1. ¿Qué haría hoy Don Quijote con los molinos?
Por Mireia Monterde Tomás
Sancho y Don Quijote se encuentran tumbados en una gran explanada de color verde brillante a causa
del rocío mañanero. Parecen dormidos aunque empiezan a abrir los ojos por los primeros rayos de sol
que llegan al rostro. Uno de ellos, Don Alonso Quijano, se incorpora frotándose la cabellera mientras
mira a su alrededor con curiosa expresión.
-¡Sancho! ¡Sancho despierta!
- ¡Qué! ¡Qué pasa!
- ¡Válgame Dios! ¡Mira! No sé dónde estamos pero a fe mía que nunca estuve en un lugar parecido.
¡Amigo Sancho!, ¡Dime ahora que tus ojos no ven gigantes!
- No lo sé señor, pero no comprendo como esos hombres han podido subir allí arriba si no es volando.
A lo lejos se ven dos hombres con vestimentas de color azul. Sostienen unas cajas y parece que
mantienen una conversación.
- Vale Juan, ya está arreglado este trozo. Al parecer era una falsa alarma y todo funciona perfectamente.
Recoge las herramientas que nos vamos.
- Si es que... tanto rollo y al final el generador funciona perfectamente. Oye, ¿qué hacen esos dos ahí
abajo?
- No lo sé, pero ahora cuando bajemos les decimos que aquí no pueden estar.
Sancho sigue sentado en el suelo mirando con incredulidad los molinos mientras Don Alonso se coloca
bien su armadura.
- Creo señor que deberíamos irnos de aquí...
- ¡Ni hablar! Corre Sancho, ¡papel! debemos contar nuestras hazañas con los nuevos gigantes, un poco
desmejorados, pero son lo que son. Veamos...
Los técnicos bajan y se dirigen hacia los dos desconocidos.
- Disculpen señores, pero es mejor que no estén por aquí, estamos haciendo funciones de
mantenimiento y...
- ¡Apartad! Desconozco quiénes sois y cómo habéis logrado subir hasta allí arriba. Tampoco me percato
del nuevo uso que le dais a la lengua castellana, pero os agradecería que os apartarais de mi camino,
pues yo y mi leal amigo tenemos una misión.
- Pero qué misión... oiga usted mismo, nosotros nos vamos pero como siga aquí en unas horas llamaré a
la policía.
Los hombres empiezan a alejarse del lugar mientras se echan unas risas comentando la situación. A lo
lejos todavía escuchan voces de aquel loco del que se apiadan.
- ¡Vayan con sus mujeres! ¡Esos gigantes podrían ir a por ellas! Pobres insensatos, qué extraños eran,
2. ¿verdad Sancho?
- Mire yo no logro entender que está pasando, y es posible que me esté volviendo loco. Puede que el no
comer y el dolor de testa que me punza me hagan perder la razón, y por primera vez alce la voz.
- No exagere hombre. ¿Qué mejor lugar que uno desconocido para llenar de inspiración nuestras
hazañas y hacer que el hombre se deleite con un relato que, si bien no todo el vulgo entenderá, a unos
pocos enseñará?
- No hay tiempo para ello, con la de cosas que tenemos que hacer. Como por ejemplo buscar algo que
nos haga ganar el pan que comemos, ¡eso si que es una hazaña! No tenemos lugar para estar ni
sustentar, por no tener no tenemos ni nombre en el reinado, y ¿a usted solo le preocupa contar lo que le
sucede con esto a lo que llama gigantes desmejorados?
D: Sí! ¿Qué cosas son más importantes que contar aventuras y contar al mundo entero lo que le sucede
a un gran...
- Loco! A un gran loco! Nadie necesita saber que está pasando en su cabeza! ¡Seguro estoy que esas
cosas no son gigantes y a nadie le importa!¡Pardiez!
- Te equivocas. No es el gigante, ni tu ni yo. Es la hazaña, es el contar, es el conocer.. que se está
perdiendo. ¿Acaso no has visto cómo hablaban aquellos dos? Loco eres tú si crees que puedes vivir sin
ver más allá. Y si no lo estás, te volverás, porque el mundo ya lo está.
¿De qué le sirve el pan, el lugar y el reinado si vives como esclavo?. Esclavo de unos ojos que no os
dejan ver. Que solo viendo esos gigantes un día no solo tendrá el pan, el lugar y el reinado, sino que su
lugar será el reinado donde coma el pan. Y ahora si me disculpas, tengo otra batalla que lidiar, pues no
solo se batalla con los gigantes sino con aquellos que no dejan avanzar.