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Cateterismo vesical intermitente
          1.   FUENTES, J.A. DELGADO,     E. Cm~spi, 1.   BLÁZQUEZ,    L.   RESEL

                              cátedra y Servicio de Urología
                            Hospital Clínico San carlos. Madrid




CONCEPTO

    Durante muchos años los pacientes con volúmenes postmiccionales
elevados se han tratado con sonda vesical permanente, cistostomía supra-
púbíca, esfinterotomía o derivación urinaria, con el objeto de evitar infec-
ciones, litiasis, etc.
    El cateterismo vesical periódico, regular y frecuente para evacuar el
volumen residual fue descrito por primera vez en 1844 por Stromeyer.
Durante la Segunda Guerra Mundial se aplicó en el tratamiento de la
vejiga neurógena de los adultos con traumatismo medulan Pero el mérito
de aplicar el concepto de auto-cateterismo intermitente a grandes grupos
de pacientes se debe a lapides y cols., en la década de los ‘70, demos-
trando la eficacia y inocuidad a largo plazo de esta modalidad terapeútica
frente a los tratamientos utilizados hasta entonces.

FISIOPATOLOGÍA

    El cateterismo vesical intermitente (CVI) disminuye la frecuencia de
infección urinaria mediante dos mecanismos de acción: por un lado evita
la sobredistensión vesical, y por otro vacía regularmente la vejiga.
    Se ha demostrado que la sobredistensión vesical produce una dismi-
nución de la circulación sanguínea de las paredes vesicales, haciéndola
más susceptible para la invasión por microorganismos y la producción de
infección urinaria.

Clínicas Urológicas de la Complutense, 8, 771-777, Servicio de Publicaciones. UCM, Madrid 2000
772              L Fuentes, JA. Delgado, E Crespi,   .1   Blázquez, L. Rasel


    Con la evacuación regular de la vejiga logramos reducir también el
número de infecciones si se realiza con una frecuencia superior a la de
crecimiento bacteriano. Además, al crear un ritmo de llenado-vaciado
ayuda a la recuperación de la actividad refleja vesical.

CLASIFICACIÓN
     Existen diversas clasificaciones para el CVI según el parámetro que
utilicemos:
      —   Condiciones de asepsia: estéril/limpio.
      —   Duración: permanente/transitorio.
      —   Personal que lo ejecuta: autocateterismo/asistido.

CONDICIONES DE ASEPSIA
    El CVI inicialmente fue descrito por Guttman en 1966 en condiciones
de esterilidad, lo que implicaba el uso de material estéril, sondas dese-
chables y un personal bien adiestrado. Evidentemente, la prevención de
la bacteriuria de este modo es mejor, pero a costa de una técnica cara y
laboriosa que por su dificultad pone en peligro la realización con regula-
ridad de la misma.
    El CVI limpio se popularizó tras el trabajo de lapides y cols. que al
facilitar la realización del cateterismo quedan asegurar el cumplimiento de
los mismos de forma periódica y regular. Este tipo de CVI es llevado a
cabo por el propio paciente o un colaborador, tras una cuidadosa higiene
con agua y jabón. El catéter se lava después de cada cateterismo y se des-
hecha a las dos semanas. Es la modalidad más utilizada en la actualidad.

POR DURACIÓN
   El final de un programa de cateterismos lo determina los residuos
postmiccionales que se obtienen, siendo por tanto transitorios o perma-
nentes según la causa que los provoca (por ejemplo, retención urinaria en
un postoperatorio frente a una enfermedad neurológica).

POR EL PERSONAL QUE LO EJECUTA
    Para la realización de los CVI es necesario que el paciente o sus fami-
liares cooperen y estén motivados. Siempre que el paciente posea un con-
Cateterismo vesical intermitente                773


trol motor adecuado de la mano y una exposición buena de la uretra
debemos intentar que sea él el que los realice. Inicialmente no suele ser
fácil pues muchos pacientes son reacios a aplicar sobre ellos mismos un
procedimiento relacionado con los genitales. Es necesario hacerles ver
las ventajas que les ofrece, no sólo respecto a la disminución en la inci-
dencia de complicaciones, sino respecto a la mejoría en su calidad de
vida, al ser un método simple que no les obliga a permanecer en casa
para realizarlo. Cuando el paciente es incapaz de realizarlo por causas físi-
cas o psíquicas necesita de un colaborador, que igualmente debe contar
con un equipo especializado que le enseñe la técnica y le proporcione un
 apoyo continuo para resolver los problemas que vayan surgiendo.


INDICACIONES

    Existe un amplio espectro de enfermedades que provocan una mic-
ción descompensada, pudiéndolas dividir en tres grandes grupos: de
causa neurológica, no neurológica y otras.


VEJIGA NEURÓGENA

   Se produce por lesiones a distintos niveles: medular plexo pelviano,
neuropatías periféricas, suprapontino...
   Existen dos tipos de vejiga neurógena por lesión medular que provo-
can residuos elevados:

    —   Arreflexia vesical, por lesión de neurona motora inferior (médula
        sacra) o por shock medular
    —   Disinergia esfinteriana por lesión de neurona motora superior
        (entre el centro sacro y pontino de la micción).

    la causa más frecuente de lesión medular es la traumática, frente a la
del plexo pélvico que suele ser iatrogénica (por histerectomía radical, ampu-
tación abdominoperineal...), provocando también una arreflexia vesical.


DISFUNCIÓN NO NEURÓGENA

   Agrupa los casos en los que la capacidad contráctil del detrusor apa-
rece afectada. Aunque en ocasiones su causa no es fácil de determinar, se
774            1. Fuentes, JA. Delgado, E Crespi, J Blázquez, L. Resal


reconocen varios factores etiológicos entre los que destacan diversas
intervenciones quirúrgicas: colposuspensión, reconstrucciones vesicales,
reparación de epispadias, cirugías ginecológicas, neurológicas y procto-
lógicas.


PROTOCOLO DE CATETERISMO VESICAL INTERMITENTE

    Antes de indicar el inicio de un programa de cateterismo hay que rea-
lizar un estudio urológico completo, que no sólo valore la etiología de la
micción descompensada sino que además ayude a descartar otras patolo-
gías asociadas, hecho éste bastante frecuente, como litiasis, reflujo, hidro-
nefrosis, patología uretral... Se ha de tener en cuenta también la presen-
cia de falsas vías uretrales, estenosis, lesiones peneanas o cualquier otro
problema que suponga una contraindicación para el cateterismo.
     Debe incluir la realización de sistemático de sangre y bioquímica bási-
cas, cultivo de orina y estudios de imagen, fundamentalmente urografía
intravenosa y cistografías de relleno y miccionales, junto a un estudio uro-
dinámico completo.
     la aceptación por parte del paciente del inicio del programa no siem-
pre es fácil, por la que es fundamental darle una completa información
sobre su patología, anatomía de su vía urinaria y ventajas de evitar eleva-
dos volúmenes residuales. Si es necesario se ha de recurrir a un apoyo
psicológico, sobre todo en pacientes con enfermedad neurológica. Los
pacientes jóvenes, las mujeres y aquellos con disfunción no neurógena se
muestran con más frecuencia más reacios a este tratamiento.
     Una vez que contamos con la conformidad del paciente se les enseña
de forma progresiva la técnica del cateterismo. Los pacientes deben cono-
cer las características de su uretray la importancia de una buena higiene.
Se usan catéteres de plástico, de 10-16 Ch, no autorretentivos, que se han
 de introducir bien lubricados.
     El varón debe conocer la resistencia al paso del esfínter y la fragilidad
de la mucosa uretral para evitar lesiones de la misma, siendo útil el uso
de sondas acodadas en caso de crecimiento prostático o hipertonía del
esfínter
     En las mujeres generalmente es más fácil, localizando el meato ure-
tral en decúbito supino y usando un espejo.
     La frecuencia del cateterismo viene marcada por ios volúmenes resi-
duales que maneje. Cuando se inicia un programa se realizan cateteris-
mos cada 4 horas durante las primeras 48 horas, adaptándolo luego a la
siguiente pauta:
Cateterismo vesical intermitente                     775



                Residuos                               Frecuencia cateterismo
                  500                                      4h
                  400                                      6h
                  300                                      8h
                  200                                     12h
                  100                                     24 h o interrumpir


    Durante el periodo de aprendizaje se ha de insistir al paciente en la
importancia de realizar regularmente el cateterismo, anotando los resi-
duos que presenta.
    Estos pacientes han de seguir revisiones periódicas, al menos dos al año,
en las que se evalúe la función renal, la morfología de la vía urinaria superior
e inferior, la frecuencia de los estudios urodinámicos se debe ajustar a la
patología de base, Así, tras un traumatismo medular es importante repertir
el estudio a los 4-9 meses porque es frecuente la evolución en el mismo.


COMPLICACIONES

     El seguimiento de un programa de cateterismo vesical intermitente
muestra una serie de complicaciones, siendo las más frecuentes la infec-
ción urinaria, el sangrado con la manipulación y la patología uretral.
     la mayor parte de estos pacientes presenta algún cultivo de orina
positivo a lo largo de un año, muchas veces no asociado a clínica. La etio-
logia más frecuente es E. coli, aumentando la frecuencia de otros gérme-
nes como Stap. epidermidis y cándida albicans en lesionados medulares.
     El uso de la profilaxis antimicrobiana es muy controvertido ya que no
se ha demostrado que disminuya la frecuencia de infecciones clínicas,
pudiendo favorecer el crecimiento de gérmenes más patógenos.
     la evolución a sepsis urinaria es rara y generalmente necesita de
patología asociada.
     El sangrado uretral tras el cateterismo se suele deber a lesiones ure-
trales leves, pero que provocan gran malestar en el paciente.
     las lesiones uretrales aparecen tras varios años de cateterismos inter-
mitentes, aconsejándose para evitarías el uso de catéteres finos y muy
bien lubricados. Entre la complicaciones uretrales pueden aparecer ure-
tritis, estenosis, falsas vías, meatitis...
     Esta modalidad terapeútica pese a sus posibles complicaciones a
supuesto un avance con respecto a los tratamientos antes usados para
evacuar residuos postmiccionales.
776             1. Fuentes, JA. Delgado, F C’respi, j Blázquez, L. Resel


    Frente a la sonda permanente además de disminuir la frecuencia de
infecciones reduce la de estenosis y falsas vías, elimina el riesgo de dis-
rreflexia autonómica y de obstrucción del catéter, sobredistensión vesical
y repercusión sobre el tracto urinario alto.
    Evita también la incontinencia producida por la esfinterotomía y
retrasa el deterioro de la función renal que se asocia a los drenajes supra-
púbicos y a los conductos ileales.


BIBLIOGRAFÍA

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Cateterismo vesical intermitente                  777


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Cateterismo vesical intermitente

  • 1. Cateterismo vesical intermitente 1. FUENTES, J.A. DELGADO, E. Cm~spi, 1. BLÁZQUEZ, L. RESEL cátedra y Servicio de Urología Hospital Clínico San carlos. Madrid CONCEPTO Durante muchos años los pacientes con volúmenes postmiccionales elevados se han tratado con sonda vesical permanente, cistostomía supra- púbíca, esfinterotomía o derivación urinaria, con el objeto de evitar infec- ciones, litiasis, etc. El cateterismo vesical periódico, regular y frecuente para evacuar el volumen residual fue descrito por primera vez en 1844 por Stromeyer. Durante la Segunda Guerra Mundial se aplicó en el tratamiento de la vejiga neurógena de los adultos con traumatismo medulan Pero el mérito de aplicar el concepto de auto-cateterismo intermitente a grandes grupos de pacientes se debe a lapides y cols., en la década de los ‘70, demos- trando la eficacia y inocuidad a largo plazo de esta modalidad terapeútica frente a los tratamientos utilizados hasta entonces. FISIOPATOLOGÍA El cateterismo vesical intermitente (CVI) disminuye la frecuencia de infección urinaria mediante dos mecanismos de acción: por un lado evita la sobredistensión vesical, y por otro vacía regularmente la vejiga. Se ha demostrado que la sobredistensión vesical produce una dismi- nución de la circulación sanguínea de las paredes vesicales, haciéndola más susceptible para la invasión por microorganismos y la producción de infección urinaria. Clínicas Urológicas de la Complutense, 8, 771-777, Servicio de Publicaciones. UCM, Madrid 2000
  • 2. 772 L Fuentes, JA. Delgado, E Crespi, .1 Blázquez, L. Rasel Con la evacuación regular de la vejiga logramos reducir también el número de infecciones si se realiza con una frecuencia superior a la de crecimiento bacteriano. Además, al crear un ritmo de llenado-vaciado ayuda a la recuperación de la actividad refleja vesical. CLASIFICACIÓN Existen diversas clasificaciones para el CVI según el parámetro que utilicemos: — Condiciones de asepsia: estéril/limpio. — Duración: permanente/transitorio. — Personal que lo ejecuta: autocateterismo/asistido. CONDICIONES DE ASEPSIA El CVI inicialmente fue descrito por Guttman en 1966 en condiciones de esterilidad, lo que implicaba el uso de material estéril, sondas dese- chables y un personal bien adiestrado. Evidentemente, la prevención de la bacteriuria de este modo es mejor, pero a costa de una técnica cara y laboriosa que por su dificultad pone en peligro la realización con regula- ridad de la misma. El CVI limpio se popularizó tras el trabajo de lapides y cols. que al facilitar la realización del cateterismo quedan asegurar el cumplimiento de los mismos de forma periódica y regular. Este tipo de CVI es llevado a cabo por el propio paciente o un colaborador, tras una cuidadosa higiene con agua y jabón. El catéter se lava después de cada cateterismo y se des- hecha a las dos semanas. Es la modalidad más utilizada en la actualidad. POR DURACIÓN El final de un programa de cateterismos lo determina los residuos postmiccionales que se obtienen, siendo por tanto transitorios o perma- nentes según la causa que los provoca (por ejemplo, retención urinaria en un postoperatorio frente a una enfermedad neurológica). POR EL PERSONAL QUE LO EJECUTA Para la realización de los CVI es necesario que el paciente o sus fami- liares cooperen y estén motivados. Siempre que el paciente posea un con-
  • 3. Cateterismo vesical intermitente 773 trol motor adecuado de la mano y una exposición buena de la uretra debemos intentar que sea él el que los realice. Inicialmente no suele ser fácil pues muchos pacientes son reacios a aplicar sobre ellos mismos un procedimiento relacionado con los genitales. Es necesario hacerles ver las ventajas que les ofrece, no sólo respecto a la disminución en la inci- dencia de complicaciones, sino respecto a la mejoría en su calidad de vida, al ser un método simple que no les obliga a permanecer en casa para realizarlo. Cuando el paciente es incapaz de realizarlo por causas físi- cas o psíquicas necesita de un colaborador, que igualmente debe contar con un equipo especializado que le enseñe la técnica y le proporcione un apoyo continuo para resolver los problemas que vayan surgiendo. INDICACIONES Existe un amplio espectro de enfermedades que provocan una mic- ción descompensada, pudiéndolas dividir en tres grandes grupos: de causa neurológica, no neurológica y otras. VEJIGA NEURÓGENA Se produce por lesiones a distintos niveles: medular plexo pelviano, neuropatías periféricas, suprapontino... Existen dos tipos de vejiga neurógena por lesión medular que provo- can residuos elevados: — Arreflexia vesical, por lesión de neurona motora inferior (médula sacra) o por shock medular — Disinergia esfinteriana por lesión de neurona motora superior (entre el centro sacro y pontino de la micción). la causa más frecuente de lesión medular es la traumática, frente a la del plexo pélvico que suele ser iatrogénica (por histerectomía radical, ampu- tación abdominoperineal...), provocando también una arreflexia vesical. DISFUNCIÓN NO NEURÓGENA Agrupa los casos en los que la capacidad contráctil del detrusor apa- rece afectada. Aunque en ocasiones su causa no es fácil de determinar, se
  • 4. 774 1. Fuentes, JA. Delgado, E Crespi, J Blázquez, L. Resal reconocen varios factores etiológicos entre los que destacan diversas intervenciones quirúrgicas: colposuspensión, reconstrucciones vesicales, reparación de epispadias, cirugías ginecológicas, neurológicas y procto- lógicas. PROTOCOLO DE CATETERISMO VESICAL INTERMITENTE Antes de indicar el inicio de un programa de cateterismo hay que rea- lizar un estudio urológico completo, que no sólo valore la etiología de la micción descompensada sino que además ayude a descartar otras patolo- gías asociadas, hecho éste bastante frecuente, como litiasis, reflujo, hidro- nefrosis, patología uretral... Se ha de tener en cuenta también la presen- cia de falsas vías uretrales, estenosis, lesiones peneanas o cualquier otro problema que suponga una contraindicación para el cateterismo. Debe incluir la realización de sistemático de sangre y bioquímica bási- cas, cultivo de orina y estudios de imagen, fundamentalmente urografía intravenosa y cistografías de relleno y miccionales, junto a un estudio uro- dinámico completo. la aceptación por parte del paciente del inicio del programa no siem- pre es fácil, por la que es fundamental darle una completa información sobre su patología, anatomía de su vía urinaria y ventajas de evitar eleva- dos volúmenes residuales. Si es necesario se ha de recurrir a un apoyo psicológico, sobre todo en pacientes con enfermedad neurológica. Los pacientes jóvenes, las mujeres y aquellos con disfunción no neurógena se muestran con más frecuencia más reacios a este tratamiento. Una vez que contamos con la conformidad del paciente se les enseña de forma progresiva la técnica del cateterismo. Los pacientes deben cono- cer las características de su uretray la importancia de una buena higiene. Se usan catéteres de plástico, de 10-16 Ch, no autorretentivos, que se han de introducir bien lubricados. El varón debe conocer la resistencia al paso del esfínter y la fragilidad de la mucosa uretral para evitar lesiones de la misma, siendo útil el uso de sondas acodadas en caso de crecimiento prostático o hipertonía del esfínter En las mujeres generalmente es más fácil, localizando el meato ure- tral en decúbito supino y usando un espejo. La frecuencia del cateterismo viene marcada por ios volúmenes resi- duales que maneje. Cuando se inicia un programa se realizan cateteris- mos cada 4 horas durante las primeras 48 horas, adaptándolo luego a la siguiente pauta:
  • 5. Cateterismo vesical intermitente 775 Residuos Frecuencia cateterismo 500 4h 400 6h 300 8h 200 12h 100 24 h o interrumpir Durante el periodo de aprendizaje se ha de insistir al paciente en la importancia de realizar regularmente el cateterismo, anotando los resi- duos que presenta. Estos pacientes han de seguir revisiones periódicas, al menos dos al año, en las que se evalúe la función renal, la morfología de la vía urinaria superior e inferior, la frecuencia de los estudios urodinámicos se debe ajustar a la patología de base, Así, tras un traumatismo medular es importante repertir el estudio a los 4-9 meses porque es frecuente la evolución en el mismo. COMPLICACIONES El seguimiento de un programa de cateterismo vesical intermitente muestra una serie de complicaciones, siendo las más frecuentes la infec- ción urinaria, el sangrado con la manipulación y la patología uretral. la mayor parte de estos pacientes presenta algún cultivo de orina positivo a lo largo de un año, muchas veces no asociado a clínica. La etio- logia más frecuente es E. coli, aumentando la frecuencia de otros gérme- nes como Stap. epidermidis y cándida albicans en lesionados medulares. El uso de la profilaxis antimicrobiana es muy controvertido ya que no se ha demostrado que disminuya la frecuencia de infecciones clínicas, pudiendo favorecer el crecimiento de gérmenes más patógenos. la evolución a sepsis urinaria es rara y generalmente necesita de patología asociada. El sangrado uretral tras el cateterismo se suele deber a lesiones ure- trales leves, pero que provocan gran malestar en el paciente. las lesiones uretrales aparecen tras varios años de cateterismos inter- mitentes, aconsejándose para evitarías el uso de catéteres finos y muy bien lubricados. Entre la complicaciones uretrales pueden aparecer ure- tritis, estenosis, falsas vías, meatitis... Esta modalidad terapeútica pese a sus posibles complicaciones a supuesto un avance con respecto a los tratamientos antes usados para evacuar residuos postmiccionales.
  • 6. 776 1. Fuentes, JA. Delgado, F C’respi, j Blázquez, L. Resel Frente a la sonda permanente además de disminuir la frecuencia de infecciones reduce la de estenosis y falsas vías, elimina el riesgo de dis- rreflexia autonómica y de obstrucción del catéter, sobredistensión vesical y repercusión sobre el tracto urinario alto. Evita también la incontinencia producida por la esfinterotomía y retrasa el deterioro de la función renal que se asocia a los drenajes supra- púbicos y a los conductos ileales. BIBLIOGRAFÍA 1. BAioOE A, Vousur SE. Risk factors Sor bacteriuria and clinical urinary tract infection in patients treated with clean intermittent catheterization. ¿1.Urol 1993, 149: 529-531. 2. LAPIDES 3, DIoK=4oAC, SIINER Si y cois. Clean intermittent seiS catheteriza- tion in the treatment of urinary tract disease. J Urol 1972, 107: 450-461. 3. LAPIDES J, DIOKNo AC. Clean intermittent self catheterization. En: RAZ 5.: Female Urology. Fhiladelphia, WB Saunders Company. 1983, 344. 4. Ln-roiq M. Cateterización vesical intermitente en el lesionado medular. En: LI’rroN M, SALINAS ¿1. Manual de la vejiga neurógena traumática. 5. SALINAS .1, PRITE L, VIRSEDA M. Disfunción neurógena vesico-uretral traumá- tica. Fanta generales de tratamiento. En LrrroN M, SALINAS J. Manual de la vejiga neurógena traumática 1993, 204. 6. WEBB Rl, LAWSON AL, NEAL DE. Clean intermittent seR catheterization in 172 adults. Br J Urol 1992, 65: 20-23. 7. WYNDAELE 33, M~iÁs D. Clean intermittent self catheterization: A 12 year followup. ¿1 Urol 1990, 143: 906-908. 8. GALMES 1, ALLONA A, FERNÁNDEZ E. Cirugía uroginecológica. Tema mono- gráfico del LXIV Congreso de Urología. Mayo; 1999. 9. TI-HJROFF 5W, lONAS V, FROHNEBERG D, HOHENFELLNER 1?. Telemetric Urody- namic investigation in normal males. Urol mt 1998; 35: 427-34. 10. FUERTES E, SALINAS 3, R~su. et al. Disfunción neurógena postquirúrgica. Aspectos conceptuales y clínicos basados en el análisis de una serie de 152 pacientes. Arcb Esp Urol 1998; 51(9): 901-6. 11. WEIN AJ. Pharmacologic options for [he overactive bladder. Urol 1998; 51 (Suppl 2A): 43. 12. SHULTHEISS D, HOFNER K, OELKE M, GRUNEWALD Y dONAS U. Historical aspects of the treatment of urinary incontinence>’. Eur Urol. 2000 Sep; 38 (3): 352-62. 13. BtJRGIJERA-HERNÁNDEZ JA. Urinary alterations in multiple esclerosis. Rey Neurol. 2000 May 16-31(10): 989-92. 14. WELls M. The role ofthe nurse in urinary incontinence. Bailliers Best Pract Res Clin Obstet Gynaecol. 2000 Apr 14 (2): 335-54.
  • 7. Cateterismo vesical intermitente 777 15. RoE B, WILLLXNS 1<, FALMER M. Bladder training for urinary incontinence in adults. Cochrane Database Syst Rey 2000; (2): CD000081. 16. FOWLER QJ. Intravesical treatment of overactive bladder Urology 2000 May; 55 (SA Suppl): 3346. 17. ANDERSSON KE. Treatment of overactive hladder: other drug mechanism. Urology 2000 May (SA Suppl): 51-7. 18. 130 1<, BERGHMANS LC. Nonpharmacologic treatments for overactive blad- der-pelvic floor exercise. Urology 2000 May; 55 (SA suppl): 7-11. 19. COLLIN J, NOURI M, Cíovu C, SANARES 5, 11MB E New data on the diagnosis and treatment of urinary stress incontinence. Gynecol Obstet Fertil 2000 Feb; 28 (2): 102-7. 20. FARKER LI. Urinary catheter management: minimizing the risk of infection. Br J Nurs 1999 May 13-26; 8 (9): 563-6, 568, 570.