En la secuela, Maggie aprende mucho más sobre todas las cosas extrañas que le sucedieron, y tiene que enfrentarse a otras nuevas. Se rebela contra esto, pero en última instancia, debe enfrentarlo por el bien desu nueva familia y tal vez incluso su vida. Bish pasó de ser su mayor apoyo a su más grande dolor en el trasero y las intenciones de Kyle para atraer su interés pueden no ser tan inocentes. Caleb y Maggie se enfrentan a muchos nuevos obstáculos juntos y luchan para trabajar a través de ellos pero,
¿será uno una buena cosa demasiado para manejar Maggie?
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Sinopsis
En la secuela, Maggie aprende mucho más sobre todas las cosas
extrañas que le han sucedido, y tiene que enfrentarse a otras nuevas. Ella
se rebela contra eso, pero al final, debe enfrentarlo por el bien de su nueva
familia y tal vez incluso su vida. Bish pasó de ser su mayor apoyo a su más
grande dolor en el trasero y las intenciones de Kyle para atraer su interés
pueden no ser tan inocentes. Caleb y Maggie se enfrentan a muchos
nuevos obstáculos juntos y luchan por salir adelante, pero ¿Maggie podrá
manejar tanto?
Significance, #2
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1
Traducido por DaniO & Vanessa Villegas
Corregido por Innogen D.
apá, no puedo creer que pensaras que era una buena idea
enviarlo aquí —dije, luchando por evitar la rudeza de mi voz.
—Ahora, Maggie —me reprendió—. Él en verdad te extrañaba.
Estoy seguro que Bish no es tan malo.
—Él podría darse cuenta de nosotros papá, de lo que somos.
—Nosotros, Peter y yo, pensamos que sería mejor enviar a alguien
que no tuviera poderes o… lo que sé, para vigilarte y mantener a todos
aquí. Están planeando muchas cosas y necesitan la mayor cantidad de
manos que puedan conseguir. Así que Kyle insistió en ir y Bish dijo que él iría
también y sería un chaperón para todos ustedes. No sabe lo que está
haciendo, sólo que está vigilando a un grupo de adolescentes. Dale un
respiro Maggie. Está teniendo tiempo difíciles, renunció a su trabajo,
¿sabes?
—Lo sé. Me lo dijo y no lo hubiera hecho de no haber sido por mí.
Nada de esto estaría pasando de no ser por mí.
—No seas así. —Podía oírlo removiendo papeles y lo imaginaba
bajando su periódico para centrar su atención en mí—. Estas personas se
preocupan por ti. Es evidente por el tiempo que he pasado con ellos.
—¿Qué quieres decir? ¿Pasas tiempo con ellos?
—Sí. Me encontraba con ellos donde Kyle o Peter para esas
reuniones que tenían y cené con ellos más de una vez. Rachel es una
cocinera fantástica.
¿Qué?
—¿Por qué?
—¿Por qué, qué? ¿Por qué querrían que estuviera merodeando
alrededor? —preguntó irónicamente.
P
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—No. No era eso a lo que me refería. A lo que me refiero es, ¿Por qué
querrías tú eso? Pensé que estarías… más molesto o precavido con ellos,
debido a las habilidades y todo eso.
—Maggie, eres una de ellos ahora. No es lo ideal y aún tengo
algunas cosas en la que trabajar pero quiero saber todo lo que hay que
saber sobre ellos y su historia. Además —aclaró su garganta—, tú y Caleb
no tendrán un largo tiempo de descanso pronto, ¿Cierto?
—No papá —respondí y casi sonreí.
—Bueno, entonces necesito agradarle a estas personas. Necesito
saber todo sobre ellos y necesito estar a su alrededor para acostumbrarme.
Serán mi familia algún día, ¿No es así? Un día dentro de un largo, largo,
largo, largo, largo tiempo.
Me reí y enredé mis dedos en mi largo cabello, aún húmedo después
de la playa.
—Muy bien papá, tienes razón. Y estoy contenta de que lo estés
intentando. Era más de lo que podía esperar.
—Bueno. Entonces sé amable con Bish. Y sé cuidadosa a su
alrededor. Temo que no está tan entusiasmado con Caleb como tú lo
estás.
—Puedo decirlo —dije sin siquiera intentar ocultar el sarcasmo de mi
voz.
—Te amo nena. Gracias por llamar a tu viejo.
—También te amo papá. Te veré pronto.
Colgamos y solté un suspiro, recostándome en la tumbona blanca
de la casa de los tíos de Caleb en California. Era nuestro segundo día aquí.
Habíamos ido directamente a la playa una vez que Bish y Kyle había
aparecido, inesperadamente, esta mañana.
Habíamos hecho nuestro camino a través de la puerta trasera hacia
la blanca arena. Dejé mi toalla en la arena y empecé a quitarme la
camisa de Caleb, la cual había conseguido para mí cuando Kyle no se
había mostrado tímido al mirarme y pensar en mí en traje de baño. Bish
inmediatamente había venido y dicho que debería dejármela puesta. El
clima estaba un poco frío por el viento, había sido su argumento. El frunció
el ceño mientras me la quitaba y la tiraba en la arena. Luego me hundí en
la arena y me recosté sobre mi espalda cerrando mis ojos ante la caliente
luz del sol como cualquier día.
Aunque no lo podía ver, podía oír sus pensamientos. Estaba molesto.
Pensaba que estaba siendo arriesgada con mi vida y con este chico quien
aparentemente era algún tipo de estafador que había convencido a todo
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el mundo para agradarles y que lo dejaran llevarme a la playa solos. El
traje de baño de zorra era la cereza del pastel. Jadeé ante sus
pensamientos y me senté para fulminarlo con la mirada, olvidando que no
lo había dicho en voz alta, pero ya me había dado la espalda.
Caleb se sentó en la arena junto a mí, sin camisa y posó una
tranquilizadora mano en mi ardiente espalda mientras hablaba
suavemente.
—Es tu hermano, Maggie. No estará feliz a menos que estés usando
un suéter.
—Usó la palabra “zorra” —susurré duramente para que Bish no
escuchara—. No puedo creer que él…ugh. Sólo pensé que este viaje sería
diferente. Y tampoco tengo idea por qué está Kyle aquí. ¿De qué
demonios va esto?
Caleb gruñó infeliz.
—Papá dijo que no podían prescindir de nadie más.
—Bah —me quejé.
—Oye, ¿Por qué no me dejas enseñarte a surfear mañana en la
mañana? Mantendré tu mente ocupada. Hay un escondite de tablas en la
casa. Si salimos temprano, el oleaje será bueno.
—Sí —concordé, un rayo de esperanza filtrándose a través de mí—.
Siempre quise aprender a hacer eso.
—Bien. Es una cita.
—¿Me llevarás a una cita de verdad mientras estamos aquí?
—En realidad, tengo unos pocos lugares a los que tengo intención
de llevarte antes de que nos vayamos —dijo con un aire de suficiencia.
—Bien.
Sonrió y empezó a bajar su cabeza para besarme pero le dio un
rápido vistazo a Bish y se detuvo. En su lugar se recostó en la toalla junto a
mí, sus brazos bajo su cabeza, sus pies tocando los míos y permanecimos
así hasta que regresamos a la casa un rato después. Kyle había pasado
todo el tiempo en el agua y Bish había permanecido a una molesta
distancia de mí y Caleb.
Y aquí estábamos ahora, yo enfurruñándome en el teléfono con mi
padre. Caleb trataba de arreglar algo de la cena en la cocina. Bish
tomaba una ducha y Kyle jugaba videojuegos en el televisor. Puse el
teléfono en la mesa junto a la silla y dejé caer mi cabeza hacia atrás con
frustración. Cerré mis ojos, cruzando mis tobillos y empujando la camiseta
de Caleb más abajo sobre mis muslos.
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Pensé sobre todo lo que había pasado ese día. Acerca de todo lo
que quería hacer mientras estuviéramos aquí. Acerca de lo que Caleb y yo
habíamos estado haciendo cuando fuimos interrumpidos por Bish y Kyle.
Sin saberlo, para mi desgracia caí en un sueño.
Estaba sentada en el porche en los cojines de felpa del columpio,
observando el océano. Me sentía absolutamente contenta y segura ahí,
incluso aunque Caleb no estuviera conmigo. Me pregunté por qué no
estaba. El océano era tan azul, las olas eran tan blancas y los árboles del
patio trasero eran tan verdes. Era como un… sueño. ¡Mierda! ¡No!
—Oh sí.
Me di la vuelta para ver a Marcus, sonriendo desde la puerta. Tenía
un codo apoyado en el marco de la puerta, haciendo que los músculos
superiores de su brazo destacaran. Vestía una camiseta gris, jeans y botas
negras. Había cortado su negro cabello extremadamente corto excepto
por el mechón irregular sobre su frente y un pequeño calibre había sido
colocado en su oreja desde la última vez que lo vi.
—Maggie —canturreó con un falso tono dulce—, te dije que tu
pequeño amante no estaría a tu alrededor por siempre, ¿No es así? ¿La
playa, eh? —dijo mientras miraba alrededor—. No fueron muy lejos,
¿Cierto? Sikes pensó que habían ido a algún lugar lejano como pequeños
cobardes.
Me di cuenta que él pensaba que aún seguía cerca de Tennessee.
Se acercó para recostarse en el columpio que había en frente de mí y
cruzó sus brazos y sus tobillos.
—¿Qué quieres? —pregunté, tratando de mantener mi voz estable.
—¿Qué es lo que siempre quiero?
—Llamaré a Caleb —le advertí y empecé a tomar aliento cuando
sacudió su dedo hacia mí.
—A-a-ah, yo no haría eso. Si lo haces, entonces no sabrás lo que he
venido a decirte. —A pesar de todo, mi curiosidad picaba.
—¿Qué?
—Primero, harás algo por mí.
—¿Qué? —pregunté cautelosa.
—Linda camiseta —dijo con una sonrisa que hizo que mi estómago
se volcara. Bajé la mirada y vi que seguía usando la camiseta de Caleb
sobre mi traje de baño y que escasamente cubría mis piernas. La bajé de
un tirón sobre mis muslos y se rió.
—Oh vamos. ¡Estaba disfrutando el espectáculo!
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—Marcus. Si eso es lo que quieres para que me quede…
—Me dirás cuál es tu habilidad. Sikes quiere saber y quiero estar de
nuevo en su gracia.
—De ninguna manera —dije como si estuviera loco—. ¿Por qué te
diría eso?
—Porque entonces te diré por qué Sikes están tan molesto por el
ascenso de tu chico y el tuyo. No son sólo celos porque los Jacobson están
imprimados. Hay una profecía.
—Una profecía —me burlé—. ¿Qué es esto, Harry Potter?
—No. Esto es muy real. Y estoy dispuesto a hacer un trato —dijo
seriamente.
Pensé. Me pregunté si Caleb estaría molesto si supiera lo que estaba
a punto de hacer. Por supuesto que lo estaría. Odiaría el pensamiento de
ellos sabiendo algo sobre mí pero, necesitábamos saber qué buscar,
¿cierto? ¿Qué podría hacer él con el conocimiento de mi habilidad? ¿A
quién heriría? Luego tuve una revelación. No había leído los pensamientos
de Marcus desde que empezó el sueño. No había escuchado nada
saliendo de su cabeza hacia la mía. Me concentré en él. Traté de leerlo.
Traté de ver sus pensamientos pasados, Nada.
Mierda. Mi habilidad no funcionaba en sueños.
Pero no iba a decirle eso. Así que me senté derecha y tomé la
decisión de decirle.
—Una vidente. Esa es mi habilidad.
Su mandíbula cayó y luego hizo un feo ruido en el fondo de su
garganta.
—Estás mintiendo —acusó con una mueca.
—¿Lo estoy? —pregunté pretendiendo ser presumida.
De repente se veía más que listo para estar fuera de su eco.
—Hay una profecía. Habrá tiempo para una gran tribulación. Nadie
sabía lo que significaba hasta que las imprimaciones se detuvieron. Eso
significó la detención de las ascensiones y entendimos que esto era de lo
que hablaba. La profecía dice esto: “Dos vendrán para convertirse en uno.
Aquel terminará lo que estaba hecho. Uno poseerá el poder de dar a luz
un nuevo día de justicia, fortaleza y alegría. Luego dos mantendrán nuestro
espíritu puro y fuerte, empezarán de nuevo y le pondrán fin a los malvados
y al mal” —dijo—. Es tonto pero es lo que dice. Y Sikes está dispuesto a
creerlo. Estoy seguro que no es difícil ver quién será visto como el malvado
en la profecía —dijo casi orgulloso.
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—¿Cómo conseguiste la profecía? ¿Apareció milagrosamente en
una hamburguesa cubierta de salsa de tomate?
—No, sabelotodo. Fue prevista y escrita por otro vidente hace
setenta y cinco años. La hemos mantenida escondida y segura.
—Entonces, ¿pretendes que crea que Caleb y yo somos el uno? ¿El
dos convertido en uno?
—Eso es lo que cree Sikes. Desde el primer segundo en que escuchó
sobre tu imprimación con Caleb estaba empeñado en detener su
ascensión. O en detenerlos de convertirse en el “uno”.
—¿Por qué me estás diciendo esto?
—¿Pensaste que me iría sin decirte la verdad, eh? —dijo con una
sonrisa maliciosa.
Se rió de mí.
—Me temo que mi agenda y la de Sikes ya no terminan en la misma
página.
—¿Qué significa eso?
Hizo un sonido como el de una alarma en un juego.
—¡Eh! Eso fue todo el tiempo que tenemos por hoy gente, pero
gracias por jugar. Ahora, si me disculpas, tengo que estar de vuelta antes
de que Sikes se dé cuenta de lo que estoy haciendo.
—Espera. ¿Cómo puedes usar el regalo de Sikes de ese modo?
Me dio una graciosa mirada.
—¿En verdad crees que me importa si hiero sus preciosos
sentimientos?
—No, no. No me refería al “cómo pudiste”; Me refiero a cómo
puedes, literalmente hablando. ¿Cómo puedes hacerlo?
Se encogió de hombros, viéndose muy complacido y superior.
—No sé cómo funciona. Eres solo tú. No puedo recoger a cualquiera
que desee, créeme, lo he intentado. Así que ahora, ¿No te sientes
especial? —canturreó.
Sacudí mi cabeza.
Empezó a caminar a mí alrededor hacia la puerta y conmigo
perdida en mis pensamientos, no pensé que tenía que ser cautelosa hasta
que ya era demasiado tarde. Lo sentí agarrar mi cabello desde atrás y tiró
de él para mantenerme sujeta a la silla. Se inclinó sobre mí para hablarme
desde cerca pero sin tocarme.
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—No puedo simplemente irme. Caleb sabrá que tuviste un eco y
pensará que he sido suave si te dejo vivir sin hacerte nada.
Vi el brillo del metal y pensé que era un cuchillo. Luego vi que eran
tijeras y maldije estúpidamente.
—¿Qué estás haciendo? ¿Me dijiste todo eso simplemente para
asesinarme? —dije francamente.
Y luego la verdad me golpeó. Probablemente eso era exactamente
lo que estaba haciendo, tratando de jugar amable simplemente por
diversión.
—No, tonta humana —dijo Marcus—. Oh, espera, supongo que ya no
puedo llamarte así, ¿eh? Pero no, no lo estoy haciendo para matarte. Sólo
lo estoy haciendo para que Caleb crea que sigo odiando tus agallas, lo
que por cierto, sigo haciendo —gruñó en mi oído e hice una mueca
mientras vi su brazo moverse.
¡Maggie! ¡Despierta!
Oí a Caleb, pero era demasiado tarde. No había nada que hacer.
Esperé por el pinchazo y el dolor de las tijeras en mi pecho, pero no sentí
nada más que el tirón de la mano de Marcus en mi cabello.
¡Escúchame! ¡Despierta ahora, Maggie!
Entonces oí una tijeretada. Di un grito ahogado despierta en la silla y
vi a Caleb sentado a mi lado, con la preocupación grabada en su cara.
—¿Maggie?
—Marcus —grazné.
—Lo sé. Te quedaste dormida en la silla —me reprendió
suavemente—. ¿Te hirió? ¿Qué paso? —pregunto mientras me miraba.
—No lo sé, me dijo algunas cosas y luego regresó con unas tijeras y…
—Me senté y mechones y hebras de mi cabello cayeron alrededor de mis
hombros. Me di cuenta de lo que había hecho con esas tijeras. ¡El bastardo
me corto el cabello!
—¡Cortó mi cabello!
Sentí a Caleb escarbar en mi mente, viendo a Marcus.
—¿Por qué diablos hizo eso? —preguntó Caleb vehemente,
sabiendo exactamente lo que había ocurrido.
—Es un imbécil demente, por eso. —Levanté las hebras en mis
hombros y sentí el pelo todavía en mi cabeza con temblorosos dedos al
sentirlo cortado sobre mis hombros. Sentí una repentina pérdida. Quería
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llorar, pero vaya, sólo era cabello… ¿correcto?—. Cortó mi cabello —repetí
en voz baja.
Caleb hizo una mueca y me puso debajo de sus hombros.
—Lo siento. Vamos a subir las escaleras y vestirte antes de que Bish
salga de la ducha. Luego te llevaré a la peluquería de la esquina y
veremos si lo pueden arreglar, ¿sí?
Frotó mi hombro, la ducha de hebras de cabello alrededor de
nosotros mientras lo hacía, hice una mueca de dolor como si fuera
doloroso.
—Sí, está bien.
Al mismo tiempo que me levantaba de la silla, Kyle dio vuelta a la
esquina. ¡Ugh! ¿No podía haber esperado cinco segundos?
—Mags, ¿Qué diablos?
—Marcus —explicó Caleb—, ahora muévete —ladró.
—¿Pero pensé que sólo podía entrar en un sueño?
—Me quedé dormida. Fue mi culpa —dije en voz baja.
—No, no lo fue —contradijo Caleb—. Soy el que te dijo que no podía
llegar cuando estabas tan lejos. Te sentiste a salvo. Fue mi culpa que
bajaras la guardia.
—¿Pero por qué te cortó el cabello? —me preguntó Kyle,
mirándome con atención—. ¿Qué con eso?
—Me dijo algunas cosas. Me contó algunas cosas sobre Sikes. Luego
dijo que tenía que hacerme algo malo así Caleb… —Levanté la mirada a
Caleb y le sonreí con tristeza—. Así no pensarías que se ha vuelto blando.
—Podría matarlo —gruñó, apretando su agarre sobre mí—. Lo que
ese pequeño bastar… —empezó Caleb con rabia pero lo detuve.
—No, no, ¿por favor? Esto es por lo que lo hizo. —Puse una de mis
manos en su pecho y otra en su cuello para extraer su ira—. Él sabía que te
volverías furioso cuando me vieras y harías algo loco. ¿Por favor?
Respiró hondo visiblemente y oí murmurar a Kyle mientras se alejaba.
—Voy a limpiar la silla antes de que Bish la vea.
—Está bien —dijo bruscamente Caleb—. Vamos, tienes que tomar
una ducha y lavar todo fuera antes de irnos.
—Está bien.
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Lo dejé llevarme a cuestas arriba mientras yo conscientemente
acariciaba las hebras fibrosas que me quedaban en la cabeza. Una vez
que llegamos a la habitación del segundo piso, puso mi mano lejos.
—Oye, estará bien. Lo arreglaremos. No seas consciente a mí
alrededor.
Miré en el espejo del pasillo e hice una mueca al desorden de mi
cabeza.
—Oh mi…
—Está bien. —Me dio la vuelta, así no me vería más—. Vamos.
Cuanto antes te duches, más pronto nos iremos.
Tiró de mi camisa por encima de mi cabeza y me dirigió a la enorme
ducha con mi traje de baño puesto. Puso el agua para mí y cerró la puerta
de vidrio de la ducha.
—Iré a vestirme —dijo.
—Está bien.
Seguí tirando puñados de cabello a medida que dejaba el agua
lavar sobre mí. Me quité el traje de baño y lavé lo que quedaba de mi
cabello. Se sentía tan diferente. Nunca había usado mi cabello corto
antes, nunca. Se sentía mal. Lo odiaba. Sabía que no había manera de
tenerlo bien otra vez sin tener que tomar más para nivelarlo. Estaba tan
furiosa que me puse a llorar, lágrimas de rabia calientes. Era tan estúpido
llorar por el cabello, pero era ¡mi cabello! Había estado unida a él,
¡literalmente!
Me senté en el suelo con las rodillas hacia arriba y dejé que el agua
cayera mientras lloriqueaba y me sentía ridícula. Después de unos minutos,
Caleb entró. No lo oí o vi. Sólo lo sentí y sabía que estaba allí.
—Bebé —me tranquilizo y se apoyó en la puerta de cristal glaseado,
su silueta lo mostró con su mano contra el vidrio—. No llores. Estarás bien y
no eres estúpida. —Me había estado leyendo y oyendo mi diatriba interna.
Me sentí aún peor—. Estás lista, vamos. Conseguiremos que se ocupen de
eso, ahora mismo.
Abrió la puerta y sostuvo una toalla grande y negra en sus manos. Sus
ojos se encontraban cerrados. Sonreí a mi pesar.
—Lindo —murmuré—, ¿pero no me has visto ya desnuda?
Se asomó y vio que estaba de pie. Me miró sobre la toalla que
seguía sosteniendo.
—Sí, y la memoria estará grabada en mi mente para toda la vida.
Prefiero no verte otra vez hasta que estemos listos. —Sabía lo que quería
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decir con listos—. Estoy tratando de ser un caballero —bromeó y sacudió la
toalla para llamar mi atención enfocándome en ella.
—Oh, lo siento. —Me volví y lo dejé envolverme en ella—. ¿Así que no
quieres verme desnuda? —pregunté cuando me di la vuelta. Eso me
pareció algo extraño.
—Por supuesto que sí. No empieces con tus inseguridades de chica
conmigo, Maggie Masters. —Sonrió, una sonrisa real—. Sólo no quiero la
tentación. Me has visto antes, esta mañana… y eso era cuando estabas en
traje de baño.
Me sonrojé, recordando la expresión en su rostro.
—Lamento que sea incomodo para ti.
—Está bien. Sólo me aguantaré, de alguna manera.
Me reí para mis adentros mientras iba a la gran cama y abría mi
equipaje, tomando algo. Me di la vuelta para encontrarme con que se
había ido y la puerta se cerraba, así que me vestí rápidamente y bajé las
escaleras. No me miré en el espejo del vestíbulo. No quería ver cómo me
veía.
Me concentré en Bish y vi en su mente que se afeitaba, así que
rápidamente me dirigí escaleras abajo donde Caleb me esperaba al final,
siempre esperando por mí.
—¿Estás seguro de que pueden arreglarlo? —pregunté mientras lo
alcanzaba y él ponía una gorra de béisbol azul de los Titanes de Tennessee
sobre mi cabeza.
—¿Quién arreglara qué? —preguntó Kyle mientras se acercaba de la
cocina y me miraba.
Mierda, mira eso, esto apesta. Estará arruinada por el resto del
verano.
—Kyle —gritó Caleb, leyendo sus pensamientos mientras yo los leía—.
Hombre, cállate.
—Lo siento —gritó de regreso y se encogió inocentemente de
hombros—. No lo dije en voz alta así que debe de contar para algo.
—No lo hace. Mantén a Bish ocupado mientras nos vamos.
—¿A dónde van? —preguntó Kyle mientras mordía una manzana
verde y le hice una mueca en cuanto pensó sobre lo agria que sabía.
Podría sentir mi propia mandíbula cerrándose con ella. Raro.
—El salón está a la vuelta de la esquina. Mi mamá lo usa cuando
está aquí. Ellos deben ser buenos.
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Espero que sean realmente buenos, murmuró Kyle en su mente
mientras se giraba para volver a su madriguera para terminar su juego de
Halo.
—Kyle. Si no te callas…
—Está bien —dije con una mano en el brazo de Caleb para
detenerlo—. Vámonos.
Me llevó al Jeep, murmurando por lo bajo. Llegamos al salón y se
veía elegante. Mucho más elegante que cualquier cosa que había estado
y me sentí mal vestida. Caleb me abrió la puerta y mentalmente me centré
en él para no ser abrumada cuando entramos al salón. Me miró como
diciendo “¿lista?” Asentí y nos dirigimos hacia las grandes puertas de cristal.
—Hola —dijo Caleb a la recepcionista, que era elegante en sus
gafas de montura de alambre y su sacudido peinado en un tono negro.
Caleb empezó a derramar nuestra situación, pero me echó un
vistazo y se quedo sin aliento.
—Oh, no ¿tu hermano te hizo eso? Mi hermano cortó mi cola de
caballo cuando tenía dieciséis y yo estaba tan devastada. ¡Pero maldito si
no le corté toda la parte de atrás cuando me hice mayor! ¡Ja! —Se paró y
se acercó al mostrador—. Déjalo fuera. Vamos a echarle un vistazo.
Me saqué la gorra de mala gana de su lugar y me estremecí ante la
avalancha de pensamientos afines de muchos otros, así como de nuestra
ansiosa recepcionista.
—Oh, cariño, hizo un número en ti. —Miró a Caleb y entrecerró los
ojos—. ¿Es este el único?
—No. Era… no importa. ¿Pueden arreglarlo?
—Claro que podemos, cariño. Síganme. Se necesita tratamiento VIP
después de lo que has pasado.
—Um… Sólo el tratamiento regular estará bien —le dije
preguntándome cuánto costaría el acrónimo VIP, sería levantar el
proyecto de ley.
—Dale VIP —dijo Caleb y me regañó internamente.
Tienes que dejar de pensar en los signos de dólar. No es importante
para mí.
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—Bueno, entonces —comenzó de nuevo, sin decirme nada—, vamos
a situarte. Sugar Daddy1 puede pasar el rato en la sala de espera —dijo
apuntando por dónde ir.
Él sonrió y agitó una mano en saludo hacia mí mientras ella me tiraba
lejos entrelazando su brazo con el mío.
—Pero él no es mí…
—Oh, está bien, cariño. Esto es California. Todo el mundo tiene uno y
los que no lo tienen desearían hacerlo.
1
Se refiere a Caleb como Sugar Daddy. Es un hombre viejo que sale con una mujer
usualmente joven y le da un montón de regalos y dinero como un padre da a su hija.
Usualmente lo hace en retribución a compañerismo o favores sexuales.
17. Página17
2
Traducido por Vanessa Villegas
Corregido por Innogen D.
uería rodar los ojos por el uso demasiado frecuente de la
palabra “cariño” de parte de la recepcionista cuando
apenas la conocía.
—¿De dónde eres, cariño? Ese acento es la cosa más linda que he
escuchado.
—Um… ¿gracias? —Estaba segura que era un insulto en alguna
parte—. Soy de Tennessee.
—Es un largo camino desde tu casa.
—Sí.
Entonces me empujó hacia otra mujer con las cejas espectaculares y
cabello completamente blanco.
—Ahora, Luna se hará cargo de ti, empezando con un pulido.
—¿Luna? —le pregunté antes de poder pensarlo mejor.
—Sí, Luna ¿y tú? —preguntó Luna mientras miraba mi desastre de
mechones con su cabeza chorreando de todo tipo de palabras ofensivas.
—Maggie.
—Maggie —repitió e hizo una mueca como si fuera doloroso—. Que
extraño. Vamos a conseguirte una silla.
—¿Puedes arreglar mi cabello?
Me senté.
—Hago piel, no pelo. Siéntate —ordenó.
Me senté. Me reclinó hacia atrás todo el camino plano y empezó a
pulir mis brazos y manos con una sustancia azucarada de arenoso olor.
Olía celestial. Como la azúcar morena e higos o ciruelas. Pulió y abrillantó
con vigor en silencio mientras la música estilo oriental tocaba por el
Q
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altavoz. Había velas encendidas en todos los rincones y las luces eran
tenues, pero eso no cambiaba el hecho de que fregaba las dos capas
superiores de mi epidermis. No fue difícil asegurarme estar alerta para no
quedarme dormida.
—Tienes una piel realmente grandiosa —dijo de una manera casual
mientras empezaba con mis piernas—. Por lo general consigo una mujer
que ha pasado once horas al día quemándose en el sol, y se siente como
cuero.
—Gracias.
—Sólo estoy haciendo una declaración. Muy bien, estás lista. Vamos
a enjuagar y luego te tomaré para tu mani/pedi.
Mani/pedi. Gemí y le envié a Caleb un mensaje a su mente. Podía
ver lo que él veía sentado en su cómoda silla en la sala de espera con
otros dos hombres viendo las repeticiones de “Dirty Jobs”.
Ooooh. Estás en un gran problema.
Se rió en mi mente mientras era llevada de una habitación a otra.
Me sentaron en una silla de respaldo alto y metí los pies en agua azul
hirviendo, había espuma y burbujeaba. Se sentía como si estuviera
chamuscando carne.
¿No te estás divirtiendo?
Si ser torturada constituye como diversión, entonces sí.
Se rió más fuerte.
De alguna manera lo dudo. Tienes que salir más, Maggie.
Estoy fuera. ¿Estás aburrido fuera de tu mente?
Nop. Me encanta “Dirty Jobs”.
Chicos.
Se echo a reír otra vez.
Eres tan graciosa. Simplemente diviértete, Maggie. Relájate. Esto se
supone que es nuestra burbuja libre de estrés. ¿Recuerdas?
Pero ni siquiera han arreglado mi cabello aún.
Maggie, me regañó. Te ordeno que te relajes. Que lo disfrutes. Saca
el enojo. No me estás dejando divertir echándote a perder.
¿Eso significa que vas a dejar de intentarlo?
Nop. Me esforzaré más.
Suspiré y decidí seguirle el juego con un gran y falso tono de
entusiasmo.
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¡Bien! ¡Estoy teniendo un tiempo fantástico! Seriamente, muy
impresionada. ¿Quién sabría que hervir la carne de mis huesos fuera así?
¡Mucha! ¡Diversión!
Oí su risa desde donde me encontraba sentada, su risa real, desde la
otra habitación. Apuesto que los chicos de allí pensaban que estaba loco.
¡Ese es el espíritu!
No estoy tratando de ser ingrata. Realmente aprecio esto, lo hago.
No soy una de esas chicas. Lo siento.
Eres exactamente quien quiero que seas. Te amo.
Te amo.
Un hombre grande con barras de metal en su labio y ceja con el
pelo negro y picos verdes terminó los dedos de mis pies y manos, me
mandó a hacerme las cejas con cera. Una vez que la dolorosa experiencia
y las cicatrices mentales hubieran terminado por fin llegó la mujer para
arreglar mi cabello. Era alta y delgada, con grandes caderas acentuadas
en su lycra verde y tacones dorados altos. Su caliente blusa rosa a juego
con sus aretes y su cabello corto completamente de plata y rapado en un
ángulo colgando de su frente sobre el ojo. No estaba segura si era la moda
de Hollywood o no pero para mí… sólo se veía demente.
—Vamos, linda. Vamos a ver lo que tienes para mí. —Me hizo señas
para que me sentara en la silla. Encendió un pequeño foco que brillaba a
mi derecha y frunció el ceño—. ¿Te hiciste eso a ti misma?
—No, señora.
—No soy tu señora. Puedes llamarme Isla. Ahora, ¿qué es lo que
quieres? ¿Funky, Gotico, Chic, Retro?
—Sólo quiero que lo arregles sin quitarme más de lo necesario. Me
gustaba mucho mi cabello antes y no quiero ninguna locura. Sólo haz que
se vea normal.
—Normal —repitió—, bien.
Se puso a cortar con tijeras y cepillar y echar spray. Cerré los ojos a la
gran variedad de movimientos desastrosos que estaba llevando a cabo.
¿No le gustaría a Caleb? ¿Estaría avergonzado de ser visto conmigo?
¿Qué diría mi papá? Y entonces me di cuenta de que no importaba lo que
nadie pensara excepto yo y no lo odiaría sin incluso haberlo visto.
Así que me senté a través de todos los cuidados en silencio y quieta
como un ratón de iglesia. Ella lo secó y la sentí tirando y tirando. Y
entonces…
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—Está bien, puedes mirar. —Mis ojos se asomaron abiertos y me
quedé sin aliento por la agradable sorpresa. ¡Se veía fantástico! Cortado
bajo la barbilla y mantuvo mis ondas sueltas y colgando alrededor de mi
cara y en frente. Sí. Era corto. Pero era lindo también. Y creció en mí
instantáneamente—. ¿Te gusta?
—Sí. Lo hace. Muchas gracias. Se ve muy bien —le dije mientras me
paraba y pasaba los dedos por él.
—Un placer. La recepcionista te verá ahora. Ve, ve.
Me revolví mientras me espantaba y le di otra vez las gracias al salir.
La recepcionista estaba con alguien ya, así que hice mi camino por la
partición del bambú a la pequeña zona de espera hacia Caleb. Lo vi al
momento que me vio. Sonrió con énfasis extático.
—Ah, Maggie —dijo dulcemente y se levantó para recibirme—. Te
ves hermosa. No tenías nada de que preocuparte.
—Gracias —le dije, y forcejeé con los mechones de pelo por mi
barbilla—. Es realmente corto.
—No tan corto. —Lo sacó para mí como haciendo una cola de
caballo y me mostró que todavía podía mantenerla si quería, a duras
penas.
—¿Ves?
—Sí —le dije mientras la soltaba y él pasaba los dedos a través de él.
Me estremecí y sonreí con tímida vergüenza—. Entonces ¿te gusta? Está
bien ¿no?
—Me encanta. Te ves más… crecida.
—Gracias.
—¿A ti te gusta? ¿Estás feliz?
—Sí. Me gusta y lo soy.
Pasó sus manos por mis brazos.
—Estás muy suave y perfumada para alguien que afirma haber sido
torturada.
Me eché a reír y empujé su pecho un poco en broma.
—Fue una tortura. La próxima vez, vienes conmigo.
—¿La próxima vez? —Se inclinó más cerca hacia adelante—. ¿Estás
diciendo que vas a dejarme echarte a perder de nuevo?
—Ya veremos.
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—Oye, eso es progreso en lo que a mí respecta —dijo sonriendo y me
tomó de la mano para arrastrarme a la recepcionista para pagar.
Me opuse cuando dijo mi total.
¡Que! ¿Acabamos de comprar algún auto usado del que no sabía?
Se rió y lo cubrió con una tos mientras le daba su tarjeta de crédito a
la recepcionista.
Echarte a perder no es barato, mi amor.
Caleb… es demasiado…
No empieces con eso otra vez. ¿Pensé que estábamos haciendo
progresos aquí?
Eso fue antes de que me diera cuenta de que tendrías que vender
un riñón para conseguir un corte de cabello.
Maggie, Maggie. El dinero es sólo papel.
Para ti tal vez.
Sonrió y firmó su recibo y nos metimos al Jeep, dirigiéndonos a la
casa de la playa. Bish y Kyle se encontraban en el estudio, jugando
videojuegos juntos.
—Ustedes no deben irse sin mí, saben —espetó Bish, sin apartar los
ojos de la pantalla.
Kyle gritó de rabia en la batalla con Bish, y luego él gritó de vuelta
cuando su avatar fue decapitado.
—¡Oh! ¡Vamos, hombre! —Tiró la palanca a los cojines del sofá—. ¿Sí?
Estoy esperando pacientemente una excusa —dijo todo inteligente
cuando se puso de pie y se volvió para fruncirnos el ceño. Pero su furiosa
mirada pronto se convirtió en sorpresa y luego en una pequeña sonrisa—
¿Maggie? ¿Qué hiciste? Te ves… hermosa.
—Eso es lo que dije. —Caleb brotaba de alegría.
—¿Te cortaste el pelo? —dijo Bish y llego hasta mí—. ¿Por qué?
Quiero decir, me gusta, ¿pero por qué?
Kyle me miró a través de la parte posterior del sofá e hizo una toma
doble. Inmediatamente bloqueé sus pensamientos.
—Yo sólo quería algo nuevo.
—Bueno, lo tienes, de verdad. —Dejó unas hebras correr a través de
sus dedos—. Se ve bien en ti, niña.
—Gracias. Bien. ¿Qué tal algo de cenar ahora? Me muero de
hambre —dije tratando de dirigir los pensamientos lejos de mí.
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—Bueno —dijo Caleb—, empecé la cena pero se me quemó
cuando estaba… olvidé que se supone que nos estábamos alistando.
Mierda. ¿Fue mi culpa?
Está bien.
—Voy a pedir un par de pizzas —dijo Caleb.
—Es mejor pedir algunas. Me muero de hambre —dijo Kyle, llegando
a mi lado. Se volvió para mirarme y sonrió—. Te ves genial.
—Gracias. Me alegro de que pudieran arreglarlo.
—¿Arreglarlo? ¿Qué quieres decir? —preguntó Bish arqueando una
ceja, curioso.
—Uh… sólo que estaba tan dañado. Me hicieron algunos
tratamientos.
—Es por eso que huele tan bien —dijo Kyle, rodeándome. Olió mi
cabello por detrás—. Mmmm.
—Kyle, detente.
—¿Qué? —dijo inocentemente.
Me di la vuelta y lo miré a los ojos. Mi mirada no vaciló. Le supliqué en
silencio y lo vi ablandarse.
—Por favor, Kyle. No tiene que ser así.
Lo vi a punto de hablar pero Caleb regresó así que suspiró y regresó
al sofá. Bish negó con la cabeza hacia mí.
—Bueno la pizza estará aquí en treinta minutos o es gratis. —anuncio
Caleb.
—¿De qué conseguiste? —preguntó Kyle, volviendo a su juego.
—Cuatro: una de pepperoni, una de jamón con piña, dos con todo.
—¿Conseguiste una con todo menos aceitunas verdes o negras?
Porque Maggie las odia —ofreció Bish.
—Puedo sacarlas, Bish. Está bien. —le aseguré y le di una significativa
mirada.
—En realidad —comenzó Caleb y echó su brazo por encima de mi
hombro—. Conseguí una pizza sin aceitunas. Sabía que las odias. —Me
besó en la sien y sonrió—. Así que, Bish —se volvió hacia él, y asintió en
dirección a Kyle—, ¿Qué te parece si nos matamos los unos a los otros? —
Se dirigieron a sentarse junto a Kyle. Caleb se echó una bolsa marrón
enorme de frijoles de gamuza y Bish se sentó en la silla del club—.
Pongámonos las pilas, Kyle.
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—¡Oh, Seeh! —gritó Kyle animado—. No te he azotado en Halo en
mucho tiempo, mi amigo.
—En tus sueños —refutó Caleb y me miró—. ¿Estás dentro, Maggie?
—No sé cómo jugar.
—Ven aquí. —Se deslizó un poco más atrás y me hizo señas hacia él.
Me senté entre sus piernas y envolvió sus brazos a mí alrededor para
mostrarme la palanca—. Puedes verme por ahora y luego te añadiremos
en la próxima ronda. ¿Bien?
—Bien.
No iba a quejarme. Tenía el mejor asiento de la casa. Jugaron un
rato y luego oí el timbre de la puerta. Le susurré a Caleb que atendería y
murmuró una respuesta, pero estaba tan metido en el juego, que yo bien
podría no haber estado allí. Me reí entre dientes y agarré el dinero que
había dejado a un lado de la mesa para dar al repartidor. Abrí la puerta y
vi un chico, de unos diecisiete años, tal vez dieciocho.
—Hola. $ 27.50.
Bueno, holaaaa linda señorita.
—Aquí tienes —le dije, tratando de no rodar los ojos.
—¿Necesitas cambio?
Tengo algo de cambio para ti.
—No, gracias.
—Uh… sí. Sostenla.
Tomé las pizzas, colocándolas sobre la mesa y rodé mis ojos al oír su
siguiente pensamiento.
Aun mejor desde atrás.
—Caleb. El chico repartidor pregunta por ti —le grité.
—¿Eh? —preguntó aún sin mirarme.
—Preguntó si estás aquí.
Puso el juego en pausa y miró pensativo.
—Oh. Probablemente es Chris. —Fue a la puerta y no lo seguí pero
me quedé donde estaba. Podía oír sus pensamientos de todos modos. No
tenía necesidad de estar cerca.
—Oye, hombre. Hace mucho que no te veo —dijo Caleb e hicieron
un pequeño extraño apretón de manos, golpeando el puño y rompiendo
cosas—. ¿Así que está en casa Zeke de la escuela?
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—Seeh, está lanzando una gran fiesta mañana en la noche en el
muelle. Quería ver si habías venido. —Miró hacia mí y chasqueó la lengua
en apreciación—. Y trae todo lo bueno contigo.
—¡Oye! —gritó Caleb—, eso bueno es mío.
—Lo siento. Buen trabajo, hombre. ¿Kyle está aquí también?
—Se eso —respondió de mala gana.
—Genial, tráelo. A las ocho.
—Bueno. Ya veremos. Gracias, hombre.
—Nos vemos.
Caleb cerró la puerta y se volvió mirándome.
—Ese es Chris. Es el hermano menor de un tipo con el que
pasábamos el rato cuando llagábamos aquí en verano.
—Uhuh. —Arqueé una ceja y incliné la cabeza en broma—. Y… toda
eso bueno es tuyo, ¿eh?
Se echó a reír.
—Eres un poco espía. —Me abrazó a él—. Y sí. Todo mía.
Sólo reí y fui de puntillas para besarlo… justo cuando Bish dobló la
esquina con Kyle a sus talones.
—Creí que habíamos acordado cortar eso —murmuró Bish.
—Yo no acordé nada —le dije mientras le entregaba un plato y lo
oía gruñir.
Llevamos nuestros platos a la guarida y retomaron el juego, mientras
comían. Era extraño verlos. Ni siquiera miraban cuando daban un
mordisco. Era sólo automatización sin sentido.
Envié un mensaje a Beck tan pronto como terminé.
Hola. Aún estoy bien. En realidad estoy en California con Caleb. Es
una larga historia, pero era necesario por razones de seguridad. Te llamaré
pronto, te quiero.
Una vez que Caleb terminó de comer consiguió que me sentara a
entre sus piernas de nuevo y me mostró como usar los controles. Recibí la
respuesta de Beck.
¡Increíble! ¡¿California?! Santo cielo, Mags, estarás tan bronceada.
Llámame pronto.
Kyle me agregó como jugadora y empezamos de nuevo. Estaba
como muerta en diecisiete segundos.
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—Amigo, tómalo con calma —lo regañó Caleb—. Ella nunca ha
jugado antes.
—No prisioneros —murmuró Kyle mientras disparaba a alguien,
moviendo su control hacia delante con cada disparo—. Ah, sí, toma eso
Ciudad de Nueva York.
Me di cuenta de que ese era el nombre de Bish en el juego.
—Estoy cansada de todos modos —le dije a Caleb—. ¿Puedo sólo
sentarme aquí?
—Sí. —Me miró—. ¿Quieres que vaya a la cama contigo?
—No, juega. Si me duermo, estarás aquí conmigo. Estaré bien.
—¿Por qué sólo no vas a acostarte a la cama por ti misma, Maggie?
—dijo Bish aunque sus ojos estaban puestos en el juego, su voz perpleja—.
¿O el sofá en la otra habitación? No es ciencia de cohetes.
—Estoy bien aquí. Gracias.
—Lo que sea. Caleb no puede estar cómodo así. Y nunca te he
catalogado como una novia pegajosa —dijo en tono de burla.
No tenía idea de que decir. Siempre busqué los cojones, todo lo que
hice, a Bish. Y nunca me ha catalogado como ingenua e inmadura y
pegajosa ahora a causa del vínculo y Caleb no soy capaz de estar por mí
misma.
Sólo me acurruqué en el pecho de Caleb y traté de no pensar en
ello.
—Estarás bien así —me aseguró.
No te preocupes por él. Estás justo donde quiero que estés.
Gracias. Lo siento.
¿Por qué?
Estoy siendo pegajosa.
Tienes que ser pegajosa en estos momentos. Te prefiero pegajosa
que no a salvo. Además, me gustas pegajosa. Tú pegajosa en mi regazo.
¿Qué hombre no querría eso?
Me reí suavemente y sacudí la cabeza sabiendo que me sentiría
haciéndolo.
Estás tan loco. Te amo.
Te amo, nena. Sus labios rozaron mi sien y la besó suavemente.
Duerme.
Asentí y así lo hice.
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3
Traducido por Vanessa Villegas & Lunnanotte
Corregido por tamis11
la mañana siguiente me desperté en el sofá cama con
Caleb. Debe haberme llevado a la cama anoche después de
terminar su juego. No tenía ni idea de cuándo me había
quedado dormida, pero él probablemente tarde. Decidí levantarme y lo
dejé dormir. Sonreí y rodé sobre los brazos de Caleb pero Bish estaba allí.
Comiendo un plato de cereal en una silla y mirándome.
Mírenlos. Todos enredados y durmiendo juntos, mi pequeña
hermana. Nunca pensé que era del tipo que es así.
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté.
—¿Podría preguntarte lo mismo? —dijo mientras ponía su plato de
cereal sobre la mesa a un lado—. ¿Cómo es que papá está bien con esto?
No lo entiendo. Me dijo que los dejara a los dos dormir en el sofá cama
juntos y que no te dé problemas acerca de eso. ¿Qué cosa con sentido lo
hace hacer eso? ¿Qué clase de padre aprueba que no, no sólo aprueba
sino que insiste como si fuera una regla o algo así que su hija duerma con
su novio en la misma cama? No lo entiendo. —Me miró con curiosidad—.
¿Estás embarazada? Puedes decirme, Maggie.
—No, no estoy embarazada. Papa sólo ve que Caleb y yo estamos…
¡No lo creo!
—Oh, no empieces toda la basura “nosotros vamos a estar siempre
juntos”. —Se puso de pie y me miró fijamente—. Algo está pasando. Algo
no está bien con este asunto. Lo averiguare, estate segura de eso. Me
romperé la cabeza para ello si tengo que hacerlo.
—Bish, los tiempos han cambiado.
—¡Aja! ¡La Maggie que conocía no dormía por ahí!
Ouch.
A
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—La Maggie que conocías no estaba enamorada. Y no voy a dormir
por ahí. Sólo dormimos. —Él no parecía muy convencido—. ¿Tengo que
decirlo? Soy una gran V, Bish.
—¡Oh! ¡No! —Se cubrió los oídos—. No digas esa palabra.
Oh, no. ¿Dónde me he metido? ¿Quería saberlo ahora? No tan
seguro de poder sentarme aquí y hablar sobre sexo y vírgenes con mi
hermana.
—¿Que palabra, “virgen”? —le grite—. Lo soy. Así que deja de
molestar sobre todo.
—¿Esto es porque no soy tu hermano verdadero? —jadeó su
pregunta—. Crees que no es mi asunto o no tengo derecho a…
—¡No puedo creer que hayas dicho eso! —Escalé fuera y de pie
frente a él mientras se alzaba sobre mí—. Sabes que no creo eso —dije en
voz baja—. Eres mi hermano. Mi hermano de verdad, el único hermano
que nunca tendré.
Asintió y pareció aligerarse un poco.
—Me gustaría que confiaras en mí para manejar lo que sea que
estés ocultándome.
Cambié de tema.
—Podríamos divertirnos aquí, sabes, pero en su lugar estás siendo
melancólico y taciturno.
Sonrió.
Ella es tan inteligente.
—¿Malhumorada?
—Sí, malhumorada.
—Bueno, no quería que estés malhumorada ahora ¿verdad? —
bromeó.
—No. Por favor, aligérate —supliqué.
—Trataré. Pero, Maggie. Es mucho más fácil si solo me dices que está
pasando.
—Nada —digo y trato de sonar convincente.
No se lo tragó, pero ya no se veía molesto.
—Está bien. Iré a ponerme el traje. Que la brillante piscina está
llamándome por mi nombre. ¿Estás dentro?
—Seguro. Estaré en un minuto —le asegure y le envié una pequeña
sonrisa.
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Asintió y se dirigió hacia las puertas y subió las escaleras.
Suspiré y me senté en la cama. Sabía que algo iba a tener que
cambiar. Bish no iba a renunciar a esto hasta que supiera y yo no estaba
segura de como manejaría todo esto a pesar de su afirmación que estaría
bien con ello.
Sentí una mano en mi espalda al instante antes de escuchar sus
pensamientos.
Tienes razón en eso. Vamos a tener que ser más cuidadosos de
ahora en adelante.
Me volví hacia él y puse mi cabeza en su estómago como una
almohada y lo miré.
—No me importa si cree que soy una perdedora, quiero decir, es una
mierda, pero puedo lidiar con eso. Sólo no quiero que descubra la verdad
y se vuelva loco.
—Lo sé. —Pasó una mano por mi cabello corto—. Ya se nos ocurrirá
algo. Así que, Chris estaba diciéndome sobre la fiesta esta noche en el
muelle, ya sé que lo oíste. ¿Quieres ir? Sacará las cosas de la mente de
Bish.
—¿Qué tipo de fiesta?
—Fiesta en la playa. Los hemos conocido desde que tenía diez.
Siempre pasaba durante el verano y se utilizaba para navegar juntos. Es
sólo gente realmente rica y poco convencional.
—¿Qué significa eso?
—Él se ha hecho a sí mismo una estrella de rock. Su banda empezó
haciendo videos en YouTube. Ahora tienen conciertos reservados por
todas partes y ni siquiera ha firmado pero lo hacen en agosto. Sus padres
eran realmente ricos antes de eso pero ahora…
—Entonces, ¿Qué es tan poco convencional acerca de el?
—Bueno… el retrato de Russell Brand y Jonah Hill con un bebe.
Reviento de risa.
—¿Estás bromeando? —le dije con una risita.
—No, lamentablemente no. Es un poco fuerte pero viste sin camisa,
siempre. Siempre lleva pantalones de cuero y tiene este loco vaivén de
cabello rizado. Es bastante gracioso, pero es todo para su imagen, estar
loco, excéntrico y mantener su música yendo.
—Bueno. ¿Así que estarán tocando en el muelle?
—No hay duda.
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—Podemos ir si quieres.
—Bien, Por lo tanto, ¿navegar? ¿Lista?
—Mierda. Lo olvidé. Acabo de prometer ir a nadar con Bish.
—Está bien. Aún estoy un poco cansado. Kyle y yo nos quedamos
hasta casi las cuatro. —Sacudí mi cabeza hacia él—. Lo sé, Iremos a
navegar mañana por la mañana —prometió.
—Está bien. Oye, ¿Por qué no podemos curarnos el sueño? Quiero
decir, se podría pensar que ambos estamos revitalizándonos el uno al otro
y no siempre dormimos.
—Ojala. Es la única cosa que no podemos curar. Eso y el hambre.
—Bien, bien, dejaré que vuelvas a dormir entonces.
—Gracias, nena. No estaré mucho tiempo más. Entonces haré el
almuerzo, ¿sí? Hago unos buenos espaguetis.
—Bueno. —Me levanté para irme pero agarró mi mano.
—Oye. Todo va a estar bien, lo sabes, ¿no? —Esperó hasta que
asentí—. Bien. —Besó mi mano y le sonreí mientras salía.
Me puse el traje y me dirigí a la piscina donde estaba Bish haciendo
vueltas. Salté derecha y empecé a hacerlo con él. Era más rápida de lo
que solía ser, podría decirlo.
Hicimos vueltas juntos mientras me contaba acerca de Nueva York
un poco más, aunque ya conocía la mayor parte de ello escuchándolo de
su mente. Ahora, planeaba mudarse de regreso con papá,
temporalmente, y encontrar un buen trabajo en la ciudad y luego
encontrar un apartamento. No me lo dijo pero sabía que estaba solo. No
había hecho amigos en Nueva York, no por falta de ganas sino,
literalmente, no tenía tiempo para ello así quisiera. No quería ser adjuntado
a una ciudad que odiaba tanto. Echaba de menos a la gente de regreso
en casa y aunque nunca lo admitiría a sí mismo, echaba de menos tener
una chica.
Echaba de menos algo que nunca había tenido.
A pesar de que nunca había tenido una novia no era virgen. Había
tenido relaciones sexuales una vez cuando tenía trece por una apuesta
con una chica a la que apenas conocía y nunca la volvió a ver. Estaba
constantemente con problemas con la ley cuando era un niño a causa de
escapar o salir con la gente equivocada. Sus verdaderos padres eran
delincuentes. Su padre era un idiota que golpeaba a su mamá y su mamá
estaba resentida porque estaba pegada a un niño y un marido que no
quería.
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Lo golpeaba, lo pateaba, lo mataba de hambre y finalmente lo
abandonó cuando tenía siete años. Ella empacó sus cosas y se fue
dejando a Bish solo en su apartamento. Después de algún tiempo, un
vecino llamó a la policía y se lo llevaron a servicios sociales. Lo metieron en
un horrible hogar de acogida tras otro. De vez en cuando había un lugar
realmente bueno y bonito pero lo sacaban de un tirón y lo mudaban antes
de que realmente pudiera tener paz.
Traté de no sentarme en su cerebro todo el día, pero a veces no
podía evitarlo. Los pensamientos de algunas personas eran más fuertes y
contundentes que otros que había realizado.
Era doloroso ver sus recuerdos, ver por lo que atravesó antes de
conocernos.
Sus recuerdos de conocer a mis padres no tenían precio. Habían
pasado por todas las cosas que se supone debían pasar, las clases y las
evaluaciones de hogar y decidieron adoptar un niño, habían adoptado a
un niño mayor porque parecía haber un montón de ellos y nadie más los
quería.
Su recuerdo de ellos era casi angelical, brillando y con amplias
sonrisas, Las manos de mi mamá demasiado suaves cuando tocaba su
hombro. El agarre de mi padre demasiado amable cuando estrechó su
mano. Una vez más, los recuerdos de Bish eran asimétricos y modificados
para adaptarse, como el sueño de un niño o algo así.
Cuando me conoció, vio una pequeña niña indefensa, adorable
que desesperadamente necesitaba protección. Al igual que cualquier otra
buena persona en su vida antes de mí.
Siempre había sabido que él me protegía, siempre caminando
conmigo a la escuela y llevándome a la playa pero nunca dejándome ir
demasiado lejos. Era un maravilloso hermano mayor y ahora le fallaba. Me
sentía miserable por eso, pero no veía manera de cambiarlo.
Kyle salió a unirse con nosotros y me sentí aliviada de estar libre de
pensamientos de Bish. Hasta que Kyle nadó hacia mí, demasiado cerca.
—Oye, Maggie, pareces un poco irritada. ¿Qué pasa?
—Nada, sólo… escuchando —dije en voz baja así solo él podía
oírme, y asintió.
—Aja, Bueno, detente si te molesta. Vamos a hacer algo divertido.
¿Quieres entrar en la bañera caliente conmigo? —preguntó y sonrió,
arqueando las cejas.
—En realidad no, Kyle. Estoy un poco cansada ya. Hemos estado
dando vueltas toda la mañana.
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—Bueno, la bañera caliente te hará bien entonces. —Se movió un
pie casi detrás de mí y puso sus manos sobre mis hombros—. Trabajará la
tensión fuera y los nudos.
—Kyle, no lo hagas.
—¿Qué? Sólo estoy tratando de ayudar.
—Sé lo que estás haciendo —refunfuñé y comencé a nadar.
Agarró mi mano para detenerme. —¿Por qué siempre estás huyendo
de mí?
—Siempre estás actuando inapropiado.
—Nunca me diste una oportunidad —dijo vehemente y me atrajo
más cerca—. Si tan sólo hubieras dejado de ser tan terca antes de conocer
a Caleb y salido conmigo, estaríamos juntos ahora. No tú y él.
Envolvió su brazo alrededor de mi cintura desnuda, con la cara en mi
oído. Traté de mantener la calma para que Caleb no viniera corriendo y
golpeara el estofado de Kyle, que es exactamente lo que pasaría si lo
viera en este momento. —Debería haber sido yo. Si tan sólo me hubieras
tocado primero.
Lo empujé pero se mantuvo firme. Bish me miró divertido y empezó a
venir hacia nosotros pero levanté una mano hacia él.
Vi visiones, recuerdos de Kyle, de él viéndome en el almuerzo
mientras reía de algo que alguien decía. Una de cuando estaba vestida
como un hada para alguna función escolar. La última vez que hizo alegría
de espíritu conmigo cuando Chad estaba enfermo.
Así muchas veces cuando Kyle me veía y yo no lo sabía. Tantas
veces que quería tocarme o llamarme y nunca fue permitido. Me sentía
mal, pero ¿Qué podía hacer?
—No importa más, ¿no? Ya es demasiado tarde. No hay punto de
actuar así, no está ayudando en nada. Sólo nos hace a ambos sentirnos
mal. —Su rostro cayó mientras se inclinaba hacia atrás, su expresión tan
triste como siempre, así que ablandé el tono—. Kyle, por favor. Quiero ser
tu amiga, pero no puedes hacer esto. Lo siento. Me gustaría poder ayudar,
pero no puedo y a Caleb no le está gustando esto. Vamos.
—Si tan sólo pudiera hacerte ver. Una sola vez, besarte de verdad y
que vieras lo mucho que te quiero. Estaríamos bien juntos y me conoces.
Me conoces desde siempre, Maggie. —Suspiró y tocó mi mejilla.
—Sólo porque nos conocemos el uno a otro no significa que
debemos estar juntos —le dije y me alejé de su contacto.
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—No tienes ni idea —dijo con tristeza—. Todo lo que puedes pensar
es Caleb y me enferma verlos a los dos todo el día.
—Para ser justos, me fui. Vinimos a California. Eres el único que vino a
aquí. Detén esto, por favor. Vamos.
Lo hizo, casi empujándome lejos y suspiró con dureza, dejando caer
la cabeza hacia atrás.
Oí a Caleb entonces en la cocina, así que salí y entrené mi mente
para no pensar en lo que Kyle trataba de hacer. Caleb podría verlo
eventualmente, pero no está de humor para tratar con eso hoy.
Comimos el almuerzo, mientras hablaba sobre la playa y evitaba la
mirada de Kyle, y Caleb tenía razón, sus espaguetis eran bastante buenos.
Luego jugaron video juegos y leí un libro de la biblioteca hasta más tarde.
Por la noche, nos dispusimos a ir a la fiesta del muelle.
Me puse un vestido de sol que había traído. Era azul y blanco y tenía
un poco de volantes en la parte delantera con tirantes. Me puse mis
sandalias y aretes. Arreglé mi cabello al igual que la señora el día anterior.
Aún era lindo y todavía me gustaba mucho.
Cuando bajé y vi a Caleb en sus pantalones cortos color caqui,
chanclas y camiseta verde de Carolina Liar, suspiré de satisfacción. Él era
bastante adorable.
Se volvió hacia mí sonriendo, leyéndome y me hizo señas para que
vaya.
Caminamos por la playa hacia el muelle. No era un largo camino y
pude ver la fiesta ya haciendo furor y escuchar el latido de la música.
Luces genial.
Lo miré y pude ver su rostro apenas en la luz de la luna.
Gracias. Tú también. Las camisetas de bandas están realmente
creciendo en mí.
Bueno, vamos a tener que empezar a ir a los conciertos. No he
estado en uno en un par de semanas. Es como un record o algo así.
Sí, debemos hacerlo.
Sabes, Mutemath está tocando este fin de semana que viene. Ojala
mamá estuviera aquí. Los ama.
¿Tu mamá? ¿Tu mamá ama a Mutemath?
Sí, los ama.
Eso es raro. Me gustan también.
33. Página33
Bueno, deberíamos ir.
Seguro, suena bien.
Subimos con Kyle y Bish detrás de nosotros a la fiesta salvaje. Ya
había un montón de botellas de cerveza ensuciando la playa y sólo
acababa de empezar. Kyle desapareció al minuto que llegamos allí.
—Vamos a buscar algo de tomar —sugerí sobre la música alta.
—Puedes pensar otra vez si crees que voy a dejarte tomar alcohol,
Maggie —me regañó Bish.
—No lo hacía —insistí.
—Está bien. No podemos beber alcohol de todos modos —dijo
Caleb y luego miró un poco disgustado.
Mierda.
—¿Por qué no puedes? —preguntó Bish suspicazmente.
—Porque no somos lo suficientemente mayores aún —replicó Caleb.
Los Aces no pueden beber alcohol. Algo en nuestra sangre no lo
maneja bien.
¿En serio? Luego vino un pensamiento. ¿Es por eso que tomaste mi
bebida en esa fiesta antes?
Asintió ligeramente. No habría importado. No bebo de todos modos.
Pues bueno, porque ahora no puedes incluso si quisieras. Nos hace
estar súper, súper ebrios, como al borde de una intoxicación por alcohol.
¿Quieres una soda o algo así? Estoy seguro de que tiene algo por aquí.
Sí. Yo me quedaré con Bish. Supongo.
De acuerdo.
—¿Por qué no...? —comencé a decir a Bish, pero fui interrumpida.
—Hola guapo —llamó a Bish una chica con el cabello largo rubio y
grandes ojos azules, luego llegó a estar a su lado—. ¿No bailas?
—No —dijo cambiando un poco incómodo de un pie a otro.
—Bien ¡Por qué no! —Ella se rió—. ¿Quieres bailar conmigo?
—Estoy bien aquí, gracias.
Oh señor, ahora tengo que lidiar con esta mierda juvenil sólo para
poder cuidar de Maggie.
—Oh —dijo ella decepcionada—. Oh, ¿Están juntos?
—No. No. Es sólo que no quiero bailar. Pero gracias.
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—Está bien —dijo encogiéndose de hombros y girándose para
marcharse.
Podía oírla mientras se marchaba.
Carajo, no había sido rechazada tan fríamente en mucho tiempo.
—Por Dios, Bish —regañé—. ¿Podrías ser más grosero? Fue muy
amable. Sólo quería bailar.
—Yo no quería.
—Pero no tenías que ser tan frío con ella.
Pensó en ello y reconoció.
—Sí, probablemente tienes razón.
Caleb volvió con tres bebidas.
—Te traje una Pepsi, Bish. No sabía si querías una cerveza o...
—No bebo cerveza.
Hace a las personas insoportables y odiosas.
Entonces me golpeó nuevamente. Sus recuerdos. Sus pensamientos
me inundaron, y me sorprendieron con una carrera atreves de mis sentidos.
Todo tenía sentido entonces.
Él era el hijo no deseado, siempre. Fue el creador de problemas. El
que provocaba que la gente se estresara, que bebiera, que golpeara, que
se trataran mal, que lastimaran a las personas. Él tenía todos esos
cuidadores y toda esa gente que lo acogía. Toda esa gente que abusaba
de él y lo golpeaba y lo odiaba. ¿Qué le había hecho a ellos, excepto
nacer? Él era antinatural, se dijo. Causaba problemas y discordia. Su padre
ya estaba en prisión por violación y asesinato y su madre lo golpeaba
todos los días durante siete años. Y entonces se le seguía a todas partes a
donde iba. Él estaba maldito.
No bebía. Trataba de ser bueno y justo. Trataba de proteger a sus
seres queridos, las primeras personas que siempre se preocupaban por él y
no lo trataban como si fuera nada. Y después de que mamá se fuera
también, mi mamá. Destruyó a mi familia, como todo lo demás. Es por eso
que él no salía.
Su sangre estaba estropeada. Había violado, asesinado, odiosa
sangre que abusaba corriendo por sus venas y tenía miedo de acabar
haciendo daño a cualquier persona que alguna vez le importara de esa
manera. Nunca miraba dos veces. Excepto por Jen, y eso había sido un
golpe de suerte. Él la empujó fuera de su mente y mantuvo su decisión.
35. Página35
Jamás amaría a nadie. Nunca se casaría, nuca tendría hijos. Así la
maldición y la mala sangre se detendría con él.
Me tiré hacia atrás y me di cuenta que era Caleb quien me traía de
nuevo a la realidad con una mano en la parte de atrás de mi cuello. Me
dio la vuelta y sentí un par de lágrimas en mi cara. Él no quería que Bish me
viera.
¿Estás bien?
Sí. Limpié mi cara. Oh, gah, Caleb. No sé qué hacer con él.
Lo sé. Lo siento.
Quería decirle a Bish todo en ese mismo momento. Decirle que no
era su culpa. Decirle que confiaba en él y lo amaba, pero no podía.
Escuché a Bish comenzar a alejarse pero me di la vuelta y lo agarré del
brazo.
—¿Quieres bailar conmigo al menos?
Miró a Caleb y de nuevo a mí.
—Estoy seguro de que Caleb está listo para tenerte para él mismo sin
arrastrarme lejos.
—Yo quiero —le agarré la mano y empecé a arrastrarlo—, bailar
contigo.
Volvió la mirada a Caleb, que se encogió de hombros y sonrió.
—Adelante. Estoy terminando mi soda.
Lo llevé hasta el final del muelle donde todos bailaban y bailamos. Él
era realmente bueno. Yo era torpe por todos lados, pero de cualquier
manera bailaba. Era muy divertido. Él era hilarante y juguetón, y realmente
pasaba un tiempo fantástico. Me hizo girar bajo su brazo y me inclinó
hacia atrás, haciendo el ridículo, haciéndome reír mucho. Extrañaba sólo
ser capaz de dar rienda suelta. Bailamos un buen rato antes de que
estuviera demasiado agotada para seguir adelante.
—Vamos. No puedo bailar ni un segundo más.
—¡Cobarde! Tú eres la que me trajo hasta aquí —dijo riéndose.
—Lo sé. Puedes seguir bailando si quieres. Sé que hay un montón de
chicas dispuestas.
—No. Voy a buscar un lugar para los vejestorios para sentarse —dijo
sonriendo.
Me reí y fui a buscar a Caleb.
36. Página36
Lo encontré con el chico de la mirada más extraña que jamás
hubiera visto. No llevaba camisa, pantalones de cuero negro, ni zapatos y
su cabello era un afro salvaje de rizos negros. Sólo podía suponer que era
Zeke e inmediatamente bloqueé sus pensamientos y me concentré en
Caleb.
—Oye, tú —llamó Caleb y me atrajo a su lado—. Zeke, esta es
Maggie. Maggie, Zeke.
—Tú eres el dueño de Maggie, ¿Eh? Digo, buen trabajo, mi hombre.
—Gracias —dijo Caleb irónicamente.
—Así que, chicos y chicas, ¿Qué estamos bebiendo? ¿Relleno? —
Zeke se inclinó hacia al vaso de Caleb haciendo una mueca—. Sigues
siendo un hombre de soda. ¿Qué hay de ti, Maggie, mi querida, algo
burbujeante para alegrar la noche?
—Estoy bien, gracias.
—Zeke y los chicos están a punto de salir al escenario —me dijo
Caleb.
—De verdad —le dije con entusiasmo—. Genial. He oído hablar
mucho de ustedes. ¿Cómo se llama su banda?
—Metal Petals.
—Aha. Excelente.
—Bueno, ustedes dos siéntense y prepárense para ser sacudidos. —
dijo Zeke y señaló con sus dedos hacia nosotros mientras se alejaba de
espaldas.
Te dije que era poco convencional.
Me reí mientras él subía al escenario y presentaba a su banda.
Después comenzaron a tocar. Eran bastante buenos en realidad. Nos
quedamos ahí, hasta que sentí que alguien tocaba mi hombro. Me giré
para ver a Kyle... Con la imitación Barbie rubia más bronceada que jamás
había visto. Su maquillaje era todo brillante púrpura y rosa, y la minifalda
azul de cuero no podía incluso ser llamada una falda-corta, era más que
eso. Estaba segura de que mis ojos se agrandaron. Ella también me miró y
sus pensamientos llegaron a mí.
Así que, esta es ella. ¿Eh? Nada especial.
Salí bloqueándola.
—Hola chicos. Voy a adelantarme y retirarme y volver a la casa de la
playa con Amber —susurró el haciéndola reír y girando su cabello.
37. Página37
—Kyle —dijo Caleb, como si estuviera hablando con un borracho
idiota. Sólo que este idiota no estaba borracho—. ¿Qué estás haciendo?
—¿Qué te parece? —Ella estaba mordiendo y pellizcando, haciendo
movimientos de tipo juguetones hacia él y él se los regresó. Yo quería
vomitar—. Voy a ir a jugar con Amber.
—No creo que al Tío Carl le gustaría que lleváramos a casa a
personas que no conocemos, Kyle, sobre todo sin nosotros estando ahí.
—Bueno. —Kyle se inclinó y le susurró—: No estar ahí es un poco el
punto, primo. ¿Si sabes a lo que me refiero? —Le guiño un ojo. Debía
parecer disgustada porque se volvió hacia mí y frunció el ceño—. ¿Cuál es
tu problema?
Negué con la cabeza.
—Nada.
—¡Así es, nada. No tienes nada que decir sobre lo que hago,
Maggie. ¡Podría llevarme a casa a la fiesta entera para tirármelas y tú no
podrías decirme ni una palabra al respecto! —gritó con rabia y algunas
personas cercanas a nosotros miraron para ver lo que pasaba.
—¡Oye! —gritó Caleb desde atrás y me movió detrás de él—. ¡No le
hables así! ¡Necesitas calmarte! Vete. Vete a la casa, lo que sea, no me
importa, pero vete antes de que digas algo estúpido y tenga que hacer
algo al respecto.
—Lo que sea —murmuró Kyle. Me miró una vez más antes de poner
un brazo sobre los hombros de Amber y llevarla lejos.
Caminaron por la playa en dirección a nuestra casa y suspiré con
exasperación, sentí pena por él. Estaba herido, por mi culpa, y trataba de
vengarse de mí por ello.
—No debería haberte gritado así —razonó Caleb con mis
pensamientos—. No importa que tan “herido” esté. Es un idiota.
—Sí, lo es —concordé y sacudí mi cabeza para despejarme—.
Vamos. Regresemos con Metal Petals.
Sonrió tristemente y me puso frente a él. Ahora estábamos frente al
escenario improvisado. Puso sus brazos a mí alrededor desde atrás y me
besó el cuello antes de levantar un brazo al aire y gritar fuertemente
cuando acabó la canción.
Me reí de él y escuchamos al resto del grupo. Una vez que se
terminó, había sido bastante de eso para la fiesta, especialmente una vez
que la patrulla de la playa apareció. Se giró hacia mí y gritó sobre el
escándalo. —Vamos. Vayamos por Bish y salgamos de aquí.
38. Página38
De vuelta en la casa, podía oír las risas desde el porche. Le aseguré
a Caleb que no hacían nada sin ropa y podíamos entrar. Estaban sentados
en el sofá, ella acostada de espaldas sobre su regazo, mientras él le hacía
cosquillas y la acariciaba.
—Oh, hola, chicos. ¿Recuerdan a Amber?
Caleb y yo nos miramos el uno al otro y sacudimos las cabezas.
—Me voy a la cama —anunció Bish y vino a mí. Sonrió y me abrazo—
. Buenas noches, Mags.
—Buenas noches. Me divertí mucho —le dije con sinceridad.
—Yo, también. —Se inclinó hasta mi oído—. Incluso puedo pasar por
alto el hecho de que eres una pésima bailarina.
—Ja, ja.
Oí a Caleb sofocar una carcajada. Bish asintió hacia él en señal de
buenas noches, luego llamó a Kyle desde las escaleras.
—Buenas noches, Kyle. No seas un idiota.
Kyle resopló y Amber giró su cara hacia atrás para que la mirara.
—En realidad, estoy un poco cansada —le dije—, y con hambre.
¿Quieres un sándwich?
—Sí, gracias. Kyle, ¿Puedo hablar contigo, en el porche?
Escuché un ruido agravado mientras me iba hacia la cocina y luego
la Barbie rubia se me unía.
—¡Hola!, soy Amber.
—Sí, lo sé.
—¿Cuál es tu nombre?
—Maggie —murmuré
—¡Aww, que lindo! ¡Oh Dios Mio! ¿No es Kyle simplemente delicioso?
¿Cómo vives con él y simplemente no quieres saltar sobre él? A pesar de
que el otro chico está bastante caliente también.
—De alguna manera me las arreglo —murmuré mientras me ponía a
hacer los sándwiches de carne asada.
—Así que, ¿Tú y Kyle solían salir o algo así?
—No, ¿Por qué? —le pregunté mientras se movía detrás de mí para ir
a mi otro lado.
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Me golpeó en el proceso y me corté el extremo de mi dedo. La miré
y resoplé, pero no dijo nada. Rodé los ojos y tomé una servilleta,
envolviéndola alrededor de mi dedo.
—Ew, la sangre me da nauseas —dijo mientras me miraba, su cuello
arrugado mientras aspiraba.
—Estoy bien, por cierto —dije con sarcasmo que no entendió.
—Mmmm. Así que, de todos modo. Volviendo a Kyle. Parecía muy
decidido a verte y a ese otro chico antes de irnos y venir aquí. ¡Te
buscamos por siempre!
—¿Qué? —le pregunté y tomé un cuchillo limpio.
—Sí, pensé que estaba desfilando a su rebote o algo así.
Puse el cuchillo a un lado y la miré.
—Así que si pensabas que eras un rebote, ¿Por qué estabas tan feliz
de venir aquí con él?
—Oye —se inclinó hacia adelante apoyándose en sus codos y
sonriendo tímidamente—, no rechazas sexo por despecho hasta que lo
intentas.
—Ew —murmuré antes de que pudiera detenerme y volví a untar la
mayonesa.
—¡Oye! —Ahora parecía un poco enfadada y se puso de pie con las
manos en las caderas—. No me juzgues. Ni siquiera me conoces.
—Tienes razón, no lo hago. Nos vemos —le dije desenvolviendo mi
dedo que había dejado de sangrar y agarrando los sándwiches, haciendo
mi camino fuera de la cocina. Sacudiendo visiblemente la grosería fuera
de mí. Chicas como ella daban al resto de nosotras mala fama.
—¿Caleb?
Aún seguía en el porche con Kyle, como si fuera todo un hermano
mayor. Hablaban acerca de la regla de no-salir a citas, nuevamente y Kyle
explicaba básicamente lo mismo que Amber acababa de hacer conmigo.
Algo de una sola noche, no importaba incluso si no tenían sexo, no era una
relación.
Los bloqueé y fui a sentarme al sofá cama y a esperar por Caleb.
Entró poco después, molesto y negando con la cabeza, quejando
de como Kyle estaba siendo un idiota y que era una estupidez lo infantil
que estaba siendo sobre todo, seduciendo a esa chica. Simplemente me
senté y dejé que vociferara, escuchando y quedándome con él hasta que
terminó y estuvo listo para ir a la cama. Puso sus brazos alrededor de mí
desde atrás y pronunció sus palabras en mi cabello.
40. Página40
—Oye, eh —comenzó—, no tuve la oportunidad de decirte. La
banda de Zeke, quieren que toque con ellos la próxima semana, su bajista
se van a una boda en Maine o algo así.
—¿De verdad, quieres hacerlo?
—Sí, creo.
Escuché sus pensamientos. Siempre había secretamente querido
estar en una banda o empezar una, pero nunca tuvo el conocimiento
para hacerlo. Además, ¿De que serviría hacer una banda para su familia?
Realmente quería hacerlo. Sólo para decir que una vez lo hizo.
—Creo que es increíble. ¿Le dijiste que sí?
—Quería hablar contigo primero.
—¿Por qué?
—Yo no sabía si tú estarías... rara sobre ello. No sé. Quiero decir, eso
no significa nada, no saldrá nada de esto, pero tengo que practicar, esta
semana sí lo hago. Como todos los días para estar listo para este fin de
semana. No estoy emocionado con la idea de dejarte sola... pero Bish está
aquí así que...
—Voy a estar bien. Creo que deberías hacerlo.
—Está bien —dijo alegremente—, lo llamare mañana.
—¿Qué pasa con el concierto de Mutemath?
—Eso es el sábado por la noche. El concierto será el viernes.
—Genial. Guau. Estoy saliendo con una estrella de rock —bromeé.
—Ja, ja. No es gran cosa.
—Para mí lo es.
—Me gusta cuando eres feliz. —Me acurruque más cerca—. Me
hace Feliz.
—Sigues siendo asombrosa —murmuró y me besó detrás de mi
cuello.
Tratamos de ir a dormir. Las risitas y susurros que venían desde el otro
cuarto se prolongaron durante horas. Caleb les gritaba que se callaran,
pero eso sólo parecía empeorar la situación. Comenzó a levantarse varias
veces para decirles en su cara que se callaran, pero yo se lo impedía. Kyle
quería rebelarse. Me negaba a creer que todo esto era para ponerme
celosa. Sólo quería hacer algo sin que le dijeran que hacer.
Finalmente nos fuimos a dormir.
41. Página41
4
Traducido por Liz Holland
Corregido por Suelik*
or la mañana, nos levantamos temprano para ir a hacer surf.
Nos abrimos paso a través de la sala de estar, viendo a Kyle y
Amber dormidos en el sofá. Ella estaba encogida en una bola a
un lado del sofá y el roba camas de Kyle todo estirado en el otro. Ambos
todavía vestidos, así que eso era un alivio.
Después de un desayuno rápido y de ponernos nuestros trajes de
neopreno, fuimos a la playa, con sólo una tabla en el remolque. La playa
se encontraba vacía a excepción de otros surfistas. El sol estaba bajo,
colgando sobre el agua, haciendo hermosas ondas naranjas. El aire era
cálido y olía mucho a mar. Era perfecto.
Empecé a dudar.
—Caleb, nunca he hecho esto antes. Hace mucho frío y el agua es
profunda y podría haber algo ahí —me quejé.
—Bueno, yo también espero que haya algo ahí. Es el océano —dijo
todo inteligente.
—Caleb —me quejé—. Por favor no me obligues.
—Esta parte en la que te quejas es muy linda —dijo con una amplia
sonrisa.
—Muy gracioso. Estoy hablando en serio, ahora tengo miedo. Tal vez
sólo te voy a ver.
—Tú… —dijo dejando caer la tabla y agarrándome por el medio
para abrazarme—… no eres una gallina. Voy a estar contigo todo el
tiempo así que no hay nada de qué preocuparse. Es muy divertido una vez
que le coges el truco.
Lo miro a los ojos. Realmente pensaba que estaba siendo una tonta,
¿verdad?
—Sí —respondió—. Sí lo creo.
P
42. Página42
Sonreí y sacudí la cabeza hacia él.
—Está bien. Pero si me muerde un tiburón… —Empujé su pecho
desnudo—… le dirás a mi padre que fue tu culpa.
Hizo una mueca.
—Es usted una dura negociadora, señorita. Trato hecho.
—Trato hecho.
Me dio un beso en la punta de la nariz y nos metimos en las olas.
—Primero vas a montarte así. Ahora espera a la ola y entonces rema,
rema, rema. ¿Lo tienes? —me instruyó mientras flotaba a mi lado.
—¿Lo entiendes?
Yo estaba en la tabla tumbada sobre mi vientre y me enseñaba
cómo empezar a surfear y ver las olas. Mantuvo una mano en mi espalda
todo el tiempo y no parecía importarle demasiado que mi bikini estuviese
justo ahí, para darle una buena visión.
—Bien. —Miró detrás de mí—. Espera, espera… ¡Ahora! ¡Rema!
¡Rema!
Remé y me hundí cuando la ola se estrelló sobre mí. Empecé de
nuevo. Me dio el mismo consejo y me dijo lo que había hecho mal. Una y
otra vez hicimos esto. Ni una sola vez hice más que unos pocos metros
antes de que pasara algún percance. Fue muy paciente y siempre gentil
en su instrucción. Me gustó aunque realmente no lo había hecho todavía.
Aun así era divertido, pero yo estaba decidida.
—Ojala estuviese tu tío aquí. Podría enseñarme y yo lo sabría todo en
cinco segundos —dije mientras subía de nuevo a la tabla.
—Es bueno tenerlo cerca, pero a veces… es bueno aprender cosas
de una manera antigua.
—Tan sabio, Confucio —bromeé y en represalia me dio una palmada
en el culo, haciéndome reír.
—Ahora céntrate, nena. Vamos a intentarlo de nuevo. Espera a la
ola.
Cuando dijo “ahora” remé duro y sentí que la ola me levantaba
hacia la cresta y luego me bajaba mientras se rompía. Me estabilicé y me
puse de pie lentamente. Monté todo el camino hasta la orilla en un suave
deslizamiento. Esta fue la primera vez que no me caía en dos horas de
entrenamiento con Caleb. Me puse de pie en la arena y grité y salté en
señal de triunfo. Lo vi nadar hacia mí. Luego echó a correr. Cuando me
alcanzó me atrajo en un abrazo y me dio un beso en mis labio sonrientes.
43. Página43
—¡Lo has hecho! ¿Valió la pena todo ese trabajo?
—Absolutamente —dije sonriendo—. ¿Cuánto tiempo te costó
aprender a ti?
Sonrió pareciendo avergonzado.
—¿Cinco segundos?
—¡Hipócrita mentiroso! —Me reí y le golpeé en las costillas—. ¡Y
después de esa charla sobre no usar a tu tío!
—Oye, tenía siete años, ¿vale? No estaba muy interesado en el valor
del trabajo duro en ese entonces, sólo en el resultado —dijo todo pomposo
haciéndome reír más fuerte.
—Eso fue impresionante. ¿Podemos hacerlo otra vez?
—Bueno, se hace tarde y la playa se llenará pronto. ¿Por qué no lo
dejamos mientras estamos por delante? Te traeré de nuevo mañana por la
mañana. ¿De acuerdo?
—Genial. De todos modos me estoy muriendo de hambre.
—Un efecto secundario de surfear. Vamos a vestirnos. Podemos ir
todos a comer a este sitio al que quiero llevarte de la ciudad.
—Impresionante.
Nos dirigimos al paseo marítimo. Allí había un enrome pabellón que
estaba abierto por los dos lados para que fluyera el aire.
—Así que, ¿cuánto tiempo tenemos que estar aquí?
—¿Por qué? —preguntó—. ¿Ya quieres irte?
—De ninguna manera, sólo tenía curiosidad.
—La familia está trabajando duro para asegurarse de que todo sea
seguro antes de que te lleve a casa. Ahora eres nuestra prioridad número
uno.
—Sólo me preguntaba si iba a tomar una semana o un mes. No
quiero que un día me digas que es nuestro último día, ¿sabes? ¿No tienes
una idea del plazo de tiempo?
—No. Te lo haré saber en cuanto me entere de algo. Espero recibir
una llamada de mi padre pronto.
—¿Cómo está tu servicio de tutorías? ¿Funciona todo bien sin ti ahí?
—Por desgracia sí. Ni siquiera me necesitan —dijo con nostalgia—.
Básicamente, sólo tenía que ir durante el año escolar después de clase
para ayudar. Tenemos muchos voluntarios en verano.
44. Página44
Asentí. —Entonces… —canturreé, cambiando de tema—. ¿Nunca
me vas a volver a besar hasta que volvamos a casa?
—¿Qué? —preguntó sinceramente perplejo—. ¿Qué quieres decir?
—Bueno, apenas me has tocado desde que llegó Bish, excepto para
dormir. ¿Tienes miedo de él o algo así? —le dije provocándolo.
Dejó caer la tabla al suelo.
Me sonrió y me atrajo hacia él, cerrando la distancia entre nosotros.
Levantó mis brazos para que le rodease el cuello y me puso de puntillas
con las manos en mis costados, dejando que sus cálidos labios tocasen mi
labio superior. Puso sus manos en mis caderas y sus dedos se agruparon en
las cuerdas y la tela de la parte inferior de mi bikini.
Podía saborear la sal del agua del mar en nuestros labios pero
mientras él profundizaba el beso, todo lo que sentía era Caleb. Y lo
echaba de menos. Su lengua rozó mis labios e instintivamente le acerqué
más y me presioné contra él todo lo que pude. Gimió ligeramente por la
sorpresa, sus manos en mis caderas tiraron de mí mas cerca y luego sus
brazos se enrollaron alrededor de mi espalda mientras me levantaba en el
aire.
Sentí la dura pared del pabellón contra mi espalda mientras me
apretaba contra él. Mis piernas automáticamente se enrollaron alrededor
de su cintura. Me besó de manera diferente, con una nueva fiereza y
necesidad. Daba un poco de miedo pero yo también me sentía diferente
de alguna manera. Algo cambiaba entre nosotros, avanzaba. Sólo
picotearnos y besarnos no iba a ser suficiente muy pronto. Me di cuenta de
eso entonces. Nuestros cuerpos imprimados estaban hechos el uno para el
otro, el mío quería a Caleb como ninguna otra cosa. Agarré su pelo y tiré
de él y lo acaricié. Entonces tiré de él para inclinar su cabeza hacia atrás.
Eso rompió el beso pero moví mi boca bajo su barbilla y reaccionó con
respiraciones fuertes. Luego tomó mis labios de nuevo aún más ávidos. Sus
manos se movieron para sujetar la parte inferior de mis muslos y los agarró
con fuerza mientras deslizaba su boca de mis labios a mi barbilla, a mi
cuello y hasta mi clavícula. Su legua saboreó mi piel y oí un sonido salvaje y
desesperado. Gemí de nuevo siendo incapaz de detenerme mientras
agarraba su pelo.
—Ah, Maggie, ¿qué me estás haciendo? —dijo bruscamente contra
mis labios antes de tomarlos una vez más, dura y furiosamente frenético.
Por un segundo me pregunté si sería capaz de negarme cuando me
pareciera que había ido demasiado lejos y quisiera detenerlo, o si él sería
capaz de hacerlo.
45. Página45
Entonces escuché los pensamientos antes de que nos llegaran pero
era demasiado tarde para pararlos y que no fueran capturados.
—¡Oigan! —llamó un guardia de seguridad de la playa a través del
pabellón—. Saquen sus culos de aquí, niños estúpidos.
Caleb y yo nos reímos mientras me dejaba en el suelo, me agarró de
la mano y echamos a correr por la pasarela de madera. Agarró la tabla de
surf y nos escapamos rápidamente hacia la casa por la puerta trasera. Una
vez allí, dejó la tabla en el cobertizo y me agarró antes de que pudiera
entrar.
—Maggie, espera. —Me atrajo hacia él y puso su frente contra la
mía—. Te he oído. Y sí, las cosas están cambiando, para mí también. Te
quiero… a veces tanto que no puedo soportarlo —suspiró, su aliento
recorriéndome la cara y el cuello—. Pero no te voy a presionar. Sé que lo
he dicho antes, pero quiero asegurarme de que entiendes que quiero lo
que pueda tener, ¿vale? No voy a pensar que eres una provocadora o lo
que sea. Quiero que estés realmente, realmente preparada y hay un
montón de cosas que podemos hacer hasta que lo estés. Cosas realmente
agradables —casi gruñó y me besó en la mandíbula, haciéndome reír.
—Gracias. Y yo también te quiero, cada día más —admití en voz
baja.
—Bueno, me alegro de no ser el único —dijo y pude oír su alivio.
—Definitivamente no.
—Lo digo en serio. —Se echó hacia atrás para mirarme—. No te
sientas presionada. Siempre que digas para, pararemos. Nunca haría nada
a no ser que yo supiese que tú lo querrías. Sabes eso ¿verdad?
—Sí. Lo sé. Es sólo que fue tan intenso y estábamos tan… No sé por
qué pensé eso, fue sólo un instante. Sé que nunca me harías daño.
—Bien. —Me besó con rapidez—. Te amo, bebé —murmuró contra
mis labios.
—También te amo. Gracias por enseñarme a surfear.
—Cuando quieras.
Echó el brazo por encima de mi hombro y nos dirigimos adentro.
Amber se había ido para cuando volvimos, algo por lo que yo
estaba emocionada. Aunque encontré a Kyle recogiendo la basura del
suelo de la cocina. Lo miré inquisitivamente.
—La basura estaba por todo el suelo cuando me desperté —dijo
encogiéndose de hombros y volvió a su tarea.
46. Página46
Bish estaba más que dispuesto a salir de la casa y Kyle a cualquier
cosa para salir, así que nos preparamos todos y nos metimos en el Jeep
mientras Caleb nos llevaba a este pequeño sitio de paninis en medio del
pueblo que se llamaba Chew Bread.
Era fantástico. Y era aún más increíble el hecho de que los dueños
eran mayores, tenían que tener unos setenta años y la comida era rápida y
deliciosa. Parecía que todo el mundo los conocía allá donde fuesen.
Caleb compró un poco de su pan recién horneado y nos dirigimos a casa.
Llamó a Zeke y le dijo que iba a ir para el espectáculo del viernes. Kyle
rodó sus ojos y sus pensamientos estaban en la línea de pensar que Caleb
presumía.
Una vez en casa, Caleb tuvo que irse para su primera práctica.
—Puedes venir si quieres —me dijo mientras jugaba con mis dedos—.
Probablemente será divertido verme arruinarlo por no haber practicado.
Nos paramos en el camino de entrada al lado del Jeep, con el sol
sobre nosotros, pero la brisa nos mantenía en un extraño frescor al mismo
tiempo. Me encantó.
—Estoy bien. Encontraré algo que hacer.
Se chupó el labio con ansiedad. Había querido hacer esto, pero
ahora… Tener que dejarme realmente bajo la protección de otra persona
hacía que sus venas hormiguearan con incomodidad.
—Voy a llamar a Zeke. Le diré que no puedo ir, que me surgió algo.
—Caleb —dije y puse la mano sobre nuestros corazones en su
pecho—, estoy aquí. Puedes sentirme todo el tiempo. Sólo estarás en la
playa, ¿verdad? Estaré bien. Bish y Kyle están aquí y me voy a quedar en
casa con ellos, ¿de acuerdo?
—¿Estás segura?
—Estoy segura. Te vendrá bien hacer algo más aparte de
preocuparte por mí.
—Pero me preocuparé de todos modos —suspiró—. Lo sabes. Este
concierto no es algo que tengo que hacer.
—Esto es algo que siempre has querido hacer. Voy a estar bien. No
me dormiré, te lo prometo.
Tocó mi pelo, ahora más corto, recordando y sonrió con tristeza.
—No siempre puedes evitarlo, Maggie.
—No lo haré. Creo que aprendí la lección —murmuré secamente.
47. Página47
—Si estás segura, voy a ir, pero prométeme que te quedarás dentro
de casa. Y que me llamarás si pasa algo.
—Te lo prometo. Diviértete.
Miró detrás de mí al porche y vio a Bish mirándonos. De repente
sonrió y oí sus pensamientos un segundo antes de que presionara sus labios
contra los míos. Me envolvió en sus brazos y levantó mis pies del suelo, me
dio un beso largo y bueno hasta que me costó respirar y mis mejillas
estaban rojas con confusión exquisita.
—Ahora —dijo a través de su respiración—, Bish puede tener algo de
qué quejarse.
Me reí recordando cómo lo incité a no besarme más.
—Sí, creo que lo has logrado. Ahora me vas a dejar para lidiar con él.
—Sí. —Hizo su sonrisa más amplia—. Diviértete.
—Lo haré. Dales una paliza.
Se metió en el Jeep y se fue rápidamente antes de que cambiara de
opinión. Me volteé para ver a Bish con los labios fruncidos y los tobillos
cruzados mientras me observaba ir hacia el porche.
—Entonces, ¿qué es lo que Caleb planea hacer con su vida?
Puse los ojos en blanco y fui a sentarme junto a él en las sillas
Adirondack2
—Oh, ¿así que hemos pasado a esto? ¿Un interrogatorio?
—No. Tengo curiosidad. Es difícil mantenerse a uno mismo, ni que
hablar a otros. Quiero ver lo que Caleb está planeando hacer para ayudar
a mi hermanita ya que ella no tiene planes para deshacerse de él.
Suspiré, pero respondí a su pregunta.
—Va a la Universidad para ser arquitecto. Su familia es propietaria de
una empresa enorme y va a trabajar para ellos.
—Huh.
Mmm. Bastante bien.
—Kyle también. Es un gran negocio.
—Hmm.
2
Son unas sillas de madera.
48. Página48
—Caleb también es dueño de su propio negocio. —Parecía
sorprendido por eso, como supe que estaría—. Tiene un servicio de tutorías
para los niños que tienen dificultades en la escuela.
—¿En serio? Mierda.
—¿Qué?
—Bueno, ahora ya no puedo burlarme de él, ¿verdad?
Me reí y golpeé su hombro con el mío.
—Podrías aprender a apreciarle. Eso sería más fácil.
—Tal vez —reflexionó—. Pero es difícil que te guste alguien cuando te
quita tus cosas.
Una vez más pensé en decirle, derramar todos mis secretos sin que
Caleb pudiera detenerme. Pero me detuve y en su lugar suspiré.
—Vamos. Te voy a hacer un café con hielo. Sé que te gusta.
—Claro —dijo, y me siguió dentro.
Fui a sentarme en el sofá y tomé un sorbo de mi café con Kyle
mientras veíamos un episodio en DVR de Saturday Night Live. Jim Carrey
era el anfitrión y me encontré riéndome con bastante rapidez. Bish nos oyó
y se asomó para ver qué estaba pasando.
—¿Jim Carrey es el presentador de nuevo? —preguntó.
—Sí, hombre. Es un maldito idiota. Debería presentar todas las
semanas. —Kyle se ríe con un segmento en el que era un médium psíquico
que contactaba con parientes muertos y me golpeó el brazo para que
dijese que estaba de acuerdo.
—Mmmhmm —murmuré y me encogí cuando empezó a imitar a
Alan Thicke y Kyle me golpeó la pierna mientras se reía más fuerte,
doblándose por la mitad.
—Por Dios, Kyle —dije y le golpeé de vuelta—. ¿Has visto alguna vez
Growing Pains?
—¿Y tú? —refutó con una voz sarcástica movió la cabeza en broma
en mi dirección, con su mano todavía en mi pierna me la apretó y lo miré
antes de que sonriese y quitase la mano—. Déjame en paz. Carrey es el
mejor. No importa lo que haga, es gracioso.
—Supongo. Yo prefiero a Jimmy Fallon y Will Ferrel.
—¿Qué? Pero Carrey es el gracioso clásico. Como Adam Sandler.
—Oh, vamos —se quejó Bish—. Si quieres diversión, tienes que volver
a los orígenes; Steve Martin y Bill Murray.
49. Página49
—Vale, claro —coincidió Kyle—. Pero los tiempos han cambiado. Ya
no son tan divertidos. Hay todo un nuevo género de comedia.
—Eso es cierto —admitió Bish y tomó un sorbo del café que le había
hecho.
—¿En serio? —pregunté dudosa—. ¿Realmente están debatiendo los
varios grados y niveles de diversión cuando están dando SNL ahora mismo?
—Maggie, Maggie —canturreó Kyle—. Eres tan ingenua. Mi amigo
tiene razón. Y si quieres ver diversión de verdad, tenemos que ir a alquilar
los Mejores Momentos de SNL del '85 al '90 de Netflix y acabar de una vez.
Y así lo hizo.
Caleb estaba de vuelta después de un par de horas, justo como lo
dijo y el tiempo pasó volando. Después de SNL, Bish y Kyle intentaron,
mientras no estaba Caleb, enseñarme a jugar a Halo y Kyle explicó cómo
era Call of Duty mucho mejor, pero lo había dejado en casa. Me pregunté
por qué con todo su dinero no iba a comprar otro. Me senté en el sofá con
Kyle la mayor parte del tiempo y tuve que apartarlo a él o a su mano más
de una vez y, finalmente, me fui sola al sillón de bolitas. Kyle le envió un
mensaje a Amber para ver si podían reunirse de nuevo, como tal vez
mañana por la noche. Puse los ojos en blanco.
Así, después de que Caleb viniera a casa y comimos unas patatas
fritas y sándwiches de ensalada de pollo que hice para la cena nos
sentamos a ver una película. Kyle sugirió la película de terror más reciente y
eso es lo que alquiló. Se tumbó en el sillón de bolitas con las manos detrás
de la cabeza después de apagar todas las luces. Bish se sentó en el sillón,
con un pie sobre su pierna, y Caleb y yo tomamos el sofá.
Me acurruqué a su lado con su brazo a mí alrededor, pero muy
pronto estaba agarrando su camisa en un puño y enterrando mi cara en
su hombro cada pocos segundos por las perturbadoras imágenes. Kyle
había elegido una película de terror sangrienta acerca de un hombre que
secuestraba personas, las encerraba en una habitación y les hacía resolver
acertijos sobre cosas malas que habían hecho en el pasado. Todos
murieron de formas extremadamente sangrientas y viles.
Me revolvió el estómago.
Mientras Kyle se reía de mí, Caleb mantuvo su mano en mi brazo o
cuello para sacar mi ansiedad, pero también pensó que era divertido.
Incluso Bish se rió entre dientes una o dos veces cuando se me escapaba
un grito ahogado o un chillido femenino. Era irónico que yo me hubiese
burlado tanto de Beck y sus películas de terror, pero ahora era yo la que se
encogía. El asunto era demasiado cercano al pozo y a Sikes. Bloqueé esa
parte a Caleb. Finalmente me quedé dormida apoyada en él y traté de no
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soñar con hombres enfermos con inclinación a hacerme pagar de manera
sangrienta por mis transgresiones.
***
Por la mañana, tuvimos nuestra pequeña lección de surf, en la cual
hice tres completos deslizamientos. Después Caleb se fue a su práctica con
Zeke. Cuando regresó, me dijo que le sorprendía de lo fácil que era
ponerse al día y pensó que iba a ser genial. Después del almuerzo todos los
chicos reanudaron una partida anterior de Halo.
Me preguntaron si yo quería jugar. No lo hice. Tan pronto como dije
eso, era como si ya no existiera.
Me reí para mis adentros y decidí ir a explorar la casa. Caleb me
había dado una mini gira al principio cuando llegamos allí, pero yo quería
hacer una exploración completa. Me abrí paso a través de todas las
habitaciones y encontré el camino de regreso a la biblioteca en el piso de
arriba. Allí había un muro de nada más que estanterías. En los estantes
había libros y una treintena de marcos diferentes y soportes.
Recorrí la línea y leí los títulos de los libros mientras echaba un vistazo
a las fotografías que había entre ellos. No reconocí la mayoría de las caras,
pero algunas destacaban. La mayoría parecían ser de hace mucho
tiempo, cuando Peter y Max, el padre de Kyle, eran más jóvenes. En aquel
entonces también eran cercanos. Había un par de Kyle, Jen y Caleb de
cuando eran niños, en un columpio, en la piscina, en una moto de cuatro
ruedas.
Los libros eran en su mayoría álbumes de fotos o novelas de ficción.
A veces veía un libro de arquitectura. Entonces vi un libro más antiguo.
Encuadernado en cuero, envuelto con un cordón de cuero de algún tipo.
Tuve la espeluznante sensación un libro de encantamientos o hechizos de
algún tipo.
No lo era.
Era el relato histórico de Raymond Jacobson sobre la línea de la
familia Jacobson. Estuve fascinada al instante. Quiero decir, este era el
abuelo de Caleb, quien murió de manera extraña y de forma inesperada.
El que se parecía tanto a él que tenía que mirar dos veces su foto. Esta era
su familia. Al dar la vuelta a la página, vi una foto de él y la abuela, en sus
años más jóvenes. La parte inferior de la imagen tenía una fecha escrita a
mano en ella. 1998. Estaban de pie, uno junto al otro, con los brazos juntos
mientras alineaban sus tatuajes, riéndose.
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Me di cuenta de que era el cumpleaños del que Caleb me había
hablado. El día en que la abuela se hizo su tatuaje para él. Sonreí y me
sentí extrañamente conectada a ellos. Estaban muy enamorados, era
claro como el día. Volví la página y vi que había catalogado todos los
nacimientos, defunciones, matrimonios fechas de ascensión y habilidades
de cada miembro de la familia.
Leí a través de todos ellos, cada página tan cuidadosamente escrita
y manipulada. Cada nombre estaba representado perfectamente. Vi el
matrimonio de Peter y Rachel. El matrimonio de los padres de Kyle. Vi a
muchos de sus primos y parientes casarse y empezar sus vidas. Luego
estaba el nacimiento de Caleb. Lo último que escribió fue el nacimiento de
Kyle. No había nada después de eso. Me di cuenta de que el nacimiento
de María ni siquiera se mencionaba. Me pregunté por qué.
Volví la siguiente página, estaba en blanco, pero mientras pasaba
los dedos por ella empecé a ver destellos delante de mis ojos. Entonces
brilló una visión, al principio me daba miedo pero mi cuerpo entendía lo
que pasaba. Esto estaba arraigado en mí ahora. Me tranquilicé con una
respiración profunda que mis pulmones exigían por su propia voluntad y
dejé que sucediese. Era una Vidente. Y esta era mi primera visión.
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5
Traducido por macasolci
Corregido por Suelick*
eía gente. Gente que no conocía pero entendía qué eran,
Aces. Tenía la sensación de que estaba viendo palabras y
acciones. Había un extraño sabor salado y metálico, como si
lamiera una moneda, en mi lengua mientras una palabra se daba a
conocer.
Codicia era la primera.
Los vi trabajando tan duro para construir sus mansiones, empujando
sus lujosos choches a través de la calle, desfilando como la realeza y
proclamados profetas. No conocía a esta gente pero sabía que eran Aces
desde hacía mucho tiempo. Entonces se me mostró cómo pasaban
delante de los otros en la calle, otros que eran pobres y hambrientos y no
privilegiados como nosotros. Reían y una usó su habilidad para tirar la taza
de chelines de un hombre al suelo. Rieron aún más fuerte mientras la visión
se desvanecía.
Una nueva palabra se formó y mi lengua saboreó el aire amargo,
orgullo.
Vi más Aces, golpeando a los esclavos y trabajadores, sonriendo
mientras usaban su magia en los otros para torturarlos y asustarlos para que
fueran sumisos a su manera, sintiendo que tenían el derecho a hacer eso.
Entonces vi a una mujer que, horrendamente mató a una sirvienta por
quemar un mechón de su cabello con una plancha mientras trataba de
enrularlo. Sostuvo la garganta de la mujer en sus manos sin tocarla hasta
que la sirvienta dejó de moverse. La arrojó a la cara alfombra como si
fuera algo que pudiera ser reemplazado, como si no fuera nada.
Otra nueva palabra se formó, ignorancia y mi boca se sintió como
papel y polvo.
Vi Aces jugando y corriendo, yendo a la escuela sólo para ganar
cosas como dinero y ser importante. Abusaban de sus dones para salir
V
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adelante y reclamar fortunas y nunca aprendían, no trataban de ser
amables o mantener a la familia cerca. Jamás sintieron la necesidad o el
querer aprender de los errores del pasado, ni tenían el deseo de evitar
hacer nuevos errores. Un hombre se convirtió en senador por engañar a sus
votantes usando espejismos. Un mago en un teatro usaba su control de los
objetos terrenales para arrojar comida, hojas y otros objetos en el aire y
hacer malabares sin tocarlos, haciendo que la gente lo llamara un mesías
o un hechicero. Una mujer que atraía a los hombres con su encanto y
luego les robaba el dinero, dejándolos sin un centavo y sin saber qué les
había pasado cuando ella usó su magia con ellos.
Entonces, la complacencia era otra palabra que se formó. La
sensación de mi lengua era como agua, insípida pero lenta, como si me
estuviera ahogando.
Vi lo viejo y lo nuevo. Eran todos los que conocían y no conocía. Vi a
los Watsons. Su Campeón antes que Sikes, parado y observando a su clan
convertirse en algo que iba contra todo lo que él conocía y aun así no
hacía nada para detenerlo. Vi otro clan, una joven y sus primos gastando
miles a la semana en baratijas y fiestas, entregando sus cuerpos y sus
morales libremente para ser populares y especiales a los ojos del mundo.
Sus padres los observaban mientras lo hacían y pensaban que era un
comportamiento común de la adolescencia, ya que los tiempos habían
cambiado.
Muchos otros clanes pasaron delante de mí, sus agresiones estaban
abiertas para mí como si yo fuera un juez. Entonces el clan Jacobson vino
a mí y contuve el aliento. La única agresión que me fue mostrada fue que
no se hacían cargo, no decían nada y dejaban que todo ocurriera a su
alrededor, a pesar de que se contenían ellos mismos. Muchos años atrás, el
clan Jacobson era el líder de todos los Virtuosos. Organizaban las reuniones
en Londres. Eran los historiadores y los guardianes de los registros de todos.
Observaban a través de los años cómo cada familia era destruida
lentamente por la magia, por el uso de su avaricia para obtener beneficios
personales, por hacer alarde de su orgullo, por su ignorancia en cómo
controlarse a ellos y a sus hijos... su ignorancia en cómo usar un poder que
les era dado a ellos. El poder era un don, no un derecho de nacimiento. No
era un poder para desfilar y abusar para nuestro entretenimiento y placer.
Un don que había sido quitado por esas razones y ahora volvían a una
única familia, los Jacobson, quienes eran considerados dignos de
redención.
Y esa fue la última palabra que sentí. Redención. El sabor en mi
lengua era dulce y suave, como crema batida.
Se me mostró que Caleb y yo éramos los que íbamos a darle un fin a
todo esto y traer a los Virtuosos de vuelta a lo que alguna vez habían sido,
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generosos, cuidadosos, solidarias y amables personas. Era gente a la que
se le daba dones para ayudar, no para herir, para construir y prosperar
entre ellos, para no ser derribados en el juego del poder y el odio. Caleb y
yo íbamos a ser la clave, los nuevos líderes del nuevo orden de Aces y los
guardianes de la manera correcta.
En las visiones que vi, Caleb y yo luchábamos lado a lado, a veces
literalmente. Mano a mano. A veces luchábamos mentalmente en una
batalla de ingenio contra otros, a veces, una batalla de voluntades,
siempre juntos. La última visión era de nosotros, viejos y canosos felizmente
arrugados mientras nos sonreíamos el uno al otro. Él besaba la punta de mi
nariz como hacía a veces ahora y decía que me amaba. Jadeé cuando
sentí el aire frío de la habitación y volví a mi misma. Estaba extrañamente
cansada y sintiéndome agotada, pero no de mala manera, sólo un
sentimiento productivo. Aún estaba sentada en la biblioteca. No tenía idea
de cuánto tiempo había estado allí pero sentí un nuevo sentido de algo.
Un propósito. Bajé la mirada y vi debajo de mi mano que había palabras
escritas. La página que había estado vacía antes de la visión ahora
mantenía las palabras, escritas en una vieja y antigua lapicera, las
palabras por las que tenía tantos sentimientos.
Codicia.
Orgullo.
Ignorancia.
Complacencia.
Redención.
Y luego debajo de eso se leía: El destino de todos está en manos de
todos.
Sabía que era una advertencia, incluso sentía el calor recorrer mi
cuerpo. Si no aclarábamos esto, sería algo malo para todos nosotros, todos
los clanes, y todos los Aces. Ahora sabía mi propósito, hablar en la
Reunificación que llegaba en unas pocas semanas en Londres. Se suponía
que debía hacerles frente, advertirles.
Mi corazón latía constantemente por la anticipación, y un ritmo
asustado pero lento de tener que ser le mensajero pero no alarmar a
Caleb con ello. No sabía si estaba lista para todo eso. No era nadie. Era
una recién llegada. ¿Cómo se sentirían si una persona que sólo había
estado en el clan por un par de semanas y era sólo una adolescente,
entraba y les decía que dejaran de ser codiciosos, orgullosos, ignorantes
que tomaban todo como venía y no luchaban?
Estoy segura de que eso les caería bien.