1. ARQUITECTURA
A la arquitectura arquitrabada de los griegos, la romana incorpora, de manera constante, el arco y la bóveda
de raigambre etrusca. Las bóvedas empleadas fueron principalmente la cupuliforme, la de medio cañón, de
horno y la de arista.
Los materiales empleados fueron básicamente la sillería pétrea, la mampostería, el ladrillo, en combinación
frecuente con argamasa de hormigón.
Aunque los romanos emplearon los clásicos órdenes arquitectónicos griegos, los usaron con mayor libertad
combinándolos entre sí en la misma fachada.
Arquitectura religiosa: el templo romano
El templo romano es de ascendente etrusco y griego. Del templo etrusco toma su ubicación sobre un alto
podio con un único acceso frontal. Del templo griego toma la larga cella y la columnata perimetral, aunque
salvo en el pórtico de acceso, que son exentas, están adosadas al muro. Es precisamente en este frontal
donde su aspecto más se asemeja al del mundo griego.
TEMPLO DE CÓRDOBA: FOTO
Construcciones civiles
Las ciudades fueron los grandes centros de la convivencia y en general de la civilización romana. En
España destacaron las ciudades de Tarragona, Sagunto, Cartagena, Barcelona, Córdoba, Sevilla, Itálica,
Mérida, Zaragoza, Valencia, Toledo, Segóbriga, Lugo, Astorga, León, etc.
Estas ciudades romanas necesitaron amurallarse para defenderse de las agresiones. Algunas de ellas lo
hicieron al comienzo de la romanización, cuando las guerras con los pueblos celtíberos eran una amenaza
real (Tarragona, Córdoba y Carmona). Las demás lo hicieron sobre todo en el siglo III, con las primeras
invasiones germánicas.
En estas ciudades se construían edificios públicos para diferentes servicios y actividades (económicas,
deportivas y de esparcimiento). Frecuentemente estos edificios se situaban en el foro, verdadero centro
neurálgico de la urbe romana. Las termas eran grandes complejos arquitectónicos de esparcimiento y salud
pública, donde se establecían baños de diferentes temperaturas (fría, templada, caliente, sauna) en salas
distintas.
La basílica, edificio de tres naves separadas por columnas y con rematado en ábside, era el lugar dedicado
a las transacciones mercantiles y servía también de juzgado. En la curia se celebraban reuniones políticas.
Algunos de los edificios más emblemáticos del mundo romano fueron los dedicados a los espectáculos.
Solían estar cerca de la ciudad, pero fuera de las murallas.
heredero del griego, dedicado a la representación de obras de dramaturgos clásicos, tenían forma
semicircular y se dividían en orchestra, escenario y cavea o graderío. El anfiteatro, espacio ovalado fruto de
la unión de dos teatros por la escena (de ahí su nombre) se usaba como lugar para la contemplación de
luchas de animales, gladiadores, ejercicios circenses, simulación de batallas navales, etc. Por último, el
circo, estaba destinado a carreras de cuádriga y era un espacio muy alargado en cuyo centro se colocaba la
espina con grandes estatuas.
De la Hispania romana, quedan importantes restos arqueológicos de teatros romanos, como el de Mérida,
de gran belleza e importancia, pero también citamos los de Tarragona, Sagunto, Pollentia, Clunia, Osma,
Toledo, Itálica, Regina, Málaga, Medellín, etc. En cuanto a anfiteatros, en aceptable estado quedan el de
Itálica (el cuarto en tamaño de todos los romanos), Mérida, Tarragona y Segóbriga. Circos, se han localizado
los de Tarragona, Calahorra, Mérida y Toledo, aunque dada su enorme extensión -el de Merída llegó a tener
435 metros de longitud- no han sido demasiado respetados por el tiempo y las obras acaecidas durante los
muchos siglos posteriores. También, su material pétreo ha sido utilizado como cantera popular para la
construcción de otros edificios.
Las ciudades romanas, bien creadas sobre asentamientos indígenas o de nueva creación, exigieron la
construcción de grandes obras para salvar ríos, abastecer de agua potable la urbe o facilitar viajes entre
esas ciudades. Por ello, algunas de las obras de arquitectura romana más interesantes son los puentes,
acueductos y calzadas
2. Itálica
La villa romana de Itálica es uno de los asentamientos romanos más antiguos de la península, ya que se
fundó en el año 206 a. C. En ella nacieron tres emperadores romanos entre los que se encuentran Trajano y
Adriano. El nombre del barrio de Triana responde a un homenaje al emperador Trajano.
La ciudad de Itálica se funda tras las II Guerras Púnicas, la colonia original se encuentra debajo del
actual pueblo de Santiponce. Las primeras familias que componían dicha colonia dieron lugar a la
clase aristocrática, de la que salieron en el siglo II los emperadores Trajano y, su hijo adoptivo,
Adriano.
Estatua del emperador romano
Gracias al nacimiento de estos emperadores, la ciudad adquirió gran importancia militar y se vio
favorecida con donaciones, reconstrucciones, murallas, edificios públicos y un nuevo territorio
situado en la zona norte que recibió el nombre de Nueva Ciudad (Nova Urbs), mandada construir
por Adriano.
Durante los siglos II y III d. C., la ciudad vive una segunda fase de apogeo que poco a poco va
dando paso a un declive que culmina con el total abandono de la misma.
Lamentablemente, en la Edad Media, las piedras de Itálica se utilizaron para construir edificios en
Sevilla, lo que supuso un gran deterioro. A pesar de esto, el anfiteatro logró sobrevivir, aunque hoy
en día no se conserve en muy buen estado.
En la época romana, este anfiteatro tenía capacidad para unas 20.000 o 25.000 personas y las
gradas se dividían en tres partes de modo que el público se colocaba en ellas teniendo en cuenta su
clase social.
Restos del anfiteatro romano
3. De la Nova Urbs, denominada Colonia Aelia Augusta, se conserva parte del enlosado de las vías y
los cimientos de los pilares que soportaban una especie de corredor cubierto que les servía para
protegerse de la lluvia y del sol. Además, en el centro de la calzada todavía podemos ver el sistema
de cloacas con el que contaba la ciudad.
En esta zona podemos admirar también los restos de las murallas que rodeaban la ciudad y de un
edificio semipúblico, puede que una escuela, conocido como Collegium de la Exedra. De este
edificio se conservan las termas, las letrinas, un gimnasio y varios mosaicos.
Las viviendas de Itálica eran casas unifamiliares muy espaciosas. En la actualidad, se conservan
restos de la Casa de Neptuno, la Casa de los Pájaros, la Casa del Planetario, la Casa del Patio Rodio
y la Casa de Hylas. En la Casa de Neptuno podemos ver las termas y algunos mosaicos; en la de los
Pájaros, un horno, mosaicos, el jardín y un lararium (altar); en la del Planetario, un patio, hornos y
mosaicos.
En el conjunto de Itálica había dos termas: las menores, situadas en la Vetus Urbs ( Ciudad Vieja),
y las mayores, situadas en la Nova Urbs (Ciudad Nueva).
Mosaico en la Casa del Planetario
En el municipio de Santiponce se conserva un teatro que, tras la reconstrucción de sus gradas, se
sigue utilizando. El teatro formaba parte de la ciudad vieja y se utilizó durante tres siglos. Su
construcción se sufragó con donativos de personas influyentes de la colonia.
El horario de visita de Itálica cambia de la temporada de invierno a la de verano. Entre el 1 de abril
y el 30 de septiembre se puede visitar de martes a sábado, de 8:30 a 20:30, y los domingos y
festivos, de 9:00 a 15:00. Entre el 1 de octubre y el 31 de marzo, las visitas son de martes a sábados
de 9:00 a 17:30 y los domingos y festivos de 10:00 a 16:00. Los días 24 y 31 de diciembre no se
puede visitar.
4. ARQUITECTURA: RESTOS DE FORTALEZA, TEMPLO ETC en
MULVA
La primera mención al yacimiento en la historiografía data del año 1756, cuando dos eruditos sevillanos,
Sebastián Antonio Cortés y José de las Cuevas Zayas descubrieron varias basas de esculturas con el
epígrafe Municipium Flavium Muniguense, desconocido hasta entonces por su ausencia en los textos
clásicos. El hallazgo fue publicado por la Real Academia Sevillana de Buenas Letras.
A principios del siglo XX Munigua fue visitada por G. E. Bonsor y R. Thouvenot, los cuales no llegaron a
percatarse de la envergadura de los restos.
Las excavaciones comenzaron en 1956 y fueron asumidas desde el principio por el Instituto Arqueológico
Alemán. Los trabajos se continúan en la actualidad, cuando está a punto de producirse la sustitución del que
ha sido durante décadas su director Theodor Hauschild. Gracias a estas excavaciones se conocen muchos
detalles del desarrollo histórico de Munigua, y a ellas se deben la exhumación de la casi totalidad de los
restos hoy visibles. Paralelamente a estos trabajos, se han desarrollado actuaciones de restauración-
consolidación, especialmente centradas en los muros de contención de las terrazas artificiales del cerro y en
los edificios públicos que ellas albergan. De ello se encargó en principio la Dirección General de Bellas
Artes, sustituida posteriormente por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.
El asentamiento más antiguo detectado en Munigua se fecha hacia fines del siglo IV a. C. y se concentra en
el sector Norte y Noroeste del cerro, que debió estar densamente poblado por entonces. La principal
actividad económica de este poblado fue, ya desde ésta época, la extracción y fundición de mineral de
hierro, documentada en varios puntos por la acumulación de escorias.
El florecimiento de Munigua, correspondiente a la reurbanización del cerro y a la construcción del santuario,
el templo tetrástilo, la reforma principal del foro,..., se produce en época flavia y dura hasta época de
Adriano y de los primeros emperadores Antoninos.
La decadencia comienza a fines del siglo II. Una época de inestabilidad provoca la construcción precipitada
de una muralla en época de Marco Aurelio, y el lento despoblamiento de la ciudad. Tal vez ello esté en
relación con las invasiones de tribus mauritanas de las que nos hablan las fuentes clásicas para este
periodo.
Durante el siglo III una población menguada continuó habitando Munigua. En el siglo IV parece detectarse
un incremento poblacional, pero la ciudad no volverá a ser la misma. En estas fechas sólo se produce una
reutilización de los edificios y viviendas de épocas anteriores, ya medio en ruinas. Los últimos indicios de
habitación corresponden ya al siglo V, y constatan la existencia de un poblamiento muy marginal.
El yacimiento se halla enclavado en un valle de suelos graníticos atravesados por filones porfídicos, y
vegetación de encinas y alcornoques. La ciudad romana se localiza en una colina alargada de 150 metros
de altitud, con pendientes abruptas al Norte y al Oeste, por donde discurre el arroyo Tamohoso, afluente del
río Huesna. La ladera meridional es más suave y enlaza con la llanura, de 135 metros de altitud; en este
sector es donde mayor desarrollo adquirió la ciudad. La ladera oriental vuelve a ser abrupta, aunque no
tanto como las del Norte y Oeste.
Las prolongadas excavaciones han puesto de manifiesto numerosos edificios del yacimiento, donde
destacan el santuario, un templo, un foro, un pórtico con edículo, seis casas, unas termas, varios tramos de
murallas y torres y dos necrópolis.
El edificio más destacado de Munigua es sin duda su Santuario, cuyos muros exteriores han permanecido
siempre visibles, y han sido identificados popularmente como los restos de un castillo, el "castillo de Mulva".
El edificio religioso fue construido a fines del siglo I en la cima del cerro, previamente nivelado y conformado
en terrazas mediante gruesos muros de contención. El allanamiento del terreno supuso el arrasamiento de
varias viviendas, constitutivas del sector más antiguo del yacimiento. Uno de estos muros de contención, el
del Oeste, está reforzado con potentes contrafuertes exteriores que se elevan sobre la abrupta pendiente
occidental del cerro, y constituye la imagen más espectacular y conocida de Munigua. Para acceder al
santuario se desarrolló un sistema de calzadas ascendentes enlazadas con dos rampas simétricas que
conectan con las tres terrazas.
Para acceder a la terraza superior desde la terraza media hay dos escalinatas simétricas y opuestas a las
rampas. La terraza superior tiene dos patios laterales rodeados de galerías y sendas pilas rectangulares en
el centro. Desde los patios se accede a la exedra central por dos estrechos pasadizos con bóveda de medio
cañón.
La exedra se orienta al Este y hace las funciones de atrio de la "cella", situada inmediatamente detrás
(Oeste). Ésta última, consolidada y restituida en parte, muestra una ordenación interior de pilastras que
delimitan nichos de 30 centímetros de profundidad. En la parte Noroeste, junto al santuario, existen cuatro
habitaciones simétricamente dispuestas en torno a un patio central, que se consideran almacenes
relacionados con el culto y vivienda de los guardas del templo. Más allá, en dirección Norte, se han
localizado también restos del asentamiento más antiguo, de fechas republicanas, sobre un espolón que se
levanta sobre el arroyo Tamohoso. A este núcleo poblacional se orientaba al menos una de las calles, más
5. tarde incorporada en el sistema de acceso a las terrazas. No hay datos concretos sobre la divinidad a la que
estaba consagrado el santuario, aunque la epigrafía hallada hace pensar en Hércules o en la Fortuna
Augusta, ambas divinidades relacionadas con el culto imperial. En los trabajos de excavación del santuario
se localizaron muros de época tardorromana, de los siglos IV y V, que constituyen la última ocupación de la
cima de la colina.
La terraza media está ocupada por un templo del que se conservan, consolidados, la parte inferior de los
muros. Es un templo tetrástilo con podio, datado en el siglo II. Como la terraza superior, también está
sostenida por sólidos muros de contención con contrafuertes.
Muy cerca del templo, al Sur, se conservan restos de un pórtico de dos pisos, que en su momento estaría
adornado con estatuas honoríficas colocadas entre los pilares del cuerpo inferior. Adosado al lado Sur del
pórtico se conserva una edícula o capilla. Ambas construcciones son anteriores al resto de los edificios del
cerro, pues se fechan en la primera mitad del siglo I.
La terraza inferior la ocupa el foro de la ciudad. Se trata de una plaza cuadrangular de pequeñas
dimensiones (20,36 metros de lado), porticada y rodeada de varios edificios. El centro de la plaza lo ocupó
un templo elevado sobre podio y orientado al Este, con unas dimensiones de 6,80 por 9,80 metros (sin el
podio); su nivel se destaca poco sobre el pavimento de la plaza (tres escalones). De su ornato sólo han
quedado restos de uno de los pilares de ladrillo para sustentación de las columnas y algunos capiteles. La
obra era de mampostería menuda.
El muro Oeste de la plaza tiene cuatro nichos poco profundos, en uno de los cuales apareció un epígrafe
que recordaba la donación del foro a la ciudad por parte de un destacado ciudadano. En el lado Norte se
distribuyen varios edificios, dos de los cuales han sido identificados como curia y tabularium; en otro de ellos
estuvo colocada la estatua de un caballo de bronce dedicada al "Dis Pater". La supuesta curia tiene tres
puertas de entrada en el muro Sur, desde el pórtico de la plaza. La habitación inmediata por el Este estaba
comunicada con la curia y tenía un suelo de sencillo enladrillado. En la tercera hacia el Este, posible
tabularium, se descubrieron dos inscripciones en bronce, una con un texto de un tratado de hospitalidad de
los tiempos de Augusto, y la otra, con el texto de una carta del emperador Tito a la ciudad del año 79 d. C. Al
exterior, en el muro que daba a la plaza, hay una hornacina enmarcada por columnas junto a la cual se halló
una inscripción dedicada al "Bonus Eventus". La habitación situada inmediatamente al Este pudo ser una
entrada al foro por el Norte.
Al otro lado de la plaza, al Sur, se han hallado muros que se interpretan como pertenecientes a la
cimentación de un sólo edificio, una basílica, y junto a ella, al Oeste, un vestíbulo de acceso Sur al foro.
La fachada occidental conserva 1 metro de altura y presenta una estructura de nichos y pilastras. Este
mismo esquema se pudo detectar en la fachada oriental del foro, cuyo muro ha sido restaurado. Por este
sector no había pórtico.
Según Hauschild, en el foro se detectan dos fases constructivas: a la primera corresponderían la plaza con
el templo, el tabularium y la sala contigua por el este, mientras que la curia, la sala de "Dis Pater", la basílica
y el vestíbulo contiguo corresponderían a una segunda fase. Ambas respetaron el trazado viario de una
época anterior. Esta hipótesis encuentra refrendo en la inscripción de L. Quintius Rufinus, según la cual
regaló a la ciudad el templo, el foro y el tabularium. La primera fase se data de época flavia, mientras que la
segunda puede corresponder a una reforma de época de Adriano. El momento final de reocupación de esta
zona de Munigua se ha fechado el el siglo V (viviendas y horno de fundición de mineral de hierro).
De las casas de la ciudad se han excavado parcial o totalmente hasta la fecha un total de seis, todas ellas
en las laderas Este y Sur. Las casas 1 y 6, tal vez las mejor conocidas, responden a un esquema de casa de
atrio muy bien definida y de distribución axial. Sus fechas de construcción constatan la reurbanización de
este sector a mediados del siglo II, en una zona ocupada previamente por talleres de fundición de mineral
de hierro y por una prensa de aceite. Como en otros puntos de la ciudad, en época tardorromana se
instalaron sobre las ruinas de estas casas otras viviendas humildes que reutilizaron materiales de épocas
precedentes. Las seis casas conocidas se localizan en el sector más próximo a los principales edificios
públicos del yacimiento, en una posición elevada dentro de la topografía del lugar, por lo que pertenecieron
a familias de alto nivel social.
Al Norte del foro y compartiendo con él la terraza inferior, se sitúan las termas. Se trata de un edificio de
planta rectangular, con pasillos delante de los lados estrechos para el servicio del praefurnium, y un patio
colindante en el lado occidental. Las habitaciones tienen nichos con estucos pintados en las paredes, bajo el
arranque de la desaparecida bóveda, y el frigidarium conserva su pavimento de opus spicatum. Del
tepidarium quedan restos de los suspensura. La construcción de estas termas se fecha en época de Nerón
o principio de la época Flavia, con reformas en los siglos II y III. A partir del siglo IV se instalaron en sus
dependencias varias estructuras de habitación correspondientes a humildes viviendas.
El perímetro amurallado de Munigua se conoce casi en su totalidad. La muralla, de trazado irregular, ha sido
excavada principalmente en los sectores Este y Sur. Los lienzos se levantaron con grandes bloques de
granito y multitud de materiales reutilizados, con una anchura total de 1,60 metros. De trecho en trecho hay
torres rectangulares, y se conoce una puerta al Sureste, de jambas prolongadas hacia el interior. La
construcción del recinto se fecha en la segunda mitad del siglo II, y sus técnicas constructivas delatan
precipitación, tal vez atribuible a las invasiones de los mauritanos que asolaron la Bética por estas fechas.
6. Se conocen dos necrópolis. La oriental, que fue respetada por el trazado de la muralla, que la situó
intramuros, y se fecha en los siglos II y III; posiblemente tuvo un muro de delimitación interior. En esta
necrópolis destaca un mausoleo, con gruesos muros de opus caementicium, junto al cual aparecieron
tumbas con ricos ajuares. Se han excavado un total de 16 tumbas de inhumación construidas con ladrillos
reutilizados.
La necrópolis del Sur se fecha desde la segunda mitad el siglo I hasta mediados del siglo II. Se han
excavado unas cien tumbas, la mayoría de incineración en urnas (muchas de ellas de vidrio), con escaso
ajuar. Esta necrópolis fue cortada por la construcción de la muralla.
Fuera del recinto amurallado se localizan los restos de un taller de fundición de mineral de hierro. Es un
edificio de planta rectangular, con dos habitaciones y dos patios antepuestos, donde se hallaron un horno de
fundición y gran cantidad de escorias. Su cronología se ha establecido entre los siglos II y III y es testimonio
evidente de una de las principales actividades económicas de Munigua: la minería de hierro, que junto con
la agricultura del aceite han dejado huella entre los restos de la ciudad.
Entre los restos escultóricos destaca el de una venus hallada entre el foro y las termas. La cabeza, que
apareció antes que el resto, se consideró durante un tiempo como una representación de la "Hispania".
7. Se conocen dos necrópolis. La oriental, que fue respetada por el trazado de la muralla, que la situó
intramuros, y se fecha en los siglos II y III; posiblemente tuvo un muro de delimitación interior. En esta
necrópolis destaca un mausoleo, con gruesos muros de opus caementicium, junto al cual aparecieron
tumbas con ricos ajuares. Se han excavado un total de 16 tumbas de inhumación construidas con ladrillos
reutilizados.
La necrópolis del Sur se fecha desde la segunda mitad el siglo I hasta mediados del siglo II. Se han
excavado unas cien tumbas, la mayoría de incineración en urnas (muchas de ellas de vidrio), con escaso
ajuar. Esta necrópolis fue cortada por la construcción de la muralla.
Fuera del recinto amurallado se localizan los restos de un taller de fundición de mineral de hierro. Es un
edificio de planta rectangular, con dos habitaciones y dos patios antepuestos, donde se hallaron un horno de
fundición y gran cantidad de escorias. Su cronología se ha establecido entre los siglos II y III y es testimonio
evidente de una de las principales actividades económicas de Munigua: la minería de hierro, que junto con
la agricultura del aceite han dejado huella entre los restos de la ciudad.
Entre los restos escultóricos destaca el de una venus hallada entre el foro y las termas. La cabeza, que
apareció antes que el resto, se consideró durante un tiempo como una representación de la "Hispania".