1. La elección del ungido
“Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio,
hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová
dijo: Levántate y úngelo, porque éste es. Y Samuel
tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus
hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de
Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se
volvió a Ramá” (1 S. 16:12–13).
2. #.1 Jehová habló a Samuel su profeta y lo hizo con pregunta y respuesta
1 Dijo Jehová a Samuel:
—¿Hasta cuándo llorarás por Saúl, habiéndolo yo rechazado para que no reine sobre
Israel? Llena tu cuerno de aceite y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de entre sus
hijos me he elegido un rey.
2 Samuel preguntó:
—¿Cómo iré? Si Saúl lo supiera, me mataría.
Jehová respondió:
—Toma contigo una becerra de la vacada, y di: “A ofrecer sacrificio a Jehová he venido”
(1 Sm 16.1–2).
La voluntad de Dios para con los creyentes muchas veces es pregunta y es
respuesta
3. La voluntad de Dios fue directa, pero no específica a Samuel:
“Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus
hijos me he provisto de rey” (1 SAMUEL. 16:1).
carán; cuerno.; empujar o acornear; resplandece como rayo, llenate de poder ;
como cabeza, fuerza,poder,.
A Samuel le llegó palabra de revelación en cuanto al lugar y a la familia,
pero no al ungido.
Dios le manifestó su voluntad progresiva.
Entender la voluntad progresiva de Dios exige obediencia, tiempo y
paciencia.
Se necesita saber esperar en Él.
4. I. El tiempo de la elección del ungido
En 1 Samuel 16:5 leemos: “El respondió: Sí, vengo a ofrecer sacrificio a Jehová; santificaos, y
venid conmigo al sacrificio. Y santificando él a Isaí y a sus hijos, los llamó al sacrificio”.
Pero en esa ceremonia de consagración y en ese sacrificio de adoración
faltaba David.
Él ya estaba santificado por Dios mismo y era un adorador
individual del Eterno.
El ungido debe ser seleccionado y elegido de un ambiente de
santidad y adoración.
El ungido debe ser una persona santa y que adora al Dios
Todopoderoso.
5. No es tanto dónde se adora, sino cómo se adora
Nuestros padres adoraron en este monte, pero vosotros decís que en Jerusalén es el lugar
donde se debe adorar.
21 Jesús le dijo:
—Mujer, créeme que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre. 22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos, porque la
salvación viene de los judíos. 23 Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos
adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque también el Padre tales
adoradores busca que lo adoren. 24 Dios es Espíritu, y los que lo adoran, en espíritu y en
verdad es necesario que lo adoren.
(Juan 4.20–24).
El ungido aunque está en el campo del mundo, no es del mundo.
Le pertenece a Dios
6. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del
mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os odia. (Juan 15.19).
Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo esté, también ellos
estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado, pues me has
amado desde antes de la fundación del mundo (Juan 17.24).
El mundo no afecta al ungido que está en una buena relación con Dios; es
el ungido quien afecta al mundo.
La presencia de Jesucristo en el creyente es la que destaca a él o ella ante el
mundo.
Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo esté, también ellos estén
conmigo, para que vean mi gloria que me has dado, pues me has amado desde antes
de la fundación del mundo (Jn 17.24).
7. II. La obediencia en la elección del ungido.
Santos y adoradores son la clase de personas que el Espíritu Santo
está buscando para llenarlos de la gloria y la presencia divina.
Ya la Dios le había dado especificaciones a Samuel en la elección del ungido:
“No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho;
porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que
está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 S. 16:7).
8. La visión de Dios no es la misma que la del ser humano.
El primero mira por dentro,
el segundo mira por fuera.
Dios no está interesado en “parecer” ni en grandeza humana.
Esos son los requisitos carnales del mundo.
Los más capacitados y los mejor parecidos son los que muchas
veces reciben empleos y obtienen promociones.
A Él le interesa el corazón del que será su ungido.
9. Samuel miraba lo que estaba afuera, veía en el balcón;
“pero Jehová mira el corazón”, ve la sala y las habitaciones.
Nadie podrá ser el ungido de Dios si verdaderamente no le ha entregado su
corazón (figura de la mente y asiento de las emociones) a Dios.
Abinadad, Sama y sus otros cinco hermanos tenían todo, menos el corazón
que Dios buscaba.
Samuel no se dio por vencido y le preguntó a Isaí: “¿Son éstos todos tus
hijos?” (16:11). A lo que Isaí respondió: “Queda aún el menor, que apacienta
las ovejas” (16:11). Samuel entonces decidió no comer hasta que llegara el
que faltaba.
10. En 1 Samuel 16:12 leemos: “Envió, pues, por él, y le hizo entrar”.
Aquí notamos el espíritu de obediencia en David: “envió, pues, por él”.
Luego su espíritu de humildad: “y le hizo entrar”.
David se sometió a la autoridad espiritual de su padre Isaí.
El que tiene problemas con estar bajo autoridad, le será difícil estar en
autoridad.
El sometimiento a la autoridad tiene que salir del corazón y no de la mente.
La mente sin corazón produce carnalidad, pero con el corazón produce
espiritualidad.