Algunos han llegado a pensar que el PP no quiere gobernar, no quiere hacer el ajuste brutal de 10.000 millones; llega otra recesión, la prima enloquecerá, se han tenido que sacar de la hucha de la seguridad social 30.000 millones y es posible que dentro de cuatro años las pensiones no se puedan pagar. Se suceden los vetos que llaman líneas rojas, el futuro es dudoso y la transición incierta.
Les diré quiénes somos dentro de un mes o, quizás, en primavera.
1. Pedro, el bisiesto
RAÚL DEL POZO
El lenguaje lo inventaron los guerreros y
cazadores y es muy anterior a la ciencia.
Vale más para la ficción que para los
conocimientos objetivos. En la política, el
lenguaje está especialmente contaminado
de eufemismos, medias verdades y
demagogia. En estos días, los viejos y los
nuevos políticos dicen y se desdicen sin pudor, se
desmienten a sí mismos en 24 horas, pero cuando no
hablan como caballeros, sino lo que son, largan tela. O
ellos o sus portavoces. "Pedro Sánchez -me explica un
cesante 'speech-writer' de Ferraz- es un tío raro, tan raro
que es bisiesto, nació un 29 de febrero de 1972; está
convencido de que será presidente el 29 de febrero. Como
suele decir el genio José Mota, yo sé que no, pero y si es
que sí". "¿Con qué mayoría?", pregunto. Responde: "Con
Ciudadanos y Podemos". Me sugiere que el Gobierno
llegará en la tercera votación. Le digo que si traga
Ciudadanos se extinguirá en los cuatro años y Podemos no
se va a conformar con el ministerio de Vivienda para dar
cobijo a los desahuciados. Quiere la Vicepresidencia,
ministerios o provocará nuevas elecciones. Me contesta
que los que se equivocan son los veteranos del PSOE, no
saben que las certezas se han pulverizado y vivimos un
cambio histórico, veremos pactos con el diablo.
2. En la política española opera el principio de la
incertidumbre o la indeterminación de Heisenberg. El
mundo del dinero filtra que Mariano debería seguir el
ejemplo del Rey emérito o incluso que Juan Carlos le
debería decir: "Abdica como yo y saldremos del
laberinto". Piensan que Rajoy ha salvado a España de la
ruina y es injusto que salga entre almohadillas, pero ha
llegado el momento de su último acto de generosidad.
Fuentes de Génova contraatacan: "Eso de que se vaya
Rajoy es de fuera del partido. Es cosa de los cenáculos de
periodistas y políticos de Madrid. Dentro del partido no
se mueve nadie". Algunos han llegado a pensar que el PP
no quiere gobernar, no quiere hacer el ajuste brutal de
10.000 millones; llega otra recesión, la prima enloquecerá,
se han tenido que sacar de la hucha de la seguridad social
30.000 millones y es posible que dentro de cuatro años las
pensiones no se puedan pagar. Se suceden los vetos que
llaman líneas rojas, el futuro es dudoso y la transición
incierta.
Muchos esperan a ver quién gana, como Talleyrand.
Talleyrand creía que el político no debía tener palabra, ni
piedad, ni religión ni debía despreciar el arte del delito.
Aprendió de los clásicos que quien no puede disimular,
gobernar no puede.Napoleón lo retrató como un montón
de estiércol en una media de seda, pero Talleyrand navegó
por todas las mareas -Revolución, Bonaparte,
Restauración borbónica-. El político estaba sentado en su
casa de París escuchando campanas que anunciaban el
final de los disturbios. Habló a su ayudante: "Ah, las
3. campanas. Vamos ganando". ¿Quiénes somos nosotros,
'mon prince'?, preguntó el ayudante. Talleyrand respondió:
"¡Ni una palabra! Le diré quiénes somos mañana". Así
está la cosa en España. Les diré quiénes somos dentro de
un mes o, quizás, en primavera.