1. El Cinquecento
El nombre de Cinquecento alude genéricamente al segundo ciclo del
Renacimiento en Italia, de apogeo en las novedades introducidas por el
Quattrocento, pero que apenas dura las dos primeras décadas del s. XVI.
Durante el Cinquecento se mantuvieron ciertos aspectos característicos,
propios del primer Renacimiento, en especial el apego a las pautas clásicas,
clasicismo.
En este momento el arte se valora como una expresión de la belleza, que
pasa a ser considerada como algo inaccesible. Los artistas sintieron que su
objetivo era llegar hasta cuotas insuperables de belleza y verdad, superando
con creces las metas del Quattrocento.
Es el período más conocido del arte italiano, cuando surgen artistas elevados
a la categoría de genios, como Leonardo da Vinci, Rafael, Miguel Ángel o
Tiziano.
En el Cinquecento, además, el foco artístico se desplaza desde Florencia a
Roma, gracias al mecenazgo de los papas Julio II y León X y Clemente VII.
Sigue existiendo además un vivo interés por los restos arqueológicos
conservados de la Antigüedad Clásica, que también en este siglo se
enriquecen por ejemplo con el descubrimiento en 1506 del grupo del
Laocoonte, que tanta repercusión tendría en el arte del momento y más
exactamente en la obra del propio Miguel Ángel.
Pero además se advierte cierta inquietud también por cotejar y comparar las
teorías de los tratadistas clásicos (Vitrubio por ejemplo) con los postulados
del momento, Serlio, Vignola y Palladio.
Sigue existiendo un modelo antropocéntrico, aunque las obras
especialmente en arquitectura y también en escultura adquieran una mayor
monumentalidad.
Se potencia el carácter científico y de investigación de la obra de arte,
siendo en este sentido las mayores aportaciones las de Leonardo y
especialmente su concepción de la perspectiva aérea. Ésta es aplicada
básicamente en pintura, perfecciona a la lineal, representando la atmósfera
que envuelve a los objetos. Para ello difumina las líneas convergentes y
elimina los límites de la forma y del color.
Por último es también creciente el prestigio de los grandes artistas cuya
cotización aumenta continuamente, pareja a su mayor encumbramiento.
Fenómeno éste que va transformando al mismo tiempo el modelo de
formación de los artistas, que del aprendizaje en el taller y con el maestro,
se transforma ahora en una docencia más regulada y sistematizada.
En el ámbito de la arquitectura se sacrifica el sentido decorativo del
período anterior por la búsqueda del racionalismo en las formas
arquitectónicas y concibe las construcciones como un todo unitario donde
la armonía triunfa plenamente y la monumentalidad, pero se huye de todo
colosalismo deshumanizado. Además se introducen los volúmenes y se
abandona la horizontalidad propia del Quattrocento. En los templos buscan
un distinto planteamiento con la centralización de sus plantas, con cúpula
símbolo del orden divino existente en el universo. En este sentido la
prolongada obra del nuevo Vaticano marca un hito en toda la centuria.
Disminuye, prácticamente desaparece, la menuda decoración anterior. Se
prefiere una decoración basada en los efectos monumentales de los
2. elementos arquitectónicos, como el
empleo de frontones triangulares y semicirculares en combinación.
Los principales arquitectos del s. XVI son Bramante y Miguel Angel.
En escultura, continúa diríamos que linealmente, el sentido clasicista del
Quattrocento; equilibrio y armonía y cuya temática conserva la perfecta
simbiosis entre motivos sacros y mitología. En todo caso se puede hablar de
una creciente tendencia a la agitación compositiva, a la búsqueda
constante del movimiento y a la monumentalidad, que encuentran su
síntesis final en las primeras obras de Miguel Ángel.
Finalmente la pintura sintetiza los valores de equilibrio y armonía iniciados
en el s. XV. Además, el color y la luz adquieren un nuevo matiz en la
pintura del s. XVI: el primero se maneja libremente y se convierte en
elemento autónomo, en detrimento del dibujo (la pintura veneciana),
mientras que la luz adquiere mucha importancia, al igual que las sombras
(sfumato y perspectiva aérea). Por último, la composición de las pinturas
es muy clara, en ellas se destaca una sola escena principal.
Con el Manierismo, los valores de belleza pictórica, unidad compositiva y
solemne equilibrio fueron desapareciendo y dieron lugar a composiciones
desequilibradas y asimétricas, en las que el exceso de decorativismo
escondía a menudo la estructura compositiva de la obra.