1. EL LEGADO DE LAS MARIPOSAS
Hace 51 años, en República Dominicana la dictadura de Trujillo asesinaba
brutalmente a las hermanas Mirabal. En homenaje a ellas, el 25 de noviembre
es el Día de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer.
Las hermanas que lucharon contra la dictadura del dominicano Rafael Trujilo
A mediados de los años ’20, con poco tiempo de diferencia, nacieron Patria, Adela y
Minerva Mirabal en Ojo de Agua, en la provincia de Salcedo en la República Dominicana.
Mientras tanto, Rafael Leónidas Trujillo (1891-1961) pasaba de mandamás de una banda
de delincuentes a general y presidente, en menos de dos décadas. Como consecuencia, a
los 38 años tomó el poder tras un golpe de Estado. Cuando nació María Teresa Mirabal
(1935), el general llevaba un lustro al frente de la dictadura más sangrienta del Caribe. A
Las hermanas crecían y Trujillo asesinaba a 30 mil haitianos para blanquear la sangre
dominicana; apresaba y torturaba disidentes y se apropiaba del 90 por ciento de las
empresas, convirtiéndose en uno de los seis hombres más ricos del mundo. Al mismo
tiempo, don Enrique Mirabal, un comerciante y hacendado, perdía casi toda su fortuna en
manos del régimen.
2. A pesar de los tiempos aciagos, las hijas estudiaron en un prestigioso colegio católico,
donde Minerva se destacó como una alumna brillante. Patria, a los 16 años, se casaba con
el hacendado Pedro González y Adela, o “Dedé”, con Jaime Fernández Camilo. En 1947,
Minerva amaba a Pericles Franco, un disidente que marchó al exilio.
El día que Trujillo posó su mirada sobre Minerva, comenzó la tragedia familiar.
Impresionado por la joven, le ordenó a uno de sus acólitos que invitara a los Mirabal al gran
baile del 12 de octubre. La familia pensó en faltar a la cita, pero desairar al caudillo era
peligroso y decidieron asistir.
En la fiesta, Trujillo intentó seducir a Minerva y fue rechazado. La familia se retiró sin
despedirse y “El Jefe” no lo perdonó. Días después, don Enrique, doña Chea, su esposa,
Minerva y algunas de sus amigas eran detenidos.
Desde entonces, la familia fue perseguida y encarcelada en diferentes ocasiones. Porque si
algo no soportaba el dictador antillano era a los opositores y más si estos eran mujeres, a
las que sólo valoraba entre las sábanas.
La espiral de violencia y represión del régimen iba en aumento. No existían las libertades
civiles y políticas y se instauró un obsceno culto a la personalidad. Santo Domingo perdió
su nombre colonial por la designación de Ciudad Trujillo; escuelas, parques, puentes y
hasta la montaña más elevada del país llevaban el nombre del dictador. Hasta en las
iglesias se recitaba: “Trujillo en la tierra y Dios en el cielo”. Nadie podía estudiar, trabajar,
pensar o enamorarse sin la venia del caudillo.
Pero, Minerva tras mucho batallar y a los 26 años, en 1952 obtuvo permiso del Estado para
cursar la carrera de Derecho, aunque al recibirse le impidieron ejercer. Un año más tarde su
padre moría a consecuencia de las torturas.
Eran horas de amor y de lucha. Minerva se casaba con su compañero de militancia Manuel
Aurelio Tavares (Manolo) y María Teresa, con su novio de la adolescencia, Leandro
Guzmán. Doña Chea se mudaba a una nueva casa en Conuco, Dedé atendía el negocio
familiar y Patria y su marido compartían los sueños de libertad.
Al final de los años ’50, la victoria de Castro en Cuba, esparció vientos de esperanzas en
las Antillas. La resistencia clandestina creció en Dominicana y las Mariposas –tal como los
compañeros llamaban a las Mirabal–, junto a sus esposos y otros dirigentes, formaron el
Movimiento 14 de Junio. Pero el grupo fue delatado y la mayoría de sus miembros fueron
encarcelados, torturados y varios serían asesinados.
3. Trujillo estaba furioso y la sociedad convulsionada. Muchos de los complotados eran
jóvenes con padres ligados al poder. Además, la Iglesia, que había bendecido al gobierno,
sumó su voz de protesta.
Ante los reclamos sociales e internacionales, Trujillo decidió, en un acto supuestamente
humanitario, liberar a las Mirabal. Fue cuando dictó su sentencia de muerte.
Un crimen macabro.
El general “Pupo” Román, junto al temible Servicio de Información Militar (SIM), organizaron
el asesinato.
El 25 de noviembre de 1960 Patria, Minerva y María Teresa fueron hasta la prisión de
Puerto Plata a visitar a sus esposos detenidos. Iban en un Jeep conducido por el
compañero Rufino de la Cruz.
Al atardecer, en el camino de regreso, fueron interceptados por un comando del SIM
integrado por Ciriaco de la Rosa, Ramón Emilio Rojas Lora, Alfonso Cruz Valerio, Néstor
Antonio Pérez Terrero y el cubano Emilio Estrada Malleta. Los obligaron a descender a
punta de pistola y los llevaron hasta una casa en el paraje La Cumbre.
Allí, cada sicario tomó a una víctima y la asfixió con un pañuelo. Luego los remataron a
palazos. El teniente Víctor Peña Rivera fue el encargado de verificar el éxito de la misión.
Entonces, colocaron los cuerpos destrozados de las Mirabal y de Rufino en el jeep y lo
arrojaron por un barranco para simular un accidente.
Al día siguiente, mientras una multitud acompañaba los féretros de las jóvenes, la tiranía se
resquebrajaba y el plan para ejecutar al “Jefe” comenzaba a rodar.
Seis meses más tarde, el auto de Trujillo fue ametrallado por un grupo de opositores. Solo
sobrevivió Zacarías de la Cruz, su chofer. Era el anochecer del martes 30 de mayo de
1961.
Ramfis, uno de los hijos de Trujillo arrestó y asesinó a los complotados. Tiempo después, el
pueblo expulsaba, votación mediante, a la familia del país.
La tiranía había terminado pero la vida institucional de República Dominicana quedaría
marcada por los vestigios del Trujillismo durante décadas.
En la memoria.
A dos años del crimen, los asesinos de las Mirabal fueron juzgados. Ninguno cumplió su
condena ya que militares afines al dictador los ayudaron a huir de la isla.
Pero, a pesar de la traición de los poderosos, el legado de las mariposas perduró en la
memoria de miles de dominicanos que las echaron a volar por el mundo. En reconocimiento
a su lucha, en 2007, la provincia de Salcedo, tierra natal de las jóvenes, fue denominada
como Hermanas Mirabal.
4. Desde 1981, la casa familiar de Conuco alberga al Museo de las Hermanas Mirabal, a
cargo de la única hermana que no fue asesinada, Dedé, quien se ha ocupado de
mantenerlas “vivas en su jardín”.
“No” a la violencia de género
Minerva, Patria y María Teresa podrían haber llevado una vida convencional, pero las
circunstancias en que vivieron no lo fueron. Decidieron ser protagonistas y luchar por un
mundo con libertad, igualdad y democracia. En 1999 la Organización de las Naciones
Unidas estableció que cada 25 de noviembre se conmemoraría el Día Internacional de la
Eliminación de la Violencia contra la Mujer, a partir de una iniciativa del Primer Congreso
Feminista Latinoamericano, en homenaje a las hermanas Mirabal.
Las Mirabal en la literatura
La historia de las hermanas dominicanas y su relación con la dictadura trujillista ha sido
abordada en diferentes géneros y textos.
En 1994, la escritora estadounidense nacida en Santo Domingo Julia Álvarez publicó la
premiada novela En el tiempo de las mariposas, en la que recrea la vida y el asesinato de la
jóvenes.
La fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa, publicada en el año 2000, narra el asesinato de
Trujillo y habla del crimen de las Mirabal como una de las mayores atrocidades del régimen.
En 2009, Adela Mirabal, “Dedé”, escribió su único libro Vivas en su jardín, donde cuenta la
valiente lucha de sus hermanas por la libertad de su país.