2. “Consiste en entender la vida como un río
que va haciendo su curso hasta que llega al
mar y muere. Un rio para llegar hasta el
océano recorre un largo camino donde por el
medio hay bastantes piedras. En la vida
igual, antes de llegar a la muerte recorres
un largo camino en el cual, cada persona
encontrará un montón de obstáculos que
tendrá que superar.
En conclusión, este tópico nos cuenta que
hagas lo que hagas vas a morir igual”.
3. Mis post siempre
hablan de como
afrontar la vida,
con este blog lo
que intento es dar
ese optimismo que
nos falta a muchos
de nosotros.
4. Ahora quiero darte
un manual de
supervivencia,
seguro que alguna
vez en tu vida lo
usarás y te será
útil.
5. A veces pasa que cuando se acaba, se acaba. Sin explicaciones, pero
con quebraderos de cabeza. Con una taza de café (cómo no… qué
pesadita empiezo a ponerme con la gracia) y escuchando a Zaz de
fondo, rozando el masoquismo y las ganas de llorar. Es una
sensación que me apetece y mucho, y quizá esté loca (o no), pero
ahora mismo sólo me apetece llorar… Y me quiero quedar en casa,
comer helado de chocolate y ver Anatomía de Grey.
No, no quiero salir de fiesta, queridas amigas, dejad de aporrear mi
móvil… No es el momento, ni quiero conocer a tíos, ¿entendido?
Por unos días quiero convertirme en un ser anti social sin dar
explicaciones a nadie. ¡A nadie! Ni siquiera a mi madre. No es que
de ahora en adelante vaya a convertirme en una especie de Bridget
Jones… Mantengo una relación muy intensa con dos hombres a la
vez, uno se llama chocolate y el otro pistacho. Ya imagino su voz
en mi cabeza. ¿O si? … No voy a ser esa loca que enciende el
buzón de voz por si hay mensajes inesperados (ejem… ironía).
Tampoco necesito mensajes tipo: “Él se lo pierde, eres demasiado
buena para él“, ni que habléis entre vosotras del
temita concluyendo algo así como memuerodelapena!!.
Es bastante probable que cuando mi descuidada yo salga a la calle,
si llego a enfrentarme a ese momento, no pare de acordarme de
anécdotas que pasé con él, los sitios a los que fui con él, bla bla…
Todo, absolutamente todo, me recordará a don “Él se lo pierde”.
Así que, aguantad un poco, lo necesario; lo que yo aguantaría
teniendo en cuenta mi escasa paciencia.
6. En cuanto a mi aspecto… bueno, en ese tema podéis hacer la
vista gorda.
¡Ah! Se me olvidaba, necesito que, aunque durante estos días
me declare como un ser absolutamente insoportable, confiéis en
mí. Os aseguro que en unos días volveré a ser la de siempre.
Pero hasta entonces, necesitaré todas estas cosas.
Porque nadie, absolutamente nadie, se cree eso de que
estamos estupendos al día siguiente de que nos manden a
paseo, para ser un poco más claros. Y quien diga lo contrario
miente. ¡Que está muy bien llorar y no pasa nada por estar
mal! (No sé dónde lo leí y de momento me ha funcionado).
Además, “la única manera de afrontar tus problemas es
enfrentarte a ellos”, ¿no?. Lo que sí espero es que dure lo
justo y, cuando se me pase la tontería que tengo encima,
prometo reírme a carcajadas de todo esto, con vosotras,
¡claro!, como siempre… Lo nuestro duró lo que duran dos peces
de hielo en un güisqui on the rocks. En vez de fingir,
o estrellarme una copa de celos, me dio por reír…
7. Para poder cambiar el mundo uno debe empezar por él
mismo. Creo que no hay mejor momento que éste
visto el maravilloso y envidiable panorama que nos
rodea según lo expone David Jiménez con el que, por
desgracia, no puedo estar más de acuerdo:
“España se mira al espejo y no se gusta, pero tampoco
parece dispuesta a hacer nada por cambiar. Clama
contra los políticos, pero vota a los de siempre. Se
indigna ante la corrupción, pero pregunta si puede
pagar en negro. Detesta el nepotismo, pero qué hay de
lo de mi sobrino. Pide cultura, pero premia con las
mejores audiencias la televisión más zafia. Y exige
respeto, aunque hace tiempo que se lo perdió a sí
misma”.
8. Mafalda se preguntaba: ¿Por dónde hay que empezar a
empujar este país para sacarlo adelante?, son los políticos los
que deberían cuestionarse eso y no un brillante personaje de
una tira de prensa. Sin embargo, ya sabemos lo que hay y ya
hemos hecho lo que mejor se nos da: quejarnos. Si queremos
cambiar las cosas empecemos a dar ejemplo. Quemar
contenedores y destrozar la ciudad, definitivamente, no es el
camino, es una vergüenza. Con los que se quedan mirando y
criticando también me niego a contribuir a su pésame. ¡Venga!
Nosotros, que corremos delante de toros por diversión, no
podemos lamentarnos tanto. Debemos recuperar la cultura del
esfuerzo y del trabajo, pues aunque no nos agrade, solo a
través del sacrificio podremos alcanzar los resultados y el
respeto que exigimos. Es lo que hay, así que sal a la calle con
ganas de dar lo mejor de ti, de merecer tu puesto de trabajo
o de crear el tuyo propio. En cualquier caso, muévete.
9. Necesitamos realizar, cuanto antes, un cambio mental
para asumir que para que la economía se regenere se
necesita actividad, consumo y confianza en la sociedad.
Necesita que el pesimismo deje florecer a la ilusión. Que
ser valiente no salga tan caro y que ser cobarde no valga
la pena. Que se hable más de nuestras obligaciones que
de nuestros derechos. Que el criterio a la hora de votar
pase de ser de colores a un punto de vista objetivo. Que
la prensa rosa jamás se considere cultura. Que los jóvenes
cojan su vitalidad para luchar por lo que quieren, y los no
tan jóvenes sepan de su experiencia que con actitud
siempre se puede volver a empezar. Que las desgracias
nos enseñen a aprender de los errores, y que juntos
revivamos una nueva España honrada y luchadora. Dos
términos que ahora suenan ridículamente utópicos…
Reclamo a la actitud para que se hagan realidad.