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S¿tr¡ ,nlolrir, rlc l)¿rrlu¿r.
EL MEDITERRAIEO
 I.] I, MT]IDO MEDITERRAIEO
en La época de f el,ípe Il
por
FERNAND BRAUDEL
?'raducción de
M¡,nro MoNrrronre Tolnpo
y WrilcEsr-eo Rocps
I
t
t)1,, (itrt,'t'uttA 1,,(;oNÓMl(:A
ll¡ixir:¡¡ lluctros Aitt.g
l,'r )N I )r )
t
i EL MEDIO AMBIENTE
or lo que las ciudades estimulan los trabajos de las planicies, sino
ara satisfacer sus necesidades y las de sus exportaciones. De Brosses
retende que, al prohibir la salida de granos en 1587, Roma mató
I renacimiento de Ia Campagna _-que antes había organizado-. El
echo es digno de mención, aunque no sea enteramente exacto y aun'
ue la pobreza de esa planicie tenga su origen mis bien en los panJa'
os y en el edicto de Sixto V. Porque cs evitlctrte que la vida de las
lanicies, tan dirigida desde fuera, está sujeta a mil avatares. Lo que
a podido decirse de los monocultivos coloni¿rlt:s, vale, aunque en
renor escala, para estas zonas supuestamcntc plivilegiadas. Es un
echo que la Andalucía vinícola y olivarcra carccía de trigo en el si'
;1o xvr, lo mismo que ia Aquitania vinícola cn el siglo XIII y' final-
lente, que, sujetas también por toda una scria <lc ataduras de orden
ocial, las planicies se organizan bajo un rógirnen de grandes pro-
rietarios.
Toda planicie ganada para los grandes cultivos acaba convirtién'
Iose, por tanto, en una potencia económica y humana, en una fuer-
a... Pero la ley es que no vive ni puede vivir y producir para sí
risma, sino para el exterior. Y esto, que es la condición de su gran'
leza, es también la causa de su dependencia y de sus miserias; así
,curría, al menos, en el siglo xvl, en que nadie estaba seguro de saber
lónde podría comprar el pan de cada día.
Cmírulo II
EN EL CORAZÓN DEL MEDITERRAIIEO
ESPACIOS LÍQUIDOS Y FRANJAS CONTINENTALES
I. LAS LLANURAS LÍQUIDAS
La NnvncecróN cosrERA
Cara a la inmensidad del mar, las tierras ocupadas por el hombre en
el siglo xvl no pasan, en realidad, de unas cuantas franjas estrechas,
minúsculos puntos de apoyo. En enormes extensiones, el mar estaba tan
vacío como el Sahara. Sólo se animaba a lo largo de sus costas. En
esta época, navegar equivale, sobre poco más o menos, a seguir la
costa, como en los albores de la marinería. Es "saltar de roca en
!'oca", como los cangrejosrl rehuyendo la alta mar, Io que Belon du
Mans llama las "campiñas del mar". Es, más exactamente, si nos
atenemos a las cuentas de cocina presentadas ante los tribunales de
justicia en 1592, con motivo de algún pleito, por el capitán de una
nave ragusina, la Santa Maria Bonaaentura,2 comprar la mantequilla
en Villefranche, el vinagre en Niza, el aceite y el tocino en Tolón. . .
O bien, según un cronista portugués, pasar de una a otra hospedería
rlel mar, comiendo en una y cenando en otra.B Thomé Cano decía de
los italianos: "No son marineros de altura".a
Así navegaban los príncipes y los grandes, saltando de una ciu.
rlad del litoral a la siguiente, Io que servía de pretex$ara fiestas,
1 De Bisschop, Au deld tcs horizons lointains, I, París, 1939, p. 344. Cita las pnln-
lrras de Cervantes: "navegando de tierra a tierra con intención de no engolfarnos". lf¿¡u¿rl¿s
tiem.plarcs, I, 254. Se trata de un viaje de Génova a España. Ver la relación del via.ir:
,lr, ¡¡¡¿ ¡lou" cargada de tropas, de Es¡raña a Italia en 1572, Mcmorías del ca¡¡¡¡r,u, ,rrr.
I 1l| ss.
2-{. rlc Rngusa, refrlrcncia cxacta cxtraviada. V. cn itincra¡io rle ]Jr:rtrtnrl rI: lu I}or-
rk'ric, ¡r. ll, Illon (p. 85) pasa ton ccrco de la Punt¿r de Mngnesia "que lrrrbiúrnnros ¡rorlirkr
tirrr r¡nn ¡rir:rlra rlcsrle ¡nrostro nuvío hastu l¿r tit:rrt". Nttvíos ¡rtisioncros rlr ln costl,.Sarrr...,
¡'¡r. ll|4, lllfi.
1r llnr¡os Asin, l)rc., I, lilr. XlV, ctp. XI (crlicirin A, Ilniño, ¡r. Ió0); "jttrrtnrrrlo crrr
rrtr ¡rñtlo r, sr,rt¡lrlo ln¡ oulfo",
'l l)rr¡r¡iiio l'rrcx, Il. tlr ltrttl., lY, y,
rlr gurrrtr ntrtrhtulr..., Srvillrr. l6ll. ¡r.
lf l4,, 'l'lrrrrrrÉ l'.nnt, ,rlrlr puro lulttiutr.,. rtrro.r
5v,
'lt)
EN EL CORAZÓN DEL MEDITERRANEO
cn los puertos, a un servicio efectivo. No era éste, sin embargo, el
<:aso cuando el duque de Mónaco y el de Saboya, poseedores ambos
rle un pequeño trozo de la costa y, por ello mismoo tanto más ávidos de
lucrarse con el abundante tráfico que pasa por delante de sus narices,
rrlegan la pretensión de imponer un tributo a los navíos por el simple
lrccho de costear sus playas. ¡Y ay del velero que tenga la desgracia
.lc caer en las garras de sus galeras! t El tributo del 2 % d" los de
Villefranche, sazonado por el mal humor francés, llegó a provocar,
tn tiempo de Luis XIV, un enojcso incidente diplomático, aunque no
i{r'¿rve, sí interminable. Nada indicaría mejor que esto hasta qué punto
,'l tráfico marítimo se ceñía a las costas del litoral mediterráneo. La
¡'osesión de los presidios de Talamone, Orbitello, Porto Ercole y S. Ste-
lrrrro, a lo largo de la costa toscana, que le adjudicara Lapaz de Cateau-
( hrnbrésis, daba a Felipe II la posibilidad de interrumpir a su antojo
l:r navegación entre Génova y Nápoles, comprometiendo así la libre
, irr:rrlación marítimapor todo el circuito occidental.to Y ello nos ayuda
',
,',,rrrprender también la gran importancia de La Coleta, en el litoral
,1,' llcrbería. Bastaba con un pequeño punto de acecho para frustrar
r' ('rrtorpecer la marcha de los navíos costeros.
l)cro no debemos ver en esto, simplemente, un efecto de la tra-
,li, irirr y la rutina, aunque no desconozcamos la fuerza de estos fac-
l,r.s. Si las prácticas de la navegación de altura no llegaron a penetrar
,'rr cl l'[ctliterráneo, no fué, evidentemente, como consecuencia de un
irrlrrrlrli¡rllle atraso técnico. Los marinos que navegan por el Medite.
rrrrrrco stllcn manejar el astrolabio tan bien como cualesquiera otros y
,'rrr¡rlcrrrr rk'srlc hace tiempo la aguja imantada. O, si no la emplean,
¡,,,rlr írrrr r.rrr¡rlt:arla. ¿Acaso no fueron los italianos los antecesores y
rrrrr.rl lrs rkr los ibóricos en las rutas del Nuevo Mundo?11 Sabemos
l¡rrrrlrii'rr (llr(!, ya en esta época, algunas naves mediterráneas
-en
Í tt¡t. l'lr. l:l'):1, liiguclr)'r ul rcy, ()irnova,30 de abr. dc 1563: cl tluque rlc l'lrilrnco
lr,rl,lrr rlr lr r¡irlr¡ lrls "r'rlotchr¡rirres" r¡rrc vcnían tle Tortosa clrgarlos dr: lann ¡rorr¡rr,:
r!¡, lr,rl'¡¡rn ¡,rr¡,rrrl,r r.l rlr.r.r.r,lrr¡ rlr: ¡rnsajo. f,as rncrr:anr:íts ilran dcstinarlas a corncrr:irilrtr.s
r'.¡,rrir,,lrn,l,.l,Lrr,,r¡r.i¡r. l,il,lrrr¡rrr: ln.elcnrlí¡¡ quc su tlrivilr,qio r.¡l4lrr confir¡rrrrlo ¡ror
l,rrl,,,, ' l. ,1. s., (irir'r.u, 1,. lU. S¡'tgrru, to-i.flq: ,'n,r g¡lóra Cl"nn captrrrri cn ln
l¡lolr¡r rrr¡l¡r ¡l¡,llrirr.r,¡r (r¡r,1., lSflll). n trnn ¡llilln rlc lir ticrnr, lrnr,:rls cnrgu,los rlr: n,:r,ite,
l¡,,r'l* rr,, lr,rl,i,rr¡ ¡,rr¡'ir,l, ,.1 rlr.rr.lr. rL: Vill.frnn¡:lrr. Solrrt: ¿:l rlc¡ccl¡o rle Villo-
lrn',,1,, ,lr', ', r.rr"rt¡r lr l55tl, v. l,irr¡l lf¡rssolt, Ilistoirc ¿u. (Ttnnlcrc(... or¿ ¡r'ii sii'./,,.
l'f i'1, '. llt,t,'tt, ,lu n¡¡t¡¡tt,ttt' uu. t'íii. sir',r'lr', ¡r¡'. lr):l-i|; (i, S, l'., Vll, ¡r. 229,
!14 rlr' lrrrrll rl¡r lll¡ll.
. ltu | r¡ arrlrt ¡r,nlriritt rlr' I'iontlril¡o lst: snlrr: r¡rrr: Itiorrrlrino, r.sltrto scñorinl inrL.p,.n.
rllr¡1,, lrr,, ,, rl,rrl,r ¡,r,r (i'rnrr. ¡lr. llrirlicis ,1,. l5,ifl n l5s?) sr: r.onsirL,rrlrn (.onrl i.rlrnz
*lÉ l"l!rl','r lr ttrtr'r'y,r, iritr ¡l¡ llrrli¡r. l']s vcrrl¡rrl r¡rtr. Itiorrrlrino, r,lr r,l r'¡rso rlc r¡rrr: (lí.rrovrr
?Erdlrdte rt l'i"¡,rtrr, r,¡r r'l tirti¡¡¡ l)¡r.rlrI lt¡rl¡r rl¡ rr.lrr¡i¡irr ¡rrt¡.l,is¡r¡ñrr ¡ ltl¡li¡r; l,i¡¡ll¡ ¡¡o
fll tttr lrttrrr ¡rrtr rl,. llirtnro t.tn "l,rrr'o crr¡rrrz" (lrrsllr¡r.r.ir'rrr rlr: .1. rlr, Vlgrr n l'r.rl¡rr rlo
Ill¡rtlrtn, llrr.' lrl'r ll. ¡r. llilll, nr'¡rt. 15,15). Sr¡lur. I'ior¡rlrirro, Ar, h, llirt. N¡¡r:io¡¡r¡1, Mn.
dtttl, ft' rln , rlrrlily,r '.,/lrl: r.lror¡rrr. rl'r' lilrr,illI(.ir'rn.
ll I'lrr¡rrl".rp, !h¡ '/,tit¡iltrr ,lrr !,'uggrr.llq rrl,. I, lt'/lt; I'nrrl llrrrr, ll'dtgrsrhirhr
Qtl| lltt¡1,n,.,r. ¡r¡' I'l'¡lill,
8l
BO EL J{EDIO AMBIENTE
{rancac}relas, visitas, recepciones y descansos, mientras tomaba su
carga eI navío o se aguardaba a que mejorase el tiempo.'
-Así
navega'
ban-también las flotai de guerra, que no entraban en batalla sino a ia
vista de la costa.6 cuando hojeamos los cuaclernos de navegación o
aquellos Arti di nüaigare, que no son, desde la primera página hasta
la última, otr-a cosa que descripciones tle l9s litorales, una sucesión
de discorsí sobre los accidentes- costeros tlel rnar Interior, la palabra
que lros viene a los iabios es ésta: cabotaje.
^ Sólo en circunstancias excepcionales perclía tle vista la costa el
navío: cuanao las corrientes o los vientgs lo empujaban mar aden-
tro, o cuando seguía uno de los tres o cuatro tlcL'roteros en lítrea I'ecta'
conocidos y practicados desde hacía largo ticm¡ro. tJnas veces, de Es-
paña a Italia por las Baleares y el sur de Ccrdcira, lo que solía llamarse
¿,nuu"gu, pof las islas"; otras veces, ganando rlirectamente las costas
de Siria d-esde los estrechos de Mesina o de Malta, por el cabo N{a-
tapán, el sur de Candía y Chipre; ?
otras, cn fin, -navegando
directa'
mlnte de Rodas a Alejandría de Egipto, viaje rápido cuando soplaban
vientos favorabless y
"qr"
los barcóJ seguían ya desde la época hele-
nística. En 1550, Éelón du Mans navegó así de Rodas a Alejandría,
por la mar abierta, "en línea recta". ¿Pero sgn éstas, en realidad,
verdaderas travesías de alta mar? ¿Puede decirse que sea' en rigor,
un gran crucero navegar de una isla a otra, buscando, en el sentido
de los paralelos, abrigo contra los vientos del norte o aprovechándose,
en el sóntido de los meridianos, en el derrotero de Rodas'Alejandría,
conocidísimo y además bastante corto' de los vientos que soplan ora
del septentrión ora del mediodía? Esta misma hazaia se repetía'
-a
veces, en trayectos más pequeílos, para pasar de una costa a la de
enfrente.
Los barcos, en el Mediterráneo, se pegan tanto a la costa, que
casi podríamos decir que la navegación marítima, por estas rutas'
tiene mucho de navegación fluvial. Tan pronto como una embarcación
cualquiera aparece en uno de los puntos de la costa, las autoritlatlt,s
riberéñas se presentan, exigienclo el pago de los derechos de portaz¡¡o..
Podría pasar esto de reclamar la tasa de un derecho que correspontlr',
s Cf. el viaje de los archiduques Ernesto y Rodolfo (Mayer J,oewenschwt,rrlt l'1..
[)ar lu.lenthalt der Erzherzdgc R. tind E. in. Spanien,'1564')571, Viena, 1927), o r'l rh'l
r¿rrrlc¡r¿r1 (ianrilo Rorghese (l{orel Fatio, España cn los siglos xui y xui.i, Irtr. 160-()), rlrtr'
r'¡r
.l59,'l
sr: rleticnr: así en Liornr, Savona, I'alamós y Rartelonrt, "r'osliggianrkr lrt Iivir'¡¡¡
rli ( iirlulognn".
{i l,ri l,r¡vqs¿r, l,r'pirrrto... Ilorrgrrr,, Alnrkir y'l'rtfalgar. 'l'¡lnl,ií'n clt rrr¡r,slrrrq rli¡rr
st' ¡ricrrlc ltt ¡lttcrrtt t'lt lrtt'tlirl tlt: los ot titltos. ll. f,rt llrrryi'r'<', l,t: tlrttrrtt tlu l'tt' rli',
tt lttt]'l',,,,1
[lrrsson, lli.¡lt,irt' t!tt rr]nun!'ttt, lrtrnr.'rtis tl¡tt¡s lt' Ltt,tt¡¡l ¡trt rlii rii',/,', ¡,¡,.
4lli ll. l'l', l¡r ¡trrlilittlt tttl¡t lttrt¡st'llt's¡t, ¡t¡lr ltt ¡lil¡lttr, i¡l tlr' ¡lrrr., r'tt ¡l si¡1lo l.lll, tollllllclll¡
¡¡ lrr¡rr.¡r, ¡¡inlr.rr,,lr.rr¡nir,* llr'¡lrrl,lrrr ¡t Sirirt lr ¡rrttlir rlr'lllrirrlr, ¡ilt lt¡tlt't r'¡,ltl¡to.
h lk Lrrr, ¡,¡r. lll r. rr.
82 EL MEDIO AMBIENTE
España las llaman "levantinas"- hacen todos los años la travesía del
mar Interior a Londres o Ambcres. No ignoran, por tanto, el Océano.
Por último, ¿.no hubo navíos mediterráneos que ganaron en derrotero
directo las costas del Nrrcvo Munrlo, como aquella Pelerine de Marsella
que, en 15.31, tocír cl llrasil y rcgresti, sicnclo apresada, a la postre,
en aguas de Málaga por barcos Jrortugucses?
12 lin 1610, dos naves
toscanas desembarcaron en Liorna cargamentos embarcados directa-
mente en las Indias. . . 13 Y los navíos ragusinos doblaron el Cabo
de Buena Esperanza, poco despuós de habcr coronado esta hazaña
Vasco de Gama.ln
No; si el Mediterráneo no ha rcnunciatlo a sus antiguos métodos
de navegación, prescindiendo de las travesías directas de que hemos
hablado, es porque este sistema de navegación le conviene y respon'
de a los compartimentos que forman sus cucncas. En efecto: ¿1cómo
navegar en el Mediterráneo sin tropezar con tierras aún muy aleja-
das las unas de las otras? Y esta navegacirin, no cabe duda, tie'
ne sus ventajas: la costa, que jamás se pierde de vista, es el mejor
de los hilos conductores, la mejor de las brújulas. Orienta la nave'
gación. Aunque sea baja, es un abrigo contra los fuertes vientos pron-
tos siempre a desencadenarse, especialmente contra los que soplan de
tierra. Así, cuando en el golfo de Lyon sopla el mistral
-viento
cuya
mala reputación ya registra Cervsntes-, lo mejor sigue siendo toda-
vía hoy acercarse a la costa lo más posible para navegar por la estre'
cha vía de agua menos agitada cercana a las playas. En su Atlaso
registra Schrader que, en el Mediterráneo, pululan más que en cual'
quier otro mar, las barcas y los pequeños veleros, ernbarcaciones que
navegan a lo largo de la costa, mientras que sólo los grandes navíos se
aventuran a salir al mar abierto. La observación data de 1889. Re'
cordemos también que la 'oaguja imantada" entra tarde y mal en la
vida dcl Mediterráneo. En 1538, a diferencia de las galeras de Es'
paña, las de Francia no la emplean aún.15 Repetimos que nada les
irnpedía usarla. Pero en el Mediterráneo del siglo xvt, ¿se necesitaba
acaso este instrumento?
12 Gaffarel, Histoíre du BrésíI franqaís, pp. 100-1.
13Mediceo 2079, fs.337 y 365. Las naves eran italianas, probablementc. Vinie
directo del Brasil a Liorna; pero parece que de una nave portugucsa, Mcdicco 2080, 29
de nov. de 1581.
1a Cvijic, p. 377.
15 Potit, ÁruIré Doría..., p. 175. Relon dice con razón, p. 92: "Los ntttigttos lt'ní¡tn
más rlifjcultarlcs crr su nlvcgación quc nosotros hoy, cn l¿r ntrt'stra.. . Y cnsi ltttttt tt ¡tt'rtlítttt
dc vist¡r ]u tir:rrn. 1lls nlrorn, r¡uc lorh cl rntt¡rrlr¡ ,',lr,,r:t: ll virttttl tltr lrt ¡ticrlrn rl,' irrrr:trr,
lu nnvr:gnr;iirn cs fúcil." Y sr'ñnln r.l rrso <¡rrc Lrs colsnrios ltur'íun rlc lt ttgrtirr ir¡trtt¡l¡¡rlrt.
l¡ero, jrrslnnrtnlr., los r.orsrtrios lr.nínn rrr.r'r'sirlnrl rlr rrrrvcgrrr cn r¡lltt nr¡rr y prlr lrnvr'¡l¡r
lnrglx. ¿, 1,n lrrírjrrl¡ llcgir r|: (llrinr nl Mt'rlil'rlirt'o t'rr t'l ri¡¡lo xtt'/ No xc rnltn, tlo
r('llllllr.
EN EL CORAZÓN DEL TIEDITERRANEO
Seguir la línea de la costa, entonces, no era solamente una ga-
nrntía contra los elementos. El puerto próximo era un refugio contra
ll furia del mar, pero también contra el corsario. En caso extremo,
¡,odía incluso vararse el navío en una playa o estrellarlo contra la
r:osta, donde, ya en tierra, era posible salvar la carga. Tavernier, en
1654, escapó de la persecución de un corsario en el golfo de Hyéres;
v hasta tuvo la suerte de que el navío saliese indemne de la aventura.
Esta navegación de cabotaje permite, además, sacar el mejor
¡rroducto del flete. Multiplica la ocasión de comerciaro de aprovechar-
lr: rle las diferencias de precios. No olvidemos que cada marinoo des-
,k: cl pinche al capitáno lleva a bordo su lote de mercaderías. Ade-
rr,,lls, los mercaderes, o cuando menos sus representantes, viajan con
r,r¡s fardos. La travesía, que podía durar algunas semanas o algunos
r;r'sos, era, de puerto en puerto, una serie ininterrumpida de compras,
'('nt¿rs y trueques, entrelazados en un complicado circuito. Y, en el in.
lcrvrrl.l, el cargamento cambiaba a menudo de naturaleza. Se com.
¡,r'rrlrir y se revendía teniendo en cuenta que el barco iba a tocar en tal
,, r'rral puerto: Liorna, Génova o Venecia, donde podrían cambiarse
lrrs cs¡rccias, el cuero o el coral por dinero contante. Sólo los grandes
r;¡rr íos t:specializados, portaclores de sal o de trigo, presentan cierta
:,,'urr'.iiurza con nuestros barcos de hoy y navegan directamente con su
('¡ulliun(:nto hasta el puerto de destino. Los otros tenían algo de bazares
,'rulrrrlirnlcs: las múItiples escalas eran otras tantas ocasiones de efec-
tr¡rrl rlislinlas transacciones comerciales, sin contar con los demás pla-
( r'r'r,n rluc lrrindaba al navegante la tierra firme.
Sirr contar, además, con las ventajas de fácil reavituallamiento
rlr rír'r'r'r's, ¿rÍlua y hasta madera; reavituallamiento casi cotidiano y
l¡rrrlo ¡r¡is lrc<rcsario cuanto que los barcos eran de poco tonelaje y
,¡ttr. l,,s vívcrt:s, incluso el agua potable, se corrompen rápidamente
rl,,,r'rl,r. l,¡rs naves deteníanse, pues, frecuentemente, para "hacer
,r¡.ur(l¡r'.rr colno tli<:e Rabelais. Sabemos que a lo largo de las rutts
llu¡.stlr.s lirs r¡uc trazó Roma en los países de occidente-, cadc
;':;i'1,, :;il, ll,,ll;lilI.T,illi,,l1,.',-Jill* J':J:Jff i"3""lJll::oii;
l,rr¡1,r rlr. lrrs rttlits <lcl rnar: los pucrtos están a una jornacla tlc ntvc-
¡,rr.irirr rtt¡r¡s rk: olt'os. Iiucra rle la <lestlnllot:adura rle los r'íos, r:nsi
!t'rrlrrr olrrl nrírl¡rs ¡ror lns rrr(rn¡ls, se r¡tilizallan para fonrlcar l¡rs nllrrts
ll,, l,,n ¡t,,,11,,s. l')trlnr cllrts, ltr c¡¡sla ¡ll){lr(xr(} rnrt<:ltas vcces dcsicrt¿r.rtr l'ln
lrl lll,¡r'rr¡rr i.rrlr ¡ll l)r llirr,lro¡r, ¡r. lll|2, rrolrrc ln r.r¡rln ririrln rlr. ln l'l"pnñrr tnr.rli.
Itttrilrr N',t¡r ¡lr.5rr'¡'lrilrl (¡r. lllt)), rolrrt l;rx cosl¡ts ítri¡lns v n lr¡t'¡lurlo rlt'¡icllnx rl¡l
ff r,lttr r r,rr,,,, Arr¡il,,gn¡ ¡,lr¡r.r'vn,,ir¡rrr.¡ rh. ll,.,.,rrtly, Onltrt r! nilt,il I'l,lsp,t,gnr, l9ii4,
¡ lJ,l, rn rrnllnntrE rlr.Lilínrrlltox nr) ñ(,(.nclt('nlr¡rtt cit¡rl¡trlcx Iri ¡nrlrlox. (ir¡ln¡ rla.
l¡llre, t lnrrrlri¡"r¡ Eirr nlrri¡ro. I'ol njntrt¡rlo. ltr coxtn,lc l,lr¡rrrñn, rlr.l lrtlro rl¡ Itltlnr ¡rl
|'rl,r, ,l,".rlr'¡r ¡ ¡¡r.r'r rlr. tr,f ttgioe, ottlro V¡tl,'rr, ilr y Alilrrrrlr, lnÍtñ rllrd r:r¡t¡lln lo¡ vi¡nlor
B3
f EL MEDIO AMBIENTE
ostas de regiones poco pobladas como las del norte de Africa, Egipto
, Túnez, eñcontrarno. .ott frecuencia un puerto, pullo de reunión
Ie barcos y cle pescadores, con slr- indispensable muelle de atraque,
i;;;" lroy^ btoio,lo
"n
.,rá inmerliacio'e.s ciuda¿ algu-na, tierra aden'
ro.
-prueüa,
si fucse necesaria, de quc las funciones cle un puerto no
iiempre bastan para crear una ciutlatl'
Los lr,lnns ANcosros' B^slts I)E LA IflsroRIA
El Mediterráneo no es un mar, sino una succsir'rn de llanuras líquidas
lomunicadas entre sí por puertos más o menos ¡¡ran-des. Así se indi'
vidualizan, en las dos'grairdes cuencas dcl oestc y del este del Medi-
terráneo, entre las diveisas avanzadas tle las tnasas continentales, toda
u.ra seril de mares angostos, de narrow-sr:¡ls. Catla uno de estos mun'
dos particulares tiene"sus características, sus tipos de balcos y de
costumbres, sus propias leyes históricas; Y, Por regla general, los más
angostos son los-mái ricoi en significación y en valor histórico, como
si il hombre se hubiese posesionado ante todo de los Mediterráneos
de dimensiones restringidas. Estos pequeítos mares siguen llevando
hoy en día su vida local, cada uno de ellos, tanto más pintorescos cuanto
-é;o. se conserva en ellos el empleo--de los viejos veleros de carga y
,le ia. arcaicas barcas de pescadores.t? Ahí tenemos, _en
Sfax, el mar
de los Sirteso el mar sahéiico, con sus mahonas de velas triangulares,
las barcas de los pescadores áe esponja, los Karnaki, armados por los
djerbianos y los klrkenianos qr," piu.ii.an la pesca con tridente. Duda
,rno, ui"rrdá este espectá"ulo, qn" vivamos er los tiempos_modernos.t8
se íos antoja doblar el cabo de Malea en-compañía de Teófilo Gau'
tier y entrar en el archipiélago con sus-islas y:u.s,agYas tranquilas;
de pronto, 'oel horizonte ie pu"ebla de velas; los brícks, las goletas, la.s
"urib"lur,
Ios balandro. .ni"un el agua azul en todas direcciones..."
fuf
".,
todavía hoy, el privilegio y eisortilegio de los mares angostos.le
La supervivencia de estas viejas formas de tra_nsporte' tan tenaces'
de estás circuitos recorridos sin cesar a lo largo de tantos siglos, plan-
tea todo un problema. Sus cortas travesías, sus cargamentos de flete
. menuclo, les confieren importancia hoy como ayer, y el círculo estre-
d" ,'"rr" (l^t*ctíons, na 345, p. 90. .En rotla la costa española del Mediterráneo no
tr.v""iujieJ nutu.ol
"ontro
los-vientns (lbíd., p.1). Costas montañosas y desnudas de
I'r'r,vtnzir, Bor¡ehe, Chorographie, p' 18.- ^' ii i,,,* t,,ii.,.,i*'rn,,lti"nll,.ns'y empavcsa,los del Egeo (Helwig. Braconnícrs de Ia ntcr
tn otir,l.l|,¡ ,,r1.. L.ilrz.it¡,'iqa:, í. 13,fi. En r:l mar dc las Baleartis, aun hoy dí4, las finns
¡,.olclr< ¡rrttlttrl,,rrts tl,' ttttrtttritrs, Ilncorrly, ¡,. I?9.
i| J,,lll:l;,'lii'll:'i,',,1,,,,1,1),,,,,t,..¡,. j6. v,.r r.l r.s¡,r.r.rir.rrl. nr.r,¡.1_rrr.l ¡.rur.rr' rrr. c¡rv^lr^
(l1, N. f,rrrrrr/lt ,li" 5t,,,it',,,,, ir'"iri'o lltrr. K- 7,. 16 Vll,l9ll): Ios vt'lt'rt'r t'nrgtttlt'r tlo
i;i;;,;;, ;i.' ,;;.;it,;;;,r", ,1,,-",ilnu,ur"* .",',,r... l,n nri*n¡r irrr¡rlcriírn trrvo cn cl l'l¡1c' ttrr
llr¡41/,r lrr ll,l'1.,.
EN EL CORAZÓN DEL MEDITERRANEO 85
cho y familiar que los rodea, les proporciona seguridad. Las dificul-
tades comenzarianpara estas embarcaciones en las largas travesías, si se
viesen- obligadas a abandonar su cuenca natal, a dóblar los peiigro.
sos cabos. "Qulen dobla el cabo de Malea
-dice
un proverbio giie.
go- debe olvidarse de su patri a. . ." 20
- Se ccncibe que, con las rutas marinas que los unen y permiten
las grandes travesías, estos espacios limitadoi revistan uná gran im-
portancia humana. En el siglo xvr son, desde luego, mucho *ás im.
portantes que los dos anchos sectores del mar Jónico, al este, y de ese
mar occidental inscrito entre las islas de Córcega, Cerdeñao Europa
y Africa. uno y otro (sobre todo el primero) soñ verdad"tor suhurut
marítimos que el comercio sortea casi siempre, o sólo surca por azar
y' sin detenerse.
La vida marina del Mediterráneo hay que buscarla, pues, en la
¡reriferia de estos dos amplios espacios, hosiiles por su masa: en la
rirbita de los mares angostos que se suceden de un extremo a otro del
Mediterráneo. Al este, el mar Negro, que sólo a medias es un mar
Mediterráneo; el mar Egeo o del Archipiélago (en el siglo xvr se le
rlcsignaba con el vocablo italiano Arcipelago, predominanle incluso er¡
francés; por último, el Adriático. En-el céntro, los mares enclavadog
cntre Africa y Siciliao que no tienen nombre propio. Al oeste del ri.
rren_o, mar italiano por excelencia, "el mar etiusco", entre las islas de
sicilia, cerdeña y c6rcega, y la costa occidental de Italia. Finalmen.
le, en el extremo oeste, entre el sur de España y la cercana Africa,
rrn mar también sin nombre: ese mar de la "Manga mediterráne&"
que.puede deslindarse hacia el este por una línea {ue iría del cabo
Matifú, cerca de Argel, hasta el cabo-de la Nao, no lejos de valencia.
I'or el estrecho de Gibraltar este mar sale a un Mediteiráneo oceánico,
lntccámara del verdadero Atlántico, entre el viejo mundo y las islas,
,,s.alas en la travesía de las Américas: las Azorls, Maderá y las ca-
llarias. . .
Aun cabría distinguir en el interior de estos mismos mares islo.
t.s ¡¡¡¡,. pequeños: no hay un golfo en el Mediterránp que no sea ur¡a
¡r.lria y represente, por sí solo, un mundo muyYó-plicado.ll l,ns
(:ucnoíls marítima_s quc acabamos de enumerar forman, pues, uni<la<I_.s
rt'irkrs y vivas. Y cada una de ellas es una vasta e importantc rcgir'rrr
,[' historia coherente.
10 'l'lronrnz.i, II. fu la Naúgation, ¡t, 25,
"ll l'trln.tlcrt'ri¡r.iottt'x ¡,ttrliculnrr:r,'<:f, gol¡re lo l¡nhf¡ rte Nirpolta, Inslrlt:tiotts Nu¡-
lrtü.'r, i¡o lt(rtl, p. lill, ¡r¡Lrrj rl ¡1olf' dr: Vr¡h¡ c'n ¡u¡ i¡lt¡ innr¡,n¡rnlil,,,,, ilii*i¡,"1,, ii,,¡¡ilrr¡ rl .grrlfo rln (.)rrnrrrrrr, I lor.hlrohler, /lir. fi rjsl¡r¡ lrr Áltiu il: Kul'tit:it,lti;,ir: u;,ill tt tv htlttlr.rt'irh, O, 2., Irtilll, ¡r. I,l?.
EL MEDIO AMBIENTB
Er. uen Nr:cnoo AVANzADA pn CoNsr¡NTINoPLA
,l mar Negro, eI Mare Magg-iore
-d'e.los
italian-os' es un mar excén-
.ico con relación
"I
;;;;;eel Meiliterráneo. Lejano co.mo meta de
aves¿ción. se halla cercado por una masa clc rc.gitnes,adustas-(salvo
di;';;;*"ii"".1,-" f; e* bárbaras.y b'r.trar.izadas. Poderosas
;:;;il'i;'iir"".á!ir po,
"i
sur y por cl estt', rtt.rtrañas adustas en'
;;^i;;^q";-.á obr"., p"iá ,r"¡"josaáet.,te l.s caminos que de Persia,
Irmenia y la Mesopotamia conducen a la gratt cstación' de Trebi'
onda. Al norte,
""t;;;li;,
," ""ti""a"n
lal i'mensas planicies de
tusia, zona de tránsitál á"
"otnudismo
por cxt:t'lcncia' en las que los
árraros de Crimea ;;"1.ü;; iáá"uiu la
-guardia
t'n cl siglo xvr' Fué
:n el siglo siguiente;uf,f,;l;; ttltJut
"á'ot*t'--fucra
de la ley rusa'
lesarcn a la orilla del mar, para entregarse allí a una peligrosa pi'
;,Ht;:; d;il;;;;ú; i""o'' sin'embargo' va en el siglo xvt'
;;;;fJ';;ie"á"tá ¿á invierno, los moscovitas irrurnpen de vez er
,at"ndo en estas costas.22
En esta época,
"orno
u Io largo de toda su historia' el mar Negro
3s una zona econó*ü-i*portante] Contaba con lo que producían sus
propias riberas,
"orno
p",^"atlot secos' las huevas y el caviar de los
ríos o'rusos"o Ias *";;;;-;;i=p"""ubÍtt pa-ra la flota.tu.rca' el hierro
;;; p;;á;;lá l" lriü'ai"f ;i triso v la la"a' este último producto
álmacenado
"r,
Vurr,?- f-"á'g*do jirntamente con los cueros' por las
grandes naves ragu;;, t
"el t'igo, acaparado. por Constantinopla'
Contabao además, con laÁ *"'""""át transportadasJor. sus aguas: lo
ñ;;b;;;; á
";;
J;ü* uL Á'iu cenüa-l v a Pérsia' v lo que le
confiaban lu,
"uruiun;;
;1tá"sito hacia Constantinopl? y eI occi-
dente. Por lo qr" ,"1"?láre al siglo xvl'. estamos desgraciadamente mal
informados acerca de este dobie tráfico con el este' Tenemos' no
obstante, Ia impresiá-"f*" ¿" que Constantinopla.acaparaba el lejano
v el eercano
"orrr"rlio-d"it;";
Euxino,_h_acilndo-de pantalla entre
¿.;
";;r;;;
i"i-rrt"ái""á.'"o y el resto del mar. EI mar Negro-, tan
aI alcance cle su mano' es la zona nutricia de la enorme capital del
góJ;t", tfn la cuul no podría vivir' No nodía contentarse para su
avituallami"rrto
"orr'lo.
,iiú"i". de los Balcanes (principalmente' con
22 Dolv al obispo de Dax, Constantinopla' 18 de feb' de 1561' Charriére' II' pp' 650'
(r52: n ¡rrt,¡risito tle las incursiones nloscovitas tontiu lu"u' Los moscovitas se artrovecha'
t'tr. (l(' rf r¡. ros .,.. *ri'iil""'íl'i"¿"t'"V""li'"n "';ut-
ti"ttui -e" ptimavera (cÍ' ibitl''
¡r¡r. (r47-ll y (r?l-2,5,1" iili'' v 30 rlc agosto)' Sobt" ias piraterías por mar de los rusos
Irc r'¡tr'¡rrtll¡t¡l,r ttrtrr rnrl¡r'ncir'rn- rclntiva.tt 1608t Auisos-á"
'Conttotttinopla' l2 rle junio de
l(,{)lt, A. N. K. 167(). f,:i"l;i,,ittn ,1,,1 M,,. ¡,roy,','tnúi""rtnui¿ri contru cllos gul'.rs; ¡rt'r. lns
,,,lcrrr*. ¡r'lr'¡trlr'i¡rlr', ttntln ¡'ttt'tlt'tt ('otlllll ('s¿ls t'"'itut"ntit'nt'' ligcrns' l'lra mei<tr eltvinr
i,,,,,, l,nti¡1,,* "ttti,,ltr'.s, (lll(! aot! llttrtt'g ¡ltt'tlt¡tlltls '..
i]'t ftrrr¡¡r.li^, t,,,,,'"]"'l"t
;íit;':;:;tit; ii' l'' 275)' cr¡ 166'1'' tir:ttt¡rrt: t'slrtlrtt t'n ltttt'ttor
,i,,,,,,,,,n',1,,,,"1,,',j,,í,', "l;,;;;,;,' 1,,.,,'uy"'
^l'rrlti'.,'lt'l
hirrtrt y rl''l ¡t't'trr rlll(: ar' ('ollhlllllr cll
'l ttr,¡rri,r tl, lt, ¡ll llttry.rt lirr ¡rot t l tttttt lr'plo '
EN EL CORAZÓN DEL MEDITERRANEO 87
Ios envíos de ovejas)o ni con lo que transportaban hásta el Cuerno de
Oro las flotas de Alejandría cargadas de especias, de drogas y también
<lc trigo, arroz y habas. Belon du Mans" nos dice
-pequeño
dato
significativo- que de Mingrelia a Constantinopla se transportaba la
rnantequilla en
ooodtes
de buey y de vaca sin curtir... recién desolla-
rkrs". En este tráfico del mar Negro al servicio de la capital, se afa'
naba tcda una flota de caramuzales griegos, barquichuelos más apro'
¡;iados, por lo demás, para las cortas travesías del Archipiélago que
¡rara la navegación peligrosa por el mar Negro,25 frecuentemente agi-
tado y cubierto de niebla. En octubre de 1575, una tempestad hundió
,lt: golpe, cerca de Constantinopla, cien de estas pequeñas embarcacio'
ncs cargadas de trigo.26
En el siglo xvt, el mar Negro estaba, pues, adscrito a Constanti-
nopla, como antes había sido feudo de Mileto, de Atenas y más tarde,
rr partir de 1265, dominio de los italianos y los genoveses," que ins-
tulados en Caffa y en el Tana, en la posición resguardada del sur de
(irimea,28 al abrigo de las montañas de la península contra los pueblos
rlc las estepas del norte, e instalados también en Constantinopla (de
rlonde no salieron hasta 1453), no fueron desalojados por los turcos
rlc sus escalas de Crimea, sino hasta mucho más tarde, en el último
cuarto del siglo xv. Caffa cayó en manos de los turcos en 1479. Ello
trirjo como consecuencia un gran reajuste de las rutas terrestres que
, onducían al mar: estas rutas, ahora ya no se dirigen hacia Crirnea,
.sirro hacia Constantinopla; es la venganza sobre el siglo xIII. Iin la
rcgión moldava, por ejemplo, las vías que llevaban a Kilia y a Cetatea
Allra son desplazadas por la gran ruta comercial hacia Galatz, que va
¡¡ rlar salida en adelante al comercio danubiano y, por añadidura, al
.lc l'olonia.2e
Desde entonces, el mar Negro pasa a ser la reserva de pescado y
rlr: granos de la enorme capital turca. Sin embargo, los ragusinos se
lrrs arreglaron para seguir deslizándose hasta aquí por lo menos hasla
¡,or los aíros de 1590, yendo hasta Varna a cargar por barcos enleros
l;rs larras y los cueros, mantonini, aachini y bulfat¿i Al mismo tni-
lico sr: tledican, además, en el mar de Mármara, halfb Rotlosto.:ro ¿Lo
:r ll.Lrn tlu lltns, p. ló3.
!5 "l,lsc furioso rnnr...", 19 dc mayo de 1519, Charriire, lll, 799.
xrll,os nnvírts rLl r¡lttr Ncgro cstitlrnn ¿t nrenttdo ¡l¿rl I¡rstrtnrlos. (1f., u ¡rro¡rúsilo
,1,I rrtttrIrngio rk'ulr rtnvío cnrgntlo rkr ¡rlnnchas,'lirtt, II, I()tl (l78ir).
17 Aviso rk'(1., 17, ltl y 34 rL'oct. rLr'll-r7l-r. Sinr. l'b. lllil4,, l'll nrnr Nr:gro lstrrvo
¡rl¡itrlo rr lrts il¡rlirrnr¡s lrur:itr l2(rl-1, ¡ror Ll rltttrrl<:nr:in políticn do lliznnr:io: lln¡tilrrrr¡. flr¡.
,/, r.... ¡r. 159.
:ln f 'lriliptrron, I)us lryz. Ik'ich... , (i, 7,., l1)i14, p. MlL
:'rt Ni{tor', Iluttltl unl ll'm,l.l in ,ltr Moltlur...,, l(112, ¡r. ?ll,
il(l l,'l r'onu'r'r'io or'¡'irllrtlltl rlr ll rnr¡r Nt'¡1ro ¡rrlxt'nln un gr¡u¡ ¡rrolrllrrrrr. l'nrn r.l
',,r1¡'r, i, rll llir¡¡rr*n. t. inlrtt,,n¡r. V. Itrirrrlrn I'rtrlr', n. 4lr. l)r' lirrrr¡ro lrr lilnr¡ro, Vlrrcr,in
,rrrn/;r hur tr¡rr,íoo ltrt*lrt tl tttrtt Nr'¡r.trt (llu,1",r. ¡¡l l)ogo, I'r'rn, lll¡ rlr ¡rtly,r,l¡ llitrl, A,
BB EL MEDIO AMBIENTE
hacían así, tal vez, para evitar los derechos de aduana? En todo caso,
hacia fines del siglo xvl, en condiciones y por razones que ignoramos,
Ios ragusinos abandonaron casi al mismo tiempo las dos escalas. Des'
de entonces, el mundo del mar Negro se cierra más herméticamente
que nunca al occidente; por lo menos' dcl lado del mar, pues-al parecer
las rutas terrestres triuñfaron entonces
-ya
volveremos sobre ello-
sobre las vías marítimas.
¿!-ué verdaderamente Constantinopla la t¡ue echó el cerrojo?
¿No tendrá este cierre otros orígenes más lcjanos'/ Iil mar Negro es,
én efecto, desemboque de los cáminos que conrlucen a Trebizonda y
a Sinope, de lo oue ie ha convenido en llamar la ruta de la seda. Aho-
ra bien, esta ruia cesó, a lo que parece' cn l<¡s finales del siglo xv.
Acaso el tráfico que la enriquecía tomase el camino de Persiao como
tantos indicios lo-sugieren. En todo caso, parece gue la víctima de
este cambio de ruta fué el Turquestán. Por otra parte, a mediados
clel siglo xvl, se organiza, a lo largo del Volga, el descenso ruso.
El janato de Kazán, una especie de reino dc Granada enriquecido
por el paso
.
de las c"ruvutaso cayó finalmente en manos de los
rusos, que srempre Io habían codiciado; p9r9 por entonces se ha-
ilaba ya bastante arruinado por causas difíciles de desentrañar'
producidas quizá a raíz del abandono de la ruta de Turquestán. Iván
ól Terrible sL adueñó de Astrakán en 1556. Esta vez el cerrojo se co-
rrió vigorosamente, a pesar de la tentativa turca de 1569-1570, este
gran hécho histórico ignorado.ut
Er AncslplÉrnco, vENEcIANo Y GENovÉs
El Archipiélago,
ooel
mar más hospitalario del globo"' €s, en efecto,
un uni.,reiso dé islas pobres y de costas a veces aun más miserables.
Tampoco este mar se óo-ptettde más que vinculado a una gran ciudad.
En un tiempo fué la plazá de armas de Atenas. Más tarde, pasó a ser
la salvaguardia, la báse misma de la talasocracia bizantina, que gra-
cias
"
Zt pudo conservar eI mar Egeo, y después techazar al
Islam, pot ,t.t momento instalado en Creta, en el siglo u. Este mar
salvaguarda también, con ello mismo, las comunicaciones con el occi'
dente"¿r través de los mares de Grecia, de Sicilia y las rutas del Adriá'
tico, aguardando el relevo de Venecia.
pásan los siglos. El Archipiélago se torna veneciano y gcnovós.
rl. S. Vr.¡¡r,r,irr. S¡¡o. Srr.rctn, Const., l-zn 3 (1. Sc trtta rlc rrna ¡rrqttcñr trnve venct'innn t¡te
r,,,rri,i l,u,.i,r l4in¡l,.li,r). N,',i,'s,' (4. rl, S., l'lrrcnci¡¡. Mi:dir,i 42?4) qrrc t'n t'l ¡trttyt't'lrt tlrt
i,'i,¡i,,f",.¡,ft',.1¡ri. ¡'¡,,r',,rr,.iir y (iorrstrrnlirro¡rln, los flo¡'cnlittos tltrlltttllrllttott ln lilltt'ttttlc-
¡irr, irirr , tr ,'l rrrrrl Nlgrrr, 1577.
' ir l',[, irltt,'¡',1r,,.¡¡' l;nite, r'a¡r. llf. Solrro ln Ir'nrr .rr.rtirilr. rlrl cnrrnl rlcl l)on nl
!tl¡¡rr. v. l,,n ttttlri,,',htllr'' r'tr llrrzrci, I't¡lilittt loptnult tlillrt''n:irilr' l()ilo' l¡' 4(l'
EN EL CORAZÓN DEL MEDITERRANEO 89
Las dos ciudades rivales se reparten ias islas más importantes, donde
se instalan lo patricios, guardianes del imperio, señores de campesinos,
plantadoresr pe{o también nlercaderes, y, por último, aristocracias co-
lonialcs siempre extranjeras en medio de poblaciones ortodoxas. Éstas
pueden "latinizarse" en sus costumbres, pero nunca se asimilan de
verdad. Es el drama de todas las colonizaciones, el que acaba colo-
cando a todos los colonizadores, sean los que fuereno del mismo lado
de la harrera. Cuando Venecia desalojó a Génova de Chipre en L479,
Ios plantadores de una y otra ciudad se entendieron entre sí sin dema-
siada dificultad. Exagerando un poco, diríamos que se trataba de una
rliscipiina de clase.
Los latinos defendieron sus posiciones en el Archipiélago más fá-
r:ilmente, y sobre todo más eficazmente que en el mar Negro. Entre
rrllos y los turcos, el obstáculo del mar fué, durante mucho tiempo,
rrtra protección y se hicieron fuertes en sus islas, Iuchando con pres-
lv,a y denuedo, y con medios técnicos muy superiores durante largo
lit:r¡pe a los de los atacantes turcos. No obstanteo Negroponto (Eu-
lrt'a) cayó en manos de éstos enL479; Rodas, en1522; Quíos fué ocu-
¡'rrrla en 1566, sin lucha; Chipre se perdió después de un fácil des-
,'rrrbarco y dos sitios, el de Nicosia y el de Famagusta, en L570-L572;
(,rrntlía en1669, tras una guerra de veinticinco años.
Pero la guerra del Archipiélago está muy lejos de reducirse a los
rlrrlos y fechas que hemos consignado. Más bien que como una suce-
rrir'rrr tle batallas, se presenta como una guerra social. Los indígenas
"¡',r'icg1rs" traicionaron a sus amos latinos en más de una ocasión. Tal
,,r'rrlrir'r cn Chipreo y después en Candía. El Archipiélago ayudó a la
r illoli r lurca, y, aun antes de esta victoria, los marineros griegos fue-
rr)n lclla(los a enrolarse en las fuerzas navales del Gran Señor. ¿Aca-
r1r' r'sl:is ¿rrmada., no eran griegas, no habían salido de las islas y las
r rrrf rs rle (]recia- sus tripulaciones? Eran, tal vez, los candiotas los
r¡rr.('n rntyor número acudían a alistarse en la flota del Cran Scíror
r, I ¡rlirrr:i¡rio tlc cada verano, para la campaña que se abría. Cuando
ll,'¡irrlur lir hora, los reclutadores los encontraban 5¡fas tabernas <lt:
I'r'nr. r'cr<:¿r tlt:l Arsenal.ss Esto ocurría más de u.tsiglo antes que
l,¡rrrrlí.r ciry(:r¡r en nranos dc los turcos. La soldada turca era elevarl¡r,
'. rlr''..¡rrrí's rk-. lorlo, hallía que vivir. . .
'l'i'rrgrrsr: cn oucnla, asirnismo, la atracción rcligiosa y econrirnir:a
rl¡, ( lrrrrrl¡rrrlirro¡rlu. La nrligiosa: (lonstantinopla era la Itorna tle los
r,rl.rlr,o$. l,rr r.corrrirr¡ict: (bnslanlino¡rla ofrccía a los ¡¡ricgoso r:on cl
rtrf,mr,'lr,.rrrililrrr', lrrs grttrut<:i¡rs rkl los vitjcs ¡lor rrl mar Nr,gro y
l'¡r,r¡rl,'. l'lr liclrr¡ros rkr ¡rrrz, cl ¡tll¡tstc¡:itrricrtlo ¡h: (lonslutrlirro¡llrr lllirr-
'f
f /tr, l¡.i¡nr, Orv h. lr¡ ()vnu¡tiv hrn llri¡'hrt, (iotlr¡, lll,ll) ltlfrll, lll, ¡r¡r. '.1()0 ¡.
)O EL M¡]DIO AMBIENTE
daba hermosas oportunitladcs a los catamuzales, que transportaban el
triso. ¡r l6s (cróos ,ru" .'u.guba¡l caballus y madcras y' en general' a
to.L. ., casi't.<¡rs 1..,l; r.rlrrrós g.i.g.s r[r'l Ar'<:¡i'iólago.--.^.-.-li,
i,.,'.,golr,.r, t,' cf'cctor'r¡rrc'rlulantt: lus ¡trirrtcras tlócadas del
.iglo ,wr, u.irtitnu, a una- oxi'airtitin, ü ull¿ Ilucv& cxpansión griega a
f"'io,l¡" ,1" ,u,lu el mar. La avc.tura <lcr l.s llu'5a'rola,-aquellos grie-
."r ¿!- f,"-bus c*tabieciclos en Djcrba y tlcs¡ruí's c. -Djidiclli,
grandes
i;rp;;i;:l--s de musulmanes óspañrlcs ¿trtsiosos de huir de Ia pen'
inr"fo, también corsarios y desde iSltl lnt atrt.s rlc Argei; esta aven'
ilt; "; es un simple accidlnte. Ni tanr'.<'o la tlc Dragut
--
Que parece
;;l;J" de la anierior-, este otro griego a r*ricn desde 1540 encon-
;;;;t *;todeando po, Íu. costas dé Tunisia y a-quien' en 1556' ve'
-á, inrLuludo en fri'p"ii de Berbería, o.u¡,un.[,, t'l _lugar
¿e los Caba'
fl"-. ¿" ffi¿lta, u qi,i.n", los turcos habíun expulsado de allí cinco
u¡or-u.,t"r. fl d".ti"'o dei Archipiélago en el siglo xvl se halla bajo el
signo de la exPansión griega.
Exrnr TÚ¡iez Y Slctrtl
Acaso sea más clifícil poner en claro el papel de ese mar sin nombre'
de ese espacio *"tiiiilr *al individuuii"udo que entre eI Africa y
sicilia extiende .". lu¡or fondos cuajados de
-peces,
sus bancos de
;;;;i i de esponjas, ,,r, irlut (a menudo deshabitadas por su poca ex-
"rri¿il,
f'arli*r*"i, tflurrti*o y Levanzo, en la pu-t,ta oeste de Sici-
ii"; niárr", Gí"ro iFu"t"ttutia, en pleno mar; Tabarca' La Galita'
2"ÁUi^,, D¡"rb" y i". f.tf.",tttuh, pÉgattdo a la costa tunecina' No
.,¡.iu",ó, ld, límiies áe este
".pu"io-
niarítimo son claros y defi'idos:
;;;;;-.úá; "
i"r-a"i u"rig"o "puente" Sjo]ós.igo tendido de Sicilia
"i
¡fr^iout al este, una línea"trurídu entre Trípoli y Siracusa,. al oestc
áiro ,un* entre Bona y Trapani' El eje esencial corre de norte a sur'
;;¡i;iá ui Atri"u. La uidu de relación entre el este y el oeste, entre
;i i;ñ" y el Poniente, lo llen-a de tráfico. Pero aquella vida se
;;.pü ;"i"ruhánte aÍ norte, hacia la gran rula del estrecho tlc
U"lf"^, fen el sector Sicilia-Africa no tiene la densidad de las co'
rrientes de norte a sur.
Estas últimur-lo h".r dominado todo, haciendo oscilar en un solo
frloque a este .nrr.táo líqu-ido tan pronto hacia el stll
' como hacia cl
;;il.- Á capricho cle la hisroriao es musulmán3t en la ópoca ,l_,''.],:-
,,slri,,l,ii"r, y'.l"r.lc 827, a¡.o en que comienza la cont¡uista, hitst. l07l'
;:; ,1,;,, fi,ó i.,',1,"r¡r<la al Islam su ciurladcla rlc I'alct'tno, fttó lrorrlrIn-
llil l,¡¡¡ ¡,¡¡¡¡¡¡lr.¡ fr.,lr¡rx rlt'r'xttt t'otlr¡ttislll ¡¡rtl lorl¡ts ¡roxlt'tiorl'x n lllt): lr¡i'r'lllolll'ct
ra¡rr¡l,,,.r,rrr..y¡rrrrr ll*'"rr,,,t't,¡r,t,l,i- lrr.lirr": ll'll,,lrí,1¡r,li'l'ttl.tttr,; ll7ll. r'li¡ln rl¡ Sir¡'
,,,,r"¡'irrir,,
tIiiorrrrirr¡t. ,,r.¡r¡. r.l riltirrto ¡[rrrl0 rlr lrlovo lriz¡ilrtir¡ri"
EN EL CORAZÓN DEL I,{EDITERRANEO 9I
rlo cstuvo a punto de serlo a partir del siglo xI, pues Ia expansión
rrolrnrnda que pasó de Nápoles a Sicilia no se detuvo con la recon-
r¡rrista de esta gran isla, sino que se desbordó sin tardanza hacia el sur
Por la guerra, la piratería, el comercio e incluso la emigración hacia
l¡rs tierras africanas. Los angevinos y los aragoneses continuaron más
trrr<le esta política dictada por la geografía. Atacaron más de una vez
, I litoral africano, donde impusieron tributos a los emires de Túnez,
y I'ueron dueños de Djerba de l2B4 a 1335. Mientras tanto, el mer-
,r¿rrler cristiano se instalaba por doquier, especi¿lnlente en los s¿frs
rk: f¡!¡s2 y de Trípoli, obteniendo privilegio tras privilegio. Por su
I,irrte, el soldado cristiano, y sobre todo el mercenario catalán, futuro
¡lrrcíro de Sicilia (las vísperas sicilianas datan de 1282), encontraban
,'rr Africa aventuras casi tan jugosas como en el Oriente. Muy pronto,
rlrrsde el siglo xtt, los marineros catalanes frecuentaron los bancos de
,r,ral tie Tabarca.
Ciertos sectores de Palermo y de Mesina no cesaron
-todavíalr¡ hacían en el siglo xvl- de sugerir proyectos de conquista en Afri-
,';t a la vanidad y al sentido político de los virreyes de la Sicilia espa-
irola: -r Juan de la Vega, después al duque de Medina-Celi y más tarde
,r Marcantonio Colonna. Todos estos proyectos expresan una necesidad
rrrgamente senticla: la de poner en ccntacto las costas y las islas de
;,r¡uel mundo medianero, la de asociar el trigo, los quesos y los barriles
,kr atún de Sicilia al aceite de Djerba, a los cueros y la lana de las
ti('rras del sur, al polvo de oro y a los esclavos negros traídos del Sa-
lurla. Garantizai', manteniendo firmemente esta unidad marítima, la
r igilancia de las costas, la seguridad cle las almadrabas y la tranquili-
,l;rrl necesaria para que pudieran bucear en los bancos de coral dc la
licrbería los pescadores de Trapani, medio catalanes, y cuyas embar-
, rrr:iones, a pesar de su pobre armamento, no reparaban en atacar ¿t
l,,s barcos de los corsarios berberiscos en el siglo xvl. Finalmente, tk:
,'.r: modo se defendía también contra estos corsarios a los caricatt¡ri,
,L: lrigo sicilianos, continuamente amenazados por la¡fosta sur, pucs
r rr ósle, como en los demás casos, la piratería tendía ddr frecuencia ¡r
r.sl¿rblecer el equilibrio natural falseado por la historia...
Cuando se habla de Sicilia, parece de rigor volver la vista hacia
.l rrori€r hacia Nápoles, y decir que estas dos historias son rigurosa-
rrrr'ntt) antagónicas, que la grandeza de Nápoles equivale a la postcr-
¡',rrlión tle l'alermo, y a la inversa. Creemos, sin embargo, r¡ue scrít
rrriis itn¡rorlarrlr: ¡lorrcr rlc manifiesto el nexo que une a Siciliu r:on r:l
Al'r'icrt; cs rlct,it', t'l v¡tlor <k: cslr: mun<lo marítim<l al qrre ln irnperfr:r,"
, it'¡rr rl,l ltttr'slt'os colror'itrricrrfos o llrrcslrn falln <lc lrl<'rt<ri<in ni sir¡trir:rn
r,r's hr ¡rct'trrilirlo llnuliz.ltr.
374 DESTINOS COLECTIVOS
que no faltaban sustanciales compensaciones. Durante el siglo xvt,
las metrópolis conocieron continua y febril actividad. Un solo navío
veneciano procedente de Siria llevaba a bordo mercancías por valor
de más de 500,000 ducados de oro; en 16170 dos'ogaleras" de la
Señoría, aprehendidas por las escuadras toscana y española, transpor-
taban 2,700 balas de telas de oro, tejidos de seda y escarlatas;l?l
en Génova, había concentraciones de mano de obra impresionantes
para aquella época, en el ramo del arte de la seda;
1?2
también en
Cénova y en gran parte cle Italia se notaba la activiclad de los mer-
caderes capitalistas qui faciunt laborare,t7s y una indudable concen.
tración de empresas (lo cual no puede decirse que sea un signo de
decadencia); análogas concentraciones acusa Venecia en las cons-
trucciones navales; tt* y, desde luego, en los seguros marítimos.t75 En
1587, un solo mercader se encargó de las plantaciones cle moreras
en todo el Estado pontificio. . .
1?o Todos estos síntomas contradicen
la habitual afirmación de que las mencionadas ciudacles se hallaban
en decadencia. También nos llena de dudas el incremento de las for-
tunas de los mercaderes de Verona en 1600,t77 en contradicción con la
imposibilidad en que se encontraba entonces ltalia, como afirman al-
gunos autoresrlTs de aumentar sus capitales de reserva. Y, sobre toclo,
no nos empeñemos en culpar a la política fiscal espaírola de todos los
rnales de Italia, como hacen tantos investigadores. Lo que S. Pu-
gliesetT9 nos dice acerca del aumento de los impuestos en Milán desde
antes de 1600, nos confirma más todavía en la idea de que la hora de
la decadencia no sonó en Italia antes del gran repliegue del siglo xvIt,
antes de que se iniciara la poderosa fase B, para expresarnos en el
lenguaje de Simiand, ni tal vez antes de los aíros de 164O a 1650.
El repliegue, pues, no afectó solamente a Italia, sino a todo el Me-
diterráneo
-del
que Italia dependía- y, en mayor grado aun, que al
resto de la Península, a las grandes ciudacles industriales y mercan-
tiles, como Milán, /enecia, Génova y Florencia, situadas en el cora-
t7r 7617 y no 1ó07, como lo dice el editor de7 Ar, s¿. i¿., IX, pp,266-7. Los inci-
dentes conduieron, en efecto, a la campaña del duque de Osuna contra Vcnecia.
1?2 Sieveking, art. cít.
1?3 Cipolla, p. 7.
17'l Gino Luzzato, "Pe¡ la stori¿ dclle costruzioni navali a Venczio nci sccoli xv-xvI".
Miscelánea lll anl roni, 1925.
175 pis¡s6 en la sor:iedad de los xrr asegurarlort's dc la quc llr: clrcorrlrirrlo rnstros
en el Archivo Notarilc de Y¿:ncr:i¡r. Picnso, lsin¡isruo, r'rr lrs trDtirtivirs ¡lr: l5ll0, r'n¡ ¡r-
minadas a csta]rleccr ctr Vcnt'r:i¿t tttt ttrrtto¡rolio rll st'Arrros turrílirrros lrr lrr,rrr.lir.io,l,,
un particular, .fu¿rn rli lllrsi, A, tl. S.. Vcnccit ((lirrr¡rrr: Srrvii.,., Iltrstrr (r, l4 rhr rrrrlzr>
de l5t|0 ) .
1?tl ll¡¡ ¡¡¡l l)ictr¡ Vrrk'nlirro, A. I¡rtrrlrrtri, ¡r. ft7.
ti7 l ltitl .. t. l0l ,
l?r l'ls l,r llsi:i r¡ttt'rttpi,'t¡ A. l'i¡rrf¡uti. ¡r¡,. l('ss.. (fri'r(!urrr,l¡., l,rrrr¡rr oll¡¡.rvn
¡ l0nt.r rl¡. lr¡ttItrli '¡rlrrr' l,,u rlir', t.,,t,, r'¡t,io11 r'IrQp|oc ,1,'l lrlzrr rlr. I'1,., i,'*.
l'tlt .l¡t. 'it.. ¡'¡,. t15 rr. l'll lnnu'rrlr lrtl¡rr,lrrilr,,r ¡1,' llo r/,¡.'r ¡lrrln rl¡. llrlil.
LAS ECONOI,IfAS: LA I'IEDIDA DEL SIGLO 3?i',
zón del Mediterráneo, y tan fuertes, cuando el mar se animaba IX)r
una vigorosa circulación, como vulnerables cuando esta circular;itin
disminuía, se empobrecía o se paralizaba.l8o
IiI, LA POBLACIÓ¡{ HUMANA
A la escala del siglo xvl, el Mediterráneo era un mundo nruy
vasto, rnal dominado por el hombre, los cultivos y las economías. Tan-
to más vasto y peor dominado cuanto que su población era escasil.
El gran problerna, el que en mayor grado que ningún otro nos da ir
la vez el sentido y la medida del siglo, es el que se refiere al númcro
de hornbres. ¿Cuántos son? Es ésta la primera y más difícil intcrro.
gante. ¿Aumenta su número, como toclo hace suponerlo? He aquí
la segunda pregunta, no menos difícil que la prirnera.
UN uul¡oo DE 60 x,rrLLoNES DE rrorTBRES
No disponemos de cifras seguras, a este respecto. Algunas aproxi-
maciones son posibles y aceptables en lo que se refiere a Italia y it
I)ortugal, y no demasiado aveniuradas en lo tocante a Francia y n
lispaña. En cuanto al resto de los países mediterráneos, la ausencrit
rle datos seguros es casi total.
Del lado occidental, Ias cifras verosímiles, a fines de siglo,tst
180 Problema que trataremos de nuevo en las conclusiones de esta Sequnrln |trrrtr..
181 La mejor exposición de conjrrnto sobrc este tema, sigue siendo cl artír:r¡lo rk:
.lulius Bcloch, "Die Rel'ólkerung Europas zur Zeit der Renaissance", cn 7,. l, *x'irilroi.t.
t,'tt.schuft, III, 190; con respecto a Italia, se conpleta con la obra ¡róstunrn rlr.l g¡¡¡,,
Iris¡oriad.rx alemán, Bcuólkerungsgeschichte Ital,iens, t. I, 1931, t. II, 19:i9: t. lll y ril.
tirrro publicado. Con respecto a Francia, no ha sido superada todavía Ia vir:i¿r olr¡ir rl,:
.l,,'vas.seur, La populatíon Jranqaíse,1889-92. Sobre Portugal, Lucio de Azevcrlo y orro¡J
lristoriadores portuguesos aceptan una población de un millón de habjtantcs, Itilrliogr. (1,
l"rcyre, úilsc..., p.9. Konetzke, p.271. Con respccto a Españ¿r, caso nruy rL.lrttirlo, v. ln
'lr¡rt tlc Konrad llaebler,- Die. Wirtschalliche BIü¿c Spunien.s, lBt3B (critir:nlrL:, y r¡rrc
cr itica insuf icientcmente el artículo cle J. Beloch ), de Allrcrt Cirarrl, "l,e ,'trif f n:
-rlr,
l¡¡
¡','¡rulatiorr de l'[spagne dans_ les tc.nrps moderns", en /it'rr. tlllisroirc not!trnr. lt)'^r.ll,
lllil;l:'ii,.r'i:,'#jlilli'll'"1'TJlill:''l'":,:i":'T"ff:';:ilil;,{t";J::;t,,,'t",'ir;;.,'1t,,1Í1"',1;
r,,,., 19f9, p¡r. i347-ó2, 'fant¡tot:o crco (:n el valor dccisivo rk.l tralruio rlr: I,'r¡r.rrtr.s l'l¡rr..
tiircz' I)cspoltlttción v rcpollru:irirt 11: Españe (1482-1o20), N'lr¡lritl, l9il9. llnn v,'z nrris,
l¿r ¡ iIrrr rlr: ll polrlleión rlr: Iis¡rrrira t])c pat'(:c ctnÍJcnrrlrr cn lir i'poc;r rlr: l,rs llcyls (irrlir.
li.os. Solrtc l¡ rlifí<'il t't¡r'slititt tlc los lr¿'ciros, r.l coeficicnle rlc 4.5 nrc t)irr(1r., (.r)nr¡) ¡
I llllrtclr, jttsto o, r'r¡¡rrrlo llrcrros. ir¡stifir.¿rlrlr'. lirrr'¡rlrrr llrrrtiiñr'z sr: rlctir,lrr: r,rr l¿r ciflr
,l, r¡,11,¡ ¡rtillorlls. l¡ finls rlcl si¡1lrr rvt. Solrx' (lrrstilla tr¡ lrrsir,..¡nllrrlr,, lrrlptil¡rrr¡s l¡r
, ilrrts lltisir'¡ts tk: 'l'ottris (lorrzril.z. t¡tt. lrt: tr'¡rrorltt.irlo r.rr r.urrrlr¡r. l,llr Silrrrn,.¡rq, 1,,o. l6ll,
trrcrr¡¡f¡1" urr rl¡rr.llrrrr.nlo r.lyrr r.r¡lrilr lrr.¡.r¡¡nturi,lrrlo ¡¡ All¡r.rl (lirrtrrl, lj¡llstlt,t ¡lt,l (.,tt¡ri,¡
,1,'O¡¡¡'¡ttt s¡¡l¡tt lo inlr¡xltt¡'titit¡ tl¡'ltt ntili,i,t tlt,il(l tI h,,tttlt¡t,s.'tt.,ttt rt,yt¡,tr. lil,lr
r'l{ rrr rll lSllrl, r'o¡rirr, l,rr ¡rrrlrlrrr.irilr rl,. los rcirlrs rlr' (lrrstill¡r sr. r.slirnrr ¡rllí r,lr l.S(X),0(X)
r,, itrttu, o ¡r'¡r, ll collililnll rlr: ,l.li, lr.'ill0,(l(X) lr¡rlrill¡rlr'¡. l,¡rr lillrrr rl¡ K,rr¡,,1¿kr,.
¡r¡r. l'(ll l, r,'rr ,l,.rrrrrrirrrlr lrrrjtrr.
A ¡','',¡1 rlr' r",lor ttil,rrl,,¡ rl.ttt,r¡.,triIilrrx,1,r,, l,lt,r'¡ !',n rllrrnH¡xrlo ¡ror,o xrilirlitx, l,irr
llt¡tltll¡t ¡tll:ttl,t l'¡tl,t¡ ln¡i't r¡rt. ltr., rlr.ll,,l,to (llrr. ¡,¡r, lrl5). r.lr l¡rq,lirlr.n, r¡¡rr v¡ Fr,lrrr,
Ft*
376 DIISI'INOS COLECTIVOS
son las siguientes: Espaíra, B rnillones de habitantes; Portugal, l;
Francia, 16; Italia de r27/z a 13; es decir, un toral de 38 .niilon.r.
fiJtan- los paises del Islam. Con respecto a la Turquía europea, Karl
olbricht's2 cree aceptable un cálculó de B millon",
"n
el año 1600.
Dada la habitual equivalencia de los cuadros asiático y europeo en el
imperio turco (con cierta ventaja del primero),tt' podríamoi atribuir
tambiéno grosso modo,la rnisma cifra de B millonbs a la parte asiá-
üca de Turquía. Quedaría el norte de Africa en sentido amplio. ¿po.
dríamos asiplnar de 2 a 3 millones de habitantes a Egipto y al Aiiica
del Norte? 1*t Tendríamos, entonces, un máximo dl 2Z Áillones rlc
halitantes para el Islam y los pueblos que de él dependían a orillas
del Mediterráneo. Lo que dáría una cifra global de población
de unos 60 millones para todo el Mediterráneo.
En estos cálculos, la prirnera cifra de 38 millones es relativa-
mente segula; no ocurre lo mismo, por supuesto, con la segunda. Pero
el cálculo general debe considera'se verosímil. Me inciino a dismi-
nuir la cifra del primer grupo y aumentar la clel segundo. De l¿rs
comparaciones demográficas a través del tiempo se desprende, cu efcr;-
to'
-ura
proporción válida en términos generales: en el siglo xvr, krs
pueblos islámicos del Mediterráneo représentaban aproximadame'ie
"l
LAS ECONOX,IÍAS: LA MEDIDA DEL SIGLO 377
,<loble clel volumen de la población de ltalia. Si la observar:i<in r:rt
cxacta en 1850,185 cuando el bloque A contaba con 79L/2 milltxlr.r, rlt:
lrabitantes (Francia 35, Italia 25, España 15 y PortugalSt/)o cl lslurrr,
o mejor dicho, el Islam más los pueblos balcánicos, debería tlc <:onl¡rr
r;nos 50 millones de habitantes.tsu La breve comprobación quc lrr: ¡ro-
rlido hacer me lleva aproximadamente a estas cifras; pero habríir r¡rrr
.'irlcular esto de una manera precisa. En todo caso, en 1930 halrí¿r rk:
rttta parte 113 millones (42,41,24 y 6) y de la otra 83; se manlr:rría,
¡rrrcs, l¿ proporción.187 No hay, evidentemente, ninguna razón ¡llrlu
(luc esta proporción haya sido siempre constante; pero, tenienrlo r:rr
.rrcnta las posibles variaciones, puede llevarnos a una cifra en hnlto.
l',sta medida nos daría para el siglo xvt la cifra de 25 millorrcs rle
lrrrbitantes, que no se aleja mucho de los 22 qtte ya habíamos calcularkr
¡rirra el Islam.
Cabe, pues, de un modo verosímil, fijar la población tlel corrjuntrr
rrrcrliterráneo en unos 60 millones de habitantes a fines del siglo xvt.
 rrlias importantes consecuencias se derivan de esto.
[]n este mundo de 60 millones de habitanteso la clensidacl <le ¡ro-
l,lrrr:ión era de 17 por kilómetro cuadrado, sin incluir dentro rlcl r:s-
¡'rr,'io mediterráneo la zona de los desiertos. Cifra sorprendcnlcnrr:lrlr:
I'rrjrr. Ilabía, por supuesto, grandes diferencias entre un¿s y olras rc-
i,i.ru:s. En 1595, la densidad del reino de Nápoles era de 57,''* ln rk:
( ;rrrr¡rania alrededor del Vesubio de 160;180 El promedio, en Ilalia, <:r'n
,1,. 4, 1e0
-"¡1ru
enorme-; en Francia era solamente tle li4,;1"r r.rr
f','.¡rrrña y Portugal, apenas llegaba a17.1e' Desgraciadamcnte, y rlrrrlrt
l,r irrsuficiencia de nuestros documentos, no es posible h¿rccr un r:slrrrlio
¡,r,'r:is<) de la distribución de los hombres.tot
Los vlcíos ueorrunnÁNEosro'r
l,r ,h'nsirlad de población era, cn realidatl, menor tlc lo r¡rtc ittrlicrttt
l,',,'il'r'irs, ¡rrtcs desrk: r:l ¡rutrto dc visla ltutrratto, el espacir, (:r¿l ('r¡t(|n('('r
tr{" ( lifrns lolntrlls it,l 'l'rttití lt: li,nrttgrupltn' ,1,, f ,n;,lrl,l: 5?.
lrl¡ (;¡llr srr¡rr:riot rr lrr r¡rr,' rllr l¡r (,rrílr rhr liiclrinrl y (,)rri'tirr. r','l¡rtivrr ¡r lllSlli
r,'n,r rrr cril, rlo lrttty tt¡trorinurrkr, lrr' <lcgirLr l¡¡ r'ifra tlr, ttnos 4l) nrillrrrrcs. tn¡i¡ lriln
,1,r, l,r rl¡. 5().
l¡r.l Slltir¡ l,nrrrlry y los rlivr'¡s,rs v,'lúlr¡r'lrr.s rl,, ln C. L/.
rfi'r ,f, llcl,,r'h, l)ic llt'tiill'rtttrtgsgr'.ultithlr,, l, p, 2:14, l'l¡¡ r.l vi, io l¡lír'ttlo. ln cifl¡
,l,r' ", ,1¡t ¡n l¡r rl,. 5,,|..
t'at ll¡i,1., t. ir.lll¡.
ll|r .1. ll,l,,, lr, "l)ic llcriilLln",[i,..", ¡ul. ,11., ¡. 7ll]1.
t¡t ll'itl.: ¡,r'rrr lllllllr llr nrtrr.ltrrlo l¡r , iflt l¡rl¡¡l rlr, lrr ¡r,'lrln, iírrr.
Itr' Ilt tl.
lrtrt ll¡¡ 'i,1. ¡rto1'r'r'lo r'ot.tilrl{r ¡,or ll irilo cr,n r¡lrr,irirt n Nit¡xrl.. err l5(lÍi, llrl¡,1r,
lt', ll¡ t,tll,t trut¡4.. , (1, 1,, :'ltll.
ll'l Al11rr¡ru lrrlni y rr'l¡'r, lr i¡e rrl rrrrrr¡rltr rlr. l¡r, r.jlrrr¡rl,ra lilnrlrlr r,tt r,l l¡rlu,
I ,, I rtr,¡rri,r, "'l'',r'rtt Itrtrrlinutlrt". All¡i,rr. lll, ¡', illti ( llr'll ¡, ¡,r" lr¡'ra¡ r'l¡ Allir.n rlr'l
-no.se
ha repalarlo lo suficiente (Italia rnenos de 9, I,'rancia 15. SiciLa 1.3, Alemania 10,
Inglaterra .3; Italia más que Flspaña). De Borr_.ro (Dalt]isale, pp. 62 y Zó), tomo t.sr,,s
otras dos cifras: córcega 75,000 habitantes y chipre 160,000, 1', sobre
-todo, 'su
oposir:irirr
entre cristiandad e Islam (II, p. fl9), la piirncra que sufre ia aL¡undancia de üomlrr,.s,
y el segundo de penuria de hombres.
- El peligro= viene d_e estimaeiones exegeradrs ¡iara aquul vieio tienrno.i por ejemnlo, r,rr
el caso de Milán en el siglo xv, c_omo_lo ha deinostrado A. Fanfani (sugii, p.-l3s) i.r,..
tra s. Pugliese, o en e_l caT, -de_
los Rey.es católicos. y viene también
'áó que nusstr.¡
censos son censos fiscaies. Beloch lo ha dicho bien, nero no por ello ha cesado t,n s,¡,
sr¡mas. 'l'anto co¡no el crecimiento dernográfico, medilnos el p¡ocreso de las contril,¡.
cio.nes. Y .aun queda el fraude, en 1613, Antonio serra ( rr.
'l7l
) piensa ..giurlir.rrrrrl,,
all'ingro.sso" quc había en Nápoles un millón de hogares (';fuegos;')'""o.t li fra.<:lri r
fraudati".
182 Konrad Olbricht, "Die Vergrossládtenrng de ALendlanrles zu Reginn rlos rtrr.ir
sigjáhrigen-Kr.ieges", en Pet. Mit., 1939, p. 349, con bibliografía y ,.,uo
"i.,tn.
I,lvi<h.nrr.r
errores cn^las ci{ras y las ru.tas, v irdemás errores rnaterialeJ,
-1ot
S-¡-comparalnos así el núm,:ro de circunscripciones ¡dnlinistrativiis, v. inlttt.
cap' V, -n.
95: o si se compara Ios ¡cclutarnientos de sJrahis o de renrt'ros. S,,1,r,, ,,rt,, illlir,,,,
punto, Lubía en 1594 en .Anatolia -478,000 hogares sometidos al rcr:lr¡tlrnir.nto ¡rrnr lrrt
"ch.usmas", y 358,000 en Grecia, Alberi III, rt, p.4(12, llclaciirn d. ll¡¡lrrrr Zrnr,. llrrrr
indicación: Aviso de^C., 6^-26 de ft'h. de 1591,
^.
N. K. ló?5, l¡nl¡la .l',,- rrn nrill,',r¡ ,1,,
hogares: pero ¿en Crecia?
184 A ciegas. en l-o r¡ttc co¡lt:it t¡¡t: :¡l ¡¡¡¡¡lc rle -Afri¡,¿r ¡rro¡rirrrrrlrll rli.lro (¡r.r¡ r<.¡rit.
q_ue esta rttgión sr'.hallalru. ttr:tnorrlruncnlc rk.s¡,olrllrlu r,n li sigLr r,r), t,,rrr¡rr,l,, ¡,¡rrr
Iigi,pto las cifras tltl ¡rrittt:i¡ri.rrs- rL''l si¡¡Lr xr. (lilo J)llr(.( (.ll ,,,i ,,,i,*i,',,,,ri. lli,.l,,,,,l il
Qrrótirr, Ouitlr rn - Ori|a1.. ll|52, ¡r, li0ll (:1,:l;1.{)15). ¿Sr.r'i trn ¡rlrus¡¡ r,st¡rlrl,r.r.r l,;
fó_rnrr¡ln I')gi¡rto:- Afri¡'¡r rlr.'l Nr¡rt¡.?. lir¡ llt,ll), solrrrrntr'-¡rrrrr Ar¡ir.lirr, rrns r¡irr ¡,rrr,.l'rr
sólirlls, s. lrrrlrl¡t rlt' rIrs lttill,,tt,'* rl. ltrtlril¡tr¡1.r,, 1 rrr ,,,il,.rrl,r ¡,r,,¡,,,r', i,,r,,,1 ,1,,,iu,',,,,,,,,, i,,,
lrlncirilr lrtlrrl, (trlrr'¡rulllrr. rirro lrill,rrrr'., rlr.lrrrlril¡rrrlr.',. l',,r,1,,rr,,i1¡i,r,1.,,.r,.r, r'rr.,rr,ifr'¡r rlr tlttrlr¡r lrrillon¡c l,rt¡r lorl¡r,l Alri,r.r'lrlr.nlriorrrrl r.r¡ r.l xi¡l¡ rtt rr' r.",rr ¡.;il,rrl¡,
,r¡ lr rr iqil¡lr'.
378 DESTINOS COLECTIVOS
mucho más vasto que ahora. Para ponernos en la realidad, tendríamos
que imaginarnos una población tres o cuatro veces menos numerosa
qy: l3 actual y diluída en un espacio mucho más considerable t ;;difícil de recorrer.
En el Mediterráneo había entonces verdacleros desier.tos humanos.
con ayuda de la anormal concentración humana alaba., darrdo a la
población ese carácter de oasis,-que sigue sienclo uno cle los
'asgos
ca-
racterísticos del Mediterráneole5. Lagás y mares inhóspitos y ñostiles
y océanos desérticos, y a veces verdideios desiertos grand,íssirni ex-
tendíanse a través de los países mediterráneos. s,rs oriua., como las
coslas ma'inas, eran lugares privilegiados para los centros urbanos,
donde, antes de franqueal los grandes"obstáculos, el viaiero descansaba
p1ácidamente o' .por lo menos, tranquilamente en ros f'ond,uks. El ca-
tálogo de estas Arabias desoladas de todas las dimensiones que inter-
geptaban el- espacio
,y la vida en el Mediterráneo, sería interminable.
No.lejos del Ebro, de sus cultivos de regadío, de sus filas de árbolcs
y de sus laboriosos fe_llaln, se extiende iu
".t"pu ^i."robl"
que es cl
rasgo característico de Aragón, proyectando hasta el horizonte sus
monótonas extensiones de-brezos y-romerales. Francesco Guicciardini,
enviado por Florencia a la corte de Fernando el católico, marchó cn
la primavera de 1512 a través de ese ". . . pn"r" i.r"rti.ri*o n,,r
guale non si trova allogiamento alcuno, né si váde p", un urbore: mrr
tutto é pieno di rosmarini e salvie, per esser terra áridissima',.1e6 [,as
misrnas indicaciones encontramos en otros viaieros,
"o-o "l
venecian'
Navagero (1525).107 Un libro francés de l6j?,1r8';tisir;, .,E., Ar,,-
gón, cerca de los mo-ntes Pirineos, hemos andado jorn"adas enteras silr
encontrar un solo habitante." Y eso gue la más pobre de las regio'r.s
arai.o,1es,as
-porque lg.te."n- esto_ hay grados- no es ésta, sino ct
partúo de AJbarracín."" verdad de Aragón, verdad ibórica. R.r.r.'
observa que-España estaba poco cultivacla,lrorque estaba poco poblarlrr.
En Portugal u"--qr que la población va pérdiéndo a"n.;áoá a merri¡rrr
que se desciende hacia el sur, en las regiones cle Algarv", Át"-i.f, I
Norle en el siglo xv. R. Brrrnschwig. I, p. 267, ros .desiertos o' Siri¡. B.rerrr.t, ¡r. rrr)(16 de alrril de 1524, los,.B./1O_dei plirl.t'"L*'r1""ío.l-,'A.*. rr.'ia',")",r, tltt ltts ¡,,¡tes.'j_, Ij-pp. 312-3 (1548)": Boterl. p. s-s."-o piopóri.-¿""|^'r.";;";,;;"Nir.rrr.ir.r (j,.
ll" 5-1.^!7,..oi t^l,lt:: {l los desierro.s onJrlu"i. en l7ó?) i I}r.¡.¡¡¡,1,¡,, rl,. errir,is r{1. r,Los r(yes y la colonización interior rle Espnña lrs,l¡ cl ,icln ,,.i ul'^,..., li,,l,i,¡, ¡,t1,,1;March'Rlo;h. *f-es paysages agraires:
".rii ,it n,i,,. n,, ¡rrrirrt.,. r.rr ..ltt. ,l,lti.st. í,r¡t¡t. r,snr.. mayo de 1935. n. 4Z:.Arqrré. ¡r._ )22. Allritrc,.,,i:r. t,. in..'. '1,:i ',,.i,,.,,,,,i,,
rtr¡r. llr.r,r r1'olcrl6 p6¡ Ios "rn.ntes u ln*. i,r¡rnl,l*,i*",'i,,,r,,¡ri,:i,;"',r,,' ;i.,,i,,,i,,,
i.,;:"iüi,' rrv I, r.il.rlrpor F.^_Rorlríguez. N4arín. Qttijtttt. lV. 1,. ,lil,',il"Z.'
-r.rt-,
,4. .Sicglricrl, p. .l0fi, .lrrlr,s .Siolr, l,'t.¿,t(.1, t¡iiit,, ¡r¡r. l5r) sr.lf)li lir;rnccsco (lrrir.r.irrltlini._ I)i,t¡ttt _,1,,1.
t,i,,¡a¡ii,, i,:i''S¡,,,¡,rr,"¡,:j,,,.,.,,,.¡^. lr)ll1l, ¡r. Juotras nnot¡tliorrcs irnrilogrrs, ¡r¡r, 54, 55, 56.
lrlz lr. S v.
lll¡ ll)rrvity). f,r.s r..rlrrls. rtnltitt,t t,t ltittt.il¡ttttl¡,t tlu. ¡ttt,nlr, l,irríx, l6l,l. ¡r, 1,il.ll)o Ar,n, ¡r¡r, lll0 sr,
LAS ECONOI{IAS: LA MEDIDA DEL SIGLO :l?e
nJeira.2oo Don Quijote y Sancho peregrinan la mayor parte del ticm¡rrt
a través de caminos solitarios. . . Francia también tiene ios suyos. "l')tt
l)rovenza, los dominios asignados al hombre y los reservados a la lltt'
turaleza se distinguen claramente. Al hombre le pertenece una cuat'l¡t
¡rarte: los fondos de las depresiones del terreno, oasis de cosechas, rL:
olivares, de"viñedos y de cipreses de adorno; la naturaleza manda sollt'r:
Ias tres cuartas partes restantes del paisaje, masas rocosas de rrttlrtr
rojizo o gris plateado. ¡Cantad, cigarras, en los pinos! Este contraslt:,
¡ror sí solo, impone un orden inmutable e instala en sus lugarcs ¡rrtr'
rlcstinados al hombre dentro del marco de la naturrleza." to'
A medida que se va hacia cl sur o hacia el este, estos vacíos
lrurnanos van creciendo en inquietantes proporciones. Busbec se allriri
¡,uso hacia el Asia Menor a través de verdaderos desiertos.'t'' I.,cón cl
Aflicano, viniendo de Marruecos y antes de llegar a Tremecórt, ¿rtr¿r-
r csó el desierto de la Nfuluyart" donde las manadas de gacelas ltuían
rrntc lcs viajeros.
Porque, en ausencia del hombre, la vida animal bulle y hornri-
!-lu{'¿ s. estos territorios semidesiertos, y la omniprescncia tlr: t:sllt
lrurna exubcl'ante es el signo ostensible de que el hombre no tlotrtittlt
srrf icientemente el espacio terrestre. Se explica que en las moltt¿tñ¡rs
:¡lrr¡nden las fieras: en la Córcega del siglo xvt, para protegcr rt los
r.lraños, había c¡ue organizar inmensas batidas de jabalícs, tlc loltos
y rlc ciervos; la isla exportaba fieras para los cotos de citza tlt: tt:yt,s
] ¡rr'íncipes en el continénte.'ot En Asia Menor y en el norlc rk: Al','i,'rr
¡'ulrrlaban los chacales y las hienas. En Andalucía, para acotnt:lt:r tt
l,,s st:írores, los campesinos se avisaban unos a otros con grilos t¡ttr:
rrrrilitlran los aullidos del lobo.tou Diego Suárez, cle niito, ¡ritstot'r:itlnt
r,'lrrños en las marismas del sur espairol, despoblaclas por Iit ¡ririrlr:r'írt
l','r'lrcris;ca y por el temor a ella. En esos paíscs sernisalva.ics, l,,s l.'-
1,,'s rIcr'oraban los borricos de los in{eliccs J)astor(:s, (luo s(! irlcirrlrlrrr
,1,'l¡rs llcl'cdades sin que sus amos se apercibicscn.'"" I'lll r¡<rlrrlllr: rh:
l;i,;':,'lr:1,,1lT;];i::fl,,il'j:l"li,'l:il:,H;;:li,'*i";,;1,'llt;l',ii,l"li,'
.nlr';rl r.rr cl ¡rrr:sitlio tl<: [,lt Oolctit, cotttó r¡ur: str r:otn¡rirñr'r'o tlr: viit.ir:
ll{t.
( llllrr,'i,irr rl. lrt l,'tn¡t rl,.
3BO DESTINOS COLECTIVOS
había sido devorado por los leones.tot En el siglo xvl, los duars del
norte del África organizaban la defensa común contra los chacales por
medio de cercas de espinos.'uo [Iaedo apunta que en los alrededores
de Argel se daban grandes batidas de jabalíes. . ."0 La misma Italia,
prototipo de la riqueza del siglo xvt, estaba aún llena de desiertos,
de bosques infestaclos de bandidos y de fieras, muy abundantes en tiem'
po de Boccacio; "1 el cadáver de un personaje de Bandello
-un
al-
banés asesinado no sin sus motivos- es abandonado sin sepultura
cerca de Mantua a la voracidad de los perros y los lobos."' La guerra
de 15:68 a 1570 hizo surgir regiones desérticas en Cranada, ccrca de
Guadix, clonde la caza
-conejos,
Iiebres, perdices, "enormes manadas"
cle jabalíes y de corzos- pululaba en cantidades increíbles.t1B En la
Provenza abundaban ordinariamente la liebre, el conejo, el ciervo, el
jabalí y el corzo, que andaban "en bantladas", así como el zorro y
el lobo."n
Pero el privilegio de ser el gran mundo de la fauna a orillas
del mar, corre-*pondía al Islam; animales salvajes y domésticos st:
rnultiplicaban allí libremente. Ilusbec, este curioso viajero, se delci.
taba durante su estancia en Cotrstantinopla convirtiendo su casa en
parque zoológico.tt5 El vacío humano de los países del Islam explicn
la gran importancia de su ganaderiay, por tanto, de su fuerza militar,
poryo" lo que defendía a los Balcat"i y al norte de Africa de ln
liuropa cristiana, era, en primer término, la inmensidad de aquellnn
r:egiones, y también la profusión de caballos y cle camellos. Los cu-
rnellos, a la zaga de los turcos, dieron cima a la conquista de l¡ts
grancles planicies de la península de los Balcanes, desde Const¡tt¡-
tinopla hasta el reborde de las montañas dináricas al oeste, 1' por cl
norte, hasta Umbría. Los camellos abastecieron al ejército de Soli-
nrán el Magnífico delante de Viena, en 1529. Naves
o'especiales" (r:orr
"encierros" para el embarque de las bestias) tr:ansportaban sin rk's"
canso los camellos de Asia a Europa; este ajetreo formaba parlc rlrl
espectáculo del puerto de Constantinopla.2lo Sabemos tambión que lrrx
caravanas de camellos conquistaron las inmens¿s extensionr:s rlr.l
norte de Africa... Los caballos, los asnos y las mulas conllil¡r¡yr.r',,rr
de un modo muy principal a la conservación de los scnrkrros rk: l¡rn
Alonso de la Cueva a l-elipr: II, T,n Golt:ta, 16 dr: rrrlyo rL'15(rl, Sin¡. lir¡.4llfr
Botcro, I. p. l85. Nlcjor aun l). Sr¡ircz. ,11-r. 49, l-r0.
I>. 77.
I)aut¡¡trrti¡t ^ novcla Ill.
lll. ¡r. ltil7.
I'r'rlr¡',lr' lcrlirrrr, ¡r. l7!.
(,)rrir¡rrrrrr rh' lhrtttjctt, ¡r¡r. lllll, llll5, lll'fi, ltil.
I l. ¡r¡r. ll I ss.
llllorr, ¡'. lil5.
LAS ECONOI,{IAS: LA ¡{EDIDA Dt!I- SIGLO :lu
rrrontañas, en los Balcanes, Siria, Palesiina o de El Cairo a Jerus¿rlí,r¡,
(jomo pudo comprobarlo Belon du Mans.ttt
Frente a Europa, a lo largo de la frontera de Hungría, la frrr.r.zrr
rrrás poderosa del Islam era su maravillosa caballería, envitliarlir y
clogiada sin cesar por los cristianos. Cornparada con ella, oon su
ligereza, su rapidez y eficacia, cualquier otra caballería lesrrllrrlr¡r
¡rcsada. Tan conocida era esta riqueza, que cuando don Juan rlc Ar¡s-
tria trataba de deser¡rbarcar en Morea y en Albania, en diciernbrc rlc
1571, fué de opiniírn de que no había por qué ocuparse de los t:¿rlxr.
llos: bastaba con ilevar a bordo de la flota las sillas y los aparrr.i,,s
rrcs¡¡s¿¡i6., y suficiente dinero para complar los animales.2tu lln r,¿rr¡¡-
lrio, en la cristiandad, hasta en las regiones más famosas por srr
;irtnaclo caballar, como Nápoles y Andalucía, los caballos eran rarczÍrs
, cl1¡s¿1¡s¡¡6 cuidadas. Felipe II se reservaba la concesión o <k'nt:gu-
, ií¡n de los perrnisos para exportar caballos andaluces y examinaba J)(:r-
'orralmente los expedientes con esto relacionados.
Er, escnuso DEMocnÁFrco
l)r'r:íumos que, en el siglo Xvl, los países rnediterráneos estaban ¡ro<ur
¡,,,1'lados, que su población se hallaba diseminacla en un inrrrcnso
,' ¡rrr:io. Y no cabe duda de que estlr es verdad, aunque no <k,llirnros
l,,r'r¡¡irrnos por ello la impresión de que el hombre viviera allí "a sr¡s
,nr,'lrirs" en medio de una naturaleza más generosa l)or cl hcrlro rlc
rlrtt' slts frutos no tuvieran que repartirse entre dernasiatlas lurr,¿rs. No
lrir! (luc olvidar que los medios de transporte y los rccul'sos irl irrrcrr-
lr, i,,s gualdaban una propolción tan escasa como la rlc los h.rr¡lrr..s.
l,l [lt:rliterráneo soportaba, en efecto, cl rnáximum (l() srr clrr.gtr rh..
rrr,,;illif ica. 50 o 60 millones cle habitantcs era tc¡tlo lo quc, ir r,oslrr
,1,' ¡'r;rrrrlcs csfuerzos, eta capaz rlc alimentar esta rcgir'ur, J)ol r¡ruy J)iu'(,il
r¡rr,' lur¡i1-: la ración de sus habitantes. Iil clrarn¿ rnírs tcrr¡rz y rruis
nt lli,rso rlc los últimos citt<ruetrta años dt:l siglo xvt sigrrc sit'rrrl,r t.l ¡ir-
l;:,,',i1, I ,i;l'i,,il,'.1';l,,,,f ii[,,;]'1,*i",,.1.11:i!'Íl';,','fi:l:',i; ill'lll:.,ljl
,1,',,1,' lit sr.gunrla rnitatl rlcl s¡*¡,, *tu. I,ll ocr,irlcrrlr', r.l lrorrrlrrc (.(¡-
nrtt'trzrr ¡t lrn¡lltr tlc ttutrvo y r:otr rcrlolrl¿r<lo lr¡'ío rlcs¡rrri.s rlc los grirrrrlr.s
t'rlt¡t¡irs rlr: lit ¡rrrslr: n('Í{r'¿r, r¡rrc lrrrlrírt lirrr¡riirrlo lricrr r.l lclrcrro ¡lrlrt
lllr{r tt'ttov¡tr:iritt rlctrroglif icrt. l':l r:tccirrrictrlo rlrr l¡r ¡rolrllrrririrr r.r{
irrrr,'¡',rrlrlc rlrrsrlc t¡rr,rli¡trlos rlcl siEilo xv, r,s rlr:r:ir', t,rr¡rrrrlo r.l ocr,irlcrrlc
o¡tlr,,,l,'l lrttii,t rltitttttt ¡rolílilr,. r'r',,trritrrir',r y soci¿rl rlr: lrr ¡irr,'r'r'rr,l,t
ll,, | ,¡¡'¡¡ [¡,,".
''tt ll,itl.
t'l¡ 1,,,,¡tt,, Irrrr'rl lr l). lr¡rrt¡ ,l¡' Att,,llrr, 1,,,,i1¡r, I ,l, ,lr, rl,. llril, Silr, 1,,1. llll
382 DESTINOS COLECTIVOS
Este ascenso demográfico se mantiene en el Mediterráneo duran.
te todo el siglo xvl. Lo sabemos de manera precisa en lo que se rc-
f,iere a ltalia]y las pruebas nos las suministran lós rnagníficos trabajos
de Julius Beloch.
Sicilia, en 1501,21o contaba con una población de poco más tltr
600,000 habitantes; en 1548, eran 850,000; en 1570, sobrepasaban gl
millón; en 1583, se registran 1.010,000; en 1607, 1.100,000. La pr''
L¡lación de Sicilia permanece estacionaria durante el siglo xvII' y ('¡t
1713 se eleva a 1.143,000. La curva es análoga en lo que atañe nl
reino de Nápoles;"0 si nos atenemos a los censos españoles, calcula<l<ls
por hogares, se ve que Ia población es de 254,823 hogares (es decir,
-e. d"-1.000,000 cie habiiantes) en 1505; ile 315,990, en 1532; rlc
422,A80, en 1545; de 48I,345, en 1561; de 540,090, en 1595 (quc
es el censo más seguro de todos); la cifra desciende en 1648, tr
500,202,22r y en 1669 a 394,721.'To-anáo
como 100 la cifra de 1505, vemos que el índice rlo
población del reino pasa sucesivamente a I24 en 1532, a 164.9 er¡
isAS, a 187 en 1561 y a 2I2 en 1595, para bajar a 190 en 164ll
y * t'ss en 7669. con iespecto al medio-siglo qgg nos interesa (154,1'r.
iSlS¡, se acusa, pues, un cambio del índice de 164.9 al de 212, o sen
un aúmento de mbs del 28 /o, sin que se produzca un descenso demo.
gráfico hasta llegar el siglo xvII. En este siglo se registra un estun'
óamiento en Sicilia y un sensible decrecimiento en Nápoles: 190 r'n
t64B y 156 en 1669, lo que hace retroceder al reino hasta una si.
ruación inferior a la de 1545 (el índice baia de 165 a 156).
Florencia, sumando la población de la ciudad y la de su terrilo.
rio, pasa de S'gs,gt8 habitantes en 1551 a 648,798 en 1622'22" Va'
necia, incluyendo sus dominios en ltalia, acusa la misma progrcsión
de I.650,00b en 1548, a 1.850,000 en 7622.223
Estas cifras pueden parecer fastidiosas, con tanta mayor rnzón
cuanto que se parecen unas a otras y repiten las mismas verdadcs. Sin
embatgo, estaJverdades, esta gran inflación demográfica del siglo xvt,
no ,on."snficientemente conocidas. La historia general no nos tlicc lo
que pudo significar la duplicación
-por
lo menos- de la poblnr:ir'rn
e.n ciertas isLs y en los territorios meridionales de Italia. Arlvirtnn¡rlr
gue en Cerdeña la progresión fué sensiblemente la misrna qrte r:ll Si'
"ilia;
p"ro en éste, como en otros casos, sólo potl_emos apoy&rtlor'l otl
censos levantados con fines fiscales, censos in<:om¡rlelos y (loll ll¡l grnn
margcn de errores y dc frautles. Pero, a pesar <lc trllo, ttos rlltn ttlt¡
2lo f ¡¡li¡¡s Bcloclt, I)rir Rcriill':.rt ttrtg.. . , l' ¡r' 152'
22n Il)i(1., l. ,ltt.
:¡'Jl l,:¡lr.ucnlro l.sr: nrisr¡ro cctrro, Sirt. S. l', Nú¡rollx llfrll, ¡rrro fr',lrrtrlrl r'¡¡ lfiÍ¡1,
:::r'r .1. llr'l'¡r'h, I)ir llrt'itll'rtttrtg.,,, y, 7líl'
2ttt ll)í¿.
LAS ECONOMIAS: LA MEDIDA DEL SIGLO :lttll
idea bastante verosímil y aproximada del ascenso demográfico. l':l
censo de lB45 arrojó la cifra de 126,163 hogares; "n las tierras tlt: l¡r
Iglesia representaban 742 hogares, las de los feudos 17,43I, las rk:l
rey 7,990. El donatíao de 15,000 liras se reparte del siguiente morkr:
2,500 para las tierras eclesiásticas, 7,500 para las tierras seirorinlcs
y 5,000 para las tierras de la corona; no hay duda que la poblar,i,in
total era de cien mil habitantes y pico, correspondientes, sobrc ¡roco
rnás o menos, a la cifra de hogares indicada. El historiador sartlo (lr-
lridore nos habla de 150,000 habitantes en Córcega; el censo tlt:
16031225 con sus 66,769 hogares significó, evidentemente, un gran ¡u¡-
rnento, aunque para computar el núrnero de hogares por el de hahi.
lrrntes tomemos el coeficiente, rtuy bajo, de cuatro. Entre l4B5 y 1601|,
cl aumento del censo de población, suponiendo que los cálculos sean
r'actos, fué de unos 100,000 habitantes, lo que representaba una griln
'.llrecarga para la isla.
Ya hemos tenido ocasión de señalar cómo aumentó en ltalia la
, if i¿ de las poblaciones urbanas; tanto en las ciudades como cn los lr:-
rlilorios, las bajas importantes.de población no se producían antcs rlcl
'ii¡lo xvlt, salvo casos aislados acerca de los cuales encontrará cl lcclor
:rl¿¡rrna indicación en el capítulo V de la Primera Parte de esta obru.
¿Es ésta una verdad italiana solamente o puede aJrlicalsc lirlrr-
l,irirr al resto del Mediterráneo? El hecho de que el aumento sr: lrlyir
¡,r,,,lrrcido en una isla como Malta (25,000 habitantes en 1550, 27,0(10
, rr l,l>90, 41,000 en 1614,51,000 en l632),ttt
".
demasiado cs¡rrrr:íl'irro
r ( {)ncreto para que podamos atribuirle una significación gencral. l)c-
l', nr.s recordar tambión que, en 1557, una carta ofi<:ial tlcl (ionsr:io
,1,'l.s l)iez afirmó que la población de Candía había aumcnlarlr r¡rr¡-
,1r,,.'''7 Sin ernbargo, para poder aplicar la misma conclusirin al Mc-
rlrlcll'inr:o en conjunto, nccesitaríamos datos anírlogos a óstos, y llnos
r u;u¡los ccntenares de investigaciones es¡lecialcs cn los anllivos.
Nr¡ obstantc, tenemos ¡rruebas de que cn lis¡raña st: ¡rnrrlrrjo rrrr
¡ilrrr,lr: y llotlcroso aumcnlo tlcmogrírfico tlurarrte¡l si¡¡lo xvt, l,:l
lr.r'lr, st't'ít rnucho mírs cl¡tro ¡run si nris rlctt'nemrF¿r t'rirr¡¡inirr, ('ot¡
h,,nntrl lliiblcr, Alllcrt Oir¡rrrl y tl¡¡uttos otros hisloriitrlrlr,s, lts cxrr-
l','r,t,l¡rs cif'nts (luo so rlitll¡ttt rlc ll ¡rolllitción rlc l')s¡rañl r:rr liclrr¡ro rlt:
l,'', llr'1r's (iirtr'rlir:os, í:¡lor:u ('ll (lu('sr: ¡lrorlut,c r¡rr¡r illfl¿rci,'rrr ¡rrlrilrnlil¡
,1,' l,'g rrúr¡rct'os y rlt: los vttlol'r's. l'll ltscct¡so rlctnogt'írf i<ro rlc l')s¡rrrñrt
Itti't'ot¡liru¡rl rlur¡u¡lr: lorLl r'l siglo xvl. lílstl (,s nur':rl nr o¡lirriritr
"'t l.rrrtirlotr', Sltt¡itt tlrllu ptpllt:itutr rli Srtr,lr¡1nu, lr)02, ¡r. 12.
"¡i llt,l .. ¡r¡r. lr) y ll(1.
r''rl lL'L¡r lr, l. ¡r. l(rlr.
rlf llr¡¡rr., rrr¡'it/rrr y r.olrirr.lrron,l,. l,'o l)i,.2, (lrr¡rrlin, ll0 rL,rc¡rl. ¡lr, 1557 ((inIl
'l¡l I rr. . I ltllrr'. lluoll. n. I'lll¡. l. llll),
384 DESTINOS COLEC:'INOS
nersonal. Por otra pal'te' Ias cifras que nos propo-rciona el erudito
+",,ii;t;;i"r"l;"i"ttigrrtt con tocla'clariclad, en lo que respecta rl
período de 1530 a 1594.
POBLACIÓN DE LOS I'AISES DE ]-A CORONA DE CAS'TII'I'A
1530 1 594
LAS ECONOMÍAS: LA N{EDIDA D¡lt, SIGLO ril[,
habitantes; "3' y este descenso de población se acusa mucho mírs r.rr r,l
<rentro de la Península que en la periferia marítima.tot
Todo ello demuestra, sin lugar a dudas, que el número rlr.l hirlri-
tantes no aumenta en el Mediterráneo cristiano durante el siglo xvr.
N{enos todavía, cle seguro, de lo que inclican tan brutalmente lus r:illrrs
t¡ue hemos registrado. Ya lo decía Julius Beloch en un artículo l'r¡n-
rlamental prrblicado en 1900: estas cifras infiadas se deben, en ptlt(..
ru la política que suele -formar sus listas mirando hacia el porvoril y
l¡'atando de aumerrtar sus exigencias. Son también, sobre lor:kr lls lr'-
l¿tivas al siglo x¡II, consecuencia de un innegable perfeccionanriclllo
,lc los cen-qos.:'r Pero hechas estas reservas y aun aceptando quc lllr.s
('rrores exageran un Doco el ascenso demográfico del siglo xvr y rlis-
nrinuyen, en cambio, el descenso de población del xvrr, quedará sir.rn-
llte en pie la realitlad de que el período de 1500 a 1600 se car¿u:tr:r'izrt
¡ror la multiplicacií¡n de los hornbres. Signo cle juventud rlr: r'slos
rnundos que, según algunos, estaban declinando.'"5
La mayor incerticlumbre en nuestros cálculos emana, un{r (y.
nrír,., de los países del Isilam. Sin embargo, es posible pensar rlrrr: r.l
rcqtabiecimiento de la paz de los jeriftrtos en Marruecoso a partil rlr.
l5,i;0, y de la paz l.urca en el Mogr:eb central y oriental dcs¡r1r¿.r,¡,'
1i,90, produce tarnbién un aumento de población en el nortc tlr: Afli-
'ir, como consecuencia cle este Letol:no a una calma rclativa (si sr.
(
')rilr.)ara con las agitaciones y con las guerras rie la ¡lr:irnt,r.¿r rrrilirrl
,1,'l sielo x-I) y del aumento cle los tráficos con la <:ristialrrlir<1. Sirr
'li,']lo aumcnto, no habría podido brotar Argel como una r:iutlarl-[r,,rrg,'.
l,;r qlan ciudad de los corsarios no se erlgrandeci<'¡ -solanlt'nlrr r.rl rkrlri-
nrr'¡rto del Mcditel'ráneo occiclental: su suelte de¡rcndió r,n lnr,'lur Irrr.-
l,'rlc la r''itl¿ económica y de la lepoblar,ión dc sus [r:r'ritolios r',¡lin-
rl;rnlcs. Iln cualrto a ligipto, Siria y Asia menor, no oon()(:rrrnos lrris
l¡,,'lro r-r:r'elarloi' r¡uc la crnigración carn¡-resina y militul' [u<.r'¿ rL'l rsi¡r
rr{'n(}r" i)olo sus tlotalles sr¡n ur¿rl conocirlr¡s.
I'lrt r:uanlo a los I]¿rlcanos, l)or cl conlr¿rlio, rro sr'-r si lr¡rllr'ír,'r,rn-
I'r,'nrlirlo lrictt 1,,. rlrrlos 1' l¡rs rrl,'rl¡r,'i,rnt's rlc Ilrr*r.1r l¡rlrrr.r'.-"" , irrz-
i',,, 1,,,,'ellos, ¡xrlcr,,,,¡,í,, el tst.l'riltlili: r.r¡ro'inrcnl,,ilr,, lr,nif ilr¡r,irin,
,,1¡lt tt't,¿lltlt'izitciritl llr, l,ts sttt'1,,r ¡rt:ligrosatnt'nlr: itrrrr:tt¡tzirrl,,s ¡lor l;ts
."'ttil* tlt'lrts t'íos y tlc l,,s lrr11,,t. y l)()r'r:ottsigrricrrlr', ¡ror lir rrrirl¡rli¡r.
1," ¡lilír'il ts siltlitt'r'tt r'l ti,'ttr¡r,, r'slrt lololriz¿rcirir¡ rll li¡ro rrrrlrilivrr.
r,'t,'lrt,lt,t¡t rlcl ¡tt¡tl¡r'ttlo rlc lr¡s rllrrsirlirrlcs y rlr.l r:r'r'r'ir¡ritr¡lo rlc tttul
''t.t lltirl., l. 17l.
:':rlf Alfr.tl (ii¡¡rrrl. "1.¡r t,il,¡ll¡li,,rr,..", tttl. tit.
1':rr .1. ll' lr,, lr, "ltiI llr.rilll.r.illrtI..., írl r.it.. p. 'itfi.
:x¡ llitl., 'r r. ;(,t) i0, I r,,,l,rr. l,i,¡,,rrrir, l,lrrrl .1. llrrrrrilttit, tnt. rit., 1,, Iii; rrrlr¡r,
,{rrl,rlrrrirr, f¡r,. ,,¡rrrlr.rrrrrrn ¡1,' ll,trt¡ Iil), l1'r¡r¡, lt'l}ll, lt'lll lr'lr), lt''/¡', Ni,l¡¡r.ir,l ll., l¡t. ttt,,
r'1,1.'';t¡ (llt, r lr,. r.x¡r.r,r¡rll¡rr,rrlr, lr. ll'.1 r.
1541
83,440
29,126
43,749
31,398
37,1r7
122,9110
2t|.321
24,034
72,399
53,943
29"740
73,522
3l,73lr
24,46t)
63.684
32,763
43,i87
59,360
86,278
4r,230
1 33,I20
31,153
33.795
26.217
13.3r2
fr0.957
19.260
.33.341
80.357
34.319
35,167
4l,800
96,166
55.ó05
97.r 10
146 0tl
5r,352
17ó.708
37,756
41,413
37.901
;11"932
147 r49
28,470
65,;J6B
1r4.738
46.209
55,684
?1.904
Vt'r:inos
Hal;itantes
686.641
3.089.894
889.940
4.004,?30
1.340"320
6.031,4,!,0
Elnúmerodehabitantessecalcrtlasobreelíndicede-i'5;ladesignatióndetrtr¿;ir"s
corresponde a la nuestra de lngares'
Earl J. Hamilton adrnite, con respecto a- las ciudades castclltl'
nor, *
"r-ento
de uno a clos, y con- r€specto a la totalidad cle Espitñrr'
ffi" 1130 y 1594, un aumento del
-Ií/o'nB El reflujo se aotrsrl
marcaclament" u pultii-'d;-ii9¿ y, má! precisamente, despuós tltr lrr
i"rri¡f"'-"piá"-lo'¿" fSqg-1600,'que.loi historiadores cle la <lt'¡tt.''
Lrufiu deüerían tener muy en-cuenia'2tn Entre 1594 y 1694'' las tritt'
áuá". industriales J" n.pliiu llegar<-rn a perder hasta l¿ r¡rilatl tlt: str
ili;"tó";;i; ;-;";i"aoi ¿"t sigio x.r,rr, iegún tcstim.oni. tlt: l.s r',rtt'
iÁforanáos, Burgos qg"dn coñy91ido en una citrrlitrl e' r'rrirrrrs y
$;;;;il;;.ir, ¿"ri"rto.ár' En,r" 1600 y 1650, ¡,r,r'rliri cl 25(f, r¡'srrx
:J18 "'l'he rln:linc of s¡rrirt", urt. tit', Vlll, 2 rk: tttnytt tlt: lr)jll]' t'' 10()'
2',:1t I I)i¡., t. 177-
;t,).'li,:i,!¡',11. ,tli, -,.rrnr, Arrxi¡rrrr..."llint¡¡i¡¡' i'r''tt.,l. ltr ¡rt'r-¡'t'ti¡'" 1J rl. lrt'l'i'¡t'1"r"'
rl. l,l,'.r¡rr¡r,rr. ¡lr r,.,.i ir,, u,i,l,',",,rr litrur l'i,'. ¡"'1.. Vll'
38ó DESTINOS COLECTIVOS
población en alza. ¿cuándo -
se instalaron los colonos turcos del
i.i" rn"no, cerca de li,
"gtu.
bajas de Bulgaria? ¿-Puede hablarse de
un ascenso demográfico
"apoyadt-
en Ia- p-rosperidad de las tierras
;iliü"t* y "rnñr*ur;l 'rÁ trabajo-s de los historiadoreso tanto los
,"*J, "o*o
lo* ¿"-oitu"
'acionalidádes, ,no_
esclarecen e1 prob-lema,
;;;ilñ;t"ri. á" un aumenro general de la población balcánica al
istablecerse Ia paz turca es verosímil'
Todo indica, p;* q* ht'bo
""u
progresión demográfica en todo
el Mediterr¿n"o drr*rril il ,iglo xur, y^".p-"cialmente.entre los años de
.¡550
v 1600. grru ¡lp¿t"sis"cuadra'.ot gtutt cantidad de problemas
;1i"""1.;r"r""¡".i "f
,t'L-cot."gu,"' el de España, dondese intcnsifica
i;""*;lj";;;;,;'"i-.ritiuo dei íriso; el de Provenza, donde se des'
arrolla la importante cría clel ganádo porcino, y los de las innume-
rables bonificacio""u a" Itaiia
"y
de otias partes, sin contar la gran
crisis del trigo acaecida hacia fáOO y de 1a-cual nos ocuparemos más
adelante.
Ornl PnunBA: LAS EMIGRACIoNES
Si el Mediterráneo hubiera vivido de sí mismo, si no hubiera abierto
sus puertas po. ,oáJJ-pur,"r, especialmente por el oeste, sobre el
ertaiiri"o, hafría t"r,iáo'q"" ,_"rÑ"r por sus propios- medios el gratr
il;ü;; áJ *""¿""t"-dJ población; es decir, ie Lrabría visto obligadrr
a absorber
"l "r""*
de hombres, repartiéndolo a través de su espacio'
Át*" ¡; esto fué, por 1o demás, lo que sucedió'
'^-'-ü"u-pro"bu :ri-i""r" .r"""tutiu- de la superpoblación de l*
Eurona mediterrán""-fu
"""t"os
en las repetidas expulsiones de los
i;;i;:Hil'?;;i", det sigto Iy: -g,
r4e2 f,teron airoiados de cas-
iilü i; p;il;;ü" M93"¿" si"iliu, en 1509 de Nápoles y en t5e7.,
nor último. cle Mílán.t" De estos emigrantes involuntarioso los^más
ffi;#ü'r"r i r¿j".- ibé.i"o., llegaro-n Éasta Turquía, Salónica, Cons'
i;;""pü'y "t'.,ori"
l" Aftilu, á-otrde arraigaron. ¿Sería temerario
pensar, una vez -;;; il" en aqúellosPut:"tdemasiado p:blitl'.:Li::
sus recursos
-y
tai era el caio de la Península lbí'rica' en ttem¡rtr
á; b" E;)'.s Católicos- la religión era más bien el preterto rltttt
la verdacleru
"ur.u
de la perse"r.áón y de la mig.acirin'/ Es la r'is'
.u l"y d"1 nú-"ro
-qr",'
andando ei tiempo, se v'lvt'r'ía taml¡ii'rr
.orrtr"'lo. moriscos, en Ia España de Felipe III y'.tttíts t.artle' csta vr¡z
en Francia, contra'lo, protestantes-de la ó1,.,,'rr rlc l,r¡is Xlv, t:otttt'
hace ticmpo lo hizo notar Parist'l''""
:lilí V, I'lillr.lu I'itrtr'. r'ir¡'s. I V ll'
...r:r¡r,
l,'l '¡ ,1,. ,.,r,.,1i",i,.'ii;ril,',ll. s¡,il¡', r, ir',tt,iritr ¡¡'l rltlr'. ¡¡ lll rl'' 'r'l'r" lll rl.
rlir:.), rlr. Nri¡,.1.s,.', ri,i,)."r;i,",,,,,,i",t¡ r;¡,,ii,,,r,,i,' l'rt'l"t'i""'¡ ltlltt i'tli't' l'rrl'rrr'r' lTtll'
ir"t",r1li'tt,lil'*rt,
l)i,¡tt¡ r., /r.r r1Alirr.r ,lr l,tu,r,, ,,,,,, li¡i,lr.tir.ouillttun¡,.1,,r.. llt',2, l. iill¡
LAS ECONOMÍAS: LA MEDIDA DEL SIGLO :ltl7
Otra prueba de la superpoblación general del Mediterráneo so¡¡
l,rs diversos descensos en masa de la población de las regiones nrr)n-
trrñosas hacia las planicies y hacia las ciudades. . . Los múlti¡rlrs
,1,'s¡rlazamientos de los hombres de la cristiandad hacia las tierrus rk:l
lsl¿m tienen todos los caracteres de movimientos compensatorios. l,rr
, irrrlad de Argel, que creció
ooa
la americana", era, en realidad, rrrru
, irrrlad de inmigrantes. Paralelamente, se produce una continua t:nri.
¡',r':rción italiana que se desparrama hasta muy lejos, hacia el norlc
.nr'(|l)eo, los países islámicos y hasta las Indias, llevando a las nut:v¡rs
li.u'¿ts una mano de obra calificada de artesanos, artistas y mercark:-
rr'-. l'ln las postrimerías del siglo, sabemos que vivían en el Cercalrr¡
( )r¡r'rrtc de 4,000 a 5,000 familias venecianas.'no Aquí y allá, se pu(!-
,l''rr rlr:scubrir emigraciones semejantes; por ejemplo, la de los obreros
,1,' (,.rno que, a fines del siglo xvr, se establecen en Alemania y en
l,,rr*i,r;," o la de los peones agrícolas que en l5BZ se trasl¿tl¡rrr
'1,' l,i;4rrria a las planicies corsasrt*t o la de los técnicos,2t3 a quicnt,s
il,,. r'lr(:ontramos casi en todas partes, especialmente en Francia, inr-
¡l¡nrtiur(lo los procedimientos de fabricación de la península italianu,
¡r'r'lrrrtr: del arte de tejer la seda para hacer brocados de or(), o
1,,, r', r'r'los de la vidriería a la moda de Murano...'*' Inventores, rrr-
Ir"tir', r'rnrlcros y albañiles italianos esparcidos por todas las nrl¿rs rL:
Irr,,,¡,,r.''''' l)cro, ¿cómo hacer la lista de estas aventuras, a rnt:nrlrLr
trr,lrr rrlr¡rrlr:s'/ Se tiende tal vez con exceso a creer que esta emigrncirilr
,l, ,,rlr,l,rrl lro ¡rudo abarcar más que a un pequeño número <le gr:rrlcs.
l', r,, l,s ¡rcr¡rrr:ños núrmeros, sumados unos a otroso acaban forrn¡tnrlo
Fr'rrllr'' nulsits, ¡r,,r lo menos, medidas por la escala del siglo xvl.
l,,u llll).(XX) r's¡r;rñr,lcs21o que en esta época pasan de la ¡renínsult ¡r
l¡n trlrlr, rlc Ar¡rílrica constituyen una importantísima t:migrat:irin,
I ilt rr', r r)ils(.r.ur.t¡ci¿ls hallr:írn tle ser COnSiderableS.
l l , .r¡rílrtlo r¡ttt: ¡trcrrcrle srilo ¡rretcnde senlar unos cuanlos.irrlorrcs.
I l,r r t't,lrt,l, ¡rorlt íittttos ('nlr'('t(tlrcrnos clt revisar ;-ptra rr:rlur:irllr ¡t
'1" l,r , r¡¡rl n,¡ rlrri¡'rr. rltcit r¡ttr. lrt r.ift.tt ,t,, ,,.,, ,.*,,*,.r,,,,J
"ft ll,,r,llr li., ,1. ,/i llonro, lll()ll. lll, ll, ¡r¡r. l16-7.145-7, cit. ¡ror I,'trrfnrri. ¡r. 146.
"r'' ll,,¡1,¡¡',¡,, lt., l'tr lu st,ttiu lrllu ¡ntp<ittzittnc tlrllu Corsica,1840, 1,¡r. 66,67,71,
ll lt t , l ¡,lr l,rrrrlirrri, ¡r. 1.1(r,
'tf I r,rti I 1.. ,llril tlt'lltt trrnit.tt itulitntt, lt)lll.
"ll l,l, ,.rr lnAl¡rl,.rrrr; l,'rrrrfrrrri. ¡r. l4í.
¡li t¡r'l¡t¡ lrr rlir¡rlrririn il¿tlirrtrrt ¡t lltvrir rlr.l lrlttr,lo, r.lr,lnnr.rlr¡¡.tu¡rr.l¡l¡tr.ir'lt ittt¡,r"xn
t lltÉ,llld ',, l¡ ¡r'ltr¡ t¡t¡¡t irlt'¡t rlr' ¡t¡ r'rl¡'rtqiritr ¡,ot rlrrr crlrrrlios: t¡rrr¡ x¡rlrlr. ltt r.trri¡¡rrt,.iritt
pr,tr I t=1,,,r, r !', rn¡.,rlhr. Lli¡,,, li !r. it., lUll,l, y r.l otro It¡r.in (iin,.l'rn, v. l'¡rr.¡1, "lln
Ir¡,r r l,ltrrrr¡¡". li. tt. ilttlitnu. l(lll'.r. rrnrlro¡ l¡otrrlrlr'¡. l,'lrll¡r lrn,,r lo¡lo r¡r¡ r'¡lt¡rlio
pl'r* lr tsr¡lt,tir' l"r ,1, 'u'l,lrr¡l,r¡. Solr¡¡, r'l l,rrl,r'l ¡1,' l,,x (lr¡n¡¡rllri ! rl,. l,,n lrrrl¡ilru¡lrx rl¡.1
lrl,lr lrFÉlr', rl rl ¡rrlr',1,.1 l,n¡1,,,,t. ¡,1r"¡.rr'¡rcirin v¡¡,'iln,ln rlr.l. llrrr,klr¡nrlt. l)i¡
!¡c,i.r,tnr., ¡'¡, lt, i. ,,lrrr, !,,n irrp,,.r,r,,r,,u nrr¡rrilr,r l¡r¡ ilnlinnon, r'oil',illttrr r.l lltrltr.rr, vor--f¡tttr, r l"'r ' ¡, rr,¡,1,'. l,','trrr¡lrvnrrr. ll. llll (e¡¡l¡¡ .lr.rrr ll¡l¡tl¡lr, 'l'ollr,lIr),
'lá tl tlh, ll,t. l. /.., l'¡ lll, ¡'. '.'(l'r.
DESTINOS COLECTIVOS
slrs antiguas y verdacleras medidas- toda la historia del siglo xvr,
en todos y cada uno de sus aspectos. Pero, aun sin entretenernos en
los cletallós, ¿no es necesario
-medida
de medidas- dar una idea
de la potencia de los Estados, y especialmetrte de la fuerza de sus
ejércitós y de sus flotas? Así intentaremos hacerlo más aclelantr'.
Este capítulo no tiene más objeto ni otra pretensión que poner erl
gualdia al lector, recordarle unas cuantas verdades -simples y, silt
émbargo, desdeíradas, a pesar de que pesan mucho sobre todo eI cs-
pes"r de la historia y de la vida. l{o está de más pensar y comprendcr
que si tal o cual imperialismo se tletiene en su camino, ya sin alienlo,
sl tal o cual política se sale cle los estrechos moldes de lo real, si los
grandes cálculos políticos se desploman rl no se cumplen' es porqtlr'
esc¿|.sc¿r el trigo, porque las cosechas son inciertas, porque los tralls-
portes resultan difíciles y costosos, porque los hombres, y especilrl-
mente los mercenarios no siemprc abundan lo bastante? 0 porque tlllll
embarcación de diez a cincuenta toneladas tarda diez clías en ir rlr'
i{arsclla a Cónova. ¿Está de más saber en qué nivel tan modesto sr'
desenvut¡lve la vida de todos los días? ¿Imaginarse jurrto a los prínli-
pes, los ricos y los poderosos, a las clemás gentes, abrumadas a gitrl¡t
paso por su dura y miserable vida? to7
2a? !g[¡g¡ tomarse en cuenta otras nil metiidas, arlcnr¿is rlt lrrs r¡rtt: l¡trttrr¡s Iil¡1,1,'
Por ejcmplo, en cuanto a los muelles y embarcaderos dr: l,ls ¡rrrlos. l')rtttt: los ¡'ttltl,rr
sin ernbaicadero, citt:rnos a X{álaga (Sinl. lio. 164), I'rlclrrro, Nr'r¡,r'lls. llrtgtrsrt (l'ttlut.
p. f20), Génova'. ' Con frt-cuencia los putrrtos no ('r¿lll sittt' ¡'l't1;t*'- r'.lttr¡ ll¡tl¡ r'l¡¡llr'
i',rltro non ¡nanca che un polto", Botcro, I, ¡r.,t>. Otrtr nllrlirl¿t, r'l ,lili,il tl¡ttillritttlr, ¡ll
perióilicos, gacetus, lo que'hacía'qrrr: l,,i ri,,ii,,i,,, frrcst'rr rtt,r,tt,l,tílt' ,ttttls. l),' rr,¡rti rl
isomllro rie-F-resng Cnniyc (¡t. 160), ¡r¡lr: l¡ t'slrcr'lr¡r ¡lr'lcttr¡r ¡lc l,,* llrtt,lrrl¡r'los, rlottrl¡
los nlvíos plsalran al litrirri rli, r¡rro,rrrl¿r nrcrli¡r ltor¡t. l'lttt ttrr ¡ittttt lttio ltttsltt cl lntrrl¡int
la ¡rnja dc lirs yrrli.jas (ll¿rrrlr.llo, V, ¡,,lt:l).  ¡¡l lrtrl,, ¡ll r",lr, p.ttttt,l,. r'trrlrllcr!! r¡lrrr
llr
'lrgrrrrizrt,.i,ilr
rl¡r ¡lt llusl rll lll, rllui,¡ t'llllt' l¡¡s llrtll*l,ttt¡i,r ,l,' Vilr¡¡r v rlr' I'iu¡,rrlrn
((iorIrirr, X(,11. ¡'¡r, :'?,1 ll, l(, ,1,. ¡.tr,.r,, rll ll'lrlf. v Sill. 1,.,,., l5f¡i l. 5¡rr I'nrlr¡rtrl. lrt:
lrrrl.'( r' (lll. li, tt,j I¡,2í,tt llllrlilrrrtl. tltttlt'' lt, ilil. ¡rl lrrrrrlil¡"tl¡llhi' r'll l.ltlltt rlr'l ltttltiltt'¡tt
lil,r il,r ,l, f l.nr i I l¡rl,r't , L,t ll,,,l' t ní¡i ,ln tt'ir ¡ti" lr,
Cnpírur,o II
LAS ECONOMÍAS:
I.()S X,{ETALES PRECIOSOS, LAS MONEDAS Y LOS PRI.](]I0S
r¡rrr:a fué tan importante ni tan revolucionario como en el siglo xvl
, l ¡rapel de los metales preciosos en ia vida económica. Su histrrlirr
rlr¡rrrina toda la historia del l,Iediterráneo, la historia de sus monc(lirs,
¡l. sus precios, de sus economías, vinculadas las unas a las otras; nriis
,,,,n, la vida toda de este mar, cuyos destinos ha orientaclo.
I. EL MEDITERRÁNEO Y EL ORO DEL SUDAN
Las sartn¡.s DE METALES pREcrosos r{ACrA nL rrsrrt
;rrlrr l¡lr sencillo, al parecer, como la circulación cle los m(:talcs l)l.rl-
I r,, os cn el }fecliterráneo. Pasan los siglos sin que ella camlri<l rrirrllr,
l,'r l() rncnos en principio. De donde quiera que vcngan los rnclrrlr.s
¡'r,', iosr)s, según cl siglo cle que se trate: de las minas rle oro tlc llr
' ','¡;r
Stlvia, de los Alpes, de Cerdeña, de los lavarlr:r'os rlcl Sr¡rlrirr o
rl,' l"¡i,,t,i',, o hasta dc. Sofala a través del norte dc Africa y rlr: l,)gi¡rlr,¡
,1,'lrrs l¡rinas de plata de Schwaz, a un lado dcl vallc rlr:l lrrrr, rlr.
, r¡,, lrl r.rr IIungría, dc N{anzfcld en Sajonia, rlr: Kr¡trrr¡rl¡{'r.!-1 (,(.r.r.¡1
rl, l'r;rilrr, <lt: las minas <lt'l I',r'z Ocbirgc, cn Sitjonia;Io rk: l¿rs l¡¡irr¡r'.
,1, I rrcrt¡ Munrl<1, a l)¿u'til rk, los l)r'imct'()s años ¡¡l siglo rvr... l)r:
,1,,r¡,1. r¡rriclir (luc v(:¡r!{illr los rrrr:l¡rlcs ¡lrcr.iosos ril ¡rr.otrl() r:onr() r.1r-
lr¡rrr.rr lrr rirllil¿r rkl lir virlir rrrcrlitr:r'r'¡irrr:¿ro r.sliirr rlcslirurrl,,s ¡r lrli.
rr¡'nl;rl un¿r l)or'('nlte r:virsiírr¡ lrirciir cl r.slc. l,]rr cl r¡lirr rrgr.o, r.rr Sir.i¡r
,, ,'r ,'l l'igi¡rlr, t'l rrt¡tt'tcio l¡¡r'rlilllliinrro rrlro.irr sicrn¡rrc r¡n lr¡rlrrrr,.r,
rlr lr, tl¡rt io¡ 51'¡l¡¡ lrt¡ilittr lllgrrr llrrsl¡r r'l l'lrlt'clrlo Olir.rrlr', glrrcirrs rr l,,s
.t¡r rtlrlros,lt',,t,r y rlr'¡rlrtlrt rlttc sl itn¡r,,nc cn rlclt'ittrr.l¡lo rlr.stt ¡rrr,¡rirr
a¡¡lr',1¡¡¡¡¡'j¡¡. I l¡rsl¡r lr¡t ll,'¡irr,l,r ¡¡ ,1,','it,.r' r¡ttc tslir srrrr¡{t írr rlc rrrr.l¡rlr.s
lrr'r rr".5 lr;tlrírr rl,'*,,r'¡irrrrizrrrl' r'l lrn¡rct i,, r'onrrn.r lo cttrrl, ¡lililrlur.
I f'¡rr¡r.,,r¡r¡ í¡ltrruln i¡rrlir¡r,r,rr.ñ,, t:,ll:j ,1, Nll, ftr¡lrrrrritil l,:nt!'tú,. lt, l.
Braudel, El mediterráneo..., pp. 79-91 y 375-388.
Braudel, El mediterráneo..., pp. 79-91 y 375-388.
Braudel, El mediterráneo..., pp. 79-91 y 375-388.
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Braudel, El mediterráneo..., pp. 79-91 y 375-388.

  • 1. r'rr('{'iltrro. ll¡riollclirrr'r' rk'l lll<,rrurrrct¡1o (lolr[¿rlini t.rr lrr lrtrsílir'¿ rI S¿tr¡ ,nlolrir, rlc l)¿rrlu¿r. EL MEDITERRAIEO I.] I, MT]IDO MEDITERRAIEO en La época de f el,ípe Il por FERNAND BRAUDEL ?'raducción de M¡,nro MoNrrronre Tolnpo y WrilcEsr-eo Rocps I t t)1,, (itrt,'t'uttA 1,,(;oNÓMl(:A ll¡ixir:¡¡ lluctros Aitt.g l,'r )N I )r )
  • 2. t i EL MEDIO AMBIENTE or lo que las ciudades estimulan los trabajos de las planicies, sino ara satisfacer sus necesidades y las de sus exportaciones. De Brosses retende que, al prohibir la salida de granos en 1587, Roma mató I renacimiento de Ia Campagna _-que antes había organizado-. El echo es digno de mención, aunque no sea enteramente exacto y aun' ue la pobreza de esa planicie tenga su origen mis bien en los panJa' os y en el edicto de Sixto V. Porque cs evitlctrte que la vida de las lanicies, tan dirigida desde fuera, está sujeta a mil avatares. Lo que a podido decirse de los monocultivos coloni¿rlt:s, vale, aunque en renor escala, para estas zonas supuestamcntc plivilegiadas. Es un echo que la Andalucía vinícola y olivarcra carccía de trigo en el si' ;1o xvr, lo mismo que ia Aquitania vinícola cn el siglo XIII y' final- lente, que, sujetas también por toda una scria <lc ataduras de orden ocial, las planicies se organizan bajo un rógirnen de grandes pro- rietarios. Toda planicie ganada para los grandes cultivos acaba convirtién' Iose, por tanto, en una potencia económica y humana, en una fuer- a... Pero la ley es que no vive ni puede vivir y producir para sí risma, sino para el exterior. Y esto, que es la condición de su gran' leza, es también la causa de su dependencia y de sus miserias; así ,curría, al menos, en el siglo xvl, en que nadie estaba seguro de saber lónde podría comprar el pan de cada día. Cmírulo II EN EL CORAZÓN DEL MEDITERRAIIEO ESPACIOS LÍQUIDOS Y FRANJAS CONTINENTALES I. LAS LLANURAS LÍQUIDAS La NnvncecróN cosrERA Cara a la inmensidad del mar, las tierras ocupadas por el hombre en el siglo xvl no pasan, en realidad, de unas cuantas franjas estrechas, minúsculos puntos de apoyo. En enormes extensiones, el mar estaba tan vacío como el Sahara. Sólo se animaba a lo largo de sus costas. En esta época, navegar equivale, sobre poco más o menos, a seguir la costa, como en los albores de la marinería. Es "saltar de roca en !'oca", como los cangrejosrl rehuyendo la alta mar, Io que Belon du Mans llama las "campiñas del mar". Es, más exactamente, si nos atenemos a las cuentas de cocina presentadas ante los tribunales de justicia en 1592, con motivo de algún pleito, por el capitán de una nave ragusina, la Santa Maria Bonaaentura,2 comprar la mantequilla en Villefranche, el vinagre en Niza, el aceite y el tocino en Tolón. . . O bien, según un cronista portugués, pasar de una a otra hospedería rlel mar, comiendo en una y cenando en otra.B Thomé Cano decía de los italianos: "No son marineros de altura".a Así navegaban los príncipes y los grandes, saltando de una ciu. rlad del litoral a la siguiente, Io que servía de pretex$ara fiestas, 1 De Bisschop, Au deld tcs horizons lointains, I, París, 1939, p. 344. Cita las pnln- lrras de Cervantes: "navegando de tierra a tierra con intención de no engolfarnos". lf¿¡u¿rl¿s tiem.plarcs, I, 254. Se trata de un viaje de Génova a España. Ver la relación del via.ir: ,lr, ¡¡¡¿ ¡lou" cargada de tropas, de Es¡raña a Italia en 1572, Mcmorías del ca¡¡¡¡r,u, ,rrr. I 1l| ss. 2-{. rlc Rngusa, refrlrcncia cxacta cxtraviada. V. cn itincra¡io rle ]Jr:rtrtnrl rI: lu I}or- rk'ric, ¡r. ll, Illon (p. 85) pasa ton ccrco de la Punt¿r de Mngnesia "que lrrrbiúrnnros ¡rorlirkr tirrr r¡nn ¡rir:rlra rlcsrle ¡nrostro nuvío hastu l¿r tit:rrt". Nttvíos ¡rtisioncros rlr ln costl,.Sarrr..., ¡'¡r. ll|4, lllfi. 1r llnr¡os Asin, l)rc., I, lilr. XlV, ctp. XI (crlicirin A, Ilniño, ¡r. Ió0); "jttrrtnrrrlo crrr rrtr ¡rñtlo r, sr,rt¡lrlo ln¡ oulfo", 'l l)rr¡r¡iiio l'rrcx, Il. tlr ltrttl., lY, y, rlr gurrrtr ntrtrhtulr..., Srvillrr. l6ll. ¡r. lf l4,, 'l'lrrrrrrÉ l'.nnt, ,rlrlr puro lulttiutr.,. rtrro.r 5v, 'lt)
  • 3. EN EL CORAZÓN DEL MEDITERRANEO cn los puertos, a un servicio efectivo. No era éste, sin embargo, el <:aso cuando el duque de Mónaco y el de Saboya, poseedores ambos rle un pequeño trozo de la costa y, por ello mismoo tanto más ávidos de lucrarse con el abundante tráfico que pasa por delante de sus narices, rrlegan la pretensión de imponer un tributo a los navíos por el simple lrccho de costear sus playas. ¡Y ay del velero que tenga la desgracia .lc caer en las garras de sus galeras! t El tributo del 2 % d" los de Villefranche, sazonado por el mal humor francés, llegó a provocar, tn tiempo de Luis XIV, un enojcso incidente diplomático, aunque no i{r'¿rve, sí interminable. Nada indicaría mejor que esto hasta qué punto ,'l tráfico marítimo se ceñía a las costas del litoral mediterráneo. La ¡'osesión de los presidios de Talamone, Orbitello, Porto Ercole y S. Ste- lrrrro, a lo largo de la costa toscana, que le adjudicara Lapaz de Cateau- ( hrnbrésis, daba a Felipe II la posibilidad de interrumpir a su antojo l:r navegación entre Génova y Nápoles, comprometiendo así la libre , irr:rrlación marítimapor todo el circuito occidental.to Y ello nos ayuda ', ,',,rrrprender también la gran importancia de La Coleta, en el litoral ,1,' llcrbería. Bastaba con un pequeño punto de acecho para frustrar r' ('rrtorpecer la marcha de los navíos costeros. l)cro no debemos ver en esto, simplemente, un efecto de la tra- ,li, irirr y la rutina, aunque no desconozcamos la fuerza de estos fac- l,r.s. Si las prácticas de la navegación de altura no llegaron a penetrar ,'rr cl l'[ctliterráneo, no fué, evidentemente, como consecuencia de un irrlrrrlrli¡rllle atraso técnico. Los marinos que navegan por el Medite. rrrrrrco stllcn manejar el astrolabio tan bien como cualesquiera otros y ,'rrr¡rlcrrrr rk'srlc hace tiempo la aguja imantada. O, si no la emplean, ¡,,,rlr írrrr r.rrr¡rlt:arla. ¿Acaso no fueron los italianos los antecesores y rrrrr.rl lrs rkr los ibóricos en las rutas del Nuevo Mundo?11 Sabemos l¡rrrrlrii'rr (llr(!, ya en esta época, algunas naves mediterráneas -en Í tt¡t. l'lr. l:l'):1, liiguclr)'r ul rcy, ()irnova,30 de abr. dc 1563: cl tluque rlc l'lrilrnco lr,rl,lrr rlr lr r¡irlr¡ lrls "r'rlotchr¡rirres" r¡rrc vcnían tle Tortosa clrgarlos dr: lann ¡rorr¡rr,: r!¡, lr,rl'¡¡rn ¡,rr¡,rrrl,r r.l rlr.r.r.r,lrr¡ rlr: ¡rnsajo. f,as rncrr:anr:íts ilran dcstinarlas a corncrr:irilrtr.s r'.¡,rrir,,lrn,l,.l,Lrr,,r¡r.i¡r. l,il,lrrr¡rrr: ln.elcnrlí¡¡ quc su tlrivilr,qio r.¡l4lrr confir¡rrrrlo ¡ror l,rrl,,,, ' l. ,1. s., (irir'r.u, 1,. lU. S¡'tgrru, to-i.flq: ,'n,r g¡lóra Cl"nn captrrrri cn ln l¡lolr¡r rrr¡l¡r ¡l¡,llrirr.r,¡r (r¡r,1., lSflll). n trnn ¡llilln rlc lir ticrnr, lrnr,:rls cnrgu,los rlr: n,:r,ite, l¡,,r'l* rr,, lr,rl,i,rr¡ ¡,rr¡'ir,l, ,.1 rlr.rr.lr. rL: Vill.frnn¡:lrr. Solrrt: ¿:l rlc¡ccl¡o rle Villo- lrn',,1,, ,lr', ', r.rr"rt¡r lr l55tl, v. l,irr¡l lf¡rssolt, Ilistoirc ¿u. (Ttnnlcrc(... or¿ ¡r'ii sii'./,,. l'f i'1, '. llt,t,'tt, ,lu n¡¡t¡¡tt,ttt' uu. t'íii. sir',r'lr', ¡r¡'. lr):l-i|; (i, S, l'., Vll, ¡r. 229, !14 rlr' lrrrrll rl¡r lll¡ll. . ltu | r¡ arrlrt ¡r,nlriritt rlr' I'iontlril¡o lst: snlrr: r¡rrr: Itiorrrlrino, r.sltrto scñorinl inrL.p,.n. rllr¡1,, lrr,, ,, rl,rrl,r ¡,r,r (i'rnrr. ¡lr. llrirlicis ,1,. l5,ifl n l5s?) sr: r.onsirL,rrlrn (.onrl i.rlrnz *lÉ l"l!rl','r lr ttrtr'r'y,r, iritr ¡l¡ llrrli¡r. l']s vcrrl¡rrl r¡rtr. Itiorrrlrino, r,lr r,l r'¡rso rlc r¡rrr: (lí.rrovrr ?Erdlrdte rt l'i"¡,rtrr, r,¡r r'l tirti¡¡¡ l)¡r.rlrI lt¡rl¡r rl¡ rr.lrr¡i¡irr ¡rrt¡.l,is¡r¡ñrr ¡ ltl¡li¡r; l,i¡¡ll¡ ¡¡o fll tttr lrttrrr ¡rrtr rl,. llirtnro t.tn "l,rrr'o crr¡rrrz" (lrrsllr¡r.r.ir'rrr rlr: .1. rlr, Vlgrr n l'r.rl¡rr rlo Ill¡rtlrtn, llrr.' lrl'r ll. ¡r. llilll, nr'¡rt. 15,15). Sr¡lur. I'ior¡rlrirro, Ar, h, llirt. N¡¡r:io¡¡r¡1, Mn. dtttl, ft' rln , rlrrlily,r '.,/lrl: r.lror¡rrr. rl'r' lilrr,illI(.ir'rn. ll I'lrr¡rrl".rp, !h¡ '/,tit¡iltrr ,lrr !,'uggrr.llq rrl,. I, lt'/lt; I'nrrl llrrrr, ll'dtgrsrhirhr Qtl| lltt¡1,n,.,r. ¡r¡' I'l'¡lill, 8l BO EL J{EDIO AMBIENTE {rancac}relas, visitas, recepciones y descansos, mientras tomaba su carga eI navío o se aguardaba a que mejorase el tiempo.' -Así navega' ban-también las flotai de guerra, que no entraban en batalla sino a ia vista de la costa.6 cuando hojeamos los cuaclernos de navegación o aquellos Arti di nüaigare, que no son, desde la primera página hasta la última, otr-a cosa que descripciones tle l9s litorales, una sucesión de discorsí sobre los accidentes- costeros tlel rnar Interior, la palabra que lros viene a los iabios es ésta: cabotaje. ^ Sólo en circunstancias excepcionales perclía tle vista la costa el navío: cuanao las corrientes o los vientgs lo empujaban mar aden- tro, o cuando seguía uno de los tres o cuatro tlcL'roteros en lítrea I'ecta' conocidos y practicados desde hacía largo ticm¡ro. tJnas veces, de Es- paña a Italia por las Baleares y el sur de Ccrdcira, lo que solía llamarse ¿,nuu"gu, pof las islas"; otras veces, ganando rlirectamente las costas de Siria d-esde los estrechos de Mesina o de Malta, por el cabo N{a- tapán, el sur de Candía y Chipre; ? otras, cn fin, -navegando directa' mlnte de Rodas a Alejandría de Egipto, viaje rápido cuando soplaban vientos favorabless y "qr" los barcóJ seguían ya desde la época hele- nística. En 1550, Éelón du Mans navegó así de Rodas a Alejandría, por la mar abierta, "en línea recta". ¿Pero sgn éstas, en realidad, verdaderas travesías de alta mar? ¿Puede decirse que sea' en rigor, un gran crucero navegar de una isla a otra, buscando, en el sentido de los paralelos, abrigo contra los vientos del norte o aprovechándose, en el sóntido de los meridianos, en el derrotero de Rodas'Alejandría, conocidísimo y además bastante corto' de los vientos que soplan ora del septentrión ora del mediodía? Esta misma hazaia se repetía' -a veces, en trayectos más pequeílos, para pasar de una costa a la de enfrente. Los barcos, en el Mediterráneo, se pegan tanto a la costa, que casi podríamos decir que la navegación marítima, por estas rutas' tiene mucho de navegación fluvial. Tan pronto como una embarcación cualquiera aparece en uno de los puntos de la costa, las autoritlatlt,s riberéñas se presentan, exigienclo el pago de los derechos de portaz¡¡o.. Podría pasar esto de reclamar la tasa de un derecho que correspontlr', s Cf. el viaje de los archiduques Ernesto y Rodolfo (Mayer J,oewenschwt,rrlt l'1.. [)ar lu.lenthalt der Erzherzdgc R. tind E. in. Spanien,'1564')571, Viena, 1927), o r'l rh'l r¿rrrlc¡r¿r1 (ianrilo Rorghese (l{orel Fatio, España cn los siglos xui y xui.i, Irtr. 160-()), rlrtr' r'¡r .l59,'l sr: rleticnr: así en Liornr, Savona, I'alamós y Rartelonrt, "r'osliggianrkr lrt Iivir'¡¡¡ rli ( iirlulognn". {i l,ri l,r¡vqs¿r, l,r'pirrrto... Ilorrgrrr,, Alnrkir y'l'rtfalgar. 'l'¡lnl,ií'n clt rrr¡r,slrrrq rli¡rr st' ¡ricrrlc ltt ¡lttcrrtt t'lt lrtt'tlirl tlt: los ot titltos. ll. f,rt llrrryi'r'<', l,t: tlrttrrtt tlu l'tt' rli', tt lttt]'l',,,,1 [lrrsson, lli.¡lt,irt' t!tt rr]nun!'ttt, lrtrnr.'rtis tl¡tt¡s lt' Ltt,tt¡¡l ¡trt rlii rii',/,', ¡,¡,. 4lli ll. l'l', l¡r ¡trrlilittlt tttl¡t lttrt¡st'llt's¡t, ¡t¡lr ltt ¡lil¡lttr, i¡l tlr' ¡lrrr., r'tt ¡l si¡1lo l.lll, tollllllclll¡ ¡¡ lrr¡rr.¡r, ¡¡inlr.rr,,lr.rr¡nir,* llr'¡lrrl,lrrr ¡t Sirirt lr ¡rrttlir rlr'lllrirrlr, ¡ilt lt¡tlt't r'¡,ltl¡to. h lk Lrrr, ¡,¡r. lll r. rr.
  • 4. 82 EL MEDIO AMBIENTE España las llaman "levantinas"- hacen todos los años la travesía del mar Interior a Londres o Ambcres. No ignoran, por tanto, el Océano. Por último, ¿.no hubo navíos mediterráneos que ganaron en derrotero directo las costas del Nrrcvo Munrlo, como aquella Pelerine de Marsella que, en 15.31, tocír cl llrasil y rcgresti, sicnclo apresada, a la postre, en aguas de Málaga por barcos Jrortugucses? 12 lin 1610, dos naves toscanas desembarcaron en Liorna cargamentos embarcados directa- mente en las Indias. . . 13 Y los navíos ragusinos doblaron el Cabo de Buena Esperanza, poco despuós de habcr coronado esta hazaña Vasco de Gama.ln No; si el Mediterráneo no ha rcnunciatlo a sus antiguos métodos de navegación, prescindiendo de las travesías directas de que hemos hablado, es porque este sistema de navegación le conviene y respon' de a los compartimentos que forman sus cucncas. En efecto: ¿1cómo navegar en el Mediterráneo sin tropezar con tierras aún muy aleja- das las unas de las otras? Y esta navegacirin, no cabe duda, tie' ne sus ventajas: la costa, que jamás se pierde de vista, es el mejor de los hilos conductores, la mejor de las brújulas. Orienta la nave' gación. Aunque sea baja, es un abrigo contra los fuertes vientos pron- tos siempre a desencadenarse, especialmente contra los que soplan de tierra. Así, cuando en el golfo de Lyon sopla el mistral -viento cuya mala reputación ya registra Cervsntes-, lo mejor sigue siendo toda- vía hoy acercarse a la costa lo más posible para navegar por la estre' cha vía de agua menos agitada cercana a las playas. En su Atlaso registra Schrader que, en el Mediterráneo, pululan más que en cual' quier otro mar, las barcas y los pequeños veleros, ernbarcaciones que navegan a lo largo de la costa, mientras que sólo los grandes navíos se aventuran a salir al mar abierto. La observación data de 1889. Re' cordemos también que la 'oaguja imantada" entra tarde y mal en la vida dcl Mediterráneo. En 1538, a diferencia de las galeras de Es' paña, las de Francia no la emplean aún.15 Repetimos que nada les irnpedía usarla. Pero en el Mediterráneo del siglo xvt, ¿se necesitaba acaso este instrumento? 12 Gaffarel, Histoíre du BrésíI franqaís, pp. 100-1. 13Mediceo 2079, fs.337 y 365. Las naves eran italianas, probablementc. Vinie directo del Brasil a Liorna; pero parece que de una nave portugucsa, Mcdicco 2080, 29 de nov. de 1581. 1a Cvijic, p. 377. 15 Potit, ÁruIré Doría..., p. 175. Relon dice con razón, p. 92: "Los ntttigttos lt'ní¡tn más rlifjcultarlcs crr su nlvcgación quc nosotros hoy, cn l¿r ntrt'stra.. . Y cnsi ltttttt tt ¡tt'rtlítttt dc vist¡r ]u tir:rrn. 1lls nlrorn, r¡uc lorh cl rntt¡rrlr¡ ,',lr,,r:t: ll virttttl tltr lrt ¡ticrlrn rl,' irrrr:trr, lu nnvr:gnr;iirn cs fúcil." Y sr'ñnln r.l rrso <¡rrc Lrs colsnrios ltur'íun rlc lt ttgrtirr ir¡trtt¡l¡¡rlrt. l¡ero, jrrslnnrtnlr., los r.orsrtrios lr.nínn rrr.r'r'sirlnrl rlr rrrrvcgrrr cn r¡lltt nr¡rr y prlr lrnvr'¡l¡r lnrglx. ¿, 1,n lrrírjrrl¡ llcgir r|: (llrinr nl Mt'rlil'rlirt'o t'rr t'l ri¡¡lo xtt'/ No xc rnltn, tlo r('llllllr. EN EL CORAZÓN DEL TIEDITERRANEO Seguir la línea de la costa, entonces, no era solamente una ga- nrntía contra los elementos. El puerto próximo era un refugio contra ll furia del mar, pero también contra el corsario. En caso extremo, ¡,odía incluso vararse el navío en una playa o estrellarlo contra la r:osta, donde, ya en tierra, era posible salvar la carga. Tavernier, en 1654, escapó de la persecución de un corsario en el golfo de Hyéres; v hasta tuvo la suerte de que el navío saliese indemne de la aventura. Esta navegación de cabotaje permite, además, sacar el mejor ¡rroducto del flete. Multiplica la ocasión de comerciaro de aprovechar- lr: rle las diferencias de precios. No olvidemos que cada marinoo des- ,k: cl pinche al capitáno lleva a bordo su lote de mercaderías. Ade- rr,,lls, los mercaderes, o cuando menos sus representantes, viajan con r,r¡s fardos. La travesía, que podía durar algunas semanas o algunos r;r'sos, era, de puerto en puerto, una serie ininterrumpida de compras, '('nt¿rs y trueques, entrelazados en un complicado circuito. Y, en el in. lcrvrrl.l, el cargamento cambiaba a menudo de naturaleza. Se com. ¡,r'rrlrir y se revendía teniendo en cuenta que el barco iba a tocar en tal ,, r'rral puerto: Liorna, Génova o Venecia, donde podrían cambiarse lrrs cs¡rccias, el cuero o el coral por dinero contante. Sólo los grandes r;¡rr íos t:specializados, portaclores de sal o de trigo, presentan cierta :,,'urr'.iiurza con nuestros barcos de hoy y navegan directamente con su ('¡ulliun(:nto hasta el puerto de destino. Los otros tenían algo de bazares ,'rulrrrlirnlcs: las múItiples escalas eran otras tantas ocasiones de efec- tr¡rrl rlislinlas transacciones comerciales, sin contar con los demás pla- ( r'r'r,n rluc lrrindaba al navegante la tierra firme. Sirr contar, además, con las ventajas de fácil reavituallamiento rlr rír'r'r'r's, ¿rÍlua y hasta madera; reavituallamiento casi cotidiano y l¡rrrlo ¡r¡is lrc<rcsario cuanto que los barcos eran de poco tonelaje y ,¡ttr. l,,s vívcrt:s, incluso el agua potable, se corrompen rápidamente rl,,,r'rl,r. l,¡rs naves deteníanse, pues, frecuentemente, para "hacer ,r¡.ur(l¡r'.rr colno tli<:e Rabelais. Sabemos que a lo largo de las rutts llu¡.stlr.s lirs r¡uc trazó Roma en los países de occidente-, cadc ;':;i'1,, :;il, ll,,ll;lilI.T,illi,,l1,.',-Jill* J':J:Jff i"3""lJll::oii; l,rr¡1,r rlr. lrrs rttlits <lcl rnar: los pucrtos están a una jornacla tlc ntvc- ¡,rr.irirr rtt¡r¡s rk: olt'os. Iiucra rle la <lestlnllot:adura rle los r'íos, r:nsi !t'rrlrrr olrrl nrírl¡rs ¡ror lns rrr(rn¡ls, se r¡tilizallan para fonrlcar l¡rs nllrrts ll,, l,,n ¡t,,,11,,s. l')trlnr cllrts, ltr c¡¡sla ¡ll){lr(xr(} rnrt<:ltas vcces dcsicrt¿r.rtr l'ln lrl lll,¡r'rr¡rr i.rrlr ¡ll l)r llirr,lro¡r, ¡r. lll|2, rrolrrc ln r.r¡rln ririrln rlr. ln l'l"pnñrr tnr.rli. Itttrilrr N',t¡r ¡lr.5rr'¡'lrilrl (¡r. lllt)), rolrrt l;rx cosl¡ts ítri¡lns v n lr¡t'¡lurlo rlt'¡icllnx rl¡l ff r,lttr r r,rr,,,, Arr¡il,,gn¡ ¡,lr¡r.r'vn,,ir¡rrr.¡ rh. ll,.,.,rrtly, Onltrt r! nilt,il I'l,lsp,t,gnr, l9ii4, ¡ lJ,l, rn rrnllnntrE rlr.Lilínrrlltox nr) ñ(,(.nclt('nlr¡rtt cit¡rl¡trlcx Iri ¡nrlrlox. (ir¡ln¡ rla. l¡llre, t lnrrrlri¡"r¡ Eirr nlrri¡ro. I'ol njntrt¡rlo. ltr coxtn,lc l,lr¡rrrñn, rlr.l lrtlro rl¡ Itltlnr ¡rl |'rl,r, ,l,".rlr'¡r ¡ ¡¡r.r'r rlr. tr,f ttgioe, ottlro V¡tl,'rr, ilr y Alilrrrrlr, lnÍtñ rllrd r:r¡t¡lln lo¡ vi¡nlor B3
  • 5. f EL MEDIO AMBIENTE ostas de regiones poco pobladas como las del norte de Africa, Egipto , Túnez, eñcontrarno. .ott frecuencia un puerto, pullo de reunión Ie barcos y cle pescadores, con slr- indispensable muelle de atraque, i;;;" lroy^ btoio,lo "n .,rá inmerliacio'e.s ciuda¿ algu-na, tierra aden' ro. -prueüa, si fucse necesaria, de quc las funciones cle un puerto no iiempre bastan para crear una ciutlatl' Los lr,lnns ANcosros' B^slts I)E LA IflsroRIA El Mediterráneo no es un mar, sino una succsir'rn de llanuras líquidas lomunicadas entre sí por puertos más o menos ¡¡ran-des. Así se indi' vidualizan, en las dos'grairdes cuencas dcl oestc y del este del Medi- terráneo, entre las diveisas avanzadas tle las tnasas continentales, toda u.ra seril de mares angostos, de narrow-sr:¡ls. Catla uno de estos mun' dos particulares tiene"sus características, sus tipos de balcos y de costumbres, sus propias leyes históricas; Y, Por regla general, los más angostos son los-mái ricoi en significación y en valor histórico, como si il hombre se hubiese posesionado ante todo de los Mediterráneos de dimensiones restringidas. Estos pequeítos mares siguen llevando hoy en día su vida local, cada uno de ellos, tanto más pintorescos cuanto -é;o. se conserva en ellos el empleo--de los viejos veleros de carga y ,le ia. arcaicas barcas de pescadores.t? Ahí tenemos, _en Sfax, el mar de los Sirteso el mar sahéiico, con sus mahonas de velas triangulares, las barcas de los pescadores áe esponja, los Karnaki, armados por los djerbianos y los klrkenianos qr," piu.ii.an la pesca con tridente. Duda ,rno, ui"rrdá este espectá"ulo, qn" vivamos er los tiempos_modernos.t8 se íos antoja doblar el cabo de Malea en-compañía de Teófilo Gau' tier y entrar en el archipiélago con sus-islas y:u.s,agYas tranquilas; de pronto, 'oel horizonte ie pu"ebla de velas; los brícks, las goletas, la.s "urib"lur, Ios balandro. .ni"un el agua azul en todas direcciones..." fuf "., todavía hoy, el privilegio y eisortilegio de los mares angostos.le La supervivencia de estas viejas formas de tra_nsporte' tan tenaces' de estás circuitos recorridos sin cesar a lo largo de tantos siglos, plan- tea todo un problema. Sus cortas travesías, sus cargamentos de flete . menuclo, les confieren importancia hoy como ayer, y el círculo estre- d" ,'"rr" (l^t*ctíons, na 345, p. 90. .En rotla la costa española del Mediterráneo no tr.v""iujieJ nutu.ol "ontro los-vientns (lbíd., p.1). Costas montañosas y desnudas de I'r'r,vtnzir, Bor¡ehe, Chorographie, p' 18.- ^' ii i,,,* t,,ii.,.,i*'rn,,lti"nll,.ns'y empavcsa,los del Egeo (Helwig. Braconnícrs de Ia ntcr tn otir,l.l|,¡ ,,r1.. L.ilrz.it¡,'iqa:, í. 13,fi. En r:l mar dc las Baleartis, aun hoy dí4, las finns ¡,.olclr< ¡rrttlttrl,,rrts tl,' ttttrtttritrs, Ilncorrly, ¡,. I?9. i| J,,lll:l;,'lii'll:'i,',,1,,,,1,1),,,,,t,..¡,. j6. v,.r r.l r.s¡,r.r.rir.rrl. nr.r,¡.1_rrr.l ¡.rur.rr' rrr. c¡rv^lr^ (l1, N. f,rrrrrr/lt ,li" 5t,,,it',,,,, ir'"iri'o lltrr. K- 7,. 16 Vll,l9ll): Ios vt'lt'rt'r t'nrgtttlt'r tlo i;i;;,;;, ;i.' ,;;.;it,;;;,r", ,1,,-",ilnu,ur"* .",',,r... l,n nri*n¡r irrr¡rlcriírn trrvo cn cl l'l¡1c' ttrr llr¡41/,r lrr ll,l'1.,. EN EL CORAZÓN DEL MEDITERRANEO 85 cho y familiar que los rodea, les proporciona seguridad. Las dificul- tades comenzarianpara estas embarcaciones en las largas travesías, si se viesen- obligadas a abandonar su cuenca natal, a dóblar los peiigro. sos cabos. "Qulen dobla el cabo de Malea -dice un proverbio giie. go- debe olvidarse de su patri a. . ." 20 - Se ccncibe que, con las rutas marinas que los unen y permiten las grandes travesías, estos espacios limitadoi revistan uná gran im- portancia humana. En el siglo xvr son, desde luego, mucho *ás im. portantes que los dos anchos sectores del mar Jónico, al este, y de ese mar occidental inscrito entre las islas de Córcega, Cerdeñao Europa y Africa. uno y otro (sobre todo el primero) soñ verdad"tor suhurut marítimos que el comercio sortea casi siempre, o sólo surca por azar y' sin detenerse. La vida marina del Mediterráneo hay que buscarla, pues, en la ¡reriferia de estos dos amplios espacios, hosiiles por su masa: en la rirbita de los mares angostos que se suceden de un extremo a otro del Mediterráneo. Al este, el mar Negro, que sólo a medias es un mar Mediterráneo; el mar Egeo o del Archipiélago (en el siglo xvr se le rlcsignaba con el vocablo italiano Arcipelago, predominanle incluso er¡ francés; por último, el Adriático. En-el céntro, los mares enclavadog cntre Africa y Siciliao que no tienen nombre propio. Al oeste del ri. rren_o, mar italiano por excelencia, "el mar etiusco", entre las islas de sicilia, cerdeña y c6rcega, y la costa occidental de Italia. Finalmen. le, en el extremo oeste, entre el sur de España y la cercana Africa, rrn mar también sin nombre: ese mar de la "Manga mediterráne&" que.puede deslindarse hacia el este por una línea {ue iría del cabo Matifú, cerca de Argel, hasta el cabo-de la Nao, no lejos de valencia. I'or el estrecho de Gibraltar este mar sale a un Mediteiráneo oceánico, lntccámara del verdadero Atlántico, entre el viejo mundo y las islas, ,,s.alas en la travesía de las Américas: las Azorls, Maderá y las ca- llarias. . . Aun cabría distinguir en el interior de estos mismos mares islo. t.s ¡¡¡¡,. pequeños: no hay un golfo en el Mediterránp que no sea ur¡a ¡r.lria y represente, por sí solo, un mundo muyYó-plicado.ll l,ns (:ucnoíls marítima_s quc acabamos de enumerar forman, pues, uni<la<I_.s rt'irkrs y vivas. Y cada una de ellas es una vasta e importantc rcgir'rrr ,[' historia coherente. 10 'l'lronrnz.i, II. fu la Naúgation, ¡t, 25, "ll l'trln.tlcrt'ri¡r.iottt'x ¡,ttrliculnrr:r,'<:f, gol¡re lo l¡nhf¡ rte Nirpolta, Inslrlt:tiotts Nu¡- lrtü.'r, i¡o lt(rtl, p. lill, ¡r¡Lrrj rl ¡1olf' dr: Vr¡h¡ c'n ¡u¡ i¡lt¡ innr¡,n¡rnlil,,,,, ilii*i¡,"1,, ii,,¡¡ilrr¡ rl .grrlfo rln (.)rrnrrrrrr, I lor.hlrohler, /lir. fi rjsl¡r¡ lrr Áltiu il: Kul'tit:it,lti;,ir: u;,ill tt tv htlttlr.rt'irh, O, 2., Irtilll, ¡r. I,l?.
  • 6. EL MEDIO AMBIENTB Er. uen Nr:cnoo AVANzADA pn CoNsr¡NTINoPLA ,l mar Negro, eI Mare Magg-iore -d'e.los italian-os' es un mar excén- .ico con relación "I ;;;;;eel Meiliterráneo. Lejano co.mo meta de aves¿ción. se halla cercado por una masa clc rc.gitnes,adustas-(salvo di;';;;*"ii"".1,-" f; e* bárbaras.y b'r.trar.izadas. Poderosas ;:;;il'i;'iir"".á!ir po, "i sur y por cl estt', rtt.rtrañas adustas en' ;;^i;;^q";-.á obr"., p"iá ,r"¡"josaáet.,te l.s caminos que de Persia, Irmenia y la Mesopotamia conducen a la gratt cstación' de Trebi' onda. Al norte, ""t;;;li;, ," ""ti""a"n lal i'mensas planicies de tusia, zona de tránsitál á" "otnudismo por cxt:t'lcncia' en las que los árraros de Crimea ;;"1.ü;; iáá"uiu la -guardia t'n cl siglo xvr' Fué :n el siglo siguiente;uf,f,;l;; ttltJut "á'ot*t'--fucra de la ley rusa' lesarcn a la orilla del mar, para entregarse allí a una peligrosa pi' ;,Ht;:; d;il;;;;ú; i""o'' sin'embargo' va en el siglo xvt' ;;;;fJ';;ie"á"tá ¿á invierno, los moscovitas irrurnpen de vez er ,at"ndo en estas costas.22 En esta época, "orno u Io largo de toda su historia' el mar Negro 3s una zona econó*ü-i*portante] Contaba con lo que producían sus propias riberas, "orno p",^"atlot secos' las huevas y el caviar de los ríos o'rusos"o Ias *";;;;-;;i=p"""ubÍtt pa-ra la flota.tu.rca' el hierro ;;; p;;á;;lá l" lriü'ai"f ;i triso v la la"a' este último producto álmacenado "r, Vurr,?- f-"á'g*do jirntamente con los cueros' por las grandes naves ragu;;, t "el t'igo, acaparado. por Constantinopla' Contabao además, con laÁ *"'""""át transportadasJor. sus aguas: lo ñ;;b;;;; á ";; J;ü* uL Á'iu cenüa-l v a Pérsia' v lo que le confiaban lu, "uruiun;; ;1tá"sito hacia Constantinopl? y eI occi- dente. Por lo qr" ,"1"?láre al siglo xvl'. estamos desgraciadamente mal informados acerca de este dobie tráfico con el este' Tenemos' no obstante, Ia impresiá-"f*" ¿" que Constantinopla.acaparaba el lejano v el eercano "orrr"rlio-d"it;"; Euxino,_h_acilndo-de pantalla entre ¿.; ";;r;;; i"i-rrt"ái""á.'"o y el resto del mar. EI mar Negro-, tan aI alcance cle su mano' es la zona nutricia de la enorme capital del góJ;t", tfn la cuul no podría vivir' No nodía contentarse para su avituallami"rrto "orr'lo. ,iiú"i". de los Balcanes (principalmente' con 22 Dolv al obispo de Dax, Constantinopla' 18 de feb' de 1561' Charriére' II' pp' 650' (r52: n ¡rrt,¡risito tle las incursiones nloscovitas tontiu lu"u' Los moscovitas se artrovecha' t'tr. (l(' rf r¡. ros .,.. *ri'iil""'íl'i"¿"t'"V""li'"n "';ut- ti"ttui -e" ptimavera (cÍ' ibitl'' ¡r¡r. (r47-ll y (r?l-2,5,1" iili'' v 30 rlc agosto)' Sobt" ias piraterías por mar de los rusos Irc r'¡tr'¡rrtll¡t¡l,r ttrtrr rnrl¡r'ncir'rn- rclntiva.tt 1608t Auisos-á" 'Conttotttinopla' l2 rle junio de l(,{)lt, A. N. K. 167(). f,:i"l;i,,ittn ,1,,1 M,,. ¡,roy,','tnúi""rtnui¿ri contru cllos gul'.rs; ¡rt'r. lns ,,,lcrrr*. ¡r'lr'¡trlr'i¡rlr', ttntln ¡'ttt'tlt'tt ('otlllll ('s¿ls t'"'itut"ntit'nt'' ligcrns' l'lra mei<tr eltvinr i,,,,,, l,nti¡1,,* "ttti,,ltr'.s, (lll(! aot! llttrtt'g ¡ltt'tlt¡tlltls '.. i]'t ftrrr¡¡r.li^, t,,,,,'"]"'l"t ;íit;':;:;tit; ii' l'' 275)' cr¡ 166'1'' tir:ttt¡rrt: t'slrtlrtt t'n ltttt'ttor ,i,,,,,,,,,n',1,,,,"1,,',j,,í,', "l;,;;;,;,' 1,,.,,'uy"' ^l'rrlti'.,'lt'l hirrtrt y rl''l ¡t't'trr rlll(: ar' ('ollhlllllr cll 'l ttr,¡rri,r tl, lt, ¡ll llttry.rt lirr ¡rot t l tttttt lr'plo ' EN EL CORAZÓN DEL MEDITERRANEO 87 Ios envíos de ovejas)o ni con lo que transportaban hásta el Cuerno de Oro las flotas de Alejandría cargadas de especias, de drogas y también <lc trigo, arroz y habas. Belon du Mans" nos dice -pequeño dato significativo- que de Mingrelia a Constantinopla se transportaba la rnantequilla en ooodtes de buey y de vaca sin curtir... recién desolla- rkrs". En este tráfico del mar Negro al servicio de la capital, se afa' naba tcda una flota de caramuzales griegos, barquichuelos más apro' ¡;iados, por lo demás, para las cortas travesías del Archipiélago que ¡rara la navegación peligrosa por el mar Negro,25 frecuentemente agi- tado y cubierto de niebla. En octubre de 1575, una tempestad hundió ,lt: golpe, cerca de Constantinopla, cien de estas pequeñas embarcacio' ncs cargadas de trigo.26 En el siglo xvt, el mar Negro estaba, pues, adscrito a Constanti- nopla, como antes había sido feudo de Mileto, de Atenas y más tarde, rr partir de 1265, dominio de los italianos y los genoveses," que ins- tulados en Caffa y en el Tana, en la posición resguardada del sur de (irimea,28 al abrigo de las montañas de la península contra los pueblos rlc las estepas del norte, e instalados también en Constantinopla (de rlonde no salieron hasta 1453), no fueron desalojados por los turcos rlc sus escalas de Crimea, sino hasta mucho más tarde, en el último cuarto del siglo xv. Caffa cayó en manos de los turcos en 1479. Ello trirjo como consecuencia un gran reajuste de las rutas terrestres que , onducían al mar: estas rutas, ahora ya no se dirigen hacia Crirnea, .sirro hacia Constantinopla; es la venganza sobre el siglo xIII. Iin la rcgión moldava, por ejemplo, las vías que llevaban a Kilia y a Cetatea Allra son desplazadas por la gran ruta comercial hacia Galatz, que va ¡¡ rlar salida en adelante al comercio danubiano y, por añadidura, al .lc l'olonia.2e Desde entonces, el mar Negro pasa a ser la reserva de pescado y rlr: granos de la enorme capital turca. Sin embargo, los ragusinos se lrrs arreglaron para seguir deslizándose hasta aquí por lo menos hasla ¡,or los aíros de 1590, yendo hasta Varna a cargar por barcos enleros l;rs larras y los cueros, mantonini, aachini y bulfat¿i Al mismo tni- lico sr: tledican, además, en el mar de Mármara, halfb Rotlosto.:ro ¿Lo :r ll.Lrn tlu lltns, p. ló3. !5 "l,lsc furioso rnnr...", 19 dc mayo de 1519, Charriire, lll, 799. xrll,os nnvírts rLl r¡lttr Ncgro cstitlrnn ¿t nrenttdo ¡l¿rl I¡rstrtnrlos. (1f., u ¡rro¡rúsilo ,1,I rrtttrIrngio rk'ulr rtnvío cnrgntlo rkr ¡rlnnchas,'lirtt, II, I()tl (l78ir). 17 Aviso rk'(1., 17, ltl y 34 rL'oct. rLr'll-r7l-r. Sinr. l'b. lllil4,, l'll nrnr Nr:gro lstrrvo ¡rl¡itrlo rr lrts il¡rlirrnr¡s lrur:itr l2(rl-1, ¡ror Ll rltttrrl<:nr:in políticn do lliznnr:io: lln¡tilrrrr¡. flr¡. ,/, r.... ¡r. 159. :ln f 'lriliptrron, I)us lryz. Ik'ich... , (i, 7,., l1)i14, p. MlL :'rt Ni{tor', Iluttltl unl ll'm,l.l in ,ltr Moltlur...,, l(112, ¡r. ?ll, il(l l,'l r'onu'r'r'io or'¡'irllrtlltl rlr ll rnr¡r Nt'¡1ro ¡rrlxt'nln un gr¡u¡ ¡rrolrllrrrrr. l'nrn r.l ',,r1¡'r, i, rll llir¡¡rr*n. t. inlrtt,,n¡r. V. Itrirrrlrn I'rtrlr', n. 4lr. l)r' lirrrr¡ro lrr lilnr¡ro, Vlrrcr,in ,rrrn/;r hur tr¡rr,íoo ltrt*lrt tl tttrtt Nr'¡r.trt (llu,1",r. ¡¡l l)ogo, I'r'rn, lll¡ rlr ¡rtly,r,l¡ llitrl, A,
  • 7. BB EL MEDIO AMBIENTE hacían así, tal vez, para evitar los derechos de aduana? En todo caso, hacia fines del siglo xvl, en condiciones y por razones que ignoramos, Ios ragusinos abandonaron casi al mismo tiempo las dos escalas. Des' de entonces, el mundo del mar Negro se cierra más herméticamente que nunca al occidente; por lo menos' dcl lado del mar, pues-al parecer las rutas terrestres triuñfaron entonces -ya volveremos sobre ello- sobre las vías marítimas. ¿!-ué verdaderamente Constantinopla la t¡ue echó el cerrojo? ¿No tendrá este cierre otros orígenes más lcjanos'/ Iil mar Negro es, én efecto, desemboque de los cáminos que conrlucen a Trebizonda y a Sinope, de lo oue ie ha convenido en llamar la ruta de la seda. Aho- ra bien, esta ruia cesó, a lo que parece' cn l<¡s finales del siglo xv. Acaso el tráfico que la enriquecía tomase el camino de Persiao como tantos indicios lo-sugieren. En todo caso, parece gue la víctima de este cambio de ruta fué el Turquestán. Por otra parte, a mediados clel siglo xvl, se organiza, a lo largo del Volga, el descenso ruso. El janato de Kazán, una especie de reino dc Granada enriquecido por el paso . de las c"ruvutaso cayó finalmente en manos de los rusos, que srempre Io habían codiciado; p9r9 por entonces se ha- ilaba ya bastante arruinado por causas difíciles de desentrañar' producidas quizá a raíz del abandono de la ruta de Turquestán. Iván ól Terrible sL adueñó de Astrakán en 1556. Esta vez el cerrojo se co- rrió vigorosamente, a pesar de la tentativa turca de 1569-1570, este gran hécho histórico ignorado.ut Er AncslplÉrnco, vENEcIANo Y GENovÉs El Archipiélago, ooel mar más hospitalario del globo"' €s, en efecto, un uni.,reiso dé islas pobres y de costas a veces aun más miserables. Tampoco este mar se óo-ptettde más que vinculado a una gran ciudad. En un tiempo fué la plazá de armas de Atenas. Más tarde, pasó a ser la salvaguardia, la báse misma de la talasocracia bizantina, que gra- cias " Zt pudo conservar eI mar Egeo, y después techazar al Islam, pot ,t.t momento instalado en Creta, en el siglo u. Este mar salvaguarda también, con ello mismo, las comunicaciones con el occi' dente"¿r través de los mares de Grecia, de Sicilia y las rutas del Adriá' tico, aguardando el relevo de Venecia. pásan los siglos. El Archipiélago se torna veneciano y gcnovós. rl. S. Vr.¡¡r,r,irr. S¡¡o. Srr.rctn, Const., l-zn 3 (1. Sc trtta rlc rrna ¡rrqttcñr trnve venct'innn t¡te r,,,rri,i l,u,.i,r l4in¡l,.li,r). N,',i,'s,' (4. rl, S., l'lrrcnci¡¡. Mi:dir,i 42?4) qrrc t'n t'l ¡trttyt't'lrt tlrt i,'i,¡i,,f",.¡,ft',.1¡ri. ¡'¡,,r',,rr,.iir y (iorrstrrnlirro¡rln, los flo¡'cnlittos tltrlltttllrllttott ln lilltt'ttttlc- ¡irr, irirr , tr ,'l rrrrrl Nlgrrr, 1577. ' ir l',[, irltt,'¡',1r,,.¡¡' l;nite, r'a¡r. llf. Solrro ln Ir'nrr .rr.rtirilr. rlrl cnrrnl rlcl l)on nl !tl¡¡rr. v. l,,n ttttlri,,',htllr'' r'tr llrrzrci, I't¡lilittt loptnult tlillrt''n:irilr' l()ilo' l¡' 4(l' EN EL CORAZÓN DEL MEDITERRANEO 89 Las dos ciudades rivales se reparten ias islas más importantes, donde se instalan lo patricios, guardianes del imperio, señores de campesinos, plantadoresr pe{o también nlercaderes, y, por último, aristocracias co- lonialcs siempre extranjeras en medio de poblaciones ortodoxas. Éstas pueden "latinizarse" en sus costumbres, pero nunca se asimilan de verdad. Es el drama de todas las colonizaciones, el que acaba colo- cando a todos los colonizadores, sean los que fuereno del mismo lado de la harrera. Cuando Venecia desalojó a Génova de Chipre en L479, Ios plantadores de una y otra ciudad se entendieron entre sí sin dema- siada dificultad. Exagerando un poco, diríamos que se trataba de una rliscipiina de clase. Los latinos defendieron sus posiciones en el Archipiélago más fá- r:ilmente, y sobre todo más eficazmente que en el mar Negro. Entre rrllos y los turcos, el obstáculo del mar fué, durante mucho tiempo, rrtra protección y se hicieron fuertes en sus islas, Iuchando con pres- lv,a y denuedo, y con medios técnicos muy superiores durante largo lit:r¡pe a los de los atacantes turcos. No obstanteo Negroponto (Eu- lrt'a) cayó en manos de éstos enL479; Rodas, en1522; Quíos fué ocu- ¡'rrrla en 1566, sin lucha; Chipre se perdió después de un fácil des- ,'rrrbarco y dos sitios, el de Nicosia y el de Famagusta, en L570-L572; (,rrntlía en1669, tras una guerra de veinticinco años. Pero la guerra del Archipiélago está muy lejos de reducirse a los rlrrlos y fechas que hemos consignado. Más bien que como una suce- rrir'rrr tle batallas, se presenta como una guerra social. Los indígenas "¡',r'icg1rs" traicionaron a sus amos latinos en más de una ocasión. Tal ,,r'rrlrir'r cn Chipreo y después en Candía. El Archipiélago ayudó a la r illoli r lurca, y, aun antes de esta victoria, los marineros griegos fue- rr)n lclla(los a enrolarse en las fuerzas navales del Gran Señor. ¿Aca- r1r' r'sl:is ¿rrmada., no eran griegas, no habían salido de las islas y las r rrrf rs rle (]recia- sus tripulaciones? Eran, tal vez, los candiotas los r¡rr.('n rntyor número acudían a alistarse en la flota del Cran Scíror r, I ¡rlirrr:i¡rio tlc cada verano, para la campaña que se abría. Cuando ll,'¡irrlur lir hora, los reclutadores los encontraban 5¡fas tabernas <lt: I'r'nr. r'cr<:¿r tlt:l Arsenal.ss Esto ocurría más de u.tsiglo antes que l,¡rrrrlí.r ciry(:r¡r en nranos dc los turcos. La soldada turca era elevarl¡r, '. rlr''..¡rrrí's rk-. lorlo, hallía que vivir. . . 'l'i'rrgrrsr: cn oucnla, asirnismo, la atracción rcligiosa y econrirnir:a rl¡, ( lrrrrrl¡rrrlirro¡rlu. La nrligiosa: (lonstantinopla era la Itorna tle los r,rl.rlr,o$. l,rr r.corrrirr¡ict: (bnslanlino¡rla ofrccía a los ¡¡ricgoso r:on cl rtrf,mr,'lr,.rrrililrrr', lrrs grttrut<:i¡rs rkl los vitjcs ¡lor rrl mar Nr,gro y l'¡r,r¡rl,'. l'lr liclrr¡ros rkr ¡rrrz, cl ¡tll¡tstc¡:itrricrtlo ¡h: (lonslutrlirro¡llrr lllirr- 'f f /tr, l¡.i¡nr, Orv h. lr¡ ()vnu¡tiv hrn llri¡'hrt, (iotlr¡, lll,ll) ltlfrll, lll, ¡r¡r. '.1()0 ¡.
  • 8. )O EL M¡]DIO AMBIENTE daba hermosas oportunitladcs a los catamuzales, que transportaban el triso. ¡r l6s (cróos ,ru" .'u.guba¡l caballus y madcras y' en general' a to.L. ., casi't.<¡rs 1..,l; r.rlrrrós g.i.g.s r[r'l Ar'<:¡i'iólago.--.^.-.-li, i,.,'.,golr,.r, t,' cf'cctor'r¡rrc'rlulantt: lus ¡trirrtcras tlócadas del .iglo ,wr, u.irtitnu, a una- oxi'airtitin, ü ull¿ Ilucv& cxpansión griega a f"'io,l¡" ,1" ,u,lu el mar. La avc.tura <lcr l.s llu'5a'rola,-aquellos grie- ."r ¿!- f,"-bus c*tabieciclos en Djcrba y tlcs¡ruí's c. -Djidiclli, grandes i;rp;;i;:l--s de musulmanes óspañrlcs ¿trtsiosos de huir de Ia pen' inr"fo, también corsarios y desde iSltl lnt atrt.s rlc Argei; esta aven' ilt; "; es un simple accidlnte. Ni tanr'.<'o la tlc Dragut -- Que parece ;;l;J" de la anierior-, este otro griego a r*ricn desde 1540 encon- ;;;;t *;todeando po, Íu. costas dé Tunisia y a-quien' en 1556' ve' -á, inrLuludo en fri'p"ii de Berbería, o.u¡,un.[,, t'l _lugar ¿e los Caba' fl"-. ¿" ffi¿lta, u qi,i.n", los turcos habíun expulsado de allí cinco u¡or-u.,t"r. fl d".ti"'o dei Archipiélago en el siglo xvl se halla bajo el signo de la exPansión griega. Exrnr TÚ¡iez Y Slctrtl Acaso sea más clifícil poner en claro el papel de ese mar sin nombre' de ese espacio *"tiiiilr *al individuuii"udo que entre eI Africa y sicilia extiende .". lu¡or fondos cuajados de -peces, sus bancos de ;;;;i i de esponjas, ,,r, irlut (a menudo deshabitadas por su poca ex- "rri¿il, f'arli*r*"i, tflurrti*o y Levanzo, en la pu-t,ta oeste de Sici- ii"; niárr", Gí"ro iFu"t"ttutia, en pleno mar; Tabarca' La Galita' 2"ÁUi^,, D¡"rb" y i". f.tf.",tttuh, pÉgattdo a la costa tunecina' No .,¡.iu",ó, ld, límiies áe este ".pu"io- niarítimo son claros y defi'idos: ;;;;;-.úá; " i"r-a"i u"rig"o "puente" Sjo]ós.igo tendido de Sicilia "i ¡fr^iout al este, una línea"trurídu entre Trípoli y Siracusa,. al oestc áiro ,un* entre Bona y Trapani' El eje esencial corre de norte a sur' ;;¡i;iá ui Atri"u. La uidu de relación entre el este y el oeste, entre ;i i;ñ" y el Poniente, lo llen-a de tráfico. Pero aquella vida se ;;.pü ;"i"ruhánte aÍ norte, hacia la gran rula del estrecho tlc U"lf"^, fen el sector Sicilia-Africa no tiene la densidad de las co' rrientes de norte a sur. Estas últimur-lo h".r dominado todo, haciendo oscilar en un solo frloque a este .nrr.táo líqu-ido tan pronto hacia el stll ' como hacia cl ;;il.- Á capricho cle la hisroriao es musulmán3t en la ópoca ,l_,''.],:- ,,slri,,l,ii"r, y'.l"r.lc 827, a¡.o en que comienza la cont¡uista, hitst. l07l' ;:; ,1,;,, fi,ó i.,',1,"r¡r<la al Islam su ciurladcla rlc I'alct'tno, fttó lrorrlrIn- llil l,¡¡¡ ¡,¡¡¡¡¡¡lr.¡ fr.,lr¡rx rlt'r'xttt t'otlr¡ttislll ¡¡rtl lorl¡ts ¡roxlt'tiorl'x n lllt): lr¡i'r'lllolll'ct ra¡rr¡l,,,.r,rrr..y¡rrrrr ll*'"rr,,,t't,¡r,t,l,i- lrr.lirr": ll'll,,lrí,1¡r,li'l'ttl.tttr,; ll7ll. r'li¡ln rl¡ Sir¡' ,,,,r"¡'irrir,, tIiiorrrrirr¡t. ,,r.¡r¡. r.l riltirrto ¡[rrrl0 rlr lrlovo lriz¡ilrtir¡ri" EN EL CORAZÓN DEL I,{EDITERRANEO 9I rlo cstuvo a punto de serlo a partir del siglo xI, pues Ia expansión rrolrnrnda que pasó de Nápoles a Sicilia no se detuvo con la recon- r¡rrista de esta gran isla, sino que se desbordó sin tardanza hacia el sur Por la guerra, la piratería, el comercio e incluso la emigración hacia l¡rs tierras africanas. Los angevinos y los aragoneses continuaron más trrr<le esta política dictada por la geografía. Atacaron más de una vez , I litoral africano, donde impusieron tributos a los emires de Túnez, y I'ueron dueños de Djerba de l2B4 a 1335. Mientras tanto, el mer- ,r¿rrler cristiano se instalaba por doquier, especi¿lnlente en los s¿frs rk: f¡!¡s2 y de Trípoli, obteniendo privilegio tras privilegio. Por su I,irrte, el soldado cristiano, y sobre todo el mercenario catalán, futuro ¡lrrcíro de Sicilia (las vísperas sicilianas datan de 1282), encontraban ,'rr Africa aventuras casi tan jugosas como en el Oriente. Muy pronto, rlrrsde el siglo xtt, los marineros catalanes frecuentaron los bancos de ,r,ral tie Tabarca. Ciertos sectores de Palermo y de Mesina no cesaron -todavíalr¡ hacían en el siglo xvl- de sugerir proyectos de conquista en Afri- ,';t a la vanidad y al sentido político de los virreyes de la Sicilia espa- irola: -r Juan de la Vega, después al duque de Medina-Celi y más tarde ,r Marcantonio Colonna. Todos estos proyectos expresan una necesidad rrrgamente senticla: la de poner en ccntacto las costas y las islas de ;,r¡uel mundo medianero, la de asociar el trigo, los quesos y los barriles ,kr atún de Sicilia al aceite de Djerba, a los cueros y la lana de las ti('rras del sur, al polvo de oro y a los esclavos negros traídos del Sa- lurla. Garantizai', manteniendo firmemente esta unidad marítima, la r igilancia de las costas, la seguridad cle las almadrabas y la tranquili- ,l;rrl necesaria para que pudieran bucear en los bancos de coral dc la licrbería los pescadores de Trapani, medio catalanes, y cuyas embar- , rrr:iones, a pesar de su pobre armamento, no reparaban en atacar ¿t l,,s barcos de los corsarios berberiscos en el siglo xvl. Finalmente, tk: ,'.r: modo se defendía también contra estos corsarios a los caricatt¡ri, ,L: lrigo sicilianos, continuamente amenazados por la¡fosta sur, pucs r rr ósle, como en los demás casos, la piratería tendía ddr frecuencia ¡r r.sl¿rblecer el equilibrio natural falseado por la historia... Cuando se habla de Sicilia, parece de rigor volver la vista hacia .l rrori€r hacia Nápoles, y decir que estas dos historias son rigurosa- rrrr'ntt) antagónicas, que la grandeza de Nápoles equivale a la postcr- ¡',rrlión tle l'alermo, y a la inversa. Creemos, sin embargo, r¡ue scrít rrriis itn¡rorlarrlr: ¡lorrcr rlc manifiesto el nexo que une a Siciliu r:on r:l Al'r'icrt; cs rlct,it', t'l v¡tlor <k: cslr: mun<lo marítim<l al qrre ln irnperfr:r," , it'¡rr rl,l ltttr'slt'os colror'itrricrrfos o llrrcslrn falln <lc lrl<'rt<ri<in ni sir¡trir:rn r,r's hr ¡rct'trrilirlo llnuliz.ltr.
  • 9. 374 DESTINOS COLECTIVOS que no faltaban sustanciales compensaciones. Durante el siglo xvt, las metrópolis conocieron continua y febril actividad. Un solo navío veneciano procedente de Siria llevaba a bordo mercancías por valor de más de 500,000 ducados de oro; en 16170 dos'ogaleras" de la Señoría, aprehendidas por las escuadras toscana y española, transpor- taban 2,700 balas de telas de oro, tejidos de seda y escarlatas;l?l en Génova, había concentraciones de mano de obra impresionantes para aquella época, en el ramo del arte de la seda; 1?2 también en Cénova y en gran parte cle Italia se notaba la activiclad de los mer- caderes capitalistas qui faciunt laborare,t7s y una indudable concen. tración de empresas (lo cual no puede decirse que sea un signo de decadencia); análogas concentraciones acusa Venecia en las cons- trucciones navales; tt* y, desde luego, en los seguros marítimos.t75 En 1587, un solo mercader se encargó de las plantaciones cle moreras en todo el Estado pontificio. . . 1?o Todos estos síntomas contradicen la habitual afirmación de que las mencionadas ciudacles se hallaban en decadencia. También nos llena de dudas el incremento de las for- tunas de los mercaderes de Verona en 1600,t77 en contradicción con la imposibilidad en que se encontraba entonces ltalia, como afirman al- gunos autoresrlTs de aumentar sus capitales de reserva. Y, sobre toclo, no nos empeñemos en culpar a la política fiscal espaírola de todos los rnales de Italia, como hacen tantos investigadores. Lo que S. Pu- gliesetT9 nos dice acerca del aumento de los impuestos en Milán desde antes de 1600, nos confirma más todavía en la idea de que la hora de la decadencia no sonó en Italia antes del gran repliegue del siglo xvIt, antes de que se iniciara la poderosa fase B, para expresarnos en el lenguaje de Simiand, ni tal vez antes de los aíros de 164O a 1650. El repliegue, pues, no afectó solamente a Italia, sino a todo el Me- diterráneo -del que Italia dependía- y, en mayor grado aun, que al resto de la Península, a las grandes ciudacles industriales y mercan- tiles, como Milán, /enecia, Génova y Florencia, situadas en el cora- t7r 7617 y no 1ó07, como lo dice el editor de7 Ar, s¿. i¿., IX, pp,266-7. Los inci- dentes conduieron, en efecto, a la campaña del duque de Osuna contra Vcnecia. 1?2 Sieveking, art. cít. 1?3 Cipolla, p. 7. 17'l Gino Luzzato, "Pe¡ la stori¿ dclle costruzioni navali a Venczio nci sccoli xv-xvI". Miscelánea lll anl roni, 1925. 175 pis¡s6 en la sor:iedad de los xrr asegurarlort's dc la quc llr: clrcorrlrirrlo rnstros en el Archivo Notarilc de Y¿:ncr:i¡r. Picnso, lsin¡isruo, r'rr lrs trDtirtivirs ¡lr: l5ll0, r'n¡ ¡r- minadas a csta]rleccr ctr Vcnt'r:i¿t tttt ttrrtto¡rolio rll st'Arrros turrílirrros lrr lrr,rrr.lir.io,l,, un particular, .fu¿rn rli lllrsi, A, tl. S.. Vcnccit ((lirrr¡rrr: Srrvii.,., Iltrstrr (r, l4 rhr rrrrlzr> de l5t|0 ) . 1?tl ll¡¡ ¡¡¡l l)ictr¡ Vrrk'nlirro, A. I¡rtrrlrrtri, ¡r. ft7. ti7 l ltitl .. t. l0l , l?r l'ls l,r llsi:i r¡ttt'rttpi,'t¡ A. l'i¡rrf¡uti. ¡r¡,. l('ss.. (fri'r(!urrr,l¡., l,rrrr¡rr oll¡¡.rvn ¡ l0nt.r rl¡. lr¡ttItrli '¡rlrrr' l,,u rlir', t.,,t,, r'¡t,io11 r'IrQp|oc ,1,'l lrlzrr rlr. I'1,., i,'*. l'tlt .l¡t. 'it.. ¡'¡,. t15 rr. l'll lnnu'rrlr lrtl¡rr,lrrilr,,r ¡1,' llo r/,¡.'r ¡lrrln rl¡. llrlil. LAS ECONOI,IfAS: LA I'IEDIDA DEL SIGLO 3?i', zón del Mediterráneo, y tan fuertes, cuando el mar se animaba IX)r una vigorosa circulación, como vulnerables cuando esta circular;itin disminuía, se empobrecía o se paralizaba.l8o IiI, LA POBLACIÓ¡{ HUMANA A la escala del siglo xvl, el Mediterráneo era un mundo nruy vasto, rnal dominado por el hombre, los cultivos y las economías. Tan- to más vasto y peor dominado cuanto que su población era escasil. El gran problerna, el que en mayor grado que ningún otro nos da ir la vez el sentido y la medida del siglo, es el que se refiere al númcro de hornbres. ¿Cuántos son? Es ésta la primera y más difícil intcrro. gante. ¿Aumenta su número, como toclo hace suponerlo? He aquí la segunda pregunta, no menos difícil que la prirnera. UN uul¡oo DE 60 x,rrLLoNES DE rrorTBRES No disponemos de cifras seguras, a este respecto. Algunas aproxi- maciones son posibles y aceptables en lo que se refiere a Italia y it I)ortugal, y no demasiado aveniuradas en lo tocante a Francia y n lispaña. En cuanto al resto de los países mediterráneos, la ausencrit rle datos seguros es casi total. Del lado occidental, Ias cifras verosímiles, a fines de siglo,tst 180 Problema que trataremos de nuevo en las conclusiones de esta Sequnrln |trrrtr.. 181 La mejor exposición de conjrrnto sobrc este tema, sigue siendo cl artír:r¡lo rk: .lulius Bcloch, "Die Rel'ólkerung Europas zur Zeit der Renaissance", cn 7,. l, *x'irilroi.t. t,'tt.schuft, III, 190; con respecto a Italia, se conpleta con la obra ¡róstunrn rlr.l g¡¡¡,, Iris¡oriad.rx alemán, Bcuólkerungsgeschichte Ital,iens, t. I, 1931, t. II, 19:i9: t. lll y ril. tirrro publicado. Con respecto a Francia, no ha sido superada todavía Ia vir:i¿r olr¡ir rl,: .l,,'vas.seur, La populatíon Jranqaíse,1889-92. Sobre Portugal, Lucio de Azevcrlo y orro¡J lristoriadores portuguesos aceptan una población de un millón de habjtantcs, Itilrliogr. (1, l"rcyre, úilsc..., p.9. Konetzke, p.271. Con respccto a Españ¿r, caso nruy rL.lrttirlo, v. ln 'lr¡rt tlc Konrad llaebler,- Die. Wirtschalliche BIü¿c Spunien.s, lBt3B (critir:nlrL:, y r¡rrc cr itica insuf icientcmente el artículo cle J. Beloch ), de Allrcrt Cirarrl, "l,e ,'trif f n: -rlr, l¡¡ ¡','¡rulatiorr de l'[spagne dans_ les tc.nrps moderns", en /it'rr. tlllisroirc not!trnr. lt)'^r.ll, lllil;l:'ii,.r'i:,'#jlilli'll'"1'TJlill:''l'":,:i":'T"ff:';:ilil;,{t";J::;t,,,'t",'ir;;.,'1t,,1Í1"',1; r,,,., 19f9, p¡r. i347-ó2, 'fant¡tot:o crco (:n el valor dccisivo rk.l tralruio rlr: I,'r¡r.rrtr.s l'l¡rr.. tiircz' I)cspoltlttción v rcpollru:irirt 11: Españe (1482-1o20), N'lr¡lritl, l9il9. llnn v,'z nrris, l¿r ¡ iIrrr rlr: ll polrlleión rlr: Iis¡rrrira t])c pat'(:c ctnÍJcnrrlrr cn lir i'poc;r rlr: l,rs llcyls (irrlir. li.os. Solrtc l¡ rlifí<'il t't¡r'slititt tlc los lr¿'ciros, r.l coeficicnle rlc 4.5 nrc t)irr(1r., (.r)nr¡) ¡ I llllrtclr, jttsto o, r'r¡¡rrrlo llrcrros. ir¡stifir.¿rlrlr'. lirrr'¡rlrrr llrrrtiiñr'z sr: rlctir,lrr: r,rr l¿r ciflr ,l, r¡,11,¡ ¡rtillorlls. l¡ finls rlcl si¡1lrr rvt. Solrx' (lrrstilla tr¡ lrrsir,..¡nllrrlr,, lrrlptil¡rrr¡s l¡r , ilrrts lltisir'¡ts tk: 'l'ottris (lorrzril.z. t¡tt. lrt: tr'¡rrorltt.irlo r.rr r.urrrlr¡r. l,llr Silrrrn,.¡rq, 1,,o. l6ll, trrcrr¡¡f¡1" urr rl¡rr.llrrrr.nlo r.lyrr r.r¡lrilr lrr.¡.r¡¡nturi,lrrlo ¡¡ All¡r.rl (lirrtrrl, lj¡llstlt,t ¡lt,l (.,tt¡ri,¡ ,1,'O¡¡¡'¡ttt s¡¡l¡tt lo inlr¡xltt¡'titit¡ tl¡'ltt ntili,i,t tlt,il(l tI h,,tttlt¡t,s.'tt.,ttt rt,yt¡,tr. lil,lr r'l{ rrr rll lSllrl, r'o¡rirr, l,rr ¡rrrlrlrrr.irilr rl,. los rcirlrs rlr' (lrrstill¡r sr. r.slirnrr ¡rllí r,lr l.S(X),0(X) r,, itrttu, o ¡r'¡r, ll collililnll rlr: ,l.li, lr.'ill0,(l(X) lr¡rlrill¡rlr'¡. l,¡rr lillrrr rl¡ K,rr¡,,1¿kr,. ¡r¡r. l'(ll l, r,'rr ,l,.rrrrrrirrrlr lrrrjtrr. A ¡','',¡1 rlr' r",lor ttil,rrl,,¡ rl.ttt,r¡.,triIilrrx,1,r,, l,lt,r'¡ !',n rllrrnH¡xrlo ¡ror,o xrilirlitx, l,irr llt¡tltll¡t ¡tll:ttl,t l'¡tl,t¡ ln¡i't r¡rt. ltr., rlr.ll,,l,to (llrr. ¡,¡r, lrl5). r.lr l¡rq,lirlr.n, r¡¡rr v¡ Fr,lrrr,
  • 10. Ft* 376 DIISI'INOS COLECTIVOS son las siguientes: Espaíra, B rnillones de habitantes; Portugal, l; Francia, 16; Italia de r27/z a 13; es decir, un toral de 38 .niilon.r. fiJtan- los paises del Islam. Con respecto a la Turquía europea, Karl olbricht's2 cree aceptable un cálculó de B millon", "n el año 1600. Dada la habitual equivalencia de los cuadros asiático y europeo en el imperio turco (con cierta ventaja del primero),tt' podríamoi atribuir tambiéno grosso modo,la rnisma cifra de B millonbs a la parte asiá- üca de Turquía. Quedaría el norte de Africa en sentido amplio. ¿po. dríamos asiplnar de 2 a 3 millones de habitantes a Egipto y al Aiiica del Norte? 1*t Tendríamos, entonces, un máximo dl 2Z Áillones rlc halitantes para el Islam y los pueblos que de él dependían a orillas del Mediterráneo. Lo que dáría una cifra global de población de unos 60 millones para todo el Mediterráneo. En estos cálculos, la prirnera cifra de 38 millones es relativa- mente segula; no ocurre lo mismo, por supuesto, con la segunda. Pero el cálculo general debe considera'se verosímil. Me inciino a dismi- nuir la cifra del primer grupo y aumentar la clel segundo. De l¿rs comparaciones demográficas a través del tiempo se desprende, cu efcr;- to' -ura proporción válida en términos generales: en el siglo xvr, krs pueblos islámicos del Mediterráneo représentaban aproximadame'ie "l LAS ECONOX,IÍAS: LA MEDIDA DEL SIGLO 377 ,<loble clel volumen de la población de ltalia. Si la observar:i<in r:rt cxacta en 1850,185 cuando el bloque A contaba con 79L/2 milltxlr.r, rlt: lrabitantes (Francia 35, Italia 25, España 15 y PortugalSt/)o cl lslurrr, o mejor dicho, el Islam más los pueblos balcánicos, debería tlc <:onl¡rr r;nos 50 millones de habitantes.tsu La breve comprobación quc lrr: ¡ro- rlido hacer me lleva aproximadamente a estas cifras; pero habríir r¡rrr .'irlcular esto de una manera precisa. En todo caso, en 1930 halrí¿r rk: rttta parte 113 millones (42,41,24 y 6) y de la otra 83; se manlr:rría, ¡rrrcs, l¿ proporción.187 No hay, evidentemente, ninguna razón ¡llrlu (luc esta proporción haya sido siempre constante; pero, tenienrlo r:rr .rrcnta las posibles variaciones, puede llevarnos a una cifra en hnlto. l',sta medida nos daría para el siglo xvt la cifra de 25 millorrcs rle lrrrbitantes, que no se aleja mucho de los 22 qtte ya habíamos calcularkr ¡rirra el Islam. Cabe, pues, de un modo verosímil, fijar la población tlel corrjuntrr rrrcrliterráneo en unos 60 millones de habitantes a fines del siglo xvt. rrlias importantes consecuencias se derivan de esto. []n este mundo de 60 millones de habitanteso la clensidacl <le ¡ro- l,lrrr:ión era de 17 por kilómetro cuadrado, sin incluir dentro rlcl r:s- ¡'rr,'io mediterráneo la zona de los desiertos. Cifra sorprendcnlcnrr:lrlr: I'rrjrr. Ilabía, por supuesto, grandes diferencias entre un¿s y olras rc- i,i.ru:s. En 1595, la densidad del reino de Nápoles era de 57,''* ln rk: ( ;rrrr¡rania alrededor del Vesubio de 160;180 El promedio, en Ilalia, <:r'n ,1,. 4, 1e0 -"¡1ru enorme-; en Francia era solamente tle li4,;1"r r.rr f','.¡rrrña y Portugal, apenas llegaba a17.1e' Desgraciadamcnte, y rlrrrlrt l,r irrsuficiencia de nuestros documentos, no es posible h¿rccr un r:slrrrlio ¡,r,'r:is<) de la distribución de los hombres.tot Los vlcíos ueorrunnÁNEosro'r l,r ,h'nsirlad de población era, cn realidatl, menor tlc lo r¡rtc ittrlicrttt l,',,'il'r'irs, ¡rrtcs desrk: r:l ¡rutrto dc visla ltutrratto, el espacir, (:r¿l ('r¡t(|n('('r tr{" ( lifrns lolntrlls it,l 'l'rttití lt: li,nrttgrupltn' ,1,, f ,n;,lrl,l: 5?. lrl¡ (;¡llr srr¡rr:riot rr lrr r¡rr,' rllr l¡r (,rrílr rhr liiclrinrl y (,)rri'tirr. r','l¡rtivrr ¡r lllSlli r,'n,r rrr cril, rlo lrttty tt¡trorinurrkr, lrr' <lcgirLr l¡¡ r'ifra tlr, ttnos 4l) nrillrrrrcs. tn¡i¡ lriln ,1,r, l,r rl¡. 5(). l¡r.l Slltir¡ l,nrrrlry y los rlivr'¡s,rs v,'lúlr¡r'lrr.s rl,, ln C. L/. rfi'r ,f, llcl,,r'h, l)ic llt'tiill'rtttrtgsgr'.ultithlr,, l, p, 2:14, l'l¡¡ r.l vi, io l¡lír'ttlo. ln cifl¡ ,l,r' ", ,1¡t ¡n l¡r rl,. 5,,|.. t'at ll¡i,1., t. ir.lll¡. ll|r .1. ll,l,,, lr, "l)ic llcriilLln",[i,..", ¡ul. ,11., ¡. 7ll]1. t¡t ll'itl.: ¡,r'rrr lllllllr llr nrtrr.ltrrlo l¡r , iflt l¡rl¡¡l rlr, lrr ¡r,'lrln, iírrr. Itr' Ilt tl. lrtrt ll¡¡ 'i,1. ¡rto1'r'r'lo r'ot.tilrl{r ¡,or ll irilo cr,n r¡lrr,irirt n Nit¡xrl.. err l5(lÍi, llrl¡,1r, lt', ll¡ t,tll,t trut¡4.. , (1, 1,, :'ltll. ll'l Al11rr¡ru lrrlni y rr'l¡'r, lr i¡e rrl rrrrrr¡rltr rlr. l¡r, r.jlrrr¡rl,ra lilnrlrlr r,tt r,l l¡rlu, I ,, I rtr,¡rri,r, "'l'',r'rtt Itrtrrlinutlrt". All¡i,rr. lll, ¡', illti ( llr'll ¡, ¡,r" lr¡'ra¡ r'l¡ Allir.n rlr'l -no.se ha repalarlo lo suficiente (Italia rnenos de 9, I,'rancia 15. SiciLa 1.3, Alemania 10, Inglaterra .3; Italia más que Flspaña). De Borr_.ro (Dalt]isale, pp. 62 y Zó), tomo t.sr,,s otras dos cifras: córcega 75,000 habitantes y chipre 160,000, 1', sobre -todo, 'su oposir:irirr entre cristiandad e Islam (II, p. fl9), la piirncra que sufre ia aL¡undancia de üomlrr,.s, y el segundo de penuria de hombres. - El peligro= viene d_e estimaeiones exegeradrs ¡iara aquul vieio tienrno.i por ejemnlo, r,rr el caso de Milán en el siglo xv, c_omo_lo ha deinostrado A. Fanfani (sugii, p.-l3s) i.r,.. tra s. Pugliese, o en e_l caT, -de_ los Rey.es católicos. y viene también 'áó que nusstr.¡ censos son censos fiscaies. Beloch lo ha dicho bien, nero no por ello ha cesado t,n s,¡, sr¡mas. 'l'anto co¡no el crecimiento dernográfico, medilnos el p¡ocreso de las contril,¡. cio.nes. Y .aun queda el fraude, en 1613, Antonio serra ( rr. 'l7l ) piensa ..giurlir.rrrrrl,, all'ingro.sso" quc había en Nápoles un millón de hogares (';fuegos;')'""o.t li fra.<:lri r fraudati". 182 Konrad Olbricht, "Die Vergrossládtenrng de ALendlanrles zu Reginn rlos rtrr.ir sigjáhrigen-Kr.ieges", en Pet. Mit., 1939, p. 349, con bibliografía y ,.,uo "i.,tn. I,lvi<h.nrr.r errores cn^las ci{ras y las ru.tas, v irdemás errores rnaterialeJ, -1ot S-¡-comparalnos así el núm,:ro de circunscripciones ¡dnlinistrativiis, v. inlttt. cap' V, -n. 95: o si se compara Ios ¡cclutarnientos de sJrahis o de renrt'ros. S,,1,r,, ,,rt,, illlir,,,, punto, Lubía en 1594 en .Anatolia -478,000 hogares sometidos al rcr:lr¡tlrnir.nto ¡rrnr lrrt "ch.usmas", y 358,000 en Grecia, Alberi III, rt, p.4(12, llclaciirn d. ll¡¡lrrrr Zrnr,. llrrrr indicación: Aviso de^C., 6^-26 de ft'h. de 1591, ^. N. K. ló?5, l¡nl¡la .l',,- rrn nrill,',r¡ ,1,, hogares: pero ¿en Crecia? 184 A ciegas. en l-o r¡ttc co¡lt:it t¡¡t: :¡l ¡¡¡¡¡lc rle -Afri¡,¿r ¡rro¡rirrrrrlrll rli.lro (¡r.r¡ r<.¡rit. q_ue esta rttgión sr'.hallalru. ttr:tnorrlruncnlc rk.s¡,olrllrlu r,n li sigLr r,r), t,,rrr¡rr,l,, ¡,¡rrr Iigi,pto las cifras tltl ¡rrittt:i¡ri.rrs- rL''l si¡¡Lr xr. (lilo J)llr(.( (.ll ,,,i ,,,i,*i,',,,,ri. lli,.l,,,,,l il Qrrótirr, Ouitlr rn - Ori|a1.. ll|52, ¡r, li0ll (:1,:l;1.{)15). ¿Sr.r'i trn ¡rlrus¡¡ r,st¡rlrl,r.r.r l,; fó_rnrr¡ln I')gi¡rto:- Afri¡'¡r rlr.'l Nr¡rt¡.?. lir¡ llt,ll), solrrrrntr'-¡rrrrr Ar¡ir.lirr, rrns r¡irr ¡,rrr,.l'rr sólirlls, s. lrrrlrl¡t rlt' rIrs lttill,,tt,'* rl. ltrtlril¡tr¡1.r,, 1 rrr ,,,il,.rrl,r ¡,r,,¡,,,r', i,,r,,,1 ,1,,,iu,',,,,,,,,, i,,, lrlncirilr lrtlrrl, (trlrr'¡rulllrr. rirro lrill,rrrr'., rlr.lrrrlril¡rrrlr.',. l',,r,1,,rr,,i1¡i,r,1.,,.r,.r, r'rr.,rr,ifr'¡r rlr tlttrlr¡r lrrillon¡c l,rt¡r lorl¡r,l Alri,r.r'lrlr.nlriorrrrl r.r¡ r.l xi¡l¡ rtt rr' r.",rr ¡.;il,rrl¡, ,r¡ lr rr iqil¡lr'.
  • 11. 378 DESTINOS COLECTIVOS mucho más vasto que ahora. Para ponernos en la realidad, tendríamos que imaginarnos una población tres o cuatro veces menos numerosa qy: l3 actual y diluída en un espacio mucho más considerable t ;;difícil de recorrer. En el Mediterráneo había entonces verdacleros desier.tos humanos. con ayuda de la anormal concentración humana alaba., darrdo a la población ese carácter de oasis,-que sigue sienclo uno cle los 'asgos ca- racterísticos del Mediterráneole5. Lagás y mares inhóspitos y ñostiles y océanos desérticos, y a veces verdideios desiertos grand,íssirni ex- tendíanse a través de los países mediterráneos. s,rs oriua., como las coslas ma'inas, eran lugares privilegiados para los centros urbanos, donde, antes de franqueal los grandes"obstáculos, el viaiero descansaba p1ácidamente o' .por lo menos, tranquilamente en ros f'ond,uks. El ca- tálogo de estas Arabias desoladas de todas las dimensiones que inter- geptaban el- espacio ,y la vida en el Mediterráneo, sería interminable. No.lejos del Ebro, de sus cultivos de regadío, de sus filas de árbolcs y de sus laboriosos fe_llaln, se extiende iu ".t"pu ^i."robl" que es cl rasgo característico de Aragón, proyectando hasta el horizonte sus monótonas extensiones de-brezos y-romerales. Francesco Guicciardini, enviado por Florencia a la corte de Fernando el católico, marchó cn la primavera de 1512 a través de ese ". . . pn"r" i.r"rti.ri*o n,,r guale non si trova allogiamento alcuno, né si váde p", un urbore: mrr tutto é pieno di rosmarini e salvie, per esser terra áridissima',.1e6 [,as misrnas indicaciones encontramos en otros viaieros, "o-o "l venecian' Navagero (1525).107 Un libro francés de l6j?,1r8';tisir;, .,E., Ar,,- gón, cerca de los mo-ntes Pirineos, hemos andado jorn"adas enteras silr encontrar un solo habitante." Y eso gue la más pobre de las regio'r.s arai.o,1es,as -porque lg.te."n- esto_ hay grados- no es ésta, sino ct partúo de AJbarracín."" verdad de Aragón, verdad ibórica. R.r.r.' observa que-España estaba poco cultivacla,lrorque estaba poco poblarlrr. En Portugal u"--qr que la población va pérdiéndo a"n.;áoá a merri¡rrr que se desciende hacia el sur, en las regiones cle Algarv", Át"-i.f, I Norle en el siglo xv. R. Brrrnschwig. I, p. 267, ros .desiertos o' Siri¡. B.rerrr.t, ¡r. rrr)(16 de alrril de 1524, los,.B./1O_dei plirl.t'"L*'r1""ío.l-,'A.*. rr.'ia',")",r, tltt ltts ¡,,¡tes.'j_, Ij-pp. 312-3 (1548)": Boterl. p. s-s."-o piopóri.-¿""|^'r.";;";,;;"Nir.rrr.ir.r (j,. ll" 5-1.^!7,..oi t^l,lt:: {l los desierro.s onJrlu"i. en l7ó?) i I}r.¡.¡¡¡,1,¡,, rl,. errir,is r{1. r,Los r(yes y la colonización interior rle Espnña lrs,l¡ cl ,icln ,,.i ul'^,..., li,,l,i,¡, ¡,t1,,1;March'Rlo;h. *f-es paysages agraires: ".rii ,it n,i,,. n,, ¡rrrirrt.,. r.rr ..ltt. ,l,lti.st. í,r¡t¡t. r,snr.. mayo de 1935. n. 4Z:.Arqrré. ¡r._ )22. Allritrc,.,,i:r. t,. in..'. '1,:i ',,.i,,.,,,,,i,, rtr¡r. llr.r,r r1'olcrl6 p6¡ Ios "rn.ntes u ln*. i,r¡rnl,l*,i*",'i,,,r,,¡ri,:i,;"',r,,' ;i.,,i,,,i,,, i.,;:"iüi,' rrv I, r.il.rlrpor F.^_Rorlríguez. N4arín. Qttijtttt. lV. 1,. ,lil,',il"Z.' -r.rt-, ,4. .Sicglricrl, p. .l0fi, .lrrlr,s .Siolr, l,'t.¿,t(.1, t¡iiit,, ¡r¡r. l5r) sr.lf)li lir;rnccsco (lrrir.r.irrltlini._ I)i,t¡ttt _,1,,1. t,i,,¡a¡ii,, i,:i''S¡,,,¡,rr,"¡,:j,,,.,.,,,.¡^. lr)ll1l, ¡r. Juotras nnot¡tliorrcs irnrilogrrs, ¡r¡r, 54, 55, 56. lrlz lr. S v. lll¡ ll)rrvity). f,r.s r..rlrrls. rtnltitt,t t,t ltittt.il¡ttttl¡,t tlu. ¡ttt,nlr, l,irríx, l6l,l. ¡r, 1,il.ll)o Ar,n, ¡r¡r, lll0 sr, LAS ECONOI{IAS: LA MEDIDA DEL SIGLO :l?e nJeira.2oo Don Quijote y Sancho peregrinan la mayor parte del ticm¡rrt a través de caminos solitarios. . . Francia también tiene ios suyos. "l')tt l)rovenza, los dominios asignados al hombre y los reservados a la lltt' turaleza se distinguen claramente. Al hombre le pertenece una cuat'l¡t ¡rarte: los fondos de las depresiones del terreno, oasis de cosechas, rL: olivares, de"viñedos y de cipreses de adorno; la naturaleza manda sollt'r: Ias tres cuartas partes restantes del paisaje, masas rocosas de rrttlrtr rojizo o gris plateado. ¡Cantad, cigarras, en los pinos! Este contraslt:, ¡ror sí solo, impone un orden inmutable e instala en sus lugarcs ¡rrtr' rlcstinados al hombre dentro del marco de la naturrleza." to' A medida que se va hacia cl sur o hacia el este, estos vacíos lrurnanos van creciendo en inquietantes proporciones. Busbec se allriri ¡,uso hacia el Asia Menor a través de verdaderos desiertos.'t'' I.,cón cl Aflicano, viniendo de Marruecos y antes de llegar a Tremecórt, ¿rtr¿r- r csó el desierto de la Nfuluyart" donde las manadas de gacelas ltuían rrntc lcs viajeros. Porque, en ausencia del hombre, la vida animal bulle y hornri- !-lu{'¿ s. estos territorios semidesiertos, y la omniprescncia tlr: t:sllt lrurna exubcl'ante es el signo ostensible de que el hombre no tlotrtittlt srrf icientemente el espacio terrestre. Se explica que en las moltt¿tñ¡rs :¡lrr¡nden las fieras: en la Córcega del siglo xvt, para protegcr rt los r.lraños, había c¡ue organizar inmensas batidas de jabalícs, tlc loltos y rlc ciervos; la isla exportaba fieras para los cotos de citza tlt: tt:yt,s ] ¡rr'íncipes en el continénte.'ot En Asia Menor y en el norlc rk: Al','i,'rr ¡'ulrrlaban los chacales y las hienas. En Andalucía, para acotnt:lt:r tt l,,s st:írores, los campesinos se avisaban unos a otros con grilos t¡ttr: rrrrilitlran los aullidos del lobo.tou Diego Suárez, cle niito, ¡ritstot'r:itlnt r,'lrrños en las marismas del sur espairol, despoblaclas por Iit ¡ririrlr:r'írt l','r'lrcris;ca y por el temor a ella. En esos paíscs sernisalva.ics, l,,s l.'- 1,,'s rIcr'oraban los borricos de los in{eliccs J)astor(:s, (luo s(! irlcirrlrlrrr ,1,'l¡rs llcl'cdades sin que sus amos se apercibicscn.'"" I'lll r¡<rlrrlllr: rh: l;i,;':,'lr:1,,1lT;];i::fl,,il'j:l"li,'l:il:,H;;:li,'*i";,;1,'llt;l',ii,l"li,' .nlr';rl r.rr cl ¡rrr:sitlio tl<: [,lt Oolctit, cotttó r¡ur: str r:otn¡rirñr'r'o tlr: viit.ir: ll{t. ( llllrr,'i,irr rl. lrt l,'tn¡t rl,.
  • 12. 3BO DESTINOS COLECTIVOS había sido devorado por los leones.tot En el siglo xvl, los duars del norte del África organizaban la defensa común contra los chacales por medio de cercas de espinos.'uo [Iaedo apunta que en los alrededores de Argel se daban grandes batidas de jabalíes. . ."0 La misma Italia, prototipo de la riqueza del siglo xvt, estaba aún llena de desiertos, de bosques infestaclos de bandidos y de fieras, muy abundantes en tiem' po de Boccacio; "1 el cadáver de un personaje de Bandello -un al- banés asesinado no sin sus motivos- es abandonado sin sepultura cerca de Mantua a la voracidad de los perros y los lobos."' La guerra de 15:68 a 1570 hizo surgir regiones desérticas en Cranada, ccrca de Guadix, clonde la caza -conejos, Iiebres, perdices, "enormes manadas" cle jabalíes y de corzos- pululaba en cantidades increíbles.t1B En la Provenza abundaban ordinariamente la liebre, el conejo, el ciervo, el jabalí y el corzo, que andaban "en bantladas", así como el zorro y el lobo."n Pero el privilegio de ser el gran mundo de la fauna a orillas del mar, corre-*pondía al Islam; animales salvajes y domésticos st: rnultiplicaban allí libremente. Ilusbec, este curioso viajero, se delci. taba durante su estancia en Cotrstantinopla convirtiendo su casa en parque zoológico.tt5 El vacío humano de los países del Islam explicn la gran importancia de su ganaderiay, por tanto, de su fuerza militar, poryo" lo que defendía a los Balcat"i y al norte de Africa de ln liuropa cristiana, era, en primer término, la inmensidad de aquellnn r:egiones, y también la profusión de caballos y cle camellos. Los cu- rnellos, a la zaga de los turcos, dieron cima a la conquista de l¡ts grancles planicies de la península de los Balcanes, desde Const¡tt¡- tinopla hasta el reborde de las montañas dináricas al oeste, 1' por cl norte, hasta Umbría. Los camellos abastecieron al ejército de Soli- nrán el Magnífico delante de Viena, en 1529. Naves o'especiales" (r:orr "encierros" para el embarque de las bestias) tr:ansportaban sin rk's" canso los camellos de Asia a Europa; este ajetreo formaba parlc rlrl espectáculo del puerto de Constantinopla.2lo Sabemos tambión que lrrx caravanas de camellos conquistaron las inmens¿s extensionr:s rlr.l norte de Africa... Los caballos, los asnos y las mulas conllil¡r¡yr.r',,rr de un modo muy principal a la conservación de los scnrkrros rk: l¡rn Alonso de la Cueva a l-elipr: II, T,n Golt:ta, 16 dr: rrrlyo rL'15(rl, Sin¡. lir¡.4llfr Botcro, I. p. l85. Nlcjor aun l). Sr¡ircz. ,11-r. 49, l-r0. I>. 77. I)aut¡¡trrti¡t ^ novcla Ill. lll. ¡r. ltil7. I'r'rlr¡',lr' lcrlirrrr, ¡r. l7!. (,)rrir¡rrrrrr rh' lhrtttjctt, ¡r¡r. lllll, llll5, lll'fi, ltil. I l. ¡r¡r. ll I ss. llllorr, ¡'. lil5. LAS ECONOI,{IAS: LA ¡{EDIDA Dt!I- SIGLO :lu rrrontañas, en los Balcanes, Siria, Palesiina o de El Cairo a Jerus¿rlí,r¡, (jomo pudo comprobarlo Belon du Mans.ttt Frente a Europa, a lo largo de la frontera de Hungría, la frrr.r.zrr rrrás poderosa del Islam era su maravillosa caballería, envitliarlir y clogiada sin cesar por los cristianos. Cornparada con ella, oon su ligereza, su rapidez y eficacia, cualquier otra caballería lesrrllrrlr¡r ¡rcsada. Tan conocida era esta riqueza, que cuando don Juan rlc Ar¡s- tria trataba de deser¡rbarcar en Morea y en Albania, en diciernbrc rlc 1571, fué de opiniírn de que no había por qué ocuparse de los t:¿rlxr. llos: bastaba con ilevar a bordo de la flota las sillas y los aparrr.i,,s rrcs¡¡s¿¡i6., y suficiente dinero para complar los animales.2tu lln r,¿rr¡¡- lrio, en la cristiandad, hasta en las regiones más famosas por srr ;irtnaclo caballar, como Nápoles y Andalucía, los caballos eran rarczÍrs , cl1¡s¿1¡s¡¡6 cuidadas. Felipe II se reservaba la concesión o <k'nt:gu- , ií¡n de los perrnisos para exportar caballos andaluces y examinaba J)(:r- 'orralmente los expedientes con esto relacionados. Er, escnuso DEMocnÁFrco l)r'r:íumos que, en el siglo Xvl, los países rnediterráneos estaban ¡ro<ur ¡,,,1'lados, que su población se hallaba diseminacla en un inrrrcnso ,' ¡rrr:io. Y no cabe duda de que estlr es verdad, aunque no <k,llirnros l,,r'r¡¡irrnos por ello la impresión de que el hombre viviera allí "a sr¡s ,nr,'lrirs" en medio de una naturaleza más generosa l)or cl hcrlro rlc rlrtt' slts frutos no tuvieran que repartirse entre dernasiatlas lurr,¿rs. No lrir! (luc olvidar que los medios de transporte y los rccul'sos irl irrrcrr- lr, i,,s gualdaban una propolción tan escasa como la rlc los h.rr¡lrr..s. l,l [lt:rliterráneo soportaba, en efecto, cl rnáximum (l() srr clrr.gtr rh.. rrr,,;illif ica. 50 o 60 millones cle habitantcs era tc¡tlo lo quc, ir r,oslrr ,1,' ¡'r;rrrrlcs csfuerzos, eta capaz rlc alimentar esta rcgir'ur, J)ol r¡ruy J)iu'(,il r¡rr,' lur¡i1-: la ración de sus habitantes. Iil clrarn¿ rnírs tcrr¡rz y rruis nt lli,rso rlc los últimos citt<ruetrta años dt:l siglo xvt sigrrc sit'rrrl,r t.l ¡ir- l;:,,',i1, I ,i;l'i,,il,'.1';l,,,,f ii[,,;]'1,*i",,.1.11:i!'Íl';,','fi:l:',i; ill'lll:.,ljl ,1,',,1,' lit sr.gunrla rnitatl rlcl s¡*¡,, *tu. I,ll ocr,irlcrrlr', r.l lrorrrlrrc (.(¡- nrtt'trzrr ¡t lrn¡lltr tlc ttutrvo y r:otr rcrlolrl¿r<lo lr¡'ío rlcs¡rrri.s rlc los grirrrrlr.s t'rlt¡t¡irs rlr: lit ¡rrrslr: n('Í{r'¿r, r¡rrc lrrrlrírt lirrr¡riirrlo lricrr r.l lclrcrro ¡lrlrt lllr{r tt'ttov¡tr:iritt rlctrroglif icrt. l':l r:tccirrrictrlo rlrr l¡r ¡rolrllrrririrr r.r{ irrrr,'¡',rrlrlc rlrrsrlc t¡rr,rli¡trlos rlcl siEilo xv, r,s rlr:r:ir', t,rr¡rrrrlo r.l ocr,irlcrrlc o¡tlr,,,l,'l lrttii,t rltitttttt ¡rolílilr,. r'r',,trritrrir',r y soci¿rl rlr: lrr ¡irr,'r'r'rr,l,t ll,, | ,¡¡'¡¡ [¡,,". ''tt ll,itl. t'l¡ 1,,,,¡tt,, Irrrr'rl lr l). lr¡rrt¡ ,l¡' Att,,llrr, 1,,,,i1¡r, I ,l, ,lr, rl,. llril, Silr, 1,,1. llll
  • 13. 382 DESTINOS COLECTIVOS Este ascenso demográfico se mantiene en el Mediterráneo duran. te todo el siglo xvl. Lo sabemos de manera precisa en lo que se rc- f,iere a ltalia]y las pruebas nos las suministran lós rnagníficos trabajos de Julius Beloch. Sicilia, en 1501,21o contaba con una población de poco más tltr 600,000 habitantes; en 1548, eran 850,000; en 1570, sobrepasaban gl millón; en 1583, se registran 1.010,000; en 1607, 1.100,000. La pr'' L¡lación de Sicilia permanece estacionaria durante el siglo xvII' y ('¡t 1713 se eleva a 1.143,000. La curva es análoga en lo que atañe nl reino de Nápoles;"0 si nos atenemos a los censos españoles, calcula<l<ls por hogares, se ve que Ia población es de 254,823 hogares (es decir, -e. d"-1.000,000 cie habiiantes) en 1505; ile 315,990, en 1532; rlc 422,A80, en 1545; de 48I,345, en 1561; de 540,090, en 1595 (quc es el censo más seguro de todos); la cifra desciende en 1648, tr 500,202,22r y en 1669 a 394,721.'To-anáo como 100 la cifra de 1505, vemos que el índice rlo población del reino pasa sucesivamente a I24 en 1532, a 164.9 er¡ isAS, a 187 en 1561 y a 2I2 en 1595, para bajar a 190 en 164ll y * t'ss en 7669. con iespecto al medio-siglo qgg nos interesa (154,1'r. iSlS¡, se acusa, pues, un cambio del índice de 164.9 al de 212, o sen un aúmento de mbs del 28 /o, sin que se produzca un descenso demo. gráfico hasta llegar el siglo xvII. En este siglo se registra un estun' óamiento en Sicilia y un sensible decrecimiento en Nápoles: 190 r'n t64B y 156 en 1669, lo que hace retroceder al reino hasta una si. ruación inferior a la de 1545 (el índice baia de 165 a 156). Florencia, sumando la población de la ciudad y la de su terrilo. rio, pasa de S'gs,gt8 habitantes en 1551 a 648,798 en 1622'22" Va' necia, incluyendo sus dominios en ltalia, acusa la misma progrcsión de I.650,00b en 1548, a 1.850,000 en 7622.223 Estas cifras pueden parecer fastidiosas, con tanta mayor rnzón cuanto que se parecen unas a otras y repiten las mismas verdadcs. Sin embatgo, estaJverdades, esta gran inflación demográfica del siglo xvt, no ,on."snficientemente conocidas. La historia general no nos tlicc lo que pudo significar la duplicación -por lo menos- de la poblnr:ir'rn e.n ciertas isLs y en los territorios meridionales de Italia. Arlvirtnn¡rlr gue en Cerdeña la progresión fué sensiblemente la misrna qrte r:ll Si' "ilia; p"ro en éste, como en otros casos, sólo potl_emos apoy&rtlor'l otl censos levantados con fines fiscales, censos in<:om¡rlelos y (loll ll¡l grnn margcn de errores y dc frautles. Pero, a pesar <lc trllo, ttos rlltn ttlt¡ 2lo f ¡¡li¡¡s Bcloclt, I)rir Rcriill':.rt ttrtg.. . , l' ¡r' 152' 22n Il)i(1., l. ,ltt. :¡'Jl l,:¡lr.ucnlro l.sr: nrisr¡ro cctrro, Sirt. S. l', Nú¡rollx llfrll, ¡rrro fr',lrrtrlrl r'¡¡ lfiÍ¡1, :::r'r .1. llr'l'¡r'h, I)ir llrt'itll'rtttrtg.,,, y, 7líl' 2ttt ll)í¿. LAS ECONOMIAS: LA MEDIDA DEL SIGLO :lttll idea bastante verosímil y aproximada del ascenso demográfico. l':l censo de lB45 arrojó la cifra de 126,163 hogares; "n las tierras tlt: l¡r Iglesia representaban 742 hogares, las de los feudos 17,43I, las rk:l rey 7,990. El donatíao de 15,000 liras se reparte del siguiente morkr: 2,500 para las tierras eclesiásticas, 7,500 para las tierras seirorinlcs y 5,000 para las tierras de la corona; no hay duda que la poblar,i,in total era de cien mil habitantes y pico, correspondientes, sobrc ¡roco rnás o menos, a la cifra de hogares indicada. El historiador sartlo (lr- lridore nos habla de 150,000 habitantes en Córcega; el censo tlt: 16031225 con sus 66,769 hogares significó, evidentemente, un gran ¡u¡- rnento, aunque para computar el núrnero de hogares por el de hahi. lrrntes tomemos el coeficiente, rtuy bajo, de cuatro. Entre l4B5 y 1601|, cl aumento del censo de población, suponiendo que los cálculos sean r'actos, fué de unos 100,000 habitantes, lo que representaba una griln '.llrecarga para la isla. Ya hemos tenido ocasión de señalar cómo aumentó en ltalia la , if i¿ de las poblaciones urbanas; tanto en las ciudades como cn los lr:- rlilorios, las bajas importantes.de población no se producían antcs rlcl 'ii¡lo xvlt, salvo casos aislados acerca de los cuales encontrará cl lcclor :rl¿¡rrna indicación en el capítulo V de la Primera Parte de esta obru. ¿Es ésta una verdad italiana solamente o puede aJrlicalsc lirlrr- l,irirr al resto del Mediterráneo? El hecho de que el aumento sr: lrlyir ¡,r,,,lrrcido en una isla como Malta (25,000 habitantes en 1550, 27,0(10 , rr l,l>90, 41,000 en 1614,51,000 en l632),ttt ". demasiado cs¡rrrr:íl'irro r ( {)ncreto para que podamos atribuirle una significación gencral. l)c- l', nr.s recordar tambión que, en 1557, una carta ofi<:ial tlcl (ionsr:io ,1,'l.s l)iez afirmó que la población de Candía había aumcnlarlr r¡rr¡- ,1r,,.'''7 Sin ernbargo, para poder aplicar la misma conclusirin al Mc- rlrlcll'inr:o en conjunto, nccesitaríamos datos anírlogos a óstos, y llnos r u;u¡los ccntenares de investigaciones es¡lecialcs cn los anllivos. Nr¡ obstantc, tenemos ¡rruebas de que cn lis¡raña st: ¡rnrrlrrjo rrrr ¡ilrrr,lr: y llotlcroso aumcnlo tlcmogrírfico tlurarrte¡l si¡¡lo xvt, l,:l lr.r'lr, st't'ít rnucho mírs cl¡tro ¡run si nris rlctt'nemrF¿r t'rirr¡¡inirr, ('ot¡ h,,nntrl lliiblcr, Alllcrt Oir¡rrrl y tl¡¡uttos otros hisloriitrlrlr,s, lts cxrr- l','r,t,l¡rs cif'nts (luo so rlitll¡ttt rlc ll ¡rolllitción rlc l')s¡rañl r:rr liclrr¡ro rlt: l,'', llr'1r's (iirtr'rlir:os, í:¡lor:u ('ll (lu('sr: ¡lrorlut,c r¡rr¡r illfl¿rci,'rrr ¡rrlrilrnlil¡ ,1,' l,'g rrúr¡rct'os y rlt: los vttlol'r's. l'll ltscct¡so rlctnogt'írf i<ro rlc l')s¡rrrñrt Itti't'ot¡liru¡rl rlur¡u¡lr: lorLl r'l siglo xvl. lílstl (,s nur':rl nr o¡lirriritr "'t l.rrrtirlotr', Sltt¡itt tlrllu ptpllt:itutr rli Srtr,lr¡1nu, lr)02, ¡r. 12. "¡i llt,l .. ¡r¡r. lr) y ll(1. r''rl lL'L¡r lr, l. ¡r. l(rlr. rlf llr¡¡rr., rrr¡'it/rrr y r.olrirr.lrron,l,. l,'o l)i,.2, (lrr¡rrlin, ll0 rL,rc¡rl. ¡lr, 1557 ((inIl 'l¡l I rr. . I ltllrr'. lluoll. n. I'lll¡. l. llll),
  • 14. 384 DESTINOS COLEC:'INOS nersonal. Por otra pal'te' Ias cifras que nos propo-rciona el erudito +",,ii;t;;i"r"l;"i"ttigrrtt con tocla'clariclad, en lo que respecta rl período de 1530 a 1594. POBLACIÓN DE LOS I'AISES DE ]-A CORONA DE CAS'TII'I'A 1530 1 594 LAS ECONOMÍAS: LA N{EDIDA D¡lt, SIGLO ril[, habitantes; "3' y este descenso de población se acusa mucho mírs r.rr r,l <rentro de la Península que en la periferia marítima.tot Todo ello demuestra, sin lugar a dudas, que el número rlr.l hirlri- tantes no aumenta en el Mediterráneo cristiano durante el siglo xvr. N{enos todavía, cle seguro, de lo que inclican tan brutalmente lus r:illrrs t¡ue hemos registrado. Ya lo decía Julius Beloch en un artículo l'r¡n- rlamental prrblicado en 1900: estas cifras infiadas se deben, en ptlt(.. ru la política que suele -formar sus listas mirando hacia el porvoril y l¡'atando de aumerrtar sus exigencias. Son también, sobre lor:kr lls lr'- l¿tivas al siglo x¡II, consecuencia de un innegable perfeccionanriclllo ,lc los cen-qos.:'r Pero hechas estas reservas y aun aceptando quc lllr.s ('rrores exageran un Doco el ascenso demográfico del siglo xvr y rlis- nrinuyen, en cambio, el descenso de población del xvrr, quedará sir.rn- llte en pie la realitlad de que el período de 1500 a 1600 se car¿u:tr:r'izrt ¡ror la multiplicacií¡n de los hornbres. Signo cle juventud rlr: r'slos rnundos que, según algunos, estaban declinando.'"5 La mayor incerticlumbre en nuestros cálculos emana, un{r (y. nrír,., de los países del Isilam. Sin embargo, es posible pensar rlrrr: r.l rcqtabiecimiento de la paz de los jeriftrtos en Marruecoso a partil rlr. l5,i;0, y de la paz l.urca en el Mogr:eb central y oriental dcs¡r1r¿.r,¡,' 1i,90, produce tarnbién un aumento de población en el nortc tlr: Afli- 'ir, como consecuencia cle este Letol:no a una calma rclativa (si sr. ( ')rilr.)ara con las agitaciones y con las guerras rie la ¡lr:irnt,r.¿r rrrilirrl ,1,'l sielo x-I) y del aumento cle los tráficos con la <:ristialrrlir<1. Sirr 'li,']lo aumcnto, no habría podido brotar Argel como una r:iutlarl-[r,,rrg,'. l,;r qlan ciudad de los corsarios no se erlgrandeci<'¡ -solanlt'nlrr r.rl rkrlri- nrr'¡rto del Mcditel'ráneo occiclental: su suelte de¡rcndió r,n lnr,'lur Irrr.- l,'rlc la r''itl¿ económica y de la lepoblar,ión dc sus [r:r'ritolios r',¡lin- rl;rnlcs. Iln cualrto a ligipto, Siria y Asia menor, no oon()(:rrrnos lrris l¡,,'lro r-r:r'elarloi' r¡uc la crnigración carn¡-resina y militul' [u<.r'¿ rL'l rsi¡r rr{'n(}r" i)olo sus tlotalles sr¡n ur¿rl conocirlr¡s. I'lrt r:uanlo a los I]¿rlcanos, l)or cl conlr¿rlio, rro sr'-r si lr¡rllr'ír,'r,rn- I'r,'nrlirlo lrictt 1,,. rlrrlos 1' l¡rs rrl,'rl¡r,'i,rnt's rlc Ilrr*r.1r l¡rlrrr.r'.-"" , irrz- i',,, 1,,,,'ellos, ¡xrlcr,,,,¡,í,, el tst.l'riltlili: r.r¡ro'inrcnl,,ilr,, lr,nif ilr¡r,irin, ,,1¡lt tt't,¿lltlt'izitciritl llr, l,ts sttt'1,,r ¡rt:ligrosatnt'nlr: itrrrr:tt¡tzirrl,,s ¡lor l;ts ."'ttil* tlt'lrts t'íos y tlc l,,s lrr11,,t. y l)()r'r:ottsigrricrrlr', ¡ror lir rrrirl¡rli¡r. 1," ¡lilír'il ts siltlitt'r'tt r'l ti,'ttr¡r,, r'slrt lololriz¿rcirir¡ rll li¡ro rrrrlrilivrr. r,'t,'lrt,lt,t¡t rlcl ¡tt¡tl¡r'ttlo rlc lr¡s rllrrsirlirrlcs y rlr.l r:r'r'r'ir¡ritr¡lo rlc tttul ''t.t lltirl., l. 17l. :':rlf Alfr.tl (ii¡¡rrrl. "1.¡r t,il,¡ll¡li,,rr,..", tttl. tit. 1':rr .1. ll' lr,, lr, "ltiI llr.rilll.r.illrtI..., írl r.it.. p. 'itfi. :x¡ llitl., 'r r. ;(,t) i0, I r,,,l,rr. l,i,¡,,rrrir, l,lrrrl .1. llrrrrrilttit, tnt. rit., 1,, Iii; rrrlr¡r, ,{rrl,rlrrrirr, f¡r,. ,,¡rrrlr.rrrrrrn ¡1,' ll,trt¡ Iil), l1'r¡r¡, lt'l}ll, lt'lll lr'lr), lt''/¡', Ni,l¡¡r.ir,l ll., l¡t. ttt,, r'1,1.'';t¡ (llt, r lr,. r.x¡r.r,r¡rll¡rr,rrlr, lr. ll'.1 r. 1541 83,440 29,126 43,749 31,398 37,1r7 122,9110 2t|.321 24,034 72,399 53,943 29"740 73,522 3l,73lr 24,46t) 63.684 32,763 43,i87 59,360 86,278 4r,230 1 33,I20 31,153 33.795 26.217 13.3r2 fr0.957 19.260 .33.341 80.357 34.319 35,167 4l,800 96,166 55.ó05 97.r 10 146 0tl 5r,352 17ó.708 37,756 41,413 37.901 ;11"932 147 r49 28,470 65,;J6B 1r4.738 46.209 55,684 ?1.904 Vt'r:inos Hal;itantes 686.641 3.089.894 889.940 4.004,?30 1.340"320 6.031,4,!,0 Elnúmerodehabitantessecalcrtlasobreelíndicede-i'5;ladesignatióndetrtr¿;ir"s corresponde a la nuestra de lngares' Earl J. Hamilton adrnite, con respecto a- las ciudades castclltl' nor, * "r-ento de uno a clos, y con- r€specto a la totalidad cle Espitñrr' ffi" 1130 y 1594, un aumento del -Ií/o'nB El reflujo se aotrsrl marcaclament" u pultii-'d;-ii9¿ y, má! precisamente, despuós tltr lrr i"rri¡f"'-"piá"-lo'¿" fSqg-1600,'que.loi historiadores cle la <lt'¡tt.'' Lrufiu deüerían tener muy en-cuenia'2tn Entre 1594 y 1694'' las tritt' áuá". industriales J" n.pliiu llegar<-rn a perder hasta l¿ r¡rilatl tlt: str ili;"tó";;i; ;-;";i"aoi ¿"t sigio x.r,rr, iegún tcstim.oni. tlt: l.s r',rtt' iÁforanáos, Burgos qg"dn coñy91ido en una citrrlitrl e' r'rrirrrrs y $;;;;il;;.ir, ¿"ri"rto.ár' En,r" 1600 y 1650, ¡,r,r'rliri cl 25(f, r¡'srrx :J18 "'l'he rln:linc of s¡rrirt", urt. tit', Vlll, 2 rk: tttnytt tlt: lr)jll]' t'' 10()' 2',:1t I I)i¡., t. 177- ;t,).'li,:i,!¡',11. ,tli, -,.rrnr, Arrxi¡rrrr..."llint¡¡i¡¡' i'r''tt.,l. ltr ¡rt'r-¡'t'ti¡'" 1J rl. lrt'l'i'¡t'1"r"' rl. l,l,'.r¡rr¡r,rr. ¡lr r,.,.i ir,, u,i,l,',",,rr litrur l'i,'. ¡"'1.. Vll'
  • 15. 38ó DESTINOS COLECTIVOS población en alza. ¿cuándo - se instalaron los colonos turcos del i.i" rn"no, cerca de li, "gtu. bajas de Bulgaria? ¿-Puede hablarse de un ascenso demográfico "apoyadt- en Ia- p-rosperidad de las tierras ;iliü"t* y "rnñr*ur;l 'rÁ trabajo-s de los historiadoreso tanto los ,"*J, "o*o lo* ¿"-oitu" 'acionalidádes, ,no_ esclarecen e1 prob-lema, ;;;ilñ;t"ri. á" un aumenro general de la población balcánica al istablecerse Ia paz turca es verosímil' Todo indica, p;* q* ht'bo ""u progresión demográfica en todo el Mediterr¿n"o drr*rril il ,iglo xur, y^".p-"cialmente.entre los años de .¡550 v 1600. grru ¡lp¿t"sis"cuadra'.ot gtutt cantidad de problemas ;1i"""1.;r"r""¡".i "f ,t'L-cot."gu,"' el de España, dondese intcnsifica i;""*;lj";;;;,;'"i-.ritiuo dei íriso; el de Provenza, donde se des' arrolla la importante cría clel ganádo porcino, y los de las innume- rables bonificacio""u a" Itaiia "y de otias partes, sin contar la gran crisis del trigo acaecida hacia fáOO y de 1a-cual nos ocuparemos más adelante. Ornl PnunBA: LAS EMIGRACIoNES Si el Mediterráneo hubiera vivido de sí mismo, si no hubiera abierto sus puertas po. ,oáJJ-pur,"r, especialmente por el oeste, sobre el ertaiiri"o, hafría t"r,iáo'q"" ,_"rÑ"r por sus propios- medios el gratr il;ü;; áJ *""¿""t"-dJ población; es decir, ie Lrabría visto obligadrr a absorber "l "r""* de hombres, repartiéndolo a través de su espacio' Át*" ¡; esto fué, por 1o demás, lo que sucedió' '^-'-ü"u-pro"bu :ri-i""r" .r"""tutiu- de la superpoblación de l* Eurona mediterrán""-fu """t"os en las repetidas expulsiones de los i;;i;:Hil'?;;i", det sigto Iy: -g, r4e2 f,teron airoiados de cas- iilü i; p;il;;ü" M93"¿" si"iliu, en 1509 de Nápoles y en t5e7., nor último. cle Mílán.t" De estos emigrantes involuntarioso los^más ffi;#ü'r"r i r¿j".- ibé.i"o., llegaro-n Éasta Turquía, Salónica, Cons' i;;""pü'y "t'.,ori" l" Aftilu, á-otrde arraigaron. ¿Sería temerario pensar, una vez -;;; il" en aqúellosPut:"tdemasiado p:blitl'.:Li:: sus recursos -y tai era el caio de la Península lbí'rica' en ttem¡rtr á; b" E;)'.s Católicos- la religión era más bien el preterto rltttt la verdacleru "ur.u de la perse"r.áón y de la mig.acirin'/ Es la r'is' .u l"y d"1 nú-"ro -qr",' andando ei tiempo, se v'lvt'r'ía taml¡ii'rr .orrtr"'lo. moriscos, en Ia España de Felipe III y'.tttíts t.artle' csta vr¡z en Francia, contra'lo, protestantes-de la ó1,.,,'rr rlc l,r¡is Xlv, t:otttt' hace ticmpo lo hizo notar Parist'l''"" :lilí V, I'lillr.lu I'itrtr'. r'ir¡'s. I V ll' ...r:r¡r, l,'l '¡ ,1,. ,.,r,.,1i",i,.'ii;ril,',ll. s¡,il¡', r, ir',tt,iritr ¡¡'l rltlr'. ¡¡ lll rl'' 'r'l'r" lll rl. rlir:.), rlr. Nri¡,.1.s,.', ri,i,)."r;i,",,,,,,i",t¡ r;¡,,ii,,,r,,i,' l'rt'l"t'i""'¡ ltlltt i'tli't' l'rrl'rrr'r' lTtll' ir"t",r1li'tt,lil'*rt, l)i,¡tt¡ r., /r.r r1Alirr.r ,lr l,tu,r,, ,,,,,, li¡i,lr.tir.ouillttun¡,.1,,r.. llt',2, l. iill¡ LAS ECONOMÍAS: LA MEDIDA DEL SIGLO :ltl7 Otra prueba de la superpoblación general del Mediterráneo so¡¡ l,rs diversos descensos en masa de la población de las regiones nrr)n- trrñosas hacia las planicies y hacia las ciudades. . . Los múlti¡rlrs ,1,'s¡rlazamientos de los hombres de la cristiandad hacia las tierrus rk:l lsl¿m tienen todos los caracteres de movimientos compensatorios. l,rr , irrrlad de Argel, que creció ooa la americana", era, en realidad, rrrru , irrrlad de inmigrantes. Paralelamente, se produce una continua t:nri. ¡',r':rción italiana que se desparrama hasta muy lejos, hacia el norlc .nr'(|l)eo, los países islámicos y hasta las Indias, llevando a las nut:v¡rs li.u'¿ts una mano de obra calificada de artesanos, artistas y mercark:- rr'-. l'ln las postrimerías del siglo, sabemos que vivían en el Cercalrr¡ ( )r¡r'rrtc de 4,000 a 5,000 familias venecianas.'no Aquí y allá, se pu(!- ,l''rr rlr:scubrir emigraciones semejantes; por ejemplo, la de los obreros ,1,' (,.rno que, a fines del siglo xvr, se establecen en Alemania y en l,,rr*i,r;," o la de los peones agrícolas que en l5BZ se trasl¿tl¡rrr '1,' l,i;4rrria a las planicies corsasrt*t o la de los técnicos,2t3 a quicnt,s il,,. r'lr(:ontramos casi en todas partes, especialmente en Francia, inr- ¡l¡nrtiur(lo los procedimientos de fabricación de la península italianu, ¡r'r'lrrrtr: del arte de tejer la seda para hacer brocados de or(), o 1,,, r', r'r'los de la vidriería a la moda de Murano...'*' Inventores, rrr- Ir"tir', r'rnrlcros y albañiles italianos esparcidos por todas las nrl¿rs rL: Irr,,,¡,,r.''''' l)cro, ¿cómo hacer la lista de estas aventuras, a rnt:nrlrLr trr,lrr rrlr¡rrlr:s'/ Se tiende tal vez con exceso a creer que esta emigrncirilr ,l, ,,rlr,l,rrl lro ¡rudo abarcar más que a un pequeño número <le gr:rrlcs. l', r,, l,s ¡rcr¡rrr:ños núrmeros, sumados unos a otroso acaban forrn¡tnrlo Fr'rrllr'' nulsits, ¡r,,r lo menos, medidas por la escala del siglo xvl. l,,u llll).(XX) r's¡r;rñr,lcs21o que en esta época pasan de la ¡renínsult ¡r l¡n trlrlr, rlc Ar¡rílrica constituyen una importantísima t:migrat:irin, I ilt rr', r r)ils(.r.ur.t¡ci¿ls hallr:írn tle ser COnSiderableS. l l , .r¡rílrtlo r¡ttt: ¡trcrrcrle srilo ¡rretcnde senlar unos cuanlos.irrlorrcs. I l,r r t't,lrt,l, ¡rorlt íittttos ('nlr'('t(tlrcrnos clt revisar ;-ptra rr:rlur:irllr ¡t '1" l,r , r¡¡rl n,¡ rlrri¡'rr. rltcit r¡ttr. lrt r.ift.tt ,t,, ,,.,, ,.*,,*,.r,,,,J "ft ll,,r,llr li., ,1. ,/i llonro, lll()ll. lll, ll, ¡r¡r. l16-7.145-7, cit. ¡ror I,'trrfnrri. ¡r. 146. "r'' ll,,¡1,¡¡',¡,, lt., l'tr lu st,ttiu lrllu ¡ntp<ittzittnc tlrllu Corsica,1840, 1,¡r. 66,67,71, ll lt t , l ¡,lr l,rrrrlirrri, ¡r. 1.1(r, 'tf I r,rti I 1.. ,llril tlt'lltt trrnit.tt itulitntt, lt)lll. "ll l,l, ,.rr lnAl¡rl,.rrrr; l,'rrrrfrrrri. ¡r. l4í. ¡li t¡r'l¡t¡ lrr rlir¡rlrririn il¿tlirrtrrt ¡t lltvrir rlr.l lrlttr,lo, r.lr,lnnr.rlr¡¡.tu¡rr.l¡l¡tr.ir'lt ittt¡,r"xn t lltÉ,llld ',, l¡ ¡r'ltr¡ t¡t¡¡t irlt'¡t rlr' ¡t¡ r'rl¡'rtqiritr ¡,ot rlrrr crlrrrlios: t¡rrr¡ x¡rlrlr. ltt r.trri¡¡rrt,.iritt pr,tr I t=1,,,r, r !', rn¡.,rlhr. Lli¡,,, li !r. it., lUll,l, y r.l otro It¡r.in (iin,.l'rn, v. l'¡rr.¡1, "lln Ir¡,r r l,ltrrrr¡¡". li. tt. ilttlitnu. l(lll'.r. rrnrlro¡ l¡otrrlrlr'¡. l,'lrll¡r lrn,,r lo¡lo r¡r¡ r'¡lt¡rlio pl'r* lr tsr¡lt,tir' l"r ,1, 'u'l,lrr¡l,r¡. Solr¡¡, r'l l,rrl,r'l ¡1,' l,,x (lr¡n¡¡rllri ! rl,. l,,n lrrrl¡ilru¡lrx rl¡.1 lrl,lr lrFÉlr', rl rl ¡rrlr',1,.1 l,n¡1,,,,t. ¡,1r"¡.rr'¡rcirin v¡¡,'iln,ln rlr.l. llrrr,klr¡nrlt. l)i¡ !¡c,i.r,tnr., ¡'¡, lt, i. ,,lrrr, !,,n irrp,,.r,r,,r,,u nrr¡rrilr,r l¡r¡ ilnlinnon, r'oil',illttrr r.l lltrltr.rr, vor--f¡tttr, r l"'r ' ¡, rr,¡,1,'. l,','trrr¡lrvnrrr. ll. llll (e¡¡l¡¡ .lr.rrr ll¡l¡tl¡lr, 'l'ollr,lIr), 'lá tl tlh, ll,t. l. /.., l'¡ lll, ¡'. '.'(l'r.
  • 16. DESTINOS COLECTIVOS slrs antiguas y verdacleras medidas- toda la historia del siglo xvr, en todos y cada uno de sus aspectos. Pero, aun sin entretenernos en los cletallós, ¿no es necesario -medida de medidas- dar una idea de la potencia de los Estados, y especialmetrte de la fuerza de sus ejércitós y de sus flotas? Así intentaremos hacerlo más aclelantr'. Este capítulo no tiene más objeto ni otra pretensión que poner erl gualdia al lector, recordarle unas cuantas verdades -simples y, silt émbargo, desdeíradas, a pesar de que pesan mucho sobre todo eI cs- pes"r de la historia y de la vida. l{o está de más pensar y comprendcr que si tal o cual imperialismo se tletiene en su camino, ya sin alienlo, sl tal o cual política se sale cle los estrechos moldes de lo real, si los grandes cálculos políticos se desploman rl no se cumplen' es porqtlr' esc¿|.sc¿r el trigo, porque las cosechas son inciertas, porque los tralls- portes resultan difíciles y costosos, porque los hombres, y especilrl- mente los mercenarios no siemprc abundan lo bastante? 0 porque tlllll embarcación de diez a cincuenta toneladas tarda diez clías en ir rlr' i{arsclla a Cónova. ¿Está de más saber en qué nivel tan modesto sr' desenvut¡lve la vida de todos los días? ¿Imaginarse jurrto a los prínli- pes, los ricos y los poderosos, a las clemás gentes, abrumadas a gitrl¡t paso por su dura y miserable vida? to7 2a? !g[¡g¡ tomarse en cuenta otras nil metiidas, arlcnr¿is rlt lrrs r¡rtt: l¡trttrr¡s Iil¡1,1,' Por ejcmplo, en cuanto a los muelles y embarcaderos dr: l,ls ¡rrrlos. l')rtttt: los ¡'ttltl,rr sin ernbaicadero, citt:rnos a X{álaga (Sinl. lio. 164), I'rlclrrro, Nr'r¡,r'lls. llrtgtrsrt (l'ttlut. p. f20), Génova'. ' Con frt-cuencia los putrrtos no ('r¿lll sittt' ¡'l't1;t*'- r'.lttr¡ ll¡tl¡ r'l¡¡llr' i',rltro non ¡nanca che un polto", Botcro, I, ¡r.,t>. Otrtr nllrlirl¿t, r'l ,lili,il tl¡ttillritttlr, ¡ll perióilicos, gacetus, lo que'hacía'qrrr: l,,i ri,,ii,,i,,, frrcst'rr rtt,r,tt,l,tílt' ,ttttls. l),' rr,¡rti rl isomllro rie-F-resng Cnniyc (¡t. 160), ¡r¡lr: l¡ t'slrcr'lr¡r ¡lr'lcttr¡r ¡lc l,,* llrtt,lrrl¡r'los, rlottrl¡ los nlvíos plsalran al litrirri rli, r¡rro,rrrl¿r nrcrli¡r ltor¡t. l'lttt ttrr ¡ittttt lttio ltttsltt cl lntrrl¡int la ¡rnja dc lirs yrrli.jas (ll¿rrrlr.llo, V, ¡,,lt:l). ¡¡l lrtrl,, ¡ll r",lr, p.ttttt,l,. r'trrlrllcr!! r¡lrrr llr 'lrgrrrrizrt,.i,ilr rl¡r ¡lt llusl rll lll, rllui,¡ t'llllt' l¡¡s llrtll*l,ttt¡i,r ,l,' Vilr¡¡r v rlr' I'iu¡,rrlrn ((iorIrirr, X(,11. ¡'¡r, :'?,1 ll, l(, ,1,. ¡.tr,.r,, rll ll'lrlf. v Sill. 1,.,,., l5f¡i l. 5¡rr I'nrlr¡rtrl. lrt: lrrrl.'( r' (lll. li, tt,j I¡,2í,tt llllrlilrrrtl. tltttlt'' lt, ilil. ¡rl lrrrrrlil¡"tl¡llhi' r'll l.ltlltt rlr'l ltttltiltt'¡tt lil,r il,r ,l, f l.nr i I l¡rl,r't , L,t ll,,,l' t ní¡i ,ln tt'ir ¡ti" lr, Cnpírur,o II LAS ECONOMÍAS: I.()S X,{ETALES PRECIOSOS, LAS MONEDAS Y LOS PRI.](]I0S r¡rrr:a fué tan importante ni tan revolucionario como en el siglo xvl , l ¡rapel de los metales preciosos en ia vida económica. Su histrrlirr rlr¡rrrina toda la historia del l,Iediterráneo, la historia de sus monc(lirs, ¡l. sus precios, de sus economías, vinculadas las unas a las otras; nriis ,,,,n, la vida toda de este mar, cuyos destinos ha orientaclo. I. EL MEDITERRÁNEO Y EL ORO DEL SUDAN Las sartn¡.s DE METALES pREcrosos r{ACrA nL rrsrrt ;rrlrr l¡lr sencillo, al parecer, como la circulación cle los m(:talcs l)l.rl- I r,, os cn el }fecliterráneo. Pasan los siglos sin que ella camlri<l rrirrllr, l,'r l() rncnos en principio. De donde quiera que vcngan los rnclrrlr.s ¡'r,', iosr)s, según cl siglo cle que se trate: de las minas rle oro tlc llr ' ','¡;r Stlvia, de los Alpes, de Cerdeña, de los lavarlr:r'os rlcl Sr¡rlrirr o rl,' l"¡i,,t,i',, o hasta dc. Sofala a través del norte dc Africa y rlr: l,)gi¡rlr,¡ ,1,'lrrs l¡rinas de plata de Schwaz, a un lado dcl vallc rlr:l lrrrr, rlr. , r¡,, lrl r.rr IIungría, dc N{anzfcld en Sajonia, rlr: Kr¡trrr¡rl¡{'r.!-1 (,(.r.r.¡1 rl, l'r;rilrr, <lt: las minas <lt'l I',r'z Ocbirgc, cn Sitjonia;Io rk: l¿rs l¡¡irr¡r'. ,1, I rrcrt¡ Munrl<1, a l)¿u'til rk, los l)r'imct'()s años ¡¡l siglo rvr... l)r: ,1,,r¡,1. r¡rriclir (luc v(:¡r!{illr los rrrr:l¡rlcs ¡lrcr.iosos ril ¡rr.otrl() r:onr() r.1r- lr¡rrr.rr lrr rirllil¿r rkl lir virlir rrrcrlitr:r'r'¡irrr:¿ro r.sliirr rlcslirurrl,,s ¡r lrli. rr¡'nl;rl un¿r l)or'('nlte r:virsiírr¡ lrirciir cl r.slc. l,]rr cl r¡lirr rrgr.o, r.rr Sir.i¡r ,, ,'r ,'l l'igi¡rlr, t'l rrt¡tt'tcio l¡¡r'rlilllliinrro rrlro.irr sicrn¡rrc r¡n lr¡rlrrrr,.r, rlr lr, tl¡rt io¡ 51'¡l¡¡ lrt¡ilittr lllgrrr llrrsl¡r r'l l'lrlt'clrlo Olir.rrlr', glrrcirrs rr l,,s .t¡r rtlrlros,lt',,t,r y rlr'¡rlrtlrt rlttc sl itn¡r,,nc cn rlclt'ittrr.l¡lo rlr.stt ¡rrr,¡rirr a¡¡lr',1¡¡¡¡¡'j¡¡. I l¡rsl¡r lr¡t ll,'¡irr,l,r ¡¡ ,1,','it,.r' r¡ttc tslir srrrr¡{t írr rlc rrrr.l¡rlr.s lrr'r rr".5 lr;tlrírr rl,'*,,r'¡irrrrizrrrl' r'l lrn¡rct i,, r'onrrn.r lo cttrrl, ¡lililrlur. I f'¡rr¡r.,,r¡r¡ í¡ltrruln i¡rrlir¡r,r,rr.ñ,, t:,ll:j ,1, Nll, ftr¡lrrrrritil l,:nt!'tú,. lt, l.