1. P
or todos es sabido que la distri-
bución comercial ha sufrido, y de
qué manera, los efectos endemo-
niados del colapso de un modelo
económico insostenible. Durante
los años de vino y rosas, de consu-
mo, a veces desaforados, el sector
vivió enfrascado en polémicas recurrentes: hora-
riosyfestivos.EnCatalunya,yenBarcelonaenpar-
ticular, hubo tradicionalmente un consenso am-
plio en materia comercial. Dicho consenso dejaba
pocoespacioparaloscríticosqueabogabanporun
marco con mayor libertad.
El modelo catalán, basado desde hace años en el
8/72(ochofestivosalañoy72horassemanales)cho-
caba en numerosas ocasiones con las ansias de la
patronaldelasgrandessu-
perficies, que demandaba
mayor libertad, y con in-
tentos impulsados desde
elGobiernocentraldelibe-
ralizarelsectordeunama-
nera más radical.
Polémicas vacuas, re-
cursos al Tribunal Consti-
tucional y muchas ener-
gías gastadas por abrir
más horas y más festivos.
El problema, que no se
quiso o supo ver, es que el panorama económico
y social cambiaba y la legislación, inflexible, difi-
cultó los procesos de mejora de la gestión empre-
sarial. Una falta de cintura, liderada por los sucesi-
vos gobiernos catalanes empeñados en mantener
su particular pica en Flandes (8/72), así como bue-
na parte de las asociaciones, reacias a un cambio o
flexibilización del modelo, provocó que muchos
negocios, poco o nada preparados para la compe-
tencia, a refugio durante la época en la que vender
no era un misterio, quedaran barridos del mapa
ante la caída sin freno de las ventas.
El problema de fondo no eran los horarios y los
festivos sino que demasiados negocios no estaban
gestionados debidamente, que los discursos de re-
tórica y de enfrentamiento entre grandes y peque-
ños despistó a muchos que gestionaban empre-
sas sin sentirse empresarios. No hubo la suficien-
te pedagogía desde la Administración de asesorar
y acompañar en la mejora de la gestión y el creci-
miento a las empresas de comercio, pues los dis-
cursos se basaban en el «no pasarán». Discursos de
buenos y malos, cuando lo que había era un sector
con actores de tamaños varios, que competían por
un pastel que crecía hasta que la bicha del alto en-
deudamiento explotó.
Lacomplicidadconalgunosllegóalextremode
legislar en contra de empresas que, en sus respec-
tivossectores(comoelmaterialdeportivoolaelec-
trónica de consumo), crecían más que la media.
De lo explicado hasta ahora, una primera con-
clusión: toda retórica excesiva es contraproducen-
te. O lo que es lo mismo, toda legislación que no se
sepaadaptaraloscambiosdeusosycostumbresde
una sociedad tiene un problema: deja de ser útil y
de ser respetada.
Enuncontextocomoelactual,coneldesplome
de las ventas, ¿qué Administración va a sancionar
a un establecimiento que intenta cubrir sus costes
para no cerrar? Si son 72 las horas (aunque eso, en
Catalunya, ya que el Gobierno central a través de
una ley de bases ha establecido una liberalización
que, en teoría, mientras el Constitucional no dic-
te sentencia, todo operador catalán se podría aco-
ger), ¿por qué no dejar que cada empresa abra las
72horasquemejorseajustenasumodelodenego-
cio sin causar molestias al vecindario?
En este sentido, hay un ejemplo característico:
los establecimientos de la calle Verdi, en el barce-
lonés barrio de Gràcia. En teoría no podrían abrir
en domingo, pero si no abren ese día, que es cuan-
dolagentevaalcineypasapordelantedesusesca-
parates, ¿cuándo van a vender?
Es más, los horarios a rajatabla tienen la batalla
perdida: cualquier consumidor puede comprar a
las7delamañanasinnitansiquieralevantarsede
la cama, gracias a las tabletas. Internet ha dinami-
tado las excusas del pasado.
Muchas veces se utiliza el argumento de la con-
ciliaciónfamiliarparaimpedirunamayorliberali-
zación,peronadiehabladelahostelería,larestau-
ración,elocionocturnoolostercerosturnosenlas
industrias. Con seis millones de parados, más que
la conciliación, la urgencia histórica debería ser la
de crear más ocupación. Con condiciones dignas y
salarios apropiados, pero trabajo al fin y al cabo.
Endefinitiva,tannefastacomolaliberalización
absoluta y la ley de la selva es una regularización
excesiva que, en tiempos de mudanza, como los
actuales, dificulta el cambio y la transición. Si Bar-
Loshorariosarajatabla
tienenlabatallaperdida.
Internethadinamitado
lasexcusasdelpasado
Pelayo
CORELLA
Directordeformación
continuaycodirectordel
másterdeRetailInternacional
deESCI-UPF.
LicenciadoenGeografíaeHistoria,
yenPeriodismo.Redactorjefe
delarevistaComercioExterior
(ConsejodeCámarasComercio
deCatalunya).
¿Comercios
abiertos
endomingo?
Si Barcelona, tal y como se postula, quiere de verdad ser una ciudad
internacional de compras, ¿tiene sentido no abrir los domingos?
¿Ningún domingo? ¿Ni las zonas más turísticas? Hay que
flexibilizar los horarios. Con moderación y consenso, pero ya.
celona quiere de verdad ser una ciudad internacio-
nal de compras, tal y como se postula, ¿tiene senti-
do no abrir los domingos? ¿Ningún domingo? ¿Ni
laszonasmásturísticas?Esunaopción,loquenosé
si congruente con el posicionamiento que se busca
en el exterior de ciudad internacional de compras.
Hecha la ley, hecha la trampa
Locuriosodelcasoesquehechalaley,hechalatram-
pa.Nadiepuedeabrir,peroalgúncentrocomercial,
por estar situado en una supuesta terminal portua-
ria tiene el visto bueno administrativo. Y la pregun-
ta es: ¿cuántos barcos arriban a esa zona del puer-
to? Si hay que cerrar, que cierren todos. Si hay que
abrir, que abran más que cuatro privilegiados.
En cualquier caso, veamos el vaso medio lleno.
Algo se ha avanzado. Las políticas del pasado tie-
nen visos, en el corto plazo, de ser superadas por
una finalidad última: flexibilizar algo que el tiem-
po ha demostrado falto de cintura. Con modera-
ción, con consenso si se quiere, pero ya.
ELISENDA PONS
4 24 DE DICIEMBRE DEL 2013