2. ¡Salve, Leto bienaventurada,
porque pariste hijos ilustres:
Apolo soberano y Ártemis,
diseminadora de dardos, a la
una en Ortigia, al otro en la
rocosa
Delos,
cuando
te
apoyaste en la gran montaña y
en la altura del Cinto, muy cerca
de la palmera, cabe las
corrientes del Inopo!
(vv. 14-18)
3. ¿Cantaré tal vez cómo al principio Leto te parió, gozo para los
mortales, apoyada sobre el monte Cinto en la isla rocosa, en
Delos, ceñida por las corrientes?
(vv. 25-27)
4. Cuantos pueblos acoge Creta en su suelo, y la comarca de Atenas, la isla de
Egina, Eubea …Egas, Iresias y Peparetos… la tracia Samos… Esciros, Imbros… y la
brumosa Lemnos, la sacra Lesbos… y Quíos…, la acuosa Samos… Cos… y
Cárpatos, la ventosa, Naxos, Paros y la rocosa Renea: toda esa distancia
recorrió Leto, urgida por el parto del Certero flechador, por si alguna de estas
tierras quería erigirse en morada de su hijo. Más ellas temblaban sobremanera
y tenían miedo. Ninguna, por feraz que fuera, se atrevía a acoger a Febo, hasta
que llegó la venerable Leto a Delos y, preguntándole, le dijo en aladas palabras:
(vv. 30-50)
5. - Delos, ¿querrías ser la sede de mi hijo, Febo Apolo, y que erigieran
sobre ti un espléndido templo? Ningún otro recalará jamás en tus costas, ni
te honrará. Tampoco creo que vayas a estar sobrada de bueyes ni de ovejas,
ni producirás viñedos ni harás crecer innumerables plantas.
(vv. 51-55)
6. En cambio, si albergas un templo
de Apolo el Certero, los hombres
todos, congregados aquí, te
traerán hecatombes; el humo de la
grasa se alzará de la comarca,
inagotable por siempre, en tu
honor, y alimentarás por mano
extraña a los que te ocupen, puesto
que no hay fertilidad bajo tu suelo.
(vv. 56-60)
7. Así habló. Se alegró Delos y en respuesta le dijo:
- Siento naturalmente un terrible temor en mi fuero interno y en mi ánimo, no
sea que , tan pronto como (Apolo) vea por primera vez la luz del sol, juzgando la
isla indigna –pues soy realmente un puro pedregal- derribándome con sus pies,
me eche a las profundidades del mar. Entonces un gran oleaje sobre mi cabeza
me tendrá por siempre totalmente sumergida, y él marchará a otra tierra que le
agrade para procurarse un templo y boscosas arboledas.
(vv. 61, 70-76)
8. Así habló, y Leto pronunció el gran juramento de los dioses:
- ¡Sépalo ahora la tierra y desde arriba el ancho cielo, así como el agua que
se vierte de la Éstige! (ése es el mayor juramento y el más terrible para los
dioses bienaventurados). En verdad que habrá aquí por siempre un altar
fragante de incienso y un santuario de Febo. Y te honrará más que a todos los
demás.
(vv. 83-88)
9. De modo que, cuando hubo jurado y acabado
de pronunciar el juramento, Delos se regocijó
sobremanera por el nacimiento del Certero
Soberano.
(vv. 89-90)
10. Fue entonces, en cuanto llegó a Delos
Ilitía, provocadora de las angustias
del parto, cuando a Leto le sobrevino
el parto y sintió el deseo de dar a luz.
En torno a la palmera echó ambos
brazos y apoyó las rodillas en el
blando prado. Sonreía la tierra bajo
ella.
Saltó él fuera a la luz y las diosas
gritaron todas a una…
No amamantó su madre a Apolo, el
del arma de oro, sino que Temis le
ofreció el néctar y la deliciosa
ambrosía con sus manos inmortales…
Y enseguida Febo Apolo les dijo a las
inmortales:
- ¡Sean para mí la cítara y el
curvado arco! ¡Y revelaré a los
hombres la infalible determinación de
Zeus!
(vv. 115-132)
11. Toda Delos se cargó de oro, mientras contemplaba al vástago de
Zeus y Leto, por la alegría de que el dios la hubiera escogido
como casa en lugar de las islas o el continente.
(vv. 135-138)
12. Tú, Febo, regocijas tu corazón especialmente en Delos, donde en honor tuyo se
congregan los jonios de arrastradizas túnicas con sus hijos y sus castas esposas.
(vv. 146-148)
13. Y ellos, con el pugilato, la danza y el
canto, te complacen, al acordarse de
ti cuando organizan la competición.
Quien se halle presente cuando los
jonios están reunidos, podrían decir
que son inmortales y están exentos
por siempre de la vejez.
(vv. 149-152)
14. Y más aún, una gran maravilla, cuya gloria jamás perecerá: las muchachas de Delos,
servidoras del Certero flechador, las cuales, después de que han celebrado el
primero a Apolo y luego a Leto y a Ártemis diseminadora de dardos, acordándose de
los varones y las mujeres de antaño, entonan un himno y fascinan a las estirpes de
los hombres.
(vv. 156-161)
15. Sedme propicios, Apolo, junto
con Ártemis... Y en adelante
acordaos de mí cuando alguno
de los hombres de la tierra, un
extranjero que llegue aquí
después de haber sufrido
mucho, os diga:
-¡Muchachas! ¿Quién es el más
dulce varón de los aedos que
aquí os frecuentan y con el que
más os deleitáis?
Vosotras todas. Sin excepción,
responded elogiosamente:
(vv. 165-171)
16. - Un ciego. Habita en la abrupta Quíos. Todos sus cantos
son por siempre los mejores.
(vv. 172-173)
20. Se encamina, tañendo la ahuecada
forminge, el hijo de la gloriosísima
Leto hacia Pito, la rocosa…
Allí decidió el soberano Febo Apolo
construir su templo encantador, y
dijo estas palabras:
- Aquí pienso procurarme un templo
hermosísimo a fin de que sea oráculo
para los hombres, que por siempre
me traerán aquí hecatombes
perfectas.
(vv. 182-183, 285-289)
21. -¡Hombres! …
Cuidad el templo, acoged a
las gloriosas estirpes de los
hombres que se congregarán
especialmente aquí, según mi
propósito, en cuanto se
produzca alguna palabra o
alguna acción irreflexiva o
soberbia, que es la norma de
los hombres mortales…
Todo te queda dicho. Tú,
guárdalo en tu fuero interno.
(vv. 532, 538-541, 544)
22. Así que te saludo a ti también, hijo de Zeus y Leto; y yo me
acordaré también de otro canto y de ti.
(vv. 545-546)
23.
24. Textos:
Himnos Homéricos. La Batracomiomaquia, traducción de Alberto Bernabé
Pajares, Madrid, Ed. Gredos, 1978.
Los lugares que aparecen en las imágenes corresponden a la isla de Delos (2,
3, 5, 6 , 7, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 23, 24 –desde Míconos-), Paros (4), Míconos (8 desde Delos)-, Quíos (16), Letoon (17), Sardes (18), Mileto (19) , Delfos (20) y
Claros (22).
Fotografías de Rosa Mariño (con licencia Creative Commons-Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0, excepto
diapositiva 20, de T.J.Foster (todos los derechos reservados).