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Relatos navideños del ángel Galael
1. GOIZALDE RELATOS
A la mañana siguiente ya sabían por todos los
RELATOS rincones del cielo que también Galael bajaba
aquel año. Nuestro ángel lo había gritado por
todas partes. Sólo una cosa entristecía a Galael,
y es que, bastantes ángeles, al oírle, ser reían
Los relatos son cuentos más largos que de él. Uno le había dicho:
llegan a desarrollar toda una historia. - Bien se nota que no has estado nunca. Te
Al igual que con los cuentos, nos tene- imaginas un mundo delicioso. Pero ya, ya verás.
mos que dejar llevar por ellos para - No puede ser. ¿Cómo voy a creeros?. ¿Van a
aprender. ¡Lo mismo que con Dios! ser tan locos que no celebren maravillosamente
el día de Navidad?. Además, ¿quién dijo que no
1042. EL ÁNGEL COJO les conozco?. ¿No hemos visto a san Pablo, a
santa Teresa, y tantos otros?. ¿Cómo van a ser
Mi amigo tenía la manía de coleccionar curiosi- vulgares los hombres?. Es que vosotros no les
dades artísticas, y una tarde, mientras juntos mi- comprendéis.
rábamos su álbum, saltó en una de sus páginas
un ángel cojo. Los días precedentes al 25 de diciembre sona-
ron en el cielo las primeras notas del “Aleluya”.
- Y esto, ¿qué es? Una enorme cantidad de ángeles se disparó ha-
- Es una pintura abisinia del siglo XI. Y corre so- cia la tierra. No será necesario decir que Galael
bre ella una curiosa leyenda. llevaba ya a la puerta del cielo cuatro horas ha-
Y mi amigo me la contó. Y era ésta: ciendo cola y que, apenas abierta, comenzó a
gritar la buena noticia.
“Era una de las mejores voces de todo el cielo, y
así se pasaba la eternidad cantando ante el tro- Como no conocía la tierra, comenzó a planear
no de Dios. Y sucedió que Dios se enamoró de sobre los campos hasta que llegó a una aglome-
la voz de Galael. Tanto, que llegó a pensar que ración de casas que le llamó la atención. Era
el día que Galael faltara de su coro de cantores, una gran cuidad. Y comenzó a gritar:
el cielo sería un poco menos cielo. Pero no ha- - Eh, hombres. ¡Gloria a Dios en las alturas!.
bía el menor peligro de que esto sucediera, Pero nadie podía oírle. Los coches parecían te-
pues Galael estaba loco por Dios y no se movía ner más prisa que nunca y las bocinas no para-
de su lado ni a cuatro tirones. ban de tocar. También los autobuses y tranvías
Aunque, si hay que decir toda la verdad, no po- estaban más chillones que nunca. Total, que se
demos ocultar que un día al año, Galael se po- oía todo menos el canto de Galael.
nía nervioso: el precedente a la Navidad. Y es Entonces pensó que sería mejor entrar en una
que nuestro ángel no conocía la tierra, Todos casa y hablarles al oído para que pudieran es-
los años, al llegar la Nochebuena, Galael con- cuchar. Vio un gran edificio y, sin saber qué era,
templaba cómo el cielo se quedaba casi vacío, entró por una de sus ventanas. Se trataba de un
porque todos los ángeles bajaban a la tierra a manicomio. Un hombre con bata blanca cruzó la
gritar paz y gloria. Sólo él y unos pocos se que- sala y el ángel le siguió y llegó a una cocina
daban en el cielo cantando. donde charlaban varios hombres. El que acaba-
La verdad es que, al principio, a Galael le impor- ba de entrar dijo:
taba muy poco. Había oído hablar a sus compa- - Venga, chicos, daos prisa. Van a dar las ocho
ñeros de los hombres, pero no entendía ni podía y hoy se cena antes.
imaginarse qué sería eso de tener carne.
- Aún no terminó de cocerse. Esta cena no está
Cuando una noche de diciembre Dios había te- lista.
nido la ocurrencia de encarnarse y hacerse
hombre, el bueno de Galael había sufrido un - ¿Qué importa que esté preparada o no? ¡Có-
tremendo desconcierto; pero lo comprendió en- mo si ellos se diesen cuenta de algo!
seguida, y le fue fácil hacer entrar a los hombres - Pero hoy es Nochebuena.
en el círculo de sus cariños.
- No olvides que están locos. La Nochebuena es
Y cuando nació la admiración, nació igualmente para los sanos. Ellos no saben a qué fecha es-
la curiosidad. Y hubo un momento en que la cu- tamos. Y en mi casa me esperan para cenar a
riosidad pudo con nuestro ángel. Se presentó las diez. Dejaos de sentimientos y vamos a lle-
ante Dios y le soltó, muy serio: varla como esté.
- Señor, esto pasa ya de castaño oscuro. Hace Galael se quedó en un rincón de la cocina. No
casi dos mil años que bajan mis hermanos a la comprendía nada. O mejor: le daba miedo aca-
tierra, y yo sin conocerla todavía. bar de comprenderlo. Veía a aquellos treinta
Dios acentuó esa sonrisa que siempre tiene en hombres demacrados, comiendo como autóma-
los labios, y contestó: tas, mascullando hacia dentro palabras incom-
prensibles. Y no pudo resistir por más tiempo la
- Bien, si quieres bajar, baja. Allá tú. Busca un escena.
sustituto para el día de Navidad, y puedes ir con
los demás.
Más de mil textos para orar y reflexionar 305
2. GOIZALDE RELATOS
Salió de allí y entonces vio a un muchacho joven ténticas riadas. Dudó un momento si debía cru-
que entraba en una tienda. Entró tras él. Oyó zar.
decir al joven: - ¡Eh, cuidado!.
- Felices Pascuas, don Esteban. Alguien gritó. Era tarde. Crujieron los frenos. Se
Galael respiró al ver los ojos brillantes del mu- amontonó la gente. Se atravesaron varios co-
chacho. He aquí uno que parecía estar alegre. ches que tuvieron que hacer hábiles giros para
Pero no tuvo mucho tiempo de pensar esto, no chocar con los que iban delante. Llegó un
porque el vejete a quien se había dirigido el jo- guardia.
ven contestó: - ¿Qué ha pasado?.
- Otro tonto. Felices... ¿qué demonios?. ¿Qué - Una cosa rarísima. He atropellado a un señor,
derecho tiene usted a estar alegre si es pobre le he visto caer bajo las ruedas, y aquí no hay
como una rata?. ¡Mundo de tontos!. Andan por nadie caído.
ahí saludándose como los payasos: Felices
Pascuas, Felices Pascuas... Pero, ¿qué son las El conductor, con una rodilla en tierra y palidísi-
Pascuas?. La época de pagar las facturas ca- mo, agitaba las manos sin comprender. El guar-
reciendo de dinero, la época de tener un año dia agitó la cabeza.
más, pero no un duro más, la época de hacer - Usted lo que viene es bebido. Ahora mismo
balance y encontrarse un saldo desfavorable. Y viene conmigo a la comisaría.
encima, la época de las propinas.
Y ya iba, mientras tanto, Galael con su pierna
- No diga usted eso, por Dios. Son días hermo- partida camino del cielo. Desde entonces es el
sísimos. Días para pasarlos juntos en familia. único ángel cojo del cielo, y en todas las proce-
- ¡En familia! ¿Cuántos son ustedes en casa? siones puede vérsele el último,
arrastrando sobre la bóveda del
- Doce. firmamento su pierna de palo,
- ¡Doce! Ya lo decía yo. ¿Cómo pueden sentar- que resuena como un tambor. Y
se a la mesa doce bocas? Disgustos, malos se le ve ir triste y melancólico, re-
humores, gastos: todo lo malo viene de ser va- zando por los hombres que un 24
rios. Yo estoy solo, y me salgo más barato. de diciembre le hicieron llorar por
Galael no sabía si freír o llorar. Aquel vejete le primera vez en su vida”.
resultaba tan prodigiosamente estúpido... Nues- Y éste es el ángel que el pintor
tro ángel le veía contar y recontar unos fajos de abisinio pintó hace nueve siglos y
papeles sucios y se preguntaba cómo podrían la leyenda que nació en torno a
interesarles a los hombres aquellas porquerías él. Ojalá que un día este ángel
de papelujos. cojo pueda volver a la tierra y ver
Salió de allí y vio a lo lejos unas luces que se un mundo de hermanos que ce-
encendían y apagaban. Se dijo: lebra felizmente el nacimiento de Jesús. Enton-
ces será Navidad.
- Son fuegos artificiales. Aquí, por lo menos, los
hombres se aman como hermanos y celebran la 1043. EL CAPITALISMO
Navidad.
Cuando el rey David - Dinero gozó con la fortu-
Y se dirigió allí. Sólo entonces se dio cuenta de na de un pobre soldado fiel, y decidió además
dónde estaba. Debajo de sí tenía lugar una san- enviarlo a la muerte para quedarse con lo suyo,
grienta batalla. Las luces no eran cohetes, sino el Señor Dios envió al profeta Natán ante el rey
cañonazos. Los soldados gritaban al caer heri- David - Dinero para reprenderle.
dos de muerte, y el olor de la pólvora hacía
irrespirable el aire. ¡Cuánto sufrimiento!. ¡Cuánto Natán entró ante el rey y le dijo:
dolor!. Ahora sí que lloró Galael. - Había dos hombres en un pueblo; uno era rico
Escapó de allí y llegó de vuelta a la ciudad. Ga- y otro pobre. El rico tenía muchos rebaños de
lael se sentó en el bordillo de la acera. Intentó ovejas y bueyes, el pobre sólo tenía una corderi-
imaginarse a Dios, pero era en vano. Y las lá- lla que había comprado. La iba criando, y ella
grimas le llenaron los ojos. crecía con él y con sus hijos, comiendo de su
pan, bebiendo de su vaso y durmiendo en su
- No puedo irme al cielo así, no puede llevarme regazo: era como una hija. Llegó una visita a
ese recuerdo al cielo. Toda la eternidad pen- casa del rico, y no queriendo perder una oveja o
sando en esto... ¡Será horrible!. Y no podré ol- un buey para invitar a su huésped, cogió la cor-
vidarlo. dera del pobre y convidó con ella a su huésped”
Pero a las lágrimas sucedió el sueño y Galael se (cf. 2 Samuel 12, 1-4).
durmió y volvió a ser feliz soñando con los ange- Natán contaba con que el rey, al oír la historia,
litos. Era de día cuando despertó. Sólo cuando iba a montar en cólera y exclamar: “¡Vive Dios
miró al cielo y vio que no había estrellas se dio que el que ha hecho eso es reo de muerte!”. En
cuenta de que era tardísimo. Galael comenzó a ese momento, Natán le diría: “Ese hombre eres
correr por las callejuelas hasta llegar a una an- tú”. Y estaba seguro de que, al oírlo, el rey cae-
cha calle por la que los coches cruzaban en au- ría en la cuenta de su pecado y se arrepentiría.
Natán tenía larga experiencia: sabía que la pa-
Más de mil textos para orar y reflexionar 306
3. GOIZALDE RELATOS
rábola había funcionado otras veces, y esperaba Seguro que no lograréis comprender cómo an-
que iba a funcionar también ahora. tes de caer nosotros no hayamos puesto el ha-
Pero he aquí que el rey David - Dinero le con- cha en la raíz de la injusticia social.
testó a Natán: Ha sido el amor al “orden” el que nos ha cega-
- Elemental, mi querido profeta. El rico no podía do.
gastar sus ovejas, puesto que las necesitaba A las puertas del extremo desorden, os dirigi-
para invertir. Una oveja del rico podía producir mos esta nuestra última y débil excusa, supli-
mucha riqueza, dando a luz cuatro o cinco ter- cándonos que creáis en nuestra inverosímil
nerillos más. Mientras que la corderilla del pobre buena fe.
estaba destinada a morir, ya que el pobre no (Pero si no habéis mamado, como nosotros, jun-
disponía de medios, ni de corderos ni de semen- to la leche, seculares errores, no nos podréis
tales para hacerla multiplicarse. Debes com- comprender).
prender que, si el rico hubiese matado una de
sus ovejas para agasajar a su huésped, habría No hemos odiado a los pobres, como la historia
empobrecido al país no creando riqueza. dirá de nosotros.
Natán se marchó cabizbajo comprendiendo que Sólo hemos dormido.
él no sabía nada de economía y que, por ello, Ha sido entre sueños cuando hemos fornicado
quizá sería mejor abandonar su misión de profe- con el liberalismo y con los congresos eucarísti-
ta. Se retiró a la montaña, y estaba a punto de cos de los fascismos.
quedarse allí para siempre, cuando recordó que
Nos parecía que su prudencia nos podría salvar.
tenía que dar cuenta de su misión al Señor Yah-
vé Dios. Por eso volvió a la ciudad y llamó por Ved, pues, que ha faltado la plena advertencia y
teléfono al rey: la libre voluntad.
- Oídme, majestad. Es sobre aquella historia de Cuando nos hemos despertado era demasiado
la que hablamos el otro día, ¿recuerdas? ¿Me tarde. Los pobres se habían ido de nosotros.
garantizáis al menos que el rico invertirá en Hubiéramos llamado inútilmente a la puerta del
crear riqueza la oveja que se ahorró en el convi- festín. Cuando enseñéis a los pequeños cate-
te de su huésped? cúmenos blancos la historia del lejano 2.000, no
El rey David - Dinero le respondió: les habléis de nuestro martirio.
- No puedo asegurártelo, Natán. Forzarle a ello Decidles sólo que hemos muerto y que den gra-
sería violentar su libertad, y mi reino es un reino cias a Dios por ello. Demasiadas causas extra-
de libertades. El rico tendrá que ver qué es lo ñas hemos mezclado con la de Cristo.
que más le conviene, cómo está el mercado de Ser asesinado por los pobres no es un glorioso
trabajo y qué riesgos corre. Y luego decidirá lo martirio.
que crea mejor. Quizá está ya cansado de tanto
esfuerzo por crear riqueza que nadie sabe agra- Cristo sabrá remediar nuestra ineptitud.
decerle. Es Él quien ha puesto en el corazón de los po-
Natán recogió la alusión y palideció. Pero, pen- bres la sed de la justicia.
sando en Yahvé Dios, a quien había de dar A Él, pues, deberán encontrarle junto con ella
cuenta de su embajada, todavía se atrevió a cuando hayan destruido sus templos y desmen-
preguntar al monarca: tido a sus soñolientos sacerdotes.
- Pero al menos, si lo hace, ¿dará al pobre una A vosotros, misioneros chinos, hijos de los már-
de las ovejitas recién nacidas para compensar la tires, nuestros más afectuosos deseos.
que le quitó? Incluso ¿no podemos decir que
Un pobre sacerdote blanco a finales del segun-
esa oveja es del pobre y que debe devolvérsela,
do milenio.
porque fue producida con el sacrificio de algo
muy suyo? Lorenzo Milani. “Maestro y cura de Barbiana”, p.
- Otra vez no entiendes nada, querido Natán. Si
hiciera eso, ¿no comprendes que sería otra
oportunidad de inversión que se pierde? Y,
¿cómo iba a bendecir Dios a este pueblo que Él
se escogió, si le cerrara las posibilidades de
crear riqueza?
José Ignacio González Faus. Noticias Obreras,
febrero 1995 337
1044. CARTA DE ULTRATUMBA 1045. CONCILIO ECUMÉNICO
(Reservada y secretísima a los misioneros chi- Hombres venidos de las cinco partes del mundo
nos) se reunieron para deliberar y decidir sobre el co-
lor de la piel de Dios. La asamblea había surgi-
Queridos y venerables hermanos: do a instancia de los asiáticos y africanos, a
quienes molestaba sobremanera que los hom-
Más de mil textos para orar y reflexionar 307
4. GOIZALDE RELATOS
bres de rostro pálido hubieran impuesto a un Hubo risas generalizadas entre los escaños de
Dios ario, de cutis rosado y largo cabellera. los humanos, que encontraron al papagayo pro-
Abrió la sesión un delegado de África que apro- vinciano y de cortas miras teológicas. Pero el
vechó su turno para disertar acerca de la negri- orador prosiguió: “Pero no insistiré en esto. Os
tud de Dios. A los argumentos tradicionales, ex- hablaré más bien en nombre de mis compañe-
traídos de antiquísimas leyendas de pueblos del ros todos y también de vuestros propios antepa-
corazón de África, añadió un razonamiento ori- sados. ¿No representaron éstos a Dios como
ginal y de difícil refutación teórica: ningún color águila, como león, como toro, vaca, anfibio?
tan propio como el negro para representar la ¿No fue una efigie animal, antes que humana,
impenetrable oscuridad de la sustancia misterio- que cundieron los primeros simulacros de Dios
sa de Dios. entre vosotros?”
Habló después el jefe de la delegación china pa- Estalló en este punto no la risa, sino la indigna-
ra recordar que había sido en su país donde ción. Y espantaron con malos modos a los ani-
primero, hace muchísimos siglos, apareció la males y continuaron la reunión a puerta cerrada.
idea del divino señor del cielo y que, por tanto, Había que pasar ya a las conclusiones. Cierto
ningún otro pueblo como el suyo estaba capaci- número de asistentes, los más escépticos, de-
tado para especificar cómo es Dios: amarillo clararon: “Estas preguntas por el color, el sexo o
como un sol resplandeciente, de cara redon- la edad de Dios no pueden sostenerse. Ni si-
deada puesto que la esfera es la figura de la quiera sabemos si hay Dios y estamos perdien-
perfección y con unos ojos oblicuamente incli- do el tiempo dibujando su ara”. Y abandonaron
nados contemplando al hombre desde su altitud la reunión dirigiéndose a sus casas.
excelsa. Algunos puristas repetían una y otra vez: “Dios
Seguía el turno de las delegaciones, cada cual es espíritu. No tiene piel, ni sexo, ni plumas, ni
con su argumentación. Tan parecidos, menos rostro. Es invisible e inimaginable. No debéis
en el color de Dios, eran unos discursos a los hacer ningún dibujo ni escultura de Él, tampoco
otros que muchos bostezaban y hasta se dormí- según el modelo del hombre”.
an de puro aburrimiento. Sólo les despertó y pu- El texto final aprobado decía así: “Gravemente
so de nuevo en vilo a la asamblea la interven- erraron los antiguos cuando creyeron tener Dios
ción de la delegada de un país europeo que, de- parecido con el águila, el león, el toro o cual-
jando de lado el asunto del color por considerar- quier otro cuadrúpedo, ave o anfibio. Dios es a
lo accidental, dedicó su entero parlamento al imagen y semejanza del hombre. Aunque no
tema del sexo de Dios, mucho más importante a tiene carne ni huesos, debe Dios ser concebido
su juicio, pese a no figurar en el orden del día. eminentemente a semejanza de la parte más
¿Por qué - manifestó - había de ser padre y no elevada del hombre, de su espíritu, y por eso in-
precisamente madre? ¿Por qué con una exten- visible e inaprensible”.
sa barba y no con dos grandes senos de donde
mana la leche de vida que lo alimenta todo? 1046. CREATIVIDAD CIENTÍFICA
A partir de ahí el debate se complicó muchísimo.
Hace algún tiempo recibí la llamada de un cole-
¿Por qué no - añadió otro participante - pintar a
ga que me pedía que fuese el juez imparcial en
Dios siempre como anciano, como alguien que
la calificación de un examen. Mi amigo estaba a
ha vivido mucho, toda una eternidad? ¿Por qué
punto de suspender a un alumno por la respues-
no, en cambio, como niño o niña, que tiene aún
ta que éste había dado a un problema de física.
mucha vida por delante?
Sin embargo, el estudiante aducía a su favor
Con estas y otras controversias tanto se alargó que le tenía que dar Matrícula de Honor, dado
la asamblea que los animales llegaron a ente- que había contestado correctamente a la pre-
rarse de ella y enviaron también su diputación. gunta y que lo único que pasaba es que el sis-
Cuando los animales se presentaron a la asam- tema educativo estaba hecho en contra de los
blea de los hombres, éstos al principio se mos- estudiantes.
traron bien dispuestos a escucharles. Por ser su
Profesor y estudiante se pusieron de acuerdo
idioma el más parecido al de los humanos, ha-
para someter el problema a un árbitro imparcial
bló en nombre del reino animal un papagayo:
y yo fui seleccionado. A la mañana siguiente fui
“Los animales no humanos hemos seguido con
al despacho de mi colega y leí la pregunta que
enorme interés este debate y hemos querido
decía:
aportaros nuestro saber, mucho más antiguo y
venerable que el humano, pues cuando apare- “Determinar la altura de un edificio con la ayuda
cieron los primeros hombres sobre la superficie de un barómetro.”
del planeta, éste se hallaba ya ocupado por El estudiante había contestado del siguiente
animales de numerosos géneros y especies. Si modo:
me está permitido comenzar por una aprecia-
ción muy personal, os diré que no puedo imagi- - “Coger el barómetro y llevarlo a lo más alto del
narme a Dios de tal o cual color, de un solo co- edificio, atarle una cuerda larga, bajar el baró-
lor, monocromático, sino de todos los colores, metro hasta que toque la calle, después subirlo
en una catarata de arco iris que despliegan co- y medir la cuerda. La longitud de la cuerda será
mo animados abanicos”. la altura del edificio”.
Más de mil textos para orar y reflexionar 308
5. GOIZALDE RELATOS
Ante la respuesta indiqué a mi amigo que el es- tro que le regalaré si usted me dice la altura del
tudiante tenía razón, debiéndosele conceder la edificio”.
más alta calificación, ya que había contestado Entonces le pregunté al estudiante si realmente
correctamente a la pregunta que se le había he- no sabía la respuesta convencional a la pregun-
cho. Sin embargo, y dado que la asignatura ha- ta formulada. El estudiante admitió que conocía
cía referencia a la Física, era preciso por parte la respuesta, pero añadió que estaba harto de
del estudiante demostrar que sabía Física y, aun profesores pedantes que pretende enseñarle
considerando que la respuesta era correcta, no cómo pensar y utilizar el método científico.
demostraba por otro lado competencia en Físi-
ca. Anuario de la educación Santillana, 1974
En esta situación sugerí a ambos, profesor y es- 1047. CUENTO DE NAVIDAD
tudiante, dar al alumno otra oportunidad para
responder a la pregunta. No me sorprendí cuan- Y tocaron las trompetas y Dios dijo: “Se acabó”.
do mi colega aceptó, pero quedé un poco Y toda la gente que aún vivía se dio cuenta de
asombrado cuando el estudiante manifestó su que era el fin. Y se pusieron todos a la cola, en
conformidad. Concedí al estudiante seis minutos la puerta de la otra vida, arreglándose el vestido,
para responder a la pregunta formulada, con la peinándose un poco y frotando los zapatos con
advertencia de que la respuesta que diese debía disimulo porque era la hora del juicio y había
demostrar conocimientos de Física. Al cabo de que estar presentables.
cinco minutos de reflexión, el alumno redactó su Así que apareció san Pedro por la puerta leyen-
respuesta del modo siguiente: do a gritos su recado: “Por orden... que manda...
- “Llévese el barómetro a lo alto del edificio y que pasen los pobres... los presos... los que tie-
apóyese en el borde del tejado. Déjese caer el nen hambre...”. Y seguía su cantinela hasta que
barómetro y con un cronómetro mídase el tiem- terminó con un sonoro “y todos los oprimidos”.
po de caída. Después, utilizando la fórmula S = Una macabra caravana se fue formando y, sin
½ g t2, calcúlese la altura del edificio”. más trámite, entró en el cielo.
La respuesta era correcta e indicaba conoci- La fila quedó entonces mucho más vistosa. To-
mientos de Física, por lo cual se le otorgó la ca- do lo sucio, lo feo, lo roto, lo desastrado había
lificación más alta. Sin embargo, al abandonar el desaparecido, y los que quedaban se miraron
despacho de mi colega, recordé que el estudian- sonrientes. Ahora vamos nosotros - pensaban
te había dicho que tenía otras respuestas al todos.
problema. Movido por la curiosidad, le pregunté
cuáles eran éstas. San Pedro, que había entrado a acompañar a
los primeros, volvió a salir y, con cara de funcio-
- Existen muchos métodos de obtener la altura nario de ministerio, dijo: “Completo, ya no caben
de un edificio con la ayuda de un barómetro, dijo más”.
el estudiante. Por ejemplo, se puede tomar el
barómetro en un día soleado, medir la altura del Se organizó un revuelo tremendo. ¡Cómo que
mismo y la longitud de su sombra, así como la no cabemos! ¡Ahí hay sitio para todos! ¡Estás
longitud de la sombra del edificio. Entonces, uti- loco, déjanos pasar!
lizando una simple proporción, se puede obtener Asustado por la revuelta, san Pedro le gritó al
esta última. ayudante: “Corre, dile al Jefe que salga”. Y al
- Muy bien - dije asombrado -. ¿Tienes todavía momento, vino Dios a la puerta y todos se calla-
más respuestas? ron porque le tenían muchísimo respeto: “¿Qué
pasa aquí? ¿A qué viene este griterío?
- ¡Oh, sí! - dijo el estudiante -. Existe un método
que le gustará. Usted coge el barómetro y co- San Pedro le dijo: “Nada, Jefe, que les he dicho
mienza a subir las escaleras. Según va subien- que está completo y se han puesto furiosos”.
do va marcando la longitud del barómetro sobre “Por mis barbas, Pedro, que eres la monda...
la pared. Después va contando el número de ¿Quién ha dicho quien está completo? Te he di-
marcas que ha realizado y así obtendrá la altura cho que ya están todos, que no es lo mismo...
del edificio en “unidades barométricas”. Este es Pedro puso cara de no entender, pero se calló y
un método muy directo, como habrá podido Dios siguió diciendo: “Ya están todos los que
comprobar. Por supuesto si desea un método entraron por derecho propio (eso lo dije ya hace
muy complicado, puede utilizar el siguiente. Se muchos siglos). Ahora, los que quedan iréis pa-
ata el barómetro a la parte inferior de un cable y sando de uno en uno por esa mesa. En ella se
se mueve como si fuera un péndulo. Determi- sentará un representante de cada una de las
nando el valor de “g” a nivel del suelo y en lo al- pobrezas que hubo en la tierra y juntos formarán
to del edificio, se puede, en principio, calcular la un jurado. A ellos tendréis que demostrarles
altura del mismo. Hay otros muchos métodos de que, en la vida, fuisteis sus hermanos y, si ellos
resolver el problema, pero probablemente el os reconocen como tales, iréis pasando. El cielo
más sencillo, sería llevar el barómetro a la ofici- es para toda la familia... ¡Suerte! Yo os espero
na del director del mismo y llamar a la puerta. dentro, que ya ha empezado la fiesta.
Cuando el director responda, le dice: “Estimado
señor Director, tengo aquí un magnífico baróme- Revista de Comunidades Cristianas. 1976. Al-
fonso Francia. “Educar con parábolas”, p.141
Más de mil textos para orar y reflexionar 309
6. GOIZALDE RELATOS
1048. LOS DOS HACENDADOS Los dos hacendados veían con terror aproxi-
marse la hora de una insurrección. ¿Qué suce-
En cierto país de América vivían dos hacenda- dería? ¿Serían los negros capaces de apode-
dos inmensamente ricos cuyas propiedades rarse de todas las riquezas que su trabajo había
vastísimas colindaban. El uno cultivaba la caña producido?
de azúcar, el otro el café. Sus plantaciones eran Era necesario a todo trance conjurar el peligro.
soberbias y magníficamente cuidadas por escla- Los dos hacendados se reunieron y, después de
vos negros. jugar otra partida, con acompañamiento de ta-
La ley de aquel país prohibía a los amos de es- zas de excelente moka (con el café de uno y el
clavos que vendieran las crías de sus negros y azúcar del otro), convinieron en un tercer reme-
que se desembarazasen de sus servidores bajo dio, que calificaron de infalible. Así, restablecida
pretexto de vejez. Al comprar un esclavo, el amo su tranquilidad, se despidieron con un apretón
venía obligado a conservarlo hasta que muriese. de manos.
El dominio de cada colono formaba de esta Al día siguiente, visitando el límite de su propie-
suerte un pequeño estado. dad, el hacendado del café notó que las cañas
Pero sucedió que un día el hacendado del café de azúcar se habían apoderado de una faja de
y el hacendado de la caña de azúcar notaron terreno que, según él declaraba, le pertenecía.
que aumentaba siempre el personal que tenían Enseguida, vino una delegación de negros a re-
que alimentar, sin obtener por esto más abun- querir a su vecino, que vino escoltado por una
dantes cosechas. Había, pues, exceso de gas- delegación de los suyos.
tos y disminución de beneficios.
- Este es el caso - dijo en tono agrio el hacen-
Los dos llegaron a estar pensativos. dado del café - vuestras cañas invaden mi terre-
El hacendado del café tuvo una idea: aumentó no.
la tarifa de los productos. - Perdonad - replicó el otro no en tono menos
- De este modo - pensaba - cubriré la diferencia. acerbo - este terreno me pertenece.
Y jugando a las cartas con su vecino, el hacen- - Nunca; mirad dónde están puestos los jalones.
dado de la caña de azúcar, le confió su remedio. - Señor mío, los jalones han sido cambiados y
- Es excelente - dijo el otro -, yo voy a imitaros. yo os acuso de haberlos trasladado para bus-
Ambos elevaron los precios de sus mercancías; carme querella.
pero como todos los estados de América no es- - Mis fieles amigos, - dijo entonces el hacendado
taban sometidos a la misma ley, los otros pro- del café volviéndose a sus negros - yo os tomo
ductores no aumentaron los precios y nuestros por testigos del insulto que se me acaba de ha-
dos hacendados no pudieron vender sus cose- cer.
chas. - Y vosotros, mis buenos camaradas, - dijo el
Tuvieron que resignarse a vender al precio del otro hacendado a sus esclavos - yo os ruego
mercado, como los otros, y se debatían los se- que hagáis constar que los jalones han sido
sos para hallar otro remedio. cambiados del lugar.
A su vez, el hacendado de la caña de azúcar tu- - Está bien, señor, - replicó el insultado - ten-
vo una ocurrencia. dréis que darme la razón bien pronto.
- Reduzcamos la alimentación de nuestra gente. - No os temo, - respondió con altivez el hacen-
- ¡Eureka! - gritó el vecino. dado de las cañas.
Los alimentos fueron reducidos. Se los redujo Ambos se saludaron inflexibles y se alejaron se-
hasta lo estrictamente necesario para la vida. guidos de sus delegaciones de negros muy con-
tentos y orgullosos por haber sido tratados por
Pero también esta vez el resultado fue malo: los sus amos de fieles amigos y buenos camaradas.
negros, mal alimentados, se rendían y el trabajo
se resentía en ello. De suerte que, si había una Por la noche, en las humildes cabañas negras
disminución de gastos, había también una dis- de las dos plantaciones, los esclavos (muy so-
minución de beneficios. breexcitados por un vaso de ron muy genero-
samente distribuido) no se hablaba más que de
Se ensayó entonces a persuadir a los negros honor ofendido, de honor a vengar, de dignidad
que no se juntasen con sus compañeras, que no herida, etc.
tuviesen hijos, hasta se rodearon sus uniones
de una serie de complicaciones y dificultades. - Hay que vengar al amo - decían.
Pero los infelices (no teniendo otro placer, como - Estamos prestos a morir por el buen amo - en-
decían) querían, a pesar de todo, tener una mu- carecían los más sentimentales.
jer y tenían hijos, a pesar de todo. Y los dos hacendados, habiendo salido a dar un
La situación era siempre mala. paseo a la sordina por detrás de las miserables
Y hasta se agravaba. Maltratados, mal alimen- barracas, reventaban de risa, al pensar cuán
tados, los negros comenzaban a murmurar y buen remedio habían hallado por fin.
cruzaban por sus cerebros veleidades de rebel- A la mañana siguiente, el hacendado del café
día. envió la delegación de sus negros a declarar la
Más de mil textos para orar y reflexionar 310
7. GOIZALDE RELATOS
guerra a su vecino, el hacendado de las cañas Enseguida, los que habían asistido a esta esce-
de azúcar. na, llenos a la vez de miedo y de admiración,
- Sobre todo, mis fieles amigos - dijo - nada de cayeron de rodillas.
concesiones. Hemos sido ofendidos y hay que - ¡Oh! amo, buen amo - dijeron.
lavar la injuria. - Levantaos - les dijo éste -. Durante ocho días
- ¡Oh! amo, quedar tranquilo, - respondieron los no trabajaréis. Haced hermosos funerales a
buenos negros - nosotros querer morir por ven- vuestros camaradas, gloriosamente muertos por
gar el honor del amo. el honor de nuestro dominio. Yo os prometo le-
Por su parte, el hacendado de la caña había re- vantar un bello monumento sobre su tumba.
comendado a sus buenos camaradas que no hi- Los negros se levantaron satisfechos de perte-
ciesen concesiones y estuviesen muy firmes: necer a un hombre tan generoso. Hicieron her-
- ¡Demostrad que sois hombres! - declamaba mosos funerales a sus muertos, entonaron sus
con un tono soberbio. cantos de victoria y bebieron ron; después, al
cabo de ocho días, emprendieron de nuevo su
Llenos de orgullo por este calificativo de hom- penoso trabajo de esclavos.
bres, ellos a quienes acostumbraba a tratar co-
mo perros, los negros del segundo hacendado En la plantación vecina las cosas ocurrieron con
recibieron muy mal a sus congéneres vecinos. alguna diferencia. Habían sido vencidos.
Les maltrataron, les llamaron bandidos y ladro- El hacendado de la caña de azúcar condujo a
nes (fueron hombres, en fin, por el odio y la vio- los sobrevivientes negros al campo de batalla.
lencia) y la guerra fue declarada. - Mirad - dijo señalándoles la faja de terreno que
Al día siguiente todo había terminado. En las había tenido que abandonar, con las cañas a su
dos plantaciones, las tres cuartas partes de los vecino hacendado - mirad, se nos ha despojado.
negros estaban muertos, tendidos en el suelo. Os habéis portado como valientes, pero la fata-
Se habían batido con horcas, con azadones y lidad ha sido en contra nuestra.
con hachas. Algunas negras habían querido - Buen amo - declararon lo negros -, nosotros
mezclarse y sus cadáveres yacían junto a los de vengar un día nuestros camaradas muertos.
sus compañeros. Otras negras, lloraban silen-
ciosamente, apretando en sus brazos pequeños - Sí, amigos míos; tomaremos nuestra revancha
negritos. cuando el momento sea propicio. Entre tanto,
haced hermosos funerales a vuestros hermanos
En el dominio del vencedor (el hacendado del y no olvidéis que su sangre clama venganza.
café) una negra, sin embargo, no lloraba. Feroz,
miraba a su muchacho muerto, a sus pies, y a Y los negros supervivientes, extendiendo la ma-
su hombre herido, sentado en un banco, cerca no sobre los cadáveres, juraron preparar la re-
de ella. vancha. Hicieron hermosos funerales a sus
muertos, entonaron cánticos feroces de vengan-
Pasó el amo. za y bebieron ron para olvidar la derrota; des-
- Es una gran desgracia, - dijo el amo con dulzu- pués emprendieron de nuevo, también, su duro
ra - pero debes consolarte, mi pobre vieja, pen- trabajo de esclavos.
sando que hemos conseguido la victoria. Desde entonces los dos hacendados ya no tie-
- Tú tener victoria, nosotros no - replicó la vieja nen inquietudes. Cuando sus esclavos vienen a
con ira -, nosotros quedar esclavos como antes. ser demasiado numerosos, cuando temen una
- Pero hemos vengado nuestro honor ofendido - rebelión de sus negros o cuando necesitan ha-
declaró todavía el amo. cerse temer, se ponen de acuerdo mientras jue-
gan a las cartas y con pretexto de la faja de te-
El viejo esclavo herido se levantó: rreno a defender o a reconquistar, o con pretex-
- Tú nos has burlado con tu honor. Tú ser un to de vengar a los muertos, lanzan uno contra
asesino. otro los dos rebaños de negros, que han acaba-
do por calificarse mutuamente de enemigos y se
- Sí, tú ser un asesino - repitió la negra.
matan sin piedad.
Algunos sobrevivientes se habían aproximado.
Esto siempre tiene éxito. Y siempre también
El amo pudo leer en sus rostros que les hacían
después de cada batalla, los dos hacendados,
efecto las palabras de sus compañeros. Otra
saboreando una taza de excelente moka (con el
vez sintió la insurrección muy próxima. A todo
café de uno y el azúcar del otro) se felicitan de
trance había que producir una reacción para
haber hallado por fin el gran remedio.
prevenir la rebelión.
Magdalena Vernet. “Dinamita cerebral”, p. 19
- Y vosotros sois ingratos y traidores - dijo con
tono de juez -, y merecéis la muerte de los trai- 1049. EL ENVENENADOR
dores.
Comenzaba a oscurecer en el laboratorio del al-
Tiró del revólver, disparó dos veces y los dos
quimista. Los últimos rayos del día penetraban
esposos negros cayeron sobre el cadáver su
por la gran ventana ojival y caían sobre los nu-
hijo.
merosos papeles y las hojas de pergamino de
los infolios abiertos sobre la mesa. La luz cente-
Más de mil textos para orar y reflexionar 311
8. GOIZALDE RELATOS
lleaba en las retortas y alambiques, o saltaba a las páginas amarillentas de las obras de los
través de toda clase de líquidos verdes y amari- grandes toxicólogos.
llos que estaban ordenados en los anaqueles, Luego se fue a acostar. El miedo le despertó en
en frascos cuidadosamente tapados. Bajo un la noche pues le parecía que los agentes del
crisol, estaba el envenenador, gris y viejo, re- verdugo estaban allí para llevárselo. Jamás, sin
vestido de una holapanda que le llegaba hasta embargo, ni aun en lo más profundo de su sue-
los pies; su cabeza calva estaba cubierta con ño, le mostró la conciencia los cadáveres que su
una toca. Una máscara de vidrio le impedía res- veneno había asesinado.
pirar los vapores venenosos que salían del cri-
sol. Ioannes Iögensen
Afuera se ponía el sol. Detrás de las torres y de 1050. ESCUCHAR A MOZART
los campanarios de la ciudad, el cielo se teñía
de púrpura y todas las campanas tocaban el án- Pensar, capitán Montes, que hubieras podido
gelus. El envenenador interrumpió su trabajo, seguir durmiendo tu siesta. En realidad, estás
apagó la llama azul y fue a abrir la ventana. cansado. Hay que reconocer que la faena de
ayer fue dura, con esos doce presos que llega-
Soñador, se puso a medir el suelo de su cuarto
ron juntos, ya bastante maltrechos, y ustedes
a lo largo y a lo ancho, mientras que las campa-
tuvieron que arruinarlos un poquito más. Eso
nas tocaban y el aire se llenaba con el humo de
siempre te deja un malestar, sobre todo cuando
todas las chimeneas de la ciudad, en que se
no se consigue que suelten nada, ni siquiera el
preparaba la comida de la tarde.
número de zapatos o el talle de la camisa. Las
En la oscuridad, el envenenador murmuró: pocas veces en que alguien habla, pensando
“Hace poco, quemaron a mi gran maestro en la (pobre ingenuo) que eso signifique al final del in-
plaza de la catedral, en medio de la alegría deli- fierno, entonces el trabajo sucio te deja por lo
rante del populacho y de sus sacerdotes... ¡El menos una satisfacción mínima. Después de to-
hombre mejor y más noble que jamás hubo en do, te enseñaron que el fin justifica los medios,
la tierra! No encontraron uno igual a él en sus pero tú ya no te acuerdas de cuál es el fin. Tu
confesionarios... Un hombre que nunca hizo especialidad siempre fueron los medios, y éstos
mal, ni siquiera a una mosca, un sabio tranquilo deben ser contundentes, implacables, eficaces.
que sólo se ocupaba de sus libros y de sus re- Te metieron en el marote que estos muchachi-
tortas y que nunca tomó un céntimo a nadie... tos tan frescos, tan sanos, tan decididos (tú
Lo quemaron allá abajo, el populacho y sus sa- agregarías: y tan fanáticos), eran tus enemigos,
cerdotes... pero a esta altura ya ni siquiera estás demasia-
do seguro de quiénes son tus amigos. Por lo
¿Acaso no está permitido destilar veneno? Es menos sabes a ciencia cierta que el coronel
una ciencia y un arte igual que las otras ciencias Ochoa no es tu amigo. El coronel, que jamás se
y los otros artes. Yo vendo mi mercancía a mancha el meñique con ningún trabajo que
quien vale; sólo pido un beneficio razonable por apeste, te considera un débil, y te lo ha dicho
mi trabajo... ¿Esto es ilegal?, ¿es deshonroso?, delante del teniente Vélez y del mayor Falero.
¿merece un castigo? Creo que no. Tú no siempre alcanzarás a comprender cómo
Se dice que en los campos los envenenamien- Falero y Vélez pueden efectuar tan calmosa-
tos son cada vez más fuertes. Y se comenta en mente un interrogatorio tras otro, sin perder na-
el silencio que yo, al vender mis venenos, soy el da de su compostura, sin que se les afloje un
causante de todos... ¿Sé yo cuál es el uso que botón ni se les desacomode el peinado, negro y
hacen de mis venenos? ¿Qué tengo que ver yo engominado en Falero, ondeado y pelirrojo en
con todo eso? Me lavo las manos... No sé nada, Vélez. La siesta te deja siempre de mal humor.
absolutamente nada... Personalmente no me Pero hoy estás especialmente malhumorado.
atrevería ni siquiera a poner una brizna de paja Quizá porque Amanda te sugirió anoche, tími-
al paso de alguien. damente, después de haber hecho el amor con
una tensión inevitable y frustránea, “si no sería
Yo vivo tan tranquilo y tan regularmente como
mejor que”, y tú estallaste, casi rugiste de indig-
un santo monje. Pago los impuestos y las con-
nación y despecho, acaso porque también pen-
tribuciones a la ciudad y al Estado y doy limosna
sabas lo mismo, pero a quién se le ocurría aho-
a todos los que vienen a golpear a mi puerta.
ra pedir el retiro, algo que siempre despierta fas-
Entre mis cuatro muros no se comete ningún
tidiosas sospechas y aprensiones. Y además,
exceso, bajo mi techo no pasa nada reprensible.
en “época de guerra interna”, el pretexto tendría
Yo soy un alquimista capaz, un honrado alqui- que ser tremendo, nunca menos que cáncer,
mista. Vendo mi veneno así como otros venden desprendimiento de retina o cirrosis. Pero lo la-
su pan. Así como algunos necesitan pan, hay mentable es que Amanda lo haya pensado,
otros que necesitan veneno. El pan hace vivir a simplemente pensado. “Pienso en Jorgito y me
unos, el veneno hace morir a otros... Yo no lo da pánico”. ¿Y qué se cree? ¿Que tú vislumbras
puedo cambiar. un porvenir espléndido? Y eso que ella no sabe
El viejo alquimista musitó estas y muchas otras los pormenores de cada jornada. No sabe cómo
cosas mientras caía la noche. Encendió su lám- te sentiste cuando a la muchacha que cayó en
para de aceite, se puso a estudiar por largo rato La Teja hubo que irle sacando los dientes uno
por uno, con paciencia y con celo. O cuando tu-
Más de mil textos para orar y reflexionar 312
9. GOIZALDE RELATOS
viste conciencia de que, al cabo de una sola se- podrida y metete, apuntas. Y Jorgito no volvió
sión de trabajo, aquel obrerito mofletudo había aún del Neptuno. Hijito lindo, apuntas. Estás so-
quedado listo para que le amputaran un testícu- lo, y por el ventanal del living entra la soleada
lo. Ella no sabe nada. Incluso a veces te comen- imagen del jardín. Ochoa estará ahora con Vé-
ta si será cierto lo que dicen las malas y peores lez y Falero. El coronel les da confianza nada
lenguas: que en el cuartel tal y en el regimiento más que para conseguir aliados contra ti. Por-
tal, arrancan confesiones mediante espantosos que te odia, claro. Nadie lo pone en duda. Pue-
procedimientos. Y es increíble que te diga: “Oja- de ser que tú odies a los presos, nada más que
lá nunca te ordenen hacer algo así. Porque, cla- por ellos son el pretexto de odio de Ochoa. Re-
ro, tendrías que negarte, y vaya a saber qué te buscado, ¿no? Haces méritos y sin embargo
sucedería”. Y tú tranquilizándola como de cos- comprendes que es inútil. Por fuerte o desalma-
tumbre, sin poderle confesar que cuando te lo do que seas, o parezcas, demasiado sabes que
ordenaron la primera vez ni siquiera esbozaste Ochoa nunca te perdonará. Porque fuiste tú el
una tímida negativa, porque no le podías dar al que una noche, entre interrogatorio e interroga-
coronel Ochoa ese pretexto en bandeja. Fue en torio, le preguntó si era cierto que su hija “había
esa amarga jornada cuando te jugaste tu carrera pasado a la clandestinidad”. Se lo preguntaste
y decidiste no perder, y aunque de noche estu- con cautela, y también con un amago de solida-
viste vomitando durante horas, y Amanda, al ridad, ya que, pese a tus encontronazos con el
despertarse con el fragor de tus arcadas, te pre- tipo, después de todo tienes bien arraigado el
guntó qué te pasaba y tú te inventaste lo del le- “espíritu de cuerpo”. Nunca vas a olvidarte de la
chón que te había sentado mal, la cosa no ter- mirada resentida que te dedicó, porque claro,
minó ahí y durante muchas noches soñaste con era cierto, aquella esplendorosa piba, Aurora
aquel muchacho que, cada vez que comenzaba Ochoa, alias Zulema, había pasado a la clan-
el castigo, abría la boca sin emitir sonido alguno destinidad y era requerida en los comunicados
y apretaba los ojos y ponía el pescuezo duro de las ocho, y el coronel había encontrado una
como una viga. Ahora piensas, claro, para qué frase exorcista a la que se aferraba con unción:
darle más vueltas. Una vez que te decidiste, “No me mencionen a esa degenerada; ya no es
adiós. De todas maneras, tú crees que tienes mi hija”. Sin embargo, a ti no te a dijo, y eso fue
motivos morales para hacer lo que haces. Pero acaso lo más grave. Simplemente te taladró con
el problema es que ya casi no te acuerdas del la mirada, y ordenó: “Capitán Montes, retírese”.
motivo moral, sino pura y exclusivamente de Y tú, después del saludo ritual, te retiraste. No
una boca que sangra o un cuerpo que se dobla. se lo habías preguntado con mala leche, sobre
De modo que aparentemente es bastante lógico todo porque te hacías cargo de lo que represen-
que conectes el tocadiscos y coloques en el pla- taba para Ochoa el hecho (escalofriante para
to una cualquiera de las sinfonías de Mózart. cualquier oficial) de que la subversión se hubie-
Hace poco, la música te limpiaba, te equilibraba, ra colado en su propio hogar. Pero te borraste, y
te depuraba, te ajustaba. Ahora mismo, en esa a partir de esta reculada comprendiste que
ascensión espiritual, en este brío juguetón, te mientras Ochoa estuviera al frente de la unidad,
alejas de las imágenes sombrías, del patio del estabas liquidado. Ahora te sirves whisky, por
cuartel, de los gritos desgarradores, de tu propia más que no te gusta empezar tan temprano. Pe-
vergüenza. Los violines trabajan como galeotes, ro no te tortures, torturador; no es posible que
las violas acompañan como hembras fidelísi- de una sola vez te quedes sin Mózart y sin
mas, el corno interroga sin demasiada convic- whisky. Por lo menos el whisky tiene menos exi-
ción. Pero no importa. Tú también a veces inte- gencias que Mózart. Al menos, para disfrutar
rrogas sin convicción, y si aplicas la picana es cada trago, no es imprescindible que tengas la
precisamente por eso, porque tú evoques la pa- conciencia tranquila. Más aún, mala conciencia
tria o lo putees. Mózart te gusta desde que ibas con dos cubitos de hielo, es una bella combina-
con Amanda a los conciertos del Sodre, cuando ción, como bien dice el capitán Cardarelli, de tu
todavía no había Jorgito ni subversión, y la fae- derecha, cuando se concede una tregua a me-
na más irregular de los cuarteles era tomar ma- dianoche, después de administrar una compleja
te, y por cierto qué bien lo cebaba el soldado sesión de picana en paladar, submarino seco y
Martínez. Mózart te gusta, no desde siempre, trompadas en los riñones. ¿Alguna vez pensas-
sino desde que Amanda te enseñó a gustarlo. Y te que habría sido de ti si te hubieras negado?
fíjate qué curioso, ahora Amanda no tiene ganas Claro que lo pensaste. Y tienes datos muy cer-
de escuchar música, ninguna música, ni Mózart canos y esclarecedores: la brutal sanción al te-
ni un carajo, sencillamente porque tiene miedo y niente Ramos y la humillante degradación del
teme atentados y vela por Jorgito, y claro a Mó- capitán Silva, de tu izquierda. Ellos no se anima-
zart no se le puede escuchar con miedo sino ron a hacerse cargo del trabajo mugriento, no se
con espíritu libre y la conciencia tranquila. O autorizaron a sí mismos aunque con esa deci-
sea, que mejor apagas el tocadiscos. Así está sión mandaran su carrera a la mierda. O quizá
bien. De todas maneras, los violines, ¿viste?, fueron simplemente decentes, vete a saber. De-
quedan sonando como un prodigio que se dete- centes e indisciplinados. Una pregunta por el mi-
riora lentamente, tal como a veces quedan so- llón: ¿Hasta dónde te llevará tu sentido de disci-
nando en el cuartel los alaridos de dolor cuando plina, capitán Montes? ¿A ir cancelando tu ca-
ya nadie los profiere. Estás solo en la casa. Lin- pacidad de amor? ¿A convertir tus odios en ruti-
da casa. Amanda fue a ver a su madre, vieja na? ¿Te llevará a cometer más crímenes en
Más de mil textos para orar y reflexionar 313
10. GOIZALDE RELATOS
nombre de otros? ¿A rehuir tu imagen en los que estamos luchando con gente muy pero que
espejos? ¿Hasta dónde te llevará tu sentido de muy peligrosa que quiere matar a tu papá, a tu
la disciplina, capitancito Montes? ¿A permitir mamá, y a muchas otras personas que tú quie-
que tu rutina agreda, hiera, perfore, fracture, vio- res. Y a veces no hay más remedio que asustar-
le, ampute, asfixie, inmole? ¿A lograr que cada los un poco, para que confiesen las barbarida-
inmolación te deje más reseco, más frío, más des que preparan”. Pero él insiste: “Está bien,
podrido, más inerte? ¿Hasta dónde te llevará tu pero tú... ¿torturas?”. Y de pronto te sientes cer-
sentido de disciplina, capitán, capitancito? cado, bloqueado, acalambrado. Sólo atinas a
¿Pensaste alguna vez que el sancionado Ra- seguir preguntando: “Pero ¿a qué llamas tortu-
mos y el degradado Silva acaso puedan escu- ra?. Jorgito está bien informado para sus ocho
char a Mózart, o a Troilo (o a quien se les dé en años: “¿Cómo a qué? Al submarino, pa. Y a la
los forros), aunque sea en la memoria? Ahora picana, y al teléfono”. Por primera vez esas pa-
que por fin ha vuelto Jorgito y se acerca a be- labras te taladran, te joden. Sientes que te po-
sarte, no estaría mal que pensaras en él. nes rojo, y no tienes modo de evitarlo. Rojo de
¿Crees que con el tiempo tu hijo te perdonará lo rabia, rojo de vergüenza. Intentas recomponer
que ahora ignora? A lo mejor lo quieres. A tu de apuro cierta imagen de serenidad, pero sólo
manera, claro. Pero tu manera también ha cam- te sale un balbuceo: “¿Se puede saber cuál de
biado. Antes eras franco con él. La rígida disci- tus compañeritos te mete esas porquerías en la
plina no sólo te había inculcado el rigor, sino al- cabeza?”. Pero ya lo ves, Jorgito está implaca-
go que tú llamabas, sin precisión alguna, la ver- ble. “¿Para qué quieres saberlo? ¿Para hacer
dad, también para ejercicios, simulacros. Cuan- que lo torturen?”. Eso es demasiado para ti. De
do sorprendías a Jorgito en una insignificante pronto adviertes - no sabes exactamente si ho-
mentira, descargabas en él tu cólera sagrada. rrorizado o estupefacto - que te has vaciado de
Tu santísima trinidad estaba integrada por Dios, amor. Depositas sobre la alfombrilla marrón el
el Comandante en Jefe, y la Verdad. Muchas vaso con el resto de whisky, y empiezas a cami-
veces le pegaste a Jorgito porque se le había nar a pasos lentos y marcados. Jorgito sigue en
quedado a Amanda con unas míseras vueltas, o la silla negra, con sus ojos verdes cada vez más
porque decía saber la tabla del siete, y no era inocentes y despiadados. Das un largo rodeo
cierto. Hace tanto, y en realidad tan poco, desde para situarte detrás del respaldo, acaricias con
esos arranques. La subversión era todavía ambas manos aquel pescuezo desvalido, excul-
atendida en la órbita meramente policial, y voso- pado, con pelusa y lunares, y empiezas a decir-
tros seguíais tomando mate en los cuarteles. le: “No hay que hacer caso hijito, la a veces es
Pero esas veces en que el botija recibió sin una muy mala, muy mala. ¿Entiendes hijito?”. Y no
lágrima las primeras trombadas de su vida, fue- bien el pibe dice con cierto esfuerzo: “Pero, pa”,
ron, ¿te acuerdas?, inevitablemente seguidas tú sigues acariciando esa nuca, oprimiendo sua-
por las primeras y frustráneas noches en que no vemente esa garganta, y luego, renunciando
fuiste capaz de seguir escuchando a Mózart. En (ahora sí) para siempre a Mózart, aprietas,
una ocasión hasta perdiste la calma, y, ante el aprietas inexorablemente, mientras en la casa
estupor de Amanda, hiciste añicos el concierto linda y desolada sólo se escucha tu voz sin
para flauta y orquesta, y como consecuencia de temblores: “Entendiste, hijito de puta?”.
la rabieta hubo que reparar el Garrard. Pero Mario Benedetti. “Cuentos”
hace mucho que te borraste de la verdad. La
santísima trinidad se redujo a una dualidad to- 1051. EVANGELIO DE LOS MISE-
davía infalible: Dios y el Comandante en jefe. Y RABLES
no es demasiado aventurado pronosticar desde
ya la unidad final: el Comandante en jefe a se- Catorce de diciembre. Aquel hombre estaba
cas. Ahora no le exiges, perentoriamente a Jor- muerto. Avisada la policía, pronto vino la furgo-
gito que te cuente la verdad estricta, inmacula- neta gris de la funeraria que lo cargó en un fére-
da, despojada de adornos y disimulos, quizás tro negro y lo llevó al depósito de cadáveres.
porque jamás te atreverías a decirle la verdad,
Una mancha de sangre oscura quedó sobre el
la escandalosamente sucia verdad de tu trabajo.
suelo gris de la calle aquella; los últimos curio-
Pensar, capitán Montes, capitancito, que podías
sos se fueron y las tiendas comenzaron a abrir.
haber seguido durmiendo la siesta, y en ese ca-
Eran las ocho y cuarto de la mañana en el barrio
so aún no habrías enfrentado (quizás tendrías
de Argüelles de la ciudad de Madrid.
que enfrentarla mañana, aunque nunca se sabe
cómo funcionan en los chicos las claves del ol- ¿Quién era? Nadie sabía nada. Se le había visto
vido) la pregunta que en este instante formula tu borracho perdido en el bar de la esquina la no-
hijo, sentado frente a ti en la silla negra; “Pa, che anterior. ¿Murió solo? ¿Murió de frío? ¿De
¿es cierto que tú torturas” Y tampoco te habrías una angina de pecho? ¡Qué más da...!
visto obligado, como ahora, después de tragar - ¿Qué desea usted, señora? ¿Patatas? ¿Cuán-
fuerte, a responder con otra pregunta: “¿Y de tas?
dónde sacaste eso?”, aun sabiendo de antema-
no que la respuesta de Jorgito va a ser: “Me lo Hace 43 años en una calle estrecha de mucho
dijeron en la escuela”. Y claro, dices, mastican- ruido y con muchos bares, había un niñito, de
do cada sílaba: “No es cierto. No es cierto como doce meses y medio que dormía en la cuna del
te lo dijeron. Pero, hijito, tienes que comprender pasillo mientras en la alcoba grande su madre
hacía el amor vendiendo su cuerpo con un se-
Más de mil textos para orar y reflexionar 314
11. GOIZALDE RELATOS
ñor de bigote que reía estrepitosamente, ense- 1052. EL FETO
ñando sus dientes de oro. Aquel niño molestaba
poco: dormía de tirón, casi nunca se desperta- ¡Qué lío! ¡Cualquier se aclara aquí! ¡Esto es un
ba: a aquel niño se le dormía con vino. caso único! ¿Quién se hubiera podido imaginar
Su niñez la pasó en un colegio del que se esca- que sería así la vida intrauterina? Aunque pa-
pó pasando su adolescencia con su madre en el rezca increíble mi madre es fertilísima. Basta
barrio chino de Barcelona. Como tantos chicos con decir que en estos momentos somos más
sacaba para ir al cine y a los billares de los in- de cinco mil millones de fetos en el útero de mi
vertidos dejándose hacer cuatro guarrerías. madre. Y que conste que éste no va a ser su
primer parto.
Fue chulo de tres mujeres de la vida. Estuvo 28
veces en la cárcel por asuntos varios y toda su Lo que más me llama la atención es la organi-
vida fue un borracho. zación que tenemos aquí, en nuestra madre. Es-
tamos repartidos en cinco placentas, que lla-
Amaba con delirio a los animales: posiblemente mamos Europa, Asia, África, América y Ocea-
proyectaba en ellos toda la falta de cariño que nía. Naturalmente, cada placenta tiene, según
acusaba su carácter. sus necesidades, su propio régimen de vida. A
Recibió trece palizas y dos de ellas grandes por su vez, dentro de cada placenta, tenemos otras
no querer delatar a otros. divisiones que nos sirven, no para desunirnos,
sino para hacer más cómoda y factible la vida y
Robó para poder vivir, dado que su tara alcohó-
para lograr un mayor equilibrio psicológico en el
lica no le permitía durar mucho en ningún traba-
que sin duda influye el rinconcito que nos es
jo, máxime su contextura psíquica no estaba
más próximo. Toda la organización es perfecta.
formada en la sujeción.
A pesar de lo complicado de la gestación, cada
Amó a una mujer con locura y por ella fue dos placenta tiene más de lo que necesitan para vi-
veces a la cárcel. vir todos esos seres en proyecto que son ya
No conoció nunca la doblez ni la hipocresía ni desde ahora mis hermanos, sin tener que espe-
con él mismo ni con los de su condición. Sí sa- rar al parto.
bía de engaños y mentiras frente a la sociedad A mi madre le llamamos Naturaleza. es hermo-
por la que siempre se vio rechazado y sobre to- sísima. No me extraña que mi padre se casara
do frente a la fuerza pública; de otra manera, no con ella. Y que conste que mi madre es sólo un
hubiera podido sobrevivir. reflejo de lo que es mi padre. Pues mi padre es
A Dios lo conoció en el correccional cuando te- todavía mil veces mejor, si es que se pueden
nía catorce años. De El sabía que había hecho comparar.
las leyes por las que se rige la sociedad y que Mi madre lo tiene todo. Desde una belleza fe-
había creado el mundo. nomenal hasta un complicado sistema, que nin-
Siempre tuvo envidia de los casados que vivían guno de nosotros entendemos del todo, y que
en buenas casas e iban a misa. Y hubiera dado sirve, a través de ese cordón umbilical, para
su mano derecha por poder trabajar y poseer lo darnos alimento y toda una serie de sensacio-
que ellos tenían. No sabía cómo se conseguía, nes que son imposibles de explicar.
pues él no lograba dejar de beber y necesitaba Mi madre no nos puede hablar directamente. In-
ir con mujeres pues si no, no soportaba la sole- troducidos en esta bolsa de líquido amniótico y
dad que le sumía. Deseó siempre tener mucho recubiertos por estas membranas no la podría-
dinero; pensaba que le amarían más y se le qui- mos oír. Además, nosotros no entendemos to-
taría el miedo. davía su lenguaje. Dicen que al poco de nacer
Se le murió un hijo de bronquitis capilar y pene- aprenderemos también nosotros ese idioma. De
tró en la iglesia por primera vez. Estuvo media todas formas, no creo que aquí nos sea necesa-
hora mirando un Sagrado Corazón de barba re- rio para escucharla, comprenderla y amarla. No
tocada y entre lágrimas pidió perdón; muchas sabría decir cómo, pero hay momentos en que
veces pidió perdón: él era un ser despreciable, nos llega aquí, a este útero, y en concreto a ca-
borracho, jugador, mujeriego... Tantas veces se da uno de nosotros, unas sensaciones que son
lo habían repetido... Su hijito se había muerto y de ella y que estoy seguro que tratan de decir-
le dolía desde entonces la boca del estómago. nos algo, aunque no siempre las entendemos.
No sabía por qué se encontraba ahora llorando A mi padre no le conozco. Ninguno de los que
en aquella iglesia y pidió perdón. Se quiso con- estamos aquí le conoce. Mi madre siempre nos
fesar y aquel cura viejo, dando grandes voces, habla de él a través de esas sensaciones. Pero
le llamó borracho. verle, lo que es verle, no lo he conseguido nun-
ca. Pero no me preocupa, porque sé que él ha
Nunca conoció el amor de Jesucristo y murió en sido quien me ha dado esta vida a través de su
una calle de no sé qué barrio de Madrid. unión con mi madre y porque sé que, nada más
En su tumba, en la fosa común, alguien ha de- nacer, me estará esperando con los brazos
jado enterrada una piedra con una inscripción abiertos. Además, no me importa no haberle vis-
que dice: “Bienaventurados los pobres”. to nunca, aunque tengo muchas ganas, porque
ya me hago una idea con lo que dice mi madre y
Kiko Argüello
con lo que veo en mis hermanos, pues todos
Más de mil textos para orar y reflexionar 315
12. GOIZALDE RELATOS
nos parecemos mucho a él por eso del código me. Y ahora sí que hay que salvar a éstos, para
genético. impedir que nuestro padre se enfade si nace-
Mis hermanos son pequeñitos y feos. Supongo mos solos habiendo olvidado a todos estos
que yo también lo seré. Estamos siempre con la hermanos engañados y confundidos. Hay que
cabeza para abajo. Debe ser para llevar la con- salvar a éstos que son nuestros hermanos. Hay
traria a nuestros padres. Pero yo les quiero mu- que organizarse y luchar contra estos enfermos
cho a mis hermanos, porque, aunque seamos para que se den cuenta de que están equivoca-
tan poca cosa, es cierto que buscamos lo mejor, dos, para que podamos vivir en paz como ver-
aunque nos equivoquemos por la poca luz que daderos hermanos todos y para que ellos mis-
hay aquí, en el seno de mi madre. mos sanen y no nazcan muertos por esos virus.
La vida aquí dentro es difícil y fácil al mismo Hay hermanos míos que están francamente mal.
tiempo. Fácil porque tenemos todo lo que que- Ya sé que al nacer vivirán plenamente felices y
remos, pues mi madre nos lo da todo. Difícil, libres, pero tampoco podemos quedarnos inacti-
porque hay un montón de virus que nos amena- vos con esta seguridad de la plenitud del naci-
zan continuamente. Los más peligrosos son el miento. Aquí hay que empezar a vivir esa liber-
virus placenterus, el acumulativus y el podero- tad y felicidad, no sólo de cada uno, sino de to-
sus. Todos tenemos dentro unos cuantos virus dos.
de ésos, pero lo malo es dejar que entren de- Otros se olvidan de que sólo somos unos fetos
masiados y que dominen el organismo total, que en camino hacia el parto y se dedican a vivir lo
todavía no tiene muchas defensas. ¡Se puede mejor que pueden, sin importarles fastidiar y
llegar a nacer muerto! abusar de sus hermanos, incluso aprovechán-
No debemos tener maduro el sistema nervioso dose de sus cordones umbilicales. Para hacer
que relaciona nuestra voluminosa cabeza con esto, se valen del engaño y de la fuerza. Tienen
nuestras pequeñas y torpes manos, porque de unos aparatos que llaman armas y que, en rea-
otra forma no me explico cómo tenemos tantas y lidad, sólo sirven para provocar un aborto que
tan buenas ideas y tan disociadas de nuestras llegará antes a ver la luz.
manitas que parecen funcionar independiente- Pero ya sabemos que el parto es doloroso. Que
mente. es un cambio muy grande en la forma de vivir.
Algunos hace tiempo que han olvidado que vi- Ya no percibiremos todo directamente de nues-
vimos en un útero. Confunden este período de tra madre. El mismo momento del nacimiento es
menos de trescientos días con la verdadera vi- a veces muy doloroso: el cordón umbilical es ce-
da, que comienza aquí, pero que sigue por miles rrado totalmente y hay que abrir por primera vez
y miles de días. Algunos dicen que ésta es la los ojos, y respirar con fuerza con nuestros pul-
única vida, ya que de la otra no sabemos nada. moncillos. Y esto, al ser la primera vez, debe
Que nuestro padre no existe... ¿Estarán enfer- costar. Pero ¡vaya si merece la pena! ¡Por fin
mos? Seguro que se trata de un nuevo virus que somos humanos y no sólo fetos!
no conocemos. Comprendo que podamos ima- Por esto, porque por el miedo sólo nos fijamos
ginarnos a nuestros padres de maneras diferen- en la oscuridad del nacimiento, algunos les te-
tes. Pero de ahí a negarlo, a decir que no exis- men a estas armas y se convierten así en escla-
te... Parece mentira que ahora que hemos lega- vos de sus poseedores. Luego bastan unas
do casi a conocer toda la placenta, aun cuando cuantas mentiras y el dinero (que es sólo otra
nos quede todo el resto del cuerpo de nuestra mentira) para que esos fetos dejen de ser tales
madre, podamos dudar de si nuestro padre exis- y se conviertan en robots.
te o no. ¿Habremos nacido por generación es- Otros se dan cuenta del problema. Quieren lu-
pontánea? char en favor de sus hermanos más necesita-
Lo que menos entiendo de todo es ese sistema dos, pero también se olvidan de que estamos en
económico que nos hemos inventado. Con el una vida intrauterina y caen en los mismos de-
truco de que hay gente envenenada por los vi- fectos de los explotadores: el engaño y la fuer-
rus y de que hay que protegerse de ellos, los za. E incluso en los sitios donde han vencido no
más enfermos se han construido unas pinzas hacen sino lo mismo que los anteriores explota-
con las que cierran nuestros cordones umbilica- dores.
les y dicen que hay que trabajar para ellos, y La gran mayoría no sabe qué hacer. Tratan de
que hay que estar organizados para defenderse vivir lo mejor que puede. En el fondo, hacen el
de las demás placentas que pueden atacarnos, juego a los explotadores, que hasta pueden
y que hay que elegir a alguien representativo permitirse votaciones para ver si hay que cam-
entre nosotros para que mande, y que es preci- biar algo, ya que éstos están tan engañados que
so alimentarse no sólo del cordón umbilical sino sólo son capaces de ver pequeños detalles, sin
también de otras cosas, y que... Se olvidan de ver los grandes errores en donde estamos ca-
que no pueden matar a nadie. Que a lo más, yendo.
pueden provocar un aborto, que con las incuba-
doras del mundo real no son ningún inconve- Después de esto, ¿quién puede sentirse aquí
niente para la vida verdadera. plenamente feliz y lleno de esperanza en la jus-
ticia y en la hermandad en que debiéramos vi-
Lo malo es que hay gente que les cree, que hay vir? Yo estoy convencido de que la única mane-
gente que les sigue, que hay gente que les te- ra de ser felices, de hacer felices a nuestros pa-
Más de mil textos para orar y reflexionar 316
13. GOIZALDE RELATOS
dres y a todos los que vivimos en este útero es sión y alentaron un silencioso réquiem, con el
el siguiente: mismo ritmo de quietud del patio, un ritmo que
Primero, ser conscientes de dónde y cómo es- pulsaba en silencio, como el latido de un cora-
tamos. zón. Surgiendo de ese silencio, la voz del oficial
de mando resonó contra los muros de la prisión.
Segundo, comprometernos en grupo a cambiar “¡Atención!”.
radicalmente esto, empezando a cambiar por
nosotros mismos. Al oír aquella orden, seis subordinados coloca-
ron firmes sus rifles al costado y se cuadraron.
Tercero, haciéndolo en grupo. Solos no, porque La unidad de su acción fue seguida por una
es demasiado duro y difícil para combatir en so- pausa, en la que se daría la próxima orden.
litario.
Pero en esa pausa sucedió algo, algo que rom-
Y cuarto, empezar a luchar con todas nuestras pió el ritmo. El condenado tosió y aclaró su gar-
fuerzas, esperando el momento del parto, en ganta. Esa interrupción rompió la continuidad
que lleguemos a ver a nuestros padres tal y co- del procedimiento.
mo son.
El oficial se volvió, esperando que el prisionero
1053. HISTORIA DE HOMBRES EN hablara, pero éste no dijo nada. Volviéndose
MOVIMIENTO MACABRO nuevamente hacia sus hombres, estuvo a punto
de dar la próxima orden, pero una súbita rebe-
Sólo el alba se movía en la quietud de aquel pe- lión se apoderó de su cerebro, una amnesia
queño patio de prisión, el alba que traía la muer- psíquica que dejó su mente en blanco. Quedó
te al joven republicano que se enfrentaba con el desconcertado frente a sus hombres. ¿Qué su-
pelotón de ejecución. Los preparativos habían cedía? La escena en el patio de la prisión no te-
terminado. El grupito de oficiales se habían nía sentido. Vio esa escena objetivamente: un
hecho a un lado para presenciar el final, y ahora hombre, con la espalda contra la pared, enfren-
la escena era tensa y silenciosa. tado a otros seis. Y el grupo, allí a su lado, qué
tonto parecía, como una hilera de relojes que
Hasta el último momento, los rebeldes habían
súbitamente hubieran dejado de funcionar. Na-
esperado que llegara el indulto del Cuartel Ge-
die se movía. Nada tenía sentido. Algo estaba
neral, porque aunque el condenado era un
mal. Debía ser un sueño y él debía despertarse.
enemigo de su causa, había sido en el pasado
una figura popular en España, un brillante hu- Confusamente, su memoria volvió. ¿Cuánto
morista que había contribuido generosamente a tiempo había estado parado allí? ¿Qué había
la diversión de sus compatriotas. sucedido? Ah, sí, había dado una orden, pero
¿cuál debía ser la próxima?
El oficial que mandaba el pelotón de ejecución
lo conocía personalmente. Habían sido amigos Después de “¡Atención!”, venía la orden “¡Pre-
antes de la guerra civil. Juntos se habían licen- senten armas!”, después de eso “¡Apunten!” y
ciado en la Universidad de Madrid. Juntos habí- después “¡Fuego!”. Un vago concepto de esto
an trabajado para derrocar a la monarquía y al permanecía en el fondo de su mente, pero las
poder de la Iglesia. Y juntos se habían divertido, palabras necesarias parecían muy lejanas... va-
habían discutido por las noches alrededor de gas, ajenas.
una mesa de café, habían reído y bromeado, En este dilema, gritó de forma incoherente, con
habían disfrutado noches de discusiones meta- palabras confusas que no tenían sentido. Pero,
físicas. A veces habían debatido la dialéctica de para su alivio, los hombres presentaron armas.
gobierno. Entonces, sus discrepancias teóricas El ritmo de su acción se comunicó a su cerebro
eran amistosas, pero ahora esas discrepancias y gritó nuevamente. Ahora los hombres apunta-
habían provocado sufrimiento y conmociones a ron.
toda España y habían traído a su amigo a morir
ante el pelotón de fusilamiento. Pero, en la pausa que siguió, unos pasos apre-
surados llegaron al patio de la cárcel. El oficial
Pero ¿por qué pensar en el pasado? ¿Por qué sabía que significaban un indulto. Instantánea-
razonar? Desde que había comenzado la guerra mente su mente se aclaró. “¡Deteneos!”, gritó
civil, ¿para qué servía la razón? En el silencio frenéticamente al pelotón.
del patio de la cárcel, esas preguntas corrían fe-
brilmente por la mente del oficial. Seis hombres mantenían apretados sus fusiles
apuntados. Seis hombres estaban apretados por
No. Debía olvidar el pasado. Sólo el futuro im- el ritmo. Seis hombres que, cuando oyeron el
portaba. ¿El futuro? Un mundo en el que le fal- grito de detenerse, dispararon.
tarían muchos viejos amigos.
Charlie Chaplin
Esa mañana se habían encontrado por primera
vez desde el comienzo de la guerra. Pero no 1054. LA HISTORIA DE LA HUMA-
habían hablado una sola palabra. Sólo una lige- NIDAD
ra sonrisa de reconocimiento pasó entre ellos,
mientras se preparaban a marchar hacia el patio El planeta tierra empezó a existir hace 460.000
de la cárcel. millones de años. Si condensamos este incon-
Desde las sombras, las luces plateadas y rojas cebible espacio de tiempo algo más comprensi-
del amanecer asomaron sobre el muro de la pri-
Más de mil textos para orar y reflexionar 317
14. GOIZALDE RELATOS
ble, podemos comparar la Tierra a una persona Dos minutos antes de la medianoche se desen-
de 46 años de edad. cadenó una gran guerra entre ellos, a la que si-
Nada se sabe acerca de los siete primeros años guió otra semejante sólo cincuenta segundos
de la vida de esa persona, y mientras que sólo después.
disponemos información muy dispersa de su En el último minuto del día esos hombres del
edad media, sabemos que sólo a los 42 años norte de Europa fueron expulsado de la India,
empezó la Tierra a florecer. de África y de muchos otros países, pero no de
Los dinosaurios y los grandes reptiles no apare- Norteamérica, donde se habían instalado de
cieron hasta hace un año, cuando la persona forma estable. En ese último minuto, además,
contaba con 45 años. Los mamíferos llegaron inventaron las armas nucleares, desembarcaron
sólo hace ocho meses y hacia la mitad de la en la Luna, fueron responsables de, práctica-
semana pasada, simios semejantes a hombres mente, doblar la población mundial y consumie-
evolucionaron hacia hombres semejantes a si- ron más petróleo y metales de los que se habían
mios. Durante el último fin de semana, la última utilizado en las precedentes veintitrés horas y
glaciación envolvió la Tierra. cincuenta y nueve minutos.
El hombre moderno ha existido desde hace cua- Volvía a ser medianoche, el inicio de un nuevo
tro horas. Durante la última hora ha descubierto día.
la agricultura. La revolución industrial empezó 1056. EL HOMBRE DE LAS MANOS
hace un minuto. Durante esos sesenta segun-
dos de tiempo biológico, el hombre ha hecho un ATADAS
basurero de un paraíso. Érase una vez un hombre como todos los de-
Se ha multiplicado hasta proporciones de plaga, más. Un hombre normal. Tenía cualidades posi-
ha causado la desaparición de quinientas espe- tivas y negativas. No era diferente.
cies animales, saqueado el planeta en busca de Una vez llamaron repentinamente a su puerta.
combustibles. Y ahora se encuentra como un Cuando salió, se encontró con sus amigos. Eras
bruto, recreándose con los espantosos resulta- varios y habían venido juntos.
dos de su rápida escalada por alcanzar el domi-
nio, al borde de una guerra que acabe con todas Sus amigos le ataron las manos. Después le di-
las guerras y destruir así eficazmente este oasis jeron que era mejor así: que así, con las manos
de vida en el Sistema Solar. atadas, no podría hacer nada malo (se olvidaron
de decirle que tampoco podría hacer nada bue-
Green Peace no).
1055. LA HISTORIA DE UN DÍA Y se fueron, dejando un guardián a la puerta pa-
ra que nadie pudiera desatarle.
Una vez, a medianoche, los hombres tuvieron el
mundo a su disposición. Durante mucho tiempo, Al principio se desesperó y trató de romper las
habida cuenta de lo que sabemos, permanecie- ligaduras. Cuando se convenció de lo inútil de
ron muy tranquilos: durante la mañana y la tarde sus esfuerzos, intentó, poco a poco, acomodar-
de ese día se limitaron a vagabundear en pe- se a la nueva situación. Poco a poco, consiguió
queños grupos, a cazar animales con lanzas y valerse para seguir subsistiendo con las manos
flechas, a refugiarse en cavernas y a vestirse atadas. Inicialmente, le costaba hasta quitarse
con pieles. Hacia las seis de la tarde empezaron los zapatos. Hubo un día en que consiguió liar y
a aprender algo sobre semillas y agricultura, so- encender un cigarrillo. Y empezó a olvidarse de
bre el pastoreo y cosas semejantes. Hacia las que antes tenía las manos libres...
siete y media se habían establecido es grandes Pasaron muchos años. El hombre llegó a acos-
ciudades, en especial, en Egipto y la India y en tumbrarse a sus manos atadas. Mientras tanto,
los países comprendidos entre las dos naciones. su guardián le comunicaba, día tras día, las co-
Después llegó Moisés que partió a la búsqueda sas malas que hacían en el exterior los hombres
de la tierra prometida, a las nueve menos cuar- con las manos libres (se le olvidaba decirle las
to. Tras él vinieron Buda en la India, Sócrates en cosas buenas que hacían en el exterior los
Grecia y Confucio en China, que se juntaron y hombres con las manos libres).
se fueron todos juntos, sin llegar a conocerse, Siguieron pasando los años. El hombre llegó a
hacia las diez y diez. En torno a las diez y media acostumbrarse a sus manos atadas. Y, cuando
pareció Cristo, algo después de la Gran Muralla su guardián le señalaba que, gracias a aquella
China y de Julio César. A las once fue el mo- noche en que entraron a atarle, él, el hombre de
mento de Mahoma. las manos atadas, no podía hacer nada malo
Hacia las once y media surgieron las primeras (no le señalaba que tampoco podía hacer nada
grandes ciudades en Europa del norte. A partir bueno), el hombre comenzó a creer que era me-
de las doce menos cuarto los hombres salieron jor vivir con las manos atadas... Además, ¡esta-
de estas grandes ciudades y saquearon el resto ba tan acostumbrado a las ligaduras!
del mundo por doquier. Primero expoliaron Amé- Pasaron muchos, muchísimos años... Un día,
rica del Norte y del Sur, luego la India y, final- sus amigos sorprendieron al guardián, entraron
mente, cuando sólo faltaban cuatro minutos pa- en la casa y rompieron las ligaduras que ataban
ra la media noche, le llegó el turno a África. las manos del hombre.
Más de mil textos para orar y reflexionar 318
15. GOIZALDE RELATOS
- Ya eres libre - le dijeron. podía); se puso a andar en sentido inverso al
Pero habían llegado demasiado tarde. Las ma- movimiento de la galaxia, despacio, muy despa-
nos del hombre estaban totalmente atrofiadas. cito. Con relación a la velocidad exorbitante de
los demás podía sentirse verdaderamente para-
Bertolt Brecht do.
1057. EL HOMBRE QUE TODO LO Pero cierto día enmudeció aterrorizado e impo-
PODÍA tente. Se dio cuenta de algo terrible, para su
tranquilidad: integrado en el conjunto de todos
Había una vez un hombre que lo podía todo. los cuerpos celestes (tierra, sol, galaxias, con-
junto de galaxias) estaba corriendo, o mejor, hu-
No sé si era un hombre del tiempo en que las
yendo, a una velocidad de 579.000km. por hora,
magias eran verdaderas o un hombre que llegó
de un punto del espacio donde, muy probable-
a conseguir todo lo que en condición terrena se
mente, todos los cuerpos celestes tuvieron su
puede alcanzar. Su nombre era simplemente el-
origen en una gigantesca explosión ocurrida
hombre-que-todo-lo-podía.
diez mil millones de años antes.
Cierto día, el-hombre-que-todo-lo-podía se can-
El-hombre-que-todo-lo-podía, repentinamente,
só del tráfago de su metrópoli y buscó lugares
intuyó que no podía más. Por más que huyera,
solitarios para poder oír el silencio y gozar de la
no huía suficientemente. Estaba llevado por algo
tranquilidad de estar parado. Pasados algunos
mayor que él, que lo envolvía. Buscar la tranqui-
días, comenzó a reflexionar y con la reflexión vi-
lidad significaba perderla.
no la turbación. Se dio cuenta de que no esta
parado en absoluto. Se encontraba girando a Y el-hombre-que-todo-lo-podía renunció a su
una velocidad de 1.700 km. por hora, pues ésta nombre y a sus pretensiones. Regresó humil-
es la velocidad con que gira la tierra sobre su demente a su tierra y, una vez en ella, tornó a
eje. Se cansó de la tierra, que lo arrastraba todo su casa. Se sentó tranquilamente en su balcón y
irresistiblemente. aprendió a contemplar con tranquilidad las co-
sas que, a pesar de las velocidades a que esta-
Como era el-hombre-que-todo-lo-podía, resolvió
ban sometidas, no se alborotaban ni se enfure-
abandonar el suelo terrestre y situarse por en-
cían, sino que estaban como paradas en su se-
cima de él, más allá de la estratosfera, en el
rena tranquilidad y en la tranquila serenidad de
tranquilo silencio de su satélite. Corría mucho;
una naturaleza muerta. Aceptar y acoger la ve-
pero, al menos, giraba sobre su eje a una velo-
locidad era encontrar la tranquilidad. Era encon-
cidad inferior a la de la tierra. Pero cierto día se
trar la gracia de todas las cosas.
sobresaltó su corazón. Se percató de que nada
había conseguido en su huida. En realidad es- Leonard Boff. “Gracia y liberación del hombre”.
taba girando junto con la tierra y con todos los p. 290
seres que se hallan bajo su campo de atracción,
a 107.000 km. por hora alrededor del sol. 1058. EL INQUISIDOR
Ideó una solución que le iba a garantizar su Estamos en Sevilla en el siglo XVI. Acaba de ce-
tranquilidad. Decidió salirse totalmente de la ór- lebrarse un gran auto de fe, en el que han sido
bita terrestre. Y fijó su morada más allá de la ór- quemados cerca de cien herejes. De pronto, en
bita de Júpiter. Allí iba a estar, por fin, libre de la medio de la multitud, aparece Jesús. El pueblo
asfixiante velocidad de la tierra. Pero al poco lo reconoce en el aspecto de su rostro. A su pa-
tiempo volvió a sentirse súbitamente preocupa- so, la gente llora, y cae de rodillas. Cura a un
do. Pese a haberse alejado mucho de la tierra, anciano y ciego y resucita a una niña, ante el
no había logrado todavía huir del sol. Con el sol estupor y la conmoción de todos. En aquel mo-
y todos los demás planetas del sistema solar, se mento, delante de la catedral aparece el Gran
encontraba girando a 774.000 km. por hora en Inquisidor. Se detiene, contempla la escena y
torno al centro de nuestra galaxia. comprende instantáneamente lo que está suce-
Como era el el-hombre-que-todo-lo-podía, deci- diendo. Entonces ordena a la guardia que de-
dió trasladarse fuera de nuestro sistema solar. tengan a Jesús. Por la noche, el Cardenal Inqui-
Buscó otros parajes cósmicos. Se instaló allí, sidor se presenta en la cárcel. Y dice a Jesús
tan lejos y tan tranquilo, que le importaba muy que guarda silencio:
poco saber en qué sistema estaba situado. Por “¿Por qué has venido a estorbarnos?... Tú quie-
lo menos estaba fuera de las vertiginosas velo- res irle al mundo, y le vas, con las manos des-
cidades del sistema solar. nudas, con una ofrenda de libertad que ellos, en
Pero cierto día tropezó con un dato que le quitó su simpleza su innata cortedad de luces, ni ima-
por completo la tranquilidad que había encon- ginar pueden, que les infunde horror y espanto...
trado. Estaba, efectivamente, girando a una ve- porque nunca, en absoluto, hubo para el hombre
locidad de locura, 2.172.000km. por hora, acom- y la sociedad humana nada más intolerable que
pañando a nuestra galaxia en un viaje en torno la libertad. Y ¿ves tu esas piedras en este árido
al centro de un conjunto de 2.500 galaxias veci- y abrasado desierto?. Pues conviértelas en pan,
nas. y detrás de ti correrá la humanidad como un re-
baño, agradecida y dócil, aunque siempre tem-
Se enfureció. Intentó todo lo que podía (no olvi- blando, no sea que tú retires la mano y se les
demos que se llamaba el el-hombre-que-todo-lo- acabe el pan. Pero tú no quisiste privar al hom-
Más de mil textos para orar y reflexionar 319