprendentemente, a nadie parece importarle qué será exactamente de la vida de cada sujeto: lo que sí creen es
que de esa forma, y sólo así, se logrará alcanzar ser “mejor”. Pero ésta desnudez idílica profesaa por los philosophesno era la misma de otros escritores como Burke, quien creía que ésta idílico condición es nada y “de la nada, nada sale”.
La profundidad dialéctica de la desnudez es retomada por Marx,usada como medio para
exaltar al pueblo, a su calor comunitario y esperanza, en contraposición de los jefes tiranos, y su
frío interés en la gente. Pero Marx no cae en el patetismo de Rousseau ni en la comodidad política de Burke: él trata de sacar lo mejor de ambos. No se debe caer en puro individualismo ni en
puro colectivismo. De todas formas hoy nos topamos con un problema mucho más espinudo: el
hombre desnudo de “hoy” parece ser mucho más misterioso que el enmascarado de “ayer”, ya
que debajo de la máscara parece no haber nada real y uniforme que los identifique a todos.
La Metamorfosis de los Valores
Uno los factores fundamentales en la crítica de Marx hacia la sociedad Burguesa y sus creaciones capitalistas en la sociedad es la implantación despiadada y destructiva del nihilismo, regida
por el primigenio principio desalmado de la “libertad” de comercio.La sociedad, dice Marx, no
ha borrado nada del mapa, lo ha captado todo, pero ya no con el valor simbólico de antes, su
esencia o trascendencia, sino como simple valor de cambio, como mera mercancía: la antigua
metafísica es suplantada por mera economía. Pareciera ser que para el burgués es más importante la libertad propia del comercio que la de las personas. Ya nada parece tener valor propio, sí un
precio bien definido: en esto consiste el nihilismo moderno.
La pregunta que nos podemos hacer ahora es ¿en la realidad, la economía de verdad es
libre? Una de las bases del capitalismo es la libertad de mercio, esto es, aquello que permite que
todas las personas tengan de donde elegir a la hora poder tomar decisiones. Pero incluye también lo político y lo cultural. De ser así incluso el comunismo, con su precio y su demanda, y su
capacidad de ser vendido, podría ser parte de ésta amplia gama de ofrecimientos. Por ello, Marx
cree que el mismo capitalismo prepara las pistas para que el comunismo se haga conocido y llegue a todas las personas; esa es su fe. Pero esta curiosa libertad supone dos problemas importantes que deben ser analizados:
i.

ii.

Vemos, por un lado, que la libertad económica, cultural y política no es tal: existe
restricción, censura y prohibición de todo aquello que afecte al dominio del poderío
Burgués. El mercado, la política y la cultura no se desarrolla dialécticamente en sí
misma: es manipulada y controlada y, sin ningún respeto, rescatada de todos los peligros inminentes que trae consigo la competencia y el riesgo al cambio.
Otra cuestión curiosa es la extraña convivencia que se generaría entre burgueses y opositores si realmente existiera la desalmada libertad de comercio. Es decir ¿de verdad creemos en la idea de que el propio devenir competitivo del capitalismo podrá
obligar a la Burguesía ha transformarse en verdaderos promotores de la oposición
radical?Pese a esto Marx no se ve preocupado: debe creer que aquello no alcanzará
ni siquiera ha osificarse antes de quedar obsoleto.

La Perdida de laAureola
Otra explicación que Marx da al tema de las ambigüedades y nihilismos propios de aquello que
fue implantado por la Burguesía es a través la siguiente idea: la Burguesía ha despojado de su
aureola a todas las cosas que, como símbolo de “experiencia”(no creencia) sagrada o religiosa,
antiguamente fueron signo de respeto y reverencia. Ahora todo lo sagrado es profano, de modo
que ya no existe temor ni resplandor en las cosas: ya nadie siente miedo a nada por lo que se
siente en la osadía de hacer lo que sea; pero a partir de éste momento todos son iguales: espiritualmente ya no hay diferencias. Ahora todos se ven enfrentados en el mismo plano, y prueba de
esto es, por ejemplo, la revolución Francesa.
Pero Marx cae en su propio juego, ya que al despojar a todo intelectual de su aureola y
factor sagrado, es a él mismo a quien primeramente perjudica. De todas formas, los describe
como un punto intermedio entre el proletariado y la burguesía: ganan más dinero que la prole
pero se ven sometidos a exigencias mucho mayores. Recordemos que en la modernidad ningún
intelectual genera grandes trabajos sin el financiamiento de capital por parte de un Burgués.Y lo
que es peor: la creatividad de los intelectuales es usada por los procesos productivos hasta tomar
formas que horrorizarán al creador. Ya han entregado todo su ser y dependen del mercado.
Es fácil imaginar a los intelectuales tratando de generar salidas radicales desde su trágica
condición de asalariados, pero hay un dato que debemos considerar: producto de la propia dialéctica con la cual se nutre el capitalismo (destrucción y construcción; crisis e imaginación) toda
revolución, todo movimiento radical, más que ser una forma de terminar con el sistema y derrocarlo, termina por ser una elemento más que le permite nutrirse y levantarse con más fuerza que
antes.Ya el propio capitalismo crea sus propias revoluciones internas que le permitan su auto-
destrucción: dentro de ésta lógica los intelectuales sólo son parte de su propia dinámica de desarrollo. El capitalismo tiene lacapacidad de negar sus propias negaciones internas: se nutre y
prospera gracias a la oposición, se hace más fuerte en la crisis y genera mayor intimidad en la
enemistad.
Por último recordemos que Marx no critica con fines de exclusión u extinción de la Burguesía, él está familiarizado con la acción humana y su desarrollo, por lo que espera que la trascendencia sea real y no pretensiosa.
Conclusión: la Cultura y las Contradicciones del Capitalismo
Este ensayo ha sido un intento de unir el modernismo y el Marxismo en un único espacio de
convivencia. Ambos ven la modernidad como una época llena de impulsos contradictorios que
en su final presentaráuna modernidad última específica. Éste modernismo Marxista propone,
principalmente, que todo impulso social emana de las tensiones económicas: sea el ferviente
deseo de progreso, el carácter volátil de los valores, la explotación de los semejantes y destrucción de todo lo obsoleto o no comerciable, como también su destacada capacidad de explorar la
crisis y el caos como trampolín para el futuro desarrollo. Pero ésta unión no se presenta en la
historia: cada una se ha petrificado en ortodoxias llenas de temor que, tal vez (como diría Nietzsche) “desean no ver el abismo para que él no los vea a ellos”. Los marxistas tienen miedo a
entrar en la vorágine y los modernistas no están dispuestos a que se les arrebaten sus aureolas.
Pero debemos considerar que la fusión de algo demasiado sólido con algo muy plástico podría
permitir la estructuración de algo blando: esto le daría una perspectiva más realista ha ambos.
Revisemos a continuación los debates del último tiempo acerca de las perspectivas marxistas en el modernismo. Tenemos a Daniel Bell por un lado, quien nos comenta que el capitalismo es inocente de las acusaciones actuales que se le hacen. Pero sabemos que es culpa del
capitalismo que el caldero social y económico moderno se encuentre en ebullición desde hace
tantos años; a punto de explotar. Por otro lado tenemos a los populistas Rusos, quienes aseguran
que lo sólido sólo se desvanece en el airedel Occidente.Ellos intentan hacer un salto del feudalismo al socialismo sin pasar por las fragmentaciones clásicas de la modernidad: pero cada crítica que efectúan en contra de los demás países sólo corrobora las energías reprimidas de sus
pueblo que, al caer sus vendas, verán cómo aparece el espíritu modernista frente a ellos.
Veamos ahora las acusaciones de Mercause y Arendt hacia el pensamiento de Marx.
Mercause en su libro Eros y civilización expone a Prometeo como un dios de trabajo y esfuerzo
por el desarrollo que no necesariamente es el más importante de todos. Presenta a Orfeo como
símbolo de paz y entonces se propone implícitamente que ambos dioses pueden coexistir sin
problemas. Lo que Mercause trata de exponer es que no es necesario escapar de la supuesta tiranía de la naturaleza, ya que se puede buscar la armonía entre la modernidad y la misma.Pero
lamentablemente ésta armonía no llegará mientras el capitalismo sea el sistema base de la modernidad: ya que todo equilibrio sería buscado por la lucha y luego sería mantenido únicamente
por la lucha.Por otro lado, Arendt en The human condition, expresa que el mayor problema que
posee el Marxismo es la inestable autoridad generada luego de la construcción nihilista de las
libertades individuales de las personas. Entonces ya no estará claro qué vínculo político será el
que se desplegará en común, si es que llega ha existir, frente al impulso nihilista del sistema.
He estado sosteniendo que aquellos de nosotros que somos más críticos con la vida moderna somos los que más necesitamos el modernismo para que nos muestre dónde estamos y
dónde podemos comenzar a cambiar nuestras circunstancias y a cambiarnos nosotros mismos
(§ 128). Marx no nos propone un camino para salir de las contradicciones sino para entrar en
ellas: desnudos, sin aureola, con energía, pero explotando a los demás y a nosotros mismos.

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  • 1. Todo lo sólido se desvanece en el aire La experiencia de la modernidad Marshall Berman PREFACIO El objetivo de este trabajo es la exploración y trazado de las aventuras y horrores que se viven en la modernidad. Se propone que todo pensador moderno posee un punto en común con respecto a todos los demás: desea transformarse y transformar el mundo, pero, en el camino, corre el riesgo de que “todo lo sólido”, que ha construido hasta entonces, se “desvanezca en al aire”. Ser modernos es vivir una vida de paradojas y contradicciones,es vivir en una Burocracia que controla y destruye todo a su paso, es luchar por cambiar el mundo y hacerlo nuestro. La principal característica de la modernidad es la anti-modernidad, y es por ello que, como expresó Kierkegaard, la mayor seriedad siempre conlleva a la ironía. Por ello la idea no es buscar resolver los problemas, sí comprenderlos y hacerlos nuestros: es darnos cuenta que lo más sólido puede ser, a su vez, lo más vulnerable. INTRODUCCIÓN; LA MODERNIDAD: AYER, HOY Y MAÑANA Llamaremos modernidad a “todo conjunto de experiencias vitales que comparten hombres y mujeres de todo el mundo”. Ser modernos es encontrarnos con un entorno contradictorio: nos promete construirlo todo pero a su vez amenaza con destruirlo todo. Ser moderno es vivir experiencias que se transmiten a través de todas las fronteras. La modernidad “une a toda la humanidad”, pero de manera paradójica: es la unidad de la des-unión; es fundamentar una nueva tradición no tradicional en base a la amenaza de la destrucción de sí mismos. Aquellas cosas que han aportado ha construir la modernidad son, entre otras, las siguientes: - Ciencias físicas: cambiaron nuestra visión del universo y nuestro lugar en él. Industrialización: Transforma el conocimiento científico en tecnología. Alteraciones demográficas: Muchas personas son lanzadas lejos de donde provienen. Crecimiento desenfrenado: El rápido ritmo de crecimiento genera un caos. Comunicación de masas: Hoy en día todo el mundo se une en comunicación. Burocracia: Genera control, organización y poder en todo gobierno mundial. Movimientos sociales: Se desafía constantemente a los dirigentes oficiales. Capitalismo mundial: El mercado siempre está en expansión. Llamaremos a aquel “proceso social que da origen a toda ésta fluctuación de factores” como la modernización: donde las personas son, al mismo tiempo, sujeto y objeto del mismo proceso. Pero la modernidad, como resultado, y la modernización, como proceso, se codeterminandialécticamente entre ellas, de modo que el desarrollo de una afecta a la otra drásticamente.Con fines propedéuticos se dividirá la historia de la modernidad en tres fases consecutivas:
  • 2. 1) Desde comienzos del siglo XVI hasta finales del siglo XVIII. Aún no hay vocabulario común y no se sabe, específicamente, qué es lo que está pasando en el mundo. 2) Desde la década de 1790 hasta finales del siglo XIX. Aquí tenemos una gran ola de revoluciones, inauguradas por la de Francia.Se vive de manera moderna aquello que no se reconoce aún como la “modernidad” como tal. 3) Siglo XX. La modernización se expande a todo el mundo, se fragmenta y desarrolla de múltiples formas; tanto es así que olvida sus propias raíces modernas. Respecto de la primera fase, la gran voz que recordamos, hasta el día de hoy, es la de JeanJacques Rousseau. Él fue el primero en ocupar la palabra moderniste, la cual es aquella que entendemos por “modernidad” en todo siglo posterior. Rousseau fue una persona llena de conflictos internos, que fueron gatillados por un motivo fundamental: él fue el primero en percatarse lo que ocurría en la sociedad, percibió el torbellino social (tourbillon social) que permitió que la sociedad europea estuviera al borde del abismo.A grandes rasgos, éste filósofo franco-helvénico pensaba que se vivían momentos en los que lo bueno, lo malo y lo bello (etc.) ya no tienen una connotación universal, sino más bien limitada. Ya no hay nada sólido ante lo cual asirse, todo fluctúa entre las experiencias posibles de cada persona en las calles y “no se sabe qué se amará al día siguiente”. Acercándonos a la segunda fase podemos distinguir diferentes cosas que van sucediendo en el camino de la modernización: el mercado mundial se está expandiendo rápidamente, potenciado fuertemente un desarrollo industrial que faculta no sólo un aumento de población y comunicaciones sino además de distinciones fuertes entre clases sociales.Éste panorama es capaz de todo salvo ofrecer solidez y estabilidad (§ 5).Es en este panorama donde se encuentra Marx, escribiendo con un inglés incorrecto pero potente. Karl Marx fue le primero en señalar, directamente, que bajo el manto sólido de la apariencia moderna se esconden océanos que bajo el más mínimo movimiento son capaces de acabar con todo. Pero debido a que nadie más se percató de esto es que se propuso “hacer sentir a la gente” lo que estaba ocurriendo; pensaba que no por el hecho de que algo no se siente necesariamente no existe.Nos comenta que “la base de todo es una contradicción, ya que todo los inventos que se proponían algo en particular terminaron sirviendo para lograr lo opuesto” (§ 6).La materia bruta parece formarse intelectualmente y el ser humano se convierte en materia bruta. Marx entonces hace un alto y propone que es la clase obrera la que resolverá ésta contradicción: propone que así como la “revolución” es la clave del futuro también lo es como un motivo causal en el pasado; ya que incluso la Burguesía necesitó del instinto de la revolución tecnológica para llegar hasta donde está.Así, el movimiento dialéctico de la identidad se vuelve irónicamente en contra de su fuerza fundamental, la burguesía (§ 8). Llega entonces la pregunta de oro: ¿qué le asegura a Marx que la prole que llegue al poder no se convertirá en nueva Burguesía? Como rasgo común de la modernidad pareciera ser que las preguntas quedan dando vueltas por mucho más tiempo que la existencia de quienes las propusieron. Ellos se van y la interrogación queda. Ya en 1880 aparece Nietzsche en la escena. Él pensaba, al igual que Marx, que la base de la modernidad es contradictoria e irónica. Pero llega con una propuesta novedosa: “en medio de una angustia producida por la ausencia de valores aparece una abundante cantidad de posibilidades”. Pareciera ser que el instinto del hombre moderno, por un lado, es un instinto por todo; por
  • 3. probarlo todo.Por otro lado pareciera que muchos tratan de identificarse con alguna tradición del pasado, pero jamás logra verse bien vestido con dichos trajes: ya que en la modernidad nin-guno calza tan perfectamente como antes. Pero tanto Nietzsche como Marx tenían fe en la humanidad. Ellos creían que el sufrimiento no era eterno, pensaban en una nueva clase de hombre, y de sociedad, más imaginativo y valiente. Ambos cuestionan todo, destruyen todo, y desde allí cimientan sus pensamientos.“Todo está preñado de su contrario y todo se desvanece en el aire” (§ 10). Pese a que el peligro es inminente, y está en todas partes, ninguna herida debe detener el flujo de la vida. La modernidad, paradójicamente, se denuncia a sí misma a través de los valores que ella misma ha creado.Todos los pensadores de dicha época coinciden en esto. Llegando ya a la tercera fase, el panorama se nubla un poco. Pese a que se logran importantes avances en literatura, arte y escultura, entre otros, lo cual debe de enorgullecernos absolutamente, parece ser que el cimiento de los paradigmas se vuelve básico y extremista. Por un lado están quienes son partidarios entusiastas de la modernidad: los futuristas. Ellos son quienes están obsesionados con la idea de las fábricas: anhelan con despojar las emociones del ser humano de modo que funcionen de manera organizada y equilibrada en todo aspecto. El futurista sueña con las máquinas, pero una vez que existen las máquinas perfectas para desarrollar las labores, pareciera que al ser humano sólo le queda enchufarlas y hacerlas andar. Por otro lado tenemos el pensamiento de Max Weber. Si bien él visiona la existencia a través de la llamada “jaula de hierro” de modo similar a los futuristas él decide decir ¡no!. Weber ve que el futuro de los hombres está determinado de antemano por la organización del sistema y, que es peor aún, observa cómo nadie hace nada por solucionarlo. La jaula no es una prisión; simplemente ofrece, a una raza de nulidades, el vacío que necesitan y anhelan (§ 15), por lo que vemos cómo las personas no sólo están dentro de su jaula sino que además están configurados por los barrotes.Weber, a diferencia de Nietzsche y Marx, tenía poca fe en el pueblo; tanto en los trabajadores como en los dirigentes. Más tarde, en el pensamiento de Herbert Mercause, llega el modelo humano denominado como “hombre unidimensional”. Mercause piensa que ya no se necesita ni de Marx ni de Freud ya que las personas no poseen ni identidad de clases ni personalidad, sólo existe en ellos lo que el sistema ha deseado que exista: han sido administrados totalmente. Son programados para que deseen aquello que el sistema puede satisfacer; y no otra cosa. Se ven reflejados en su casa, su auto y su cocina. En medio de ésta visión se arman revoluciones, y se fluctúan en tres caminos principales; triviales pero reales: - Búsqueda de la marginación: Diversas corrientes artísticas optaron por desapegarse absolutamente de todo aquello que se relaciona con la sociedad. Vuelven la espalda a la actualidad y a su historia, se reúsan a expresar sus sentimientos y tratan sólo de producir arte auto-referido. - Cultura de la negación: Son quienes se preocupan mucho de derrocar todo valor establecido; pero lamentablemente no se preocupan por construir nada en su lugar.Y el principal problema de pensar que “todo son problemas” es que, casi automáticamente, se piensa en una forma de solución para la sociedad que “está exenta de problemas” y aquello es un error. Sí la solución sería, tal vez,transformar los problemas en verdad y belleza.
  • 4. - Visión afirmativa: Llamado también el “modernismo pop” es aquel que trata de unir todo en un total sin miedo. Pero aceptarlo todo parece tener un precio muy alto: se pierde la mentalidad crítica que antes caracterizó tanto a la modernidad. Ésta ha sido lejos la visión más popular. Todas estas visiones y revisiones de la modernidad eran orientaciones activas hacia la historia, intentos de conectar el presente turbulento con un pasado y un futuro, de ayudar a los hombres y mujeres de todo el mundo contemporáneo a sentirse cómodos en él (§ 22).La década que continúa, de los setenta, es la más triste de todas. Habiendo fracasado todos los paradigmas de las décadas anteriores la ciencia social se ve inmersa en un estricto estructuralismo investigativo. La hitoria, la economía, la política, el arte, todo se estudia por separado; ya no hay globalidad sistémica. Sólo Michael Foucault alzó la voz en ese tiempo, pero preso de un profundo desprecio hacia quienes creían en la libertad y de sus fanatismos extremos hacia las cárceles, que sólo logra aumentar un pesimismo que se ve traducido, más tarde, como una excusa ilustrada para no hacer nada: después de todo, las cosas están muy mal y no van a cambiar. Pero lo más impresionante no es que un sujeto inventara una jaula tan apretada que ni siquiera cabe la libertad, donde no puede brotar vida, lo que sí es sorprendente es que muchos quieran asfixiarse en la jaula con él. Definitivamente Nietzsche y Marx lograron ver la modernidad mucho mejor que muchos de nosotros. La base de todo son contradicciones y paradojas constantes que no podemos controlar. Debemos saber captarlas y lograr vivir con ellas. La idea central es que entendamos que retroceder en el tiempo y estudiarlos puede servirnos para lograr avanzar más: la regresión nos permitirá ir más adelante. EL FAUSTO DE GOETHE: LA TRAGEDIA DEL DESARROLLO Sin duda Fausto es el héroe de la modernidad. Pese a sus múltiples interpretaciones siempre posee las características de inconformista, intelectual y sospechoso, quien desencadena una terrible tragedia cuando pierde el “control” sobre las energías de su mente.El más aclamado de todos, tanto por New York Times como por Capitán América, es el de Goethe. Allí el mito de Fausto alcanza su mayor profundidad: ya no sólo hay ambición, también existe una visión genuina de la vida. Pushkin la denominó “la Ilíada moderna”. Goethe tardó 61 años en escribir el libro: desde 1770 hasta 1831. Y, como vemos, se llevó a cabo durante una de las épocas más tormentosas del mundo. Todo sufrimiento y desarrollo de Goethe es, en fin de cuentas, sufrimiento y desarrollo de Occidente completo.El sujeto/objeto de la transformación no es sólo el héroe sino el mundo entero. En un comienzo se es medieval/moderno y más tarde se es tan moderno como lo puede ser la revolución industrial: esa transición es uno de los hechos que el Fausto de Goethe refleja muy bien. Llamaremos a la “fuerza vital” que anima a Fausto en toda su historia como al deseo de desarrollo. Éste personaje no desea “en sí mismo” sexo, dinero,poder y fama, ya que su anhelo más profundo es que aquellos sólo sean medios que le permita vivir toda forma de experiencia humana posible. Desea, una vez curado del “afán del saber”, entrar en el torbellino que lo lleva del placer al dolor, de la alegría al sufrimiento. Lo que la historia de Fausto entrega, para la modernidad, es la idea de que no existe desarrollo personal (y cultural) que no vaya acompañado de
  • 5. desarrollo económico. Pero el punto central es el hecho de que, según lo expresa la historia, todo gran desarrollo termina por exigir grandes costes humanos; o, como diría Marx, sólo las “potencias infernales” son capaces de permitir que algo tan oscuro pueda ocurrir. Fausto de Goethe es la primera tragedia del desarrollo y sigue siendo la mejor. Primera Metamorfosis: el Soñador Cuando se levanta el telón, no por primera vez cronológica sino con respecto al inicio de la historia en sí, vemos a Fausto en su habitación solo a medida que avanza la noche: se siente atrapado; todavía es prisionero de su cárcel.(Él no sólo es caracterizado como un tipo exitoso, sino además como un intelectual profundo que posee una vida bien lograda) Siente que todo lo que ha obtenido suena a hueco, que todo es desecho: piensa que no ha vivido nada. Ve todo triunfo como algo personal pero a su “exterior” de la realidad: su cultura se ha desarrollado apartándose se la totalidad de la vida (§ 33). Está decepcionado y busca la forma de expresarse, de que su vida interior se desborde hacia el exterior: hacia la naturaleza y las personas. Invoca al espíritu de la tierra (¿Gaya?) y éste, al aparecer, lanza un epíteto burlesco que será clave para las generaciones futuras: señala que Fausto sólo ha deseado siempre ser una especie de Ubermensch(superhombre) pero lo que él necesita, auténticamente, es sólo volverse un verdadero Mensch (hombre).(Los problemas de Fausto se presentan no sólo como suyos: son los problemas de toda Europa antes de las revoluciones y marcarán, más delante, la pauta como fuente primaria del romanticismointernacional; principalmente en los países subdesarrollados) “Fausto se sitúa, como portador de una cultura altamente dinámica, en el seno de una sociedad estancada: desgarrado entre lo que parece interior y exterior” (§ 34). La esencia de Fausto esa noche, y de gran parte de Europa a fines del siglo XVIII, es una escisión que provoca dos sentimientossimultáneos e intermitentes: orgullo y vergüenza. Ya con el transcurso de la noche Fausto decide darse muerte: “encerrarse definitivamente en la tumba que se ha convertido su espacio interior” (§ 35).Toma un frasco de veneno, piensa en proceder cuando de repente suenan unas “campanas” y un gran coro de ángeles desde fuera: logra recordar su niñez, y todos los momentos felices que pasó cuando pequeño, y entonces se salva (Más adelante Freud y Proust explorarían la importancia de los efectos emocionales de las vivencias de antaño con más detalles). Ya en contacto con su infancia se percata que la vida de adulto lo ha forzado, indiscutidamente, a olvidar sus días de niñez. Se siente renovado. Se siente preparado para comenzar una nueva vida en el mundo exterior.(Vemos cómo la “liberación psíquica” que produjeron las campanas se vuelve un proceso clave en el desarrollo de la modernización, donde el renacer sólo puede surgir desde una emoción que, por cierto, más adelante seránegada en su tercera metamorfosis) Al comienzo, fausto está emocionado de estar de vuelta en el mundo (§ 37). Sale y se une a la multitud, esa a la cual evitó por años, y descubre, por ejemplo, la relación de sus propios sufrimientos y los del pueblo oprimido. Desentierra sus recuerdos, se vuelve feliz;pero en poco tiempo recuerda por qué abandonó ese lugar. Su padre era un “remendón ignorante” que mató a muchas personas haciendo uso de su licencia de médico, motivo por el cual la gente lo discriminó; desde muy pequeño. Recuerda que se fue porque buscaba escapar de ese estigma. Entonces, inesperadamente, así como el día le permitió que naciera una nueva esperanza, también trajo consigo una nueva desesperación. No puede volver a ser el niño de antes, ya que los años han
  • 6. pasado, pero tampoco puede alejarse demasiado de sus recuerdos, ya que aquello es lo que lo llevó ha estar a punto de matarse la noche anterior.A partir de ahora viven dos almas (¿ello y superyo?) dentro del pecho de Fausto. Debe buscar la forma de remontarse, de seguir siendo brillante pero no despreocuparse del mundo. La síntesis sólo se logrará mediante las “potencias infernales” que el diablo le proveerá.Pero todo éste desarrollo está acompañado de un montón de paradojas que deben ser asumidas en nuevo orden. Y el Mefisto de Goethe es el maestro de las paradojas. La primera, y la fundamental, es que toda creatividad y acto de bien proviene de la destrucción. Lo que sale de la nada es nada, de modo que sólo desde el todo, malvado por cierto, pude renacer la creación. Al parecer“sólo aceptando el mal y “destruyendo” todo podrá acercarse a Dios y “crear” el bien” (§ 39). La paradoja fundamental que Mefisto entrega al hombre moderno es que “la única forma de librarse de la culpa, y ejecutar “destrucción” de todo, es aceptando que no hay otra forma de llevar a cabo el acto de creación” (§§ 39-40). Ésta es la dialéctica de la modernidad: para crear primero hay que destruir. No hay otra forma de avanzar. Según Mefisto, de eso se trata la vida.El capitalismo, por lo tanto el dinero en general, aparece como el mediador fundamental que permitirá el desarrollo Fáustico. Es la fuerza fundamental, es lo que permitirá explotar la vida humana y sacarle todo el beneficio: pero no con fines de acumulación de riquezas, si de exper-iencias. “Se nos presenta una economía de desarrollo tal que es capaz de transformar hasta la pérdida humana más terrible en un motivo de crecimiento y ganancia” (§ 41). La clave de Mefisto en temas de método es la velocidad. Todo quien dese “hacer grandes cosas” en el mundo debe moverse velozmente. Esto volverá a Fausto no sólo exitoso, sino tambiénatractivo; y ésta es la clave de sus segunda metamorfosis. Tanto socialismo como capitalismo, en el primer o en el tercer mundo, un punto clave es el hecho de quesiempre hay tres elementos que se relacionan simbióticamente: dinero, sexo y velocidad. Fausto lo sentirá, y junto con ello también comprenderá que lo más importante no es “saber dónde se va” sino simplemente ha de “mantenerse en movimiento”. Lo importante es el proceso no el resultado. O como respondería Mefisto más adelante: eres,finalmente, lo que eres. Segunda Metamorfosis: el Amante Pese a que la heroína de Goethe, Margarita, parece ser demasiado buena, o increíblemente inocente, como para ser real, su tragedia, su historia junto a Fausto, es considerada como una de los grandes relatos amorosos de la historia.Pero no hay que confundirse, la historia no es melodrama amoroso: es tragedia. Fausto, Margarita y el “pequeño mundo” (aquel que le dio vida a través de las campanas a Fausto en sus inicios) son los protagonistas: la sensibilidad moderna de la nueva vida de Fausto deberá chocar, mediante el lazo amoroso con Margarita, con aquel lugar conservador y machista que le precede. Irónicamente, gracias a Mefisto Fausto parce haberse convertido en un hombre mejor. Renace y descubre, mediante actitudes y artificios que prestan ayuda, el poder de la sexualidad que hay en él. Además, gracias a su pacto con el diablo Fausto está provisto de suficiente dinero como para hacer lo que desee; es libre(física y espiritualmente). Ahora el protagonista emana encanto, seguridad y sensualidad, ya que Mefisto le ha enseñado (¿diabólicamente?) a confiar en sí mismo.Pero su crecimiento y desarrollo real no son superficiales: no sólo está preparado para el sexo sino además para el amor.
  • 7. Margarita es percibida por Fausto como el símbolo de aquel mundo que él a dejado atrás. Irónicamente, lo conmueve y cautiva su simplicidad pueblerina y su humildad cristiana. Y e allí el origen de la paradójica tragedia: la única manera de que Fausto pueda demostrar su amor a Margarita es destruyendo su pueblo; su mundo. Margarita al conocer a Fausto, y ser cautivada por sus regalos, presenta dentro de sí una revolución muy fuerte. Esto la llevó a reflexionar, y con ello a sentirse ajena al mundo al cual pertenece. Cambia la opinión sobre sí misma; se ve amada y deseada, y entonces tiene lugar sobre ella un fuerte cambio. Pese a que Fausto parece no exigirle nada, ella se presta dentro de un proceso de “desarrollo”: ya que Goethe muestra como se vuelve cada vez más lista, pues solamente con inteligencia puede superar los trastornos emocionales que experimenta (§ 46).Entonces ocurre el primer nivel de tragedia: la chica que fausto amaba desaparece entre sus brazos en medio de una relación perfecta. Ya no hay inocencia, ni ingenuidad; ya no hay niña angelical. El amor la ha hecho crecer. Si bien Fausto está feliz de verla crecer no logra percibir el descontento del entorno de su amada con respecto al cambio. En poco tiempo, Margarita recibe sólo la simpatía de su amado, ya que todo su entorno le da la espalda. Fausto no soporta la situación y decide escaparse, lejos a una caverna, con su amada para distraerse de lo que pasaba. Entonces interviene Mefisto y ofrece una fuerte y sincera critica a la actitud de su compañero: expresa que no existe tal naturaleza desprovista de conflictos, perfectamente tranquila, sólo contemplativa, aquello es una mentira cobarde.Lo incita y orienta, sorprendentemente, en pos de la responsabilidad de las consecuencias de sus actos, de lo que ha creado en el entorno de Margarita.Entonces la emoción de culpa que lo aprisiona lo autoengaña y autoprotege a tal punto que decide escapar. Se divierte, vive y conoce mujeres con más experiencias y decide no volver a ver a su antigua amada. Pero mientras tanto el pueblo da la guerra absoluta a Margarita, incluso su hermano dice odiarla, después de que antes la señaló como un ejemplo, ya que se descubre que está embarazada. Finalmente, tienen lugar una serie de hechos trágicos que cierran la historia de amor. Fausto se encuentra con Valentín, hermano de Margarita, se pelean y éste último muere. Más tarde muere su madre y entonces Margarita es culpada por ambos asesinatos. Matan a su hijo y ella es encarcelada. Fausto corre a rescatarla, pero ella no accede ha escapar con él: dice que lo que le asecha está dentro y ya no puede escapar a ello. Decide quedarse y morir; trágicamente. Fausto se enfrenta a Mefisto y exige explicaciones, entonces el diablo responde con cierto tono sincero y abismante: El crecimiento humano tiene sus costes humanos; todo el que lo desee deberá pagar el precio, y el precio es alto (§ 49). Ya no había salida, no existe solución al drama, y tampoco lo hubo antes de su muerte: jamás existirá espacio para el diálogo entre un hombre abierto y un mundo cerrado. Entonces la conclusión que Fausto saca de su relación fallida con Margarita es elemental y sucinta: “si desea buscar su propio desarrollodeberá hacerse cargo de lo que esto implique: esto puede ser el desarrollo de la otra persona, o su perdición”. Sin embargo debemos hacer justicia con Fausto y reconocer lo mucho que Margarita deseaba su perdición. Su muerte es trágica, ya que su autodestrucción es el más alto nivel de desarrollo al cual podía aspirar. En su caso, la devoción ciega y autoumillación son su virtud. Está dispuesta a renunciar a todo, moralmente, con tal de mantener fe en sus creencias.Sin duda, pese a todo, esto es un ejemplo de aquello que fue barrido por los procesos de modernización.
  • 8. Tercera Metamorfosis: El Desarrollista En un primer momento vimos a Fausto solo, vivía de sueños. En una segunda instancia lo vimos cómo aprendía ha amar. En esta tercera fase es cuando el desarrollo de todo sus impulsos personalesse une con los “colectivos”, a saber, tanto políticos como económicos y sociales en general: aprende ha destruir (el mundo antiguo) y luego ha construir sobre las cenizas (el gran nuevo mundo). Ha llegado la hora de cambiar no sólo su propia vida, como en los dos primeros estados, sino la de todos los demás. La trama de ésta última metamorfosis comienza en un cerro. Tanto Mefisto como Fausto han vivido mucho pero han quedado en nada. Desde allí surge el deseo de movimiento que lleva a Fausto a pensar en grande. Desea no seguir siendo víctima de la “tiranía de la naturaleza”, decide revolucionar el entorno y construir un mundo de cooperación y trabajo más seguro (nótese que esto fue escrito en los últimos años del siglo XVIII).Arma entonces una serie de proyectos que tomen la energía de la naturaleza y la transformen un beneficio para la humanidad, ya que ya no basta sólo moverse por el mundo: hay que mover el mundo (en sí). Súbitamente nos encontramos en el punto nodal de la historia de la ciencia moderna (§ 54): ha nacido la idea de la división social del trabajo. Pero Goethe sabe perfectamente que el tema del desarrollo es algo estrictamente político. Si bien son Fausto y Mefisto quienes toman la iniciativa de generar proyecto que produzcan los movimientos (de destrucción y construcción) en el entorno, ellos son financiados por un emperador. El trueque es evidente: el desarrollista es una herramienta del gobernador para adquirir más poder aún, mientras él se contenta sólo con el hecho de ver cumplir sus proyectos en el tiempo. Fausto entonces dispone no sólo de dinero, sino de mucho territorio y gran cantidad de vidas humanas. Nos encontramos, finalmente, con la “fuerzas infernales” de Marx: aquel poder de la organización industrial moderna; lo que le da, a su vez, poder sobre la fuerza de trabajo. Fausto sabe que sus proyectos son de tal envergadura que la humanidad podrá disfrutar de ellos aunque él ya no esté en el mundo. También cree que el sonido de las palas, como antes Margarita y como antes las campanas, le han devuelto la vida.Busca crear una comunidad que sea libre en su actuar (täting-frei) y que ya no se le ejerza represión en su individualidad. Y esto es clave, ya que el motivo por el cual toda la comunidad ofrece su fuerza u voluntad en el trabajo duro es porque se sienten partícipes y comprometidos con el proyecto: ansían triunfar y es allí donde se produce una causalidad interesante: el propio desarrollo de la humanidad afecta en el autodesarrollo de cada individuo. Parece ser que todos están cómodos: gobernadores, desarrollistas y trabajadores. Vemos por qué Fausto se convierte en el héroe arquetípico de la modernización: parece haber logrado que toda la humanidad estémejor; crezca espiritualmente. Pero éste tipo de héroe, para ser heroico debe ser trágico. Dentro de todo lo que Fausto “sí ve” (las construcciones, los caminos y las grandes ciudades) se ignora mucho; aquello que “no ve” (principalmente, el coste de aquello que hubo que sacrificar para que todo pudiera llevarse a cabo). Irónicamente, su tragedia surgirá de su deseo de eliminar la tragedia de la vida(§ 58). Un día Fausto supervisa su obra y da cuenta de cómo todo lo que le rodea ha sido creado a su imagen. Pero en el fondo existe, cerca de la costa, un pequeño terreno que aún no ha sido
  • 9. modificado. Allí viven don ancianos, Filemón y Baucis, desde tiempos inmemorables.Se presentan como un par de ancianos generosos, devotos y humildes, y parecen ser la única vida y fuente de alegría dentro de tanta tierra miserable que los rodea.Entonces Fausto se topa con una hecho particularmente moderno: “en el camino del progreso, y del desarrollo, existirán personas, por lo general obsoletas y anticuadas, que se interpondrán en el camino” (§ 59).Y la resolución de Fausto, como fiel desarrollista, es tratar de deshacerse de ellos como sea con tal de ver culminada su obra; aquí es cuando comete su primera maldad consiente. Ordena a Mefisto que quiten de allí a esos ancianos, él sóloquiere llegar al día siguiente y ver el terreno despejado, libre para terminar el proyecto. Y éste también es un tipo de mal particularmente moderno: “indirecto, impersonal, mediatizado por otras personas y por papeles institucionales” (§§ 59-60). Mefisto vuelve al día siguiente y explica a Fausto que todo está listo. Pero Fausto, perocupado, pregunta qué pasó con ellos: a lo que se responde que fueron asesinados y su casa quemada.Entonces Fausto se siente horrorizado y ultrajado, tal como se sintió ente el destino de Margarita (§ 60).Se enfurece y despide a Mefisto. Y entonces vemos cómo opera la tragedia del desarrollo: Fausto, dentro de toda su ingenuidad, hasta el último momento antes del crimen pensaba que se podía construir un mundo nuevo sin destruir nada. Al parecer, su deseo narcisista de poder no le permitió ver qué ocurría; ésta es sin duda la historia más vieja del mundo. Pero, con el fin de hacer justicia con Fausto, hemos de reconocer que Goethe expone una cuestión bastante especial en la historia: en el límite parece sólo aparece lo bueno, lo mejor. Es extraño que desde el mismo mundo que él odiaba, el de su infancia, y que destruyo también a Margarita, es aquel mundo, gótico cerrado y vicioso,el que dio vida a Filemón y Baucis. Ellos son, sin duda, lo mejor que puede ofrecer el antiguo mundo: quizás es por eso que la pérdida duele tanto a Fausto. Hay, aún, una paradoja que debemos señalar: sólo desde el mundo antiguo, aquello que se busca destruir, es donde puede nacer la fuerza para levar a cabo los procesos de modernización.Y además, irónicamente, una vez que el desarrollista ha destruido el mundo premoderno, ha destruido toda su razón de estar en el mundo (§ 62). Es una teleología que se ve agotada por su propio fin: una vez que se eliminan todos los obstáculos, el mismo desarrollista se convierte en uno. La amenaza de la libertad de Fausto no emana de la presencia de esas fuerzas oscuras, sino de la ausencia que pronto ellas les imponen (§ 63): ya que lo más terrible no es lo que se vive en el exterior, sino la zozobra: esa inquietud propia del interior de la conciencia que no le permitirá vivir tranquilo. En medio delos ruidos que le hacen sentir tan vivo (los de las palas y construcciones) es donde, también, se siente, por primera vez, “dispuesto” ha morir. Epílogo: la época Fáustica y la época Seudo-fáustica Sin duda la analogía más clara acerca de la idea central del texto de Goethe es la expansión industrial que Inglaterra estaba experimentando en la década de 1760. Según Lukács Fausto forma parte de una primera fase en el desarrollo “capitalista”, y justamente ese es un problema: ya que Fausto jamás mantuvo intereses capitalistas. Parece ser Mefisto quien posee un gran don para hacer dinero y analizar el cómo del desarrollo de los proyectos del propio Fausto, quien, a saber, jamás buscaba intereses propios sino un beneficio general (futuro) para toda la humanidad. En fin de cuentas, lo que Goethe quiere decir es que los horrores más profundos del desarrollo fáustico nacen de sus objetivos más honorables y de sus logros más auténticos(§ 64). Fausto jamás fue un capitalista, una persona que pensara en los beneficios del momento y la acumula-
  • 10. ción de riquezas, sí era un apasionado socialista: anhelaba una utopía que lograra sostener a la humanidad no ahora sino en un futuro no muy lejano. Goethe, en la década de 1820, formaba parte de un grupo de lectores de una revista llamada el Le Globe. Allíes donde se organizaba parte de un movimiento denominado el saintsimoniano: donde, a diferencia del capitalismo, se buscaban proyectos de gran envergadura y a largo plazo. Ésta utopía, ese anhelo de un mundo mejor “después”, es lo que conquistó la mente de Goethe.Lo que el autor se propone con Fausto es una transposición poética de la visión y proyectos del Saint-Simon: a ésta síntesis de ideas y esperanzas es lo que llamaremos el modelo fáustico del desarrollo.En contra de una mayoría de empresarios aislados y competitivos se buscó integrarlos a todos en una misma unidad que busque el bienestar de la humanidad; pero en éste camino se necesitarán de dos agentes pensantes: un Mefisto, esto es un filibustero y depredador privado que hace el trabajo sucio, y un Fausto, es decir, un planificador general que guía el trabajo en su conjunto. Dentro de una humanidad que aspira al desarrollo constante, a la aventura y la expansión, el Saint-Simon y Goethe ofrecen un papel inquietante, y muy ambiguo, para los empresarios e intelectuales de la época: un líder que posee recursos materiales, técnicos y espirituales capaces de transformar la vida social; esto justo en un momento en el que las guerras mundiales favorecieron a que el poder privado se equiparara al público. Sin importar la ideología el desarrollo se presenta como una necesidad creada por todos: una necesidad que puede ser satisfecha mediante el modelo social creado por Goethe, quien, a saber, nos advierte que está lejos de ser un camino limpio: lo presenta como una convergencia de tragedia y sangre en donde se corre el riesgo de que, en ciertas instancias, una gran cantidad de poder y riquezas se acumulen de forma incontrolada en un pequeño sector. Recordemos que según el Mefisto de Goethe la clave es la rapidez. La historia muestra que todo desarrollo rápido lleva a una represión rápida, y ésta manifestada de dos formas brutales: una es i) la explotación de los trabajadores y la otra ii) una forzosa destrucción del pasado histórico de las sociedades.Pero existe un detalle, una diferencia fundamental entre los gobiernos y proyectos Fáusticos y los Seudofáusticos: y es que en el segundo caso la muerte de Filemón y Baucis parece no haber servido de nada. Poderíos como los de Stalin muestran cientos de horrores y sacrificios, pero no podemos, así mismo, jactarnos de ningún beneficio.En el cuento FroimCrach de Isaac Babel se nos presenta, puntualmente, un diálogo entre miembros policiales que rescata lo más crudo en la búsqueda del desarrollo: mientras un recluta reclama contra un compañero por la aparente muerte “innecesaria” de un ciudadano, el colega le responde con la siguiente frase –dime como chequista, dime como revolucionario: ¿de qué servía este hombre a la sociedad del futuro?-Los Seudofáusticos del tercer mundo han manipulado a tal punto las ideas, imágenes y símbolos del progreso que ha llegado ha cometer las atrocidades más horrorosas sin haber llegado a ningún lado. Recordemos la cláusula inicial de Fausto con el Diablo: si te detienes, serás destruido. Vemos cómo el movimiento se transforma, junto a la rapidez del mismo, en el factor fundamental del desarrollo. En Europa lo vemos manifestado de manera auténtica: se han construido plantas nucleares, ciudades, carreteras, etcétera, todo en poco tiempo y abarcando el mayor territorio posible. Pero el ritmo parece ser tan veloz que, incluso, quienes hoy son un Fausto pueden en poco tiempo convertirse en un Filemón y Baucis: el estorbo del progreso.
  • 11. Pero ¿de dónde viene ese incontrolable deseo de volvernos un Fausto? Según Norman Brown, investigador de corte psicoanalítico, el deseo del “progreso infinito” radica en que dicho deseo no sólo es consiente sino además inconsciente. Explica que para desapegarnos de aquello debemos renunciar al anhelo inherente de “querer hacer historia”, y volvernos hacia lo que ya existe y preocuparnos más de simplemente vivir.Después de todo, ocupare de Fausto es algo fáustico. En la década de 1950 Fausto aún desempeñaba importantes papeles simbólicos, tanto como un “exorcista” (Norman Mailer) como un “pastor” (científico). Ahora, no obstante, en virtud de su propio éxito, el hombre fáustico se ha vuelto históricamente obsoleto (§ 74).Parece ser que el desarrollo económico y social ha llegado al final del camino: ¿por qué entonces necesitaríamos de un “Fausto”?la propia selección natural parece haber expulsado a Fausto del mundo que él mismo había creado. Muestra de esto es la generación más joven, quienes no se preocupan de los logros sino sólo de vivir el momento. Ésta época, absolutamente optimista, no duró mucho tiempo ya que, en medio de la confianza, se presenta una fuerte crisis de temas energéticosque fue el primer indicio de que Fausto ya no era necesario para la humanidad. Aquí es cuando la historia da un vuelco devastador: la crisis llevó a la amargura, la amargura al pánico, el pánico al autoanálisis y éste último, luego de incesantes cavilaciones, al odio: el odio a la mismísima figura de Fausto. Fausto ahora se convierte en el demonio que separó alser humano de la naturaleza y lo llevó a la catástrofe: ha convertido el mundo en un hábitat sobrepoblado y saqueado donde todos están destinados ha perecer.Como diría James “pareciera ser que el deseo de saber puede ser un mortal deporte cultural”. Nuevamente Fausto parece ser innecesario para la vida en sociedad. La década de los sesenta y de los setentas quería acabar con la imagen de Fausto: querían deshacerse de ese demonio que sólo anhela una expansión insaciable. Pero esto convierte la tragedia de Fausto en melodrama. El vacío intelectual que se forma cuando sacamos a Fausto de la esena es inminente: paradójicamente, la única forma de pensar en pequeño es mediante la extravagante y sistemática forma de pensar en grande.El problema no es lo que Fausto propone sino aquello que hacemos con el método mismo. Las mismas emociones pueden canalizarse tanto en como culpa y como en responsabilidad: hasta llevar ha acciones que permitan la supervivencia de la humanidad. Finalmente, hemos de tener claro que el camino Fáustico del desarrollo puede canalizarse por las emociones de la supervivencia y el bien colectivo o por la egoísta y obsesiva intención de poder y saber. Y es aquí donde el papel de la sociedad en sí, y el pueblo, es muy importante: es responsabilidad de ellos, de todos nosotros, que el desarrollo vaya por el buen camino. Fausto ya no es un personaje; sí una sociedad completa. En conclusión, Fausto es una tragedia que nos enseña que “lo más importante no es que el hombre sirva al desarrollo, sino que el desarrollo sirva al hombre” (§ 80). Lo indispensable no es hacer historia, sino vivirla. TODO LO SÓLIDO SE DESVANECE EN EL AIRE: MARX, EL MODERNISMO Y LA MODERNIZACIÓN Fausto nos enseñó cómo es la expresión de búsqueda del espíritu moderno; pues Marx y su “materialismo histórico” nos enseñan cómo se comporta la modernidad una vez alcanzada. Tanto
  • 12. Goethe como Marx pensaban que la “vida moderna” implica un todo coherente, por ello es que éste capítulo tiene como finalidad dar ha conocer la visión del alemán respecto de la vida y la experiencia en la modernidad como un todo. Actualmente diferenciamos, contemporáneamente, la “modernización”, entendida como manifestación económica y política, y el “modernismo”, que tiene relación más con el arte y la cultura en general. Algunos creen que Marx sólo corresponde al extremo primero, pero pareciera que mientras más nos acercamos a sus escritos menos sentido tiene éste estricto dualismo: Todo lo sólido se desvanece en el aire. Todo lo sagrado es profano, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas. Éste pequeño extracto del Manifiesto (traducción de Samuel Moore, 1888)nos muestra el tono apocalíptico y ambiguo que distingue el sello de la imaginación moderna. Vemos, además, que se profesa la destrucción de lo sagrado, lo cual es un tema, dicho sea de antemano, que no se agota simplemente con lacuestión de Dios.Marx busca dar solución a sus problemas contemporáneosno sólo con lo que se ve, sino además con lo que no está presente (todo lo sagrado es profano… ). Además presenta de forma novedosa al hombre tanto por objeto como por sujeto de su propio proceso: que hace que todo lo sólido se desvanezca en el aire. Se considera que vale la pena otra interpretación del Alemán ya que Marx nos puede decir tanto acerca del modernismo, como éste puede decirnos acerca de él (§ 84). Tanto la modernidad ilumina a sus personajes como también ellos son capaces de echar luces sobre los rincones más oscuros de ésta; y Marx nos ofrece una luz muy particular. La visión Evanescente y su Dialéctica El drama básico por el que es famoso el Manifiesto es el desarrollo de la burguesía y el proletariado y la lucha entre ambos (§ 85), pero existe, a más largo plazo, otro conflicto que inquieta al autor: su tensión entre la visión “sólida” y la visión “evanescente” de la modernidad. La primera parte del Manifiestomuestra el sólido meollo del proceso de modernización a través del cual el mercado mundial se expande, absorbe y destruye todo mercado local y, junto con esto, la producción y consumo se hace cada vez más internacional; y cosmopolita. Las demandas humanas crecen, la comunicación abarca mayor territorio, el capital se centra cada vez en menos manos, la fabricación es cada vez en cantidades mayores y de manera más autómata: se canaliza el poder en las ciudades y los pobres deben dejar su hogares y formar parte del fenómeno de centralización. Estados nacionales generan poder y manipulan capital internacionalmente: y al mismo tiempo trabajadores despiertan y deciden luchar por recuperar su dignidad. Se ha creado el capitalismo. Ésta marcha desesperada y ritmo frenético impuesto por el capitalismo, según Marx presenta el principal aspecto de lo que caracteriza a la Burguesía: son revolucionarios. Y es aquí donde nos encontramos con la primera paradoja: Marx alaba éste papel, lo exalta, expresa que nos ha mostrado lo lejos que puede llegar la actividad humana. Piensa que todo los sueños de antiguos intelectuales, poetas y artistas se ha hechos realidad gracias a la actividad de la Burguesía. Han creado maravillas como las pirámides y catedrales (fenómeno de la construcción), y han realizado campañas tan grandes como las cruzadas (fenómeno del desplazamiento).
  • 13. Si bien Marx se identifica como materialista, no está primordialmente interesado en las cosas que crea la burguesía. Lo que le importa son los procesos, los poderes, las expresiones de la vida y la energías humanas (§ 88). Lo que sorprende a Marx es el proceso más que el producto. La burguesía le ha mostrado una vida organizada y re-organizada en acción que ha logrado, por primera vez en la historia, que el hombre “cambie el mundo” (giro antropológico Kantiano importante).Pero a la Burguesía, pese a todo, no le interesan las acciones sino su resultado: es el plusvalor, el dinero, aquello que los motiva. Pero Marx cree que la acción “revolucionaria práctico/crítica” que acabará con la propia Burguesía será generada por las propias fuerzas activas que la propia Burguesía permitió que existieran. La segunda paradoja entonces, descrita por Marx, es que la propia virtud del burgués será aquello que lo lleve a la destrucción. Ésta es la primera vía de escape que él nos presenta. Lo segundo que Marx alaba es la cuestión del desarrollo. Piensa que, debido a que la economía capitalista está sometida siemprea competencia, el constante impulso de renovación y cambio propio del capitalismo, que fuerza a todos ha innovar, lleva a una todos a una revolución constante que trasciende lo empresarial y llega, inclusive, a lo social. Quien no se desarrolla es víctima de la modernidad. La segunda vía de escape presentada por Marx, que surge desde aquí, es que, debido al obsesivo y constante impulso de revolución causado por el capitalismo, el sistema social tenderá ha desbordarse en algún momento. Marx explica que todo cambio de “producción” es un cambio que afecta, tarde o temprano, en lo “social”: Una revolución continua en la producción, una incesante conmoción de todas las condiciones sociales, una inquietud y un movimiento constantes distinguen la época burguesa de todas las anteriores. Todas las relaciones estancadas y enmohecidas, con su cortejo de creencias y de ideas veneradas durante siglos, quedan rotas; las nuevas se hacen viejas antes de haber podido osificarse. Todo lo sólido se desvanece en el aire. Todo lo sagrado es profano, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas. La tercera paradoja entonces es la siguiente: las vidas del proletariado están sujetas y controladas por un sistema que se sustenta a sí mismo sobre la crisis y el caos. El constante cambio y movimiento que parece destruir el sistema, en su efecto realmente lo fortalece.La estabilidad toma la forma de la entropía (la verdadera destrucción definitiva) y la dialéctica central de los procesos pasa a caracterizarse en una co-determinación constante entre “destrucción y construcción”: allí se esconde el fundamento de la verdadera fortaleza capitalista. Y esto, como ya se mencionó, trasciende lo empresarial: a partir de ahora todas las mujeres y hombres deben buscar el cambio, o serán devorados por la vorágine del capitalismo burgués. Ya no se debe añorar lo enmohecido niestancado,ya que esto se habrá hecho viejo antes de haber podido osificarse. Es por esto que, al igual que el Fausto de Goethe, todo desarrollo en tema humanístico es impensado sin antes ejercer primero un desarrollo económico. Ésta es la postura que Marx adopta entusiastamente de la estructura de la personalidad producida por la economía (§ 91).Pero dentro del desarrollo interno de la dialéctica de la modernidad que esgrima el capitalismo todo debe ser, pragmáticamente, útil y, potencialmente, traducible en valor de mercado: ha de ser comerciable. Por otro lado, si las formas de vida capitalista(valor de cambio, propiedad privada, trabajo asalariado, persecución insaciable de ganancias) hacen que todo cambie ¿por qué no lo debería hacer la burguesía como clase dominante también?La esperanza de Marx está puesta jus-
  • 14. tamente en la posibilidad de que el calor mismo de las energías capitalistaspermita que se desvanezca el poderío de la Burguesía. Espera, y anhela, que la modernidad en su versión más plena y profunda pueda dar desarrollo no sólo a la sociedad en sí misma sino a todas las personas “individualmente”. Pero no mediante la reminiscencia de esencias prescritas de antemano, sino a través de un continuo proceso de perfeccionamiento que no tendrá fin. La AutodestrucciónInnovadora Si bien Marx exalta los ideales básicos de la burguesía, existe un lado oscuro que ningún capitalista desea reconocer; ni consiente ni inconscientemente. Si piensan que es el hecho de “explotar a las personas y tratarlas como medios” es probable que estén equivocados: lo hacen entre ellos mismos y consigo mismos, así que no debería darles pudor hacerlo con otros. La verdadera fuente de problemas es la pretensión burguesa de ser el “partido del orden” en la política y la cultura modernas (§ 95) y esto por un motivo muy sencillo: “todo lo que ellos construyen fue hecho, técnicamente, para ser destruido”. Lo patético de las construcciones burguesas es justamente esto: fueron hechas para ser destruidas y que más tarde, en su lugar, se construya algo “mejor”;todo lo sólido se desvanece en el aire. Al parecer sus edificios no son tan parecidos como creíamos a las pirámides y catedrales más antiguas, ya que un Burgués destruiría el mundo si esto fuera rentable: son la clase dominante más destructiva de toda la historia; ese es su gran secreto. Como vemos, todo impulso de destrucción nihilista que conocemos de la modernidad tiene, según Marx, sus orígenes no sólo en la “muerte de Dios” sino además en el mundano funcionamiento de la economía de mercado. Pero la potencia de producción y cambio creada por la Burguesía parece haber perdido el control: el mago parece ya no ser capaz de dominar las potencias infernales que desencadenó antes con sus conjuros. El precio que se debe pagar, en pos de la sustentación de la creatividad Burguesa, es la forma de sostener el inmenso “vacío moral, social y psíquico” que han dejado a su paso. Al igual que en el Frankestein de Shelley la Burguesía, en pos de expandir su poder y creatividad, desencadena fuerzas demoníacas que irrumpen irracionalmente fuera del control humano. Ésta parece ser la tragedia de la Burguesía: la modernidad conocerá la felicidad más radiante pero también la desesperación más sombría. Pero para Marx no hay tragedia, ya que él piensa que los aprendices de mago, el proletariado, serán quienes tomen el control de las fuerzas fáustico-frankesteiniana. Esto será lo que lleve a la modernidad a su propio final feliz. Marx parece sentir que las propias crisis que llevan a que todo proceso productivo del capitalismo se destruya para dar lugar a la oportunidad del progreso es aquello que permitirá que el capitalismo mismo se autodestruya algún día. Pero la realidad no nos muestra eso. Lo que sí vemos es que todo acto destructivo está orientado lejos del poder social hacia los más débiles: el caos es re-direccionado de modo que la Burguesía queda intacta. Aquí es cuando nos topamos con la cuarta paradoja fundamental: debido a que todo lo sólido se desvanece en el aire, el comunismo, si llegara ha tener el poder, tendría como única solución de sobrevivencia el dejar de lado el capitalismo, esto es, abandonar por completo la posibilidad del “libre” desarrollo de todos en pos del bienestar de la comunidad. Como vemos, la única forma de comunismo que existe es la no-comunista. Si se diera rienda suelta a la indi-
  • 15. vidualidad nada garantiza que los propósitos sociales se cumplan. Una vez más, todo lo sólido se desvanece en el aire. Desnudez: el hombre Desguarnecido Ya vimos, con respecto al párrafo principal del Manifiesto, las partes de lo que se desvanece, lo profano y que no se alcanza ha osificar. Ahora corresponde entrar en el tema de la “forzada consideración serena de las personas a sí mismas y con los demás (recíprocamente)”. Al igual que en la tradición filosófica, Marx hace uso de un dualismo. Así como existe cuerpo y alma, entre otros, el decide usar lo desnudo versus lo cubierto. Lo falso es aquello que pertenece al pasado histórico (lo que no alcanzó ha osificarse) (las ropas) y lo que sí existe es aquello que tenemos aquí y ahora en el mundo físico y social (lo recién descubierto). La dialéctica de la desnudez es presentada por primera vez en El Rey Liar de Shakespeare: para Liar, la verdad es aquello a lo que se debe enfrentar el hombre cuando le han quitado todo menos la vida misma.Es allí en la pobreza, desnudo, donde Liar se ve, por primera vez, en reconocimiento de otro como ser humano: traspasa todo límite y alcanza un aumento de sensibilidad que le permite, en una soledad aparente en el frío, acabar con su soledad genuina interior, alcanzando el calor que entrega que se encuentra en sus semejantes. Como podemos ver, para Shakespeare el punto de partida de la sociedad y humanidad real es la desnudez total. En el siglo XVIII las metáforas de la desnudez se expresan con más fuerza. Tanto en Rousseau como en Montesquieu se muestra que la libertad e igualdad se hace visible lejos de los velos, despojándose de todo aquello que lo pueda obstaculizar en el camino. Sorprendentemente, a nadie parece importarle qué será exactamente de la vida de cada sujeto: lo que sí creen es que de esa forma, y sólo así, se logrará alcanzar ser “mejor”. Pero ésta desnudez idílica profesaa por los philosophesno era la misma de otros escritores como Burke, quien creía que ésta idílico condición es nada y “de la nada, nada sale”. La profundidad dialéctica de la desnudez es retomada por Marx,usada como medio para exaltar al pueblo, a su calor comunitario y esperanza, en contraposición de los jefes tiranos, y su frío interés en la gente. Pero Marx no cae en el patetismo de Rousseau ni en la comodidad política de Burke: él trata de sacar lo mejor de ambos. No se debe caer en puro individualismo ni en puro colectivismo. De todas formas hoy nos topamos con un problema mucho más espinudo: el hombre desnudo de “hoy” parece ser mucho más misterioso que el enmascarado de “ayer”, ya que debajo de la máscara parece no haber nada real y uniforme que los identifique a todos. La Metamorfosis de los Valores Uno los factores fundamentales en la crítica de Marx hacia la sociedad Burguesa y sus creaciones capitalistas en la sociedad es la implantación despiadada y destructiva del nihilismo, regida por el primigenio principio desalmado de la “libertad” de comercio.La sociedad, dice Marx, no ha borrado nada del mapa, lo ha captado todo, pero ya no con el valor simbólico de antes, su esencia o trascendencia, sino como simple valor de cambio, como mera mercancía: la antigua metafísica es suplantada por mera economía. Pareciera ser que para el burgués es más importante la libertad propia del comercio que la de las personas. Ya nada parece tener valor propio, sí un precio bien definido: en esto consiste el nihilismo moderno.
  • 16. La pregunta que nos podemos hacer ahora es ¿en la realidad, la economía de verdad es libre? Una de las bases del capitalismo es la libertad de mercio, esto es, aquello que permite que todas las personas tengan de donde elegir a la hora poder tomar decisiones. Pero incluye también lo político y lo cultural. De ser así incluso el comunismo, con su precio y su demanda, y su capacidad de ser vendido, podría ser parte de ésta amplia gama de ofrecimientos. Por ello, Marx cree que el mismo capitalismo prepara las pistas para que el comunismo se haga conocido y llegue a todas las personas; esa es su fe. Pero esta curiosa libertad supone dos problemas importantes que deben ser analizados: i. ii. Vemos, por un lado, que la libertad económica, cultural y política no es tal: existe restricción, censura y prohibición de todo aquello que afecte al dominio del poderío Burgués. El mercado, la política y la cultura no se desarrolla dialécticamente en sí misma: es manipulada y controlada y, sin ningún respeto, rescatada de todos los peligros inminentes que trae consigo la competencia y el riesgo al cambio. Otra cuestión curiosa es la extraña convivencia que se generaría entre burgueses y opositores si realmente existiera la desalmada libertad de comercio. Es decir ¿de verdad creemos en la idea de que el propio devenir competitivo del capitalismo podrá obligar a la Burguesía ha transformarse en verdaderos promotores de la oposición radical?Pese a esto Marx no se ve preocupado: debe creer que aquello no alcanzará ni siquiera ha osificarse antes de quedar obsoleto. La Perdida de laAureola Otra explicación que Marx da al tema de las ambigüedades y nihilismos propios de aquello que fue implantado por la Burguesía es a través la siguiente idea: la Burguesía ha despojado de su aureola a todas las cosas que, como símbolo de “experiencia”(no creencia) sagrada o religiosa, antiguamente fueron signo de respeto y reverencia. Ahora todo lo sagrado es profano, de modo que ya no existe temor ni resplandor en las cosas: ya nadie siente miedo a nada por lo que se siente en la osadía de hacer lo que sea; pero a partir de éste momento todos son iguales: espiritualmente ya no hay diferencias. Ahora todos se ven enfrentados en el mismo plano, y prueba de esto es, por ejemplo, la revolución Francesa. Pero Marx cae en su propio juego, ya que al despojar a todo intelectual de su aureola y factor sagrado, es a él mismo a quien primeramente perjudica. De todas formas, los describe como un punto intermedio entre el proletariado y la burguesía: ganan más dinero que la prole pero se ven sometidos a exigencias mucho mayores. Recordemos que en la modernidad ningún intelectual genera grandes trabajos sin el financiamiento de capital por parte de un Burgués.Y lo que es peor: la creatividad de los intelectuales es usada por los procesos productivos hasta tomar formas que horrorizarán al creador. Ya han entregado todo su ser y dependen del mercado. Es fácil imaginar a los intelectuales tratando de generar salidas radicales desde su trágica condición de asalariados, pero hay un dato que debemos considerar: producto de la propia dialéctica con la cual se nutre el capitalismo (destrucción y construcción; crisis e imaginación) toda revolución, todo movimiento radical, más que ser una forma de terminar con el sistema y derrocarlo, termina por ser una elemento más que le permite nutrirse y levantarse con más fuerza que antes.Ya el propio capitalismo crea sus propias revoluciones internas que le permitan su auto-
  • 17. destrucción: dentro de ésta lógica los intelectuales sólo son parte de su propia dinámica de desarrollo. El capitalismo tiene lacapacidad de negar sus propias negaciones internas: se nutre y prospera gracias a la oposición, se hace más fuerte en la crisis y genera mayor intimidad en la enemistad. Por último recordemos que Marx no critica con fines de exclusión u extinción de la Burguesía, él está familiarizado con la acción humana y su desarrollo, por lo que espera que la trascendencia sea real y no pretensiosa. Conclusión: la Cultura y las Contradicciones del Capitalismo Este ensayo ha sido un intento de unir el modernismo y el Marxismo en un único espacio de convivencia. Ambos ven la modernidad como una época llena de impulsos contradictorios que en su final presentaráuna modernidad última específica. Éste modernismo Marxista propone, principalmente, que todo impulso social emana de las tensiones económicas: sea el ferviente deseo de progreso, el carácter volátil de los valores, la explotación de los semejantes y destrucción de todo lo obsoleto o no comerciable, como también su destacada capacidad de explorar la crisis y el caos como trampolín para el futuro desarrollo. Pero ésta unión no se presenta en la historia: cada una se ha petrificado en ortodoxias llenas de temor que, tal vez (como diría Nietzsche) “desean no ver el abismo para que él no los vea a ellos”. Los marxistas tienen miedo a entrar en la vorágine y los modernistas no están dispuestos a que se les arrebaten sus aureolas. Pero debemos considerar que la fusión de algo demasiado sólido con algo muy plástico podría permitir la estructuración de algo blando: esto le daría una perspectiva más realista ha ambos. Revisemos a continuación los debates del último tiempo acerca de las perspectivas marxistas en el modernismo. Tenemos a Daniel Bell por un lado, quien nos comenta que el capitalismo es inocente de las acusaciones actuales que se le hacen. Pero sabemos que es culpa del capitalismo que el caldero social y económico moderno se encuentre en ebullición desde hace tantos años; a punto de explotar. Por otro lado tenemos a los populistas Rusos, quienes aseguran que lo sólido sólo se desvanece en el airedel Occidente.Ellos intentan hacer un salto del feudalismo al socialismo sin pasar por las fragmentaciones clásicas de la modernidad: pero cada crítica que efectúan en contra de los demás países sólo corrobora las energías reprimidas de sus pueblo que, al caer sus vendas, verán cómo aparece el espíritu modernista frente a ellos. Veamos ahora las acusaciones de Mercause y Arendt hacia el pensamiento de Marx. Mercause en su libro Eros y civilización expone a Prometeo como un dios de trabajo y esfuerzo por el desarrollo que no necesariamente es el más importante de todos. Presenta a Orfeo como símbolo de paz y entonces se propone implícitamente que ambos dioses pueden coexistir sin problemas. Lo que Mercause trata de exponer es que no es necesario escapar de la supuesta tiranía de la naturaleza, ya que se puede buscar la armonía entre la modernidad y la misma.Pero lamentablemente ésta armonía no llegará mientras el capitalismo sea el sistema base de la modernidad: ya que todo equilibrio sería buscado por la lucha y luego sería mantenido únicamente por la lucha.Por otro lado, Arendt en The human condition, expresa que el mayor problema que posee el Marxismo es la inestable autoridad generada luego de la construcción nihilista de las libertades individuales de las personas. Entonces ya no estará claro qué vínculo político será el que se desplegará en común, si es que llega ha existir, frente al impulso nihilista del sistema.
  • 18. He estado sosteniendo que aquellos de nosotros que somos más críticos con la vida moderna somos los que más necesitamos el modernismo para que nos muestre dónde estamos y dónde podemos comenzar a cambiar nuestras circunstancias y a cambiarnos nosotros mismos (§ 128). Marx no nos propone un camino para salir de las contradicciones sino para entrar en ellas: desnudos, sin aureola, con energía, pero explotando a los demás y a nosotros mismos.