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El inaceptable costo_de_los_malos_jefes
1. El inaceptable costo de los malos jefes
¿Cómo se llega a ser jefe? Los jefes son, inicialmente, promovidos por buen
desempeño en un puesto sin mando, pero desconociendo, normalmente, lo que se
requiere para ser un buen jefe. A falta de un entrenamiento sobre cómo ser jefe, se
actúa por prueba y error, con las cualidades y defectos que se tengan, con nulos
conocimientos de liderazgo –igual que sucede cuando se empieza a ser padre– con
enormes dosis de ignorancia. Probablemente el lector esté de acuerdo en que aunque
un jefe gana más dinero (a veces muchísimo más), no necesariamente sabe más que
sus subordinados, tiene más experiencia, es más inteligente o tiene más sentido
común. Un jefe debe lograr a través de sus colaboradores, y logrará mucho más con
buen liderazgo y competencias gerenciales apropiadas. El jefe que no tenga esas
cualidades no debería ser jefe.
Platón clasificó a los hombres en La República –el trabajo más brillante de su edad
madura– como sigue: “Los que no son inteligentes, pero sí fuertes, son adecuados para
labores productivas como la agricultura, herrería o construcción. Los que son algo
inteligentes, fuertes y especialmente valientes, son adecuados para profesiones en el
ejército y la policía. Los mejores, los más inteligentes, virtuosos y sabios, son los
adecuados para gobernar. Para Platón el estado ideal era la aristocracia, palabra que
en griego significa dirigidos por los mejores.
En otras palabras, mientras en el pasado los que definían la filosofía y las estrategias
visualizando el largo plazo– eran los altos directivos de la organización, con fuerte
respaldo de los inversionistas, buena parte de esos directivos en la cúspide se han
convertido en transmisores de la presión a los estratos operativos para que produzcan
más dividendos y aumenten el valor de las acciones o implícitamente, que se vayan
buscando otro trabajo.