2. En un mundo donde la oscuridad no produce miedo, solo sonrisas al
contemplar las luces de Flpytown, los fuegos artificiales de las
celebraciones de la cosecha de stinglan y las estrellas que arriba se
observan, y conectan con otros planos. Allí, dónde acaba la tierra seca
de Continao, comienza esta historia de lucha y superación, de vida y
aceptación, hacia un horizonte nuevo y diferente.
Sibi era un pequeño Monsi, una especie de duendecillo verde
trepador de árboles. Una tarde en su poblado, cuando el gran sol
naranja se despedía, todos festejaban alrededor de una fogata...como
cada semana a esas horas- les encanta la fiesta a los Monsi-. Sibi no
quería que el sol se marchase de su fiesta, quería seguir bailando con
él, así que trepo de árbol en árbol siguiendo el recorrido del sol
mientras marchaba. Pero el sol...acabó, como cada día, por
desaparecer en la lejanía, tras las montañas de Olsai.
3. En ese momento Sibi se dio cuenta de cuán lejos había llegado ¿Qué
pensarían sus congéneres? Un pequeño Monsi no puede marchar
solo si no es con objeto de trastear con humanoides.
La nocturnidad se echó encima y, sin nada que le alumbrase, pasó la
noche en la copa de un árbol frondoso.
A la mañana, hambriento, pues ya se había perdido la comida de
media noche y la de la salida del sol -hay que ver lo que comen estos
Monsi- corrió hacia una casa cercana que había visto desde lo alto. Al
no escuchar ni ver a nadie en su interior, se agachó para colarse por
una rendija de la puerta trasera que daba a un gran granero.
4. Y de pronto....giro y giro y giro sin saber bien qué pasaba y -plof!aterrizó al otro lado de una espiral negra. Estaba en una gran casa,
pero ya no era aquel granero. Todo era muy grande...y gris.
Entró en una habitación de la que salía una leve luz azulada.
Asustado, Sibi, empezó a gitar pidiendo ayuda. Nunca había visto
algo semejante. Sin esperarlo la lluvia apareció y mojó sus ropajes
hechos de hojas de platanero y palmeras. Miró hacia arriba...pero no
había cielo. Solo un humanoide muy grande de cuyos ojos caía la
lluvia que le había empapado. Trepó por unas telas para alcanzar a
ver mejor. Sus ojos medio cerrados y su rostro reflejaban algo
enternecedor que atraía la curiosidad de Sibi. Sabía qué era la
oscuridad...pero nunca había visto un mundo tan falto de color y risa.
Sentía como la tristeza rodeaba aquella casa en la que había
aparecido, y tenía miedo. Miró la faz del humanoide, que acababa de
levantar la cabeza. Por su expresión parecía una niña, de unos diez
años.
5. -Hola, ¿puedes verme?- dijo Sibi dirigiéndose a la niña.
-ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh- la pequeña chilló al ver
un ser verde que le hablaba.
-Oh lo siento, no te asustes por favor, no pretendía, yo...
-¿qué...? ¿quién...eres? ¿sabes hablar mi idioma? Dios, debo de estar
soñando.....
-Oh nono, me llamo Sibi, creo que me he perdido, no sé muy bien
cómo he llegado hasta aquí...¿estabas llorando? ¿por qué? En mi
mundo no conocemos....¿cómo es que se llama?...¿tristeza? ¿es esto
que siento ahora mismo....como si no pudiese saltar de árbol en
árbol?
-em.....yo....¿de dónde vienes tú?
-De Flipytown...¿dónde estoy?
6. -¿De dónde??.....esto es Zaragoza...Si, estaba llorando, mi color
favorito ha desaparecido y no logro encontrarlo...no recuerdo dónde
lo dejé.
-ooooooooh ¡¡no puede ser!! ahora entiendo porque este mundo es
tan gris...os han robado los colores!! yo te ayudaré a encontrarlos, mi
mundo está lleno de tooodos los colores, tonos vivos, pastel, y todos
ellos proceden del mismo sitio.....del lago multicolor que hay al otro
lado del arcoiris....¿sabes dónde está el arcoiris?
-el...ar...coiris.....-la niña comenzó a sollozar nuevamente- hace mucho
que no vemos el arcoiris....y no entiendo porqué.
-mmmmmm a lo mejor simplemente no lo veis, vuestras lágrimas os
impiden verlo ¡¡pintemos tu mundo, vamos a salir a buscar el arcoiris
corre!!
7. Y de un brinco se posó en el alfeizar de la ventana animando a la
pequeña a salir fuera. Sibi saltó a un árbol que daba justo frente a la
ventana y bajó por su tronco derrapando, mientras reía.
La niña, sorprendida y un tanto escéptica se enjuagó las lágrimas y,
tras pensar unos segundos corrió escaleras abajo al encuentro con el
duende
-Ehhh ehhh estoy aquíiii
-Pensé que no podría verte, entonces ¿eres un duende de verdad?
¿como los de los cuentos?
-¿Cuentos? Jajajaja Que curioso, a mi mi mama me cuenta cuentos
sobre los humanos del planeta terrenal.
-jajaja tierra, se dice tierra. Por cierto, me llamo Sagra. Por favor
ayudame a encontrar mi color favorito, lo necesito para pintar un
dibujo muy importante.
8. -Y ¿cuál es tu color favorito?
-El rosa- exclamó la niña con ferviente pasión- es el color del amor...y
sin él no puedo pintar mi corazón.
-Entonces buscaremos rosa, no te preocupes, solo tienes que desearlo
con toooodas tus fuerzas. Las risas de los niños hacen crecer el verde
¡¡¡mírame a mi!! jajajaja no paro de reír, por eso soy así :-D Para crear
rosa necesitaremos muchos abrazos de amigos verdaderos, achuchones
bien fuertes de tu familia y besosss muuchos besos.
-Jo....pero...a mi me cuesta mucho dar besos, los mayores se han vuelto
grises y fríos y ya, se han olvidado de besar.
-Pero eso no importa, debes enseñarles tú...lo importante nunca se
olvida, créeme.
9. Entonces Sagra se puso como loca a besar a todo aquel que se cruzaba
por su camino, incluidos perros, gatos y plantas. Pero los adultos no
comprendían a qué venía tanta emoción desatada. Lo extraño es que
una cálida sensación se sembraba en su corazón y hacía crecer brotes
de amor.
A la mañana siguiente la vida había cobrado un ligero color en tonos
pastel, Sibi y Sagra sonrieron al ver lo que habían logrado con un
solo pequeño gesto.
-Es increíble Sibi, mira allí,- señalando por la ventana al jardín
trasero de la casa- aquella flor ¡¡es rosa!! voy a cogerla ahora mismodijo la pequeña Sagra.
-Nooo, no hagas eso, es un ser vivo, y su viveza es lo que da color a
este mundo...ves ahora tu mundo empieza a ser divertido..pero....me
gustaría poder volver al mío...a mi casa- exclamó el duendecillo con
tono triste.
10. Sagra se levantó de un salto de su cama y se puso a buscar como loca
por toda su casa, como esperando encontrar una puerta hacia ese
mundo. Entonces, al pasar por un espejo, frenó en seco y quedó
perpleja ante la imagen que vio. Era ella adulta, hecha mujer, con sus
largos cabellos azabache sobre sus hombros, su cuerpo torneado,
unas mejillas sonrosadas y unos ojos que reflejaban la experiencia de
los años. Entonces, y solo entonces, se dio cuenta de que esa niña
triste que lloraba al perder los colores era su pequeña niña interior,
pero por fuera era ya una mujer que luchaba por recobrar todas las
esperanzas de este mundo a través de la luz del sol, esa misma que
nos permite ver los colores a los humanos.
11. Sibi se había marchado, pero solo momentáneamente, era el duende
de la esperanza, ese que vive en un mundo fantástico más allá de
nuestra mente, en nuestra imaginación.
Ahora podía comprenderlo todo con claridad. Sabía que nunca
estaría sola, y que cuando la tristeza se apoderase de ella Sibi
regresaría dando un gran salto desde su árbol favorito para hacerla
sonreír y poner color al mundo gris de los adultos.
FIN