1. Estado de debilidad
OPINIÓN
EN ESO ha tornado nuestro Estado del Bienestar. En un
patético estado de debilidad. Una debilidad egoísta en la que
importa más que no toquen mi sueldo o paga extra, que
garantizar la supervivencia de todo nuestro sistema.
No es una enfermedad aislada, sino global -ocho personas se han
inmolado en Israel tras exigir al Estado que acabe con su pobreza-. Pero que
toma tintes dramáticos en un país, España, en el que hasta una parte de la
Administración -la autonómica- reclama a otra -la central- el derecho a la teta
estatal. Y un país en el que asumimos incluso los desafíos a la unidad nacional
bajo la necia creencia de que no afectan a nuestro bolsillo.
De tanto pensar en nuestros derechos, hemos dejado de luchar por
nuestro futuro, el de nuestros hijos y por España. Un país en el que ya nadie
pestañea por el hecho de que el partido de Artur Mas, en vez de dar
explicaciones por el caso ITV, amenace con rupturas fiscales mientras reclama
que el Estado -o sea, todos- enjuague los 42.000 millones de deuda catalana. Y
un país en el que aceptamos con media sonrisa que un grupo de farsantes de IU,
encabezados por Sánchez Gordillo, robe en grandes supermercados tras
haber llegado a recibir 9,5 millones anuales en subvenciones porque, aunque
ello sea el peor cartel internacional para la captación de empresas, preferimos
saciar nuestra envidia y ver cómo el rico, empresa o particular, también llora.
Ni siquiera los supuestos revolucionarios lo son ya en España, donde
mineros, empleados públicos, sindicalistas y demás aguerridos luchadores, han
frenado sus ansias para disfrutar de sus vacaciones pagadas. No vaya a ser que
se pierdan uno de los derechos del Estado del Bienestar.
Tan sólo el temor a perder nuestro maná público nos despereza.
Impulso que no despierta ni un español, Carromero, prisionero de una
dictadura, ni que las víctimas de ETA sean insultadas por cargos electos que
piden la libertad del carcelero de Ortega Lara. Qué más da mientras pensemos
que no afecta a nuestro particular bienestar.
La morfina de la subvención, del todo gratis, la vivienda social, el gimnasio,
la piscina y el paddle público nos ha adormilado. Como personas y como país. Y
el pequeño problema es que ya no queda dinero ni para pagar otra ronda de la
droga.
Esa es nuestra crisis.
• CARLOS CUESTA / EL MUNDO 13/08/2012