1. ENSAYO LA CULTURA DE LAS CIUDADES
Estamos destruyendo sistemáticamente todos los elementos que soportan nuestro sistema de
vida, la supervivencia de la sociedad ha dependido siempre de la salvaguarda del equilibrio entre
las variables de población, recursos y medio ambiente. Somos los mayores depredadores de los
recursos naturales del planeta, somos parte de un sistema consumista y despilfarradora de
recursos y productos elaborados, sin una conciencia globalizada a la protección de nuestros
recursos que se agotan y no se renuevan con la misma rapidez con la que se consume.
Principalmente debemos tener optimismo en tres factores: La difusión de la conciencia ecológica,
hacia toda la humanidad, convirtiéndola en actor principal de la destrucción del planeta o el
mantenimiento del mismo. La tecnología de las comunicaciones mediante el cual nuestras ideas
se puedan promover más rápidamente sin trasladarnos y consumir energía muy valiosa y la
producción automatizada haciendo de esta una producción sostenible. El núcleo de este concepto
radica en la redefinición de riqueza para que este incluya el capital natural: aire, agua limpia, capa
de ozono en condiciones, mar incontaminado, tierra fértil y abundante necesidad de especies. Con
un verdadero equilibrio entre tecnología y sociedad.
No puede existir armonía ciudadana ni mejoras medioambientales sin el respeto de los derechos
humanos y la paz, paradójicamente las ciudades están produciendo una peligrosa inestabilidad
social asociada al inevitable declive medioambiental. Ya que la ciudad ha acabado por ser
entendida como un templo para el consumismo y el derroche de bienes y servicios que van en
decremento de la naturaleza.
El politólogo Michael Waltzer ha clasificado el espacio urbano en dos grupos: “Cerrado” y
“Abierto”. En el cerrado tenemos: el barrio residencial, la urbanización de viviendas, el distrito
financiero, la zona industrial, los aparcamientos, los túneles, las circunvalaciones, los centros
comerciales y el propio auto. En el espacio abierto tenemos: la plaza, la calle, el mercado, los
parques y las terrazas. Los espacios cerrados satisfacen nuestros caprichos de consumo y
segregación ante el resto, por el contrario en los espacio abiertos la sociedad se agrupa, se siente
en un espacio de equilibrio donde todos somos los dueños, y disfruta tanto el rico como el pobre
sin degradación o segregación alguna.
El trabajo se ha convertido en punto focal de atracción a los habitantes del sector rural, que hacen
que se trasladen hacia el sector urbano, en donde la vida es más activa y existe mayores
posibilidades de progreso. La gran interrogante ¿Dejaremos la ciudad mayor, mejor y más
hermosa de cómo heredamos?, El desafío al que nos enfrentamos consiste en renunciar a un
sistema que explota la tecnología por un estricto afán de lucro para orientarlas hacia metas de
sostenibilidad. Aportando cada uno de nosotros con la toma de nuevos hábitos de vida amigables
con el planeta, replicándolos ante nuestro entorno. Solo nosotros tenemos la solución para ser de
este mundo un espacio sostenible y sustentable en el tiempo.
Autor: César Julio Montoya Mantilla