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Como Yo lo veo

Sammy
I
Lo agreste del paisaje contrastaba con la risa de los niños jugando en el patio de la escuela. Faltaban dos días
para emprender el viaje que una empresa les había donado y este año irían a la playa. En esos días la emoción
hacía de la escuelita un cantar cotidiano.
La escuela era pequeña y estaba un poco alejada del hogar de todos los niños que como cada mañana,
salían una hora antes del horario de comienzo de clases para caminar, casi la misma distancia. Al llegar
los esperaba un mate cocido con leche y un alfajor. ¡Qué sabroso resultaba! En especial los días de invierno.
Carlitos e Iris habían compartido desde el principio hasta el fin, la primaria y aunque desde el primero
al séptimo grado nunca se habían hablado, ese día se cruzaron a mitad de camino porque Iris se había
desviado por perseguir a un caballo.
Carlitos, como en todos los momentos en que salía de su hogar, iba con su perro; al verlos Iris se sintió
sorprendida ¡Cuán lejos estaba de su sendero habitual! También se alegró al pensar que aún así, estaba
en dirección a la Escuelita. Cielo, el perrito de Carlos no paraba de ladrar y esa, era casi siempre la señal
de que alguien estaba cerca.
-¿Hay alguien más allí? -preguntó Carlitos.
Iris no contestó.
Carlitos le hacía señas desesperadas a Cielo para que callara y como ladraba más y más y más aún, Iris se quedó
parada ¡con lo mucho que le costaba estarse quieta!; en silencio vio como Carlos y Cielo siguieron avanzando y
comenzó a caminar muy lento para poder observarlos de lejos, se le ocurrió que así podría seguir saltando, cantando
y riendo sin que notaran su presencia, pero Carlitos escuchaba los pasos saltarines, la mano rozando los arbustos del
camino, la vocecita cantando algunas canciones sin finales y el intento por evitar ser descubierto, mas prefirió
también, no decir nada.
Durante todo ese día Iris se quedó cerca de Carlitos jugando a las escondidas, y Carlitos preguntaba, más por si Iris
quería hacerse ver que por no saber que estaba allí, -¿Hay alguien más allí? Mas Iris prefería seguir así.
De regreso a casa Iris pensó en ir tras Carlitos y Cielo hasta el mismo punto en que se habían cruzado por la
mañana y luego retomar su ruta y ésta le parecía una idea muy divertida. Eso sí, estaba decidida a no decir ni una
palabra. Sin embargo Carlitos que olía hasta el perfume de Iris, y distinguía su andar mas cansado que en la
mañana, decidió hablar con Cielo.
-Cielo ¿qué harás cuando lleguemos a casa? ¿Jugarás un ratito más? Ya sé, tú descansarás.
Iris al escucharlo pensó: “No, no voy a descansar. ¡Qué aburrido! ¡Voy a jugar más!”
-Cielo-dijo Carlitos-descansar te dará más fuerzas para mañana volver a jugar y así podrás acompañarme otra vez.
Cielo movía su cola e Iris pensando en lo que había escuchado decir a Carlitos se preguntó: “¿Sabrá que estoy acá?”
II
Muy tempranito, con el canto del gallo, Iris saltaba de su cama, aunque esta vez algo más la entusiasmaba: era su
nuevo recorrido. Se vistió, comió un pedacito de pan, llevó otro poquito en el bolsillo del delantal y salió
corriendo. Cuando llegó al cruce de caminos del día anterior, Carlitos y Cielo no estaban. Se quedó esperando
pensando que quizá se había adelantado en el tiempo algunos momentos. El aire se sentía caluroso y el viento
húmedo. Luego siguió avanzando pues si seguía esperando llegaría tarde a la Escuelita.
Sólo faltaba un día para el viaje que tanta alegría les había despertado. Casi todos hablaban sobre lo maravilloso
que sería, mientras Iris pensaba en “¿por qué Carlitos no había ido a la Escuelita?”
De regreso a su casa repetía en voz alta la lista de cosas que quería llevar al viaje, quería recordarlo todo…y
también seguía preguntándose “¿Por qué Carlitos no fue a la Escuelita?” Corrió más rápido, se desvió de
su recorrido habitual y fue a la casa de Carlitos. Golpeó la puerta. Toc toctoctoc toc…
-Buenas tardes- dijo la Señora que abrió la puerta.
-Bueenas taaardes- contestó Iris muy agitada- Soy una compañera del colegio de Carlitos
¿Está en casa?
-Sí, corazón. Está en casa y está haciendo reposo. No se sentía muy bien hoy…
-Pero ¿Irá al viaje?-interrumpió Iris.
-No creo, tiene reposo para unos días.
-¿Puedo venir a visitarlo?-preguntó Iris más clamada.
-Sí, cuando quieras. Gracias.
¿Quieres que le diga que has venido?
-No, gracias Señora. Disculpe la molestia, por favor.
Iris volvió a su casa pensando que el viaje duraría una semana y que a al regresar podría ir
a ver a Carlitos para contarle todo lo que había visto. Preparó su bolso, sin mucho cuidado,
repasando todo lo que podría hacer en playa y también todo lo que podría hacer quedándose en casa.
Mientras cenaba su sopa preferida, le preguntó a su mamá:- Mamá ¿puedo quedarme en vez de viajar?
-Podes hijita- le respondió la mamá sentándola en sus rodillas como cuando era pequeña.
Iris le contó sobre todo sus desvíos del camino diario, sus juegos, que Carlitos no iría y que pensó que también sería
divertido quedarse y tener todo el día para jugar.
La mamá le respondió:
- Puedes quedarte y puedes ir. El micro saldrá mañana por la mañana y ya tienes el bolso listo. Ahora descansa.
mañana sabrás qué hacer.
III
Iris decidió quedarse. Cada día iba a buscar a Carlitos y a Cielo para ir a caminar. A veces Iris se iba corriendo y
regresaba hasta donde estaba Carlitos. Carlitos escuchaba como los pasos de Iris cambiaban de ritmo según se sentía
alegre, emocionada o pensativa. Una de esas tardes los pasitos de Iris repentinamente se dejaron de escuchar.
Carlitos se detuvo y esperó, mas los saltitos de Iris no estaban. Avanzó y volvió a esperar…
-Cielo, ve a buscar a Iris- dijo Carlitos angustiado pero Cielo se paró a su lado y comenzó a tocarle la pierna con su
cabeza.
-Cielo ¡Ve a buscar a Iris!
Cielo seguía a su lado. Carlitos comenzó a avanzar sin saber hacia dónde y Cielo lo acompañaba.
-¡Iris! ¡Iris!-gritaba Carlitos con todas sus fuerzas.
-¡Iris! ¿Estás allí?
Iris no respondía.
Carlitos se sentía desorientado. El ladrido nervioso de Cielo le impedía escuchar. Dejó de caminar, se sentó, se tranquilizó
para que Cielo se sintiera tranquila y dejara de ladrar. Tomó aire profundamente y cuando Cielo se echó a su lado se dispuso
a escuchar. A lo lejos Iris gritaba pidiendo ayuda. Caminó en esa dirección un tramo y volvió a sentarse a escuchar. Esta vez
se oía más claro que Iris lo estaba llamando. Ya no necesitó parar y llegó hasta el lugar en dónde estaba Iris.
-Carlitos cuidado, cuidado! Gritaba Iris
La voz venía desde alguna profundidad. Carlitos aminoró la marcha, debía ser cuidadoso para evitar caer él también y poder
ayudarla. Iris se había caído a un pozo. Tranquilizó a Iris y le dijo que iría a buscar a alguien que la pudiera sacar de allí.
Intentó que Cielo se quedara a acompañarla y sin lograrlo, le pidió a Iris que por favor se quedara quieta hasta que él
regresara.
IV
Oscurecía. El pozo se hacía sentir más profundo. La luz de la luna
apenas alcanzaba a Iris. Se sentía asustada al pensar que
podían sucederle muchas cosas y viéndose sola los ruidos aumentaban. Los animalitos de la noche ya estaban despiertos y
comenzaban su día. Iris lloraba. Cerró sus ojos, se abrazó y pensó: “Este pozo aunque parece temeroso, ahora es mi
protección!”. Siguió con los ojos cerrados y dándose ánimos comenzó a escuchar. Cada vez con mayor atención. El viento
hacía danzar las hojas. Las pisadas de los animalitos hacían crujir la hierba. Se olía la humedad del ambiente. El aire se hacía
sentir fresco y frío, y la noche se sintió abrigo. La luna estaría muy blanca pensó. Abrió sus ojos y nuevamente se sintió asustada
ante la oscuridad del pozo y los ruidos entonces cerró sus ojos para mirar mejor. A lo lejos escuchó el ulular de un búho:
“¿Serían sus plumas grises con muchas pintitas blancas? Imaginó. ¿Brillarían más sus ojos con la luz de la luna? ¿Estaría con
sus grandes alas desplegadas planeando para aterrizar en la rama de algún árbol que con la luz de la luna sus hojas se verían
plateadas?” “¡Cuánta luz refleja la luna!” reflexionó. ¡El balido de un cabrito! Iris se preguntó: “¿Qué haría un cabrito despierto
en la noche?” Mas los tum tam de muchos pasos que hacían su música con el pasto húmedo, comenzaron a hacerse oír cada
vez más cercanos.
Llegaba la ayuda y en unos pocos minutos Iris estaba abrazada a su mamá.
V
Al día siguiente al salir de paseo con Carlitos, Iris caminó a su lado.
-Carlitos, ¿qué ves?- preguntó Iris.
-A ti entusiasmada por algo que me quieres decir.
-Bueno…es que he visto…El pozo…
-Lo sé- dijo Carlos.
-¡¿Sabes que veo?!- exclamó Iris con asombro.
-No, no sé que es lo que ves- contestó Carlos.
-Veo un color, es frío como el hielo, frío muy frío, tan frío que se pega a la lengua…también es esponjoso como un copo
de azúcar y dulce como una caricia. ¿Sabes qué es?
-No, no lo sé- respondió Carlitos.
Iris se sintió incómoda. Había hecho un gran esfuerzo y se le ocurrió agregar:-Tiene consistencia de una crema para hacer
bizcochuelo. ¿Ahora sí?
-No. Perdona Iris, por favor- se lamentó Carlitos.
- ¡Y también es como tocar el aire!- con entusiasmo y casi gritando dijo Iris.
- ¿Una nube?...
-¡Sí! ¿Y sabes de qué color es?
-Imagino…Me han dicho que las nubes son blancas.
-Sí. ¿Para ti cuál es?- quiso saber Iris.
-Color Iris- dijo Carlitos con una voz suave.
Caminaron de regreso a la casa de Carlitos jugando con las palabras.
Al llegar a su hogar Iris tomó algunas hojas y comenzó a escribir una lista:
Color Rosa: suave como el terciopelo, flexible como apretar una pelota de goma blanda, huele a sopa calentita
hecha por la Abuela…
Lo leyó y no le gustó mucho. Tachó lo escrito y volvió a escribir:
Color rosa: como peluche y suave como el agua entre las manos, suena a la risa de un bebé y huele a colonia para
bebé.
Pensó: -“Color anaranjado…mmm…no sé…ya sé! Le daré una naranja para comer ¡Si eso haré!. A ver…color
violeta…no hay nada para comer color violeta. Veamos, violeta, violeta…es suave como el rayo del sol, el pétalo
de una rosa y como la masa del aire. ¿Le alcanzará?”
Siguió escribiendo: Color Verde…
VI
Mucho antes de que cantara el gallo y el sol diera su abrigo con sus primeras caricias, Iris abrió sus ojos, se alistó y se
sentó a releer lo que había escrito. Desayunó y casi sin notarlo estaba paradita en la puerta de la casa de Carlitos.
Carlitos ya estaba listo. Su alegría al recibir a Iris era especial.
Caminaron unos pocos pasos e Iris con su papel en la mano comenzó a decir:
-¿Listo?
-Sí, Iris-dijo Carlitos con voz pausada y expectante.
-Como peluche. Suave como el agua entre las manos. Suena a risa de bebé, huele a colonia de bebé y es cálido como el
atardecer. ¿Lo tienes?
-Otra vez Iris, por favor.
Iris volvió a leer y viendo la cara de Carlitos, leyó una vez más.
-¿Ahora sí?
-No sé- dijo con voz casi muda Carlitos que sabía que Iris se había esforzado mucho en el trabajo hecho y volvió a
repasar: como peluche, suave como el agua entre las manos…
-¿Es una rosa? –preguntó con voz tímida.
Iris saltaba de alegría y emoción y aunque no estaba segura de si las imágenes serían las mismas, tenía la certeza de que serían
parecidas y con un enorme entusiasmo se dispuso a seguir:
-Suave…
-Iris- interrumpió muy despacio Carlitos - ¿Me permites por favor?
-Sí, Carlitos- contestó Iris.
-Ahora me toca a mí. ¿Quieres?
Iris se quedó quieta, casi inquieta de tan quieta y en silencio dijo un bueno dudoso que en palabras sonaron –Sí, gracias.
-Brilla en la noche con tanta intensidad que de día aún se sigue viendo, descubre lo bueno y bello en todo y en todos, agradece
hasta lo más pequeño aún que no quieran recibir lo que entrega-Carlitos hizo una pausa, tomó aire y continuó:-¿Sabes?
El silencio de Iris era tal que se oía la melodía del viento danzando con las ramas de los árboles, a lo lejos algún asno
rebuznando y más allá algún potrillo relinchando.
-¿Qué es Carlitos? – preguntó Iris.
-Ahora te toca a ti- le contestó Carlitos.
-No, no. Por favor repítemelo- pidió Iris.
Carlitos le dio la mano y repitió:
-Ahora te toca a ti.
Iris soltándole la mano para sostener su hoja, muy contenta siguió con el violeta:
- …Es suave como el rayo del sol, el pétalo de una rosa y como la masa del aire. ¿Listo?
-No. –pronunció Carlitos muy pensativo.
Iris decidió intentar con otro color:
-Es pasto, es sentirse sano y apreciado, es como tener un amigo. ¿Ya?
-¿Es el mismo que el anterior?-preguntó Carlitos.
-No. Perdona no te avisé. Este es otro. ¿Lo repito?
-Iris, ahora me toca a mí. ¿Te parece?
-Pero no me dijiste si sabes cuál es el que te dije- protestó Iris que se sentía un poquito molesta. El juego lo
había pensado para que ella dijera y él adivinara, y no para que los dos compartieran…
-Eres tú Iris- le respondió Carlitos interrumpiendo sus pensares y dijo:-Ahora me toca a mí. ¿Te parece?
Ante el silencio como respuesta siguió -Jamás pelea, si ha de vencer lo hará en silencio y haciéndote sentir que
ganaste ¿Sabes?
Iris en su malestar e incomodidad había prestado poca atención o casi ninguna. No había logrado que
Carlitos descubriera los colores y con tono firme dijo:
-No. No lo sé.
-Si quieres, ahora te toca a ti- prosiguió Carlitos.
Y sin tanto entusiasmo Iris siguió con su lista hasta que le dio la naranja y al tiempo que Carlitos la recibía y
exclamaba ¡Anaranjado! Reía por la sorpresa ante el ingenio de su amiga. Se despidieron y acordaron verse
muy temprano al día siguiente.
VII
Iris, como todas sus mañana, luego de asearse, saludó con su cantarín ¡Buen Día! y desayunó.
-Buen día hijita- dándole sus tres besos le respondió su mamá, y le entregó un sobre, que antes de terminar de
contarle qué era, Iris estaba abriéndolo.
-Es una carta para ti- continuó la madre.
Iris ya había leído el remitente: Carlos.
Casi sin terminar su pancito, salió de la y casa se sentó al pie del gran árbol que la veía crecer y que por ser
tan grande también se hacía respaldo para apoyarse. Sacó la carta y leyó:
Como yo lo veo
El olor a la tierra húmeda recibiendo y entregando. Las hojas bañadas por el rocío
de cada mañana. Manos que trabajan para cosecharlas. Muchas mentes que
pensaron en máquinas para que con mi sentido del olfato huela su aroma y al
beber su amargo, áspero e individual sabor me diga que es té.
Semilla que ha sido sembrada. Años y años para que el árbol crezca, dé su
sombra y al recibir los rayos del sol con sus hojas transforme el aire en el oxígeno
que cada momento respiro, para que luego manos talen con máquinas o hachas y
luego otras máquinas que también recibieron tiempo, dedicación y esfuerzo
para ser creadas, hagan de ese árbol este papel que toco y en el que te escribo.
Semillas que al ser plantadas y cuidadas por muchas manos, otras manos que
entregan y otras manos que me sirven son esas frutas que saboreo en mi mesa.
Sonrisas que oigo, manos que me ayudan a levantarme, besos y abrazos que
recibo; los pies con que camino; conocimiento de quienes han estudiado mucho y
luego han aprehendido para explicarme lo que hoy no entiendo y estudio; pañuelos
que me secan las lágrimas; momentos compartidos con alguien como Iris;
la música a los que tantos seres se han dedicado para que por mi pueda ser oída
o desoída y la oportunidad de expresar con esto que escribo lo que veo.
Abrazo para ti Iris,
Carlos
Iris miró el papel, volvió a leer la carta y sin darse cuenta escuchó su propia
voz diciendo:
-Carlitos yo también te quiero.
Iris sentía un impulso enorme para encontrar una forma que le permitiera a su amigo Carlitos ver,
también, como ella veía. Hacía experimentos de todo tipo, se vendaba los ojos, utilizaba los
sonidos, el tacto, el olfato, mas a todo su esfuerzo la compensaba la idea de que con nada de eso
lo lograría.
Todos esos días de dedicación a su invento no dispuso de tiempo para sus habituales encuentros
con Carlitos, aunque le había ofrecido casi todas las horas de cada día.
Un día tempranito y mientras salía de un hermoso sueño, se le ocurrió que podían inventarse unos
ojos mecánicos y que con una operación podrían ponérselos a su amigo. Corriendo fue a la casa
de Carlitos a contárselo.
Luego de un silencio prolongado, mayor del que a Iris le gustaba, Carlitos expresó su gratitud por
la dedicación y con mucha calma le dijo:
-Me gustaría contarte algo, ¿me permites? Por favor.
-Sí-respondió Iris sin saber ni imaginarse qué sería.
-Gracias Iris…Si me ves con tus ojos parece que no tengo ojos para ver, sin embargo sólo es una
apariencia. Hace un tiempo que pude darme cuenta que cada vez que alguien me acompaña tengo
por un rato sus ojos. Perdí la cuenta de cuántos ojos tuve hasta hoy y te aseguro que han sido
muchos, muchos. Cada uno me regaló su punto de vista. Y todos los he disfrutado tanto como hoy
valoro y aprecio los tuyos…
-Pero, ¿no te gustaría tener los tuyos propios?- interrumpió Iris.
-Quizá algún día los tenga. Ahora en este momento tengo todos los ojos de
quienes estuvieron y están aquí en mi y conmigo y eso me hace sentir muy
agradecido. Cuando tú ves los colores y me los describes, en mi se abren
ventanas a mundos coloridos que atesoro junto a todos los otros colores y es
tan inmensa la cantidad que he visto… Carlitos hizo una pausa y luego agregó:
-También te quiero contar que si alguna vez tengo mis otros ojos, los usaré
para mostrar todo lo que sin ellos veo.
Gracias dijo Iris en silencio.
Ambos siguieron acompañándose sin palabras hasta el momento en que con
un abrazo se despidieron.
IX
Como otros días, Iris fue a visitar a su amigo. La caminata se le hizo larga, tenía un plan. Había
pensado un juego y no sabía si a su amigo le gustaría jugarlo, idea que la hacía dudar si
contárselo o no. Justo detrás de ese pensar, se le ocurrió que si se lo contaba y Carlitos
no quería jugarlo, podrían jugar juntos a otra cosa, y ésta le pareció la mejor de las ideas. Buscó
un lugar.
-Carlitos ¿querés que te cuente un juego que pensé?
-Claro Iris, gracias.
-Es así: te digo muchas cosas y vos escribís un color sin que yo lo vea. Después…
-Juguemos. La interrumpió Carlitos.
Iris invitó a su amigo a que se sentaran en el primer lugar que encontró. El árbol era grande y
les daría su sombra, el aire fresco del lago la entusiasmaba más aún y además estaban cerquita
de la orilla del camino. Con emoción sacó sus papeles y un lápiz, se los puso en las manos a
Carlitos y viendo como Cielo se iba a correr por el barranco hacia la orilla del lago empezó a
hablar.
-Una fuerza sin control…como un animal enorme de metal, muy fuerte que va corriendo a
la velocidad del viento sin parar ante nada.
Carlitos escribió:

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.

Esperó a que Carlitos dejara de escribir y siguió
-…Silencio, como cuando luego de hacer nuestras tareas quedamos muy muy cansados
más con ese sentir por haber aprendido.
Carlitos escribió:

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-Risueño día de campo compartido con amigos.

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Iris había dejado de mirar lo que su amigo escribía y se guiaba por el movimiento del lápiz
para seguir.
-Es sentirse sano, con ganas de jugar, de saltar, correr y hacer muchas cosas.

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.
Mientras esperaba que el lápiz que Carlitos estaba utilizando se dejara de mover, Iris
se puso a buscar a Cielo con una mirada fugaz y al no verla pensó que estaría jugando por
otro lugar y continuó:
-La alegría sentida por la felicidad… de aquel que nos ha peleado.

.
.

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.

Iris se paró, miraba hacia la orilla y no alcanzaba a ver a Cielo, comenzó a bajar por el
barranco para ampliar la visión.
Carlitos escuchando en el pasto los pasitos de Iris alejándose se paró y comenzó a caminar
con mucho cuidado, se había dado cuenta que el terreno era desigual. Iris siguió bajando y
cuando giró vió a Cielo cerca del árbol y al mismo tiempo a Carlitos caer rodando.
Iris corrió en dirección a su amigo, llegó cuando Carlitos golpeándose contra el suelo quedó
con sus ojos cerrados como dormido.
Iris intentó despertarlo y entre el susto y la urgencia por encontrar ayuda cercana, agarró a
Carlitos por debajo de los hombros y lo alejó de la orilla todo lo que le fue posible. Corrió lo
más rápido que pudo para pedir ayuda. Varios vecinos acudieron a socorrer a Carlitos, mas al
llegar al lugar en donde Iris lo había dejado, no lo encontraron. Con desesperación y mucha
angustia Iris recibía las preguntas de las personas que dudaban que estuviera recordando de
manera correcta el lugar en que había dejado a Carlitos. Iris intentaba tranquilizarse y
se preguntaba si era ese el lugar exacto en que había apoyado el cuerpo de su amigo. Ese era
el lugar, y justo ahí, Carlitos no estaba.
Todos buscaron en diferentes direcciones llamándolo…sin ninguna respuesta. Se acercaba
la noche, oscurecía y se sentía en el aire la desesperanza. Insistieron un tiempo más, y
al cerrarse el día, unos fueron al pueblo por más ayuda y algo para iluminar, otros se fueron
descansar para continuar al día siguiente con la búsqueda.
Esa noche pasó entre miedos, desesperación y angustia. Al amanecer aquellos que habían
buscado a Carlitos por la noche retornaron a sus hogares y quienes se habían quedado
a descansar, regresaron con una búsqueda organizada. Algunos irían en bote a recorrer
el lago, otros se ocuparían de adentrarse en el bosque, y otros permanecerían en el pueblo.
Con el pasar de las noches y de los días, cada vez buscaban menos a Carlitos y cada uno
retomaba su vida. Los últimos en abandonar la búsqueda sin dejar la esperanza intacta
de volver a encontrarlo, fueron su mamá y su papá.
XI
Iris continuó con sus planes de irse a estudiar a la ciudad. Allí comenzaría sus estudios en la
Universidad. Ya estaba próximo el comienzo del año, y en poco menos de un mes debería
partir.
Una tarde soleada y calurosa, Iris estaba sentada en el árbol que tanto tiempo la había
acompañado. La intensa luz del sol no le permitía ver con claridad a lo lejos. Alguien se
acercaba. Como no esperaba a nadie siguió escribiendo en su cuaderno. Por un momento,
al levantar nuevamente la vista, le pareció que era alguien muy parecido a Carlitos,
aunque sin bastón. Y siguió con su cuaderno. La persona se acercó hasta estar delante
de ella.
Tenía unos anteojos oscuros. Iris no entendía. Y mirando por unos instantes que se
parecieron minutos, llena de dudas, asombrada y casi sin ánimo de decir lo que pensaba
preguntó:
-Carlitos ¿eres tú?
Carlitos asintió con un gesto acompañado de timidez.
-Sí, Iris.
La alegría de Iris, los abrazos y el torrente de preguntas casi todas juntas, se hicieron silencio
cuando Carlitos sacándose los anteojos miró a Iris y le dijo:
-Qué lindo moño azul que tienes en el cabello.
FIN
AGRADECIMIENTOS
Gracias por compartir tu tiempo, por hacerte
presente desde el momento en que comencé a
escribir este libro y por ser parte de un todo del
que también formo parte,

NOTA IMPORTANTE: Pido disculpas, por todo aquello que la mejor de mis intenciones,

no ha logrado. Gracias,
Sammy
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Como yo lo veo

  • 1. Como Yo lo veo Sammy
  • 2. I Lo agreste del paisaje contrastaba con la risa de los niños jugando en el patio de la escuela. Faltaban dos días para emprender el viaje que una empresa les había donado y este año irían a la playa. En esos días la emoción hacía de la escuelita un cantar cotidiano. La escuela era pequeña y estaba un poco alejada del hogar de todos los niños que como cada mañana, salían una hora antes del horario de comienzo de clases para caminar, casi la misma distancia. Al llegar los esperaba un mate cocido con leche y un alfajor. ¡Qué sabroso resultaba! En especial los días de invierno.
  • 3. Carlitos e Iris habían compartido desde el principio hasta el fin, la primaria y aunque desde el primero al séptimo grado nunca se habían hablado, ese día se cruzaron a mitad de camino porque Iris se había desviado por perseguir a un caballo. Carlitos, como en todos los momentos en que salía de su hogar, iba con su perro; al verlos Iris se sintió sorprendida ¡Cuán lejos estaba de su sendero habitual! También se alegró al pensar que aún así, estaba en dirección a la Escuelita. Cielo, el perrito de Carlos no paraba de ladrar y esa, era casi siempre la señal de que alguien estaba cerca. -¿Hay alguien más allí? -preguntó Carlitos. Iris no contestó.
  • 4. Carlitos le hacía señas desesperadas a Cielo para que callara y como ladraba más y más y más aún, Iris se quedó parada ¡con lo mucho que le costaba estarse quieta!; en silencio vio como Carlos y Cielo siguieron avanzando y comenzó a caminar muy lento para poder observarlos de lejos, se le ocurrió que así podría seguir saltando, cantando y riendo sin que notaran su presencia, pero Carlitos escuchaba los pasos saltarines, la mano rozando los arbustos del camino, la vocecita cantando algunas canciones sin finales y el intento por evitar ser descubierto, mas prefirió también, no decir nada. Durante todo ese día Iris se quedó cerca de Carlitos jugando a las escondidas, y Carlitos preguntaba, más por si Iris quería hacerse ver que por no saber que estaba allí, -¿Hay alguien más allí? Mas Iris prefería seguir así. De regreso a casa Iris pensó en ir tras Carlitos y Cielo hasta el mismo punto en que se habían cruzado por la mañana y luego retomar su ruta y ésta le parecía una idea muy divertida. Eso sí, estaba decidida a no decir ni una palabra. Sin embargo Carlitos que olía hasta el perfume de Iris, y distinguía su andar mas cansado que en la mañana, decidió hablar con Cielo. -Cielo ¿qué harás cuando lleguemos a casa? ¿Jugarás un ratito más? Ya sé, tú descansarás. Iris al escucharlo pensó: “No, no voy a descansar. ¡Qué aburrido! ¡Voy a jugar más!” -Cielo-dijo Carlitos-descansar te dará más fuerzas para mañana volver a jugar y así podrás acompañarme otra vez. Cielo movía su cola e Iris pensando en lo que había escuchado decir a Carlitos se preguntó: “¿Sabrá que estoy acá?”
  • 5. II Muy tempranito, con el canto del gallo, Iris saltaba de su cama, aunque esta vez algo más la entusiasmaba: era su nuevo recorrido. Se vistió, comió un pedacito de pan, llevó otro poquito en el bolsillo del delantal y salió corriendo. Cuando llegó al cruce de caminos del día anterior, Carlitos y Cielo no estaban. Se quedó esperando pensando que quizá se había adelantado en el tiempo algunos momentos. El aire se sentía caluroso y el viento húmedo. Luego siguió avanzando pues si seguía esperando llegaría tarde a la Escuelita. Sólo faltaba un día para el viaje que tanta alegría les había despertado. Casi todos hablaban sobre lo maravilloso que sería, mientras Iris pensaba en “¿por qué Carlitos no había ido a la Escuelita?” De regreso a su casa repetía en voz alta la lista de cosas que quería llevar al viaje, quería recordarlo todo…y también seguía preguntándose “¿Por qué Carlitos no fue a la Escuelita?” Corrió más rápido, se desvió de su recorrido habitual y fue a la casa de Carlitos. Golpeó la puerta. Toc toctoctoc toc…
  • 6. -Buenas tardes- dijo la Señora que abrió la puerta. -Bueenas taaardes- contestó Iris muy agitada- Soy una compañera del colegio de Carlitos ¿Está en casa? -Sí, corazón. Está en casa y está haciendo reposo. No se sentía muy bien hoy… -Pero ¿Irá al viaje?-interrumpió Iris. -No creo, tiene reposo para unos días. -¿Puedo venir a visitarlo?-preguntó Iris más clamada. -Sí, cuando quieras. Gracias. ¿Quieres que le diga que has venido? -No, gracias Señora. Disculpe la molestia, por favor. Iris volvió a su casa pensando que el viaje duraría una semana y que a al regresar podría ir a ver a Carlitos para contarle todo lo que había visto. Preparó su bolso, sin mucho cuidado, repasando todo lo que podría hacer en playa y también todo lo que podría hacer quedándose en casa.
  • 7. Mientras cenaba su sopa preferida, le preguntó a su mamá:- Mamá ¿puedo quedarme en vez de viajar? -Podes hijita- le respondió la mamá sentándola en sus rodillas como cuando era pequeña. Iris le contó sobre todo sus desvíos del camino diario, sus juegos, que Carlitos no iría y que pensó que también sería divertido quedarse y tener todo el día para jugar. La mamá le respondió: - Puedes quedarte y puedes ir. El micro saldrá mañana por la mañana y ya tienes el bolso listo. Ahora descansa. mañana sabrás qué hacer. III Iris decidió quedarse. Cada día iba a buscar a Carlitos y a Cielo para ir a caminar. A veces Iris se iba corriendo y regresaba hasta donde estaba Carlitos. Carlitos escuchaba como los pasos de Iris cambiaban de ritmo según se sentía alegre, emocionada o pensativa. Una de esas tardes los pasitos de Iris repentinamente se dejaron de escuchar. Carlitos se detuvo y esperó, mas los saltitos de Iris no estaban. Avanzó y volvió a esperar… -Cielo, ve a buscar a Iris- dijo Carlitos angustiado pero Cielo se paró a su lado y comenzó a tocarle la pierna con su cabeza. -Cielo ¡Ve a buscar a Iris! Cielo seguía a su lado. Carlitos comenzó a avanzar sin saber hacia dónde y Cielo lo acompañaba. -¡Iris! ¡Iris!-gritaba Carlitos con todas sus fuerzas. -¡Iris! ¿Estás allí? Iris no respondía.
  • 8. Carlitos se sentía desorientado. El ladrido nervioso de Cielo le impedía escuchar. Dejó de caminar, se sentó, se tranquilizó para que Cielo se sintiera tranquila y dejara de ladrar. Tomó aire profundamente y cuando Cielo se echó a su lado se dispuso a escuchar. A lo lejos Iris gritaba pidiendo ayuda. Caminó en esa dirección un tramo y volvió a sentarse a escuchar. Esta vez se oía más claro que Iris lo estaba llamando. Ya no necesitó parar y llegó hasta el lugar en dónde estaba Iris. -Carlitos cuidado, cuidado! Gritaba Iris La voz venía desde alguna profundidad. Carlitos aminoró la marcha, debía ser cuidadoso para evitar caer él también y poder ayudarla. Iris se había caído a un pozo. Tranquilizó a Iris y le dijo que iría a buscar a alguien que la pudiera sacar de allí. Intentó que Cielo se quedara a acompañarla y sin lograrlo, le pidió a Iris que por favor se quedara quieta hasta que él regresara.
  • 9. IV Oscurecía. El pozo se hacía sentir más profundo. La luz de la luna apenas alcanzaba a Iris. Se sentía asustada al pensar que podían sucederle muchas cosas y viéndose sola los ruidos aumentaban. Los animalitos de la noche ya estaban despiertos y comenzaban su día. Iris lloraba. Cerró sus ojos, se abrazó y pensó: “Este pozo aunque parece temeroso, ahora es mi protección!”. Siguió con los ojos cerrados y dándose ánimos comenzó a escuchar. Cada vez con mayor atención. El viento hacía danzar las hojas. Las pisadas de los animalitos hacían crujir la hierba. Se olía la humedad del ambiente. El aire se hacía sentir fresco y frío, y la noche se sintió abrigo. La luna estaría muy blanca pensó. Abrió sus ojos y nuevamente se sintió asustada ante la oscuridad del pozo y los ruidos entonces cerró sus ojos para mirar mejor. A lo lejos escuchó el ulular de un búho: “¿Serían sus plumas grises con muchas pintitas blancas? Imaginó. ¿Brillarían más sus ojos con la luz de la luna? ¿Estaría con sus grandes alas desplegadas planeando para aterrizar en la rama de algún árbol que con la luz de la luna sus hojas se verían plateadas?” “¡Cuánta luz refleja la luna!” reflexionó. ¡El balido de un cabrito! Iris se preguntó: “¿Qué haría un cabrito despierto en la noche?” Mas los tum tam de muchos pasos que hacían su música con el pasto húmedo, comenzaron a hacerse oír cada vez más cercanos.
  • 10. Llegaba la ayuda y en unos pocos minutos Iris estaba abrazada a su mamá. V Al día siguiente al salir de paseo con Carlitos, Iris caminó a su lado. -Carlitos, ¿qué ves?- preguntó Iris. -A ti entusiasmada por algo que me quieres decir. -Bueno…es que he visto…El pozo… -Lo sé- dijo Carlos. -¡¿Sabes que veo?!- exclamó Iris con asombro. -No, no sé que es lo que ves- contestó Carlos. -Veo un color, es frío como el hielo, frío muy frío, tan frío que se pega a la lengua…también es esponjoso como un copo de azúcar y dulce como una caricia. ¿Sabes qué es? -No, no lo sé- respondió Carlitos. Iris se sintió incómoda. Había hecho un gran esfuerzo y se le ocurrió agregar:-Tiene consistencia de una crema para hacer bizcochuelo. ¿Ahora sí? -No. Perdona Iris, por favor- se lamentó Carlitos. - ¡Y también es como tocar el aire!- con entusiasmo y casi gritando dijo Iris. - ¿Una nube?... -¡Sí! ¿Y sabes de qué color es? -Imagino…Me han dicho que las nubes son blancas. -Sí. ¿Para ti cuál es?- quiso saber Iris. -Color Iris- dijo Carlitos con una voz suave. Caminaron de regreso a la casa de Carlitos jugando con las palabras.
  • 11. Al llegar a su hogar Iris tomó algunas hojas y comenzó a escribir una lista: Color Rosa: suave como el terciopelo, flexible como apretar una pelota de goma blanda, huele a sopa calentita hecha por la Abuela… Lo leyó y no le gustó mucho. Tachó lo escrito y volvió a escribir: Color rosa: como peluche y suave como el agua entre las manos, suena a la risa de un bebé y huele a colonia para bebé. Pensó: -“Color anaranjado…mmm…no sé…ya sé! Le daré una naranja para comer ¡Si eso haré!. A ver…color violeta…no hay nada para comer color violeta. Veamos, violeta, violeta…es suave como el rayo del sol, el pétalo de una rosa y como la masa del aire. ¿Le alcanzará?” Siguió escribiendo: Color Verde…
  • 12. VI Mucho antes de que cantara el gallo y el sol diera su abrigo con sus primeras caricias, Iris abrió sus ojos, se alistó y se sentó a releer lo que había escrito. Desayunó y casi sin notarlo estaba paradita en la puerta de la casa de Carlitos. Carlitos ya estaba listo. Su alegría al recibir a Iris era especial. Caminaron unos pocos pasos e Iris con su papel en la mano comenzó a decir: -¿Listo? -Sí, Iris-dijo Carlitos con voz pausada y expectante. -Como peluche. Suave como el agua entre las manos. Suena a risa de bebé, huele a colonia de bebé y es cálido como el atardecer. ¿Lo tienes? -Otra vez Iris, por favor. Iris volvió a leer y viendo la cara de Carlitos, leyó una vez más. -¿Ahora sí? -No sé- dijo con voz casi muda Carlitos que sabía que Iris se había esforzado mucho en el trabajo hecho y volvió a repasar: como peluche, suave como el agua entre las manos…
  • 13. -¿Es una rosa? –preguntó con voz tímida. Iris saltaba de alegría y emoción y aunque no estaba segura de si las imágenes serían las mismas, tenía la certeza de que serían parecidas y con un enorme entusiasmo se dispuso a seguir: -Suave… -Iris- interrumpió muy despacio Carlitos - ¿Me permites por favor? -Sí, Carlitos- contestó Iris. -Ahora me toca a mí. ¿Quieres? Iris se quedó quieta, casi inquieta de tan quieta y en silencio dijo un bueno dudoso que en palabras sonaron –Sí, gracias. -Brilla en la noche con tanta intensidad que de día aún se sigue viendo, descubre lo bueno y bello en todo y en todos, agradece hasta lo más pequeño aún que no quieran recibir lo que entrega-Carlitos hizo una pausa, tomó aire y continuó:-¿Sabes? El silencio de Iris era tal que se oía la melodía del viento danzando con las ramas de los árboles, a lo lejos algún asno rebuznando y más allá algún potrillo relinchando. -¿Qué es Carlitos? – preguntó Iris. -Ahora te toca a ti- le contestó Carlitos. -No, no. Por favor repítemelo- pidió Iris. Carlitos le dio la mano y repitió: -Ahora te toca a ti. Iris soltándole la mano para sostener su hoja, muy contenta siguió con el violeta: - …Es suave como el rayo del sol, el pétalo de una rosa y como la masa del aire. ¿Listo? -No. –pronunció Carlitos muy pensativo. Iris decidió intentar con otro color: -Es pasto, es sentirse sano y apreciado, es como tener un amigo. ¿Ya? -¿Es el mismo que el anterior?-preguntó Carlitos. -No. Perdona no te avisé. Este es otro. ¿Lo repito?
  • 14. -Iris, ahora me toca a mí. ¿Te parece? -Pero no me dijiste si sabes cuál es el que te dije- protestó Iris que se sentía un poquito molesta. El juego lo había pensado para que ella dijera y él adivinara, y no para que los dos compartieran… -Eres tú Iris- le respondió Carlitos interrumpiendo sus pensares y dijo:-Ahora me toca a mí. ¿Te parece? Ante el silencio como respuesta siguió -Jamás pelea, si ha de vencer lo hará en silencio y haciéndote sentir que ganaste ¿Sabes? Iris en su malestar e incomodidad había prestado poca atención o casi ninguna. No había logrado que Carlitos descubriera los colores y con tono firme dijo: -No. No lo sé. -Si quieres, ahora te toca a ti- prosiguió Carlitos. Y sin tanto entusiasmo Iris siguió con su lista hasta que le dio la naranja y al tiempo que Carlitos la recibía y exclamaba ¡Anaranjado! Reía por la sorpresa ante el ingenio de su amiga. Se despidieron y acordaron verse muy temprano al día siguiente. VII Iris, como todas sus mañana, luego de asearse, saludó con su cantarín ¡Buen Día! y desayunó. -Buen día hijita- dándole sus tres besos le respondió su mamá, y le entregó un sobre, que antes de terminar de contarle qué era, Iris estaba abriéndolo. -Es una carta para ti- continuó la madre. Iris ya había leído el remitente: Carlos. Casi sin terminar su pancito, salió de la y casa se sentó al pie del gran árbol que la veía crecer y que por ser tan grande también se hacía respaldo para apoyarse. Sacó la carta y leyó:
  • 15. Como yo lo veo El olor a la tierra húmeda recibiendo y entregando. Las hojas bañadas por el rocío de cada mañana. Manos que trabajan para cosecharlas. Muchas mentes que pensaron en máquinas para que con mi sentido del olfato huela su aroma y al beber su amargo, áspero e individual sabor me diga que es té. Semilla que ha sido sembrada. Años y años para que el árbol crezca, dé su sombra y al recibir los rayos del sol con sus hojas transforme el aire en el oxígeno que cada momento respiro, para que luego manos talen con máquinas o hachas y luego otras máquinas que también recibieron tiempo, dedicación y esfuerzo para ser creadas, hagan de ese árbol este papel que toco y en el que te escribo.
  • 16. Semillas que al ser plantadas y cuidadas por muchas manos, otras manos que entregan y otras manos que me sirven son esas frutas que saboreo en mi mesa. Sonrisas que oigo, manos que me ayudan a levantarme, besos y abrazos que recibo; los pies con que camino; conocimiento de quienes han estudiado mucho y luego han aprehendido para explicarme lo que hoy no entiendo y estudio; pañuelos que me secan las lágrimas; momentos compartidos con alguien como Iris; la música a los que tantos seres se han dedicado para que por mi pueda ser oída o desoída y la oportunidad de expresar con esto que escribo lo que veo. Abrazo para ti Iris, Carlos
  • 17. Iris miró el papel, volvió a leer la carta y sin darse cuenta escuchó su propia voz diciendo: -Carlitos yo también te quiero.
  • 18. Iris sentía un impulso enorme para encontrar una forma que le permitiera a su amigo Carlitos ver, también, como ella veía. Hacía experimentos de todo tipo, se vendaba los ojos, utilizaba los sonidos, el tacto, el olfato, mas a todo su esfuerzo la compensaba la idea de que con nada de eso lo lograría. Todos esos días de dedicación a su invento no dispuso de tiempo para sus habituales encuentros con Carlitos, aunque le había ofrecido casi todas las horas de cada día. Un día tempranito y mientras salía de un hermoso sueño, se le ocurrió que podían inventarse unos ojos mecánicos y que con una operación podrían ponérselos a su amigo. Corriendo fue a la casa de Carlitos a contárselo. Luego de un silencio prolongado, mayor del que a Iris le gustaba, Carlitos expresó su gratitud por la dedicación y con mucha calma le dijo: -Me gustaría contarte algo, ¿me permites? Por favor. -Sí-respondió Iris sin saber ni imaginarse qué sería. -Gracias Iris…Si me ves con tus ojos parece que no tengo ojos para ver, sin embargo sólo es una apariencia. Hace un tiempo que pude darme cuenta que cada vez que alguien me acompaña tengo por un rato sus ojos. Perdí la cuenta de cuántos ojos tuve hasta hoy y te aseguro que han sido muchos, muchos. Cada uno me regaló su punto de vista. Y todos los he disfrutado tanto como hoy valoro y aprecio los tuyos…
  • 19. -Pero, ¿no te gustaría tener los tuyos propios?- interrumpió Iris. -Quizá algún día los tenga. Ahora en este momento tengo todos los ojos de quienes estuvieron y están aquí en mi y conmigo y eso me hace sentir muy agradecido. Cuando tú ves los colores y me los describes, en mi se abren ventanas a mundos coloridos que atesoro junto a todos los otros colores y es tan inmensa la cantidad que he visto… Carlitos hizo una pausa y luego agregó: -También te quiero contar que si alguna vez tengo mis otros ojos, los usaré para mostrar todo lo que sin ellos veo. Gracias dijo Iris en silencio. Ambos siguieron acompañándose sin palabras hasta el momento en que con un abrazo se despidieron.
  • 20. IX Como otros días, Iris fue a visitar a su amigo. La caminata se le hizo larga, tenía un plan. Había pensado un juego y no sabía si a su amigo le gustaría jugarlo, idea que la hacía dudar si contárselo o no. Justo detrás de ese pensar, se le ocurrió que si se lo contaba y Carlitos no quería jugarlo, podrían jugar juntos a otra cosa, y ésta le pareció la mejor de las ideas. Buscó un lugar. -Carlitos ¿querés que te cuente un juego que pensé? -Claro Iris, gracias. -Es así: te digo muchas cosas y vos escribís un color sin que yo lo vea. Después… -Juguemos. La interrumpió Carlitos. Iris invitó a su amigo a que se sentaran en el primer lugar que encontró. El árbol era grande y les daría su sombra, el aire fresco del lago la entusiasmaba más aún y además estaban cerquita de la orilla del camino. Con emoción sacó sus papeles y un lápiz, se los puso en las manos a Carlitos y viendo como Cielo se iba a correr por el barranco hacia la orilla del lago empezó a hablar.
  • 21. -Una fuerza sin control…como un animal enorme de metal, muy fuerte que va corriendo a la velocidad del viento sin parar ante nada. Carlitos escribió: . . . . . . . . . . . . . Esperó a que Carlitos dejara de escribir y siguió -…Silencio, como cuando luego de hacer nuestras tareas quedamos muy muy cansados más con ese sentir por haber aprendido. Carlitos escribió: . . . . . . . . . . .
  • 22. -Risueño día de campo compartido con amigos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . Iris había dejado de mirar lo que su amigo escribía y se guiaba por el movimiento del lápiz para seguir. -Es sentirse sano, con ganas de jugar, de saltar, correr y hacer muchas cosas. . . . . . . . . . . . . . . .
  • 23. Mientras esperaba que el lápiz que Carlitos estaba utilizando se dejara de mover, Iris se puso a buscar a Cielo con una mirada fugaz y al no verla pensó que estaría jugando por otro lugar y continuó: -La alegría sentida por la felicidad… de aquel que nos ha peleado. . . . . . . . . . . . . . . . Iris se paró, miraba hacia la orilla y no alcanzaba a ver a Cielo, comenzó a bajar por el barranco para ampliar la visión. Carlitos escuchando en el pasto los pasitos de Iris alejándose se paró y comenzó a caminar con mucho cuidado, se había dado cuenta que el terreno era desigual. Iris siguió bajando y cuando giró vió a Cielo cerca del árbol y al mismo tiempo a Carlitos caer rodando. Iris corrió en dirección a su amigo, llegó cuando Carlitos golpeándose contra el suelo quedó con sus ojos cerrados como dormido.
  • 24. Iris intentó despertarlo y entre el susto y la urgencia por encontrar ayuda cercana, agarró a Carlitos por debajo de los hombros y lo alejó de la orilla todo lo que le fue posible. Corrió lo más rápido que pudo para pedir ayuda. Varios vecinos acudieron a socorrer a Carlitos, mas al llegar al lugar en donde Iris lo había dejado, no lo encontraron. Con desesperación y mucha angustia Iris recibía las preguntas de las personas que dudaban que estuviera recordando de manera correcta el lugar en que había dejado a Carlitos. Iris intentaba tranquilizarse y se preguntaba si era ese el lugar exacto en que había apoyado el cuerpo de su amigo. Ese era el lugar, y justo ahí, Carlitos no estaba. Todos buscaron en diferentes direcciones llamándolo…sin ninguna respuesta. Se acercaba la noche, oscurecía y se sentía en el aire la desesperanza. Insistieron un tiempo más, y al cerrarse el día, unos fueron al pueblo por más ayuda y algo para iluminar, otros se fueron descansar para continuar al día siguiente con la búsqueda.
  • 25. Esa noche pasó entre miedos, desesperación y angustia. Al amanecer aquellos que habían buscado a Carlitos por la noche retornaron a sus hogares y quienes se habían quedado a descansar, regresaron con una búsqueda organizada. Algunos irían en bote a recorrer el lago, otros se ocuparían de adentrarse en el bosque, y otros permanecerían en el pueblo. Con el pasar de las noches y de los días, cada vez buscaban menos a Carlitos y cada uno retomaba su vida. Los últimos en abandonar la búsqueda sin dejar la esperanza intacta de volver a encontrarlo, fueron su mamá y su papá.
  • 26. XI Iris continuó con sus planes de irse a estudiar a la ciudad. Allí comenzaría sus estudios en la Universidad. Ya estaba próximo el comienzo del año, y en poco menos de un mes debería partir.
  • 27. Una tarde soleada y calurosa, Iris estaba sentada en el árbol que tanto tiempo la había acompañado. La intensa luz del sol no le permitía ver con claridad a lo lejos. Alguien se acercaba. Como no esperaba a nadie siguió escribiendo en su cuaderno. Por un momento, al levantar nuevamente la vista, le pareció que era alguien muy parecido a Carlitos, aunque sin bastón. Y siguió con su cuaderno. La persona se acercó hasta estar delante de ella. Tenía unos anteojos oscuros. Iris no entendía. Y mirando por unos instantes que se parecieron minutos, llena de dudas, asombrada y casi sin ánimo de decir lo que pensaba preguntó: -Carlitos ¿eres tú? Carlitos asintió con un gesto acompañado de timidez. -Sí, Iris.
  • 28. La alegría de Iris, los abrazos y el torrente de preguntas casi todas juntas, se hicieron silencio cuando Carlitos sacándose los anteojos miró a Iris y le dijo: -Qué lindo moño azul que tienes en el cabello. FIN
  • 29. AGRADECIMIENTOS Gracias por compartir tu tiempo, por hacerte presente desde el momento en que comencé a escribir este libro y por ser parte de un todo del que también formo parte, NOTA IMPORTANTE: Pido disculpas, por todo aquello que la mejor de mis intenciones, no ha logrado. Gracias, Sammy