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la 1
ESP AC I OS DEL SABER 6 0
Edgar Morin
Breve historia
de la barbafie
en Occidente
29. S. Zi7.ek, l..asTlmtistasis dtlgo<e
30. 1. Lewko,.;cz, Sucesosargmti1101
31. R. Forster, Críti<a y snsperha
[!Spacios del Sabe'r
{iltimos títulos publicados)
32. D. Oubiña,J. L. Godan/: Elp~ttmrmiento del cine
33. F~ lv(onjcau) l:.n im.Jctui6n1mt.rknl
34. P. Virno, Elrecumlo del presente
35. A. Negri y otros, Didlogo sobre 111 globalh11ción, la mulrinul)' la
t'.tperiettcU/. argentina
36. M.Jay, Cllmpostlrfi~t·r..,¡¡
37. S. Amin, i.fá.<aOtÍtlel mpittrlirmo smil
38. P. Virno, Pnlalmu con palabras
39. A. Ncf,'Ti,]ah: k1j7tm:11 tkl t.rrlat•o
40. J. Lcwkowic<, Pm.<tJrsin E.<ta<Ú>
41. M.•Hardt, Gil/es Drlmu. U11 aprmdh.ajefiltWftco
42. S. Ziuk, Viokncia m nrro. Cunfrrtntias ttr Humos Aires
43. M. Plotlán y F. Nciburg,lntel«<ffnltSy ttpmos. l..n amstirudún
dtl am«i111itntosoáalm In Argtntinn
44. P. Ricceur, Sobrt la rrnduaitÍTr
45. E. !;>rüner, L.~ Cnsa política oelambo de lo Rtttl
46. S. ZiZ<!k, EJ tíurty elenano
4i. E. Carrió y D. Maffia (comps.), Tlúsquetú.s tlrsmtitlo p.Tra tma
mteva polítiaJ
48. P. Furbank, Un placer Í11Conjé.!lfble
49. D. Wechsler e Y. Aznar (comps.), út memoriu comp¡¡rtit!a.
E.rpmü1 y Argenti1111 t:JI lil comtrucdón de 1m inw¡,innrio cultural
50. G. García, f'./p.<iaunuili.fi.r.y lt~stleblltts mlturules
51. A. Giwltay L. M.1losett:i Costa,Arudep11tgtu:rru. JorgeRomero
Tl•·e.<ty la re-.:istll Very Esthnor
52. L. Arfuch (comp.), Pmsar uu timtpo
53. T. Negri l' G. Coceo, GútbAL
54. H. Bhahha yJ. T. Ntitchcll (cds.), Ed::;¡¡rrl Said: umtinuando
la contJtrsotión
55. J. Copjec, Etst.roy la r111a11Mia tk la nr..611. ¡;;,sayossobre rl
amory la diferencia
56. W. Bongers y T. Olbrich (comp.~.), Literatura, nJhtra,
ntfermetkld
57. J. Buder, Vitkl precaria
59. M. Carman, Lt.s trtmzpm·tlr la culmm
60. E. Morin, H·rroe historia de la bttrharie m Ocdtlcntt
Edgar Morin _,
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Breve historia de la
barbarie en Occidente
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M.Oru. Edgat
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Alrc.~ : Paidó."· 2006;
112 p. ; 21x13 cJU. (bpacJo.s dt'l stber)
Traducido pnr: Alfrc.t!u Gricco }' Br~vl()
JS81< 9So-1ZM6S_6()·9
l. Easayo Histórico en Espa ñol. l. Grlct:n y navil'>. Alf1•edo, u·ad.
11. Título
C:lltl 864
Cub1ata t.lc Gusl~vo 1-i:lcti
Trtw!UCC'Ión d-e= AlfredoGñeco y 82vio
1•#lid6n. 2016
ft«tet'J:d::K1CO»iosdm"~QI.d:ilr~...._._,._..,"*'•~VIIiliiM,li:MM
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~ 200(i d~ tod!).~ In.~ ediciones eo >:<asle.llanu
Gditorial f'aidl•:;SA1CF
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lAmh.<n a~ro.1rl dt 20](.
Tirad&: 3000 c.-jemp1~
I!':RN 1)50-12-6566-9
Pam Jean-Louis
y Narascha Vuillerme.
,.
Indice
l. Barbariehumana y barbarie europea ..... ll
2. Los antídotos culturales cmopeos ......... H
3. Pensar la barbarie del siglo XX.............. 7>
l . Barbarie humanay
barbarie europea
Para comenzar, me gustaría poderesbozar una
antropología de la barbarie humana.' En mis su-
cesivos trabajos, he intentado mostrar que las
ideas de Homo sapiens, de Homofaber y de 1-Iomo
ecohomicw resultaban insuficientes: el Homo sa-
piens, de espíritu racional, puede ser al mismo
tiempo Homo demens, capaz de delirio, de de-
mencia. El Homo fabe'r, que sabe fabricar y uti-
lizilrutensilios, también ha sido capaz, desde los
orígenes de la humanidad, de producir innu-
merables mitos. El Homo economicus, que se dc-
tehnina en ftmción de sus in tereses, es también
1, Este texto constituye la transcripción corregida de tres
conferencias pronunciad>1s en la Bibliothcquc N ationale
Fran~ois.Minerrand los días 17, 18y 19Je mayo de 2005.Agra-
de?,co aJean Tcllez por haber colaborado de manera indis-
pensable en las correcciones y en la puesca en forma final.
14 Edgrw Moán
el Homo ludens del que se ha ocupado Huizinga
hace algunas décadas, es decir, el hombre del jue-
go, del gasto, del derroche. Es necesario integrar
y vincular esos rasgos contradictorios. En las
fuentes de lo que consideraremos la barbarie
humana, encontramos por cierto esta vertiente
"demens" productora de delirio, de odio, de des-
precio y que los griegos llamaban hyb1'is, desme-
sura.
Cabría pensar que el antídoto para "demens"
se encuentra en "sapiens", en la razón, pero la
racionalidad no puede definirse de una manera
univoca. A menudo, la racionalidad en que cree-
mos movernos es sólo racionalización, tm sis-
tema enteramente lógico, pero al que le faltan las
bases empíricas que pennitirían justificarlo. Y
sabemos que la racionalización puede servira la
pasión, y llevar hasta d delirio. Existe un delirio
de la racionalidad cerrada sobre sí.
El Hornofaber, el hombre fabricador, crea tam-
bién mitos delirantes. Da vida a dioses feroces y
crueles que cometen actos bárbaros. Torno de
Teilhard de Chardin el término "noosfera" que
en mi concepción designa el mundo de las ideas,
de los espíritus, de los dioses producidos por los
humanos en el seno de su cultura. Aunque pro-
ducidos por los humanos, los dioses adquieren
Barbarie}Jilmatlá J' barbarie eilropett 15
una vida propia y el poder de dominar a los es-
píritus.Asíla barbarie humana engendra dioses
crueles que, a su vez, incitan a los humanos a la
barbarie. Damos forma a dioses que nos dan for-
ma. Pero esta posesión por las ideas religiosas
no se deja reducir, como único aspecto, ala bar-
barie.Los dioses que poseen a los creyentespue-
den obtener de ellos no sólo los actos más ho-
rribles sino también los más sublimes.
Como las ideas, las técnicas nacidas de los hu-
manos sevuelven contra dios. Los tiempos con-
,. ; . .
tempor::meos nos muestran m1a tecmca que se
desata y escapa a la humanidad que la ha pro-
ducido. N os comportamos como aprendices de
brujos. Además, la técnica aporta su propia
barbarie, una barbarie del cálculo puro, frío,
helado, que ignora las realidades afectivas pro-
piamente hmnanas.
En CUaJlto al Horno ludens, se puede señalar
queconocejuegos crueles, corno los delantiguo
circo o la tauromaquia, aunque ilmumerables
juegos no tengan un carácter bárbaro. Final-v
mente, el Horno econornicus, que coloca el interés
ec<mómico por encima de todo, tiende a adop-
tar conductas egocéntricas, que ignoran al otro
Y que, por ello mismo, desarrollan su propia
barbarie. Así, vemos cómo las potencialidades,
16
las formas virruales de barbarie aparecen en
todos los rasgos característicos de nuestra
especie humana.
Estas formas virtuales de barbarie, sin em-
bargo, no son las mismas en las sociedades ar-
caicas y en las sociedades históricas. Las socie-
dades arcaicas se han extendido sobre todo el
planeta hace varias decenas de miles de aiíos.
Prodlljeron una ell.trcm::~ diversidad de lenguas,
deculturas, de músicas, de ritos, de dioses. Todas
tienen un carácter común: son pequeñas
sociedades de algunos centenares de individuos
dedicados a la caza y la recolección. Prácti-
camente son aurosuficiemes, no tienen nece-
sidad deconquistar el territOrio de una sociedad.
Por cierto, conocen las guerras locales y acaso
también el crimen y el asesinato.'
Estassociedadesno tienen nada encomüncon
las sociedades históricas surgidas de la formi-
dable metamorfosis que se ha comem.ado a ope-
rar hace quizás ocho mil años en el Ivledio
Oriente, en la cuenca del Indo, en China, des-
pués en 1-léxico y en los Andes. Esta metamor-
l. Se han registrado comportamicntn:. asesinos entre los
chi1npancés.
Rtrrbm·it htiTIIOIIIJ y bmvnric ettt·opea 17
fosis ha producido las grandes civilizaciones de
sociedades que cuentan con miles, ha:;ta conmi-
llones de miembros, que practican la agricultura,
que constn1yen ciudades, creRn Estados y gran-
des religiones, inventan los ejérciros, desarrollan
considerablemente las técnicas. Aun cuando ras-
gos de barbarie podían caracterizar a las socie-
dades arcaicas, es en las sociedades históri-
cas donde se ven aparecer los rasgos de una
barbarie vinculada al poder del Estado y a la
desmesurademencial, a la bybrü·. Se emprenden
conquistas de territorios para asegurar Las mate-
rias primas o las reservas de subsistencia para
los períodos desequía o de exceso de lluvia. Pero,
sobre tOdo, se produce una verdadera escalada
ele conquistas que va más ¡11Já de la mera
necesidad vital y que se manifiesta en las ma-
sacres, las destrucciones sistemáticas, los pilla-
jes, las violaciones, la esclavi'l..<lCión. Existe
entonces una barbarie que torna forma y se de-
sencadena con la civilización.
Por otra parte, estas grandes so<.:iedades se
caracterizan porun desarrollo urbanosin prece-
dentes, forman Babilonias donde se reúnen po-
blaciones diferentes, clases diversas fundadas
sobre la dominación de los amos y la esclavin1d
generalizada. En los bajos fondos, prosperan la
18 Edgar Murin
delincuencia, la criminalidad. En las sociedades
arcaicas, demográficamentelimitadas, en las que
la mayoría de los individuos se integraban a la
colectividad, la marginalidad debía ser una
excepción. Reinaba una especie de superyó de la
colectividad, tanto más importante dado que
estas sociedades estaban regidas por el mito del
ancestro común que alentaba la fratenúdad de
todos sus miembros.
En los grandes imperios, en las ciudades-esta-
do, se desarrollaron fermentos de delincuencia
y de criminalidad. Se presenció la aparición de
dioses feroces y guerreros, de dioses que deman-
daban el exterminio del enemigo. La barbarie
de la guerra resulta por lo demás inseparable de
los tiempos históricos. La historia de las grandes
sociedades es la rustoüa de las guerras itúnte-
rrumpidas, como lo ha demostrado Gaston
Bouthoul, fi.mdador de la polemología. Sin em-
bargo, al mismo tiempo que dicha barbarie, estas
sociedades producen un florecimiento de las ar-
tes y dela cultura, un desarrollo del conocimien-
to, la apariciónde una elite cultivada. La barbarie
se vuelve entonces un ingrediente de las gran-
des civilizaciones. Como lo ha puesto en evi-
dencia Walter Benjamín, no hay un signo o un
acto de civilización que no sea al mismo tiempo
19
unactode barbarie. Surgeuna pregtmta: ~;se pue-
de y se debe resistir a la barbarie, y aun se debe
jnrent.arreprimirla, ¿no essin embargo tmingre-
diente de civilización que jamás podrá su-
primirse?
La barbarieno es sólo un elemento que acom-
paña a la civilización, sino que la integra. La
civilizaciónproduce barbarie, en particular la bar-
barie de la conquista y de la dominación. La
conquista romana, por ejemplo, fi.1c una de las
más bárbaras de toda la Antigüedad: el saqueo
de Corinto en Grecia, el siúo de Numancia en
España, la aniquilación de Cartago, etc. Sin em-
bargo, la culrura griega s<:: infiln·ó en el interior
del mundo romano, que se había convertido en
imperio. De allí la famosa expresión del poeta
latino: "Urecia, derrotada, derrotó a su feroz
vencedor". De esta manera, la barbarie también
generó civilización.
La conquista bárbara de los romanos condujo
a una gran civilizaó.ón. En 2J2, el edicto de Ca-
racalla concede la ciudadruúa romana a todos los
súbditos de esevastoitnperio quecubreÁfrica del
norte y parte de Europa del este y de Inglaterra.
Si me puedopemútir un paréntesis -dado que
no mein1pongo aqtú un disctlrso lineal, sino que
20 Edgar !'vlurm
invito a refle.:~Cionar sobre momentos históricos-,
me gustaría recordar que Simone Weil, en un
artículo de los Nouveaux Cahiers publicado en
vísperas de la Segunda Guerra Mundial, anti-
cipaba que otro tanto ocurriría en el imperio
europeo posterior a la conquista nazi. Ella pre-
veía una victoria de Alemania, y, en dos siglos,
un florecimiento de las civilizaciones, según el
modelo de aquella que había generado Roma.
Esto no le impidió involucrarse con convicción
en la Resistencia, como ustedes saben. Pero
tampoco deja de ser cierto que esm idea inspiró
a socialistasy pacifistas, quecolaboraron conlos
nazis desde el comierrw de la guerra, c:uando
todavía no era europea, pero cuando se pensaba
que Alemania dominaría largamente a Europa.
Muchospensaban, trágicamente, quecolaboran-
do con la Alemania hitleriana colaboraban de
hecho para llegar a una .Europa socialista.
Si aludo a este arúculo, es porque mehainflui-
do no sólo en lo que concierne a la Alemania na-
zi, sino también enlo queacañc ala Unión Sovié-
tica. En L942, a los veintiún años, yo conocíaya
los peores aspectos de la URSS, no había oh·i-
dado los procesos de Moscú, había leído aTrots~
ky y Souvarine. Yo tenía la idea de que la vic-
toria de la Unión Soviética permitiría a las
flprbnrie bumattny bnrbtwie em·open 2 1
simientes ínsitas enla ideología socialista, ideo-
logía comunitaria, igualitaria, libertaria, florecer
en una era maravillosa de armonia social. Em-
pecé a desilusionarmecuando llegaron la Guerra
Fría y una renovada glaciación estalinista. Hoy
110 puedo apartar la idea de que la Unión Sovié-
úca, quizás, habría podido hacer florecer, con el
óempo, losidealesylosfermentos decivilización que
subarbariehabíaahogado enw1 comienzo. Lascon-
quistas bárbaras pueden conduciral florecimien-
to de una civili7.aóón, sin que por ello, ciertamente,
esas barbaries originarias deban ser justificadas
retrospectivamente, ni re<:ubiertas por el olvido.
Existe también tula barbarie religiosa, de la
que conviene hablar ahora. En la Antigüedad,
cadauno de los pueblos del Medio Oriente tenía
su dios de la guerra, despiadado con sus enemi-
gos. Sin embargo, tanto en Grecia como en la
antigua Roma, el politeísmo permitió la coexis-
tencia entre diferentes dioses. El politeísmo
griego recibió un dios aparentemente bárbaro,
vi.olenro, un dios dela ebriedad, de la bylnis: Dio-
msos. La extraordinaria tragedia de Eurípides,
Lasbncmztes, muestra el arribo destructor, la lo-
cura desencadenada, de este dios. Dionisos, sin
embargo, no resultó por ello menos integrado a
22 Edg!Tr Morin
la sociedad de los diosesgriegos. Enel sigloXIX,
cuando Nietzsche plantea la cuestión del origen
de la tragedia, pone de relieve el doble aspecto
que caracterizaba a la mitología griega. Por un
lado Apolo, símbolo de la mesura; del on·o, Dio-
nisos, símbolo del exceso. Es est:; dualidad y com-
plernentariedad de Apolo y Dionisos la que
ilustra el fragmento de Heráclito: "Unid lo
concordante y lo discordante".
El imperioromano se caracterizaba, ames del
cristianismo, porla tolerancia religiosa. Los cul-
tos más diversos, y aun las religiones salvíficas,
como el cultodeOsiris,elculto de Nlitra, elorfis-
mo, eran perfectamente aceptables. El mono-
teísmo judío, y después cristiano, al mismo
tiempo que su universalismo potencial, apor-
taron una intolerancia propia, yo diría hasta una
barbarie propia, fundada sobre el monopolio de
la verdad de surevelación. En efecto, el judaísmo
sólo podía concebir como ídolos sacrílegos a los
dioses romanos. El cristianismo, a través de su
proselitismo convoluntad universal, sólo podía
acentuar esta tendencia. i1ientras que el judaís-
mo tenía la posibilidad de permanecer en el in-
terior de símismo en la alianza privilegiada que
creía tener con Dios, el cristianismo finalmen-
te buscó destruir a los otros dioses y a las otras
Barbnrie bzm¡¡mtt )' bm1~~trie e1wopen 23
religiones. Por oo·a parte, desde el momento que
fue reconocidocomo laúnica religión de Estado,
hizo cerrar la escuela de Atenas, y puso fin así a
toda filosofía autónoma.
Una de las armas de la barbarie cristiana ha
sido la lJtilización de Satán. Bajo esta figura, hay
que ver al separador, al rebelde, al negador, al
enemigo mortal de Diosy delos humanos. Aquel
queno estú de acuerdo y que no quiere renunciar
a su diferencia ha de estar por fuerza poseído
por Satán. Es con tal máquina argumentativa
delirante queel cristianismo ha ejercido su bar-
barie. Por supuesto, no ha gozado de la exclu-
sividad del armasatánica. Hoyse ve cómo Sat<ln
regresa más virulemo que nunca en el discurso
islámico radicalizado.
Porúltimo, elcristianismo triunfante hasusci-
tado en su seno diversas corrientes de pensa-
miento, variadas interpretaciones del mensaje
de origen. Pero en lugar de tolerarlas, ha
reaccionado con la elaboracióil de una ortodoxia
implacable, que denuncia todo desvío como
herejía, persiguiéndolas y destmyéndolas con
odio, en nombre de la religión del amor.
Estas pocas observaciones muestran que, alm
cuando Europano detenta elmonopoliode la bar-
24 Edgm·;"vlori>l
barie, ha manifestado todas las formas de barba-
rie propias de las sociedades históricas de las que
acabo de hablar. Lo ha hecho de manera más
duradera, más integrada, y, sin duda, más ümo-
vadora. Esta innovación en la barbarie estávincu-
lada a la formación. de las naciones europeas
modernas: España,Francia, Portugal, Inglaterra.
Las naciones son profundamente diferentes de
los imperios y de las ciudades-estado. En primer
lugar, reúnen más poblaciones diversas que las
ciudades-estado -una nación como Francia, por
ejemplo, integra una notable diversidad de et-
nias-. Y la verdadera diferencia con el imperio
se debe a la actividad integradora del Estado-
nación que unifica en una identidad nacional
común sus elementos diversos.
Un caso ejemplar es el de España, donde en
la zona islámica, Al Andalus, la regla era la tole-
rancia para cristianos y judíos, y en la zona cris-
tiana, hasta 1492, la tolerancia para judíos y mu-
sulmanes. ¿Qué ocurrió en ese año inaudito,
1492? No sólo el descubrimiento de América y
el comienzo de la conquista del Nuevo Mundo.
E.s también el año de la cúda de Granada, el últi-
mo bastión musulmán en España, y casi inme-
diatamente después, del decreto que obligaba a
los judíos y a los musulmanes a elegir entre la
conversión y la expulsión. Esta invención euro-
pea, la nación, seconsm1yó entonces, enun prin-
cipio, sobre la base de una purificaciónreligiosa.
Progresivamente, esta purificación tenderá a
adoptar un carácter émico. Siempre en España,
a comienzos del siglo XVII, dos siglos después
del decreto que constreñía a los judíos y musul-
manes a elegir entre conversión y expulsión, se
encontraba, especialmente en Andalucía, una
fuerte población morisca. Se n·ataba de moros
oficialmente convertidos al catolicismo, pero
que continuaban practicando sus creencias en
el interior de grandes propiedades privadas.Los
lat:iftmdistas, los señores propietario~, los tolera-
ban o cerraban k>s ojos. En alguna barraca
transformada con simpleza en mel-quita, se podía
practicar un resto de culto musulmán. Para la
lnquisición, esto resultó intolerable. Hagamos
notar que ésta no profesó el principio de una
purificación émica. Perseguia a los judeocon-
"'d'b"versos que JU arz.a an en secreto como tam-
bién alosmoriscos que "islamizaban" del mismo
modo. Perouna ve:.: que había podido establecer
la sinceridad de su fe cristiana, les reconocía
~odos los derechos de los cristianos. Bajo el
tmpulso de una nueva presión de intolerancia,
se llegó a la expulsión de los moriscos. Se sepa-
26 Edgtrr Morin
raba a las mujeres desus esposos que eran expul-
sados y embarcados con rumbo al norte de
África. Se pasó de la purificación religiosa a la
purificación étnico-religiosa. En una parte de
la aristocracia y de la burguesía española, se de-
sarrolló la tendencia a quererimponer la limpieza
de sangre, la pureza de sangre, lo que ya era una
noción racial, racista. Los monarcas espaiíoles
finalmente no dieron curso a esta imposición y
la pureza de sangre nunca se volvió oficial. Debo
precisar que en verdad la Inquisición nunca ha-
bía sido defensora de esta idea. Ella sólo busca-
ba verdaderamente la pureza religiosa, pero esta
pureza había empezado a asociarse con otra, una
intolerancia empezó a despuntar bajo la otra.
Volveréluego sobre una consecuencia de esta
tentativa de purificaciónreligiosa en España, con-
secuencia subtemínea pero muy profunda, carac-
teli:z.ada porelfenómeno de los conversos, llamados
peyorativamente marranos.
Para terminar, señalemos que la intoleran-
cia religiosa española se desató con la conquis-
ta de Améric.:a, y tuvo como consecuencia la
destrucción de todas las religiones precolom-
binas.
Por cierto, se puede considerar que el prin-
cipio de la purificación religiosa ya estaba en
Bm/IT'Ít humm1ay barbarie mruptll 27
germen con el triunfo del cristianismo en el Im-
perio Romano. Pero de hecho este principio
conocería un notable fortalecimiento con el
surgimiento del Estado-nación. Hasta tal pumo,
que las guerras de religión que se desencade-
narán en el siglo XVI, como consecuencia de la
reforma de Lutero y de Calvino, serán guerras
civiles antes de ser guerras ent1·e naciones. Con-
cluirán en la paz de Westfalia, que acentuó la
tendencia dominante de cada nación a la purifi-
cación religiosa. Estos tratados instauraban la
religión del príncipe como religión del Estado,
principio importante para AJcmania, que se ha-
bía dividido en principados. En Inglaterra, el
anglicanismo se constituirá sobre la base de la
expulsión del catolicismo y muchos católicos de-
bieron emigrar a Livorno o a Francia en el siglo
XVI. Existió una excepción francesa, provisoria,
el edicto de Nanres, firmado en 1598 por En-
rique lV Provisoria, porque bajo Ltlis XN, el
edicto se vioseveramente limitado por las cruel-
dades de los soldados que perseguían a los pro-
testantes para queseconvirtieran yles imponían
restricciones que afectaban todos sus derechos.
Como ustedes saben, el edicto de Nantes será
revocado en 1685, y a esta revocación seguirán
numerosas consecuencias trágicas.
28 Etlgnr Morin
En las ciudades de los Países Bajos, que no
estaban organizadas bajo el principio de nación,
la tolerancia religiosa persistió; especialmente
en Ámsterdam, donde incluso era posible no
practicar religión alguna. Calvinistas, luteranos,
católicos, judíos coe.lásóan. Spinoza, después de
que lo excomulgara la sinagoga, no se adhirió a
ninguna religión y pudo continuar con su vida
en total independencia. Como~.ma consecuencia
de este estado de cosas, fue en Amsterdam que se
imprimieronmuchos de los libros que lacensura
prohibió en Francia hasta fines del siglo XVIll.
Uno puede pensar que estos fenómenos de
purificación hansidolas enfepnedadesinfantiles
de las naciones occidentales modernas. Pero
estas mismas naciones sabrán producir el anú-
doto contra esteveneno.lnspiradapor lallustra-
ción, tma nueva concepción de la Nación surge
a partir de laRevolución Francesa. El14 de julio
de 1790, un año después de la toma de la Basti-
lla deleaados de todas las provincias de Francia, b
acuden a la granfiesta de las federaciones, expre-
sando así su común intención de formar parte
de la gran nación: una nación como Francia está
concebida como producto de una voluntad co-
mún. La idea de un espíritu común y de una
voluntad común se desarrolla, impulsada en el
29
siglo XIX por pensadores como Renan, para
quien "la existencia de una nación es un plebis-
cito cotidiano". Esta idea se afirma en comra de
las teorías de filósofos alemanes como 1lerdery
Fichte, quienes insisten más bien sobre el suelo,
la lengua y la cultura para definir tma nación.
Esta oposición se reencuentra en el diferencio
franco-alemán sobre A.lsacia y Lorena. Para los
franceses, Alsacia y los alsacianos eran franceses,
por el espíritu francés dd que eran portadores;
los alemanessostenían por su parte que los alsa-
cianos eran de etnia y L-ultura alemanas, y por lo
tanto alemanes.
En todo caso, fuertemente inspirada por la
concepción revolucionaria, seinstaura unacierta
idea moderna de la nación: la integración de
etnias diferentes a través de la educación, la
laicidad, los medios de comunicación, el desa-
rrollo de las rutas y de los ferrocarriles, pero,
no hay que olvidarlo, también a través de las
guerras. Las guerras son integradoras porque
unen en el odio del enemigo a las etnias más
diversas en el seno de una comwlidad patrió-
tica. Consideremos a los bretones: la conciencia
de un habitante del Finistere sedefinía, y en cier-
ta medida todavía se define, en relación con la
de un habitante de Cap Sir.un, es decir, en
30 Edgm· M{J1"iu
relación con el pueblovecino. Cuando enrra en
el ejército, oye que le dicen "el bretón". Una
identidad que le resultaba lejana y abstracta se
>uclvc concreta y, por sobre todo, descubre una
parte de esta complejidad que lo constituye: es
bretóny fram:és. Las guerras han contribuido así
a la integración.~
Porsupuesto,Europa noseliberó tm f.ícihnente
de las cucstiones étnico-religiosas y de sus lazos
con una cierta concepción de la nación. El pro-
blema de Irlanda del Norte, que está a punto de
resolverse, lo demuestra suficientemente. Hoy
se plantean también los problemas del País Vasco
y de Córcega, aunque sin duda son periféricosy
secundarios.
El sigloXXnos ha permitido medir la barba-
rie producida por la idea de nación cuando ésta
reposa sobre una voluntad de purificación étnica.
Por cierto, no se puede reducir la nación a sus
efectos bárbaros, porque ella es también un ope-
rador de integración entre las etnias. Pero hay
que señalar que el siglo XX inventó la mons-
truosidad de la nación monoétnica. En el seno
de los imperios que reinaban en Europa central
y oriental a comienzos del sigloXt'<:, austro-hún-
garo, otomano, zarista, <>peraban fuerzas de in-
tegracióny de entendimiento entre los pueblos.
Barbariebumn1111y barba1'ie mt-opt.n 31
En el imperio otomano, por ejemplo, se ejercía
una tolerancia religiosa y no prevalecía una
voiWltad encarnizada de convertir. El modo de
gobierno, que hacía que los impuestos fueran
recaudados por la autoridad religiosa, permitía
a los judíos y a los católicos coexistir en una
misma ciudad. Sarajevo es d ejemplo exrra-
ordinario de la reunión de los católicos croatas,
de los ortodoxos scrbios, de los judíos sefaradíes
y de los eslavos convertidos al lslam. Este
caráctermultiétnico, esta mezcla de cultw-as que
nos parece un rasgo positivo del imperio oto-
mano, se reveló desastroso después de su des-
mantelamiento. En cuanto al imperio austro-
húngaro, ames del primer conflic.:to mundial se
encaminaba poco a poco, a pesar y a causa de
todas las disensiones y descontentos de sus nu-
merosos pueblos, hacia el reconocimiento de
un:1 cierta autonomía y eoex.iste11cia pacífic>l de
las nacionalidades: húngaros, checos, croatas.
Desgraciadamente, la voluntad de los vence-
dores en 1918, y especialmente de Francia, pro-
vocó la dislocación de estos equilibrios. Cle-
mcnceau estaba persuadido de que el conjuntO
austro-húngaro era un bastión del catolicismo.
Los vencedores impusieron la constitución de
naciones que, por el hecho de la explosión del
32
imperio y de las divisiones arbitrarias, se en-
contraron bruscamente sumergidas en la lógica
multiémica de las naciones modernas (Serbia y
Grecia, por su parte, ya se habían emancipado
en el siglo XIX). Ahora bien, cada una de estas
naciones, aunque incluyeran importantes mi-
norías étnicas yreligiosas, quiso concebirse bajo
una forma monoétnica.
El historiadorToynbee, que presenció la gue-
rra greco-turca de 1921, calificaba de "desastre"
la importación de la idea occidental de nación en
estas regiones. Una doble purificación émica
turca y griega se estaba produciendo entOnces.
Los turcos eJo.:puJsaron a las importantes pobla-
ciones griegas de Asia Menor, que estaban alli
desde la Antigüedad, y las deportaron a Mace-
donia. Por su parte, las poblacionc::s turcas de
Macedonia fueron deportadas a Turquía.
En 1990, no cabían dudas de que la nación
yugoeslava no había completado su proyecto de
integración de los pueblos que la constituían,
pero ese proceso estaba en marcha. Es verdad
quehabía sufrido una dictadura y que podía con-
siderarse que la nación eraimpuesta por el tota-
litarismo, un totalitarismo sin embargo tempe-
rado después de la rupmra con la URSS. Esta
nación inacabada se dislocó en tres naciones con
33
el desencadenamiento de una barbarie guerrera
v cruel. El objetivo de depuración étnica fue tan-
to de los serbios como de los croatas, que expul-
saron importantes poblaciones serbias. En Sa-
raje:vo, aún se conservaba un cierto carácter
multiétnico con los serbios que desempeñaban
UD papel importante en el poder, la prensa, etc.
Este mal de la purificación se reencuemra, por
cierto de manera pacífica, en el proceso desepa-
ración entre los checos y los eslovacos.
No hablo aquí expresamente de la purifica-
ciónnazi, objeto de mi tercercapítulo, que puede
ser considerada como la cúspide de la obsesión
purificadora de una nación y que desgracia-
damente se enraíza en la historia europea. Sin
embargo, conviene advenir que después de la
victoria de los aliados en 1945, pueden ob-
servarse fenómenos de purificación de las pobla-
ciones alemanas, deportadas de una Silesia que se
había vuelto polaca, y de unos Sudetes que aho-
ra eran checos. Los mismos polacos fueron de-
portados de las zonas ucranianas anexadas por
los soviéticos. Y aün existen, en nuestras nacio-
nes occidentales, minorías que están convencidas
de que la presencia extranjera de emigrados
naturalizados contamina la identidad nacional.
La xenofobia, el antijudaísmo persisten a pesar
34
de la inte.,o-racióneuropea. Los nacionalismoschau-
vinistas, fundados sobre la idea de pureza, no
están muertos. En Austria, el movimienco de
Haider, los movimientos neonaz.is en Alemania,
en Holanda, en Francia, parecen marginales,
minoritarios, pero pueden ganar importancia en
c::~so decrisis..Basta conpensarque dm-antela gran
crisis de 1929, que tan brutalmente golpeó a
Alemania en 1931,1m pequeño partido, el partido
nazi, queen tiempos normalesnunca podía esperar
superarell5 o ell8 por ciento de los votos, pudo
llegar al35 por ciento.
Las tendencias bárbaras coexisten con las ten-
dencias civilizadoras. De la misma manera que
en el seno de losimperios, donde reinaba labar-
barie de las conquistas g-¡¡crreras, nacieron for-
mas refinadas de civilización, del mismo modo
en el seno de las naciones, coexistiendo con sus
tendencias depuradoras, se observa un flore-
cimiento de las artes, de la cultura, del conoci-
miento. A~í la España depurada del Siglo de Oro
produjo a Lope de Vega, Calderón, Góngora y
una pléyade de grandes artistas. De igual manera
que la Francia "purificada" según la revocación
del edicto de Nantes es de todas maneras elpaís
de los grandes autores clásicos. Nunca olvido
Bor/Jarit hmmm11y bm·bnrie cm·opea 35
este doble aspecto, es decir, de hecho, la com-
plejidad de la civilización.
Paso ahora a eso que acabo de llamar la
"barbariede las conquistas guerreras". Es mile-
naria, pero ha encontrado sus formas modernas
con el colonialismo. Para simplificar, ~e puede
considerar que comienza con las conquistas de
Alejandro. Sin embargo, éstas no fueron, hablan-
do propiamente, bárbaras. Alejandro respetaba
los diosesde las diferentes civilizaciones que ha-
bía conquistado. En cada ciudad, casaba a cente-
nares de rus soldados con mujeres naturales del
país, preparando de estamanera una civilización
mestiza. Pero el caso de Alejandro sigue siendo
excepcional. Los otros grandes conquismdores
sonterribles. GengisKhan, el conquistador mon-
gol del siglo XII y comienzos del X.lll, sembró la
muerte y la destrucción tanto en Oriente, en
China, como en Occidente, al crear un imperio
desmt:surado. Pero estos imperios desmesurados
no pueden durar. Precisamenteporque son des-
mesurados carecen de factor de integración. El
de Gengis Khan sólo duró un siglo. Tamerlán
~1336-1405), un siglo más tarde, conStruyó un
unperio formidable que pronto dividió entre sus
cuatro descendientes.
36 EdgrrrA1orin
Las conquistas que::emprendieron lasnaciones
europeas fueron deotro tipo y, sobre todo, resul-
taron duraderas. Fueron favorecidas por la su-
perioridad militar que les daban las armas de
fuego. Así, en Peni, un pequeño grupo de caba-
lleros y de hombres armados hi.w que se derrum-
b:tra un gigantesco imperio que se extendía des-
de el norte del ecuador hasm el sur de Chile. La
conquista de México fue más complicada. De
alguna manera Cortés se sirvió de la estrategia
del mestizaje. Sealió a naciones sometidaspor los
aztecas, descontentas de pagarles a estos últimos
su tributo y, sobre todo, de entregarles sus ado-
lescentes para los sacrificios. Se ha podido decir
que México fue conquistado por los mexicanos.
El pequeño grupo de Cort~s -y él mismo se ha-
bía unido a una mujer india, la Malinche-, logró
beneficiarse, después de diversos episodios, con
la ayuda ele"esas poblaciones. No es menos cierto
que esta conquista fue animada por una codicia
y un fanatismo sin parangón.
Esta codicia se nutría del miro de El Dorado.
Al encontrar una delgada capa de oro sobre los
muros de los templos de Cuzco en Perú, los
conquistadores esperaron descubrir las fuentes
fabulosas del metal, como lo ilustra ese filme tan
hermoso de H erzog, Aguirre oIn ira de Dios. El
y11,¡,¡rrie/nm11m.11 y barbarie europea 37
fanatismo rejjgioso no era menor: los ídolos
incas fueron abatidos, destruidos. Por lo demás,
la conquista provocó, además de las masacres
que no faltaron, una mortalidad catastrófica,
tatlLO en México como en Perú. Se debió a la
importación de enfermedades europeas, como
la l1Jhcrculosis, contra las cuales las poblaciones
locales no estaban imnunizadas. En lugar de bie-
nes culturales, intercambiaron virus y bacterias.
Acambío de la tuberculosis, la sífilis ganó Oc-
cidentey, porla mta de las caravanas, llegó hasta
China. También el alcohol provocó estragos.
Después de seis u ocho mil años, la selección
natural había eliminado en el Viejo Continente
a los organismos que no se fortalecían por el al-
cohol. No era el c..-aso de las desgraciadas po-
blaciones de América del Norte. Otra causa de la
mortalidad masiva fue por cierto la esclavitud.
Las poblaciones indígenas fueron sobre-ex-
ploradas para eA--o-aerla plat;lde las minasde Potosí
Yhacer llegar a España los galeones cargados de
oro yplata.
Frente a semejante baja demográfica, los con-
quistadores recurrieron a la trata masiva de los
negros. La esclavirud de los negros fue un hecho
en el que participó la casi totalidad del continen-
te americano. Como ustedes saben, la persisten-
38 Edgat·MQ1·m
cia de la esclavitud en los estados del sur de los
E..<;tados Unidos fue una de las causas de la Gue-
rra de Secesión. En Francia, la esclavitud en las
colonias será abolida recién en 1848 gracias a
Victor Schrelcher. Sin embargo, perdurará de
manera residual. En cuanto a la colonización,
no desaparecerá hasta fines del siglo XX. Entre
tamo, se desató la colonización ingksa y fran-
cesa, pero tmnbién alemana yportuguesa, sobre
todo en África. André Gide, durante su viaje al
Congo, informó sobre la manera arroz en la que
eran prácticamentesometidos a la esclavitud los
negros que trabajaban en el ferrocarril Congo-
Océano. Esta barbarie colonialista, de una ex-
trema bmtalidad, continuará manifestándoseen
Francia en pleno siglo XX, tal como lo de-
muestra la masacre de Sétif, cometida el mismo
día del fin de la guerra, cl8 c.le mayo de 1945, y
las numerosas atrocidades durante la guerra de
Argelia.
A fin de cuentas, se observa una explosión de
cinco siglos de barbarie europea, cinco siglos
de conquistas, de reducción a la servidumbre, de
colonización. Por cierto, hay que decirlo nue-
vamente, la barbarie se vio acompañada por
efectos de civilización, e incluso los ha inducido.
Btrrbarie bttmrmn.Y bnrbrrrie wrope.1 39
En el curso de esta mundialización de la barbarie
europea, hubo mestizajes de culturas, inter-
cambios, contacros creadores. En la actualidad
vemos cómo se polemiza sobre una directiva
ministerial que pretende que en los manuales
de historia se indiquen la~ características posi-
tivas de la colonización francesa en Argelia y en
las otras antiguas colonias de África. La ver-
dadera cuestión es saber si t:stas características
positivas esnín en primer plano o son sólo fenó-
menos secundarios.'lal inteuogantc debería ser
reubicado en un marco general. Habría que suh-
rayar la ambivalencia, la complejidad de lo que
es barbarie, de lo que es civilización, por cierto
no para justificarlos actos de barbarie, sino para
comprenderlos mejor y así evitarqm.: nos posean
c•egame11te.
Querría terminar refiriéndome a otra forma
de barbarie que aún hoy perdura. Las sociedades
históricas de las que hablé se constituyen eli-
minando progresivamente a las pequeñas socie-
dades arcaicas que las han precedido. Pero es
con el auge mundial de la civilización occiden-
tal que se opera la destrucción genocida de la
~nmanidad arcaica r de los pueblos sin Estado.
En Tasmania, la población indígena ba sido ani-
40 EdgarMm-m
quiJada. En Austraha, hoy es residual. EnAmé~
rica del Sur, en el sur de Chile, los alakalufes, el
pueblo de los nómades del mar, que acogían a
los navegantes cuando pasaban en los siglos
XVII o XVITI, ha sido aniquilado. En América
del Norte, las poblaciones indias, después eleha-
bersido burladas- los tratados que habían firma-
do con la autoridad política no fueron respe-
tados-, hoyestán inmovilizadas, enreservas que
son como guetos. La a:;ociación Survival Inter-
nacional defiende sus derechos, y lo hace muy
activa y justamente. En Asia, los habitantes de
las montaüa:; de la península Indochina ya han
sido reprimidos porlos pueblos dominanteS. En
África negra, la población de los banrúes ha
avanzado sobre los bosquimanos, y práctica-
mente los ha exterm inado. Grandes zonas de la
selva virgen amazónica sufren hoy un proceso
de destrucción, que condena a los últimos pue-
blos independientes a exiliarse en los suburbios
miserables de las metrópolis o a desaparecer. La
barbarie continúa y sin embargo hay que desta-
car la resistencia COim·a esa barbarie, como la
de quienes en Brasi1crearon asociaciones de lu-
cha para la salvaguarda de las poblaciones in-
cligcnas y de sus derechos.
41
La barbarie conquistadora europea no ter-
mina, lo repito, con el fin de la Segunda Guerra
.'Iundial. En lo que roca a Francia, no se acaba
más que con la guerra de Argelia,y termina más
tarde para Portugal con Angola y Mozambique.
Las naciones de Europa dejaron de ser naciones
coloniales. lg1.1almente, en lo que concierne a la
baroorie depuradora, las naciones europeas re-
nuncian de a poco, gracias a la constitución de
un espacio c·uropeo, al nacionalismo basado en
lapureza étnica.Estamosentonces en una época
donde la barbarie europea est<l en fuerte re-
gresión y donde los antídotos culturales euro-
peos, que han desempeiíado un papelimportante
en esa regresión, podrían permitir definü· a
Europa.
2. Los antídotos culturales
europeos
Acaso pueda parecerles que estoy dando a mi
exposición ·.ma forma de fresco histórico dema-
siado apresurado. Sinembargo, el hilo histórico
gne sigo no es para mí un medio de ex'Posición
cronológica del fenómeno de la barbarie, sino
un medio para su comprensión.
En el siglo XVJ se opera una profunda meta-
morfosis de Europa occidentaL Asistimos a la
Yez a un auge econónúco, a un esplendor de las
ciudades, y a la formación de las naciones mo-
dernas. El Renacimiento da nueva vida a la he-
rencia de laAntigüedad griega y latina, en espe-
~ial a la griega, encerrada hasta entonces en el
Interior del discurso teológ-ico. Dicho de otro
modo, este retorno de Grecia puso fin a la suje-
ción teológica, y produjo una autonomización
del pensamiento, pernúticudo así el auge de la
4(¡
filosofía y de la ciencia modernas. Por cieno,
existía un pensamiento racional en el seno de la
teología y especialmente en el tomismo, pero
quedaba hajo el control religioso. La ciencia se
desarrollará entonces marchando sobre cuatro
piernas: el empirismo, la racionalidad teórica,
la verificacióny laimagim1ción. ElRenacimiento
es también la época del desarro.llo de las hu-
manidades, de una cultura fundada en la inte-
gración de la cultura griega y de la cultura latina.
En esta época, muchos pensadores se caracte-
rizaban porun espíritu enciclopédico, conocíanel
árabe, el hebreo, el griego, el latín.
Fue en el curso del Renacimiento que tuvo
lugar la gest.-1.ción del humanismo europeo. Ala
pregunta de cuál es la esencia del humanismo,
caben dos tipos de respuestas absolutamentedi-
vergentes. Una respuesta del primer tipo es,
por ejemplo, la del filósofo polaco LeszekKola-
kowski. Según él, el humanismo europeo bebe
en la fuente del judeo-cristian.ismo: en la Biblia,
Dios ha hecho al hombre a su imagen y, en los
Evangelios, Dios se encarna en tm ser humano.
A J.o que el filósofo checo Jan Patocka objeta
que la fuente del humanismo europeo es griega,
porque es en el pensamiento griego que el espí-
riru. humano y su racionalidad afirman su auto-
[.QS 1111tídbtor cuitumte.<wropeos 47
nonúa. En la ciudad democrática de Atenas, la
diosa Palas Atenea no gobierna, sólo protege;
éSte es el significado de la democracia: los ciu-
dadanos responsables tienen en sus manos el
gobierno de la ciudad.
Esposiblepensarque de hecho las dos fuentes
no son excluyentes y que ambas se han urúdo
para crear elhumanismo europeo. Es cierto que
laprimera fuente, en la queelhombre estáhecho
a imagen y semejanza de Dios y en la que Dios
sehacehmnbre, sibien promueve el respeto por
la vida humana, también conducirá a un antro-
pocemrismo ingenuo y será fuente de mega-
lomanía. Liberado de Dios, el hombre ocupará
el lugar de sujeto y centro del universo. Es pre-
cisoindicar, también, como corr-iente que irriga
al huma1úsmo europeo, el mensaje del propio
Jesús, al que no menciona ninguno de estos au-
tores. Es un mensaje que habla ele compasión y
de perdón. De esta palabra se desprende un
espíritu de fraternidad que se tmirá a la racio-
llalidad griega: algo afectivo que se enlaza al ca-
rácter frío de la racionalidad para formar el
hUll;laiúsmo europeo.
Estehmnanismo tiene dos rostros, uno domi-
nanre, el otro fraternal, lo que provocará una
48 Edgarllfor;,1
confusiónimporrame sobre el término, enespe-
cial en el siglo XX. El primer rostro del huma-
nismo, el que se revela ilusorio por no decir de-
lirante, coloca al hombre en el lugar de Dios,
de hecho el único sujeto del universo, y le da la
misión de conquistar el mundo. Es la misión que
Descartes confiere ala ciencia: hacer del hombre
el dueño y seiíor de la naturaleza.Retomado su-
cesivamente por Buffon y por Karl Marx, el
mensaje cartesiano de la omnipotencia pro-
mctcica recién cae hecho pcdaws a partir de
1970. De ahíen más, advenimos que el dominio
de la naturaleza, que de suyo no admite control,
conduce a la degradación de la biosfera y, por
consiguiente, a la degradación de la vida y de la
sociedad humanas: este tipo dc dominio tiene
un carácter suicida.
Por otra parte, ahora adq uirimos conoci-
miento y conciencia de la pequeñe:t. del planeta
Tierra en el sistema solar, de la pequeñez del
sistema solar en la Vía Láctea, de la peq1.1eñez
de nuestra galaxia en el universo. Debemos en-
tonces enfrentar el segundo rostro del huma-
nismo, el que preconiza el respeto de todos los
seres humanos, sea cual sea su sexo, su raza, su
cultura, su nación.
lAS1111rúiotos (11/t:tn·o/es em·opeos 4?
De hecho, si este humanismo es válido en
principio para todos los hombres, el Occidente
europeo previamente lo había restringido sólo
a sus habitantes, considerando a los otros pue-
blos como subdesarrollados, arcaicos, primi-
tivos. Lucie::n Lévy-Bruhl, por ejemplo, con-
sideraba que los primitivos eran seres infantiles
ymísticos, prisioneros del pensamiento mágico.
Olvidaba que existe una racionalidad en toda
forma de civilización, aunque más·no fuera en
la fabricación de herramientas, en la utilización
de las annas, en la práctica de la caza. En toda
sociedad, coexisten un pensamiento racional,
técnico y práctico, y un pensamiento mágico,
mítico y simbólico. Lo mismo ocurre con la
nuestra. Jndicarlo me parece de una importancia
extrema.
l::nsu segundo rosn·o, d humanismo sevincu-
ló al desarrollo de la racionalidad crítica, y aun
autocrítica. Se love, por ejemplo, en el Elogiode
In lccura de Erasmo, expresado evidentemente
bajo formas prudentes. En el resto de su obra,
Erasmo, aunque un espíritu ruuy tolerante, se
mostraba eAtremadarneme reservado tamo res-
pecto de la autoridad católica como del lute-
ranismo.
50 Edgm· Mm-m
En la emergencia de la racionalidad autocri-
tica, merece destacarse la importancia mal co--
nocida del marranismo. Los marranos eran de
hecho en su mayoría deorigen judío, ya que mu-
chos musulmanes habían retornado al Maghreb
tras la caída de Granada. Entre los judíos con-
versos, algunos quedaron en España y otros se
instalaron en los Parses Bajos. A su vez, existen
dos tipos de marranos. Los primeros olvidaron
su ascendencia y se volvieron cristianos. Los se-
gundos guar?aron secretamente la fe y la iden-
tidad judías. Este fue el caso del doctor Fernando
Cardoso. Hombredel sigloXVII, poeta cortesa-
no, amigo de los grandes dramaturgos, autor de
poemas, en especial uno sobre la empción del
Vesubio, en apariencia está perfectamente
integrado. Sin embargo, realiza un viaje a Ve-
necia, ve a las autoridades del gueto, y les pide
que lo reconozcan como judío. Obtenido esto,
que las autoridades le conceden a condición de
que sea el médico de los pobres, escribe allí un
libro que será impreso en Holanda, De la e.x:ce-
lmcia de losjudíos, para demostrar que la ley de
Moisés es superior a la de Cristo.
Yaún existeun tercer rostro del marranismo,
nacido a partir de una doble identidad, del senti-
miento de pertenecer a dos modos de existencia
Losalltídotos mlmrnles er••·qpeos S1
diferentes, a dos comunidades antagonistas. El
choque de las dos religiones contrarias es como
el encuentro de dos partículas que se golpean y
se descruyen la una a la otra para formar un con-
junto nuevo. Estos casos son raros, pero nota-
bles. Bartolomé de las Casas, por ejemplo, que
tiene una ascendencia de co-nverso, hizo que la
jerarquía católica aceptara la idea de que los in-
dios de América eran humanos y te11ían un al-
ma. La Iglesia se rehusaba a admitirlo: ¡cómo
considerarlos hombres si jesús no se había des-
plazado nunca hasta América del Sur! Las perse-
cuciones de las que fue testigo Bartolomé de las
Casas le inspiraron compasión, y él se remitió a
la fuente paulina: "No hay hombres ni mujeres,
ni judíos ni griegos, ni hombres libres ni escla-
vos, vosotrossois todoslmo enJesucristo" (Epís-
tola a los Gálatas). Desgraciadamente, por falta
de oportunidad, Bartolomé de las Casas puso
entre paréntesis la suerte de los africanos vícti-
mas de la trata. La trata de los negros comenzó
efectivamente desde 1502 en la isla de Hispa-
niela.
El otro caso que conviene citar es el de Mon-
taigne. Se asombrarán de oír que lo califique
como marrano, porqlle todo elmundo lo conoce
como gascón, pero unacosa no quita la otra. Se
52 EdgrwMo?-i11
sabe, según ft1e11tes seguras, que la familia ma-
terna, losLoupe, desciendede los López, de quie-
nes se encontraron buellas en España. Parecería
extraño que esta unión, en una época en la q11e
los matrimonios eran arreglados, no haya sido
hecha entre dos descendientes de marranos, aun
cuando no se sepa nada de la familia paterna. Es
interesante anotar que, en los Ensayos, las refe-
rencias principales son. gTiegas y latinas, exclu-
yendo casi las referencias a los Evai).gelios, y en
definitiva a todos los te;>.."tos religiosos. Vnacarta,
escrita a su padre para narrarle la muerte de su
amigo, La Boétie, cuyos ritos fúnebres habían
seguido la liturgia católica, es bien extraña. Al
final, La Boétie dice con voz fu·rne: "llluero en
esta fe que Moisés ha plantado en Egipto, que de
allí transportó aJudea y que nuestros padreshm1
o·ansmitido hasta nosou·os". P<·egww:: a los espe-
cialistas en La Boétie qué podía significar esto,
pero no me pudieron responder.
Lo que importa es que ese marrano que es
lllontaigne constituya tul fenómeno verdadera-
mente excepcional en una época de guenas de
Teligión. Lo es por su escepticismo y por su re-
chazo de considerar a los amerindios como infe-
riores. "Aquellos a quienes se llama bárbaros-es-
cribe- son seres de tula civilización diferente de
Lo.< rmtítlato.rmlmmle.r europeos 53
la nuestra". Añade: "Encuenn·o [...Jque no hay
nadasalvaje y bárbaro en esta nación... sino que
cada uno llama barbarie aquello que no entra en
sus costumbres". Uno de los aspectos de la bar-
barie europea fue el de tratar de bárbaro al otro,
al diferente, en h1gar de celebrar esta diferencia
y de ver en ella la ocasión de un enriquecimiento
del conocimiento y de la relación entre los hu-
manos. J.1ontaigne representa un pensamiento
de una libertad inaudita que ha sabido eman-
ciparse de los prejuicios bárbaros de su tiempo.
Pienso que la fuente de su libertad está en esa
libertad interiorde un espíritu que semueve más
allá del judaísmoy más allá del cristianismo. No
sufiió el antagonismo entre judío y cristiano,
musulmán y judío, tl.cl e infiel. Por cierto, los
orígenes marranos de MontaigTie podían sermuy
lejauu~ y es más bien el espú·ím del marranismo
lo que florece en él. Si es extremadamente pru-
dente en el plano político, lo es dentro de la lú1ea
de su ética de tolerancia. De hecho, sostiene al
rey en todos los esfuerzos de moderación que
despliega para evitar tma guerra de religión.
Me gtJstaría abordar también el caso de Spi-
noza. En su obra, es expulsado el Dios exterior,
que sin embargo seguirá muy prescnte en Des-
cartes o en Ne,vton, y se adopta la idea de un
54
¡ di " d'"munt o autoengen rato, causa e SI , COtlllo
dice Spiuoza, idea que se impondrá en el pensa-
miento europeo recién a partir de Hegel. Como
lo indica la célebre fónnula Deu.~ .rive nattlm, la
fuerza creadora est<l enla naturaleza. Esto puede
entenderse de la siguiente manera: Dios o, si
prefieren, la naturaleza: yo no hago diferencias. En
Spinoza,larazón es sober:ma, pero no se tratade
una razón fría y helada, es una raz.ón profunda-
mente compa~iva, ''amante'' si se puede decir.
RechaL.a la idea de pueblo elegido, que según él
es inactual, y así laiciza la identidad judía, y, más
allá del cristianismo, reen.cuentra los lazos con
la idea de universalidad. Se reencuentra en él el
mismo cspúitu de independenc~a que en Nfon-
taigne. Vivió por cierto en la A.msterdam tole-
rante de entonces, pero no por ello escapó a los
ataques de la intoleranr.:i.a. Expulsado de la sina-
goga, escapado por poco de w1 atentado contra
su vida, debió vivir en una senú-miseria.
No se puede negar el acierto de los inquisi-
dores españoles cuando consideraban que el ma-
rranismo era una fuente de escepticismo y de
racionalismo. Los casos abundan en el siglo
XVII. El Don Quijotede Cervantes, porejemplo,
est<l marcado por una doble ironía: la <.:Iítica de
lo imaginario por la realidad, encarnada por el
U>s1mtídctl<>' culturales I:IJ>'üpeos 55
ojo crítico que Sancho dirige a Don Qtújote,
pero también la crítica de la ¡-ealidad prosaica
por lo imaginario, fuente de poesía, que encarna
eJ caballero errante. Don Quijote anuncia así el
desencantamiento del mundo moderno, descrito
por .Max VTeher dos siglos más tarde. Aunque
San:cho y Don Quijoteseaninseparables, no hay
reconciliación posible entre sus dos universos:
es por ello que esta obra no ha perdido su fas-
cinación, y surge comoun aetoliw en elmüverso
de la literatura y de lo novelesco.
De esta manera, el humanismo se desarrolla
en laconfluencia del mensajegriego revitalizado
en la Italia del Renacimiento y que se desarrolló
en los otros países occidentales con excepción
de-España. Pero incluso a partir de esta España
donde elmensaje ha sido excluido, surgiósubte-
rráneamente a partir del mensaje de aquellos a
quienes podemos llamar los postmarranos, que
alimentaron y afirmaron un humanismo en un
espíritu de laicidad y de universalidad.
También sería interesante evocar un fenó-
meno que apareció en el imperio otomano, y
que deriva del posmarranjsmo: el movimiento
mesiánico de Sabbatai'lSevi. Antes de que lo pre-
sentaran como nuevo i1esías, Sabbatai Tsevi se
había convertido al Islam. S11S discípulos manta-
56 EdgarMmn
v:eron secretamente el culto de este mesías judío
a·.m cuando oficialmente eran musulmanes con-
versos. A estos conversos se les daba el nombre
de diimne ("los que se dieron vuelta"). Eran
bastante influyentes en Estambul. En el siglo
XIX, crearon escuelas la!c<lS. En estas escuelas
se formaron los jóvenes oficiales turcos y Mus-
tafá Kemal, que en la década de 1920 debía es-
tablecer el laicismo. Este episodio también
demuestra que los dc~·víos de la historia son to-
talmente curiosos, pero sobre todo coloca nue-
vamente en un primer plano la virrud eman-
cipadora del espíritu marrano. Los sabateos, al
separarse de la ley judía y adoptar un islamismo
s·Jperficial, se überaban a la vez. de la una y de la
on·a. Por lo quese los puedeinscribiren el movi-
miento del humanismo europeo.
Esta tradición del humanismo europeo, su
parte de autocrítica, se expresa muy bien en las
Cartaspersasde .tllontesqtüeu, yse va a perpetuar
hasta Claude Lévi-Strauss. Montesquieu se
imagina a unos persas que llegan a OccidenteY
consideran a los franceses como seres exóticos,
lo que constiruyc una actirud típica de la racio-
nalidad autocrítica: considerarse a sí mismo co-
mo objeto de curiosidad y de crítica. Volraire da
otro ejemplo de ello en su Di.rcoursaux Welcbes.
57
Desgraóadamente, la racionalidad antocrítica es
un aspecto que siguió siendo menor en la rra-
djción occidental. Enel sigloXVIII, en la época
de la Ilustración, la racionalidad es eminente-
mente crítica yse dirige en primer h1gar contra
]as religiones, consideradas como tejidos de fá-
bulas y de supersticiones. Esta crític<l es reduc-
c.ionista. No llega a ver lo que Marx hará valer
más tarde, el hecho de que la religión es como
el suspiro de la criatura desdichada, el sesgado
medio po:: el que se expresan las aspiraciones
hlUnanas más profundas..
El espúitu humanista de la Ilustración va a en-
contrar su formulación en la Declaracióu de ÚJs
derechosdeibrrmbre)'delciudadano, un mensaje que
era mucho más el de la aristocracia ilustrada que
el de laburguesía, según demosn·ó Fran~ois Furet.
En la noche del 4 de agosto, son lns aristócratas
mismos quienes abandonan sus privilegios.
La razón, en esta época que marca su triunfo,
exhibe roso·os sin embargo diferentes. La razón
científica construye reorías. Pero estas teorías,
aparentemente fundadas sobre datos coherentes,
pueden verse viciadas por la "racionalización",
poruna visión demasiado lógica quesóloretiene
aquello que la confirma. Laplace, por ejemplo,
inyecta la racionalización en el seno mismo de
58
la ciencia. Propone tma cosmoviswn entera-
mente determinista, en un marco que, por
supuesto, ya es totalmente laico: supone que un
demonio dotado de poderes superiores se1ía ca-
paz no sólo de conocer todos los aconteci-
mientos del pasado sino de anticipar todos los
acontecimientos del futuro. Cuando Napoleón
le pregunta: "¿Yqué hace usted con Dios?", La-
place le responde: "Majestad, no necesito esa
hipótesis". La concepciónde Laplace era una ra-
cionalización extrema de la racionalidadnewto-
niana. En la actualidad, nos hemos dado cuenta
de que no todo en el universo puede ser some-
tido al detenllinismo. Esto prueba que existeuna
racionalidad crítica que evita las trampas de la
racionalización,una racionalidad autocrítica que
asocia razón, conocimiento y autoexamen del
sujeto. Las enfennedadesde larazón nose deben
a laracionalidad ensí misma, sino a supeJlersión
en la racionalización y a su cuasi-deificación.
La instrumentalización de la razón, colocada
por ejemplo al servicio de fines totalmenteirra-
cionales y bárbaros como la guerra, participa de
otro tipo de racionalización. De hecho, lo que
hay que ver por detrás de todas las racionali-
zaciones es, además de la ausencia del pensa-
miento crítico y aurocrítico, el olvido de lo que
Los1111tídotos cultttrnü.r .~u·optos 59
Rousseau llama la sensibilidad y que es el ol-
vido de nuestra propia naturaleza. Presente en
Rousseau, la naturaleza ha permanecido igno-
rada por la Ilustración. Todo cambia con el
romanticismo.
El primer romanticismo es una re-poetización
del universo; responde a una nostalgia de la co-
munidad, tma idealización de la Edad Media.
Pero esta nostalgia del pasadova amudar, pocos
años más tarde, en una aspiración al futuro libe-
rador, que expresan Lamartiney I-Iugo, qtúenes
übran una simbiosis entre el espíritu romántico
y el espírit1.1 de la llusu·ación. Lamartine fue uno
de los héroes de la revolución de 1848, la que
añadió la palabra "Fraternidad" a los primeros
términos de la célebre divisa de la Revolución
Francesa. Hugo, por su parte, con su espíritu
visionario, imaginaya los Estados Unidos de Eu-
ropa, preludio de los Estados Unidos del mundo.
Estaépoca da nueva vidaa los derechos del hom-
bre, derechos de los pueblos, derechos de la hu-
manidad, especialmente bajo la influencia del
pensamiento socialista.
En el siglo XIX se opera w1a especie de fer-
mentación, con Fourier, Lerou:x, Proudhon, los
jóvenes hegelianos, Stimer, el teórico del anar-
quismo, y finalmente NI<trX. A Marx debemos
60 &ignr Morin
una notablesíntesis filosófica e imelecLUal al ser-
vicio de ese florecimiento humano que lleva en
sí el socialismo -que es una aspiración univer-
salista de mayor libertad e igt1aldad-. Su pensa-
miento puede ser calificado de posmarrano,
dado que en el corazón de su concepción hay
un mesianismo judea-cristiano laici;¿ado. El
mesías transmutó en proletariado industrial, el
Apocalipsis en revolución, la salvación terrenal
en sociedad sü1 dast:!:i. La mayoría de los mar-
xistas creyó practicar la raciomüidad total sin
advenir qut: practicaban una religión de la sal-
vación terrenal. En el seno de esta esperanza
socialista se reencuentra la tendencia a la uni-
versalidad del humanismo europeo, gnlcias a la
creación de las Internacionales -aunque por el
momento su organización se limite a los países
europeos dorninantes y a los Estados Unidos de
América-. A pesar de todo, la mayor parte del
mundo occidental no ha abandonado la idea de
que la racionalidad es el privilegio y el monopolio
de los occidentales.
Llegan10sasí a dosideas c:omplejas. En primer
lug-ar, Europa occidental, hogar de la más im-
po¡·tante dornillación que haya existido en el
mundo, es también el único hogar de las ideas
/AS 1mtfdotnr m/mra!es nml{WJ.r 6 1
emancipatorias que van a socavar esa domi-
nación. Los portadores de esas ideas cmancipa-
torias se inspiran en el hwna1úsmo europeo mo-
derno: intelecruales, militantes y, menos estre-
chamente, hombres y mujeres de buenavoluntad
surgidos de diferentes c.:lases de la sociedad. La
iniciativa ha sido adoptada por espíritus mar-
cados por las ideas de la Revolución, como
VictorSchcdcher, quien en 1848,recordémoslo,
decreta la abolición de la esclavitud en las colo-
nias francesas. Estas idt:as no sólo van a ser
difundidas en las colonias a o·avés de la enseñan-
za de la culmra francesa, sino que van a serapro-
piada~ por los portavoces de los paises colmú-
zados, y son ellos quienes van a t'emitir a Oc-
cidente a sus propios principios: libertad, dere-
cho de los pueblos, etc. Estas ideas han sido los
fermentos de 1a desc.:olonización. Es entonces
en E uropa, hogar de la dominación y de 1(1 con-
quista, que se formaron esos antídotos que son
las ideas ernancipatorias.
La segunda idea clavese refiere a ese proceso
que llamo la "era planetaria". Con la conquista
de América, y la c.:ircunnavegación del globo por
los navegantes porruguescs y españoles, el pla-
neta entra en un sistema de intercomunicación
que va a desarrollarse sin cesar. Si este proceso
62 Edgar Mm11
es inseparable del sometimiento y de la escla-
virud, los gérmenes de la descolonización y de
la liberación de todas las servidumbres están en
su lugar desde un comienw. junto a la mundia-
lización del comercio de los m1ficantes de es-
clavos y de los mercaderes, se desarrolló una
mundialización de las ideas de emancipación que
condujeron a la abolición de la esclavitud. Por
cierto, esta abolición tardó, y fue difícil alcan-
zarla. En los Estados Unidos, por ejemplo, las
ideas de emancipación también suscitaron la
Guerra de Secesión. Del mismo modo, después
de la Segunda Guerra Mundial, el movimicmo
mundial de emancipación acabó porsuscitarun
movimiento mundial de liberación de los co-
lonizados. La partida de los colonizadores se lo-
gró a veces de manera pacífica, como en Túnez
o en Marruecos,y otras de manera trágica, como
en Argelia. Este proceso culmina con la llegada
al poder de Mandcla, heredero del pensamiento
marxista. Él quiso acabar con la separación de
nt~gros y blancos, ljllÍso constn1ir una misma
nación para todos. Siguió así una lógica muydt-
ferente de la que encarnaban enEuropa oriental
los impulsos nacionalistas desprovistos de todo
hm11anismo, impulsos que condujeron a la gue-
rra de Yugosla...,ia, y a la desn·ucc.:ión de lo que
estab.1 unido.
L()S pnritlotor mlnrmle! europeos 63
A menudo, hemos podido observar un pro-
ceso de <:esc.:olonización en dos etapas. Hay una
primera descolonización, que no es la obra de
los colonizados, sino de los colonos implantados
en el país, de las elites de origen europeo, que
hacen acceder al país a la indepcndencia, como
enArgcntina o Brasil. Advirtamos que Brasil, a
pesar de la declaración de independencia, con?-
ció la esclavirud hasta fines del siglo XIX. Adv1r-
tamos que en América latina se desarrolla una
concepción de la nación que es más amplia que.:
la dc las grandes naciones europeas y q1ese ali-
menta del mestizaje. En llrasil, en Ecuador, en
México y en Colombia, los mestizajes son múl-
tiples. Por cierto, son menores en los países an-
dinos, dondelascastasde01igen blanco mantienen
fuera de las zonas de poder a w1a gnm mayoría de
la población indígena-lo que poroo·a parteplan-
tea un problema particularmente agudo-.
Para comprender entonces la mundialización,
hay que saber ver el proceso dialéctico que la
produce. Una primera mundialización obra bajo
la hegemonía de una superpotencia, la España
del Siglo de Oro, y hoy los Estados Unidos. A
suvez, produce una segunda mw1dialización que
puede p~recer que permanece en un segundo
plano, que carece del poder de la primera, pero
que lleva en s.í las esperanzas de emancipación y
de humanidad.
¿Qué ocurre e.n efecto desde 1989? La mun-
dialización del mercado ha conducido al de-
rrumbe del sistema soviético, de su economía
burocratizada, así como también al abandono
de ese tipo de economía por parte de China, de
Vietnam, de todos los países (:omunistas, aun
cuando en el poder perdure la dictadura del par-
tido comunista. Eso que fue llamado neolibe-
ralismo se aprovechó del descrédiro de las ideas
del socialismo real y de las -virtudes de la eco-
nomía socialista. Triunfa la idea de que las auto-
rregulaciones económicas espontáneas bastan
para resolver todos Jos problemas, incluidoslos
educativos - mientras que el liberalismo clásico
no salía del marco de las regulaciones de los
Estados- . Actualmente, nos encontramos aún
en eseperíodo, marcado por la ausencia de toda
verdadera reguladón en el nivel planetario. Sin
embargo, esta rnundialización del mercado
suscita una mundialización paralela permitida
por el extraordinario progreso de las técnicas
de comunicación. De ahora en más, vivimos en
la era de la ubicuidad, gracias al fax, al e-mail, al
teléfono celular. Estas nuevas condiciones téc-
nicas y económicas abren una nueva época, una
¡,n.<1mtídi!to.< cultumles europeos 65
época en la cual las ideas pueden circular a la
velocidad de la luz. Ya el dernunbe de la Unión
Soviética ha permitido una propagación de las
ideas democráticas, no sólo en los países vasallos
de laUnión soviética, las exdemocracias popu-
lares, sino igualmente en América latina y en
África. Es la época de la caída de la mayoría de
]as dictaduras de América latina. Es la revancha
de J789 sobre 1917. Durante décadas, 1789 pa-
recióu.na pequeñarevolución preliminar, de ca-
rktersecundario,ya quela verdadera revolución
sólo podía lleg-ar a su clímax con 1917 y la toma
del poder por el partido bolchevique. En el
actual mercado de valores, 1917 se derrumbó y
las acciones de 1789 subieron.
Estamos enuna situación enla cual la segunda
mundialización progresa, por cierto a un ritmo
diference de la primera, pero progresa de todos
modos. La predicción de Marx reveló ser ente-
ramente admirable, cuando se observa el proble-
ma de la cultura, de la literatura, de las artes.
Marx odiaba y a la vez admiraba a la burguesía.
Veía en ella a la clase que, en uno desus aspectos,
explotaba duramente a una parte de la huma-
nidad, pero que en otro destruía las antiguas re-
laciones de servidumbre y de feudalidad, crean-
do un espacio donde p~diera desplegarse una
66 Edgar Morin
literatura mundial. En la actualidad, ¿qué es una
litcrarura mundial? Es el acceso a la literatura
de todas las regiones del mundo gracias a los
mediosde comunicacióny de difusión generados
por el capitalismo, pero también la creación de
artes de un nuevo tipo. No por estar fundada
sobre la búsqueda de la ganancia la industria
cultural deja de necesitar originalidad y crea-
tividad. Hollywood, con sus medios casi indus-
triales de realizar films, produjo obras maestras
como las de ]ohn Ford, mientras que en com-
paración el cine soviético parece poco creativo.
Por desgracia, las necesidades de la producción
han aniquilado muchas veces a las de la creación.
OrsoniVellesesun triste ejemplo. En todo caso,
no se puede reducir la mundiali7.ación econó-
mica y mercantil a una homogeneización me-
dio-cre, porque suscita y ella misma se nutre de
una mundialización humanista -sin por ello
confundirse con ésta-.
Esta dialéctica propia de la mundialización en-
cuentra una fommlación casi conceptual en el
altennundialismo, que es !<1 emergencia de una
mundialización no centrada en los valores mer-
cantiles, yno el"antimundialismo" globalifóhico
del que desde hace tiem.po hablan los medios.
L.OS amídoro.< mlmrnles europeos 67
Desde Seartle, en 1999, se ha .,.;sto a José Bové
expresar la idea de una mundialización alter-
nativa. Con la fórmula: "El mundo no es una
mercancía", se trataba de hacer emerger otro
mundo y no sólo de salvaguardar las especi-
ficidades de los diferentes países. Aun si elalter-
mundialismo todavía se husca a sí m.ismo, y no
llega a formular su propia visión, y aveces se ve
desgaHado por luchas de facciones, es un movi-
miento viviente y activo. Una ciudada1úa del
mundo nació en la oportunidad de la guerra de
Biafra, esa provincia de Kigeria que luchaba por
su independencia. Una asociación fue creada:
Médicos sin Fronteras, cuya misión era la de
atender a los humanos, sin importar su raza ni
su religión. Fue un paso capitaL Desde entonces,
estas organizaciones humanitarias se vieron
multiplicadas, y son el testimonio de tUJa nueva
conciencia planetaria, en elmomento mismo en
que declina el espíritu internacioMiista, el de l<l
Internacional comunista y la Internacional
socialdemócrata.
Estos internacionalismos se hicieron devorar
porlas naciones. En Francia, la Ir'Inremacional,
tan poderosa en 1914, con un partido socialista
francés guiado porJaures, quería la paz, como
también la quería el partido alemán. Pero desde
68 &lgnr Murin
el comienzo de las hostilidades, la mayoría de los
socialistas franceses sereunió en laUnión sagra-
da contra Alemania, y la mayoría de los socia-
listas alemanes se reunión en la Unión sagrada
contra Francia. Sólo algunos raros espíritus,
como Romain Rolland y algunos sindicalistas,
pudieron escapar de esta hipnosis nacionalista..
La TI" Internacional fue así devorada por la gue-
rra de 1914. En cuanto a lam•, laInternacional
comunista, se puso al servicio del Estado sovié-
tico el queestuvo cada vez más al servicio de su, .
propio poderío. Los ideales delsocialismo inter-
nacionalsevieron de;:sviados en provecho de un
patriotismo que por lo demás fue vital para la
salvaguardia de la Unión Soviética. Stalin nom-
bró ala Se!!unda Guenal1unchal como "la granb -
ouerra patriótica". La IJJ" Internacional se hizo
devora~ por el nacionalismo del imperio sovié-
tico. De uno u otro modo, todas estas Interna-
cionales habían descuidado la realidad de las
patrias y de las naciones. Habían creído que las
naciones sólo eran ilusiones ideológicas y que
el Estado nacional sólo era un instrumento de
la clase dominante. Habían subestimado la
profundidad de la nación. Sin embargo, desde
el si"'lo X1X, Otro 'Bauer intenta construir unat> .
teoría de la nación fundada sobre la idea de co-
uwautídoto.< ¡:u/rumies europeos 69
munidad de destino, y Stalin mismo, en su juven-
rod,había recibidt)de Lcnin el encargo de escribir
un librosobre el marxismo y la cuestión nacional
e.n el que procuraría establecer algunos fi.mda-
mentos de la nación.
Pero el marxismo ha sido ciego y los revolu-
cionarios mismos, que, según creían, habían ba-
rrido con todo en la Unión Soviética, prepa-
raron, sin saberlo, el retorno con toda su fuerza
no sólo del nacionalismo ruso, sino también del
armenio, uzbeko, limano. Habían creído erra-
dicar la religión, pero regresó con fuerzas reno-
vadas. Habían creído que liquidando a los bur-
gueses el capitalismo estaba acabado para siem-
pre, y advino un capitalismo peor que el de la
época.zarista. Esto ilustra lo que yo he llamado
"ecología de la acción". Especialmente en polí-
tica, las acciones pueden ir e;:n un sentido con-
trario alasinrenciones, yproducirentonces efec-
tos que las destruyen. Quien ignora la ecolog·ía
de la acción está condenado a engar1arse por
largo tiempo.
Las Internacionales no han podido transfor-
marse en conciencia planetaria, y dan prueba de
la debilidad del espíritu de ciudada1úa mund1al.
Yo había propuesto laidea de "Tierra-patria",
sabiendo que la palabra de "patria" recubre una
iO Edgm· i'Vl&rin
mitología l111Y rica, a l::1 vez maternal y pater-
nal, ha;ta en sus connotaciones. 1,a noción de
patria nos dice qtle debemos amar esta cierra ma-
Lo.;Jna de la '1ue hemos salido y la autoridad
paterna del Estado, si es justa. Esta idea toda-via
no adquirió dimensión planer-.:tria. La globaliza-
ción tecno-económica creó en el curso del últi-
mo milenio los medios que podrían permitir la
emergencia de esta conciencia planetaria, afec-
tiva al mismo tiempo que reflexiva. Produjo las
infraestructuras ele una sociedad-mundo even-
UJal. Para que exista una sociedad, tienen que
existir un territorio y medios de comunicación.
~:s necesario que exista una economía. Ahora
bien, existe un territorio mundial que dispone
de innumerables medios de comunicadón y de
una estrucmra propia. Lo que hay que deplorar
no es la mundíalización de la economía, sino el
hecho de que no esté regulada institucional-
mente. I lace falta entonces una autoridad regu-
ladora legítima de alcance planetario. Desgra-
ciadamente, ustedes saben por dónde andan las
Naciones Unidas yel Derecho InternacionaL..
Por otro lado, el proceso tecno-económico que
crea las infr:1cstmcturas de una sociedad-mundo
impide a esta sociedad emerger como :aL A.~í se
desarrolla la lógica de diálogo enrre la mundia-
Los pntídiJtOl' t1dllmrle., <'llrrlpo.YI.< 7 l
lización económica y la mundialización huma-
nista. Esta lógica de diálogo significa que hay
una oposición entre est<tS rnundializacionesy que
sinembargo una se alimenta de la orra, al menos
en elsentido de que una no puede existir sin la
otra.
Esta época de mw1dialización implica graves
peligros. Como siempre, civilización y harbarie
vienenasociadas. Asistimosal retornodeviolencias
émicas, nacionalesyreligiosasen una gran cantidad
de países y regiones. Algunas de sus mani-
festaciones pueden hacernos pensar que una
guerrade las religiones ow1a guerra de las c..··ulmras,
basta de bs civili:a~cione~, es posible. Esto muestra
nuevamente que la mundialización presentarasgos
contradictorios y divergentes. Asistimos a la vez a
una universalización recno-econórnica y a
resistencias que comprenden el retorno a las
religiones y a los culto~ pa11:icuhnistas.
Una idea ha empezado :1 despuntar en las ü1-
timas décadas del sigloXX, aunque sus orígenes
son antiguos: la de.: una nave espacial, la tieJTa.
donde navega la humanidad. Esra nave es pro-
pulsada hoy por cuatro motores: ciencias, téc-
nica, economía y ganancia, y esos motores no
están bien controlados. No me inscribo en un
pensamiento binario, yno digo que la ciencia es
Los primeros gérmenes de barbarie histórica
hacen su aparición, como hemos visto, seis mil
años atrá.s en el seno de los grandes imperios
del Medio Oriente. Se perpetuaron hasta hoy
y han producido la~ diversas formas de la bar-
barie de conquista y de colonización, corno 1as de
Tamerlán o Gengis Khan. Pero estas conquistas
no formaron imperios duraderos, mientras que
las deEuropa Occidental tendrán consecuencias
a largo plazo: la colonización se termina sólo
después de la Segunda Guerra Mundial, en la
década de 1960, e inch!So más tarde en el caso
de Portugal.
Apartir de fines del sigloXVsurge una barba-
rie ligada a la idea de nación. La nación mo-
derna, efectivamente, engendró, por su ohsesivo
afán de purificación, de pureza religiosa y des-
76 Edgm·lvlorin
puésétnica, una forrna particular de barbarie que
no existía en el lmpet-io Romano o en los anti-
guosimperios del Medio o del Extremo Oriente.
Sin duda el monoteísmo, en especial el católico,
puede explicar en parte este delirio de la puri-
ficación, sobre todo a causa de su carácter exclu-
sivo, de su repudio de las otras religiones. Hay
que decir que la Segunda Guerra Mundial lle-
varáhasta su clímaxestas dos fom1as de barbarie.
En el curso del sebrundo capítulo, quise ilu-
minar un fenómeno aparentemente paradójico:
si Europa occidental hasido el hogarde la domi-
nación bárbara sobre el mundo, también ha sido
la cuna de las ideas emancipatorias, como las de
los derechos del hombre y las de ciudada1úa, gra-
ciasal desarrollo del humanismo. Lasideas eman-
cipawrias han sido retomadas por los represen-
tantes de los pueblos colonizados y sometidos a
servidmnbre: esa partirdelosderechos delospue-
blos, derechos del hombre y derechos delas na-
ciones, que los procesos de emancipación han
tenido lugar. Para finalizar, subrayé el hecho de
que b mundialización, un fenómeno cuya fecha
simbólica de nacimiento es 1492, se manifestó
por la trata de negros, y por on·as numerosas
formas de sometimiento. Pero yo agregaba que
Pwsar la bndJarie delsiglo XX 77
una segunda mundialízación se había puesto en
marcha, casi al mismo tiempo: la de los derechos
de la humanidad, del derecho de las naciones, de
Jademocracia. Finalmente, hovnos encontramos
en una mundializ.ación contradictoria: los
progresos fantásticos de la mundialización tecno-
económi::a suscitan, pero también sofocan, w1a
mundialización ciudadana y humanista.
Llego ahora a la cuestión de la emergencia de
los totalitarismos, on·o fenómeno europeo mo-
derno. Aveces se critica el uso que se hace de esa
misma palabra "totalitarismo" para calificar sis-
temas diversos, como pueden serlo el estaliniano
o el hítleriano. Creo que conviene adoptar un
punto de vista complejo que subraye tanto las
diferencias y las oposiciones como las semejan-
zasy las analogías. Por lo mismo, no es necesario
apresurarse a justificarun totalitarismo rojo para
así condenar mejor un totalitarismo pardo. El
modode reflexión me impideatenenne aun pen-
samiento unilateral y maniqueo, y me he rehu-
sado tanto a idealizar corno a demonizar a Eu-
ropa, concibiendo que ésta produce a 1a vez lo
mejor y lo peor. En el mismo orden de ideas,
me rehúso a disting-uirentre1ma ciencia"buena"~
y una ciencia "mala", etc. 'L1mpoco creo, como
78 EdgnrMarn1
he intentado demostrar, que haya una "buena"
y una "mala" mundialización.
Debo decir ante todo que no ha existido uu
pensamiento del totalitarismo, como sí ha exis-
tido un pensamiento del capitalismo (Marx),
un pensamiento de la democracia (Montes-
quieu, Tocqneville), un pensamiento de la diera-
dura. El totalitarismo ha emergido por fuera
de roda previsión. Es el fruto de un proceso
histórico nacido del enorme accidente que ha
sido la Primera Guerra Mundial. Esta guerra
significó una explosión de barbarie asesina al
mismo tiempo que un acto suicida para Europa.
Empecemos por el caso del comwl.ismo sovié-
tico, crisol del totalitarismo estaliniano. El mar-
. ' .XIsmo, en sus ongenes, es un pensarruento muy
r.icu y lluc )JI;:l"Ul<tJll;;ct; muy aclual, t..:ll parLiculaJ· en
lo que concierne a los problemas de la mundia-
lización. Pero su debilidad es la de no abordar
verdaderarne.nte la cuestión de la política. .Marx
concibe únicamentealEstadocomo w1 instrumen-
to de la clase dominante, es decir como rma estrUC-
tura en la lógica de la guerra de clases y de las
relaciones de clases. Esmdia a fondo los conilicros
sociales pero no se interesa en la política propia-
mente dicha.
Pt11Slll"la bttr:Tnrie dd siglo XX 79
El pensamiento man;sta ha engendrado dos
ramas de las qtle una se convirtió bastante rá-
pidamente en la socialdemocracia a.leman:1, a par-
tir de la formación del partido socialdemócrata
que data de la época de Engels. Esta primera
rama se desarrolló en oposición a la resis de una
revolución violenra y brutal, "la Gran Noche",
en la que la revolución proletaria abolirla al capi-
talismo. La socialdemocracia prefería una es-
trategia reformista, gradtmlista, ilustrada por
Bernstein. A comienzos del siglo XX, se opera
una escisión en el pa1tido socialdemócrata ruso
eno·e una tendencia mayoritaria "bolchevique"
y una tendencia minoritaria "menchevique". El
partido bolchevique se construye poco a poco,
en el seno de la Rusia zarista, en condiciones de
clandestiridad y de represión policial. Es una
organi?":ac.:ión centrali%-ada, casi militar, dirigida
a controlar cuidadosamente a sus miembros, con
el fin de evitarlos agentes infiltrados de la policía
zarista, la Okhrana. Las particularidades del
bolcheviquismosedeben entoncesal hecho de que
aparece en la Rusia zarista.En 1914, siguesiendo
un partido muy pequeño cuyos dirigentes, en su
mayOJía, están e>.iliaJos. Poroo-a parte, en aquella
época el marxismo había perdido en el mundo
intelectual ruso mucho de su atracción, a causa
80 Edgnr Morin
de su carácter limitado o seclario. En el seno de
la i11telligentsia rusa, muy sensible a las com-
plejidades humanas, el mensaje de Tolstoi, que
predicabaunfratcrnalismo amplio, gozaba de una
mayor influencia.
El objetivo de los bolc:heviques es la revolu-
ción burguesa. Están convencidos, y Lenin es el
primero, de quela revolución burguesa es el pre-
ámbulo de la revolución socialista. Es necesario
que el capitabsmo, la burguesía yel prolerariado
se desarrollen para que este último, crecido en
fuerzas y en poder, pueda derrocar a la sociedad
burguesa. Durante la guerra, las numerosas de-
rrotas rusas provocan una revolución democrá-
tic..'3. Ésta involucra el derrocamiento del zarismo
y el ascenso al poder del socialdemócrata Ke-
renski, quien se revela tan incapaz de hacer la
guerra como de negociar la paz. Su fracaso acen-
túa la desmoralización de las tropas y provoca
una manifestación obrera en Petrogrado -anti-
gua SanPetersburgo y futura Leningrado-. Los
bolcheviques se mueven según los aconteci-
mientos e imponen muy hábilmente un doble
lema: "La tierra a los campesinos", lo que evi-
dentemente inflama a los mujiks movilizados, y
"todo el poder a los soviets", es decir, a los con-
sejos obreros que se habían formado en las
fábricas de Petrogrado.
Prntal'lll bur/u1rie del siglo XX 81
Sobreviene entonces un acontecimiemo de
extrema importancia: las tesis deabril de Lenin.
En ellas se sostiene que en Rusia es posible
ahorrarse la revolución burguesa. Como Rusia
es el eslabón más débil del mundo imperialista
y capitalista, una revolución en este país desen-
cadenará la revolución social en los grandes paí-
ses industriales como Inglaterra, Alemania y
Francia. Mucho le cuesta a Lcnin convencer a
sus amjgos bolcheviques de que esta tesis está
bien fundada, pero finalmente lo logra. Prepara
entonces el golpe de Estado de octubre. EnPe-
trogrado, los soviets ayudados por los soldados
amotinados toman por asalto los palacios y los
edificios del poder. Esta revolución es guiada,
no sólo por los bolcheviques, sino también por
anarquistas y socialistas revolucionarios que
comparten suv:isjón. Se co1wocan elecciones pa-
ra elegir una asamblea constituyente, la primera
asamblea democrática en Rusia. Como los bol-
cheviques esdn en minoría, Lenin djsuelve
pronto esta asamblea.
La guerra civil sedesencadena, las tropas blan-
cas intentan reconquistar Petrogrado. La in-
tervención e>..tranjera vendrá desde el fin de la
Primera Guerra Mundial. En estas condiciones,
un proceso de radicalización extrema comienza
82 F.dgm·Morin
muy pronto. Los anarquistas son barridos, lo
mismo que los socialistas revolucionarios; el
partido bokhcvique se transf01mará en un par-
tido único que dirigirá a una Rusia transformada
enUnión Soviética.Pero lasituación económica
es catastrófica, la hambnma amenaza por todas
panes. Lenin decide entonces instaurar la 1EP,
la nueva política económica. Se trata de dejar
un cierto lugar a la economía de mercado, de
darun poco de libertad al pequeño campesinado,
a lospcqueiios empresariosy comerciantes. Esto
favorece un conato de recuperación económica.
Pero la NEP será suprimida por Stalin en 1930.
En el curso de los años 1920-1924, después
de la victoria sobre los ejércitos blancos y el
abandono de la intervención extranjera, en la
Unión Soviética no fue creada una sociedad de
un nuevo tipo, una sociedad fundada sobre re-
laciones fraternales. No se dio la constitución
de un verdadero poderdel proletariado, sino que,
muy rápidamente, el partido no sólo controla a
la clase obrera, sino que también la reprime. Bajo
el rostro ele una dictadura del proletariado, fue
lUla dictadura sobre el proletariado. En 1921,
los marinos de la ciudadela de T<ronstadt se
rebelan. F.xigcn la aplicación de un progTarna
verdaderamente popular, socialista y derno-
PtTISIIT la bnrb:Jrie del siglo XX 8 3
crático. Trotsky, jefe del Ejército Rojo, los hace
masacrar despiadadamente.
El fracaso de la Revolución Rusa es funda-
mentalmente cultural, porque no ex.isti6 enton-
ces una cultura socialista. Tampoco hay una re-
volución mundial. Esta falta permitió el éxito
del estalinismo. El estalinismo abandona total-
mente la perspectiva revolucionaria mundial y
sólo se propone construir el socialismo en un
único país, a trav~s del desarrollo industrial. Este
fracaso de la idea socialista, fraternal y huma-
nista, es casi análogo al fracaso espiritual del cris-
tianismo, que, al convertirse en instimción, des-
figuró el mensaje original de Cristo. A sus
discípulosJesús les había dicho que Él volvería
en vida de ellos. Durante cerca de w1 siglo, los
discípulos y sus descendiemes vivieron persua-
didos de que el fin de los tiempos estah;l priÍ-
ximo, y de que su Gran Noche lleg:uía. Cuando
se volvió evidente que no habría ninguna Gran
Noche, construyeron una Iglesia jerarquizada,
organi7..ada, potencialmente "rotalitaria" en un
cierto sentido. Así, el fracaso del mensaje reden-
tor dejesús ha provocado el triunfo de la Iglesia
católica. De la misma manera, se puede decir
que el fracaso cultural delsocialismo en laUnión
Soviética ha provocado la erección del socialis-
EdgtwMrmn
mo real y el desarrollo espectacular de su poder
bajo la férula de Stalin.
Por primera vez, se instala un sistema tota-
litario. éQué significa esto? En primerlugar, que
todoslos elementos de lasociedad civil, política,
económica, culnu-al, pedagógica, alos que.~e aña-
den la policía, el ejército, la juvensud, son con-
tJ:olados y dirigidos porelpartido. Este sevuelve
un centro a la vez omnisciente y omnipotente.
Se considera que el partido ysus dirigentes de-
teman el conocimiento supremo de las leyes de
la sociedady delalústoria, un conocimiento que
es propio al marxismo-leninismo. El rotalita-
rismo no es entonces el control hipertrófico del
E-stado. Es la instauraciónde un partido que tie-
ne un poder enorme y que controla al Estado.
El Estado ya no es más que un instrumento en
manos del partido que controla todo. El totali-
tarismo puede ser defmido como una organiza-
ción total a partir de w1 parLido único. Del mis-
mo modo que w1 sistema teocrático se funda
sobre un faraón-dios que todo lo sabe y todo lo
puede, el totalitarismo reposa sobre un sistema
en el que se atribuye a los dirigentes la dispo-
sición de un conocimiento verdadero y lúcido.
Sobre este saber, que se afirma como absolu-
ramenteverdadcro, seelabora un poderahsoluro.
Pensar 111 barbarie delsiglo XX
Es importante señalar que no ohra aquí nin-
gún determinismo histórico. La Revolución de
Octubre no debía producir necesariamente el
totalitarismo esraliniano, como por otra parte
ninguna "lógica" del marxismo mismo, o del
leninismo, tampoco debía conducir obligato-
riamente a la barbarietotalitaria. El totalitarismo
no era previsible, no hasido anhelado científica
e intencionalmente, corno lo crc:en tJlienes re-
ducensiempre la historia a una serie de conspira-
ciones. Algunos elementos en el marxismo per-
mitían el desvío totalitario, mientras que otros
conducían a otrasvías. Por otra parte este desvío
no ha sido siquiera teorizado por Lenin. Por el
contrario, en El Estado y la revolución, anuncia
que las consecuencias de la revolución serán el
debilitamiento y la supresión del Estado. Elsis-
tem;l soviético se instala de hecho corno conse-
cuencia de una serie de pernu·baciones Justó-
ricas. Va a mantenerse, en prute, como con-
secuencia del arraso de una burocracia zarista
de la que es heredero, y por el asedio capitalista
que va a fortalecer sus tendencias a pensarse
como una ciudad sitiada.
En sus comienzos, .Mussolini fue socialista.
En 1919, funda los Fasci di wm.battimmto. Toda-
Etlgar (Vlr!1'ill
vía no es un partido, sino la reunión en ligas de
antiguos combatientes yde sindicali~1:as, en con-
diciones de extrema agitación. El elemento
nacionalista es vinllento, yse ve exacerbado por
las decepciones ocasionadas por el trato sufrido
por Italia después de la guerra, al que juzgaban
injusto. Este trato parecíallla verdadera humi-
ll~c.ión, por<¡ue Italia se contaba entre los ven-
cedores..Mussolini llega al poder en 1922. Como
consecuencia de la marcl:a sobre Roma, el rey
Víctor .Manuel III se ve obligado a confiarle el
poder. EJ parlamentarismo se mantiene hasta
1925, pero d~lJués del a;esinato de Nlatteotti
por los fascistas, las leyes "fascisúsimas" orga-
nizan la dictadura sobre la base de un partido
único. Sin embargo, este totalitarismo queda
inacabado, subsiste un pcqueiio sector que re-
presenta a los reyes de l:alia, un compromiso
conla Iglesia, y la economía capitalista continúa
ftmciommdo. Lo que conviene retener aquí, es
d contenido capitalista. Elfascismo italiano es un
nacional-fascismo y, como el nazismo, un na-
cional-socialismo. Por cierto, nace a partir de
las condióones econótn.icas desastrosas de la
posguerra, pero también y sobre todo de senti-
mientos fascistas decepcionados, y exacer-
bados.
Pnmw /11 b11rhnrie delsi¡;lo XX 87
I.Urler, que era austríaco, st: enroló en el ejér-
cito bávaro durantela Primera GuerraMundial.
En 1925, se une a un pequCI'io partido, elDeursche
Nntionalsoziatistische Arbeirer Ptmei (DNSAP),
e1 partido nacionalist,<t alemán de los trabaja-
dores. T:11nhié.n :1f]fiÍ ~st·;í n m" Y f11t>rt~mente
unidas la ideología socialista y la ideología
nacional. En 1924, después de un pttt.rcb que tia-
casó en i'vlunich, elabora en la prisión su doc-
trina y el resultado será J'vli Luchtl. Este texto
adopta y contiene efectivamente aspectos ra-
cistas, antisemitas, como también la idea de que
Alemania debe conquistar su Lebem'l"flum, ~1J es-
pacio vital. Se rebela contra elhecho de que Ale-
mania haya sido privada de colonias en África y
en otras partes. El espacio vital de Alemani<lserá
entcmces Europa oriental. Dado que la teoría
racista afirma la superioridad de los arios ale-
manes y la inferioridad de los esi:Jvos, de algún
modo se sigue que Ucrania dehe ofrecerse a la
colonización de los alemanes. El DNSAP con-
tinúa siendo un partido poco importante, hasta
que llegan las elecciones de 1930, en las que
ciento n·einta diputados nazis ganan bancas en
el ParlanlcHto. ¿Cómo se puede explicar csw?
HH Edgnr J1/orin
La gran crisis económica mundial, nacida en
1929 en Wall Srreet en los Estados Cnidos, se
abatió sobre Alemania con una fuerza inaudita.
Alemania era entonces el país más industria-
lizado de Europa y esta crisis, qlle alcanzaba a
todos los sectores de la sociedad, arrojó al de-
sempleo a UI1a gran parte de la clase obrera. A
estas condiciones de desempleo, de crisis eco-
nómica, se agrega la humillación nacional. El
tratado de Vcrsalles privó a Alemania de terri-
torios germanófonos, en particularde una buena
parte de la Prusia oriental cedida a Polonia, lo
que creó elcorredorde Danzig. Perosobre todo
se hizo notable la debilidad de la democracia de
Veimar. La de~1mión de los demócratas no per-
mitió a Hitler obtenerla mayoría absoluta en el
Parlamento -nunc.:a la tuvo-, pero sí ac.:recentar
sus fuerzas y su representatividall. Cmmdo se
presenta como candidato a la presidencia de la
República, es derrotado. El elegido es H inden-
burg. Hitler negocia entonces con los partidos
de derecha para consúruirsc una mayoría. La
estratagema funciona, y es llamado a ocupar el
puesto de canciller por el presidente de la Re-
pública. Todo esto ocurre sobre el fondo de una
desunión catastrófica. El partido comunista de
la época tiene como enemigo principal a la
Pmsm· In bnd111rie del.<igl~ ."X 89
socialdcmocra<.:ia. Los comunistas se imaginan
que si Hitler llega al poder, su incapacidad para
resolver los problemas sociales y económicos les
abrirá el camino para llegar a gobernar ellos. Es
en estas circ:unstancias, y en 11n marco legal, que
Hitler es nombrado canciller del Reich por el
mariscal Hindenlmrg, el 30 de enero de 1933.
Rápidamente, decreta la disolución de los par-
tidos comunista y socialista, y, desde 1933, se
crea la Gcstapo. Se decide la instalación de cam-
pos de concentración pal'a opositores y en junio
de 193 3, muy poco tiempo después de su llegada
al poder, Hitler proclama al partido nazi como
partido único.Las SS ySA, grupos mi litarizados,
le aseguran ya un poder temible. Esto le permite
operar una depuración violenta entre sus opo-
sitores políticos, pero también promulgarlas pri-
meras medid<lSantijudías y practicar las primeras
persecuciones. Un c.:ierto número de judíos aban-
dona Alemani:1. Hitler todavía no busca cortarles
la huida; por el momento, de lo que se trata es
de aislarlos y marginarlos.
Cuando toma el poder en esta Alemania
democrática de Weimar, la oposición a Hitler
es muy fuerte; pero, en contra de las previsiones
de los políticos, el c!xito económico va a darle
una gran popularidad. Aun antes del boom de
90 F.dgar Mtn"in
la industria armamentista, el Dr. Schachr, mi-
nistro de economía de Hitler desde 1934 hasta
1937, conoce el éxito, con medidas no ortodoxas,
en volver a poner en marcha la máquina indus-
trial y enreabsorber el desempleo. Mllchasveces
se olvida este factor de ~xito económico. Cons-
timyó un importante tTiunfo para el hitlerismo.
El hecho de que la economía alemana haya po-
dido funcionar hasta el fin, aun en el momento
de los peores reveses militares y a pesar de los
peores bombardeos aliados, muestra bastante
bien hasta qué plillto el factor industrial y eco-
nómicoha sido importante. Pero el nazismofue
también impulsado por una serie ele éxitos en el
plano político. La remilitarización de la región
del Ruhr ha sido una paso determinante. Los
franceses nosemueven cuandoel ejércitoalemán
vuelve a ocupar ese territorio. Otro ejemplo es
la anexión de Austria, el Anscblztss. En cuanto a
la anexión de los Sudetes, esos macizos monta-
ñosos que constinúan los bastiones de Che-
coslovaquia y en Sl1 mayoría estaban poblados
por alemanes, fue un gran golpe de audacia yde
cinismo por parte de Hitler. Consiguió obtener
de los franceses y de los ingleses, por los acuer-
dos de .Munich que violaban abiertamente Jos
compromisos de Francia y de Inglaterra con
PcTJSIJr /11 bnrbm-ie dd siglo XX 91
respecto a Checoslovaquia, la unión de losSude-
ces a Alemania. La Welmuacht invadió inme-
diatamente Checoslovaquia, anexando 30.000
kilómetros cuadrados de su territorio.
En un país como Francia, con fuerte tradición
pacífica de izquierday marcada por la experien-
cia de la Primera Guerra J!hmdial, el elemento
más determinante es la voluntad pacifista. tnte
estas conquistas militares, el campo de la paz se
ve extremadamente dividido: según algunos,
Hitler ejerce el derecho de autodeterminación
de los pueblos, según otros, esta 1nilitarización
y este apetito de anexión son inquietantes en el
más alto grado.
El na1.ismo cs un producto catastrófico de la
barbaxie europea, y encuenu·a su fuente en la na-
ción más cultivada de Europa. 1,os grandes poe-
tas como Goethe, los grandes músicos como
Bcethoven, las tradiciones democráticas que exis-
tían mucho antes de la Primera Guerra Mundial
no bastan para contener la barbarie. Fre<.1.Jentc-
rnentc, estO ha impresionado a losespíritus, pero
no conviene detenerse demasiado en estos par-
ticulares. En tOdo caso, nunca hasta el punto de
olvidar que estalinismo, fascismo y nazismo, si
es cierro que efectivamente nacen de la civi-
92
lización, y aun de sus má~ altas producciones,
sólo emergen en condiciones históricas de-
terminadas. Son, esencialmente, consecuencias
de la Primera Guerra Mundial. Con otras con-
diciones, quizás también c(m algunos azares fe-
lices, los mismos fermenros de civilización ha-
brí~m podido evitar el totalitarismo. Sin la Pri-
mera Guerra 1'1undial, no habrían existido el
comunismo, el fascismo, cl nazismo. Sin la crisis
de 1929, no habría habido éxito nazi en 1933.
Fueron la guerra y la crisis las que llevaron a
Hitler al poder. El nazismo es un producto re-
tardado de la Primera Guerra Mundial, como
el commúsmo es tul prodlJCtO inmediato. En
conjlmto, sedn coproducLOres de la Segunda
Guerra Mundial.
Viendo cómo en efecto los occidentales capi-
tulaban enA1un..ich, y temiendo que finalmente
se pusieran de acuerdo par;¡ ucjarlc las manos
libres a Hitler, Stalin se adelanta y firma con
éste el pacto germano-soviético por intermedio
de Ribbentrop. Este pacto implica que Alemania
va a atacar Polonia, pero también incluye un
cierto número de cláusulas, como la ocupación
de una parte de Polonia por la Unión Soviética
y su dom.i.rúo en los países Mlticos, Lituan.ia, Es-
tonia y Letonia. Hitler ocne las manos libres en
Pmsar 111/w·bnric delsiglo XX 93
el este de Europa y puede lanzar su guerra re-
lámpago en Polonia. Después llega la guerra de
Francia y la desintegración del ejército fnlllcés.
Es el pacto cnn·c dos totalitarismos elque desen-
cadenó la Segw1da Guerra lvhUldial.
AborJemos la famosa cuestión. de la eva-
Juaci6n recíproca de los totalitarismos l1itleriano
y estaliniano. Se puede observar ya una dife-
rencia evidente en los fundamentos ideológicos
de estos dos sistemas. 1.a ideología comunista
es internacionalista, ruúversalista, igualitaria; la
ideología nazi es racista. Las canas del nazismo
estánsobrela mesa desde Mi lucha, mientras que
la ideología fraternal del comunismo, explicitada
en ese evangelio que es el ¡VJaniftesto del Pll·rtido
Comunútlt de Jvlarx, ha enmascarado durante
demasiado tiempo los crímenes del totalitarismo
SOVJétH.:o. Millones de seres humanos han sido
persuadidos de que los soviéticos eran libres y
felices. Otro punto de comparación concierne
al nacionalismo, y aquí también muchos estarán
tentados de considerar que este punto muestra
una diferencia en la barbarie, en apariencia
menor en el sistema cstaliniano. Es verdad que
el nacionalismo está en el origen del nazismo,
mientras que es d internacionalismo el que se
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  • 1. '1850) la 1 ESP AC I OS DEL SABER 6 0 Edgar Morin Breve historia de la barbafie en Occidente
  • 2. 29. S. Zi7.ek, l..asTlmtistasis dtlgo<e 30. 1. Lewko,.;cz, Sucesosargmti1101 31. R. Forster, Críti<a y snsperha [!Spacios del Sabe'r {iltimos títulos publicados) 32. D. Oubiña,J. L. Godan/: Elp~ttmrmiento del cine 33. F~ lv(onjcau) l:.n im.Jctui6n1mt.rknl 34. P. Virno, Elrecumlo del presente 35. A. Negri y otros, Didlogo sobre 111 globalh11ción, la mulrinul)' la t'.tperiettcU/. argentina 36. M.Jay, Cllmpostlrfi~t·r..,¡¡ 37. S. Amin, i.fá.<aOtÍtlel mpittrlirmo smil 38. P. Virno, Pnlalmu con palabras 39. A. Ncf,'Ti,]ah: k1j7tm:11 tkl t.rrlat•o 40. J. Lcwkowic<, Pm.<tJrsin E.<ta<Ú> 41. M.•Hardt, Gil/es Drlmu. U11 aprmdh.ajefiltWftco 42. S. Ziuk, Viokncia m nrro. Cunfrrtntias ttr Humos Aires 43. M. Plotlán y F. Nciburg,lntel«<ffnltSy ttpmos. l..n amstirudún dtl am«i111itntosoáalm In Argtntinn 44. P. Ricceur, Sobrt la rrnduaitÍTr 45. E. !;>rüner, L.~ Cnsa política oelambo de lo Rtttl 46. S. ZiZ<!k, EJ tíurty elenano 4i. E. Carrió y D. Maffia (comps.), Tlúsquetú.s tlrsmtitlo p.Tra tma mteva polítiaJ 48. P. Furbank, Un placer Í11Conjé.!lfble 49. D. Wechsler e Y. Aznar (comps.), út memoriu comp¡¡rtit!a. E.rpmü1 y Argenti1111 t:JI lil comtrucdón de 1m inw¡,innrio cultural 50. G. García, f'./p.<iaunuili.fi.r.y lt~stleblltts mlturules 51. A. Giwltay L. M.1losett:i Costa,Arudep11tgtu:rru. JorgeRomero Tl•·e.<ty la re-.:istll Very Esthnor 52. L. Arfuch (comp.), Pmsar uu timtpo 53. T. Negri l' G. Coceo, GútbAL 54. H. Bhahha yJ. T. Ntitchcll (cds.), Ed::;¡¡rrl Said: umtinuando la contJtrsotión 55. J. Copjec, Etst.roy la r111a11Mia tk la nr..611. ¡;;,sayossobre rl amory la diferencia 56. W. Bongers y T. Olbrich (comp.~.), Literatura, nJhtra, ntfermetkld 57. J. Buder, Vitkl precaria 59. M. Carman, Lt.s trtmzpm·tlr la culmm 60. E. Morin, H·rroe historia de la bttrharie m Ocdtlcntt Edgar Morin _, ....:;. ( j'l 3 :, 1 Breve historia de la barbarie en Occidente ~- - Ctt.f#:ú. ' ·". • ,........, no oe4;t:N"f•.,. • N ;NFORMAC'O
  • 3. ír,.) 3U ·/.. Tilulo OC'iC,iiUI: Cu:t;J.re ~~ barl>o.rie 'urop~cMn C R:~y2rd. 200.i l':wf~ 1IJOj Eooi.MoO.~CII~.:.."'XXid~-4:.._...li.. ,._..«.O. ..,.,'QN.I~ C.'JI"JJ'-"'""d llfiO)'fl (1'4 V~~ •u:.IDro l~ • *'~...._,C~M ;t.- u. ~)lé:!Gc fTNJip¡e.A~=-- M.Oru. Edgat urev~ hl!.toriade la barbarie en O<.:c:idt•nlt • 13 ed. Buelos Alrc.~ : Paidó."· 2006; 112 p. ; 21x13 cJU. (bpacJo.s dt'l stber) Traducido pnr: Alfrc.t!u Gricco }' Br~vl() JS81< 9So-1ZM6S_6()·9 l. Easayo Histórico en Espa ñol. l. Grlct:n y navil'>. Alf1•edo, u·ad. 11. Título C:lltl 864 Cub1ata t.lc Gusl~vo 1-i:lcti Trtw!UCC'Ión d-e= AlfredoGñeco y 82vio 1•#lid6n. 2016 ft«tet'J:d::K1CO»iosdm"~QI.d:ilr~...._._,._..,"*'•~VIIiliiM,li:MM 4'Mt"<'lt~ Wt.Lb:'t-s td~bi,'O~~·~""l.t'~krr• U, ~Tp>;b~~ f---WI '-' 1(C.ol de t:Q;; nbrD ;o:>t >:.:.Jic;..•~ nÑ1 • ~II'J(IIIi!l, 1-,.:,;~idol b f'pn.l'¡Folfill vri 111tlnlknh.t nl~!ooP.I!I'II. ~ 200(i d~ tod!).~ In.~ ediciones eo >:<asle.llanu Gditorial f'aidl•:;SA1CF l)efcn~a 591), Uuer.os Al~ E·n!:!il: li{r:nui::4l>editonalp:a.ido.s.cum.ar wv,w.paidosiltgenlir.a 1.-.:Jm.:u M {, f' lb ~tUhttrKHhTepdSltoqut"p;:tYleoe .-..Le-y u.n, 2tJ()t h~tpt'ill~ b Arr.tnlill1- Prina..~In Afir.at.uw lmpno ~ Grüi~ Mi'S. ~~1kl l:.)letv ~).S. lAmh.<n a~ro.1rl dt 20](. Tirad&: 3000 c.-jemp1~ I!':RN 1)50-12-6566-9 Pam Jean-Louis y Narascha Vuillerme.
  • 4. ,. Indice l. Barbariehumana y barbarie europea ..... ll 2. Los antídotos culturales cmopeos ......... H 3. Pensar la barbarie del siglo XX.............. 7>
  • 5. l . Barbarie humanay barbarie europea
  • 6. Para comenzar, me gustaría poderesbozar una antropología de la barbarie humana.' En mis su- cesivos trabajos, he intentado mostrar que las ideas de Homo sapiens, de Homofaber y de 1-Iomo ecohomicw resultaban insuficientes: el Homo sa- piens, de espíritu racional, puede ser al mismo tiempo Homo demens, capaz de delirio, de de- mencia. El Homo fabe'r, que sabe fabricar y uti- lizilrutensilios, también ha sido capaz, desde los orígenes de la humanidad, de producir innu- merables mitos. El Homo economicus, que se dc- tehnina en ftmción de sus in tereses, es también 1, Este texto constituye la transcripción corregida de tres conferencias pronunciad>1s en la Bibliothcquc N ationale Fran~ois.Minerrand los días 17, 18y 19Je mayo de 2005.Agra- de?,co aJean Tcllez por haber colaborado de manera indis- pensable en las correcciones y en la puesca en forma final.
  • 7. 14 Edgrw Moán el Homo ludens del que se ha ocupado Huizinga hace algunas décadas, es decir, el hombre del jue- go, del gasto, del derroche. Es necesario integrar y vincular esos rasgos contradictorios. En las fuentes de lo que consideraremos la barbarie humana, encontramos por cierto esta vertiente "demens" productora de delirio, de odio, de des- precio y que los griegos llamaban hyb1'is, desme- sura. Cabría pensar que el antídoto para "demens" se encuentra en "sapiens", en la razón, pero la racionalidad no puede definirse de una manera univoca. A menudo, la racionalidad en que cree- mos movernos es sólo racionalización, tm sis- tema enteramente lógico, pero al que le faltan las bases empíricas que pennitirían justificarlo. Y sabemos que la racionalización puede servira la pasión, y llevar hasta d delirio. Existe un delirio de la racionalidad cerrada sobre sí. El Hornofaber, el hombre fabricador, crea tam- bién mitos delirantes. Da vida a dioses feroces y crueles que cometen actos bárbaros. Torno de Teilhard de Chardin el término "noosfera" que en mi concepción designa el mundo de las ideas, de los espíritus, de los dioses producidos por los humanos en el seno de su cultura. Aunque pro- ducidos por los humanos, los dioses adquieren Barbarie}Jilmatlá J' barbarie eilropett 15 una vida propia y el poder de dominar a los es- píritus.Asíla barbarie humana engendra dioses crueles que, a su vez, incitan a los humanos a la barbarie. Damos forma a dioses que nos dan for- ma. Pero esta posesión por las ideas religiosas no se deja reducir, como único aspecto, ala bar- barie.Los dioses que poseen a los creyentespue- den obtener de ellos no sólo los actos más ho- rribles sino también los más sublimes. Como las ideas, las técnicas nacidas de los hu- manos sevuelven contra dios. Los tiempos con- ,. ; . . tempor::meos nos muestran m1a tecmca que se desata y escapa a la humanidad que la ha pro- ducido. N os comportamos como aprendices de brujos. Además, la técnica aporta su propia barbarie, una barbarie del cálculo puro, frío, helado, que ignora las realidades afectivas pro- piamente hmnanas. En CUaJlto al Horno ludens, se puede señalar queconocejuegos crueles, corno los delantiguo circo o la tauromaquia, aunque ilmumerables juegos no tengan un carácter bárbaro. Final-v mente, el Horno econornicus, que coloca el interés ec<mómico por encima de todo, tiende a adop- tar conductas egocéntricas, que ignoran al otro Y que, por ello mismo, desarrollan su propia barbarie. Así, vemos cómo las potencialidades,
  • 8. 16 las formas virruales de barbarie aparecen en todos los rasgos característicos de nuestra especie humana. Estas formas virtuales de barbarie, sin em- bargo, no son las mismas en las sociedades ar- caicas y en las sociedades históricas. Las socie- dades arcaicas se han extendido sobre todo el planeta hace varias decenas de miles de aiíos. Prodlljeron una ell.trcm::~ diversidad de lenguas, deculturas, de músicas, de ritos, de dioses. Todas tienen un carácter común: son pequeñas sociedades de algunos centenares de individuos dedicados a la caza y la recolección. Prácti- camente son aurosuficiemes, no tienen nece- sidad deconquistar el territOrio de una sociedad. Por cierto, conocen las guerras locales y acaso también el crimen y el asesinato.' Estassociedadesno tienen nada encomüncon las sociedades históricas surgidas de la formi- dable metamorfosis que se ha comem.ado a ope- rar hace quizás ocho mil años en el Ivledio Oriente, en la cuenca del Indo, en China, des- pués en 1-léxico y en los Andes. Esta metamor- l. Se han registrado comportamicntn:. asesinos entre los chi1npancés. Rtrrbm·it htiTIIOIIIJ y bmvnric ettt·opea 17 fosis ha producido las grandes civilizaciones de sociedades que cuentan con miles, ha:;ta conmi- llones de miembros, que practican la agricultura, que constn1yen ciudades, creRn Estados y gran- des religiones, inventan los ejérciros, desarrollan considerablemente las técnicas. Aun cuando ras- gos de barbarie podían caracterizar a las socie- dades arcaicas, es en las sociedades históri- cas donde se ven aparecer los rasgos de una barbarie vinculada al poder del Estado y a la desmesurademencial, a la bybrü·. Se emprenden conquistas de territorios para asegurar Las mate- rias primas o las reservas de subsistencia para los períodos desequía o de exceso de lluvia. Pero, sobre tOdo, se produce una verdadera escalada ele conquistas que va más ¡11Já de la mera necesidad vital y que se manifiesta en las ma- sacres, las destrucciones sistemáticas, los pilla- jes, las violaciones, la esclavi'l..<lCión. Existe entonces una barbarie que torna forma y se de- sencadena con la civilización. Por otra parte, estas grandes so<.:iedades se caracterizan porun desarrollo urbanosin prece- dentes, forman Babilonias donde se reúnen po- blaciones diferentes, clases diversas fundadas sobre la dominación de los amos y la esclavin1d generalizada. En los bajos fondos, prosperan la
  • 9. 18 Edgar Murin delincuencia, la criminalidad. En las sociedades arcaicas, demográficamentelimitadas, en las que la mayoría de los individuos se integraban a la colectividad, la marginalidad debía ser una excepción. Reinaba una especie de superyó de la colectividad, tanto más importante dado que estas sociedades estaban regidas por el mito del ancestro común que alentaba la fratenúdad de todos sus miembros. En los grandes imperios, en las ciudades-esta- do, se desarrollaron fermentos de delincuencia y de criminalidad. Se presenció la aparición de dioses feroces y guerreros, de dioses que deman- daban el exterminio del enemigo. La barbarie de la guerra resulta por lo demás inseparable de los tiempos históricos. La historia de las grandes sociedades es la rustoüa de las guerras itúnte- rrumpidas, como lo ha demostrado Gaston Bouthoul, fi.mdador de la polemología. Sin em- bargo, al mismo tiempo que dicha barbarie, estas sociedades producen un florecimiento de las ar- tes y dela cultura, un desarrollo del conocimien- to, la apariciónde una elite cultivada. La barbarie se vuelve entonces un ingrediente de las gran- des civilizaciones. Como lo ha puesto en evi- dencia Walter Benjamín, no hay un signo o un acto de civilización que no sea al mismo tiempo 19 unactode barbarie. Surgeuna pregtmta: ~;se pue- de y se debe resistir a la barbarie, y aun se debe jnrent.arreprimirla, ¿no essin embargo tmingre- diente de civilización que jamás podrá su- primirse? La barbarieno es sólo un elemento que acom- paña a la civilización, sino que la integra. La civilizaciónproduce barbarie, en particular la bar- barie de la conquista y de la dominación. La conquista romana, por ejemplo, fi.1c una de las más bárbaras de toda la Antigüedad: el saqueo de Corinto en Grecia, el siúo de Numancia en España, la aniquilación de Cartago, etc. Sin em- bargo, la culrura griega s<:: infiln·ó en el interior del mundo romano, que se había convertido en imperio. De allí la famosa expresión del poeta latino: "Urecia, derrotada, derrotó a su feroz vencedor". De esta manera, la barbarie también generó civilización. La conquista bárbara de los romanos condujo a una gran civilizaó.ón. En 2J2, el edicto de Ca- racalla concede la ciudadruúa romana a todos los súbditos de esevastoitnperio quecubreÁfrica del norte y parte de Europa del este y de Inglaterra. Si me puedopemútir un paréntesis -dado que no mein1pongo aqtú un disctlrso lineal, sino que
  • 10. 20 Edgar !'vlurm invito a refle.:~Cionar sobre momentos históricos-, me gustaría recordar que Simone Weil, en un artículo de los Nouveaux Cahiers publicado en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, anti- cipaba que otro tanto ocurriría en el imperio europeo posterior a la conquista nazi. Ella pre- veía una victoria de Alemania, y, en dos siglos, un florecimiento de las civilizaciones, según el modelo de aquella que había generado Roma. Esto no le impidió involucrarse con convicción en la Resistencia, como ustedes saben. Pero tampoco deja de ser cierto que esm idea inspiró a socialistasy pacifistas, quecolaboraron conlos nazis desde el comierrw de la guerra, c:uando todavía no era europea, pero cuando se pensaba que Alemania dominaría largamente a Europa. Muchospensaban, trágicamente, quecolaboran- do con la Alemania hitleriana colaboraban de hecho para llegar a una .Europa socialista. Si aludo a este arúculo, es porque mehainflui- do no sólo en lo que concierne a la Alemania na- zi, sino también enlo queacañc ala Unión Sovié- tica. En L942, a los veintiún años, yo conocíaya los peores aspectos de la URSS, no había oh·i- dado los procesos de Moscú, había leído aTrots~ ky y Souvarine. Yo tenía la idea de que la vic- toria de la Unión Soviética permitiría a las flprbnrie bumattny bnrbtwie em·open 2 1 simientes ínsitas enla ideología socialista, ideo- logía comunitaria, igualitaria, libertaria, florecer en una era maravillosa de armonia social. Em- pecé a desilusionarmecuando llegaron la Guerra Fría y una renovada glaciación estalinista. Hoy 110 puedo apartar la idea de que la Unión Sovié- úca, quizás, habría podido hacer florecer, con el óempo, losidealesylosfermentos decivilización que subarbariehabíaahogado enw1 comienzo. Lascon- quistas bárbaras pueden conduciral florecimien- to de una civili7.aóón, sin que por ello, ciertamente, esas barbaries originarias deban ser justificadas retrospectivamente, ni re<:ubiertas por el olvido. Existe también tula barbarie religiosa, de la que conviene hablar ahora. En la Antigüedad, cadauno de los pueblos del Medio Oriente tenía su dios de la guerra, despiadado con sus enemi- gos. Sin embargo, tanto en Grecia como en la antigua Roma, el politeísmo permitió la coexis- tencia entre diferentes dioses. El politeísmo griego recibió un dios aparentemente bárbaro, vi.olenro, un dios dela ebriedad, de la bylnis: Dio- msos. La extraordinaria tragedia de Eurípides, Lasbncmztes, muestra el arribo destructor, la lo- cura desencadenada, de este dios. Dionisos, sin embargo, no resultó por ello menos integrado a
  • 11. 22 Edg!Tr Morin la sociedad de los diosesgriegos. Enel sigloXIX, cuando Nietzsche plantea la cuestión del origen de la tragedia, pone de relieve el doble aspecto que caracterizaba a la mitología griega. Por un lado Apolo, símbolo de la mesura; del on·o, Dio- nisos, símbolo del exceso. Es est:; dualidad y com- plernentariedad de Apolo y Dionisos la que ilustra el fragmento de Heráclito: "Unid lo concordante y lo discordante". El imperioromano se caracterizaba, ames del cristianismo, porla tolerancia religiosa. Los cul- tos más diversos, y aun las religiones salvíficas, como el cultodeOsiris,elculto de Nlitra, elorfis- mo, eran perfectamente aceptables. El mono- teísmo judío, y después cristiano, al mismo tiempo que su universalismo potencial, apor- taron una intolerancia propia, yo diría hasta una barbarie propia, fundada sobre el monopolio de la verdad de surevelación. En efecto, el judaísmo sólo podía concebir como ídolos sacrílegos a los dioses romanos. El cristianismo, a través de su proselitismo convoluntad universal, sólo podía acentuar esta tendencia. i1ientras que el judaís- mo tenía la posibilidad de permanecer en el in- terior de símismo en la alianza privilegiada que creía tener con Dios, el cristianismo finalmen- te buscó destruir a los otros dioses y a las otras Barbnrie bzm¡¡mtt )' bm1~~trie e1wopen 23 religiones. Por oo·a parte, desde el momento que fue reconocidocomo laúnica religión de Estado, hizo cerrar la escuela de Atenas, y puso fin así a toda filosofía autónoma. Una de las armas de la barbarie cristiana ha sido la lJtilización de Satán. Bajo esta figura, hay que ver al separador, al rebelde, al negador, al enemigo mortal de Diosy delos humanos. Aquel queno estú de acuerdo y que no quiere renunciar a su diferencia ha de estar por fuerza poseído por Satán. Es con tal máquina argumentativa delirante queel cristianismo ha ejercido su bar- barie. Por supuesto, no ha gozado de la exclu- sividad del armasatánica. Hoyse ve cómo Sat<ln regresa más virulemo que nunca en el discurso islámico radicalizado. Porúltimo, elcristianismo triunfante hasusci- tado en su seno diversas corrientes de pensa- miento, variadas interpretaciones del mensaje de origen. Pero en lugar de tolerarlas, ha reaccionado con la elaboracióil de una ortodoxia implacable, que denuncia todo desvío como herejía, persiguiéndolas y destmyéndolas con odio, en nombre de la religión del amor. Estas pocas observaciones muestran que, alm cuando Europano detenta elmonopoliode la bar-
  • 12. 24 Edgm·;"vlori>l barie, ha manifestado todas las formas de barba- rie propias de las sociedades históricas de las que acabo de hablar. Lo ha hecho de manera más duradera, más integrada, y, sin duda, más ümo- vadora. Esta innovación en la barbarie estávincu- lada a la formación. de las naciones europeas modernas: España,Francia, Portugal, Inglaterra. Las naciones son profundamente diferentes de los imperios y de las ciudades-estado. En primer lugar, reúnen más poblaciones diversas que las ciudades-estado -una nación como Francia, por ejemplo, integra una notable diversidad de et- nias-. Y la verdadera diferencia con el imperio se debe a la actividad integradora del Estado- nación que unifica en una identidad nacional común sus elementos diversos. Un caso ejemplar es el de España, donde en la zona islámica, Al Andalus, la regla era la tole- rancia para cristianos y judíos, y en la zona cris- tiana, hasta 1492, la tolerancia para judíos y mu- sulmanes. ¿Qué ocurrió en ese año inaudito, 1492? No sólo el descubrimiento de América y el comienzo de la conquista del Nuevo Mundo. E.s también el año de la cúda de Granada, el últi- mo bastión musulmán en España, y casi inme- diatamente después, del decreto que obligaba a los judíos y a los musulmanes a elegir entre la conversión y la expulsión. Esta invención euro- pea, la nación, seconsm1yó entonces, enun prin- cipio, sobre la base de una purificaciónreligiosa. Progresivamente, esta purificación tenderá a adoptar un carácter émico. Siempre en España, a comienzos del siglo XVII, dos siglos después del decreto que constreñía a los judíos y musul- manes a elegir entre conversión y expulsión, se encontraba, especialmente en Andalucía, una fuerte población morisca. Se n·ataba de moros oficialmente convertidos al catolicismo, pero que continuaban practicando sus creencias en el interior de grandes propiedades privadas.Los lat:iftmdistas, los señores propietario~, los tolera- ban o cerraban k>s ojos. En alguna barraca transformada con simpleza en mel-quita, se podía practicar un resto de culto musulmán. Para la lnquisición, esto resultó intolerable. Hagamos notar que ésta no profesó el principio de una purificación émica. Perseguia a los judeocon- "'d'b"versos que JU arz.a an en secreto como tam- bién alosmoriscos que "islamizaban" del mismo modo. Perouna ve:.: que había podido establecer la sinceridad de su fe cristiana, les reconocía ~odos los derechos de los cristianos. Bajo el tmpulso de una nueva presión de intolerancia, se llegó a la expulsión de los moriscos. Se sepa-
  • 13. 26 Edgtrr Morin raba a las mujeres desus esposos que eran expul- sados y embarcados con rumbo al norte de África. Se pasó de la purificación religiosa a la purificación étnico-religiosa. En una parte de la aristocracia y de la burguesía española, se de- sarrolló la tendencia a quererimponer la limpieza de sangre, la pureza de sangre, lo que ya era una noción racial, racista. Los monarcas espaiíoles finalmente no dieron curso a esta imposición y la pureza de sangre nunca se volvió oficial. Debo precisar que en verdad la Inquisición nunca ha- bía sido defensora de esta idea. Ella sólo busca- ba verdaderamente la pureza religiosa, pero esta pureza había empezado a asociarse con otra, una intolerancia empezó a despuntar bajo la otra. Volveréluego sobre una consecuencia de esta tentativa de purificaciónreligiosa en España, con- secuencia subtemínea pero muy profunda, carac- teli:z.ada porelfenómeno de los conversos, llamados peyorativamente marranos. Para terminar, señalemos que la intoleran- cia religiosa española se desató con la conquis- ta de Améric.:a, y tuvo como consecuencia la destrucción de todas las religiones precolom- binas. Por cierto, se puede considerar que el prin- cipio de la purificación religiosa ya estaba en Bm/IT'Ít humm1ay barbarie mruptll 27 germen con el triunfo del cristianismo en el Im- perio Romano. Pero de hecho este principio conocería un notable fortalecimiento con el surgimiento del Estado-nación. Hasta tal pumo, que las guerras de religión que se desencade- narán en el siglo XVI, como consecuencia de la reforma de Lutero y de Calvino, serán guerras civiles antes de ser guerras ent1·e naciones. Con- cluirán en la paz de Westfalia, que acentuó la tendencia dominante de cada nación a la purifi- cación religiosa. Estos tratados instauraban la religión del príncipe como religión del Estado, principio importante para AJcmania, que se ha- bía dividido en principados. En Inglaterra, el anglicanismo se constituirá sobre la base de la expulsión del catolicismo y muchos católicos de- bieron emigrar a Livorno o a Francia en el siglo XVI. Existió una excepción francesa, provisoria, el edicto de Nanres, firmado en 1598 por En- rique lV Provisoria, porque bajo Ltlis XN, el edicto se vioseveramente limitado por las cruel- dades de los soldados que perseguían a los pro- testantes para queseconvirtieran yles imponían restricciones que afectaban todos sus derechos. Como ustedes saben, el edicto de Nantes será revocado en 1685, y a esta revocación seguirán numerosas consecuencias trágicas.
  • 14. 28 Etlgnr Morin En las ciudades de los Países Bajos, que no estaban organizadas bajo el principio de nación, la tolerancia religiosa persistió; especialmente en Ámsterdam, donde incluso era posible no practicar religión alguna. Calvinistas, luteranos, católicos, judíos coe.lásóan. Spinoza, después de que lo excomulgara la sinagoga, no se adhirió a ninguna religión y pudo continuar con su vida en total independencia. Como~.ma consecuencia de este estado de cosas, fue en Amsterdam que se imprimieronmuchos de los libros que lacensura prohibió en Francia hasta fines del siglo XVIll. Uno puede pensar que estos fenómenos de purificación hansidolas enfepnedadesinfantiles de las naciones occidentales modernas. Pero estas mismas naciones sabrán producir el anú- doto contra esteveneno.lnspiradapor lallustra- ción, tma nueva concepción de la Nación surge a partir de laRevolución Francesa. El14 de julio de 1790, un año después de la toma de la Basti- lla deleaados de todas las provincias de Francia, b acuden a la granfiesta de las federaciones, expre- sando así su común intención de formar parte de la gran nación: una nación como Francia está concebida como producto de una voluntad co- mún. La idea de un espíritu común y de una voluntad común se desarrolla, impulsada en el 29 siglo XIX por pensadores como Renan, para quien "la existencia de una nación es un plebis- cito cotidiano". Esta idea se afirma en comra de las teorías de filósofos alemanes como 1lerdery Fichte, quienes insisten más bien sobre el suelo, la lengua y la cultura para definir tma nación. Esta oposición se reencuentra en el diferencio franco-alemán sobre A.lsacia y Lorena. Para los franceses, Alsacia y los alsacianos eran franceses, por el espíritu francés dd que eran portadores; los alemanessostenían por su parte que los alsa- cianos eran de etnia y L-ultura alemanas, y por lo tanto alemanes. En todo caso, fuertemente inspirada por la concepción revolucionaria, seinstaura unacierta idea moderna de la nación: la integración de etnias diferentes a través de la educación, la laicidad, los medios de comunicación, el desa- rrollo de las rutas y de los ferrocarriles, pero, no hay que olvidarlo, también a través de las guerras. Las guerras son integradoras porque unen en el odio del enemigo a las etnias más diversas en el seno de una comwlidad patrió- tica. Consideremos a los bretones: la conciencia de un habitante del Finistere sedefinía, y en cier- ta medida todavía se define, en relación con la de un habitante de Cap Sir.un, es decir, en
  • 15. 30 Edgm· M{J1"iu relación con el pueblovecino. Cuando enrra en el ejército, oye que le dicen "el bretón". Una identidad que le resultaba lejana y abstracta se >uclvc concreta y, por sobre todo, descubre una parte de esta complejidad que lo constituye: es bretóny fram:és. Las guerras han contribuido así a la integración.~ Porsupuesto,Europa noseliberó tm f.ícihnente de las cucstiones étnico-religiosas y de sus lazos con una cierta concepción de la nación. El pro- blema de Irlanda del Norte, que está a punto de resolverse, lo demuestra suficientemente. Hoy se plantean también los problemas del País Vasco y de Córcega, aunque sin duda son periféricosy secundarios. El sigloXXnos ha permitido medir la barba- rie producida por la idea de nación cuando ésta reposa sobre una voluntad de purificación étnica. Por cierto, no se puede reducir la nación a sus efectos bárbaros, porque ella es también un ope- rador de integración entre las etnias. Pero hay que señalar que el siglo XX inventó la mons- truosidad de la nación monoétnica. En el seno de los imperios que reinaban en Europa central y oriental a comienzos del sigloXt'<:, austro-hún- garo, otomano, zarista, <>peraban fuerzas de in- tegracióny de entendimiento entre los pueblos. Barbariebumn1111y barba1'ie mt-opt.n 31 En el imperio otomano, por ejemplo, se ejercía una tolerancia religiosa y no prevalecía una voiWltad encarnizada de convertir. El modo de gobierno, que hacía que los impuestos fueran recaudados por la autoridad religiosa, permitía a los judíos y a los católicos coexistir en una misma ciudad. Sarajevo es d ejemplo exrra- ordinario de la reunión de los católicos croatas, de los ortodoxos scrbios, de los judíos sefaradíes y de los eslavos convertidos al lslam. Este caráctermultiétnico, esta mezcla de cultw-as que nos parece un rasgo positivo del imperio oto- mano, se reveló desastroso después de su des- mantelamiento. En cuanto al imperio austro- húngaro, ames del primer conflic.:to mundial se encaminaba poco a poco, a pesar y a causa de todas las disensiones y descontentos de sus nu- merosos pueblos, hacia el reconocimiento de un:1 cierta autonomía y eoex.iste11cia pacífic>l de las nacionalidades: húngaros, checos, croatas. Desgraciadamente, la voluntad de los vence- dores en 1918, y especialmente de Francia, pro- vocó la dislocación de estos equilibrios. Cle- mcnceau estaba persuadido de que el conjuntO austro-húngaro era un bastión del catolicismo. Los vencedores impusieron la constitución de naciones que, por el hecho de la explosión del
  • 16. 32 imperio y de las divisiones arbitrarias, se en- contraron bruscamente sumergidas en la lógica multiémica de las naciones modernas (Serbia y Grecia, por su parte, ya se habían emancipado en el siglo XIX). Ahora bien, cada una de estas naciones, aunque incluyeran importantes mi- norías étnicas yreligiosas, quiso concebirse bajo una forma monoétnica. El historiadorToynbee, que presenció la gue- rra greco-turca de 1921, calificaba de "desastre" la importación de la idea occidental de nación en estas regiones. Una doble purificación émica turca y griega se estaba produciendo entOnces. Los turcos eJo.:puJsaron a las importantes pobla- ciones griegas de Asia Menor, que estaban alli desde la Antigüedad, y las deportaron a Mace- donia. Por su parte, las poblacionc::s turcas de Macedonia fueron deportadas a Turquía. En 1990, no cabían dudas de que la nación yugoeslava no había completado su proyecto de integración de los pueblos que la constituían, pero ese proceso estaba en marcha. Es verdad quehabía sufrido una dictadura y que podía con- siderarse que la nación eraimpuesta por el tota- litarismo, un totalitarismo sin embargo tempe- rado después de la rupmra con la URSS. Esta nación inacabada se dislocó en tres naciones con 33 el desencadenamiento de una barbarie guerrera v cruel. El objetivo de depuración étnica fue tan- to de los serbios como de los croatas, que expul- saron importantes poblaciones serbias. En Sa- raje:vo, aún se conservaba un cierto carácter multiétnico con los serbios que desempeñaban UD papel importante en el poder, la prensa, etc. Este mal de la purificación se reencuemra, por cierto de manera pacífica, en el proceso desepa- ración entre los checos y los eslovacos. No hablo aquí expresamente de la purifica- ciónnazi, objeto de mi tercercapítulo, que puede ser considerada como la cúspide de la obsesión purificadora de una nación y que desgracia- damente se enraíza en la historia europea. Sin embargo, conviene advenir que después de la victoria de los aliados en 1945, pueden ob- servarse fenómenos de purificación de las pobla- ciones alemanas, deportadas de una Silesia que se había vuelto polaca, y de unos Sudetes que aho- ra eran checos. Los mismos polacos fueron de- portados de las zonas ucranianas anexadas por los soviéticos. Y aün existen, en nuestras nacio- nes occidentales, minorías que están convencidas de que la presencia extranjera de emigrados naturalizados contamina la identidad nacional. La xenofobia, el antijudaísmo persisten a pesar
  • 17. 34 de la inte.,o-racióneuropea. Los nacionalismoschau- vinistas, fundados sobre la idea de pureza, no están muertos. En Austria, el movimienco de Haider, los movimientos neonaz.is en Alemania, en Holanda, en Francia, parecen marginales, minoritarios, pero pueden ganar importancia en c::~so decrisis..Basta conpensarque dm-antela gran crisis de 1929, que tan brutalmente golpeó a Alemania en 1931,1m pequeño partido, el partido nazi, queen tiempos normalesnunca podía esperar superarell5 o ell8 por ciento de los votos, pudo llegar al35 por ciento. Las tendencias bárbaras coexisten con las ten- dencias civilizadoras. De la misma manera que en el seno de losimperios, donde reinaba labar- barie de las conquistas g-¡¡crreras, nacieron for- mas refinadas de civilización, del mismo modo en el seno de las naciones, coexistiendo con sus tendencias depuradoras, se observa un flore- cimiento de las artes, de la cultura, del conoci- miento. A~í la España depurada del Siglo de Oro produjo a Lope de Vega, Calderón, Góngora y una pléyade de grandes artistas. De igual manera que la Francia "purificada" según la revocación del edicto de Nantes es de todas maneras elpaís de los grandes autores clásicos. Nunca olvido Bor/Jarit hmmm11y bm·bnrie cm·opea 35 este doble aspecto, es decir, de hecho, la com- plejidad de la civilización. Paso ahora a eso que acabo de llamar la "barbariede las conquistas guerreras". Es mile- naria, pero ha encontrado sus formas modernas con el colonialismo. Para simplificar, ~e puede considerar que comienza con las conquistas de Alejandro. Sin embargo, éstas no fueron, hablan- do propiamente, bárbaras. Alejandro respetaba los diosesde las diferentes civilizaciones que ha- bía conquistado. En cada ciudad, casaba a cente- nares de rus soldados con mujeres naturales del país, preparando de estamanera una civilización mestiza. Pero el caso de Alejandro sigue siendo excepcional. Los otros grandes conquismdores sonterribles. GengisKhan, el conquistador mon- gol del siglo XII y comienzos del X.lll, sembró la muerte y la destrucción tanto en Oriente, en China, como en Occidente, al crear un imperio desmt:surado. Pero estos imperios desmesurados no pueden durar. Precisamenteporque son des- mesurados carecen de factor de integración. El de Gengis Khan sólo duró un siglo. Tamerlán ~1336-1405), un siglo más tarde, conStruyó un unperio formidable que pronto dividió entre sus cuatro descendientes.
  • 18. 36 EdgrrrA1orin Las conquistas que::emprendieron lasnaciones europeas fueron deotro tipo y, sobre todo, resul- taron duraderas. Fueron favorecidas por la su- perioridad militar que les daban las armas de fuego. Así, en Peni, un pequeño grupo de caba- lleros y de hombres armados hi.w que se derrum- b:tra un gigantesco imperio que se extendía des- de el norte del ecuador hasm el sur de Chile. La conquista de México fue más complicada. De alguna manera Cortés se sirvió de la estrategia del mestizaje. Sealió a naciones sometidaspor los aztecas, descontentas de pagarles a estos últimos su tributo y, sobre todo, de entregarles sus ado- lescentes para los sacrificios. Se ha podido decir que México fue conquistado por los mexicanos. El pequeño grupo de Cort~s -y él mismo se ha- bía unido a una mujer india, la Malinche-, logró beneficiarse, después de diversos episodios, con la ayuda ele"esas poblaciones. No es menos cierto que esta conquista fue animada por una codicia y un fanatismo sin parangón. Esta codicia se nutría del miro de El Dorado. Al encontrar una delgada capa de oro sobre los muros de los templos de Cuzco en Perú, los conquistadores esperaron descubrir las fuentes fabulosas del metal, como lo ilustra ese filme tan hermoso de H erzog, Aguirre oIn ira de Dios. El y11,¡,¡rrie/nm11m.11 y barbarie europea 37 fanatismo rejjgioso no era menor: los ídolos incas fueron abatidos, destruidos. Por lo demás, la conquista provocó, además de las masacres que no faltaron, una mortalidad catastrófica, tatlLO en México como en Perú. Se debió a la importación de enfermedades europeas, como la l1Jhcrculosis, contra las cuales las poblaciones locales no estaban imnunizadas. En lugar de bie- nes culturales, intercambiaron virus y bacterias. Acambío de la tuberculosis, la sífilis ganó Oc- cidentey, porla mta de las caravanas, llegó hasta China. También el alcohol provocó estragos. Después de seis u ocho mil años, la selección natural había eliminado en el Viejo Continente a los organismos que no se fortalecían por el al- cohol. No era el c..-aso de las desgraciadas po- blaciones de América del Norte. Otra causa de la mortalidad masiva fue por cierto la esclavitud. Las poblaciones indígenas fueron sobre-ex- ploradas para eA--o-aerla plat;lde las minasde Potosí Yhacer llegar a España los galeones cargados de oro yplata. Frente a semejante baja demográfica, los con- quistadores recurrieron a la trata masiva de los negros. La esclavirud de los negros fue un hecho en el que participó la casi totalidad del continen- te americano. Como ustedes saben, la persisten-
  • 19. 38 Edgat·MQ1·m cia de la esclavitud en los estados del sur de los E..<;tados Unidos fue una de las causas de la Gue- rra de Secesión. En Francia, la esclavitud en las colonias será abolida recién en 1848 gracias a Victor Schrelcher. Sin embargo, perdurará de manera residual. En cuanto a la colonización, no desaparecerá hasta fines del siglo XX. Entre tamo, se desató la colonización ingksa y fran- cesa, pero tmnbién alemana yportuguesa, sobre todo en África. André Gide, durante su viaje al Congo, informó sobre la manera arroz en la que eran prácticamentesometidos a la esclavitud los negros que trabajaban en el ferrocarril Congo- Océano. Esta barbarie colonialista, de una ex- trema bmtalidad, continuará manifestándoseen Francia en pleno siglo XX, tal como lo de- muestra la masacre de Sétif, cometida el mismo día del fin de la guerra, cl8 c.le mayo de 1945, y las numerosas atrocidades durante la guerra de Argelia. A fin de cuentas, se observa una explosión de cinco siglos de barbarie europea, cinco siglos de conquistas, de reducción a la servidumbre, de colonización. Por cierto, hay que decirlo nue- vamente, la barbarie se vio acompañada por efectos de civilización, e incluso los ha inducido. Btrrbarie bttmrmn.Y bnrbrrrie wrope.1 39 En el curso de esta mundialización de la barbarie europea, hubo mestizajes de culturas, inter- cambios, contacros creadores. En la actualidad vemos cómo se polemiza sobre una directiva ministerial que pretende que en los manuales de historia se indiquen la~ características posi- tivas de la colonización francesa en Argelia y en las otras antiguas colonias de África. La ver- dadera cuestión es saber si t:stas características positivas esnín en primer plano o son sólo fenó- menos secundarios.'lal inteuogantc debería ser reubicado en un marco general. Habría que suh- rayar la ambivalencia, la complejidad de lo que es barbarie, de lo que es civilización, por cierto no para justificarlos actos de barbarie, sino para comprenderlos mejor y así evitarqm.: nos posean c•egame11te. Querría terminar refiriéndome a otra forma de barbarie que aún hoy perdura. Las sociedades históricas de las que hablé se constituyen eli- minando progresivamente a las pequeñas socie- dades arcaicas que las han precedido. Pero es con el auge mundial de la civilización occiden- tal que se opera la destrucción genocida de la ~nmanidad arcaica r de los pueblos sin Estado. En Tasmania, la población indígena ba sido ani-
  • 20. 40 EdgarMm-m quiJada. En Austraha, hoy es residual. EnAmé~ rica del Sur, en el sur de Chile, los alakalufes, el pueblo de los nómades del mar, que acogían a los navegantes cuando pasaban en los siglos XVII o XVITI, ha sido aniquilado. En América del Norte, las poblaciones indias, después eleha- bersido burladas- los tratados que habían firma- do con la autoridad política no fueron respe- tados-, hoyestán inmovilizadas, enreservas que son como guetos. La a:;ociación Survival Inter- nacional defiende sus derechos, y lo hace muy activa y justamente. En Asia, los habitantes de las montaüa:; de la península Indochina ya han sido reprimidos porlos pueblos dominanteS. En África negra, la población de los banrúes ha avanzado sobre los bosquimanos, y práctica- mente los ha exterm inado. Grandes zonas de la selva virgen amazónica sufren hoy un proceso de destrucción, que condena a los últimos pue- blos independientes a exiliarse en los suburbios miserables de las metrópolis o a desaparecer. La barbarie continúa y sin embargo hay que desta- car la resistencia COim·a esa barbarie, como la de quienes en Brasi1crearon asociaciones de lu- cha para la salvaguarda de las poblaciones in- cligcnas y de sus derechos. 41 La barbarie conquistadora europea no ter- mina, lo repito, con el fin de la Segunda Guerra .'Iundial. En lo que roca a Francia, no se acaba más que con la guerra de Argelia,y termina más tarde para Portugal con Angola y Mozambique. Las naciones de Europa dejaron de ser naciones coloniales. lg1.1almente, en lo que concierne a la baroorie depuradora, las naciones europeas re- nuncian de a poco, gracias a la constitución de un espacio c·uropeo, al nacionalismo basado en lapureza étnica.Estamosentonces en una época donde la barbarie europea est<l en fuerte re- gresión y donde los antídotos culturales euro- peos, que han desempeiíado un papelimportante en esa regresión, podrían permitir definü· a Europa.
  • 21. 2. Los antídotos culturales europeos
  • 22. Acaso pueda parecerles que estoy dando a mi exposición ·.ma forma de fresco histórico dema- siado apresurado. Sinembargo, el hilo histórico gne sigo no es para mí un medio de ex'Posición cronológica del fenómeno de la barbarie, sino un medio para su comprensión. En el siglo XVJ se opera una profunda meta- morfosis de Europa occidentaL Asistimos a la Yez a un auge econónúco, a un esplendor de las ciudades, y a la formación de las naciones mo- dernas. El Renacimiento da nueva vida a la he- rencia de laAntigüedad griega y latina, en espe- ~ial a la griega, encerrada hasta entonces en el Interior del discurso teológ-ico. Dicho de otro modo, este retorno de Grecia puso fin a la suje- ción teológica, y produjo una autonomización del pensamiento, pernúticudo así el auge de la
  • 23. 4(¡ filosofía y de la ciencia modernas. Por cieno, existía un pensamiento racional en el seno de la teología y especialmente en el tomismo, pero quedaba hajo el control religioso. La ciencia se desarrollará entonces marchando sobre cuatro piernas: el empirismo, la racionalidad teórica, la verificacióny laimagim1ción. ElRenacimiento es también la época del desarro.llo de las hu- manidades, de una cultura fundada en la inte- gración de la cultura griega y de la cultura latina. En esta época, muchos pensadores se caracte- rizaban porun espíritu enciclopédico, conocíanel árabe, el hebreo, el griego, el latín. Fue en el curso del Renacimiento que tuvo lugar la gest.-1.ción del humanismo europeo. Ala pregunta de cuál es la esencia del humanismo, caben dos tipos de respuestas absolutamentedi- vergentes. Una respuesta del primer tipo es, por ejemplo, la del filósofo polaco LeszekKola- kowski. Según él, el humanismo europeo bebe en la fuente del judeo-cristian.ismo: en la Biblia, Dios ha hecho al hombre a su imagen y, en los Evangelios, Dios se encarna en tm ser humano. A J.o que el filósofo checo Jan Patocka objeta que la fuente del humanismo europeo es griega, porque es en el pensamiento griego que el espí- riru. humano y su racionalidad afirman su auto- [.QS 1111tídbtor cuitumte.<wropeos 47 nonúa. En la ciudad democrática de Atenas, la diosa Palas Atenea no gobierna, sólo protege; éSte es el significado de la democracia: los ciu- dadanos responsables tienen en sus manos el gobierno de la ciudad. Esposiblepensarque de hecho las dos fuentes no son excluyentes y que ambas se han urúdo para crear elhumanismo europeo. Es cierto que laprimera fuente, en la queelhombre estáhecho a imagen y semejanza de Dios y en la que Dios sehacehmnbre, sibien promueve el respeto por la vida humana, también conducirá a un antro- pocemrismo ingenuo y será fuente de mega- lomanía. Liberado de Dios, el hombre ocupará el lugar de sujeto y centro del universo. Es pre- cisoindicar, también, como corr-iente que irriga al huma1úsmo europeo, el mensaje del propio Jesús, al que no menciona ninguno de estos au- tores. Es un mensaje que habla ele compasión y de perdón. De esta palabra se desprende un espíritu de fraternidad que se tmirá a la racio- llalidad griega: algo afectivo que se enlaza al ca- rácter frío de la racionalidad para formar el hUll;laiúsmo europeo. Estehmnanismo tiene dos rostros, uno domi- nanre, el otro fraternal, lo que provocará una
  • 24. 48 Edgarllfor;,1 confusiónimporrame sobre el término, enespe- cial en el siglo XX. El primer rostro del huma- nismo, el que se revela ilusorio por no decir de- lirante, coloca al hombre en el lugar de Dios, de hecho el único sujeto del universo, y le da la misión de conquistar el mundo. Es la misión que Descartes confiere ala ciencia: hacer del hombre el dueño y seiíor de la naturaleza.Retomado su- cesivamente por Buffon y por Karl Marx, el mensaje cartesiano de la omnipotencia pro- mctcica recién cae hecho pcdaws a partir de 1970. De ahíen más, advenimos que el dominio de la naturaleza, que de suyo no admite control, conduce a la degradación de la biosfera y, por consiguiente, a la degradación de la vida y de la sociedad humanas: este tipo dc dominio tiene un carácter suicida. Por otra parte, ahora adq uirimos conoci- miento y conciencia de la pequeñe:t. del planeta Tierra en el sistema solar, de la pequeñez del sistema solar en la Vía Láctea, de la peq1.1eñez de nuestra galaxia en el universo. Debemos en- tonces enfrentar el segundo rostro del huma- nismo, el que preconiza el respeto de todos los seres humanos, sea cual sea su sexo, su raza, su cultura, su nación. lAS1111rúiotos (11/t:tn·o/es em·opeos 4? De hecho, si este humanismo es válido en principio para todos los hombres, el Occidente europeo previamente lo había restringido sólo a sus habitantes, considerando a los otros pue- blos como subdesarrollados, arcaicos, primi- tivos. Lucie::n Lévy-Bruhl, por ejemplo, con- sideraba que los primitivos eran seres infantiles ymísticos, prisioneros del pensamiento mágico. Olvidaba que existe una racionalidad en toda forma de civilización, aunque más·no fuera en la fabricación de herramientas, en la utilización de las annas, en la práctica de la caza. En toda sociedad, coexisten un pensamiento racional, técnico y práctico, y un pensamiento mágico, mítico y simbólico. Lo mismo ocurre con la nuestra. Jndicarlo me parece de una importancia extrema. l::nsu segundo rosn·o, d humanismo sevincu- ló al desarrollo de la racionalidad crítica, y aun autocrítica. Se love, por ejemplo, en el Elogiode In lccura de Erasmo, expresado evidentemente bajo formas prudentes. En el resto de su obra, Erasmo, aunque un espíritu ruuy tolerante, se mostraba eAtremadarneme reservado tamo res- pecto de la autoridad católica como del lute- ranismo.
  • 25. 50 Edgm· Mm-m En la emergencia de la racionalidad autocri- tica, merece destacarse la importancia mal co-- nocida del marranismo. Los marranos eran de hecho en su mayoría deorigen judío, ya que mu- chos musulmanes habían retornado al Maghreb tras la caída de Granada. Entre los judíos con- versos, algunos quedaron en España y otros se instalaron en los Parses Bajos. A su vez, existen dos tipos de marranos. Los primeros olvidaron su ascendencia y se volvieron cristianos. Los se- gundos guar?aron secretamente la fe y la iden- tidad judías. Este fue el caso del doctor Fernando Cardoso. Hombredel sigloXVII, poeta cortesa- no, amigo de los grandes dramaturgos, autor de poemas, en especial uno sobre la empción del Vesubio, en apariencia está perfectamente integrado. Sin embargo, realiza un viaje a Ve- necia, ve a las autoridades del gueto, y les pide que lo reconozcan como judío. Obtenido esto, que las autoridades le conceden a condición de que sea el médico de los pobres, escribe allí un libro que será impreso en Holanda, De la e.x:ce- lmcia de losjudíos, para demostrar que la ley de Moisés es superior a la de Cristo. Yaún existeun tercer rostro del marranismo, nacido a partir de una doble identidad, del senti- miento de pertenecer a dos modos de existencia Losalltídotos mlmrnles er••·qpeos S1 diferentes, a dos comunidades antagonistas. El choque de las dos religiones contrarias es como el encuentro de dos partículas que se golpean y se descruyen la una a la otra para formar un con- junto nuevo. Estos casos son raros, pero nota- bles. Bartolomé de las Casas, por ejemplo, que tiene una ascendencia de co-nverso, hizo que la jerarquía católica aceptara la idea de que los in- dios de América eran humanos y te11ían un al- ma. La Iglesia se rehusaba a admitirlo: ¡cómo considerarlos hombres si jesús no se había des- plazado nunca hasta América del Sur! Las perse- cuciones de las que fue testigo Bartolomé de las Casas le inspiraron compasión, y él se remitió a la fuente paulina: "No hay hombres ni mujeres, ni judíos ni griegos, ni hombres libres ni escla- vos, vosotrossois todoslmo enJesucristo" (Epís- tola a los Gálatas). Desgraciadamente, por falta de oportunidad, Bartolomé de las Casas puso entre paréntesis la suerte de los africanos vícti- mas de la trata. La trata de los negros comenzó efectivamente desde 1502 en la isla de Hispa- niela. El otro caso que conviene citar es el de Mon- taigne. Se asombrarán de oír que lo califique como marrano, porqlle todo elmundo lo conoce como gascón, pero unacosa no quita la otra. Se
  • 26. 52 EdgrwMo?-i11 sabe, según ft1e11tes seguras, que la familia ma- terna, losLoupe, desciendede los López, de quie- nes se encontraron buellas en España. Parecería extraño que esta unión, en una época en la q11e los matrimonios eran arreglados, no haya sido hecha entre dos descendientes de marranos, aun cuando no se sepa nada de la familia paterna. Es interesante anotar que, en los Ensayos, las refe- rencias principales son. gTiegas y latinas, exclu- yendo casi las referencias a los Evai).gelios, y en definitiva a todos los te;>.."tos religiosos. Vnacarta, escrita a su padre para narrarle la muerte de su amigo, La Boétie, cuyos ritos fúnebres habían seguido la liturgia católica, es bien extraña. Al final, La Boétie dice con voz fu·rne: "llluero en esta fe que Moisés ha plantado en Egipto, que de allí transportó aJudea y que nuestros padreshm1 o·ansmitido hasta nosou·os". P<·egww:: a los espe- cialistas en La Boétie qué podía significar esto, pero no me pudieron responder. Lo que importa es que ese marrano que es lllontaigne constituya tul fenómeno verdadera- mente excepcional en una época de guenas de Teligión. Lo es por su escepticismo y por su re- chazo de considerar a los amerindios como infe- riores. "Aquellos a quienes se llama bárbaros-es- cribe- son seres de tula civilización diferente de Lo.< rmtítlato.rmlmmle.r europeos 53 la nuestra". Añade: "Encuenn·o [...Jque no hay nadasalvaje y bárbaro en esta nación... sino que cada uno llama barbarie aquello que no entra en sus costumbres". Uno de los aspectos de la bar- barie europea fue el de tratar de bárbaro al otro, al diferente, en h1gar de celebrar esta diferencia y de ver en ella la ocasión de un enriquecimiento del conocimiento y de la relación entre los hu- manos. J.1ontaigne representa un pensamiento de una libertad inaudita que ha sabido eman- ciparse de los prejuicios bárbaros de su tiempo. Pienso que la fuente de su libertad está en esa libertad interiorde un espíritu que semueve más allá del judaísmoy más allá del cristianismo. No sufiió el antagonismo entre judío y cristiano, musulmán y judío, tl.cl e infiel. Por cierto, los orígenes marranos de MontaigTie podían sermuy lejauu~ y es más bien el espú·ím del marranismo lo que florece en él. Si es extremadamente pru- dente en el plano político, lo es dentro de la lú1ea de su ética de tolerancia. De hecho, sostiene al rey en todos los esfuerzos de moderación que despliega para evitar tma guerra de religión. Me gtJstaría abordar también el caso de Spi- noza. En su obra, es expulsado el Dios exterior, que sin embargo seguirá muy prescnte en Des- cartes o en Ne,vton, y se adopta la idea de un
  • 27. 54 ¡ di " d'"munt o autoengen rato, causa e SI , COtlllo dice Spiuoza, idea que se impondrá en el pensa- miento europeo recién a partir de Hegel. Como lo indica la célebre fónnula Deu.~ .rive nattlm, la fuerza creadora est<l enla naturaleza. Esto puede entenderse de la siguiente manera: Dios o, si prefieren, la naturaleza: yo no hago diferencias. En Spinoza,larazón es sober:ma, pero no se tratade una razón fría y helada, es una raz.ón profunda- mente compa~iva, ''amante'' si se puede decir. RechaL.a la idea de pueblo elegido, que según él es inactual, y así laiciza la identidad judía, y, más allá del cristianismo, reen.cuentra los lazos con la idea de universalidad. Se reencuentra en él el mismo cspúitu de independenc~a que en Nfon- taigne. Vivió por cierto en la A.msterdam tole- rante de entonces, pero no por ello escapó a los ataques de la intoleranr.:i.a. Expulsado de la sina- goga, escapado por poco de w1 atentado contra su vida, debió vivir en una senú-miseria. No se puede negar el acierto de los inquisi- dores españoles cuando consideraban que el ma- rranismo era una fuente de escepticismo y de racionalismo. Los casos abundan en el siglo XVII. El Don Quijotede Cervantes, porejemplo, est<l marcado por una doble ironía: la <.:Iítica de lo imaginario por la realidad, encarnada por el U>s1mtídctl<>' culturales I:IJ>'üpeos 55 ojo crítico que Sancho dirige a Don Qtújote, pero también la crítica de la ¡-ealidad prosaica por lo imaginario, fuente de poesía, que encarna eJ caballero errante. Don Quijote anuncia así el desencantamiento del mundo moderno, descrito por .Max VTeher dos siglos más tarde. Aunque San:cho y Don Quijoteseaninseparables, no hay reconciliación posible entre sus dos universos: es por ello que esta obra no ha perdido su fas- cinación, y surge comoun aetoliw en elmüverso de la literatura y de lo novelesco. De esta manera, el humanismo se desarrolla en laconfluencia del mensajegriego revitalizado en la Italia del Renacimiento y que se desarrolló en los otros países occidentales con excepción de-España. Pero incluso a partir de esta España donde elmensaje ha sido excluido, surgiósubte- rráneamente a partir del mensaje de aquellos a quienes podemos llamar los postmarranos, que alimentaron y afirmaron un humanismo en un espíritu de laicidad y de universalidad. También sería interesante evocar un fenó- meno que apareció en el imperio otomano, y que deriva del posmarranjsmo: el movimiento mesiánico de Sabbatai'lSevi. Antes de que lo pre- sentaran como nuevo i1esías, Sabbatai Tsevi se había convertido al Islam. S11S discípulos manta-
  • 28. 56 EdgarMmn v:eron secretamente el culto de este mesías judío a·.m cuando oficialmente eran musulmanes con- versos. A estos conversos se les daba el nombre de diimne ("los que se dieron vuelta"). Eran bastante influyentes en Estambul. En el siglo XIX, crearon escuelas la!c<lS. En estas escuelas se formaron los jóvenes oficiales turcos y Mus- tafá Kemal, que en la década de 1920 debía es- tablecer el laicismo. Este episodio también demuestra que los dc~·víos de la historia son to- talmente curiosos, pero sobre todo coloca nue- vamente en un primer plano la virrud eman- cipadora del espíritu marrano. Los sabateos, al separarse de la ley judía y adoptar un islamismo s·Jperficial, se überaban a la vez. de la una y de la on·a. Por lo quese los puedeinscribiren el movi- miento del humanismo europeo. Esta tradición del humanismo europeo, su parte de autocrítica, se expresa muy bien en las Cartaspersasde .tllontesqtüeu, yse va a perpetuar hasta Claude Lévi-Strauss. Montesquieu se imagina a unos persas que llegan a OccidenteY consideran a los franceses como seres exóticos, lo que constiruyc una actirud típica de la racio- nalidad autocrítica: considerarse a sí mismo co- mo objeto de curiosidad y de crítica. Volraire da otro ejemplo de ello en su Di.rcoursaux Welcbes. 57 Desgraóadamente, la racionalidad antocrítica es un aspecto que siguió siendo menor en la rra- djción occidental. Enel sigloXVIII, en la época de la Ilustración, la racionalidad es eminente- mente crítica yse dirige en primer h1gar contra ]as religiones, consideradas como tejidos de fá- bulas y de supersticiones. Esta crític<l es reduc- c.ionista. No llega a ver lo que Marx hará valer más tarde, el hecho de que la religión es como el suspiro de la criatura desdichada, el sesgado medio po:: el que se expresan las aspiraciones hlUnanas más profundas.. El espúitu humanista de la Ilustración va a en- contrar su formulación en la Declaracióu de ÚJs derechosdeibrrmbre)'delciudadano, un mensaje que era mucho más el de la aristocracia ilustrada que el de laburguesía, según demosn·ó Fran~ois Furet. En la noche del 4 de agosto, son lns aristócratas mismos quienes abandonan sus privilegios. La razón, en esta época que marca su triunfo, exhibe roso·os sin embargo diferentes. La razón científica construye reorías. Pero estas teorías, aparentemente fundadas sobre datos coherentes, pueden verse viciadas por la "racionalización", poruna visión demasiado lógica quesóloretiene aquello que la confirma. Laplace, por ejemplo, inyecta la racionalización en el seno mismo de
  • 29. 58 la ciencia. Propone tma cosmoviswn entera- mente determinista, en un marco que, por supuesto, ya es totalmente laico: supone que un demonio dotado de poderes superiores se1ía ca- paz no sólo de conocer todos los aconteci- mientos del pasado sino de anticipar todos los acontecimientos del futuro. Cuando Napoleón le pregunta: "¿Yqué hace usted con Dios?", La- place le responde: "Majestad, no necesito esa hipótesis". La concepciónde Laplace era una ra- cionalización extrema de la racionalidadnewto- niana. En la actualidad, nos hemos dado cuenta de que no todo en el universo puede ser some- tido al detenllinismo. Esto prueba que existeuna racionalidad crítica que evita las trampas de la racionalización,una racionalidad autocrítica que asocia razón, conocimiento y autoexamen del sujeto. Las enfennedadesde larazón nose deben a laracionalidad ensí misma, sino a supeJlersión en la racionalización y a su cuasi-deificación. La instrumentalización de la razón, colocada por ejemplo al servicio de fines totalmenteirra- cionales y bárbaros como la guerra, participa de otro tipo de racionalización. De hecho, lo que hay que ver por detrás de todas las racionali- zaciones es, además de la ausencia del pensa- miento crítico y aurocrítico, el olvido de lo que Los1111tídotos cultttrnü.r .~u·optos 59 Rousseau llama la sensibilidad y que es el ol- vido de nuestra propia naturaleza. Presente en Rousseau, la naturaleza ha permanecido igno- rada por la Ilustración. Todo cambia con el romanticismo. El primer romanticismo es una re-poetización del universo; responde a una nostalgia de la co- munidad, tma idealización de la Edad Media. Pero esta nostalgia del pasadova amudar, pocos años más tarde, en una aspiración al futuro libe- rador, que expresan Lamartiney I-Iugo, qtúenes übran una simbiosis entre el espíritu romántico y el espírit1.1 de la llusu·ación. Lamartine fue uno de los héroes de la revolución de 1848, la que añadió la palabra "Fraternidad" a los primeros términos de la célebre divisa de la Revolución Francesa. Hugo, por su parte, con su espíritu visionario, imaginaya los Estados Unidos de Eu- ropa, preludio de los Estados Unidos del mundo. Estaépoca da nueva vidaa los derechos del hom- bre, derechos de los pueblos, derechos de la hu- manidad, especialmente bajo la influencia del pensamiento socialista. En el siglo XIX se opera w1a especie de fer- mentación, con Fourier, Lerou:x, Proudhon, los jóvenes hegelianos, Stimer, el teórico del anar- quismo, y finalmente NI<trX. A Marx debemos
  • 30. 60 &ignr Morin una notablesíntesis filosófica e imelecLUal al ser- vicio de ese florecimiento humano que lleva en sí el socialismo -que es una aspiración univer- salista de mayor libertad e igt1aldad-. Su pensa- miento puede ser calificado de posmarrano, dado que en el corazón de su concepción hay un mesianismo judea-cristiano laici;¿ado. El mesías transmutó en proletariado industrial, el Apocalipsis en revolución, la salvación terrenal en sociedad sü1 dast:!:i. La mayoría de los mar- xistas creyó practicar la raciomüidad total sin advenir qut: practicaban una religión de la sal- vación terrenal. En el seno de esta esperanza socialista se reencuentra la tendencia a la uni- versalidad del humanismo europeo, gnlcias a la creación de las Internacionales -aunque por el momento su organización se limite a los países europeos dorninantes y a los Estados Unidos de América-. A pesar de todo, la mayor parte del mundo occidental no ha abandonado la idea de que la racionalidad es el privilegio y el monopolio de los occidentales. Llegan10sasí a dosideas c:omplejas. En primer lug-ar, Europa occidental, hogar de la más im- po¡·tante dornillación que haya existido en el mundo, es también el único hogar de las ideas /AS 1mtfdotnr m/mra!es nml{WJ.r 6 1 emancipatorias que van a socavar esa domi- nación. Los portadores de esas ideas cmancipa- torias se inspiran en el hwna1úsmo europeo mo- derno: intelecruales, militantes y, menos estre- chamente, hombres y mujeres de buenavoluntad surgidos de diferentes c.:lases de la sociedad. La iniciativa ha sido adoptada por espíritus mar- cados por las ideas de la Revolución, como VictorSchcdcher, quien en 1848,recordémoslo, decreta la abolición de la esclavitud en las colo- nias francesas. Estas idt:as no sólo van a ser difundidas en las colonias a o·avés de la enseñan- za de la culmra francesa, sino que van a serapro- piada~ por los portavoces de los paises colmú- zados, y son ellos quienes van a t'emitir a Oc- cidente a sus propios principios: libertad, dere- cho de los pueblos, etc. Estas ideas han sido los fermentos de 1a desc.:olonización. Es entonces en E uropa, hogar de la dominación y de 1(1 con- quista, que se formaron esos antídotos que son las ideas ernancipatorias. La segunda idea clavese refiere a ese proceso que llamo la "era planetaria". Con la conquista de América, y la c.:ircunnavegación del globo por los navegantes porruguescs y españoles, el pla- neta entra en un sistema de intercomunicación que va a desarrollarse sin cesar. Si este proceso
  • 31. 62 Edgar Mm11 es inseparable del sometimiento y de la escla- virud, los gérmenes de la descolonización y de la liberación de todas las servidumbres están en su lugar desde un comienw. junto a la mundia- lización del comercio de los m1ficantes de es- clavos y de los mercaderes, se desarrolló una mundialización de las ideas de emancipación que condujeron a la abolición de la esclavitud. Por cierto, esta abolición tardó, y fue difícil alcan- zarla. En los Estados Unidos, por ejemplo, las ideas de emancipación también suscitaron la Guerra de Secesión. Del mismo modo, después de la Segunda Guerra Mundial, el movimicmo mundial de emancipación acabó porsuscitarun movimiento mundial de liberación de los co- lonizados. La partida de los colonizadores se lo- gró a veces de manera pacífica, como en Túnez o en Marruecos,y otras de manera trágica, como en Argelia. Este proceso culmina con la llegada al poder de Mandcla, heredero del pensamiento marxista. Él quiso acabar con la separación de nt~gros y blancos, ljllÍso constn1ir una misma nación para todos. Siguió así una lógica muydt- ferente de la que encarnaban enEuropa oriental los impulsos nacionalistas desprovistos de todo hm11anismo, impulsos que condujeron a la gue- rra de Yugosla...,ia, y a la desn·ucc.:ión de lo que estab.1 unido. L()S pnritlotor mlnrmle! europeos 63 A menudo, hemos podido observar un pro- ceso de <:esc.:olonización en dos etapas. Hay una primera descolonización, que no es la obra de los colonizados, sino de los colonos implantados en el país, de las elites de origen europeo, que hacen acceder al país a la indepcndencia, como enArgcntina o Brasil. Advirtamos que Brasil, a pesar de la declaración de independencia, con?- ció la esclavirud hasta fines del siglo XIX. Adv1r- tamos que en América latina se desarrolla una concepción de la nación que es más amplia que.: la dc las grandes naciones europeas y q1ese ali- menta del mestizaje. En llrasil, en Ecuador, en México y en Colombia, los mestizajes son múl- tiples. Por cierto, son menores en los países an- dinos, dondelascastasde01igen blanco mantienen fuera de las zonas de poder a w1a gnm mayoría de la población indígena-lo que poroo·a parteplan- tea un problema particularmente agudo-. Para comprender entonces la mundialización, hay que saber ver el proceso dialéctico que la produce. Una primera mundialización obra bajo la hegemonía de una superpotencia, la España del Siglo de Oro, y hoy los Estados Unidos. A suvez, produce una segunda mw1dialización que puede p~recer que permanece en un segundo plano, que carece del poder de la primera, pero
  • 32. que lleva en s.í las esperanzas de emancipación y de humanidad. ¿Qué ocurre e.n efecto desde 1989? La mun- dialización del mercado ha conducido al de- rrumbe del sistema soviético, de su economía burocratizada, así como también al abandono de ese tipo de economía por parte de China, de Vietnam, de todos los países (:omunistas, aun cuando en el poder perdure la dictadura del par- tido comunista. Eso que fue llamado neolibe- ralismo se aprovechó del descrédiro de las ideas del socialismo real y de las -virtudes de la eco- nomía socialista. Triunfa la idea de que las auto- rregulaciones económicas espontáneas bastan para resolver todos Jos problemas, incluidoslos educativos - mientras que el liberalismo clásico no salía del marco de las regulaciones de los Estados- . Actualmente, nos encontramos aún en eseperíodo, marcado por la ausencia de toda verdadera reguladón en el nivel planetario. Sin embargo, esta rnundialización del mercado suscita una mundialización paralela permitida por el extraordinario progreso de las técnicas de comunicación. De ahora en más, vivimos en la era de la ubicuidad, gracias al fax, al e-mail, al teléfono celular. Estas nuevas condiciones téc- nicas y económicas abren una nueva época, una ¡,n.<1mtídi!to.< cultumles europeos 65 época en la cual las ideas pueden circular a la velocidad de la luz. Ya el dernunbe de la Unión Soviética ha permitido una propagación de las ideas democráticas, no sólo en los países vasallos de laUnión soviética, las exdemocracias popu- lares, sino igualmente en América latina y en África. Es la época de la caída de la mayoría de ]as dictaduras de América latina. Es la revancha de J789 sobre 1917. Durante décadas, 1789 pa- recióu.na pequeñarevolución preliminar, de ca- rktersecundario,ya quela verdadera revolución sólo podía lleg-ar a su clímax con 1917 y la toma del poder por el partido bolchevique. En el actual mercado de valores, 1917 se derrumbó y las acciones de 1789 subieron. Estamos enuna situación enla cual la segunda mundialización progresa, por cierto a un ritmo diference de la primera, pero progresa de todos modos. La predicción de Marx reveló ser ente- ramente admirable, cuando se observa el proble- ma de la cultura, de la literatura, de las artes. Marx odiaba y a la vez admiraba a la burguesía. Veía en ella a la clase que, en uno desus aspectos, explotaba duramente a una parte de la huma- nidad, pero que en otro destruía las antiguas re- laciones de servidumbre y de feudalidad, crean- do un espacio donde p~diera desplegarse una
  • 33. 66 Edgar Morin literatura mundial. En la actualidad, ¿qué es una litcrarura mundial? Es el acceso a la literatura de todas las regiones del mundo gracias a los mediosde comunicacióny de difusión generados por el capitalismo, pero también la creación de artes de un nuevo tipo. No por estar fundada sobre la búsqueda de la ganancia la industria cultural deja de necesitar originalidad y crea- tividad. Hollywood, con sus medios casi indus- triales de realizar films, produjo obras maestras como las de ]ohn Ford, mientras que en com- paración el cine soviético parece poco creativo. Por desgracia, las necesidades de la producción han aniquilado muchas veces a las de la creación. OrsoniVellesesun triste ejemplo. En todo caso, no se puede reducir la mundiali7.ación econó- mica y mercantil a una homogeneización me- dio-cre, porque suscita y ella misma se nutre de una mundialización humanista -sin por ello confundirse con ésta-. Esta dialéctica propia de la mundialización en- cuentra una fommlación casi conceptual en el altennundialismo, que es !<1 emergencia de una mundialización no centrada en los valores mer- cantiles, yno el"antimundialismo" globalifóhico del que desde hace tiem.po hablan los medios. L.OS amídoro.< mlmrnles europeos 67 Desde Seartle, en 1999, se ha .,.;sto a José Bové expresar la idea de una mundialización alter- nativa. Con la fórmula: "El mundo no es una mercancía", se trataba de hacer emerger otro mundo y no sólo de salvaguardar las especi- ficidades de los diferentes países. Aun si elalter- mundialismo todavía se husca a sí m.ismo, y no llega a formular su propia visión, y aveces se ve desgaHado por luchas de facciones, es un movi- miento viviente y activo. Una ciudada1úa del mundo nació en la oportunidad de la guerra de Biafra, esa provincia de Kigeria que luchaba por su independencia. Una asociación fue creada: Médicos sin Fronteras, cuya misión era la de atender a los humanos, sin importar su raza ni su religión. Fue un paso capitaL Desde entonces, estas organizaciones humanitarias se vieron multiplicadas, y son el testimonio de tUJa nueva conciencia planetaria, en elmomento mismo en que declina el espíritu internacioMiista, el de l<l Internacional comunista y la Internacional socialdemócrata. Estos internacionalismos se hicieron devorar porlas naciones. En Francia, la Ir'Inremacional, tan poderosa en 1914, con un partido socialista francés guiado porJaures, quería la paz, como también la quería el partido alemán. Pero desde
  • 34. 68 &lgnr Murin el comienzo de las hostilidades, la mayoría de los socialistas franceses sereunió en laUnión sagra- da contra Alemania, y la mayoría de los socia- listas alemanes se reunión en la Unión sagrada contra Francia. Sólo algunos raros espíritus, como Romain Rolland y algunos sindicalistas, pudieron escapar de esta hipnosis nacionalista.. La TI" Internacional fue así devorada por la gue- rra de 1914. En cuanto a lam•, laInternacional comunista, se puso al servicio del Estado sovié- tico el queestuvo cada vez más al servicio de su, . propio poderío. Los ideales delsocialismo inter- nacionalsevieron de;:sviados en provecho de un patriotismo que por lo demás fue vital para la salvaguardia de la Unión Soviética. Stalin nom- bró ala Se!!unda Guenal1unchal como "la granb - ouerra patriótica". La IJJ" Internacional se hizo devora~ por el nacionalismo del imperio sovié- tico. De uno u otro modo, todas estas Interna- cionales habían descuidado la realidad de las patrias y de las naciones. Habían creído que las naciones sólo eran ilusiones ideológicas y que el Estado nacional sólo era un instrumento de la clase dominante. Habían subestimado la profundidad de la nación. Sin embargo, desde el si"'lo X1X, Otro 'Bauer intenta construir unat> . teoría de la nación fundada sobre la idea de co- uwautídoto.< ¡:u/rumies europeos 69 munidad de destino, y Stalin mismo, en su juven- rod,había recibidt)de Lcnin el encargo de escribir un librosobre el marxismo y la cuestión nacional e.n el que procuraría establecer algunos fi.mda- mentos de la nación. Pero el marxismo ha sido ciego y los revolu- cionarios mismos, que, según creían, habían ba- rrido con todo en la Unión Soviética, prepa- raron, sin saberlo, el retorno con toda su fuerza no sólo del nacionalismo ruso, sino también del armenio, uzbeko, limano. Habían creído erra- dicar la religión, pero regresó con fuerzas reno- vadas. Habían creído que liquidando a los bur- gueses el capitalismo estaba acabado para siem- pre, y advino un capitalismo peor que el de la época.zarista. Esto ilustra lo que yo he llamado "ecología de la acción". Especialmente en polí- tica, las acciones pueden ir e;:n un sentido con- trario alasinrenciones, yproducirentonces efec- tos que las destruyen. Quien ignora la ecolog·ía de la acción está condenado a engar1arse por largo tiempo. Las Internacionales no han podido transfor- marse en conciencia planetaria, y dan prueba de la debilidad del espíritu de ciudada1úa mund1al. Yo había propuesto laidea de "Tierra-patria", sabiendo que la palabra de "patria" recubre una
  • 35. iO Edgm· i'Vl&rin mitología l111Y rica, a l::1 vez maternal y pater- nal, ha;ta en sus connotaciones. 1,a noción de patria nos dice qtle debemos amar esta cierra ma- Lo.;Jna de la '1ue hemos salido y la autoridad paterna del Estado, si es justa. Esta idea toda-via no adquirió dimensión planer-.:tria. La globaliza- ción tecno-económica creó en el curso del últi- mo milenio los medios que podrían permitir la emergencia de esta conciencia planetaria, afec- tiva al mismo tiempo que reflexiva. Produjo las infraestructuras ele una sociedad-mundo even- UJal. Para que exista una sociedad, tienen que existir un territorio y medios de comunicación. ~:s necesario que exista una economía. Ahora bien, existe un territorio mundial que dispone de innumerables medios de comunicadón y de una estrucmra propia. Lo que hay que deplorar no es la mundíalización de la economía, sino el hecho de que no esté regulada institucional- mente. I lace falta entonces una autoridad regu- ladora legítima de alcance planetario. Desgra- ciadamente, ustedes saben por dónde andan las Naciones Unidas yel Derecho InternacionaL.. Por otro lado, el proceso tecno-económico que crea las infr:1cstmcturas de una sociedad-mundo impide a esta sociedad emerger como :aL A.~í se desarrolla la lógica de diálogo enrre la mundia- Los pntídiJtOl' t1dllmrle., <'llrrlpo.YI.< 7 l lización económica y la mundialización huma- nista. Esta lógica de diálogo significa que hay una oposición entre est<tS rnundializacionesy que sinembargo una se alimenta de la orra, al menos en elsentido de que una no puede existir sin la otra. Esta época de mw1dialización implica graves peligros. Como siempre, civilización y harbarie vienenasociadas. Asistimosal retornodeviolencias émicas, nacionalesyreligiosasen una gran cantidad de países y regiones. Algunas de sus mani- festaciones pueden hacernos pensar que una guerrade las religiones ow1a guerra de las c..··ulmras, basta de bs civili:a~cione~, es posible. Esto muestra nuevamente que la mundialización presentarasgos contradictorios y divergentes. Asistimos a la vez a una universalización recno-econórnica y a resistencias que comprenden el retorno a las religiones y a los culto~ pa11:icuhnistas. Una idea ha empezado :1 despuntar en las ü1- timas décadas del sigloXX, aunque sus orígenes son antiguos: la de.: una nave espacial, la tieJTa. donde navega la humanidad. Esra nave es pro- pulsada hoy por cuatro motores: ciencias, téc- nica, economía y ganancia, y esos motores no están bien controlados. No me inscribo en un pensamiento binario, yno digo que la ciencia es
  • 36. Los primeros gérmenes de barbarie histórica hacen su aparición, como hemos visto, seis mil años atrá.s en el seno de los grandes imperios del Medio Oriente. Se perpetuaron hasta hoy y han producido la~ diversas formas de la bar- barie de conquista y de colonización, corno 1as de Tamerlán o Gengis Khan. Pero estas conquistas no formaron imperios duraderos, mientras que las deEuropa Occidental tendrán consecuencias a largo plazo: la colonización se termina sólo después de la Segunda Guerra Mundial, en la década de 1960, e inch!So más tarde en el caso de Portugal. Apartir de fines del sigloXVsurge una barba- rie ligada a la idea de nación. La nación mo- derna, efectivamente, engendró, por su ohsesivo afán de purificación, de pureza religiosa y des-
  • 37. 76 Edgm·lvlorin puésétnica, una forrna particular de barbarie que no existía en el lmpet-io Romano o en los anti- guosimperios del Medio o del Extremo Oriente. Sin duda el monoteísmo, en especial el católico, puede explicar en parte este delirio de la puri- ficación, sobre todo a causa de su carácter exclu- sivo, de su repudio de las otras religiones. Hay que decir que la Segunda Guerra Mundial lle- varáhasta su clímaxestas dos fom1as de barbarie. En el curso del sebrundo capítulo, quise ilu- minar un fenómeno aparentemente paradójico: si Europa occidental hasido el hogarde la domi- nación bárbara sobre el mundo, también ha sido la cuna de las ideas emancipatorias, como las de los derechos del hombre y las de ciudada1úa, gra- ciasal desarrollo del humanismo. Lasideas eman- cipawrias han sido retomadas por los represen- tantes de los pueblos colonizados y sometidos a servidmnbre: esa partirdelosderechos delospue- blos, derechos del hombre y derechos delas na- ciones, que los procesos de emancipación han tenido lugar. Para finalizar, subrayé el hecho de que b mundialización, un fenómeno cuya fecha simbólica de nacimiento es 1492, se manifestó por la trata de negros, y por on·as numerosas formas de sometimiento. Pero yo agregaba que Pwsar la bndJarie delsiglo XX 77 una segunda mundialízación se había puesto en marcha, casi al mismo tiempo: la de los derechos de la humanidad, del derecho de las naciones, de Jademocracia. Finalmente, hovnos encontramos en una mundializ.ación contradictoria: los progresos fantásticos de la mundialización tecno- económi::a suscitan, pero también sofocan, w1a mundialización ciudadana y humanista. Llego ahora a la cuestión de la emergencia de los totalitarismos, on·o fenómeno europeo mo- derno. Aveces se critica el uso que se hace de esa misma palabra "totalitarismo" para calificar sis- temas diversos, como pueden serlo el estaliniano o el hítleriano. Creo que conviene adoptar un punto de vista complejo que subraye tanto las diferencias y las oposiciones como las semejan- zasy las analogías. Por lo mismo, no es necesario apresurarse a justificarun totalitarismo rojo para así condenar mejor un totalitarismo pardo. El modode reflexión me impideatenenne aun pen- samiento unilateral y maniqueo, y me he rehu- sado tanto a idealizar corno a demonizar a Eu- ropa, concibiendo que ésta produce a 1a vez lo mejor y lo peor. En el mismo orden de ideas, me rehúso a disting-uirentre1ma ciencia"buena"~ y una ciencia "mala", etc. 'L1mpoco creo, como
  • 38. 78 EdgnrMarn1 he intentado demostrar, que haya una "buena" y una "mala" mundialización. Debo decir ante todo que no ha existido uu pensamiento del totalitarismo, como sí ha exis- tido un pensamiento del capitalismo (Marx), un pensamiento de la democracia (Montes- quieu, Tocqneville), un pensamiento de la diera- dura. El totalitarismo ha emergido por fuera de roda previsión. Es el fruto de un proceso histórico nacido del enorme accidente que ha sido la Primera Guerra Mundial. Esta guerra significó una explosión de barbarie asesina al mismo tiempo que un acto suicida para Europa. Empecemos por el caso del comwl.ismo sovié- tico, crisol del totalitarismo estaliniano. El mar- . ' .XIsmo, en sus ongenes, es un pensarruento muy r.icu y lluc )JI;:l"Ul<tJll;;ct; muy aclual, t..:ll parLiculaJ· en lo que concierne a los problemas de la mundia- lización. Pero su debilidad es la de no abordar verdaderarne.nte la cuestión de la política. .Marx concibe únicamentealEstadocomo w1 instrumen- to de la clase dominante, es decir como rma estrUC- tura en la lógica de la guerra de clases y de las relaciones de clases. Esmdia a fondo los conilicros sociales pero no se interesa en la política propia- mente dicha. Pt11Slll"la bttr:Tnrie dd siglo XX 79 El pensamiento man;sta ha engendrado dos ramas de las qtle una se convirtió bastante rá- pidamente en la socialdemocracia a.leman:1, a par- tir de la formación del partido socialdemócrata que data de la época de Engels. Esta primera rama se desarrolló en oposición a la resis de una revolución violenra y brutal, "la Gran Noche", en la que la revolución proletaria abolirla al capi- talismo. La socialdemocracia prefería una es- trategia reformista, gradtmlista, ilustrada por Bernstein. A comienzos del siglo XX, se opera una escisión en el pa1tido socialdemócrata ruso eno·e una tendencia mayoritaria "bolchevique" y una tendencia minoritaria "menchevique". El partido bolchevique se construye poco a poco, en el seno de la Rusia zarista, en condiciones de clandestiridad y de represión policial. Es una organi?":ac.:ión centrali%-ada, casi militar, dirigida a controlar cuidadosamente a sus miembros, con el fin de evitarlos agentes infiltrados de la policía zarista, la Okhrana. Las particularidades del bolcheviquismosedeben entoncesal hecho de que aparece en la Rusia zarista.En 1914, siguesiendo un partido muy pequeño cuyos dirigentes, en su mayOJía, están e>.iliaJos. Poroo-a parte, en aquella época el marxismo había perdido en el mundo intelectual ruso mucho de su atracción, a causa
  • 39. 80 Edgnr Morin de su carácter limitado o seclario. En el seno de la i11telligentsia rusa, muy sensible a las com- plejidades humanas, el mensaje de Tolstoi, que predicabaunfratcrnalismo amplio, gozaba de una mayor influencia. El objetivo de los bolc:heviques es la revolu- ción burguesa. Están convencidos, y Lenin es el primero, de quela revolución burguesa es el pre- ámbulo de la revolución socialista. Es necesario que el capitabsmo, la burguesía yel prolerariado se desarrollen para que este último, crecido en fuerzas y en poder, pueda derrocar a la sociedad burguesa. Durante la guerra, las numerosas de- rrotas rusas provocan una revolución democrá- tic..'3. Ésta involucra el derrocamiento del zarismo y el ascenso al poder del socialdemócrata Ke- renski, quien se revela tan incapaz de hacer la guerra como de negociar la paz. Su fracaso acen- túa la desmoralización de las tropas y provoca una manifestación obrera en Petrogrado -anti- gua SanPetersburgo y futura Leningrado-. Los bolcheviques se mueven según los aconteci- mientos e imponen muy hábilmente un doble lema: "La tierra a los campesinos", lo que evi- dentemente inflama a los mujiks movilizados, y "todo el poder a los soviets", es decir, a los con- sejos obreros que se habían formado en las fábricas de Petrogrado. Prntal'lll bur/u1rie del siglo XX 81 Sobreviene entonces un acontecimiemo de extrema importancia: las tesis deabril de Lenin. En ellas se sostiene que en Rusia es posible ahorrarse la revolución burguesa. Como Rusia es el eslabón más débil del mundo imperialista y capitalista, una revolución en este país desen- cadenará la revolución social en los grandes paí- ses industriales como Inglaterra, Alemania y Francia. Mucho le cuesta a Lcnin convencer a sus amjgos bolcheviques de que esta tesis está bien fundada, pero finalmente lo logra. Prepara entonces el golpe de Estado de octubre. EnPe- trogrado, los soviets ayudados por los soldados amotinados toman por asalto los palacios y los edificios del poder. Esta revolución es guiada, no sólo por los bolcheviques, sino también por anarquistas y socialistas revolucionarios que comparten suv:isjón. Se co1wocan elecciones pa- ra elegir una asamblea constituyente, la primera asamblea democrática en Rusia. Como los bol- cheviques esdn en minoría, Lenin djsuelve pronto esta asamblea. La guerra civil sedesencadena, las tropas blan- cas intentan reconquistar Petrogrado. La in- tervención e>..tranjera vendrá desde el fin de la Primera Guerra Mundial. En estas condiciones, un proceso de radicalización extrema comienza
  • 40. 82 F.dgm·Morin muy pronto. Los anarquistas son barridos, lo mismo que los socialistas revolucionarios; el partido bokhcvique se transf01mará en un par- tido único que dirigirá a una Rusia transformada enUnión Soviética.Pero lasituación económica es catastrófica, la hambnma amenaza por todas panes. Lenin decide entonces instaurar la 1EP, la nueva política económica. Se trata de dejar un cierto lugar a la economía de mercado, de darun poco de libertad al pequeño campesinado, a lospcqueiios empresariosy comerciantes. Esto favorece un conato de recuperación económica. Pero la NEP será suprimida por Stalin en 1930. En el curso de los años 1920-1924, después de la victoria sobre los ejércitos blancos y el abandono de la intervención extranjera, en la Unión Soviética no fue creada una sociedad de un nuevo tipo, una sociedad fundada sobre re- laciones fraternales. No se dio la constitución de un verdadero poderdel proletariado, sino que, muy rápidamente, el partido no sólo controla a la clase obrera, sino que también la reprime. Bajo el rostro ele una dictadura del proletariado, fue lUla dictadura sobre el proletariado. En 1921, los marinos de la ciudadela de T<ronstadt se rebelan. F.xigcn la aplicación de un progTarna verdaderamente popular, socialista y derno- PtTISIIT la bnrb:Jrie del siglo XX 8 3 crático. Trotsky, jefe del Ejército Rojo, los hace masacrar despiadadamente. El fracaso de la Revolución Rusa es funda- mentalmente cultural, porque no ex.isti6 enton- ces una cultura socialista. Tampoco hay una re- volución mundial. Esta falta permitió el éxito del estalinismo. El estalinismo abandona total- mente la perspectiva revolucionaria mundial y sólo se propone construir el socialismo en un único país, a trav~s del desarrollo industrial. Este fracaso de la idea socialista, fraternal y huma- nista, es casi análogo al fracaso espiritual del cris- tianismo, que, al convertirse en instimción, des- figuró el mensaje original de Cristo. A sus discípulosJesús les había dicho que Él volvería en vida de ellos. Durante cerca de w1 siglo, los discípulos y sus descendiemes vivieron persua- didos de que el fin de los tiempos estah;l priÍ- ximo, y de que su Gran Noche lleg:uía. Cuando se volvió evidente que no habría ninguna Gran Noche, construyeron una Iglesia jerarquizada, organi7..ada, potencialmente "rotalitaria" en un cierto sentido. Así, el fracaso del mensaje reden- tor dejesús ha provocado el triunfo de la Iglesia católica. De la misma manera, se puede decir que el fracaso cultural delsocialismo en laUnión Soviética ha provocado la erección del socialis-
  • 41. EdgtwMrmn mo real y el desarrollo espectacular de su poder bajo la férula de Stalin. Por primera vez, se instala un sistema tota- litario. éQué significa esto? En primerlugar, que todoslos elementos de lasociedad civil, política, económica, culnu-al, pedagógica, alos que.~e aña- den la policía, el ejército, la juvensud, son con- tJ:olados y dirigidos porelpartido. Este sevuelve un centro a la vez omnisciente y omnipotente. Se considera que el partido ysus dirigentes de- teman el conocimiento supremo de las leyes de la sociedady delalústoria, un conocimiento que es propio al marxismo-leninismo. El rotalita- rismo no es entonces el control hipertrófico del E-stado. Es la instauraciónde un partido que tie- ne un poder enorme y que controla al Estado. El Estado ya no es más que un instrumento en manos del partido que controla todo. El totali- tarismo puede ser defmido como una organiza- ción total a partir de w1 parLido único. Del mis- mo modo que w1 sistema teocrático se funda sobre un faraón-dios que todo lo sabe y todo lo puede, el totalitarismo reposa sobre un sistema en el que se atribuye a los dirigentes la dispo- sición de un conocimiento verdadero y lúcido. Sobre este saber, que se afirma como absolu- ramenteverdadcro, seelabora un poderahsoluro. Pensar 111 barbarie delsiglo XX Es importante señalar que no ohra aquí nin- gún determinismo histórico. La Revolución de Octubre no debía producir necesariamente el totalitarismo esraliniano, como por otra parte ninguna "lógica" del marxismo mismo, o del leninismo, tampoco debía conducir obligato- riamente a la barbarietotalitaria. El totalitarismo no era previsible, no hasido anhelado científica e intencionalmente, corno lo crc:en tJlienes re- ducensiempre la historia a una serie de conspira- ciones. Algunos elementos en el marxismo per- mitían el desvío totalitario, mientras que otros conducían a otrasvías. Por otra parte este desvío no ha sido siquiera teorizado por Lenin. Por el contrario, en El Estado y la revolución, anuncia que las consecuencias de la revolución serán el debilitamiento y la supresión del Estado. Elsis- tem;l soviético se instala de hecho corno conse- cuencia de una serie de pernu·baciones Justó- ricas. Va a mantenerse, en prute, como con- secuencia del arraso de una burocracia zarista de la que es heredero, y por el asedio capitalista que va a fortalecer sus tendencias a pensarse como una ciudad sitiada. En sus comienzos, .Mussolini fue socialista. En 1919, funda los Fasci di wm.battimmto. Toda-
  • 42. Etlgar (Vlr!1'ill vía no es un partido, sino la reunión en ligas de antiguos combatientes yde sindicali~1:as, en con- diciones de extrema agitación. El elemento nacionalista es vinllento, yse ve exacerbado por las decepciones ocasionadas por el trato sufrido por Italia después de la guerra, al que juzgaban injusto. Este trato parecíallla verdadera humi- ll~c.ión, por<¡ue Italia se contaba entre los ven- cedores..Mussolini llega al poder en 1922. Como consecuencia de la marcl:a sobre Roma, el rey Víctor .Manuel III se ve obligado a confiarle el poder. EJ parlamentarismo se mantiene hasta 1925, pero d~lJués del a;esinato de Nlatteotti por los fascistas, las leyes "fascisúsimas" orga- nizan la dictadura sobre la base de un partido único. Sin embargo, este totalitarismo queda inacabado, subsiste un pcqueiio sector que re- presenta a los reyes de l:alia, un compromiso conla Iglesia, y la economía capitalista continúa ftmciommdo. Lo que conviene retener aquí, es d contenido capitalista. Elfascismo italiano es un nacional-fascismo y, como el nazismo, un na- cional-socialismo. Por cierto, nace a partir de las condióones econótn.icas desastrosas de la posguerra, pero también y sobre todo de senti- mientos fascistas decepcionados, y exacer- bados. Pnmw /11 b11rhnrie delsi¡;lo XX 87 I.Urler, que era austríaco, st: enroló en el ejér- cito bávaro durantela Primera GuerraMundial. En 1925, se une a un pequCI'io partido, elDeursche Nntionalsoziatistische Arbeirer Ptmei (DNSAP), e1 partido nacionalist,<t alemán de los trabaja- dores. T:11nhié.n :1f]fiÍ ~st·;í n m" Y f11t>rt~mente unidas la ideología socialista y la ideología nacional. En 1924, después de un pttt.rcb que tia- casó en i'vlunich, elabora en la prisión su doc- trina y el resultado será J'vli Luchtl. Este texto adopta y contiene efectivamente aspectos ra- cistas, antisemitas, como también la idea de que Alemania debe conquistar su Lebem'l"flum, ~1J es- pacio vital. Se rebela contra elhecho de que Ale- mania haya sido privada de colonias en África y en otras partes. El espacio vital de Alemani<lserá entcmces Europa oriental. Dado que la teoría racista afirma la superioridad de los arios ale- manes y la inferioridad de los esi:Jvos, de algún modo se sigue que Ucrania dehe ofrecerse a la colonización de los alemanes. El DNSAP con- tinúa siendo un partido poco importante, hasta que llegan las elecciones de 1930, en las que ciento n·einta diputados nazis ganan bancas en el ParlanlcHto. ¿Cómo se puede explicar csw?
  • 43. HH Edgnr J1/orin La gran crisis económica mundial, nacida en 1929 en Wall Srreet en los Estados Cnidos, se abatió sobre Alemania con una fuerza inaudita. Alemania era entonces el país más industria- lizado de Europa y esta crisis, qlle alcanzaba a todos los sectores de la sociedad, arrojó al de- sempleo a UI1a gran parte de la clase obrera. A estas condiciones de desempleo, de crisis eco- nómica, se agrega la humillación nacional. El tratado de Vcrsalles privó a Alemania de terri- torios germanófonos, en particularde una buena parte de la Prusia oriental cedida a Polonia, lo que creó elcorredorde Danzig. Perosobre todo se hizo notable la debilidad de la democracia de Veimar. La de~1mión de los demócratas no per- mitió a Hitler obtenerla mayoría absoluta en el Parlamento -nunc.:a la tuvo-, pero sí ac.:recentar sus fuerzas y su representatividall. Cmmdo se presenta como candidato a la presidencia de la República, es derrotado. El elegido es H inden- burg. Hitler negocia entonces con los partidos de derecha para consúruirsc una mayoría. La estratagema funciona, y es llamado a ocupar el puesto de canciller por el presidente de la Re- pública. Todo esto ocurre sobre el fondo de una desunión catastrófica. El partido comunista de la época tiene como enemigo principal a la Pmsm· In bnd111rie del.<igl~ ."X 89 socialdcmocra<.:ia. Los comunistas se imaginan que si Hitler llega al poder, su incapacidad para resolver los problemas sociales y económicos les abrirá el camino para llegar a gobernar ellos. Es en estas circ:unstancias, y en 11n marco legal, que Hitler es nombrado canciller del Reich por el mariscal Hindenlmrg, el 30 de enero de 1933. Rápidamente, decreta la disolución de los par- tidos comunista y socialista, y, desde 1933, se crea la Gcstapo. Se decide la instalación de cam- pos de concentración pal'a opositores y en junio de 193 3, muy poco tiempo después de su llegada al poder, Hitler proclama al partido nazi como partido único.Las SS ySA, grupos mi litarizados, le aseguran ya un poder temible. Esto le permite operar una depuración violenta entre sus opo- sitores políticos, pero también promulgarlas pri- meras medid<lSantijudías y practicar las primeras persecuciones. Un c.:ierto número de judíos aban- dona Alemani:1. Hitler todavía no busca cortarles la huida; por el momento, de lo que se trata es de aislarlos y marginarlos. Cuando toma el poder en esta Alemania democrática de Weimar, la oposición a Hitler es muy fuerte; pero, en contra de las previsiones de los políticos, el c!xito económico va a darle una gran popularidad. Aun antes del boom de
  • 44. 90 F.dgar Mtn"in la industria armamentista, el Dr. Schachr, mi- nistro de economía de Hitler desde 1934 hasta 1937, conoce el éxito, con medidas no ortodoxas, en volver a poner en marcha la máquina indus- trial y enreabsorber el desempleo. Mllchasveces se olvida este factor de ~xito económico. Cons- timyó un importante tTiunfo para el hitlerismo. El hecho de que la economía alemana haya po- dido funcionar hasta el fin, aun en el momento de los peores reveses militares y a pesar de los peores bombardeos aliados, muestra bastante bien hasta qué plillto el factor industrial y eco- nómicoha sido importante. Pero el nazismofue también impulsado por una serie ele éxitos en el plano político. La remilitarización de la región del Ruhr ha sido una paso determinante. Los franceses nosemueven cuandoel ejércitoalemán vuelve a ocupar ese territorio. Otro ejemplo es la anexión de Austria, el Anscblztss. En cuanto a la anexión de los Sudetes, esos macizos monta- ñosos que constinúan los bastiones de Che- coslovaquia y en Sl1 mayoría estaban poblados por alemanes, fue un gran golpe de audacia yde cinismo por parte de Hitler. Consiguió obtener de los franceses y de los ingleses, por los acuer- dos de .Munich que violaban abiertamente Jos compromisos de Francia y de Inglaterra con PcTJSIJr /11 bnrbm-ie dd siglo XX 91 respecto a Checoslovaquia, la unión de losSude- ces a Alemania. La Welmuacht invadió inme- diatamente Checoslovaquia, anexando 30.000 kilómetros cuadrados de su territorio. En un país como Francia, con fuerte tradición pacífica de izquierday marcada por la experien- cia de la Primera Guerra J!hmdial, el elemento más determinante es la voluntad pacifista. tnte estas conquistas militares, el campo de la paz se ve extremadamente dividido: según algunos, Hitler ejerce el derecho de autodeterminación de los pueblos, según otros, esta 1nilitarización y este apetito de anexión son inquietantes en el más alto grado. El na1.ismo cs un producto catastrófico de la barbaxie europea, y encuenu·a su fuente en la na- ción más cultivada de Europa. 1,os grandes poe- tas como Goethe, los grandes músicos como Bcethoven, las tradiciones democráticas que exis- tían mucho antes de la Primera Guerra Mundial no bastan para contener la barbarie. Fre<.1.Jentc- rnentc, estO ha impresionado a losespíritus, pero no conviene detenerse demasiado en estos par- ticulares. En tOdo caso, nunca hasta el punto de olvidar que estalinismo, fascismo y nazismo, si es cierro que efectivamente nacen de la civi-
  • 45. 92 lización, y aun de sus má~ altas producciones, sólo emergen en condiciones históricas de- terminadas. Son, esencialmente, consecuencias de la Primera Guerra Mundial. Con otras con- diciones, quizás también c(m algunos azares fe- lices, los mismos fermenros de civilización ha- brí~m podido evitar el totalitarismo. Sin la Pri- mera Guerra 1'1undial, no habrían existido el comunismo, el fascismo, cl nazismo. Sin la crisis de 1929, no habría habido éxito nazi en 1933. Fueron la guerra y la crisis las que llevaron a Hitler al poder. El nazismo es un producto re- tardado de la Primera Guerra Mundial, como el commúsmo es tul prodlJCtO inmediato. En conjlmto, sedn coproducLOres de la Segunda Guerra Mundial. Viendo cómo en efecto los occidentales capi- tulaban enA1un..ich, y temiendo que finalmente se pusieran de acuerdo par;¡ ucjarlc las manos libres a Hitler, Stalin se adelanta y firma con éste el pacto germano-soviético por intermedio de Ribbentrop. Este pacto implica que Alemania va a atacar Polonia, pero también incluye un cierto número de cláusulas, como la ocupación de una parte de Polonia por la Unión Soviética y su dom.i.rúo en los países Mlticos, Lituan.ia, Es- tonia y Letonia. Hitler ocne las manos libres en Pmsar 111/w·bnric delsiglo XX 93 el este de Europa y puede lanzar su guerra re- lámpago en Polonia. Después llega la guerra de Francia y la desintegración del ejército fnlllcés. Es el pacto cnn·c dos totalitarismos elque desen- cadenó la Segw1da Guerra lvhUldial. AborJemos la famosa cuestión. de la eva- Juaci6n recíproca de los totalitarismos l1itleriano y estaliniano. Se puede observar ya una dife- rencia evidente en los fundamentos ideológicos de estos dos sistemas. 1.a ideología comunista es internacionalista, ruúversalista, igualitaria; la ideología nazi es racista. Las canas del nazismo estánsobrela mesa desde Mi lucha, mientras que la ideología fraternal del comunismo, explicitada en ese evangelio que es el ¡VJaniftesto del Pll·rtido Comunútlt de Jvlarx, ha enmascarado durante demasiado tiempo los crímenes del totalitarismo SOVJétH.:o. Millones de seres humanos han sido persuadidos de que los soviéticos eran libres y felices. Otro punto de comparación concierne al nacionalismo, y aquí también muchos estarán tentados de considerar que este punto muestra una diferencia en la barbarie, en apariencia menor en el sistema cstaliniano. Es verdad que el nacionalismo está en el origen del nazismo, mientras que es d internacionalismo el que se