El documento proporciona una revisión histórica de las prácticas de higiene desde la época romana hasta el siglo XIX. Los romanos usaban orines para limpiar los dientes y tenían baños públicos, pero durante la Edad Media la higiene decayó debido a la Peste Negra. En el siglo XIX, se descubrió la relación entre microbios y enfermedades, lo que llevó a promover el aseo regular con agua como protección contra infecciones.
1. Un pequeño Recorrido por la Historia
Centro Municipal de El Llano
21 de Noviembre del 2015
CHARLA SOBRE HIGIENE MEDIEVAL
2. El Mundo Romano:
Se lavaban los dientes con
orines siendo la Hispana la más
apreciada. ( tema alimentación )
Los orines eran mezclados con
miel y vino para refrescar la
boca y combatir el mal aliento.
Solo las Domus ( casas ) de las
clases ricas disponía de algo
parecido a un baño, el resto
usaba las letrinas públicas.
Eran muy avanzadas, disponían
de una corriente continua de
agua, que las mantenían limpias
y sin mal olor.
A falta de papel higiénico se
usaban una esponja unida un
palo para limpiar las partes
íntimas.
3. Poema de Cayo Valerio Catulo
criticando a Celtibero porque no
llevaba nada bien que los celtiberos
tuvieran los dientes tan blancos:
Egnatius
Si tu fueras un sabino o tiburtino
o un gordo umbro, o un regordete etrusco,
o un lanuviano de oscuros dientes, o del
norte de Po,
y yo mencionaré mi propia veronesa
también,
o quien sea limpie más religiosamente sus
dientes,
Aun quiero que no sonrías todo el tiempo:
no hay nada mas tonto que sonreír
tontamente.
Ahora, eres celtibérico: en el país de
Celtiberia,
lo que cada hombre mea, lo acostumbra
utilizar para cepillar
sus dientes y sus rojas encías, cada
mañana,
de modo que el hecho de que tus dientes
están tan pulidos
solo muestra que estás más lleno de pis.
4. El antiguo inodoro que usaban los romanos era similar a una plancha o
placa agujereada apoyada sobre dos soportes de mampostería; en otras
ocasiones era un simple agujero en el suelo.
Los inodoros a la romana disponían bajo el asiento de un recipiente que
era vaciado por un esclavo tras su uso.
Los romanos que iban a las letrinas públicas con esclavos les hacían
sentarse primero a ellos en la bancada para que la piedra se calentara.
Las letrinas o retretes se conectaban con un canal que conducía los
desechos a la red de alcantarillado en las ciudades que disponían de ella.
La alternativa era depositar los desperdicios cerca de las fuente públicas,
donde el agua corría y se encargaba de arrastrar los detritus.
DIFERENTES TIPOS DE LETRINAS ROMANAS
5. Las termas romanas:
Quienes optaban por adecentarse en público acudían a las termas, espacios para el baño y
la conversación que disponían de vestuarios, sala de calor seco, sala de agua caliente
(caldarium), sala de agua fría (frigidarium), sala de agua templada (tepidarium), piscina al
aire libre, gimnasio (palestra), servicio de masajes, biblioteca...
En el templarium, una piscina con agua y pétalos de rosa, los hombres y las mujeres solían
relajarse en común. Este tipo de baño se tomaba entre la meridiatio (el mediodía) y la cena.
No a todos los romanos les gustaban las termas Seneca opinaba “la sudoración debe ser
resultado de un gran esfuerzo físico y no de una improductiva sesión en una sala caliente”.
6. La Higiene en la
Hispania Árabe Los árabes, acostumbrados
a vivir en mares de arena,
eran conscientes del valor
fundamental que tenía el
agua. Seguramente fue por
esta razón que, cuando
llegaron al sur de Hispania y
descubrieron los acueductos
y las acequias, los patios
con surtidores de agua y las
termas, hicieron suyos estos
elementos que también
contenían y sintetizaban
aquel bien preciado para
ellos, desarrollando y
ampliando el estudio de las
técnicas relacionadas con el
agua.
Los árabes tomaron de los romanos su idea para
construir sus baños, (Hammam o baño turco) consistía
en un ritual compuesto por baño de vapor que incluía
limpiar el cuerpo y relajarse. Además servían como
punto de reunión. Los baños turcos fueron una
continuación de los baños romanos y se extendieron
por todo el mundo islámico.
7. La peste Negra:
Un monje en una crónica de la
Peste Negra dijo:
Escribo ésto por si alguien de la
raza de Adán queda aquí algún
día para leerlo...
Los médicos de la peste negra
iban con una máscara que
parecían picos de aves llenas
de artículos aromáticos. Las
máscara eran diseñada para
protegerlos del aire podrido.
Aquí comenzó la falta de
Higiene en la Edad Media.
8. La “Peste Negra” marcó toda una época
porque cualquier contacto entre las personas
constituía un riesgo. Había que evitar la
fraternización con vecinos, e incluso parientes.
Muchos infectados encaminaban también sus
pasos en busca de “mejores aires”,
propagando el mal por comarcas que, hasta
ese momento, se habían visto libre de las
pestilencias.
Se debían rehuir los trabajos violentos “que
calentaban los miembros”, como así también
del baño ya que el conocimiento médico de
aquel entonces dictaminaba que el agua,
sobre todo la caliente, debilitaba los órganos,
dejando el cuerpo expuesto a condiciones
insalubres y que, de llegar a penetrar por los
poros, podría transmitir todo tipo de
enfermedades. Incluso llegó a extenderse la
idea de que una capa de suciedad protegía
contra las enfermedades y que, por lo tanto, el
aseo personal debía de hacerse “en seco”,
solamente con una toalla limpia para frotar las
partes expuestas del cuerpo.
9. En los palacios y casas de familia la existencia de baños era prácticamente nula.
Cuando surgía el llamado de la naturaleza, No era raro también ver a alguien
defecando en las calles. Las grandes metrópolis como Londres o París podían ser
consideradas en aquel tiempo como algunos de los lugares más sucios del mundo.
Ejemplos de
Letrinas Medievales
10. Todo el lujo y riqueza en los
trajes de los siglos XVI, XVII y
XVIII ocultaban una falta total de
higiene. Tanto hombres como
mujeres andaban llenos de
pulgas y piojos y todos
apestaban. Agripa de Aubigné
aseguraba que los nobles
franceses podían distinguirse
desde lejos a causa de su mal
olor, y el conde Volfrando de
Waldeck escribe en sus
efemérides que las mujeres
alemanas se lavaban el cuerpo
a lo sumo una o dos veces al
año. Esta ausencia de higiene
estaba acompañada por unos
modales groseros, de los cuales
alardeaban, sobre todo, los
miembros del “sexo fuerte”
11. Ciertas ideas que eran colectivamente
compartidas, hacían posible eludir el
agua que tantos temores despertaba.
Burgueses y aristócratas estaban
convencidos de que la ropa blanca (la
ropa interior) “limpiaba“, puesto que
impregnaba la mugre a modo de
esponja. Por lo tanto, al cambiarse de
ropa el cuerpo se “purificaba“,
simbolizando ese acto la limpieza
interna (sin la necesidad de acudir al
inquietante elemento líquido).
El cuerpo se interpreta en función de
su visibilidad social, y sólo en esta
medida se entiende también la
limpieza. En otras palabras, es «como
si el cuerpo delegara su existencia en
otros objetos, los que lo envuelven o lo
rodean». La vestimenta, de este modo,
se vive como prolongación del propio
cuerpo y en cierto modo su sustituto.
12. Habrá que esperar al siglo XIX para que se asocie el vocablo nuevo de “higiene” con el de
“salud”. Y contrariamente a lo que se ha creído por siglos, el agua y el baño empiezan a
promocionarse como defensas contra el contagio de enfermedades. Sucede que ahora se
conocen —y se ven— a los responsables directos de esos padecimientos. Hay que combatir
“monstruos invisibles“: los microbios. Por lo tanto, la limpieza comienza a actuar contra esos
agentes, protegiendo al ser humano.
En este siglo, el desarrollo del urbanismo permitió la creación de mecanismos para eliminar
las aguas residuales en todas las nuevas construcciones. Al tiempo que las tuberías y los
retretes ingleses (WC) se extendían por toda Europa, se organizaban las primeras
exposiciones y conferencias sobre higiene. A medida que se descubrían nuevas bacterias y
su papel clave en las infecciones —peste, cólera, tifus, fiebre amarilla—, se asumía que era
posible protegerse de ellas con medidas tan simples como lavarse las manos y practicar el
aseo diario con agua y jabón