1. Alegoría de la caverna
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La Alegoría de la caverna —también conocida por el nombre de Mito de la
caverna— está mucho más cerca de ser una alegoría que de un mito. Es la
más célebre alegoría de la historia de la filosofía1 junto con la del Carro
alado.2 Fama debida, sin duda, a la utilidad de estos mitos para que, a
propósito de su narración, se expliquen las partes más importantes del
pensamiento platónico.
Se trata de una explicación metafórica, realizada por el filósofo griego
Platón al principio del VII libro de La República, sobre la situación en que se
encuentra el ser humano respecto del conocimiento.3 En ella Platón explica
su teoría de cómo con conocimiento podemos captar la existencia de los dos
mundos: el mundo sensible (conocido a través de los sentidos) y el mundo
inteligible (sólo alcanzable mediante el uso exclusivo de la razón).
En este diálogo participan: Sócrates, Adimanto, Alcibíades, Aristófanes,
Callicles, Glaucón, Gorgias, Hippias, Pitágoras, Parménides, Theaetetus,
Thrasymachus y Timeo de Locri
Descripción
Platón describió4 en su alegoría de la caverna un espacio cavernoso, en el
cual se encuentran un grupo de hombres, prisioneros desde su nacimiento
por cadenas que les sujetan el cuello y las piernas de forma que únicamente
pueden mirar hacia la pared del fondo de la caverna sin poder nunca girar la
cabeza. Justo detrás de ellos, se encuentra un muro con un pasillo y,
seguidamente y por orden de cercanía respecto de los hombres, una hoguera
y la entrada de la cueva que da al exterior. Por el pasillo del muro circulan
hombres portando todo tipo de objetos cuyas sombras, gracias a la
iluminación de la hoguera, se proyectan en la pared que los prisioneros
pueden ver.
Estos hombres encadenados consideran como verdad las sombras de los
objetos. Debido a las circunstancias de su prisión se hallan condenados a
tomar únicamente por ciertas todas y cada una de las sombras proyectadas
ya que no pueden conocer nada de lo que acontece a sus espaldas.
Continúa la narración contando lo que ocurriría si uno de estos hombres
fuese liberado y obligado a volverse hacia la luz de la hoguera,
contemplando, de este modo, una nueva realidad. Una realidad más
profunda y completa ya que ésta es causa y fundamento de la primera que
está compuesta sólo de apariencias sensibles. Una vez que ha asumido el
hombre esta nueva situación, es obligado nuevamente a encaminarse hacia
fuera de la caverna a través de una áspera y escarpada subida, apreciando
una nueva realidad exterior (hombres, árboles, lagos, astros, etc.
2. identificados con el mundo inteligible) fundamento de las anteriores
realidades, para que a continuación vuelva a ser obligado a ver directamente
"el Sol y lo que le es propio",5 metáfora que encarna la idea de Bien.
La alegoría acaba al hacer entrar, de nuevo, al prisionero al interior de la
caverna para "liberar" a sus antiguos compañeros de cadenas, lo que haría
que éstos se rieran de él. El motivo de la burla sería afirmar que sus ojos se
han estropeado al verse ahora cegado por el paso de la claridad del Sol a la
oscuridad de la cueva. Cuando este prisionero intenta desatar y hacer subir
a sus antiguos compañeros hacia la luz, Platón nos dice que éstos son
capaces de matarlo y que efectivamente lo harán cuando tengan la
oportunidad, 6 con lo que se entrevé una alusión al esfuerzo de Sócrates por
ayudar a los hombres a llegar a la verdad y a su fracaso al ser condenado a
muerte.
3. MITO DEL CARRO ALADO
ALEGORÍA QUE UTILIZA PLATÓN PARA DESCRIBIR LAS PARTES DEL ALMA Y EL AFÁN
HUMANO POR EL CONOCIMIENTO Y EL SER.
En el diálogo “Fedro” Platón tratala cuestión del la esencia y partes del
alma. Comienza señalando que parece másadecuada, dada la dificultad del
tema, la exposición alegórica que lainvestigación racional e inmediatamente
nos presenta el mito del carro alado.Veamos un resumen literal del mismo
: el alma es como una fuerza natural que mantienen unidos un carroy su
auriga, sostenidos por alas. Los caballos y los aurigas de los dioses sontodos
ellos buenos; los de los hombres no. En nuestro caso, el auriga guía
unapareja de caballos, uno hermoso y bueno, otro feo y malo, por lo que
paranosotros la conducción resultará dura y difícil.
El alma tiene comotarea el cuidado de lo que es inanimado y recorre todo el
cielo. Cuando esperfecta vuela por las alturas y administra todo el mundo;
en cambio la que haperdido las alas es arrastrada hasta que se apodera de
algo sólido donde seestablece tomando un cuerpo terrestre. A causa de la
fuerza del alma, estecuerpo parece moverse a sí mismo y ambos ―cuerpo y
alma― reciben el nombre deser viviente.
La fuerza del ala consiste en llevar hacia arriba lopesado, elevándose hacia
el lugar en donde habitan los dioses. Lo divino eshermoso, sabio y bueno y
esto es lo que más alimenta y hace crecer las alas; encambio lo vergonzoso,
lo malo y todas las demás cosas contrarias a aquellas lasconsume y las hace
perecer. Dirigidas por Zeus, las almas de los dioses y las delos hombres
marchan por el cielo ordenando y cuidando todo. Después de realizarsu
tarea van a buscar su alimento hacia el mundo supraceleste, hacia la
realidadque se encuentra más allá de la bóveda del cielo. En ese lugar se
halla laJusticia, la esencia cuyo ser es realmente ser, el ser incoloro,
intangible,cuya esencia es sólo vista por el entendimiento, piloto del alma, y
alrededor dela que crece el verdadero Saber, pero no la ciencia de lo que
nace y muere, delo relativo, sino la ciencia de lo que es verdaderamente ser.
Las almasde los dioses, dado que son conducidas por dos caballos buenos y
dóciles,ascienden sin problemas. La mente de los dioses se nutre de un
saber y entenderpuro por lo que al ver lo que allí se encuentra, se alimenta,
se llena decontento y descansa hasta que el movimiento, en su ronda, la
vuelve a su sitio.Las almas de los hombres suben con dificultad pues el
caballo que tiene malaconstitución es pesado e inclina y fatiga al auriga que
no lo ha alimentadoconvenientemente. Así se encuentra el alma con su dura
y fatigosaprueba.
De las almas humanas, la que mejor ha seguido al dios y más sele parece
consigue ver algo, otras no pueden alcanzar la visión del ser, por loque les
queda la opinión por alimento, “el porqué de todoeste empeño por divisar
4. dónde está la llanura de la Verdad, se debe a que elpasto adecuado para la
mejor parte del alma es el que viene del prado que allíhay, y el que la
naturaleza del ala, que hace ligera al alma, de él senutre.” Las almas que no
han podido vislumbrar nada de lo que allí seencuentra se van gravitando
llenas de olvido y dejadez, pierden las alas y caena tierra.
Las siguientes tesis resumen lainterpretación más sencilla del mito:
el alma es el principio de vida gracias al cual los seres
vivospueden realizar los movimientos que le son propios;
las cosas naturales están dirigidas y controladas por la
divinidad(hipótesis providencialista y teleológica que luego
encontraremos en gran partede la filosofía posterior);
el alma humana participa de algún modo de la naturaleza
divina,pero también de un principio opuesto que la pervierte y la hace
caer al mundo dela finitud, contingencia y muerte;
la parte más excelente del alma humana es semejante a la
mente delos dioses y, como la de ellos, se nutre del conocimiento;
frente a la realidad física, más allá de la Naturaleza, en
el“ámbito supraceleste”, se encuentra la auténtica realidad, el ser
verdaderocaracterizado como la esencia que permanece siempre
idéntica a sí misma, quecarece de propiedades físicas (“incolora e
intangible”) y se ofrece sólo alentendimiento (dualismo ontológico);
nuestro destino está en ese mundo perfecto, mundo al que se
llegabásicamente mediante la Ciencia de lo absoluto (la filosofía o
dialéctica) nomediante el conocimiento de lo relativo y mudable
(laopinión);
cuando se encarna, el alma olvida aquello que ha
conseguidovislumbrar en el mundo supraceleste (rudimentos de la
teoría de lareminiscencia);
es habitual también buscar la correspondencia de las partes
delalma con los elementos que aparecen en el mito del carro alado: el
aurigarepresenta la parte racional, destinada a la dirección de la vida
humana, alconocimiento y lo más divino que se encuentra en
nosotros; el caballo buenorepresenta la parte irascible, aquello que
permite al alma la realización deacciones buenas y bellas; el caballo
malo y rebelde representa la parteconcupiscible, aquello que fomenta
en nosotros deseos y pasiones y que nosimpulsa hacia el ámbito de lo
sensible.
Este mito resume perfectamente lapropuesta que recorre la totalidad de
la filosofía platónica: realizar en estavida y de forma radical la belleza,
verdad y bondad (dado que “lo divino es hermoso, sabio y bueno y esto es lo
que más alimenta y hace crecer las alas”).
5. La filosofía contemporánea
Tras la filosofía crítica de Kant el
Idealismo alemán se convertirá en la
corriente predominante en la Europa
continental, a través de Hegel. El
existencialismo de Kierkegaard, tanto
como el marxismo y el vitalismo de
Nietzsche serán, en buena medida, una
reacción al Idealismo hegeliano que, en
cierto modo, consagra la identificación
del yo trascendental kantiano con el Dios
del cristianismo. En Gran Bretaña, el
desarrollo del positivismo utilitarista con
Bentham y J.S. Mill se inspira en los
principios del empirismo,
distinguiéndose del positivismo
"idealista" del francés A. Comte; en
ambos casos, no obstante, se da una
preocupación por los temas sociales y por
el bienestar de la humanidad que, aunque
en una dirección distinta, compartirán
con el marxismo. Por lo demás, el
desarrollo de las ciencias y sus continuos
éxitos hacen tambalear los cimientos de
la filosofia, que se ve sometida a fuertes
críticas por parte de los defensores del
pensamiento científico, que encuentran
en la ciencia el paradigma del
conocimiento verdadero. Hacia finales
del siglo XIX, al desarrollo del
historicismo en Alemania, con Dilthey, y
del pragmatismo en los Estados Unidos,
con Pierce y W. James, hemos de sumar
el desarrollo de la fenomenología con
Husserl. En el siglo XX destacarán
además los representantes del Filosofía
Analítica, como Russell y Witgenstein,
6. del Estructuralismo, como Lévi-Strauss,
del Existencialismo, como Sartre, o los
de la Escuela de Frankfurt, como Adorno,
Horkheimer y Habermas. Hacia finales de
siglo, destaca la actividad de los filósofos
posmodernos y posestructuralistas, como
Jacques Derrida, que renuevan la crítica
a las tradiciones filosóficas desde
posiciones muy alejadas de las llamadas
metafísicas de la presencia.