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II 


       ENTRE LA ECONOMÍA MUNDIAL 

          Y LA INDIVIDUALIZACI6N, 

       EL ESTADO NACIONAL PIERDE SU 

           SOBERANÍA: ¿QUÉ HACER? 




    La conclusión salta a la vista: el proyecto de la moderni ­
dad parece haber hacasado. Los tlIósofos de la posrnoderni­
düd fueron los primeros en extender -de manera jubilosa
y enfatica- el certificado de defunción a la pretensión de
racionalidad por parte de la ciencia. Lo que se hace pasar
por universalismo occidental de la Ilustración y de los dere­
chos humanos no es otra cosa que la opinión de <(hombres
bLmcos, llluertos o viejos», que oprimen los derechos de las
minorías étnicas, religiosas y sexuales mientras imponen de
manera absoluta su «metadiscurso» partidista.
    Mediante la tendencia secular a la individualización, se
dice luego, se torna poroso el conglomerado social, la socie­
dad pierde conciencia colectiva y, por ende, su capacidad de
negociación política. La búsqueda de respuestas políticas a
las grandes cuestiones del futuro se ha quedado ya sin sujeto
y sin lugar.
    Según esta negrísima visión, la globalización económica
no hace sino consumar lo que se alienta intelectualmente
mediante la posmodernidad y políticamente mediante la
individualización, a saber, el colapso de la lllodernidad. El
diagnóstico es el siguiente: el capitalismo se queda sin traba­
jo y produce paro. Con esto se quiebra la alianza histórica
entre sociedad de mercado, Estado asistencial y democracia

                              29
En mi libro Kinder da Freiheit (Hijos de la libertad) he
que hasta ahora ha integrado y legitimizado al modelo olci
                                                                                 tratado de mostrar cómo la denominada «degeneración de
dental, es decir, al proyecto de modernidad del Estado na
                                                                                 los valores» tal vez signifique el fmal del quehacer político
ciunal. Vistos desde esta perspectiva, los neoliberales SOll
                                                                                 de la ortodoxia colectiva, pero no el del quehacer políti­
los liquidadores de Occidente, aun cuando se presenren
                                                                                 co propiamente dicho. Paralelamente al destenimienro del
como sus reformadores. Por lo que se refiere al Estado asis­
                                                                                  medio social moral, van tomando forma curiosamente los
tencial, la democracia y la vida pública, la suya es una mo­
                                                                                  fundamentos vitales --a nivel mundial- de un republiCtl­
dernización condenada a muerte.
                                                                                  nismo cosmopolita, en cuyo centro se encuentra la libertad
    Sin embargo. la decadencia empieza por el cerebro. El
fatalismo es también una enfermedad del lenguaje. Antes                          de cada cual.
                                                                                     En cualquier caso, es difícil elevar la voz contra el poder
de arrojarnos desde la Torre EiHd, deberíamos ir a ver al
                                                                                 global del mercado mundial. Esto sólo es posible a condi ­
médico del lenguaje. «Los conceptos están vacíos. y ya no
                                                                                 ción de acabar con la idea de un mercado mundial mun­
aprehenden, iluminan ni seducen. Lo gris, que impregna
                                                                                 dialmente poderoso que gobierna en nuestros cerebros y
todo el mundo. tiene probablemente también su flmda­
                                                                                  paraliza toda su actividad. En este libro me gustaría enfren­
mento en un enmohecimiento de las palabras.» 1 Lo que pa­
                                                                                  tarme a este megafantasma que actualmente recorre Euro ­
rece una degeneración podría, si sale bien. superar las orto ­
                                                                                  pa con el tirachinas de una simple diferenciación (entre,
doxias que han hecho iracasar a la primera modernidad y
                                                                                  por una parte, el globalismo y. por otra, la globi1lidad y la
auspiciar la irrupción de una segunda modernidad. 2
                                                                                  globalización). Esta diferenciación tiene la virtud de des­
    l. U. Bcd;, «V;iter del' Freiheit», en U. Beck (comp.l. KíntÍf'í' tÍa
                                                                                   marcarse de la ortodoxia territorial de lo político y lo social
Freiheit, Francfort de! Meno, 1997. págs. 377 y sigs.                              que surgió con el proyecto del Estado nacional de la prime ­
    2. Pater -,pmpel' illcertu.. De un tiempo a e'ta parte se discure ,lcalo­     ra modernidad y se impuso omnímodamente a nivel cate­
radamente en la prensa acerca de la paternidad de la expresión «segunda
                                                                                   gorial e institucional.
modernidad». Sin embargo, e! no haber leído ni poder citar no bastan
para ganarse la originalidad -ni para auaersc las snspecha.s- -. Au/dem            sin duda la importancia que se atribuye a un concepto juega en esto un
 Weg in die Zweite /1odernees e! título --bastante explícito-- de una co­         pape! insignificante. Desde el punto de vista del contenido. existe asi­
lección por mí editada. Asimismo, Aufdem U:'l'g in eille andae /'v1ori''17Jf       mismo una gran afinidad entre segunda modemidad), otra modernúLad:
es el subtítulo de mi libro Risikogeselúch¡¡fi, aparecido en 1986 en 13 edi­       los temas de la citada colección _individualización, crisis ecológicas.
ción de Suhrkamp. En esa misma colección se ha tenido ya ocasión de                 sociedad sin trabajo y hasta la misma globalización- son aspectos esen­
distinguir claramente entre «modernización sencilla» y «modernización               ciales de la sociedad del riesgo. Estoy seguro de que la siguiente queja se
reflexiva", así como entre "primera modernidad» v asegullda moder ­                 formulará así: ,,¡Vaya, no bay nada nuevo".!» Si existe algún parentesco
nidad» -como por lo dem;ís en todos los libros que han venido                       electivo conceptual, no puede ser más que con la palabra acuñada por
después  --o Die Erfilldung des Politischcli (aparecido en 19').J, tamhién          Jürgen Habermas "modernidad inconclusa». V,~ase también J. Haber ­
editado por Suhrkamp) se iba a haber llamado en un primer momento                    mas. "Jenseits des Nationalstaats?)'. en U. Beck (comp.), Po!irik da G!o­
Iemeits ¡Ion Lin.ks und Rechts y. en un segundo momento. Zll'rÚe /vfodcr­
                                                                                    !Jillisierung, francfort de! Meno, 1')97.
nc; pero ambos títulos se rechazaron luego por varios motivos. Además,

                                                                                                                        31
                                     30
Por g!oba!úmo entiendo la concepción segÍln la cual el            Los proteccionistas negros lamentan el hundimiento de
mercado mundial desaloja o sustituye al quehacer político;       los valores y la pérdida de importancia de lo nacional,
es decir, la ideología del dominio del mercado mundial o la      pero, al mismo tiempo, y de manera un tanto contradicto­
ideología del liberalismo. Ésta procede de manera mono­          ria, llevan a cabo la destrucción neoliberal dd Estado na­
causal y economicista y reduce la pluridimensionalidad de        cional.
la globalización a una sola dimensión, la económica, di­              Los proteccionistas verdes descubren el btado nacional
mensión que considera asimismo de manera lineal, y pone          como un biotopo político amenazado de extinción, que
sobre el tapete (cuando, y si es que, lo hace) todas las demás    protege los valores medioambientales contra las presiones
dimensiones --las globalizaciones ecológica, cultural, polí­      del mercado internacional y, en tal sentido, merece ser pro­
tica y social- sólo para destacar el presunto predominio          tegido al igual que la misma naturaleza.
del sistema de mercado mundial. Lógicamente, con esto no               Los proteccionistas rojos siguen aireando en todas las
queremos negar ni minimizar la gran importancia de la glo­        cuestiones el lema de la lucha dc clases; para ellos, la t>;loba­
balización económica en cuanto a opción y percepción de           lización es un sinónimo más de «ya lo habíamos advertido».
los actores más activos. El núcleo ideológico del globalismo       Están celebralldo la fiesta de Ulla resurrección marxista. En
reside más bien en que da al traste con una distinción fun­       cualquier caso, se trata de una cegada porfía dc la utopía.
damental de la primera modernidad, a saber, la existente               De todas estas trampas del globalismo hay quc distin­
entre política y economía. La tarea principal de la política,      guir eso que -en la estela del debate anglosajón-- he dado
delimitar bien los marcos jurídicos, sociales y ecológicos         yo en llamar globalidad y globalización.
dentro de los cuales el quehacer económico es posible y le­            La globa!idtld significa lo siguiente: hace ya úastante
gítimo socialmente, se sustrae así a la vista o se enajena. El     tiempo que vivimos en Urltl sociedad rnundúzl, de manera que
globalismo pretende que un edificio tan complejo como              la tesis de los espacios cerrados es ficticia. No hay ningün
Alemania -es decir, el Estado, la sociedad, la cultura, la         país ni grupo que pueda vivir al margen de los demás. Es
política exterior--- debe ser tratado como una empresa. En         decir, que las distintas formas económicas, culturales y po­
este sentido, se trata de un imperialismo de lo económico          líticas no dejan de entremezclarse y que las evidencias del
bajo el cual las empresas exigen las condiciones básicas con        modelo occidental se deben justirlcar de nuevo. Así, «socie­
las que poder optimizar sus objetivos.                             dad mundiah significa la totalidad de las relaciones sociales
    Resulta cuanto menos singular el hecho de que -y la             que no están integradas en la política del Estado nacional ni
manera como- el así entendido globalismo arrastra a su              están determinadas (ni son determinables) a través de ésta.
bando a sus mismos oponentes. Existe un globalismo (¡fir­           Aquí la auto percepción juega un papel clave en cuanto que
mador, pero también otro negtldor, el cual, persuadido del          la sociedad mundial en sentido estricto -para proponer
predominio ineluctable del mercarío mundial, se acoge a             un criterio operativo [y polítiClmente relevanteJ-- signifi-­
varias formas de proteccionismo:                                    ca una sociedad mundial percibidtl y reflexiv(l. La pregUl1la

                              32                                                                 3.)
de hasta qué punto se da dicha sociedad se puede convertir                 las distintas lógicas de las globalizaciones ecológica, cultu­
empíricamente, según esto (de acuerdo con el teorema de                    ral, económica, política y social, que no son reducibles --ni
Thomas, según el cual lo que los hombres consideran real                   explicables- las unas a las otras, sino que, antes bien, de­
se convierte en real), en la pregunta de cómo y hasta qué                  ben resolverse y entenderse a la vez en sí mismas yen mu­
punto los hombres y las culturas del mundo se perciben en                   tua interdependencia. La suposición principal es que sólo
sus diferencias respectivas y hasta qué punto esta autoper­                 así se puede abrir la perspectiva y el espacio del quehacer
cepción desde el punto de vista de la sociedad mundial se                   político. ¿Por qué? Porque sólo así se puede acabar con
torna relevante desde el de la conducta. 3                                  el hechizo despolitizado!" del globalismo, pues sólo bajo la
    En la expresión «sociedad mundial», «mundiai» signifi­                   perspectiva de la pluridimensionalidad de la globalidad es­

ca según esto diftrencia, pluralidad; y «sociedad» significa                 talla la ideología de los hechos consumados del globalismo. 

estado de no-integración, de manera que (tal y como sostie­                  Pero (qué es lo que torna irrevisable la globalidad? He aquí 

ne M. Albrow) la sociedad mundial se puede comprender                        ocho razones, introducidas con frases programáticas: 

como una pluralidad sin unidad. Esto presupone -como
se verá a lo largo del presente libro- varias cosas muy dife­                  l. 	El ensanchamiento del campo geográfico y la crecien­
renciadas; por ejemplo, t~órmas de producción transnacio­                           te densidad dd intercambio internacional, así como
nal y competencia del mercado del trabajo, informes mun ­                            el carácter global de la red de mercados fin~Hcieros y
diales en los medios de comunicación, boicots de compras                             del poder cada vez mayor de las multinacionales.
transnacionalcs, formas de vida transnacionales, crisis y                       2. 	 La revolución permanente en el terreno de la infor­
guerras percihidas desde un punto de vista «global», utiliza­                        mación y las tecnologías de la comunicación.
ción militar y pacífica de la energía atómica, la destrucción                   3. 	 La exigen cÍf¡ , universalmente aceptada, de respetar
de la naturaleza, etc.                                                                los derechos humanos -también considerada (de
    Por su parte, la globalización significa los procesos en vir­                     boquilla) corno el principio de la democracia.
tud de los cuales los Estados nacionales soberanos se entre­                    4. 	 Las corrientes icónicas de las industrias globales de la
mezclan e imbrican mediante actores transnacionales y sus                            cultura.
respectivas probabilidades de poder, orientaciones, identi­                     S. 	 La política mundial posinternacional y policéntrica:
dades y entramados varios.                                                           junto a los gobiernos hay cada vez más actores trans­
    Un diferenciador esencial entre la primera y la segunda                          nacionales con cada vez mayor poder (multinaciona ­
modernidad es la irrevistlbilidad de la globalidad resultante.                       les, organizaciones no gubernamentales, Naciones
Lo cual quiere decir lo siguiente: existe una afinidad entre                          Unidas).
                                                                                 6. 	 El problema de la pobreza global.
                                                                                 7. 	El problema de los daños y atentados ecológicos glo­
   3. Véanse más adelante las págs. 87 y sigs., 103 Ysigs., y págs. 140­
155 Y 173-216.                                                                       bales.

                                  34                                                                        35
8. 	 El problema de los conflictos transculturalcs en      llll
                                                                            en primer lugar, un mayor espacio; 

        lugar concre1O.                                                     en segundo lugar, la estabilidad en el tiempo; y 

                                                                            en tercer lugar, la densidild (socia) de los entrama­ 

     Con tales presupuestos cobra la sociología nueva impor­                dos, las interconexiones Y las corrientes icónicas 

tancia como investigación de lo que significa la vida hum:.!                cransnacionales.
na en la inmensa gran trampa en que se ha convertido d                  Dentro de este horizonte conceptual, estamos ya en
mundo. La globalidad nos recuerda el hecho de que, a par             condiciones de contestar a otras preguntas, como, por
tir de ahora, nada de cuanto ocurra en nuestro planeta po­           ejemplo: ,,¿En qué estriba la singularidad histórica de la
drá ser un suceso 10c:.!lmente delimitado, sino que todos los        globaiización presente Y sus paradojas en un lugar concreto
descubrimientos, victorias y catástrofes afectarán a todo el         (por ejemplo, en comparación con el denominado «sistema
mundo v que todos deberemos reorientar v reorganizar                 mundial capitalista>., que se encuentra ya en formación des­
nuestra vidas y quehaceres. así como nuestras organiz;lCio­          de el cnlonialismo v del que habla lmmanuel VallersteinFij
nes e instituciones, a lo largo del eje "local-global>.. Así en ­        La singularidad del proceso de globalización radica ac­
tendida, la globalidad ofrece a nuesrra consideración la nue ­        tualmente (y radicar~l sin duda también en el futuro) en la
va situación de la segunda modernidad. En este concepto se            Nmzificiláón, densidad y estttbilidild de sus rccíprocl1s redes de
recogen al mismo tiempo los motivos b;ísicos de por qué las           relacio!lcs regionalc,--glob,t/cs empírictVnente mmprobables y
respuestas tipo de la primera modernidad resultan contra ­            de su ilutod4inicidn de los medios de comunícacióll, así corno de
dictorias e inservibles para la segunda modernidad, con el            los eS/ilirios sociales)' de ¡liS citadas corrientes icónicas en los
resultado de que se debe fundar y descubrir de nuevo la po­           piar/OS cultural, poLltico, ;ni/itar y ecollómico. ~ La socied;¡d
lítica para el tiempo que dure la segunda modernidad.                 mundial no es, pues, ninguna megasociedad nacional que
     A partir de este concepto de globalidad, el concepto de          comenga -y resuelva en sí- todas las sociedades naciona ­
/"lobaiiüzción se puede describir como UIl proceso (antigua­          les, sino un horizonte mundial caracterizado por la multi ­
mente se habría dicho: como una dialéctica) que crea víncu­           plicidad y la ausencia de integrabilidad, Y que sólo se abre
los y espacios sociales rransnacionales, revaloriza culturas lo­      cuando se produce y conserva en actividad y comunica­
cales y trae a un primer plano terceras culturas --((un poco          ción.
de esto, otro poco de eso, tal es la manera como las noveda ­            Los escépticos de la globalidad se preguntarán: ¿qué hay
des llegan al mundo,) (Salman Rushdie)-. En este comple­              de nuevo en todo esto? Para luego sentenciar: nada del otro
jo marco de relaciones se pueden reformular las preguntas             mundo. Pero se equivocan desde los puntos de vista histó ­
tanto sobre las dimemionescomo sobre las ftonterasde la glo-­
balización resultante, teniendo presentes estos tres paráme ­              4. 	 Sobre 1. Wallerslein, véanse las págs. 7')·-79 del presente lihro.
tros:                                                                      'l. Esto lo subraya el grupo de D. Held en "[)ie Clobalisierung dLT
                                                                       Wirtschaft», en U. Beck (comp.), l'olitik da Globt//isierung.


                               36                                                                          37
rico, empírico y teórico. Nuevo no es sólo la vida cotidiana          Como trataremos de mostrar en la tercera parte -Erro­
y las transacciones comerciales allende las fronteras del Es­     res del globalism 0 - , el espacio libre configurador, el prima­
tado nacional al interior de un denso entramado con mayor         do de lo político, sólo se puede recuperar con una crítica
dependencia y obligaciones recíprocas; nueva es la autoper-·      decidida al globalismo.
cepción de esta transnacionalidad (en los medios de co­               En la cuarta parte -Respuestas a la globalización-, en
municación, en el consumo, en el turismo); nueva es la            una especie de brainstorming público se presentan como
«translocalización» de la comunidad, el trabajo y el capital;     co ntraveneno para la parálisis política actual diez puntos
nuevos son también la conciencia del peligro ecológico glo­       bá.sicos que permiten abordar las exigencias planteadas por
bal y los correspondientes escenarios de actividad; nueva es      la era global.
la incoercible percepción de los otros transculturales en la          El final lo conforma la siguiente «prueba del dedo» de
propia vida, con todas sus contradictorias certezas; nuevo        Casandra: ¿qué ocurre cuando no ocurre nada? La brasile­
es el nivel de circulación de las «industrias culturales globa­   ñización de Europa.
les» (Scott Lash/]ohn Urry); nuevo es también el paulatino
abrirse paso de una imagen estatal europea, así como la
cantidad y poder de los actores, instituciones y acuerdos
transnacionales; y, finalmente, nuevo es también el nivel de
concentración económica, que, pese a todo, se ve contra­
rrestado por la nueva competencia de un mercado mundial
que no conoce fronteras.
    Finalmente, y en consecuencia, globalización signifIca
también: ausencia de Estado mundial; más concretamente:
sociedad mundial sin Estado mundial y sin gobierno mun­
dial. Estamos asistiendo a la difUsión de un capitalismo
globalmente desorganizado, donde no existe ningún poder
hegemónico ni ningún régimen internacional, ya de tipo
económico ya político.
    Las otras tres partes del presente ensayo se abordarán en
el horizonte de esta diferenciación. En la segunda parte
-¿Qué significa la globalización?- se esbozan, y cotejan
entre sí, la pluridimensionalidad, ambivalencia y paradojas
de la globalidad y de la globalización desde los puntos de
vista social, económico, político, ecológico y cultural.

                              38                                                                39

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  • 1. II ENTRE LA ECONOMÍA MUNDIAL Y LA INDIVIDUALIZACI6N, EL ESTADO NACIONAL PIERDE SU SOBERANÍA: ¿QUÉ HACER? La conclusión salta a la vista: el proyecto de la moderni ­ dad parece haber hacasado. Los tlIósofos de la posrnoderni­ düd fueron los primeros en extender -de manera jubilosa y enfatica- el certificado de defunción a la pretensión de racionalidad por parte de la ciencia. Lo que se hace pasar por universalismo occidental de la Ilustración y de los dere­ chos humanos no es otra cosa que la opinión de <(hombres bLmcos, llluertos o viejos», que oprimen los derechos de las minorías étnicas, religiosas y sexuales mientras imponen de manera absoluta su «metadiscurso» partidista. Mediante la tendencia secular a la individualización, se dice luego, se torna poroso el conglomerado social, la socie­ dad pierde conciencia colectiva y, por ende, su capacidad de negociación política. La búsqueda de respuestas políticas a las grandes cuestiones del futuro se ha quedado ya sin sujeto y sin lugar. Según esta negrísima visión, la globalización económica no hace sino consumar lo que se alienta intelectualmente mediante la posmodernidad y políticamente mediante la individualización, a saber, el colapso de la lllodernidad. El diagnóstico es el siguiente: el capitalismo se queda sin traba­ jo y produce paro. Con esto se quiebra la alianza histórica entre sociedad de mercado, Estado asistencial y democracia 29
  • 2. En mi libro Kinder da Freiheit (Hijos de la libertad) he que hasta ahora ha integrado y legitimizado al modelo olci tratado de mostrar cómo la denominada «degeneración de dental, es decir, al proyecto de modernidad del Estado na los valores» tal vez signifique el fmal del quehacer político ciunal. Vistos desde esta perspectiva, los neoliberales SOll de la ortodoxia colectiva, pero no el del quehacer políti­ los liquidadores de Occidente, aun cuando se presenren co propiamente dicho. Paralelamente al destenimienro del como sus reformadores. Por lo que se refiere al Estado asis­ medio social moral, van tomando forma curiosamente los tencial, la democracia y la vida pública, la suya es una mo­ fundamentos vitales --a nivel mundial- de un republiCtl­ dernización condenada a muerte. nismo cosmopolita, en cuyo centro se encuentra la libertad Sin embargo. la decadencia empieza por el cerebro. El fatalismo es también una enfermedad del lenguaje. Antes de cada cual. En cualquier caso, es difícil elevar la voz contra el poder de arrojarnos desde la Torre EiHd, deberíamos ir a ver al global del mercado mundial. Esto sólo es posible a condi ­ médico del lenguaje. «Los conceptos están vacíos. y ya no ción de acabar con la idea de un mercado mundial mun­ aprehenden, iluminan ni seducen. Lo gris, que impregna dialmente poderoso que gobierna en nuestros cerebros y todo el mundo. tiene probablemente también su flmda­ paraliza toda su actividad. En este libro me gustaría enfren­ mento en un enmohecimiento de las palabras.» 1 Lo que pa­ tarme a este megafantasma que actualmente recorre Euro ­ rece una degeneración podría, si sale bien. superar las orto ­ pa con el tirachinas de una simple diferenciación (entre, doxias que han hecho iracasar a la primera modernidad y por una parte, el globalismo y. por otra, la globi1lidad y la auspiciar la irrupción de una segunda modernidad. 2 globalización). Esta diferenciación tiene la virtud de des­ l. U. Bcd;, «V;iter del' Freiheit», en U. Beck (comp.l. KíntÍf'í' tÍa marcarse de la ortodoxia territorial de lo político y lo social Freiheit, Francfort de! Meno, 1997. págs. 377 y sigs. que surgió con el proyecto del Estado nacional de la prime ­ 2. Pater -,pmpel' illcertu.. De un tiempo a e'ta parte se discure ,lcalo­ ra modernidad y se impuso omnímodamente a nivel cate­ radamente en la prensa acerca de la paternidad de la expresión «segunda gorial e institucional. modernidad». Sin embargo, e! no haber leído ni poder citar no bastan para ganarse la originalidad -ni para auaersc las snspecha.s- -. Au/dem sin duda la importancia que se atribuye a un concepto juega en esto un Weg in die Zweite /1odernees e! título --bastante explícito-- de una co­ pape! insignificante. Desde el punto de vista del contenido. existe asi­ lección por mí editada. Asimismo, Aufdem U:'l'g in eille andae /'v1ori''17Jf mismo una gran afinidad entre segunda modemidad), otra modernúLad: es el subtítulo de mi libro Risikogeselúch¡¡fi, aparecido en 1986 en 13 edi­ los temas de la citada colección _individualización, crisis ecológicas. ción de Suhrkamp. En esa misma colección se ha tenido ya ocasión de sociedad sin trabajo y hasta la misma globalización- son aspectos esen­ distinguir claramente entre «modernización sencilla» y «modernización ciales de la sociedad del riesgo. Estoy seguro de que la siguiente queja se reflexiva", así como entre "primera modernidad» v asegullda moder ­ formulará así: ,,¡Vaya, no bay nada nuevo".!» Si existe algún parentesco nidad» -como por lo dem;ís en todos los libros que han venido electivo conceptual, no puede ser más que con la palabra acuñada por después --o Die Erfilldung des Politischcli (aparecido en 19').J, tamhién Jürgen Habermas "modernidad inconclusa». V,~ase también J. Haber ­ editado por Suhrkamp) se iba a haber llamado en un primer momento mas. "Jenseits des Nationalstaats?)'. en U. Beck (comp.), Po!irik da G!o­ Iemeits ¡Ion Lin.ks und Rechts y. en un segundo momento. Zll'rÚe /vfodcr­ !Jillisierung, francfort de! Meno, 1')97. nc; pero ambos títulos se rechazaron luego por varios motivos. Además, 31 30
  • 3. Por g!oba!úmo entiendo la concepción segÍln la cual el Los proteccionistas negros lamentan el hundimiento de mercado mundial desaloja o sustituye al quehacer político; los valores y la pérdida de importancia de lo nacional, es decir, la ideología del dominio del mercado mundial o la pero, al mismo tiempo, y de manera un tanto contradicto­ ideología del liberalismo. Ésta procede de manera mono­ ria, llevan a cabo la destrucción neoliberal dd Estado na­ causal y economicista y reduce la pluridimensionalidad de cional. la globalización a una sola dimensión, la económica, di­ Los proteccionistas verdes descubren el btado nacional mensión que considera asimismo de manera lineal, y pone como un biotopo político amenazado de extinción, que sobre el tapete (cuando, y si es que, lo hace) todas las demás protege los valores medioambientales contra las presiones dimensiones --las globalizaciones ecológica, cultural, polí­ del mercado internacional y, en tal sentido, merece ser pro­ tica y social- sólo para destacar el presunto predominio tegido al igual que la misma naturaleza. del sistema de mercado mundial. Lógicamente, con esto no Los proteccionistas rojos siguen aireando en todas las queremos negar ni minimizar la gran importancia de la glo­ cuestiones el lema de la lucha dc clases; para ellos, la t>;loba­ balización económica en cuanto a opción y percepción de lización es un sinónimo más de «ya lo habíamos advertido». los actores más activos. El núcleo ideológico del globalismo Están celebralldo la fiesta de Ulla resurrección marxista. En reside más bien en que da al traste con una distinción fun­ cualquier caso, se trata de una cegada porfía dc la utopía. damental de la primera modernidad, a saber, la existente De todas estas trampas del globalismo hay quc distin­ entre política y economía. La tarea principal de la política, guir eso que -en la estela del debate anglosajón-- he dado delimitar bien los marcos jurídicos, sociales y ecológicos yo en llamar globalidad y globalización. dentro de los cuales el quehacer económico es posible y le­ La globa!idtld significa lo siguiente: hace ya úastante gítimo socialmente, se sustrae así a la vista o se enajena. El tiempo que vivimos en Urltl sociedad rnundúzl, de manera que globalismo pretende que un edificio tan complejo como la tesis de los espacios cerrados es ficticia. No hay ningün Alemania -es decir, el Estado, la sociedad, la cultura, la país ni grupo que pueda vivir al margen de los demás. Es política exterior--- debe ser tratado como una empresa. En decir, que las distintas formas económicas, culturales y po­ este sentido, se trata de un imperialismo de lo económico líticas no dejan de entremezclarse y que las evidencias del bajo el cual las empresas exigen las condiciones básicas con modelo occidental se deben justirlcar de nuevo. Así, «socie­ las que poder optimizar sus objetivos. dad mundiah significa la totalidad de las relaciones sociales Resulta cuanto menos singular el hecho de que -y la que no están integradas en la política del Estado nacional ni manera como- el así entendido globalismo arrastra a su están determinadas (ni son determinables) a través de ésta. bando a sus mismos oponentes. Existe un globalismo (¡fir­ Aquí la auto percepción juega un papel clave en cuanto que mador, pero también otro negtldor, el cual, persuadido del la sociedad mundial en sentido estricto -para proponer predominio ineluctable del mercarío mundial, se acoge a un criterio operativo [y polítiClmente relevanteJ-- signifi-­ varias formas de proteccionismo: ca una sociedad mundial percibidtl y reflexiv(l. La pregUl1la 32 3.)
  • 4. de hasta qué punto se da dicha sociedad se puede convertir las distintas lógicas de las globalizaciones ecológica, cultu­ empíricamente, según esto (de acuerdo con el teorema de ral, económica, política y social, que no son reducibles --ni Thomas, según el cual lo que los hombres consideran real explicables- las unas a las otras, sino que, antes bien, de­ se convierte en real), en la pregunta de cómo y hasta qué ben resolverse y entenderse a la vez en sí mismas yen mu­ punto los hombres y las culturas del mundo se perciben en tua interdependencia. La suposición principal es que sólo sus diferencias respectivas y hasta qué punto esta autoper­ así se puede abrir la perspectiva y el espacio del quehacer cepción desde el punto de vista de la sociedad mundial se político. ¿Por qué? Porque sólo así se puede acabar con torna relevante desde el de la conducta. 3 el hechizo despolitizado!" del globalismo, pues sólo bajo la En la expresión «sociedad mundial», «mundiai» signifi­ perspectiva de la pluridimensionalidad de la globalidad es­ ca según esto diftrencia, pluralidad; y «sociedad» significa talla la ideología de los hechos consumados del globalismo. estado de no-integración, de manera que (tal y como sostie­ Pero (qué es lo que torna irrevisable la globalidad? He aquí ne M. Albrow) la sociedad mundial se puede comprender ocho razones, introducidas con frases programáticas: como una pluralidad sin unidad. Esto presupone -como se verá a lo largo del presente libro- varias cosas muy dife­ l. El ensanchamiento del campo geográfico y la crecien­ renciadas; por ejemplo, t~órmas de producción transnacio­ te densidad dd intercambio internacional, así como nal y competencia del mercado del trabajo, informes mun ­ el carácter global de la red de mercados fin~Hcieros y diales en los medios de comunicación, boicots de compras del poder cada vez mayor de las multinacionales. transnacionalcs, formas de vida transnacionales, crisis y 2. La revolución permanente en el terreno de la infor­ guerras percihidas desde un punto de vista «global», utiliza­ mación y las tecnologías de la comunicación. ción militar y pacífica de la energía atómica, la destrucción 3. La exigen cÍf¡ , universalmente aceptada, de respetar de la naturaleza, etc. los derechos humanos -también considerada (de Por su parte, la globalización significa los procesos en vir­ boquilla) corno el principio de la democracia. tud de los cuales los Estados nacionales soberanos se entre­ 4. Las corrientes icónicas de las industrias globales de la mezclan e imbrican mediante actores transnacionales y sus cultura. respectivas probabilidades de poder, orientaciones, identi­ S. La política mundial posinternacional y policéntrica: dades y entramados varios. junto a los gobiernos hay cada vez más actores trans­ Un diferenciador esencial entre la primera y la segunda nacionales con cada vez mayor poder (multinaciona ­ modernidad es la irrevistlbilidad de la globalidad resultante. les, organizaciones no gubernamentales, Naciones Lo cual quiere decir lo siguiente: existe una afinidad entre Unidas). 6. El problema de la pobreza global. 7. El problema de los daños y atentados ecológicos glo­ 3. Véanse más adelante las págs. 87 y sigs., 103 Ysigs., y págs. 140­ 155 Y 173-216. bales. 34 35
  • 5. 8. El problema de los conflictos transculturalcs en llll en primer lugar, un mayor espacio; lugar concre1O. en segundo lugar, la estabilidad en el tiempo; y en tercer lugar, la densidild (socia) de los entrama­ Con tales presupuestos cobra la sociología nueva impor­ dos, las interconexiones Y las corrientes icónicas tancia como investigación de lo que significa la vida hum:.! cransnacionales. na en la inmensa gran trampa en que se ha convertido d Dentro de este horizonte conceptual, estamos ya en mundo. La globalidad nos recuerda el hecho de que, a par condiciones de contestar a otras preguntas, como, por tir de ahora, nada de cuanto ocurra en nuestro planeta po­ ejemplo: ,,¿En qué estriba la singularidad histórica de la drá ser un suceso 10c:.!lmente delimitado, sino que todos los globaiización presente Y sus paradojas en un lugar concreto descubrimientos, victorias y catástrofes afectarán a todo el (por ejemplo, en comparación con el denominado «sistema mundo v que todos deberemos reorientar v reorganizar mundial capitalista>., que se encuentra ya en formación des­ nuestra vidas y quehaceres. así como nuestras organiz;lCio­ de el cnlonialismo v del que habla lmmanuel VallersteinFij nes e instituciones, a lo largo del eje "local-global>.. Así en ­ La singularidad del proceso de globalización radica ac­ tendida, la globalidad ofrece a nuesrra consideración la nue ­ tualmente (y radicar~l sin duda también en el futuro) en la va situación de la segunda modernidad. En este concepto se Nmzificiláón, densidad y estttbilidild de sus rccíprocl1s redes de recogen al mismo tiempo los motivos b;ísicos de por qué las relacio!lcs regionalc,--glob,t/cs empírictVnente mmprobables y respuestas tipo de la primera modernidad resultan contra ­ de su ilutod4inicidn de los medios de comunícacióll, así corno de dictorias e inservibles para la segunda modernidad, con el los eS/ilirios sociales)' de ¡liS citadas corrientes icónicas en los resultado de que se debe fundar y descubrir de nuevo la po­ piar/OS cultural, poLltico, ;ni/itar y ecollómico. ~ La socied;¡d lítica para el tiempo que dure la segunda modernidad. mundial no es, pues, ninguna megasociedad nacional que A partir de este concepto de globalidad, el concepto de comenga -y resuelva en sí- todas las sociedades naciona ­ /"lobaiiüzción se puede describir como UIl proceso (antigua­ les, sino un horizonte mundial caracterizado por la multi ­ mente se habría dicho: como una dialéctica) que crea víncu­ plicidad y la ausencia de integrabilidad, Y que sólo se abre los y espacios sociales rransnacionales, revaloriza culturas lo­ cuando se produce y conserva en actividad y comunica­ cales y trae a un primer plano terceras culturas --((un poco ción. de esto, otro poco de eso, tal es la manera como las noveda ­ Los escépticos de la globalidad se preguntarán: ¿qué hay des llegan al mundo,) (Salman Rushdie)-. En este comple­ de nuevo en todo esto? Para luego sentenciar: nada del otro jo marco de relaciones se pueden reformular las preguntas mundo. Pero se equivocan desde los puntos de vista histó ­ tanto sobre las dimemionescomo sobre las ftonterasde la glo-­ balización resultante, teniendo presentes estos tres paráme ­ 4. Sobre 1. Wallerslein, véanse las págs. 7')·-79 del presente lihro. tros: 'l. Esto lo subraya el grupo de D. Held en "[)ie Clobalisierung dLT Wirtschaft», en U. Beck (comp.), l'olitik da Globt//isierung. 36 37
  • 6. rico, empírico y teórico. Nuevo no es sólo la vida cotidiana Como trataremos de mostrar en la tercera parte -Erro­ y las transacciones comerciales allende las fronteras del Es­ res del globalism 0 - , el espacio libre configurador, el prima­ tado nacional al interior de un denso entramado con mayor do de lo político, sólo se puede recuperar con una crítica dependencia y obligaciones recíprocas; nueva es la autoper-· decidida al globalismo. cepción de esta transnacionalidad (en los medios de co­ En la cuarta parte -Respuestas a la globalización-, en municación, en el consumo, en el turismo); nueva es la una especie de brainstorming público se presentan como «translocalización» de la comunidad, el trabajo y el capital; co ntraveneno para la parálisis política actual diez puntos nuevos son también la conciencia del peligro ecológico glo­ bá.sicos que permiten abordar las exigencias planteadas por bal y los correspondientes escenarios de actividad; nueva es la era global. la incoercible percepción de los otros transculturales en la El final lo conforma la siguiente «prueba del dedo» de propia vida, con todas sus contradictorias certezas; nuevo Casandra: ¿qué ocurre cuando no ocurre nada? La brasile­ es el nivel de circulación de las «industrias culturales globa­ ñización de Europa. les» (Scott Lash/]ohn Urry); nuevo es también el paulatino abrirse paso de una imagen estatal europea, así como la cantidad y poder de los actores, instituciones y acuerdos transnacionales; y, finalmente, nuevo es también el nivel de concentración económica, que, pese a todo, se ve contra­ rrestado por la nueva competencia de un mercado mundial que no conoce fronteras. Finalmente, y en consecuencia, globalización signifIca también: ausencia de Estado mundial; más concretamente: sociedad mundial sin Estado mundial y sin gobierno mun­ dial. Estamos asistiendo a la difUsión de un capitalismo globalmente desorganizado, donde no existe ningún poder hegemónico ni ningún régimen internacional, ya de tipo económico ya político. Las otras tres partes del presente ensayo se abordarán en el horizonte de esta diferenciación. En la segunda parte -¿Qué significa la globalización?- se esbozan, y cotejan entre sí, la pluridimensionalidad, ambivalencia y paradojas de la globalidad y de la globalización desde los puntos de vista social, económico, político, ecológico y cultural. 38 39