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Título: Y ni siquiera te conozco
Autora: Patricia Luna
Foto portada: ©
Fernando Castro
Diseño y maquetación: amantesdementes
Imprime: Service Point, S.A.
Depósito Legal:
Y ni siquiera te conozco
Patricia Luna
3
Está claro que no soy ningún experto en la vida. No he lo-
grado encontrar la respuesta al caos, el dolor, la desilusión
y la soledad que nos rodean. Me gustaría poder pensar que
de alguna manera he contribuido al avance de la especie humana,
pero jamás llegaré a convertirme en ese científico loco que pude
ser, como mucho me quedaré en loco... Nunca me llamaron de-
masiado los números, lo mío eran las nubes.
Siempre he preferido soñar con volar, antes que pararme a hacer
las apropiadas previsiones para tal espléndida tarea… Y puedo
decir que a día de hoy, sigo sintiendo las consecuencias de tal ne-
fasto cálculo de prioridades, muy probablemente las sentiré toda
mi vida. Quizá más.
Aprender a volar no es fácil, sobre todo cuando uno pretende
ganar tal privilegio a base de méritos propios, mucho esfuerzo y
muchos accidentes… Puede tardarse años el realizar un despegue
perfecto, ascender velozmente hasta cimas que solo algunas aves
Prólogo
Volar
4
se han atrevido mirar, dejar atrás la tierra, cuya fuerza de
gravedad nos impide escapar libres, flotando en línea recta hacia
El Infinito… Si, volar es fascinante.
Cuando una persona observa a alguien volar, piensa en lo genial
que debe ser, pero jamás piensa en todas las noches de vuelo bajo
la lluvia, hay gente que ha aprendido a volar esquivando
mortíferos rayos que te dejarían frito antes de poder reaccionar,
eso es algo serio… Los he visto volando bajo la nieve, sintiendo
cómo sus huesos se helaban… Incluso los hay que deciden lan-
zarse al vacío, sin haber tomado antes instrucción alguna, imag-
ino que soy uno de ellos.
Casitodaslaspersonassueñanconvolar,esposiblequeexistaunpar
de cada diez que prefieran la floristería, o tal vez la caza. Pero lo
cierto,esquevolarnoescosasencilla,aunqueseastodounexperto,
nuncasesabecuándopuedestoparteconunafuerteráfagadeviento
que haga desestabilizarse cada átomo de tu existencia… Cuando
pierdes el equilibrio y te precipitas a la velocidad de la luz hacia la
oscuridad más absoluta, te replanteas el por qué de tu absurdo “yo”
y su estúpida manía de meterte en tan incómodas situaciones.
Volar es totalmente indescriptible, hay quien lo compara con un
subidón de mil orgasmos escalando tu espina dorsal, asociación
errónea, puesto nada tiene que ver con el sexo. La verdad es que
exige una gran dedicación física y mental, lo cual suele ser ago-
tador a la larga, sobre todo si no se dispone de algún lugar en
mitad de este maldito planeta al que llamar “casa”.
Encontrar casa para una persona que vuela, es posiblemente la
parte más complicada de todas, mucha gente que vuela termina
por arrancar sus alas, desesperados, aplastados por el cansancio,
desquiciados por la soledad… Eso, si antes no te han metido una
5
buena dosis de plomo, deporte que practican con gran afición
todos los infelices que no son capaces de despegar sus pesados
pies del suelo, les encanta usar su frustración como arma. Tienen
miedo de lo que no pueden comprender.
Todo esto ha provocado que cada vez sean menos los aficionados
al vuelo, quedan muy pocas personas capaces de lanzarse al vacío
por su sueño, de luchar por lo que creen, de llegar hasta el final
sin importar el sacrificio.
Yo tuve suerte, mucha suerte. Siempre recordaré el día que la
conocí, siendo apenas pilotos de prueba. Jamás olvidaré sus ojos.
No ha existido, existe, ni existirá nadie que vuele como ella.
Ahora, aunque herido, con negros perdigones de plomo acercán-
dose más y más cada día a mi ya débil motor, haciendo caso omiso
a la última ráfaga de viento que predice lo inevitable, cada vez que
estoyasuladovuelvoavolar.Talveznomucho,talveznomuyalto.
Pero vuelvo a volar.
Y por fin. Descansaré con ella.
En casa. Volando, eternos.
Manuel Álvarez
7
Siempre creí ser un alma libre.
Pero cada vez que me roza su cuerpo
soy completamente suya.
I
9
Hay jueves que son eternos y terminan en tu boca. Hay jueves
tan fugaces que si te he visto, no me acuerdo. Jueves, que
empiezan en tu espalda y acaban con tu pecho como almohada.
Hay jueves que no vives, hay jueves que no existo. Hay jueves
que ni siquiera deberían ser jueves porque están demasiado
cerca del viernes pero muy lejos de tu cama. Hay jueves en que
te amo demasiado y jueves en que me gustaría no hacerlo. Pero
hoy, amor, no sé siquiera qué día es hoy, pero sea jueves o no,
será el día en que nunca dejé de amarte.
10
Con los cinco sentidos.
Siento que estalla el corazón.
Redoblan las campanas y mi alma se rompe.
Sé que no puedo tenerte
y eso hace que mi alma reviente.
Cada vez que desapareces
salgo corriendo,
y corro
y corro…
pero no llego a ningún sitio.
Sigo corriendo,
pero vuelvo a aparecer a tu lado.
Vueltas y vueltas sobre el mismo eje.
Solo quiero que esto se acabe.
Cuando estás lejos
consigo deshacerme de ti, no me cuesta.
11
O eso creo,
porque cuando estás lejos
revientan los oídos de quien me rodea
de solo oír hablar de ti.
Porque cuando estás lejos,
mi único consuelo es tu nombre.
Porque siento tu aliento cada vez que te acercas,
tu olor me empapa,
tu cuerpo me atrapa,
como atrapa la crisálida a la inocente mariposa.
Y yo solo quiero ser libre,
libre de ti,
libre de mí,
libre de todo.
Y bien sé que tú no eres libre,
pero hazme libre pues,
o tómame para siempre,
deja que siempre te acompañe
como la tímida sombra que guarda tu espalda,
como el valiente escudo que guarda tu pecho.
Deja que forme parte de ti,
que sea tu anhelo cuando despiertes sin mi presencia.
Deja que sea el olor al que tu cuerpo responde,
deja que sea el tacto que erice tu piel,
deja que sea la vista que enciende tu luz,
12
deja que sea el gusto que endulce tu paladar,
deja que sea la música que entona tu oído.
Deja que sea todo eso y nada más,
porque al haberte conocido
siento que aún puedo ser mucho más.
13
Llegas y te atreves a amarme.
En estos tiempos
en que se me enfría el café
(y el alma)
a la espera de una buena conversación.
En que la amistad no es
tanto como decían
y se me parte en dos el corazón.
En estos años donde ya no escribo
cartas a los Reyes Magos
ni les pido que se acabe
la pobreza en el mundo.
En estos tiempos
en que descubro leones
que parecían corderos
y que vienen
a atacar mi parte más humana.
En estos tiempos
en que encienden las luces y todo se llena de ternura,
donde se cantan canciones
y en la televisión (a veces) no gritan.
14
En estos tiempos,
apareces tú
y me tiendes la mano,
y me llevas por las calles
de Madrid,
y hay un árbol
con sabor a piruleta y forma de corazón,
y el chocolate nos quema las manos, mientras nos besamos
en zonas prohibidas.
En estos tiempos
en que todo parece extraño,
tú
llegas
y te atreves a amarme.
15
Ahora que aún no tenemos nada
A veces pienso
que me voy a olvidar de ti
(como si eso fuera posible).
O peor, que serás tú quien se olvide de mí.
Porque pasan los días,
porque pasan las noches
y las mañanas sin ti.
Y las almas libres vuelan,
al atardecer.
Pero luego te pienso,
y me pienso,
y nos pienso.
No hay nada mejor, yo no lo he encontrado.
No sé si quizá tú.
Y pienso
a eme, mi alma libre favorita
16
en encajar. Y en lo difícil que es,
ser la pieza de puzzle
que construye un total.
Y en lo necios que seríamos
si corriéramos sin más
con cualquiera
que no
encaja,
lo ingenuos que seríamos
al pensar
que de un alma gemela
tú
te puedes olvidar.
Lo absurdo que sería
si por miedo a perder,
lo perdiéramos todo
ahora que aún no tenemos nada
teniéndolo Todo.
17
¿Qué es el amor? preguntó. Y le enseñé tus ojos.
II
18
Co - razones.
Pon la mano aquí, justo en el lado izquierdo.
¿Sientes cómo lates?
He perdido las razones, tienes tú el co-razón.
19
Hoy vengo a hablarte
de amor.
Hoy vengo a hablarte
de amor.
Del que dibuja redonda la luna.
El amor.
El que empuja con patadas al sol.
Vengo a hablarte
del amor
que te enciende la sonrisa.
El amor.
El que te enciende la pasión.
Hoy vengo a hablarte
del amor
del que están hechas las noches
y los amaneceres.
Del que están hechas
las flores,
del que huele a primavera.
20
Hoy vengo a hablarte
del amor.
Del que tiñe tu mirada,
del que sonrosa
tus mejillas
y la vida.
Hoy vengo a hablarte
de la mariposa
que rompe la crisálida,
emerge en tus entrañas,
revolotea
y te atrapa.
Hoy vengo a hablarte
del amor
del que están hechos
los sonidos de un timbre
que anuncia una carta.
Del amor,
del que están hechas
las caricias
furtivas
al atardecer.
Los besos robados
las gargantas rotas
con todos los te quiero
21
que se asomaron a tu boca.
Vengo a hablarte
de las sonrisas
de los porqués
de las mañanas
con sabor a café.
Hoy vengo a hablarte
del amor
del que están hechos
los cerezos
y las mañanas en flor.
Hoy vengo a hablarte de ti, mi amor.
22
Creí que eran unos polvos
sin más.
Y resultó ser magia.
Magia pura.
23
Inmarcesible.
Te conocí un abril, justo cuando más frío le dio por ser al
invierno (no, la primavera aún no había llegado). Yo que me
creía inmarcesible, comenzaba a perder las hojas, una a una,
lenta y dolorosamente. Y con ellas, la paciencia. Entonces
comenzaste a besar mis espinas y la primavera asomó con los
primeros rayos de sol. Ahora hace un viento terrible, pero mi
tronco es fuerte y tu aroma hace renacer mi única flor.
24
Poema infiel.
Préstame tus manos
que las mías se han cansado.
Préstame tus días
que los míos son robados.
Préstame tu vida
que la mía se ha gastado.
Préstame tu risa
que la mía ya no es mía.
Préstame tus horas
que las mías se han parado.
Préstame tu locura
que la mía ha confesado.
Préstame un suspiro
que los míos han llorado.
Préstame un verso
que los míos te han amado.
Préstame un poema
que este me ha delatado.
a David
25
Amor a primera risa.
¿Crees en el amor a primera vista? Me preguntaba hoy
Rocío con una maravillosa expectación. Sus pupilas
color tierra inundaban el mar del iris tan azul
aguamarina que ocupa sin pudor gran parte de sus
almendrados ojos, mientras sus negras pestañas
rozaban sin esfuerzo el color pálido de sus párpados.
Qué increíble es, pensaba mientras la fiesta de colores
invadía su mirada.
Que si creo en el amor a primera vista dice...
Sí, sí creo. A primera vista, a primer contacto y a primera
palabra. Es algo realmente asombroso.
Un día cualquiera, te levantas, coges tu bicicleta de
flores, no te preocupas demasiado de lo que llevas o de lo
bien depilada que estés, porque llevas meses sin
encontrar algo que merezca la pena llevarse a la boca. Y
entonces, mientras pones la combinación del candado y
atas tu medio de transporte a un pequeño árbol, llega
por detrás y ni te das cuenta, pero algo se activa. Se
26
activa y sabes que algo está a punto de pasar. Algo, no
sabes qué. Entras en el sitio a donde tuvieras que ir, te
sientas en la sala de espera, alguien te habla. Todo es
muy normal. Entonces sale él, con sus penetrantes ojos
marrones y, sin saber por qué, comienzas a temblar.
Todas las alertas se activan. Se activan porque somos
animales. No es crea que vaya a venir de repente mi
maldito ángel Cupido y vaya a apuñalarme sin piedad y
disparar una vez más con su mala puntería. No, esto va
mucho más allá. Y es que resulta que, inesperadamente,
sientes un encajar de una pieza que ni siquiera has
intentado montar. Y es justo en ese punto en el que
percibes que tu prodigiosa mente ha sido capaz de
escoger a aquel que te piensa cambiar la vida. El único
que se va a atrever a dar la vuelta a tu mundo, a coger
ese caparazón que con mucho esfuerzo te habías
quitado, por no asustar a quien estuviera cerca, y lo va
a limar hasta convertir en una dura capa de cristal,
reversible y fácil de quitar cuando la ocasión lo
requiera, pero necesaria, realmente necesaria.
Tú, querido Néstor, me has hecho sentir esto. No es el
momento, no es el lugar. Pero sé que has cambiado mi vida y,
lo mejor, es que creo que la tuya yo también la cambié.
Has tenido la paciencia necesaria, la sonrisa justa y la fuerza
que a mí a veces me falta. Has sentido que encajas. Pero sobre
todo, a pesar de haberme visto desnuda, no has querido
devorarme, primero había que comenzar por aprender a
vestirse.
27
Me pregunto si algún día aprendo a vestirme, estarás
dispuesto a arrancarme la ropa con tu boca hasta hacerme
desfallecer de placer.
Hasta que ese día llegue,
no dudes que estaré esperando.
28
Es perfecto,
pero demasiado caro para la escasez emocional
que se pasea en estos tiempos por mi corazón.
29
Deseos de posesión del alma
No he dejado de pensar en él ni un solo segundo desde que se
fue. No hay noche que no haya cerrado plácidamente los ojos
imaginando la idea de volver a verle. Quizá sea esta vida
ociosa, que como bien sé, suele ser un infierno para la mente,
no la deja descansar de las
nimiedades. Quizá sea esta necesidad de poseerle, o quizá ese
deseo insaciable de tenerle, esa curiosidad que me despierta
una personalidad como la suya. Quizá sea su forma de ver la
vida, la mía o quizá la nuestra. Quizá sea aquello que le escribí
una vez y que confesaba mi amor tras haberle conocido. No lo
sé. Lo único que tengo claro es que quiero volverle a ver,
quiero volver a saber. Quiero saciarme de su locura, de su
prepotencia, de su inteligencia, de esa forma maldita que
tiene de absorberme el cerebro y hacer que parezca un mísero
guisante al lado de un gran árbol con cientos de años y gran
sabiduría, quizá sea esa forma de libertad, esa forma sutil de
maltrato a todos mis prejuicios y esa violencia que me
provoca ante los suyos. Sea lo que sea, sé que quiero volver a
verle, que le quiero volver a tener. Tener la oportunidad de
dejar que nunca más vuelva a irse, que quiera cogerme tan
30
fuerte que tenga miedo a romperme. Quiero que sienta miedo,
admiración, quiero que no quiera perderme. En el fondo,
quiero hacerle sufrir. Sufrir por mí. No hay forma más
evidente de posesión de un alma que el sufrimiento ajeno,
ajeno a cualquier oportunidad, ajeno a ti. Imposible de ser
saciado. No hay evidencia mayor del deseo de suicidio que es
el amor que el sufrimiento por un alma tan vehemente como
la mía. Entonces, entonces sé que estaré tranquila, porque
ahora es él quien posee la mía. No le ha dado tiempo
suficiente para maltratarla de manera que yo asuma ese
sentimiento maldito llamado amor, pero sé que desde el
momento en que me miró, aquella noche, en aquel mugriento
bar donde lo que realmente sustentaba mi vida por estos ya
desgastados cables era el alcohol, desde aquel momento y
para siempre, fue suya. Única y exclusivamente suya.
31
Eres la vida que a veces me falta.
III
32
El chico de los cinco lunares.
Se dejó el corazón en mi casa con la promesa de volver a
vernos. Aún no ha vuelto a por él, pero cada vez que lo miro
suena Louis Armstrong y yo me acuerdo de sus pecas
prohibidas, y de cómo memorizaba cada poro de mi piel.
Cómo recorría mi deseo hasta perderse en mi locura. Cómo
sus ojos se clavaban en mis pupilas susurrando al oído
palabras que me llevaban fuera de este mundo y no me
devolvían hasta varios días después. Creo que él también
perdió el Norte y un cinturón después de aquel poema, pero
no ha vuelto a amanecer y en mi casa aún sigue arañando el
viejo tocadiscos de su corazón.
33
La vida eterna y fugaz
Tus dedos en el fin
de la curvatura de mi espalda.
Donde comienza tu manía,
mi esquizofrenia,
nuestro castigo.
A la altura de tus fantasías
y el enigma
de tu conciencia.
Secreto que rompes
cada vez que me rozas
con tu excentricidad
y un aullido quiebra
el cielo.
34
Gloria, edén.
Paraíso secular
que transformas en acción
y convierte la realidad
en un apacible lugar
donde permanecer
la vida eterna y fugaz
que me alberga
entre tus piernas.
35
Con el tiempo a favor.
Mientras el vinilo da vueltas en el viejo tocadiscos, miro su
boca. Si quisiera intentar besarle tendría que ponerme de
puntillas o subirme al escalón que conecta la cocina con el
patio donde duerme tranquilo el gato. Es demasiado difícil. Él
siempre es demasiado difícil, inalcanzable. Él siempre es
demasiado. Su tez blanca rompe por completo sus facciones
de tipo duro. Si ahora mismo tuviese narices, le cogería del
culo y no dejaría que se fuera nunca más. Bailaríamos lento y
a contratiempo. Cuando me quiero dar cuenta estamos
bailando lento y el tiempo juega a nuestro favor, agacha su
cabeza mirándome a los ojos mientras me susurra algo que no
entiendo, pero me permite que le ataque a mordiscos. Sus
labios carnosos se intercalan con los míos y de fondo suena la
increíble Ella Fitzgerald, me gustaría tener su voz, aunque
ahora lo único que me pertenece e importa es su boca. No
quiero que acabe nunca.
36
Quiero
Que roces mi eternidad
con tu tacto,
que fusiles mi mirada
con tu aliento.
Que me cojas fuerte,
tan fuerte
que todas las piezas
de este corazón roto
vuelvan a unirse.
37
El héroe de mi relato
- Manzana, fruto del pecado- pienso, mientras su intenso
aroma de fruto inmaduro recorre sin pudor alguno mi paladar.
La textura crepitante abandona mis sentidos al éxtasis de lo
profundo en una incisión al hijo pródigo del abandono.
Crash... otro muerdo. Dejo caer la acuosidad producto de lo
precoz de su existencia sobre el altar que reservo para una
escritura impertinente. Crash... otro muerdo. Me revelo en
llamas pensando en ti y descubro por un resquicio de mi
mente que andas haciendo exactamente lo mismo. ¿Por qué
no tenerte aquí?, pienso. Y me deshago en un orgasmo de
palabras que observo salir de tu boca mientras te distraes
hundido en mis recuerdos. ¿Por qué no tenerte aquí? Una
noche, un sueño. Solo eso, sexo. No espero que anheles ser el
protagonista fantasmal de una novela romántica, ansío que
desees ser el héroe de mi relato carnal. Solo una noche. Solo
un día. Solo una tarde... para toda la vida.
38
Mañana, ¿quién sabe?
Hay momentos en la vida en que uno simplemente se deja
querer. Porque sí, porque quiere, porque ya es hora, porque le
apetece.
Quizá no le hayas conocido en la cabina de un avión destino
Nueva York, o vuestro primer beso no tenía la estampa de la
cuna de las civilizaciones de fondo, pero al final no se trata de
nada de eso, ¿verdad? Al final, los días se definen por el
momento de llegar a casa o de salir a dar un paseo, por
amanecer juntos o reír, reír profundamente. Al final, mañana
quién sabe si quizá seas diabético y no puedas comer dulce o
si quizá no sea tu momento para amar. Entonces, coge tu
momento y ama, "ama y ensancha el alma". Porque la vida es
una, y mañana nadie sabe. Las historias de película están muy
bien para el inicio, pero siempre tienen un final. Y si algo
tiene final, nunca será un buen final. Así que abre esa botella
de vino que guardabas para una ocasión especial, descorcha el
mejor champán y vive, vive intensamente. Porque mañana...
¿Quién sabe?
39
Abril.
Le dije que mi nombre era Abril.
Él siempre decía que
el día en que me vio reír
nació
La primavera.
(Me pareció divertido)
a mi padre
40
Las ojeras de oso
y los pelos de rata
de los días de desamor,
no hay quien los arregle.
Sin embargo, la sonrisa.
La sonrisa la pinto yo
cuando tú quieras.
41
Eres como la primavera.
Despierto
y eres una ventana llena de sol.
IV
42
Con acento.
Me aburren las tardes sin tí.
Así, con acento,
porque eres algo insólito
y no soporto la idea de tratarte como algo ordinario.
Así, con acento,
porque eres uno de esos errores que nunca cometo.
He pensado en acentuar siempre la í, cuando se refiera a tí,
porque eres tú quíen le da fuerza a mís días,
sabor a mís sentídos.
Porque eres eso que me falta cuando no estás,
porque soy una î cuando no acentúas mís besos.
Porque mi î no es í sin tí.
Porque sín tú saberlo
le das sentído a todos mís acentos.
43
Tu amor en tiempos de olvido constante.
Vivimos en el olvido
constante
por miedo a los bailes.
A quedarnos demasiado,
y que en tu ropa
se impregne el olor de mi miedo.
Huimos,
lloramos.
Amamos,
igual que amaban nuestros abuelos,
eternamente
tan solo unos meses
por miedo a perdernos.
Por miedo a perdernos la vida
y las cosas buenas
nos perdemos todo lo bueno de la vida.
El amor, sin sus espinas
el amor, con tus locuras.
Nos perdemos una tarde en el valle,
44
y volvemos a casa antes de que en el reloj
suenen las doce, por miedo a las calabazas
nos perdemos,
nos lo perdemos
todo.
Sin embargo tú, dispuesto a quedarte.
Me miras y te ríes de mi prisa
y de mi miedo a quedarme demasiado.
Sin embargo tú, dispuesto a quererme
Me miras y te ríes de mi huida constante
de mis bailes que terminan a las doce
de mis "hoy no puedo quedarme".
Porque siempre vuelvo al calor de tu cama.
Sin embargo, tú
sin miedo a lastimarte, me dices
que te quedas
esta vez por mí,
y mañana, te quedarás por ti.
Y yo,
que sigo rota
me acurruco a tu espalda
y comienzo a quererte,
a sentirlo y es
entonces cuando me abrazas más fuerte
y me siento capaz de amarte
(tan difícil en estos tiempos
de olvido constante).
45
Somos lo que comemos
Si somos lo que comemos
y yo me alimento de ti,
¿me estaré convirtiendo entonces
en un pedazo de tu Ser?
¿te estarás convirtiendo tú
en un fragmento de mí?
¿Qué serás?
¿Qué quieres ser?
Verso, poema o cuento.
Si quisieras, tal vez,
ser un verso,
que sea un verso libre.
Si quisieras, quizá,
ser un poema
que sea el poema que rime
conmigo.
46
Si quisieras ser cuento,
que seas el cuento que nunca termine.
47
Castillos
(El amor explicado con una baraja de naipes).
- ¿Sabías que hace castillos de naipes?
- Pero... Castillos de naipes los hace cualquiera.
- No podrán hacerlos igual.
- ¿Qué tiene de especial?
- Su forma.
- Pero... Los castillos de naipes se derrumban cuando hace viento,
se mojan y deshacen si viene una tormenta. Cuando tenga miedo
y le tiemblen las manos, todo se derrumbará a su alrededor, ¿qué
harás entonces cuando ya no pueda volver a empezar?
- Comprará otra baraja y volverá a empezar. Ella siempre
vuelve a empezar. Y si el viento sopla fuerte, yo me pondré
delante; si la lluvia deshace las cartas, yo consolaré su
angustia; si el miedo le impide hacer su trabajo, yo le daré mis
manos.
- No lo entiendo. No sé qué tiene de especial.
- ¿Es que no te has dado cuenta aún? Ella hace castillos de naipes.
a mi madre
48
¿A qué has venido, amor?
Querido amor,
Estoy harta.
Llegas, lo llenas todo y te vas.
¿Qué clase de crueldad la tuya
que deja corazones hambrientos?
¿Qué clase de crueldad la tuya
que al conocerte
no puede alguien, amor,
conformarse con un poco menos
de ti?
Querido amor, estoy harta.
¿A qué has venido?,
¿a dejar de nuevo
un corazón desvalido?,
¿a llevarte mi alma,
49
amor?
¿A qué has venido?,
¿a que pase las horas temblando
¿A qué has venido?,
¿a dejarme tu sabor
para luego marcharte?
Sabor amargo, amor.
Te dije que no volvieras.
Te fuiste,
y repetí
- no quiero volver a verte
nunca más-.
Y aquí estás
de nuevo,
inundando todo con tu aroma,
llenando huecos con tu pasión,
dejando huesos con hambre.
Hambre solo de ti, amor.
¿A qué has venido?
¿A verme sufrir?
¿O acaso has venido a quedarte?
Te dije que no volvieras,
y has decidido no dejarme.
No quiero soledad
si estás conmigo.
50
No quiero dependencia
si estoy contigo.
Ya no sé usarte amor,
no sé si debo alimentarte
o si acaso me devorarás
sin darte cuenta, amor.
No sé si debo acariciarte,
o besarte.
Quizá debiera lastimarte amor,
por todas las veces que te has ido.
¿Por qué has vuelto conmigo?
Ahora que conmigo era mi nombre favorito.
Ahora que conmigo era mi compañía preferida.
Ahora que conmigo era estar a solas contigo,
amor.
¿Qué quieres de mí?, ¿a qué has venido?
51
Amor, le digo.
A veces se pregunta qué es el amor, lo sé.
Y entonces... entonces me mira. Me mira, y descubre en mí
alguna alegoría que justifique todo aquello en lo que creo,
aquello en lo que desamparo íntegra mi fe.
Amor, me dice. Amor... Le digo.
Sonríe. Sonríe y me mira,
y es justo ahí cuando descubro que vuelve a creer, que puede
creer.
Entonces vuelve a casa, de donde quizá nunca le tuve que
haber sacado, y lo entrega,
entrega todo aquello que estuvo gestando con su mirada al
encandilarse con un recuerdo provocado por un repaso
indulgente a una solitaria figura.
Lo sé, sé que se lo pregunta a diario. Sé que duda si existe. Sé
que cuando lo piensa, la duda torna positiva y eso me hace ser
feliz.
El simple hecho de que creas que existe, simplemente eso,
hace que la espera... Mereciera la pena.
52
El futuro
De esas
veces
que te revienta el corazón de solo escucharle.
Hubiera pagado un millón
por poder grabar el latido
de mi corazón
aquella noche
sobre su pecho.
Hubiera pagado un millón
de los grandes
por tenerle en mi vida para siempre
esa noche.
Como un reloj
que marca imparable
los segundos de mi día,
se me escapan los te quiero por la boca
y no los paro,
53
no son segundos, son esa medida del tiempo que no conocemos
la que hace eternas las palabras que nunca dije
en tu memoria.
Son los latidos
del exilio de los versos de un poeta.
Desesperación eterna,
cuerpos infinitos entrelazados
en palabras nunca dichas
que hechizan.
Mi redención,
cárcel de alma libre donde despliegan mis alas
en tu vuelo.
Lágrimas del diablo
cuando me encuentra en tu cielo,
en ti,
entre tus brazos,
dentro,
muy dentro
de mi.
No hablemos del futuro.
Silencio.
54
El futuro
esa cáscara fina que envuelve tus labios cuando me besas
y tú no estás.
El futuro
eso que más que magia es un desierto,
donde solo tengo sed.
Hambre de ti.
55
La lluvia rompe los cristales y
se cuela por la madera podrida del amplio balcón.
Mi curiosidad rompe las cortinas
al oír tan hermoso fragor.
Escuchar el sollozo de las nubes
protegida en mi lugar preferido del mundo
(tú),
es algo más que una delicia terrenal.
57
Ojalá Google tuviera todas las respuestas que tú no puedes darme.
V
58
Querido Néstor,
Sé cuánto odias saber que Daniel ha estado en mi cama. Sé
cuánto odias saber que la fragilidad ha hecho acopio de todas
mis fuerzas y ha dejado que su tez morena iluminase mi
almohada. Pero... querido Néstor... Estoy tan sola. La amistad
se ha vuelto extraña y el amor huye cada amanecer por mi
ventana. La soledad me ahoga y el silencio aguarda, como una
dulce condena a verme una vez más completamente
destrozada. Querido Néstor, sé que no soportas ver cómo él es
mi único resguardo, sé que no soportas saber que mi único
aliento son sus brazos. Pero cuando el día termina, miro sus
afilados ojos marrones y se clavan como cuchillos mientras
hace aparecer esos hoyuelos que transportan en un delicioso
éxtasis a otro mundo mi mirada. Pero cuando el día termina,
se tumba junto a mí, ofreciendo su cariño como posada. Pero
cuando el día termina, cansada... busco su regazo, impaciente
por sostener mi desconsuelo. Y bien sé, querido Néstor, que
cuando el día acaba, debiera yo recuperarme, debiera yo
descansar de la vida, y no dejarme vencer por un amor de
tortura. Pero querido Néstor, desde que la amistad se acuesta
con mi amante y el amor se enaltece con mi gran enemigo, El
59
Egoísmo, me siento tan perdida, que no me queda otro
remedio que regalar mi corazón.
Esperando algún día lo entiendas.
Siempre tuya, siempre mío. Siempre nuestros,
P.
60
De tacones y miradas y tu pecho como almohada.
Siempre odiaste mis tacones (demasiado incómodos para una
auténtica amazona, decías) y odiabas también las largas tardes
de espera para "pintarme una cara nueva", y me reprochabas
continuamente que no fuera tan auténtica como la de las
mañanas de domingo. Nunca entendiste el porqué. Pero si tan
solo una vez hubieras visto tu rostro todas y cada una de las
veces que bajé esas interminables escaleras que me llevaban a
tu boca, si hubieras visto tus ojos tan solo un segundo , si
hubieras sentido lo que yo sentí. Entonces, comprenderías por
qué hoy, aunque ya no estás, lo sigo haciendo. Y es que, tan
solo busco tu mirada en algún rostro inocente que me observe
bajar cualquier escalera. Aunque no sea interminable, aunque
no lleve a tu boca. Que no lleve a ningún sitio, pero que tenga
tus ojos y tu cara, que me mire como si fuera una supernova,
una explosión en el cielo, un auténtico Big Bang, aunque luego
rechistes, aunque luego me ames, aunque luego no existas.
61
Miedo.
Quisiera contarte que tengo miedo. No a ti. Tengo miedo al
futuro. Quisiera acariciarte con mi sonrisa, pero hoy mis
pupilas se dilatan cuando te miro, y tengo la miel de los ojos
difuminada por el agua que me empapa el alma. Quisiera
rozarte el corazón con un cálido -no te asustes-, pero no
encuentro esa expresión en mi léxico, creo que se ha borrado
de tanto decírmela a mí misma cada mañana. Quisiera
sostener tu mirada mientras me buscas, pero tengo el mundo
agitado y no sé cómo contarte que no hay quien lo pueda
parar. No sé cómo decirte que tú lo tambaleas un poco más.
62
No queda tiempo
Me gustaría subir a tu azotea
pero estoy desnuda
y tú estás solo.
Y ya no queda tiempo
para amarnos.
63
En el lado izquierdo de la razón, en el lado derecho
de la pasión
Supongo que es una forma de tenerte más cerca, de sentirte
más cerca, de amarte más de cerca. Es sostenerte en el
pensamiento de una manera incorregible, incalculable,
inaguantable. Porque quiero, porque debo, porque siento y
porque te miento. Porque me miento quizá, no lo sé, o quizá
nos miento y reviento. Para ya de asesinarme y torturarme,
lacerarme y blasfemarme porque no sobreviviré. Eres lo que
quiero y no hay nada más. La perfección resulta absurda,
ridícula e imberbe cuando te declamo. Resultas mitificado si
intento verbalizarte. Resultas imperfecto si quiero
pronunciarte y no te siento y no me siento y no me entiendo y
no te entiendo. Tan lejos, tan cerca. Quiero mirarte desde lejos
para que me puedas ver más cerca y llenar tu boca con besos
sabor a paz, sabor a eternidad, sabor a viento quizá. Y para eso
he de correr. Salir para no volver. No volver, porque nunca
tenga que marcharme. Marcharme para volver a estar juntos.
Juntos, revueltos, infinitos en un baile en el que retozan
infames dos cuerpos que se llenan y vacían al compás de un
sentimiento. Un sentimiento eterno, profundo, tan profundo
64
como la herida del corazón que ya no duele, tan profundo
como mi aliento cuando rozas mi cuerpo con tu inmortalidad,
tan profundo como la reminiscencia que permanece tatuada
levemente justo en el lado izquierdo de la razón que perdí el
último día que te amé. Justo al lado de la pertinente línea que
dejaste marcada, aún sin cicatrizar, en el lado derecho de la
pasión.
65
Loca, de amor.
No, seguramente no seré la beata estampa de un insufrible
corazón. Puede que hable demasiado y te absorba el alma.
Cuando más me gustes, me odiarás. No te asustes, le pasa a los
mejores.
Saldré corriendo porque no soporto la idea de que los mejores
no lo sean jamás y no tengan la decencia de apartar la
racionalidad del corazón en una simple oración.
Seguiré frustrándote con mi impaciencia y mi imprudente
desazón, incluso con una palabrería barata. Odiarás que haya
decidido ser la heroína del cuento, porque sueño cada noche
con mi príncipe hasta el amanecer. Pero es que las princesas
hace mucho ya que nos manchamos las manos, te diré entre
risas, escondiendo una enorme debilidad. Mi debilidad, tú. Y
entonces, cuando menos lo esperes, cuando todo vaya mejor,
desapareceré, porque así lo hago yo. Siempre tengo un sitio al
que ir y en el que no quiero permanecer, nunca es el momento
perfecto. Nunca puedo quedarme demasiado tiempo en tu
pecho, pero te haré saber cuánto lo deseo. Lo cual, al
convertirse en una enorme contradicción, te hará estallar y
abandonarme. Correré loca a por ti, porque no lo entenderé,
66
pero para ese entonces el pavor al daño que te pueda causar
será tan intenso que no querrás volver a verme, pero me
buscarás, y yo te esperaré. Y así, de nuevo, volverá a haber dos
corazones rotos galopando, desbocados, por ahí. O en el peor
de los casos tan solo uno. Pero tranquilo, lo más probable es
que sea el mío, nunca has de temer, la dama siempre pierde en
estos casos, sobre todo si está un poco loca (de amor, claro).
67
Aprender a amarse
Para poder amar.
68
Las tardes de domingo
Cuando quiero tomar conciencia ya es domingo por la
mañana. Intento huir de un insufrible dolor de cabeza y
Jaime se asoma por la puerta de la cocina con una sonrisa de
oreja a oreja.
-Mierda, ¿pero qué coño hace este tío aquí?-, pienso. Y antes
de poder recordar casi agudizo una arcada con su prepotente
forma de hablar: -Aquí tienes nena, para que veas que yo
también puedo ser un auténtico romántico, como las
gilipolleces esas que escribes-. Gesticulo una mueca y miro el
desayuno: Fresas con nata, zumo de naranja y tostada con
crema de arándanos. No sé ni de dónde ha salido todo esto. En
mi nevera solo hay un caldo de pollo de hace tres días y
salchichas para mi perro, que cuando me veo muy necesitada
o perezosa, ataco yo. -¿A este qué coño le pasa?- Pienso,
mientras no deja de hablar y sonreír. Creo que me está
contando planes para el día de hoy. Y yo con este maldito
dolor de cabeza. Pruebo un trago del zumo y salgo disparada
al baño. No, ayer no fue una noche ligera, para nada. Me lavo
los dientes y la cara y salgo mientras me mira con cara de
idiota. -¿A este qué coño le pasa?-.
69
Aún no he articulado palabra, cuando me agarra de la mano
y me dice: Bueno, gordi, ¿qué quieres hacer hoy?- . Gordi, me
ha llamado gordi... ¿pero quién se cree que es y por qué hace
eso? Odio terriblemente esa palabra, pero sonrío y me
encojo de hombros. -¿Qué te parece si salimos a comer algo y
luego nos vamos al cine?-, insiste. ¿Comer? ¿Cine? Yo lo
único que quiero es dormir, dormir durante todo el día. -
Comer está sobrevalorado, y el cine… El cine lo quiero, pero
sin ti-. Pienso. Esbozo otra sonrisa. Cuando me quiero dar
cuenta ya se ha comido todo lo que era mi desayuno. No me
importa, yo solo quiero café. Mientras lo preparo, me agarra
de la cintura y me susurra al oído, no puedo ni sé hacer otra
cosa que reír. -Este no es Jaime…- me digo a mí misma, pero
disfruto. De vez en cuando, no viene mal la compañía. Sin
embargo, cuando el intenso aroma a café desaparece y
recupero la cordura… me molesta, Jaime me sobra. Hace frío,
lo sé. Y mi madre no deja de repetirme lo bien que me
vendría tener a alguien conmigo, pero es que no le quiero a
él. Sí quiero una tarde de domingo, sí quiero un cine. Sí
quiero salir a comer… Claro que sí. Aquí en la azotea de la
soledad, hace mucho frío. Pero al final, lo importante no es
con quien te vayas a dormir la noche del sábado o quien
amanezca a tu lado la mañana de resaca, no. Lo importante
es con quien quieres disfrutar la tarde absurda del domingo.
Y no, no todo el mundo es apto para una tarde de domingo.
He dejado a Jaime que se quede un rato, al fin y al cabo me ha
hecho el desayuno. Jaime no es tonto, no me ha hecho falta
mucho para que desapareciera y me dejase en mala compañía,
conmigo a solas. Pienso en escribir a Néstor, pero no puedo. Y
un recuerdo repentino rellena parte de las lagunas de la
noche. Ayer le vi, se acercó a saludarme mientras yo hablaba
70
con María. Como de costumbre, me guiñó un ojo. Noté
reventar mi corazón e instintivamente puse la mano en mi
pecho. Si no hubiera tanta gente alrededor, los latidos de mi
corazón habrían roto los cristales de aquel oscuro lugar. Quise
agarrarle, pedirle que nunca más se fuera. Pero me quedé sin
habla y sin corazón. Y él… tenía prisa. No sé si volveré a verle,
pero siempre llevo puesto el abrigo por si vuelve a llover.
71
Microcuento.
En la misma ciudad, una chica ama de menos y otra lo hace de
más. Solo unos metros más allá hay un chico que ama de más.
Y cientos de kilómetros más allá, otro chico no sabe cómo ni
cuándo amar.
73
Sucederás,
Lo sé.
VI
74
Y ni siquiera te conozco.
Echo de menos tus manos frías
junto a mi piel.
Tus cosas prohibidas.
Tu amor sin piedad.
Tu alma lacrada.
Echo de menos tu locura
que se cree tan loca
como mi cordura,
que se cree tan cuerda
como tu locura.
Tu piel,
¿he dicho ya
que echo de menos
tu piel?
Y ni siquiera te conozco.
75
Invades mi seguridad,
mojas mi inocencia
y te vuelves ternura
sin corazón
y te vuelves locura
sin compasión.
Ven,
vuelve a leerme esos versos
de un poeta que no existe;
la filosofía de un pensador
que te inventas.
Ven,
vuelve a contarme donde muere el río,
con el cauce cuyo nombre
ni siquiera conozco.
Ven,
búrlate de mi ignorancia
y hazla tuya.
Azota mi inocencia
y destapa mi pudor.
Fustígame la lengua
si te nombro sin dolor.
Ven y hazme tuya
76
cada noche,
déjame morir al alba
y resucítame cuando llegue el ocaso.
77
Lléname de ti.
De esta fragancia
que es locura.
De esta inmensidad
que es solo tuya.
Lléname de ti.
Haz que bailen
los enanos en este circo loco
de mi cabeza,
y sonríe a la ignorancia
de mis versos,
mientras te miro
eterna en un sueño.
78
Escritura automática
Me asomo a la ventana de la perfección
y aparece intacta tu figura.
Te guardo bajo mi piel
como la tímida sombra
que descubre entre nubes
un nuevo amanecer.
La voz de la inspiración
atormenta mis sentidos
y no deja a mi mente despegar.
Sonámbula en este sueño
acudo en llamas a ti.
Despierta mis sentidos,
ámame hasta que no quede nada.
Entiéndeme, no me entiendas.
Enciérrame. Libérame.
Dame la llave de esta locura.
79
Imprégname de ti hasta un nuevo amanecer.
Alimenta mi cordura,
deja fluir mi ignorancia.
Quiéreme o no me quieras,
pero hazme tuya.
80
Mayo.
El invierno me ha dejado una cicatriz en el lado izquierdo.
Aún duele si me rozas,
es demasiado grande.
Pero mayo llega asomando sus rayos
entre el ruido de tormentas que es abril,
y esta primavera
se dibuja en forma de gato de angora
que recoge de mi pecho el amor
que siempre me sobra,
como recojo yo de tu sexo el gemido
que anuncia un nuevo despertar.
Un despertar sincero y en paz.
El despertar de una nueva era
que tatuará un infinito en mis pupilas
y una eternidad encima de cada uno de los puntos
que perfilan la costura del paso del invierno
por nuestras vidas.
81
Puro silencio
Silencio,
duele más lo que callas.
Silencio,
que todo aquello que te inventas.
Silencio.
Suenan las cuerdas de una guitarra
que afinan los acordes de este
silencio.
Tan mío,
tan tuyo,
tan nuestro.
Silencio,
82
al compás de una ilusión.
Silencio,
al latir de un corazón.
Silencio,
mi alma escucha.
Se asoma al precipicio
de tu locura.
Silencio,
cuando no me miras.
Silencio,
cuando no me ves.
Silencio.
Puro silencio,
cuando no estás
83
A un reflejo
Es tu sombra.
Es tu luz.
Es lo que dibujas
sobre mi pared
cuando no estás.
Es lo que eres
cuando te enciendo
sin mirarte,
cuando te miro
a través de su luz.
Es una obra que
se perfila en mi alma
con la tenue luz
de un amanecer,
cuando
desvistes
el velo que cubre
mi mirada.
a Carlos
84
Es tu hechizo,
ese que derramas,
el que viertes con tus manos
sobre mi
insensatez.
Cuerpos infinitos
dibujados en la eternidad
que se disuelven en un ángulo,
justo en ese,
en el que ya no estás.
Es la esencia de tu luz
que no tiene cura.
Es un destello de claridad
cuando me miro reflejada en ti.
Es el fulgor de un amante
victorioso,
el destierro del fuego
del crepúsculo.
Aparecen tus claros
sobre mi rostro,
y es tu mirada
la que prende
una vez más
este universo.
85
Siempre fuimos dos amantes sin ningún futuro
y con todo el pasado por delante.
VII
A J.
86
Quépasócon las carreras hasta el portal dando codazos, las
patadas al balón sin portería, los polvos en la luna de algún
coche, y mirar las estrellas en mi tejado. Quéfue de las
palabras bonitas, de los libros que escribimos, de los viajes
que no hicimos, de querer y morir, de morir queriendo, de
querer hasta morir, de querer hasta querer morir, quéfue de
ti, quéfue de mí. Quéfue de tu sonrisa tras mi falda, de tus
besos locos cuando se abría mi escote. Quéfue de colgarme de
tu cintura y llevarme al cielo sin tener que desnudarme.
Quéfue de ti, quéfue de mi.
87
Cuatrocientosveintisiete.
Hace cuatrocientosveintisiete días que no te veo.
Cuatrocientosveintisiete.
Nada más.
Cuatrocientosveintisiete.
Tardo más en decirlo que en volver a verte.
¿Dónde te has metido, canalla?
Acabaste siendo un simple nefelibata
en mi cabeza.
¿Dónde te fuiste ? ¿Y por qué?
¿Por qué no vuelves amor?
No es que me faltes,
88
no es que me acuerde,
pero es que hace frío.
Y tú sabías bien cómo calentar el colchón.
Las personas más locas
son las que mejor saben hacerlo.
Imprudente, irreflexivo, excéntrico, demente, insano, enaje-
nado, chiflado, delirante...
Lo que quieras.
Pero vuelve.
Vuelve solo un día,
vuelve solo una noche.
A decirme esas cosas al oído
esas que nadie conoce,
vuelve por detrás e invade mi inocencia,
vuelve por delante y embiste mi imprudencia.
Por donde quieras
pero vuelve.
89
Será un secreto,
de esos que nadie conoce.
Solo un día.
Solo una noche.
Ya sabes que los secretos son mi parte favorita
aunque te enferme.
No quiero volver a soñarte,
Pero ansío esnifarme tus noches.
Aún sueño con tu fuerte adicción a mi piel.
¿Por qué no vuelves a empaparte del néctar de mi ombligo?
¿Por qué no vuelves a enredarme
con las extremidades de tu cuerpo de deidad?
Átame los brazos a la cama de tu ansiedad
para que no vuelva a irme
y cuando esté allí,
no me tengas piedad.
90
Bad decisions make good stories.
A veces prefiero que me imagines así. Vulgar. Obscena. Tal y
como me comporto en la cama, tal y como me conociste. A
veces prefiero que me veas como aquella zorra inconsciente,
inalcanzable. A veces prefiero que llegues al extremo de no
olvidar nunca la protección porque no sabes con quien
estuve la noche anterior. Lo prefiero. Lo prefiero antes de
que sepas que te espero cada noche abrazada a mi almohada,
que imagino cada día que apareces de la misma forma que
desapareces de mis sueños cuando permito a la luz entrar
ante mis ojos entreabiertos aún por el somnoliento olor
matinal. Prefiero que no sepas que soy y seré mujer de un
solo hombre. Que desde que te probé no he vuelto a degustar
ningún otro sabor, que ya no tengo lágrimas de desamor, no
hay dolor, hastío, se evaporaron las lágrimas de placer
muerto para que mis ojos se bañasen en la profundidad de
un océano que solo proyectan cuando estás muy dentro de
mí, ante el silencio de la noche y un grito seco en mitad de la
nada, acompañado de una vibración redundante y un
orgasmo prolongado, prolongado en el espacio, en el tiempo
y en cada uno de los universos paralelos en los que crees. En
91
todos y cada uno de ellos. De manera, que prefiero cantar
una melodía desafinada y decirte <<que me vuelvo vulgar al
bajarme de cada escenario>>. Y así, en el fondo quieras
agarrarme fuerte no vaya a ser que me quisiera ir. Y así,
asustarte. Asustarte tanto como yo lo estoy y que decidas
salir corriendo y me liberes de cualquier responsabilidad
que pueda tener. Pero me conoces, lo puedes leer en mis
ojos. Simplemente no quieres creer. Y como alguien muy
sabio me dijo:
Bad decisions make good stories.
Así que decido teclear un batiburrillo de sentimientos y
sucumbir ante la idea de tenerte para siempre.
92
Juventud divino tesoro
Me encantan las noches de verano
que parecen puros inviernos
porque te acurrucas en mi espalda
como si hoy nunca fuera a acabar.
Como si mañana nunca tuvieras que marchar.
Como si mis vértebras siempre te pudieran sujetar.
Me encantan las noches de verano
porque te veo correr tras mi falda
y bailamos un tango en el salón
al ritmo de nuestros cuerpos.
Me encantan las noches de verano
porque me atrapas en tu pecho
y no me sueltas y consigo escaparme
y corremos y reímos sin parar.
Me encantan las noches de verano
que salimos a cenar y yo
te agarro muy despacio y te susurro al oído
93
que entre mi piel y el vestido
no hay más que el aire y veo
cómo se te encienden los ojos
y acabamos en los baños de cualquier bar
que nos acoge solo por otra copa más.
Me encantan las noches de verano
y el tequila
helado en tu boca,
la sal en tu ombligo,
y el limón en la mirada.
Me encantan las noches de verano
en que eres libre
porque sabes que existe un final.
94
Que los amaneceres los pinte Van Gogh
Me gustaría decirte que desde que ya no estás me ha dado por
ver las noticias o tomar zumo de naranja por las mañanas. Me
gustaría decirte que me ha dado por ir al gimnasio todos los
días o que he dejado de echar humo negro por la boca. Que los
amaneceres los pinta Van Gogh y están llenos de girasoles, o
que los atardeceres son casi tan románticos como la última
vez que te amé. Pero no, no es así. Amanezco cada día porque
alguien ha dicho que así ha de ser, beso en los labios a alguien
que ocupa mi cama como quien ocupa una casa que no es
suya, a la fuerza. Camino buscándote en alguna mirada que
me aporte una esperanza, algo de fe, pero los urinarios de las
discotecas se han vuelto propicios para no usar protección y
perderse en unos ojos que atisben un poco de ese amor que tú
nunca tuviste. No cambio los libros por las noticias y mi perro
ya no llora, pero yo no he vuelto a reír. La esperanza de volver
a hacerlo se quedó en aquel parque con tus manos en mi
impaciencia y mi conciencia en tu fe. Cierto es que nunca te
espero, pero cierto es también que tú ni siquiera llegas.
95
El otro lado del colchón
Esta forma de pensar en ti,
desvela en plena noche
mi inocencia,
se vuelve locura
al no poderte sentir.
Silencio.
Exilio de unos versos
que aún derraman
la sangre
de tu estigma.
Dolor.
Kamikazes
en busca de alma.
‘Todo arde
si le aplicas la chispa adecuada’,
dice Bunbury
a lo lejos
96
en un sueño.
Sonrisa eterna.
Mar de tus labios.
Corazón desvalido.
Hambre de ti.
Sed de cualquiera.
De tu alma.
De tu locura.
De tu veneno.
Veneno
que habita en ti
y conviertes en magia
con tus polvos
de hechicero,
al mostrar tu sonrisa,
sabor amargo
el de mi exilio.
Sonrisa eterna,
desesperación,
la cama siempre está vacía
cuando eres tú
quien ocupa
el otro lado del colchón.
97
Orgasmo equivocado
Me quedaré gritando tu nombre a otro cuerpo, regalando tus
besos a otra piel, rasgando la espalda equivocada, porque
siempre te irás, pero volverás en otros versos y la misma risa,
esa que me empaña el alma cuando te veo. Volverás con esa
consciencia inconsciente que me hace verte cuando no te
tengo cerca. Y volverás, en otras vidas, y nunca serás tú. Pero
cuando por fin lo seas, será tan grande mi alma que procuraré
no hablar muy alto, y procuraré reír muy fuerte para que
nunca pienses que es a ti a quien grito en cada orgasmo
fingido sin ti.
98
Definición práctica de amor
Saber que cuando algo se rompe se debe arreglar, no buscar
algo nuevo, y sobre todo ser conscientes de que si arreglamos
algo, debido a nuestra condición de Ser Humano (y con ella
nuestra imperfección), se puede volver a romper. Y así una y
otra vez. Porque es débil, porque somos débiles, porque así es
mágico. Y volver a empezar, una y otra vez, durante toda una
vida, para toda la eternidad. Me romperás, te romperé, lo
romperemos... Pero debemos saberlo arreglar y nunca darnos
por vencidos. Saber que mañana es tarde pero hoy es
demasiado pronto quizá. Encontrar ese punto entre tu
paciencia y mi inconsciencia que nos pueda hacer madurar,
crecer, amar y para siempre pertenecer. Nunca rendirnos ante
la inconsistencia de un mundo apacible, nunca rendirnos ante
la inmortalidad de un recuerdo bello, nunca rendirnos ante la
facilidad de sobrevivir por separado, no, nunca rendirnos.
Para siempre, de momento.
99
Poesía abierta
Te dejo esta poesía abierta
para que escribas tú el final.
101
Yo,
con el corazón roto.
Y tú,
lleno de arañazos.
VIII
102
Abrasa perdido en llamas mi corazón.
Arde.
Conquista con su aliento nocivo el peso robusto del amor.
Tardío. Errante. Innocuo. Falso.
Bastardo retoño
de una ilusión
desatinada
en un momento
equivocado.
103
Querido innombrable,
Hoy cumplen tres meses desde que te amé por última vez. Desde
que decidí esperarte por primera vez. Hoy mis sentimientos
andan de aniversario y se dan cuenta de que están viejos,
obsoletos. Tras la espera de encontrarte en algún recóndito sitio
de este mundo, se evapora la inconsistencia de esta castidad que
cumplo por voluntad propia, por un romanticismo inapropiado
del siglo veintiuno o simplemente porque mi cuerpo rechaza
cualquier tacto que no sea el tuyo, incluso el mío resulta a veces
insultante cuando la pasión no quiere cesar. Por todo esto, hoy
en el aniversario de mi soledad, proclamo la fuerza para
beberme todos los vasos rotos y fumarme las cajas de todo
aquello que tú siempre decías que ibas a dejar. Me has dejado a
un lado y con el ansia de devorar un cuerpo inerte y frío, tan
solo existente en mi cabeza quizá.
Hoy proclamo el inicio del fin, porque no hay peor final que
aquel que nunca llega.
Att.
La rubia platino que al final,
resultó ser morena.
104
Celos
Tengo celos de mí misma,
de mi yo
de hace unos años
que podía tocarte
con mis manos
como solo yo
sé que todavía puedo.
Tengo celos de aquel viernes
donde te follé sin apenas mirarte
como si tú no merecieras tenerme
como si no fueras digno
de amarme.
Ahora tengo celos
de quien pueda acariciarte
de esa que ya no soy yo
de ese que ya no eres tú.
Tengo celos de cuando
105
podía rozarte
y mirarte,
de cuando podía enternecerte
con mi dulzura y amarte.
Tengo celos de esa piel
a la que ahora besas
mientras piensas que soy yo
a quien desgastas con
esa torpeza loca.
Mientras
piensas que eres tú a quien aún reclamo.
Y ahora que lo escribo
quizá tu pensamiento
no sea tan irracional.
106
Me cuesta tanto olvidarte
Te ha costado tan poco olvidarme
Que se me ha partido en trozos
Este maldito corazón.
Buscaré un pecado
Que lleve tu nombre y me ayude a alcanzarte.
Aunque sea sin cuerdas
Aunque sea con otros
Aunque sea de noche.
107
Lo difícil no era olvidarte.
Lo peor era desatar las cuerdas
de la cama.
Lo peor,
deshacer cada maldito nudo
del corazón.
Lo peor,
borrar de mi memoria
tu pecho como almohada.
Lo peor,
no sentir tus manos
arrancándome la espalda.
Lo peor,
no tener miradas
que hurtasen momentos
en la calle de al lado
donde terminan los sueños.
Ni vecinos sordos
Ni promesas eternas.
108
Una noche más.
Y me quedo dormida
justo en el lado de la cama
donde deberías estar tú
haciéndome explotar en un latido de fragilidad,
haciendo estallar cada poro de mi piel
en un mar de inconsistencia
irrefrenable, incontrolable, puro e indomable.
Como ya conoces, como ya lo sabes.
Así, me quedo dormida una noche más,
tocando con tu recuerdo mi fría piel.
Sacándote de forma despiadada de un recuerdo maldito.
Así, simplemente, me quedo dormida
soñando que algún día dejaré de amarte.
109
Hay quien nunca me amó más allá de mi escote y quien lo
hizo mucho más allá de mi mirada. Mi error fue amar a
todos por igual.
111
El amor, esa agradable forma de suicidio.
IX
112
He cambiado
la foto de fondo
de mi escritorio,
(en la que bailabas
conmigo
aquella noche
que fue un sueño),
por la de una rubia
con los labios rojos,
Marilyn
nunca te gustó.
Tú siempre fuiste más
de Audrey Hepburn,
y yo siempre tuve mucho
de niña
que se levanta la falda
por un caramelo.
En esta foto,
la chica lee.
Ya te advirtieron un día
113
que las chicas que leen
nunca fueron buena compañía.
Aún así,
tú
me invitaste al baile,
al de tu vida.
Eso más que un baile
fue una noche loca.
Pero en la locura
me encuentro,
muy bien.
Poco después,
te pedí que subieras al barco,
al de mis zapatos.
Dijiste que no,
que ellos estaban muy altos y
tú
muy cansado.
Ahora,
he cambiado
la foto de mi escritorio,
por una rubia imponente,
yo,
hace tan solo unos años.
114
No tengo nada que ofrecerte
Soy obstinada, terca, cabezota, o como lo quieras llamar.
Antepongo mi futuro a tu presente y siempre lo haré. Camino
con seguridad a pesar de que mis piernas se tambaleen al
verte. Tengo unos principios tan fuertes que cuestiono y
cuestionaré continuamente nuestra forma de estar en el
mundo. He crecido en un espacio muy grande, no te dejaré
invadirlo. Libertad es lo que me enseñaron desde que mis ojos
conocieron por vez primera el amor verdadero, el de un
hermano. No querré ser tu propiedad, ni que tú seas la mía, lo
que te confundirá tanto que creerás que no soy para ti,
creerás que no quiero estar contigo. Es esta maldita sociedad.
Yo quiero pasar el resto de mi hoy contigo, el ayer no lo tengo
y el mañana no existe, pero quiero pasar entero mi hoy
contigo, es lo máximo que tengo, no te daré más, nunca doy lo
que no es mío. Aún así, necesitaré certeza, saber que estás en
mi presente, si no la tengo saldré corriendo sin mirar atrás.
Tengo miedo, mucho miedo. No hay nada más peligroso que
un animal herido y yo aún sigo lamiendo mis heridas, tendrás
que soportarlo. Y tendrás que soportarlo porque te escribiré
una carta cada noche sin que tú lo sepas, las guardaré y algún
a Pilu C.
115
día te escribiré un libro, el de nuestros recuerdos, habrá
resquicios de una botella pegados (la primera que nos
bebimos juntos), una foto o el ticket de entrada aquel museo
en el que nos colamos porque robar la mirada al arte era una
forma de declarar que aún sigue vivo. El libro tendrá una
lágrima, la primera que derramé contigo cuando me
desnudaste sin quitarme ni una sola prenda de ropa, cuando
me abrazaste y al apretar me di cuenta de que mi herida ya no
sangraba más. Tendrá impreso el primer enfado, con caras de
esas que ahora mandamos. Tendrá también el primer viaje, o
el primer beso, pero ese lo tendrás que recordar, porque el
libro siempre estará vivo. Tendrá la primera flor que me
regalaste o las largas esperas en el portal y tu mirada
ensimismada al verme bajar. Tendrá nuestro primer
accidente, nuestra primera preocupación. Tendrá tu sonrisa,
que es el único alimento de mi amor. Tendrá tu delicadeza y
mi pasión, mis arañazos y tu sabor, tendrá las carreras hasta la
Luna y las patadas al Sol, los apuntes descuidados o las
miradas perdidas, tendrá los miedos, las dudas y los versos.
Porque ese libro, tendrá
todo mi amor.
116
Dijiste que me llevarías para siempre en tu corazón.
Para mí eso nunca fue suficiente,
yo quería ir para siempre de tu mano.
117
Finales.
He abierto los ojos y mayo se ha tirado sobre mí en la cama sin
dejar que terminase el último sueño. Pienso que ha llegado el
momento de ponerle un final a tus versos, miro a mi izquierda
y hay cinco lunares que me recuerdan que no existes. Creo
que llevo una eternidad durmiendo. Pienso que quizá sea así y
nada de esto haya ocurrido. Pero de pronto el viento ha
soplado al calendario del salón y he visto que ha llegado el
momento de enfrentar el final de una etapa en la que cuelgan
una beca naranja de tu pecho, marcando sobre él la uve de la
tan gloriosa victoria, y yo, que me he quedado dormida
esperando el momento, pienso '¿y ahora qué?' y beso los
lunares y no importa, pero por si acaso algún día... dejo una
luz encendida esta noche que me permita acercarme a las
ecuaciones que resuelven la fórmula de este futuro incierto.
118
Florencia
Empieza a oler a Septiembre
Y yo
Sigo buscando un sitio
Donde los amores de verano
Duren todo el año,
Como en Florencia,
Donde siempre vendían
Un helado a cuatro centavos
Y te sentabas en la orilla
A contarme cómo muere el día.
Y yo
Aún sigo esperando un sitio
Donde tu invierno soporte
El frío de mis manos.
119
Penélope
De todos los números de mi agenda solo conservé el tuyo.
Quería saber que seguías vivo, que pensabas en mí, que los
viajes no eran tan largos como contaban, que seguías odiando
a las princesas aunque hubiera muerto mi alma de guerrera.
Que tu vida no estaba completa (maldito egoísmo) sin mí. Que
leías mis versos cada mañana al llegar a esa silla negra que
dictaba la sentencia de muerte al comienzo de tu día, y estos
hacían que esa sentencia cobrara sentido, porque parece que
morir por alguien no es tan malo como morir abandonado a la
rutina. Quería seguir siendo la Penélope de Ulises, porque si
había de esperar algo, solo esperaría por alguien me amara
como lo hiciste tú.
120
De barcos que nunca llegaron a ningún puerto
Cuando todo pase y tu sonrisa llame a mi puerta, no esperes
una de vuelta. Quien no supo bailar durante la tormenta no
puede esperar que el sol vaya a secarle su ropa mojada. No
este sol, al menos. No esperes que mis manos recorran tu
vientre hasta llegar a tu deseo, no esperes que mi boca recorra
los lunares de tu espalda porque esa ruta ya se habrá borrado
de mi memoria. Para cuando todo esto pase, no esperes que
mi fuerza recoja tu desesperación porque si algo habré
aprendido es que de nada sirve nadar a contracorriente o
remar entre tus mares revueltos si llegado el momento de
ahogarse no hay ningún barco de rescate.
121
Veintiún días.
Descubrí que para olvidarte no necesitaba veintiún días, ni
remedios caseros contra el mal de amor. Descubrí que no
necesitaba engancharme de alguien que atenuase mi dolor. Ni
siquiera debía crecer mi alter ego o cosas de esas raras que
contaban mis libros preferidos. Recordé aquella escena de mi
película favorita en la que ella preguntaba -¿cuándo volveré a
reír?- Y su fiel amiga respondía -cuando algo tenga
verdaderamente gracia-. Y así fue. Me enamoré en el
momento en que algo merecía realmente la pena… y la vida.
En aquel momento en que alguien me sonrió en la distancia
sin importar nada más. En el momento en que alguien me
amó algo más que tú. Cosa que, al tiempo descubrí, no era
muy difícil.
123
Hay días en que no me quedan tripas para hacer de ellas corazón.
X
124
Un latido menos, la carta que te debía, Hache.
Querido Hache,
Desde que supe que habías sido real,
no he vuelto a escribir.
Supongo que sabía que te debía una carta
y no tenía el valor suficiente
para enviarla.
Nunca tuviste corazón,
ni siquiera creo que tuvieras alma.
Sin embargo, cuando te eché de mi vida
fue tan doloroso como cuando te arrancan una parte de ti.
Eras parte de mí, Hache,
aunque ni siquiera existas.
Si hubieras seguido conmigo, querido Hache,
habríamos reído cada mañana
y llorado cada noche.
Habríamos contado historias,
a Hugo, donde quiera que estés, quien quiera que seas.
125
habríamos bailado como idiotas.
Habríamos pateado las hojas en otoño
y reído con un helado en las manos del frío en el invierno.
Habríamos tomado chocolate caliente en verano
y sonreído en primavera.
Te habría amado, Hache. Bien sé,
que si hubieras seguido aquí, yo te habría amado.
Como se aman las cosas que no tienen nombre.
Como se aman los silencios.
Como se aman los amaneceres.
Yo a ti,
te habría amado.
Pero te fuiste, gracias a Dios que te fuiste.
Ni siquiera exististe.
No era el momento, supongo que lo entiendes.
No era el lugar.
No era la persona. Y yo, yo no te lo podía explicar.
Al marchar, te llevaste contigo una parte de mí.
No sé muy bien cuál,
pero siento que me falta un latido del corazón, ¿lo tienes tú?
A mí nunca volvió.
Ese llanto desgarrador el día de tu pérdida,
ese mismo día que te conocí,
ese dolor, allí donde nunca te vi.
Ese tú, que no eras tú, ni era yo.
Ese afán por ser mejor,
126
esos días después
en los que tuve que fingir que nunca habías existido,
que yo nunca te había conocido.
Todos estos meses que te he llorado.
Querido Hache...
No quiero que me devuelvas eso que te has llevado,
pero desde aquel día, debes saber
que tengo un latido menos en el empuje de mi Ser.
127
Espero
Espero que un día te enamores
Y que cuando te enamores, duela.
Porque eso significa que sientes
Y si sientes, significa que estás vivo.
Y si vives, juro que estaré a tu lado
Para verlo.
Espero que cuando despiertes
A la vida, llores de alegría
Y que cuando llores se te empape el alma
Porque eso significa que aún estás a tiempo
Y si estás a tiempo, juro
Que te espero.
Aunque esperar
signifique
toda una vida.
Amantes, loco por mí.
He tenido tantos amantes
Que ya no recuerdo
sus nombres.
Solo uno,
El de mi perro
Sansón.
Sin duda, el más fuerte de todos.
He tenido tantos amantes
Que ya no sé
Qué número eres tú.
La letra
Inicial de tu nombre,
O si tu apellido
Fue importante
Para la humanidad.
Tantos amantes
Que no recuerdo
128
129
El lunar que escondes.
Bajo
tu ombligo.
Donde pierde
Mi mirada
Tu guerra de palabras
En mi oído
En aquel momento
En que somos
Uno.
Tantos
Que no consigo
Recordar tu sonrisa
Donde mi vida comienza.
Amantes locos
Amantes
Rotos.
Calendario de adviento
Las ventanas abiertas
del calendario de adviento,
los corazones vacíos
de chocolate
delatan que es Navidad
y llega Enero. Ahora
que aún no
había empezado bien el año
siquiera.
Pero la esperanza,
cualidad que hasta el más
desalmado de los funcionarios
conserva,
nos dice que el próximo año
será mejor.
Que no queda ya nada de esto
que nos hizo
amar durante doscientos días.
Que nos han quemado las ganas,
pero no el corazón.
130
131
Que siempre hay tiempo
para empezar de nuevo.
Las ventanas vacías
del calendario de adviento
dicen que hay que tirar
las botellas gastadas,
poner los regalos en cajas,
y abrir los ojos a un nuevo
comienzo.
Abrir paso a nuevos corazones
que no vengan con las alas ya rotas
y que nos hagan amar
de nuevo
los domingos.
Que hagan sonar las cuerdas
de la guitarra y del corazón.
Que hagan temblar
y no sea de frío
ni de miedo
Que solo sea de amor.
El dinero se acabará.
La belleza envejecerá.
La inteligencia menguará.
Procúrate, por tanto, una persona que te hable con la mirada
y te toque con el corazón. Una persona que te cure con su
dulzura, magia para tu vida ya gastada. Procúrate, por tanto,
una persona que cuando todo se acabe esté siempre a tu lado
dispuesta a volver a empezar. Una persona que logre quitarse
las cadenas que le atan para permanecer siempre a tu lado allá
donde tú estés. Procúrate, por tanto, una persona rica en
amor y entrega, bella en alma y con una inteligencia tal que le
permita descubrir que tú eres su para siempre.
Como yo un día descubrí que tú eras el mío.
132
133
De los italianos aprendí
De los italianos aprendí a apreciar la espuma del café y el
ácido del limón al probar una gota de licor. Aprendí que un
buen helado en pleno invierno puede reconfortar hasta al más
caliente de los corazones. Aprendí que un buen café justo
después de la cena, hace que la mañana siguiente después de
una eterna noche de copas no haya ni rastro de esa horrible
sensación de arrepentimiento de la noche anterior. Aprendí
que caminar por la calle se dice más bien pasear. Aprendí que
una mirada se puede guardar. Aprendí también que un
hombre galante no es aquel que te abre la puerta si no el
corazón, y que no siempre lo que se dice es verdad. Aprendí
que, a veces, ser bonita puede molestar, que no me gustan las
multitudes, ni los mercados, y que me quedo con las grandes
personas. Aprendí también que hay distancias cortas que te
pueden parecer eternas y distancias kilométricas a las que te
transportas en un segundo. Aprendí que los cuentos de hadas
son de alguien que creyó en el amor con una imaginación casi
tan grande como la mía. Aprendí que las mañanas empiezan a
las diez y que los españoles, con su gracia, pueden conseguir
prácticamente lo que quieran. Aprendí también que la gente
del Sur siempre es más caliente y que hay personas que
resisten verdaderamente bien el frío. Aprendí a valorar lo que
es tener buenas naranjas, buen aceite y buen jamón. Aprendí
que quiero un sitio lleno de color. Aprendí que el arte se
puede vivir, se puede masticar, que el arte se puede Ser.
También de ellos aprendí a hablar con una preciosa melodía y
a discutir bajito pero gesticulando bien fuerte con las manos.
Aprendí que la familia está donde tú estés, porque siempre
habrá españoles por el mundo, que las conexiones a internet
no son siempre buenas y que, tal y como se ha dicho siempre,
España es un verdadero paraíso. Y sobre todo aprendí que
siempre volveré.
134
135
XI
Adoro estar a solas,
pero lo que realmente adoro
es estar a solas contigo.
136
Poema inédito a la amistad.
(De cuando no pude moverme)
Y tu llamada se apareció
en mi pantalla.
Tu locura
en mi casa.
Y tus lágrimas
en mis mejillas.
De cuando tus ojos
contaban
un poema en mi almohada
cada noche.
Y el día resultaba ser eterno
en tus abrazos.
Y acababan de un plumazo
las horas que pasabas hablando.
De cuando la vida se paró
y tus piernas sujetaron
el peso que mi cuerpo no podía.
a los de verdad.
137
De aquel día
que sonó el timbre
y era tu sonrisa
sacando a los soles
mi desesperación.
De los “venga Patri, que tú puedes”.
De los “si no puedes no pasa nada”.
De los bailes que nos prometimos.
De los “todo pasará”.
Y de cuando todo no pasó
y aguantaste la tormenta de un tirón.
De cuando todo parecía imposible
y fuiste tú quien lo hizo fácil.
De las muletas que no usé
Por tener tus brazos y tu alegría.
De las caminatas
en el pasillo de mi casa.
Los salir a cenar
en mi cocina.
Los “te ayudo por cojones”.
Los “no es por ti, es por mí”.
De los “necesito verte”
porque yo no sé
decirlo.
138
De los te quiero
escritos en tu mirada
y en tus acciones
y en tus palabras.
De los mensajes
en la distancia
que valían más
que mil pastillas.
De los todo pasa por algo
y los libros recomendados
para aprovechar
todo lo que
no ha sido más
que una nueva oportunidad
de verme,
y ver a los realmente míos
defenderse en pleno tsunami
contra la tempestad.
139
La perfección de lo imperfecto.
Alguien que comparta la misma idea de vida, la misma locura,
la misma existencia. Alguien que se sienta tan bizarro y
dañado como solo yo me siento. Alguien que comprenda mi
locura e inestabilidad en este mundo incierto, y sobre todo,
alguien que no quiera cambiarla, que me agarre la mano justo
cuando vaya a echar a volar y que en ese momento quiera
venirse conmigo. Alguien con quien conversar, con quien
sentarme a divagar sin temor, sin complejo, sin acritud...
Alguien que me mire a los ojos, me agarre de la mano y me
toque el corazón.
Alguien que se enfade fácilmente, tan fácilmente que deba
aprender a respirar a mi lado y le reconforte una presencia
tranquila. Alguien que me haga daño sin querer, mostrando
así su debilidad, su imperfección y sacando a relucir de esta
manera su excesiva sensibilidad. Alguien que se enamore de
una lágrima que resbala por mi mejilla cuando al terminar el
día me haya sentido desilusionada, cuando por momentos y
sin motivo alguno, haya sentido que la vida me gana, que todo
me puede, cuando la decepción me invada. Alguien que
destroce mi vitalidad para elevarla al máximo exponente, que
140
me desconcentre, que me supere, que no pueda permanecer
quieto cuando está a mi lado, pero que sea completamente
incapaz de seguirme cuando veo algo claro, algo que me gusta,
algo que me ciega. Alguien que sienta a través de mí, que
huela a través de mí, que vea a través de mí. Alguien que me
haga latir el corazón tan fuerte que crea que pueda estallar.
Alguien que tema acercarse a mí, quizá, por miedo a que me
pueda romper. Alguien... Alguien que cada noche, al acostarse,
sueñe tener a su lado alguien como yo, así como yo sueño
tener a alguien como él.
Querido amor, si no tardas mucho... Te espero toda la vida.
141
La vida es un paseo y es mejor hacerlo en compañía.
Llega un momento en que las tardes de domingo se dibujan
sobre la arena mojada bajo tus pies durante un largo paseo en
la playa, agarrada de su mano. Hablando de nada, de todo, de
que ni sí, ni no. De que nada importa demasiado, de que todo
importa lo suficiente. Llega un momento en que tu mejor
amigo te dice: -es hora de que tengas a alguien siempre a tu
lado- y tú, por primera vez respondes, -pues sí, ya es hora-, y
sonríes. Llega un momento en que las llamadas a deshoras son
apropiadas y los momentos de desquicio tolerables. Que
comienzas a pasear muy despacio por la vida y te das cuenta
de que como alguien una vez dijo: "la vida es un paseo y es
mejor hacerlo en compañía". Que las noches son como una
larga cola de espera en el cine que no quieres pasar a solas ni
aunque tengas palomitas. Que tu cama de noventa
centímetros se ha vuelto un desierto sin fin cuando él no está
a tu lado. Llega ese momento, en que desistes de la lucha
interna por una pasión y te abandonas al amor, al amor del
bueno, al que te abraza en los malos momentos y tira piedras
a tu ventana un domingo, con un chocolate caliente
quemándole las manos mientras tú sonríes ante una muestra
142
de romanticismo que nunca pasará de moda. En los buenos
momentos, él, simplemente sonríe de verte tan brillante.
Llega un momento, en que simplemente te abandonas a eso
que siempre has esperado. Y te conviertes en alguien feliz,
que sonríe y lucha en cada instante, no por nada, solo por él.
143
Mi vida en la Tierra.
No sé muy bien por qué volvió a mi vida justo en ese preciso
instante en que todo estaba desordenado. Quizá fueron los
coletazos de febrero o las últimas nevadas del invierno. Lo
hizo silencioso, como asoma la primavera entre las piedras de
un bosque en enero. Lo hizo sin asustarme, como lo hace el sol
en una mañana nublada. Lo hizo como pudo, y yo huí. Pero no
importó. Huí porque no quería dar de bruces con la certeza de
que no quisiera amarme en mi condición actual. Le dejé ir una
vez, pero ahora no estaba preparada. No quería saber que no
estaba hecha para ser amada. No, no era el momento. Fueron
pasando los meses y sentí que le estaba engañando al no
contarle mi verdad, aquello que me atormentaba, un
diagnóstico que cambiaría por completo mi vida. El día en que
ya no pude más, en que creí que iba a alcanzar otra dimensión
de tanto amor, se lo conté. Las palabras fluyeron solas, como si
hubieran estado toda la vida en mi boca y lloré, lloré tanto
que pensé que nunca más volvería a hablar. Entonces, él me
retiró suavemente el pelo de la cara y me confesó que siempre
lo había sabido. Sara se lo había contado todo, y el miedo a
verme sufrir en silencio fue más fuerte que su miedo a perder
144
el corazón. Por eso, no por ninguna casualidad divina, estuvo
aquel sábado a aquella hora en la esquina por la que yo pasaba
a diario. Nos lo debíamos. Se lo debía. Me lo debía. Y fue así,
como pasé los últimos meses de mi vida como la persona más
feliz que jamás haya existido. Ahora, desde el cielo, todo se ve
distinto. Aquí ha desaparecido el dolor pero, a veces,
cambiaría una vida entera de ese dolor humano por un
segundo de aquellos divinos que compartí con él los últimos
días de mi vida en la Tierra.
145
Mal trago.
Claro que ya me había terminado el café. Pero reconocerlo
hubiera hecho que aquella conversación terminase, quién
sabe si para siempre. Y últimamente me había dado por
aferrarme a los momentos. Volví a poner la taza en el plato
correspondiente, y a sorbos bebí la mezcla fría desde hacía ya
varias horas. Mereció la pena el mal trago.
147
Siempre quise ser normal
pero el destino
nunca me concedió esa dicha.
149
A Manuel Álvarez, por ser tan ... Mayes, y hacer de este sueño una
realidad. Por ser la luz cuando todo parece oscuridad.
A Irene Sánchez Carrón, por enseñarme que la poesía es vida, y que
la vida es pura poesía. Por sus lecturas de mis letras aún imberbes,
y sus maravillosas correcciones. Por sus palabras, que me dejan a
mí sin ellas.
A mis padres, por hacerme tal y como soy, y hacer que me sienta
orgullosa de ello. Por enseñarme que cada paso en el camino no es
más que un aprendizaje. Por meterse en mi mundo, y por formar
parte de él.
A Felisa Corbacho, por mantenerme con VIDA en todas las
acepciones posibles de la palabra. Y reconstruirme las alas, una y
otra vez, para poder seguir volando en este cielo hecho de nubes y
claros. (Lo más sencillo, hubiera sido cortarlas)
A Cristóbal Medina, por ser mis piernas y mis brazos, cuando estos dejan
de funcionar. Por formar parte de mi vida, y quererme así: tan puro.
A José González, por los desayunos que alimentan mi alma de eso,
hoy en día tan difícil de encontrar, llamado amistad.
A Zahira Gil, por creer en mí y por aparecer en mi vida. Por
arreglarla cuando estaba rota, y llenarla de las vitaminas que solo
se pueden beber del batido de la amistad.
A María Bravo, por ser mi hermana -en lo bueno y en lo malo-, y
leer el borrador casi con la misma ilusión que yo lo había escrito.
A Dan, por existir.
Agradecimientos
151
El 10% de los beneficios obtenidos por el autor en la edición de
este libro y las posteriores ediciones del mismo se destinará a la
investigación de las enfermedades neuromusculares en España.
Gracias a todos por colaborar.
Los versos recién estrenados de Patricia Luna se
nos ofrecen con la frescura, las vacilaciones y la
fuerza imparable que tienen los primeros amores.
Del atrevimiento, de las dudas y del sinfín de
matices que posee la pasión amorosa hablan los
textos en verso y en prosa que componen Y ni
siquiera te conozco. De alguien que se deja
olvidado el corazón en nuestra casa, del chico de
los cinco lunares, del amor, del amante, de la cita
de una noche sábado o de las dificultades para
encontrar a alguien que comparta nuestros
insípidos domingos. Al son de la música que suena
en viejos tocadiscos, Patricia Luna nos anima a
aprovechar nuestros momentos, a construir
nuestros castillos de naipes, a aceptar nuestras
contradicciones y, en definitiva, a no temer amar y
dejarnos amar, a pesar de la incomunicación y de
las dudas que siempre forman parte de las
relaciones personales.
Irene Sánchez Carrón
PATRICIALUNA

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Y ni siquiera te conozco

  • 1.
  • 2. Título: Y ni siquiera te conozco Autora: Patricia Luna Foto portada: © Fernando Castro Diseño y maquetación: amantesdementes Imprime: Service Point, S.A. Depósito Legal:
  • 3. Y ni siquiera te conozco Patricia Luna
  • 4. 3 Está claro que no soy ningún experto en la vida. No he lo- grado encontrar la respuesta al caos, el dolor, la desilusión y la soledad que nos rodean. Me gustaría poder pensar que de alguna manera he contribuido al avance de la especie humana, pero jamás llegaré a convertirme en ese científico loco que pude ser, como mucho me quedaré en loco... Nunca me llamaron de- masiado los números, lo mío eran las nubes. Siempre he preferido soñar con volar, antes que pararme a hacer las apropiadas previsiones para tal espléndida tarea… Y puedo decir que a día de hoy, sigo sintiendo las consecuencias de tal ne- fasto cálculo de prioridades, muy probablemente las sentiré toda mi vida. Quizá más. Aprender a volar no es fácil, sobre todo cuando uno pretende ganar tal privilegio a base de méritos propios, mucho esfuerzo y muchos accidentes… Puede tardarse años el realizar un despegue perfecto, ascender velozmente hasta cimas que solo algunas aves Prólogo Volar
  • 5. 4 se han atrevido mirar, dejar atrás la tierra, cuya fuerza de gravedad nos impide escapar libres, flotando en línea recta hacia El Infinito… Si, volar es fascinante. Cuando una persona observa a alguien volar, piensa en lo genial que debe ser, pero jamás piensa en todas las noches de vuelo bajo la lluvia, hay gente que ha aprendido a volar esquivando mortíferos rayos que te dejarían frito antes de poder reaccionar, eso es algo serio… Los he visto volando bajo la nieve, sintiendo cómo sus huesos se helaban… Incluso los hay que deciden lan- zarse al vacío, sin haber tomado antes instrucción alguna, imag- ino que soy uno de ellos. Casitodaslaspersonassueñanconvolar,esposiblequeexistaunpar de cada diez que prefieran la floristería, o tal vez la caza. Pero lo cierto,esquevolarnoescosasencilla,aunqueseastodounexperto, nuncasesabecuándopuedestoparteconunafuerteráfagadeviento que haga desestabilizarse cada átomo de tu existencia… Cuando pierdes el equilibrio y te precipitas a la velocidad de la luz hacia la oscuridad más absoluta, te replanteas el por qué de tu absurdo “yo” y su estúpida manía de meterte en tan incómodas situaciones. Volar es totalmente indescriptible, hay quien lo compara con un subidón de mil orgasmos escalando tu espina dorsal, asociación errónea, puesto nada tiene que ver con el sexo. La verdad es que exige una gran dedicación física y mental, lo cual suele ser ago- tador a la larga, sobre todo si no se dispone de algún lugar en mitad de este maldito planeta al que llamar “casa”. Encontrar casa para una persona que vuela, es posiblemente la parte más complicada de todas, mucha gente que vuela termina por arrancar sus alas, desesperados, aplastados por el cansancio, desquiciados por la soledad… Eso, si antes no te han metido una
  • 6. 5 buena dosis de plomo, deporte que practican con gran afición todos los infelices que no son capaces de despegar sus pesados pies del suelo, les encanta usar su frustración como arma. Tienen miedo de lo que no pueden comprender. Todo esto ha provocado que cada vez sean menos los aficionados al vuelo, quedan muy pocas personas capaces de lanzarse al vacío por su sueño, de luchar por lo que creen, de llegar hasta el final sin importar el sacrificio. Yo tuve suerte, mucha suerte. Siempre recordaré el día que la conocí, siendo apenas pilotos de prueba. Jamás olvidaré sus ojos. No ha existido, existe, ni existirá nadie que vuele como ella. Ahora, aunque herido, con negros perdigones de plomo acercán- dose más y más cada día a mi ya débil motor, haciendo caso omiso a la última ráfaga de viento que predice lo inevitable, cada vez que estoyasuladovuelvoavolar.Talveznomucho,talveznomuyalto. Pero vuelvo a volar. Y por fin. Descansaré con ella. En casa. Volando, eternos. Manuel Álvarez
  • 7. 7 Siempre creí ser un alma libre. Pero cada vez que me roza su cuerpo soy completamente suya. I
  • 8. 9 Hay jueves que son eternos y terminan en tu boca. Hay jueves tan fugaces que si te he visto, no me acuerdo. Jueves, que empiezan en tu espalda y acaban con tu pecho como almohada. Hay jueves que no vives, hay jueves que no existo. Hay jueves que ni siquiera deberían ser jueves porque están demasiado cerca del viernes pero muy lejos de tu cama. Hay jueves en que te amo demasiado y jueves en que me gustaría no hacerlo. Pero hoy, amor, no sé siquiera qué día es hoy, pero sea jueves o no, será el día en que nunca dejé de amarte.
  • 9. 10 Con los cinco sentidos. Siento que estalla el corazón. Redoblan las campanas y mi alma se rompe. Sé que no puedo tenerte y eso hace que mi alma reviente. Cada vez que desapareces salgo corriendo, y corro y corro… pero no llego a ningún sitio. Sigo corriendo, pero vuelvo a aparecer a tu lado. Vueltas y vueltas sobre el mismo eje. Solo quiero que esto se acabe. Cuando estás lejos consigo deshacerme de ti, no me cuesta.
  • 10. 11 O eso creo, porque cuando estás lejos revientan los oídos de quien me rodea de solo oír hablar de ti. Porque cuando estás lejos, mi único consuelo es tu nombre. Porque siento tu aliento cada vez que te acercas, tu olor me empapa, tu cuerpo me atrapa, como atrapa la crisálida a la inocente mariposa. Y yo solo quiero ser libre, libre de ti, libre de mí, libre de todo. Y bien sé que tú no eres libre, pero hazme libre pues, o tómame para siempre, deja que siempre te acompañe como la tímida sombra que guarda tu espalda, como el valiente escudo que guarda tu pecho. Deja que forme parte de ti, que sea tu anhelo cuando despiertes sin mi presencia. Deja que sea el olor al que tu cuerpo responde, deja que sea el tacto que erice tu piel, deja que sea la vista que enciende tu luz,
  • 11. 12 deja que sea el gusto que endulce tu paladar, deja que sea la música que entona tu oído. Deja que sea todo eso y nada más, porque al haberte conocido siento que aún puedo ser mucho más.
  • 12. 13 Llegas y te atreves a amarme. En estos tiempos en que se me enfría el café (y el alma) a la espera de una buena conversación. En que la amistad no es tanto como decían y se me parte en dos el corazón. En estos años donde ya no escribo cartas a los Reyes Magos ni les pido que se acabe la pobreza en el mundo. En estos tiempos en que descubro leones que parecían corderos y que vienen a atacar mi parte más humana. En estos tiempos en que encienden las luces y todo se llena de ternura, donde se cantan canciones y en la televisión (a veces) no gritan.
  • 13. 14 En estos tiempos, apareces tú y me tiendes la mano, y me llevas por las calles de Madrid, y hay un árbol con sabor a piruleta y forma de corazón, y el chocolate nos quema las manos, mientras nos besamos en zonas prohibidas. En estos tiempos en que todo parece extraño, tú llegas y te atreves a amarme.
  • 14. 15 Ahora que aún no tenemos nada A veces pienso que me voy a olvidar de ti (como si eso fuera posible). O peor, que serás tú quien se olvide de mí. Porque pasan los días, porque pasan las noches y las mañanas sin ti. Y las almas libres vuelan, al atardecer. Pero luego te pienso, y me pienso, y nos pienso. No hay nada mejor, yo no lo he encontrado. No sé si quizá tú. Y pienso a eme, mi alma libre favorita
  • 15. 16 en encajar. Y en lo difícil que es, ser la pieza de puzzle que construye un total. Y en lo necios que seríamos si corriéramos sin más con cualquiera que no encaja, lo ingenuos que seríamos al pensar que de un alma gemela tú te puedes olvidar. Lo absurdo que sería si por miedo a perder, lo perdiéramos todo ahora que aún no tenemos nada teniéndolo Todo.
  • 16. 17 ¿Qué es el amor? preguntó. Y le enseñé tus ojos. II
  • 17. 18 Co - razones. Pon la mano aquí, justo en el lado izquierdo. ¿Sientes cómo lates? He perdido las razones, tienes tú el co-razón.
  • 18. 19 Hoy vengo a hablarte de amor. Hoy vengo a hablarte de amor. Del que dibuja redonda la luna. El amor. El que empuja con patadas al sol. Vengo a hablarte del amor que te enciende la sonrisa. El amor. El que te enciende la pasión. Hoy vengo a hablarte del amor del que están hechas las noches y los amaneceres. Del que están hechas las flores, del que huele a primavera.
  • 19. 20 Hoy vengo a hablarte del amor. Del que tiñe tu mirada, del que sonrosa tus mejillas y la vida. Hoy vengo a hablarte de la mariposa que rompe la crisálida, emerge en tus entrañas, revolotea y te atrapa. Hoy vengo a hablarte del amor del que están hechos los sonidos de un timbre que anuncia una carta. Del amor, del que están hechas las caricias furtivas al atardecer. Los besos robados las gargantas rotas con todos los te quiero
  • 20. 21 que se asomaron a tu boca. Vengo a hablarte de las sonrisas de los porqués de las mañanas con sabor a café. Hoy vengo a hablarte del amor del que están hechos los cerezos y las mañanas en flor. Hoy vengo a hablarte de ti, mi amor.
  • 21. 22 Creí que eran unos polvos sin más. Y resultó ser magia. Magia pura.
  • 22. 23 Inmarcesible. Te conocí un abril, justo cuando más frío le dio por ser al invierno (no, la primavera aún no había llegado). Yo que me creía inmarcesible, comenzaba a perder las hojas, una a una, lenta y dolorosamente. Y con ellas, la paciencia. Entonces comenzaste a besar mis espinas y la primavera asomó con los primeros rayos de sol. Ahora hace un viento terrible, pero mi tronco es fuerte y tu aroma hace renacer mi única flor.
  • 23. 24 Poema infiel. Préstame tus manos que las mías se han cansado. Préstame tus días que los míos son robados. Préstame tu vida que la mía se ha gastado. Préstame tu risa que la mía ya no es mía. Préstame tus horas que las mías se han parado. Préstame tu locura que la mía ha confesado. Préstame un suspiro que los míos han llorado. Préstame un verso que los míos te han amado. Préstame un poema que este me ha delatado. a David
  • 24. 25 Amor a primera risa. ¿Crees en el amor a primera vista? Me preguntaba hoy Rocío con una maravillosa expectación. Sus pupilas color tierra inundaban el mar del iris tan azul aguamarina que ocupa sin pudor gran parte de sus almendrados ojos, mientras sus negras pestañas rozaban sin esfuerzo el color pálido de sus párpados. Qué increíble es, pensaba mientras la fiesta de colores invadía su mirada. Que si creo en el amor a primera vista dice... Sí, sí creo. A primera vista, a primer contacto y a primera palabra. Es algo realmente asombroso. Un día cualquiera, te levantas, coges tu bicicleta de flores, no te preocupas demasiado de lo que llevas o de lo bien depilada que estés, porque llevas meses sin encontrar algo que merezca la pena llevarse a la boca. Y entonces, mientras pones la combinación del candado y atas tu medio de transporte a un pequeño árbol, llega por detrás y ni te das cuenta, pero algo se activa. Se
  • 25. 26 activa y sabes que algo está a punto de pasar. Algo, no sabes qué. Entras en el sitio a donde tuvieras que ir, te sientas en la sala de espera, alguien te habla. Todo es muy normal. Entonces sale él, con sus penetrantes ojos marrones y, sin saber por qué, comienzas a temblar. Todas las alertas se activan. Se activan porque somos animales. No es crea que vaya a venir de repente mi maldito ángel Cupido y vaya a apuñalarme sin piedad y disparar una vez más con su mala puntería. No, esto va mucho más allá. Y es que resulta que, inesperadamente, sientes un encajar de una pieza que ni siquiera has intentado montar. Y es justo en ese punto en el que percibes que tu prodigiosa mente ha sido capaz de escoger a aquel que te piensa cambiar la vida. El único que se va a atrever a dar la vuelta a tu mundo, a coger ese caparazón que con mucho esfuerzo te habías quitado, por no asustar a quien estuviera cerca, y lo va a limar hasta convertir en una dura capa de cristal, reversible y fácil de quitar cuando la ocasión lo requiera, pero necesaria, realmente necesaria. Tú, querido Néstor, me has hecho sentir esto. No es el momento, no es el lugar. Pero sé que has cambiado mi vida y, lo mejor, es que creo que la tuya yo también la cambié. Has tenido la paciencia necesaria, la sonrisa justa y la fuerza que a mí a veces me falta. Has sentido que encajas. Pero sobre todo, a pesar de haberme visto desnuda, no has querido devorarme, primero había que comenzar por aprender a vestirse.
  • 26. 27 Me pregunto si algún día aprendo a vestirme, estarás dispuesto a arrancarme la ropa con tu boca hasta hacerme desfallecer de placer. Hasta que ese día llegue, no dudes que estaré esperando.
  • 27. 28 Es perfecto, pero demasiado caro para la escasez emocional que se pasea en estos tiempos por mi corazón.
  • 28. 29 Deseos de posesión del alma No he dejado de pensar en él ni un solo segundo desde que se fue. No hay noche que no haya cerrado plácidamente los ojos imaginando la idea de volver a verle. Quizá sea esta vida ociosa, que como bien sé, suele ser un infierno para la mente, no la deja descansar de las nimiedades. Quizá sea esta necesidad de poseerle, o quizá ese deseo insaciable de tenerle, esa curiosidad que me despierta una personalidad como la suya. Quizá sea su forma de ver la vida, la mía o quizá la nuestra. Quizá sea aquello que le escribí una vez y que confesaba mi amor tras haberle conocido. No lo sé. Lo único que tengo claro es que quiero volverle a ver, quiero volver a saber. Quiero saciarme de su locura, de su prepotencia, de su inteligencia, de esa forma maldita que tiene de absorberme el cerebro y hacer que parezca un mísero guisante al lado de un gran árbol con cientos de años y gran sabiduría, quizá sea esa forma de libertad, esa forma sutil de maltrato a todos mis prejuicios y esa violencia que me provoca ante los suyos. Sea lo que sea, sé que quiero volver a verle, que le quiero volver a tener. Tener la oportunidad de dejar que nunca más vuelva a irse, que quiera cogerme tan
  • 29. 30 fuerte que tenga miedo a romperme. Quiero que sienta miedo, admiración, quiero que no quiera perderme. En el fondo, quiero hacerle sufrir. Sufrir por mí. No hay forma más evidente de posesión de un alma que el sufrimiento ajeno, ajeno a cualquier oportunidad, ajeno a ti. Imposible de ser saciado. No hay evidencia mayor del deseo de suicidio que es el amor que el sufrimiento por un alma tan vehemente como la mía. Entonces, entonces sé que estaré tranquila, porque ahora es él quien posee la mía. No le ha dado tiempo suficiente para maltratarla de manera que yo asuma ese sentimiento maldito llamado amor, pero sé que desde el momento en que me miró, aquella noche, en aquel mugriento bar donde lo que realmente sustentaba mi vida por estos ya desgastados cables era el alcohol, desde aquel momento y para siempre, fue suya. Única y exclusivamente suya.
  • 30. 31 Eres la vida que a veces me falta. III
  • 31. 32 El chico de los cinco lunares. Se dejó el corazón en mi casa con la promesa de volver a vernos. Aún no ha vuelto a por él, pero cada vez que lo miro suena Louis Armstrong y yo me acuerdo de sus pecas prohibidas, y de cómo memorizaba cada poro de mi piel. Cómo recorría mi deseo hasta perderse en mi locura. Cómo sus ojos se clavaban en mis pupilas susurrando al oído palabras que me llevaban fuera de este mundo y no me devolvían hasta varios días después. Creo que él también perdió el Norte y un cinturón después de aquel poema, pero no ha vuelto a amanecer y en mi casa aún sigue arañando el viejo tocadiscos de su corazón.
  • 32. 33 La vida eterna y fugaz Tus dedos en el fin de la curvatura de mi espalda. Donde comienza tu manía, mi esquizofrenia, nuestro castigo. A la altura de tus fantasías y el enigma de tu conciencia. Secreto que rompes cada vez que me rozas con tu excentricidad y un aullido quiebra el cielo.
  • 33. 34 Gloria, edén. Paraíso secular que transformas en acción y convierte la realidad en un apacible lugar donde permanecer la vida eterna y fugaz que me alberga entre tus piernas.
  • 34. 35 Con el tiempo a favor. Mientras el vinilo da vueltas en el viejo tocadiscos, miro su boca. Si quisiera intentar besarle tendría que ponerme de puntillas o subirme al escalón que conecta la cocina con el patio donde duerme tranquilo el gato. Es demasiado difícil. Él siempre es demasiado difícil, inalcanzable. Él siempre es demasiado. Su tez blanca rompe por completo sus facciones de tipo duro. Si ahora mismo tuviese narices, le cogería del culo y no dejaría que se fuera nunca más. Bailaríamos lento y a contratiempo. Cuando me quiero dar cuenta estamos bailando lento y el tiempo juega a nuestro favor, agacha su cabeza mirándome a los ojos mientras me susurra algo que no entiendo, pero me permite que le ataque a mordiscos. Sus labios carnosos se intercalan con los míos y de fondo suena la increíble Ella Fitzgerald, me gustaría tener su voz, aunque ahora lo único que me pertenece e importa es su boca. No quiero que acabe nunca.
  • 35. 36 Quiero Que roces mi eternidad con tu tacto, que fusiles mi mirada con tu aliento. Que me cojas fuerte, tan fuerte que todas las piezas de este corazón roto vuelvan a unirse.
  • 36. 37 El héroe de mi relato - Manzana, fruto del pecado- pienso, mientras su intenso aroma de fruto inmaduro recorre sin pudor alguno mi paladar. La textura crepitante abandona mis sentidos al éxtasis de lo profundo en una incisión al hijo pródigo del abandono. Crash... otro muerdo. Dejo caer la acuosidad producto de lo precoz de su existencia sobre el altar que reservo para una escritura impertinente. Crash... otro muerdo. Me revelo en llamas pensando en ti y descubro por un resquicio de mi mente que andas haciendo exactamente lo mismo. ¿Por qué no tenerte aquí?, pienso. Y me deshago en un orgasmo de palabras que observo salir de tu boca mientras te distraes hundido en mis recuerdos. ¿Por qué no tenerte aquí? Una noche, un sueño. Solo eso, sexo. No espero que anheles ser el protagonista fantasmal de una novela romántica, ansío que desees ser el héroe de mi relato carnal. Solo una noche. Solo un día. Solo una tarde... para toda la vida.
  • 37. 38 Mañana, ¿quién sabe? Hay momentos en la vida en que uno simplemente se deja querer. Porque sí, porque quiere, porque ya es hora, porque le apetece. Quizá no le hayas conocido en la cabina de un avión destino Nueva York, o vuestro primer beso no tenía la estampa de la cuna de las civilizaciones de fondo, pero al final no se trata de nada de eso, ¿verdad? Al final, los días se definen por el momento de llegar a casa o de salir a dar un paseo, por amanecer juntos o reír, reír profundamente. Al final, mañana quién sabe si quizá seas diabético y no puedas comer dulce o si quizá no sea tu momento para amar. Entonces, coge tu momento y ama, "ama y ensancha el alma". Porque la vida es una, y mañana nadie sabe. Las historias de película están muy bien para el inicio, pero siempre tienen un final. Y si algo tiene final, nunca será un buen final. Así que abre esa botella de vino que guardabas para una ocasión especial, descorcha el mejor champán y vive, vive intensamente. Porque mañana... ¿Quién sabe?
  • 38. 39 Abril. Le dije que mi nombre era Abril. Él siempre decía que el día en que me vio reír nació La primavera. (Me pareció divertido) a mi padre
  • 39. 40 Las ojeras de oso y los pelos de rata de los días de desamor, no hay quien los arregle. Sin embargo, la sonrisa. La sonrisa la pinto yo cuando tú quieras.
  • 40. 41 Eres como la primavera. Despierto y eres una ventana llena de sol. IV
  • 41. 42 Con acento. Me aburren las tardes sin tí. Así, con acento, porque eres algo insólito y no soporto la idea de tratarte como algo ordinario. Así, con acento, porque eres uno de esos errores que nunca cometo. He pensado en acentuar siempre la í, cuando se refiera a tí, porque eres tú quíen le da fuerza a mís días, sabor a mís sentídos. Porque eres eso que me falta cuando no estás, porque soy una î cuando no acentúas mís besos. Porque mi î no es í sin tí. Porque sín tú saberlo le das sentído a todos mís acentos.
  • 42. 43 Tu amor en tiempos de olvido constante. Vivimos en el olvido constante por miedo a los bailes. A quedarnos demasiado, y que en tu ropa se impregne el olor de mi miedo. Huimos, lloramos. Amamos, igual que amaban nuestros abuelos, eternamente tan solo unos meses por miedo a perdernos. Por miedo a perdernos la vida y las cosas buenas nos perdemos todo lo bueno de la vida. El amor, sin sus espinas el amor, con tus locuras. Nos perdemos una tarde en el valle,
  • 43. 44 y volvemos a casa antes de que en el reloj suenen las doce, por miedo a las calabazas nos perdemos, nos lo perdemos todo. Sin embargo tú, dispuesto a quedarte. Me miras y te ríes de mi prisa y de mi miedo a quedarme demasiado. Sin embargo tú, dispuesto a quererme Me miras y te ríes de mi huida constante de mis bailes que terminan a las doce de mis "hoy no puedo quedarme". Porque siempre vuelvo al calor de tu cama. Sin embargo, tú sin miedo a lastimarte, me dices que te quedas esta vez por mí, y mañana, te quedarás por ti. Y yo, que sigo rota me acurruco a tu espalda y comienzo a quererte, a sentirlo y es entonces cuando me abrazas más fuerte y me siento capaz de amarte (tan difícil en estos tiempos de olvido constante).
  • 44. 45 Somos lo que comemos Si somos lo que comemos y yo me alimento de ti, ¿me estaré convirtiendo entonces en un pedazo de tu Ser? ¿te estarás convirtiendo tú en un fragmento de mí? ¿Qué serás? ¿Qué quieres ser? Verso, poema o cuento. Si quisieras, tal vez, ser un verso, que sea un verso libre. Si quisieras, quizá, ser un poema que sea el poema que rime conmigo.
  • 45. 46 Si quisieras ser cuento, que seas el cuento que nunca termine.
  • 46. 47 Castillos (El amor explicado con una baraja de naipes). - ¿Sabías que hace castillos de naipes? - Pero... Castillos de naipes los hace cualquiera. - No podrán hacerlos igual. - ¿Qué tiene de especial? - Su forma. - Pero... Los castillos de naipes se derrumban cuando hace viento, se mojan y deshacen si viene una tormenta. Cuando tenga miedo y le tiemblen las manos, todo se derrumbará a su alrededor, ¿qué harás entonces cuando ya no pueda volver a empezar? - Comprará otra baraja y volverá a empezar. Ella siempre vuelve a empezar. Y si el viento sopla fuerte, yo me pondré delante; si la lluvia deshace las cartas, yo consolaré su angustia; si el miedo le impide hacer su trabajo, yo le daré mis manos. - No lo entiendo. No sé qué tiene de especial. - ¿Es que no te has dado cuenta aún? Ella hace castillos de naipes. a mi madre
  • 47. 48 ¿A qué has venido, amor? Querido amor, Estoy harta. Llegas, lo llenas todo y te vas. ¿Qué clase de crueldad la tuya que deja corazones hambrientos? ¿Qué clase de crueldad la tuya que al conocerte no puede alguien, amor, conformarse con un poco menos de ti? Querido amor, estoy harta. ¿A qué has venido?, ¿a dejar de nuevo un corazón desvalido?, ¿a llevarte mi alma,
  • 48. 49 amor? ¿A qué has venido?, ¿a que pase las horas temblando ¿A qué has venido?, ¿a dejarme tu sabor para luego marcharte? Sabor amargo, amor. Te dije que no volvieras. Te fuiste, y repetí - no quiero volver a verte nunca más-. Y aquí estás de nuevo, inundando todo con tu aroma, llenando huecos con tu pasión, dejando huesos con hambre. Hambre solo de ti, amor. ¿A qué has venido? ¿A verme sufrir? ¿O acaso has venido a quedarte? Te dije que no volvieras, y has decidido no dejarme. No quiero soledad si estás conmigo.
  • 49. 50 No quiero dependencia si estoy contigo. Ya no sé usarte amor, no sé si debo alimentarte o si acaso me devorarás sin darte cuenta, amor. No sé si debo acariciarte, o besarte. Quizá debiera lastimarte amor, por todas las veces que te has ido. ¿Por qué has vuelto conmigo? Ahora que conmigo era mi nombre favorito. Ahora que conmigo era mi compañía preferida. Ahora que conmigo era estar a solas contigo, amor. ¿Qué quieres de mí?, ¿a qué has venido?
  • 50. 51 Amor, le digo. A veces se pregunta qué es el amor, lo sé. Y entonces... entonces me mira. Me mira, y descubre en mí alguna alegoría que justifique todo aquello en lo que creo, aquello en lo que desamparo íntegra mi fe. Amor, me dice. Amor... Le digo. Sonríe. Sonríe y me mira, y es justo ahí cuando descubro que vuelve a creer, que puede creer. Entonces vuelve a casa, de donde quizá nunca le tuve que haber sacado, y lo entrega, entrega todo aquello que estuvo gestando con su mirada al encandilarse con un recuerdo provocado por un repaso indulgente a una solitaria figura. Lo sé, sé que se lo pregunta a diario. Sé que duda si existe. Sé que cuando lo piensa, la duda torna positiva y eso me hace ser feliz. El simple hecho de que creas que existe, simplemente eso, hace que la espera... Mereciera la pena.
  • 51. 52 El futuro De esas veces que te revienta el corazón de solo escucharle. Hubiera pagado un millón por poder grabar el latido de mi corazón aquella noche sobre su pecho. Hubiera pagado un millón de los grandes por tenerle en mi vida para siempre esa noche. Como un reloj que marca imparable los segundos de mi día, se me escapan los te quiero por la boca y no los paro,
  • 52. 53 no son segundos, son esa medida del tiempo que no conocemos la que hace eternas las palabras que nunca dije en tu memoria. Son los latidos del exilio de los versos de un poeta. Desesperación eterna, cuerpos infinitos entrelazados en palabras nunca dichas que hechizan. Mi redención, cárcel de alma libre donde despliegan mis alas en tu vuelo. Lágrimas del diablo cuando me encuentra en tu cielo, en ti, entre tus brazos, dentro, muy dentro de mi. No hablemos del futuro. Silencio.
  • 53. 54 El futuro esa cáscara fina que envuelve tus labios cuando me besas y tú no estás. El futuro eso que más que magia es un desierto, donde solo tengo sed. Hambre de ti.
  • 54. 55 La lluvia rompe los cristales y se cuela por la madera podrida del amplio balcón. Mi curiosidad rompe las cortinas al oír tan hermoso fragor. Escuchar el sollozo de las nubes protegida en mi lugar preferido del mundo (tú), es algo más que una delicia terrenal.
  • 55. 57 Ojalá Google tuviera todas las respuestas que tú no puedes darme. V
  • 56. 58 Querido Néstor, Sé cuánto odias saber que Daniel ha estado en mi cama. Sé cuánto odias saber que la fragilidad ha hecho acopio de todas mis fuerzas y ha dejado que su tez morena iluminase mi almohada. Pero... querido Néstor... Estoy tan sola. La amistad se ha vuelto extraña y el amor huye cada amanecer por mi ventana. La soledad me ahoga y el silencio aguarda, como una dulce condena a verme una vez más completamente destrozada. Querido Néstor, sé que no soportas ver cómo él es mi único resguardo, sé que no soportas saber que mi único aliento son sus brazos. Pero cuando el día termina, miro sus afilados ojos marrones y se clavan como cuchillos mientras hace aparecer esos hoyuelos que transportan en un delicioso éxtasis a otro mundo mi mirada. Pero cuando el día termina, se tumba junto a mí, ofreciendo su cariño como posada. Pero cuando el día termina, cansada... busco su regazo, impaciente por sostener mi desconsuelo. Y bien sé, querido Néstor, que cuando el día acaba, debiera yo recuperarme, debiera yo descansar de la vida, y no dejarme vencer por un amor de tortura. Pero querido Néstor, desde que la amistad se acuesta con mi amante y el amor se enaltece con mi gran enemigo, El
  • 57. 59 Egoísmo, me siento tan perdida, que no me queda otro remedio que regalar mi corazón. Esperando algún día lo entiendas. Siempre tuya, siempre mío. Siempre nuestros, P.
  • 58. 60 De tacones y miradas y tu pecho como almohada. Siempre odiaste mis tacones (demasiado incómodos para una auténtica amazona, decías) y odiabas también las largas tardes de espera para "pintarme una cara nueva", y me reprochabas continuamente que no fuera tan auténtica como la de las mañanas de domingo. Nunca entendiste el porqué. Pero si tan solo una vez hubieras visto tu rostro todas y cada una de las veces que bajé esas interminables escaleras que me llevaban a tu boca, si hubieras visto tus ojos tan solo un segundo , si hubieras sentido lo que yo sentí. Entonces, comprenderías por qué hoy, aunque ya no estás, lo sigo haciendo. Y es que, tan solo busco tu mirada en algún rostro inocente que me observe bajar cualquier escalera. Aunque no sea interminable, aunque no lleve a tu boca. Que no lleve a ningún sitio, pero que tenga tus ojos y tu cara, que me mire como si fuera una supernova, una explosión en el cielo, un auténtico Big Bang, aunque luego rechistes, aunque luego me ames, aunque luego no existas.
  • 59. 61 Miedo. Quisiera contarte que tengo miedo. No a ti. Tengo miedo al futuro. Quisiera acariciarte con mi sonrisa, pero hoy mis pupilas se dilatan cuando te miro, y tengo la miel de los ojos difuminada por el agua que me empapa el alma. Quisiera rozarte el corazón con un cálido -no te asustes-, pero no encuentro esa expresión en mi léxico, creo que se ha borrado de tanto decírmela a mí misma cada mañana. Quisiera sostener tu mirada mientras me buscas, pero tengo el mundo agitado y no sé cómo contarte que no hay quien lo pueda parar. No sé cómo decirte que tú lo tambaleas un poco más.
  • 60. 62 No queda tiempo Me gustaría subir a tu azotea pero estoy desnuda y tú estás solo. Y ya no queda tiempo para amarnos.
  • 61. 63 En el lado izquierdo de la razón, en el lado derecho de la pasión Supongo que es una forma de tenerte más cerca, de sentirte más cerca, de amarte más de cerca. Es sostenerte en el pensamiento de una manera incorregible, incalculable, inaguantable. Porque quiero, porque debo, porque siento y porque te miento. Porque me miento quizá, no lo sé, o quizá nos miento y reviento. Para ya de asesinarme y torturarme, lacerarme y blasfemarme porque no sobreviviré. Eres lo que quiero y no hay nada más. La perfección resulta absurda, ridícula e imberbe cuando te declamo. Resultas mitificado si intento verbalizarte. Resultas imperfecto si quiero pronunciarte y no te siento y no me siento y no me entiendo y no te entiendo. Tan lejos, tan cerca. Quiero mirarte desde lejos para que me puedas ver más cerca y llenar tu boca con besos sabor a paz, sabor a eternidad, sabor a viento quizá. Y para eso he de correr. Salir para no volver. No volver, porque nunca tenga que marcharme. Marcharme para volver a estar juntos. Juntos, revueltos, infinitos en un baile en el que retozan infames dos cuerpos que se llenan y vacían al compás de un sentimiento. Un sentimiento eterno, profundo, tan profundo
  • 62. 64 como la herida del corazón que ya no duele, tan profundo como mi aliento cuando rozas mi cuerpo con tu inmortalidad, tan profundo como la reminiscencia que permanece tatuada levemente justo en el lado izquierdo de la razón que perdí el último día que te amé. Justo al lado de la pertinente línea que dejaste marcada, aún sin cicatrizar, en el lado derecho de la pasión.
  • 63. 65 Loca, de amor. No, seguramente no seré la beata estampa de un insufrible corazón. Puede que hable demasiado y te absorba el alma. Cuando más me gustes, me odiarás. No te asustes, le pasa a los mejores. Saldré corriendo porque no soporto la idea de que los mejores no lo sean jamás y no tengan la decencia de apartar la racionalidad del corazón en una simple oración. Seguiré frustrándote con mi impaciencia y mi imprudente desazón, incluso con una palabrería barata. Odiarás que haya decidido ser la heroína del cuento, porque sueño cada noche con mi príncipe hasta el amanecer. Pero es que las princesas hace mucho ya que nos manchamos las manos, te diré entre risas, escondiendo una enorme debilidad. Mi debilidad, tú. Y entonces, cuando menos lo esperes, cuando todo vaya mejor, desapareceré, porque así lo hago yo. Siempre tengo un sitio al que ir y en el que no quiero permanecer, nunca es el momento perfecto. Nunca puedo quedarme demasiado tiempo en tu pecho, pero te haré saber cuánto lo deseo. Lo cual, al convertirse en una enorme contradicción, te hará estallar y abandonarme. Correré loca a por ti, porque no lo entenderé,
  • 64. 66 pero para ese entonces el pavor al daño que te pueda causar será tan intenso que no querrás volver a verme, pero me buscarás, y yo te esperaré. Y así, de nuevo, volverá a haber dos corazones rotos galopando, desbocados, por ahí. O en el peor de los casos tan solo uno. Pero tranquilo, lo más probable es que sea el mío, nunca has de temer, la dama siempre pierde en estos casos, sobre todo si está un poco loca (de amor, claro).
  • 66. 68 Las tardes de domingo Cuando quiero tomar conciencia ya es domingo por la mañana. Intento huir de un insufrible dolor de cabeza y Jaime se asoma por la puerta de la cocina con una sonrisa de oreja a oreja. -Mierda, ¿pero qué coño hace este tío aquí?-, pienso. Y antes de poder recordar casi agudizo una arcada con su prepotente forma de hablar: -Aquí tienes nena, para que veas que yo también puedo ser un auténtico romántico, como las gilipolleces esas que escribes-. Gesticulo una mueca y miro el desayuno: Fresas con nata, zumo de naranja y tostada con crema de arándanos. No sé ni de dónde ha salido todo esto. En mi nevera solo hay un caldo de pollo de hace tres días y salchichas para mi perro, que cuando me veo muy necesitada o perezosa, ataco yo. -¿A este qué coño le pasa?- Pienso, mientras no deja de hablar y sonreír. Creo que me está contando planes para el día de hoy. Y yo con este maldito dolor de cabeza. Pruebo un trago del zumo y salgo disparada al baño. No, ayer no fue una noche ligera, para nada. Me lavo los dientes y la cara y salgo mientras me mira con cara de idiota. -¿A este qué coño le pasa?-.
  • 67. 69 Aún no he articulado palabra, cuando me agarra de la mano y me dice: Bueno, gordi, ¿qué quieres hacer hoy?- . Gordi, me ha llamado gordi... ¿pero quién se cree que es y por qué hace eso? Odio terriblemente esa palabra, pero sonrío y me encojo de hombros. -¿Qué te parece si salimos a comer algo y luego nos vamos al cine?-, insiste. ¿Comer? ¿Cine? Yo lo único que quiero es dormir, dormir durante todo el día. - Comer está sobrevalorado, y el cine… El cine lo quiero, pero sin ti-. Pienso. Esbozo otra sonrisa. Cuando me quiero dar cuenta ya se ha comido todo lo que era mi desayuno. No me importa, yo solo quiero café. Mientras lo preparo, me agarra de la cintura y me susurra al oído, no puedo ni sé hacer otra cosa que reír. -Este no es Jaime…- me digo a mí misma, pero disfruto. De vez en cuando, no viene mal la compañía. Sin embargo, cuando el intenso aroma a café desaparece y recupero la cordura… me molesta, Jaime me sobra. Hace frío, lo sé. Y mi madre no deja de repetirme lo bien que me vendría tener a alguien conmigo, pero es que no le quiero a él. Sí quiero una tarde de domingo, sí quiero un cine. Sí quiero salir a comer… Claro que sí. Aquí en la azotea de la soledad, hace mucho frío. Pero al final, lo importante no es con quien te vayas a dormir la noche del sábado o quien amanezca a tu lado la mañana de resaca, no. Lo importante es con quien quieres disfrutar la tarde absurda del domingo. Y no, no todo el mundo es apto para una tarde de domingo. He dejado a Jaime que se quede un rato, al fin y al cabo me ha hecho el desayuno. Jaime no es tonto, no me ha hecho falta mucho para que desapareciera y me dejase en mala compañía, conmigo a solas. Pienso en escribir a Néstor, pero no puedo. Y un recuerdo repentino rellena parte de las lagunas de la noche. Ayer le vi, se acercó a saludarme mientras yo hablaba
  • 68. 70 con María. Como de costumbre, me guiñó un ojo. Noté reventar mi corazón e instintivamente puse la mano en mi pecho. Si no hubiera tanta gente alrededor, los latidos de mi corazón habrían roto los cristales de aquel oscuro lugar. Quise agarrarle, pedirle que nunca más se fuera. Pero me quedé sin habla y sin corazón. Y él… tenía prisa. No sé si volveré a verle, pero siempre llevo puesto el abrigo por si vuelve a llover.
  • 69. 71 Microcuento. En la misma ciudad, una chica ama de menos y otra lo hace de más. Solo unos metros más allá hay un chico que ama de más. Y cientos de kilómetros más allá, otro chico no sabe cómo ni cuándo amar.
  • 71. 74 Y ni siquiera te conozco. Echo de menos tus manos frías junto a mi piel. Tus cosas prohibidas. Tu amor sin piedad. Tu alma lacrada. Echo de menos tu locura que se cree tan loca como mi cordura, que se cree tan cuerda como tu locura. Tu piel, ¿he dicho ya que echo de menos tu piel? Y ni siquiera te conozco.
  • 72. 75 Invades mi seguridad, mojas mi inocencia y te vuelves ternura sin corazón y te vuelves locura sin compasión. Ven, vuelve a leerme esos versos de un poeta que no existe; la filosofía de un pensador que te inventas. Ven, vuelve a contarme donde muere el río, con el cauce cuyo nombre ni siquiera conozco. Ven, búrlate de mi ignorancia y hazla tuya. Azota mi inocencia y destapa mi pudor. Fustígame la lengua si te nombro sin dolor. Ven y hazme tuya
  • 73. 76 cada noche, déjame morir al alba y resucítame cuando llegue el ocaso.
  • 74. 77 Lléname de ti. De esta fragancia que es locura. De esta inmensidad que es solo tuya. Lléname de ti. Haz que bailen los enanos en este circo loco de mi cabeza, y sonríe a la ignorancia de mis versos, mientras te miro eterna en un sueño.
  • 75. 78 Escritura automática Me asomo a la ventana de la perfección y aparece intacta tu figura. Te guardo bajo mi piel como la tímida sombra que descubre entre nubes un nuevo amanecer. La voz de la inspiración atormenta mis sentidos y no deja a mi mente despegar. Sonámbula en este sueño acudo en llamas a ti. Despierta mis sentidos, ámame hasta que no quede nada. Entiéndeme, no me entiendas. Enciérrame. Libérame. Dame la llave de esta locura.
  • 76. 79 Imprégname de ti hasta un nuevo amanecer. Alimenta mi cordura, deja fluir mi ignorancia. Quiéreme o no me quieras, pero hazme tuya.
  • 77. 80 Mayo. El invierno me ha dejado una cicatriz en el lado izquierdo. Aún duele si me rozas, es demasiado grande. Pero mayo llega asomando sus rayos entre el ruido de tormentas que es abril, y esta primavera se dibuja en forma de gato de angora que recoge de mi pecho el amor que siempre me sobra, como recojo yo de tu sexo el gemido que anuncia un nuevo despertar. Un despertar sincero y en paz. El despertar de una nueva era que tatuará un infinito en mis pupilas y una eternidad encima de cada uno de los puntos que perfilan la costura del paso del invierno por nuestras vidas.
  • 78. 81 Puro silencio Silencio, duele más lo que callas. Silencio, que todo aquello que te inventas. Silencio. Suenan las cuerdas de una guitarra que afinan los acordes de este silencio. Tan mío, tan tuyo, tan nuestro. Silencio,
  • 79. 82 al compás de una ilusión. Silencio, al latir de un corazón. Silencio, mi alma escucha. Se asoma al precipicio de tu locura. Silencio, cuando no me miras. Silencio, cuando no me ves. Silencio. Puro silencio, cuando no estás
  • 80. 83 A un reflejo Es tu sombra. Es tu luz. Es lo que dibujas sobre mi pared cuando no estás. Es lo que eres cuando te enciendo sin mirarte, cuando te miro a través de su luz. Es una obra que se perfila en mi alma con la tenue luz de un amanecer, cuando desvistes el velo que cubre mi mirada. a Carlos
  • 81. 84 Es tu hechizo, ese que derramas, el que viertes con tus manos sobre mi insensatez. Cuerpos infinitos dibujados en la eternidad que se disuelven en un ángulo, justo en ese, en el que ya no estás. Es la esencia de tu luz que no tiene cura. Es un destello de claridad cuando me miro reflejada en ti. Es el fulgor de un amante victorioso, el destierro del fuego del crepúsculo. Aparecen tus claros sobre mi rostro, y es tu mirada la que prende una vez más este universo.
  • 82. 85 Siempre fuimos dos amantes sin ningún futuro y con todo el pasado por delante. VII A J.
  • 83. 86 Quépasócon las carreras hasta el portal dando codazos, las patadas al balón sin portería, los polvos en la luna de algún coche, y mirar las estrellas en mi tejado. Quéfue de las palabras bonitas, de los libros que escribimos, de los viajes que no hicimos, de querer y morir, de morir queriendo, de querer hasta morir, de querer hasta querer morir, quéfue de ti, quéfue de mí. Quéfue de tu sonrisa tras mi falda, de tus besos locos cuando se abría mi escote. Quéfue de colgarme de tu cintura y llevarme al cielo sin tener que desnudarme. Quéfue de ti, quéfue de mi.
  • 84. 87 Cuatrocientosveintisiete. Hace cuatrocientosveintisiete días que no te veo. Cuatrocientosveintisiete. Nada más. Cuatrocientosveintisiete. Tardo más en decirlo que en volver a verte. ¿Dónde te has metido, canalla? Acabaste siendo un simple nefelibata en mi cabeza. ¿Dónde te fuiste ? ¿Y por qué? ¿Por qué no vuelves amor? No es que me faltes,
  • 85. 88 no es que me acuerde, pero es que hace frío. Y tú sabías bien cómo calentar el colchón. Las personas más locas son las que mejor saben hacerlo. Imprudente, irreflexivo, excéntrico, demente, insano, enaje- nado, chiflado, delirante... Lo que quieras. Pero vuelve. Vuelve solo un día, vuelve solo una noche. A decirme esas cosas al oído esas que nadie conoce, vuelve por detrás e invade mi inocencia, vuelve por delante y embiste mi imprudencia. Por donde quieras pero vuelve.
  • 86. 89 Será un secreto, de esos que nadie conoce. Solo un día. Solo una noche. Ya sabes que los secretos son mi parte favorita aunque te enferme. No quiero volver a soñarte, Pero ansío esnifarme tus noches. Aún sueño con tu fuerte adicción a mi piel. ¿Por qué no vuelves a empaparte del néctar de mi ombligo? ¿Por qué no vuelves a enredarme con las extremidades de tu cuerpo de deidad? Átame los brazos a la cama de tu ansiedad para que no vuelva a irme y cuando esté allí, no me tengas piedad.
  • 87. 90 Bad decisions make good stories. A veces prefiero que me imagines así. Vulgar. Obscena. Tal y como me comporto en la cama, tal y como me conociste. A veces prefiero que me veas como aquella zorra inconsciente, inalcanzable. A veces prefiero que llegues al extremo de no olvidar nunca la protección porque no sabes con quien estuve la noche anterior. Lo prefiero. Lo prefiero antes de que sepas que te espero cada noche abrazada a mi almohada, que imagino cada día que apareces de la misma forma que desapareces de mis sueños cuando permito a la luz entrar ante mis ojos entreabiertos aún por el somnoliento olor matinal. Prefiero que no sepas que soy y seré mujer de un solo hombre. Que desde que te probé no he vuelto a degustar ningún otro sabor, que ya no tengo lágrimas de desamor, no hay dolor, hastío, se evaporaron las lágrimas de placer muerto para que mis ojos se bañasen en la profundidad de un océano que solo proyectan cuando estás muy dentro de mí, ante el silencio de la noche y un grito seco en mitad de la nada, acompañado de una vibración redundante y un orgasmo prolongado, prolongado en el espacio, en el tiempo y en cada uno de los universos paralelos en los que crees. En
  • 88. 91 todos y cada uno de ellos. De manera, que prefiero cantar una melodía desafinada y decirte <<que me vuelvo vulgar al bajarme de cada escenario>>. Y así, en el fondo quieras agarrarme fuerte no vaya a ser que me quisiera ir. Y así, asustarte. Asustarte tanto como yo lo estoy y que decidas salir corriendo y me liberes de cualquier responsabilidad que pueda tener. Pero me conoces, lo puedes leer en mis ojos. Simplemente no quieres creer. Y como alguien muy sabio me dijo: Bad decisions make good stories. Así que decido teclear un batiburrillo de sentimientos y sucumbir ante la idea de tenerte para siempre.
  • 89. 92 Juventud divino tesoro Me encantan las noches de verano que parecen puros inviernos porque te acurrucas en mi espalda como si hoy nunca fuera a acabar. Como si mañana nunca tuvieras que marchar. Como si mis vértebras siempre te pudieran sujetar. Me encantan las noches de verano porque te veo correr tras mi falda y bailamos un tango en el salón al ritmo de nuestros cuerpos. Me encantan las noches de verano porque me atrapas en tu pecho y no me sueltas y consigo escaparme y corremos y reímos sin parar. Me encantan las noches de verano que salimos a cenar y yo te agarro muy despacio y te susurro al oído
  • 90. 93 que entre mi piel y el vestido no hay más que el aire y veo cómo se te encienden los ojos y acabamos en los baños de cualquier bar que nos acoge solo por otra copa más. Me encantan las noches de verano y el tequila helado en tu boca, la sal en tu ombligo, y el limón en la mirada. Me encantan las noches de verano en que eres libre porque sabes que existe un final.
  • 91. 94 Que los amaneceres los pinte Van Gogh Me gustaría decirte que desde que ya no estás me ha dado por ver las noticias o tomar zumo de naranja por las mañanas. Me gustaría decirte que me ha dado por ir al gimnasio todos los días o que he dejado de echar humo negro por la boca. Que los amaneceres los pinta Van Gogh y están llenos de girasoles, o que los atardeceres son casi tan románticos como la última vez que te amé. Pero no, no es así. Amanezco cada día porque alguien ha dicho que así ha de ser, beso en los labios a alguien que ocupa mi cama como quien ocupa una casa que no es suya, a la fuerza. Camino buscándote en alguna mirada que me aporte una esperanza, algo de fe, pero los urinarios de las discotecas se han vuelto propicios para no usar protección y perderse en unos ojos que atisben un poco de ese amor que tú nunca tuviste. No cambio los libros por las noticias y mi perro ya no llora, pero yo no he vuelto a reír. La esperanza de volver a hacerlo se quedó en aquel parque con tus manos en mi impaciencia y mi conciencia en tu fe. Cierto es que nunca te espero, pero cierto es también que tú ni siquiera llegas.
  • 92. 95 El otro lado del colchón Esta forma de pensar en ti, desvela en plena noche mi inocencia, se vuelve locura al no poderte sentir. Silencio. Exilio de unos versos que aún derraman la sangre de tu estigma. Dolor. Kamikazes en busca de alma. ‘Todo arde si le aplicas la chispa adecuada’, dice Bunbury a lo lejos
  • 93. 96 en un sueño. Sonrisa eterna. Mar de tus labios. Corazón desvalido. Hambre de ti. Sed de cualquiera. De tu alma. De tu locura. De tu veneno. Veneno que habita en ti y conviertes en magia con tus polvos de hechicero, al mostrar tu sonrisa, sabor amargo el de mi exilio. Sonrisa eterna, desesperación, la cama siempre está vacía cuando eres tú quien ocupa el otro lado del colchón.
  • 94. 97 Orgasmo equivocado Me quedaré gritando tu nombre a otro cuerpo, regalando tus besos a otra piel, rasgando la espalda equivocada, porque siempre te irás, pero volverás en otros versos y la misma risa, esa que me empaña el alma cuando te veo. Volverás con esa consciencia inconsciente que me hace verte cuando no te tengo cerca. Y volverás, en otras vidas, y nunca serás tú. Pero cuando por fin lo seas, será tan grande mi alma que procuraré no hablar muy alto, y procuraré reír muy fuerte para que nunca pienses que es a ti a quien grito en cada orgasmo fingido sin ti.
  • 95. 98 Definición práctica de amor Saber que cuando algo se rompe se debe arreglar, no buscar algo nuevo, y sobre todo ser conscientes de que si arreglamos algo, debido a nuestra condición de Ser Humano (y con ella nuestra imperfección), se puede volver a romper. Y así una y otra vez. Porque es débil, porque somos débiles, porque así es mágico. Y volver a empezar, una y otra vez, durante toda una vida, para toda la eternidad. Me romperás, te romperé, lo romperemos... Pero debemos saberlo arreglar y nunca darnos por vencidos. Saber que mañana es tarde pero hoy es demasiado pronto quizá. Encontrar ese punto entre tu paciencia y mi inconsciencia que nos pueda hacer madurar, crecer, amar y para siempre pertenecer. Nunca rendirnos ante la inconsistencia de un mundo apacible, nunca rendirnos ante la inmortalidad de un recuerdo bello, nunca rendirnos ante la facilidad de sobrevivir por separado, no, nunca rendirnos. Para siempre, de momento.
  • 96. 99 Poesía abierta Te dejo esta poesía abierta para que escribas tú el final.
  • 97. 101 Yo, con el corazón roto. Y tú, lleno de arañazos. VIII
  • 98. 102 Abrasa perdido en llamas mi corazón. Arde. Conquista con su aliento nocivo el peso robusto del amor. Tardío. Errante. Innocuo. Falso. Bastardo retoño de una ilusión desatinada en un momento equivocado.
  • 99. 103 Querido innombrable, Hoy cumplen tres meses desde que te amé por última vez. Desde que decidí esperarte por primera vez. Hoy mis sentimientos andan de aniversario y se dan cuenta de que están viejos, obsoletos. Tras la espera de encontrarte en algún recóndito sitio de este mundo, se evapora la inconsistencia de esta castidad que cumplo por voluntad propia, por un romanticismo inapropiado del siglo veintiuno o simplemente porque mi cuerpo rechaza cualquier tacto que no sea el tuyo, incluso el mío resulta a veces insultante cuando la pasión no quiere cesar. Por todo esto, hoy en el aniversario de mi soledad, proclamo la fuerza para beberme todos los vasos rotos y fumarme las cajas de todo aquello que tú siempre decías que ibas a dejar. Me has dejado a un lado y con el ansia de devorar un cuerpo inerte y frío, tan solo existente en mi cabeza quizá. Hoy proclamo el inicio del fin, porque no hay peor final que aquel que nunca llega. Att. La rubia platino que al final, resultó ser morena.
  • 100. 104 Celos Tengo celos de mí misma, de mi yo de hace unos años que podía tocarte con mis manos como solo yo sé que todavía puedo. Tengo celos de aquel viernes donde te follé sin apenas mirarte como si tú no merecieras tenerme como si no fueras digno de amarme. Ahora tengo celos de quien pueda acariciarte de esa que ya no soy yo de ese que ya no eres tú. Tengo celos de cuando
  • 101. 105 podía rozarte y mirarte, de cuando podía enternecerte con mi dulzura y amarte. Tengo celos de esa piel a la que ahora besas mientras piensas que soy yo a quien desgastas con esa torpeza loca. Mientras piensas que eres tú a quien aún reclamo. Y ahora que lo escribo quizá tu pensamiento no sea tan irracional.
  • 102. 106 Me cuesta tanto olvidarte Te ha costado tan poco olvidarme Que se me ha partido en trozos Este maldito corazón. Buscaré un pecado Que lleve tu nombre y me ayude a alcanzarte. Aunque sea sin cuerdas Aunque sea con otros Aunque sea de noche.
  • 103. 107 Lo difícil no era olvidarte. Lo peor era desatar las cuerdas de la cama. Lo peor, deshacer cada maldito nudo del corazón. Lo peor, borrar de mi memoria tu pecho como almohada. Lo peor, no sentir tus manos arrancándome la espalda. Lo peor, no tener miradas que hurtasen momentos en la calle de al lado donde terminan los sueños. Ni vecinos sordos Ni promesas eternas.
  • 104. 108 Una noche más. Y me quedo dormida justo en el lado de la cama donde deberías estar tú haciéndome explotar en un latido de fragilidad, haciendo estallar cada poro de mi piel en un mar de inconsistencia irrefrenable, incontrolable, puro e indomable. Como ya conoces, como ya lo sabes. Así, me quedo dormida una noche más, tocando con tu recuerdo mi fría piel. Sacándote de forma despiadada de un recuerdo maldito. Así, simplemente, me quedo dormida soñando que algún día dejaré de amarte.
  • 105. 109 Hay quien nunca me amó más allá de mi escote y quien lo hizo mucho más allá de mi mirada. Mi error fue amar a todos por igual.
  • 106. 111 El amor, esa agradable forma de suicidio. IX
  • 107. 112 He cambiado la foto de fondo de mi escritorio, (en la que bailabas conmigo aquella noche que fue un sueño), por la de una rubia con los labios rojos, Marilyn nunca te gustó. Tú siempre fuiste más de Audrey Hepburn, y yo siempre tuve mucho de niña que se levanta la falda por un caramelo. En esta foto, la chica lee. Ya te advirtieron un día
  • 108. 113 que las chicas que leen nunca fueron buena compañía. Aún así, tú me invitaste al baile, al de tu vida. Eso más que un baile fue una noche loca. Pero en la locura me encuentro, muy bien. Poco después, te pedí que subieras al barco, al de mis zapatos. Dijiste que no, que ellos estaban muy altos y tú muy cansado. Ahora, he cambiado la foto de mi escritorio, por una rubia imponente, yo, hace tan solo unos años.
  • 109. 114 No tengo nada que ofrecerte Soy obstinada, terca, cabezota, o como lo quieras llamar. Antepongo mi futuro a tu presente y siempre lo haré. Camino con seguridad a pesar de que mis piernas se tambaleen al verte. Tengo unos principios tan fuertes que cuestiono y cuestionaré continuamente nuestra forma de estar en el mundo. He crecido en un espacio muy grande, no te dejaré invadirlo. Libertad es lo que me enseñaron desde que mis ojos conocieron por vez primera el amor verdadero, el de un hermano. No querré ser tu propiedad, ni que tú seas la mía, lo que te confundirá tanto que creerás que no soy para ti, creerás que no quiero estar contigo. Es esta maldita sociedad. Yo quiero pasar el resto de mi hoy contigo, el ayer no lo tengo y el mañana no existe, pero quiero pasar entero mi hoy contigo, es lo máximo que tengo, no te daré más, nunca doy lo que no es mío. Aún así, necesitaré certeza, saber que estás en mi presente, si no la tengo saldré corriendo sin mirar atrás. Tengo miedo, mucho miedo. No hay nada más peligroso que un animal herido y yo aún sigo lamiendo mis heridas, tendrás que soportarlo. Y tendrás que soportarlo porque te escribiré una carta cada noche sin que tú lo sepas, las guardaré y algún a Pilu C.
  • 110. 115 día te escribiré un libro, el de nuestros recuerdos, habrá resquicios de una botella pegados (la primera que nos bebimos juntos), una foto o el ticket de entrada aquel museo en el que nos colamos porque robar la mirada al arte era una forma de declarar que aún sigue vivo. El libro tendrá una lágrima, la primera que derramé contigo cuando me desnudaste sin quitarme ni una sola prenda de ropa, cuando me abrazaste y al apretar me di cuenta de que mi herida ya no sangraba más. Tendrá impreso el primer enfado, con caras de esas que ahora mandamos. Tendrá también el primer viaje, o el primer beso, pero ese lo tendrás que recordar, porque el libro siempre estará vivo. Tendrá la primera flor que me regalaste o las largas esperas en el portal y tu mirada ensimismada al verme bajar. Tendrá nuestro primer accidente, nuestra primera preocupación. Tendrá tu sonrisa, que es el único alimento de mi amor. Tendrá tu delicadeza y mi pasión, mis arañazos y tu sabor, tendrá las carreras hasta la Luna y las patadas al Sol, los apuntes descuidados o las miradas perdidas, tendrá los miedos, las dudas y los versos. Porque ese libro, tendrá todo mi amor.
  • 111. 116 Dijiste que me llevarías para siempre en tu corazón. Para mí eso nunca fue suficiente, yo quería ir para siempre de tu mano.
  • 112. 117 Finales. He abierto los ojos y mayo se ha tirado sobre mí en la cama sin dejar que terminase el último sueño. Pienso que ha llegado el momento de ponerle un final a tus versos, miro a mi izquierda y hay cinco lunares que me recuerdan que no existes. Creo que llevo una eternidad durmiendo. Pienso que quizá sea así y nada de esto haya ocurrido. Pero de pronto el viento ha soplado al calendario del salón y he visto que ha llegado el momento de enfrentar el final de una etapa en la que cuelgan una beca naranja de tu pecho, marcando sobre él la uve de la tan gloriosa victoria, y yo, que me he quedado dormida esperando el momento, pienso '¿y ahora qué?' y beso los lunares y no importa, pero por si acaso algún día... dejo una luz encendida esta noche que me permita acercarme a las ecuaciones que resuelven la fórmula de este futuro incierto.
  • 113. 118 Florencia Empieza a oler a Septiembre Y yo Sigo buscando un sitio Donde los amores de verano Duren todo el año, Como en Florencia, Donde siempre vendían Un helado a cuatro centavos Y te sentabas en la orilla A contarme cómo muere el día. Y yo Aún sigo esperando un sitio Donde tu invierno soporte El frío de mis manos.
  • 114. 119 Penélope De todos los números de mi agenda solo conservé el tuyo. Quería saber que seguías vivo, que pensabas en mí, que los viajes no eran tan largos como contaban, que seguías odiando a las princesas aunque hubiera muerto mi alma de guerrera. Que tu vida no estaba completa (maldito egoísmo) sin mí. Que leías mis versos cada mañana al llegar a esa silla negra que dictaba la sentencia de muerte al comienzo de tu día, y estos hacían que esa sentencia cobrara sentido, porque parece que morir por alguien no es tan malo como morir abandonado a la rutina. Quería seguir siendo la Penélope de Ulises, porque si había de esperar algo, solo esperaría por alguien me amara como lo hiciste tú.
  • 115. 120 De barcos que nunca llegaron a ningún puerto Cuando todo pase y tu sonrisa llame a mi puerta, no esperes una de vuelta. Quien no supo bailar durante la tormenta no puede esperar que el sol vaya a secarle su ropa mojada. No este sol, al menos. No esperes que mis manos recorran tu vientre hasta llegar a tu deseo, no esperes que mi boca recorra los lunares de tu espalda porque esa ruta ya se habrá borrado de mi memoria. Para cuando todo esto pase, no esperes que mi fuerza recoja tu desesperación porque si algo habré aprendido es que de nada sirve nadar a contracorriente o remar entre tus mares revueltos si llegado el momento de ahogarse no hay ningún barco de rescate.
  • 116. 121 Veintiún días. Descubrí que para olvidarte no necesitaba veintiún días, ni remedios caseros contra el mal de amor. Descubrí que no necesitaba engancharme de alguien que atenuase mi dolor. Ni siquiera debía crecer mi alter ego o cosas de esas raras que contaban mis libros preferidos. Recordé aquella escena de mi película favorita en la que ella preguntaba -¿cuándo volveré a reír?- Y su fiel amiga respondía -cuando algo tenga verdaderamente gracia-. Y así fue. Me enamoré en el momento en que algo merecía realmente la pena… y la vida. En aquel momento en que alguien me sonrió en la distancia sin importar nada más. En el momento en que alguien me amó algo más que tú. Cosa que, al tiempo descubrí, no era muy difícil.
  • 117. 123 Hay días en que no me quedan tripas para hacer de ellas corazón. X
  • 118. 124 Un latido menos, la carta que te debía, Hache. Querido Hache, Desde que supe que habías sido real, no he vuelto a escribir. Supongo que sabía que te debía una carta y no tenía el valor suficiente para enviarla. Nunca tuviste corazón, ni siquiera creo que tuvieras alma. Sin embargo, cuando te eché de mi vida fue tan doloroso como cuando te arrancan una parte de ti. Eras parte de mí, Hache, aunque ni siquiera existas. Si hubieras seguido conmigo, querido Hache, habríamos reído cada mañana y llorado cada noche. Habríamos contado historias, a Hugo, donde quiera que estés, quien quiera que seas.
  • 119. 125 habríamos bailado como idiotas. Habríamos pateado las hojas en otoño y reído con un helado en las manos del frío en el invierno. Habríamos tomado chocolate caliente en verano y sonreído en primavera. Te habría amado, Hache. Bien sé, que si hubieras seguido aquí, yo te habría amado. Como se aman las cosas que no tienen nombre. Como se aman los silencios. Como se aman los amaneceres. Yo a ti, te habría amado. Pero te fuiste, gracias a Dios que te fuiste. Ni siquiera exististe. No era el momento, supongo que lo entiendes. No era el lugar. No era la persona. Y yo, yo no te lo podía explicar. Al marchar, te llevaste contigo una parte de mí. No sé muy bien cuál, pero siento que me falta un latido del corazón, ¿lo tienes tú? A mí nunca volvió. Ese llanto desgarrador el día de tu pérdida, ese mismo día que te conocí, ese dolor, allí donde nunca te vi. Ese tú, que no eras tú, ni era yo. Ese afán por ser mejor,
  • 120. 126 esos días después en los que tuve que fingir que nunca habías existido, que yo nunca te había conocido. Todos estos meses que te he llorado. Querido Hache... No quiero que me devuelvas eso que te has llevado, pero desde aquel día, debes saber que tengo un latido menos en el empuje de mi Ser.
  • 121. 127 Espero Espero que un día te enamores Y que cuando te enamores, duela. Porque eso significa que sientes Y si sientes, significa que estás vivo. Y si vives, juro que estaré a tu lado Para verlo. Espero que cuando despiertes A la vida, llores de alegría Y que cuando llores se te empape el alma Porque eso significa que aún estás a tiempo Y si estás a tiempo, juro Que te espero. Aunque esperar signifique toda una vida.
  • 122. Amantes, loco por mí. He tenido tantos amantes Que ya no recuerdo sus nombres. Solo uno, El de mi perro Sansón. Sin duda, el más fuerte de todos. He tenido tantos amantes Que ya no sé Qué número eres tú. La letra Inicial de tu nombre, O si tu apellido Fue importante Para la humanidad. Tantos amantes Que no recuerdo 128
  • 123. 129 El lunar que escondes. Bajo tu ombligo. Donde pierde Mi mirada Tu guerra de palabras En mi oído En aquel momento En que somos Uno. Tantos Que no consigo Recordar tu sonrisa Donde mi vida comienza. Amantes locos Amantes Rotos.
  • 124. Calendario de adviento Las ventanas abiertas del calendario de adviento, los corazones vacíos de chocolate delatan que es Navidad y llega Enero. Ahora que aún no había empezado bien el año siquiera. Pero la esperanza, cualidad que hasta el más desalmado de los funcionarios conserva, nos dice que el próximo año será mejor. Que no queda ya nada de esto que nos hizo amar durante doscientos días. Que nos han quemado las ganas, pero no el corazón. 130
  • 125. 131 Que siempre hay tiempo para empezar de nuevo. Las ventanas vacías del calendario de adviento dicen que hay que tirar las botellas gastadas, poner los regalos en cajas, y abrir los ojos a un nuevo comienzo. Abrir paso a nuevos corazones que no vengan con las alas ya rotas y que nos hagan amar de nuevo los domingos. Que hagan sonar las cuerdas de la guitarra y del corazón. Que hagan temblar y no sea de frío ni de miedo Que solo sea de amor.
  • 126. El dinero se acabará. La belleza envejecerá. La inteligencia menguará. Procúrate, por tanto, una persona que te hable con la mirada y te toque con el corazón. Una persona que te cure con su dulzura, magia para tu vida ya gastada. Procúrate, por tanto, una persona que cuando todo se acabe esté siempre a tu lado dispuesta a volver a empezar. Una persona que logre quitarse las cadenas que le atan para permanecer siempre a tu lado allá donde tú estés. Procúrate, por tanto, una persona rica en amor y entrega, bella en alma y con una inteligencia tal que le permita descubrir que tú eres su para siempre. Como yo un día descubrí que tú eras el mío. 132
  • 127. 133 De los italianos aprendí De los italianos aprendí a apreciar la espuma del café y el ácido del limón al probar una gota de licor. Aprendí que un buen helado en pleno invierno puede reconfortar hasta al más caliente de los corazones. Aprendí que un buen café justo después de la cena, hace que la mañana siguiente después de una eterna noche de copas no haya ni rastro de esa horrible sensación de arrepentimiento de la noche anterior. Aprendí que caminar por la calle se dice más bien pasear. Aprendí que una mirada se puede guardar. Aprendí también que un hombre galante no es aquel que te abre la puerta si no el corazón, y que no siempre lo que se dice es verdad. Aprendí que, a veces, ser bonita puede molestar, que no me gustan las multitudes, ni los mercados, y que me quedo con las grandes personas. Aprendí también que hay distancias cortas que te pueden parecer eternas y distancias kilométricas a las que te transportas en un segundo. Aprendí que los cuentos de hadas son de alguien que creyó en el amor con una imaginación casi tan grande como la mía. Aprendí que las mañanas empiezan a las diez y que los españoles, con su gracia, pueden conseguir prácticamente lo que quieran. Aprendí también que la gente
  • 128. del Sur siempre es más caliente y que hay personas que resisten verdaderamente bien el frío. Aprendí a valorar lo que es tener buenas naranjas, buen aceite y buen jamón. Aprendí que quiero un sitio lleno de color. Aprendí que el arte se puede vivir, se puede masticar, que el arte se puede Ser. También de ellos aprendí a hablar con una preciosa melodía y a discutir bajito pero gesticulando bien fuerte con las manos. Aprendí que la familia está donde tú estés, porque siempre habrá españoles por el mundo, que las conexiones a internet no son siempre buenas y que, tal y como se ha dicho siempre, España es un verdadero paraíso. Y sobre todo aprendí que siempre volveré. 134
  • 129. 135 XI Adoro estar a solas, pero lo que realmente adoro es estar a solas contigo.
  • 130. 136 Poema inédito a la amistad. (De cuando no pude moverme) Y tu llamada se apareció en mi pantalla. Tu locura en mi casa. Y tus lágrimas en mis mejillas. De cuando tus ojos contaban un poema en mi almohada cada noche. Y el día resultaba ser eterno en tus abrazos. Y acababan de un plumazo las horas que pasabas hablando. De cuando la vida se paró y tus piernas sujetaron el peso que mi cuerpo no podía. a los de verdad.
  • 131. 137 De aquel día que sonó el timbre y era tu sonrisa sacando a los soles mi desesperación. De los “venga Patri, que tú puedes”. De los “si no puedes no pasa nada”. De los bailes que nos prometimos. De los “todo pasará”. Y de cuando todo no pasó y aguantaste la tormenta de un tirón. De cuando todo parecía imposible y fuiste tú quien lo hizo fácil. De las muletas que no usé Por tener tus brazos y tu alegría. De las caminatas en el pasillo de mi casa. Los salir a cenar en mi cocina. Los “te ayudo por cojones”. Los “no es por ti, es por mí”. De los “necesito verte” porque yo no sé decirlo.
  • 132. 138 De los te quiero escritos en tu mirada y en tus acciones y en tus palabras. De los mensajes en la distancia que valían más que mil pastillas. De los todo pasa por algo y los libros recomendados para aprovechar todo lo que no ha sido más que una nueva oportunidad de verme, y ver a los realmente míos defenderse en pleno tsunami contra la tempestad.
  • 133. 139 La perfección de lo imperfecto. Alguien que comparta la misma idea de vida, la misma locura, la misma existencia. Alguien que se sienta tan bizarro y dañado como solo yo me siento. Alguien que comprenda mi locura e inestabilidad en este mundo incierto, y sobre todo, alguien que no quiera cambiarla, que me agarre la mano justo cuando vaya a echar a volar y que en ese momento quiera venirse conmigo. Alguien con quien conversar, con quien sentarme a divagar sin temor, sin complejo, sin acritud... Alguien que me mire a los ojos, me agarre de la mano y me toque el corazón. Alguien que se enfade fácilmente, tan fácilmente que deba aprender a respirar a mi lado y le reconforte una presencia tranquila. Alguien que me haga daño sin querer, mostrando así su debilidad, su imperfección y sacando a relucir de esta manera su excesiva sensibilidad. Alguien que se enamore de una lágrima que resbala por mi mejilla cuando al terminar el día me haya sentido desilusionada, cuando por momentos y sin motivo alguno, haya sentido que la vida me gana, que todo me puede, cuando la decepción me invada. Alguien que destroce mi vitalidad para elevarla al máximo exponente, que
  • 134. 140 me desconcentre, que me supere, que no pueda permanecer quieto cuando está a mi lado, pero que sea completamente incapaz de seguirme cuando veo algo claro, algo que me gusta, algo que me ciega. Alguien que sienta a través de mí, que huela a través de mí, que vea a través de mí. Alguien que me haga latir el corazón tan fuerte que crea que pueda estallar. Alguien que tema acercarse a mí, quizá, por miedo a que me pueda romper. Alguien... Alguien que cada noche, al acostarse, sueñe tener a su lado alguien como yo, así como yo sueño tener a alguien como él. Querido amor, si no tardas mucho... Te espero toda la vida.
  • 135. 141 La vida es un paseo y es mejor hacerlo en compañía. Llega un momento en que las tardes de domingo se dibujan sobre la arena mojada bajo tus pies durante un largo paseo en la playa, agarrada de su mano. Hablando de nada, de todo, de que ni sí, ni no. De que nada importa demasiado, de que todo importa lo suficiente. Llega un momento en que tu mejor amigo te dice: -es hora de que tengas a alguien siempre a tu lado- y tú, por primera vez respondes, -pues sí, ya es hora-, y sonríes. Llega un momento en que las llamadas a deshoras son apropiadas y los momentos de desquicio tolerables. Que comienzas a pasear muy despacio por la vida y te das cuenta de que como alguien una vez dijo: "la vida es un paseo y es mejor hacerlo en compañía". Que las noches son como una larga cola de espera en el cine que no quieres pasar a solas ni aunque tengas palomitas. Que tu cama de noventa centímetros se ha vuelto un desierto sin fin cuando él no está a tu lado. Llega ese momento, en que desistes de la lucha interna por una pasión y te abandonas al amor, al amor del bueno, al que te abraza en los malos momentos y tira piedras a tu ventana un domingo, con un chocolate caliente quemándole las manos mientras tú sonríes ante una muestra
  • 136. 142 de romanticismo que nunca pasará de moda. En los buenos momentos, él, simplemente sonríe de verte tan brillante. Llega un momento, en que simplemente te abandonas a eso que siempre has esperado. Y te conviertes en alguien feliz, que sonríe y lucha en cada instante, no por nada, solo por él.
  • 137. 143 Mi vida en la Tierra. No sé muy bien por qué volvió a mi vida justo en ese preciso instante en que todo estaba desordenado. Quizá fueron los coletazos de febrero o las últimas nevadas del invierno. Lo hizo silencioso, como asoma la primavera entre las piedras de un bosque en enero. Lo hizo sin asustarme, como lo hace el sol en una mañana nublada. Lo hizo como pudo, y yo huí. Pero no importó. Huí porque no quería dar de bruces con la certeza de que no quisiera amarme en mi condición actual. Le dejé ir una vez, pero ahora no estaba preparada. No quería saber que no estaba hecha para ser amada. No, no era el momento. Fueron pasando los meses y sentí que le estaba engañando al no contarle mi verdad, aquello que me atormentaba, un diagnóstico que cambiaría por completo mi vida. El día en que ya no pude más, en que creí que iba a alcanzar otra dimensión de tanto amor, se lo conté. Las palabras fluyeron solas, como si hubieran estado toda la vida en mi boca y lloré, lloré tanto que pensé que nunca más volvería a hablar. Entonces, él me retiró suavemente el pelo de la cara y me confesó que siempre lo había sabido. Sara se lo había contado todo, y el miedo a verme sufrir en silencio fue más fuerte que su miedo a perder
  • 138. 144 el corazón. Por eso, no por ninguna casualidad divina, estuvo aquel sábado a aquella hora en la esquina por la que yo pasaba a diario. Nos lo debíamos. Se lo debía. Me lo debía. Y fue así, como pasé los últimos meses de mi vida como la persona más feliz que jamás haya existido. Ahora, desde el cielo, todo se ve distinto. Aquí ha desaparecido el dolor pero, a veces, cambiaría una vida entera de ese dolor humano por un segundo de aquellos divinos que compartí con él los últimos días de mi vida en la Tierra.
  • 139. 145 Mal trago. Claro que ya me había terminado el café. Pero reconocerlo hubiera hecho que aquella conversación terminase, quién sabe si para siempre. Y últimamente me había dado por aferrarme a los momentos. Volví a poner la taza en el plato correspondiente, y a sorbos bebí la mezcla fría desde hacía ya varias horas. Mereció la pena el mal trago.
  • 140. 147 Siempre quise ser normal pero el destino nunca me concedió esa dicha.
  • 141. 149 A Manuel Álvarez, por ser tan ... Mayes, y hacer de este sueño una realidad. Por ser la luz cuando todo parece oscuridad. A Irene Sánchez Carrón, por enseñarme que la poesía es vida, y que la vida es pura poesía. Por sus lecturas de mis letras aún imberbes, y sus maravillosas correcciones. Por sus palabras, que me dejan a mí sin ellas. A mis padres, por hacerme tal y como soy, y hacer que me sienta orgullosa de ello. Por enseñarme que cada paso en el camino no es más que un aprendizaje. Por meterse en mi mundo, y por formar parte de él. A Felisa Corbacho, por mantenerme con VIDA en todas las acepciones posibles de la palabra. Y reconstruirme las alas, una y otra vez, para poder seguir volando en este cielo hecho de nubes y claros. (Lo más sencillo, hubiera sido cortarlas) A Cristóbal Medina, por ser mis piernas y mis brazos, cuando estos dejan de funcionar. Por formar parte de mi vida, y quererme así: tan puro. A José González, por los desayunos que alimentan mi alma de eso, hoy en día tan difícil de encontrar, llamado amistad. A Zahira Gil, por creer en mí y por aparecer en mi vida. Por arreglarla cuando estaba rota, y llenarla de las vitaminas que solo se pueden beber del batido de la amistad. A María Bravo, por ser mi hermana -en lo bueno y en lo malo-, y leer el borrador casi con la misma ilusión que yo lo había escrito. A Dan, por existir. Agradecimientos
  • 142. 151 El 10% de los beneficios obtenidos por el autor en la edición de este libro y las posteriores ediciones del mismo se destinará a la investigación de las enfermedades neuromusculares en España. Gracias a todos por colaborar.
  • 143. Los versos recién estrenados de Patricia Luna se nos ofrecen con la frescura, las vacilaciones y la fuerza imparable que tienen los primeros amores. Del atrevimiento, de las dudas y del sinfín de matices que posee la pasión amorosa hablan los textos en verso y en prosa que componen Y ni siquiera te conozco. De alguien que se deja olvidado el corazón en nuestra casa, del chico de los cinco lunares, del amor, del amante, de la cita de una noche sábado o de las dificultades para encontrar a alguien que comparta nuestros insípidos domingos. Al son de la música que suena en viejos tocadiscos, Patricia Luna nos anima a aprovechar nuestros momentos, a construir nuestros castillos de naipes, a aceptar nuestras contradicciones y, en definitiva, a no temer amar y dejarnos amar, a pesar de la incomunicación y de las dudas que siempre forman parte de las relaciones personales. Irene Sánchez Carrón PATRICIALUNA