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Como marxista-leninista, es obligación salir por los fueros de su defensa. Por
tanto, quién crea hallarse ubicado en esa posición, no debe pasar por alto el
mensaje inscripto en las presentes líneas.
CUESTIONAMIENTO A DUSSEL.
SOBRE ALGUNAS TESIS FILOSÓFICO-POLITICAS DEL Sr. DUSSEL (borrador-avance).
Justo Castillo Freire.
En la historia la población ha puesto su percepción sobre los comportamientos
humanos reiterativos (los que constituyen la base formadora de patrones y que tornan
predecible una actuación), según la modalidad expositiva de refrán. Uno de ellos es: “Del
árbol caído, todos hacen leña”. Esta forma de apreciar ese tipo de hechos, en la dimensión
esencial capta la realización de su ley. Puesta la narración en el plano de los procesos
histórico-sociales, la misma entrevé la conducta del capital, de sectores socialdemócratas y de
los de la izquierda, frente a sucesos como los de 1917-1953, 1956-1989 (primera
[enfrentamiento entre socialismo y capitalismo] y segunda [pugna por el dominio del mundo
entre capitalismo clásico e imperialismo social soviético] guerras frías, respectivamente) y
1993, que acaecieron en la ex URSS y su Campo. En dichos ambientes, el denominador
común de aquella “derivación” en torno de la experiencia, no es otro, que el solaz.
Unos (el frente intelectual burgués global), han tergiversado el carácter de los
acontecimientos y han reaccionado de manera ideológicamente compulsiva y artera, a efecto
de desprestigiar al socialismo; en suma, lo han hecho de ese modo, con el objeto de poner un
nuevo velo sobre el rostro de la población (uso de la ideología en su acepción: falsa
conciencia): que ésta palpe al capitalismo en cuanto orden bueno, mientras que su tacto
también le diga, que el sistema alternativo, es negativo (There is not alternative).
Socialdemócratas y socialistas por su parte han elegido similar forma de proceder, de acuerdo
al criterio de que el proceso de Europa del Este fue un hecho no debido, connotado también
como fallido; sentencia realizada con la intención de guardar distancias, deslindar
responsabilidades con el “fracaso”, para verse exentos de contaminación con él, a efecto de
poder reivindicar y mantener viva su utopía “socialista”.
Las lumbreras del pensamiento marxista y sus colaterales a escala mundial:
principalmente los economistas de izquierda, que por fuerza (por Lenin) deben ser políticos,
han producido ideas al respecto, y han sido voceros de esa tendencia. Uno de ellos, además:
filósofo, pero que no ha recibido el favor mediático que merece, sobre todo en dominios de
Occidente, es el Sr. Enrique Dussel; quién, con “argumentos” (y la comillas en este caso
simplemente aluden al tipo específico de visión, pues, no se tiene la intención de poner en
duda la valía perceptual inherente), versación y avezación, intensamente se ha referido en
forma peyorativa sobre el marxismo-leninismo y sus ejecutorias (cree que el marxismo-
leninismo está superado, muerto [“sueños de perro”]). No obstante, tal capacidad de agudeza
y sapiencia, enfilada como crítica al “imaginario” europeo viene bien, pues, la recusación al
eurocentrismo per se, reduce las ínfulas sectarias, chovinistas, racistas, inmaduras, de dicho
sector.
Por ejemplo, el Sr. Dussel dice: el primer principio (de la economía), es la afirmación
de la vida (postulado: la vida perpetua -sic). La pregunta surge inmediatamente: “afirmación
de la vida”, ¿para qué? La respuesta se convierte en el verdadero primer principio: para que el
ser humano se halle vivo y pueda cumplir su función, o sea, para que se produzca la idea
(mientras que en la naturaleza los animales tienen la función de mantener viva la vida
mediante la participación en la formación de ciclos de equilibrio, el ser humano viene puesto
para aprovechar el ecosistema, para cumplir una nueva y única función: plantear el concepto
[el ecocidio, en este caso, queda sin piso]). En realidad, el ser humano forma parte de la
naturaleza y –para usar la terminología dusseliana- es exterior a ella; el resto de seres se
hallan subsumidos en los ciclos naturales, el ser humano renuncia a esa “alienación”, se
exterioriza, para crear un nuevo elemento que no está en la materia: su representación; y, al
volver espiritual el gran universo material, la persona se totaliza, subsume a su exterioridad: la
realidad.
Al respecto, Marx parece que no dice, de modo directo, que la razón de ser del ser
humano sea dotar de conciencia a la materia (en atención a lo que habría que preguntarle al
propio Sr. Dussel, quién dice haber leído –traducido y comentado- los últimos escritos
inéditos de Marx en original alemán, si el Marx “viejo” hace una aseveración expresa en esa
dirección), pues, en el documento, que suele citar la persona que escribe: Los grundrisse,
Marx afirma, que una vez fuera del trabajo, el ser humano se dedica a aprovechar de la
proveeduría de la mecánica (automatización, robotización), y a conocer y a dominar a la
naturaleza (por tanto, la dignidad humana radica por entero en la praxis, en el arribo a la meta,
en el cumplimiento de la misión: la producción del saber total). Dicho sea de modo incidental,
se tiene la impresión, que sólo Kant (teleología), Marx (con el paso del trabajo al autómata, el
ser humano se dedica a conocer y a dominar a la naturaleza) y el Sr. Dr. Alfredo Castillo B.
(el ser humano incorpora en su gran Universo espiritual, a la naturaleza entera), formulan ese
tipo de prognosis.
En el discurso de Marx la “visión de futuro” filosófico-científica es perfecta; en
exposición diacrónica, el orden total de la vida humana: el pasado (Las formen), el presente
(El capital) y el futuro (Los grundrisse); en su disposición: la formación de la comunidad
humana sin clases, “equivalencial”, como ahora se está dando en llamar a esa “etapa común”
del género por parte del sector del que el Sr. Dussel es cabeza, las subsecuentes
precapitalistas: la esclavitud y las formas servil/señoriales, luego la burguesa y finalmente: el
socialismo y el comunismo (etapa superior de aquella y estructura humana completa); época
última ésta, en la que se superan los conflictos ligados a la sobrevivencia, en que impera la
racionalidad, florece y reboza el saber (afirmación del objetivo de la vida: producir el alter
ego material, esto es, la dimensión simbólica).
Sobre el “postulado” (develar todas las leyes de estructuración y funcionamiento del
Universo), el Sr. Dussel, en sus alocuciones deja entrever (como lo hacen Hegel, San Agustín
[La Biblia: la mitología cristiana en general], Godel, Lanz, Báez,…]), que también para él, el
“absoluto” es imposible. Pero el cerebro humano es un órgano productor de órganos, rebasará
los límites cognitivos naturales; se formará en cuanto tamaño del Universo (interfaz cerebros
humanos, luego con un centro de inteligencia artificial). Al subsumirse el trabajo en el capital,
aparentemente el trabajo se ha cosificado: “ha perdido su dignidad”; en verdad, la persona-
trabajador cosificado es el medio (junto con el capitalista, en cuanto dualidad contradictoria o
totalidad, que reifica material y subjetivamente) en la realización de la necesidad histórica: el
progreso; progreso que es la elevación de la humanidad in abstracto, en último término: de
formación de la conciencia (de cumplimiento del objetivo superior y único de todo lo dado).
“La justificación del acto humano es el consenso, no la ley”, en otro momento el
referido señor afirma. Pero, “… en democracia no todas las decisiones se pueden tomar por
consenso, apelándose a las mayorías, pues, existen derechos que son intrínsecos, necesarios;
por ejemplo: si se somete a consulta la pregunta sobre la paz en Colombia, si el pueblo,
inducido por la mediática de los poderes exógeno y endógeno, se pronuncia en contra del
acuerdo de paz entre el Estado colombiano y la FARC-EP, habría que recurrir a otro
mecanismo para conseguirlo”. En subconjuntos humanos de formación intelectual
estratificada, posicionados ideológicamente en el frente adverso a sus intereses (efecto de la
asimetría material y la alienación), la “cumbre estratégica” es la que domina; y, en el caso de
la política de la “línea de masas”, el proceso de gestión se torna empírico. Ahora bien, así
como no es probo demeritar el trabajo del Sr. Dussel, puesto que sería falta de respeto y
seriedad, tampoco se puede con ligereza desestimar lo hecho por Lenin y Stalin.
El Sr. Dussel, para posicionar su paradigma, caricaturiza irresponsablemente al
marxismo leninismo y a su histórica praxis. Presenta a la “burocracia” en cuanto fenómeno de
pura maldad, sin conexión con la acción de la conciencia inserta en la necesidad histórica.
Tres posturas se pueden entrever en la actitud de la crítica in abstracto: recusar a partir de la
incomprensión, cuestionar con pie en un enfoque diferente; o hacerlo a través del ensayo de
una maniobra de ridiculización de lo cuestionado. El Sr. Dussel lo hace desde su específica
visión y de simplificar intencionalmente al marxismo-leninismo, por esa vía desautoriza a
todos y a todo (por ejemplo: sobre el socialismo dice que su finalidad fue el “aumento de la
tasa de producción”, es decir, fetichiza: unilateraliza un aspecto medial abstracto del proceso,
y deja de lado la reacción restauracionista interna, la necesidad de atender las demandas
básicas urgentes de un pueblo atrasado, la agresión imperialista, etc.). Cree que el socialismo
se derrumbó (“implosionó”), porque la voluntad falló.
En efecto, se asume que Lenin y Stalin fueron personas faltas de juicio, que tomaron el
poder en la Rusia zarista, crearon la burocracia y lo utilizaron en su propio beneficio,
mediante la explotación estatista del pueblo; que no se ciñeron a las enseñanzas de Marx, para
la organización de la “sociedad” socialista. Empero, Lenin fue un marxista portador de un
poderoso cerebro teórico, estratégico-táctico y práctico (administrativo), que desarrolló y
aplicó la teoría marxista a las condiciones de una realidad concreta; su propósito fue eliminar
el capitalismo e instaurar el socialismo, y lo logró junto con el gran pueblo soviético. Stalin
desarrolló las fuerzas productivas, avanzó en la instauración del sistema socialista según
dictados de la necesidad histórica. Luego de la muerte de Stalin accedió al organismo de
coordinación soviético (dictadura estalinista, según el capital y el antisovietismo) una
camarilla traidora revisionista en 1956, la cual lo transformó en Estado a la manera de
Occidente, instaurándose la fase socialimperialista (la segunda “Guerra fría”), modelo que se
agotará en 1989, y el que se toma como base para negar el proceso de conjunto.
Respecto de Marx, el Sr. Dussel simula reconocer y relievar su valía, pero finalmente
termina empequeñeciéndolo (Marx también es moderno, afirma); dice (según su “critica
marxista del marxismo-leninismo”), de modo dañino, que el marxismo-leninismo redujo todo
el proceso complejo de reproducción de la vida a la economía (“quería sacar todo de la manga
de la economía”, asevera), que incluso la belleza (“estética realista”, se mofa) se la puso como
fuente a la clase obrera, obrero que estaba feo con sus músculos y su sudor. El Sr. no tiene en
cuenta el modo de trabajo y las categorías del marxismo-leninismo: la producción y
reproducción de un orden (estructura y garantía), por ejemplo, que bien lo desarrolla
Althusser (y no es que la persona que escribe sea necesariamente althusseriano, puesto que
también el Sr. Athusser actuó de forma zalamera: se vio envuelto en la crítica a Engels y
acogió el psiquismo, el psicoanálisis, y lo entremezcló con el marxismo; terminó como
revisionista).
El “socialismo real” fue “una ideología productivista de dominación”, de la
modernidad, asevera el Sr. Dussel, y lo coteja con el capitalismo (el socialismo, visto a partir
de un prisma diferente, en cambio, aparece como la vía alternativa de desarrollo de las fuerzas
productivas, para cuyo efecto se hizo un “préstamo cultural” –sic-: la empresa capitalista [la
organización y el sistema de gestión más óptimos hasta entonces], con miras a implantar la
igualdad, proceso en el que, no es que iban a ser suprimidos el Estado, el mercado, el dinero,
sino que estos hechos históricos se suponía [supone] espontánea y lentamente devendrían [en
realidad, “cuando seamos perfectos, las instituciones no serán necesarias”]). Este “límite” lo
asocia a la pobre formulación cognitiva, que según el Sr. Dussel adolecería el marxismo-
leninismo (de Lenin dice, que apenas leyó la Lógica de Hegel [pero al que golpea
inmisericordemente es a E. Mandel]); y, para acicalarse más, toma como novedad el concepto
de “categoría”; pero en el mundo se ha trabajado con ese útil teórico ampliamente y con
mayor sencillez, claridad y efectividad operativa (sostener lo contrario equivaldría a suponer,
que tanto cerebro habría estado varado). Si es verdad, que el nacismo consideraba a la aria
como raza la superior y única que debía poblar la Tierra, por lo cual se proponía depurar el
Planeta, Stalin hizo más por el resto de pueblos que el Sr. Dussel, al derrotar con las armas
(no con disquisiciones filosóficas pedantes [un pigmeo censura a un gigante]) a la corporación
de capitalistas imperialistas, que estuvo tras Hitler.
En el capitalismo, dice el Sr. Dussel con sorna, “se trabaja de luz eléctrica a luz
eléctrica”; ni bien sale el sol, ya se está en la tarea del trabajo, y cuando éste se ha ocultado, el
trabajo continúa. En las comunidades andinas (y en otros estadios geoespaciales similares) se
trabaja lo necesario para subsistir en armonía con la naturaleza, el resto de “tiempo” (de
vida”) se ocupa en tareas lúdicas, distractivas. Esas loas al hedonismo primitivo no moderno,
no son pertinentes, si las mismas se ponen en perspectiva de la gran tarea humana a realizar,
que da sentido superior y objetivo a su vida: representar la realidad. Si se mira sin mucha
locuacidad histórica la parte óntica de la existencia, se advierte que la historia se expresa en
tanto desarrollo material y espiritual humano; ese hecho plenamente natural, tiene su costo: el
sistema preparado por todo el orden pasado para producir la “base material del mundo
nuevo”: el capitalismo, toma como recurso a la naturaleza y a las 9/10 partes de los miembros
de la humanidad; acumulación privada, que se produce en desequilibrio, en confrontación,
lejos de la visión utópica de la paz; que la armonía, la equivalencialidad y la moral no se dan
en cualquier momento, sino al legar a determinado grado de desarrollo las fuerzas productivas
(y esa determinación, Marx lo empezó a ver en la etapa madura de su vida).
El Sr. Dussel sostiene: “Pensar es uno de los actos humanos. Y, no he nacido para
pensar: pienso para vivir”. No obstante, Descartes tiene razón: “pienso y luego existo”, no la
idea que sostiene: “como” o “danzo” (pensamiento hedonista africano), luego vivo (en
verdad, antropología racionalista: ser humano –neocórtex en movimiento-: “conciencia
sensible”, con fin propio; este ser, finalmente pasa a ser un ser exclusivamente cognoscente:
de la sensibilidad a la racionalidad –espiritualidad objetiva). En realidad, “vivimos para
argumentar”, no al revés (por tanto, tendrían razón Apel y Habermas). La ciencia no es un
acto fofo; la técnica, no es algo simplemente utilitarista burgués; la ciencia es la conversión de
la realidad en idea, mientras que la técnica es la mostración objetiva, del máximo poder de la
realidad: la inteligencia humana. Precisamente por eso, con la ciencia (instancia formadora de
la conciencia) y la técnica, todo se vuelve renovable y el Universo se convierte en recurso (a
la entropía se opone el carácter cíclico de funcionamiento de la materia.
La ciencia es uno de los dos entretenimientos fundamentales que tiene el ser humano
(el otro es el político, también de carácter racional, hasta cuando el desarrollo material no
haya elevado la subjetividad colectiva a un grado tal, que de consuno instauren la comunidad
de igualdad y armonía). Aquí entran en colisión los dos conceptos sobre la existencia humana
(debería decirse: entre la filosofía euro-yanquicentrista y la filosofía latinoamericana, del Sur
u Oriental); sin desmerecer la sabiduría filosófica de los “pueblos originarios”, su constructo
no es el germen de la forma intelectual futura, como sí lo es la moderna, positivista y
tecnocrática de Europa y EU; en el trayecto, los pueblos originarios y similares en el Planeta,
sólo acompañan el proceso, se han vuelto simple “banco germoplásmico”; a este sector es
difícil entretenerlos, mientras empujan la rueda de la historia (de esta tarea se ocupa el capital:
teatro, inducciones ideológicas, quimeras suntuarias, etc.).
El ser humano (tautología) tiene que trabajar todos los días para obtener el estipendio;
cuando no necesite hacerlo, la vida pasará (en un primer momento, pero es el peligro de que la
sentimentalidad pase a dominar y se quede) a realizarse en la dimensión hedonista monótona.
En la referencia episódica práctica, la persona que escribe, suele ir a rozar monte con machete
en las tierras de una pariente: ella quiere que no vuelvan a crecer las “malas hierbas”, pero
estas reaparecen, porque el ser humano debe estar entretenido por el momento todavía en el
trabajo físico; caso contrario cundiría el ocio, los malos pensamientos, el hedonismo. En el
período previo a la comunidad primitiva, y también en ella, el ser humano debía trabajar todo
el “tiempo” para subsistir: no tenía “tiempo” para recrearse; en el comunismo (forma humana
que viene) el supra ser humano de entonces no trabaja (la automatización de todas las esferas
de la vida es completa) y tiene todo el “tiempo” (el proceso integro de su existencia), no para
recrearse, sino para dedicarse a tareas de producción de la idea.
Por otra parte, en la naturaleza no se produce gasto (de “energía”, de “tiempo”, de
recursos) de nada, sino tan sólo transformación material. Si se asume la premisa filosófica, de
que en el Universo existe una cantidad fija de materia (el porqué de esta situación, es una de
las últimas inquisiciones cosmofilosóficas a resolver [la otra es: ¿Por qué la esencia de la
materia es sólo existir?]), lo relevante es el movimiento interno de ésta: su modo de ser, esto
es, los procesos múltiples de transformación reiterados (reciclación de procesos), que vuelven
infinita a la materia finita en su cantidad; si la conciencia y la técnica pasan a dominar estos
procesos, los recursos se vuelven infinitos, absolutamente renovables (de modo ideológico,
fetichístico, aviesamente tecnocrático: la fricción antrópica se abstrae).
Sobre el problema ecológico (decrecentismo, crecimiento cero, entropía, etc.). Se
subestima a las nuevas generaciones (será devuelta a ellos una naturaleza destrozada, que
deberán reparar con el uso precisamente del know-how, que también se les legará); empero,
aquellas no necesitarán de las presentes: ellas no nacerán sin manos (el enfoque ecológico,
como buen evangélico, propende dejar atados –sin nada que hacer [no al extractivismo, a los
transgénicos, a la clonación, a la intervención sobre la naturaleza {a la “era Antropocena”}:
convertirle al ser humano en ser pasivo: vigía y garante tan sólo del orden natural dado,
condición supuesta de su propio bien]- a las futuras generaciones, con la promulgación de
leyes eternas).
Strictu sensu, no solamente se va a heredar a la descendencia un mundo destruido, sino
además ciencia y tecnología, con lo cual ellas deberán actuar (se dice que “Hoy los niños
están naciendo con una hebra del ADN más activa”, con una “forma más sutil de energía
…[sic]… de pensamiento” [en verdad, de “materia”, debe entenderse, puesto que todo en
la realidad es materia {masa y propiedades –movimiento- y la “energía” es únicamente
una forma de cinetismo}]); por otra parte, si se les hereda un mundo automatizado, el
problema ecológico les permitirá tener algo en que seriamente ocuparse.
El Sr. Dussel asume que el capitalismo ha entrado en estado de crisis terminal (punto
de vista que se comparte [“Desde el 2008 el capitalismo se encuentra sumido en la senda de
crisis agónica; de entropía perpetúa, de la que no puede salir, o si lo hace, ingresa nuevamente
en ella” {la “unisemia” ha sido cuestionada porque el capitalismo se ha realizado, ha
cumplido su misión y deja la historia; la recuperación de las tradiciones filosóficas orientales
no conducen al sucedáneo, sino la superación en conjunto: de las occidentales como de las
orientales}]); el plazo es en lo que se difiere, pues, el Sr. sostiene que la transición durará uno
o dos siglos.
No obstante, como no demuestra el proceso de degeneración capitalista de modo
empírico, sus aseveraciones son sólo filosóficas, especulativas, en vista de que sus
conclusiones no incluyen el movimiento de las fuerzas productivas: el aspecto principal frente
a las relaciones sociales, modelante de ellas (es en la teorización histórica del progreso de la
ciencia y de la técnica de orden burgués, el frente en el que está descrito el proceso). Por otra
parte, el Sr. Dussel formula su proyecto emancipatorio centrado en la región ideológica y de
ella, en la ética; su proceder es básicamente subjetivista especulativo abstraccionista (por su
parte, la historia como tal se realiza a espaldas de esta actuación discursiva).
Respecto del capitalismo, en cuanto sistema de salida. ¿Por qué la juventud humana en
el instante en el que se acerca al más alto nivel de su productividad y de perfección
automatizada, cuando precisamente pone el supuesto abstracto sobre el que se instalen las
dimensiones ordenadas de racionalidad, serenidad y sabiduría –experticia-, no debe ser
recogida como etapa transcurrida en medio de procesos repletos de solemnidad, como un
momento en la existencia, que se deja atrás con pesar y que está presto a perecer? No es posible
perder de vista la nostalgia que produce en la conciencia el ingreso del atardecer (la reducción
del trabajo a pura abstracción), tanto como la noción de la realidad del cierre de la vida, de la
posmodernidad: el anochecer.
Muchos pueblos actuales ya están entrando en esta categoría: europeos y japoneses son
viejos normales, luego de haber trabajado en el interior de formas conflictivas, primitivas, de
relacionamiento social –la mayoría, todavía lo hace, pese a su cosmética madurez y
magnanimidad-, han entregado a la humanidad el despliegue del trofeo de la ciencia y de la
técnica; su misión, por tanto, está cumplida. El muy elevado respeto y la admiración que
produce esa fase de desarrollo (la burguesa de la febril acumulación en declive, presupuesto
necesario del mundo nuevo, de conclusión del proceso de reproducción ampliada del capital, en
la extensión transnacionalizada del sistema de dominación), deviene del hecho de que la misma
representa el futuro y el desenlace de las contradicciones maduras inscritas en la dimensión de
la reproducción material de la vida, como planos superados, al final de cuya senda
forzosamente las sociedades neocoloniales se hallan destinadas a integrarse, como portadoras
del “código genético” del nuevo amanecer.
En circunstancias de conciencia formada, elevada, el ocio se dirige hacia las acciones
significativas; en los casos en los que la conciencia está en formación o directamente
deformada, el “tiempo libre” conduce al hedonismo, a la lúdica (al arte, a la estética); el
planteamiento prospectivo dusseliano se inscribe en ese escenario perceptivo hedonista (la
transmodernidad): la humanidad se pone reglas ético-racionales, para ser en la felicidad
(“tanto nadar para volver a la orilla de salida a morir”). El primer caso se presenta en la época
madura de la o de las personas, la cual viene dada por el grado más alto de desarrollo de las
fuerzas productivas, estado que se refleja e induce la formación cada vez más alta de la propia
conciencia, en su orden.
La presencia del león, por ejemplo, se corresponde con la función que debe cumplir:
controlar el crecimiento poblacional de herbívoros, que puede desertificar el Planeta (su
comportamiento es instintivo, sensorial); el ser humano –sin que sea posible zafarse de la
esfera de la sentimentalidad arcaica [puesto que es la faceta sensitiva la que vuelve consciente
a la conciencia]- tiene otra función que cumplir en el orden metadeterminado del Universo: su
propiedad especial, que le diferencia de los animales es el neocórtex (aquella delgada lámina
de neuronas cerebrales, especializadas en la función asociativa, o sea, en la actividad de
pensar), precisamente esta característica privativa define su ser: homo sapiens (mono que
piensa); por lo que debe producir el retrato hablado del Universo; para allá lleva el progreso
de las fuerzas productivas, proceso progresivo dado en condiciones de explotación primero,
luego en las de la comunidad democovivencial racional.
A consecuencia, desarrollo, progreso: ¡no son mito alguno!, como cree el hedonismo
posmoderno de todo pelaje; en realidad, son supuestos reales, modo de ser de los hechos,
tanto naturales como sociales (el desarrollo es factual; constituye la determinación absoluta de
la historia y de todo lo existente); y, la modernidad no es una etapa de la historia, sino
también un rasgo típico del acontecer histórico, pues, en sentido lato: todo cambia, se
moderniza. Para unos ojos, los procesos naturales e históricos se hallan determinados de modo
direccionado, en orden y con jerarquía; de modo que “a la política siempre le precede la
economía”, pues, “del liberalismo sólo se empezó a hablar luego de la revolución industrial;
y, “ésta es una comprensión y un método de comprensión de la historia dado de una vez y
para siempre”.
Para el Sr. Dussel el Planeta está superpoblado; debe, por tanto, reducirse la población,
porque los recursos son limitados (reprocha a Marx el no haber percibido el límite de
recursos, que tiene la Tierra [y concluye unilateralmente, que el capitalismo destruye a la
humanidad y a la naturaleza, sin que esa destrucción tenga contraparte alguna en la forja del
hecho progresivo histórico {se insiste en que el capitalismo es sólo destructor; “el capitalismo
lleva a un abismo de muerte próximo”, se asevera; empero dicha “negatividad” ocurre sólo
cuando el sistema burgués está demás: una vez que ha cumplido su misión; por tanto: “no hay
que ponerle un freno”, como insinúa Benjamín}]).
En lo tocante a la cuestión planteada en parágrafo precedente, el Sr. Dussel se volvió
de pronto todo un burgués (control de la natalidad, Caritas, Planificación familiar, el SIDA, la
homosexualidad). No tiene en mientes el hecho de que se necesita que esta presión llegue a
superar los 10 mil millones de habitantes, para que el ser humano tenga ante sí el acicate y se
ponga efectivamente en pie de terraformar otros planetas y migrar a ellos. Curiosamente en
Ecuador ya se habla del recurso infinito: conocimiento. Ahora bien, como ya se ha dicho atrás
en este mismo documento: con la ciencia y la técnica, todo se vuelve renovable; y, el
principio fetichista, machacón de la ideología económica convencional: la “escasez”, salta
hecho añicos.
El Sr. Dussel, al diagnosticar la experiencia de la ex URSS, coincide con el Sr. M.
Castells (Fin de milenio): producción de mercancías con mayor valor (producción extensiva
de híper industrialismo); para el marxismo-leninismo, en cambio, la “implosión” se produjo
como efecto de la traición del revisionismo jruschoviano; en los hechos, las dos conclusiones
configuran el proceso de la defección. Según el Sr. Dussel, el socialismo fracasó, ningún
papel jugó en la historia; más bien, fundiéndose con el “imaginario” de la derecha, declara
que el socialismo fue perjudicial, y se imputa a la burocracia (igualitarismo burocrático) el
fiasco, y a la ausencia del móvil de la competencia, la congelación del progreso. El Sr. Dussel
fetichiza –según sus propias palabras- también este hecho al atribuir sólo a la competencia el
proceso de progreso tecnológico; deja de lado la “lucha de clases” y el movimiento
direccional autónomo sobre los procesos que ejerce el desarrollo de las fuerzas productivas.
Afirma que la moda vuelve inútil al “valor de uso”; por acá, en cambio, se diría que la
moda acorta intencionalmente la vida útil del “valor de uso”, con el propósito de recrear el
mercado (como en otro lugar se trabaja con la estrategia de la “obsolescencia programada”).
Además, asevera que hay que utilizar un bien hasta que esté inútil; hay que ser coherente: eso,
¿no hizo el socialismo de Stalin, del cual el Sr. se burla? (dicho sea entre paréntesis, la
persona a la que se hace referencia, en casi todo los pasajes de su alocución se muestra
respetuoso; pero hay momentos en que su exposición se transforma en todo un “botafuego”
contra Stalin; pero Stalin tiene el mérito sobre el Sr. Dussel y demás, de la práctica). Por otra
parte, el Sr. Dussel imputa la idea de la “planificación perfecta” (como el alter ego de la
creencia burguesa de la “competencia perfecta”) a la intelligentzia del “socialismo real” (es
decir, el Sr. Dussel “dice lo que quiere”, como el Cura que se desempeña como consejero
matrimonial). Sostiene que sin moneda y sin mercado, no es posible calcular los precios
(asignar recursos, debería decirse), y “eso es el estalinismo”, concluye; pero O. Lange habla al
respecto en su “Cálculo económico”. Debe recordarse, que en la ex URSS no se eliminó el
“mercado”, ni siquiera en la época de Stalin (se preveía hacerlo, sí); más bien, con Jruschov se
consolidaron las relaciones mercantiles.
Apoteósicamente el Sr. Dussel llega a felicitar a los jóvenes por no haber entrado en
contacto con el marxismo-leninismo, de esa manera asume que su cerebro no corre el peligro
de ser deformado; esta conducta es insidiosa, narcisista, transparenta el prurito coercitivo de
toda posición hegemónica a priori, al propalar que su propuesta epistémica es la única que
vale, que las otras no pueden ser tomadas en cuenta, incluso en tanto referencia histórica. Ese
descaro debe ser contestado; empero, la presente protesta frente a tales desafectos, es todavía
primaria, puesto que no se la hace de modo sistemático, para lo cual habría que hurgar en el
modelo de marras, a fin de alcanzar el hilo conductor inserto en la intensa disertación (el Sr.
Dussel mismo manda a estudiar su obras, independientemente de cual sea la posición etaria o
ideológica del replicante o del criticado); en verdad, en este “cruce de espadas” no se recurre a
los útiles teóricos y metodológicos de marxismo-leninismo, para ripostar (en verdad, se está
persuadido, de que no se necesita echar mano del panel discursivo del marxismo-leninismo,
para rebatir su pensamiento). Quizá esta tarea se deba emprender, si la misma muestre que
tiene sentido práctico.
Por tanto, nótese que en esta respuesta parcial no se ha recurrido –todavía- al arsenal
categorial de la formación ideológico-teórica marxista-leninista; tampoco se acude a sus
principales exponentes (que los hay, que son muchos y excelentes, quienes han formulado
estudios concretos sobre el capitalismo y han formulado modelos matemáticos [cuando se le
dice por qué el Sr, Dussel no preparó un sistema de ecuaciones, simplemente manifiesta que
ha formulado el fundamento y que otros fácilmente lo harán]) o a los desarrollos teóricos
inherentes (por ejemplo, su crítica a Lenin sobre la categoría “política” tal como Vladimir lo
deriva, no es pertinente, pues, el prisma a través del cual Lenin ve el hecho es diametralmente
opuesto al del Sr. Dussel [esta diferencia el Sr. Dussel lo toma como “error”: confunde
política {relaciones entre las clases por el poder} con gestión {acciones técnicas para “hacer
felices a los pueblos”}]). Verbi gracia, su forma particular de percepción contrasta con la
propuesta sobre la evolución del pensamiento de Marx desde la filosofía (ideología) hasta la
ciencia: la “ciencia de la historia”, como la única totalidad el pensamiento (Kedrov).
El Sr. Dussel, por otra parte, desconoce hacia dónde lleva el progreso al ser humano;
hace caso o miso del desarrollo de las fuerzas productivas y de su influjo (su papel reificante
positivo) sobre el proceso progresivo espiritual (desarrollo de la conciencia, del conocimiento
del mundo), por eso no alcanza a ver el destino del mundo y se limita a decir (a repetir): “se
hace camino al andar”. El meta objetivo (destino) común de la humanidad: elaborar el “saber
absoluto”, es el producto supremo, el cual sólo será posible conformarlo al interior de una
humanidad unidimensionalizada; el Sr. Dussel, en cambio, sostiene que el género no se
desplaza hacia una “cultura universal”, sino hacia el “pluriuniverso” (prospectiva, que no es el
futuro).
La persona en mención, en otro frente de reflexión, no sólo que pone al hedonismo
mitológico de los saberes orientales (“diálogo de saberes”) en igual plano con el racionalismo
positivista occidental (y, de paso, con el marxismo “ortodoxo”), sino que la ubica sobre
dichos modelos discursivos, con las tesis en torno de la filosofía latinoamericana (empero, la
aseveración del “… pasaje del mito al logos”, es correcta). Alguna vez sostuvo el Sr. H. Díaz
Polanco (hoy: uno de los mentores del Sr. Dussel), que lo propio es situarse sobre los
hombros de la forma humana materialmente más desarrollada, para de allí continuar por la
senda progresiva, que el proceso natural impone.
Incluso de manera sarcástica, el Sr. en cuestión concluye que la visión occidental
eurocentrista del marxismo, respecto de que no se tomó en cuenta a otras formas de
reproducción (otros actores; las etnias, por ejemplo), fue la razón por la que fracasó o no
prendió en América Latina. Ahora bien, el marxismo (un enfoque de él) consideró a las
formas precapitalistas como procesos “hacia sí”, para la forma más moderna: la capitalista, y
que ésta (este nivel de desarrollo de las fuerzas productivas) era la base sine qua non, para
saltar a la etapa superior, madura, concreta, de realización histórica (en el sentido expuesto,
todos los procesos deben desorientalizarse de modo global para dar el salto; y, las formas
humanas al margen, la historia las habrá de subsumir en la nueva modalidad de existencia).
Por oposición al marxismo oficial (sic), el Sr. Dussel (con Mariátegui) sostiene, que en
el Perú la revolución no lo hace la “clase”, sino la “etnia”; concluye, que ello ocurre hoy en
Bolivia. Empero, en la perspectiva del “marxismo estándar (sic), sólo el proletariado hace la
revolución (hablándose en sentido técnico); para el efecto, las fuerzas productivas deben
haber avanzado en su desarrollo (lineal) hasta la “revolución industrial” (en Ecuador, con
mucha más perspicacia, se ha dicho: “construir discursos para construir actores y viceversa”).
Si es verdad que de la comuna rusa se podía pasar directamente al socialismo (en relación con
la inquietud de Vera Zassoulitch), pero en cuanto situación especial: cuando ya existen las
condiciones para este pasaje en otra zona apreciable del Planeta que se ha vuelto dominante, o
una vez que socialismo ya exista (subsunción del precapitalismo al poscapitalismo [caso
contrario el símil absurdo sería: que un niño pase a ser directamente persona madura con
juguetes]); en esas circunstancias, un fragmento humano en estado pretérito puede omitir el
realizar una etapa histórica necesaria en su recorrido natural.
Respecto de las formaciones sociales (categoría que no topa el Sr. Dussel [como
tampoco lo hace con la de “ley”, esto es, según Marx: la tendencia principal, que se abre paso
enfrentada a propensiones contrapuestas –A. Shaikh]), según una posición, el feudalismo, a
nivel global, es la etapa que media entre el esclavismo y el capitalismo (en sentido lineal,
pues, la humanidad, como ocurre en una vida, no puede suprimir o alterar el orden de sus
fases de existencia), al margen de si en dicho momento se tributó, si el comercio floreció, el
artesanado dominó y las ciudades crecieron y se multiplicaron. Es obvio, que la forma de
reproducción simple (la que se presenta en todas las formaciones sociales, sin llegar a hacerse
dominante) desempeño un papel de importancia en dicho escenario; no obstante, el sostén de
todo el complejo, fue la forma de propiedad servil-señorial.
Capital hubo en la Mesopotamia, es –puede ser- verdad, pero no capitalismo. Esta
indicación, no obstante, no tiene su derivación explicativa. El nivel de desarrollo de las
fuerzas productivas es su intelección, en el sentido en que para que aparezca el sistema (en su
particular terminología: sistema, campo, etc. [en otro lado [marxismo-leninismo,
althusserismo, etc.]: articulación de formas de reproducción con la primacía de una, como en
Marx: “… un éter especial que baña todos los colores…”]) en el que el capital se vuelve
dominante, la manufactura debía ser superada. Por el contrario, el Sr. Dussel dice que un
sistema se transforma en capitalista una vez que el capital se torna dominante
(cuantitativamente). Dicho sea a propósito, el capital no tiene ni “espacio” ni “tiempo”;
detenta espacialidad, o sea, extensión y ubicación; posee movimiento y momento (lugar en
una trayectoria). Con su “descubrimiento” el Sr. Dussel compromete la tarea de Marx en El
capital, al sostener que el capital (la ley del valor) tiene una existencia antediluviana y no una
existencia histórica concreta.
El poner al descubierto la farsa europea sobre la grandeza creativa de su pasado y su
importancia (centralidad) en él y el reivindicar a los pueblos históricos orientales, a más de
realizar un acto de negación/reconocimiento, no cambia para nada el protagonismo europeo
actual, como el haberse transformado en el ariete de la historia. Los grandes imperios de
Oriente: el mogol, el chino, el árabe, el egipcio, el persa, el maya, el inca, fueron formas de
entretenimiento, de expansión, de cubrimiento del mundo por parte de la inteligencia (de
multiplicación de las “unidades de pensamiento”), de desarrollo de las fuerzas productivas, de
constitución y fortalecimiento de la especie, de captación subjetiva del mundo, mientras no
emergieran en Occidente (Grecia, Roma) los verdaderos punta de lanza (cabezas de playa) del
progreso: de proyección al conocimiento y dominio del entorno.
Del “laboratorio de civilizaciones” (A. Toynbee): los distintos pueblos, sostén y a la
vez aporte del y al desarrollo de las fuerzas productivas y en las formas de estructuración
humana, respectivamente, una es la que ha absorbido y potencializado todo lo viable de ellas:
Europa, modernidad, colonialidad, capitalismo de consuno a partir de la formación servil-
señorial (según enfoque dusseliano), la que se expande sobre sus colaterales en apariencia
urbanos, comerciales, tributarios, y asume la determinación pionera en el proceso progresivo
(¿a qué queda reducido el Sumak kausay frente a la impresora 3D?). La conocida norma, que
es también general en el movimiento renovador permanente de lo existente, se impone en la
senda de los diversos segmentos humanos; su antecedente inmediato es la propia constitución
del “homo sapiens”: entre los diversos homínidos que precedieron o que coexistieron, sólo
quién tuvo la conformación antropofísca, orgánica y genéticamente neuronal necesaria, es la
que se ha puesto al frente de la realización del sino universal: el monismo material, que se
auto encamina a formar su dualidad: el ser y su representación.
En lo concerniente con el “hegemón” de turno China (en todo caso, de la corporación
BRICS), la diferencia de la China de los emperadores y la actual, es que su reflorecimiento lo
hace en el marco de relaciones económicas mixtas: capitalismo/socialismo (propiedad social y
privada: emulación/competencia [el relance económico de China no es el calvinismo de
Weber, sino el neoconfusionismo dice el Sr. Dussel; pero, más bien, es la expansión del
capitalismo colonizador, posmoderno, yaqui-eurocéntrico su razón]). Para el Sr. Dussel,
China no es más, que un subconjunto humano en el que tan sólo se rehabilitó el capitalismo;
en la percepción personal de quién escribe estas líneas, en cambio, China –como ellos mismos
se definen- es un pueblo que tiene un modo de reproducción mixto: socialismo de mercado;
pero, mucho más, es el líder del sistema liberal tardío: último hegemón, con el cual se
clausura el modo de reproducción burgués (la larga formación clasista de la humanidad).
China es la nueva y última punta de lanza del progreso (contrariamente que en el
pasado, hoy adopta y adapta todo el saber de Occidente); en su época se concreta el desarrollo
material de la humanidad, pues, con está “primavera” (que experimenta ya las primeras
convulsiones otoñales del agotamiento del modelo de acumulación de los “mercados
emergentes”) el momento evolutivo social llega a su cima. La aseveración precedente se la
hace, por cuanto se ve a la historia como Marx: en sentido prometeico, en cuanto progreso
(sobre el particular, conmueve ver a varios economistas ganados por las creencias ecologistas,
culturalistas, hacer verdaderos esfuerzos por demostrar la “cuadratura del círculo”: hacer de
Marx antiprogresista, antiproductivista, antiprometeista); pues, el capitalismo es un sistema
controversial: crea/destruye; y, la historia siempre es progreso: de modo indefectible va a
algún lado, a un lugar avanzado, superior; por tanto, la visión de progreso y meta es una
utopía, un postulado sui generis, excepcional: que se va a hacer realidad.
Las provincias unidas, el hegemón inglés, el estadounidense –I. Wallerstein- (grandes
sistema “elegidos” por el proceso de desarrollo humano): formas imperiales de conquista e
internacionalización tienen pleno sentido prometeico en cuanto modos de realización histórica
según la ley natural hasta cuando se ha globalizado la humanidad, se ha formado una sola
comunidad ilusoria escindida, mutatis mutandis: hasta finales y principio de los nuevo siglo y
milenio (XX-3000). A partir de entonces, el capitalismo (y todo sistema de clase) se vuelve
nocivo: el balance esquizoide (B. Echeverría) entre “construcción y destrucción” se pierde: el
proceso se inclina hacia la destrucción, sobre todo frente al grado elevado de conciencia, que
un sector de la humanidad ha alcanzado sobre el hecho, por lo que plantea la tesis de “otro
mundo es posible”.
La perspectiva dinámico-sincrónica: a cada otoño le sigue una nueva primavera (“el
líder de la expansión anterior del comercio mundial… es desplazado… de las alturas del
mando del capitalismo hemisférico por un emergente nuevo liderazgo”); núcleos conflictivos,
que crean balance temporal (“el ´sistema mundial moderno´ requiere la existencia de
´potencias hegemónicas´ sucesivas para mantener el orden político y el buen funcionamiento
de la economía internacional”); el círculo se cierra en el “sistema-mundo”: realiza su último
eslabón, pues, “el sistema ya no está en ´expansión´ sino en ´reversión´” (Arrighi, Fiori,
Wallerstein). Contrario sensu a S. Huntington (Choque de civilizaciones) y a Hardt y Negry
(Imperio [en el capitalismo, la esencia del imperio es el imperialismo]), este orden está muy
bien derivado en la composición nocional: el desarrollo humano se difunde a la manera del
crecimiento expansivo del cosmos (J. L. Fiori), de modo gradual mediante la sucesión de
“hegemones” (G. Arrighi), hasta ubicarse en la cima del proceso, luego del cual se produce el
cambio de época (I. Wallerstein).
La “dependencia”, según el Sr. Dussel: transferencia de valor de unas empresas a otras
(“ecualización”), efecto de la desemejante composición orgánica del capital (diferente
valor/mismo precio de los productos transables en el mercado hemisferizado) y del diverso
grado de explotación del trabajo. Pero, para otro frente de reflexión, la “dependencia” no es el
proceso de transferencia de valor (“explotación entre capitalistas” [¿?]) de una empresa de
escala menor hacia otra de mayor (la esencia del intercambio desigual, no de la dependencia,
es la sobreexplotación; la dependencia está en que los burgueses de unidades territoriales del
capital se necesitan mutuamente [es la necesidad de realizar el producto en el mercado
internacional, no la dependencia lo que pone en contacto a los capitalistas, los cuales en
competencia monopolista venden el producto al precio medio y se realiza la redistribución
interburguesa de la plusvalía], pero esa no es la causa última de la ecualización internacional).
La “dependencia” es uno de los mecanismos, presupuesto de ese proceso (en realidad,
redistribución de la plusvalía entre empresas, efecto de la ley del desarrollo desigual -Lenin);
en los hechos puede haber dependencia y no transferencia de excedente de trabajo social del
tipo descrito (es el caso de Cuba frente a la ex URSS, al que se lo denominaba imperio al
revés: suero directo a la vena de la Abana, subsidio por mantener este satélite, etc.). A través
de esta sujetación –división internacional del trabajo- (que es consecuencia del desarrollo
desigual del capital) se produce el intercambio desigual (acumulación a escala mundial); pero
la dependencia no es la transferencia misma, como supone el señor Dussel (mercancías que
tienen igual precio pero diferente valor [el Sr. Dussel tiene razón; el término empleado:
dependencia, es el controversial {Teoría de la dependencia: un centro de poder mundial
domina –organiza la relaciones en el mundo-; hay un grupo interno a los países que
intermedia las relaciones de dominación/dependencia, por cuanto se beneficia de ellas –T. dos
Santos}].
En suma: el concepto de “desarrollo” es marxista, pero no el de “subdesarrollo” según
el parecer del Sr. Stavenhagen (se atrevería a decir, que allí tiene razón el Sr. Dussel); el de
“dependencia”: no (aquí, en cambio, la tiene el Sr. Agustín Cueva D.). Sin embargo, ni
dependencia ni neoliberalismo son formulaciones críticas que sustenten un proyecto; las
neocolonias solamente saldrán del atraso con su vinculación al mundo (cuando domine las
conquistas de la época burguesa). El frente capitalista “subdesarrollado” “no debe partir de la
idea de la dependencia, porque no está allí ningún camino de desarrollo” (dixit Dr. Alfredo
Castillo B.). Por tanto, tampoco la categoría “soberanía” (que lo fue en su momento) es
pertinente hoy, pues, se opone a la proclama: todo en el mundo debe pasar a ser de todos.
En el modelo mental del Sr. Dussel: “el trabajo vivo crea valor de la nada del capital”.
“En su lectura de Marx, un lugar central lo ocupa la concepción de Dussel del trabajo como
producción y creación”. “Puede mostrarse que en una vertiente de su pensamiento Dussel, ha
naturalizado y deshistorizado el trabajo vivo, desnudo, tendencialmente privado de
componente intelectual y cultural, que es un producto histórico del capitalismo.
Pero otra vertiente del pensamiento de Dussel atribuye al trabajo vivo, corporal del ser
humano desnudo y virtualmente bestializado, una creatividad ex nihilo y una dignidad ética
absoluta, ahistórica, con obvias resonancias o incluso explícitas referencias teológicas” (Alan
Rush).
“… el capital aprovecha y explota al trabajo vivo para crear valor desde esta fuente de
energía. Si el trabajo vivo es la fuente de la acumulación del capital, esto todavía deja a la
dinámica del capital como el principio creador. Sencillamente, no se puede afirmar en forma
convincente que se crea a partir de la nada, como la Idea de Hegel”. “… el plusproducto está
determinado como plusvalor… no es un resultado del trabajo vivo y su finalidad, sino del
trabajo alienado, del trabajo como valor de uso del capital, imbuido por el impulso del capital
hacia la acumulación”. “… sería apropiado afirmar que el valor es nada más que ´trabajo
alienado, reificado´, pero afirmar que el trabajo es la ´materia´ del valor, por así decir, no
prueba que lo creó, así como afirmar que el mármol es la materia de la estatua tampoco
prueba que la creó” (Arthur Cristopher).
En torno del proceso dinámico del desplazamiento histórico, el Sr Dussel impone su
consideración sistémica sin determinación: determinación-determinada-determinante
(condición-condicionada-condicionante); dicha apreciación no se la comparte en lo absoluto
(la posición marxista “ortodoxa”, es clara sobre el particular: totalidad con determinación [no
obstante, en algún momento de su exposición, el Sr. Dussel dice: “Marx dio en el clavo” {en
referencia a la pregunta: por qué quien crea la riqueza es pobre}; y, concluye: es la esencia, el
fundamento, de allí deriva todo; empero, no está de acuerdo con el hecho –no advierte,
debería decirse-, que los sistemas –según su forma de nombrar componentes y procesos- se
hallan presentes en la realidad histórica de las formas clasistas, para garantizar la
reproducción de la estructura]).
Frente a los indeterminintas, que motejan a sus antípodas como economicistas, el Sr.
M. Godelier recuerda: “... lo que es claro, es que ni la edad media podía vivir del catolicismo,
ni la antigua de la política, por el contrario, las condiciones económicas son las que explican
por qué en una el catolicismo y en otra la política jugaban el papel principal” (K. Marx). En
verdad, en torno del momento histórico que viene para la humanidad (que para el Sr. Dussel
se presenta desconocido [en realidad, con apego al carácter predictivo de toda ciencia, en la
perspectiva de otra persona cuestionada por el Sr Dussel: el Sr. M. Bunge, y del propio
marxismo-leninismo, el nuevo estadio histórico en el horizonte, es el comunismo]), el mismo
no es efecto del nuevo “gene” (sic), gen que crea la nueva realidad humana; pues, dicha
realidad está dada en la instrucción genética, esto es, en el proceso direccional inmanente, que
paradójicamente de modo estocástico realiza el despliegue de las leyes que presiden el modo
de ser de la materia.
Sobre la formación humana clasista última: el capitalismo, para la historia, ambos
intereses: el burgués y el proletario, son suyos: la burguesía realiza el progreso (bloquea el
anquilosamiento, la marcha en el propio terreno derivado de formas primitivo-equivalenciales
o de raigambre etnicistas o ecologistas), el proletariado propende conservarse como fuerza de
trabajo (cuando no le disputa al capital el sentido de la historia, allí donde el capital también
se vuelve reaccionario, puesto que asume que sus sistema es eterno), para producir la riqueza
bajo el mando del capital. Desde esa perspectiva, ningún (sistema de reproducción humana)
modelo de política económica es errado o ha fracasado, pues, son sólo respuestas
programáticas inherentes a cada interés, que por su lado de modo inconsciente empujan la
historia (lo que es ética negativa particular, es positiva en el plano histórico).
La negación del papel civilizatorio de Occidente, de la modernidad, de Europa, por
parte del Sr. Dussel. “Las ideas críticas emancipadoras de la ilustración, que… se desarrollan
por primera vez en la Europa de los siglos XVI y XVII; son una primera forma de conciencia
universal de la humanidad, no tienen patria, ni pertenecen a una cultura específica, son
propiedad de todos los seres humanos que quieran continuar en el horizonte intelectual abierto
por las libertades modernas”. “Las ideas críticas y emancipadoras de la modernidad no son
pues solamente un proceso autoreflexivo y solipsista de Europa; son más bien un primer
momento constitutivo de una conciencia de la humanidad, de una igualdad universal entre los
seres humanos y de sus comunes aspiraciones a la libertad, por encima de sus diferencias
culturales y religiosas” (José F. Cornejo).
Pretensión de innovación: cómo se maneja el excedente, las tesis -20- sobre política
(“relato” no exento de voluntarismo; en los hechos: disociación de lo económico de lo
político, de las fuerzas productivas, de las formas de propiedad [su modelo político es
coherente; pero irrealizable antes de la experiencia leninista y del moderno movimiento de las
fuerza productivas, que crean las condiciones de posibilidad para aquella normativa]). En
realidad, ¿“manejo del excedente” o “formas de propiedad”? (“… los sistemas económicos se
definen por el manejo del excedente”, tajantemente dice; cuando, en realidad, solamente en el
capitalismo la “forma de reproducción” asume la nominación de “economía”). La producción
es el elemento fundamento de todo el proceso de reproducción de la vida; es en ese sentido en
que el marxismo-leninismo plantea la primacía de práctica económica sobre el resto de
esferas, campos, sistemas o estructuras, según es la lexicología del Sr. Dussel, de
reproducción de la vida humana. Ahora bien, anteponiendo su propio modelo reflexivo al Sr.
Dussel, en la historia aparecen muchos hechos, pero no su fundamento; éste refiere al
contenido histórico, a su fin: la producción de la idea
Asume que el marxismo-leninismo no es marxismo, realiza el análisis de todo el
período de existencia de la ex URSS con la ley del valor. Para el Sr. Dussel, materialismo es
sólo el “contenido del acto”, no la base real de todo acto; es por eso que para él la razón de la
existencia humana es tan sólo inmanente, en la perspectiva gramsciana de “humanismo
inmanentista absoluto” (hedonismo ilustrado: vida y felicidad estética), pues, en el concierto
de macromoléculas, mineral, del Universo, el ser humano nada tiene que ver (aun por sobre su
consideración de que “una célula es más compleja que todo el Universo”). La posición
alternativa, teleológica, en cambio, consiste en entender a esta entidad (la humana) como el
elemento racional encargado de dotar de conciencia (alter ego) a la materia (sentido del acto).
Los principios de la “totalidad” y de “exterioridad” el Sr. Dussel los enfila contra el
Materialismo histórico (planteamiento teórico, que junto con el de Materialismo dialéctico, el
Sr. Dussel deshecha): respecto de la primacía de la contradicción entre “fuerzas productivas”
y “relaciones de producción” en el proceso de desarrollo humano (solamente con este
extraordinario planteamiento epistémico-heurístico de Marx es posible convertirle en “objeto
de conocimiento” a la historia [Durkheim lo llama “cosa”], de aprehender de modo subjetivo
científico la realidad humana, esto es, como proceso regular de desarrollo [en realidad, el
Marx maduro, no fue ético, sino objetivo, científico]). El Sr. dice que el marxismo tradicional
no entendió/utilizó muchos términos y desarrollos discursivos de raigambre marxista, tal es el
caso de la categoría “subsunción”; lo cual: ¡no es cierto! Por tanto, frente a tanta petulancia,
se advierte que todas las objeciones que propone el Sr Dussel al marxismo-leninismo son
convincentemente refutables a partir de la formación ideológico teórica recusada.
En efecto, el Sr. cree que con su modelación logicista ha derrotado al marxismo-
leninismo; arremete de modo violento contra Althusser: lo llama “farsante”; Althusser que es
más original, pues, “sin haber leído los tres tomos de El capital, mucho peor los últimos
escritos de Marx (“la cuarta versión de El capital” –sic) produjo la visión más coherente,
lógica, objetiva (“formalista”, “estructuralista”) del marxismo. Su posición indeterminista
cuántico-heisenbergiana (circular en espiral), le hace decir, que la revolución política en
Inglaterra impuso el sistema capitalista; el hecho, no obstante, es al revés (fácilmente M.
Dobb, refutaría al Sr. Dussel); pues, el capitalismo estuvo ya en la realidad, pero de modo
políticamente subordinado; la revolución puso en coherencia la nueva base con la
institucionalidad.
Marx formuló una corriente de pensamiento: el marxismo (la que se desarrolló en
términos políticos como marxismo-leninismo); Althusser lo hizo como despliegue de la visión
marxista: el althusserismo; el Sr. Dussel no ha podido elaborar un modelo coherente
orgánicamente total: una visión armónica de sus “descubrimientos” y desarrollos teóricos.
Recoge (comenta; aunque esta tarea en su léxico es peyorativa: “jamás seré comentarista,
sucursalero”, sentencia) el pensamiento mítico latinoamericano, cristiano, lo transforma en
categorial, pero esta propuesta no alcanza el status de sistema alternativo al eurocentrista. El
Sr. Dussel es útil, en este caso, en tanto interviene en la difusión del marxismo: lo da a
conocer; su fortaleza está en fundamentar de manera más precisa cierta terminología, en
desarrollarla y en replantearla (tal es el caso de su recomposición histórica); pero cuando
formula su propia versión sobre la realidad y propone lo que se debe hacer, en ese momento la
persona que escribe deja de seguirle.
El Sr. Dussel afirma, que “El conocimiento está hecho para la vida, no ésta para
aquel”. Empero, visto el hecho a partir de una perspectiva lógica diferente, la sentencia
difiere. La vida está hecha para el conocimiento, porque el ser humano no tiene la misma
catadura, que los animales; en verdad, sólo los cerebros de los animales deciden
permanentemente entre la vida y la muerte: si se equivocan, mueren). “El criterio de verdad es
la vida”, también dice. Tal vez. Si la vida tiene éxito, quiere decir, que la práctica fue efectiva,
y la intelección: objetiva (“en la tradición materialista, reduccionista estalinista” -sic); pero
el criterio de verdad absoluto, responde al cumplimiento del sentido de la vida: dotar de
conciencia a la materia (lo que demuestra, que la genialidad [y la realización de ésta en
condiciones favorables] no es garantía de justeza, de objetividad [y lo cual expone una aporía:
las conceptualizaciones profundas y acabadas tienen carácter estratégico inoperable, resienten
el “principio de factibilidad”]). Fetichismo antropológico en del Sr. Dussel: la racionalidad de
la vida humana, juicio que oculta el objeto del principio: la producción de la idea; por tanto,
se vive para argumentar, no al contrario.
Liberación frente a la manumisión. El ser humano sólo alcanza su libertad, se
manumite, volviéndose “Dios”. El proletariado no se libera: se emancipa, o sea, reafirma y
generaliza su identidad; el capitalista no se elimina, sino que también se emancipa: torna
multilateral y abstracta lo que ya es; los dos sujetos históricos se emancipan interpenetrándose
y pasan a compartir su identidad en la forma humana que deviene: satisfacción de necesidades
en estándar elevado, como el patrón de vida del proletario (carencia de propiedad, no explota
ni domina, vive en colaboración en el trabajo, todavía hoy); o sea: la negación de
determinaciones, las cuales se superan y se conservan (pero también se anulan) en el
resultado: el devenir (proceso no “analéctico”, sino sólo dialéctico, pues, el proceso histórico
es regular).
La especie debe occidentalizarse por entero, es decir, asumir la “modernidad”, como la
forma progresiva prometeica última, más desplegada, desde la cual proseguir; en ese caso, el
eurocentrismo es pertinente, no los procesos precapitalistas “hacia sí”. Ahora bien, si se frena
el calentamiento global (la industria), se lo hace también con el desarrollo de las fuerzas
productivas, con el progreso; el origen de estas desarmonías se ubica en el sistema de
mediación de este movimiento progresivo: el capitalista, el cual, mientras más eficiente es en
el desarrollo de la ciencia y de la técnica y en la acumulación privada, de modo creciente
afecta a la naturaleza; la solución al problema radica en actuar sobre la causa (la forma de
reproducción burguesa): ralentizar el progreso, para morigerar los efectos antrópicos y
negativos sociales del movimiento histórico.
Materialismo ingenuo, cosmológico, intuitivo, llama el Sr. Dussel al planteamiento
sobre qué es primero: la materia o la idea. Las tareas y las circunstancias de un momento
definen la conducta y el tipo de nacionalidad sobre la realidad; el concepto, por tanto, no
“responde a imperativos simplemente teóricos o metodológicos”. Cuando Engels y
Konstantinov plantean que materialista es un pensamiento que asume que primero es la
materia, luego la conciencia, describen el contenido del enfrentamiento ideológico en un
momento: el ser humano como “carne con necesidades” es lo primordial, no los motivos del
alma, como era la ofensiva alineante de la cristiandad en ese entonces. La crítica, luego, no
puede partir de la condición futura para impugnar o apoyar posiciones pasadas (lo pertinente
es encontrar las determinaciones del momento). Esta postura, dígase con todas las letras: ¡no
es seria! En el marxismo-leninismo no se deja de lado el aspecto dinámico (espiritual [la cual
es la forma más alta de movimiento de la materia {masa}]) de la historia; se tiene –más bien-
precaución de no exagerar el papel de la voluntad en la producción del mundo; por tanto, no
es que la vida, el trabajo y la idea no sean momentos progresivos, lo que se dice es que no se
debe dejar el estudio de la condición de todo: la naturaleza y su modo de ser (la dialéctica
ontológica).
“Marx no era ateo”, dice el Sr. Dussel. Esta afirmación, asume que Marx rechazó el
carácter burgués ideológico-político de la religión cristiana, en este caso; pero, a su vez
tácitamente, se afirma que Marx compartía la composición mitológica: la existencia del alma
(o del espíritu, según el caso), de la continuación de la vida luego de la muerte de las
personas; por tanto, la existencia de un lugar para el alma: el cielo, de una organización y de
un ente regente en ese mundo: Dios; como consecuencia, la presencia de un ser superior
hacedor de todo lo existente: su principio y fin. No obstante, queda la demostración expresa
documental de esa conclusión (con le gusta al Sr. Dussel, el cual es “su plato fuerte”, puesto
que presume haber leído manuscritos de Marx aún no publicados), o sea, que no se trate la
misma, de una simple deducción. Aquí se expone una posición, como es usual e intencional,
contraria. Es el plano en el que la noción ontológica de la Filosofía marxista: espíritu o
materia, topa su sentido pertinente, la que, para el Sr. Dussel le parece una elementalidad, de
la cual se mofa.
El Sr. hace piruetas en pro de justificar y hacer pasar subrepticiamente su cristianismo,
su embozada creencia en el “más allá”; de allí su arremetida contra el “problema fundamental
de la Filosofía”: “qué es lo primero, el pensar o el ser”, “la materia o la conciencia”; y, casi
indilga a Marx su escolasticismo. De allí su reiterada referencia sobre la prevalencia del
espíritu, de la dinamia frente al supuesto fijismo del “marxismo estándar” (sic). En realidad, la
materia lo es todo: masa y movimiento; materia blanda en la que se realiza la materia
compacta y toda ella (Sólo porque la materia está dividida [átomos –Demócrito] y porque
existe materia blanda [“vacío” –sic], es que los procesos ocurren); la llamada “energía”, es
movimiento de la masa (Bosón de Higgs [Física de partículas, de ningún modo Física cuántica
{idealismo mitológico en el seno de la práctica científica}, energía = fuerza o intensidad del
movimiento de un cuerpo –de su masa]): cinético, calórico, lumínico, químico, orgánico,
biológico, conciencial (Engels, F. Dialéctica de la naturaleza).
Dicho de otro modo. A partir de sus creencias, el Sr. Dussel enfila la crítica de modo
ímprobo sobre el marxismo-leninismo. ¿Cuál es el sustento de su postura? Su enfoque
sistémico sin determinación del proceso (progresivo) humano; la eliminación de su modelo
del motor de la historia: la “lucha de clases”; la reconceptualización de algunas categorías: de
la “política” en sentido aristotélico y ético; su concepción paradójicamente determinista sui
géneris también de la historia: la estrategia, la táctica y la revolución (el leninismo), carecen
de importancia, pues, la transformación histórica no ocupa la voluntad, en cuanto ésta se
mueve según el sentido que abren los hechos estocásticos, fijándoselos a posteriori, a través
de “criterios” y “postulados”.
El Sr. Dussel trabaja con algunos conceptos propios de la Física cuántica, lo cual
incorpora imprecisiones a su formación subjetiva; son los casos de “entropía”, “energía”,
“espacio”, “tiempo”; una muestra: el ser humano no suple necesidades con “energía” (enfoque
físico idealista [la materia se transforma en energía y viceversa: ¡bah!]), sino con materia. Sin
embargo, la precisión de conceptos, la aclaración y la exposición de otros, es una de las
fortalezas indiscutibles del pensamiento dusseliano (lo cual no quita, que la conclusión sobre
todo normativa sobre el “nuevo mundo a construir”, se inscriba en la nocionalidad
fenomenológica utópica).
Se insiste, los censurable (por los censurados) no está en sus ideas (pues, cualquiera
puede tenerlas) sino en (atreverse a) ejercer la crítica de otros, a partir de la presunción
soberbia, megalómana, de que el criterio propio es el correcto y el de otros, erróneo; el pensar,
que porque se ha leído a Marx (en este punto tienen pertinencia las admoniciones de
Rigoberto Lanz y de James Petras; en el primer caso: “… no interesa si Marx lo dijo o no…”,
en el segundo: recurrir al pensamiento ajeno –autoridad- para legitimar el propio): por su
hermenéutica, se está envestido de la facultad para juzgar e incluso desautorizar otros puntos
de vista.
En verdad, bastante egolatría la del Sr. Dussel, puesto que sin ambages afirma, que
porque no se entiende sus tesis, es la razón por la que no se las asume (y porqué la realidad no
marcha según esos apotegmas). La revisión de algunas líneas del pensamiento del Sr. Dussel,
permitió establecer la comparación con las de Marx, de Lenin y de Althusser (dice que ellos
ven a la política en sentido negativo; y, concluye que ese es un error, que él lo supera [se falta
veladamente el respeto a Marx, con el concurso de argumentos de dudosa objetividad o
inherentes a otra vertiente perceptiva {es fácil criticar a “manos lavadas” a quién dio los
primeros pasos, sobre cuyos hombres se actúa}]); como resultado: en lugar de tomar partido
por el enfoque del Sr. Dussel, más bien se procedió a cerrar filas en torno del marxismo-
leninismo.
En sentido más amplio: ¿cuál es, cámbiese lo que deba, el denominador común del
estatuto ideológico de la pléyade de pensadores (Holloway-Kohan [aunque este exponente del
pensamiento trotskista-gramsciano: Kohan, como “leninista”, está lejos de la del Sr. Dussel] y
del resto de personajes de similar talante)? En realidad, se ha convertido en “deporte mundial”
criticar al marxismo-leninismo, sobre todo esa conducta deviene de quienes nada práctico
tienen que presentar. Se cree que la empatía reside en los siguientes puntos (se lanza de golpe
y aunque de modo todavía provisional y grueso, todo el arsenal perceptivo propio sobre el Sr.
Dussel, para no darle la ocasión “a nuestro autor”, de que le indilgue el anatema de
“sucursalero” a quién estas notas escribe).
1.- La historia no es concebida en términos de progreso (“esencialismo”,
“milenarismo”, se dice peyorativamente), por tanto, no está dentro de su horizonte
perceptivo, la noción sobre su desenlace (proclaman la existencia de varias
opciones de futuro);
2.- No confieren importancia a la tesis coevolutiva: ser humano-naturaleza (evo-devo),
de Marx (en referencia al ecocidio, al ecosocialismo, al decrecentismo, a la
ecolatría);
3.- Desconocen el papel que desempeñan el ser humano en la historia y ésta, en el
Universo (o sea, la tesis de que la persona crea su propia naturaleza [tercera], se
auto produce como sujeto de pensamiento, cuyo fin es dotarle de conciencia a la
materia, en su orden);
4.- Impugnan, sin beneficio de inventario, al capitalismo: sostienen que su presencia
no es necesaria en la historia (crisis capitalistas, crisis civilizatoria, fracaso
capitalista,… [Pero el capitalismo ni está en crisis ni ha fracasado: sólo ha cumplido
–sigue en esa tarea, aún en su etapa senil- su misión histórica necesaria: “producir
la base material del mundo nuevo” –K. Marx-, como proceso “esquizoide” –B.
Echeverría-: construcción/destrucción, con prevalencia del progreso {al capitalismo
se lo juzga, pero no se ubica su papel en la historia}]);
5.- Creen que el trabajo es esencialidad histórica (determinación concreta) eterna de la
humanidad: el paso del trabajo a la máquina, no está en su mapa mental (no se
advierte, que la esencialidad del ser humano, es la producción de conocimientos;
pues, el ser humano es inteligencia que piensa; su tarea primordial consiste en
formar la conciencia);
6.- Su percepción omite la noción hipotética sobre el momento cumbre de la evolución
natural y el papel del neocórtex: la ley que preside el movimiento de la realidad
(realización progresiva de todas las potencias materiales: la formación de la base
ontológica del reflejo);
7.- Sostienen que en la ex URSS, jamás se organizó el socialismo (la “revolución
traicionada”), tampoco demarcan los dos períodos internos al proceso: el socialista
y el socialimperialista;
8.- Carecen de la intelección sobre el papel del “socialismo real” y la razón de su
“implosión” (La ley del valor socialista, la acumulación socialista [intento racional
de compatibilizar progreso y equidad; la historia devolvió la primacía al
capitalismo en la senda del progreso]);
9.- No está a su alcance la repuesta a la pregunta: ¿qué le pasa a la humanidad?
(compleja subfase transicional, no de orden socialista sino socialdesarrollista
[ciudadanía/crecimiento]: la historia marcha por rieles capitalistas y socialistas);
tampoco lo está sobre otras inquisiciones: ¿en qué momento de su desarrollo se
halla ésta? (a punto de concluir el desarrollo de las fuerzas productivas: la
automatización completa de todas las actividades de reproducción humana), y,
¿cuál es estadio que niega y reemplaza al presente (a la forma burguesa)? (el
sistema democovivencial);
10.- Ignoran la progresión: instrumento mecánico, máquina, automatización, robot
inteligente, y la razón y conclusión del proceso (esto es, la primacía de las
condiciones materiales [también niegan la dialéctica ontológica; enfilan contra
Engels {aquí se “venera” a Engels; pero no a cualquier Engels, sino al viejo Engels,
al Engels ontológico –¿ingenuo?; ¡bah!- del Diamat y del Hismat}]);
11.- Tienen la tendencia a plantear la felicidad humana en la vuelta al “valor de uso”
(epistemología del Sur, Filosofía latinoamericana, ethos estético,…); y,
12.- Han dejado de lado, en el análisis de la historia, el papel modelador histórico de las
fuerzas productivas (inteligencia objetualizada, positivamente alienante); el carácter
regular de la historia (la ley general y las particulares de cada etapa).
Por supuesto, por lo que queda dicho, el enfoque asumido en las presentes reflexiones
de disenso no ve a la historia “desde” la perspectiva europea o de la de la América Latina (el
Sr. Dussel, en este caso, asume que su método se diferencia por “ver desde los oprimidos” la
historia); tampoco se lo hace a partir de la percepción capitalista del mundo o de la del
socialismo, o de otro régimen subjetivo adosado a cualquier modo de reproducción humana
precapitalista, ni siquiera responde a una actitud crítica al sistema imperante; por el contrario,
el punto de mira (“el ojo visor”) es el del sentido de la presencia de la humanidad en los
hechos (metahistoria, saber absoluto). La verdadera “exterioridad”: la obra humana completa
por venir, la que reside fuera de la propia realidad humana y de su entorno natural, cósmico,
no se le representa en la mente al Sr. Dussel, como tampoco en el “imaginario” de la prolífera
variedad de sabios que pueblan el Planeta (claro, según sabe la persona que borronea estas
líneas, se exceptúa a Kant, a Marx y al Dr. A. Castillo B.); la referida alude a la creación del
Universo espiritual, el cual es la fotografía, el relato objetivo de la totalidad real. Sólo con ese
producto, el ser humano se hace con la aureola de la dignidad, justifica su vida, se realiza.
El Sr, Dussel se muestra con una confianza verdaderamente temeraria respecto de su
certeza intelectual; en su crítica al “socialismo real” (en verdad: al socialimperialismo
soviético de 1956 a 1989) se entrevé que dice, que si él hubiese estado en lugar de Lenin, de
Stalin, de Castro, de Ortega o incluso de Mao, el socialismo hubiese sido un éxito, estaría
vivo, pues, habría aplicado bien a Marx (hubiese impuesto el manejo comunitario del
excedente; reformado las instituciones del Estado, el mercado, la moneda -sic). Por tanto, en
esta ocasión al Sr. Dussel, experto en encontrar errores y limitaciones, “se le pilló”. Expresa:
Marx entendió bien la realidad porque fue economista y filósofo a la vez y los que son: o
filósofos o economistas por su lado, no pueden hacerlo; pero el señor en referencia no
considera la “teleología” del ser humano, aun en su condición de economista y filósofo a la
vez, como el mismo lo aclara, puesto que se opone a Engels, o sea, ha descartado la
“dialéctica de la naturaleza” (la “exterioridad exterior” del individuo), componente sin el cual
es imposible entender el concepto de ser humano: de “trabajo vivo”.
Por otra parte, nuestro pensador y otros en su línea, tienen el menoscabo de no mirar el
papel civilizatorio del capitalismo, niegan el progreso, mucho peor aceptan que éste se da
–por vía natural, espontánea- sólo en condiciones de desigualdad, explotación, acumulación,
destrucción de la naturaleza y dominación; empero: así procede la historia, y dicho escenario
se mantendrá mientras el desarrollo de las fuerzas productivas no haya avanzado hasta un
nivel, que provea de las condiciones objetivas y subjetivas, para que el desarrollo prosiga
exento de los males de raigambre burgués. La paz se instituye con la automatización
completa; y, de la prescripción de Marx: “de cada quién según su capacidad, a cada cual
según su necesidad”, en una forma humana sin trabajo sólo mantiene vigencia la segunda
parte: “… a cada cual según su necesidad”.
El salvaje vagaba en la naturaleza y tomaba lo que ella le presentaba en lucha con
otros seres; las producciones mercantiles simples y la capitalista realizan la sobrevivencia y la
acumulación mediante explotación y la conducta antrópica, y devienen. Los capitalistas no
tienen otro objetivo para la vida, que el de enriquecerse; esa muy limitada conciencia es, sin
embargo, positiva en términos históricos: la acumulación de capital es la base sobre la que se
instala el mundo nuevo; en la producción maquinizada, el nuevo ser toma lo que ésta le
provee en paz, pues, la escasez (y la apropiación jurídica de los elementos naturales) ha
desaparecido (“Mandar obedeciendo” en el “sistema equivalencial”, señor E. Morales, señor
E. Dussel: no le corresponde al ser humano, sino a las máquinas a través de un software de
lógica administrativa).
Estas, algunas impresiones respecto de un autor, que ha derramado palabras y gastado
tanta tinta de modo impugnador sobre el llamado “socialismo real” (un botón más: dice que
intencionalmente no se publicó en el período inicial soviético las obras de Marx, puesto que
de haberlo hecho: “todo el tinglado se venía abajo” [no cabe duda ya, la posición subjetivista
especulativa]). Como su trabajo es profundo y extenso, quizá –de ser necesario- haya vida
para poner más atención y penetrar a mayor profundad sobre esa producción. Por ahora, se
cree que esta recensión basta, en virtud de que hay que alzar la voz, cuando alguien ha
observado la actuación cristalizada por un sector de la praxis, que actuó con la palabra y la
espada sobre la realidad con el propósito de cambiarla: el socialismo, proceso incluso en el
que se puso en vilo la existencia. La “estrategia” deconstructiva de este pensamiento, pasa por
revisar su esencia, no por su extensión discursiva, es decir, se ha buscado un atajo, para llegar
a su médula, a la axiomática.
Ahora bien, no se duda de lo que es evidente: de la capacidad, de la dedicación, de la
profundidad del saber del Sr. Dussel. Su forma de analizar la realidad es propia, aunque su
específico enfoque lo imputa a Marx; por tanto, es difícil someter a crítica su posición sin
distorsionarla y hacerlo también con la de quién profesa y ensaya la exégesis. Pero el Sr.
Dussel se da el lujo sí, de actuar de manera recusatoria frente al pensamiento y proceder de
otras personas; y, aquí no surte efecto la actitud de precisión epistémica frente a la verdad,
pues, la moral también es prospectiva, tiene que ver con el “deber ser” particular de cada
sujeto social, sin que necesariamente se actúe especulativa o voluntarísticamente.
Verbi gracia: si habría que anteponer objeciones a la visión dusseliana a partir de la
perspectiva marxistaleninista (como lo hace él en sentido inverso), la misma asumiría el
siguiente carácter (desde luego, ya que el señor Dussel se manifiesta de modo crítico picante
sobre el “socialismo real” –sic-, esa alusión da derecho de palabra, de réplica, a quienes
profesan ese modelo; caso contrario, lo sensato sería “hacer mutis por el foro” [ahora bien, la
persona que escribe, trabaja sobre otro objeto, no en torno del que lo hacer el Sr. Dussel; éste
es el teleológico, con apoyo en el pensamiento marxista]). Su enfoque de la economía se
inclina a ser formalista institucionalista: empresa, mercado, Estado; deja de lado en sentido
político la lucha de clases; se tiene la impresión, que no le se confiere importancia a la ley de
la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, sino para fundamentar su criterio de
“transmodernidad”; considera que instituciones históricamente creadas (dinero, Estado,
mercado, empresa), no deben desaparecer, sino sólo transformarse, en la perspectiva de I.
Mészarós.
La posición crítica no conduce a decir, como es usual respecto de los demás, que el Sr.
Dussel esté equivocado (esa sería una actitud irresponsable, incluso de irrespeto para con las
canas de un venerable personaje); únicamente se desvía por la tangente la incursión reflexiva
sobre tales ideas, con la declaración de que el Sr. trabaja con otra perspectiva de significación.
La ventaja (esa si superioridad real) del marxismo-leninismo sobre el Sr. Dussel
(también sobre el gramscismo y neomarxismo), es la práctica, la experiencia histórica, es
decir, la realidad, que por haber sido, puede ser juzgada de diversos modos, incluso por el
parecer especulativo. En verdad, si una actuación humana la realidad lo admitió o se impuso
sobre ella, es porque tiene poder: la fuerza de la resolución; en cambio, el trabajo prospectivo
intelectual del Sr. Dussel no se puede someter a validación, tampoco aplicarlo como “test de
coherencia”, como criterio de verdad sobre la práctica.
“No hay proyecto”, sostiene el Sr. Dussel, sino criterios: el “a” se despliega, luego
viene el “b” y así se va construyendo el camino (“criterios y brújula”; pero la brújula
solamente sirve si se tiene un punto de referencia, de llegada, y es de lo que carece el Sr.
Dussel en su magnífica y locuaz peroración). Esta vía, no obstante, no se abre de modo
racional o cuasi racional; la misma lo hace el desarrollo material de la humanidad, por tanto,
hay que descubrirla (“libertad: conciencia de la necesidad”); es la proyección del movimiento
evolutivo natural: de la materia física a la orgánica (la vida), de la célula procariota a la
eucariota, de ésta al tejido, al aparato y al sistema; del animal inferior al homínido, luego al
ser humano (la única realidad que no existe en el Universo es su representación; pues bien,
esa es la tarea humana: el punto de referencia, la meta).
Se entrevé la impresión, de que la historia se la concibe con impronta racional; en
realidad, el capitalismo burdo, ignorante, ha sido el encargado de llevar a cuestas a la
humanidad (de sacarla de las cavernas, del circo romano, de las catedrales góticas) y, aunque
de modo criminógeno, la especie está viva y cerca de su objetivo. La escogencia y fijación de
la senda de criterios es efectiva si descubre o coincide con la dirección del desarrollo de las
fuerzas productivas; esa ruta va la comunismo, o sea, se trata de una utopía paradójicamente
realizable, la que fue fijada de modo terminante por el proletariado, el socialismo de Lenin-
Stalin y las luchas populares en la entera extensión del Planeta (por tanto, se está de acuerdo
con el libro sobre “La idea del Comunismo” de A. Badiou). En otro lugar, el Sr. Dussel
trabaja con algo que no existe: los términos "espacio” y “tiempo”.
En el Planeta, la lucha política por acceder a los puestos de gobierno, aunque por sí
mismo el carácter de esta institucionalidad estuvo siempre determinada (por el capital en
negación y subsunción de otros sectores sociales), en el presente ha perdido importancia para
la realización de la historia; insustantividad que se va a incrementar, a medida que la vida
avance. La pequeña incidencia que la presidencia de la república y el gobierno todo, tienen
razón de actuación el ladear la balanza sobre los intereses consumistas burgueses o hacia el
cumplimiento a niveles adecuados la atención de las necesidades de reproducción de la vida
de las amplias mayorías. Esta inclinación a uno u otro lado, no reenrumba el curso de la
historia.
Según la perspectiva cognitiva del Sr Dussel, “polisemia”: múltiples significados
(empero, la historia [la experiencia personal] no “construye” el concepto; éste es el reflejo
dinámico de la realidad, es decir, es un hecho objetivo representado); no obstante, la
controversia no reside en la analogía o en el esencialismo, sino en el objeto que figuran los
términos. La palabra “pueblo” se la constituye como categoría al aplicar el criterio
polisémico, pero en verdad lo que hace es (de acuerdo a una perspectiva distinta) negar la
concreción de un hecho real, apelándose a una posición simplemente discursiva (se indefine el
hecho, no es posible encontrar el eslabón decisivo, la tendencia principal, pues, todo vale;
tampoco es posible formular las tareas inmediata y de mediano plazo –I. Wallerstein).
Que la “cultura”, según la forma en cómo la concibe el Sr. Dussel, es la que crea a las
personas masculina y la femenina; al respecto se deja de lado el hecho de que el entorno
histórico social opera sobre la basa y ratifica el origen orgánico de esta dimensión (lo
cualifica); de modo que para una persona racional, no hay opción fuera de la realidad óntica.
Por ejemplo, los esclavos, los siervos, los obreros nunca (hasta que vinieron Marx: el secreto
de la riqueza, la plusvalía, y Lenin: el Partido como pedagogo) por razones subjetivas (de
comprensión del hecho) lucharon por el cambio de la situación; lo hicieron, porque el peso
real de la explotación y de la dominación les era corporalmente insoportable (aquí el
voluntarismo gramsciano y todo subjetivismo, caen por su propio peso).
Para la persona que escribe, no interesa marcar diferencias entre seres humanos: de
edad (niños, jóvenes, viejos), de raza (amarillos, colorados, blancos), de género (femenino,
masculino,…), de idioma, de lugar (norte, sur, éste, oeste); se da importancia absoluta, más
bien, a su condición: humana, a lo que tiene de común: la capacidad de pensar; lo cual implica
mirar en perspectiva “temporal” de otro modo el hecho: no del presente hacia atrás (porque en
ese caso aparecen esas categorías de raza, etnia, “cultura” [identidad no en relación con la
historia, sino con el futuro: con esos seres angelicales, que luego poblarán ya no la Tierra,
sino el Universo {las presentes ideas, por tanto, se sitúan de golpe en la forma humana más
desarrollada: la “modernidad”, la eurocentralidad, el capitalismo clásico, y de allí se avanza
en la reflexión especulativa prospectiva}]), sino hacia adelante, o sea, en función de la tarea
fundamental a cumplir por parte del ser humano; por tanto, es la categoría neocórtex la que
resalta; y, la inteligencia es la identidad absoluta.
Telos: utopía racional; ésta, debe efectuarse según su determinación, con el trabajo
actual, enfilado deliberadamente en esa dirección (“… el progreso es algo objetivamente
definible, que al mismo tiempo apunta hacia lo deseable; el libre desarrollo de los seres
humanos depende de la justeza del análisis según el cual el desarrollo histórico conduce a la
humanidad a esa meta” –Hobsbawm sobre Marx, en Las Formen). Solución, que no va
dirigida a ordenar el proceso darwiniano, sino a salir de él (hominización completa): el ser
humano deja de pertenecer a la naturaleza (primera naturaleza, naturaleza originaria), pese a
que su principio está en ella (Marx: Formen; dixit E. Hobsbawm): compone su propia
naturaleza, una vez que ha pertenecido a la “primera naturaleza” (valor de uso), atravesado la
“segunda naturaleza” (valor de cambio; “reino animal del espíritu” –F. Hegel), hasta
componer, se ha dicho, su reino: la “tercer naturaleza” (“valor” de usufructo).
En efecto, se trata de tres reinos superpuestos: el reino animal y vegetal en operación
con sus propias leyes y opcional en su vigencia, el reino de las máquinas en funcionamiento
según la “programación lógica” que llenan la alacena del posthumano, y el reino “celestial”,
“Cielo”; “campo de conciencia”, el Olimpo (los griegos domaron, moldearon las fuerzas de la
naturaleza en la ficción; el progreso prometeico de la historia realiza efectivamente el sueño).
Al hacerlo, todas las potencias de la naturaleza, de la historia y de la mente quedan realizadas,
el Universo “ha demostrado” su optimidad, cuando su producto máximo se ha vuelto
providencial. En realidad, hay una delgada capa “parte aguas” de la moral y la racionalidad;
moral: hedonismo, corazón, hemisferio derecho del cerebro, hormona, y racionalidad: el
proceso que corresponde a los hechos, al sistema, a la finalidad inmanente.
En el caso de la progresión artificial, proceso que pone las diferentes formaciones
humanas (comunidad, esclavismo, feudalismo, capitalismo, comunismo): de la herramienta a
la máquina, después a la automatización, de allí a la robótica inteligente, finalmente al
poshumano. La automatización es el tránsito del capitalismo/socialismo al comunismo;
mientras que la inteligencia artificial, el robot sapiens es el comunismo: el estadio al que va la
humanidad (Marx tiene noción al respecto: “si el molino del viento lleva a la forma feudal, el
de vapor lo hace a la burguesa”; por extensión se dice: el molino del conocimiento conduce al
comunismo).
El Sr. Dussel cuestiona la “metáfora del edificio”. Dicho cuerpo de categorías
alegóricas no constituyen simple invento de Althusser o del pensamiento marxista francés:
Marx, claramente hace referencia a ellas en el Prólogo a la Introducción; al respecto el Sr.
Dussel asume que fueron frases que se le escaparon a Marx para alagar a Engels, que jamás
volvió a hacerse cargo de ellas, que en su madurez las descartó; cuando, en realidad, son el
principio rector de toda su conformación discursiva ulterior (el descubrimiento crucial de
Marx [la formulación de la base epistemológica materialista: de los cimientos teórico-
metodológicos de su edificio comprensivo/explicativo/predictivo/práxico, esto es, los
“principia” científicos, guía de todo el proceso de investigación, es borrado por Dussel de un
solo y plumazo). Recusa las categorías de determinación (producción material), dominancia
(instancia jurídico-política) y condicionalidad (factores del entorno natural y artificial, y el
resto de esferas del modo de vida: “cultura”, arte, deporte, raza, género,…), como categorías
que representan la dinamia de la reproducción social.
Sobre el norte del pensamiento de Marx se puede hacer especulaciones; con todo
derecho, en torno de las mismas se impondrá la objeción legisladora del Sr. Dussel, pues, dirá
que el conoce el último aliento perceptivo de Marx. Por acá se tiene la propia (que no es
“intuición”, porque dicha “realidad”: no existe). En efecto, del humanismo filosófico ético
antropológico de los Escritos del 44, se ve que pasa a la propuesta revolucionarista de El
manifiesto, luego se ubica en una posición racional (científica o “cientificista”) en El capital;
la que sigue se supone fue (tendía a ser) una de orden prospectivo-teleológica (milenarista)
esbozada en Los grundrisse, en la que se supera el enfoque voluntarista para aplicar el
carácter predictivo que sí tiene la ciencia (en la perspectiva de Mario Bunge; y, heurística que
impugna el Sr Dussel): el capitalismo es visto como una fase necesaria en el devenir humano,
el cual tiene una misión (sin ética) en ella, puesto que el flujo de la especie tiene un sentido y
un fin inmanente natural: conocer y dominar a la naturaleza (la vida fue la indeterminación
absoluta; cuando se creó el neocórtex, la negación se puso: la determinación).
La manera de proceder usual del Sr. Dussel (incluido Gramsci, Echeverría, Lukács) no
le hizo advertir, que la historia –“ahora mismo”- es un proceso cuasi sin sujeto consciente; y,
se dice “casi”, por cuanto de 1917 a 1956, dejó de serlo sobre un segmento humano (la ex
URSS de los Soviets en el lapso aludido), o sea, precisamente en el período respecto del cual
despotrican, tanto el Sr. Dussel como otros. Por consiguiente, la historia sigue sin necesidad
del Sr. Dussel y de su planteamiento moral, de Habermas o de de Sousa Santos. Pero ésta: ¿la
ha hecho sin Marx, Engels, Lenin o Stalin (también de Mao, de Castro)? No, pues, su obra
(mala para unos, buena para otros), está allí para mirarla y calificarla, del modo que se antoje.
Sin embargo, lo poco de incidencia de la voluntad sobre la estructura está de lado de quién el
Sr. Dussel critica, esto es, de Habermas (la observación del Sr. Dussel sobre el Sr. Habermas,
en torno de que de su discurso ha eliminado la base económica, se la coparte [así como el
planteamiento de la “comunidad de vida, de trabajo, de producción”, en lugar de la
“comunidad de comunicación”]; pero Habermas es pertinente, lo mismo que Gramsci, ahora)
El hilo conductor que se opone al enfoque referido, es el postulado sobre la razón,
sentido y fin último de la vida humana: producir el retrato hablado del Universo (la
racionalidad absoluta); esta premisa pone de cabeza a todo el pensamiento a la mano en el
Globo. A ese respecto, el Sr. Dussel anatemiza la posición filosófica teleológica de Kant; pero
ese es su punto de vista, el cual es problematizable, por sobre su grado de erudición y
versación sobre materias filosóficas e históricas (la fortaleza aparentemente irreductible, que
sobaja a todo oponente, es precisamente la nada despreciable abundancia de información en
sentido histórico de la que es poseedor y maneja el Sr. Dussel, la cual no se condice con el
carácter cualitativo, interpretativo, de dicha datación); en otro sector, en cambio, se piensa que
la “intuición” finalística de Kant, es uno de los aciertos de dicha lumbrera clásica. La historia
muestra, por tanto, que hay gente brillante en el mundo; que, en todo ser humano reside un
cerebro poderoso, dispuesto a realizarse de acuerdo a sus circunstancias.
La hipótesis en torno de que el Universo transita hacia dotarse de su alter ego
consciente; que quién lo hace es el producto supremo suyo: en ser humano, cambia todo el
panorama del saber en general (incluso por sobre la discusión histórica en torno de edades:
antigua, clásica, medieval, moderna, posmoderna, hípermoderna, transmoderna, etc.). Pero,
sobre todo, pone verdadero sentido en todos los procesos humanos devenidos y los por
hacerlo. Según el supuesto, emerge el capitalismo (la juventud) en tanto etapa fundamental
encargada de crear el “seguro de vida” que sostenga la existencia, cuando ésta, liberada del
trabajo, se dedique de modo exclusivo a pensar y, el comunismo (la vejez) en cuanto el
período último, en el que el ser humano redondea, cumple totalmente su tarea: producir la
idea (la vida se objetiva como “valor” de saber, no como “valor de cambio”, tampoco como
“valor se uso”).
Para la historia, los actos humanos no son éticos (la historia no se pone en el lugar de
los pobres (“la lógica del no ser”, según el Sr, Dussel), no le interesa con qué sistema de
reproducción humana se realiza, si con el capitalista, con el socialista o con uno mixto; de
hecho, en el siglo anterior y en lo que va del presente, su proceso ha sido la trabazón de los
dos modos de acumulación: el privado y el social [despectivamente nominado “estatista”]);
pero sí pone las condiciones para devolver al último momento el modo de ser primitivo
reeditado en el nivel más alto de desarrollo de las fuerzas productivas: el comunismo [instante
humano de agregación simple de “unidades pensantes”, dedicadas a producir la idea]); es en
la esfera interior del ser humano, en la que se somete al criterio de finalidad a ésta, en la cual
opera la moral, como un mecanismo de vigilancia clasísticamente comprometida. Hegel dice
al respecto: los actos humanos no son ni buenos ni malos, sólo son, se colige: en el proceso
progresivo.
El flujo dado de su historia entrevé, que los procesos de cambio están dados sin el
preciosismo director de la conciencia pensante, doctoral; tampoco por razones éticas; sino por
los burdos actos, que cumplen el simple deseo de atender requerimientos de la reproducción
social cuasi material (no de la “economía”), emparentados con los designios de la necesidad
histórica. El capitalismo permanecerá en el mundo hasta cuando lleve el desarrollo de las
fuerzas productivas al concreto (la automatización, la robótica, la inteligencia artificial, el
poshumano). Por tanto, no habrá poder humano, que sea capaz de arrancarlo totalmente de la
faz de la Tierra. Es por eso que frente al de “edades”, la perspectiva marxista trabaja con la
categoría de formaciones sociales (humanas); la misma expresa el carácter dinámico
progresivo de la realidad, en cuanto sucesión lineal de totalidades intrínsecamente
determinadas.
Respecto de los subconjuntos humanos “americanos” precolombinos, según el criterio
de periodización histórica cubana, se considera que los mismos a la llegada de los españoles,
lusitanos e ingleses, se hallaban en la primera fase del esclavismo: del esclavismo
generalizado (la segunda, que se desarrolló en el Viejo Mundo, fue la del esclavismo
individualizado): una persona en la cima era dueña y señor de todo y de todos (de las
comunidades dispersas en un territorio). Incluso en América el capitalismo mercantil no pudo
establecerse como verdadero sistema y tuvo que subsistir con relaciones serviles, de modo
que la linealidad histórica, en su decurso, es evidente. No obstante, ahora el capital, una vez
que ha cubierto al mundo: que se ha desplazado a los “mercados emergentes” (China, Rusia,
India [“deslocalización de las fábricas para poder competir”]) no cuenta ya con esferas no
capitalista para expandirse (se cierra de modo definitivo el planteamiento de R. Luxemburgo);
en realidad, el sistema debe “reproducirse” con base en sus “propios fundamentos”; el
mercado mundial ya no tiene un mercado interno (como es obvio, tampoco externo).
Epistemología del sur, filosofía de la liberación, giro descolonizador, proyecto
emancipatorio o directamente socialista, son estrategias inocuas frente a la determinación del
proceso dado de lo real. Pero si bien como se dice con fundamento en los datos del modo de
ser histórico capitalista, que el capitalismo vivirá en el largo plazo de tumbo en tumbo (y
también el Sr. Fiori es partícipe de esta idea con su modelo de la expansión, es decir, que la
crisis –una vez llegado a una etapa determinada de desarrollo de las fuerzas productivas: la
automatización- no es el momento terminal sino siempre el inicio de un nuevo ciclo de
recuperación y auge), la extrapolación de la tendencia histórica del desarrollo de las fuerzas
productivas, lo que equivale a decir: la realización plena de la ley de la tendencia decreciente
de la tasa de ganancia, indica que el sistema está por cumplir su misión en no más allá de 30
años (Moravec, Vinge, Wallerstein).
En ese caso, el sistema extenderá (¿“Expandirá”? No. El sistema se halla en reversión
ya) su plazo de existencia un poco más, debido a la acción de la voluntad de la clase
capitalista en ese entonces viva. Llegado a ese momento, mutatis mutandis, el 2050, no habrá
fuerza instrumental capitalista, que pueda detener el cambio y el salto tendrá lugar. Para la
humanidad, como no puede manipular por hoy la historia (libertad: disponer de conocimiento
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CUESTIONAMIENTO AL SR. E. DUSSEL

  • 1. Como marxista-leninista, es obligación salir por los fueros de su defensa. Por tanto, quién crea hallarse ubicado en esa posición, no debe pasar por alto el mensaje inscripto en las presentes líneas. CUESTIONAMIENTO A DUSSEL. SOBRE ALGUNAS TESIS FILOSÓFICO-POLITICAS DEL Sr. DUSSEL (borrador-avance). Justo Castillo Freire. En la historia la población ha puesto su percepción sobre los comportamientos humanos reiterativos (los que constituyen la base formadora de patrones y que tornan predecible una actuación), según la modalidad expositiva de refrán. Uno de ellos es: “Del árbol caído, todos hacen leña”. Esta forma de apreciar ese tipo de hechos, en la dimensión esencial capta la realización de su ley. Puesta la narración en el plano de los procesos histórico-sociales, la misma entrevé la conducta del capital, de sectores socialdemócratas y de los de la izquierda, frente a sucesos como los de 1917-1953, 1956-1989 (primera [enfrentamiento entre socialismo y capitalismo] y segunda [pugna por el dominio del mundo entre capitalismo clásico e imperialismo social soviético] guerras frías, respectivamente) y 1993, que acaecieron en la ex URSS y su Campo. En dichos ambientes, el denominador común de aquella “derivación” en torno de la experiencia, no es otro, que el solaz. Unos (el frente intelectual burgués global), han tergiversado el carácter de los acontecimientos y han reaccionado de manera ideológicamente compulsiva y artera, a efecto de desprestigiar al socialismo; en suma, lo han hecho de ese modo, con el objeto de poner un nuevo velo sobre el rostro de la población (uso de la ideología en su acepción: falsa conciencia): que ésta palpe al capitalismo en cuanto orden bueno, mientras que su tacto también le diga, que el sistema alternativo, es negativo (There is not alternative). Socialdemócratas y socialistas por su parte han elegido similar forma de proceder, de acuerdo al criterio de que el proceso de Europa del Este fue un hecho no debido, connotado también como fallido; sentencia realizada con la intención de guardar distancias, deslindar responsabilidades con el “fracaso”, para verse exentos de contaminación con él, a efecto de poder reivindicar y mantener viva su utopía “socialista”. Las lumbreras del pensamiento marxista y sus colaterales a escala mundial: principalmente los economistas de izquierda, que por fuerza (por Lenin) deben ser políticos, han producido ideas al respecto, y han sido voceros de esa tendencia. Uno de ellos, además: filósofo, pero que no ha recibido el favor mediático que merece, sobre todo en dominios de Occidente, es el Sr. Enrique Dussel; quién, con “argumentos” (y la comillas en este caso simplemente aluden al tipo específico de visión, pues, no se tiene la intención de poner en duda la valía perceptual inherente), versación y avezación, intensamente se ha referido en forma peyorativa sobre el marxismo-leninismo y sus ejecutorias (cree que el marxismo-
  • 2. leninismo está superado, muerto [“sueños de perro”]). No obstante, tal capacidad de agudeza y sapiencia, enfilada como crítica al “imaginario” europeo viene bien, pues, la recusación al eurocentrismo per se, reduce las ínfulas sectarias, chovinistas, racistas, inmaduras, de dicho sector. Por ejemplo, el Sr. Dussel dice: el primer principio (de la economía), es la afirmación de la vida (postulado: la vida perpetua -sic). La pregunta surge inmediatamente: “afirmación de la vida”, ¿para qué? La respuesta se convierte en el verdadero primer principio: para que el ser humano se halle vivo y pueda cumplir su función, o sea, para que se produzca la idea (mientras que en la naturaleza los animales tienen la función de mantener viva la vida mediante la participación en la formación de ciclos de equilibrio, el ser humano viene puesto para aprovechar el ecosistema, para cumplir una nueva y única función: plantear el concepto [el ecocidio, en este caso, queda sin piso]). En realidad, el ser humano forma parte de la naturaleza y –para usar la terminología dusseliana- es exterior a ella; el resto de seres se hallan subsumidos en los ciclos naturales, el ser humano renuncia a esa “alienación”, se exterioriza, para crear un nuevo elemento que no está en la materia: su representación; y, al volver espiritual el gran universo material, la persona se totaliza, subsume a su exterioridad: la realidad. Al respecto, Marx parece que no dice, de modo directo, que la razón de ser del ser humano sea dotar de conciencia a la materia (en atención a lo que habría que preguntarle al propio Sr. Dussel, quién dice haber leído –traducido y comentado- los últimos escritos inéditos de Marx en original alemán, si el Marx “viejo” hace una aseveración expresa en esa dirección), pues, en el documento, que suele citar la persona que escribe: Los grundrisse, Marx afirma, que una vez fuera del trabajo, el ser humano se dedica a aprovechar de la proveeduría de la mecánica (automatización, robotización), y a conocer y a dominar a la naturaleza (por tanto, la dignidad humana radica por entero en la praxis, en el arribo a la meta, en el cumplimiento de la misión: la producción del saber total). Dicho sea de modo incidental, se tiene la impresión, que sólo Kant (teleología), Marx (con el paso del trabajo al autómata, el ser humano se dedica a conocer y a dominar a la naturaleza) y el Sr. Dr. Alfredo Castillo B. (el ser humano incorpora en su gran Universo espiritual, a la naturaleza entera), formulan ese tipo de prognosis. En el discurso de Marx la “visión de futuro” filosófico-científica es perfecta; en exposición diacrónica, el orden total de la vida humana: el pasado (Las formen), el presente (El capital) y el futuro (Los grundrisse); en su disposición: la formación de la comunidad humana sin clases, “equivalencial”, como ahora se está dando en llamar a esa “etapa común” del género por parte del sector del que el Sr. Dussel es cabeza, las subsecuentes precapitalistas: la esclavitud y las formas servil/señoriales, luego la burguesa y finalmente: el socialismo y el comunismo (etapa superior de aquella y estructura humana completa); época última ésta, en la que se superan los conflictos ligados a la sobrevivencia, en que impera la racionalidad, florece y reboza el saber (afirmación del objetivo de la vida: producir el alter ego material, esto es, la dimensión simbólica). Sobre el “postulado” (develar todas las leyes de estructuración y funcionamiento del Universo), el Sr. Dussel, en sus alocuciones deja entrever (como lo hacen Hegel, San Agustín [La Biblia: la mitología cristiana en general], Godel, Lanz, Báez,…]), que también para él, el “absoluto” es imposible. Pero el cerebro humano es un órgano productor de órganos, rebasará los límites cognitivos naturales; se formará en cuanto tamaño del Universo (interfaz cerebros humanos, luego con un centro de inteligencia artificial). Al subsumirse el trabajo en el capital, aparentemente el trabajo se ha cosificado: “ha perdido su dignidad”; en verdad, la persona- trabajador cosificado es el medio (junto con el capitalista, en cuanto dualidad contradictoria o totalidad, que reifica material y subjetivamente) en la realización de la necesidad histórica: el progreso; progreso que es la elevación de la humanidad in abstracto, en último término: de formación de la conciencia (de cumplimiento del objetivo superior y único de todo lo dado). “La justificación del acto humano es el consenso, no la ley”, en otro momento el referido señor afirma. Pero, “… en democracia no todas las decisiones se pueden tomar por consenso, apelándose a las mayorías, pues, existen derechos que son intrínsecos, necesarios;
  • 3. por ejemplo: si se somete a consulta la pregunta sobre la paz en Colombia, si el pueblo, inducido por la mediática de los poderes exógeno y endógeno, se pronuncia en contra del acuerdo de paz entre el Estado colombiano y la FARC-EP, habría que recurrir a otro mecanismo para conseguirlo”. En subconjuntos humanos de formación intelectual estratificada, posicionados ideológicamente en el frente adverso a sus intereses (efecto de la asimetría material y la alienación), la “cumbre estratégica” es la que domina; y, en el caso de la política de la “línea de masas”, el proceso de gestión se torna empírico. Ahora bien, así como no es probo demeritar el trabajo del Sr. Dussel, puesto que sería falta de respeto y seriedad, tampoco se puede con ligereza desestimar lo hecho por Lenin y Stalin. El Sr. Dussel, para posicionar su paradigma, caricaturiza irresponsablemente al marxismo leninismo y a su histórica praxis. Presenta a la “burocracia” en cuanto fenómeno de pura maldad, sin conexión con la acción de la conciencia inserta en la necesidad histórica. Tres posturas se pueden entrever en la actitud de la crítica in abstracto: recusar a partir de la incomprensión, cuestionar con pie en un enfoque diferente; o hacerlo a través del ensayo de una maniobra de ridiculización de lo cuestionado. El Sr. Dussel lo hace desde su específica visión y de simplificar intencionalmente al marxismo-leninismo, por esa vía desautoriza a todos y a todo (por ejemplo: sobre el socialismo dice que su finalidad fue el “aumento de la tasa de producción”, es decir, fetichiza: unilateraliza un aspecto medial abstracto del proceso, y deja de lado la reacción restauracionista interna, la necesidad de atender las demandas básicas urgentes de un pueblo atrasado, la agresión imperialista, etc.). Cree que el socialismo se derrumbó (“implosionó”), porque la voluntad falló. En efecto, se asume que Lenin y Stalin fueron personas faltas de juicio, que tomaron el poder en la Rusia zarista, crearon la burocracia y lo utilizaron en su propio beneficio, mediante la explotación estatista del pueblo; que no se ciñeron a las enseñanzas de Marx, para la organización de la “sociedad” socialista. Empero, Lenin fue un marxista portador de un poderoso cerebro teórico, estratégico-táctico y práctico (administrativo), que desarrolló y aplicó la teoría marxista a las condiciones de una realidad concreta; su propósito fue eliminar el capitalismo e instaurar el socialismo, y lo logró junto con el gran pueblo soviético. Stalin desarrolló las fuerzas productivas, avanzó en la instauración del sistema socialista según dictados de la necesidad histórica. Luego de la muerte de Stalin accedió al organismo de coordinación soviético (dictadura estalinista, según el capital y el antisovietismo) una camarilla traidora revisionista en 1956, la cual lo transformó en Estado a la manera de Occidente, instaurándose la fase socialimperialista (la segunda “Guerra fría”), modelo que se agotará en 1989, y el que se toma como base para negar el proceso de conjunto. Respecto de Marx, el Sr. Dussel simula reconocer y relievar su valía, pero finalmente termina empequeñeciéndolo (Marx también es moderno, afirma); dice (según su “critica marxista del marxismo-leninismo”), de modo dañino, que el marxismo-leninismo redujo todo el proceso complejo de reproducción de la vida a la economía (“quería sacar todo de la manga de la economía”, asevera), que incluso la belleza (“estética realista”, se mofa) se la puso como fuente a la clase obrera, obrero que estaba feo con sus músculos y su sudor. El Sr. no tiene en cuenta el modo de trabajo y las categorías del marxismo-leninismo: la producción y reproducción de un orden (estructura y garantía), por ejemplo, que bien lo desarrolla Althusser (y no es que la persona que escribe sea necesariamente althusseriano, puesto que también el Sr. Athusser actuó de forma zalamera: se vio envuelto en la crítica a Engels y acogió el psiquismo, el psicoanálisis, y lo entremezcló con el marxismo; terminó como revisionista). El “socialismo real” fue “una ideología productivista de dominación”, de la modernidad, asevera el Sr. Dussel, y lo coteja con el capitalismo (el socialismo, visto a partir de un prisma diferente, en cambio, aparece como la vía alternativa de desarrollo de las fuerzas productivas, para cuyo efecto se hizo un “préstamo cultural” –sic-: la empresa capitalista [la organización y el sistema de gestión más óptimos hasta entonces], con miras a implantar la igualdad, proceso en el que, no es que iban a ser suprimidos el Estado, el mercado, el dinero, sino que estos hechos históricos se suponía [supone] espontánea y lentamente devendrían [en realidad, “cuando seamos perfectos, las instituciones no serán necesarias”]). Este “límite” lo
  • 4. asocia a la pobre formulación cognitiva, que según el Sr. Dussel adolecería el marxismo- leninismo (de Lenin dice, que apenas leyó la Lógica de Hegel [pero al que golpea inmisericordemente es a E. Mandel]); y, para acicalarse más, toma como novedad el concepto de “categoría”; pero en el mundo se ha trabajado con ese útil teórico ampliamente y con mayor sencillez, claridad y efectividad operativa (sostener lo contrario equivaldría a suponer, que tanto cerebro habría estado varado). Si es verdad, que el nacismo consideraba a la aria como raza la superior y única que debía poblar la Tierra, por lo cual se proponía depurar el Planeta, Stalin hizo más por el resto de pueblos que el Sr. Dussel, al derrotar con las armas (no con disquisiciones filosóficas pedantes [un pigmeo censura a un gigante]) a la corporación de capitalistas imperialistas, que estuvo tras Hitler. En el capitalismo, dice el Sr. Dussel con sorna, “se trabaja de luz eléctrica a luz eléctrica”; ni bien sale el sol, ya se está en la tarea del trabajo, y cuando éste se ha ocultado, el trabajo continúa. En las comunidades andinas (y en otros estadios geoespaciales similares) se trabaja lo necesario para subsistir en armonía con la naturaleza, el resto de “tiempo” (de vida”) se ocupa en tareas lúdicas, distractivas. Esas loas al hedonismo primitivo no moderno, no son pertinentes, si las mismas se ponen en perspectiva de la gran tarea humana a realizar, que da sentido superior y objetivo a su vida: representar la realidad. Si se mira sin mucha locuacidad histórica la parte óntica de la existencia, se advierte que la historia se expresa en tanto desarrollo material y espiritual humano; ese hecho plenamente natural, tiene su costo: el sistema preparado por todo el orden pasado para producir la “base material del mundo nuevo”: el capitalismo, toma como recurso a la naturaleza y a las 9/10 partes de los miembros de la humanidad; acumulación privada, que se produce en desequilibrio, en confrontación, lejos de la visión utópica de la paz; que la armonía, la equivalencialidad y la moral no se dan en cualquier momento, sino al legar a determinado grado de desarrollo las fuerzas productivas (y esa determinación, Marx lo empezó a ver en la etapa madura de su vida). El Sr. Dussel sostiene: “Pensar es uno de los actos humanos. Y, no he nacido para pensar: pienso para vivir”. No obstante, Descartes tiene razón: “pienso y luego existo”, no la idea que sostiene: “como” o “danzo” (pensamiento hedonista africano), luego vivo (en verdad, antropología racionalista: ser humano –neocórtex en movimiento-: “conciencia sensible”, con fin propio; este ser, finalmente pasa a ser un ser exclusivamente cognoscente: de la sensibilidad a la racionalidad –espiritualidad objetiva). En realidad, “vivimos para argumentar”, no al revés (por tanto, tendrían razón Apel y Habermas). La ciencia no es un acto fofo; la técnica, no es algo simplemente utilitarista burgués; la ciencia es la conversión de la realidad en idea, mientras que la técnica es la mostración objetiva, del máximo poder de la realidad: la inteligencia humana. Precisamente por eso, con la ciencia (instancia formadora de la conciencia) y la técnica, todo se vuelve renovable y el Universo se convierte en recurso (a la entropía se opone el carácter cíclico de funcionamiento de la materia. La ciencia es uno de los dos entretenimientos fundamentales que tiene el ser humano (el otro es el político, también de carácter racional, hasta cuando el desarrollo material no haya elevado la subjetividad colectiva a un grado tal, que de consuno instauren la comunidad de igualdad y armonía). Aquí entran en colisión los dos conceptos sobre la existencia humana (debería decirse: entre la filosofía euro-yanquicentrista y la filosofía latinoamericana, del Sur u Oriental); sin desmerecer la sabiduría filosófica de los “pueblos originarios”, su constructo no es el germen de la forma intelectual futura, como sí lo es la moderna, positivista y tecnocrática de Europa y EU; en el trayecto, los pueblos originarios y similares en el Planeta, sólo acompañan el proceso, se han vuelto simple “banco germoplásmico”; a este sector es difícil entretenerlos, mientras empujan la rueda de la historia (de esta tarea se ocupa el capital: teatro, inducciones ideológicas, quimeras suntuarias, etc.). El ser humano (tautología) tiene que trabajar todos los días para obtener el estipendio; cuando no necesite hacerlo, la vida pasará (en un primer momento, pero es el peligro de que la sentimentalidad pase a dominar y se quede) a realizarse en la dimensión hedonista monótona. En la referencia episódica práctica, la persona que escribe, suele ir a rozar monte con machete en las tierras de una pariente: ella quiere que no vuelvan a crecer las “malas hierbas”, pero estas reaparecen, porque el ser humano debe estar entretenido por el momento todavía en el
  • 5. trabajo físico; caso contrario cundiría el ocio, los malos pensamientos, el hedonismo. En el período previo a la comunidad primitiva, y también en ella, el ser humano debía trabajar todo el “tiempo” para subsistir: no tenía “tiempo” para recrearse; en el comunismo (forma humana que viene) el supra ser humano de entonces no trabaja (la automatización de todas las esferas de la vida es completa) y tiene todo el “tiempo” (el proceso integro de su existencia), no para recrearse, sino para dedicarse a tareas de producción de la idea. Por otra parte, en la naturaleza no se produce gasto (de “energía”, de “tiempo”, de recursos) de nada, sino tan sólo transformación material. Si se asume la premisa filosófica, de que en el Universo existe una cantidad fija de materia (el porqué de esta situación, es una de las últimas inquisiciones cosmofilosóficas a resolver [la otra es: ¿Por qué la esencia de la materia es sólo existir?]), lo relevante es el movimiento interno de ésta: su modo de ser, esto es, los procesos múltiples de transformación reiterados (reciclación de procesos), que vuelven infinita a la materia finita en su cantidad; si la conciencia y la técnica pasan a dominar estos procesos, los recursos se vuelven infinitos, absolutamente renovables (de modo ideológico, fetichístico, aviesamente tecnocrático: la fricción antrópica se abstrae). Sobre el problema ecológico (decrecentismo, crecimiento cero, entropía, etc.). Se subestima a las nuevas generaciones (será devuelta a ellos una naturaleza destrozada, que deberán reparar con el uso precisamente del know-how, que también se les legará); empero, aquellas no necesitarán de las presentes: ellas no nacerán sin manos (el enfoque ecológico, como buen evangélico, propende dejar atados –sin nada que hacer [no al extractivismo, a los transgénicos, a la clonación, a la intervención sobre la naturaleza {a la “era Antropocena”}: convertirle al ser humano en ser pasivo: vigía y garante tan sólo del orden natural dado, condición supuesta de su propio bien]- a las futuras generaciones, con la promulgación de leyes eternas). Strictu sensu, no solamente se va a heredar a la descendencia un mundo destruido, sino además ciencia y tecnología, con lo cual ellas deberán actuar (se dice que “Hoy los niños están naciendo con una hebra del ADN más activa”, con una “forma más sutil de energía …[sic]… de pensamiento” [en verdad, de “materia”, debe entenderse, puesto que todo en la realidad es materia {masa y propiedades –movimiento- y la “energía” es únicamente una forma de cinetismo}]); por otra parte, si se les hereda un mundo automatizado, el problema ecológico les permitirá tener algo en que seriamente ocuparse. El Sr. Dussel asume que el capitalismo ha entrado en estado de crisis terminal (punto de vista que se comparte [“Desde el 2008 el capitalismo se encuentra sumido en la senda de crisis agónica; de entropía perpetúa, de la que no puede salir, o si lo hace, ingresa nuevamente en ella” {la “unisemia” ha sido cuestionada porque el capitalismo se ha realizado, ha cumplido su misión y deja la historia; la recuperación de las tradiciones filosóficas orientales no conducen al sucedáneo, sino la superación en conjunto: de las occidentales como de las orientales}]); el plazo es en lo que se difiere, pues, el Sr. sostiene que la transición durará uno o dos siglos. No obstante, como no demuestra el proceso de degeneración capitalista de modo empírico, sus aseveraciones son sólo filosóficas, especulativas, en vista de que sus conclusiones no incluyen el movimiento de las fuerzas productivas: el aspecto principal frente a las relaciones sociales, modelante de ellas (es en la teorización histórica del progreso de la ciencia y de la técnica de orden burgués, el frente en el que está descrito el proceso). Por otra parte, el Sr. Dussel formula su proyecto emancipatorio centrado en la región ideológica y de ella, en la ética; su proceder es básicamente subjetivista especulativo abstraccionista (por su parte, la historia como tal se realiza a espaldas de esta actuación discursiva). Respecto del capitalismo, en cuanto sistema de salida. ¿Por qué la juventud humana en el instante en el que se acerca al más alto nivel de su productividad y de perfección automatizada, cuando precisamente pone el supuesto abstracto sobre el que se instalen las dimensiones ordenadas de racionalidad, serenidad y sabiduría –experticia-, no debe ser recogida como etapa transcurrida en medio de procesos repletos de solemnidad, como un momento en la existencia, que se deja atrás con pesar y que está presto a perecer? No es posible perder de vista la nostalgia que produce en la conciencia el ingreso del atardecer (la reducción
  • 6. del trabajo a pura abstracción), tanto como la noción de la realidad del cierre de la vida, de la posmodernidad: el anochecer. Muchos pueblos actuales ya están entrando en esta categoría: europeos y japoneses son viejos normales, luego de haber trabajado en el interior de formas conflictivas, primitivas, de relacionamiento social –la mayoría, todavía lo hace, pese a su cosmética madurez y magnanimidad-, han entregado a la humanidad el despliegue del trofeo de la ciencia y de la técnica; su misión, por tanto, está cumplida. El muy elevado respeto y la admiración que produce esa fase de desarrollo (la burguesa de la febril acumulación en declive, presupuesto necesario del mundo nuevo, de conclusión del proceso de reproducción ampliada del capital, en la extensión transnacionalizada del sistema de dominación), deviene del hecho de que la misma representa el futuro y el desenlace de las contradicciones maduras inscritas en la dimensión de la reproducción material de la vida, como planos superados, al final de cuya senda forzosamente las sociedades neocoloniales se hallan destinadas a integrarse, como portadoras del “código genético” del nuevo amanecer. En circunstancias de conciencia formada, elevada, el ocio se dirige hacia las acciones significativas; en los casos en los que la conciencia está en formación o directamente deformada, el “tiempo libre” conduce al hedonismo, a la lúdica (al arte, a la estética); el planteamiento prospectivo dusseliano se inscribe en ese escenario perceptivo hedonista (la transmodernidad): la humanidad se pone reglas ético-racionales, para ser en la felicidad (“tanto nadar para volver a la orilla de salida a morir”). El primer caso se presenta en la época madura de la o de las personas, la cual viene dada por el grado más alto de desarrollo de las fuerzas productivas, estado que se refleja e induce la formación cada vez más alta de la propia conciencia, en su orden. La presencia del león, por ejemplo, se corresponde con la función que debe cumplir: controlar el crecimiento poblacional de herbívoros, que puede desertificar el Planeta (su comportamiento es instintivo, sensorial); el ser humano –sin que sea posible zafarse de la esfera de la sentimentalidad arcaica [puesto que es la faceta sensitiva la que vuelve consciente a la conciencia]- tiene otra función que cumplir en el orden metadeterminado del Universo: su propiedad especial, que le diferencia de los animales es el neocórtex (aquella delgada lámina de neuronas cerebrales, especializadas en la función asociativa, o sea, en la actividad de pensar), precisamente esta característica privativa define su ser: homo sapiens (mono que piensa); por lo que debe producir el retrato hablado del Universo; para allá lleva el progreso de las fuerzas productivas, proceso progresivo dado en condiciones de explotación primero, luego en las de la comunidad democovivencial racional. A consecuencia, desarrollo, progreso: ¡no son mito alguno!, como cree el hedonismo posmoderno de todo pelaje; en realidad, son supuestos reales, modo de ser de los hechos, tanto naturales como sociales (el desarrollo es factual; constituye la determinación absoluta de la historia y de todo lo existente); y, la modernidad no es una etapa de la historia, sino también un rasgo típico del acontecer histórico, pues, en sentido lato: todo cambia, se moderniza. Para unos ojos, los procesos naturales e históricos se hallan determinados de modo direccionado, en orden y con jerarquía; de modo que “a la política siempre le precede la economía”, pues, “del liberalismo sólo se empezó a hablar luego de la revolución industrial; y, “ésta es una comprensión y un método de comprensión de la historia dado de una vez y para siempre”. Para el Sr. Dussel el Planeta está superpoblado; debe, por tanto, reducirse la población, porque los recursos son limitados (reprocha a Marx el no haber percibido el límite de recursos, que tiene la Tierra [y concluye unilateralmente, que el capitalismo destruye a la humanidad y a la naturaleza, sin que esa destrucción tenga contraparte alguna en la forja del hecho progresivo histórico {se insiste en que el capitalismo es sólo destructor; “el capitalismo lleva a un abismo de muerte próximo”, se asevera; empero dicha “negatividad” ocurre sólo cuando el sistema burgués está demás: una vez que ha cumplido su misión; por tanto: “no hay que ponerle un freno”, como insinúa Benjamín}]). En lo tocante a la cuestión planteada en parágrafo precedente, el Sr. Dussel se volvió de pronto todo un burgués (control de la natalidad, Caritas, Planificación familiar, el SIDA, la
  • 7. homosexualidad). No tiene en mientes el hecho de que se necesita que esta presión llegue a superar los 10 mil millones de habitantes, para que el ser humano tenga ante sí el acicate y se ponga efectivamente en pie de terraformar otros planetas y migrar a ellos. Curiosamente en Ecuador ya se habla del recurso infinito: conocimiento. Ahora bien, como ya se ha dicho atrás en este mismo documento: con la ciencia y la técnica, todo se vuelve renovable; y, el principio fetichista, machacón de la ideología económica convencional: la “escasez”, salta hecho añicos. El Sr. Dussel, al diagnosticar la experiencia de la ex URSS, coincide con el Sr. M. Castells (Fin de milenio): producción de mercancías con mayor valor (producción extensiva de híper industrialismo); para el marxismo-leninismo, en cambio, la “implosión” se produjo como efecto de la traición del revisionismo jruschoviano; en los hechos, las dos conclusiones configuran el proceso de la defección. Según el Sr. Dussel, el socialismo fracasó, ningún papel jugó en la historia; más bien, fundiéndose con el “imaginario” de la derecha, declara que el socialismo fue perjudicial, y se imputa a la burocracia (igualitarismo burocrático) el fiasco, y a la ausencia del móvil de la competencia, la congelación del progreso. El Sr. Dussel fetichiza –según sus propias palabras- también este hecho al atribuir sólo a la competencia el proceso de progreso tecnológico; deja de lado la “lucha de clases” y el movimiento direccional autónomo sobre los procesos que ejerce el desarrollo de las fuerzas productivas. Afirma que la moda vuelve inútil al “valor de uso”; por acá, en cambio, se diría que la moda acorta intencionalmente la vida útil del “valor de uso”, con el propósito de recrear el mercado (como en otro lugar se trabaja con la estrategia de la “obsolescencia programada”). Además, asevera que hay que utilizar un bien hasta que esté inútil; hay que ser coherente: eso, ¿no hizo el socialismo de Stalin, del cual el Sr. se burla? (dicho sea entre paréntesis, la persona a la que se hace referencia, en casi todo los pasajes de su alocución se muestra respetuoso; pero hay momentos en que su exposición se transforma en todo un “botafuego” contra Stalin; pero Stalin tiene el mérito sobre el Sr. Dussel y demás, de la práctica). Por otra parte, el Sr. Dussel imputa la idea de la “planificación perfecta” (como el alter ego de la creencia burguesa de la “competencia perfecta”) a la intelligentzia del “socialismo real” (es decir, el Sr. Dussel “dice lo que quiere”, como el Cura que se desempeña como consejero matrimonial). Sostiene que sin moneda y sin mercado, no es posible calcular los precios (asignar recursos, debería decirse), y “eso es el estalinismo”, concluye; pero O. Lange habla al respecto en su “Cálculo económico”. Debe recordarse, que en la ex URSS no se eliminó el “mercado”, ni siquiera en la época de Stalin (se preveía hacerlo, sí); más bien, con Jruschov se consolidaron las relaciones mercantiles. Apoteósicamente el Sr. Dussel llega a felicitar a los jóvenes por no haber entrado en contacto con el marxismo-leninismo, de esa manera asume que su cerebro no corre el peligro de ser deformado; esta conducta es insidiosa, narcisista, transparenta el prurito coercitivo de toda posición hegemónica a priori, al propalar que su propuesta epistémica es la única que vale, que las otras no pueden ser tomadas en cuenta, incluso en tanto referencia histórica. Ese descaro debe ser contestado; empero, la presente protesta frente a tales desafectos, es todavía primaria, puesto que no se la hace de modo sistemático, para lo cual habría que hurgar en el modelo de marras, a fin de alcanzar el hilo conductor inserto en la intensa disertación (el Sr. Dussel mismo manda a estudiar su obras, independientemente de cual sea la posición etaria o ideológica del replicante o del criticado); en verdad, en este “cruce de espadas” no se recurre a los útiles teóricos y metodológicos de marxismo-leninismo, para ripostar (en verdad, se está persuadido, de que no se necesita echar mano del panel discursivo del marxismo-leninismo, para rebatir su pensamiento). Quizá esta tarea se deba emprender, si la misma muestre que tiene sentido práctico. Por tanto, nótese que en esta respuesta parcial no se ha recurrido –todavía- al arsenal categorial de la formación ideológico-teórica marxista-leninista; tampoco se acude a sus principales exponentes (que los hay, que son muchos y excelentes, quienes han formulado estudios concretos sobre el capitalismo y han formulado modelos matemáticos [cuando se le dice por qué el Sr, Dussel no preparó un sistema de ecuaciones, simplemente manifiesta que ha formulado el fundamento y que otros fácilmente lo harán]) o a los desarrollos teóricos
  • 8. inherentes (por ejemplo, su crítica a Lenin sobre la categoría “política” tal como Vladimir lo deriva, no es pertinente, pues, el prisma a través del cual Lenin ve el hecho es diametralmente opuesto al del Sr. Dussel [esta diferencia el Sr. Dussel lo toma como “error”: confunde política {relaciones entre las clases por el poder} con gestión {acciones técnicas para “hacer felices a los pueblos”}]). Verbi gracia, su forma particular de percepción contrasta con la propuesta sobre la evolución del pensamiento de Marx desde la filosofía (ideología) hasta la ciencia: la “ciencia de la historia”, como la única totalidad el pensamiento (Kedrov). El Sr. Dussel, por otra parte, desconoce hacia dónde lleva el progreso al ser humano; hace caso o miso del desarrollo de las fuerzas productivas y de su influjo (su papel reificante positivo) sobre el proceso progresivo espiritual (desarrollo de la conciencia, del conocimiento del mundo), por eso no alcanza a ver el destino del mundo y se limita a decir (a repetir): “se hace camino al andar”. El meta objetivo (destino) común de la humanidad: elaborar el “saber absoluto”, es el producto supremo, el cual sólo será posible conformarlo al interior de una humanidad unidimensionalizada; el Sr. Dussel, en cambio, sostiene que el género no se desplaza hacia una “cultura universal”, sino hacia el “pluriuniverso” (prospectiva, que no es el futuro). La persona en mención, en otro frente de reflexión, no sólo que pone al hedonismo mitológico de los saberes orientales (“diálogo de saberes”) en igual plano con el racionalismo positivista occidental (y, de paso, con el marxismo “ortodoxo”), sino que la ubica sobre dichos modelos discursivos, con las tesis en torno de la filosofía latinoamericana (empero, la aseveración del “… pasaje del mito al logos”, es correcta). Alguna vez sostuvo el Sr. H. Díaz Polanco (hoy: uno de los mentores del Sr. Dussel), que lo propio es situarse sobre los hombros de la forma humana materialmente más desarrollada, para de allí continuar por la senda progresiva, que el proceso natural impone. Incluso de manera sarcástica, el Sr. en cuestión concluye que la visión occidental eurocentrista del marxismo, respecto de que no se tomó en cuenta a otras formas de reproducción (otros actores; las etnias, por ejemplo), fue la razón por la que fracasó o no prendió en América Latina. Ahora bien, el marxismo (un enfoque de él) consideró a las formas precapitalistas como procesos “hacia sí”, para la forma más moderna: la capitalista, y que ésta (este nivel de desarrollo de las fuerzas productivas) era la base sine qua non, para saltar a la etapa superior, madura, concreta, de realización histórica (en el sentido expuesto, todos los procesos deben desorientalizarse de modo global para dar el salto; y, las formas humanas al margen, la historia las habrá de subsumir en la nueva modalidad de existencia). Por oposición al marxismo oficial (sic), el Sr. Dussel (con Mariátegui) sostiene, que en el Perú la revolución no lo hace la “clase”, sino la “etnia”; concluye, que ello ocurre hoy en Bolivia. Empero, en la perspectiva del “marxismo estándar (sic), sólo el proletariado hace la revolución (hablándose en sentido técnico); para el efecto, las fuerzas productivas deben haber avanzado en su desarrollo (lineal) hasta la “revolución industrial” (en Ecuador, con mucha más perspicacia, se ha dicho: “construir discursos para construir actores y viceversa”). Si es verdad que de la comuna rusa se podía pasar directamente al socialismo (en relación con la inquietud de Vera Zassoulitch), pero en cuanto situación especial: cuando ya existen las condiciones para este pasaje en otra zona apreciable del Planeta que se ha vuelto dominante, o una vez que socialismo ya exista (subsunción del precapitalismo al poscapitalismo [caso contrario el símil absurdo sería: que un niño pase a ser directamente persona madura con juguetes]); en esas circunstancias, un fragmento humano en estado pretérito puede omitir el realizar una etapa histórica necesaria en su recorrido natural. Respecto de las formaciones sociales (categoría que no topa el Sr. Dussel [como tampoco lo hace con la de “ley”, esto es, según Marx: la tendencia principal, que se abre paso enfrentada a propensiones contrapuestas –A. Shaikh]), según una posición, el feudalismo, a nivel global, es la etapa que media entre el esclavismo y el capitalismo (en sentido lineal, pues, la humanidad, como ocurre en una vida, no puede suprimir o alterar el orden de sus fases de existencia), al margen de si en dicho momento se tributó, si el comercio floreció, el artesanado dominó y las ciudades crecieron y se multiplicaron. Es obvio, que la forma de reproducción simple (la que se presenta en todas las formaciones sociales, sin llegar a hacerse
  • 9. dominante) desempeño un papel de importancia en dicho escenario; no obstante, el sostén de todo el complejo, fue la forma de propiedad servil-señorial. Capital hubo en la Mesopotamia, es –puede ser- verdad, pero no capitalismo. Esta indicación, no obstante, no tiene su derivación explicativa. El nivel de desarrollo de las fuerzas productivas es su intelección, en el sentido en que para que aparezca el sistema (en su particular terminología: sistema, campo, etc. [en otro lado [marxismo-leninismo, althusserismo, etc.]: articulación de formas de reproducción con la primacía de una, como en Marx: “… un éter especial que baña todos los colores…”]) en el que el capital se vuelve dominante, la manufactura debía ser superada. Por el contrario, el Sr. Dussel dice que un sistema se transforma en capitalista una vez que el capital se torna dominante (cuantitativamente). Dicho sea a propósito, el capital no tiene ni “espacio” ni “tiempo”; detenta espacialidad, o sea, extensión y ubicación; posee movimiento y momento (lugar en una trayectoria). Con su “descubrimiento” el Sr. Dussel compromete la tarea de Marx en El capital, al sostener que el capital (la ley del valor) tiene una existencia antediluviana y no una existencia histórica concreta. El poner al descubierto la farsa europea sobre la grandeza creativa de su pasado y su importancia (centralidad) en él y el reivindicar a los pueblos históricos orientales, a más de realizar un acto de negación/reconocimiento, no cambia para nada el protagonismo europeo actual, como el haberse transformado en el ariete de la historia. Los grandes imperios de Oriente: el mogol, el chino, el árabe, el egipcio, el persa, el maya, el inca, fueron formas de entretenimiento, de expansión, de cubrimiento del mundo por parte de la inteligencia (de multiplicación de las “unidades de pensamiento”), de desarrollo de las fuerzas productivas, de constitución y fortalecimiento de la especie, de captación subjetiva del mundo, mientras no emergieran en Occidente (Grecia, Roma) los verdaderos punta de lanza (cabezas de playa) del progreso: de proyección al conocimiento y dominio del entorno. Del “laboratorio de civilizaciones” (A. Toynbee): los distintos pueblos, sostén y a la vez aporte del y al desarrollo de las fuerzas productivas y en las formas de estructuración humana, respectivamente, una es la que ha absorbido y potencializado todo lo viable de ellas: Europa, modernidad, colonialidad, capitalismo de consuno a partir de la formación servil- señorial (según enfoque dusseliano), la que se expande sobre sus colaterales en apariencia urbanos, comerciales, tributarios, y asume la determinación pionera en el proceso progresivo (¿a qué queda reducido el Sumak kausay frente a la impresora 3D?). La conocida norma, que es también general en el movimiento renovador permanente de lo existente, se impone en la senda de los diversos segmentos humanos; su antecedente inmediato es la propia constitución del “homo sapiens”: entre los diversos homínidos que precedieron o que coexistieron, sólo quién tuvo la conformación antropofísca, orgánica y genéticamente neuronal necesaria, es la que se ha puesto al frente de la realización del sino universal: el monismo material, que se auto encamina a formar su dualidad: el ser y su representación. En lo concerniente con el “hegemón” de turno China (en todo caso, de la corporación BRICS), la diferencia de la China de los emperadores y la actual, es que su reflorecimiento lo hace en el marco de relaciones económicas mixtas: capitalismo/socialismo (propiedad social y privada: emulación/competencia [el relance económico de China no es el calvinismo de Weber, sino el neoconfusionismo dice el Sr. Dussel; pero, más bien, es la expansión del capitalismo colonizador, posmoderno, yaqui-eurocéntrico su razón]). Para el Sr. Dussel, China no es más, que un subconjunto humano en el que tan sólo se rehabilitó el capitalismo; en la percepción personal de quién escribe estas líneas, en cambio, China –como ellos mismos se definen- es un pueblo que tiene un modo de reproducción mixto: socialismo de mercado; pero, mucho más, es el líder del sistema liberal tardío: último hegemón, con el cual se clausura el modo de reproducción burgués (la larga formación clasista de la humanidad). China es la nueva y última punta de lanza del progreso (contrariamente que en el pasado, hoy adopta y adapta todo el saber de Occidente); en su época se concreta el desarrollo material de la humanidad, pues, con está “primavera” (que experimenta ya las primeras convulsiones otoñales del agotamiento del modelo de acumulación de los “mercados emergentes”) el momento evolutivo social llega a su cima. La aseveración precedente se la
  • 10. hace, por cuanto se ve a la historia como Marx: en sentido prometeico, en cuanto progreso (sobre el particular, conmueve ver a varios economistas ganados por las creencias ecologistas, culturalistas, hacer verdaderos esfuerzos por demostrar la “cuadratura del círculo”: hacer de Marx antiprogresista, antiproductivista, antiprometeista); pues, el capitalismo es un sistema controversial: crea/destruye; y, la historia siempre es progreso: de modo indefectible va a algún lado, a un lugar avanzado, superior; por tanto, la visión de progreso y meta es una utopía, un postulado sui generis, excepcional: que se va a hacer realidad. Las provincias unidas, el hegemón inglés, el estadounidense –I. Wallerstein- (grandes sistema “elegidos” por el proceso de desarrollo humano): formas imperiales de conquista e internacionalización tienen pleno sentido prometeico en cuanto modos de realización histórica según la ley natural hasta cuando se ha globalizado la humanidad, se ha formado una sola comunidad ilusoria escindida, mutatis mutandis: hasta finales y principio de los nuevo siglo y milenio (XX-3000). A partir de entonces, el capitalismo (y todo sistema de clase) se vuelve nocivo: el balance esquizoide (B. Echeverría) entre “construcción y destrucción” se pierde: el proceso se inclina hacia la destrucción, sobre todo frente al grado elevado de conciencia, que un sector de la humanidad ha alcanzado sobre el hecho, por lo que plantea la tesis de “otro mundo es posible”. La perspectiva dinámico-sincrónica: a cada otoño le sigue una nueva primavera (“el líder de la expansión anterior del comercio mundial… es desplazado… de las alturas del mando del capitalismo hemisférico por un emergente nuevo liderazgo”); núcleos conflictivos, que crean balance temporal (“el ´sistema mundial moderno´ requiere la existencia de ´potencias hegemónicas´ sucesivas para mantener el orden político y el buen funcionamiento de la economía internacional”); el círculo se cierra en el “sistema-mundo”: realiza su último eslabón, pues, “el sistema ya no está en ´expansión´ sino en ´reversión´” (Arrighi, Fiori, Wallerstein). Contrario sensu a S. Huntington (Choque de civilizaciones) y a Hardt y Negry (Imperio [en el capitalismo, la esencia del imperio es el imperialismo]), este orden está muy bien derivado en la composición nocional: el desarrollo humano se difunde a la manera del crecimiento expansivo del cosmos (J. L. Fiori), de modo gradual mediante la sucesión de “hegemones” (G. Arrighi), hasta ubicarse en la cima del proceso, luego del cual se produce el cambio de época (I. Wallerstein). La “dependencia”, según el Sr. Dussel: transferencia de valor de unas empresas a otras (“ecualización”), efecto de la desemejante composición orgánica del capital (diferente valor/mismo precio de los productos transables en el mercado hemisferizado) y del diverso grado de explotación del trabajo. Pero, para otro frente de reflexión, la “dependencia” no es el proceso de transferencia de valor (“explotación entre capitalistas” [¿?]) de una empresa de escala menor hacia otra de mayor (la esencia del intercambio desigual, no de la dependencia, es la sobreexplotación; la dependencia está en que los burgueses de unidades territoriales del capital se necesitan mutuamente [es la necesidad de realizar el producto en el mercado internacional, no la dependencia lo que pone en contacto a los capitalistas, los cuales en competencia monopolista venden el producto al precio medio y se realiza la redistribución interburguesa de la plusvalía], pero esa no es la causa última de la ecualización internacional). La “dependencia” es uno de los mecanismos, presupuesto de ese proceso (en realidad, redistribución de la plusvalía entre empresas, efecto de la ley del desarrollo desigual -Lenin); en los hechos puede haber dependencia y no transferencia de excedente de trabajo social del tipo descrito (es el caso de Cuba frente a la ex URSS, al que se lo denominaba imperio al revés: suero directo a la vena de la Abana, subsidio por mantener este satélite, etc.). A través de esta sujetación –división internacional del trabajo- (que es consecuencia del desarrollo desigual del capital) se produce el intercambio desigual (acumulación a escala mundial); pero la dependencia no es la transferencia misma, como supone el señor Dussel (mercancías que tienen igual precio pero diferente valor [el Sr. Dussel tiene razón; el término empleado: dependencia, es el controversial {Teoría de la dependencia: un centro de poder mundial domina –organiza la relaciones en el mundo-; hay un grupo interno a los países que intermedia las relaciones de dominación/dependencia, por cuanto se beneficia de ellas –T. dos Santos}].
  • 11. En suma: el concepto de “desarrollo” es marxista, pero no el de “subdesarrollo” según el parecer del Sr. Stavenhagen (se atrevería a decir, que allí tiene razón el Sr. Dussel); el de “dependencia”: no (aquí, en cambio, la tiene el Sr. Agustín Cueva D.). Sin embargo, ni dependencia ni neoliberalismo son formulaciones críticas que sustenten un proyecto; las neocolonias solamente saldrán del atraso con su vinculación al mundo (cuando domine las conquistas de la época burguesa). El frente capitalista “subdesarrollado” “no debe partir de la idea de la dependencia, porque no está allí ningún camino de desarrollo” (dixit Dr. Alfredo Castillo B.). Por tanto, tampoco la categoría “soberanía” (que lo fue en su momento) es pertinente hoy, pues, se opone a la proclama: todo en el mundo debe pasar a ser de todos. En el modelo mental del Sr. Dussel: “el trabajo vivo crea valor de la nada del capital”. “En su lectura de Marx, un lugar central lo ocupa la concepción de Dussel del trabajo como producción y creación”. “Puede mostrarse que en una vertiente de su pensamiento Dussel, ha naturalizado y deshistorizado el trabajo vivo, desnudo, tendencialmente privado de componente intelectual y cultural, que es un producto histórico del capitalismo. Pero otra vertiente del pensamiento de Dussel atribuye al trabajo vivo, corporal del ser humano desnudo y virtualmente bestializado, una creatividad ex nihilo y una dignidad ética absoluta, ahistórica, con obvias resonancias o incluso explícitas referencias teológicas” (Alan Rush). “… el capital aprovecha y explota al trabajo vivo para crear valor desde esta fuente de energía. Si el trabajo vivo es la fuente de la acumulación del capital, esto todavía deja a la dinámica del capital como el principio creador. Sencillamente, no se puede afirmar en forma convincente que se crea a partir de la nada, como la Idea de Hegel”. “… el plusproducto está determinado como plusvalor… no es un resultado del trabajo vivo y su finalidad, sino del trabajo alienado, del trabajo como valor de uso del capital, imbuido por el impulso del capital hacia la acumulación”. “… sería apropiado afirmar que el valor es nada más que ´trabajo alienado, reificado´, pero afirmar que el trabajo es la ´materia´ del valor, por así decir, no prueba que lo creó, así como afirmar que el mármol es la materia de la estatua tampoco prueba que la creó” (Arthur Cristopher). En torno del proceso dinámico del desplazamiento histórico, el Sr Dussel impone su consideración sistémica sin determinación: determinación-determinada-determinante (condición-condicionada-condicionante); dicha apreciación no se la comparte en lo absoluto (la posición marxista “ortodoxa”, es clara sobre el particular: totalidad con determinación [no obstante, en algún momento de su exposición, el Sr. Dussel dice: “Marx dio en el clavo” {en referencia a la pregunta: por qué quien crea la riqueza es pobre}; y, concluye: es la esencia, el fundamento, de allí deriva todo; empero, no está de acuerdo con el hecho –no advierte, debería decirse-, que los sistemas –según su forma de nombrar componentes y procesos- se hallan presentes en la realidad histórica de las formas clasistas, para garantizar la reproducción de la estructura]). Frente a los indeterminintas, que motejan a sus antípodas como economicistas, el Sr. M. Godelier recuerda: “... lo que es claro, es que ni la edad media podía vivir del catolicismo, ni la antigua de la política, por el contrario, las condiciones económicas son las que explican por qué en una el catolicismo y en otra la política jugaban el papel principal” (K. Marx). En verdad, en torno del momento histórico que viene para la humanidad (que para el Sr. Dussel se presenta desconocido [en realidad, con apego al carácter predictivo de toda ciencia, en la perspectiva de otra persona cuestionada por el Sr Dussel: el Sr. M. Bunge, y del propio marxismo-leninismo, el nuevo estadio histórico en el horizonte, es el comunismo]), el mismo no es efecto del nuevo “gene” (sic), gen que crea la nueva realidad humana; pues, dicha realidad está dada en la instrucción genética, esto es, en el proceso direccional inmanente, que paradójicamente de modo estocástico realiza el despliegue de las leyes que presiden el modo de ser de la materia. Sobre la formación humana clasista última: el capitalismo, para la historia, ambos intereses: el burgués y el proletario, son suyos: la burguesía realiza el progreso (bloquea el anquilosamiento, la marcha en el propio terreno derivado de formas primitivo-equivalenciales o de raigambre etnicistas o ecologistas), el proletariado propende conservarse como fuerza de
  • 12. trabajo (cuando no le disputa al capital el sentido de la historia, allí donde el capital también se vuelve reaccionario, puesto que asume que sus sistema es eterno), para producir la riqueza bajo el mando del capital. Desde esa perspectiva, ningún (sistema de reproducción humana) modelo de política económica es errado o ha fracasado, pues, son sólo respuestas programáticas inherentes a cada interés, que por su lado de modo inconsciente empujan la historia (lo que es ética negativa particular, es positiva en el plano histórico). La negación del papel civilizatorio de Occidente, de la modernidad, de Europa, por parte del Sr. Dussel. “Las ideas críticas emancipadoras de la ilustración, que… se desarrollan por primera vez en la Europa de los siglos XVI y XVII; son una primera forma de conciencia universal de la humanidad, no tienen patria, ni pertenecen a una cultura específica, son propiedad de todos los seres humanos que quieran continuar en el horizonte intelectual abierto por las libertades modernas”. “Las ideas críticas y emancipadoras de la modernidad no son pues solamente un proceso autoreflexivo y solipsista de Europa; son más bien un primer momento constitutivo de una conciencia de la humanidad, de una igualdad universal entre los seres humanos y de sus comunes aspiraciones a la libertad, por encima de sus diferencias culturales y religiosas” (José F. Cornejo). Pretensión de innovación: cómo se maneja el excedente, las tesis -20- sobre política (“relato” no exento de voluntarismo; en los hechos: disociación de lo económico de lo político, de las fuerzas productivas, de las formas de propiedad [su modelo político es coherente; pero irrealizable antes de la experiencia leninista y del moderno movimiento de las fuerza productivas, que crean las condiciones de posibilidad para aquella normativa]). En realidad, ¿“manejo del excedente” o “formas de propiedad”? (“… los sistemas económicos se definen por el manejo del excedente”, tajantemente dice; cuando, en realidad, solamente en el capitalismo la “forma de reproducción” asume la nominación de “economía”). La producción es el elemento fundamento de todo el proceso de reproducción de la vida; es en ese sentido en que el marxismo-leninismo plantea la primacía de práctica económica sobre el resto de esferas, campos, sistemas o estructuras, según es la lexicología del Sr. Dussel, de reproducción de la vida humana. Ahora bien, anteponiendo su propio modelo reflexivo al Sr. Dussel, en la historia aparecen muchos hechos, pero no su fundamento; éste refiere al contenido histórico, a su fin: la producción de la idea Asume que el marxismo-leninismo no es marxismo, realiza el análisis de todo el período de existencia de la ex URSS con la ley del valor. Para el Sr. Dussel, materialismo es sólo el “contenido del acto”, no la base real de todo acto; es por eso que para él la razón de la existencia humana es tan sólo inmanente, en la perspectiva gramsciana de “humanismo inmanentista absoluto” (hedonismo ilustrado: vida y felicidad estética), pues, en el concierto de macromoléculas, mineral, del Universo, el ser humano nada tiene que ver (aun por sobre su consideración de que “una célula es más compleja que todo el Universo”). La posición alternativa, teleológica, en cambio, consiste en entender a esta entidad (la humana) como el elemento racional encargado de dotar de conciencia (alter ego) a la materia (sentido del acto). Los principios de la “totalidad” y de “exterioridad” el Sr. Dussel los enfila contra el Materialismo histórico (planteamiento teórico, que junto con el de Materialismo dialéctico, el Sr. Dussel deshecha): respecto de la primacía de la contradicción entre “fuerzas productivas” y “relaciones de producción” en el proceso de desarrollo humano (solamente con este extraordinario planteamiento epistémico-heurístico de Marx es posible convertirle en “objeto de conocimiento” a la historia [Durkheim lo llama “cosa”], de aprehender de modo subjetivo científico la realidad humana, esto es, como proceso regular de desarrollo [en realidad, el Marx maduro, no fue ético, sino objetivo, científico]). El Sr. dice que el marxismo tradicional no entendió/utilizó muchos términos y desarrollos discursivos de raigambre marxista, tal es el caso de la categoría “subsunción”; lo cual: ¡no es cierto! Por tanto, frente a tanta petulancia, se advierte que todas las objeciones que propone el Sr Dussel al marxismo-leninismo son convincentemente refutables a partir de la formación ideológico teórica recusada. En efecto, el Sr. cree que con su modelación logicista ha derrotado al marxismo- leninismo; arremete de modo violento contra Althusser: lo llama “farsante”; Althusser que es más original, pues, “sin haber leído los tres tomos de El capital, mucho peor los últimos
  • 13. escritos de Marx (“la cuarta versión de El capital” –sic) produjo la visión más coherente, lógica, objetiva (“formalista”, “estructuralista”) del marxismo. Su posición indeterminista cuántico-heisenbergiana (circular en espiral), le hace decir, que la revolución política en Inglaterra impuso el sistema capitalista; el hecho, no obstante, es al revés (fácilmente M. Dobb, refutaría al Sr. Dussel); pues, el capitalismo estuvo ya en la realidad, pero de modo políticamente subordinado; la revolución puso en coherencia la nueva base con la institucionalidad. Marx formuló una corriente de pensamiento: el marxismo (la que se desarrolló en términos políticos como marxismo-leninismo); Althusser lo hizo como despliegue de la visión marxista: el althusserismo; el Sr. Dussel no ha podido elaborar un modelo coherente orgánicamente total: una visión armónica de sus “descubrimientos” y desarrollos teóricos. Recoge (comenta; aunque esta tarea en su léxico es peyorativa: “jamás seré comentarista, sucursalero”, sentencia) el pensamiento mítico latinoamericano, cristiano, lo transforma en categorial, pero esta propuesta no alcanza el status de sistema alternativo al eurocentrista. El Sr. Dussel es útil, en este caso, en tanto interviene en la difusión del marxismo: lo da a conocer; su fortaleza está en fundamentar de manera más precisa cierta terminología, en desarrollarla y en replantearla (tal es el caso de su recomposición histórica); pero cuando formula su propia versión sobre la realidad y propone lo que se debe hacer, en ese momento la persona que escribe deja de seguirle. El Sr. Dussel afirma, que “El conocimiento está hecho para la vida, no ésta para aquel”. Empero, visto el hecho a partir de una perspectiva lógica diferente, la sentencia difiere. La vida está hecha para el conocimiento, porque el ser humano no tiene la misma catadura, que los animales; en verdad, sólo los cerebros de los animales deciden permanentemente entre la vida y la muerte: si se equivocan, mueren). “El criterio de verdad es la vida”, también dice. Tal vez. Si la vida tiene éxito, quiere decir, que la práctica fue efectiva, y la intelección: objetiva (“en la tradición materialista, reduccionista estalinista” -sic); pero el criterio de verdad absoluto, responde al cumplimiento del sentido de la vida: dotar de conciencia a la materia (lo que demuestra, que la genialidad [y la realización de ésta en condiciones favorables] no es garantía de justeza, de objetividad [y lo cual expone una aporía: las conceptualizaciones profundas y acabadas tienen carácter estratégico inoperable, resienten el “principio de factibilidad”]). Fetichismo antropológico en del Sr. Dussel: la racionalidad de la vida humana, juicio que oculta el objeto del principio: la producción de la idea; por tanto, se vive para argumentar, no al contrario. Liberación frente a la manumisión. El ser humano sólo alcanza su libertad, se manumite, volviéndose “Dios”. El proletariado no se libera: se emancipa, o sea, reafirma y generaliza su identidad; el capitalista no se elimina, sino que también se emancipa: torna multilateral y abstracta lo que ya es; los dos sujetos históricos se emancipan interpenetrándose y pasan a compartir su identidad en la forma humana que deviene: satisfacción de necesidades en estándar elevado, como el patrón de vida del proletario (carencia de propiedad, no explota ni domina, vive en colaboración en el trabajo, todavía hoy); o sea: la negación de determinaciones, las cuales se superan y se conservan (pero también se anulan) en el resultado: el devenir (proceso no “analéctico”, sino sólo dialéctico, pues, el proceso histórico es regular). La especie debe occidentalizarse por entero, es decir, asumir la “modernidad”, como la forma progresiva prometeica última, más desplegada, desde la cual proseguir; en ese caso, el eurocentrismo es pertinente, no los procesos precapitalistas “hacia sí”. Ahora bien, si se frena el calentamiento global (la industria), se lo hace también con el desarrollo de las fuerzas productivas, con el progreso; el origen de estas desarmonías se ubica en el sistema de mediación de este movimiento progresivo: el capitalista, el cual, mientras más eficiente es en el desarrollo de la ciencia y de la técnica y en la acumulación privada, de modo creciente afecta a la naturaleza; la solución al problema radica en actuar sobre la causa (la forma de reproducción burguesa): ralentizar el progreso, para morigerar los efectos antrópicos y negativos sociales del movimiento histórico.
  • 14. Materialismo ingenuo, cosmológico, intuitivo, llama el Sr. Dussel al planteamiento sobre qué es primero: la materia o la idea. Las tareas y las circunstancias de un momento definen la conducta y el tipo de nacionalidad sobre la realidad; el concepto, por tanto, no “responde a imperativos simplemente teóricos o metodológicos”. Cuando Engels y Konstantinov plantean que materialista es un pensamiento que asume que primero es la materia, luego la conciencia, describen el contenido del enfrentamiento ideológico en un momento: el ser humano como “carne con necesidades” es lo primordial, no los motivos del alma, como era la ofensiva alineante de la cristiandad en ese entonces. La crítica, luego, no puede partir de la condición futura para impugnar o apoyar posiciones pasadas (lo pertinente es encontrar las determinaciones del momento). Esta postura, dígase con todas las letras: ¡no es seria! En el marxismo-leninismo no se deja de lado el aspecto dinámico (espiritual [la cual es la forma más alta de movimiento de la materia {masa}]) de la historia; se tiene –más bien- precaución de no exagerar el papel de la voluntad en la producción del mundo; por tanto, no es que la vida, el trabajo y la idea no sean momentos progresivos, lo que se dice es que no se debe dejar el estudio de la condición de todo: la naturaleza y su modo de ser (la dialéctica ontológica). “Marx no era ateo”, dice el Sr. Dussel. Esta afirmación, asume que Marx rechazó el carácter burgués ideológico-político de la religión cristiana, en este caso; pero, a su vez tácitamente, se afirma que Marx compartía la composición mitológica: la existencia del alma (o del espíritu, según el caso), de la continuación de la vida luego de la muerte de las personas; por tanto, la existencia de un lugar para el alma: el cielo, de una organización y de un ente regente en ese mundo: Dios; como consecuencia, la presencia de un ser superior hacedor de todo lo existente: su principio y fin. No obstante, queda la demostración expresa documental de esa conclusión (con le gusta al Sr. Dussel, el cual es “su plato fuerte”, puesto que presume haber leído manuscritos de Marx aún no publicados), o sea, que no se trate la misma, de una simple deducción. Aquí se expone una posición, como es usual e intencional, contraria. Es el plano en el que la noción ontológica de la Filosofía marxista: espíritu o materia, topa su sentido pertinente, la que, para el Sr. Dussel le parece una elementalidad, de la cual se mofa. El Sr. hace piruetas en pro de justificar y hacer pasar subrepticiamente su cristianismo, su embozada creencia en el “más allá”; de allí su arremetida contra el “problema fundamental de la Filosofía”: “qué es lo primero, el pensar o el ser”, “la materia o la conciencia”; y, casi indilga a Marx su escolasticismo. De allí su reiterada referencia sobre la prevalencia del espíritu, de la dinamia frente al supuesto fijismo del “marxismo estándar” (sic). En realidad, la materia lo es todo: masa y movimiento; materia blanda en la que se realiza la materia compacta y toda ella (Sólo porque la materia está dividida [átomos –Demócrito] y porque existe materia blanda [“vacío” –sic], es que los procesos ocurren); la llamada “energía”, es movimiento de la masa (Bosón de Higgs [Física de partículas, de ningún modo Física cuántica {idealismo mitológico en el seno de la práctica científica}, energía = fuerza o intensidad del movimiento de un cuerpo –de su masa]): cinético, calórico, lumínico, químico, orgánico, biológico, conciencial (Engels, F. Dialéctica de la naturaleza). Dicho de otro modo. A partir de sus creencias, el Sr. Dussel enfila la crítica de modo ímprobo sobre el marxismo-leninismo. ¿Cuál es el sustento de su postura? Su enfoque sistémico sin determinación del proceso (progresivo) humano; la eliminación de su modelo del motor de la historia: la “lucha de clases”; la reconceptualización de algunas categorías: de la “política” en sentido aristotélico y ético; su concepción paradójicamente determinista sui géneris también de la historia: la estrategia, la táctica y la revolución (el leninismo), carecen de importancia, pues, la transformación histórica no ocupa la voluntad, en cuanto ésta se mueve según el sentido que abren los hechos estocásticos, fijándoselos a posteriori, a través de “criterios” y “postulados”. El Sr. Dussel trabaja con algunos conceptos propios de la Física cuántica, lo cual incorpora imprecisiones a su formación subjetiva; son los casos de “entropía”, “energía”, “espacio”, “tiempo”; una muestra: el ser humano no suple necesidades con “energía” (enfoque físico idealista [la materia se transforma en energía y viceversa: ¡bah!]), sino con materia. Sin
  • 15. embargo, la precisión de conceptos, la aclaración y la exposición de otros, es una de las fortalezas indiscutibles del pensamiento dusseliano (lo cual no quita, que la conclusión sobre todo normativa sobre el “nuevo mundo a construir”, se inscriba en la nocionalidad fenomenológica utópica). Se insiste, los censurable (por los censurados) no está en sus ideas (pues, cualquiera puede tenerlas) sino en (atreverse a) ejercer la crítica de otros, a partir de la presunción soberbia, megalómana, de que el criterio propio es el correcto y el de otros, erróneo; el pensar, que porque se ha leído a Marx (en este punto tienen pertinencia las admoniciones de Rigoberto Lanz y de James Petras; en el primer caso: “… no interesa si Marx lo dijo o no…”, en el segundo: recurrir al pensamiento ajeno –autoridad- para legitimar el propio): por su hermenéutica, se está envestido de la facultad para juzgar e incluso desautorizar otros puntos de vista. En verdad, bastante egolatría la del Sr. Dussel, puesto que sin ambages afirma, que porque no se entiende sus tesis, es la razón por la que no se las asume (y porqué la realidad no marcha según esos apotegmas). La revisión de algunas líneas del pensamiento del Sr. Dussel, permitió establecer la comparación con las de Marx, de Lenin y de Althusser (dice que ellos ven a la política en sentido negativo; y, concluye que ese es un error, que él lo supera [se falta veladamente el respeto a Marx, con el concurso de argumentos de dudosa objetividad o inherentes a otra vertiente perceptiva {es fácil criticar a “manos lavadas” a quién dio los primeros pasos, sobre cuyos hombres se actúa}]); como resultado: en lugar de tomar partido por el enfoque del Sr. Dussel, más bien se procedió a cerrar filas en torno del marxismo- leninismo. En sentido más amplio: ¿cuál es, cámbiese lo que deba, el denominador común del estatuto ideológico de la pléyade de pensadores (Holloway-Kohan [aunque este exponente del pensamiento trotskista-gramsciano: Kohan, como “leninista”, está lejos de la del Sr. Dussel] y del resto de personajes de similar talante)? En realidad, se ha convertido en “deporte mundial” criticar al marxismo-leninismo, sobre todo esa conducta deviene de quienes nada práctico tienen que presentar. Se cree que la empatía reside en los siguientes puntos (se lanza de golpe y aunque de modo todavía provisional y grueso, todo el arsenal perceptivo propio sobre el Sr. Dussel, para no darle la ocasión “a nuestro autor”, de que le indilgue el anatema de “sucursalero” a quién estas notas escribe). 1.- La historia no es concebida en términos de progreso (“esencialismo”, “milenarismo”, se dice peyorativamente), por tanto, no está dentro de su horizonte perceptivo, la noción sobre su desenlace (proclaman la existencia de varias opciones de futuro); 2.- No confieren importancia a la tesis coevolutiva: ser humano-naturaleza (evo-devo), de Marx (en referencia al ecocidio, al ecosocialismo, al decrecentismo, a la ecolatría); 3.- Desconocen el papel que desempeñan el ser humano en la historia y ésta, en el Universo (o sea, la tesis de que la persona crea su propia naturaleza [tercera], se auto produce como sujeto de pensamiento, cuyo fin es dotarle de conciencia a la materia, en su orden); 4.- Impugnan, sin beneficio de inventario, al capitalismo: sostienen que su presencia no es necesaria en la historia (crisis capitalistas, crisis civilizatoria, fracaso capitalista,… [Pero el capitalismo ni está en crisis ni ha fracasado: sólo ha cumplido –sigue en esa tarea, aún en su etapa senil- su misión histórica necesaria: “producir la base material del mundo nuevo” –K. Marx-, como proceso “esquizoide” –B. Echeverría-: construcción/destrucción, con prevalencia del progreso {al capitalismo se lo juzga, pero no se ubica su papel en la historia}]); 5.- Creen que el trabajo es esencialidad histórica (determinación concreta) eterna de la humanidad: el paso del trabajo a la máquina, no está en su mapa mental (no se advierte, que la esencialidad del ser humano, es la producción de conocimientos; pues, el ser humano es inteligencia que piensa; su tarea primordial consiste en
  • 16. formar la conciencia); 6.- Su percepción omite la noción hipotética sobre el momento cumbre de la evolución natural y el papel del neocórtex: la ley que preside el movimiento de la realidad (realización progresiva de todas las potencias materiales: la formación de la base ontológica del reflejo); 7.- Sostienen que en la ex URSS, jamás se organizó el socialismo (la “revolución traicionada”), tampoco demarcan los dos períodos internos al proceso: el socialista y el socialimperialista; 8.- Carecen de la intelección sobre el papel del “socialismo real” y la razón de su “implosión” (La ley del valor socialista, la acumulación socialista [intento racional de compatibilizar progreso y equidad; la historia devolvió la primacía al capitalismo en la senda del progreso]); 9.- No está a su alcance la repuesta a la pregunta: ¿qué le pasa a la humanidad? (compleja subfase transicional, no de orden socialista sino socialdesarrollista [ciudadanía/crecimiento]: la historia marcha por rieles capitalistas y socialistas); tampoco lo está sobre otras inquisiciones: ¿en qué momento de su desarrollo se halla ésta? (a punto de concluir el desarrollo de las fuerzas productivas: la automatización completa de todas las actividades de reproducción humana), y, ¿cuál es estadio que niega y reemplaza al presente (a la forma burguesa)? (el sistema democovivencial); 10.- Ignoran la progresión: instrumento mecánico, máquina, automatización, robot inteligente, y la razón y conclusión del proceso (esto es, la primacía de las condiciones materiales [también niegan la dialéctica ontológica; enfilan contra Engels {aquí se “venera” a Engels; pero no a cualquier Engels, sino al viejo Engels, al Engels ontológico –¿ingenuo?; ¡bah!- del Diamat y del Hismat}]); 11.- Tienen la tendencia a plantear la felicidad humana en la vuelta al “valor de uso” (epistemología del Sur, Filosofía latinoamericana, ethos estético,…); y, 12.- Han dejado de lado, en el análisis de la historia, el papel modelador histórico de las fuerzas productivas (inteligencia objetualizada, positivamente alienante); el carácter regular de la historia (la ley general y las particulares de cada etapa). Por supuesto, por lo que queda dicho, el enfoque asumido en las presentes reflexiones de disenso no ve a la historia “desde” la perspectiva europea o de la de la América Latina (el Sr. Dussel, en este caso, asume que su método se diferencia por “ver desde los oprimidos” la historia); tampoco se lo hace a partir de la percepción capitalista del mundo o de la del socialismo, o de otro régimen subjetivo adosado a cualquier modo de reproducción humana precapitalista, ni siquiera responde a una actitud crítica al sistema imperante; por el contrario, el punto de mira (“el ojo visor”) es el del sentido de la presencia de la humanidad en los hechos (metahistoria, saber absoluto). La verdadera “exterioridad”: la obra humana completa por venir, la que reside fuera de la propia realidad humana y de su entorno natural, cósmico, no se le representa en la mente al Sr. Dussel, como tampoco en el “imaginario” de la prolífera variedad de sabios que pueblan el Planeta (claro, según sabe la persona que borronea estas líneas, se exceptúa a Kant, a Marx y al Dr. A. Castillo B.); la referida alude a la creación del Universo espiritual, el cual es la fotografía, el relato objetivo de la totalidad real. Sólo con ese producto, el ser humano se hace con la aureola de la dignidad, justifica su vida, se realiza. El Sr, Dussel se muestra con una confianza verdaderamente temeraria respecto de su certeza intelectual; en su crítica al “socialismo real” (en verdad: al socialimperialismo soviético de 1956 a 1989) se entrevé que dice, que si él hubiese estado en lugar de Lenin, de Stalin, de Castro, de Ortega o incluso de Mao, el socialismo hubiese sido un éxito, estaría vivo, pues, habría aplicado bien a Marx (hubiese impuesto el manejo comunitario del excedente; reformado las instituciones del Estado, el mercado, la moneda -sic). Por tanto, en esta ocasión al Sr. Dussel, experto en encontrar errores y limitaciones, “se le pilló”. Expresa: Marx entendió bien la realidad porque fue economista y filósofo a la vez y los que son: o filósofos o economistas por su lado, no pueden hacerlo; pero el señor en referencia no
  • 17. considera la “teleología” del ser humano, aun en su condición de economista y filósofo a la vez, como el mismo lo aclara, puesto que se opone a Engels, o sea, ha descartado la “dialéctica de la naturaleza” (la “exterioridad exterior” del individuo), componente sin el cual es imposible entender el concepto de ser humano: de “trabajo vivo”. Por otra parte, nuestro pensador y otros en su línea, tienen el menoscabo de no mirar el papel civilizatorio del capitalismo, niegan el progreso, mucho peor aceptan que éste se da –por vía natural, espontánea- sólo en condiciones de desigualdad, explotación, acumulación, destrucción de la naturaleza y dominación; empero: así procede la historia, y dicho escenario se mantendrá mientras el desarrollo de las fuerzas productivas no haya avanzado hasta un nivel, que provea de las condiciones objetivas y subjetivas, para que el desarrollo prosiga exento de los males de raigambre burgués. La paz se instituye con la automatización completa; y, de la prescripción de Marx: “de cada quién según su capacidad, a cada cual según su necesidad”, en una forma humana sin trabajo sólo mantiene vigencia la segunda parte: “… a cada cual según su necesidad”. El salvaje vagaba en la naturaleza y tomaba lo que ella le presentaba en lucha con otros seres; las producciones mercantiles simples y la capitalista realizan la sobrevivencia y la acumulación mediante explotación y la conducta antrópica, y devienen. Los capitalistas no tienen otro objetivo para la vida, que el de enriquecerse; esa muy limitada conciencia es, sin embargo, positiva en términos históricos: la acumulación de capital es la base sobre la que se instala el mundo nuevo; en la producción maquinizada, el nuevo ser toma lo que ésta le provee en paz, pues, la escasez (y la apropiación jurídica de los elementos naturales) ha desaparecido (“Mandar obedeciendo” en el “sistema equivalencial”, señor E. Morales, señor E. Dussel: no le corresponde al ser humano, sino a las máquinas a través de un software de lógica administrativa). Estas, algunas impresiones respecto de un autor, que ha derramado palabras y gastado tanta tinta de modo impugnador sobre el llamado “socialismo real” (un botón más: dice que intencionalmente no se publicó en el período inicial soviético las obras de Marx, puesto que de haberlo hecho: “todo el tinglado se venía abajo” [no cabe duda ya, la posición subjetivista especulativa]). Como su trabajo es profundo y extenso, quizá –de ser necesario- haya vida para poner más atención y penetrar a mayor profundad sobre esa producción. Por ahora, se cree que esta recensión basta, en virtud de que hay que alzar la voz, cuando alguien ha observado la actuación cristalizada por un sector de la praxis, que actuó con la palabra y la espada sobre la realidad con el propósito de cambiarla: el socialismo, proceso incluso en el que se puso en vilo la existencia. La “estrategia” deconstructiva de este pensamiento, pasa por revisar su esencia, no por su extensión discursiva, es decir, se ha buscado un atajo, para llegar a su médula, a la axiomática. Ahora bien, no se duda de lo que es evidente: de la capacidad, de la dedicación, de la profundidad del saber del Sr. Dussel. Su forma de analizar la realidad es propia, aunque su específico enfoque lo imputa a Marx; por tanto, es difícil someter a crítica su posición sin distorsionarla y hacerlo también con la de quién profesa y ensaya la exégesis. Pero el Sr. Dussel se da el lujo sí, de actuar de manera recusatoria frente al pensamiento y proceder de otras personas; y, aquí no surte efecto la actitud de precisión epistémica frente a la verdad, pues, la moral también es prospectiva, tiene que ver con el “deber ser” particular de cada sujeto social, sin que necesariamente se actúe especulativa o voluntarísticamente. Verbi gracia: si habría que anteponer objeciones a la visión dusseliana a partir de la perspectiva marxistaleninista (como lo hace él en sentido inverso), la misma asumiría el siguiente carácter (desde luego, ya que el señor Dussel se manifiesta de modo crítico picante sobre el “socialismo real” –sic-, esa alusión da derecho de palabra, de réplica, a quienes profesan ese modelo; caso contrario, lo sensato sería “hacer mutis por el foro” [ahora bien, la persona que escribe, trabaja sobre otro objeto, no en torno del que lo hacer el Sr. Dussel; éste es el teleológico, con apoyo en el pensamiento marxista]). Su enfoque de la economía se inclina a ser formalista institucionalista: empresa, mercado, Estado; deja de lado en sentido político la lucha de clases; se tiene la impresión, que no le se confiere importancia a la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, sino para fundamentar su criterio de
  • 18. “transmodernidad”; considera que instituciones históricamente creadas (dinero, Estado, mercado, empresa), no deben desaparecer, sino sólo transformarse, en la perspectiva de I. Mészarós. La posición crítica no conduce a decir, como es usual respecto de los demás, que el Sr. Dussel esté equivocado (esa sería una actitud irresponsable, incluso de irrespeto para con las canas de un venerable personaje); únicamente se desvía por la tangente la incursión reflexiva sobre tales ideas, con la declaración de que el Sr. trabaja con otra perspectiva de significación. La ventaja (esa si superioridad real) del marxismo-leninismo sobre el Sr. Dussel (también sobre el gramscismo y neomarxismo), es la práctica, la experiencia histórica, es decir, la realidad, que por haber sido, puede ser juzgada de diversos modos, incluso por el parecer especulativo. En verdad, si una actuación humana la realidad lo admitió o se impuso sobre ella, es porque tiene poder: la fuerza de la resolución; en cambio, el trabajo prospectivo intelectual del Sr. Dussel no se puede someter a validación, tampoco aplicarlo como “test de coherencia”, como criterio de verdad sobre la práctica. “No hay proyecto”, sostiene el Sr. Dussel, sino criterios: el “a” se despliega, luego viene el “b” y así se va construyendo el camino (“criterios y brújula”; pero la brújula solamente sirve si se tiene un punto de referencia, de llegada, y es de lo que carece el Sr. Dussel en su magnífica y locuaz peroración). Esta vía, no obstante, no se abre de modo racional o cuasi racional; la misma lo hace el desarrollo material de la humanidad, por tanto, hay que descubrirla (“libertad: conciencia de la necesidad”); es la proyección del movimiento evolutivo natural: de la materia física a la orgánica (la vida), de la célula procariota a la eucariota, de ésta al tejido, al aparato y al sistema; del animal inferior al homínido, luego al ser humano (la única realidad que no existe en el Universo es su representación; pues bien, esa es la tarea humana: el punto de referencia, la meta). Se entrevé la impresión, de que la historia se la concibe con impronta racional; en realidad, el capitalismo burdo, ignorante, ha sido el encargado de llevar a cuestas a la humanidad (de sacarla de las cavernas, del circo romano, de las catedrales góticas) y, aunque de modo criminógeno, la especie está viva y cerca de su objetivo. La escogencia y fijación de la senda de criterios es efectiva si descubre o coincide con la dirección del desarrollo de las fuerzas productivas; esa ruta va la comunismo, o sea, se trata de una utopía paradójicamente realizable, la que fue fijada de modo terminante por el proletariado, el socialismo de Lenin- Stalin y las luchas populares en la entera extensión del Planeta (por tanto, se está de acuerdo con el libro sobre “La idea del Comunismo” de A. Badiou). En otro lugar, el Sr. Dussel trabaja con algo que no existe: los términos "espacio” y “tiempo”. En el Planeta, la lucha política por acceder a los puestos de gobierno, aunque por sí mismo el carácter de esta institucionalidad estuvo siempre determinada (por el capital en negación y subsunción de otros sectores sociales), en el presente ha perdido importancia para la realización de la historia; insustantividad que se va a incrementar, a medida que la vida avance. La pequeña incidencia que la presidencia de la república y el gobierno todo, tienen razón de actuación el ladear la balanza sobre los intereses consumistas burgueses o hacia el cumplimiento a niveles adecuados la atención de las necesidades de reproducción de la vida de las amplias mayorías. Esta inclinación a uno u otro lado, no reenrumba el curso de la historia. Según la perspectiva cognitiva del Sr Dussel, “polisemia”: múltiples significados (empero, la historia [la experiencia personal] no “construye” el concepto; éste es el reflejo dinámico de la realidad, es decir, es un hecho objetivo representado); no obstante, la controversia no reside en la analogía o en el esencialismo, sino en el objeto que figuran los términos. La palabra “pueblo” se la constituye como categoría al aplicar el criterio polisémico, pero en verdad lo que hace es (de acuerdo a una perspectiva distinta) negar la concreción de un hecho real, apelándose a una posición simplemente discursiva (se indefine el hecho, no es posible encontrar el eslabón decisivo, la tendencia principal, pues, todo vale; tampoco es posible formular las tareas inmediata y de mediano plazo –I. Wallerstein). Que la “cultura”, según la forma en cómo la concibe el Sr. Dussel, es la que crea a las personas masculina y la femenina; al respecto se deja de lado el hecho de que el entorno
  • 19. histórico social opera sobre la basa y ratifica el origen orgánico de esta dimensión (lo cualifica); de modo que para una persona racional, no hay opción fuera de la realidad óntica. Por ejemplo, los esclavos, los siervos, los obreros nunca (hasta que vinieron Marx: el secreto de la riqueza, la plusvalía, y Lenin: el Partido como pedagogo) por razones subjetivas (de comprensión del hecho) lucharon por el cambio de la situación; lo hicieron, porque el peso real de la explotación y de la dominación les era corporalmente insoportable (aquí el voluntarismo gramsciano y todo subjetivismo, caen por su propio peso). Para la persona que escribe, no interesa marcar diferencias entre seres humanos: de edad (niños, jóvenes, viejos), de raza (amarillos, colorados, blancos), de género (femenino, masculino,…), de idioma, de lugar (norte, sur, éste, oeste); se da importancia absoluta, más bien, a su condición: humana, a lo que tiene de común: la capacidad de pensar; lo cual implica mirar en perspectiva “temporal” de otro modo el hecho: no del presente hacia atrás (porque en ese caso aparecen esas categorías de raza, etnia, “cultura” [identidad no en relación con la historia, sino con el futuro: con esos seres angelicales, que luego poblarán ya no la Tierra, sino el Universo {las presentes ideas, por tanto, se sitúan de golpe en la forma humana más desarrollada: la “modernidad”, la eurocentralidad, el capitalismo clásico, y de allí se avanza en la reflexión especulativa prospectiva}]), sino hacia adelante, o sea, en función de la tarea fundamental a cumplir por parte del ser humano; por tanto, es la categoría neocórtex la que resalta; y, la inteligencia es la identidad absoluta. Telos: utopía racional; ésta, debe efectuarse según su determinación, con el trabajo actual, enfilado deliberadamente en esa dirección (“… el progreso es algo objetivamente definible, que al mismo tiempo apunta hacia lo deseable; el libre desarrollo de los seres humanos depende de la justeza del análisis según el cual el desarrollo histórico conduce a la humanidad a esa meta” –Hobsbawm sobre Marx, en Las Formen). Solución, que no va dirigida a ordenar el proceso darwiniano, sino a salir de él (hominización completa): el ser humano deja de pertenecer a la naturaleza (primera naturaleza, naturaleza originaria), pese a que su principio está en ella (Marx: Formen; dixit E. Hobsbawm): compone su propia naturaleza, una vez que ha pertenecido a la “primera naturaleza” (valor de uso), atravesado la “segunda naturaleza” (valor de cambio; “reino animal del espíritu” –F. Hegel), hasta componer, se ha dicho, su reino: la “tercer naturaleza” (“valor” de usufructo). En efecto, se trata de tres reinos superpuestos: el reino animal y vegetal en operación con sus propias leyes y opcional en su vigencia, el reino de las máquinas en funcionamiento según la “programación lógica” que llenan la alacena del posthumano, y el reino “celestial”, “Cielo”; “campo de conciencia”, el Olimpo (los griegos domaron, moldearon las fuerzas de la naturaleza en la ficción; el progreso prometeico de la historia realiza efectivamente el sueño). Al hacerlo, todas las potencias de la naturaleza, de la historia y de la mente quedan realizadas, el Universo “ha demostrado” su optimidad, cuando su producto máximo se ha vuelto providencial. En realidad, hay una delgada capa “parte aguas” de la moral y la racionalidad; moral: hedonismo, corazón, hemisferio derecho del cerebro, hormona, y racionalidad: el proceso que corresponde a los hechos, al sistema, a la finalidad inmanente. En el caso de la progresión artificial, proceso que pone las diferentes formaciones humanas (comunidad, esclavismo, feudalismo, capitalismo, comunismo): de la herramienta a la máquina, después a la automatización, de allí a la robótica inteligente, finalmente al poshumano. La automatización es el tránsito del capitalismo/socialismo al comunismo; mientras que la inteligencia artificial, el robot sapiens es el comunismo: el estadio al que va la humanidad (Marx tiene noción al respecto: “si el molino del viento lleva a la forma feudal, el de vapor lo hace a la burguesa”; por extensión se dice: el molino del conocimiento conduce al comunismo). El Sr. Dussel cuestiona la “metáfora del edificio”. Dicho cuerpo de categorías alegóricas no constituyen simple invento de Althusser o del pensamiento marxista francés: Marx, claramente hace referencia a ellas en el Prólogo a la Introducción; al respecto el Sr. Dussel asume que fueron frases que se le escaparon a Marx para alagar a Engels, que jamás volvió a hacerse cargo de ellas, que en su madurez las descartó; cuando, en realidad, son el principio rector de toda su conformación discursiva ulterior (el descubrimiento crucial de
  • 20. Marx [la formulación de la base epistemológica materialista: de los cimientos teórico- metodológicos de su edificio comprensivo/explicativo/predictivo/práxico, esto es, los “principia” científicos, guía de todo el proceso de investigación, es borrado por Dussel de un solo y plumazo). Recusa las categorías de determinación (producción material), dominancia (instancia jurídico-política) y condicionalidad (factores del entorno natural y artificial, y el resto de esferas del modo de vida: “cultura”, arte, deporte, raza, género,…), como categorías que representan la dinamia de la reproducción social. Sobre el norte del pensamiento de Marx se puede hacer especulaciones; con todo derecho, en torno de las mismas se impondrá la objeción legisladora del Sr. Dussel, pues, dirá que el conoce el último aliento perceptivo de Marx. Por acá se tiene la propia (que no es “intuición”, porque dicha “realidad”: no existe). En efecto, del humanismo filosófico ético antropológico de los Escritos del 44, se ve que pasa a la propuesta revolucionarista de El manifiesto, luego se ubica en una posición racional (científica o “cientificista”) en El capital; la que sigue se supone fue (tendía a ser) una de orden prospectivo-teleológica (milenarista) esbozada en Los grundrisse, en la que se supera el enfoque voluntarista para aplicar el carácter predictivo que sí tiene la ciencia (en la perspectiva de Mario Bunge; y, heurística que impugna el Sr Dussel): el capitalismo es visto como una fase necesaria en el devenir humano, el cual tiene una misión (sin ética) en ella, puesto que el flujo de la especie tiene un sentido y un fin inmanente natural: conocer y dominar a la naturaleza (la vida fue la indeterminación absoluta; cuando se creó el neocórtex, la negación se puso: la determinación). La manera de proceder usual del Sr. Dussel (incluido Gramsci, Echeverría, Lukács) no le hizo advertir, que la historia –“ahora mismo”- es un proceso cuasi sin sujeto consciente; y, se dice “casi”, por cuanto de 1917 a 1956, dejó de serlo sobre un segmento humano (la ex URSS de los Soviets en el lapso aludido), o sea, precisamente en el período respecto del cual despotrican, tanto el Sr. Dussel como otros. Por consiguiente, la historia sigue sin necesidad del Sr. Dussel y de su planteamiento moral, de Habermas o de de Sousa Santos. Pero ésta: ¿la ha hecho sin Marx, Engels, Lenin o Stalin (también de Mao, de Castro)? No, pues, su obra (mala para unos, buena para otros), está allí para mirarla y calificarla, del modo que se antoje. Sin embargo, lo poco de incidencia de la voluntad sobre la estructura está de lado de quién el Sr. Dussel critica, esto es, de Habermas (la observación del Sr. Dussel sobre el Sr. Habermas, en torno de que de su discurso ha eliminado la base económica, se la coparte [así como el planteamiento de la “comunidad de vida, de trabajo, de producción”, en lugar de la “comunidad de comunicación”]; pero Habermas es pertinente, lo mismo que Gramsci, ahora) El hilo conductor que se opone al enfoque referido, es el postulado sobre la razón, sentido y fin último de la vida humana: producir el retrato hablado del Universo (la racionalidad absoluta); esta premisa pone de cabeza a todo el pensamiento a la mano en el Globo. A ese respecto, el Sr. Dussel anatemiza la posición filosófica teleológica de Kant; pero ese es su punto de vista, el cual es problematizable, por sobre su grado de erudición y versación sobre materias filosóficas e históricas (la fortaleza aparentemente irreductible, que sobaja a todo oponente, es precisamente la nada despreciable abundancia de información en sentido histórico de la que es poseedor y maneja el Sr. Dussel, la cual no se condice con el carácter cualitativo, interpretativo, de dicha datación); en otro sector, en cambio, se piensa que la “intuición” finalística de Kant, es uno de los aciertos de dicha lumbrera clásica. La historia muestra, por tanto, que hay gente brillante en el mundo; que, en todo ser humano reside un cerebro poderoso, dispuesto a realizarse de acuerdo a sus circunstancias. La hipótesis en torno de que el Universo transita hacia dotarse de su alter ego consciente; que quién lo hace es el producto supremo suyo: en ser humano, cambia todo el panorama del saber en general (incluso por sobre la discusión histórica en torno de edades: antigua, clásica, medieval, moderna, posmoderna, hípermoderna, transmoderna, etc.). Pero, sobre todo, pone verdadero sentido en todos los procesos humanos devenidos y los por hacerlo. Según el supuesto, emerge el capitalismo (la juventud) en tanto etapa fundamental encargada de crear el “seguro de vida” que sostenga la existencia, cuando ésta, liberada del trabajo, se dedique de modo exclusivo a pensar y, el comunismo (la vejez) en cuanto el período último, en el que el ser humano redondea, cumple totalmente su tarea: producir la
  • 21. idea (la vida se objetiva como “valor” de saber, no como “valor de cambio”, tampoco como “valor se uso”). Para la historia, los actos humanos no son éticos (la historia no se pone en el lugar de los pobres (“la lógica del no ser”, según el Sr, Dussel), no le interesa con qué sistema de reproducción humana se realiza, si con el capitalista, con el socialista o con uno mixto; de hecho, en el siglo anterior y en lo que va del presente, su proceso ha sido la trabazón de los dos modos de acumulación: el privado y el social [despectivamente nominado “estatista”]); pero sí pone las condiciones para devolver al último momento el modo de ser primitivo reeditado en el nivel más alto de desarrollo de las fuerzas productivas: el comunismo [instante humano de agregación simple de “unidades pensantes”, dedicadas a producir la idea]); es en la esfera interior del ser humano, en la que se somete al criterio de finalidad a ésta, en la cual opera la moral, como un mecanismo de vigilancia clasísticamente comprometida. Hegel dice al respecto: los actos humanos no son ni buenos ni malos, sólo son, se colige: en el proceso progresivo. El flujo dado de su historia entrevé, que los procesos de cambio están dados sin el preciosismo director de la conciencia pensante, doctoral; tampoco por razones éticas; sino por los burdos actos, que cumplen el simple deseo de atender requerimientos de la reproducción social cuasi material (no de la “economía”), emparentados con los designios de la necesidad histórica. El capitalismo permanecerá en el mundo hasta cuando lleve el desarrollo de las fuerzas productivas al concreto (la automatización, la robótica, la inteligencia artificial, el poshumano). Por tanto, no habrá poder humano, que sea capaz de arrancarlo totalmente de la faz de la Tierra. Es por eso que frente al de “edades”, la perspectiva marxista trabaja con la categoría de formaciones sociales (humanas); la misma expresa el carácter dinámico progresivo de la realidad, en cuanto sucesión lineal de totalidades intrínsecamente determinadas. Respecto de los subconjuntos humanos “americanos” precolombinos, según el criterio de periodización histórica cubana, se considera que los mismos a la llegada de los españoles, lusitanos e ingleses, se hallaban en la primera fase del esclavismo: del esclavismo generalizado (la segunda, que se desarrolló en el Viejo Mundo, fue la del esclavismo individualizado): una persona en la cima era dueña y señor de todo y de todos (de las comunidades dispersas en un territorio). Incluso en América el capitalismo mercantil no pudo establecerse como verdadero sistema y tuvo que subsistir con relaciones serviles, de modo que la linealidad histórica, en su decurso, es evidente. No obstante, ahora el capital, una vez que ha cubierto al mundo: que se ha desplazado a los “mercados emergentes” (China, Rusia, India [“deslocalización de las fábricas para poder competir”]) no cuenta ya con esferas no capitalista para expandirse (se cierra de modo definitivo el planteamiento de R. Luxemburgo); en realidad, el sistema debe “reproducirse” con base en sus “propios fundamentos”; el mercado mundial ya no tiene un mercado interno (como es obvio, tampoco externo). Epistemología del sur, filosofía de la liberación, giro descolonizador, proyecto emancipatorio o directamente socialista, son estrategias inocuas frente a la determinación del proceso dado de lo real. Pero si bien como se dice con fundamento en los datos del modo de ser histórico capitalista, que el capitalismo vivirá en el largo plazo de tumbo en tumbo (y también el Sr. Fiori es partícipe de esta idea con su modelo de la expansión, es decir, que la crisis –una vez llegado a una etapa determinada de desarrollo de las fuerzas productivas: la automatización- no es el momento terminal sino siempre el inicio de un nuevo ciclo de recuperación y auge), la extrapolación de la tendencia histórica del desarrollo de las fuerzas productivas, lo que equivale a decir: la realización plena de la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, indica que el sistema está por cumplir su misión en no más allá de 30 años (Moravec, Vinge, Wallerstein). En ese caso, el sistema extenderá (¿“Expandirá”? No. El sistema se halla en reversión ya) su plazo de existencia un poco más, debido a la acción de la voluntad de la clase capitalista en ese entonces viva. Llegado a ese momento, mutatis mutandis, el 2050, no habrá fuerza instrumental capitalista, que pueda detener el cambio y el salto tendrá lugar. Para la humanidad, como no puede manipular por hoy la historia (libertad: disponer de conocimiento