La batalla de Cannas fue una batalla de la segunda guerra púnica que tuvo lugar en 216 a.C. cerca de la ciudad de Cannas en el sur de Italia. En ella, el ejército cartaginés dirigido por Aníbal Barca derrotó a las fuerzas romanas a pesar de estar en clara inferioridad numérica, infligiéndoles una de sus mayores derrotas históricas. Tras la batalla, varias ciudades del sur de Italia abandonaron la alianza con Roma y se unieron a los cartagineses.
2. Actium, en 31 a.C., constituyó uno de los episodios finales de la
República romana, en un tiempo en que —de mano de Octaviano
Augusto— despuntaba ya el incipiente proyecto imperial. Desde
un punto de vista militar y naval, dicha batalla supondría el
enfrentamiento de dos importantes escuadras en un combate en
el que no solo se dilucidaría el destino de los dos hombres más
poderosos del momento —Marco Antonio y Cayo Julio César
Octaviano—, sino también el de la propia Roma.
Las relaciones entre ambos, aunque aliados en inicio para vengar
el asesinato de Julio César, fueron difíciles desde que, con
diecinueve años, Octaviano llegara a Roma como principal
beneficiario del testamento de su difunto tío abuelo. Heredero y
también sucesor del mismo en términos económicos y políticos,
el joven supo ganarse pronto el favor de las legiones y los
veteranos de César en Etruria y Campania, al tiempo que
aumentaba su fama entre el pueblo.
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4. La batalla de Asculo (Ausculum o Asculum),
librada en 279 a. C., fue un enfrentamiento entre
las legiones romanas mandadas por el cónsul
Publio Decio Mus y el ejército del general griego
Pirro de Epiro, junto con tropas aliadas de
tarentinos, oscos y samnitas.2 Esta fue la
segunda batalla del conflicto entre la República
romana y Tarento por el control de la Magna
Grecia. Se produjo después de la retirada de Pirro
tras su fracaso en el intento de reclutar aliados
en su camino hacia Roma. Se desarrolló en las
colinas cercanas a Asculum y se saldó con una
ajustada victoria de Pirro.
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6. La batalla de Cannas (o Cannæ) tuvo lugar el 2 de agosto del año 216 a. C., entre
el ejército púnico, comandado por Aníbal Barca, y las tropas romanas, dirigidas
por los cónsules Cayo Terencio Varrón y Lucio Emilio Paulo, en el marco de la
segunda guerra púnica.
Desarrollada en la ciudad de Cannas, en Apulia, al sudeste de Italia, la batalla
terminó con la victoria del ejército cartaginés, a pesar de la acusada inferioridad
numérica de éstos. Tras la misma, Capua y varias otras ciudades estado italianas
abandonaron el bando de la República romana.
Aunque la batalla no supuso la victoria final cartaginesa en la segunda guerra
púnica, se la recuerda como uno de los más grandes eventos de táctica militar en
la historia, y la más grande derrota de la historia de Roma hasta ese momento, ya
que en el futuro otros desastres la superarían (como la batalla de Arausio).
Tras recuperarse de las pérdidas de las anteriores batallas y, en concreto, de la
batalla del Trebia (218 a. C.) y la batalla del Lago Trasimeno (217 a. C.), los
romanos decidieron enfrentarse a Aníbal en Cannas con aproximadamente 87 000
soldados romanos y aliados. Con su ala derecha desplegada cerca del río Aufidus
(hoy llamado río Ofanto), los romanos colocaron a su caballería en los flancos y
agruparon su infantería pesada en el centro, en una formación con mayor
profundidad de lo normal.
7. La batalla de Platea (en griego moderno Μάχη των Πλαταιών/Machē tōn
Plataiōn,6 en persa پالته جنگ) fue la última batalla terrestre de la Segunda Guerra
Médica. Se libró en el 479 a. C. cerca de la ciudad griega de Platea, en Beocia, y en
ella se enfrentaron una alianza (simaquía) de ciudades-estado de la antigua
Grecia, la liga panhelénica compuesta por Esparta, Atenas, Corinto y Megara,
contra el Imperio persa de Jerjes I.
El año anterior, la fuerza de invasión persa, liderada por su rey en persona, había
logrado victorias en las batallas de las Termópilas y Artemisio, y conquistado
Tesalia, Beocia y el Ática. Sin embargo, en la posterior batalla de Salamina, la
armada aliada griega obtuvo una inesperada victoria e impidió la conquista del
Peloponeso. Jerjes se tuvo que retirar con gran parte de su ejército y dejó a su
general Mardonio para que acabara con los griegos al año siguiente.
En el verano del 479 a. C. los helenos reunieron un gran ejército y salieron del
Peloponeso mientras que los persas, llamados medos por los griegos, se retiraron
a Beocia y construyeron un campamento fortificado cerca de Platea. Sin embargo,
los helenos rehusaron combatir en los siguientes once días en el terreno favorable
para la caballería que rodeaba el asentamiento persa e iniciaron una retirada
parcial obligados por la interrupción de sus líneas de suministro, lo que
fragmentó su línea de batalla. Los medos interpretaron esto como una retirada
total y Mardonio ordenó a sus fuerzas perseguirlos, pero los helenos se
detuvieron, plantaron batalla, mataron a Mardonio y derrotaron a la infantería
persa.
8. El caballo de Troya fue un artilugio con forma de enorme caballo de madera que
se menciona en la historia de la guerra de Troya y que según este relato fue usado
por los griegos como una estrategia para introducirse en la ciudad fortificada de
Troya. Tomado por los troyanos como un signo de su victoria, el caballo fue
llevado dentro de los gigantescos muros, sin saber que en su interior se ocultaban
varios soldados enemigos. Durante la noche, los guerreros salieron del caballo,
mataron a los centinelas y abrieron las puertas de la ciudad para permitir la
entrada del ejército griego, lo que provocó la caída definitiva de Troya. La fuente
más antigua que menciona el caballo de Troya, aunque de manera breve, es la
Odisea de Homero. Posteriormente otros autores ofrecieron relatos más amplios
del mito, entre los que destaca la narración que recoge la Eneida de Virgilio.
Por lo general, el caballo de Troya es considerado una creación mítica, pero
también se ha debatido si realmente pudiera haber existido y fuera una máquina
de guerra transfigurada por la fantasía de los cronistas. De cualquier manera,
demostró ser un fértil motivo tanto literario como artístico, y desde la Antigüedad
ha sido reproducido en innumerables poemas, novelas, pinturas, esculturas,
monumentos, películas y otros medios, incluidos dibujos animados y juguetes.
Asimismo, en épocas recientes, se han hecho varias reconstrucciones hipotéticas
del caballo. Aunado a ello, ha dado origen a dos expresiones idiomáticas: «caballo
de Troya»; es decir, un engaño destructivo, y «presente griego», algo concebido
como aparentemente agradable pero que trae consigo graves consecuencias.